BSH Electrodomésticos crece con el gas
La planta cántabra del grupo alemán, heredera de la antigua Corcho, fabricó el año
pasado 650.000 encimeras de cocción a gas, un registro que es el mejor de su historia y
que espera volver a superar este ejercicio. La exportación, la innovación continua y la
capacidad para estandarizar una gama compuesta por más de 700 referencias son las
claves que han permitido a la fábrica sortear lo peor de la crisis económica.
Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero. Publicado en octubre de 2014
Ni ha sido inmune a la crisis ni puede dar por despejadas todas las incertidumbres, pero lo cierto es que la planta cántabra del grupo BSH ha conseguido superar las cifras de producción de 2009 –el año que marcó el cambio de tendencia– lo que, en su caso, significa moverse en registros históricos que, además, espera superar este ejercicio. La antigua Corcho, dedicada a la fabricación de aparatos de cocción a gas, ha sabido hacer valer sus fortalezas –muchas veces consiguiendo transformar en oportunidades lo que a priori aparecía como un problema– para consolidar su presencia en un mercado que en España permanece estancado pero que en el resto del mundo mantiene cifras de crecimiento moderadas, pero constantes. Ese diferente comportamiento de la demanda dentro y fuera de nuestras fronteras ni es nuevo ni está directamente vinculado con la crisis, y está en el origen de una vocación exportadora que, a la postre, ha sido fundamental para que la planta cántabra haya encontrado alternativas para retornar con relativa rapidez a la senda del crecimiento.
De los 650.000 aparatos fabricados el pasado año en la planta santanderina, el 94% se vendieron fuera de España, sobre todo en Europa pero también en países como Australia o incluso China. La diversificación de mercados minimiza la que es hoy una de las principales incertidumbres a resolver: la situación de Rusia y su bloqueo de las importaciones procedentes de la UE. Por el momento las restricciones no afectan a los electrodomésticos, pero la posibilidad de que lleguen a hacerlo pone el único punto de duda en las previsiones de actividad de la fábrica, no tanto por lo que respecta a este año –que ha sido muy bueno en su primera mitad– como a los siguientes. Las consecuencias de la situación rusa, en todo caso, tienen más que ver con lo incómodo que supone convivir con la incertidumbre que con la incidencia real que un hipotético bloqueo tendría en la planta, cuya flexibilidad y capacidad para competir en diferentes mercados la pone relativamente a salvo de puntuales caídas de la demanda en alguno de ellos.
Líderes en Europa
Por vez primera, los aparatos fabricados en Cantabria –comercializados bajo las marcas del grupo BSH, entre las que se cuentan Bosch o Siemens– consiguieron el pasado año ser líderes en el mercado europeo de cocción a gas, algo que ha supuesto la culminación de una estrategia basada en la continua innovación de productos y procesos. La misma flexibilidad que permite a la empresa operar en países muy diferentes se refleja también en la capacidad para simultanear la fabricación en gamas muy diferentes y con marcas distintas, en una segmentación imprescindible para competir en un mercado que es diverso tanto en lo geográfico como en lo que demandan los consumidores. La combinación de marcas, gamas y medidas da como resultado 700 referencias distintas, un auténtico rompecabezas en términos de organización y costes, de cuya resolución depende en último término la competitividad de la planta.
Hace una década, la fábrica inició una renovación de producto que pasaba por la actualización continua de los aparatos y por ampliar la gama, con el objetivo básico de crecer internacionalmente entrando en mercados donde anteriormente no tenía presencia. La clave para tener éxito, explica Byron Vargas, director de BSH Santander, era conseguir cumplir esa estrategia pero siendo a la vez capaces de competir en precio, algo que no tiene fácil una fábrica europea que se enfrenta con otras ubicadas en países con bajísimos costes de mano de obra. “El reto era dominar la complejidad, no renunciar a ella. Teníamos que conseguir la máxima estandarización de la producción pero sin reducir la gama”, apunta Vargas. El trabajo realizado en el área de desarrollo de la planta se centro en la modularización, creando familias de piezas que pudieran utilizarse en diferentes modelos y variantes. El camino recorrido en los últimos diez años, y singularmente la evolución de la producción durante la crisis, avala el éxito de la estrategia y la disposición de la fábrica cántabra para sacarla adelante.
BSH-Santander es centro de competencia dentro de los sistemas de cocción a gas, lo que significa que cuentan con sus propios departamentos de ingeniería y desarrollo, y que la labor que realizan estos grupos es referencia para otras plantas del grupo en todo el mundo. La innovación se convierte así en punto clave para la planta, y lo hace tanto por la repercusión de las mejoras en el producto como por el efecto sobre el posicionamiento de la fábrica dentro del conjunto del grupo, dentro de un proceso que va más allá de departamentos específicos y que implica al conjunto de la plantilla. “Innovar es la forma que tenemos de defender nuestro puesto de trabajo, y todos dentro de esta fábrica somos muy conscientes de eso”, resume Byron Vargas, que recuerda que la deslocalización es una amenza que nunca se puede dar definitivamente por superada.
Como un subrayado a la apuesta que se realizó en aquel momento, la planta cántabra de BSH ganó por primera vez hace nueve años el premio Top Idea, una competición que organiza el grupo para reconocer a aquella de sus plantas que logra la mayor aportación de ideas por parte de sus empleados. Fue la primera planta española en hacerse con ese galardón, que ha renovado desde entonces en otras dos ocasiones, lo que da cuenta de en qué medida el compromiso por la innovación ha calado en todas las áreas de la factoría.
Las ideas aportadas –en 2013 se triplicaron las recogidas en 2012, y este año llevan camino de crecer en la misma proporción– van desde el aspecto aparentemente más nimio del proceso de fabricación hasta la tecnología aplicada al producto. En este último aspecto, la labor realizada por la planta cántabra, en su condición de centro de referencia, ha sido fundamental dotar a los aparatos de cocción a gas de un valor añadido que permitiera eludir la pura competencia en precio, en línea con el posicionamiento de las marcas del grupo. Electrónica, diseño y materiales son alguno de los factores con los que se ha jugado para cambiar radicalmente tanto la imagen como los mercados a los que es posible acceder con las placas de cocción de gas, un producto que además de competir con otros similares de otras marcas debe hacer frente a las alternativas eléctricas, vitrocerámicas tradicionales e inducción. La producción de la planta cántabra se organiza a partir de tres gamas –básica, media y alta– diferenciadas en materiales y prestaciones, pero no en la forma de producción o en los estándares de calidad. Entre los aspectos en los que se ha concretado esa búsqueda de valor añadido se cuentan los que tienen que ver con la tecnología, aprovechando la aportación de la electrónica, y con la eficiencia energética. Otro tanto puede decirse del diseño y, sobre todo, de la constante actualización de todos estos aspectos para introducir constantemente nuevos modelos al mercado, adaptándose a ciclos que son cada vez más cortos.
Conseguir todo ello con los menores costes es el reto. La planta de Santander culminará en 2016 un programa de inversiones que, a su término, habrá supuesto un desembolso de 20 millones de euros. Dentro de ese programa, este año se está realizando una reorganización completa de la fábrica, cambiando la forma en que los materiales y componentes fluyen por la planta e introduciendo nuevos procesos. Como explica Byron Vargas, todo ello es un factor estratégico para la empresa, que de esta manera será capaz de minimizar el tiempo de respuesta a los pedidos de los clientes, que siempre son de series concretas y en un número que puede no ser muy alto.
El proceso de fabricación es una curiosa combinación de procesos muy robotizados con otros en los que la intervención humana sigue siendo básica. Las proporciones de esta combinación son otro de los factores críticos en términos de productividad y eficiencia en el uso de los recursos de una planta que, a diferencia de otras que pueden ser meras ensambladoras, asume la práctica totalidad de los trabajos que dan como resultado el producto final.
Como factor externo, el principal condicionante al que se enfrenta la producción que sale de Cantabria es la evolución de la demanda de aparatos de cocción, sobre todo en lo que respecta a la distribución de la misma entre las diferentes fuentes de energía. Aunque con crecimientos modestos, el gas continúa ganando cuota, algo que se produce a costa de la vitrocerámica tradicional. Países como Italia o Estados Unidos y, en términos más amplios, Asia, África o Sudamérica, siguen siendo mercados con predominio del gas, y en los que las marcas del grupo BSH no han dejado de ganar peso en los últimos años. Con todo, la que probablemente es la novedad más significativa llega desde Alemania, un país en el que hace diez años BSH apenas era capaz de vender unos pocos aparatos de gas y en el que hoy tiene una importante presencia con sus productos de alta gama. Un auténtico espaldarazo a la labor de la fábrica cántabra.