Las empresas de inserción son una figura clave en la Economía Social por su labor de promoción del acceso al mercado laboral de personas con baja empleabilidad, en situación vulnerable o en riesgo de exclusión. En Cantabria estas empresas se han unido en una asociación que busca visibilizar su labor y defender sus intereses. Con el punto en común del objetivo de inserción laboral que recoge su propia naturaleza, el abanico de actividades que cubren es amplio y variado, desde la elaboración de repostería y el servicio de cátering al comercio textil, pasando por el ‘merchandising’, el lavado industrial o el reciclaje.
Cristina Bartolomé | @criskyra | Marzo 2024
En el ámbito legal, las empresas de inserción son sociedades mercantiles o cooperativas que, debidamente calificadas por los organismos autonómicos, realizan cualquier actividad económica cuyo objeto social sea la integración y formación sociolaboral de estos colectivos. Pedro Tresgallo es el presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Inserción (ACEI), la agrupación creada para representarlas, y también director de una de las entidades fundadoras, la Fundación Cuin. El objetivo de estas empresas –que nunca tienen un carácter lucrativo, recalca– es acompañar a colectivos vulnerables hasta la inserción sociolaboral, siendo su situación valorada previamente por los servicios sociales. “Estas empresas contratan a estas personas con un contrato ordinario. Además, tenemos la obligación de poner en marcha un itinerario de inserción laboral en el que se trabajan capacidades y conocimientos que mejoren la empleabilidad, y se ha de desarrollar en un período máximo de tres años”.
Tras más de 20 años de experiencia en el sector, Pedro asegura que en este camino los trabajadores mejoran sus capacidades, aprenden a ser puntuales, a convivir y formar equipo. Así tienen más capacidades para pasar a la empresa ordinaria. “El objetivo es dignificar su vida con un trabajo y cobran según convenio”, resume. En toda España hay cerca de 200 empresas, en Cantabria únicamente cuatro: “Somos una comunidad que se ha incorporado un poco tarde a esta aventura de la economía social”, matiza. En comunidades autónomas, como el País Vasco, Andalucía, Navarra, La Rioja, hay muchísimas empresas de inserción en sectores tan variados como el reciclaje, construcción, comercio, servicios, confección, hostelería o jardinería.
La mayor dificultad a la que se enfrentan estas empresas es la sostenibilidad económica, asume Pedro: “No tenemos demasiadas ayudas. Por ejemplo, en relación con los centros de empleo especial para personas con discapacidad, tienen una bonificación del 100% de la Seguridad Social. Nosotros solo tenemos un 7%”. Frente a esa situación, la realidad es que al menos un 50% de la plantilla son personas en riesgo de exclusión, que cobran como cualquier otro trabajador: “Como si ya estuvieran capacitadas y con conocimientos al 100%, aunque realmente en muchos casos el rendimiento no es de ese 100%”. Además, y como en cualquier otra empresa, para ser sostenible es preciso ser competitiva: “En calidad lo somos, pero en algunos casos resulta difícil serlo en precio, ya que el rendimiento profesional no es al 100%”.
“No tenemos demasiadas ayudas. Por ejemplo, en relación con los centros de empleo especial para personas con discapacidad, tienen una bonificación del 100% de la Seguridad Social. Nosotros solo tenemos un 7%”. Pedro Tresgallo, presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Inserción (ACEI)
La Unión Europea y la legislación española prevén que las entidades públicas y muchas privadas reserven una parte de los contratos para las empresas de economía social, pero en muchos casos, lamenta el presidente de ACEI: “Como ejemplo, en Cantabria el único ayuntamiento que tiene un contrato para empresas de inserción es el de Santander, y las condiciones de licitación depositan todos los criterios en el precio. Creo que tenemos que valorar otros que para la sociedad son muy válidos, como los de productos de cercanía, de entidades sociales y de utilidad para la sociedad”.
Tresgallo defiende que las empresas de inserción son “tremendamente competitivas” porque contratan a personas que en muchos casos venían cobrando una prestación como mínimo de 480 euros y que dejan de percibirla y pasan a ser contribuyentes y cotizantes. Considera que esto se debe tener en cuenta de cara a apoyar desde la Administración y desde las entidades públicas y privadas a las empresas de inserción.
Algunos datos son reveladores: en 2022 las empresas de inserción contrataron en España a más de 8.000 personas, de las cuales cerca de 5.000 eran de difícil empleabilidad o en riesgo de exclusión; el resto, en torno a 3.000, eran técnicos que las acompañan y que también realizan parte de los servicios de estas empresas. En cuanto al retorno, se contribuyó a la Seguridad Social con más de 7.000.000 de euros, y se contribuyó a las arcas públicas con otros 8 millones en concepto de IRPF.
ACEI nace en 2022 y está compuesta por 3 empresas: Ecolabora, cuyo promotor es Cáritas Santander, dedicada a la recogida de ropa usada en los contenedores distribuidos por la región y su posterior venta en locales propios bajo el nombre de Moda Re-; Plis Servicios, promovida fue en su día por la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro Brumas y hoy dentro de la Fundación Cuin, que se dedica a la limpieza industrial y ecológica de vehículos y cuenta además con un sistema integral de gestión y reciclado de papel; e Incluye Cantabria, cuya promotora es la Fundación Cuin, y que tiene el obrador El Lambión en Revilla de Camargo, que elabora pastelería y repostería y cuenta con un catering que ofrece servicios para empresas y entidades públicas y privadas de Cantabria. Además de estos proyectos fundacionales, en 2023 se incorporó a ACEI uno más que pertenece a la Cocina Económica y que ahora está culminando el proceso de acreditación definitiva.
Obrador El Lambión, alternativa laboral tras el acogimiento en Fundación Cuin
La Fundación Cuin para la Ayuda y la Protección de la Infancia y la Juventud de Cantabria nació como asociación en 1993. Según recuerda Pedro Tresgallo, director de esta fundación. En ese momento el Gobierno de Cantabria gestionaba macrocentros que albergaban hasta a 100 chicos y chicas juntos aunque divididos por edades y por sexos que tenían que salir de sus domicilios por diferentes cuestiones, principalmente socioeconómicas o de desestructuración familiar. Entonces propusieron al gobierno regional tener una casa para acogerlos que se ubicó en Piélagos y acogió a ocho jóvenes con el criterio de que fueran grupos de hermanos. Los educadores vivían con ellos durante todo el tiempo y trataban de emular una familia. “Después, con el avance social, todas estas cuestiones cambiaron muy rápido y en el año 2000 nos transformamos en fundación y cambiamos un poco nuestro ámbito de intervención, ya que era muy importante profesionalizarse y especializarse”. La Fundación Cuin se centra entonces en el trabajo socio educativo, en chicos y chicas que tienen que salir de sus casas y que en ocasiones presentan problemas de conducta. “Y es ahí donde seguimos trabajando en pequeños grupos, pero de una manera mucho más profesionalizada e individualizada”.
Con ese objetivo, pero ya en 2021, comenzaron “una gran aventura” que fue poner en marcha una empresa de inserción que diera continuidad a la labor que se realizaba: “Nos dimos cuenta de que había jóvenes que no podían volver a sus domicilios después de pasar por nuestros hogares y que necesitaban un apoyo, y así, pasan a un piso donde intentamos apoyarles, con la colaboración del Gobierno de Cantabria, hasta los 21 años. Pero nos encontrábamos con la grandísima dificultad de que generalmente tienen escasa preparación académica y habilidades personales para incorporarse a un empleo ordinario”. La Fundación Cuin, explica Tresgallo, buscaba un empleo para ello, pero lo habitual es que no se consolidara porque los jóvenes no tenían realmente la capacidad necesaria para ello. Tras conocer la experiencia de otra entidad, la Asociación Cántabra de lucha contra el Paro Brumas, se decidieron a poner en marcha una empresa de inserción que les diera un primer empleo y les preparase para incorporarse al mercado laboral. “De esa idea nació en 2022 El Lambión, produciendo panadería, repostería y pastelería y donde ya trabajan ocho personas, tres técnicos y cinco jóvenes que estuvieron con nosotros. Otros ya trabajan en el mercado ordinario tras El Lambión”.
Luimar Incluye, la empresa de inserción social de la Cocina Económica
Desde 1908 las Hijas de la Caridad gestionan el conocido proyecto social de la Cocina Económica. Lo iniciaron para responder a la situación de pobreza y vulnerabilidad en la capital de Cantabria y desde entonces se ha ido adaptando a las circunstancias que han surgido, siempre con una serie de criterios muy claros, subraya Jesús Castanedo, director técnico: el respeto a la dignidad de las personas y la apuesta por los más pobres, siguiendo el pensamiento de los fundadores de la Compañía de las Hijas de la Caridad, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.
En el momento actual, la Cocina Económica tiene tres líneas de actuación: acompañar a las personas vulnerables en todos sus procesos, responder a las necesidades básicas de alimentación, higiene, salud y alojamiento y, por último, el desarrollar las capacidades de estas personas en riesgo de exclusión. “Por eso hemos venido desarrollado los talleres ocupacionales, que es lo que ha desembocado en la empresa de inserción”. Así nace a finales de 2022 Luimar Incluye, Empresa Social Vicenciana SL.
Los talleres ocupacionales, recuerda Jesús Castanedo, surgieron en 1995: “Trabajamos mucho para perfeccionar todas nuestras competencias y facilitar que las personas pudieran desarrollar sus capacidades”. Un esfuerzo que les permitió participar en mercadillos y vender sus productos “hasta que por la calidad de lo que hacíamos vimos que podíamos crear una empresa y salir al mercado, facilitando que las personas pudiesen ser contratadas”.
En los cuatro talleres nacidos de este proyecto se realizan trabajos de cartonaje y encuadernación, se elaboran alpargatas y textiles –”que nos han permitido apostar por que estas personas entren en el mercado laboral, muy competitivo y complicado”, destaca– y se hace ‘merchandising’ personalizado de empresas. “Las empresas de inserción tienen la particularidad que en tres años estas personas tienen que estar en el mercado ordinario y ese es nuestro reto”. El primer objetivo, recalca el director técnico, es maximizar el número de puestos de trabajo de personas de inserción: “Para nosotros es un reto que la gente que ha entrado por la calle y estaba tirada, tenga un puesto de trabajo, un sueldo, una nómina, y pueda decir ‘soy una persona normal, soy una persona que puede vivir de su trabajo’. Y como empresa, el objetivo es tener mínimo 1 euro de beneficio”.
En estos momentos Luimar Incluye está próxima a alcanzar la certificación ISO para empresas de inserción. Hasta ahora han conseguido tres puestos de trabajo y, en breve, llegará el cuarto y han logrado “un poco más” que un euro de beneficio, “Estamos muy satisfechos, asumimos este reto con muchísima ilusión y en estos momentos, al ser una empresa de inserción, esperamos el apoyo tanto del Gobierno de Cantabria, como de las empresas que quieran tener productos de merchandising de muy alta calidad. Yo creo que es sorprendente y espectacular”.
Ecolabora, el proyecto de inclusión social de Cáritas
Cáritas Diocesana de Santander gestiona desde marzo de 2012 su empresa de inserción laboral Ecolabora Cantabria, SLU, que nació como la primera empresa de inserción de Cantabria. La parte visible del proyecto, además de los más de 200 contenedores rojos de recogida de ropa usada repartidos por la región, son las dos tiendas ‘Moda Re-’ de ropa de segunda mano con que cuentan, una en la calle Cádiz de Santander y la otra en José María de Pereda, en Torrelavega. Según explica Raquel Menéndez, una de las cuatro administradoras mancomunadas que gestionan el proyecto, la marca ‘Moda Re-’ corresponde a un proyecto más amplio de Cáritas Española de la que son socios cooperativistas. “Formar parte de algo más grande nos permite participar en la búsqueda de estrategias y prácticas profesionales para mejorar y optimizar la labor social de lucha contra la exclusión y la inserción sociolaboral. Por el carácter de la empresa, sin ánimo de lucro, reinvertimos el 100% de los beneficios en el propio proyecto”.
Este proyecto ofrece la oportunidad de “engancharse” al mercado laboral a personas en riesgo de exclusión a través de un proceso educativo que puede variar su duración en función de cada persona, con un mínimo de un año y un máximo tres. “Cuando explicamos el proyecto, siempre decimos que cuando pones en el contenedor una bolsa con lo que sea que contenga, empieza la magia de todo un ciclo ecológico: reducir, reciclar, reutilizar…”.
Raquel considera que ahora lo más importante es seguir incrementando el número de contratos de inserción, para ello ya están preparando nuevos planes: “Soñamos con iniciativas en áreas diferentes al ámbito textil que esperamos poder poner en marcha en breve. La diversificación busca no solo expandir nuestras capacidades operativas sino también crear oportunidades significativas de inserción laboral en distintos ámbitos económicos”.
“La diversificación busca no solo expandir nuestras capacidades operativas sino también crear oportunidades significativas de inserción laboral en distintos ámbitos económicos”. Raquel Menéndez, coadministradora mancomunada de Ecolabora
Actualmente la plantilla cuenta con 18 personas comprometidas con el proyecto. De ellas, nueve forman parte de la estructura, entre las cuales se encuentran los responsables de acompañar a las personas de inserción: responsable de recogida, responsable de picking, responsable de tienda, y técnico de acompañamiento a la inserción. Además, hay nueve personas de inserción distribuidas en todas las áreas, una cifra que esperan incrementar: “Esperamos ampliar esta cifra a 22 personas en 2024. Este aumento en la plantilla no solo refleja nuestro compromiso continuo con la inserción laboral, sino que también busca generar un impacto positivo y sostenible en las localidades que servimos”.
Ecolabora ha venido estableciendo conexiones estratégicas con los ayuntamientos y otras entidades públicas, unas acciones alineadas especialmente con el cumplimiento de la Ley 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminados, priorizando el enfoque de economía circular: “Buscamos colaborar estrechamente con las administraciones para garantizar un desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, mientras cumplimos con nuestras metas de inclusión social”.
Al tratarse de una empresa de inserción, cuentan con la posibilidad de acudir a las ayudas de financiación pública y privada. Actualmente cuentan con la Dirección General de Trabajo de Cantabria y a través de Cáritas Española “accedemos a la financiación conveniada con Inditex, además de los Fondos Europeos”, enumera Raquel.
Los esfuerzos de los últimos años están dando sus frutos no solo sociales sino también económicos y en 2023 Ecolabora experimentó un significativo crecimiento alcanzando una facturación que superó los 900.000 euros. Esto les proporciona unos recursos adicionales para fortalecer las iniciativas de inserción laboral y mejorar la transición de aquellas personas en situación de exclusión social. Ello ha significado que en los últimos doce meses alrededor de 35 personas contratadas se beneficiaron directamente del proyecto textil, 19 de ellas estuvieron relacionados con el objeto social de promover la inserción laboral. “Estos datos evidencian el impacto positivo y tangible de nuestras actividades en la comunidad”, concluye Raquel Menéndez.
Plis Servicios, de la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro, Brumas y Fundación Cuin
Plis Servicios nació en 2016 impulsada por la Asociación Cántabra de Lucha Contra el Paro, Brumas, aunque desde hace poco más de un año, tras su disolución, se engloba en la Fundación Cuin. Plis Servicios comenzó su actividad empresarial con el lavado manual y ecológico de coches, y después incorporó la comercialización y distribución de papel reciclado: “Esto que permitió consolidar poco a poco la sostenibilidad económica de la empresa”, explica Mar Escudero, su gerente. El crecimiento dice, ha sido gradual y constante, “con todas las dificultades de una empresa pequeña, social y local”. Actualmente sigue prestando servicios de lavado de vehículos y limpieza de cristales y la gestión sostenible del papel y cartón, incluyendo la recogida, reciclaje y comercialización. Da empleo a seis personas, tres de ellas en riesgo de exclusión, con una facturación que el año pasado ascendió a 235.000 euros.
La gerente de Plis Servicios sostiene que hay mucho camino por recorrer para este tipo de empresas, teniendo en cuenta que en Cantabria hay 115.000 personas en riesgo de exclusión. Para ello, advierte, las administraciones deben ser un apoyo clave y subraya que la forma de hacerlo está ya recogida en la legislación: “La ley de Contratos del Sector Público de 2017 expone que en toda contratación pública se incorporarán de manera transversal y preceptiva criterios sociales y medioambientales e igualmente se facilitará el acceso a la contratación pública de las pequeñas y medianas empresas, así como de las empresas de economía social”.
Añade además que una de las disposiciones de esta norma señala que se fijarán porcentajes mínimos de reserva del derecho a participar en los procedimientos de adjudicación de determinados contratos. Hasta el momento, lamenta, estas posibilidades no han llegado al nivel que desearían: “En Cantabria solo el Ayuntamiento de Santander ha realizado una reserva de mercado, si bien estamos en contacto con el resto de administraciones para fomentar la utilización de esta herramienta presupuestaria”.