La cooperativa agrícola y ganadera más importante de Cantabria terminó el pasado ejercicio con cifras de negocio positivas. Vendió un 8% más que el año anterior, y facturó unos 85 millones de euros, casi la mitad por la venta de piensos propios y algo menos de un tercio por la venta de leche a la industria quesera. Además, Agrocantabria sumó una séptima cooperativa, la SAT Valle de Aras, con la que se han alcanzado los 2.816 miembros.

Francisco Rouco | Octubre 2024

Por cuarto año consecutivo, la principal cooperativa agroganadera de Cantabria repitió resultados en verde: vendió un 8% más y facturó casi 85 millones de euros en 2023. Y también creció con la incorporación de la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Valle de Aras, con 96 nuevos integrantes. “Ha sido un año francamente positivo”, valora Jacobo Alonso, director de Agrocantabria, que matiza algunas cifras: “La facturación estuvo muy condicionada por el precio elevado del coste de la materia prima, de la leche y de la carne. El dato importante es el del aumento de las ventas, porque crecer en un sector como el nuestro no es fácil”.

Creada en 2006, Agrocantabria es una cooperativa de segundo grado, es decir, una cooperativa de cooperativas. Integra siete asociados: Cooperativa Lechera SAM, Cooperativa Siete Villas, Cooperativa Cuenca del Besaya, Cooperativa Virgen de Valvanuz, SAT Valle de Soba, SAT Liébana-Peñarrubia y, la última en llegar, SAT Valle de Aras. En total, 2.816 socios, que para formar parte de Agrocantabria deben realizar una aportación única de 1.000 euros, entre 800 de capital social y 200 de cuota.

Jacobo Alonso, director general de Agrocantabria, en las instalaciones de la cooperativa. Foto: Nacho Cubero.

La actividad de Agrocantabria se divide en dos grandes bloques. El primero lo forman los servicios agropecuarios que ofrece a sus socios, donde se integra el producto estrella de la sociedad: los piensos a la carta. El segundo bloque incluye la venta de leche a la industria quesera y la venta de carne a distribuidoras con destino a las grandes superficies y la hostelería. De los 85 millones de euros aproximados de facturación en 2023, la venta interna de los piensos ascendió a más de 40 millones, la de leche a cerca de 30 y la de carne a unos 12 millones. “Somos autosuficientes gracias a lo que los socios nos compran o venden”, resume el director de la cooperativa.

Elaboración y venta de piensos

Entre los servicios agropecuarios y veterinarios que Agrocantabria facilita a sus socios destacan la supervisión de la calidad de la leche, controles de reproducción, instalación de maquinaria de ordeño, medición de calidad de la tierra, nutrición animal o suministro de combustible. Utilizan uno o varios de estos servicios unos 600 ganaderos. “Tratamos de acompañar a nuestros socios para hacerles ganar tiempo y que se dediquen a su trabajo, que es producir alimentos para dar de comer a la población, despreocupándose de las compras o los aprovisionamientos”.

De toda la oferta de servicios, el más representativo es la elaboración y venta de piensos, pues supone cerca de la mitad de la facturación total de la cooperativa. Aunque hay fórmulas de composición estándar, la mayor parte de los piensos son a la carta. Se analiza qué pastos o recursos en silo tiene la ganadería en su explotación, y se propone una fórmula para complementar las deficiencias nutricionales. Como señala el director de Agrocantabria, el objetivo es que el profesional optimice la alimentación de su ganado: “Que le cueste poco no porque sea barato, sino porque compra lo que necesita”.

Los piensos aportan casi la mitad de la facturación de la cooperativa. Foto: Nacho Cubero.

La otra línea de negocio de Agrocantabria es la comercialización de la leche y la carne que producen sus socios. En cuanto a la leche, la cooperativa recoge la producción de cerca de 270 ganaderos, más o menos un tercio de los productores de leche de la región. Al mes, unos 5,5 millones de litros. La mayoría de este producto se vende a la industria quesera, y solo una pequeña parte se reserva para producir el queso Pasto Real, una marca propia de Agrocantabria.

Carne con sello de calidad

La cooperativa también comercializa la carne de sus socios, casi toda de vacuno. Para ello se utiliza la identificación geográfica protegida (IGP) Carne de Cantabria, una certificación de calidad que, desde 2022, avala la Unión Europea y controla la consejería del ramo a través de la Oficina de calidad alimentaria (Odeca). Esta IGP se suma a otras cuatro activas de la región: Sobao Pasiego, Vino de la tierra Costa de Cantabria, Vinos de la tierra de Liébana y, desde julio de 2024, Patatas de Valderredible.

Agrocantabria recoge la carne de cerca de 400 ganaderos, lo que supone unas 220 toneladas mensuales, y la despieza y elabora, de ser necesario, en su planta de Guarnizo. La cooperativa tiene acuerdos con grandes distribuidoras para que la envíen a los mostradores de los principales supermercados de Cantabria, incluso de fuera. “Vendemos una carne de muchísima calidad e intentamos que el consumidor nos lo reconozca y pague un poquito más por ello. Para esto es importante que toda la cadena se haga con muchísimo mimo y de forma segura y profesional. Desde la cría del animal, su alimentación, el sacrificio y el procesado de la carne”, explica el director de Agrocantabria.

En 2022, Agrocantabria reforzó el canal de venta a hostelería con un acuerdo con Makro. Hasta ese momento, la cooperativa se topaba con un obstáculo logístico importante: quería mantener su principio de kilómetro 0, pero el volumen de pedidos que demandaban los restaurantes cercanos no justificaba el transporte. “No tenía mucho sentido llevar a un restaurante de Picos de Europa una plana de 8 kilos para filetes”. Gracias a que la distribuidora integra en cada envío no solo el pedido de carne, sino también el de otros productos y materias primas, Agrocantabria puede incluir en cada viaje los pedidos de sus clientes de hostelería, aunque sean reducidos. “El balance del acuerdo es muy positivo, hemos podido llegar a restaurantes donde antes no llegábamos”.

Una salida para los productores de leche

Para la cooperativa, la distribución de la carne resulta minoritaria tanto en facturación como en volumen. Sin embargo, su director la califica de “importante”, porque producir carne es una vía alternativa para quienes antes se dedicaban a producir leche, actividad que desde hace lustros acumula abandonos en Cantabria. En 2001 el número de ganaderos con entrega de leche ascendía a 3.811; en 2018, a 1.209. Los datos más recientes, de 2023, los cifran en 834. Sin embargo, en aquel lejano 2011 la producción de leche era de 487.244 toneladas al año, cifra no tan distinta a las 397.371 de 2023. Es decir, en algo más de 20 años se ha perdido el 77% de ganaderos dedicados a la leche, pero la producción únicamente ha descendido un 18%. Este fenómeno se explica porque las granjas lecheras más pequeñas han desaparecido o se han redimensionado, al tiempo que han adquirido maquinaría e instalaciones para optimizar el ordeñado.

«Comercializar la carne de ganaderos que antes producían leche es importante, porque hemos podido recoger a aquellos ganaderos de zona de montaña que, por una u otra razón, no podían seguir adelante». Jacobo Alonso, director de AGC

Pero tal y como recuerda Jacobo, esta transición ha sido imposible para muchos ganaderos. Además de la inversión en maquinaria e instalaciones más avanzadas, la producción de leche exige cumplir ciertas condiciones como la recogida diaria o cada dos días de leche o la estabulación de vacas, lo que muchas veces implica la construcción de establos. Para el director de Agrocantabria, aunque la normativa para producir carne también es demandante, las explotaciones ganaderas actuales en Cantabria lo tienen más sencillo si pasan de producir leche a carne. Los establos tradicionales de la región son compatibles con las exigencias para producir carne, y lo mismo sucede con los pastos naturales, que las reses destinadas a sacrificio pueden comer sin condicionantes. “Para nosotros, comercializar la carne de ganaderos que antes producían leche es importante, porque hemos podido recoger a aquellos ganaderos de zona de montaña que, por una u otra razón, no podían seguir adelante. Ahora pueden seguir viviendo en sus entornos rurales y continuar con una actividad que, de otro modo, habría desaparecido”, subraya Jacobo.

Como balance, el director de Agrocantabria se muestra muy satisfecho con el crecimiento de la sección de carne en particular y el devenir de la cooperativa en general. “Dentro de que el número de ganaderos se va reduciendo por razones demográficas y naturales, cada vez hay más ganaderos que confían en nosotros. Quienes llegan son más grandes y consumen más, y sustituyen a quienes por desgracia dejan de estar. Podemos decir que el balance de 2023 ha sido francamente positivo”.

Entre la competencia de comercios de mayor envergadura y la falta de apoyo institucional, las librerías independientes de Cantabria luchan por sobrevivir en un entorno cada vez más abrupto y desafiante.

Ana Bringas | Octubre 2024

A veces las librerías parecen de otro tiempo, pero ¿lo son? No es extraño que las tiendas de libros más antiguas de grandes urbes europeas estén en las listas de lugares de visita obligada al hacer turismo. Como quien recorre templos religiosos con siglos a sus espaldas, restos de una muralla que una vez protegió una ciudad o el palacio en el que vivió esa dinastía de reyes en su época más dorada. Los turistas acuden a ellas como si fueran reliquias conservadas en museos que recuerdan a periodos pasados, sin embargo su existencia no es anecdótica. Aún quedan librerías independientes, también en Cantabria. No son muchas, ni siquiera alcanzan la treintena –en concreto suman 27 establecimientos y solo 14 de ellos se dedican exclusivamente a la venta de libros– pero están ahí, sobreviviendo y esperando pacientes a que los lectores, ávidos de historias, cultura o conocimientos, se adentren entre sus estanterías.

Que en el entorno rural los obstáculos para desarrollar un negocio son diferentes y, en ocasiones, más duros que los que enfrentan los comercios enclavados en territorio urbano, no es nada nuevo. Tampoco lo es el esfuerzo de las librerías para perdurar. Si ya son pocas las que quedan abiertas en esta región, son menos aún en las poblaciones más pequeñas –y además predominantes en Cantabria–, pero algunas se mantienen, eso sí, en lucha constante y aferradas a líneas de negocio que, en ciertos momentos, poco tienen que ver con la lectura.

Los datos que se desprenden del Mapa de Librerías de España de 2023 elaborado por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) no son muy positivos para Cantabria. En la última edición de este informe, la confederación se ha empleado en conocer el papel de los puntos de venta de libros que se localizan en el medio rural. En este sentido, Cegal apunta que los comercios ubicados en municipios de menos de 15.000 habitantes cuentan con una oferta diversificada de productos y servicios para poder mantener el equilibrio comercial y la sostenibilidad económica de sus empresas.

El mapa contabiliza en 2.792 el número de librerías independientes identificadas en España, y Cantabria únicamente contribuye a esta cifra con 28 establecimientos que, según detalla Luis Lisaso como presidente de la Asociación de Libreros en Cantabria, pronto serán 27 por el cierre de un comercio más este 2024.

Eva Amigo, de la Librería Infantil de Unquera, en pleno proceso de liquidación de existencias en los días previos a su cierre. Foto: Nacho Cubero.

El que baja la persiana es el negocio de Eva Amigo: Librería Infantil Unquera, un pequeño establecimiento orientado a inculcar la lectura a los más pequeños que, tras 10 años de actividad, ha cerrado sus puertas este agosto. Con pena, Eva cuenta que a pesar de organizar charlas y cuentacuentos gratuitos, el escaso respaldo institucional y legal a la cultura han causado mella en su negocio. “Hay que adaptarse al medio y no siempre es posible. Hay falta de apoyo real de las instituciones que podrían tomar medidas como favorecer contratos con librerías de cercanía. Ahorrar en cultura, que es algo que tienden a hacer los ayuntamientos, rebaja el nivel de necesidad cultural”, ahonda la librera, quien asegura que durante la última década ha sido “muy feliz” y aunque la librería “podría seguir tirando”, sería “cobrando la mitad del salario mínimo trabajando seis días a la semana sin vacaciones ni fiestas”. A su juicio, la cultura se valora muy poco: “Los niños pasan más tiempo en los bares que en las librerías. Eso a todo el mundo le parece normal”, lamenta. Con todo, Eva espera poder sacar adelante otro proyecto porque, dice, “quienes aprecian nuestro trabajo se convierten en amigos más que en clientes”.

Cae la densidad de librerías cántabras

En base a los números, la densidad de librerías por cada 100.000 habitantes en las diferentes comunidades autónomas españolas coloca a Cantabria en uno de los puestos más bajos del ránking, con un 4,76. Solo Andalucía (4,50), Baleares (4,38) y Castilla la Mancha (4,17) se posicionan por detrás, mientras nuestros vecinos de Castilla y León lideran la lista con 226 librerías que se traducen en 9,48 por cada 100.000 habitantes, es decir, prácticamente el doble que nuestra región. Les siguen Galicia (9,30), La Rioja (8,07) y Asturias (7,95), todos ellos superando por más de 3 puntos a Cantabria.

Las estadísticas dibujan además una clara línea descendente. En 2021, Cantabria contaba con 51 librerías por lo que el dato de establecimientos por cada 100.000 habitantes alcanzaba entonces los 8,7 puntos. Por su parte, regiones como Asturias, Castilla y León, Asturias, Navarra o La Rioja superaban las 10 librerías por cada 100.000 personas en ese año mientras que en 2015 –año del primer informe de Cegal– la máxima densidad la obtuvo Galicia con 15 librerías por cada 100.000 habitantes mientras Cantabria, con 57 comercios, logró un ratio de récord con 9,7.

Luis Lisaso, presidente de la Asociación de Libreros de Cantabria, en su librería de Renedo de Piélagos. Foto: Nacho Cubero.

Volviendo a las circunstancias actuales, en las palabras de Lisaso, que tiene su librería en Renedo de Piélagos, se percibe cierta preocupación, y no es para menos. El panorama es abrumador, sobre todo en el medio rural. Los puntos de venta de libros localizados en municipios de este tipo constituyen una red vital para el fomento de la lectura y la mejora de la calidad de vida de sus residentes, pero sufren grandes ‘hándicaps’ a la hora de operar. El presidente de la Asociación de Libreros en Cantabria señala que, además de vender libros de lectura a particulares, otro de los sustentos de estos negocios son las bibliotecas municipales y la venta de libros de texto. O lo eran, porque esta tarea se ha complicado significativamente en los últimos años como consecuencia de algunas leyes que favorecen a los comercios más grandes.

Los libros de texto y la venta a bibliotecas

“Las bibliotecas funcionan mediante licitación y, por obligación, todas las librerías de España venden al mismo precio, en eso estamos empatadas. Los criterios de la adjudicación premian a los comercios con mayor número de trabajadores, por lo que las librerías de pueblo estamos fuera de juego. No valemos nada, ni para llenar la biblioteca de nuestro mismo municipio”, apostilla Lisaso contundente, a lo que añade que su negocio lo llevan él y su mujer, sin más empleados, por lo que no pueden competir. En este sentido, parecen estar condenadas a vivir únicamente de los lectores particulares, dado que la venta de libros de texto tampoco va mucho mejor.

Hay más de 200 centros educativos en Cantabria y, solo en primaria, el último curso escolar ha registrado 87.675 alumnos. Luis Lisaso apunta que todos ellos antes eran posibles clientes, pero que desde que el Gobierno de Cantabria deja en manos de los directores de los colegios la compra de los libros de texto, se han perdido “miles de compradores»: “Ya no pasan por una librería ni una vez al año. Además, si fuese tarea de la gente, vendrían a los comercios del pueblo, como siempre se ha hecho, pero los directores compran al mejor postor –el precio de los libros de texto sí está liberalizado desde hace años–. Nos quedan nuestros vecinos, aunque ahí competimos con gigantes como Amazon”, declara. La Librería Lisaso cumplirá 50 años en el próximo 2025, pero su propietario duda si llegará a celebrar los 52: “Nos ponen zancadillas”.

Marta Calderón, propietaria de la Librería Sancho Panza, de Cabezón de la Sal. Foto: Nacho Cubero.

En las cifras también se intuye una clara competencia: la de las grandes plataformas que disuelven la cercanía de libreros como Marta Calderón, de la Librería Sancho Panza emplazada en Cabezón de la Sal. Su establecimiento se puso en marcha en 1997 y desde entonces se dedica de manera exclusiva a la venta de libros y papelería. “Nunca hemos combinado nuestra actividad con otras ramas como vender golosinas o revistas”, matiza. “Siempre me ha gustado mucho leer. Estudié Filología Hispánica por Literatura, pero no tenía ganas de dar clases y decidí abrir la librería”, detalla. El suyo es un local amplio, de unos 90 metros cuadrados en dos plantas. “A mi siempre me ha parecido normal, pero todo el que lo conoce nos dice que nunca pensarían que pudiera existir una librería así en Cabezón de la Sal. Teniendo en cuenta el tamaño, podemos competir con cualquier establecimiento de Torrelavega o Santander”, reconoce con orgullo.

De igual manera, coincide con sus colegas de profesión en las dificultades que afrontan: “La liberalización del precio de los libros de texto nos ha complicado el negocio notablemente y venderlos se ha convertido en una lucha encarnizada”, apunta la propietaria de la Librería Sancho Panza, que calcula que con la venta de estos libros ganan menos de un 5%, lo que considera inadmisible: “No hay ningún otro producto en el mercado con el que se obtengan menos beneficios”, asegura.

Le preguntamos a Marta por la clave para mantenerse en el tiempo con estas circunstancias, y no tiene dudas en su respuesta: es gracias a los clientes particulares. “Tenemos suficientes para permitirnos continuar el negocio. Estoy muy contenta con la respuesta de mis clientes, sobre todo con los de la zona de Cabezón y alrededores que nos sustentan a diario, aunque también tengo que agradecer a los que nos visitan en vacaciones. Algunos vienen de Segovia o Guadalajara. Uno de los pilares es tener un buen trato con ellos, asesorarlos, cuidarlos, lo que se merece un cliente de cualquier comercio. También hay que ser cercano, estar informado y conocerlos para tener la capacidad de saber qué les va a gustar y recomendárselo”.

Paz Gil, directora de la Librería Gil, con dos locales en Santander, la mayor de las librerías cántabras. Foto: Nacho Cubero.

Aun compartiendo buena parte de esos problemas, desde el ámbito urbano se aporta una visión diferente, y más optimista, como la de Paz Gil, de la popular librería santanderina del mismo nombre, independiente de las grandes cadenas, como las que funcionan en las zonas rurales, pero con sus locales ubicados en el centro de la capital cántabra. Paz boceta un futuro halagüeño basándose en los modelos de otros países europeos, como Francia o Alemania, y compara las librerías con la radio o el teatro. Ambas disciplinas se vieron amenazadas con la llegada de la televisión y el cine años atrás, pero a día de hoy siguen en pie gracias a los lectores y pese a la digitalización. Estima que seguirá siendo así: “Son mucho más que lugares donde se venden y compran libros, se intercambia conocimiento”. Además, explica que aunque distribuir libros a bibliotecas de carácter municipal es complicado, sí es posible. De hecho, la Biblioteca Central de Cantabria, que depende del Ejecutivo regional, trabaja de esta manera.

Pese a su positividad, la gerente de la Librería Gil tampoco es ajena a los datos, la realidad se impone. También achaca el desplome en el número de librerías al derrumbamiento del mercado de los libros de texto. Paz recuerda que en Francia tanto los colegios como las bibliotecas de cada municipio compran o intentan comprar a la librería del pueblo. “Eso es muy importante, así la biblioteca se enriquece del conocimiento del librero y el librero está siempre al día porque el responsable de la biblioteca quiere lo mejor y lo último. Hay un intercambio que es fundamental. Eso mejora en todos los sentidos el pueblo y su nivel cultural. Colaborar así aquí daría pie a tener muchos puntos de venta en pequeñas localidades”, dice con anhelo.

No cabe duda de que la digitalización juega un papel más que importante en nuestras vidas. Ha cambiado los hábitos de lectura en pueblos y ciudades. Habrá quien no recuerde la última vez que sostuvo un libro en sus manos, no obstante seguro que se ha tomado un rato para ojear sus redes sociales a través de su teléfono móvil o consultar en él las últimas noticias. Aún así, y pese a que el índice de lectores de Cantabria (62,1%) no alcanza siquiera la media nacional (64,1%) según revela el Barómetro de Hábitos de Lectura de 2023 elaborado por la Federación del Gremio de Editores de España (FGEE), los libreros muestran otras preocupaciones a la hora de conservar la vida de sus negocios. La urgencia por frenar la pérdida de tejido cultural y creativo, del que forman parte las librerías en pequeñas poblaciones, obliga a cuestionarse cuál es la fórmula para tal fin, y ellos coinciden en apelar a la necesidad de más apoyo institucional para deshacerse de la larga sombra que proyectan las grandes plataformas o las cadenas con mayor capacidad. En cualquier caso, continúan desempeñando un papel crucial y tremendamente necesario en la promoción de la lectura, el acceso a la cultura y la educación.

La tecnológica cántabra Semicrol prevé desembarcar a partir de 2025 en el mercado estadounidense de la mano de Fundanet, su plataforma para la gestión integral de la investigación, que ya goza de gran reconocimiento en España, Portugal y Latinoamérica.

Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024

Semicrol ha puesto en su punto de mira a Estados Unidos y a la Europa más allá de la península ibérica, dos mercados a los que aspira a llegar a partir del próximo año de la mano de Fundanet, el software de referencia en la gestión de la investigación en España que ya les ha abierto las puertas y afianzado, además de en nuestro país, en Portugal y en diferentes países de Latinoamérica.

Así lo explica la directora general de esta compañía tecnológica con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan), Natalia Alciturri, quien confirma su propósito de extender su presencia a ambos lados del Atlántico. “Estamos en medio del desarrollo de todo el proyecto de crecimiento y expansión en Europa y Estados Unidos. Pero eso nos exige hacer antes muy bien los deberes para preparar todas las aplicaciones, siempre dentro del sector de la investigación y muy particularmente de la sanitaria”, anticipa.

En este sentido, Alciturri precisa que 2024 está siendo un ejercicio de mucho aprendizaje y de estudio del mercado: “De identificación de nuestros potenciales clientes y también de los gaps [huecos] que son necesarios cubrir a nivel organizativo general de toda la compañía, no solo del producto, para dar este salto que afrontamos con mucha ambición e inversión”.

Un aspecto, el de la inversión, que para el director de Desarrollo de Negocio, Eduardo Obregón, cobra especial relevancia ya que, según explica, Semicrol está invirtiendo por encima de un millón de euros anuales durante los últimos ejercicios para llevar a cabo la transformación tecnológica de Fundanet, una plataforma que define como muy amplia y que les permite cubrir las necesidades específicas para toda la gestión integral de la investigación de los distintos y numerosos centros, universidades y fundaciones con los que trabajan. “Somos proveedores de software y servicios de todo el ciclo de vida del proceso investigador, desde la ideación hasta la publicación”, aclara sobre este sistema operativo, que representa cerca del 90% de la facturación de la compañía, que este año alcanzará los 6,5 millones de euros, según sus previsiones.

Eduardo Obregón, director de Desarrollo de Negocio de Semicrol, y Natalia Alciturri, directora general de la tecnológica cántabra. Foto: Nacho Cubero.

“Ya tenemos muchísima presencia en la gestión de la investigación y ahora estamos adquiriendo cada vez mayor peso en la parte científica en la que nuestros clientes tienen diferentes retos que para nosotros representan nuevas oportunidades de negocio”, resalta.

Tras subrayar que su intención es la de entrar “a la par” en los mercados europeo –con excepción de Portugal, donde ya están presentes en los principales nodos de investigación biomédica– y norteamericano, Obregón admite que en la actualidad mantienen algunas conversaciones en Turquía, a través de una red hospitalaria internacional, a la vez que también lo hacen con socios americanos, aunque mantiene que 2025 y 2026 serán los años en que se produzca el gran desembarco con implantaciones reales de Fundanet. “Estamos trabajando mucho para ver si somos capaces de dar respuesta a un cliente de Estados Unidos porque sabemos que si lo hacemos allí, la llegada a Europa va a ser en cascada”, vaticina.

Gestión integral de la investigación

Sobre Fundanet, Alciturri asevera que están implantando las nuevas aplicaciones cumpliendo el objetivo que se habían marcado de hacer de este software un producto más sencillo y usable. Ya se ha desplegado el nuevo módulo para la gestión de ensayos clínicos (CTMS, por sus siglas en inglés), un software que, precisa la directora general de Semicrol, han diseñado utilizando la tecnología más puntera de Microsoft, 100% web y siempre en el cloud de Fundanet. “Nos queda incorporar algunas funcionalidades que hemos identificado para salir al mercado americano, pero ya tenemos el producto preparado y listo para producción”, matiza. En esta misma línea, Obregón avanza que también están trabajando en Europa bajo el paraguas de uno de los centros de investigación más importantes de España –sin especificar de cuál se trata– que, según augura, les permitirá posicionarse aún mejor en el mercado.

“De lo que sí nos estamos dando cuenta –continúa el director de Desarrollo de Negocio de Semicrol– es de que el modelo sanitario español influye mucho en la gestión de la investigación. Es único. Por eso, a la hora de exportar e internacionalizar la empresa necesitamos adaptarnos no solo al cliente sino a cómo cada país gestiona todo el proceso. Ese es el gran reto. Porque el producto sin el servicio no tiene tanto valor”, admite.

Lo que sigue sin entrar en sus planes es explorar el mercado asiático porque, a su juicio, conllevaría muchas más dificultades organizativas y administrativas. “Si ya estamos dispares en cuanto al sistema sanitario en países cercanos como puede ser Portugal o Alemania, imagínese con China, que no tiene nada que ver. Además, nuestra capacidad es limitada y la experiencia acumulada en Latinoamérica nos dice que los procesos llevan tiempo y que hay que ir consolidando los diferentes pasos con la garantía de que avanzamos en la dirección adecuada”, advierte Obregón, que se remite al ejemplo del actual proceso de expansión para detallar las complicaciones que siempre acarrea entrar en nuevos mercados: “Nuestra aspiración hace un año era estar en Europa, y aún sigue siéndolo, pero una vez inicias las conversaciones y te dispones a cerrar los primeros acuerdos y negociaciones, te das cuenta de que no estás tan cerca como esperabas”, asume.

Mayor especialización

“Todavía nos vamos a especializar más”, adelanta en cualquier caso Alciturri, quien anuncia su intención de ampliar su catálogo, dentro del sector de la investigación sanitaria, a productos y servicios que se identifiquen como necesidades. “La evolución de este sector plantea nuevos retos relacionados sobre cómo tiene que gestionarse la información, y ahí es donde vamos a seguir estando”, enfatiza.

Obregón, por su parte, sostiene que el sector de la investigación es clave para la mejora de la vida. “Tenemos clientes que están estudiando el cambio climático, trabajando en nuevos materiales más ligeros o en nuevas fuentes de energía más baratas y respetuosas con el medio ambiente. Y nosotros creemos profundamente en ese modelo de ciencia y conocimiento, no abusivo y de consumo no mayoritario de recursos”, puntualiza antes de coincidir con Alciturri en poner en valor el impacto real, la trascendencia y los beneficios que esta labor investigadora básica tiene en la sociedad, que en gran medida, advierte, desconoce este trabajo académico que desarrollan muchos centros de investigación.

«Hay otros proveedores que te pueden cubrir una parte, pero no controlar todo. De ahí que no tengamos competidores de forma global», Natalia Alciturri, directora general de Semicrol

De otro lado, ambos dirigentes confirman su idea de mantener alianzas estratégicas con compañías como Microsoft y, especialmente, OpenClinica, con la que colaboran desde hace más de una década y con la que confían llegar a una relación bidireccional para que esta empresa sea la puerta de entrada de Fundanet en el mercado estadounidense. Y también con Medtronic, líder global en tecnología, soluciones y servicios médicos con la que trabajan en los dispositivos para la monitorización, control y suministro de ámbito sanitario al paciente, especialmente en cardiología. “Somos muy optimistas sobre estos acuerdos de colaboración y estamos plenamente convencidos de que seguiremos creciendo en el mercado biomédico y manteniendo nuestra cuota de participación en España, donde prácticamente el 95% de las instituciones que están acreditadas por el Instituto de Salud Carlos III trabajan con nosotros”, subraya Obregón. “Nuestro mercado en España sigue siendo muy activo”, precisa por su parte Alciturri, quien asegura que no se crece más por falta de medios: “De hecho, ya arrastramos una falta de capacidad productiva desde principios de año”.

Fundanet, explican los responsables de Semicrol, es una plataforma que de forma integral cubre todo el ciclo de gestión de los centros de investigación. Esto marca una diferencia con lo que existe en el mercado: “Hay otros proveedores que te pueden cubrir una parte, pero no controlar todo. De ahí que no tengamos competidores de forma global. Y ahora ya tenemos mucha marca y presencia. Si Fundanet funciona en más del 90% de los centros de investigación y soy un centro, tengo que estar”, reflexiona Natalia Alciturri sobre este sistema operativo.

El papel de la IA

Sobre el papel que desempeña la inteligencia artificial (IA) en sus productos y servicios, el director de Desarrollo de Negocio de la TIC cántabra se muestra convencido de que esta tecnología va a permitir una optimización de las investigaciones. “La gran revolución va a llegar a partir de que se puedan crear datos sintéticos. Es decir, que con una pequeña cantidad datos puedas tener realmente un dataset muy amplio y fiable para hacer tus investigaciones. En la actualidad, uno de los principales problemas es que no hay una calidad del dato de la investigación del nivel que se requiere, más aún si tenemos en cuenta que el 30% de los datos que existen son sanitarios”, desgrana Obregón, que incide sobre lo que ello aportará tanto en términos cuantitativos como cualitativos: “Al final, la capacidad de simular contextos específicos con datos sintéticos es lo que va a hacer posible que aumente la investigación y que ésta sea de mayor calidad”, resume. Además, sostiene que la IA también va a permitir la optimización de los recursos económicos que las entidades, sean públicas o privadas, destinan a financiar esa investigación al posibilitar la creación de “buenos modelos predictivos” de cuáles son las investigaciones que obtienen un mayor retorno.

Sea como fuere, este ingeniero informático afirma que, antes de que se haga un buen uso de la inteligencia artificial, se tiene que hacer una buena gestión y gobernanza de los datos. “Y este es un trabajo, fundamentalmente legislativo, que tanto España como Europa tiene que hacer, porque los datos sanitarios se gestionan de una u otra forma en función del país en que se esté aplicando el servicio de sanidad. La legislación es una barrera brutal. Se ha dado un paso importante con la ley europea de inteligencia artificial, pero igual que entendemos que estamos en un entorno global, tenemos que entender que los modelos de IA se van a desarrollar en cualquier parte del mundo”, argumenta.

La directora general de Semicrol coincide en el creciente desempeño de la IA dentro de la empresa. “Va a ser una herramienta más de apoyo y de mejora de la eficiencia de los equipos a nivel organizativo. De hecho, es una de nuestras líneas estratégicas”, aclara.

La innovación en Cantabria

Sobre el estado de la innovación en Cantabria, Alciturri mantiene que, a pesar de las características del tejido industrial de la región –“es el que es y muy limitado”, lamenta– hay compañías especializadas que están haciendo un trabajo muy interesante. “Lo poco que hacemos en la región lo hacemos muy bien y contamos con empresas punteras con impacto a nivel mundial”, concede.

Obregón, por su lado, defiende poner el foco en que la I+D+i “no se haga por hacer” y reivindica que el objeto de la innovación sea mejorar un proceso o el lanzamiento de nuevos productos, “no simplemente por la actividad”. En este sentido, Alciturri precisa cómo se entiende ese concepto en su empresa: “Nuestra innovación es siempre con y para el cliente. Nosotros no entendemos la innovación sin saber que hay una necesidad real en el mercado que va a dar acogida y rentabilidad a esa investigación”.

Trabajadores de Semicrol, en la sede central de la empresa en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

Pero, por encima de todo, la máxima responsable de Semicrol mantiene la plena independencia de su compañía. “Somos muy independientes. Seguimos nuestro propio camino y nuestra estrategia de inversión a largo plazo para generar riqueza en el territorio. Si desde los poderes públicos existe un apoyo que va en la misma dirección que nuestras líneas estratégicas, bienvenido sea, pero no somos de reclamar nada a nadie”, explica.

Lo que ambos tienen muy claro es que el desafío empresarial no va ser que estén o no a corto plazo en Estados Unidos. “El reto pasa por que continuemos con nuestros valores, manteniendo la organización, que en noviembre cumple 45 años, saneada, en constante crecimiento y con capacidad de atraer a los mejores profesionales”, concluyen al unísono.

En Cantabria faltan viviendas. Lo reconocen los constructores cántabros y lo ratifica la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican), que alerta del creciente proceso de gentrificación y reclama la construcción de vivienda social para que la población local pueda asentarse en su municipio.

Manuel Casino | @mcasino8 | Octubre 2024

Cantabria presenta un acuciante déficit de viviendas. Así lo estiman diferentes representantes de la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican), que reclaman la necesidad de adoptar medidas para facilitar el acceso a este bien, que califican de cada vez más escaso y menos accesible, especialmente para las personas jóvenes y la población local.

A juicio de Juan Fernández Quevedo y de Enrique Mier, dos de los miembros de esta asociación que aspira a representar de aquí a dos años al 75% del sector, en Cantabria apenas se ha construido viviendas de protección oficial (VPO) desde hace más de veinte años. “Salvo algunas actuaciones muy concretas y poco significativas, generalmente promovidas por ayuntamientos, el mercado no se ha movido”, subraya Mier y asiente Quevedo, quien incide en que la región lleva varios lustros sin renovar el parque y sin prácticamente edificarse nada.

Enrique Mier, de la Asociación para el Fomento Inmobiliario de Cantabria (Afican). Foto: Nacho Cubero.

De este modo, los representantes de este colectivo profesional se alinean con la visión ofrecida por el presidente de los constructores cántabros, Javier Palomera, quien, en una entrevista publicada en ‘El Diario Montañés’, aseguraba que faltan unas 3.000 viviendas nuevas al año desde hace varios ejercicios, y que Cantabria lleva 25 años sin hacer viviendas.

Para Quevedo y Mier, esta situación ha motivado que haya descendido mucho el número de inmuebles en oferta y, en consecuencia, que todo lo que se pone en el mercado de compraventa tenga una rápida salida.

“Si se piden precios de mercado, lo poco que hay se vende”, admite por su parte la también representante de Afican Montse Abascal, quien no duda en destacar a continuación el cambio de rol del agente comercial. “Cada vez tenemos que dar más valor a las ventas. Hacer una buena valoración del inmueble para poder salir con un precio justo exige conocer el mercado y estar muy bien formado”, ahonda.

En esta misma línea, Quevedo comparte el importante dinamismo que presenta el mercado de compraventa –en abril, la compraventa de vivienda en Cantabria experimentó crecimientos que varían desde el 17,4 hasta el 26,2%, según la fuente consultada sea el INE o el Colegio General del Notariado–, si bien precisa que es un mercado muy descompensado. “No es lo mismo la demanda que existe en Santander y en otras poblaciones turísticas y costeras, en las que piso que sale a la venta se vende, que la que se registra en zonas del interior”, puntualiza.

Por su parte, Mier prefiere mostrarse más moderado y no levantar expectativas que puedan fomentar una burbuja inmobiliaria, aunque reconoce que Cantabria está de moda. “Sea por el clima o porque la comunidad se ha dado a conocer en los últimos años, lo cierto es que cada vez vienen más personas de fuera. Estamos a punto de una mini burbuja, no sé si solo inmobiliaria o global”, advierte mostrándose un tanto incómodo con el creciente interés que despierta la región.

En este sentido, Abascal insiste en la importancia de realizar una correcta tasación de los inmuebles para no dar pie a la especulación. “Tenemos que ser muy serios y correctos con el mercado y evitar desatar una espiral de precios”, enfatiza.

Precios elevados

Sobre este asunto –el precio de la vivienda–, los tres representantes de esta asociación coinciden en que comprar un piso resulta un tanto caro para un cántabro medio y alertan del riesgo de que muchos de los inmuebles en venta acaben en mano de personas de fuera de Cantabria.

“Para las personas de Cantabria cada vez resulta más difícil acceder a un piso en propiedad”, admite Mier, quien censura que “el creciente proceso de gentrificación está expulsado a los habitantes locales”.

Juan Fernández Quevedo, de Afican. Foto: Nacho Cubero.

Un fenómeno, tercia Quevedo, que en su opinión resulta especialmente “dramático” en los municipios costeros. “Se está produciendo una expulsión de las personas jóvenes en edad de comprar que quieren asentarse en su localidad y no pueden. Se está haciendo mucho hincapié en incentivar el retorno a las zonas rurales en riesgo de despoblación, pero en otros municipios no se está haciendo nada para que la gente se quede”, lamenta contrariado antes de reclamar la construcción de VPO para que esta situación no se agudice. “Se necesita mucha vivienda social para evitar la especulación de compradores de fuera de la región”, repite.

En este sentido, Mier conviene con su colega en que las personas de clase trabajadora no pueden acceder a las VPO, una tipología de viviendas que, además, sostiene que los promotores no quieren construir porque apenas deja margen comercial. “Para muchos no resulta un producto atractivo porque les sale más caro el suelo que construir la vivienda”, advierte convencido del papel central que juegan las diferentes administraciones para atajar este problema.

La tutela de la Administración

“No creo en las fronteras, pero estimo que las Administraciones, cada una dentro de sus competencias, tienen que tomar medidas. No sé si tan radicales como las adoptadas en Andorra, donde han limitado la compra de inmuebles a personas extranjeras, pero sí tendentes a evitar que los compradores de fuera de Cantabria acaparen la vivienda provocando el desplazamiento de la población local”, remata.

“La Administración tiene que tutelar el acceso a la vivienda”, coincide Quevedo, quien igualmente reclama medidas para garantizar este derecho y contribuir a estabilizar los precios, al tiempo que critica que la Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno de España haya derivado esta responsabilidad sobre los propietarios.

Montse Abascal, representante de Afican. Foto: Nacho Cubero.

Abascal, por su parte, conviene en la necesidad de tomar medidas, entre las que apunta el impulso de la colaboración publico-privada, la concesión de incentivos fiscales y para la compra de suelo, así como otras que favorezcan al comprador local. “Las administraciones se tienen que poner de acuerdo para que los precios bajen”, reclama al igual que sus colegas.

Al margen de esta reivindicación, los tres miembros de Afican subrayan la sintonía y la buena relación que desde hace años mantienen con el Gobierno de Cantabria, al que agradecen que siempre los haya escuchado. “La cooperación con la administración pública cántabra es vital poder analizar y superar los desafíos en materia de acceso a una casa, sea en propiedad o alquiler, y asegurar que las normativas y políticas de vivienda se ajusten a las realidades y necesidades del mercado”, resaltaban los dirigentes de esta entidad en la presentación oficial de su hoja de ruta celebrada a finales de junio en la sede de la patronal de los empresarios de Cantabria.

A vueltas con los precios de las viviendas sociales, Quevedo comparte con Mier que, a los precios actuales del sector de la construcción, los números no salen. Y ambos lo razonan: el precio medio de venta del metro cuadrado en Cantabria se situó en abril en 1.734 euros –un 32,6% más que en igual periodo de 2023, lo que representa el aumento más elevado de todas las comunidades autónomas–. Del otro lado, construir cuesta entre 1.200 y 1.300 euros el metro cuadrado, a lo que hay que sumar la compra del suelo, el pago de las licencias, los costes de comercialización y el beneficio del promotor.

Destino de la vivienda

En cuanto al uso de la vivienda, los tres representantes de Afican coinciden en que en Cantabria es muy difícil generalizar. “En zonas turísticas y costeras priman más las viviendas de segunda residencia, al igual que lo hacen en algunas zonas rurales, sobre todo tras el covid. Pero en Torrelavega, por ejemplo, predomina la compra de primera vivienda, mientras que en Santander y en otras zonas urbanas los porcentajes están más repartidos”, apuntan, aunque admiten que de un tiempo a esta parte se observa un creciente aumento del pequeño inversor que adquiere la vivienda para alquilar. “Hay un nicho importante”, recalcan.

En su análisis, también destacan que Cantabria se aparta un tanto de la tendencia nacional que apunta a que el 15% de las casas vendidas el pasado año en España acabaron en manos de extranjeros. “Todavía no hemos llegado a ese nivel porque no existen demasiados extranjeros que hayan descubierto Cantabria”, razona Quevedo. Mier, de su lado, aclara que el interés de los compradores británicos se ha enfriado a raíz del Brexit. Lo que sí ha aumentado es el número de personas asentadas que vienen de Ucrania desplazados por la guerra, si bien la mayoría de ellos lo hace en régimen de alquiler. “Mi impresión es que la compra de pisos por parte de extranjeros no debe ser superior al 7%”, calcula.

“Lo que la población de Cantabria busca son viviendas dignas y accesibles acordes a sus ingresos”, resalta Quevedo, quien razona esta afirmación con un ejemplo: “Si una pareja que ingresa 3.000 euros mensuales quiere comprar una vivienda de 200.000 euros, debe de tener ahorrado 60.000, lo que no es nada fácil para la mayoría de las personas”.

“A esta parte de la sociedad hay que ofrecerle una solución. Por eso creo que debería haber viviendas de 120.000 euros”, concluye a modo de resumen Abascal.

Alquilar, más caro que comprar

En relación al mercado de alquiler, tanto Mier como Quevedo y Abascal reconocen que encontrar un piso de alquiler en Santander resulta hoy una misión casi imposible, al menos que se esté dispuesto a pagar una renta muy elevada. “Es que prácticamente no hay oferta”, confirman los tres miembros de Afican, que admiten que el parque de viviendas para alquilar se ha derivado hacia los pisos turísticos, que se escapa de sus manos, y los temporales, sujetos a la Ley de Arrendamientos Urbanos que, según explican, es más laxa con las obligaciones y derechos de los inquilinos que la Ley de Vivienda.

En este sentido, Quevedo razona que el problema de esta última norma, que reconoce “no está mal” en su mayor parte, descansa fundamentalmente en las modificaciones que introduce en la Ley de Enjuiciamiento Civil al alargar los plazos de desahucio e incrementar los costes y, con ello, dejar más desprotegido al propietario frente a los impagos.

«Por un piso de 500 euros en una arteria de la calle Castilla, en Santander, recibí 80 llamadas en unas pocas horas». Juan Fernández Quevedo, de Afican.

La falta de oferta de pisos para alquiler ha llevado a que alguno de estos profesionales se haya planteado incluso dejar de trabajar este segmento. “Por un piso de 500 euros en una arteria de la calle Castilla, en Santander, recibí 80 llamadas en unas pocas horas. Esta demanda te obliga a calificar mucho al potencial arrendatario y a realizar un estudio más preciso sobre sus ingresos y posibles vulnerabilidades. Es un trabajo duro y no remunerado que te desgasta mucho”, conceden los tres.

Además, resaltan que el mercado de alquiler choca con la mentalidad española en la que prevalece la compra. “Somos un país de compradores y la persona que alquila es porque no le queda más remedio”, puntualizan. “El alquiler es un producto caro y un drama. A veces, resulta más caro que comprar”, rematan.

La empresa cántabra de intermediación comercial se dota de una red de colaboradores con capacidad para intervenir en compraventas de cualquier producto, en cualquier sector y en cualquier mercado, a partir de un modelo que busca explotar la complementariedad para multiplicar las operaciones. Desde la capital de Cantabria y con una actividad vertebrada en torno al eje Bilbao-Madrid-Marbella, Santander Marketing asienta su actividad en el sector inmobiliario, los seguros, la energía y el automóvil, entre otros.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Octubre 2024

Si se da por cierto aquello de que hay productos que se venden solos, no lo sería menos el que para muchos otros es más fácil hacerlo en compañía. Lo primero es algo con lo que difícilmente estarán de acuerdo los profesionales de la intermediación comercial, pero la segunda de las premisas es precisamente la base sobre la que Santander Marketing está asentando un proceso de expansión que ha llevado a la empresa cántabra a participar en operaciones de compraventa de un amplísimo catálogo de productos y servicios, hacerlo en prácticamente toda la península ibérica –Portugal incluida– y con proveedores y clientes de dentro y fuera de España. En esencia, se trata de crear una red de profesionales de la venta, con trayectoria y cartera de productos y clientes en áreas diversas, pero ofreciéndoles la posibilidad de ampliar su actividad a otros campos, según un modelo que huye de la venta solitaria y busca aprovechar la complementariedad de la oferta para multiplicar las operaciones.

Santander Marketing SL nació en 2017 con la intermediación comercial como actividad principal y las operaciones inmobiliarias y corporativas como áreas de actividad más relevantes, pero con una vocación de universalidad que podía rastrearse ya en los orígenes del proyecto. Lo que ha cambiado en los últimos años, y sobre todo a raíz de la pandemia y la posterior crisis, es el entorno competitivo, cada vez menos favorable para quienes operan en mercados acotados –ya sea sectorial o geográficamente– y en el que los operadores dominantes intentan hacer valer esa posición en cualquier circunstancia y con independencia del producto o servicio que constituye la base de su negocio.

“Esto no lo hemos inventado nosotros”, admite José Santos de Blas, fundador y director de Santander Marketing, que se remite a ejemplos de los que cualquiera ha podido tener noticia en su condición de consumidor, y que reproducen a gran escala el modelo que él quiere trasladar a agentes comerciales que operan de forma autónoma: entidades financieras y operadores energéticos que venden seguros, casas, automóviles y servicios de telecomunicaciones, o viceversa. “Tenemos que cambiar el concepto de especialización, porque las empresas más grandes ya lo han hecho y estamos compitiendo contra eso. Tenemos que diversificar operaciones para diversificar oportunidades”.

José Santos de Blas, fundador y director de Santander Marketing, ante la sede de la empresa. Foto: Nacho Cubero.

El objetivo, explica el director de Santander Marketing, es reclutar profesionales de la venta, en muchos casos con años de experiencia trabajando con un único producto y casi siempre para un único pagador. Esto, que por un lado es un aval de la labor realizada, por otro supone una amenaza para esa persona, tanto por lo que José Santos de Blas entiende como un desaprovechamiento de talentos y capacidades como por el grado de dependencia que genera esa dedicación exclusiva: “Nosotros entendemos que quien vende un piso, puede vender un seguro, o el suministro energético para esa vivienda. Pero es que además queremos hacer entender que contar con un solo pagador somete mucho en términos profesionales. Siempre es bueno mirar más allá”. El responsable de Santander Marketing une a lo anterior el complicado escenario que la inteligencia artificial va a plantear en la actividad de intermediación comercial que, como otras, va a encontrarse con una alternativa que mejorará casi todas las capacidades humanas, y a la que solo cabrá enfrentarse –asegura– diversificando tareas.

Doble desafío

Por más que el modelo que propone Santander Marketing siga la senda abierta por las grandes compañías, es esta una referencia engañosa por la enorme distancia que separa a estos gigantes de una microempresa como la cántabra. Los principales retos a los que debe enfrentarse esta son la creación de una red de ‘partners’ y el acceso a un catálogo de productos que comercializar, dos desafíos que no presentan mayor dificultad para una multinacional pero que pueden ser insalvables para quien no cuenta con un respaldo equivalente. Con todo, en los años que lleva funcionando la empresa cántabra ha logrado consolidar una posición en el mercado que facilita esa tarea, tanto aprovechando los contactos que han ido forjándose a raíz de las operaciones en las que ha intervenido como los derivados de los realizados por su fundador en su labor como mediador de seguros y en la intermediación para la resolución de conflictos.

Santander Marketing cuenta ya con ‘partners’ estables en Bilbao, Madrid y Marbella, el eje sobre el que la empresa ha venido pivotando su actividad desde su nacimiento. También ha intervenido en operaciones de enorme calado en Portugal, e igualmente a través de colaboradores con los que mantiene una relación continuada en el tiempo. En el país vecino, por ejemplo, ha intervenido en la venta de la aerolínea Euroatlantic Airways a través de su socio Manuel Pereira, además de en ventas de hoteles, este último uno de los productos que concentra buena parte de las mediaciones comerciales de la empresa, y en todos los casos con cantidades millonarias. Este último es también el caso de las operaciones acometidas con materias primas, sobre todo en el ámbito energético con transacciones de hidrocarburos, en lo que serían ejemplos de la optimización de la red de contactos y de agentes que constituye el núcleo de la propuesta de Santander Marketing.

«Quien puede vender una vivienda, o la financiación para adquirirla, puede vender los suministros de telefonía, la luz o el gas». José Santos de Blas, fundador y director de Santander Marketing

Por encima de lo llamativo que puedan tener las grandes operaciones en otros sectores, y lo que suponen como refuerzo de la estrategia de la empresa, el inmobiliario y todos los servicios que le rodean –seguros, telecomunicaciones y energía– constituyen la principal base operativa para Santander Marketing, con el automóvil como producto emergente. En esos segmentos es también donde la empresa busca su cantera de profesionales.»Quien puede vender una vivienda, o la financiación para adquirirla, puede vender los suministros de telefonía, la luz o el gas. Eso es una oportunidad para los profesionales de la intermediación comercial, porque una vivienda, o un coche, los vendes una vez, pero con los servicios generas una cartera de clientes que tiene continuidad en el tiempo”, explica José Santos de Blas, que considera que muchos agentes comerciales tienen desaprovechado un fondo de negocio amplio y fidelizado.

Para afianzar el otro pilar sobre el que sustentar su estrategia –la creación de una cartera de productos– Santander Marketing ha cerrado acuerdos con un centenar de agencias inmobiliarias y cubre el flanco energético a partir de un acuerdo con Integra, además de trabajar sobre pedido en otros productos. El director de la empresa cántabra admite que una de las principales dificultades que obstaculiza el crecimiento de esa cartera es la reticencia que provoca el compartir comisiones. “Es un error, no hay operación menos rentable que la que no se cierra. Llegar a más sitios, con más gente y con más productos te hace más fuerte, y además te ahorra costes”, recalca José Santos de Blas, que pone como ejemplo de esto último la cuantía de la inversión que supone abrir una delegación y dotarla de personal, frente al acuerdo que permite compartir una operación con un agente local. “Esa es la filosofía que tenemos en Santander Marketing”, resume.

La Escuela de Cine y Televisión de Javier Cifrián y Carmen Gutiérrez cuenta con  más de 300 alumnos entre los que destacan talentos emergentes como los actores Jacobo Camarena u Óscar Saiz, que ya forman parte de grandes proyectos audiovisuales tras pasar por el trampolín de su sede en el Sardinero. Aunque las propuestas formativas de la escuela van más allá de convertirse en un intérprete profesional, los cursos de interpretación son el principal reclamo de un centro que atrae a alumnos de otras regiones y que se plantea crecer con nuevas sedes.

Ana Bringas | Septiembre 2024

Ser actor en Cantabria o formarse como tal suena difícil, de hecho hasta hace unos años era casi imposible conseguir una oportunidad sin salir a encontrarla, y es que esta región no es precisamente Hollywood. La lista de intérpretes naturales de la popularmente conocida como ‘tierruca’ que han tenido que partir para buscar oportunidades –y también formación– fuera de nuestras fronteras es extensa: Eduardo Noriega (‘Abre los ojos’, ‘El espinazo del diablo’, ‘Los otros’); Marta Hazas (‘Velvet’, ‘El internado’, ‘Las chicas del cable’); o Ruth Díaz (‘Tarde para la ira’, ‘Dolor y gloria’, ‘Ni una más’) son caras muy conocidas del panorama artístico español que en su juventud se mudaron a la capital española para forjar sus carreras y convertirse en lo que ahora son. Este también fue el caso del actor y director Javier Cifrián (Santander, 1973), quien dejó su ciudad natal en 1996 de manera forzosa para seguir su sueño.

Casi treinta años después, con una dilatada carrera a sus espaldas y su meta cumplida, Cifrián se redime con la Escuela de Cine y Televisión de Cantabria. Él, como actor y director, y Carmen Gutiérrez, como gestora cultural, fueron los encargados de impulsar el centro de formación que comenzó su actividad en 2015 y que, a día de hoy, registra una gran demanda por parte de los alumnos, que en este momento son más de 300 de entre 8 y 87 años. La academia funciona como un semillero de talentos en Cantabria para una nueva generación de intérpretes que ya están presentes en los repartos de series y películas.

Javier Cifrián, en el plató de la Escuela de Cine y Televisión, en Santander. Foto: Nacho Cubero.

La idea de poner en marcha una Escuela de Cine y Televisión en Santander surgió por la “espinita” de Javier Cifrián, que se inició en el mundo de la interpretación por casualidad. Recuerda cómo un amigo le invitó a una obra teatral en la que participaba en el Palacio de Festivales: “De repente me pegó un flechazo, supe que eso era lo que quería hacer con mi vida. Al día siguiente me apunté allí a un curso de cuatro horas semanales y me quedé con muchas ganas de seguir aprendiendo”, confiesa. En ese tiempo, el emblemático Palacio de Festivales santanderino constituía la única opción a la hora de recibir formación teatral en Cantabria, y los interesados en recibir clases en una escuela oficial de arte dramático debían escoger entre Madrid, Barcelona, Sevilla o una nueva alternativa: Canarias. Hasta allí viajó Cifrián porque, tal y como detalla, el profesorado provenía de las mejores escuelas de interpretación europeas.

Una vez graduado y ya durante el ascenso de su carrera, viajó por toda Europa de la mano de una compañía teatral y se introdujo en el cine y la televisión. En el transcurso de ese tiempo una idea resonaba de manera constante en su cabeza: “En mi tierra no hay nada de esto” y, con ella, la propuesta de tomar la iniciativa y “montar algo parecido”, pero esa sugerencia siempre llegaba en compañía de varios desafíos que la hacían parecer abocada al fracaso: “En Santander hay poca gente, no sé cuánto interés generará, dónde puedo encontrar apoyo…” eran interrogantes a los que finalmente al actor hizo frente y, con todo, se aventuró a pedir el respaldo del Gobierno de Cantabria, en concreto del área de Cultura, para emprender y convertir en realidad su escuela. “Nos cedieron un espacio los sábados por la mañana en el Palacio de Festivales”, explica, y allí, en el mismo espacio donde se produjo su flechazo con la interpretación, arrancó el germen de la actual academia.

“Los cursos se llenaban”, rememora con cierto regocijo, “entre 60 y 70 personas se quedaban fuera anualmente, lo que nos hizo ver que la idea funcionaba muy bien. Buscamos otras localizaciones para impartir clases de arte dramático y fuimos alquilando salas, pero nunca ofertábamos las suficientes plazas, daba igual si eran cursos dirigidos a niños o de interpretación para adultos. Así que hace tres años –los cumplirán en octubre– nos instalamos en la Plaza Rubén Darío del Sardinero”. En cuanto al local que alberga el centro, su director describe que son 150 metros cuadrados divididos en dos estancias: un hall de entrada y un plató diáfano que ocupa la mayor parte del espacio. En ese lugar es donde se desarrolla la acción: ”Aunque a veces nos desplazamos a rodar en la playa o los jardines aledaños al edificio”, matiza el actor santanderino.

Las clases

Hoy por hoy la Escuela de Cine y Televisión ofrece seis tipos de clases impartidas por profesionales en activo como Adrián Alonso, Lorena Güemes o el propio Javier Cifrián, que abarcan Cine y TV Infantil (de 8 a 12 años), Cine y TV Juvenil (de 12 a 17 años), Interpretación, Entrenamiento Actoral, Cine Musical y Curso de Cortometrajes. Este último se trata de una nueva propuesta que arrancará en octubre de este año de la mano de Guillermo Sanz, un galardonado cortometrajista cántabro. Cada semana se imparten 22 sesiones, de las cuales una veintena se desarrollan de lunes a sábado en su sede del Sardinero y las dos restantes en la filmoteca de Cantabria. A razón de 15 alumnos por clase, se traduce en unos 330 estudiantes en total y seis empleados fijos para atenderlos. Las tarifas de cada formación oscilan entre los 59 y los 89 euros mensuales y los 499 y 750 euros el curso completo que comprende de octubre a junio. Además, el negocio de Cifrián y Carmen Gutiérrez también gestiona el aula de teatro de la Universidad Europea del Atlántico y organiza diferentes campus, como los campamentos de cine del Ejecutivo de Cantabria u otros que se desarrollan en época estival o en periodos no lectivos en colaboración con ayuntamientos.

Alumnado y profesorado, tras una de las clases de la escuela. Foto: Nacho Cubero.

En efecto, las sinergias con organismos públicos, espacios culturales o centros educativos es uno de los principios de la escuela que protagoniza varios proyectos centrados en acercar el cine a municipios cántabros como Villaescusa, Los Corrales de Buelna o Camargo. Se trasladan hasta diferentes localidades para enseñar a los jóvenes de 12 a 17 años a producir cortometrajes que después se presentan al Festival de Santander. Asimismo, colaboran con la Consejería de Economía, Hacienda y Fondos Europeos en una iniciativa pensada para dar a conocer Europa a través del cine y también trabajan con colegios e institutos para inculcar el gusto por el séptimo arte.

No obstante, la línea de negocio más rentable es la interpretación de adultos. “En todos los cursos de esta materia hay lista de espera. Yo tengo una clase de entrenamiento actoral, dirigido a quienes quieren dedicarse de manera profesional a la actuación, con 17 alumnos desde hace cinco años y no se ha marchado ninguno”, especifica el director, a lo que añade que todas las plazas están cubiertas y “hay solicitudes de una treintena de personas”. Es evidente que hoy la escuela es una máquina bien engrasada que marcha sin obstáculos dada la demanda que registra, pero empezó siendo para sus fundadores una actividad complementaria. “La evolución de todo actor es pasarse a la dirección, pero creo que otro tipo de progreso es la docencia”, indica el intérprete que comenzó a dar clases de la mano de la actriz Rosa Casuso, quien le propuso iniciar un curso que constató el interés de los cántabros por este tipo de formación al quedarse 60 personas fuera. “Descubrí que la docencia me llena tanto o más que la interpretación, de hecho me han llamado para rodar algunas series que implican desplazarse a Madrid por un año y lo he rechazado. Con 50 años, no es que haya llegado a tocar techo y volver, pero me siento muy realizado con mi profesión. La aceptación que tiene la escuela nos está llenando mucho, estamos muy a gusto y se ha convertido en nuestro principal negocio, aunque siga trabajando en series y películas”, concede.

Éxito de la escuela

A la pregunta sobre la clave del éxito, Cifrián alude a su fórmula de trabajo, que se distancia de la más habitual -–el método Stanislavski, que pasa por utilizar la memoria emocional como principio para realizar una interpretación creíble– y utiliza en su lugar el juego teatral, que implica ‘jugar a ser’. El actor esgrime esta razón para justificar que su escuela cuente incluso con alumnos que se desplazan de otras comunidades: cinco alumnos del País Vasco, dos vienen de Asturias y, a los cursos intensivos de fin de semana, que cuentan con la participación de intérpretes y directores de renombre, acude incluso gente del extranjero, por eso y porque “muchos de los actores que han pasado por la aulas han sido seleccionado para rodar anuncios series y películas”. En esa categoría están Óscar Saiz (Santander, 1981) y Jacobo Camarena (Santander, 2003), ellos, como Javier, vivieron el “flechazo” de la interpretación.

A sus 20 años de edad, Camarena asegura que está “enamorado” de la profesión desde niño, y cuando vio la película de Bayona ‘Lo imposible’ algo se removió en él. “En mi vida había contemplado algo tan triste y bello a la vez. Era muy pequeño para saber que lo que sentía era pasión por la interpretación”. Sin embargo, una vez más la chispa de la casualidad –o el popular algoritmo de Instagram– hizo su efecto. “El móvil nos escucha, por eso me empezaron a aparecer anuncios de la Escuela de Cine y Televisión de Cantabria y empecé participando en un curso intensivo con 14 o 15 años”. Fue el impartido por Gracia Querejeta, al que siguió el taller de Devora Borque, directora de casting de la serie de TVE HIT. Así comenzó su carrera profesional, gracias al fichaje de Borque en la academia. Camarena se siente “muy agradecido”: “Era una muy buena manera de empezar en una producción de nivel nacional de la que yo era súper fan. La escuela es lo más, me encanta y mi primera oportunidad laboral vino con ellos. Es una suerte tener a Javi en Cantabria y que traiga a sus contactos a Santander”. Ahora el santanderino sigue formándose en su ciudad natal y tiene “algunos proyectos” entre manos de los que poco o nada puede desvelar.

Los actores Jacobo Camarena y Óscar Saiz, alumnos de la escuela. Foto: Nacho Cubero.

Más sonado es el debut de Óscar Saiz, quien, de la mano de Rodrigo Cortés, se ha adentrado en la industria cinematográfica con ‘Escape’, una película con Mario Casas como protagonista y Martin Scorsese en el papel de productor, todo después de pasar por las clases de Javier Cifrián. Su entrada a la interpretación vino precedida por unas lecciones de música. “Cantando me di cuenta de que se me daba bien interpretar, así empecé en la escuela”, manifiesta. “Ahora mismo ambas disciplinas están al mismo nivel, aunque de profesión soy informático”, destaca con cierta ironía cuando comenta lo que ha supuesto para él la interpretación: “He decidido quitar de mi vida lo que no me llena el alma”, por lo que ha dejado su trabajo para centrarse en su pasión, aunque admite que todavía no es consciente del salto. Sobre la interpretación detalla que “el salto es hacia dentro” y ahora “se siente más libre y se conoce más”.

Visto el rendimiento del negocio, Javier Cifrián, como director de la escuela proyecta un futuro con más sedes en Cantabria y también fuera de ella a largo plazo. “Hay pocos centros formativos así, centrados en cine y televisión y no tanto en teatro”, apunta y fija su vista en emplazamientos como Torrelavega para responder la demanda de la zona occidental o Castro Urdiales o Laredo para hacer lo propio con la oriental. “A lo largo de los años nos gustaría abrir en otras provincias”, concluye el actor.

El buque-hospital ‘Juan de la Cosa’ acompaña a los pescadores durante las temporadas del bonito, la anchoa y el pez espada, surcando las aguas del Gran Sol (al oeste de las islas británicas), el Golfo de Vizcaya y las Azores. Desde su botadura en 2006 ha atendido 5.553 consultas, la mayoría por contusiones y accidentes relacionados con anzuelos. Este buque, que forma dupla con el ‘Esperanza del Mar’, convierte a España en el único país europeo con dos hospitales públicos en alta mar.

Francisco Rouco | Septiembre 2024

Para el buque-hospital ‘Juan de la Cosa’, el año se divide en tres estaciones: la del bocarte (abril y mayo), la del bonito (entre junio y septiembre) y la del pez espada (entre octubre y marzo). Un periplo que le lleva a recorrer las aguas del Gran Sol, el Golfo de Vizcaya y las Azores siguiendo a la flota pesquera en turnos de 28 días de navegación. Cumplido ese plazo, regresa al puerto base, Santander, para las reparaciones, el aprovisionamiento y el cambio de turno de la tripulación. “Es un hospital en medio del mar, con quirófano y UCI”, explica Elena Martínez, directora del Instituto Social de la Marina (ISM), el organismo público al que pertenecen el ‘Juan de la Cosa’ y su hermano mayor, el ‘Esperanza del Mar’, el buque-hospital más grande del mundo, que apoya al ‘Juan de la Cosa’ en el Gran Sol. Ambos barcos forman un modelo de asistencia sanitaria público que es único en Europa y que también ayuda a barcos de otros países cuando es necesario (el 30 % de las asistencias se realizan a barcos no españoles). “Para la gente del mar es fundamental tener la seguridad de que hay un barco cerca si hay cualquier accidente, enfermedad o les hace falta algún suministro como agua o combustible”, subraya la directora del ISM.

El ‘Juan de la Cosa’ se botó en los astilleros de Gijón en 2006, tras dos años de construcción y un presupuesto de 17.008.426 euros. Mide 75,4 metros de eslora y 14 de manga, dimensiones que le permiten ser maniobrable sin que peligre su flotabilidad cuando se enfrenta a las olas de más de cinco metros del Gran Sol. Aunque tiene varias bandas rojas en los costados y un círculo con la bandera de la Unión Europea en la popa, es prácticamente blanco, con el piso de la cubierta verde esmeralda. Cuenta con ganchos de remolque, grúas, balsas salvavidas con capacidad para 16 personas y lanchas de rescate, además de un helipuerto para aparatos pequeños.

Una de las habitaciones para pacientes. Foto: Nacho Cubero.

Por dentro tiene suficientes camarotes como para albergar a 48 personas entre tripulación y pacientes, aunque su dotación habitual oscila entre las 28 y las 31. Forman parte de la tripulación los oficiales, los marineros, los buzos y los marmitones o cocineros. El personal sanitario incluye dos médicos, una enfermera y un marinero sanitario que atienden un quirófano, un laboratorio, una sala de curas, una de cuidados intensivos, una de radiografía y una de aislamiento para tratamientos de quemados, infecciones y problemas psiquiátricos. Además, el buque puede contactar con el Hospital Central de La Defensa Gómez Ulla, de Madrid, y el Centro Radio Médico Español, del ISM.

Las asistencias más habituales

Desde 2006, el buque-hospital ha atendido 5.553 consultas, de las cuales 4.194 fueron a través de la radio en comunicación con el barco afectado. De las presenciales, 770 se realizaron en el propio buque, tras trasladar allí a la persona herida, y 589 a bordo de los pesqueros socorridos. “Sobre todo tenemos consultas relacionadas con anzuelos, traumatismos e infecciones de las vías respiratorias”, afirma Ignacio Demis, segundo médico del ‘Juan de la Cosa’. “Y por celulitis”, subraya Ignacio antes de apostillar que esta dolencia va más allá de la parte estética: es la infección e inflamación de lesiones, traumatismos o heridas que, al trabajar los marineros con pescado, no terminan de curarse y se infectan.

El protocolo de atención del buque es inalterable. Todo comienza con una llamada por radio o por satélite que la tripulación transfiere al personal médico. En los camarotes con teléfono hay un póster con un cuestionario de 14 preguntas que sugiere cómo es ese interrogatorio entre el facultativo y la persona que precisa atención médica. Un recorrido que va desde las preguntas más contextuales (nombre, DNI, desde qué caladero se produce la llamada) hasta las más concisas (¿hay fiebre? ¿cuánta? ¿se mide el pulso? ¿cuál es?). El objetivo es que la conversación sea prolija, porque el diagnóstico médico empieza desde el momento en que se descuelga el aparato. “Estamos muy pendientes de los signos de alarma y del tono de voz de la persona que está llamando, porque tenemos que determinar el riesgo de gravedad para actuar cuanto antes”, explica Ignacio.

Si el diagnóstico telefónico apunta a una herida superficial o a un estado fácilmente remediable con un fármaco, el personal médico echa mano del llamado  “tumbaburras”, una libreta que incluye todos los medicamentos que deben tener los botiquines de los pesqueros. Con esta guía indican al paciente lo que debe tomar. Cuando el diagnóstico apunta a una situación peor, hay que involucrar más efectivos: si la embarcación accidentada está fuera del alcance del ‘Juan de la Cosa’, se llama a Salvamento Marítimo para que envíen un helicóptero; si es posible aproximarse con el barco, se pone rumbo hacia allí para que los facultativos puedan abordar el pesquero con la lancha de rescate.

Ignacio Demis, segundo médico, en el quirófano del barco. Foto: Nacho Cubero.

Una vez en la embarcación accidentada, el personal médico debe decidir si es suficiente con tratar al paciente allí y mantenerse al tanto de su evolución con un seguimiento telefónico, o si hay que trasladarlo al buque-hospital. Los traslados se reservan para los casos más aparatosos, cuando hay que utilizar alguna de las salas de tratamiento del buque, por ejemplo para una cirugía menor o una ecografía. También se traslada al paciente cuando el diagnóstico ‘in situ’ no despeja todas las incógnitas. Como cuando una médica diagnosticó un raro caso de filariasis linfática (también conocida como elefantiasis), una infección producida por un parásito. “En un edema de pierna como aquel –recuerda Ignacio– podías pensar en trombosis venosa profunda, en celulitis o en insuficiencia cardiaca, que son las causas más comunes, pero a ella se le pasó por la cabeza la filariasis linfática; la estudió y la diagnosticó”.

Otro episodio con final inesperado sucedió cuando el propio Ignacio sospechó un caso de apendicitis en un joven aquejado de fiebre y ligero dolor abdominal. Lo atendió en su embarcación y lo mandó al ‘Juan de la Cosa’ para hacerle una ecografía que resultó casi concluyente, al menos lo suficiente como para sacarle del mar y dejarle en casa. Poco después, el joven tuvo un absceso y se fue directo al quirófano. “Quizá al chico le salvamos la vida”, dice el segundo médico.

Buena consideración entre la flota pesquera

Para César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cantabria, tener un buque-hospital como el ‘Juan de la Cosa’ desplazado con el grueso de la flota pesquera es un “lujo”, especialmente durante la temporada del bonito, cuando las concentraciones de barcos provocan muchos accidentes relacionados con anzuelos. “Normalmente sabemos cómo quitarlos, pero a veces se complican y te viene muy bien tener un quirófano en el que te lo extraen. Luego te arrimas al barco y regresa el herido; y si está bien, puedes seguir faenando. Te da mucho juego”, explica Nates, quien en varias ocasiones ha utilizado los servicios del ‘Juan de la Cosa’ y del ‘Esperanza del Mar’. La última el año pasado, cuando uno de sus pescadores se fracturó dos costillas y fue evacuado por el buque para su ingreso en el hospital.

Además de la atención médica, el ‘Juan de la Cosa’ también atiende otras situaciones, como las peticiones de suministros (especialmente de combustible y agua potable) o los muy habituales enganchones en las hélices de los pesqueros. “La mar está llena de basura, y no será porque la tiremos los de la flota de bajura –subraya Nates–. Muchas veces te enganchas a un cabo o a un trozo de red de arrastrero, y si te tienen que remolcar a puerto, nuestro seguro lo cubre, pero es una faena porque pierdes un día de pesca. Con el ‘Juan de la Cosa’ cuentas con sus buzos profesionales, que se tiran y te lo solucionan. Es una maravilla contar con su apoyo”.

“Este barco es muy apreciado, igual que el ‘Esperanza del Mar’», explica Jesús Manuel Alzola Medina, capitán del ‘Juan de la Cosa’, que llegó hace dos meses procedente del ‘Esperanza del Mar’, del que formaba parte desde 2017. “Es un orgullo profesional estar al mando de uno de estos barcos, por la labor que hace y la ayuda que prestamos a la flota pesquera en general y a todo el que nos necesite en la mar. Estos barcos salvan vidas”. Para el capitán, que reconoce estar orgulloso de su tripulación, este es un trabajo vocacional. “Como todos los marinos, tienes que ser de una manera especial para estar separado de la familia, estar aislado y trabajar en condiciones duras, aunque no son comparables a las de un pesquero, por supuesto, pero mentalmente tienes que estar preparado”.

Aintzane Eguiluz, segunda oficial de puente, lleva tres años y dos meses en el ‘Juan de la Cosa’. Hizo prácticas en el buque y, tras terminar sus estudios de Náutica en Bilbao, se presentó a las oposiciones. “En el futuro me veo aquí. Mientras las circunstancias no cambien y siga habiendo flota pesquera que nos necesite, este es el mejor sitio”.


 

Una mañana en el ‘Juan de la Cosa’

El buque-hospital partió hacia el abra del Sardinero –una zona cercana a la Isla de Mouro– en torno a las 11:00. Aunque el mar estaba aparentemente tranquilo, se recomendó a los periodistas y a las autoridades (entre quienes se encontraba la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz) que tomaran biodramina, un medicamento indicado para tratar el mareo. Dado que la sugerencia venía directamente del personal hospitalario, la mayoría accedió.

Tras abandonar el muelle de Raos, una maniobra que se pudo seguir desde el puente de mando, comenzó la visita guiada por las dependencias médicas del buque, a cargo de Ignacio Demis, segundo médico. Durante la explicación se hizo patente que el barco se movía: los pasamanos de los pasillos eran muy solicitados y ya había quien, por lo bajini, se lamentaba de no haber tomado la biodramina. Los comentarios no pasaron desapercibidos para Ignacio, que, cuando la mayoría de los visitantes había salido a cubierta para ver el simulacro, apostilló: “A ver si los canapés nos van a salir a devolver”.

Una vez fuera, era el momento del simulacro de rescate. No muy lejos del ‘Juan de la Cosa’ se encontraba una embarcación de Salvamento Marítimo que aparentaba tener un herido a bordo. Desde el buque-hospital se envió una lancha de rescate con personal médico y buzos (por si hubiera un volcado). Allí, el facultativo diagnosticó rotura de tobillo y mandó evacuar al herido en dos fases: primero al ‘Juan de la Cosa’ en lancha, y después a Valdecilla en helicóptero. Llegados a este punto es importante señalar que, si bien se trataba de un simulacro, quien representaba el papel de la víctima era una persona real, un estudiante que accedió a ser inmovilizado en camilla, trasladado de la barca de Salvamento Marítimo a la lancha de rescate del ‘Juan de la Cosa’ y de ahí izado, junto con la lancha, a la cubierta del buque-hospital (para su capitán, la maniobra más peligrosa de todas, porque se puede romper el cable y provocar un accidente: “Hay que mantener cautela y coordinación entre el patrón de la lancha, el operador del pescante y el capitán del barco”, explicó Jesús Manuel Alzola Medina).

Traslado del estudiante/paciente al ‘Juan de la Cosa’, durante el simulacro. Foto: Nacho Cubero.

Con el equipo desplazado y el herido en cubierta, el estudiante fue sustituido por un muñeco de prácticas para la siguiente fase del simulacro: su izado por cable al helicóptero de Salvamento Marítimo para su traslado a Valdecilla. En la operación intervino también un miembro de la tripulación del helicóptero, que se descolgó del aparato para asegurar la camilla y luego volver a él. En ese punto de la maniobra, con el helicóptero fijo en el aire, se hacían muy evidentes los vaivenes del barco. Entonces las olas apenas eran de dos metros, lo que provocaba que, de vez en cuando, hubiera que balancear el peso entre los pies para garantizar el equilibrio. Nada grave, pero sí resultaba interesante recordar que las olas durante el invierno en el Gran Sol superan los cinco metros.

Izado el muñeco al helicóptero, el aparato partió hacia Valdecilla y terminó el simulacro. Entonces llegó el turno del tentempié, que se ofreció en el comedor de la tripulación: quesos cántabros, embutidos, tortilla y canapés. Los bancos corridos se ocuparon enseguida y había algunas caras con colores no del todo naturales. A unos metros del comedor, que aglutinaba al 100% de las autoridades y a alrededor del 60% de los periodistas, estaba la sala de estar de la tripulación, tomada en ese momento por varias periodistas que estaban redactando sus crónicas.

Tras un rato, el barco inició su regreso al puerto con la sensación de haber hecho un buen trabajo. “Hacemos este tipo de simulacros a menudo, con Salvamento de Gijón, A Coruña o Santander, también con la Policía Nacional, la Guardia Civil y hasta los GEO”, explicó Haydée Fernández, primera oficial de puente, que lleva en el ‘Juan de la Cosa’ desde hace más de una década. “Para estar preparada, la gente tiene que practicar. Hoy había cinco almas ahí en el agua, y son responsabilidad de quien maneja, así que debes entrenar mucho para asegurarte de que todo el mundo está fino”.

La comercializadora cántabra de luz y gas prevé invertir 17 millones de euros en la construcción de una planta de esta energía renovable en Alconera (Badajoz). Su consejero delegado, José Francisco González Payno, confirma que proyectan otras dos plantas similares en Extremadura para posicionar a la compañía como líder en este ámbito, y apunta al papel esencial que el almacenamiento energético va a desempeñar en la evolución del sector.

Manuel Casino | @mcasino8 | Septiembre 2024

LoGOs Energía ha decidido hacer del biogás su estandarte para avanzar hacia la ansiada neutralidad en carbono. Una apuesta que esta empresa cántabra, creada hace poco más de cuatro años, materializará en los próximos meses con la construcción de una planta de biogás en Alconera (Badajoz) con la que aspira a perfilarse como líder en este ámbito en un futuro inmediato. Con una inversión de 17 millones de euros, la planta, que prevé impulsar la economía local con la creación de hasta una veintena de empleos directos, tendrá capacidad para tratar 253.000 toneladas de residuos al año, principalmente provenientes de instalaciones agrícolas y ganaderas de la provincia. Según sus cálculos, su producción permitirá abastecer con gas ‘verde’ a más de 6.300 hogares. Así lo ha explicado el consejero delegado de la comercializadora cántabra de energía, José Francisco González Payno, quien no duda en referirse al biogás como uno de los pilares de la estrategia de la compañía en su firme propósito de impulsar la transición hacia fuentes de energía más sostenibles.

De hecho, tras este proyecto, que actualmente se encuentra en tramitación administrativa, esta joven compañía con sede en Santander anuncia que ya trabaja en el proyecto de otras dos plantas de similares características en la comunidad extremeña, aunque sin querer adelantar aún cuáles serían sus emplazamientos. “Queremos que los proyectos los conozcan primero los vecinos, que sepan qué es una planta de biogás, qué beneficios conlleva y cómo contribuye a la sostenibilidad energética y a la generación de energía sostenible. Así lo hemos hecho con la planta de Alconera y así lo haremos con el resto”, advierte.

Lo que González Payno sí confirma es que detrás de esta decisión se encuentra el hecho de que Extremadura sea una zona con gran actividad agrícola y ganadera. “Las plantas de biogás ofrecen una solución eficaz a uno de los principales desafíos a los que se enfrentan ganaderos y agricultores, que no es otro que la gestión de los purines. Es evidente que su instalación cerca de las fuentes de estos residuos asegura un suministro constante de materia prima”, argumenta.

Comercializadora de luz y gas

LoGOs es una comercializadora de electricidad y gas especializada en atender las necesidades energéticas de negocios, empresas y autónomos, fundamentalmente, aunque su consejero delegado admite que también dedica una parte significativa de su actividad al mercado residencial. “Tenemos una sólida base de clientes porque somos muy competitivos en tarifas para estos colectivos”, aclara refiriéndose a los primeros. “Sabemos adaptarnos a las necesidades específicas de este tipo de clientes, en lugar de requerir que sean ellos los que se ajusten a nuestros servicios. Esta capacidad diferenciadora nos distingue de otras comercializadoras”, enfatiza.

José Francisco González Payno, consejero delegado de LoGOs Energía (i) y José Carlos Pérez Balza, director general de la empresa (d). Foto: Nacho Cubero.

Gracias a una extensa red de canales comerciales, la empresa comercializa su energía por todo el territorio nacional, aunque sus principales mercados se encuentran en Madrid, Castilla y León y la zona mediterránea, además de en Cantabria, así como en Portugal, un territorio en el que cuenta con la comercializadora PortuloGOs Energía, con sede en Lisboa y en el que en el 2023 obtuvieron un fuerte crecimiento.

LoGOs Energía, que emplea a cerca de medio centenar de personas en España –“casi todas de Cantabria y muchas procedentes de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía, de Torrelavega”, según se apresura a concretar su consejero delegado– y otras quince en el vecino país, obtuvo el pasado ejercicio una facturación global aproximada de 100 millones de euros. “Nuestras expectativas son las de aumentar los números en ambos mercados y consolidar la compañía entre las principales empresas del sector energético en España”, precisa.

La empresa también ofrece a sus clientes la posibilidad de instalar paneles solares tanto en su negocio como en su domicilio y sigue de cerca los avances en tecnologías de hidrógeno, una opción energéticamente “prometedora” y que , aseguran, “nos entusiasma explorar” para posibles oportunidades futuras. De hecho, LoGOs es socio de la Asociación Española del Hidrógeno, la entidad encargada de fomentar el avance de esta tecnología para su utilización energética en aplicaciones industriales y comerciales.

El análisis de datos, la puerta a la innovación

Considerado uno de los mayores expertos en energías renovables y eficiencia energética en España, González Payno destaca la importancia del Big Data para la transformación profunda que hay que acometer en este y otros sectores. “El análisis del dato nos proporciona herramientas y conocimientos que nos permiten optimizar operaciones, mejorar la eficiencia y ofrecer servicios más personalizados a nuestros clientes. Desde previsiones de demanda, optimización y gestión de suministros, ofertas personalizadas a los clientes analizando su uso de energía”, explica el directivo de la empresa cántabra, que considera esa una de las principales claves competitivas de LoGOs: “No es que crea que el futuro pase por el análisis masivos de datos, es que es el presente porque nos dota de nuevas capacidades, nos posiciona para enfrentarnos a los desafíos y retos actuales y nos abre la puerta a la innovación en el desarrollo de nuevos productos y servicios. Saber aprovechar estas capacidades hace posible que te puedas posicionar mejor en un mercado tan dinámico como es el energético”, remarca.

Sobre la evolución del sector, el CEO de LoGOs destaca el papel “crucial” del almacenamiento energético toda vez que el desarrollo de determinadas renovables, como la solar y la eólica, dependen de condiciones ambientales que no siempre coinciden con los patrones de demanda de energía.  “Aquí es donde entra en juego el almacenamiento energético, permitiendo que la energía generada en momentos de baja demanda se almacene y se utilice cuando sea necesario. Este proceso no solo asegura un suministro continuo y confiable, sino que también optimiza el uso de recursos renovables, reduciendo la necesidad de depender de fuentes fósiles en momentos pico”, describe.

Oficinas centrales de LoGOs Energía, en Santander. La comercializadora cuenta con una plantilla de más de 50 personas, la mayoría de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

A su juicio, las baterías de iones de litio, el almacenamiento térmico y tecnologías emergentes como las baterías de flujo y el hidrógeno están transformando la forma en que almacenamos y utilizamos la energía. “De hecho –prosigue– diría que, en términos de evolución del sector, el almacenamiento de energía está impulsando la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías. A medida que sigamos avanzando hacia un sistema energético más limpio y eficiente, el papel del almacenamiento será cada vez más crucial para lograr un equilibrio entre la generación y el consumo”, recalca.

En ese camino sin retorno, González Payno reconoce que en los últimos años se observa un cambio significativo en la forma en que la sociedad percibe y utiliza la energía. “Cada vez más, las personas y las empresas están tomando decisiones más conscientes y racionales respecto al consumo energético”, subraya. Un cambio que, sostiene, se debe a la mayor concienciación sobre la importancia de la sostenibilidad y el impacto ambiental de nuestras acciones. “Hoy en día, los consumidores somos más conscientes de nuestra huella de carbono y buscamos activamente maneras de reducir el consumo energético. Esta tendencia se refleja en el creciente interés que despiertan las soluciones de eficiencia energética, la adopción de tecnologías renovables y el impulso hacia prácticas más sostenibles en el hogar y en el lugar de trabajo”, razona. Un proceso al que, en su opinión, también están contribuyendo de manera decidida los avances tecnológicos. “Las innovaciones en sistemas de gestión de energía, dispositivos inteligentes y energías renovables permiten a los usuarios monitorear y controlar su consumo de manera más eficiente que nunca”.

Principales retos

En su análisis de este sector en constante evolución por la necesidad de sostenibilidad, la innovación tecnológica y las expectativas cambiantes de los consumidores, el máximo responsable de LoGOs admite que sigue siendo un reto la transición hacia fuentes de energía más sostenibles, no solo en la búsqueda de nuevas fuentes, sino también en cuanto al mantenimiento y la eficiencia de las actuales. “La descarbonización, que debe ser global y el esfuerzo compartido por todos, requiere cambios sustanciales en la producción, distribución y consumo de energía, así como la adaptación a políticas y regulaciones ambientales cada vez más estrictas”, indica.

Sin olvidarse del almacenamiento, al que señala como otro de los principales desafíos al que se enfrenta el sector, González Payno defiende por encima de todo la obligación de las empresas de adaptarse a las necesidades y cambios del consumidor. “Los consumidores están cada vez más informados y demandan opciones energéticas más sostenibles y personalizadas. Este cambio requiere que las compañías de energía adoptemos un enfoque centrado en el cliente”, concluye.

 


Las plantas de biogás y su papel frente al cambio climático

Sobre las bondades de las plantas de biogás en la lucha contra el cambio climático, desde LoGOs Energía destacan, en primer lugar, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Según explican, el biogás se produce mediante la digestión anaerobia de materia orgánica, como residuos agrícolas, estiércol o desechos alimentarios. Durante este proceso, se captura el metano, un gas de efecto invernadero que es 25 veces más potente que el CO2. En lugar de liberarse a la atmósfera, el metano se convierte en una fuente de energía.

Además, recuerdan que el biogás puede reemplazar a los combustibles fósiles para la generación de electricidad y calor. Al usar biogás en lugar de combustibles como el carbón o el gas natural, se reduce la emisión de CO2, aclaran.

En segundo término, recalcan que este tipo de plantas permite una gestión de residuos sostenible, ya que los residuos orgánicos se transforman en una fuente de energía útil, lo que, subrayan, promueve una economía circular y reduce la presión sobre los recursos naturales.

Asimismo, reiteran que se trata de una fuente de energía renovable que puede utilizarse de manera continua, a diferencia de algunas otras fuentes renovables, como la solar o la eólica, que son intermitentes.

Por último, defienden que el biogás fomenta la agricultura sostenible. Y lo explican: “El proceso de digestión anaerobia produce digestato, un subproducto que puede ser utilizado como fertilizante orgánico. Esto reduce la necesidad de fertilizantes químicos. Además, el uso de este material como fertilizante mejora la calidad del suelo, aumentando su capacidad de retener carbono y promoviendo prácticas agrícolas más sostenibles”.

El programa ‘RuralEmprende’, que había venido desarrollándose en Cantabria en el Valle del Nansa y en Peñarrubia, además de en la andaluza Serranía de Ronda, se extiende a Valderredible, donde una veintena de emprendedores participan ya en la formación que les orienta en sus primeros pasos para convertir sus proyectos en empresas. De entre todos los proyectos presentados a ‘RuralEmprende’, tres recibirán un capital semilla y asesoramiento hasta finales de 2025.

Ana Bringas | Septiembre 2024

Es probable que al pensar en Valderredible su cabeza se llene de bonitos paisajes con el imponente Ebro como protagonista o con la presencia de alguna de esas pequeñas iglesias u otras construcciones del románico rural. También es posible que le atraviese el dato que posiciona a este término municipal como el de mayor extensión de la región cántabra o que sepa que son más de 50 –en concreto 53– las localidades que conforman el municipio. Quizás entre esos pensamientos no exista ninguno que se acerque al emprendimiento, la economía o los negocios más allá de la ya popular producción de patatas o la relevancia que ha tomado la ganadería en la zona. Pero lo cierto es que, además de ser una joya paisajística y natural, Valderredible es aún una comarca por explotar con mucho potencial y grandes ideas en ebullición que el programa ‘RuralEmprende’ de la Fundación Botín está tratando de poner en valor para que al reflexionar sobre este lugar el abanico de posibilidades sea mucho más amplio.

Financiada con fondos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico del Ejecutivo nacional, esta iniciativa, que nació en el Valle del Nansa y Peñarrubia en 2009,  viajó años más tarde hasta Andalucía y se extiende ahora al sur de Cantabria, busca fomentar el emprendimiento como palanca para afrontar el reto demográfico en lugares que tratan de paliar la despoblación. Por ello, se dirige a emprendedores de municipios rurales de menos de 5.000 habitantes que acceden a un programa de formación enfocado a mejorar la viabilidad y escalabilidad de sus proyectos superando los múltiples obstáculos de instalarse en pequeñas poblaciones. Un asesoramiento que ya existe y es más fácil encontrar en zonas urbanas y que gracias al programa se incorpora al medio rural.

Además de la ya mencionada lucha contra la despoblación, fomentar el emprendimiento, crear empleo y mejorar la calidad de vida de los vecinos son algunos de los estandartes de ‘RuralEmprende’, que seleccionará tres propuestas de entre sus veinte participantes valorando especialmente que la idea de negocio sea susceptible de ser desarrollada en los territorios del programa y por parte de personas que residan en la zona; su capacidad para generar empleo y favorecer el asentamiento de la población; su vocación de valorizar los recursos locales de forma respetuosa con el medio ambiente; y también de aquellos que promuevan las actividades agrícolas, ganaderas, forestales o agroindustriales.

Mario Romanillo en ‘Casa Roma’, el negocio que regenta, que combina el alojamiento rural con la organización de talleres, eventos y retiros. Foto: Nacho Cubero.

Psicología, hostelería rural y orientación educativa

Las que se han presentado son ideas innovadoras que combinan, en muchos casos, lo tradicional con prácticas más curiosas, como el proyecto de Luna Manolis que a una cafetería de las de siempre le agrega un espacio donde ejercer su trabajo como psicóloga clínica añadiendo también yoga y masajes para mejorar la salud física. Luna, de 26 años, es de San Martín de Elines, aunque ha pasado gran parte de su vida en Estados Unidos. Regresó a Valderredible tras la pandemia y su afición por la repostería –marcada por las costumbres y recetas estadounidenses– sumada a su profesión la llevaron a idear un futuro establecimiento que combine ambas pasiones, un pequeño local “con mucha luz y alegría”, donde vender bollería y café artesano y ayudar psicológicamente a sus clientes.

A diferencia de otros compañeros más experimentados, Luna confiesa que nunca ha llevado un negocio y asegura que está en el programa para aprender. Explica que ‘RuralEmprende’ “está muy bien” y, aunque no sabe si finalmente llevará a cabo su idea, dice estar “abierta a otras oportunidades y pivotar”. “Aquí en el mundo rural no hay muchas oportunidades si no estás en ganadería o hostelería, por eso emprender es importante y todos nos estamos llevando algo muy especial de este programa”, matiza la emprendedora cántabra.

En ello coincide Mario Romanillo. Él ya tiene su negocio en marcha desde las pasadas navidades: ‘Casa Roma’ es un alojamiento rural emplazado en un antiguo edificio reformado capaz de alojar a catorce personas. Además del alquiler vacacional, como emprendedor Mario pretende organizar talleres, eventos y retiros en la finca en colaboración con otros profesionales. La primera actividad tuvo lugar meses atrás, cuando desarrolló un taller de cocina japonesa con la participación de doce personas y la cooperación de una cocinera de origen nipón que regenta un negocio en la capital cántabra. Ahora agradece el asesoramiento y la información proporcionada por el programa y señala su “gran utilidad”.

Jorge Cuevas, uno de los emprendedores que participa en el programa y que tiene previsto poner en marcha su academia en septiembre. Foto: Nacho Cubero.

Jorge Cuevas, otro de los participantes en la iniciativa, centra su futuro negocio en la orientación de niños con necesidades especiales mediante sesiones tutorizadas que, si todo va como prevé, se empezarán a impartir en septiembre en su academia ‘Raíces y sueños’. En concreto, su proyecto consiste en ofrecer formación personalizada dirigida a aquellos alumnos que presenten dificultades para seguir las clases, así como un apoyo en inglés. Lo novedoso de la idea de Jorge, que es maestro de profesión y natural de Matamorosa, es que su academia será también campamento de verano en época no lectiva. Conocimientos sobre fauna y flora, primeros auxilios, sistemas de riego, técnicas de supervivencia básicas en la naturaleza o reconocimiento de huellas son algunos de los temas que tratará de enseñar a sus alumnos. Sobre la formación de ‘RuralEmprende’, Jorge hace una valoración muy positiva: “Es una pasada. No me lo esperaba”, apunta con sorpresa, destacando el nivel de la formación que se imparte en los cursos: “No puedes perder la atención porque los ponentes son brillantes y lo que enseñan es oro”. En la misma línea, desde la coordinación del programa indican que la formación es para sacar adelante un proyecto de vida, no un cursillo de emprendimiento.

Diversidad de sectores

Las propuestas de los participantes en ‘RuralEmprende’ son variadas, todas muy personales. Algunas de ellas se centran en el sector servicios, que es precisamente el que mayor presencia tiene en Valderredible tal y como se desprende de la información sobre la economía del municipio que aclara que un 32,63% del total de negocios pertenecen a este sector y por lo tanto marca con contundencia la actividad y acapara la mayor parte del empleo en el territorio. De estos datos también sobresale la existencia de promotoras del sector agrícola, en el que destaca la ya citada producción de patatas y su vinculación con la hostelería y el comercio; y el sector ganadero, donde resalta el vacuno cárnico de razas industriales. A ello se suman nuevas propuestas que se proclaman como alternativas económicas de interés y con un importante potencial de desarrollo como las plantaciones de arándanos o la producción de queso artesano. Por su parte, el ocio está presente pero en menor medida y es por el momento un complemento para la actividad turística. En este punto se debe subrayar que pese a que Valderredible cuenta con recursos turísticos muy válidos para atraer a visitantes, la mayoría de ellos se encuentran infrautilizados. Aún así, los emprendedores proyectan negocios que le otorgan gran peso a la naturaleza y el medio ambiente como lugar donde desarrollar actividades de recreo o expansión.

Un rico patrimonio natural, un extraordinario bagaje arquitectónico, una pequeña oferta de experiencias de viñedo, alojamientos, gastronomía, actividades de ocio… son algunos de los puntos fuertes del territorio en este sentido junto a los sectores que cargan actualmente con el peso de la economía del municipio y que aún pueden exprimirse más. Es precisamente lo que explora este programa de la Fundación Botín, que asimismo nombra otros recursos como elementos clave a explotar. Entre ellos, las diversas infraestructuras de interpretación presentes en la localidad que suponen un valioso reclamo para la atracción de visitantes o el potencial del capital relacional de personas y organizaciones vinculadas con el territorio.

Marta Cosío, que puso en marcha su negocio en 2009 con apoyo del programa ‘NansaEmprende’, tiene previsto inaugurar una segunda panadería en Ruente. Foto: Belén de Benito.

Esta es la primera edición del programa de emprendimiento de la Fundación Botín en el Real Valle de Valderredible, no obstante cuenta con antecedentes en Cantabria y fuera de ella. Ya se ha desarrollado con éxito en el Valle del Nansa y Peñarrubia en varias ocasiones, se puso en marcha en 2009 y desde entonces ha guiado en sus primeros pasos a emprendedores de todos los sectores. Marta Cosío formó parte del programa hace ya 13 años y consiguió hacerse con un segundo puesto con su propuesta de crear una zona de degustación en una panadería tradicional. Su negocio, ‘La Panadería de Puentenansa’, nació al jubilarse los dueños del establecimiento anterior y sigue funcionando a día de hoy. Marta, que es vecina de Cosío, recuerda que su participación fue muy enriquecedora: “Aprendes cosas que no sabes, empezando por cómo poner un precio”, rememora ahora que está a punto de inaugurar una segunda panadería en Ruente.

Más allá de las fronteras cántabras, en la Comarca Natural de la Serranía de Ronda, en Andalucía y a caballo entre Málaga y Cádiz, la primera experiencia del proyecto obtuvo la participación de 24 emprendedores el pasado año. La intención actual de la Fundación Botín es poder replicar el programa de fomento al emprendimiento –que ha ayudado ya a más de 250 personas– en otros territorios con la ayuda de diferentes socios.

Esta empresa educativa especializada en actividades extraescolares, que acaba de celebrar su décimo aniversario, apuesta por nuevas líneas de negocio orientadas a servicios sociales, por la conciliación y por la formación de futuros trabajadores del ocio y el tiempo libre. Además, la Escueluca advierte de la amenaza que representan las ETT para el sector, a las que acusa de “tirar” los precios en los concursos públicos.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Julio 2024

Una década de innovación educativa. De este modo anunciaba La Escueluca la celebración hace unas semanas de su décimo aniversario y ahora convalida Pablo Bellota, uno de los tres socios fundadores, junto a Ángel Lanza y Maite Gil, de esta empresa que, según explica, apuesta por un enfoque audaz e innovador para el aprendizaje alejado de las convenciones educativas tradicionales. “Creemos que la escuela adolece de la motivación necesaria y el disfrute por emprender. Por eso, ya sea en el ámbito formal o informal, nos centramos en unificar la cuestión educativa y lúdica, dos aspectos que, a nuestro juicio, deben ir de la mano. De ahí que intentemos siempre impregnar a todas nuestras actividades de ese enfoque más lúdico”, razona Bellota desde la sede social ubicada en la capital de Cantabria.

En su repaso de estos diez años, explica que esta empresa, especializada en un primer momento en actividades extraescolares en centros educativos de Cantabria, ha ido poco a poco abriéndose a nuevas líneas de negocio orientadas a los servicios sociales, fundamentalmente a través de programas municipales de intervención con menores en riesgo de exclusión, así como al ámbito de la conciliación, con la oferta de campamentos urbanos y campus educativos coincidiendo con los periodos no lectivos de los escolares. Un periplo en el que también destaca su constitución en Escuela Oficial de Tiempo Libre para ofrecer formación a los futuros profesionales de este sector que, admite, es muy estacional.

 

Pablo Bellota, Maite Gil y Ángel Lanza, socios promotores de La Escueluca, ante la sede de la empresa, en la calle General Dávila de Santander. Foto: Nacho Cubero.

Un paso que dieron en 2018 y que Bellota justifica en la necesidad de crear una cantera propia de trabajadores, a los que no duda en considerar el “pilar fundamental” de la empresa. “Necesitamos contar con una plantilla muy extensa para atender todas las actividades que ofrecemos. En los periodos álgidos, podemos llegar a superar los cien trabajadores, pero en general se trata de empleos con poca carga de horas de trabajo que se ajustan bien a perfiles de estudiantes de Magisterio, monitores de tiempo libre, educadores sociales y todos aquellos otros que tengan en su formación un componente social, educativo y de ocio”, aclara este joven empresario.

En todo caso, sostiene que el problema no es tanto de demanda, que la hay, sino de distribución geográfica. “En municipios como pueden ser Santander, Torrelavega o Laredo no tenemos demasiadas dificultades para encontrar personal cualificado, pero en entornos más rurales sí que nos cuesta dar con personas que quieran desarrollar estas actividades”, subraya. Por eso,  Bellota afirma que han realizado un llamamiento a los ayuntamientos alejados de los grandes núcleos urbanos a que “lancen” este tipo de cursos:  “Porque nos consta que existe una demanda real por parte de centros educativos de esas zonas que en muchas ocasiones no podemos hacer frente por falta de personal”.

Hacer más atractivo el sector pasa, en gran medida, por ofrecer mayor estabilidad laboral, un objetivo que Bellota asume que resulta complicado porque las extraescolares, dice, “son las que son, siempre a la misma hora y no se pueden duplicar”: “Prácticamente todos los trabajadores están a jornada completa durante los meses de verano, pero no así durante el resto del año. De ahí que estemos intentando orientar nuestra actividad hacia los servicios de sociales o de guardería, que son más estables y conllevan una mayor carga de horas de trabajo a lo largo del año. Sea como fuere, procuramos que nuestros empleados puedan compaginar varias actividades. Es decir, tener la menor plantilla con la mayor estabilidad posible. Pero, como digo, en este sector tan estacional no siempre es sencillo”, concede.

«Los trabajadores buenos nos los quitan porque, quieras o no, nuestros monitores trabajan en centros educativos, donde a la postre llevamos a cabo el 95% de nuestra actividad de extraescolares, que pueden ofrecerles una carga de trabajo y una estabilidad que nosotros no podemos». Pablo Bellota, cofundador de La Escueluca.

Como consecuencia de esta realidad, el cofundador de esta empresa educativa también advierte de las dificultades que tienen para retener el talento, que prefiere la mayor estabilidad laboral que les ofrece los colegios privados y concertados, o incluso la propia Administración a través de oposiciones públicas.  “Los trabajadores buenos nos los quitan porque, quieras o no, nuestros monitores trabajan en centros educativos, donde a la postre llevamos a cabo el 95% de nuestra actividad de extraescolares, que pueden ofrecerles una carga de trabajo y una estabilidad que nosotros no podemos. Y contra eso no podemos luchar. Ese es el mayor hándicap de este sector”, advierte.

Así las cosas, reconoce que el mayor volumen de trabajo de su empresa se concentra en julio y agosto, meses en los que los ingresos se triplican y que dan soporte a una buena parte de la facturación anual, que el pasado año rondó la cifra récord de 1,25 millones de euros, pero que tienen un pero: dependen en demasía de los contratos públicos. En este sentido, admite que solo ‘El Veranuco’ de Santander, un proyecto que llevan gestionando, con excepción de 2020, desde hace ocho años y que tienen prorrogado hasta 2025, les aporta alrededor de 400.000 euros anuales. “Es evidente que este programa nos da mucha estabilidad y tranquilidad para el resto del año y que dependemos de los contratos públicos para crecer, pero nuestro objetivo es poder subsistir sin ellos porque, al final, los proyectos públicos pueden salir o no salir”, conviene.

Escollos: la competencia de las ETT y la reforma laboral

Llegados a este punto, Bellota se refiere además a la creciente competencia que existe en el sector que, según sostiene, no proviene tanto de empresas de Cantabria como la suya –“fuertes seremos cuatro o cinco”, enfatiza– sino sobre todo de las grandes empresas de trabajo temporal (ETT’s) nacionales, a las que acusa de tirar los precios. “Adecco, Flexiplan o Eulen, por citar algunas de ellas, son empresas que van a precio. Si se presentan a la convocatoria de estos proyectos públicos, nos arrollan”, admite el portavoz de La Escueluca, que advierte sobre las implicaciones que puede tener adjudicar este tipo de servicios atendiendo únicamente a su coste: “Aquí no estamos hablando de limpiar un aula, estamos hablando de cuidar niños y de desarrollar actividades lúdicas con los mejores profesionales y los mejores materiales posibles. Por tanto, tirar los precios significa tirar la calidad del proyecto. Porque o lo haces barato, o lo haces bien, pero las dos cosas a la vez es bastante complicado”, enfatiza visiblemente molesto con el papel de estas ETT que, asegura, exclusivamente se ciñen a lo económico y que, a diferencia de su empresa, concurren en todos los sectores y en todas las comunidades autónomas. “Nosotros somos muy artesanos y trabajamos solo en Cantabria porque nos gusta hacer poco, pero bien hecho. No queremos entrar en esa pelea que nos llevaría a tener que reducir la calidad de nuestra propuesta”, resalta antes de incidir en que este escenario constituye la mayor amenaza en el ámbito de los concursos públicos.

“Vemos que, sistemáticamente, las empresas de Cantabria estamos perdiendo muchos proyectos que al final van a parar a manos de estas ETT”, argumenta Bellota, quien solicita una revisión de la Ley de Contratos del Sector Público para impedir que existan contratos de servicios y de atención de personas en los que exclusivamente se valoren los aspectos económicos. “Creemos que las condiciones técnicos deberían tener mucho más peso en este tipo de concursos y no, como ocurre en algunos casos con convocatorias del Gobierno de Cantabria, en los que el 100% son solo cuestiones económicas”, resuelve antes de citar como ejemplo el caso PROA+, el Programa para la Orientación, el Avance y el Enriquecimiento Educativo lanzado por el Ejecutivo regional en el que solo se tienen en cuenta criterios económicos. “Evidentemente, la calidad de este proyecto será la que sea”, asevera de forma un tanto enigmática.

Pablo Bellota, con el cartel del programa de actividades para este año. Foto: Nacho Cubero.

Por otro lado, el portavoz de La Escueluca asegura que otro de los principales problemas del sector descansa en la reforma laboral y la nueva categorización de los contratos, que les obliga a hacer fijos discontinuos a todos los trabajadores con contratos inferiores a un mes si no quieren que la Seguridad Social les cobre más de 20 euros por cada alta formalizada, aunque sea para desarrollar una actividad de animación de unas pocas horas. “Carece de sentido. Es una política que puede tener mucha lógica para determinados sectores, pero no para el nuestro. Con esta reforma el Gobierno ha puesto el pie en la nuca de las empresas. Una ley que nació para evitar la piratería en el sector está contribuyendo aún más a ella porque, en muchos casos, cuesta más dar de alta a un trabajador por solo tres horas que lo que cuesta el propio trabajador”, reflexiona.

Según detalla, esta situación les ha llevado a tener en sus diez años de existencia otras tantas inspecciones de Trabajo porque este organismo entiende que, al dar tantas altas y bajas laborales, son una empresa sospechosa. “No nos preocupa porque en nuestro caso tenemos todo regularizado, pero no entendemos por qué no se inspeccione con el mismo celo la actividad de otras empresas que facturan cientos de miles de euros pero que, como no dan altas, no son sospechosas, aunque sobre ellas pesen incluso denuncias de fraude”.

A su juicio, las leyes no se adaptan a empresas como la suya, por lo que reclama flexibilizar las fórmulas. Y pone varios ejemplos para explicarlo: “Si una familia nos llama un sábado para contratar a un monitor de animación para el día siguiente, ¿cómo doy de alta a ese trabajador? ¿Lo hago el lunes con carácter retroactivo? Obviamente, eso no se puede y perdemos esa actividad. Asimismo, tenemos un servicio de ocio con colegio de educación especial de Torrelavega en los que los monitores acompañan los fines de semana a menores con discapacidad a ir al cine o a cenar para socializar. ¿Qué ocurre si ese trabajador te llama el sábado por la mañana para decirte que está enfermo? ¿Cómo doy de alta a la persona que le sustituye? Al final, además, nosotros llevamos todos estos trámites con una gestoría, que los sábados está cerrada”, lamenta.

En cuanto a los servicios demandados, Bellota apunta a que las familias, cuando acuden a ellos, buscan ir más allá de la pura conciliación, a diferencia de lo que sucedía hace unos años cuando ese era el criterio fundamental: “Éramos ‘aparcamientos’ de niños de Primaria e Infantil”, describe gráficamente para marcar distancias con la situación actual, en la que se demanda más aprendizaje, algo más educativo y de mayor calidad humana “y, sobre todo, sentir que dejan a sus hijos en buenas manos”, sostiene.

Futuro optimista

De cara a este a este verano, Bellota avanza que las perspectivas son muy buenas, no solo porque llega la temporada alta gracias a los campus municipales, sino también porque les han surgido otras actividades extras en colegios y algún que otro ayuntamiento como el de Camargo, además de diferentes eventos de carácter lúdico para adultos en los que, destaca, al lado siempre hay una sección de niños, ya sean talleres, pintacaras, tatuajes o hinchables.

El cofundador de La Escueluca asegura que las mayores oportunidades del sector se presentan fundamentalmente en el ámbito de la conciliación que, a su entender, va a seguir siendo muy necesaria en los próximos años. En este sentido, defiende el calendario escolar de Cantabria, con periodos de descanso de una semana cada bimestre: “Tiene mucha razón de ser y nos gusta mucho desde el punto de vista pedagógico, pero aún más desde el punto de vista empresarial”.

“Lo que más trabajo nos lleva es concienciar a las familias de la importancia de complementar la educación formal con otras disciplinas y competencias que no se adquieren en las aulas pero que son igual de importantes”, señala, citando entre ellas el deporte, las artes escénicas o las plásticas a las que se refiere como las grandes olvidadas de la escuela tradicional.

Lo que tiene muy claro es que las actividades extraescolares en Cantabria son demasiado baratas comparadas con otras comunidades autónomas y otros servicios análogos. “Estamos hablando de que una extraescolar tiene un precio medio de 18 euros mensuales por cuatro clases de una hora de duración cada una, es decir, 4,5 euros por hora. Si lo comparamos con lo que puede ser una academia de idiomas o cualquier otro tipo de actividad diría que es un precio regalado. Pero es en lo que se mueve actualmente el sector y resulta muy complicado aumentarlo porque, al final, estamos trabajando en centros educativos –La Escueluca lo hace en 30 colegios– en los, quieras o no, las familias lo perciben como algo propio del centro, aunque, como su propio nombre indica, es extraescolar y voluntaria”, concluye.