Aunque ha pasado poco más de un año desde que la empresa abriera sus puertas, el obrador de la avenida de España de Torrelavega recoge el legado del establecimiento gestionado durante treinta años por Cioni Arce, madre de los actuales propietarios, que elaboraba el típico bizcocho pasiego en ese mismo local, con la idéntica receta y con una enorme aceptación por parte de una clientela que lamentó mucho el cierre de la tienda por la jubilación de su propietaria. Tras un proceso de refundación centrado en modernizar la imagen y rediseñar el espacio para sacar el máximo partido a las reducidas dimensiones del local, Sobaos Arce vuelve a formar parte del paisaje comercial de la capital del Besaya, ha aumentado su catálogo de producto hasta la docena de referencias y da los últimos pasos para iniciar la venta por Internet.

Cristina Bartolomé |  @criskyraMarzo 2023

Muchos en Torrelavega y en su comarca recordarán el obrador Casa Carral, ubicado en el callejón de la comunidad de vecinos de la avenida de España, 13 de la capital del Besaya. Pero desde el 7 de agosto de 2021 quienes se acerquen a esa dirección encontrarán una nueva empresa, Sobaos Arce. Sigue siendo una empresa familiar, pero es de nueva creación aunque continúe ocupando el local del establecimiento que gestionara Cioni Arce, la madre de los tres hermanos que están al frente del negocio actual, con un moderno espacio y nueva imagen: Raquel, Ana y Javier Fernández Arce, socios propietarios.

Decidieron mantener vivo y renovar el legado de su madre y honrar el negocio que sostuvo a su familia durante 30 años desde que se fundara en los años ochenta del pasado siglo por Ramón Arce, padre de Cioni y auténtico emprendedor del negocio.  Siguiendo sus consejos, Cioni Arce y su socia pusieron en marcha un modesto obrador tradicional, prosperó mucho y fue el sustento principal de ambas familias. En 2017 Cioni Arce se jubiló, abriéndose con ello un largo proceso de disolución. Es cuando los tres hermanos idearon el nuevo obrador de sobaos y quesadas, que también elabora pastas, magdalenas y pastel con nueces.

Renovarse para seguir

Tras toda la reforma acometida, y ya como Sobaos Arce, el local y obrador de la avenida de España reabrió sus puertas en agosto de 2021. “Fue una jornada muy especial y muy emocionante para todos nosotros”, recuerda Raquel. No era para menos, pues suponía cerrar un largo proceso de cuatro años, culminado con la gran acogida por parte de los clientes. “Nosotros nos sentimos muy orgullosos de nuestra ciudad, creemos en el comercio local y lo apoyamos de forma rotunda. La avalancha de cariño que recibimos ese día fue gigantesca”, añade Ana. Después de tanto tiempo formando parte del paisaje comercial de Torrelavega, muchas personas estaban esperando que el negocio abriera: “Eso es razón más que suficiente para sentirse orgullosos de nuestro pequeño camino y de nuestra manera de hacer las cosas”.

El catálogo de productos de Sobaos Arce, en el listado que muestra en su tienda de Torrelavega

La remodelación del pequeño espacio, –poco más de 40 metros cuadrados–, y de la imagen corporativa del negocio responde a tres premisas fundamentales, explica Javier, que aunque reside en Madrid, sigue de cerca la nueva empresa. Una de ellas era sacar el máximo partido al reducido espacio y convertirlo en un local del siglo XXI, a lo que ayudó decisivamente su trayectoria profesional, ya que es diseñador de tiendas en una multinacional: “Para ganar espacio y abrirnos al exterior, instalamos unas puertas móviles que nos permiten abrir completamente la tienda cuando el tiempo acompaña. Esa decisión permite a los clientes comprar desde la calle y amplía el espacio disponible en el interior. Además, cambiamos la disposición del mostrador y la iluminación del local”. Un segundo objetivo fue diferenciarse de la competencia con una imagen corporativa moderna y atractiva: “A pesar de que existen muchas marcas de sobaos en Cantabria, son muy pocas las que apuestan por un branding moderno, ya sea porque prefieren una imagen tradicional asociada al sector o porque llevan muchos años con una marca definida”.

Para hacerlo, los hermanos Fernández Arce apostaron por un diseño actual para la tienda y el nuevo logotipo. Está inspirado en una foto de la hija de Raquel con las gafas de su abuela: “Esa instantánea fue el germen de nuestra imagen gráfica, diseño de Saúl Ceballos, diseñador local y amigo personal de la familia”. En blanco y negro, solo incluye el dorado de la letra ‘C’, en homenaje a Cioni. Para lograr un local personalizado con el identificarse, se pusieron en manos de Disenio Ideas Gráficas, “gente de casa, de la ciudad”. Empresa especializada en la personalización de espacios, proyectó la idea de incluir una lámpara de pie con la ‘C’ corporativa, poner el toldo exterior amarillo y hacer la lista de precios con letras corpóreas, creadas en una impresora 3D.

Distinguirse también por dentro

Ser pioneros en la elaboración de sobaos en Torrelavega, el ‘reino’ del hojaldre, tal vez fuera desde el inicio de este enclave una de las razones de su éxito. Los hermanos Fernández Arce admiten que tuvo algo que ver ser el único obrador tradicional de la ciudad, aunque creen que la fuerza de este negocio es la calidad de sus productos, la utilización de materias primas de primera calidad, la elaboración artesanal de todos los dulces y la que, asegura Raquel, es la mejor relación calidad-precio de la ciudad: “En la situación actual, con la inflación condicionando notablemente los precios de los alimentos, ser los más competitivos en precio siempre es un argumento a tener en cuenta”.

El consumidor puede optar por una cada vez más amplia oferta de sobaos y quesadas, una competencia que no ha echado para atrás la apertura de este nuevo negocio. “Hay mercado para todos, no todos los fabricantes nos dirigimos al mismo público ni tenemos los mismos ingredientes”, asegura Javier, que recuerda que son pocos quienes elaboran el producto de forma artesanal, sin conservantes ni aditivos. En todo caso, el copropietario de Sobaos Arce considera que la variedad en la oferta y el tirón que tienen estos productos típicos de Cantabria son elementos positivos:  “Todo lo que sea profesionalizar la imagen, el branding y la comercialización es bueno para el sector. Cuanto más profesional sea el entorno, más obligados estaremos a hacer las cosas bien para poder competir con garantías”.

Los dulces de Sobaos Arce, señalan los responsables de la empresa, solo tienen un secreto: seguir la receta que usaba su madre. “Nuestros sobaos son de los que no engañan. Los producimos a diario, garantizando su frescura. Y no escatimamos en mantequilla, el ingrediente estrella para que un sobao esté bueno de verdad. En ese sentido, estamos muy tranquilos cuando decimos que nuestros sobaos son mantequilla 100%. Nos da la impresión de que otros obradores no pueden decir lo mismo”, explica Ana. Hacer las cosas según los cánones tradicionales puede tener su parte positiva en el resultado conseguido en el producto, pero tiene otra cara, y es que limita la capacidad de producción, al menos a corto plazo. “Los que nos conocen nos han visto amasar a mano mil veces. Ese aspecto convierte cada producto en algo único y con un sabor inconfundible. Ahora bien, con tan solo 4 manos, no podemos ampliar nuestra carta de productos sin haberlo estudiado con detenimiento”, admite Ana.

Raquel y Ana Fernández Arce en el local de Sobaos Arce, la empresa que han fundado junto a su hermano Javier recogiendo el testigo de la que gestionara su madre, Cioni Arce, en ese mismo lugar

Aun con ese condicionante, desde que comenzó la nueva andadura hace algo más de un año, el obrador ha incrementado su catálogo en cinco referencias, lo que supone comercializar doce productos  diferentes. De todos ellos hay un par de variaciones que son originales de Sobaos Arce: la ‘quesaduca’ de 300 gramos ­–la normal tiene en torno a 700– y las pastas con chocolate. La versión reducida de la tradicional quesada, explica Ana Fernández Arce, responde a una necesidad que detectaron en el mercado: “Queríamos convertirla en un postre de diario para una pareja o para una persona que viva sola. Su formato y su precio –únicamente 2,5 euros– ha gustado mucho”.

La producción de quesadas puede alcanzar varios centenares a la semana, sobre todo en verano, en tanto que, pasado este, los productos que más elaboran son los sobaos y pastas. Pero al ser una producción artesana y diaria, calculan la cantidad en función de las necesidades que detectan. Para proveerse de materias primas se busca la calidad y la proximidad. En el caso de la leche, por ejemplo, el producto llega de Cudaña, la vaquería de Labarces que surte a Arce de producto fresco dos veces a la semana.

Para una empresa como Sobaos Arce, que depende del funcionamiento de un horno industrial que en su caso está operativo en torno a 6 horas diarias, el incremento del precio de la energía es un factor crítico. En ese sentido y a pesar de que son una empresa pequeña, los hermanos Fernández Arce creen interesante la propuesta de considerar a las panaderías y obradores como ‘empresas electrointensivas’ y destinar parte del nuevo impuesto de las grandes energéticas a paliar este incremento. La propuesta la ha formulado Gremipa, Gremio de Panaderos de Barcelona, y les parece una manera de auxiliar a los más pequeños, argumenta Raquel. Pero mientras llega o no esa solución, los costes se han incrementado y han tenido su reflejo en los precios: “Fue nuestra última opción, pero no hemos tenido otra posibilidad. Hemos incrementado los precios entre un 7 y un 10%, en función de los costes de producción de cada producto”, explica Raquel, que cree que ese incremento no ha afectado negativamente a las ventas: “Porque la subida es muy pequeña y porque seguimos siendo el obrador con los precios más competitivos de la zona. A pesar del incremento, nuestro paquete de sobaos grandes sigue siendo más barato”.

Venta a pie de obrador y online

Aunque el local de la avenida de España es el corazón de la empresa y también el lugar donde hoy realizan la mayor parte de sus ventas, comercializar sus productos a través de Internet es “sin ninguna duda”, el siguiente paso, asegura Javier. Ya trabajan con una empresa especializada en páginas web y posicionamiento en Internet para diseñar la tienda ‘on line’: “Si todo va bien, esperamos tener la web operativa durante el primer trimestre de 2023”. No obstante, desde que abrió el obrador, Sobaos Arce envía sus dulces a cualquier punto de España, utilizando las redes sociales como punto de contacto: “Nos preguntan con un mensaje y luego nos llaman para conocer el proceso. Basta con que nos indiquen los productos que desean y nos hagan una transferencia con el importe para que iniciemos el envío. En 24 horas lo tienen en su casa en perfectas condiciones”. Por ello cuidan “al máximo” la imagen y reputación en redes sociales: “Estamos en Twitter, Facebook e Instagram y la dinámica que se ha generado nos ha permitido crear una comunidad fiel de seguidores que nos apoyan. De hecho, hay clientes que nos han conocido por las redes”.

En cuanto a los lugares de distribución, envían sus dulces a tiendas gourmet y restaurantes de Madrid, y han mandado sobaos prácticamente a toda España: “Desde Galicia hasta Barcelona y desde Gijón hasta Málaga. Además, tenemos muchos clientes vinculados al balonmano profesional y desperdigados por España. Ellos nos encargan muchos pedidos. Fuera de España han viajado como parte del equipaje de los viajeros a México, Dinamarca y otros países europeos”.

Casa Cirana abrió sus puertas en julio de 2022. Ubicado a pocos metros de Puertochico, en una de las principales zonas turísticas de Santander, sus diez mesas han estado ocupadas prácticamente todos los días desde entonces. Fue una sorpresa tan inesperada como agradable para las dos personas que están detrás del proyecto, que se conocieron cuando ambos trabajaban en el restaurante Barrafina, en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. El puesto en marcha en la capital de Cantabria es el primer proyecto empresarial que inician juntos.

Francisco Rouco | @FranRoucoMarzo 2023

«Si tenemos una casa que está a un minuto de la bahía y que al mismo tiempo no queda lejos de la montaña, nuestra oferta va a estar basada en el producto y en lo que el entorno sugiere”, explica Diego García, cofundador junto con Alba Fernández de Casa Cirana. El restaurante está situado en Bonifaz, 13, a menos de tres minutos a pie de Puertochico, una de las confluencias más visitadas por quienes viven y pasan por Santander. Tiene capacidad para 25 personas y da diez servicios al día, divididos en cinco comidas y cinco cenas. Inició su actividad en julio del pasado 2022, y en pocos meses ha sentado las bases de una propuesta reconocible. “Ofrecemos una cocina muy basada en el mar, muy cantábrica, donde los pescados, los mariscos y las algas tienen mucha relevancia; y donde los fondos de cocción lenta y prolongada tienen mucha presencia. Una cocina que respeta la pureza de sabores y donde evitamos el artificio”, explica García, cuya cocina abierta permite que el cliente vea lo que sucede en los fogones.

Otra de las características que identifican la oferta culinaria de Casa Cirana es que la carta cambia con las estaciones y que los platos tienen una vida efímera. “Nos guiamos mucho por la temporada y las indicaciones de los proveedores, que nos dicen qué tienen en su punto óptimo. Cogemos esos productos y los usamos para crear platos que encajen y defiendan la ideología de la casa”, subraya el jefe de cocina. Otoño tuvo dos protagonistas: una merluza cocinada con alga kombu a la que se añade un pilpil que surge de la cocción lenta de la cabeza de ese pescado; y un tartar de machote que se sirve con alga ramallo (cuyo sabor recuerda al percebe) y con una crema de puerro basada en la purrusalda. Ambas propuestas desaparecieron de la carta con el invierno para dar paso a nuevos platos.

Negocio a cuatro manos

Diego García lleva la cocina y Alba Fernández, la sala. Se conocieron en Reino Unido hace más de 10 años, cuando ambos comandaban, cada cual en su especialidad, el restaurante Barrafina situado en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. La jefa de sala subraya que el bagaje conseguido de experiencias pasadas –han trabajado en restaurantes en Londres, México, Madrid y Menorca– les permite modificar los menús y las cartas para lograr un triple combo: que la clientela quede satisfecha, que los platos transmitan la identidad de Casa Cirana y que el negocio sea rentable.

Al ser solo dos y no tener ninguna cadena ni grupo inversor detrás, todas las facetas del negocio están sobre sus hombros. García cocina y controla los stocks y la definición de los menús, y Fernández es la cara visible en sala y también quien se encarga de la gestión del negocio. “Tenemos la cabeza en ambas partes y cada uno respeta la parte del otro. Por eso somos tan buen equipo. Nos hemos visto trabajar durante años y la confianza es indispensable, más trabajando como lo hacemos y más aún al ser pareja”, explica Alba Fernández.

Diego García y Alba Fernández, chef y jefa de sala de Casa Cirana, en el comedor del restaurante.

Crear algo propio es lo que está detrás de Casa Cirana, el primer proyecto empresarial que inician juntos. “Trabajar para otras personas, más si son proyectos con altos registros en gastronomía, es muy gratificante, porque aprendes, tienes muchas responsabilidades y sabes lo que hay que hacer. Y tienes además otras ventajas como una logística de trabajo y la seguridad de unos ingresos. Pero trabajas en el contexto de otro, es el proyecto de otra persona, su idea”, explica García. “Quería desarrollar mi propia cocina y que la gente supiera que come algo que he cocinado yo”.

Para Fernández, en el gremio es habitual que tarde o temprano alguien se encamine a tener su propio negocio, a veces incluso rompiendo con la forma de trabajar que se ha venido practicando. “Hemos trabajado para brigadas gigantescas, con mucha presión y mil ojos encima, y queríamos dejar esa parte de lado para disfrutar esta profesión. Es como retomar la pasión por nuestro trabajo de una forma tranquila y humilde. Necesitábamos tranquilidad para ser nosotros mismos”, dice la jefa de sala de Casa Cirana.

Por qué abrir en Santander

Aunque ambos son de Madrid y han desarrollado gran parte de sus carreras en el extranjero, no son completos foráneos en Cantabria y tienen vinculaciones con Santander. La abuela de Alba Fernández pasó su juventud en la ciudad y sus padrinos tienen casa aquí. En cuanto a Diego García, sus padres viven en Santander, por lo que las visitas a la capital cántabra eran recurrentes. De hecho, todas estas visitas resultaron decisivas para escoger la ubicación de Casa Cirana. La jefa de sala explica que siempre que estaban por la ciudad les fascinaba el ocio y las ganas de salir de la gente a tomar el vermut o a comer algo. En cualquier época, hiciera el tiempo que hiciera. “Ese era nuestro ocio también: salir a comer fuera, buscar un buen producto y un lugar que pusiera cariño en lo que hacía”, explica Fernández, que reconoce que con su propuesta no han “inventado la rueda. Simplemente, quien aprecie ese ocio gastronómico va a disfrutar de un lugar como el nuestro”.

Cumplido el primer semestre de actividad, el balance es positivo. Ambos son conscientes de que la asistencia masiva de los meses de verano estaba circunscrita a la explosión turística de la ciudad durante esta época, y que serían los meses de otoño los que darían una visión más realista de la salud del negocio. “Por ahora en el plano económico, nuestro objetivo es recuperar la inversión y cubrir gastos fijos y variables cada mes. Al no ser gastos altos y sólo tener nuestras nóminas, no tenemos un objetivo económico ambicioso”, explica Fernández, que quiere completar el primer año de actividad antes de plantear un objetivo concreto.

A falta de cifras exactas, las sensaciones son buenas. “El mayor miedo que teníamos era que, al ser de fuera, no termináramos de encajar, porque este es un proyecto súper humilde que pretendemos que sea familiar”, subraya la jefa de sala. Fernández reconoce que ese temor ha ido desapareciendo gracias a las observaciones que le llegan de la clientela, directa y también indirectamente: “He escuchado a más de un niño preguntar si nuestra casa es una casa o un restaurante. Y esto nos hace gracia y nos gusta, porque ese es el concepto que queremos transmitir: una cena en casa de tu madre, con una sobremesa en la que llevas dos horas, pero que no te has dado cuenta porque estás a gusto”.

Metida de lleno en su séptima temporada, la joven emisora da por cerrada su fase de lanzamiento, en la que se ha centrado en consolidar su presencia dentro de la oferta radiofónica de Cantabria y en lograr un equilibrio en las cuentas que permita dotarse de estructura y encarar nuevas etapas. Con el deporte como principal gancho y con una programación propia que alcanza las doce horas diarias de emisión, Arco Cantabria Comunicación cuenta con una plantilla de tres trabajadores y coordina la labor de medio centenar de colaboradores. Tras el parón que supuso la pandemia, un paréntesis que interrumpió el cumplimiento de los objetivos comerciales pero que permitió consolidar la relación con muchos clientes, la facturación de la empresa vuelve a crecer en porcentajes de dos dígitos.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2023

Por lo ambicioso y arriesgado del proyecto –poner en marcha una emisora de radio con programación propia– el nacimiento de Arco FM supuso en 2016 un auténtico salto adelante dentro de las iniciativas de autoempleo en el sector de la comunicación. Pasados seis años desde ese momento, y metidos ya de lleno en su séptima temporada radiofónica, el camino recorrido ha venido a refrendar buena parte de los planteamientos de los promotores de la idea, con resultados que han sido notables en lo que tiene que ver con los contenidos y la audiencia, y algo más modestos en términos económicos, donde los objetivos se han alcanzado más tarde de lo inicialmente previsto, en buena parte a causa de la pandemia y sus efectos sobre la economía.

Nano Teja y Jesús García-Bermejo, socios directores de Arco FM, en el local de la emisora en la calle Joaquín Bustamante, de Santander.

Arco FM comenzó a emitir en octubre de 2016, si bien ya venía haciéndolo en pruebas desde abril de ese año. El periodo entre una y otra fecha sirvió, además de para ajustar todo lo que tenía que ver con los aspectos técnicos, para elaborar una programación con la que se buscaba marcar distancias con otras iniciativas similares. “Sabíamos que el deporte iba a ser nuestro producto gancho, pero no podíamos quedarnos ahí”, explica Jesús García-Bermejo, codirector de la cadena, que quería huir del modelo en el que unas pocas horas de programación propia se completan con música y espacios sin ninguna capacidad para diferenciar la propia propuesta: “Para eso basta crear una productora y vender tu programa a otro, sin tener que asumir los costes fijos que implica poner en marcha y explotar una radio”.

La mención a las productoras, y a un modelo de externalización que es habitual en televisión pero no tanto en radio, sirve para marcar distancias con la idea sobre la que nació Arco FM, pero ofrece además una referencia para explicar la fórmula sobre la que la emisora diseñó su parrilla: una combinación de programas propios con otros realizados por colaboradores. Entre los primeros, el espacio diario dedicado al deporte, el ‘magazine’ de mediodía que se emite de lunes a viernes y las transmisiones de los partidos del Racing; con los segundos, los externalizados, se completa una oferta que durante la temporada se acerca a las doce horas diarias, con programas de corte muy variado en los que se busca siempre el enfoque local y se priman los contenidos especializados. “Nuestra idea era entrar como un ciclón, buscando desde el principio diferenciarnos y no competir en aquello en lo que las grandes emisoras son imbatibles. Porque el reto era posicionar la radio dentro de la enorme oferta que hay, algo que es muy complicado pero que creo que hemos conseguido”, asegura Jesús García-Bermejo.

La tarea de dotar de contenidos a la programación, sobre todo en la parte que se alimenta con aportaciones externas, entronca directamente con el modelo de negocio sobre el que se asienta la empresa. Analizada la propuesta, y una vez se considera que esta encaja en lo que busca para la parrilla de programación, el colaborador puede optar entre dos fórmulas: abonar una cantidad a cambio del tiempo de emisión y el uso de los estudios, reservándose como ingresos el importe de toda la publicidad que contrate para su espacio; o bien no pagar nada por la emisión y llevarse un porcentaje de la publicidad que contrate, quedando el resto para la emisora. “Esto último permite poner a prueba la idea sin correr riesgos, en tanto que el primer modelo, el de las productoras externas, es al que suelen optar quienes tienen un producto más asentado”, explica el director de Arco FM. Actualmente se emiten una treintena de programas, que implican la labor de medio centenar de colaboradores. De ese número, calcula García-Bermejo, en torno a dos terceras partes han tenido continuidad desde la primera temporada, y algunos de ellos han pasado a operar como productoras tras haber iniciado la aventura bajo la fórmula alternativa.

Periodista con experiencia en varios medios de comunicación –entre ellos los ochos años en los que fue redactor de Cantabria Negocios–, Jesús García-Bermejo creó Arco Cantabria Comunicación junto a Nano Teja, que a su vez contaba con una larga trayectoria en tareas técnicas en el campo del sonido y de la radio. Los perfiles profesionales de ambos fueron los principales pilares en los que se apoyó la puesta en marcha del nuevo medio de comunicación, muy por delante de la inversión. “Siempre tuvimos claro que no podíamos cargarnos con una mochila de deuda, ni para poner en marcha el proyecto, ni para hacerlo crecer”, explica el periodista, que considera que lo imprevisible del sector de la comunicación desaconseja asumir compromisos que posteriormente pueden convertirse en un lastre para la empresa. A partir de ese planteamiento, la financiación en la fase de puesta en marcha fue sobre todo en forma de trabajo: “Los dos socios sabíamos que difícilmente íbamos a tener ingresos durante al menos los dos primeros años, y que al tiempo íbamos a tener que asumir todas las tareas: los contenidos y la parte técnica, que eran las que se correspondían con nuestra formación y experiencia, pero también la administración o la parte comercial”, recuerda García-Bermejo, que confirma que el tiempo refrendó aquellos pronósticos, a los que añadió además el punto de dificultad que supuso la crisis sanitaria del covid-19: “Los dos primeros años fueron muy duros, y cuando conseguimos equilibrar las cuentas llegó el coronavirus”.

Como en cualquier otro medio de comunicación, la publicidad aporta la mayor parte de los ingresos de Arco FM –lo que llega por los alquileres del tiempo de emisión que pagan las productoras es residual– con una mayoritaria presencia de hosteleros y comerciantes entre sus anunciantes. Con el cierre de ambos sectores debido al estado de alarma sanitaria, los responsables de la empresa optaron mantener la emisión de las cuñas, pero suspender su cobro. “Tanto para quien se había visto obligado a cerrar como para cualquier otro cliente, a no ser que él expresamente nos indicara que su actividad no se estaba viendo afectada por el confinamiento. Pasamos dos o tres meses muy complicados, pero creo que a la larga aquella decisión nos ha beneficiado”, señala Jesús García-Bermejo, que además de dirigir Tiro al Arco, el programa diario de actualidad deportiva, es también quien se ocupa de las tareas más directamente relacionadas con la gestión de la empresa. El frenazo al que abocó el coronavirus volvió a alejar el punto de equilibrio en las cuentas y retrasó el cumplimiento de los objetivos comerciales que se manejaban, pero la relación con los clientes se vio en gran medida reforzada, y mantener la emisión y la programación sin apenas cambios permitió que no se viera afectada la que siempre ha sido la principal meta de los responsables de Arco FM para esta fase de lanzamiento: consolidar la emisora dentro de la oferta radiofónica de Cantabria.

Además de la tradicional emisión por las ondas –en el 103,2 de la FM–, la programación puede seguirse a través de la web y, desde hace cinco temporadas, buena parte de los programas se emiten también por Youtube –incluyendo directos desde  octubre de 2020– en un modelo de radio televisada en el que Arco FM ha sido pionera. Más allá de lo que está multiplicidad de canales aporta en las formas de llegar a los oyentes, los canales ‘on line’ permiten medir audiencias con un nivel de detalle al que no llegan los informes convencionales, realizados a partir de encuestas que dejan fuera de foco a los medios más pequeños. Según los datos del seguimiento ‘on line’, la emisora cuenta con 10.000 usuarios habituales en el canal de Youtube por el que emiten su programación y suma 3.500 pinchazos diarios en su web y aplicaciones móviles. Los programas diarios de ‘Tiro al Arco’ superan las 3.000 visualizaciones semanales en Youtube y las 2.000 descargas en ‘podcast’ y, junto a las retransmisiones en directo, suponen el principal impulso de la continua interacción con los oyentes, que se concreta en más de 400 wasaps semanales y en 115.000 impresiones en redes sociales. En la transmisión del partido de copa entre el Linares y el Racing, el pasado 22 de diciembre, el canal de Youtube de Arco FM batió sus mejores registros de audiencia, al llegar a contar con 1.096 personas simultáneamente siguiendo la narración y contabilizar 8.143 en el total del encuentro, rueda de prensa y postpartido.

La evolución ascendente de esas cifras, y la impresión general que le transmite la relación con oyentes y anunciantes, aporta la base argumental en la que se apoya Jesús García-Bermejo para considerar cubierta la fase de lanzamiento de la emisora y alcanzado el objetivo de posicionar la marca dentro del competido mercado radiofónico local. Algo más lejos, admite, está alcanzar el horizonte comercial al que apuntaba la empresa en sus planes iniciales. Cuando llegó el coronavirus, la facturación crecía a ritmos del 30% en el dato interanual y, tras el paréntesis de lo más duro de la crisis sanitaria, se mueve ahora en el entorno del 25% de incremento trimestral: “Pero seguimos en cifras muy modestas, que estoy convencido de que están muy por debajo de las que tendríamos de no ser por la pandemia”, lamenta el codirector de Arco FM que, por otro lado, destaca que pese a ello la emisora ha conseguido seguir creciendo sin comprometer el equilibrio en las cuentas.

Javier del Río, en la imagen entrevistando al capitán de Racing, completa la plantilla de la emisora, que tiene en el deporte uno de sus principales contenidos. Para las transmisiones en directo se cuenta también con Rubén Gutiérrez y Pablo Puente como comentaristas.

Ahora mismo, y además de dar trabajo a los dos socios, la empresa cuenta con otro periodista en plantilla, empleado en el área de deportes. Los contenidos deportivos constituyen el núcleo de la oferta de la emisora, y es también ahí a donde se destinan los principales recursos, más allá de los gastos fijos que suponen la emisión, los alquileres y los suministros. A diferencia de buena parte de los medios que cubren la información del Racing, Arco FM sigue al equipo en la mayor parte de sus desplazamientos, un gasto que habrían podido eludir esta temporada, dado que todos los partidos ligueros del equipo cántabro se emiten por televisión. “Pero siempre hemos considerado que hay que viajar, que es la forma de diferenciarnos. Cuando no lo hacemos es porque por fechas y horas de partido es imposible organizar el desplazamiento y la retransmisión. En esos casos, que son pocos, sí recurrimos a la televisión”, admite Jesús García-Bermejo, que está convencido de que esa forma de trabajar ha sido clave para generar una comunidad de oyentes en torno a la cadena.

La contrapartida es la repercusión que ese compromiso tiene en los costes y en el equilibrio entre ingresos y gastos, siempre precario teniendo en cuenta las cifras que maneja la empresa y su negativa a recurrir a financiación externa. “Son pasos que medimos mucho, porque te elevan el suelo de facturación que necesitas para cubrirlos. Pero por otro lado también son un estímulo que pone tensión a la labor comercial, y eso no es malo”, concluye el codirector de Arco FM.

No es una cafetería al uso, ni tampoco un espacio para la adopción de animales abandonados, pero el Catfé Santander se ha basado en ambos conceptos para dar forma a un proyecto que constituye una completa novedad dentro de la oferta hostelera de Cantabria, pero del que sí existían referencias en grandes ciudades de dentro y fuera de España. En el establecimiento que abrió sus puertas en Santander el pasado mes de noviembre, a diferencia de lo que sucede en los que funcionan en otros lugares, la combinación entre la oferta hostelera y el acompañamiento felino se hace en espacios separados, obligando a reservar y adquirir entrada a quienes quieren acceder al área donde están los gatos. Lejos de suponer freno a  posibles interesados, y tras un mes de funcionamiento, está separación de espacios ha confirmado el tirón de la idea.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2023

Jean Carlos Romero puede ser el perfecto ejemplo de emprendedor con una gran idea… y con suerte. Tras un mes de funcionamiento del primer cat-café de Cantabria –un tipo de establecimiento de hostelería que tiene a los gatos como uno de sus reclamos–  las cosas, dice, marchan bien. La suya no es solo una cafetería al uso, ni tampoco una guardería de gatos. Es una mezcla de ambos conceptos, que interpreta una idea que nació en los 90 del siglo pasado en Taiwán y cuyo objetivo es ofrecer una acogida temporal a gatos sin hogar y facilitar su adopción.

Los usuarios pueden tomar una consumición mientras juegan amistosamente con los felinos alojados en la planta superior del local ubicado en la céntrica calle Guevara de Santander. En el caso de que quieran adoptar un felino –y desde que está abierto ya se han adoptado seis por este método– deberán ponerse en contacto con la Asociación de Amigos del Gato Callejero, Amigat, compañera de proyecto. Se adopte o no, para compartir un tiempo con los gatos –todos vacunados y con su ficha en regla– es necesario adquirir una entrada que incluye consumición, a lo que se pueden sumar otras bebidas o alimentos de la cafetería, en la planta baja.

Un negocio en menos de un año

Este pionero proyecto empresarial comenzó cuando Jean Carlos encontró varios gatos callejeros y se puso en contacto con Amigat. En esas conversaciones empezó a gestarse la idea de emular a otros locales repartidos por todo el mundo; Jean Carlos contactó con uno en Madrid de donde extrajo experiencias y los datos necesarios para hacer sus cálculos. Y, en vista de que podían ser positivos en Santander, se embarcó en el proyecto. No tenía experiencia empresarial previa: “El proyecto surge básicamente de que estás en un ámbito laboral que no te gusta y decides reciclarte o buscar algo que te llene”, relata el promotor del Catfé santanderino, que para dar el paso al emprendimiento buscó la referencia de otras iniciativas similares  que encajaban con sus propias inquietudes y que además tenían un carácter novedoso en la región: “En otros países ya existían estos locales,  y el de Madrid funciona desde 2011. Viendo que no había nada aquí, que a mucha gente le gustan los gatos y que a mi me encantan, y que podíamos poner en marcha una empresa que ayudara a sacarlos de la calle, decidí tirar por aquí, aprovechando también la novedad”.

Jean Carlos Romero, creador de Catfé Santander

Jean Carlos elaboró un plan de empresa de cuarenta páginas, incluyendo en la previsión de gastos alguno muy poco habitual en un cafetería, como el cálculo de cuánto cuesta mantener a un gato. Con él bajo el brazo acudió al asesoramiento de CEOE-Cepyme Cantabria, que validó la iniciativa. La suerte le ha acompañado en este camino emprendedor: ya antes de recibir el asesoramiento de empresarios con experiencia, su entidad financiera le informaba de la posibilidad de solicitar un crédito: “Tuve mucha suerte. Por casualidad, o por lo que sea, nada más empezar el proyecto me llamaron del banco ofreciéndome un crédito por tener un buen perfil de cliente, sin yo pedirlo. Les hablé de mi proyecto y me lo dieron, fue muy fácil”. Jean Carlos cuenta que fueron más de 20.000 euros los necesarios para la inversión inicial: “No es tanto, pero para un joven de 25 años…, no hay mucha gente de mi edad que pueda tener esa cantidad en el banco, para nosotros es bastante”.

Las cosas empezaban a cuadrar, pero faltaban los permisos y el local. “Antes de coger uno tuve que ir a la Consejería de Sanidad para preguntar qué condiciones debía de reunir, porque, al ser un tema nuevo, no tenía mucha idea”. En aquella conversación quedaron definidas las características que se exigían al establecimiento, que debía tener separada la zona de comidas y la de los gatos, de manera que los felinos no pudieran acceder al área de restauración: “Eso nos obligaba a contar con un local grande para contar con esos dos espacios separados. Fue lo más difícil, fueron meses de búsqueda”.

Finalmente encontró el local donde se ubica Catfé Santander, no sin antes pasar otro escollo: “El anuncio ponía ‘se traspasa’, lo cual significaba comprar. Entonces hablé con el dueño con la idea de comprarlo y me dijo que en realidad estaba en alquiler. Ahí también tuve mucha suerte, resultó que el anuncio estaba mal puesto. Así que vine a verlo y me encajó perfectamente, una planta superior para los gatos y la planta baja para cafetería normal”.

Presente y futuro

Después de los arreglos, capas de pintura y acondicionamiento de la parte superior para la estancia de los gatos, todo hecho con sus propias manos, el negocio se puso en marcha en noviembre. Cumplido algo más del mes de funcionamiento el balance es positivo y se apoya en buena medida en la que es precisamente la parte más novedosa del proyecto: el área de gatos, que aporta aproximadamente el 70% de la cuenta de resultados. “En menos de un año ya estaba todo en marcha, yo tenía la necesidad de seguir trabajando, lo he tenido que hacer rápido y afortunadamente está saliendo bien, viene gente y esto genera un ingreso para el negocio, para seguir alimentando a los gatos, para todo. A lo mejor es por el arranque, pero espero que sigamos así”, señala Jean Carlos Romero.

La cafetería, que funciona de forma independiente para dar los servicios habituales, aporta de momento en un 30% de los ingresos, aunque hay planes a corto plazo de mejorar la imagen y la carta de dulces y salados –tostadas, batidos gofres, crêpes, croquetas, patatas…– para generar más afluencia de público, aunque de momento “se mantiene”. También está en la lista de proyectos habilitar un espacio para vender productos y complementos para gatos, al igual que en muchos otros cat-cafés. Jean Carlos cuenta que esto se incluía en el proyecto inicial, pero en el Ayuntamiento no le otorgaron la licencia: “Opinan que es inviable vender estos artículos en un bar; a mí me gustaría porque podrían ofrecerse artículos a precios más bajos que en otro sitios, pero voy a dejarlo en manos del abogado”.

El Catfé Santander cuenta ahora con tres empleados por horas en turnos rotatorios que se rigen por el convenio de la hostelería, además del propio Jean Carlos. Se encargan de atender la cafetería y alimentar a los gatos. De la parte sanitaria, de desparasitarlos, vacunarlos y de gestionar su pasaporte, etc, –“lo cual es un gran gasto”, admite el promotor de Catfé– se encarga Amigat.

Los días de actividad más intensa son los fines de semana. Los sábados y domingos pueden pasar hasta cien personas al día por la zona de gatos, pudiendo estar un máximo de diez personas de forma simultánea. Pueden comprar entradas con tarifas por quince o treinta minutos, una hora, tres o cinco, y esto significa la principal fuente de ingresos: “Sin los gatos esto sería un bar normal, y probablemente no atraería mucha clientela”, cree Jean Carlos, que destaca que durante los fines de semana del mes de diciembre el espacio donde están los felinos ha estado siempre lleno.

Extender la idea

La apuesta de Jean Carlos Romero ha resultado, al menos hasta el momento, ganadora. No solo ha iniciado una nueva empresa con la que generar un empleo para él y para otras tres personas, sino que ha creado un modelo de negocio nuevo. Aún está asimilando el cambio producido en unos meses: “Todavía es muy raro, es algo que aún no te llegas a creer, hay que asimilarlo poco a poco”.

Y de aquí, ¿hacia dónde? De momento, Jean Carlos Romero prefiere ver las cosas día a día y asegura que todavía es pronto para tener una visión a futuro, aunque no cree que se detenga en este proyecto: “Me gustaría abrir otro local de este estilo en otro sitio de Cantabria para sacar a los animales de la calle, vamos a ver si con el tiempo se puede dar”. Su cabeza sigue pensando además en otros caminos empresariales: “No me quiero quedar aquí eternamente, esto es como un comienzo de otras cosas más grandes que puedo llegar a querer. Me gustaría tener otras fuentes de ingresos, esto sería una, pero a lo mejor en un tiempo, me gustaría otro modelo de negocio completamente distinto, que ya tengo en mente”.

La vocación empresarial parece moldeada en una escuela de negocios. Jean Carlos comenzó el Grado Superior de Comercio y Marketing Internacional, aunque el itinerario formativo se detuvo por circunstancias vitales. “La vocación empresarial siempre me llamó la atención, pero por diversas razones no pude continuar. Por mi cuenta he visto vídeos de YouTube, he leído libros como ‘Padre rico, padre pobre’… Pues nace de ahí, a base de leer libros, y dices, ‘no sé qué hacer’, y vas encontrando ideas, vas leyendo y piensas ‘pues podría hacer algo así’, y nace de ahí, de la lectura”.

El despacho de abogacía y asesoría empresarial trabaja desde el octubre del pasado año en unas nuevas instalaciones que triplican la capacidad de las anteriores y que han servido para dar respuesta al continuo incremento de la actividad que ha registrado la empresa en los dos últimos años, en un contexto marcado por el confinamiento y por las consecuencias que la crisis sanitaria ha tenido en las pymes y autónomos que constituyen la mayor parte de su cartera de clientes. Los responsables de TFS, que calculan que la facturación se ha multiplicado por dos desde 2020, quieren que este ejercicio sirva para consolidar el terreno ganado, pero no descartan un nuevo salto adelante que, a partir del próximo año, pueda incluso dejar pequeñas las oficinas que acaban de estrenar.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Junio 2022

No fueron, los del confinamiento, buenos tiempos para nadie pero, cuanto menos desde el punto de vista puramente empresarial, pocos los sufrieron con la intensidad de las asesorías, que vieron incrementarse su carga de trabajo hasta niveles que comprometían su capacidad de respuesta, enfrentadas a continuos cambios regulatorios y legales y con todas las incertidumbres sobre las posibilidades de salir adelante, tanto para ellas mismas como para sus clientes. Cuando sucedió todo aquello, Trámites Fáciles Santander (TFS) había decidido ya una mudanza que dotara al despacho del espacio necesario para dar continuidad al crecimiento –no especialmente acelerado, pero sí constante–  que venía registrando desde su fundación en 2003. La declaración del estado de alarma aplazó el traslado pero,  dos años después y todavía lejos de haberse despejado todas las incógnitas a las que dio lugar la crisis sanitaria, hay que situar ahí el origen del fuerte crecimiento en la actividad que ha llevado a la empresa a dar un salto mucho mayor que los pocos cientos de metros que separan la antigua oficina de la santanderina calle Tres de Noviembre de las nuevas instalaciones de la calle San Fernando desde las que la empresa opera desde el pasado mes de octubre.

Víctor y Eduardo Bra, en las nuevas oficinas de la empresa que pusieron en marcha en 2004.

Según los cálculos que hace Eduardo Bra de la Rosa, director de TFS, la facturación del despacho ha estado cerca de doblarse en los dos últimos años, un incremento que a su vez se ha reflejado en la incorporación de dos nuevas trabajadoras en ese tiempo, una en junio del pasado año y otra en marzo de este. Con ellas, la plantilla del despacho alcanza las siete personas, lo que está ya muy cerca de colmar la capacidad de las nuevas oficinas. Bra de la Rosa, que fundó la empresa en 2003 y que trabajó en ella prácticamente en solitario durante el primer año, no encuentra razones claras para explicar un crecimiento que, por su intensidad, solo sería comparable con el registrado casi inmediatamente después de la puesta en marcha de la empresa, cuando la comparación de un ejercicio al siguiente se hacía a partir de cifras muy pequeñas. “No acertamos a entender la subida que se ha dado desde el confinamiento. Es verdad que aquella fue una situación muy difícil tanto para nosotros como para nuestros clientes, y que tomamos algunas decisiones que quizá nos están ayudando ahora”, señala el director de TFS, que se refiere con ello tanto a la carga de trabajo que atendieron, como a la determinación que tomaron de aplazar cobros a clientes, aplicar descuentos en los procesos y, en muchos casos, no facturar por la tramitación de los instrumentos habilitados para que las empresas hicieran frente a la crisis: “Probablemente eso ha llevado a que algunos clientes nos recomienden, también posiblemente ha influido la presencia en Internet, la trayectoria ya de muchos años…. Lo cierto es que hemos tenido un crecimiento atípico, que en algunos momentos provoca cierto vértigo”.

Líneas de negocio

Trámites Fáciles Santander nació como un despacho de abogados especializado en la gestión de permisos de residencia para extranjeros, un servicio que todavía mantiene pero al que fueron incorporándose otros hasta configurar un catálogo que al apartado jurídico suma la asesoría fiscal, laboral y contable para empresas y, desde hace diez años, la gestoría administrativa. El proceso de configuración de las diferentes áreas de negocio, explica el director de TFS, se dio como una forma de dar respuesta a los requerimientos de los propios clientes, antes que como una estrategia diseñada en plazos más o menos largos. En esa evolución se dieron coincidencias que pueden considerarse afortunadas, como el proceso de regularización de extranjeros abierto casi coincidiendo con la puesta en marcha de la empresa, pero sobre todo decisiones que permitieron después enfrentarse en mejores condiciones a las crisis que llegarían más tarde, primero a la financiera de 2008, y luego a la pandémica de 2020.

“En 2004, con la regularización de extranjeros de Zapatero, me encuentro casi de un día para otro con colas de quince o veinte personas a las puertas del pequeño local del Mercado de México en el que empezamos”, recuerda Eduardo Bra, que encuentra ahí la única referencia comparable a la de los últimos dos años en cuanto al ritmo de crecimiento de la actividad. En ese momento incorpora a la empresa a su hermano Víctor para, muy poco después, ampliar la oferta del despacho para dar respuesta a la demanda que detectaba en sus propios clientes: “Nos dimos cuenta de que un porcentaje alto de la gente que regularizábamos montaba su propio negocio, y nosotros éramos sus personas de confianza. Contratamos entonces a alguien para hacer asesoría fiscal. Fue un gran acierto”.

Áreas de trabajo

La asesoría fiscal, laboral y contable aporta actualmente entre el 40 y el 50% del volumen de negocio de la empresa, y es el área que está impulsando el fuerte crecimiento del último bienio. La abogacía, un área que Eduardo Bra define como de largo recorrido, se mueve en cifras estables que suponen entre el 30 y el 40% de la facturación de TFS, quedando el resto de los ingresos –en el entorno del 20%, punto arriba punto abajo– a cargo de la gestoría. Aunque esta última todavía no estaba operativa cuando se produjo la crisis financiera de 2008, la diversificación fue clave para afrontar cambios de ciclo como el que se dio entonces –cuando se produjo un frenazo absoluto en los procesos de regularización de extranjeros y la base de ingresos que aportaba ya la asesoría permitió soportar los gastos– y lo ha sido igualmente ante dificultades como las causadas, de forma no menos abrupta, por la pandemia del covid-19.

Eduardo Bra, director de Trámites Fáciles Santander, con parte del equipo de la empresa, en una de las salas de las nuevas instalaciones.

Además de ganar protagonismo en la cartera de servicios de la empresa y ser el motor del crecimiento en los últimos años, la asesoría  es también el área de negocio con más peso en términos estratégicos. Con la relativa salvedad de la inversión destinada a la adquisición y acondicionamiento de las nuevas instalaciones –que de un modo u otro también puede vincularse con las necesidades de este servicio– a la asesoría se han destinado las actuaciones más relevantes en materia de digitalización, que han sido decisivas –junto al compromiso y versatilidad de la plantilla– para lograr la mejora de productividad necesaria para dar respuesta al incremento de la demanda. Todo el sistema de recepción y atención al cliente, explica Eduardo Bra, está orientado a facilitar la comunicación electrónica y evitar el papeleo, lo que se complementa con la labor de dos dispositivos informáticos –los conocidos como ‘bot’– programados para asumir las tareas más repetitivas y que más horas suelen consumir en una asesoría: la lectura de facturas y la conciliación de apuntes bancarios. “Ahora mismo ya hacen un trabajo increíble, pero ahí vemos un recorrido tremendo, con aplicaciones desarrolladas a medida que permitirán seguir liberando a los trabajadores de las tareas más tediosas y que menos valor aportan”, augura el director de TFS.

La productividad derivada de la digitalización ha hecho posible que el incremento en la carga de trabajo no se haya trasladado de forma lineal a la plantilla, aunque Eduardo Bra prevé nuevas contrataciones a sumar a las dos realizadas durante el último año.

Con todo, y ya con las previsiones correspondientes al ejercicio en curso prácticamente cerradas, el director de Trámites Fáciles Santander cree que 2022 será un año para consolidar el terreno ganado, y no tanto para dar continuidad al fuerte avance de los dos últimos. Eso no significa, advierte, que la empresa descarte objetivos más ambiciosos en plazos más largos, o incluso inmediatos si surgiera alguna oportunidad: “Queremos ver cómo respondemos ante el crecimiento tan vertical que hemos vivido, porque lo que queremos es estar seguros de dar la misma solución y servicio a todos los clientes”, explica Eduardo Bra, que en todo caso no descarta un nuevo salto adelante que diera lugar a la incorporación de más trabajadores: “Puede ser a través del crecimiento orgánico, como hasta ahora, o corporativo, mediante la compra de alguna asesoría si se da esa posibilidad. Estoy pensando en 2023, por ejemplo, pero si la posibilidad surgiera este año, creo que estaríamos preparados”. Es una posibilidad, admite, que dejaría pequeñas las oficinas que prácticamente acaban de estrenar: “No me preocupa, no me dan pereza las mudanzas y me gustaría saltar la barrera de los diez trabajadores, dejar de ser una micropyme. Cuando se pueda, y no pasa nada si no se puede, pero esa es la idea”.


Crecer siendo una sociedad laboral

Siendo ella misma una sociedad laboral, no es extraño que buena parte de la cartera de clientes de Trámites Fáciles Santander tengan esa misma naturaleza jurídica, algo que Eduardo Bra asegura responde no tanto a una especialización como a la propia dinámica de trato con sus clientes: “Acompañamos a muchos emprendedores desde la primera fase de sus proyectos, y como conocemos de primera mano esa figura, es una de las opciones que les explicamos cuando dan el paso de crear la empresa”, exlica el director de TFS, que cree que el desconocimiento que sigue existiendo sobre esta figura societaria hace que no sean muchas las asesorías que contemplen esta alternativa cuando aconsejan a sus clientes. La sociedad laboral –sociedad límitada laboral, o sociedad anónima laboral– implica que más del 50% del capital social de la empresa tiene que ser propiedad de los trabajadores, y que ningún socio puede tener más del 33% de las acciones. Además, esta figura obliga a que la mayor parte de los trabajadores de la empresa sean a su vez socios de la misma, en una proporción fijada por ley y que pone en relación el total de horas trabajadas por los socios trabajadores y por los que no tienen esa condición. Eduardo Bra, que además de director de TFS es presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Economía Social (ACEL), admite que esas premisas legales pueden hacer que las sociedades laborales no sean la mejor opción en todos los casos, pero defiende que sus ventajas las hacen especialmente atractivas en muchos otros: “Hay cuestiones como la posibilidad de que los administradores coticen en el régimen general, o las líneas de ayudas a la constitución de la empresa y a las inversiones, que suponen ya un atracitivo por sí mismas, pero sobre todo la sociedad laboral es una figura que aporta estabilidad y que facilita que los trabajadores se identifiquen con el proyecto». La trayectoria de Trámites Fáciles Santander SLL sitúa a Eduardo Bra en una buena posición para valorar uno de los potenciales obstáculos de las sociedades laborales: el freno al crecimiento que puede suponer la obligación de incorporar como socios a los trabajadores. “Para nosotros no ha supuesto nunca un problema, aunque es cierto que la consolidación que queremos hacer este año, después del crecimiento tan fuerte de los dos últimos, tiene en parte que ver con esto, pero tampoco creo que esa pausa tenga nada de malo”. Sí cree, en cambio, que la reforma laboral, con la práctica eliminación de la temporalidad, puede ser un problema para sociedades laborales y cooperativas: “El cómputo para establecer la proporción entre socios y no socios se hace teniendo en cuenta los trabajadores con contrato indefinido. Al eliminarse la temporalidad, eso podría llevar a que muchas empresas pierdan la calificación de sociedad laboral o cooperativa. Es algo que confíamos que se corrija con las enmiendas en las que ya se está trabajando en comisiones en el Congreso y el Senado”.

El encadenamiento de crisis al que dio origen la pandemia ha alimentado incertidumbres y dificultades que no parecen especialmente propicias para impulsar proyectos empresariales de autoempleo, pero también ha servido como acicate para que muchas personas se animen a trabajar por cuenta propia. Ya sea como recurso para superar una situación de desempleo, o por el convencimiento de la necesidad de tener un mayor control sobre la propia carrera profesional, casi 400 personas optaron el año pasado por iniciar un proyecto empresarial en el que desarrollar su vocación. Tres de ellas repasan las circunstancias que les llevaron a dar el paso, hacen balance del tiempo transcurrido y valoran la influencia que la crisis sanitaria ha tenido en la gestación y puesta en marcha de su idea.

Cristina Bartolomé |  @criskyraJulio 2022

Emprender un negocio o una ocupación profesional propia es la vía por la que han optado en Cantabria 371 personas en 2021, un año que podría pensarse que no ha sido especialmente propicio para ello. Ya sea por una causa o por otra, el hecho es que la pandemia, que tantos negocios arrasó, ha impulsado a trabajadores de sectores muy variados a abrirse camino en solitario en búsqueda de una salida profesional en medio de un ambiente laboral incierto. El común denominador puede ser también el deseo de ser dueño del propio trabajo y sus beneficios y el sentirse independiente para tomar decisiones. Crear un propio proyecto empresarial puede tener esas ventajas que, en la mayoría de las ocasiones, compensa el riesgo y el esfuerzo de ponerlo en marcha.

Carolina Peña, con alguno de los productos de Bollos del Mundo.

Así se desprende del relato de varias emprendedoras que han dado el paso de serlo tras la crisis sanitaria o que, habiendo ya pilotado sus propios proyectos con anterioridad, han buscado nuevos caminos en este tiempo. Carolina Peña, licenciada en Turismo, trabajaba en una empresa relacionada con el alquiler de vehículos que ya cerró antes de la pandemia. Desde agosto de 2021 gestiona un obrador, Bollos del Mundo, ubicado en General Dávila 242, donde elabora repostería internacional, y se muestra convencida de que el paso dado ha sido el correcto. “Desde luego que prefiero este trabajo, porque el anterior era una empresa grande en la cual no puedes desarrollar todo tu potencial, siempre estás a expensas de lo que marcan los demás. Ahora yo marco mis pautas, mi camino, si me equivoco, me equivoco yo, pero si va bien, también acierto yo”, recalca en un repaso las ventajas que tiene el trabajo por cuenta propia: “Ahora sé por dónde tengo que ir”, resume.

El caso de Carolina es el claro ejemplo de ese mantra tan repetido: ‘haz de tu afición tu profesión’. Cuando se quedó sin trabajo decidió desarrollar lo que le apasionaba, la repostería: “Siempre me ha gustado mucho, más que un hobbie era una pasión en la que además, me he formado”. Su afición por viajar y el gusto por los postres, sumado a la escasez de este tipo de productos en Santander, le dio la idea: “Siempre me llamó la atención la bollería de los países nórdicos, por ejemplo, así que investigando fue surgiendo la de otros países, y fui viendo la posibilidad de ofrecer todo eso en Santander, donde no lo había. Al menos yo lo quería comprar y no lo encontraba”.

Bollos del Mundo se basa en la venta bajo pedido, aunque siempre hay una pequeña exposición en el obrador con la que puede atender a quien se acerque hasta allí. Pero su principal cliente es un cliente ‘on line’,  con pedidos de toda España, por más que también sirva en mostrador y tenga ya una notable cartera de clientes entre los vecinos de la zona de General Dávila. Quienes compran sus dulces, explica Carolina Peña, buscan algo concreto: “Nuestro cliente es una persona a la que le gusta algo un poco especial, delicatessen, que sea algo diferente, con buenos ingredientes y sabores, es un cliente que busca algo bueno”.

Marián Sáncal, creadora en 2020 de la consultoría que lleva su nombre y de Translational Hub.

Las cosas están funcionando y hoy en día el esfuerzo se centra en desarrollar el negocio y aumentar la cartera de clientes: “Estoy trabajando bien, estoy muy contenta porque en estos meses ha sido un crecimiento lineal bastante bueno. Espero que la cosa vaya mucho mejor y seguir creciendo, voy a seguir adelante, desde luego, con todas mis fuerzas”.

La Consultoría Marián Sáncal y Translational HUB son dos proyectos que surgen también durante la pandemia. En 2019 Marián Sáncal cerró su compañía Método Sáncal y desde entonces ayudaba a empresas en procesos de transformación organizacional. Los resultados le llevaron a plantearse constituir una consultoría y, aunque desde enero de 2020 preparaba ya el proyecto, trabajó un tiempo por cuenta ajena: “Me seleccionaron para dirigir una empresa de retail cuyo contrato firmaba el lunes 16 de marzo de 2020. Nos confinaron el 15, y me lo tomé como una señal”.

Aportar conocimientos y experiencia podía suponer en esos momentos un valor diferencial, reflexionó, y apostó por la Consultoría Building Future de transformación organizacional para, dice, “ayudar a las empresas a transitar hacia un nuevo paradigma que las hiciera capaces de liderar en máxima incertidumbre”. También se planteó cómo escalar estas nuevas formas al territorio, y comenzó un doctorado sobre ello en la Universidad de Cantabria.

Tras renunciar a una renovación del contrato, nació su proyecto personal: “Una crisis pone de manifiesto que hay cosas que no funcionan, y ahí siempre hay una gran oportunidad. El Covid, creo, ha evidenciado que los sistemas bajo los que operamos hacen aguas, que la manera de organizarnos en estructuras piramidales ya no ofrece soluciones a los nuevos retos”. Marián Sáncal cree que es necesario un cambio de paradigma en el liderazgo, en las empresas y organizaciones y en los territorios: “A esta triple transformación me dedico desde la pandemia. La experiencia ha sido brutal”.

Marián Sáncal lanzó la primera Escuela de Transformación Organizacional con un programa online, trabajando con directivos de España, México y Colombia: “Haber dado apoyo durante la pandemia a estos líderes me ha permitido impactar a más de 20 compañías haciendo realidad mi propósito: aportar un valor diferencial”.  Las circunstancias obligaron a soluciones ‘online’, y ahora cuenta con un sistema híbrido, 70% online y 30% presencial.

Carolina Rodríguez muestra en el móvil la app de su empresa, dedicada a la organización de fiestas.

Además, a finales de 2020 fundó el polo de innovación territorial Translational HUB, con el apoyo del MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Comenzó con 9 personas y hoy son ya 18 en dos equipos, uno en Santander y otro en el Valle de Asón: “Nuestro objetivo es ampliar estos nodos de acción a todos los valles de Cantabria para detectar los problemas de cada zona y facilitar las herramientas de ingeniería social desarrolladas por el MIT para co-crear soluciones sostenibles”.

Cabe preguntarse si el nuevo camino que emprendió puede ser un ejemplo de la transformación a la que abocó la pandemia en otros profesionales y empresas. Marián Sáncal piensa que la pandemia ha puesto de manifiesto que operar en el siglo XXI con estructuras y gestión del siglo XIX está provocando frustración y falta de resultados en las organizaciones: “Podemos decir que somos una ‘especie inadaptada’ al entorno. Y cuanto más ‘extremo’ se vuelve el entorno, más inadaptados nos volvemos. La pandemia ha expuesto el problema de base: la forma que tenemos de relacionarnos en nuestras organizaciones está completamente obsoleta”.

Carolina Rodríguez creó su propio proyecto empresarial tras superar algunos obstáculos.  Es venezolana, madre de dos adolescentes y emprendedora que, en medio de la pandemia, decidió reinventarse y comenzar su negocio de personalización de accesorios y prendas de vestir por un lado y, en paralelo, poner en marcha una empresa de organización de fiestas con decoración de tipis, tienda de forma cónica típica de las comunidades indias y nómadas. “Mi objetivo era ofrecer una forma original de celebrar cumpleaños o cualquier evento, donde los niños puedan disfrutar de manera diferente con juegos, manualidades, cine, música y cualquier actividad recreativa y educativa”.

Las cosas no han sido fáciles para Carolina. Cuenta que cuando decidió emprender aun no tenía permiso de trabajo y estaba a la espera de la tarjeta de residencia: “Soy venezolana y me tocó emigrar a España por la situación en mi país en junio de 2018. Mi mayor impacto al llegar es cuando me dicen que debo esperar entre 6 meses y un año para recibir el permiso de trabajo. Al verme en esa situación supe que debía hacer algo mientras esperaba ese deseado permiso”.

En su afán por formarse, Carolina Rodríguez encontró el programa ‘Mujeres emprendedoras’ patrocinado por Coca-Cola y se unió en diciembre del 2019: “Una experiencia única, nos dieron toda la información y contactos para emprender en Santander, que era lo que yo quería y, aunque con temor, decidí aventurarme y fui a la Cámara de Comercio a solicitar colaboración para realizar mi proyecto de negocio”.

Y en eso llegó la pandemia. Sin embargo, para Carolina fue una especie de tiempo de gracia:  “Siempre lo digo, para mí la pandemia fue un momento para centrarme en mi empresa, decidir qué hacer y cómo hacerlo, redactar mi proyecto, buscar proveedores… Pasaba horas en internet, con muchas dudas, porque no estaba en mi país y no dominaba el tema de proveedores, pero cada día le iba dando forma a eso que yo quería”. Cuando concluyó el confinamiento y finalmente recibió la tarjeta de residencia, pudo tramitar toda la parte legal y darse de alta como autónomo. “Pedí un crédito bancario que a través de la Cámara de Comercio y la carta de viabilidad me fue otorgado” y con ello pudo adquirir materiales y maquinaria.  “A partir de ahí, empecé a trabajar día y noche desde casa”.

Carolina explica que la experiencia con la Cámara de Comercio fue única, y está “enormemente agradecida” a David Ramos, responsable de Creación de Empresas y Comercio Minorista de la entidad cameral que, destaca “siempre dispuesto a ayudarte y orientarte”. Recomienda acudir a la Cámara a cualquier emprendedor, o al Coworking del Ayuntamiento de Santander, o al Centro Internacional Santander Emprendimiento: “Y a toda formación que te ayude a dar un salto a tu negocio, con gente profesional que te capacita para mejorar tu emprendimiento, aquí en Santander lo tienes y es gratis”.

Tras los meses de preparación, Carolina Rodríguez empieza a ver florecer su empresa y le gustaría ampliar el negocio: “Hacer más cosas que por miedo a la pandemia había decidido no hacer, pero ver la satisfacción de los clientes me hace seguir adelante y apostar más por mi proyecto”. ¿Algún consejo para emprender? “Todo comienzo es difícil, pero la perseverancia y la constancia te hacen fuerte, solo debes confiar en ti, ser curioso, asistir a eventos de emprendedores y reunirte con gente que, cómo tú, está saliendo adelante”.

Los ex jugadores Colsa y Munitis abren, junto a Higuera, Canales, Álvaro González y Daniel Raba, un centro de formación para futbolistas en el Polígono de Raos. Con una inversión de 300.000 euros, este proyecto enfocado a mejorar la técnica de los jugadores de fútbol base de la región arranca este mes de abril con un primer Clinic Avanzado de Tecnificación. Su objetivo: formar a los niños y niñas aficionados al balompié y controlar a los nuevos talentos que surjan.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Mayo 2022

Formar a jóvenes futbolistas e identificar y controlar a los nuevos talentos del balompié que puedan surgir en Cantabria. Ese es el objetivo principal de Futbox Santander, una empresa de reciente constitución que aspira a dar una oportunidad a todos los niños y niñas que sienten pasión por este deporte. Así lo reconoce Gonzalo Colsa, actual director de Fútbol Base del Real Racing Club, y uno de los impulsores, junto a Pedro Munitis, de este proyecto pionero en Cantabria.

“Pedro [Munitis] y yo llevábamos tiempo dándole vueltas a esta idea pero, entre unas cosas y otras y la pandemia, no acabábamos de arrancar. Lo que pretendíamos era conjugar nuestra experiencia profesional en la Clínica Colmun –un centro de rehabilitación y readaptación de lesiones abierto en 2011 en Mompía del que ambos ex futbolistas son socios–, con la práctica y desarrollo del fútbol, que es lo que realmente nos apasiona”, relata para explicar cómo nace este proyecto del que también participan el ex jugador y ex presidente racinguista Manuel Higuera –aparece junto a Colsa como administrador mancomunado de la sociedad– y los jugadores cántabros en activo Sergio Canales (Real Betis), Álvaro González (Olympique de Marsella) y Daniel Raba (Granada CF).

Gonzalo Colsa, en las instalaciones de Futbox, junto al mural en el que aparecen las imágenes de todos los socios del proyecto: Dani Raba, Srgio Canales, Álvaro González, Pedro Munitis, Manolo Higuera y él mismo.

Para cumplir con su propósito, este centro de formación para futbolistas de deporte base acaba de abrir unas modernas instalaciones en una nave de 2.000 metros cuadrados en el Polígono de Raos en las que han invertido unos 300.000 euros. Se trata de un espacio que cuenta con dos campos de fútbol de hierba artificial de treinta metros de largo por veinte de ancho y una pista de padbol –una nueva disciplina deportiva que fusiona el fútbol con el pádel–, además de un gimnasio para la optimización, prevención y recuperación de los deportistas.

En concreto, Gonzalo Colsa explica que su propuesta pretende ser un refuerzo tanto para los jóvenes futbolistas que ya compiten en clubes de Cantabria y quieren una clase particular extra, como para aquellos otros chicos y chicas a los que les gusta este deporte pero no la competición liguera de todos los fines de semana. “Queremos centrarnos en que los jugadores y jugadoras se formen según su edad y nivel: que aprendan a controlar un balón, a dar un pase con el interior del pie, a golpear, a regatear, a levantar la cabeza… En suma, una trabajo más individualizado y específico con el que estamos convencidos de que van a mejorar”, resume.

Grupos reducidos

Para satisfacer esta oferta, el exfutbolista de Ramales de la Victoria avanza la creación en su centro de grupos reducidos de no más de seis integrantes para que el entrenador pueda prestar una adecuada atención a cada uno de ellos. “Intentaremos que estos grupos sean lo más homogéneos posibles en cuanto a nivel futbolístico para que el aprendizaje de todos los participantes sea lo más parejo posible. Habitualmente, en las categorías inferiores, vemos equipos en los que hay algún jugador muy bueno y otros que apenas han empezado a jugar. ¿Qué ocurre?, que los mejores no progresan y los que están iniciándose ven que no participan tanto como deberían. Y eso es precisamente lo que queremos evitar”, aclara sobre el funcionamiento de las clases. Dirigido a pequeños desde los seis o siete años y hasta juveniles, el fin de esta academia privada es detectar carencias y habilidades de cada jugador, pero siempre desde un punto de vista lúdico. “Aquí tienen que venir a divertirse”, puntualiza.

Con Futbox Santander, sus impulsores quieren de igual modo dar cumplimiento a los objetivos que se han marcado tanto la Federación Cántabra como la Real Federación Española de Fútbol que, dentro de su plan estratégico, contempla el proyecto ‘Excelencia deportiva’ dirigido a la creación en cada comunidad autónoma de centros de tecnificación para controlar a las jóvenes perlas futbolísticas que vayan saliendo. En este sentido, Colsa resalta que la federación cántabra va a disponer de un espacio

Vista panorámica de las instalaciones de Futbox, que cuentan con dos campos de fútbol y una pista de ‘padbol’.

en el que poder realizar sus entrenamientos. “Vendrán con sus entrenadores para hacer ese trabajo de tecnificación y con su personal sanitario para hacer igualmente las evaluaciones médicas que tienen que realizar a sus jugadores, pero siempre bajo la metodología que nosotros tenemos instaurada”, enfatiza.

Temporada futbolística

Sobre la programación de las clases, el director de Fútbol Base del Racing admite que se adaptarán a lo que los niños quieran o necesiten, pero que lo ideal sería que se prolongaran durante un curso académico o temporada de fútbol completa, es decir, de septiembre a junio. “Entiendo que habrá niños que ya entrenan con sus equipos y que con que vengan un día a la semana será más que suficiente. En cambio, los que no compitan quizá convenga que entrenen dos días”. Del mismo modo, sugiere que es posible que los de edad cadete o juvenil, donde las exigencias físicas ya son mayores, no solo necesiten trabajar la tecnificación en grupos reducidos, sino que también quieran mejorar su físico y contratar los servicios de un preparador, o incluso de un entrenador que les ofrezca ese feedback continuo de lo que tienen que hacer. “Habrá que organizarlo”, concede.

Para su desarrollo, Gonzalo Colsa anuncia que se van a rodear de personas del mundo del fútbol, con José Picón –futbolista todavía en activo– al frente de todas ellas en calidad de gerente y director deportivo. “Las jornadas matinales –expone– el servicio estará más enfocado al entrenamiento personal y a la rehabilitación y readaptación de lesiones, una tarea para la que Futbox Santander contará con dos profesionales del área de la preparación física y fisioterapia. Las tardes, por su parte, estarán centradas en los aspectos más deportivos con entrenadores que contrataremos en función de la demanda, pero que seguramente serán en torno a cuatro o cinco”. Hasta aquí la teoría porque, como señala el propio Colsa, la actividad del centro no arrancó hasta esta Semana Santa. “Tras las vacaciones, y hasta final de temporada, programaremos un trimestre de actividad para ver cuál es la respuesta del público con el objetivo de poder empezar a pleno rendimiento en septiembre”, anticipa sobre la planificación a corto plazo.

Entre 250 y 300 alumnos

Gonzalo Colsa, uno de los promotores de Futbox Santander, juega con futbolistas de las secciones inferiores del Racing en las instalaciones de la academia que ha montado en el polígono de Raos.

Cuando esto ocurra, Colsa confía en alcanzar entre los 250 y los 300 alumnos al año, a los que aventura, aunque con muchas reservas, el precio que con carácter general deberán pagar por recibir formación: en torno a 80 o 90 euros al mes. Entre sus clientes, también estarán los equipos de las secciones inferiores del Racing, club con el que ha llegado a un acuerdo de colaboración “desinteresado” para que sus jugadores “se diviertan” en nuestras instalaciones. “Será como lo que el club cántabro hace ya en su Academia, pero diferente y más avanzado”, afirma antes de enfatizar que “nosotros, además de amar este deporte, ante todo somos racinguistas” (de hecho, el Infantil A entrenaba en Futbox Santander el día de esta entrevista).

En cualquier caso, el que fuera centrocampista del Racing y del Atlético de Madrid, entre otros equipos, insiste en recordar que su centro estará abierto a todos los jóvenes que sienten pasión por el fútbol, aunque no les guste estar el fin de semana en ‘modo competición’. “Queremos que vengan aquí igual que si fueran a una clase particular de inglés o de matemáticas”, incide.

Con las miras puestas a medio plazo, el promotor junto a Munitis de este proyecto no descarta llevar a cabo iniciativas conjuntas con centros similares al suyo. “Somos en la actualidad el más grande del norte de España, pero estamos abiertos a colaborar con personas del fútbol que tengan una visión de este mundo similar a la nuestra”, asegura el ex futbolista.

En este sentido, Colsa sostiene que hasta su llegada la Racing no se hacía nada de tecnificación con los más pequeños. “Ahora, tenemos un director de metodología y vamos a hacer una sesión con los equipos alevines al campo del Atlético España de Cueto y, en contraprestación, también la hacemos con los benjamines y alevines de este equipo del norte de la ciudad. Llevamos ya una veintena de entrenamientos”, reconoce. “Los niños tienen que trabajar ciertas tareas según su edad y nivel. No podemos saltarnos eso ni ir más deprisa porque nos equivocaremos. Está claro que en las secciones inferiores del Racing se concentra el mayor talento de la región, pero tenemos que saber qué hacer en cada momento y con cada grupo de chavales. Detectar su carencias y corregirlas”.

“No es importante que un niño de ocho años sea fuerte físicamente. A mí me llama mucho más la atención que se sepa perfilar, que controle bien el balón… Nuestra intención es trabajar para mejorar individualmente a los jugadores. Que entiendan que es su momento, que la formación es muchas veces repetir y repetir”, explica Gonzalo Colsa, que al mismo tiempo recuerda que la formación no puede quedarse ahí: “Talento también es la actitud de un niño que quiere mejorar. El formador debe saber transmitir entonces al niño que si ha nacido para ser un ‘seis’ en el campo, un recuperador de balones, no puede ser un ‘diez’”, detalla.

En su visión del fútbol base, el socio fundador de Futbox Santander relata que, desde su desembarco como máximo responsable de las secciones inferiores del Racing, ha intentado inculcar a los pequeños racinguistas que lo importante no es ganar la liga, ni siquiera el partido del fin de semana. “Lo realmente importante es lo que hacemos de lunes a viernes. Y que no nos salgamos de este guion”, subraya. En su análisis, admite que este planteamiento cambia un poco cuando los jugadores llegan a División de Honor juvenil, cuando la competición y la formación empiezan a tener un peso similar: “Pero hasta esa edad y categoría hay que cambiar el sistema y la mentalidad. Me da igual quedar primeros que quintos o sextos. Si ganamos la liga, lo celebramos, pero insisto, no es lo más importante. Por tanto, el mensaje de los entrenadores tiene que ser ese. Pero en el fútbol base hay una carencias enormes, las más de las veces por falta de medios”, recapitula y expone: “Cambiar esta dinámica en un club que tiene treinta equipos es muy complicado. Y si encima le pagas 50 euros al entrenador, pues entonces más aún. Al margen de lo que tienen que aguantar. Yo quiero cambiar esto. Lo estoy intentando en el Racing y ahora quiero hacerlo en un proyecto que es mío. Mi idea es muy sencilla: quiero una fábrica de futbolistas, pero antes de nada de personas con educación y respeto. Por ahí empieza todo”, concluye.

El proceso de creación de un nuevo medicamento es lento, complejo y extraordinariamente caro, y eso aunque la empresa cuente con la exclusividad en el uso de una determinada patente. La cántabra Inhibitec, nacida a partir de un grupo de investigación del CESIC y la Universidad de Cantabria, trabaja en un tratamiento contra la psoriasis basado en una patente presentada en 2015 que protege un anticuerpo desarrollado por la empresa que ha probado ya su eficacia con animales. Para ir más allá y probar la solución en humanos, la empresa ha contado con la aportación de sus inversores y el apoyo de entidades públicas y privadas, pero las fuentes de financiación actuales no alcanzarán para cubrir las siguientes etapas, que requieren un mínimo de 10 millones de euros antes de estar siquiera en condiciones de validar la eficacia del medicamento. Solo la absorción o el acuerdo con una gran farmacéutica harían posible producir y vender el fármaco.

Cristina Bartolomé |  @criskyra | Marzo 2022

Si para cualquier empresa es siempre un reto la investigación, el desarrollo y la innovación que dé lugar a un nuevo producto, para una que trabaje en el sector de la biotecnología el proceso se complica y se alarga hasta un punto que hace muy difícil que una pyme pueda completar el proceso, por más que cuente con los conocimientos para hacerlo. Fundada en 2019, la cántabra Inhibitec Anticuerpos SL ha ido cubriendo etapas para el desarrollo de un tratamiento basado en una molécula descubierta por sus promotores, en una labor que, si alcanza los objetivos que se persiguen, situará a la empresa ante la necesidad de inversiones millonarias para seguir adelante, y todo mucho antes de tener un producto que vender en el mercado. Una carrera que da cuenta de la extraordinaria complejidad que tiene el desarrollo de un nuevo medicamento y que se disputa también contra el tiempo, porque la patente en la que se basa el tratamiento caducará a finales de 2035.

Inhibitec trabaja desde hace un par de meses en un laboratorio propio dentro de las instalaciones del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de Cantabria (IBBTEC) en el PCTCAN. Este centro mixto de la Universidad de Cantabria, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Sodercan lanzó hace dos años la primera convocatoria del programa OpenLab-Innova, cuyo objetivo es precisamente la selección de proyectos innovadores en biotecnología y medicina para apoyarlos en su desarrollo y dotarlos de asistencia empresarial. Inhibitec fue seleccionada dentro de ese programa y actualmente se encuentra orientada a la fase preclínica y clínica de un anticuerpo monoclonal (mAb) como alternativa terapéutica para tratar enfermedades autoinmunes, principalmente psoriasis y artritis psoriásica. El CSIC y la UC han firmado un acuerdo de licencia con la compañía para el desarrollo y explotación de la tecnología, basada en una patente propiedad precisamente de ambas instituciones.

Ramón Merino y su hermano Jesús, investigador científico del CSIC y catedrático de Inmunología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria, respectivamente, aportan los resultados científicos que conforman la base tecnológica sobre la que se asienta la empresa, que desarrolla un nuevo enfoque para abordar la artritis y la artritis psoriásica mediante el desarrollo de un nuevo mAb que permite la inhibición farmacológica de BAMBI, (BMP y Activin Membrane-Bound Inhibitor), una molécula implicada en la generación y función de células inflamatorias y que es precisamente la primera piedra sobre la que se asienta el proyecto. “Mi hermano y yo llevamos estudiando toda nuestra vida enfermedades autoinmunes y en nuestra carrera lo que hemos tratado es encontrar moléculas implicadas en el desarrollo de las enfermedades y saber si su inhibición tendría efectos terapéuticos, es decir, lo que se llaman dianas terapéuticas”, señala Ramón Merino, que explica que ese proceso de identificación es algo crucial porque es lo que posibilita el desarrollo de nuevos tratamientos basados en su inhibición o su potenciación.

En una de esas búsquedas, los hermanos Merino dieron con la molécula BAMBI, en la que identificaron una de esas funciones que podía dar pie a un tratamiento: el bloqueo de esta molécula conducía a inhibir las células directamente responsables de la enfermedad autoinmune, las células inflamatorias, y conducía también al aumento de una población de células inmunes anti-inflamatorias: “Eso es rompedor y totalmente novedoso porque hasta ahora los tratamientos de enfermedades autoinmunes están dirigidos a bloquear las moléculas inflamatorias, por tanto, nuestro abordaje era distinto”. A partir de ese enfoque, los investigadores desarrollaron un mAb contra BAMBI que ha probado ya sus efectos terapéuticos en la fase preclínica, con animales, y que ha dado lugar a una patente propiedad del CSIC y de la Universidad de Cantabria. “Cuando llegamos a este punto, valoramos la posibilidad de ir más allá: intentar llegar a fases clínicas y probarlo en humanos. Es un camino muy largo y exige una financiación extraordinaria. Comprendimos que no se podía hacer desde el mundo académico y que había que dar un paso. Lo dimos, gracias a la unidad OpenLab del IBBTEC, cuyo objetivo es poner en contacto a investigadores con el mundo empresarial, con inversores”, explica Ramón Merino.

Ramón Merino, investigador del CSIC, en el laboratorio de Inhibitec Anticuerpos, la empresa fundada a partir de las investigaciones desarrolladas junto a su hermano Jesús para desarrollar la patente a la que dieron lugar.

Fruto de esos contactos se crea Inhibitec Anticuerpos, que nace en 2019 con un capital inicial de 48.750 euros, ampliado posteriormente hasta los 97.500 euros. Son, en todo caso, cantidades que apenas cubren una mínima parte de lo necesario para afrontar las primeras fases de desarrollo, que a su vez suponen una pequeñísima proporción del total de la inversión necesaria para completar el proceso. La empresa ha contado hasta ahora con varias subvenciones del Gobierno de Cantabria, Sodercan, del programa Neotec del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial) y financiación procedente de la Empresa Nacional de Innovación (Enisa), lo que valida a la biotecnológica cántabra como empresa innovadora. Adicionalmente, Inhibitec ha recibido el reconocimiento de la estadounidense National Psoriasis Foundation con una aportación de fondos de 200-000 dólares. En total, algo más de 850.000 euros que han servido para acometer la tarea de modificar el mAb original para su utilización en humanos, en lo que se conoce como ‘humanizar’ el anticuerpo. Inhibitec ha podido contratar a dos personas, a las que próximamente se sumarán otras dos, que trabajan en el laboratorio que ha montado la empresa en las instalaciones del IBBTEC.

El fármaco que desarrolla la empresa cántabra en ningún caso llegaría al mercado antes del año 2028 o 2030, según explicó Gabriel Mesquida, CEO de Inhibitec, en una jornada sobre financiación de ‘startups’ organizada por Sodercan y Enisa, celebrada de forma virtual el pasado 30 de noviembre. Hasta llegar ahí, y además de las etapas ya cubiertas, quedaría encarar precisamente los pasos más complicados y que requieren mayores necesidades de financiación.

“Hasta ahora hemos completado el proceso de humanización de nuestro mAb”, indica Ramón Merino. El objetivo, explica, es demostrar que el anticuerpo, que ha funcionado en animales, sigue teniendo la misma actividad en humanos. “Pero antes será necesario empezar todo el proceso regulatorio en animales, lo que es la fase preclínica, determinar la toxicidad potencial de este fármaco y los estudios farmacológicos, que son los que se requieren para solicitar de las agencias del medicamento, española, europea y americana, el permiso para empezar los estudios en humanos”. El problema, señala el investigador cántabro, es que todos esos estudios tienen que ser realizados por agencias acreditadas, en un entorno regulatorio muy estricto y requieren una enorme inversión, que cifra en cerca de 10 millones de euros para llegar a la primera fase clínica: “Está claro que este tipo de estudios no podemos hacerlos con las fuentes de financiación que hemos tenido hasta ahora, tenemos que ir a rondas de financiación externa”.

El capital necesario para financiar esta etapa puede llegar de fondos de capital riesgo o de compañías farmacéuticas, dice Ramón Merino, que confirma que ya ha habido contactos con alguna. Como puntos fuertes para lograr la llegada de inversores, el investigador del CSIC menciona la solidez de la fase preclínica y las publicaciones en revistas especializadas. “También, que ya tenemos el anticuerpo humanizado que es un paso muy importante. Además, planteamos un medicamento con un mecanismo de acción novedoso y datos de laboratorio indican que nuestro abordaje terapéutico es mejor que los existentes en el mercado”, asegura Merino.

Si consigue la financiación para acometer esta etapa, Inhibitec podría culminar la fase preclínica en un plazo de dos años, lo que abriría la puerta a evaluar la toxicidad en humanos –etapa 1 de la fase clínica– y después las fases 2 y 3, en las que se valida la eficacia del medicamento. “Una empresa de nuestro tamaño no puede asumir esas fases, es imposible. Si ahora requerimos cerca de 10 millones de euros, para hacer la fase 3 son necesarios cientos de millones”, calcula el fundador de Inhibitec. La hoja de ruta, que Ramón Merino considera que es común en cualquier empresa biotecnológica que acomete el desarrollo de un fármaco, es ser absorbida o llegar a un acuerdo de licencia con alguna gran farmacéutica: “El desarrollo posterior se va de las manos y tiene que entrar la ‘big farma’ porque la inversión que se requiere es enorme”.

En ese camino, explica Ramón Merino, la ‘start-up’ va incrementando su valor: “Si vendiéramos ahora la empresa no costaría lo mismo que si la hubiéramos vendido antes y lo que podamos conseguir en los próximos meses también incrementa su valor. En este momento, con el hito cumplido del anticuerpo humanizado, resulta una valoración de dos millones de euros. Todo eso sin contar con que el espectro de actuación podría ampliarse orientándolo a otras enfermades inflamatorias”. Con todo, y sin necesidad de ampliar su valor terapéutico más allá de la psoriasis, el potencial es enorme y anima a seguir buscando financiación para acometer las siguientes fases de desarrollo. El investigador cántabro menciona algunos datos que dan buena cuenta de ello: la psoriasis afecta aproximadamente a 150 millones de personas en el mundo, el 3% de la población mundial, y el 30% de esos enfermos padece en concreto la artritis psoriásica, casi 50 millones de personas. “El mercado de tratamientos contra la psoriasis movió 40 billones de dólares en el año 2019; en cuanto a la artritis psoriásica, podría generar unos 12 billones, y si hablamos de la artritis reumatoide, mucho más dinero. Nuestro mercado potencial es mundial, hay personas que padecen esta enfermedad en todo el mundo, es una de las patologías prevalentes y que tiene un tamaño de mercado enorme”. Con esos números, todo el sector farmacéutico ha puesto el foco en estas enfermedades, de manera que todas las grandes multinacionales tienen en su cartera fármacos biológicos (mAb) contra las enfermedades inflamatorias. “Es un mercado tremendamente competitivo por eso hay que diferenciarse y nuestro anticuerpo es novedoso y llama la atención”.

Además de ser largo y requerir una elevada financiación, el proceso para crear un fármaco como el que ahora desarrolla Inhibitec tiene mucho de carrera contra el reloj, debido a los plazos que marca la patente. En el caso de la que utiliza la empresa cántabra, esta es propiedad del CSIC y la Universidad de Cantabria, que ha otorgado la licencia a Inhibitec, que tiene la exclusiva de su uso y que, en su caso, podría sublicenciarla a una farmacéutica, o vender la empresa y con ello esa exclusividad. Pero con fecha de caducidad: “Hemos patentado la molécula y su uso, por tanto, el hallazgo está protegido, para eso valen las patentes. Sin embargo, la patente da derecho a 20 años de protección desde el momento en que presentas el primer borrador, y nosotros lo presentamos a finales de 2015”. La protección, por tanto, expira en 2035, un año no tan lejano si tenemos en cuenta todo el camino que queda por recorrer: “Si no encontramos financiación, no podremos desarrollar la idea, tendremos que competir con el resto de los productos en el mercado o que van a desarrollarse”, lamenta Ramón Merino, que considera que veinte años es poco tiempo y deja a cualquier empresa que desarrolla un fármaco ante unos pocos años para rentabilizar inversiones enormes, lo que a su vez implica que los precios con los que sale al mercado sean muy altos. “Hay bastantes fármacos que, cuando queramos llegar al mercado, van a ser ya genéricos y su precio bajará. De ahí la importancia de sacar un fármaco novedoso, que dé un plus. Nosotros confiamos en que nos diferenciaremos del sector”.

Creada hace un año por dos profesionales que contaban ya con trayectoria y mercado fuera de la región, Las Hermanísimas SL ha traído a Cantabria una actividad y un modelo de negocio que no existía hasta su llegada: una productora que trabaja para otra ofreciendo servicios integrales, desde la localización a los actores, pasando por la gestión de permisos de rodaje o la puesta a disposición de todo el equipo técnico necesario para la producción. Doce meses después de echar a andar, los encargos atendidos por la empresa han servido para sacar adelante campañas publicitarias de firmas como Adolfo Domínguez, Zara Kids, Oysho o Mahou, y han dado trabajo a 144 profesionales de la región.

Cristina Bartolomé |  @criskyraFebrero 2022

Tal vez les tocó la lotería, porque fue precisamente el 22 de diciembre de hace un año cuando comenzó oficialmente la andadura de la productora Las Hermanísimas. La forma de empezar a rodar en Cantabria ha sido mediante la figura de `full service’, es decir, una productora que trabaja para otra productora ofreciendo servicios integrales para la producción cinematográfica, publicitaria, de series y de televisión. Aunque hay un colectivo de profesionales del sector audiovisual en la región, este concepto es nuevo en Cantabria. “Nosotras somos el primer ‘service’ de Cantabria, una productora que ofrece servicios integrales a otras productoras que quieren venir a rodar aquí de la manera más fácil”, explica Meri Ingelmo, socia fundadora y productora ejecutiva de Las Hermanísimas: “Les ofrecemos buscar localizaciones, gestión de permisos, castings, equipo técnico, material, todo lo que les haga falta para poder llevar a cabo su producción. No somos una productora que genere contenidos, sino que trabajamos para otras productoras”.

La idea surgió de la misma experiencia. Según relatan las hermanas Ingelmo, cuando venían a su tierra –ambas son de Santander– se percataban de las carencias que existían dentro del sector, ya que no había ningún tipo de servicio: “No existe una industria real y, sin embargo, hay un nicho de mercado fabuloso”, señalan. Y durante los meses de pandemia se propusieron iniciar un nuevo camino avaladas por su experiencia, aquilatada durante más de una década de trabajo radicado en Barcelona y realizado también en otros países, como Estados Unidos, Alemania, México, Cuba y Holanda.

El equipo de profesionales que forman hoy Las Hermanísimas SL posa en las instalaciones de la empresa, en San Román de la Llanilla. De izquierda a derecha, Bea Sainz, Meri Ingelmo, Ana Ingelmo y Roberto Silva

Aseguran que el sector les ha recibido muy bien, y que no son competencia para ellos, apunta Ana Ingelmo, directora de arte de Las Hermanísimas y socia fundadora de la empresa junto a su hermana. Su llegada a Cantabria y el inicio de sus trabajos ha significado la contratación de 144 profesionales de la región para los proyectos en los que ha trabajado la productora: “Tenemos muy claro que todo tiene que ser cántabro y, si hacemos una excepción, que sea del norte”. El objetivo, explica, es situar a Cantabria como “un lugar real” donde se puede desarrollar la industria audiovisual: “Podemos tener profesionales y proveedores de aquí, lo que además puede significar que los presupuestos sean un 20% más baratos y por ello seamos más competitivas”. De esta posición han surgido decenas de encuentros y cafés con los profesionales de Cantabria para conocerse, generar sinergias y desarrollar una red de trabajo. Así que el balance de estos doce meses de rodaje, nunca mejor dicho, “es muy bueno”, señalan al unísono las fundadoras de Las Hermanísimas.

Emprender el negocio

“Nosotras sabíamos mucho de rodaje y poco de emprender”, afirman para explicar el proceso que, con apoyo de la Cámara de Comercio, dio lugar a la sociedad limitada que hoy es Las Hermanísimas. Tras unos meses de estudio y consultas, dieron el paso, animadas además porque ya tenían mercado para lo que hacían: “Nuestros clientes ya existían, algunos de Alemania y Estados Unidos y el resto de Barcelona y Madrid. Hemos traslado nuestro trabajo a otra comunidad autónoma, nuestros clientes nos conocen de toda la vida, nos hemos criado con ellos”.

Comenzaron, asegura Meri Ingelmo, con no mucho dinero, pero al cabo de menos de un año la inversión está ya totalmente recuperada. Para emprender esta aventura empresarial concentraron la inversión en lo básico para empezar: adecuar la nave, una conexión a internet y la web, además de la cantidad necesaria para crear la sociedad limitada. El caso es que los trabajos llegaron enseguida: “El 6 de enero entró el primer encargo y desde entonces hemos presupuestado 56 proyectos, de los cuales hemos realizado 25, o sea, casi el 50%”. De momento no funcionan como productora, pero es un objetivo que está en camino, dado que comenzar como ‘service’, señalan, era la manera de empezar. Se puede decir que han arrancado el proyecto con buen pie, ya que han acudido a ellas las productoras de los anuncios de Adolfo Domínguez, Hackett, Zara Kids, Omega, y Alliance, estas dos últimas contando con regatistas olímpicos españoles y neozelandeses residentes en el CEAR de Vela. También han gestionado el anuncio de la campaña de verano de Mahou, el de la campaña de invierno de Oysho y la producción de la Semana Internacional de Cine de Santander.

Meri detalla los pasos para realizar un trabajo de ‘service’: “En realidad nuestros clientes no son la marca. En el mundo de la publicidad una marca saca a concurso la campaña y las agencias de publicidad diseñan el ‘brief’. Cuando una agencia lo gana, lo saca a concurso para que una productora lo ejecute y cuando esa productora lo tiene, nos contrata a nosotras para ejecutarlo en Cantabria. Nuestro cliente real es la productora madre”. El resultado de todos estos trabajos es que Las Hermanísimas ya tiene a cuatro personas en nómina y una en prácticas.

Abriendo caminos

Conocer bien el oficio, su experiencia en el sector y contar con clientes de antemano, ha simplificado los pasos previos a la apertura del negocio. Aun así, ello no ha impedido establecer contacto con entidades y asociaciones vinculadas al sector audiovisual en Cantabria con las que aseguran tener una buena relación. Meri matiza que Las Hermanísimas realizan una actividad que de momento no existía en Cantabria, “tal vez porque el propio sector no se acaba de creer que el audiovisual sea una industria, que produzca dinero”. Apunta que probablemente la razón de ello sea porque lo audiovisual se ve habitualmente como una actividad cultural, atemporal, como un empleo inseguro. Pero asegura que esto evidencia que esta visión es fruto del desconocimiento: “No es que sea temporal e inestable, sino que tiene otra metodología. Tal vez hasta ahora en Cantabria se había instalado la cultura del cortometraje, que es la casilla de salida en este sector. Pero no es un trabajo real, no están definidas las tareas, ni los personajes que lo desarrollan… Simplemente hay un desconocimiento porque nunca nadie había lo había realizado, se ha ido haciendo por parches y al llegar nosotros algo ha cambiado, porque somos muy estrictos y damos los mismos pasos que en Madrid y Barcelona, como, por ejemplo, las altas de los trabajadores en el régimen de artistas, con riesgos laborales, seguros de rodaje, permisos, etc”. El objetivo, insiste la fundadora de Las Hermanísimas, es profesionalizar el sector: “Hacerlo real, que entre dentro del sistema que ya existe, donde hay unas normas que cumplir. La gente tiene que creer de verdad que esto es una industria, no un pasatiempo”.

Crear sinergias, crear industria

Meri y Ana Ingelmo, fundadoras de Las Hermanísimas SL

Llegar a Cantabria desde espacios donde la producción audiovisual es una “forma de vida” es importar también maneras de hacer. El ‘know how’ de Las Hermanísimas incluye la capacidad de establecer relaciones entre los profesionales del sector para salir ganando con la colaboración mutua: “En este sector somos todos somos ‘freelance’, de ahí la necesidad de estar siempre conectados y generar una red”, asegura Meri, que explica que a nivel nacional no funciona que cada uno se limite a su microproductora: “No se crea un sector”, concluye. Por ello, una de las iniciativas que han puesto en marcha es crear un grupo, ‘Sinergia Cantabria Audiovisual’: “Para “hablar, pedirnos cosas, preguntar dudas a los demás…” Ya desde su llegada establecieron contacto con los profesionales del sector audiovisual, que han ido visitando la nave donde Las Hermanísimas tiene su sede, en San Román de la Llanilla, y de ahí han surgido contactos y trabajos: “Con la gente que ha pasado por aquí estamos creando un equipo y cuando tenemos un proyecto les llamamos, hemos provocado que haya más trabajo, un trabajo profesional”, asegura Meri Ingelmo. “Hemos abierto la puerta para conocernos y que formen parte del desarrollo del proyecto del sector audiovisual, en el que todos debemos participar. Hemos llegado como para juntar a la gente, la gente empieza a creer en lo que realmente hace”, añade su hermana.

Apoyo de las administraciones

Aunque Cantabria sea un plató natural y haya un nicho de mercado para el negocio audiovisual por la proliferación de plataformas de contenidos audiovisuales, el caso es que aún hay tarea por hacer. Según las hermanas Ingelmo, el apoyo de las administraciones es fundamental y sería necesaria una Cantabria Film Office para gestionar los permisos de rodaje porque, dicen, muchas veces no se sabe a dónde llamar. Ana se dedica a ello dentro de la empresa Las Hermanísimas. Opina que los ayuntamientos y la administración regional deberían apoyar al sector, en referencia a esa agilización de permisos y demás trámites necesarios para que un equipo pueda realizar un rodaje en determinado escenario o lugar. Otra posibilidad es la de facilitar la formación específica necesaria, y Meri apunta la celebración de ‘masterclass’ para formar en producción y sacar adelante los proyectos: “Sería terrible tener que decir que no cuando te llamen para hacer un proyecto porque no hay gente preparada y nos falten manos”.

Otra de las medidas que consideran que serían muy beneficiosa para el sector sería establecer ayudas fiscales, y señalan a la comunidad de Navarra como referente en este punto: “Allí el sector tiene un apoyo muy grande y están creyendo en su industria”. Los rodajes en esa comunidad autónoma obtienen un beneficio fiscal del 45%, y Ana Ingelmo añade que en la comunidad foral se han producido siete series de televisión y más de doscientos rodajes en dos años. El último ejemplo, bien conocido, ha sido el anuncio de la Lotería de Navidad de 2021.

Hablar del sector audiovisual no es solo hablar de las películas en las que un paisaje o una comunidad autónoma sale de cine. Es también hablar de economía. Las Hermanísimas defiende que el impacto directo de este sector es la actividad económica que se deriva de los servicios de la producción audiovisual en la región, originando un impacto sobre la economía, renta y empleo. Y las cifras son importantes.

¿Cuánto rendimiento podría generar un sector audiovisual ágil en Cantabria? Según Ana y Meri Ingelmo, inicialmente podría alcanzar unos beneficios de unos cinco millones de euros al año. Una estimación que sería muy modesta si tenemos en cuenta las referencias de comunidades limítrofes: “Pero es que Cantabria en esto está todavía muy lejos del País Vasco, por ejemplo”, señalan. Según datos de a San Sebastian-Gipuzkoa Film Commission que citan las fundadoras de Las Hermanísimas, los rodajes llevados a cabo en el año 2019 en la capital donostiarra dejaron un impacto económico de 10 millones de euros en el territorio guipuzcoano. La totalidad de los proyectos rodados en la provincia supusieron 35 millones de euros estimados de presupuesto, según los datos que manejan. En Vizcaya, el impacto directo asociado a la producción audiovisual alcanzó trece millones de euros en 2020, con un impacto económico inducido de 22 millones y la contratación de 2.629 profesionales vascos.

El hecho de que cada vez haya más oferta de contenidos audiovisuales gracias a las plataformas ‘on line’, que tan de moda se pusieron durante la pandemia, significa tener un espacio abierto para las nuevas producciones y un balón de oxígeno para todo el sector. Si embargo, no solo es necesaria una atmósfera propicia y, además de la experiencia, hace falta un algo especial para iniciar un camino empresarial como este. Según las hermanas Ingelmo, el factor humano es clave, junto con el conocimiento del sector y de la profesión. Aun así, el entusiasmo no elimina la parte árida, según Meri: “Ser emprendedor es lo más difícil del mundo, es agotador. A veces tienes dudas, o no sabes cómo afrontar una nueva responsabilidad. Desde luego, si no quieres tu trabajo con toda el alma, no aguantas todo el esfuerzo que lleva. Es una cuestión de vocación”.

¿Y qué da el triunfo en esta profesión? La receta, dicen, es a la vez sencilla y complicada: “Para distinguirse en el sector hay que ser bueno. En España hay unos 30.000 profesionales, nada más. Si no eres bueno, el audiovisual te echa. No todos valen para todo”, apuntan a una sola voz las hermanas Ingelmo.

Considerada por muchos dentro del grupo de las más bellas del mundo, la bahía de Santander es uno de los grandes patrimonios naturales de Cantabria y también uno de sus principales reclamos turísticos. Aprovechar ese recurso para generar beneficio económico ha sido el punto de partida que ha llevado a Manuel Cardenal a poner en marcha su proyecto empresarial: un negocio dedicado al alquiler de una embarcación tipo pontona, una versátil plataforma de gran estabilidad que permite disfrutar al máximo de estas aguas. Con una inversión inicial de 40.000 euros, la empresa ha completado su primera campaña veraniega y se prepara para encarar los meses más complicados para una iniciativa que, aunque vinculada al pujante sector del turismo náutico, tiene como principal condicionante la alta estacionalidad que esta actividad tiene en el Cantábrico.

Felisa Palacio | Octubre 2021

Cantabria es una región que mira al mar. Con 220 kilómetros de costa entre la Ría de Tina Menor y Castro Urdiales, el potencial que tiene este recurso para dinamizar la economía regional asociada al turismo es indiscutible. Especialmente interesante resulta la zona de la bahía de Santander, un espacio en el que se ubican la mayor parte de los puertos deportivos de la región y donde la presencia de embarcaciones deportivas de vela y motor forma parte del paisaje. Explotar el potencial que puede tener ese reclamo marítimo para generar actividad económica más allá del obvio turismo de sol y playa, y singularmente en lo que tiene que ver con el disfrute del mar a bordo de embarcaciones, ha dado pie a reiterados proyectos emparentados de una u otra forma con la náutica de recreo, siempre con un desarrollo y alcance que queda lejos del que se logra en la costa mediterránea. Con un planteamiento original en cuanto a las características de la embarcación y el servicio ofrecidos, el último intento de explorar esta ruta llega de la mano de Trave Sea, una empresa que alquila dispositivos flotantes a medio camino entre el barco y la plataforma, con capacidad para convertirse en auténticos salones en los que desarrollar eventos de todo tipo. La todavía atípica campaña veraniega que acabamos de dejar atrás ha sido la primera en la que ha podido ponerse a prueba la iniciativa, dando pie a algunos cambios en el planteamiento inicial y sentando las bases para enfrentarse a uno de los principales condicionantes para la viabilidad del proyecto: la fuerte estacionalidad del turismo en el Cantábrico.

La plataforma-embarcación de Trave Sea, fondeada en el Puntal en una imagen de la web de la propia empresa. A diferencia de otro tipo de alquiler náutico, donde lo que se ofrece es navegar, el servicio de Trave Sea se centra en la posibilidad de disfrutar de otra manera de la bahía de Santander.

Recién terminada la temporada turística de este año, los datos registrados demuestran que el sector se está recuperando a buen ritmo después de la pandemia. La ocupación hotelera por plaza en Cantabria fue en agosto la más alta de todo el país, con un 78,2%, casi trece puntos por encima de la media nacional. El consejero de Industria, Turismo, Innovación Transporte y Comercio, Javier López Marcano destacaba que Cantabria está acertando al ofrecer alternativas de mayor calidad vinculadas a nuestras grandes fortalezas turísticas, como es el caso de nuestro patrimonio cultural y paisajístico. “Las preferencias de los turistas están cambiando y se alejan de la masificación, buscando destinos más sólidos y de excelencia donde el clima no es la referencia principal”, explicaba. Se ha demostrado además que el sector náutico en España está experimentando un importante auge y “si el sector náutico tiene un potencial de crecimiento es, sin duda, en el norte de España”, según puso de manifiesto Carlos Sanlorenzo, secretario general de la Asociación de Empresas Náuticas (ANEN), cuando participó el pasado mes de mayo en Santander en el seminario ‘Oportunidades y retos del sector náutico para la economía azul’. Añadió en su ponencia que son las comunidades de la costa norte las que cuentan con condiciones climatológicas y de ubicación óptimas para impulsar el sector náutico, con un amplio abanico de posibilidades comerciales aún por desarrollar, si bien, de momento, la evolución de las cifras en el Cantábrico sigue siendo mucho más lenta que el mercado del Mediterráneo.

Click&Boat y Nautal, las principales plataformas online de alquiler de barcos, también confirman que el turismo náutico en España se consolida y lo hace, aseguran, al margen de la pandemia. Según sus estimaciones, para este año se prevé una subida de más del 150% respecto al año 2020. Consideran que este aumento en la demanda de turismo náutico responde a una tendencia que se ha consolidado con la crisis sanitaria derivada de la COVID-19: la búsqueda de espacios seguros en los que disfrutar al aire libre, ya sea en familia o con amigos. A diferencia de los grandes puertos deportivos del Mediterráneo, donde los barcos de recreo de tamaño medio y grande son los que ocupan gran parte de los atraques disponibles, en el entorno de Santander, lo más frecuente son medianas y pequeñas embarcaciones, entre las que los botes de no más de ocho metros son protagonistas.

Es en este contexto en el que se pone en marcha Trave-Sea en la bahía de Santander, uno de los 15 proyectos emprendedores que participaron en la séptima edición del programa ‘Coworking’ promovido por el Ayuntamiento de Santander e incluido entre las medidas de reactivación económica del plan de choque diseñado para paliar los daños económicos causados por la Pandemia del Covid 19. La empresa se constituye en primavera, con una inversión aproximada de 40.000 euros, que incluye un leasing de 25.000 mil euros para hacerse con la embarcación: una pontona modular con tres patines, ideal para navegar en aguas tranquilas y cuya configuración se adapta a las necesidades del cliente. “Tenemos ante nosotros una de las mejores y más bellas bahías del mundo para disfrutar del mar. Aguas tranquilas, orientación sur y una ubicación geográfica magnífica. Todo perfecto para poner en marcha nuestro negocio de alquiler de pontonas; una embarcación diferente, muy cómoda y adaptable a distintos usos. Podemos ir a pasar un día en la bahía y disfrutar de esta inmensa piscina natural, podemos hacer turismo, avistamiento de aves y un largo etcétera”, explica Manuel Cardenal, promotor de la iniciativa.

Manuel Cardenal, promotor de Trave Sea, con la embarcación de la empresa, que puede verse en la foto de la derecha en su atraque de Pedreña.

Inicialmente el desarrollo del proyecto se diseñó para distintos emplazamientos en el País Vasco, entre ellos la Ría de Bilbao o la zona de Urdaibai. La pandemia paralizó sus planes y, un año después, surgió la posibilidad de retomar la iniciativa en Santander, la ciudad de residencia de Cardenal desde hace ya más de 20 años. Gran parte de los objetivos y estudios previos eran perfectamente válidos para una ubicación final situada en la misma línea de costa, lo que aceleró la implantación en nuestra bahía, con unas perspectivas de alta rentabilidad a corto/medio plazo “considerando el precio de la embarcación y los costes asociados a su mantenimiento y explotación, unido al atractivo de la experiencia y la versatilidad de la embarcación a la hora de complementar su uso con otras actividades”, según plantea en sus objetivos.

Cardenal estuvo anteriormente vinculado al sector naval y así fue como entró en contacto con el Astillero Moggaro en Segovia. Dedicado al diseño y construcción de embarcaciones de aluminio para uso recreativo y profesional, el astillero disponía de un llamativo modelo de barco de recreo tipo pontona, un catamarán de gran estabilidad diseñado específicamente para compañías de turismo náutico. La embarcación, con un tamaño aproximado de 18 metros cuadrados y con capacidad para 12 personas, dispone de un motor fuera borda de 40HP y estructura de aluminio tipo catamarán. Su diseño permite colocar la equipación necesaria para su utilización en días de frío y lluvia, con toldos y sistema de calefacción y tiene además la ventaja de ser perfectamente accesible para personas con movilidad reducida. Está pensada especialmente para navegar en aguas tranquilas y ofrece una gran estabilidad, incluso en condiciones menos favorables.

“Una de las ventajas de este tipo de embarcación es que su versatilidad permite adaptarlo a prácticamente cualquier actividad en la bahía de Santander. Es posible colocar unos sofás, una mesa de trabajo, una cocina, dejar el espacio diáfano o lo que demanden los clientes en cada momento”, explica el responsable de Trave-Sea. Este primer verano ha servido para tomar nota de las demandas del mercado y, tras comprobar que la mayor parte de los alquileres se interesaban por desplazarse con la pontona hacia la zona del Puntal, la empresa trasladó el atraque desde el puerto de Raos hasta el de Pedreña, desde donde se accede más rápidamente a esa zona.

Chárter náutico

El negocio de alquiler de embarcaciones en la bahía de Santander ha ido creciendo tímidamente. Actualmente existen un puñado de empresas que tienen en el mercado distintos barcos que ofrecen en alquiler con patrón profesional al mando o permitiendo a los clientes que tengan el título necesario, hacerse al timón de las distintas embarcaciones. Hoy, en el arco de la bahía, las embarcaciones disponibles para alquiler son principalmente veleros convencionales, a un precio aproximado de 500 euros por día; veleros tipo catamarán por 850 euros; lanchas de unos cinco metros y medio sobre los 300 euros, zodiacs a partir de 250 euros o yates con una eslora aproximada de 15 metros desde 450 euros (precios aproximados).

Las tarifas oficiales de Trave-Sea son de 600 euros por un día completo de alquiler de este espacio flotante con capacidad para 12 personas, a lo que habría que sumar 200 euros más por el servicio del patrón si fuese necesario (para manejar la embarcación es suficiente la titulación básica de patrón de embarcaciones), aunque durante este primer verano de andadura de la empresa, se han realizado descuentos especiales para animar a los clientes a conocer la iniciativa.

Un hándicap al que deberá hacer frente ahora, terminado el verano, es la temporalidad del turismo, algo que tienen previsto compensar con otras actividades complementarias para las que la embarcación puede adaptarse hasta la llegada de la primavera. Si en julio y agosto ha sido la celebración de fiestas la principal fuente de ingresos, ahora están diseñando otros programas que incluyen excursiones de avistamiento de aves en el río Miera y en la ría Cubas o proyectos escolares para enseñar la bahía a los más pequeños, aprovechando para concienciar sobre la importancia de proteger el medio ambiente: “Está claro que las previsiones climatológicas del entorno condicionan la proyección de esta iniciativa, especialmente por los días de lluvia, pero la temperatura media es bastante aceptable excepto entre los meses de diciembre a febrero”, explica Cardenal.

El funcionamiento del negocio durante los próximos meses será decisivo para que la empresa valore la adquisición de un nuevo espacio flotante de similares características y la puesta en marcha del proyecto en otros lugares.