‘Cantabria Negocios’ pregunta a los candidatos sobre sus propuestas concretas en el ámbito económico y empresarial, en un cuestionario remitido a las seis formaciones a las que las encuestas conceden posibilidades de conseguir representación parlamentaria

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Publicado en mayo de 2015

Más allá de lo que deparen los resultados electorales, la convocatoria a las urnas del próximo 24 de mayo presenta ya una importante novedad: por primera vez desde los orígenes de la autonomía, es seguro que accederá al Parlamento algún partido que nunca antes había conseguido representación. A efectos prácticos, y en lo relativo a estas páginas, ello supone que el tradicional cuestionario que esta revista envía a los candidatos cada cuatro años desborda el marco de los partidos con diputados en la legislatura que acaba. Para hacerlo, y asumiendo el riesgo de ser injustos, se ha elegido a aquellas formaciones a las que las encuestas conceden posibilidades de hacerse con alguno de los escaños en juego. A sus candidatos les hemos planteado preguntas concretas sobre medidas a tomar en el ámbito económico. Estas son sus respuestas.

Cantabria Negocios (CN).- –Si tuviera que señalar sólo una, ¿cuál sería para su Gobierno la máxima prioridad de la próxima legislatura y cuál la principal medida para avanzar en el cumplimiento de ese objetivo?

Ignacio Diego, candidato del PP.

Ignacio Diego, candidato del PP.- Sin duda alguna, la prioridad para la próxima legislatura será la misma que para la presente: la creación de empleo. Pero con cambios muy sustanciales. En la presente legislatura hemos tenido que luchar contra una situación dramática de las arcas públicas por la irresponsabilidad de los anteriores gestores y, además, contra una tendencia de destrucción masiva de empleo. Con rigor, prudencia, sensatez y sentido común, no solo hemos logrado enderezar y hacer sostenibles nuestras cuentas, sino que además ahora Cantabria ya no destruye empleo. Al contrario: ahora Cantabria es la comunidad autónoma que más empleo crea de toda España, liderando también la caída del paro. Por tanto, partimos de una situación mucho mejor de cara a la próxima legislatura y por eso el compromiso es que, si seguimos haciendo las cosas bien, con criterios de responsabilidad, perseverancia y decisión, Cantabria puede crear 10.000 empleos cada año. Ese es mi gran compromiso para la siguiente legislatura.

Miguel Ángel Revilla, candidato del PRC.- La primera prioridad es el empleo, para poner freno al crecimiento incesante del paro que se ha producido en estos últimos cuatro años y que nos sitúa a día de hoy con 10.500 parados más y 20.000 puestos de trabajo menos que en 2011. La primera medida para avanzar en este objetivo será recuperar la inversión pública y poner en marcha proyectos capaces de atraer inversión privada, como el plan eólico o la potenciación del Parque Científico y Tecnológico.

Rosa Eva Díaz Tezanos, candidata del PSC-PSOE.- Sin duda la máxima prioridad es crear empleo,. La creación de empleo está en el centro de nuestra política, porque es el problema más importante para la ciudadanía y porque nos encontramos ante una situación de desempleo persistentemente alto un empleo precario y con un crecimiento insostenible del paro de larga duración. La mitad de los desempleados no cobra prestación. Aprobaremos un plan de choque de inversión Pública, para crear empleo de manera urgente. También plantemos programas de empleo para jóvenes menores de 30 años y otro para mayores de esa edad, así como un plan de empleo para mayores de 45 años, la generaciones perdidas. Resolver este grave problema requiere del concurso de todos y el gobierno que yo presida no sólo creará las condiciones para crear empleo, sino que impulsará todos los resortes para revertir esta situación. Está claro que Cantabria necesita una política económica alternativa, una alternativa realista solvente y transformadora.

Román San Emeterio, candidato de UPyD.- Además de atender las emergencias de las personas a las que la crisis ha condenado a la precariedad, la prioridad será “sembrar futuro”, pues ya hemos perdido demasiado tiempo durante la legislatura que termina y las anteriores, unas legislaturas marcadas por el cortoplacismo electoralista, el despilfarro y los recortes. La fórmula: un gran pacto por Cantabria con el resto de fuerzas políticas, agentes sociales y sociedad civil para desarrollar en el medio y largo plazo un acuerdo sobre asuntos esenciales como la economía y la industria, la investigación y la educación que requieren de mucho más de cuatro años para madurar y dar buen fruto. Cantabria tiene un potencial extraordinario, es nuestra obligación aprovecharlo.

Miguel Ángel Revilla, candidato del PRC.

José Ramón Blanco, candidato de Podemos.- La prioridad está clara: las personas. Que los trabajadores tengan empleo estable y de calidad y que los empresarios dirijan negocios florecientes son condiciones necesarias para que Cantabria tenga un mejor futuro. Para ello es necesario tanto abordar un cambio de modelo económico como asegurar una adecuada provisión de bienes y servicios públicos básicos tanto para los ciudadanos como para las empresas. Si tuviera que señalar una única medida esta sería el Plan de Rescate Ciudadano. En sí, más que una medida, es una batería conjunta de medidas, de implementación inmediata durante los primeros meses de gobierno, cuyo objetivo es resolver la situación de emergencia social de los ciudadanos y los pequeños y medianos empresarios. En esta batería de medidas se aseguraría, entre otras cuestiones, líneas de crédito urgente para pymes y autónomos, un ingreso mínimo a los hogares o aplicar un procedimiento simplificado para reestructurar deudas tanto a hogares como a pequeños y medianos empresarios.

Rubén Gómez, candidato de Ciudadanos (C’s).- La máxima prioridad de la próxima legislatura ha de ser, como ya de hecho lo es, el generar las mejores condiciones posibles para crear empleo. Medidas para avanzar en ello puede haber muchas y de distinto tipo, expongo dos que me parecen las más inmediatas: racionalizar la administración, lo cual deberá dejar mayor margen para inversión, y establecer una mesa de diálogo entre empresas, agentes sociales y gobierno para, entre todos, llegar a un gran pacto sobre el empleo.

CN.- En materia de empleo, uno de los recursos pendientes de poner en marcha en Cantabria es el relativo a la regulación de las agencias privadas de colocación. ¿Cuál será la política de su Gobierno en relación con estas entidades y con la forma en que pueden colaborar con los servicios públicos de empleo?

Ignacio Diego (PP).- Hemos de tener en cuenta que es una política nacional, que por tanto necesita de un marco nacional. Pero me gustaría responder más a la esencia misma de lo que significa ese cambio: las políticas activas de empleo deben estar orientadas a resultados. Ese ha sido el mayor cambio que le ha dado este Gobierno, junto a la mayor dotación presupuestaria. Tenga en cuenta que hemos pasado de los 65 millones de euros de 2011 a los más de 100 millones de euros de 2015. En pocas palabras, mayor dotación y políticas orientadas a resultados tienen como consecuencia lo que ya le he señalado antes: Cantabria es la comunidad líder en creación de empleo y en descenso del paro.

Rosa Eva Díaz Tezanos, candidata del PSC-PSOE.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- La creación de empleo digno y de   calidad es mi primera prioridad. Con esa premisa, utilizaremos todos los recursos a nuestro alcance para que la generación de empleo se convierta en un hecho. La facultad para desarrollar las políticas activas de empleo la tienen los servicios públicos de empleo, y en el caso de Cantabria el responsable es el Servicio Cántabro de Empleo. Nosotros somos partidarios de dotar al Servicio Cántabro de Empleo de medios humanos, materiales y técnicos adecuados y suficientes para dar un mejor servicio de orientación e intermediación laboral, que mejore las expectativas de los desempleados en la búsqueda de empleo. No obstante, también creemos necesaria la colaboración con agencias privadas, aunque siempre bajo supervisión del Servicio Público de Empleo, en aquellos casos donde puedan complementar las actuaciones y políticas públicas de empleo.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- En principio, no estoy en desacuerdo con las agencias privadas de colocación siempre y cuando cubran un hueco que la administración no llega a atender. Pero en mi programa planteo una mejora del funcionamiento del Servicio Público de Empleo de Cantabria (EMCAN), que detenga el desmantelamiento al que le ha sometido el gobierno del PP, dotándole de más medios humanos y materiales , que le permitan convertirse en una verdadera agencia de colocación pública.

Román San Emeterio (UPyD).- Francamente, creo que lo que está pendiente en Cantabria es conseguir un servicio público de empleo eficaz y eficiente, y esa será la prioridad en el ámbito competencial que abarca su pregunta. A partir de ahí, obviamente, cualquier colaboración que beneficie a los cántabros y sea ejercida desde la total transparencia y el control público podrá ser abordada.

José Ramón Blanco (Podemos).-  Arrancaríamos con una revisión del trabajo que se ha venido haciendo hasta ahora, y de todas las entidades que actualmente están autorizadas como Agencias de Colocación con centros de trabajo, y por tanto campo de actuación, en Cantabria. Vemos muy importante la colaboración público-privada ya que siempre supone un aporte de conocimiento y experiencia, en este caso, específicamente sobre el mercado laboral, las necesidades reales que las empresas tienen en cuanto a personas para avanzar en el proceso productivo y la evolución del mercado. Esta conexión entre servicios públicos de empleo y tejido empresarial es vital para un buen trabajo en intermediación laboral y a su vez inserción de personas desempleadas. Si bien si queremos resaltar que ello no va a suponer un debilitamiento del Servicio Cántabro de Empleo, sino lo contrario, a su vez se trabajará por el fortalecimiento del mismo a través de un aumento de dotación de  recursos para poder llevar este trabajo adelante de forma más exitosa y satisfactoria para todas las partes.

Rubén Gómez, candidato de Ciudadanos.

Rubén Gómez, (C’s).- Todo lo que sirva para que la gente encuentre trabajo será una ayuda, aunque entiendo que el sistema completo ha de ir de la mano y no caer en una especie de “guerra de guerrillas” donde cada parte funciona sin saber nada del resto, dado que eso resta eficiencia.

CN.- Dentro de las políticas activas de empleo, la formación se menciona siempre como el principal recurso para mejorar la empleabilidad de los trabajadores y la competitividad de las empresas. ¿Cuál sería el principal eje de la política de su Gobierno en esta materia?

Ignacio Diego (PP).- Sin duda alguna, orientar la formación a lo que las empresas demandan. Ambos factores, oferta laboral y demanda laboral, deben dialogar, por decirlo de un modo gráfico. Si no existe ese diálogo, podemos gastar muchos recursos a tener desempleados muy formados pero sin futuro. En esta legislatura ya se han empezado a notar los cambios, como por ejemplo no conceder subvenciones nominativas a los sindicatos para formación, sino exigir un proyecto y que este se presente a un proceso de concurrencia competitiva con todas las academias privadas de Cantabria. El mejor proyecto es el que se lleva los recursos. Y ya hemos dado los primeros pasos para que la orden contemple qué es lo que necesitan las empresas, aunque es cierto que en este ámbito el reto es ambicioso y por eso su desarrollo integral es de dos legislaturas.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- Nosotros creemos que la formación para el empleo es cada vez más necesaria, tanto para afrontar los cambios organizativos y tecnológicos en el ámbito productivo, como por la mayor incertidumbre que existe en el mercado laboral. Por ello apostamos por una formación continua y queremos poner en marcha un plan de formación profesional, revisando los catálogos de los ciclos formativos para su adecuación a las necesidades del mercado laboral. Creemos que hace falta incorporar actividades emergentes e innovadoras a los planes de formación, impulsando en los centros integrales un área específica de orientación y formación, en colaboración con el Servicio Cántabro de Empleo. También potenciaremos el sistema de acreditaciones profesionales adquiridas por experiencia laboral y otras vías no formales de formación. Y apostamos por la formación continua en las empresas para mejorar la cualificación de los trabajadores y su reciclaje profesional, mediante convenios con las empresas, sobre todo con las pymes y la empresas de economía social y cooperativas.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- En cuanto a la formación reglada, y partiendo de la base de que disponemos de una magnífica oferta universitaria, creo que es en la FP donde podemos avanzar más y mejor. Hasta ahora esta formación no ha sido reconocida lo suficiente, pero ahora es necesario incrementar el esfuerzo que se le dedica. Asimismo, facilitaremos programas específicos de formación para el primer empleo de jóvenes y mujeres y para  los parados de larga duración., intensificando la activación y seguimiento de los demandantes en la búsqueda de empleo para mejorar su empleabilidad. Esto lo haremos contando con los agentes sociales, que deben tener un protagonismo claro a la hora de diseñar e implantar los programas, ya que nadie mejor que ellos conocen las necesidades formativas en cada momento.

Román San Emeterio, candidato de UPyD.

Román San Emeterio (UPyD).- La capacitación idiomática generalizada nos parece esencial tanto para la formación normada como para la de trabajadores en activo. Una región que se quiere internacional y dinámica tiene que tener una población capaz de expresarse perfectamente bien en español y estupendamente, mínimo, en inglés. Además el desarrollo puntero de una formación profesional de calidad y en estrecha relación con el universo productivo. En lo que a la formación para trabajadores en activo se refiere –o para desempleados en busca de su cambio de modelo productivo personal– habrá que hacer énfasis en el carácter práctico de dicha formación, desterrando formaciones obsoletas e impidiendo que los cursos de formación sean antes un negocio para algunos que una herramienta para el progreso social. La formación continua de las personas en un panorama en el que el valor añadido será el motor del éxito económico es un frente primordial.

José Ramón Blanco (Podemos).- La actuación debería girar en torno a cuatro propuestas principales: orientar la formación al nuevo modelo productivo; trabajar por la unificación de la formación como vía de reconocimiento de los conocimientos y competencias adquiridas por las personas por las diferentes vías posibles: formación reglada, experiencia laboral y formación no reglada; establecer una oferta formativa ocupacional adaptada al nuevo modelo productivo y a la demanda del mercado laboral; y, por último, promover la cultura de la formación a lo largo de toda la vida en las empresas.

Rubén Gómez, (C’s).- La formación es algo básico pero ha de servir realmente para algo, volvemos a hablar nuevamente de eficiencia. Que la sensación, y en ocasiones la realidad, sea que los cursos que se dan, por ejemplo, a los parados no sirvan de nada es una pérdida de recursos, por un lado, y de tiempo para estas personas. No podemos pensar en formación sin tener claro cuáles son las necesidades del mercado laboral, esa es la meta a alcanzar.

CN.- ¿Qué medidas concretas de plantea su Gobierno para favorecer la investigación, el desarrollo y la innovación en las empresas?

Ignacio Diego (PP).- Lo primero, y quizá más importante, dar seguridad jurídica a las empresas. Nadie va a invertir ni un euro si piensa que su inversión está apoyada sobre una cuerda floja. Tenemos que dar seguridad, mantener y aumentar las políticas fiscales que fomenten la inversión en I+D+i, plantear un escenario de medio y largo plazo… En este último aspecto, destacar la RIS3 diseñada por Cantabria, que es nuestra apuesta por la especialización inteligente. Podría valorar el consenso alcanzado, la transversalidad de su contenido o cualesquiera otros factores que ponderen la acción de Gobierno. Pero lo haré con dos hechos concretos:  el primero, con el Programa Operativo Feder, que en gran parte se apoya sobre la RIS3, ha sido uno de los tres primeros en ser aprobado por la Comisión Europea y por eso ya podemos empezar a desarrollar programas de ayuda y fomento de la inversión en I+D+i. Y el segundo, con el reciente acuerdo entre Cantabria y el Ministerio de Economía y Competitividad, por el que en el periodo 2015-2016,  recibimos un total de 37,5 millones de euros del Estado para impulsar proyectos de investigación, desarrollo e innovación. Esta importante cantidad de fondos, llegará a las empresas y a los investigadores de Cantabria, de forma inmediata.

José Ramón Blanco, candidato de Podemos.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- Como ya hicimos en nuestra anterior etapa en el Gobierno, la apuesta por la innovación será uno de los ejes prioritarios de acción regionalista para consolidar en Cantabria un modelo económico basado en el conocimiento. Para ello, vamos a impulsar la investigación y el desarrollo en el ámbito de las energías renovables, porque Cantabria tiene un enorme potencian en esta materia. También recuperaremos el apoyo a la Universidad e impulsaremos el Parque Científico y Tecnológico.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- Nuestro objetivo es recuperar los años perdidos con el gobierno del PP, hasta alcanzar el 1,16% del PIB en gasto interno de I+D+i  que teníamos en 2010 desde el 0,81% actual. Con posterioridad pretendemos alcanzar un objetivo entorno al 2% del PIB para aproximarnos a las comunidades punteras de España y a los indicadores europeos. Para ello nos dotaremos de una infraestructura eficiente y estable para gestionar la I+D+i –crearemos la Agencia Cántabra de Investigación– para que actuando con independencia, se le asegure la financiación durante siete años –más allá de una legislatura–  para que distribuya los recursos y los destine a los mejores proyectos. Para conseguir estos objetivos implicaremos a Sodercan y la Universidad de Cantabria para impulsar la innovación en el tejido productivo de Cantabria, apostando por los sectores estratégicos de Cantabria: energías renovables, biomedicina y biotecnología, tecnologías de la información y la comunicación –entre otros– y conectar los proyectos innovadores con las empresas vinculándolas con nichos de negocio y de mercado. Tenemos que superar la escasa inversión en I+D+i por parte de las empresas, por lo que facilitaremos, mediante subvenciones y préstamos, que la I+D+i básica se traslade a las empresas y propicie su incorporación rápida al sistema productivo de Cantabria.

Román San Emeterio (UPyD).- Seamos objetivos: la realidad de la empresa cántabra es heterogénea, por lo que entendemos que las medidas han de serlo también, de otro modo alguna parte del tejido empresarial podría quedar al margen, algo que no deseamos. Hay empresas por nacer, empresas viables con dificultades, empresas inviables, empresas consolidadas y en expansión. La innovación requiere primero de voluntad y de visión (eso ha de surgir de la propia empresa) y luego de una inversión de recursos a las que algunas empresas pueden hacerle frente y otras no. Para parte del tejido empresarial con dificultades para el acceso a financiación (empresas o autónomos con falta de liquidez o empresas nacientes) la medida podría ser de ayuda directa o, nos parece mejor, préstamos preferenciales. Para empresas consolidadas y sin particulares dificultades de financiación son más interesantes medidas de tipo desgravatorio. Paralelamente fomentar los fondos y el seguimiento de la investigación universitaria (que puede dar excelentes resultados) y su relación con el mundo empresarial. Creo necesario además cambiar la modalidad temporal de las campañas de ayuda, sustituyendo los breves plazos que se conceden por periodos largos de disponibilidad de fondos, algo que facilitará la presentación de proyectos serios y bien trabajados.

José Ramón Blanco (Podemos).- Haremos un plan autonómico de I+D+i con el objetivo de llevar la inversión hasta el 1,5% del PIB en 2016, 1,9% en 2017, 2,2% en 2018 y 2,5% en 2019. Incluirá medidas como el incremento directo de la inversión pública en I+D+i, hasta un tercio de los citados objetivos anuales; la atracción nacional e internacional de la participación y las inversiones privadas mediante potentes incentivos fiscales a la I+D+i; la creación de una oficina especializada en la captación de proyectos científicos procedentes de convocatorias europeas que involucren a instituciones públicas, como la Universidad de Cantabria, y a empresas privadas ligadas a la I+D+i; o la promoción de la contratación estable de doctores y personal técnico especializado con alto grado de capital humano.

Rubén Gómez, (C’s).- Ciudadanos apuesta por destinar mayores recursos al I+D+i a nivel nacional. En el caso autonómico el margen de recursos es menor por lo que creo que debemos esforzarnos por favorecer y fomentar las sinergias entre la Universidad de Cantabria, donde hay grandes grupos de investigación, y las empresas, algo que será beneficioso para ambos sin lugar a dudas. Esta retroalimentación empresa-universidad es práctica común en la mayoría de los países europeos y nosotros debemos explotar ese camino lo máximo posible.

CN.-¿Cuál será la postura de su gobierno en relación con la concesión de ayudas directas a la inversión de las empresas, ya sea esta en forma de subvención o a través de la toma de algún tipo de participación accionarial a través de empresas públicas como Sodercan?

Ignacio Diego (PP).- Siempre que esa ayuda sea temporal, esté vinculada a resultados, acote muy bien la participación del Gobierno a ese tiempo determinado y además suponga creación de empleo directo e indirecto, el Gobierno apoyará a las empresas. Pero no solo para atraer nuevas inversiones, sino también para que las empresas que ya funcionan en Cantabria puedan crecer. Me gustaría destacar dos de las medidas de las que más orgulloso me siento: el Plan de Suelo Industrial, que ha sido refrendado por la Comisión Europea tras la denuncia del País Vasco, a los que por cierto agradezco la publicidad gratuita que hicieron de este plan; y las medidas de apoyo a la financiación de las empresas, que han movilizado más de 130 millones de euros en créditos a pymes, microempresas y autónomos y que van a continuar gracias a la adhesión de Cantabria al programa Iniciativa Pyme, que supondrá otros 110 millones adicionales.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- Este tipo de ayudas se han concedido siempre desde las administraciones públicas y yo creo que pueden ser muy positivas en este momento para incentivar la inversión privada y la creación de empleo. Pero eso sí, con férreos controles que garanticen el futuro de la inversión y que los puestos de trabajo que se creen sean estables y de calidad.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- Hay que distinguir dos tipos de ayudas: las convocatorias públicas competitivas y las ayudas directas – discrecionales– que sólo deben destinarse a proyectos verdaderamente estratégicos para Cantabria, lo que no se da en el caso del proyecto empresarial de Nestor Martin. Sí se dio por ejemplo en nuestra apuesta por acelerar la construcción del Parque Empresarial de Marina-Medio Cudeyo , que nos permitió retener aquí el Centro de Proceso de Datos (CPD) del Banco Santander de Solares, eso sí es estratégico. No soy partidaria de entrar en el capital de empresas privadas, sino participar con apoyo técnico y  asesoramiento y, si se dan ayudas o préstamos, se analizará la viabilidad de los proyectos concienzudamente y si son estratégicos para Cantabria. Para impulsar determinados proyectos de interés para Cantabria, recuperaremos el ICAF, como banco público regional, que aportará financiación a proyectos que sean técnica y económicamente viables además de estratégicos para el tránsito hacía el nuevo patrón de crecimiento.

Román San Emeterio (UPyD).- No nos parece adecuado, como norma general, la participación del Gobierno de Cantabria en empresas, y menos aún cuando se ocultan las condiciones de dicha participación detrás de cláusulas de confidencialidad o cuando la discrecionalidad en la toma de decisión es tan evidente. El Gobierno de Cantabria debe velar por garantizar la seguridad jurídica básica, agilizar los procesos eliminando barreras burocráticas y maraña normativa y catalizar reacciones que la iniciativa privada debe llevar a cabo (especialmente en lo que a creación de nuevas empresas/actividades se refiere, pues toda gran empresa fue en su momento un embrión).

José Ramón Blanco (Podemos).- El cambio modelo económico que proponemos, hacia un tejido productivo con alta intensidad en tecnología y capital humano, necesita capital para su puesta en marcha. Esto incluye tanto inversión pública como privada, sea esta nacional o extranjera. Se ha observado a escala europea como la colaboración entre el sector público y las empresas privadas es altamente exitosa en este sentido. Las ayudas directas a la inversión empresarial serán siempre finalistas y se establecerá un sistema de evaluación y rendición de cuentas pública de las mismas. Para atraer empresas, la alternativa a lo que se ha hecho hasta ahora es es desarrollar una política activa de atracción de inversiones a través de la coparticipación o creación de empresas mixtas. Así, la empresa proporciona una parte de la inversión y el conocimiento productivo y el Gobierno de Cantabria otra parte de la inversión y elementos como el suelo o la asunción de los costes burocráticos.

Rubén Gómez, (C’s).- Personalmente no soy partidario, lo cual no quiere decir que pueda estar justificado en determinados momentos. La administración debe dar facilidades, ayudar a que las empresas sean rentables por sí mismas, hemos visto casos de empresas que se mantienen artificialmente a costa de los contribuyentes, eso no puede ser. Evidentemente, después hay que ver el detalle de cada caso, toda empresa está sujeta a la posibilidad de pasar una mala época dentro de una trayectoria de éxito y en esos casos, de forma suficientemente justificada, pueden caber las subvenciones.

CN.- Desde el comienzo de la crisis se ha impuesto la austeridad como concepto inspirador de las políticas públicas, también en lo relativo a la inversión. ¿En qué medida considera que esa fase puede darse por superada para que la Administración regional juegue algún tipo de papel como motor de la economía?

Ignacio Diego (PP).- La Administración nunca debe ser el motor de la economía, porque entonces estaríamos generando economía ficticia. De hecho, es lo que intentó hacer el anterior Gobierno en los años más duros de la crisis: incrementar el gasto público de forma desbocada para tratar de paliar la crisis. ¿Sirvió para algo esa supuesta inversión pública? No, para nada. Solo para ponernos al borde de la bancarrota. Mi forma de entender el Gobierno es diferente: creo que la inversión pública debe tener como objetivo vertebrar la comunidad autónoma, garantizar la calidad de los servicios públicos en todos los puntos de Cantabria, hacer atractiva nuestra región para la inversión privada y favorecer la puesta en marcha de nuevos negocios. Si juntamos esas cuatro patas y funcionan, el crecimiento llega.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- La austeridad debe ser siempre un objetivo de la gestión pública, pero eso no significa que haya que abandonar la inversión y estrangular la economía, como se ha hecho en los últimos años en Cantabria, en España y en Europa. La inversión pública es un instrumento clave no sólo para crear empleo, sino también para modernizar e impulsar el progreso de la región.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- Hasta los expertos más ortodoxos ya reconocen que la austeridad llevada al límite acaba asfixiando el consumo y por tanto la economía. A mi juicio, una política económica más expansiva, de impulso de la inversión pública como la aplicada, por ejemplo, en EE.UU. ha permitido, que ese país haya capeado la crisis mejor que Europa, que ha aplicado una política económica muy restrictiva impuesta por el neoliberalismo conservador dominante. Antes me he referido al Plan de choque de Inversión Pública que voy a poner en marcha si los cántabros me dan su confianza, pero también dejo claro que los socialistas somos defensores de la estabilidad presupuestaria, aunque con mayor flexibilidad que la impuesta por el PP, porque el gobierno de Cantabria, además del necesario rigor y control en sus cuentas, debe pensar en la personas desempleadas e inyectar fondos para reactivar la economía y crear empleo y con los datos económicos conocidos, Cantabria se descuelga de la media de España y no consigue rebajar el desempleo.

Román San Emeterio (UPyD).- Discrepo. Se ha vendido “austeridad” para acometer recortes en asuntos esenciales mientras se seguía despilfarrando en lo que se gastaba por otro lado. La austeridad (entendida como eficiencia en el gasto) no es una opción, es una obligación. Seamos claros: la austeridad cántabra ha dado como resultado el aumento de la deuda. La Administración debe catalizar y dinamizar la actividad económica, facilitándola y teniendo en cuenta que es el sector privado el que ha de ser protagonista de la misma.

José Ramón Blanco (Podemos).- La austeridad ha sido un fracaso absoluto. El sector público debe retomar un papel activo en el crecimiento y la reactivación económica. Aquí el sector público tiene mucho que decir, pero tiene que decirlo de forma conjunta con la iniciativa privada. Un ejemplo, que se añade a los anteriores sobre inversión en I+D+i y atracción de inversión exterior, es el del capital social. Si el sector público facilita una serie de servicios y bienes públicos accesibles y de calidad, como la educación o la sanidad, esto incrementará el capital social de Cantabria, lo que la hará más atractiva para las inversiones y el desarrollo de la actividad empresarial.

Rubén Gómez, (C’s).- La administración no ha de ser motor de la economía, ha de ser quien ponga las facilidades para que las empresas privadas, tanto grandes empresas como pymes o autónomos sean quienes ejerzan de motor económico. Si bien hemos vivido una época de austeridad la administración pública ha pasado por ella sin sufrir grandes ajustes, si racionalizamos la propia administración podremos disponer de mayor capacidad para invertir y poder generar esas condiciones para que el sector privado ejerza de motor económico.

CN.- El sector público empresarial cántabro se ha reducido notablemente en los últimos años. ¿Es un proceso que su Gobierno daría por bueno, que considera necesario seguir incidiendo en él o, por el contrario, cree que hay que revertirlo de alguna manera?

Ignacio Diego (PP).- Hemos ahorrado 300 millones de euros en esta legislatura adelgazando las empresas públicas y hoy funcionan mejor que hace cuatro años, por tanto, más que revertirlo, que puede tener una connotación de error, lo que hago es ponderarlo como uno de los grandes logros de este Gobierno. En cuanto a si darlo por bueno o seguir incidiendo, mi respuesta es que va a estar siempre vivo, porque un Gobierno responsable es aquel que siempre busca la máxima eficiencia en los servicios que presta. No por gastar menos se presta un peor servicio. Esa es una máxima que cualquier empresa entiende y que llama ratio de eficiencia, pero que la Administración, entre los años 2003 y 2011, olvidó. Ahora se ha implantado y es una máxima que ha venido para quedarse, a no ser que vengan los que dicen que hay que volver a dar a la máquina de la deuda. Ante eso, solo me queda hacer una pregunta retórica: ¿si volvemos a cometer los mismos errores del pasado, qué futuro nos espera? Si me permite mi respuesta, un futuro desesperanzador. No podemos desandar el duro camino andado. Ha costado mucho recuperar el norte y es tremendamente sencillo volver a perderlo. Espero que nadie caiga en esa trampa.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- El sector público empresarial debe planificarse conforme a criterios de eficiencia y, en ese sentido, no compartimos la reducción llevada a cabo por el PP, porque lo que ha primado no ha sido la eficacia, sino la eliminación de servicios. Un ejemplo muy claro lo tenemos en el 112. Por lo tanto, nosotros recuperamos los servicios que creemos imprescindibles para los cántabros, aunque gestionando siempre las empresas públicas con austeridad y eficiencia.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- No cabe duda de que la crisis imponía la racionalización y redimensión de algunas empresas públicas, como ya iniciamos nosotros desde el gobierno. Lo que si ha hecho el PP es desmantelar o vaciar de contenido a empresas públicas, que como la Sociedad de Desarrollo Regional de Cantabria (Sodercan), tenían un papel clave en la dinamización económica y en la impulso a la I+D+i regional. Por cierto que recuperaré Sodercan si soy la presidenta de Cantabria, porque unas empresas públicas dimensionadas son imprescindibles para desarrollar ciertas acciones, como la creación de suelo industrial, el fomento de la internacionalización o el impulso de la I+D+i.

Román San Emeterio (UPyD).- Si la pregunta se refiere a la participación del Gobierno en empresas, creemos que el sector público ha de centrarse en lo que es de interés público, no en acumular participaciones en empresas semi-privadas que hacen la competencia a otros plenamente privadas. Si la pregunta se refiere a la periferia administrativa (empresas públicas) entendemos que queda bastante trabajo aún por hacer en su racionalización  y, sobre todo, en la rendición de cuentas y transparencia. No podemos perpetuar un sistema paralelo para hacer desde lo semipúblico lo que desde la Administración está prohibido.

José Ramón Blanco (Podemos).- nuestra parte la propuesta es clara: el desarrollo de un Plan de Nueva Empresa Pública de Cantabria. Un plan que en una primera fase realizará una auditoría, públicamente accesible para la ciudadanía, de las cuentas, el personal, los activos y las funciones del sector público empresarial autonómico. En la segunda fase se realizará la reordenación del sector público empresarial y la liquidación de las entidades que no justifiquen su rentabilidad social. Y en la tercera y última fase se potenciarán las empresas públicas que sean socialmente rentables para los cántabros y cántabras y que estén más intensamente ligadas al nuevo modelo económico propuesto y la I+D+i.

Rubén Gómez, (C’s).- Se ha reducido sí, pero no lo suficiente. Seguimos desperdiciando recursos en algo que no reporta beneficios. Principalmente esto ocurre cuando dichas empresas no cumplen su cometido o parecen carecer de alguno en concreto. Siempre se pueden optimizar aún más los recursos, recordemos que en España disponemos de una red de funcionariado cualificado y que, desgraciadamente, está infrautilizado.

CN.- ¿Qué compromiso asumirá su gobierno en relación con los impuestos sobre los que tiene competencia (Sucesiones y Donaciones, Transmisiones, céntimo sanitario, tramo autonómico del IRPF…?

Ignacio Diego (PP).- Un compromiso claro, firme e inequívoco: bajar todos los impuestos. Como ya le dije, en esta legislatura tuvimos que hacer frente en sus inicios a una situación de práctica bancarrota. Y tuvimos que subir algún impuesto. Lo reconozco y lo asumo. De hecho, nunca lo hemos ocultado. Nuestro Plan de Sostenibilidad de la Administración Pública fue público desde el primer día. sin ambages ni medias tintas. Pero situemos las cosas en su justa medida: las subidas de impuestos supusieron, entre los años 2012 y 2013, poco más de 30 millones de euros. Por el contrario, las bajadas de impuestos de los años 2014 y 2015 suponen 220 millones de euros de beneficio fiscal cada año. Insisto: cada año pagaremos 220 millones de euros menos en impuestos autonómicos.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- Intentaremos reducir la presión fiscal en la medida de lo posible y lo haremos de verdad, sin engañar a la ciudadanía, como ha hecho el PP. Además, me comprometo firmemente a no aplicar nunca impuestos tan dañinos o injustos como el mal llamado céntimo sanitario, que ni es un céntimo, ni sirve para financiar la sanidad. Creo que aplicar ese gravamen ha sido una de las mayores agresiones a la ciudadanía del Gobierno del PP, porque han sangrado a las clases medias y bajas, en lugar de apostar por una fiscalidad progresiva en la que pague más quien más tiene. Ésa será siempre mi apuesta como presidente, que paguen más los que pueden permitírselo, para que los impuestos cumplan la función para la que fueron creados y contribuyan a equilibrar las rentas.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- Dada la situación de asfixia económica debida a la elevada deuda que nos deja este gobierno, que se quejaba de una supuesta herencia pero que casi ha doblado la deuda de Cantabria, se impone una revisión y reequilibrio de las cargas fiscales. Nuestro objetivo en política fiscal pasa por un reparto más equilibrado y justo de las cargas fiscales y reduciremos la carga fiscal a las clases medias y trabajadoras, que soportan casi en exclusiva el peso de la crisis por la indiscriminada subida de todos los impuestos aprobadas por el gobierno del PP. En esa línea recuperaremos el impuesto de sucesiones para las grandes herencias, incidiendo en la progresividad para que los que más tienen aporten más, justo lo contrario que la última reforma fiscal del PP.

Román San Emeterio (UPyD).- La respuesta no es tan directa como podría parecer. Mi gobierno no se planteará subir ningún impuesto antes de suprimir todo el gasto superfluo y optimizar la propia administración y su periferia. Lamento que se haya desaprovechado en Cantabria la oportunidad que da toda crisis para acometer reformas de calado para salir fortalecidos (se ha optado por recortar y ahorrar en lo esencial, tal vez la más fácil y sin duda la más injusta de las medidas posibles). Entendemos que el dinero recaudado debe ser el necesario para hacer frente a los compromisos de bienestar y servicio público y para hacer frente a la creciente deuda pública. Preferimos que el dinero esté a disposición directa de los cántabros. Llegado el caso optaremos siempre por una tributación equitativa y solidaria.

José Ramón Blanco (Podemos).- Apostamos por una reforma fiscal progresiva dentro de las competencias autonómicas, lo que asegurará la suficiencia del sector público en la provisión de servicios y bienes públicos de calidad. En la práctica esto implica que, en términos relativos, aquellas personas con rentas medias y bajas pagarán menos impuestos y recibirán más del sector público, mientras que las rentas y patrimonios más altos serán quienes tengan que pagar más impuestos. Esto implica hacer más progresivo el IRPF en su parte autonómica, tanto en tipos como en deducciones; hacer efectivos los impuestos  sobre el patrimonio y su transmisión, respetando siempre unos mínimos que aseguren que las nuevas cargas únicamente afectarán a los patrimonios más altos y nunca a la mayor parte de los cántabros y cántabras; o acercar la fiscalidad medioambiental en Cantabria a los estándares de la Unión Europea.

Rubén Gómez, (C’s).- En primer lugar debemos conocer en detalle cómo están las cuentas, a partir de ahí se puede concretar más. Somos partidarios de una fiscalidad justa y sostenible donde apostamos, por ejemplo, por bajar el IRPF, así como los de sucesiones o donaciones. En cualquier caso ya digo que primero hay que conocer el estado real de las cuentas. Sí me gustaría matizar que el céntimo sanitario por el que me pregunta fue declarado ilegal por Europa y que, sin embargo, los cántabros hemos estado pagándolo mucho tiempo después, hasta que el gobierno tuvo a bien retirarlo, nosotros no apostamos por un impuesto de esas características.

CN.-En su opinión, ¿cuál sería la principal infraestructura pendiente en lo relativo a Cantabria?

Ignacio Diego (PP).- Aunque ya se ha hecho mucho en cuanto a mejoras en la línea ferroviaria entre Santander y Madrid, consideramos que el siguiente paso es impulsar la inversión de más de 300 millones de euros para conseguir que el trayecto se pueda realizar en 2 horas y 55 minutos. Una iniciativa en la que ya estamos trabajando. Por otro lado, y en lo que se refiere al desfiladero de la Hermida y al enlace de Sierrapando con la A-67 a la altura de Barreda, reivindicaremos la ejecución de dichas obras en cuanto toda la tramitación administrativa haya concluida y esté listo para su licitación. Hemos de recordar que están incluidas en el PITVI del Gobierno del  Estado.

Miguel Ángel Revilla (PRC)- El Tren de Alta Velocidad, sin ninguna duda. En este momento somos la única comunidad autónoma de la Cornisa Cantábrica excluida de la red ferroviaria de alta velocidad, como primero lo fuimos de las conexiones por autovía con la Meseta. Cantabria no puede permitir este nuevo agravio y yo, desde luego, si vuelvo a ser presidente no lo permitiré. Es cierto que la situación económica es difícil, pero no podemos admitir que los cántabros sean los únicos paganos, mientras los AVES de Galicia, Asturias y el País Vasco se siguen construyendo, cuando tienen además un coste muy superior al que supondría el de Cantabria. Puedo admitir que el proyecto se plantee en fases, acometiendo de inmediato la construcción hasta Reinosa, para abordar a continuación la llegada a Santander, pero lo que nunca aceptaré es que Cantabria sea la única autonomía periférica sin AVE.

Rosa Eva Díaz Tezanos (PSC-PSOE).- Modernizar la conexión ferroviaria Santander- Bilbao, dotándola de una infraestructura ferroviaria actual y eficiente con vía de ancho internacional. Cantabria por su ubicación central en la cornisa cantábrica y sus buenas comunicaciones tiene grandes posibilidades para convertirse en un gran centro logístico de España. Sin embargo las conexiones por ferrocarril son deficientes, especialmente la que nos comunica con Bilbao, una infraestructura que hay que mejorar porque es estratégica para conectar Cantabria con la alta velocidad española con el corredor del Ebro hacía el Mediterráneo y con Europa por Irún. Además nos acercará a un área de gran desarrollo económico y poblada.

Román San Emeterio (UPyD).- Las comunicaciones de mercancías y personas deben ser impulsadas y mejoradas en Cantabria. Lo que producen y producirán las empresas cántabras está destinado a encontrar mercados fuera de los límites autonómicos. Por ello hay que fomentar y potenciar los ejes fuertes existentes (como el eje del Cantábrico) y los ejes de futuro con fuerte potencial (como los ejes que el Atlántico nos ofrece: sur del Reino Unido, y arco atlántico continental) y ejes nacionales hacia el sur y el Mediterráneo. Todo ello además nos hará más accesibles para potenciar otros sectores, pues toda vía de comunicación es de doble sentido. Además, como actuación más concreta, en la red viaria impulsaremos la mejora de los accesos a Liébana desde la costa, una carretera de competencia nacional que necesita una actuación tan urgente como sensible.

José Ramón Blanco (Podemos).- Consideramos que se debe abandonar la política de infraestructuras faraónicas, con costes de construcción y mantenimiento inasumibles. En su lugar, se debe preguntar a la población y a las empresas sobre sus necesidades en este ámbito y actuar en consecuencia. Un ejemplo de esto es que existe una demanda clara para mejorar la infraestructura ferroviaria para que esta sea funcional y competitiva, tanto para el transporte de viajeros como de mercancías. No obstante, llevamos años escuchando que los políticos van a traer el AVE para cubrir esta demanda, cuando los estudios técnicos y económicos desaconsejan esa inversión. Esta lógica puede aplicarse al resto de infraestructuras de transportes, o a otras como las sanitarias, donde se ha privatizado parcialmente el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla por decisión meramente política ya que alternativas para la construcción de la infraestructura existían.

Rubén Gómez, (C’s).- Debemos, antes de nada, esforzarnos por mejorar las que ya tenemos. No puede ocurrir que la catenaria del tren que nos une con Madrid pare la circulación cada poco tiempo. Mejorar nuestra red de mercancías es algo vital, tanto por tren como empleando el aeropuerto de Parayas (ahora Seve Ballesteros), dado que puede ser un impulso económico para la región.

A la espera de que se concrete la financiación con la que contarán las instituciones camerales para el desarrollo de las funciones públicas que establece la normativa aprobada en abril de 2014, la Cámara de Comercio de Cantabria ha puesto en marcha un nuevo sistemas de cuotas voluntarias a cambio de las cuales las empresas podrán beneficiarse de sus servicios de asesoramiento e información en distintos campos.

Texto de Jesús García-Bermejo @chusgbh Publicado en mayo de 2015

En 2010 un real decreto impulsado por el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero eliminaba la obligatoriedad en el pago del impuesto cameral que abonaban las empresas, hasta entonces la principal fuente de ingresos de las Cámaras de Comercio del país. Este hecho, unido a los continuos retrasos en la aprobación de una normativa que definiese de manera clara sus funciones y, sobre todo, su financiación, ha traído consigo una importante mengua en los fondos de estas entidades durante los últimos ejercicios, las cuales se han visto obligadas a realizar importantes reestructuraciones de personal y a buscar vías alternativas para poder seguir operando, como el cobro por determinados servicios que hasta hace no tanto eran gratuitos.

En el caso de la Cámara de Comercio de Cantabria, tras un 2011 en el aún se pudo contar con la aportación de las compañías de la región, dado que el abono de la cuota se realizaba a año vencido –de los 3,8 millones de euros de presupuesto, 2,2 procedieron del impuesto cameral–, y un 2012 en el que solo aquellas firmas cuya facturación superase los 10 millones de euros estaban obligadas al pago –575.000 euros–, en 2013 los ingresos que el organismo recaudó por esta vía apenas superaron los 110.000 euros, lo que equivale a una caída del 95% en solo 4 años.

Al menos, en mayo del pasado ejercicio, el primero en el que el presupuesto de las Cámaras no contemplaba entradas procedentes del denominado recurso cameral permanente, entraba en vigor la nueva Ley Básica de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria, Servicios y Navegación. Esta, entre otras cosas, establecía un nuevo sistema de financiación basado en la prestación de servicios y las aportaciones voluntarias de las empresas, al tiempo que las concedía un papel fundamental, en colaboración con el Estado y las comunidades autónomas, en el proceso de internacionalización y el impulso de la competitividad de las compañías españolas.

Sin embargo, aunque la normativa reconocía a las Cámaras como corporaciones de derecho público con funciones público-administrativas, no concretaba los fondos con los que contarían para esas labores, aspecto que, en el mejor de los casos, no quedaría resuelto hasta el 31 de enero de 2015, fecha en la que cada Gobierno autonómico debía tener lista su propia ley, desarrollando en ella los aspectos que la regulación marco no recogía, incluido el capítulo económico.

Pues bien, a día de hoy esa labor continúa pendiente, lo que ha obligado a la Cámara de Comercio de Cantabria a poner en marcha un nuevo sistema de cuotas voluntarias para aquellas empresas que quieran beneficiarse de sus servicios. No en vano, ya en 2014, año en el que la institución contaba con presupuesto de 1.754.000 euros, el ejercicio se cerró con cerca de 400.000 euros de déficit, y todo a pesar de que la plantilla de la entidad cántabra, en la misma línea que en el resto del país, ha venido reduciéndose progresivamente de los 37 profesionales con los que contaba en 2010 a los 22 actuales.

Cuotas voluntarias

Para hacer frente a la situación, la institución con sede en la Plaza Porticada ha venido financiando su actividad de los últimos años mediante la participación en concursos públicos de carácter europeo, la firma de numerosos convenios de colaboración a nivel regional y nacional y el cobro por servicios que hasta no hace tanto eran gratuitos o tenían un coste reducido, como la formación, la elaboración de planes de viabilidad o la emisión de certificados de origen –documentos fundamentales para cualquier empresa que pretenda exportar productos más allá de la Unión Europea–, además de alquilar salas para reuniones, jornadas o eventos. Del mismo modo, en abril de 2013 el organismo dejó de realizar los tradicionales informes de coyuntura económica que, hasta entonces, venía publicando trimestralmente, y un mes después gran parte del asesoramiento en consultoría medioambiental que desde 1997 venía prestándose entre sus muros tocó a su fin.

A día de hoy, tal y como establece la normativa aprobada en abril del pasado año, las Cámaras cuentan capacidad para prestar distintos servicios con carácter privado y en régimen de libre competencia, entre los que se menciona expresamente la información y el asesoramiento, los cuales la entidad cántabra facilitará a las distintas firmas a cambio del abono de cuotas anuales. Con este paso, la institución inicia un nuevo capítulo en su historia reciente en el que, con una dimensión y estructura acorde a su volumen de actividad e ingresos, el déficit a cierre de ejercicio no está contemplado. Es más, según asegura su presidente, Modesto Piñeiro, ya el ejercicio de 2015, con un presupuesto de 1.778.000 euros, debería concluir sin pérdidas.

De esa cuantía, aproximadamente 50.000 euros se obtendrán mediante la nueva iniciativa, un modelo que se estructura de acuerdo a las facturaciones de las distintas firmas. Así, si un autónomo quiere beneficiarse de los servicios de la Cámara deberá abonar 100 euros al año, cuantía que se eleva a 200 euros para aquellas pymes que facturen hasta 6 millones de euros. Del mismo modo, las compañías cuyo volumen de negocio se sitúe entre los 6 y los 15 millones desembolsarán 500 euros por ejercicio, y las que superen esos 15 millones de euros tendrán una cuota de 1.200 euros anuales. “La mayoría de firmas pagarían 200 euros, una cantidad asumible y puramente simbólica, a cambio de la cual recibirán asesoramiento e información en materias diversas, además de contar con bonificaciones en servicios que son de pago, como el alquiler de salas o la asistencias a determinados cursos –afirma Modesto Piñeiro–. El objetivo no es otro que poder financiar nuestra propia actividad, aunque la iniciativa también contribuirá a consolidar el compromiso de las empresas con la propia Cámara, puesto que es una forma de hacerlas entender que estamos encantados de ayudar en todo lo que esté en nuestra mano, pero que esa labor, cuya profesionalidad y calidad está fuera de toda duda, tiene un coste que hay que cubrir. De hecho, solemos dedicar más de una hora a cada persona que se acerca a nuestras instalaciones”.

Teniendo en cuenta que, de acuerdo a las cifras que maneja la propia institución, cerca de 5.000 empresas pasan por la sede de la Plaza Porticada cada año para realizar distintas consultas, parece sencillo alcanzar el objetivo previsto, al menos este primer ejercicio, no en vano con solo 250 altas en el nuevo sistema ya se lograrían recaudar los 50.000 euros planteados. Y más teniendo en cuenta que los servicios incluidos en la cuota son de los más demandados en los distintos campos: legislación, registros, reclamaciones, horarios, aperturas, rebajas, financiación y ayudas en comercio interior; normativa, trámites, ayudas y  promoción en comercio exterior; normativa, legislación, acreditaciones, certificación, asesoramiento, auditoría interna en materia de calidad; legislación, ayudas, subvenciones, evaluación de impacto, sistemas de gestión, auditoría, gestión de residuos, etiquetado en medio ambiente; programas, proyectos, normativa, marcaje, etiquetado, reglamento en el ámbito de la Unión Europea; y tecnologías y herramientas, certificación digital, facturación electrónica, DNI electrónico, firma electrónica en tramitación electrónica.

Por el momento, la institución cántabra está haciendo llegar información a las cerca de 1.500 firmas que, de acuerdo a los registros de la entidad, han consultado sobre el nuevo sistema, a continuación de lo cual se dirigirán a las cerca de 5.000 con las que mantienen una relación directa. De cualquier forma, con 36.000 empresas adscritas en la región, de las que 4.000 son sociedades, el potencial de crecimiento del nuevo modelo es enorme.

Fuentes de ingresos

Con más de un millón de euros en gastos de personal solo en 2015, y unos ingresos previstos próximos a  200.000 euros en patrocinios y aportaciones específicas de empresas y superiores a 400.000 euros en servicios de pago –alquiler de espacios, expedición de certificación de origen, formación, cuotas voluntarias…–, las restantes fuentes de financiación se antojan fundamentales para la viabilidad de la institución cántabra. Es en este punto en donde entran en juego el resto de funciones asignadas en la Ley Básica de las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria, Servicios y Navegación.

Y es que, aunque la normativa establece que estas entidades prestarán servicios públicos con carácter universal en campos como la internacionalización, la competitividad y el arbitraje, lo cierto es que aún no existen certezas sobre cómo se van a estructurar estas funciones ni sobre los fondos con los que van contar las Cámaras para llevarlas a cabo. De hecho, todo apunta a que antes de 2016 no se producirán novedades al respecto.

Donde sí se han producido avances es en el papel que la ley otorgaba a estas instituciones como gestoras de fondos europeos, labor que solo las Administraciones y estos organismos están autorizados a llevar a cabo y que las Cámaras ya venían realizando durante años. “Aunque la mayoría de programas europeos son de carácter finalista, es decir, los fondos van a parar directamente a las empresas, a nosotros nos aportan unos ingresos muy importantes, dado que también contemplan financiación para quienes realizan toda la gestión. Leonardo, STEP… Son varios los proyectos que lideramos y en los que ya contamos con una dilatada experiencia, lo que resulta fundamental, dada su complejidad y la coordinación entre entidades de distintos países que requieren”, considera Modesto Piñeiro.

Del mismo modo, también resultan claves los programas que la entidad cameral desarrolla con fondos del Gobierno de Cantabria y que redundan en beneficio de las propias empresas: Laboreso, Formación Profesional Dual, propiedad industrial… Y no menos importantes son los que la Cámara de España cierra directamente con el Estado, y cuyo desarrollo depende de las Cámaras de cada zona: PAEM –Programa de Ayuda a Mujeres Empresarias–, Plan de Competitividad del Comercio, PICE –Programa Integral de Cualificación y Empleo–.

Solo en 2015 estas tres vías servirán a la Cámara de Comercio de Cantabria para ingresar cerca de 1,1 millones de euros, más del 60% del presupuesto anual, una suma fundamental que lo seguirá siendo hasta que los distintos aspectos que la normativa aún no concreta se definan.

Creadas por real decreto hace más de cuatro años, estas entidades siguen a la espera de los convenios que regulen la forma en que intermediarán en el mercado laboral por encargo de los servicios públicos. En Cantabria están dadas de alta 26 agencias, la mayor parte de las cuales ofrecen esta actividad como uno más dentro de un catálogo de servicios más amplio. La más antigua, la del Colegio de Economistas, colocó el pasado año a 23 desempleados

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Publicado en abril de 2015

Aun asumiendo el lento avance que acostumbran a tener las cuestiones palaciegas, pocos eran los que a la altura de 2012 –cuando la reforma laboral dio renovado protagonismo a una figura nacida dos años antes– no confiaban en una posterior reglamentación que dotara a las agencias privadas de colocación de plena operatividad antes de que terminara la presente legislatura. Cuando esta apura los últimos plazos en términos autonómicos, ese optimismo se ha moderado a la vista de las muchas trabas que ha vivido el proceso de tramitación administrativa, centrado primero en la regulación y homologación de los agentes y después –y ahí es donde estamos– en el establecimiento de las reglas de juego para alcanzar los correspondientes convenios de colaboración entre estas agencias privadas y los servicios públicos de empleo. Aunque algunas autonomías han conseguido dar los primeros pasos en ese sentido –la última, aunque pendiente todavía de adjudicar los primeros contratos, ha sido Asturias– no ha sido capaz ni el Estado, que ha visto bloqueada su propia experiencia piloto por los recursos planteados al concurso, ni Cantabria, que trabaja en dar forma a su propio modelo pero que no llegará a tiempo de cerrarlo antes que de que acabe el actual periodo de sesiones. Mientras tanto, las 26 agencias privadas de colocación reconocidas como tales en Cantabria operan al ralentí, dando un servicio que apenas cubre una mínima parte de lo que prevé la normativa y que, en consecuencia, mide sus resultados a partir de cifras muy modestas.

La normativa concede a las agencias privadas de colocación la tarea de intermediar en el mercado laboral, de una forma similar a cómo lo hacen los servicios públicos de empleo. Esto es, trabajan con una base de candidatos en situación de desempleo y establecen una relación con las empresas donde pueden encontrar trabajos para estas personas, a las que forman y orientan para mejorar su empleabilidad. También de acuerdo a la regulación legal que les dio carta de naturaleza, estas entidades tienen expresamente prohibido cobrar cantidad alguna a quienes buscan trabajo, de manera que su financiación solo puede llegar bien de las empresas que contratan sus servicios para cubrir sus vacantes, o bien mediante los convenios que se firmen con la administración, que adjudicaría a las agencias la labor de colocar a los trabajadores apuntados a las listas del paro, asumiendo una tarea en la que los servicios públicos no pueden presumir de haber logrado grandes resultados. Con el primer nicho de mercado –el de las empresas– muy condicionado tanto por la crisis como por sus pequeñas dimensiones, la firma de los convenios con la administración siempre ha aparecido como la principal fuente de actividad. Para concretarse, esos modelos de colaboración entre lo público y lo privado deberían entrar a regular cuestiones como el número y características de los desempleados cuya colocación se encargue a las agencias, la forma de retribuir a estas y el modo de adjudicar el servicio. El proceso de homologación de quienes podían optar a las adjudicaciones y los casos de las comunidades autónomas que han comenzado el proceso han despejado alguna de las incógnitas planteadas, pero a costa de poner sobre la mesa algunas otras.

Asturias y la Comunidad Valenciana ejemplifican dos de las fórmulas empleadas para alcanzar acuerdos entre los servicios públicos y las agencias privadas. Son dos de las cinco comunidades autónomas que ya lo han hecho –las otras son Aragón, La Rioja y Murcia, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla– y han optado por modelos distintos: la primera segmentará a los desempleados en colectivos y sacará a concurso el servicio de cada uno de ellos, en tanto que en Valencia se ha comarcalizado la comunidad autónoma, por lo que el criterio de adjudicación será geográfico. En relación con el precio, las principales referencias las aportó el proceso de homologación y acreditación que puso en marcha el Servicio Público de Empleo Estatal.

El Real Decreto que en 2010 dio carta de naturaleza a las agencias privadas de colocación estableció las condiciones que deberían cumplir estas para ser reconocidas como tales. Ese proceso ha dado lugar a la inscripción de cerca de 1.500 de estas entidades en toda España –26 de ellas en Cantabria–, un listado heterogéneo en el que conviven sociedades mercantiles, fundaciones, asociaciones y organizaciones no gubernamentales. Ante las dificultades prácticas que presentaba operar con ese universo tan diverso en tamaño y naturaleza, desde la Administración se puso en marcha un segundo proceso de homologación del que salió un listado de 80 agencias que serían las autorizadas para optar a la firma de convenios con los servicios públicos regionales. En ese proceso se establecieron las primeras referencias de las tarifas que podrían optar a cobrar estas empresas por cada desempleado al que encontrasen trabajo, según un cuadro que abonaría cantidades más altas más por aquellos parados que perteneciesen a colectivos de más difícil inserción, y más bajas por aquellas personas que teóricamente tienen un mejor accesibilidad al mercado laboral. Así por ejemplo, para un parado menor de 25 años con menos de seis meses en el paro, la tarifa sería de 300 euros; en el otro extremo, por conseguir trabajo para un desempleado de más de 45 años y más de dos en el paro, la agencia cobraría 3.000 euros. Se trata de un listado de máximos, susceptible de ser rebajado en los procesos de adjudicación, dado que el precio estará abierto a la competencia entre los aspirantes a firmar los correspondientes convenios y será, lógicamente, uno de los principales criterios de valoración en los concursos por los que las diferentes administraciones los adjudiquen.

Lo heterogéneo de las agencias privadas de colocación fue una de las motivaciones que llevó a un grupo de estas empresas a crear el pasado año la delegación cántabra de la Asociación Nacional de Agencias de Colocación (ANAC), en un intento también de dar forma a un interlocutor en lo que se entendía como inminente firma del convenio de colaboración con el Servicio Cántabro de Empleo. Esta última circunstancia no se ha producido, pero las agencias cántabras han avanzado en ese intento de dotar de representatividad al colectivo, que ha elegido como presidente a Francisco Díaz. Otro de los objetivos con los que nace la asociación es la de centralizar la recogida información, tanto de puertas adentro como en lo relativo a las propias estadísticas de actividad. Las empresas no tienen datos, por ejemplo, del número de contratos que se firman con la intermediación de las agencias de colocación, pese a que cada una de ellas remite periódicamente la memoria de su actividad al SEPE. Tampoco se sabe qué empresas cántabras están en el listado de las 80 homologadas para acceder a los convenios con los servicios regionales: “Gran parte de las que están en la lista de las 80 son uniones temporales de empresas, en las que nos consta que hay cántabras, pero no podría dar un número”, señala el presidente de ANAC Cantabria.

Francisco Díez, representante de ANAC en Cantabria.

En su condición de representante de las agencias cántabras, y en coordinación con ANAC España, Francisco Díez ha seguido atentamente los procesos abiertos allí donde se ha conseguido firmar el correspondiente acuerdo de colaboración con el servicio público, y también los procedimientos que se han estancado, y que dan cuenta de las enormes dificultades que tiene el poner en marcha desde cero un sistema que tiene pocas referencias. De estos últimos, el caso más llamativo posiblemente es el del proyecto piloto que puso en marcha el servicio estatal para adjudicar un convenio que superara los límites territoriales autonómicos. Para ello dividió España en seis zonas –Cantabria quedaba encuadrada en la zona norte, junto a Galicia, Asturias y el País Vasco– adjudicando cada una de ellas por separado. En el proceso de adjudicación se hizo con el lote de la zona norte la empresa FSC Inserta, filial de la ONCE: “Pero quienes perdieron el concurso recurrieron la forma en que se había puntuado y los tribunales les dieron la razón, con lo que todo ha vuelto al punto de partida. De alguna manera esto era como una prueba piloto que hubiera servido para despejar algunas dudas, pero seguimos como al principio”.

En principio, de haberse cumplido los objetivos del SEPE, FSC Inserta habría recibido la base de datos con desempleados con los que trabajar y, con sus propios medios o subcontratando a agencias locales, tendría que buscar un puesto de trabajo para ellos. Cobraría por sus servicios solo en caso de éxito, entendiéndose este como que el parado firme un contrato y siga trabajando seis meses después. La retribución a la empresa saldría de una partida que, en el caso de la zona 1 –la que corresponde a Cantabria– sería de 3 millones de euros. Es una cantidad pequeña si tenemos en cuenta que el Gobierno central tiene reservada desde 2013 una partida de 200 millones de euros para poner en marcha este sistema de colaboración público-privada en el ámbito del empleo.

La situación actual

Con todas las incertidumbres sobre el futuro a despejar, lo cierto es que las agencias de colocación privadas vienen operando desde que el Real Decreto de 2010 les diera cobertura legal. Aunque las cifras que dan cuenta de su actividad son modestas –sobre todo si tenemos en cuenta el número de desempleados y el potencial campo de actuación que se abriría con los acuerdos con los servicios públicos– la labor que realizan estas entidades aporta una muestra, a escala forzosamente reducida, de lo que pueden aportar a las políticas activas de empleo. La más antigua de las que trabajan en la región, la del Colegio de Economistas de Cantabria, fue creada en 1996, antes por tanto de la actual regulación. Desde entonces ha tramitado cerca de un millar de demandas de trabajo y encontrado empleo para cerca de 500 personas, 24 de ellas el último año. “El hecho de dirigirnos exclusivamente a nuestros colegiados nos permite un trato personalizado y de calidad. Conocemos exactamente a cada uno de nuestros demandantes de empleo, lo que nos permite también responder de manera más eficaz a las empresas que se dirigen al colegio en busca de profesionales cualificados”, apunta Adela Sánchez, responsable de la agencia para explicar alguna de las claves del proceso de intermediación, en el que entra en juego tanto la relación con los demandantes como con los ofertantes de empleo.

La agencia de los economistas es también significativa en cuanto a la forma de financiarse de estas empresas: la actividad de intermediación es un servicio más dentro de un catálogo más amplio, bien sea este el propio de una asociación o colegio –como aquí– o el de una empresa dedicada a la formación o a otras áreas de los recursos humanos, como las empresas de trabajo temporal (ETT). En todo caso, nunca es la fuente principal de ingresos. Esa circunstancia, común a todas las agencias mientras no se firmen los convenios con los sistemas públicos, no impide que la labor de estas aporte pistas sobre lo que pueden llegar a sumar en la lucha contra el desempleo. Tanto Adela Sánchez como Francisco Díaz coinciden en señalar que es imprescindible innovar en las políticas activas de empleo, un concepto que hace referencia tanto al diseño de la formación como al establecimiento de cauces para que el tejido productivo –los ofertantes de puestos de trabajo– participen en todo el proceso. El reto es aportar soluciones para un colectivo de parados que hasta ahora no ha encontrado respuestas en los ámbitos tradicionales: poco más del 3% de quienes encuentran trabajo lo hacen gracias a la intermediación de los servicios públicos. El desafío es enormemente complejo pero, cuanto menos en lo tocante a esa referencia, el listón a superar no queda demasiado alto.

Una reforma obligará a las SC, una de las figuras societarias más utilizadas por los emprendedores,  a tributar en el impuesto de sociedades a partir del 1 de enero del próximo año. Además de eliminar la posibilidad de tributar por módulos, el cambio supondrá tener que llevar una gestión equivalente a la de una sociedad limitada pero sin tener ninguno de los beneficios de esta. En Cantabria existen cerca de 3.000 sociedades civiles operativas.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Publicado en marzo de 2015

A efectos prácticos, casi inmediatamente después de haber decidido sobre la naturaleza del negocio, el emprendedor tiene que elegir entre las distintas alternativas que tiene para dar soporte administrativo a su proyecto. Sobre la mesa está la posibilidad de formar una sociedad limitada –en sus diferentes formatos–, alguna forma de sociedad laboral o cooperativa, la sociedad civil o, sencillamente, limitarse a funcionar como autónomo, sin marcar ninguna distinción entre su negocio y su persona. Esta última opción es, con mucho, la más utilizada por quienes dan en salto al autoempleo, pero inmediatamente por detrás de ella aparece la sociedad civil, un formato que podemos considerar mixto, con alguna de las ventajas de las sociedades pero sin la carga de gestión que estas soportan.

Es precisamente esto último lo que ha puesto en cuestión una reforma tributaria que, de mantenerse sin cambios hasta su entrada en vigor, puede acabar con la principal razón de ser de esta figura, lo que no sólo la vaciaría de interés para los negocios de nueva creación sino que también pondría en cuestión el mantenimiento como tal de las ya existentes.

Como suele ser habitual en las cuestiones importantes, la disposición legal que amenaza con trastocar usos y costumbres empresariales pasó prácticamente desapercibida en su momento. El pasado 28 de noviembre el BOE publicaba la Ley 27/2014 sobre el Impuesto de Sociedades, que obliga a tributar de acuerdo a este a las sociedades civiles, con efectos a partir del 1 de enero de 2016. Hasta ahora, y hasta que entre en vigor la modificación, las SC tributaban en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas, existiendo la posibilidad de acogerse al sistema de estimación objetiva, conocido popularmente como de módulos. Es una posibilidad que se deriva de la propia naturaleza de estas sociedades, que carecen de personalidad jurídica, y que bien puede considerarse una ventaja, no tanto por suponer una carga de impuestos menor –aunque según las circunstancias podría ser así– como por la menor carga de gestión que lleva aparejada. Tributar por el Impuesto de Sociedades obliga a llevar a ajustarse al Plan General Contable y a llevar una contabilidad diaria de ingresos y gastos, algo que hace cualquier empresa pero no los empresarios autónomos.

María José Roca, responsable de la Ventanilla Única Empresarial de la Cámara de Comercio.

“Cuando nos preguntan, solemos decir que la SC es equivalente a ser autónomo, pero contando con un pequeño paraguas”, explica María José Roca, responsable del servicio de Ventanilla Única Empresarial (VUE) de la Cámara de Comercio, un puesto desde el que está habituada a responder a las dudas de quienes quieren poner en marcha su propio proyecto empresarial. Es una explicación, admite, que valdrá hasta fin de año, pero a la que la reforma ha puesto ya fecha de caducidad: en lo que respecta a la gestión, las sociedades civiles ya no tendrán nada que ver con el empleo por cuenta propia. Si a esto le unimos que el paraguas sigue siendo tan pequeño como lo era antes de la reforma, tenemos como resultado una figura con todas las desventajas de la SL sin ninguna de sus virtudes. Un panorama escasamente propicio para una figura que, según explica la responsable de la ventanilla única, era hasta ahora bastante aconsejada para todos aquellos autónomos que pensasen montar un negocio en común.

Estadísticas

Según las estadísticas de creación de empresas de la propia VUE, a través de ella nacieron el pasado año 401 empresas, de las que 25 escogieron la fórmula de la sociedad civil. Es una proporción que puede parecer pequeña pero que no lo es tanto si tenemos en cuenta que las SL fueron 48 y los empresarios individuales –los autónomos– supusieron más de tres cuartas partes del total. En un resumen más o menos apresurado, esto deja el campo dividido en dos grandes áreas, con los proyectos más empresariales volcados en la SL y el autoempleo dividido entre los autónomos puros y los que, sin dejar de serlo, optan por el socorrido paraguas de la SC.

“Hasta ahora había proyectos para los que la sociedad civil nos parecía la figura más adecuada. Empresas formadas por dos o más personas, en el sector servicios, el comercio… Ahora mismo habría que tener en cuenta muchas circunstancias, pero a priori es cierto que con la modificación pierde mucho atractivo”, admite María José Roca. Respecto a la opción estrictamente autónoma, formar una sociedad civil aporta el contar con una denominación y un NIF desde el que facturar a clientes y abonar gastos a proveedores, algo que además de imagen de empresa aporta indudables ventajas de orden práctico. Hasta el cambio, la gestión de una sociedad civil no tenía ninguna diferencia respecto a la que tiene que hacer un trabajador por cuenta propia. La principal desventaja respecto a la SL, o a una sociedad laboral, es que a efectos de responsabilidad no hay ninguna diferencia entre la persona física y la SC, por lo que aquel responde con todo su patrimonio de las deudas que pueda generar ésta.

La mayor complejidad de la gestión tiene una primera derivada en los gastos de gestoría, y ahí es donde muchos autónomos con sociedad civil han recibido la primera noticia del cambio normativo. Aunque las tarifas son tan variadas y heterogéneas como lo es el propio sector de las asesorías, la diferencia de precio por llevar los asuntos de un autónomo o de una SL viene a ser del 100%. Esto es, los 50 o 60 euros al mes que puede pagar un trabajador por cuenta propia –con independencia de que esté o no integrado en una SC– pasan a convertirse en 100 o 120 si se trata de una sociedad mercantil. Todas las gestorías a las que se ha consultado han coincidido en calcular que esa será también la tarifa en las nuevas sociedades civiles nacidas de la reforma, por cuanto la carga de trabajo también será la misma. Indirectamente, la cuestión de la responsabilidad también cobra mayor importancia, por cuanto cualquier irregularidad que pudiera producirse –y es más fácil que se produzcan con la gestión más compleja que se deriva de la inclusión en el impuesto de sociedades– afectaría directamente al patrimonio del autónomo.

Alternativas

Perdido el atractivo de las SC, la alternativa para quienes hoy tienen una –los datos del Icane cuantifican en 2.916 las sociedades civiles operativas en Cantabria– o para quienes están pensando en montar una empresa son básicamente dos: formar una sociedad mercantil o ser autónomos. Desde la óptica del emprendedor, la segunda opción plantea algunas ventajas. Los autónomos podrán, siempre que sea la primera vez que se dan de alta como tales, bonificarse las cuotas a la seguridad social, a través de la conocida como tarifa plana del autónomo, a la que en cambio no tienen derecho los administradores socios de una SL. También presenta diferencias la posibilidad de capitalizar la prestación por desempleo: un autónomo –integrado o no en una SC– podrá utilizar ese dinero para cualquier inversión de su negocio, en tanto que quien forma una SL únicamente podrá destinar ese capital al pago de las cuotas de la seguridad social. En el caso de las sociedades limitadas, aparece también la cuestión del capital social mínimo necesario para formarlas, algo que ni existe en el caso de los autónomos, ni en el de las SC.

Así las cosas, ¿qué se puede aconsejar a los emprendedores que se acercan a la ventanilla única? María José Roca cree que no hay fórmulas para todos, y que hay que echar muchos números y valorar todas las circunstancias. “Cuando el proyecto es de más de una persona, pensemos en un comercio o en un bar, probablemente sigue siendo más interesante una sociedad. ¿Puede ser una sociedad civil? Pues habrá que hacer cuentas, y ver si el sobrecoste que supone la mayor complejidad en la gestión queda compensando por las posibles ayudas. Cuando no se trata de una sociedad, posiblemente el operar como un simple autónomo es la mejor opción para empezar. Hay que tener en cuenta que las empresas son algo vivo, y que siempre se pueden hacer cambios en el futuro”.

Entre los factores que menciona la responsable de la ventanilla única de la Cámara de Comercio no aparece el que, con toda probabilidad está en el origen del cambio en la normativa: los autónomos que operan en determinados sectores –como la hostelería del ejemplo– pueden tributar por módulos. Este sistema permite cumplir con las obligaciones tributarias a partir de una estimación objetiva –como pueden ser las características y dimensiones del local– con independencia del balance entre ingresos y gastos del negocio. Es un sistema sencillo que, además, puede ser muy ventajoso en determinadas circunstancias. Lo cierto es que, tenga o no que ver con esto, todos los gobiernos han puesto está opción de tributación en el capítulo de las cosas a eliminar. Lo de las SC es un paso en firme en esa dirección, y con toda probabilidad no va a ser el último.

La plataforma Reclamador.es ofrece a los consumidores un medio para canalizar de forma sencilla sus demandas ante un mal servicio, a cambio de un porcentaje de la indemnización a cobrar en caso de que la gestión tenga éxito. Se trata de un mercado con un enorme potencial, del que dan cuenta algunos datos: teniendo en cuenta sólo las
reclamaciones relativas a la eliminación de las cláusulas suelo hipotecarias, cerca de 44.000 cántabros podrían ahorrar hasta 1.800 euros al año en la cuota de sus préstamos.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Publicado en marzo de 2015

Cuanto menos en aquello que tiene que ver con el consumo, España es un país más inclinado a la queja que a la reclamación, entendida esta última como aquella acción que siguiendo cauces legales se plantea obtener una compensación ante un mal servicio. Aunque sin duda influyen factores culturales, la aversión a emprender la vía de los tribunales se explica por una combinación de factores que irían desde el desconocimiento de los propios derechos hasta la percepción de los trámites como caros y farragosos, todo ello salpicado por los pequeños –o no tan pequeños– obstáculos que las empresas reclamadas van a ir dejando por el camino. Con tiempo y medios para acabar con la paciencia de cualquiera, las grandes empresas terminan ganando –por abandono del rival– reclamaciones en las que el consumidor tiene a priori todas las bazas en su mano. Revertir esta situación, convirtiéndola en un modelo de negocio, es el objetivo de Reclamador.es, una empresa creada en 2012 para canalizar las demandas de quienes sufrían retrasos de las aerolíneas y que ha ido extendiendo su actuación a ámbitos como la banca, los seguros y la telefonía.

La forma de trabajar de la plataforma es sencilla en cuanto al cobro –percibe un porcentaje de lo reclamado, y solo en caso de éxito­– y también en cuanto a estrategia: centrándose en aquellos asuntos en los que hay más posibilidades de éxito, aunque las cantidades en liza sean relativamente pequeñas. En esencia, se trata de dar la vuelta a la fórmula que emplean las reclamadas para hacer desistir a sus clientes insatisfechos: si lo largo, caro y complicado del camino legal es el principal aliado para que las grandes empresas consigan frenar las reclamaciones, Reclamador asume hacer frente a todo ello como principal argumento para lograr todo lo contrario. En juego hay una enorme bolsa de potenciales clientes, suficientes para generar las economías de escala imprescindibles en un negocio de márgenes escasos.

Durante la presentación de la empresa en Cantabria, los responsables de Reclamador desgranaron algunos datos que dan cuenta de las dimensiones de ese mercado potencial. Sólo en lo referente a las cláusulas suelo, los estudios que ha realizado la plataforma cuantifican en no menos de 44.000 los cántabros que cuentan con una cláusula suelo en sus préstamos hipotecarios, cada uno de los cuales podría ahorrarse hasta 1.800 euros anuales en el pago de sus cuotas. El caso de esta disposición incluida en los préstamos hipotecarios, y que impide beneficiarse de las bajadas del euribor por debajo de cierto nivel, ilustra perfectamente la actividad que desarrolla la plataforma. El Supremo declaró ilegal esta condición en los casos en los que no se hubiera informado con detalle de la misma –por falta de transparencia– o cuando hubiera un  evidente desequilibrio a favor del banco cuando se comparan la cláusula techo –en teoría pensada para beneficiar al cliente– y la de suelo. El tribunal abría así la puerta a las reclamaciones, pero obligando a que estas se resolvieran caso por caso.

“La estrategia de los bancos ante la reclamación del cliente siempre es negar que exista esa falta de transparencia o ese desequilibrio”, explica Alberto Lucero, el abogado que se ocupa de lo relativo a los bancos dentro del equipo de Reclamador.es. Como argumento frente al cliente, la entidad financiera esgrimirá lo firmado ante notario, donde siempre aparece –e incluso puede hacerlo destacado tipográficamente– la famosa cláusula. “Con eso no basta, en Tribunal Supremo deja muy claro que es necesario hacer una simulación detallada de precios. Pero muchos clientes lo ignoran, dan por buena la explicación de su entidad, o sencillamente prefieren no seguir adelante sabiendo que sólo queda el recurso de los tribunales. A estos es a los que ofrecemos nuestros servicios”.
Aunque el caso de las cláusulas bancarias abusivas puede ser el más llamativo por la cuantía que puede alcanzar lo reclamado, quizá el que mejor se ajusta a la estrategia definida por la plataforma es el de las aerolíneas.

La empresa nació inicialmente con el objetivo de reclamar ante los retrasos y cancelación de vuelos, aunque ha ido extendiendo su campo de actuación hacia otras áreas de consumo.

De hecho, este es el sector con el que nació Reclamador.es, por ser precisamente el que por sus características mejor se ajustaba al servicio que se ofrecía. Por un lado existe una legislación muy favorable al consumidor en lo relativo a indemnizaciones por retrasos, cancelaciones, denegaciones de embarque o pérdidas de maleta; por otro, y pese a que estas incidencias son relativamente habituales, apenas se reclama nada, bien por desconocimiento o por entender que las indemnizaciones a recibir –entre 250 y 600 euros en caso de retrasos y cancelaciones; hasta 1.300 euros por incidencias con las maletas– no compensan las molestias de acudir a los tribunales. “Si acuden a nosotros, no hay molestia alguna: en tres minutos se rellena el formulario que aparece en nuestra web y listo. A partir de ahí es cosa nuestra”, explica Pablo Rabanal, consejero delegado y fundador de la plataforma. Como apunte curioso, el abogado que lidera el equipo que se ocupa de los asuntos relacionados con las compañías aéreas, Álvaro Azcárraga, lo fue antes de Ryanair y Air Europa, a las que representaba en pleitos similares a los que atiende ahora en representación de los pasajeros.

Según los datos de la empresa, menos del 1% de los pasajeros que sufre alguna incidencia en un vuelo opta por reclamar formalmente la indemnización a la que tiene derecho, y que es independiente de que la compañía le haya abonado los gastos de alojamiento o manutención en los que haya tenido que incurrir debido al retraso, por ejemplo. Según esos mismos cálculos, la suma de las posibles indemnizaciones alcanzaría en España los 1.000 millones de euros anuales. Si tenemos en cuenta que es posible reclamar por incidencias acaecidas hasta diez años atrás, la suma de potenciales compensaciones a reclamar alcanza cifras mareantes. De esas indemnizaciones la plataforma se reserva el 25% como pago por sus honorarios, que solo cobra en caso de ganar.

Este sistema de cobro explica que los porcentajes de éxito se muevan en cotas siempre cercanas al 100%, tanto en las aerolíneas como en el resto de sectores en los que se trabaja. Si no hay perspectivas de sacar una demanda adelante, los abogados de Reclamador.es le dan salida; en caso contrario se desiste sin coste para nadie. La elección de los sectores en los que se trabaja también tiene que ver con este modelo de negocio: aquellos que concentran un mayor número de quejas y en los que más fácil es que se dé la razón a los demandantes son los más interesantes para Reclamador.es. Así, a las aerolíneas las siguió la banca –en mayor de 2014– y poco después se sumaron las reclamaciones a las compañías de seguros relacionadas con las indemnizaciones por accidentes de tráfico. El último mercado al que se ha entrado, por ahora, ha sido el de los operadores de telefonía e Internet. En el horizonte aparece ya el siguiente objetivo: el sector eléctrico. Son, si se fijan, los sectores que concentran la mayor parte de las quejas que se reciben en los organismos y asociaciones dedicadas a la defensa del consumidor. El objetivo de Reclamador es que esas quejas se conviertan en reclamaciones formales.

La regularización laboral que pretende el Gobierno de todas aquellas personas que colaboran en el ámbito de las entidades deportivas sin ánimo de lucro pone en serio riesgo la supervivencia del deporte aficionado en nuestro país. Y es que, dar de alta en la Seguridad Social a jugadores, delegados, entrenadores, coordinadores o directivos puede disparar los costes fijos de estos clubes hasta en un 200%. Por lo pronto, ya se han producido las primeras huelgas, y no se descartan nuevas medidas de presión.

Texto de Jesús García-Bermejo @chusgbh Publicado en marzo de 2015

A mediados del pasado mes de febrero cerca de 10.000 partidos de fútbol pertenecientes a competiciones organizadas por diferentes organismos autonómicos fueron suspendidos como protesta por la regularización laboral que pretende el Gobierno de todas aquellas personas que colaboren en el ámbito del deporte aficionado: monitores, entrenadores, delegados, coordinadores, jugadores… La huelga tuvo un seguimiento del 100% en todos los encuentros pertenecientes a las federaciones de Asturias, País Vasco, La Rioja, Cataluña, Extremadura, Castilla y León, Ceuta, Melilla, Canarias y Cantabria. En total, 332.404 deportistas federados y 19.410 equipos de fútbol base en las categorías masculina, femenina y fútbol sala no compitieron en lo que podría ser el primer episodio de un culebrón que parece que va para largo. Y es que, el propio presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, ha advertido que la protesta se extenderá a las ligas de Primera y Segunda División si no hay novedades al respecto, sin olvidar que, al afectar la normativa a cualquier entidad sin ánimo de lucro, otros deportes se podrían sumar a un hipotético plante.

La postura del Gobierno

Dados las recientes parones y el espacio que los medios de comunicación han dedicado a la noticia en las últimas semanas, podría parecer que la polémica nace a colación de una ley de reciente creación. Nada más lejos de la realidad. De hecho, ya en 2012 se realizaron inspecciones laborales en clubes catalanes y malagueños y, ante las numerosas sanciones impuestas por el no cumplimiento de dar de alta a los colaboradores y trabajadores de los equipos, se decidió que estos aspectos quedasen aparcados hasta la realización de un riguroso análisis.

En este sentido, la disposición adicional decimosexta de la Ley 14/2013 de Apoyo a los Emprendedores y su Internacionalización incluyó un breve párrafo en el que se indicaba que, 4 meses después de la aprobación de la normativa, el propio Gobierno procedería a la realización de un estudio de la naturaleza jurídica y, en su caso, del encuadramiento en el campo de aplicación de la Seguridad Social de la actividad desarrollada para los clubes y entidades deportivas sin ánimo de lucro, cuando la misma pudiese considerarse marginal y no constitutiva del medio fundamental de vida. Así, en enero de 2014, se constituye un grupo de trabajo integrado por miembros del Consejo Superior de Deportes (CSD) y del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el cual presenta, meses más tarde, las conclusiones a la Administración en un amplio y detallado informe.

Partiendo de lo dispuesto en el Estatuto de Trabajadores, y ante la dificultad de poder ignorar el carácter laboral en la prestación de servicios que une a estas entidades con sus empleados, el estudio propone regularizar la relación entre las partes por medio del contrato a tiempo parcial. Además, teniendo en cuenta la complejidad que existe para diferenciar los conceptos de remuneración y compensación de gastos, se establece que solo tendrán naturaleza compensatoria las cantidades que no excedan los costes reales que el deportista tiene que soportar por la práctica de su actividad, y recae sobre la entidad la responsabilidad de probar tal circunstancia. Sin embargo, que el club o el trabajador lo consideren contraprestación o compensación no será vinculante ni para la Administración ni para los tribunales, pudiendo ser la periodicidad y la uniformidad en esos pagos un indicio de su naturaleza retributiva, dada la irregularidad y variabilidad propias de cualquier abono que se realice con el fin de cubrir costes.

Guillermo Nalda, secretario y asesor jurídico de la Federación Cántabra de Fútbol

Así las cosas, independientemente de la cantidad percibida, todo voluntario que colabore con un club no profesional, ya sea monitor, entrenador, delegado, utillero, coordinador, secretario o jugador, deberá ser dado de alta en la Seguridad Social del mismo modo que cualquier trabajador en una sociedad, con los costes que ello pudiese suponer, una postura que, en palabras de Miguel Cardenal, presidente del CSD, solo pretende salvaguardar el Estado de bienestar. “No regularizar una relación laboral mediante los mecanismos previstos es economía sumergida, y que haya personas que no tengan la obligación de cotizar sería enviar un mensaje muy negativo a los españoles –considera–. Se trata de aplicar la legislación vigente, que no se ha modificado, y toda retribución estable, fija y periódica, más allá de la cuantía, tiene que estar registrada y controlada. Estamos para apoyar y dar protección al deporte base, pero haciendo las cosas bien, y ni el fútbol ni cualquier otro ámbito pueden ser un departamento estanco en el que no rigen las leyes que el resto sí debemos cumplir”. Así mismo, en aquellos casos que se trate de una compensación de gastos, el máximo responsable del CSD ha recordado que, quienes hagan labores voluntarias deben formalizar tal relación en un contrato especial en el que es sencillo justificar que el dinero percibido se destina a cubrir los distintos costes.

La postura de los clubes

La reacción llegaba casi medio año después de la presentación de las conclusiones del citado estudio. Concretamente, el 1 de enero, coincidiendo con la entraba en vigor la Ley 27/2014 del Impuesto sobre Sociedades, la cual, como su propio nombre indica, establece que toda entidad debe tributar en el impuesto de sociedades. Este nuevo revés, según se asegura desde la Federación Cántabra de Fútbol, fue la gota que colmó el vaso, al obligar a los clubes deportivos a subcontratar servicios profesionales que les permitan llevar una contabilidad infinitamente más compleja. Y todo a pesar de su escasa incidencia sobre las arcas del Estado. “Muy pocos equipos llegan al mínimo establecido para abonar cantidad alguna, pero, de aplicarse la normativa a las entidades deportivas sin ánimo de lucro, sus gastos y complicaciones se iban a multiplicar –afirma Guillermo Nalda, secretario y asesor jurídico de la Federación Cántabra de Fútbol–. Al menos, atendiendo a las declaraciones del señor Montoro, parece que se va a retroceder en este aspecto, lo cual supone un pequeño respiro para todos nosotros”.

Y es que, a la caída de los patrocinios y al recorte de las subvenciones destinadas al fomento del deporte base, males que se vienen arrastrando desde hace años, hay que sumar ahora las nuevas obligaciones y la disminución en un 26% de las ayudas derivadas de los ingresos de las quinielas, las cuales tradicionalmente se destinaban a financiar la construcción de infraestructuras para el balompié amateur. Así mismo, la Federación Española de Fútbol ha alzado la voz para protestar por el real decreto sobre comercialización centralizada de los derechos audiovisuales de las competiciones profesionales, normativa que, en su opinión, obvia por completo los intereses de las categorías más modestas.

En nuestra región, al igual que en el resto de comunidades autónomas del país, solo el fútbol ha optado por parar la competición, no en vano, con más de 14.000 licencias, representa casi el 30% de las 50.000 que entre todos los deportes aficionados existen en Cantabria. Y a nivel nacional, son 680.900 los jugadores afiliados, con un total de 19.000 clubes y unos 550 millones de euros de gasto anual. “Esto supone, directamente, la desaparición de una buena parte de los equipos no profesionales del país, porque dar de alta a sus colaboradores y abonar las cotizaciones y retenciones dispararía los costes fijos de estas entidades hasta en un 200%, haciéndolas del todo inviables, incluyendo a las secciones inferiores y las escuelas deportivas –sentencia Guillermo Nalda–. Y no estamos pidiendo funcionar al margen de la ley, sino que se desarrolle una normativa propia para el deporte aficionado, al igual que se hizo, sin ir más lejos, con las empleadas del hogar. Ya hemos trasladado al Gobierno nuestra voluntad de sentarnos para tratar de alcanzar un acuerdo, porque tampoco vemos lógico plantear un marco regulatorio sin tener en cuenta la opinión de los principales afectados”.

La Federación Cántabra de Fútbol ha llevado a cabo su propio estudio, y en él, como no podría ser de otra manera, las conclusiones son muy distintas de las que figuran en el desarrollado por el CSD. Así, se apunta a la imposibilidad de que las personas dadas de alta puedan percibir otras prestaciones, como ocurre en el caso de funcionarios, desempleados o jubilados, los cuales, en palabras del asesor jurídico del organismo, realizan buena parte de los trabajos diarios en los clubes modestos de la región. Del mismo modo, se llama la atención sobre la imposibilidad de desgravar el IVA consumido en las compras o adquisiciones realizadas y se recuerda que la responsabilidad de las infracciones que pudieran derivarse del incumplimiento de las obligaciones exigibles recaería personalmente sobre los directivos de estas entidades, un aspecto este último que solo en Asturias ha provocado la renuncia de más de 3.000 miembros de distintas juntas en los últimos 4 años.

Aunque, según el secretario de la Federación, en Cantabria aún no se han realizado inspecciones de trabajo en entidades deportivas sin ánimo de lucro, lo cierto es que estas ya están teniendo lugar en distintos puntos del país, y hay que recordar que las sanciones son las mismas que para cualquier sociedad que incumpla las obligaciones de dar de alta a sus empleados. Por lo pronto, no parece que vayan a producirse novedades en la regulación planteada, al menos a corto plazo, y más atendiendo al cruce de acusaciones que se viene produciendo entre el CSD y la propia Federación Española de Fútbol. Para los primeros, las huelgas responden a una venganza personal del presidente del organismo por el recorte de los fondos de las quinielas y el reparto de los derechos audiovisuales; para los segundos, la aplicación de la Ley de Emprendedores al mundo del deporte base solo responde a una intención política por parte del Gobierno de elevar las cifras de empleo y sostener así la disminución del paro en pleno año electoral, incluso otorgando la categoría de trabajador a personal que no gana más que para cubrir sus gastos.

Con todas las dudas sobre el resultado final, lo único que por ahora parece claro es que este partido se resolverá en la prórroga.

El 29 de marzo de 2013 las llamas destruyeron completamente las instalaciones del Centro Farmacéutico del Norte en Candina, reduciendo a cenizas nave, maquinaria, oficinas y todas las existencias almacenadas. En total, 14 millones de euros de pérdidas que ha cubierto en su totalidad el seguro, en lo que ha supuesto el mayor siniestro por cuantía de cuantos se han producido en Cantabria y uno de los acuerdos extrajudiciales más rápidos de los que se tiene noticia en España. Dos años después, las nuevas instalaciones están a punto de inaugurarse

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Publicado en marzo de 2015

La madrugada del 29 de marzo de 2013, Viernes Santo, Andrés Díez, director del Centro Farmacéutico del Norte (Cenfarte) recibió una llamada en la que su jefe de almacén le transmitía malas noticias:  las instalaciones de la empresa en el polígono de Candina estaban ardiendo. Las conversaciones que pudo mantener en el corto trayecto entre su casa de Somo y Santander le fueron poniendo sobre aviso de las dimensiones de la catástrofe y de que iba a ser imposible salvar nada de lo que era hasta ese momento el principal centro de trabajo de la empresa distribuidora de medicamentos. El director de Cenfarte revivió el pasado noviembre, al ver en televisión las imágenes del incendio de la fábrica de Campofrío en Burgos, alguna de las sensaciones y escenas que vivió aquella noche, cuando junto a los trabajadores que fueron llegando contempló cómo el fuego se llevaba por delante el medio de vida de un centenar de familias. En esos momentos todas las voluntades apuntaban hacia la única meta de reconstruir las instalaciones y hacer que volvieran a funcionar, un objetivo que todo parece indicar que se alcanzará este mismo mes de marzo, dos años después del incendio. Todas los buenos propósitos que se expresaron aquella noche, confirmados en forma de compromiso firme en las semanas siguientes, han sido fundamentales para el renacer de Cenfarte, pero no tanto como la existencia de un seguro que ha afrontado el pago de toda la indemnización incluida en la correspondiente póliza.

Cualquiera puede pensar que no hay nada de extraordinario en que una compañía de seguros afronte el pago al que le compromete el correspondiente contrato, pero no faltan datos para calificar lo sucedido en el caso de Cenfarte si no como extraordinario, sí cuanto menos como poco común. De entrada, los algo más de 14 millones de euros que sumará el total de la indemnización a afrontar por MGS Seguros –compañía con la que Cenfarte tenía contratado su seguro– convierten a este en el siniestro de mayor cuantía de cuantos se han producido en Cantabria. A ello hay que sumar la rapidez con que se alcanzó el acuerdo extrajudicial para afrontar los pagos, en un caso  que José Santos de Blas Quevedo –el mediador, gerente de la empresa Secan Servicios, que intervino en todo el proceso– considera único en España. Como referencia, la misma Campofrío que sufrió el incendio del pasado año acaba de conseguir cerrar otro anterior –por una cuantía similar a la de Cenfarte– trece años después de sucedidos los hechos. Por último, y por cerrar el repaso a las circunstancias más o menos insólitas que concurren en este caso, se va a indemnizar por el total del capital incluido en la póliza, algo que, para sorpresa del profano, no es tampoco habitual.

El proceso que se abrió aquella madrugada de Viernes Santo, y que solo podrá darse definitivamente por cerrado cuando Cenfarte empiece a funcionar en sus renacidas instalaciones de Candina, implicó el trabajo de muchas personas pero, sobre todo, se asentó sobre la labor de quienes componían el triángulo fundamental en esta historia: la empresa, la aseguradora –en este caso MGS Seguros, representada por el director de su sucursal de Torrelavega, Miguel Ángel Díaz Prellezo– y el mediador. Los dos primeros –asegurado y aseguradora– son elementos comunes a cualquier siniestro en el que haya una póliza por medio; la tercera figura –la persona que vendió y formalizó en su día el contrato, y a la que le tocó luego velar por su cumplimiento– puede no serlo tanto, aunque a decir del resto de implicados su aportación ha sido fundamental para llevar a feliz término el asunto.

José Santos de Blas tuvo conocimiento del siniestro a las pocas horas de producirse, tras la inevitable llamada de Cenfarte. Vistas las dimensiones del siniestro, el primer consejo a su cliente –que es la empresa, no la aseguradora– fue la necesidad de nombrar un perito de parte. Esta figura trabaja por cuenta del accidentado para valorar la cuantía de los daños, en una peritación paralela a la que realiza la compañía de seguros. Como en la póliza multirriesgo que cualquiera puede tener en su hogar, la que cubría a Cenfarte aseguraba por una parte el continente –para entendernos, la nave– y por otra el contenido, que en este caso estaba constituido por la maquinaria y los productos almacenados.

La característica más notable de lo acaecido con Cenfarte era el gran volumen de existencias que había en los almacenes, algo por otro lado completamente normal si tenemos en cuenta su condición de empresa distribuidora. Además de su evidente incidencia en la cuantía de la indemnización, este era también el factor decisivo para asegurar la continuidad de Cenfarte. La empresa contaba con centros de distribución en otros puntos de España, desde los que atender a sus clientes en un primer momento, pero necesitaba reponer rápidamente sus existencias para ser capaz de mantener el servicio. Obviamente, Cenfarte contaba con capacidad para afrontar el ritmo normal de reposición en sus almacenes, pero no para adquirir de una vez los 8 millones de euros de stock en los que se cuantificaba el valor de las existencias destruidas.

Ambos peritos, el de parte y el de la aseguradora, trabajan desde el primer día en la valoración de lo destruido. Al mismo tiempo se desarrolla la investigación –a cargo de bomberos y policía judicial– para determinar las causas del fuego de manera que, una vez establecido el carácter fortuito de éste, se abre la puerta al pago de las indemnizaciones. El día 2 de mayo Cenfarte cobra un primer talón de 3 millones de euros, y el 28 de ese mismo mes 4 más hasta llegar a los 7 millones, y todo mediante acuerdo extrajudicial de las partes. En relación con el continente, la nave, el pago se ha ido haciendo a medida que avanzaban los trabajos, y de acuerdo a las certificaciones de obra.

En la reconstruida Cenfarte posan el mediador José Santos de Blas, Ricardo Díaz-Munío, presidente de Cenfarte, y Miguel Ángel Díaz Prellezzo, director de la oficina de MGS Seguros de Torrelavega.

Que se pague todo, coinciden en señalar tanto el mediador como la aseguradora, no es ni mucho menos habitual, y es un indicador de que el contrato de seguro recogía perfectamente tanto las características del riesgo a cubrir como los valores a asegurar. “Lo que había en este caso es un trabajo previo muy importante”, apunta Miguel Ángel Díaz Prellezzo, director la oficina de MGS Seguros en Torrelavega, refiriéndose a la labor realizada por José Santos de Blas, el mediador vinculado de la compañía. Antes de que este revisara el contrato de seguro, Cenfarte contaba con una póliza más o menos estándar en la que se actualizaba la valoración de los riesgos cubiertos en función de las existencias que hubiera en el almacén, o de la adquisición de nueva maquinaria. “El cliente puede pensar que con eso es suficiente para estar perfectamente cubierto, pero puede no ser así. Por otro lado, ni los particulares, ni nadie en una empresa tiene por qué ser experto en seguros, de ahí que consideremos decisiva la función del mediador”, explica el representante de la aseguradora.

“Nos empezamos a reunir en 2012 para estudiar las características de la póliza que tenía contratada Cenfarte, que también era con MGS”, recuerda José Santos de Blas para explicar el trabajo realizado para adecuar el contrato a los riesgos reales que se querían cubrir. “Hay que estudiar las características del riesgo al detalle, porque si las comunicaciones del asegurado no coinciden con la realidad, en caso de siniestro eso va a llevar a que se apliquen reglas de equidad o proporcionalidad. Había alguna cláusula que podría haber provocado algún problema de este tipo, y lo cambiamos”.

Aunque pudiera entenderse que lo corregido tenía que ver con la legendaria letra pequeña de los seguros, lo cierto es que se trataba de estipulaciones habituales en cualquier contrato de este tipo, pero a las que pocas veces se presta atención. Salvando las muchas distancias, puede ser el equivalente a indicar en el seguro del automóvil que tu vehículo no lo conduce nadie menor de 25 años; si luego el coche sufre un accidente con un joven al volante, se minoraría la indemnización a la que haría frente la aseguradora. En una póliza de empresa son otras las consideraciones, pero no menores ni, desde luego, menos complejas. Para quien pueda creer que la intervención del mediador supone un sobrecoste en la prima, hay que decir que cuanto menos en este caso, el resultado fue el contrario, con un ligero abaratamiento de la cantidad a pagar, que quedó fijada en unos  20.000 euros al año.

Los beneficios que la intervención del mediador tienen para el asegurado quedan claros en el ejemplo que supone el siniestro de Cenfarte. Lo que puede parecer más complicado es entender qué aporta a la compañía que, hay que recordar, es quien paga al mediador por su trabajo. “A nosotros la figura del mediador nos aporta cercanía con el cliente y nos garantiza una relación a largo plazo. En el balance de una aseguradora es más importante la cartera que la contratación de cada año. Por otro lado, que un contrato de seguros esté mal hecho y dé lugar a un conflicto es algo negativo para el cliente y también negativo para nosotros, en términos de imagen y también porque todo conflicto tiene un coste económico”, señala Díaz Prellezzo. Por otro lado, explica, la propia naturaleza del negocio asegurador, con las obligadas provisiones en función de los riesgos cubiertos, hace que el coste de afrontar una indemnización como esta no suponga un quebranto inabordable para la compañía: “Este va a ser el mayor siniestro que ha cubierto MGS Seguros en sus más de cien años de historia, pero lo asumimos como un reto. Que hoy estemos sentados en esta mesa, y hablando en estos términos, la aseguradora, la empresa y el mediador es un motivo de enorme satisfacción para nosotros”.

En 2013 el comercio electrónico facturó 14.600 millones de euros en nuestro país, un 18% más que en el ejercicio anterior, y en 2014 el sector ha logrado superar los 17.000 millones en ventas. Uno de los últimos modelos de negocio en asentarse en este creciente mercado es el ‘drop shipping’, sistema por el que el comerciante no necesita disponer de ‘stock’, siendo el mayorista quien despacha directamente al cliente final.

Texto de Jesús García-Bermejo @chusgnh Publicado en febrero de 2015

Como era de esperar, el comercio electrónico ha jugado un papel fundamental en la recientemente campaña de Navidad, y cada vez son más los españoles que optan por la vía electrónica para efectuar sus adquisiciones. De hecho, nuestro país se sitúa ya como el cuarto de la Unión Europea con más operaciones de este tipo, una posición que viene sustentada por el crecimiento experimentado por esta modalidad de comercio minorista en los últimos años.

Si ya en 2013 el volumen de ingresos del e-commerce ascendió a 14.600 millones de euros en territorio nacional, un 18% más que el ejercicio anterior, los distintos estudios cifran en torno a los 17.000 millones como la cifra a cierre de 2014, récord absoluto para un sector que continuará mejorando sus resultados durante los próximos años. Es más, numerosos expertos hablan de un volumen de negocio cercano a los 200.000 millones de euros para 2027.

De acuerdo al estudio llevado a cabo por la consultora de marketing on line Open-Ideas, la mejora de la situación económica general y la subida en 12 puntos del índice de confianza de los consumidores, unidas al repunte del comercio minorista y a la cada vez más extendida percepción de seguridad de las compras a golpe de ratón, explican estos resultados. Según Open-Ideas, los sectores de mayor crecimiento son la electrónica y la moda, en gran parte gracias al impulso del mobile commerce. Concretamente, se observa como la irrupción de las tablets ha supuesto un impulso muy claro para este mercado, afectando incluso a patrones de consumo, ya que ahora la gran mayoría de compras se producen a última hora del día y por mujeres. Así mismo, cada vez tienen más éxito los productos que posibilitan cierta socialización, por ejemplo los artículos de deportes, que permiten su recomendación en redes sociales, multiplicando el alcance de los productos entre el publico objetivo. Y es que, la generación de comunidades en las que se comparte información sobre distintos artículos suponen un importante impulso para la venta on line.

Desde el punto de vista del empresario, y a pesar de los planes de ayudas puestos en marcha por la Administración central y varias comunidades autónomas, el comercio electrónico sigue suponiendo uno de los principales retos para las pymes y micropymes –firmas con menos de 9 trabajadores–, que en conjunto representan el 99% del entramado empresarial del país. Atendiendo a una encuesta elaborada por Google, en 2014 solo un 15% de las firmas con menos de 50 empleados realizó actividades de venta on line, aunque el 31% de ellas aseguraba que estas operaciones generan más de un 20% de la facturación anual y el 43% reconocía que este mercado sirve para incrementar beneficios.

Con semejantes datos, no es de extrañar que Internet se esté convirtiendo en una alternativa o en un añadido para numerosos emprendedores, lo que, a su vez, atomiza el mercado y hace que la competencia, tanto en precios como en oferta, sea cada vez mayor.
En este sentido, existen una serie de claves que tanto consultores como expertos consideran fundamentales para obtener resultados positivos, y lograr un posicionamiento destacado en los distintos motores de búsqueda, ya sea orgánico –Search Engine Optimization (SEO)– o de pago –Search Engine Marketing (SEM)–, se antoja como el principal. Contar con páginas elaboradas que ofrezcan toda la información necesaria al consumidor, desarrollar tiendas electrónicas que sean accesibles desde el móvil y otros dispositivos portátiles y reforzar la presencia en redes sociales son otros de los aspectos a tener en cuenta.

Rafael Pi Blanco, gerente y fundador de la tienda ‘on line’ Alegre Locura.

Un mercado cambiante

Este crecimiento ha permitido el surgimiento de hábitos hasta hace poco impensables, como el webrooming, la tendencia del usuario a investigar y comparar sobre un producto antes de tomar una decisión de compra, que se da ya en el 70% de las operaciones.

Del mismo modo, en el último año se ha producido un importante aumento en el número de operadores de e-commerce que apuestan por el drop shipping, un modelo de negocio muy extendido en Estados Unidos y China por el que el empresario ejecuta la venta sin necesidad de disponer de stock: el minorista pasa el pedido y los detalles del envío al mayorista, quien despacha directamente al cliente final.

En nuestra región una de las firmas que ha optado por esta fórmula es Alegre Locura, tienda erótica on line creada y gestionada por Rafael Pi Blanco. “He estado formándome durante toda mi carrera profesional, y en 2012, como trabajo final de un posgrado en gestión y dirección de empresas, tuve que llevar a cabo un proyecto de negocio –recuerda–. Tras valorar distintas alternativas, un compañero me abrió los ojos sobre las posibilidades que ofrecía el comercio electrónico, y más concretamente los artículos eróticos, un sector en el que cerca del 90% de las operaciones se realizan por Internet, dada la discreción que este canal ofrece. Hoy, lo que nació como una simple idea es ya una empresa, y tras meses de trabajo para dejar lista la plataforma de venta, este mes iniciamos la comercialización”.

Una vez tuvo claro a qué mercado dirigirse, comenzó a contactar con posibles mayoristas, y se percató de que uno de ellos ofrecía la posibilidad de operar mediante el modelo del drop shipping, una opción cuya principal ventaja es la reducción de los riesgos que asume el emprendedor, fundamentalmente porque su papel es similar al de un intermediario. Así, con una inversión de apenas 10.000 euros, este empresario ha logrado poner en marcha un negocio que no necesita de instalaciones, que le deja márgenes que van desde el 60 hasta el 300% por artículo y cuya oferta está disponible a importes que oscilan entre los 2 y los 50 euros, coste al que habría que sumar 6 euros de portes para cualquier compra dentro de la península ibérica.

Esta fórmula ofrece ventajas evidentes a todos aquellos emprendedores que deseen poner en marcha una iniciativa empresarial sin tener que asumir elevados costes. Sin embargo, ¿es el drop shipping interesante también para el mayorista? “Si el usuario quiere realizar una compra, tiene que efectuar el pago a través de alguno de los medios que hemos habilitado en la web, y en el momento que yo recibo la transferencia hago el ingreso al proveedor, siendo este último el que hace llegar el producto al cliente final –asegura Rafael Pi Blanco–. En el comercio tradicional, lo habitual es que el mayorista cobre a 30, 60 o incluso 90 días, mientras que por esta vía el artículo está ya abonado antes incluso de salir del almacén, y eso minimiza cualquier riesgo de impago. En cualquier caso, el ‘drop shipping’ es solo un canal más, y lo normal es que quien se dedique a la venta al por mayor lo combine con el propio de los establecimientos físicos, con plataformas de ‘e-commerce’ clásicas o con tiendas ‘on line’ propias. Aún así, hay hueco para todos, al menos en el sector de los artículos eróticos, porque, dados los distintos márgenes que se aplican, el producto llega al usuario a precios similares. Al final, la auténtica clave es vender, y para eso lo fundamental es tener visibilidad, es decir, figurar entre los primeros resultados de los motores de búsqueda. Y ahí es donde entra en juego la profesionalidad de quien gestione y lleve a cabo tu web”.

Con un mantenimiento anual de apenas 200 euros, este emprendedor se marca para 2015 el objetivo de recuperar los cerca de 10.000 euros de inversión inicial. Más adelante, y dependiendo siempre de los resultados logrados, no descarta comprar directamente al fabricante, lo que le permitiría aumentar sus márgenes, aunque claro, también su inversión y riesgo.

El modelo ‘de siempre’

Aunque el drop shipping va ganando adeptos en los últimos tiempos, fundamentalmente entre emprendedores que buscan iniciar un proyecto empresarial desde cero, el comercio electrónico tradicional continúa siendo el principal exponente del sector, sobre todo para compañías que ya disponen de una estructura y que buscan crear un canal de ventas adicional para dar salida a parte de su stock. Este es el caso de Cantabria Harley-Davidson, concesionario que, desde que abriese sus puertas en 2004, cuenta con la distribución en exclusiva para toda la región de la popular marca de motos.

Celi Alonso Fernández, responsable de Ventas de Cantabria Harley-Davidson.

Y es que, el pasado mes de diciembre la firma con sede en Astillero puso en marcha su propia tienda on line, en la que comercializa complementos, moda, accesorios y ropa técnica de la conocida enseña. “Ya llevábamos tiempo trabajando la página web, pero solo a modo de escaparate, y desarrollar una plataforma de comercio electrónico era el siguiente paso –afirma Celi Alonso Fernández, responsable de Ventas de la compañía–. Aunque también disponemos de taller de reparaciones y, por supuesto, vendemos las motos de la firma, tanto nuevas como de ocasión, entendíamos que el ‘e-commerce’ debía ser un complemento a la ‘boutique’ del propio concesionario. Esperemos que funcione lo suficientemente bien como para compensar, aunque sea en parte, la caída de ventas que la crisis ha traído consigo”.

Así mismo, según aseguran los responsables de la empresa cántabra, no todas las regiones del país cuentan con establecimientos Harley Davidson, y las que tienen uno en su territorio pueden ofertar artículos de muy distinto tipo, por lo que iniciarse en el comercio electrónico suponía para la firma la oportunidad de expandir su mercado más allá de la comunidad autónoma.

Hasta la fecha, la aceptación de la nueva tienda on line está siendo muy positiva, y, en palabras de la responsable de Ventas de la compañía, en el mes que aproximadamente lleva funcionando, raro es el día que no se cierra alguna operación. “Estamos dando salida a muchos pequeños artículos, y es habitual que el cliente haga el pago a través de PayPal y que llegue al importe mínimo para cubrir los costes de envío, lo que habla de un perfil de usuario muy habituado a la compra por Internet. Si cuentas con una oferta de calidad, cuidas al detalle las descripciones del producto, cumples con lo acordado y te posicionas adecuadamente en los motores de búsqueda los resultados acaban llegando. Al menos nosotros consideramos un acierto haber dedicado tiempo y recursos a iniciarnos en este mercado”, apunta.

Los usuarios no conectados a las redes abonan en sus recibos el canon de saneamiento de sus aguas residuales, pero a la vez tienen que pagar de su bolsillo la factura por el transporte y gestión de ese residuo. La empresa pública MARE ha invertido 386.000 euros para poner en marcha un sistema de recogida y gestión que acabe con esa paradoja y cumpla además un doble objetivo: estimular la conexión a red de quienes pueden hacerlo e identificar y atajar los vertidos irregulares.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero. Publicado en diciembre de 2014

Hay cuestiones que tienen una perfecta explicación en términos legales pero que, en la práctica, suponen un auténtico desafío para el sentido común. Los trabajadores del servicio de aguas de la empresa pública MARE, sobre todo aquellos que tratan más directamente con el público, están habituados a enfrentarse casi diariamente con uno de esos asuntos que ponen a prueba todos los razonamientos: la queja de aquellos usuarios que por no estar conectados a la red, y pese a abonar puntualmente el canon de saneamiento en sus recibos, se ven obligados a pagar de su bolsillo el transporte y tratamiento del agua residual de sus fosas sépticas. El carácter prácticamente universal del canon –que técnicamente es un impuesto, no una tasa– ofrece una respuesta que puede ser válida en lo jurídico, pero que incluso los propios responsables de la empresa pública entienden como difícilmente asumible para los afectados. Como fórmula para deshacer el enredo, pero también como un mecanismo capaz de cubrir un más amplio espectro de objetivos, desde MARE se ha diseñado un sistema de recogida, transporte y gestión de las aguas residuales procedentes de fosas sépticas que dará una respuesta transitoria o definitiva –según los casos– al problema.

Según los cálculos de MARE, y en una estimación que admiten que puede quedarse corta, en Cantabria existirían no menos de 600 viviendas no conectadas a las redes de saneamiento y que, por tanto, vacían sus aguas residuales en una fosa séptica. Cuando esta se llena, el propietario de la misma debe llamar a una cisterna para que retire el residuo y lo lleve hasta un gestor autorizado para su tratamiento, abonando la correspondiente factura y afrontando un coste que, según los casos, oscila entre los 2.500 y los 4.000 euros al año y que no exime, como hemos visto, del pago del canon de saneamiento. Es a estos usuarios –siempre que la vivienda que vierte a la fosa séptica esté ubicada en Cantabria y su propietario esté al corriente del pago del canon de saneamiento– a quienes MARE ofrece ahora la recogida, transporte y gestión gratuita de sus aguas residuales, según unas condiciones que varían en función de la razón por la que la vivienda no está conectada a la red.

Estimular la conexión a la red

En principio son dos las causas por las que una vivienda vierte a una fosa séptica: porque por estar aislada no cuenta con una red próxima a la que conectarse o porque, existiendo esta, el propietario ha preferido no hacer la obra de conexión, ya que es él quien tiene que afrontar el coste de la misma. Serán los técnicos de MARE quienes, tras recibir la solicitud del usuario que quiera utilizar el nuevo servicio gratuito de recogida, visitarán la instalación y decidirán en qué supuesto se encuentra cada caso. Para los primeros –los que no tienen posibilidad de conexión o el coste de la misma sería prohibitivo– la recogida, transporte y gestión del residuo de sus fosas sépticas será siempre gratuito. Para los segundos el servicio no tendrá coste durante un año, tiempo que MARE considera suficiente para que el beneficiario se conecte a la red. Cumplido ese plazo sin hacer la obra, la situación volverá a ser como hasta ahora, con el usuario teniendo que contratar los trabajos a los correspondientes gestores autorizados. Existiría un tercer supuesto, el de aquellas viviendas que hoy no tienen posibilidad de conectarse pero que, por estar prevista una ampliación de la red en su entorno, podrán hacerlo en el futuro: en este caso la gratuidad del servicio se mantendrá hasta que sea posible la conexión, contándose el año de plazo a partir de ese momento.

“Lo que buscamos es dar servicio, y al mismo tiempo favorecer que quien está ahora vertiendo a una fosa séptica pase a hacerlo a una red de saneamiento”, explica Mónica Mallavia, directora de Aguas de MARE, que asegura que las redes de saneamiento –canalizaciones y tratamiento en las correspondientes estaciones depuradoras– ofrecen las mayores garantías medioambientales y la máxima eficiencia en el uso de los recursos. Para poner en marcha el sistema, MARE ha invertido 386.000 euros, destinados a adecuar un sistema de recepción en cinco de las estaciones depuradores de aguas residuales (EDAR) que forman su red. En estas –las de Castro Urdiales, Cillórigo de Liébana, Quijano de Piélagos, Reinosa y Suesa, elegidas por ser las más cercanas a las áreas donde se ha identificado una mayor demanda potencial– se habilita un punto de vaciado de la cisterna y se hace un análisis de lo que llega para confirmar que entra dentro de los parámetros del un agua residual urbana. De no ser así, la cisterna no se vacía y el residuo se desvía a un gestor autorizado. Si se da por bueno, y tras separar el residuo sólido, el agua procedente de la fosa séptica pasa a la cabecera de la instalación para ser tratada de la misma manera que la procedente de las redes de saneamiento. Prácticamente la totalidad del coste de la puesta en marcha del sistema se corresponde con esta inversión en las plantas, dado que MARE prevé hacer el transporte con sus propios medios siempre que sea posible, subcontratándolo a un gestor autorizado en caso contrario.

Desde MARE se confía en que, contra lo que pueda pensarse en una primera lectura, la entrada en funcionamiento del sistema de recogida favorezca la actividad de los gestores. La explicación a este optimismo tiene que ver con un elemento incontrolable que cada vez lo es menos: lo vertidos irregulares. Los técnicos asumen que buena parte de las fosas sépticas que puedan existir en Cantabria se vacían hoy al margen de los canales establecidos para ello. O lo que es lo mismo, que en lugar de recurrir a un gestor autorizado –y abonar los cerca de 4.000 euros anuales correspondientes– se vierte directamente en una arqueta de la red de saneamiento. Con la puesta en funcionamiento de la plataforma de control –un sistema con el que ha identificado cada una de las arquetas de la red y con el que es posible conocer lo que pasa por cada una de ellas– MARE es cada vez más capaz de cuantificar e identificar estos vertidos irregulares. Facilitar las cosas para cumplir con lo reglamentado se traducirá en un mejor conocimiento del mapa de distribución de fosas sépticas y una más fácil identificación de los infractores. Eso significaría, según las previsiones que maneja la directora de Aguas, que la buena parte de lo que hoy se vierte fuera del sistema vaya a un gestor autorizado.

De cumplirse el objetivo de eliminar progresivamente las fosas sépticas –estimulando la conexión a la red de quien todavía las utiliza– también se propiciaría una actividad que puede ser modesta, pero no desdeñable, en términos de obra civil. El particular que solicite la recogida gratuita de su fosa séptica recibirá la visita de técnicos de MARE, que verificaran que la instalación cumple con los requisitos para beneficiarse del sistema, y que también decidirán en qué categoría inscribir a la vivienda: de imposible conexión a la red –y por tanto con recogida gratuita para siempre– o susceptible de conectarse a una red existente o futura. El criterio para adjudicarla una u otra condición será técnico, pero con un obvio componente económico: se descartaran aquellos saneamientos que impliquen bombeos o aquellos en los que la complejidad de la obra eleve el coste por encima de lo razonable. ¿Y qué se considerara razonable a estos efectos? La frontera, explica Mónica Mallavia, se movería siempre por debajo del coste anual que hoy supone la recogida y tratamiento por parte del gestor autorizado: esto es, al usuario le bastaría dedicar a la obra de conexión la cantidad que se ahorra durante el año que MARE le prestará gratuitamente el servicio.

El desplome del negocio tradicional ha llevado a las empresas editoras a poner sus estructuras al servicio de los autores interesados en situar en el mercado sus obras y que están dispuestos a invertir para conseguirlo. Llevar a las librerías una pequeña tirada de una novela, o un libro de poesía, puede salir por unos 600 euros. La cántabra Montañas de Papel, filial del grupo Estvdio especializada en autoedición, es una de las empresas pioneras en un campo que cuenta ya con auténticos gigantes con presencia internacional.

Texto de Jose Ramón Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero Publicado en septiembre de 2014

Durante el año 2013 se editaron en España 76.434 títulos, una cifra que por su volumen, y si no se acompaña de otras, podía llevar a pensar en un negocio en auge. Lo cierto es que la Federación de Gremios de Editores de España, que es quien ha recogido el dato en su estudio anual sobre el sector, habla de una situación rayana con lo catastrófico y caracterizada por las tiradas menguantes y por un número cada vez mayor de ejemplares sin vender, que vuelven a los almacenes tras un paso fugaz por las estanterías de las librería, o sin haber llegado siquiera a estas. En total, el estudio calculaba una caída del 11% en las ventas, con números negativos en prácticamente cualquier clasificación temática, con la única excepción del libro de texto no universitario. Que en esas circunstancias sigan saliendo al mercado más de 200 títulos diarios es una de las características más llamativas del sector editorial, un fenómeno que en los últimos años se ha visto favorecido por la bajada en los costes de impresión y por el peso creciente de la autoedición en el conjunto de la oferta.

Que sea el propio autor quien corra con los gastos de edición de su obra no tiene nada de novedoso, y no es exactamente ahí donde se localiza el principal impulso en las cifras de salida al mercado de nuevos títulos. De hecho, y aunque los datos que publica el Ministerio de Cultura sí que recogen información sobre el peso del autor-editor en el total de la producción –que baja en el paso de 2001 a 2012, año al que corresponde el último análisis– no es fácil cuantificar el fenómeno, porque en buena parte de los libros publicados mediante esta fórmula quien aparece como editor es, en efecto, una empresa editora. Es ahí donde hay que buscar el principal cambio en las reglas de juego del libro, con las editoras convertidas en proveedoras de un servicio para el autor, al que ofrecen la corrección de los textos, el diseño del libro, su impresión y distribución –e incluso la promoción de la obra– a cambio de una cantidad pactada previamente. La mayor parte de las veces, todo este trabajo se realiza a través de un sello eidtorial creado expresamente para atender este mercado.

Es el caso del grupo Estvdio –propietario de las librerías del mismo nombre y editor convencional bajo esa misma denominación– que bautizó como Montañas de Papel a la empresa creada para cubrir la demanda de autoedición. A través de ella ha editado una veintena larga de títulos con esta fórmula, lo que le convierte en una de las pioneras en Cantabria dentro de un área al que el director de Montañas de Papel, Manuel Bahíllo, adjudica un gran potencial de crecimiento. “Para una editorial pequeña, tal y como está ahora mismo el mercado, es prácticamente imposible conseguir rentabilidad para una edición convencional. Para el autor eso supone que es prácticamente imposible publicar su obra. Las fórmulas de autoedición, o coedición, ofrecen una salida adecuada para ambas partes”.

Manuel Bahillo

En el mercado existen ofertas de todo tipo para quien quiera invertir en su propia obra, en un amplio abanico de precios que varían en función de los servicios que se contraten y de la propia tirada. Un primer escalón, que difícilmente entraría en lo que aquí se trata pero que supone una referencia de entrada, encontraríamos iniciativas como las de Amazon, completamente digitales y con coste muy bajo para el autor, pero también sin ningún valor añadido y con algunas incertidumbres en el ámbito de la distribución de la obra y los derechos de autor. Un paso más adelante se situarían la multitud de páginas de Internet que ofrecen dar forma de libro al texto que les remite el cliente, y mandarle los ejemplares que desee, que normalmente son muy pocos. El cliente tipo de este producto no suele tener más objetivo que el tener un puñado de volúmenes que distribuir a familia y amigos.

Para hablar de autoedición a través de editoriales especializadas tendríamos que subir un peldaño más, hasta aquellas empresas que ofrecen al autor diseño, corrección ortotipográfica, distribución y promoción, según un modelo muy cercano a la edición tradicional pero que presenta diferencias fundamentales respecto a esta. La principal sería que aquí es el autor el dueño de su obra, sobre la que mantiene el control final en todos los aspectos, tanto antes como después de que el libro esté en la calle. De esta manera, quien en la edición tradicional es un proveedor de contenidos al servicio del editor, pasa en la autoedición a convertirse en cliente de este. Y el cliente, ya se sabe, siempre tiene razón.

“En esencia es así, en efecto –admite Manuel Bahillo– pero al menos en el caso de Montañas de Papel intentamos acompañar al autor, realizar una labor de tutelaje, haciendo sugerencias tanto en relación a los contenidos como en la redacción, en la distribución y en la promoción. Es verdad que la última palabra es suya, pero somos editores y podemos ayudarle. Nuestro objetivo es conseguir la satisfacción del cliente, y consideramos que una parte del servicio que ofrecemos es conseguir que el autor recupere su inversión”, explica Manuel Bahillo. El coste que para un autor tiene acceder a la autoedición es muy variado, tanto como lo es el catálogo de servicios y el creciente número de empresas que los ofrecen. En el caso de Montañas de Papel, el precio partiría en el entorno de los 600 euros para una tirada de 100 ejemplares de una pequeña novela o un libro de poesía. Los precios aumentarían, lógicamente, con la tirada, el número de páginas o la inclusión de fotografías. “Se trata de un producto muy modulable, cuyo precio dependerá de lo que se contrate. En el mercado, luego, hay de todo. Nosotros quizá no somos los más baratos, pero cumplimos lo que decimos, sobre todo en lo relativo a la distribución, que es la parte más débil para la mayoría de las autoeditoras”.

Con más de 70.000 títulos publicados cada año, llegar a las librerías es el gran reto de cualquier libro, y no sólo para los que nacen bajo la fórmula de la autoedición. La pertenencia al grupo Estvdio garantiza que los libros editados por Montañas de Papel lleguen a las estanterías de las siete librerías de la empresa y, a través de los acuerdos que mantiene la cadena, con otras cuarenta librerías de la zona norte de España. Esta distribución entra dentro del servicio básico que ofrece la empresa, como también el organizar la presentación de la obra y enviar las correspondientes invitaciones y notas de prensa a los medios de comunicación. Todo ello en aras de conseguir el objetivo de que el autor recupere la inversión, y como apunta Manuel Bahillo, que quede satisfecho y vuelva a contar con Montañas de Papel en una segunda o tercera oportunidad, lo que según la experiencia del editor es bastante habitual.

Para conseguir recuperar lo invertido el autor cuenta, como sucede en el caso de la edición tradicional, con la venta de ejemplares, aunque con un reparto notablemente diferente de las cantidades facturadas por este concepto. Cuando quien asume la inversión es el editor, los agentes a retribuir son el autor –al que le corresponde en torno al 10% del importe del precio de venta– la librería y la distribución –cuya retribución se movería en el entorno del 35 y el 15%, respectivamente– y el editor, que cobraría el resto. Para buena parte de las autoeditoras, el contrato con el autor se limita a la producción física del libro a cambio de la cantidad pactada, por lo que todo lo que este consiga vender sería para él. Esto, que apunta Bahillo es lo habitual, suele terminar con un montón de cajas de libros en el domicilio del autor, que apenas consigue vender algunos ejemplares a familia y amigos. El contrato de distribución de Montañas de Papel retribuye al autor con un 65% del precio de venta de los ejemplares en las librerías de Estvdio, y con un 45-50% cuando la venta se realiza en el resto de establecimientos asociados. En todo caso, explica Bahillo, no es un contrato exclusivo, y el autor puede vender por su cuenta, del mismo modo que podría llegar a acuerdos de distribución por su cuenta, o incluso firmar un contrato de edición convencional si su libro se convierte en un superventas.

Hoy por hoy todavía cuesta imaginar un bestseller editado fuera de los canales convencionales, pero ya existen ejemplos de títulos nacidos gracias al empeño y recursos económicos del autor que han sido reeditados por alguno de los grandes o que, cuanto menos, han abierto las puertas del mercado a autores que no tenían otra forma de ver publicada su obra. Lo que parece claro es que con la tecnología empujando a la baja los costes de producción, y con el mercado en recesión, las reglas para la supervivencia de la industria del libro se están escribiendo en estos mismos momentos, y probablemente serán muy distintas a las que han existido hasta ahora.