Al igual que sucediera con la crisis financiera de 2008, las ventas de las empresas españolas en el exterior se reivindican como motores de la recuperación económica, superando el récord histórico y salvando los condicionantes del Bréxit y la ralentización del comercio mundial provocado por el colapso de las redes logísticas internacionales. Durante los primeros tres trimestres de este año, las exportaciones cántabras registraron un crecimiento superior al 21% en relación al atípico ejercicio anterior, pero también se situaron casi un 10% por encima de las de 2019 y superaron todos los registros anteriores para ese periodo.

La debilidad que tradicionalmente caracteriza a buena parte de los grandes indicadores económicos españoles, con el déficit público y la deuda pública y privada como ejemplos más destacados, tiene su contrapunto más claro en las exportaciones, que se han convertido tanto en un aval de la competitividad de la industria como en un salvavidas al que se agarra el PIB en situaciones en las que falla todo lo demás. Metidos de lleno en una de ellas, con el turismo paralizado por la crisis sanitaria y con la incertidumbre económica ralentizando las inversiones, las ventas de las empresas españolas en el exterior vuelven a aparecer, como tras la crisis financiera de 2008, como el gran elemento corrector de desequilibrios. Mucho antes de que la economía se acerque a las cotas prepandémicas, las exportaciones españolas no solo han recuperado ya el nivel que tenían en 2019, si no que se mueven en registros nunca antes alcanzados. En el caso de Cantabria, la tendencia se acompasa con la que se registra en el conjunto de España, superándola incluso si tenemos en cuenta los datos de los nueve primeros meses del año.

Entre enero y septiembre de este año, las empresas cántabras vendieron fuera de España productos por valor de 2.194 millones de euros, una cantidad que supera en un 21,75% la registrada en el mismo periodo de 2020 y, lo que es más significativo, en un 8,48% el dato de 2019. El registro es, de hecho, el más alto alcanzado por Cantabria durante los tres primeros trimestres de cualquier año anterior, superando en algo más de 100 millones de euros el récord anterior, que data del año 2012. En relación con las cifras del conjunto de comunidades autónomas, la evolución del dato cántabro se sitúa en niveles prácticamente equivalentes a la media española en la comparación con 2020 –apenas 0,15 puntos por debajo– y algo por encima –dos puntos porcentuales– en relación año 2019.

Aunque una parte de la fuerte recuperación de las exportaciones puede explicarse por el tirón de la demanda que no pudo satisfacerse durante el confinamiento, lo cierto es que el buen dato de lo que llevamos de ejercicio se produce en un contexto internacional que no ha sido especialmente favorable para ello. La crisis de suministros, la ralentización del comercio mundial a causa del colapso de las redes logísticas y el aumento de los costes de energía y transporte no son elementos que favorezcan las operaciones de venta más allá de las propias fronteras, lo que no hace sino dar más valor a la capacidad de la industria española para competir en el exterior.

Un año y medio después de su aprobación, esta prestación gestionada por la Seguridad Social se encuentra aún muy lejos de cumplir su función de salvavidas de las personas más necesitadas. La Red Cántabra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social advierte del importante deterioro de la mayoría de los indicadores de renta en la región durante el pasado año, donde casi una de cuatro personas vive en riesgo de pobreza; echa de menos una mayor coordinación entre las administraciones públicas, reclama la activación de los ascensores sociales y reivindica la apertura de mayores cauces de participación para las organizaciones del Tercer Sector.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Diciembre 2021

El Ingreso Mínimo Vital (IMV) es una idea muy buena y tiene buen color. Pero aún le falta recorrido para ver si flota”. Así valora el tesorero de la Red Cántabra de lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN Cantabria), Jesús Castanedo, esta renta aprobada por el Gobierno de España en junio de 2020 para tratar de paliar las penurias económicas y sociales que por aquel entonces ya apretaban a miles de familias por culpa de la pandemia. Casi un año y medio después, su aplicación está muy lejos de cumplir los objetivos de cobertura declarados, y no por falta de dinero. Según los últimos datos disponibles a nivel nacional, apenas se ha gastado la mitad de los 2.728 millones de euros asignados a la Seguridad Social para el pago de esta prestación. Y el propio Gobierno reconoce que el IMV había llegado hasta septiembre pasado a 337.000 hogares (unas 800.000 personas), lo que representa algo menos del 40% de la previsión inicial, que era llegar a 850.000 unidades de convivencia y a 2,3 millones de beneficiarios.

Jesús Castanedo, tesorero de la Red Cántabra de lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social y director técnico de la Cocina Económica de Santander

Según la mayoría de los expertos, el cuello de botella está en los muchos problemas que el Estado está teniendo para dar respuesta a la gran cantidad de solicitudes presentadas, casi 1,5 millones en dieciséis meses, de las que 14.687 corresponden a Cantabria. En este sentido, Castanedo recuerda que el IMV es la prestación base para las rentas mínimas autonómicas, por lo que las personas más necesitadas deben solicitarlo, aun a sabiendas de que no cumplen algunos de los requisitos, para poder tramitar después estas otras rentas básicas de gestión autonómica en cuyos perfiles sí encajan, una vez obtenidas la denegación del primero. “Esta actividad está generando un tráfico inesperado en la administración de la Seguridad Social y, en consecuencia, demoras en el acceso a estas ayudas tan necesarias para miles de personas que están al borde del precipicio”, reconoce el tesorero de EAPN Cantabria y director técnico de la Cocina Económica, una de las trece organizaciones del llamado Tercer Sector que forman parte de esta red cántabra. En su análisis de la situación, este responsable alerta también del escaso porcentaje de expedientes, por debajo del 30%, que finalmente son aprobados lo que, a su juicio, deja entrever que el diseño de esta prestación se ajusta poco y mal a la realidad social.

Entre las razones que justifican que de los 13.523 expedientes válidos presentados hasta septiembre en Cantabria solo se hayan aprobado 3.756, según recoge EAPN en su informe ‘El ingreso mínimo vital un año después. La perspectiva autonómica’, dado a conocer hace poco más de un mes, o que otros muchos potenciales beneficiarios simplemente no soliciten esta ayuda, Castanedo cita en primer lugar la brecha digital de las personas solicitantes: “La dificultad de acceder a internet, a un ordenador o ‘smartphone’ y la falta de competencias digitales y menor nivel formativo está empobreciendo y cronificando a las personas más vulnerables”, critica con pesar.

Además, menciona la dificultad de cumplir los requisitos exigidos y la inclusión de términos y conceptos muchas veces confusos que no hacen sino complicar al solicitante la comprensión de lo que le piden. Así, explica que la Seguridad Social alega que la mayoría de las denegaciones se han producido por no cumplir el criterio de vulnerabilidad al superar los umbrales de renta y patrimonio, si bien Castanedo aclara que hay que tener en cuenta que para su concesión se han tenido en cuenta en la mayoría de los casos los ingresos de 2019, ejercicio en el que aún no había impactado la pandemia.

Otras cuestiones como el certificado de empadronamiento, la acreditación de la composición de la unidad familiar o la documentación de la residencia en regla pueden resultar, según destaca, obstáculos insalvables para quienes no tienen hogar, familias extensas gitanas, personas inmigrantes o para varias unidades de convivencia que residen en una única vivienda: “Pero son aspectos que deducimos a partir de las encuestas que llevan a cabo las redes de las diferentes comunidades autónomas, porque lo cierto es que el ministerio no explica en ningún caso cuáles son las razones de las denegaciones, solo las comunica”, precisa el tesorero de EAPN Cantabria.

“Tres de cada cuatro solicitudes son denegadas. Pero no sabemos los motivos. Lo que sí conocemos es que esa falta de transparencia genera una fuerte indefensión en los solicitantes”, argumenta Castanedo claramente contrariado por esta falta de información sobre las resoluciones que impide en la mayoría de las ocasiones que el interesado pueda iniciar un proceso de reparación. A su juicio, estas disfunciones que denuncia parten de la inexistencia de una infraestructura administrativa específica para la gestión del IMV. “A diferencia de los departamentos de servicios sociales de las comunidades autónomas, que ya contaban con un sistema definido, la Seguridad Social ha tenido que partir de cero y con la dificultad añadida de hacerlo en plena crisis de la Covid-19 y con las oficinas físicas cerradas por seguridad ante la pandemia”, razona.

Además, sostiene que lo ha hecho sin conocer las características de los perfiles de las personas solicitantes y, lo que es aún peor, sin una base de datos de los potenciales beneficiarios. “Ha faltado coordinación entre los servicios sociales autonómicos y el Instituto Nacional de la Seguridad Social. No existe una base de datos conjunta o general que facilite el intercambio de información entre ambas administraciones, una carencia amplificada por la Ley de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales. El resultado es que la Seguridad Social se ha visto sobrepasada y no ha sabido responder a determinadas cuestiones en el momento en que más se necesitaba, ya que el número de personas en situación de vulnerabilidad extrema no ha dejado de crecer en el último año, especialmente en Cantabria”, resume.

Cantabria, peor que la media

El reciente estudio sobre pobreza y exclusión social elaborado por EAPN señala que Cantabria ha experimentado un deterioro superior al registrado por el conjunto del territorio nacional en la mayoría de los criterios analizados. Según resalta este trabajo, este empeoramiento de la situación se constata de manera singular en el caso de la privación material severa (PMS), que ha experimentado el mayor incremento de toda España hasta multiplicar su tasa por cinco.

En concreto, este indicador, que viene definido por la carencia de al menos cuatro de los nueve conceptos de consumo básico que establece la Unión Europea –poder permitirse comer carne, pollo o pescado cada dos días; mantener la vivienda a una temperatura adecuada o no tener capacidad para afrontar gastos imprevistos de 650 euros, entre otros–, alcanzó el pasado año al 4,4% de la población cántabra, es decir, a unas 25.000 personas, 20.000 más que en 2019.

El comedor de la Cocina Económica de Santander, listo para servir comidas a los usuarios que aguardan para entrar

Pero con ser alarmante este dato, aún lo es más el que sostiene que el 23,7% de los habitantes de Cantabria estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2020. Este porcentaje, que implica un aumento del 4,3% con relación al ejercicio anterior, significa en la práctica que unas 138.000 personas, 25.000 más que en 2019, viven en hogares con ingresos que no llegan al 60% de la mediana de la renta nacional.

Además, este informe de EAPN alerta igualmente de que unas 50.9000 personas, 10.200 más que un año antes, están en situación de pobreza severa, esto es, aquellas que viven en hogares cuyos ingresos por unidad de consumo son inferiores al 40% de la mediana de la renta nacional. O dicho de otro modo: cada persona debe sobrevivir con menos de 281 euros mensuales, en el caso de una familia con dos adultos y dos menores; o con menos de 535 euros al mes si vive sola.

Castanedo atribuye este deterioro por encima de la media española al importante peso específico de los servicios en Cantabria, especialmente del turismo y el comercio. “Las personas más vulnerables trabajaban fundamentalmente en estos sectores, los más afectados por la pandemia, y en los que muchos negocios se han visto obligados a echar el cierre”. Además, apunta también al hecho de contar con una población más envejecida en torno a la cual existe toda una economía de los cuidados que igualmente se ha visto muy afectada. “El miedo a los contagios, unido al fallecimiento de muchas personas mayores, ha expulsado del mercado laboral a un número muy alto de trabajadores que cuidaban de ellas”, argumenta el tesorero de esta red cántabra que asegura está “en construcción” y centrada en luchar contra la exclusión social, la pobreza y el hambre.

De vueltas a cómo superar la deficiente implementación del IMV, Castanedo saluda el anuncio del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de crear un registro de organizaciones no gubernamentales que puedan servir de mediadoras y que certifiquen la idoneidad de los potenciales beneficiarios. “Que nos homologuen porque las entidades del Tercer Sector somos la alianza natural de las administraciones”, puntualiza sobre esa medida que el ministro del ramo, José Luis Escrivá, declaró que entraría en vigor por medio de un real decreto y en funcionamiento antes de finalizar noviembre, aunque aún no lo ha hecho.

Sobre la cuantía media del IMV que, según datos del Portal de Transparencia de la Seguridad Social, es de 172 euros por persona y de 436 por hogar, el director técnico de la Cocina Económica entiende que habría que revisarla o, cuando menos, buscar elementos de complementariedad. “Con ese dinero no te mueres, pero no se puede vivir porque no solo de pan vive el hombre. Además de la comida hay que pagar la vivienda, suministros…”, reflexiona antes de recordar que la renta es igual para todos, “pero el nivel de vida no es el mismo en todas las comunidades autónomas”.

En su opinión,  el IMV es “un buen escudo de protección”, pero necesita complementarse con otras ayudas y, sobre todo, potenciar los ascensores sociales que permitan a las personas salir de esa situación de vulnerabilidad, entre los que cita la formación y el apoyo en la búsqueda de empleo: “Los temas de activación social no están y deberían estar”, reivindica.

Al tiempo que reclama “engarzar estas cuestiones para facilitar la inserción social”, Castanedo advierte de la necesidad de dignificar la vivienda. “El 50% de las personas que viene a la Cocina Económica vive en habitaciones en casas compartidas. Les queda esa opción o el cajero y la gente, en la mayoría de las ocasiones el propio arrendatario que lo subarrienda a otras personas, se aprovecha de su vulnerabilidad para hacer negocio con los pisos. Habría que regularlo e incluso nosotros nos estamos planteando ofrecer este servicio para evitar estos abusos”, analiza antes de lanzar un aviso: “Con la vivienda ocurre lo mismo que con la ley de la gravedad; siempre que se dan ayudas al alquiler, sube el precio”. 

De otro lado, El tesorero de EAPN Cantabria reconoce que en España está en un “buen momento” en cuanto al gasto social gracias, en gran parte, a la pandemia. “Quizá sea lo único bueno que ha traído consigo esta crisis”, explica para reclamar a continuación una “buena gestión” de los fondos europeos. “Va a ser clave para que la apertura que se adivina en materia social salga adelante”, enfatiza.

Por último, Castanedo pone el foco en la relación con las administraciones públicas, que pide potenciar. “Con el Gobierno de Cantabria ha habido sus más y sus menos, pero se deben desarrollar los mecanismos de gobernanza para que en aquellos temas en los que estemos implicados las entidades del Tercer Sector podamos participar juntos. En este asunto hay mucho por hacer”, recapitula. “La activación entre lo público y lo privado se tiene que desarrollar porque la pobreza es una palabra con muchos apellidos –material, infantil, energética…– que debemos combatir todos unidos, administraciones, organizaciones no gubernamentales y empresarios. Nosotros en EAPN tenemos al menos muy claro cuál es nuestro objetivo: mejorar la vida de las personas y cuidar la tierra como elemento común”, concluye.

Concebida como una iniciativa de colaboración entre productores e inspirada en un modelo que funciona con éxito en Francia desde hace un cuarto de siglo, ‘De Granja en Granja’ quiere acortar la distancia que separa a quienes elaboran los alimentos y quienes los consumen, favoreciendo a aquellas explotaciones con capacidad para fijar población al territorio. La plataforma, que admite solo a quienes transforman la materia prima que o bien producen ellos mismos o bien otros miembros de la red, ha sumado otros cuatro integrantes durante el último año, y cuenta ya con una treintena de granjas en toda Cantabria.

J. Carlos Arrondo | Enero 2022

Surgido por la iniciativa de la asociación Slow Food Cantabria, el proyecto ‘De Granja en Granja’ reúne a un grupo de productores de la comunidad autónoma que, a partir de la visibilización y dignificación de su labor cotidiana, trata de mantener vivo el mundo rural mediante una red de colaboración mutua y la puesta en común del saber hacer con el que tradicionalmente se ha trabajado en este entorno. Este impulso a la identidad agrícola, ganadera, recolectora y transformadora de la materia prima del territorio también debe ser la base para reconstruir puentes con un consumidor a quien los grandes canales de comercialización han ido desconectando del producto artesano local y, en última instancia, de un modelo alimentario mejor y más razonable.

Jorge Mariscal, director de la red ‘De granja en Granja’

En sintonía con el movimiento internacional de nombre análogo, surgido hace tres décadas en Italia y que tiene presencia en 160 países, Slow Food Cantabria se fundó en 2016 enfocada a trabajar por una buena alimentación, asequible para todos, que no perjudique al planeta, a la salud humana o al bienestar animal y que ofrezca una justa retribución al productor. Su presidente, Jorge Mariscal, también es el director de la red ‘De Granja en Granja’: “Empezamos a trabajar en este proyecto en 2017, al hilo del movimiento ‘De Ferme en Ferme’ que existe en Francia desde hace unos veinticinco años y ya cuenta con ochocientas granjas por todo el país. Cada año celebran un fin de semana de puertas abiertas en abril para que todo el público pueda ir a verlas”. Inspirados en este modelo, comenzaron a estudiar cómo reunir a productores que, a pesar de dedicarse a distintos ámbitos del sector primario, compartieran alguna característica común.

Granja: concepto común

Jorge Mariscal aclara que la utilización de la expresión ‘granja’ realmente se debe a que es un concepto común capaz de representar a todas: “Las hay de producción ganadera, agrícola, hortícola, incluso de recolección silvestre”. Explica que para estar en ‘De Granja en Granja’ es necesario que cada explotación esté presente desde el inicio del ciclo del producto que hace llegar al consumidor: “Por ejemplo, una bodega debe tener viñedo o una quesería debe tener ganado. O bien, si solo transforma, que lo haga con productos de la red o con productos, como puede ser la patata de Valderredible, que sin esa transformación realmente se podrían extinguir; pero estas son las excepciones”. A pesar de este criterio restrictivo, que supone que hay artesanos que no pueden formar parte de ella, durante este año se han incluido cuatro nuevos miembros, para sumar un total de treinta granjas distribuidas por buena parte de la geografía cántabra, si bien aspiran a que el proyecto pueda contar con participantes de otras comarcas aún no representadas.

“El principio es fijar territorio. Cualquier producción que no esté ligada al territorio peligra, como, por ejemplo, está ocurriendo con muchas denominaciones de origen en que la materia prima deja de producirse porque es más rentable su transformación; hasta el momento en que esa materia prima desaparece y, por lo tanto, esa denominación de origen también empieza a tener un riesgo de desaparición”, indica el responsable de la red. En su opinión, ese fenómeno ya se está observando en Cantabria y es una de las razones por la que tratan de darle mucha importancia al ciclo completo. Cree que reducir el número de eslabones de la cadena que une a productor y consumidor tiene una consecuencia lógica en la obtención de un mayor beneficio, pero destaca también otros aspectos a tener en cuenta: “Hablamos de la frescura de los alimentos y de la salud. Hablamos de los ciclos de economía circular y de la importancia de consumir cerca para generar un tejido social”.

Jorge Mariscal señala que la idea inicial consistía en dar visibilidad a su trabajo y restaurar la confianza del consumidor: “Ahora cada vez lo vemos más claro, pero en aquel momento existía cierta confusión en cuanto a las marcas de garantía alimentaria, especialmente la ecológica, o  las denominaciones de origen y se pervertía un poco lo que es realmente la producción local”. Así, en junio de 2019 se celebraron las primeras jornadas de puertas abiertas en veinte granjas. Durante un fin de semana, sábado y domingo, quien quisiera podía visitarlas de manera gratuita y vivir in situ su actividad diaria. Además, los anfitriones podían ofrecer a los asistentes aquellos productos de los que dispusieran para la venta. “Fue un éxito. Se contabilizaron 3.500 personas, con bastante afluencia del País Vasco, especialmente de Bilbao,  y también de Asturias y Palencia”, apunta el presidente de Slow Food Cantabria. Pero las restricciones de movilidad y reunión durante 2020 les obligaron a  virar en su estrategia y de las actividades presenciales tuvieron que dar paso a las digitales.

‘Come Cantabria Local’

Su principal iniciativa en internet ha sido la campaña de difusión ‘Come Cantabria Local’. Se trata de una serie de programas en los que se enseñan recetas con ingredientes ‘buenos, limpios y justos’, las tres características que representan al movimiento Slow Food. “No se trata tanto de enseñar a hacer un plato, como de dar unas pinceladas sobre qué productos utilizar y cómo”, afirma Jorge Mariscal. Los productores también están presentes en los videos a través de las vistas que les realiza el cocinero, algo que el director de ‘De Granja en Granja’ considera importante para ampliar su alcance, entre otros a un tipo de consumidor profesional: “Descubrimos que muchos restaurantes llamaban a la puerta de estos productores motivados por el programa. En esa primera temporada, totalmente a coste nuestro, hicimos seis programas y como creemos que acertamos, lo hemos continuado. Ahora hemos empezado la segunda, en la que se van a emitir ocho, ya con un pequeño patrocinio de la Oficina de Calidad Alimentaria y de Turismo”.

En el mapa, las explotaciones y productos que integran actualmente la red ‘De Granja en Granja’.

El éxito de los programas de ‘Come Cantabria Local’ se cifra en un alcance de unas ochenta mil personas en cada emisión, cantidad más que destacable dados los medios con los que cuentan. No obstante, el responsable del proyecto se pregunta si este fenómeno digital es real, algo que han tenido oportunidad de comprobar en el ‘Mercado de Granjeros’ recientemente celebrado en Maliaño: “Hemos demostrado que lo que estamos haciendo verdaderamente ha llegado a la gente. El trabajo tiene un punto de culminación, se llevó al mercado y fue una saturación, por encima de lo que habíamos imaginado”. Y matiza que, aunque es cierto que durante este verano ha habido muchas ferias multitudinarias en Cantabria, el hecho de haber organizado esta fuera de la temporada turística da más valor a la respuesta obtenida: “Te das cuenta de que el camino es el acertado, que el consumidor quiere hablar con el productor y no con el revendedor porque entiende que hay una diferencia. Realmente no es algo extraordinario, simplemente es volver al camino normal, a poder mostrar una actividad y ser auténtico”.

Eventos como el de Camargo o el ‘Mercado de la Tierra’, celebrado en octubre de 2020 y en el que participó una docena de integrantes de la red, propician el contacto ocasional entre productores y consumidores, pero es importante que esa relación estrecha se mantenga durante el resto del año. “Se trata de que no exista ningún tipo de intermediación. Si el consumidor quiere comprar algo, a través de nuestra web va a enlazar directamente con el productor”, resume Jorge Mariscal, quien revela que se está trabajando en proyectos comunes para poder abaratar los costes de distribución: “Esa es la batalla grande y la que puede posicionar mucho a este tipo de producción pequeña. Al final del verano ha empezado a desarrollarse entre tres socios una plataforma para distribuir el producto, aprovechar un vehículo y reducir costes. Ahora se trata de que puedan integrarse más productores”. Además, considera importante mostrar que todos los productos van de la mano: “Una experiencia piloto fue la tienda granjera –‘The Farmers Market’– que  montamos este verano en Noja o la ‘food truck’ que presentamos en el último mercado”.

No hay cifras globales de ventas, puesto que se realizan directamente por cada explotación, pero la sensación que tiene el director del proyecto es que en 2021 han mejorado las del año pasado: “Cada vez que se emitía un programa de ‘Come Cantabria Local’ los productores recibían llamadas. Y en esta última feria se quedaron sin existencias, lo que quiere decir que han superado sus expectativas. Lógicamente, no es únicamente por la red, porque también tienen sus propios méritos, aunque va un poco ligado”. En esta misma línea, le resulta gratificante que algunos consumidores hayan sugerido la posibilidad de adquirir una cesta de productos procedentes de la red, lo cual quiere decir que aprecian su calidad, su cercanía  e incluso sus precios: “Son muy  competitivos, a veces por debajo de los de mercado. Algunos tienen miedo a subir el precio por perder a sus clientes de toda la vida, pero eso ya es algo muy particular. También hay un consumidor para el que el precio no es un impedimento cuando hay un discurso, unas claves, detrás del producto”.

El sentido de la red

El proyecto agrupa a tres decenas de explotaciones heterogéneas que ofrecen al mercado un conjunto de productos muy variados. En un contexto así cabe preguntarse cómo se articula el concepto ‘red’ para que tenga sentido. Para Jorge Mariscal participar de una marca común ya es un paso importante para dar significado al trabajo conjunto, como también lo es compartir experiencias o saber hacer, incluso colaborar en las ventas de sus compañeros: “Vas a comprar algo a una granja y puedes comprar otros productos de los demás socios. Es un modelo clásico francés y funciona, atrae a más gente. Muchas ya lo están haciendo”. No obstante, el presidente de Slow Food Cantabria advierte de que a veces pensamos  que  a los granjeros solo les preocupa la parte productiva, pero tienen que enfrentarse a otras circunstancias para lo que ‘De Granja en Granja’ les puede ayudar: “Se nos olvida que en el mundo rural hay muchas trabas, limitaciones urbanísticas, licencias, etc y en ese tipo de luchas también sirve la red. Sencillamente es un lobby, un grupo de presión”.

Por ahora, el grado de satisfacción con el proyecto es bueno. Su director es consciente de que es un trabajo voluntario y que quizás con un enfoque profesional se podría abarcar más y desarrollar más propuestas: “Sabemos que puede llegar más lejos; también que es un trabajo constante. En el momento en que dejas de hablar de ‘De Granja en Granja’, desaparece. Pero creo que ya hay un bagaje y, sobre todo, una colaboración entre todos los miembros que permite que no se apague”. Jorge Mariscal admite que durante el invierno es difícil realizar algunos tipos de actuaciones y que buena parte de la difusión recaerá en la segunda temporada de programas de ‘Come Cantabria Local’, pero ya trabajan en otras formas de divulgación: “Hemos planteado a la Consejería de Educación una  actividad formativa para que los colegios e institutos puedan visitar las granjas o para que los granjeros puedan ir a los centros a explicar su labor. La idea es seguir tejiendo redes con distintos colectivos porque al final siempre determinamos que la alimentación es transversal a todas las áreas”.

Colaboración, pero no dependencia

‘De Granja en Granja’ mantiene una comunicación estrecha con la Consejería de Desarrollo Rural, sobre todo con la Dirección de Alimentación y la Oficina de Calidad Alimentaria, de quienes ha recibido apoyo para la organización de ferias y la grabación de los programas. La Consejería de Turismo también ha colaborado en aspectos como la impresión de mapas con la ubicación de las granjas o en el patrocinio de ‘Come Cantabria Local’. “Siempre hay un diálogo abierto sobre  las deficiencias del mundo rural y nosotros les ofrecemos consejos sobre los proyectos que se podrían desarrollar”, resalta Jorge Mariscal, quien considera importante puntualizar la naturaleza de su relación con sus patrocinadores, públicos y privados: “Necesitamos ayuda, pero no ‘dependemos de’, que es muy diferente. En el asociacionismo muchos proyectos mueren en el momento de dejar de tener una subvención. Desde el principio planteamos que el nuestro tenía que ser desarrollado al cien por cien con nuestro trabajo y nuestro tiempo. Todo lo que venga después, bienvenido sea; permitirá hacerlo más rápidamente, pero no frenarlo”.

Los problemas para abastecerse de semiconductores paraliza las líneas de producción de los grandes fabricantes y provoca un cataclismo que alcanza a sus proveedores y se traslada a toda la cadena de distribución de vehículos. La potente industria cántabra de componentes de automoción, que aporta en torno al 30% del PIB del sector secundario en la región, prepara ya expedientes de regulación temporal de empleo para afrontar una situación en la que carece de cualquier capacidad de reacción y que ha puesto freno a una recuperación que estaba siendo notable. Mientras los concesionarios tienen problemas para dar respuesta a la demanda y suben los precios de los vehículos de segunda mano, recambistas y talleres ven crecer su actividad por la necesidad de alargar la vida de los coches, pero incluso en ese ámbito los beneficios no van más allá del corto plazo.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Noviembre 2021

Ocultos a la vista pero presentes en todos los automóviles que se fabrican hoy en día, los microchips han provocado en las cadenas de montaje un efecto similar al del pequeño grano de arena que detiene un enorme engranaje. En su caso, el problema viene provocado por las dificultades que los fabricantes europeos están teniendo para abastecer de ese componente a sus líneas de producción, lo que ha llevado primero a una ralentización de las mismas para, finalmente, amenazar con detenerlas por completo. La sacudida que ello ha provocado en todas las actividades relacionadas de una u otra manera con la fabricación y venta de vehículos amenaza la incipiente recuperación económica, pone de manifiesto el carácter estratégico del automóvil y vuelve a poner sobre la mesa –como sucedió en lo más duro de la pandemia con los suministros sanitarios– las consecuencias de la deslocalización que ha focalizado en buena parte los planes industriales desde el comienzo de siglo.

Aunque no cuenta con ninguna planta de ensamblaje en su territorio, la industria del automóvil aporta el 30% del PIB del sector secundario de Cantabria, a través de una nutrida nómina de fabricantes de componentes que han sido los primeros en notar los efectos del parón en la producción de vehículos. En su condición de proveedores –y con independencia de que lo sean directamente del fabricante o suministren a un eslabón intermedio de la cadena–, las empresas de automoción cántabras se ven obligadas a dejar de fabricar cuando lo hace su cliente, en una decisión que este les transmite en plazos cortísimos que impiden cualquier planificación.

En el otro lado, aguas abajo de las fábricas, la falta de producto se nota ya de forma notable en los concesionarios, que agotados sus stocks se ven incapaces de dar respuesta a la demanda de vehículos nuevos y trabajan con plazos de entrega cada vez más largos, lo que aleja a los compradores de los puntos de venta. Las consecuencias se han dejado notar en el mercado de vehículos de ocasión, en el que han subido los precios pero donde se afronta un problema muy similar al que tienen quienes venden coches recién salidos de fábrica: una dificultad para acceder al producto que amenaza con dejar sin efecto cualquier beneficio que pudiera derivarse de ese inesperado atractivo que el usado está teniendo entre quienes buscan coche.

Ni siquiera en los sectores en los que la actual situación puede suponer un beneficio –los talleres de reparación y los vendedores de recambios– se cree que este vaya a ir mucho más allá del corto plazo. Aunque la demanda pueda crecer debido a la necesidad de prolongar la vida útil de los vehículos ante la imposibilidad de sustituirlos, el envejecimiento del parque termina por llevar a que se descuiden las tareas de mantenimiento o se descarten arreglos que costarían más que el valor del coche.

Tanto entre los fabricantes de componentes como en los concesionarios, la parada de las plantas de fabricación se traslada directamente a su actividad con la consiguiente amenaza sobre los puestos de trabajo. Unos y otros plantean ya expedientes de regulación temporal de empleo para hacer frente a una situación que consideran, en efecto, temporal pero para la que no es fácil aventurar un final. Lo negativo del escenario queda matizado únicamente por la propia naturaleza del problema, que no tiene que ver con una caída del mercado y cuya solución, cuando se produzca, permitiría atender la demanda que no es posible satisfacer ahora, lo que podría augurar una fuerte recuperación llegado el momento.

Celia Monsalve, gerente del clúster GIRA, que agrupa a la industria cántabra de componentes de automoción.

Los problemas de abastecimiento de semiconductores que está sufriendo la industria europea se enmarcan dentro de las consecuencias de la crisis sanitaria y de los diferentes ritmos en los que la están dejando atrás las distintas economías. Las razones son similares a las que han provocado la subida de precios en determinadas materias primas y en los costes energéticos: ante el insólito parón que sufrió el mercado del automóvil durante la primavera de 2020, las fábricas dejaron de fabricar y los proveedores de microchips orientaron su producción hacia otros ámbitos donde no solo no se produjo ese frenazo, sino que creció la demanda, como teléfonos móviles y ordenadores. En estos dispositivos electrónicos, además, los chips son más complejos y, por tanto, de mayor valor añadido, lo que ha llevado a los productores de estos componentes a mostrar cierta pereza a la hora de retomar la fabricación con destino al automóvil. A ello hay que sumar que la gran mayoría de fabricantes del microchips están en Asia, y que ahí la industria del automóvil se recuperó mucho antes que en Europa, absorbiendo la mayor parte de la producción. A esa concatenación de elementos se unen circunstancias más coyunturales, como el colapso de las redes logísticas provocado por el portacontenedores accidentado en el canal de Suez o incluso la sequía que ha afectado a plantas que son muy intensivas en el uso del agua, dando forma a una tormenta perfecta que no da muestras de estar cerca de amainar.

Todas las fábricas españolas de automóviles se han visto afectadas de una forma o de otra por la falta de chips, que se usan en dispositivos como el cierre centralizado, los elevalunas o los ordenadores de a bordo. Hasta agosto, y según los últimos datos hechos públicos por Anfac, se habían ensamblado en España algo más de 1,4 millones de automóviles, lo que supone un aumento del 11% respecto a las cifras del atípico año 2020 pero un descenso del 25,3% en relación con 2019. Desde el final de las vacaciones de agosto y a lo largo de todo el mes de septiembre se han sucedido los anuncios de ajustes de producción, lo que augura un mayor descenso en las cifras al cierre del ejercicio. Es el caso de las plantas de Stellantis –antigua PSA, fabricante de Citroën, Peugeot y Opel– en Vigo, Madrid y Figueruelas; en la de Volkswagen en Landaben, Mercedes-Benz en Vitoria, Renault en Valladolid y Palencia, Ford en Almusafes y Seat en Martorell, todas ellas con planes de regulación de empleo en vigor y con previsiones de mantenerlos hasta bien entrado el año 2022.

El carácter estratégico del automóvil, y su impacto transversal en la economía, queda claro si tenemos en cuenta la repercusión que ha tenido el descenso de producción de vehículos en empresas de todos los sectores, de la industria a la distribución, pasando por los servicios de renting, la financiación o los seguros. De entre todos ellos, ha sido el de fabricación de componentes el que antes ha sufrido las consecuencias del parón. La mayor parte de la industria cántabra de componentes trabaja para alguna de las plantas españolas que han ajustado producción, pero incluso quienes exportan a fábricas europeas –y también son muchas las que lo hacen– sufren el problema de la misma forma, dado que toda la industria automovilística del viejo continente se encuentra en una situación similar.

Fabricantes de componentes

Marcos Díaz, gerente de Maflow Spain Automotive, en la planta de la empresa en Guarnizo, que fabrica conductos para los sistemas de climatización de automóviles de los principales fabricantes del mercado.

El clúster GIRA, que agrupa a los fabricantes cántabros de automoción, remitió el mes pasado una encuesta a sus socios para valorar la repercusión que está teniendo el problema en cada uno de ellos. En una primera lectura de los resultados, Celia Monsalve, gerente del esta agrupación empresarial, no duda en calificar la situación como “muy complicada”, tanto por la repercusión que ya está teniendo en la actividad como por lo imprevisible de su evolución. Según los cálculos que realiza a partir de lo respondido por las empresas, la caída media en la producción se situaba en septiembre en un 30%: “Pero la repercusión es muy dispar. En GIRA no tenemos dos empresas que hagan lo mismo, y hay quien ha bajado un 70% y otros que por el momento no se han visto afectados”, señala, aunque recalcar que, por encima incluso de esas cifras, el principal problema está siendo la forma en que se está trasladando la caída de la producción del fabricante al proveedor: “En el mejor de los casos el aviso es de una semana para otra. Eso significa que, de repente, no puedes suministrar lo que has fabricado, pero al mismo tiempo no puedes parar porque no sabes cuándo va a reanudarse la producción. Todo es imprevisible e impide cualquier planificación”.

La caída de la producción ha tenido hasta ahora una repercusión limitad en el empleo, pero las respuestas a la encuesta enviada por GIRA permiten augurar un encadenamiento de expedientes de regulación, el línea con lo que están haciendo los fabricantes de automóviles. “Por el momento las empresas han ajustado con las vacaciones o con medidas de flexibilidad con las que contaban, pero los ERTE son inevitables. De hecho, en los diferentes clúster de automoción que existen en España nos hemos planteado ya pedir la reactivación del ERTE por causa mayor, es evidente que para nuestros socios no poder producir porque sus clientes han parado es claramente una cuestión de causa mayor”, señala la gerente de GIRA.

La incertidumbre que provoca lo impredecible de las decisiones del fabricante, y la sensación de depender de circunstancias por completo incontrolables, hace que Celia Monsalve prefiera mostrarse muy prudente a la hora de aventurar una fecha para la hipotética vuelta a la normalidad. La gerente de GIRA ha asistido estas últimas semanas a varias reuniones en las que se han apuntado previsiones pero, explica, muchas veces estas no coincidían en sus conclusiones: “Es muy difícil, pero sí podemos dar por hecho que para este año no se espera una solución, que el que viene seguirá siendo muy difícil y que lo más probable es que no podamos hablar de cierta normalidad hasta 2023”.

A pesar de los nubarrones que ensombrecen hoy el escenario en el que operan las diferentes factorías que intervienen en la fabricación de un automóvil, la gerente de GIRA cree que también hay motivos para no dejarse llevar por el pesimismo. El principal, por encima incluso de lo coyuntural que puede ser la actual crisis, es el cambio de tendencia que augura en la forma de fabricar y en la gestión de la cadena de suministro: “Hay una clara vocación de relocalizar la fabricación, y eso va a brindar oportunidades a nuestras empresas”, asegura Monsalve.

Raúl Azcona, gerente de Autos Raúl.

Después de describir un panorama muy complicado, Marcos Díaz, gerente de Maflow Spain Automotive, coincide también en lanzar un mensaje positivo: “Saldremos adelante, seguro”. La nota optimista la pone, eso sí, tras asegurar que la actual es la situación más compleja a la que se ha enfrentado en todos los años que lleva en el sector, “que son muchos”, subraya. Maflow fabrica conductos de climatización para los sistemas de climatización de vehículos de las principales marcas y es, por su perfil, una empresa muy representativa de las que forman parte del clúster GIRA: una pyme, integrada en una multinacional con plantas en todo el mundo y que sirve su producto a plantas europeas.

Precisamente por formar parte de un grupo con presencia en los cinco continentes –algo que tiene en común no solo con buena parte de los fabricantes cántabros de componentes, sino con el conjunto del sector de automoción– Marcos Díaz está en una posición especialmente favorable para valorar una d las características de esta crisis: su acotación geográfica. “Europa, es Europa la que está sufriendo el problema. En Asia se está fabricando con toda normalidad. Nuestra fábrica en China produce para las plantas que tienen allí Volvo, o BMW y va como un tiro. Eso mientras esas mismas BMW o Volvo se ven obligadas a parar sus fábricas europeas por falta de componentes”, lamenta el CEO de Maflow, que culpa de esa situación a las políticas industriales seguidas en Europa en las dos últimas décadas: “Fabricar en China era más barato y parecía un buen plan, pero ya hemos visto que ese poner todos los huevos en la misma cesta hace que te tengan atado cuando surge un problema”.

Aunque admite que esa situación puede facilitar que los fabricantes asiáticos aumenten sus exportaciones ante la falta de producto en Europa, Marcos Díaz confía en que la actual situación anime a un cambio de estrategia que favorezca la reindustrialización. No cree, en todo caso, que el proceso vaya a ser fácil, ni rápido, sobre todo en lo que tiene que ver directamente con los microchips: “Montar una fábrica de semiconductores es algo muy complejo, que no se logra de un día para otro. Y Europa es lenta a la hora de reaccionar: hemos visto que en Estados Unidos se han puesto sobre la mesa 50.000 millones de dólares para favorecer la puesta en marcha de plantas fabricantes de microchips. No he leído que se esté haciendo nada parecido en Europa”.

Natalia de los Arcos, presidenta de la Asociación de Empresas Concesionarias de Vehículos de Cantabria (Asecove)

En línea con lo comentado por la gerente de GIRA, Marcos Díaz cree que lo peor de la actual crisis, y también lo que la diferencia de cualquier otra que haya sufrido el sector con anterioridad, es su imprevisibilidad y la nula capacidad de maniobra –”tenemos las manos atadas”, dice– que concede a los proveedores. Los avisos de los fabricantes, señala el director de la planta española de Maflow, llegan de un día para otro y echan por tierra cualquier planificación. Maflow afrontó inicialmente la situación prescindiendo de los trabajadores temporales, pero finalmente ha presentado un ERTE que coincide en sus plazos con el firmado en Seat: hasta junio del próximo año. ¿Es ese el horizonte que puede plantearse para una salida de la crisis?: “No lo sé. Confío en que los grandes fabricantes puedan diseñar una estrategia común para solucionar el problema, pero ahora mismo no se ve. Lo que es cierto es que, cuando pueda volverse a la normalidad, la recuperación va a ser muy rápida. Nosotros íbamos para récord de producción este año, hay demanda de vehículos y va a seguir ahí cuando salgamos de esta”, señala.

Ventas

Las consecuencias de la escasez de semiconductores y su impacto en la fabricación de automóviles se está trasladando a la red de ventas de una forma menos brusca de lo que sucede en la industria de componentes, pero con un efecto similar en cuanto a las perspectivas sobre las ventas. Los concesionarios de automóviles siguen comercializando vehículos, bien aprovechando sus menguantes stocks o bien con fechas de entrega cada vez más largas. Las perspectivas, en todo caso, son tan negativas como en el resto de la cadena de valor del automóvil, y todo ello con las matriculaciones todavía lejos de las cifras previas al covid-19.

“Nosotros hemos empezado a notar el problema en agosto, cuando las ventas cayeron un 25% –explica Natalia de los Arcos, presidenta de la  Asociación de Empresas Concesionarias de Vehículos de Cantabria (Asecove)– en septiembre, con cifras todavía por cerrar, creemos que estaremos en una bajada del 30%”. Hasta el mes de julio el año estaba siendo positivo,aunque, apunta la representante de los concesionarios, sin grandes crecimientos: “Pero ahora nos estamos quedando sin coches que vender, y las perspectivas no son buenas”.

La presidenta de Asecove, que representa a 10 grupos empresariales que dan empleo a un millar de personas en Cantabria,  admite que la situación está afectando de manera diferente a cada marca, y que su incidencia depende también del nivel de los stocks con que contase cada concesionario. En todo caso, y en función igualmente de las características del modelo que busque el comprador, los plazos de entrega se moverían actualmente entre los tres y los seis meses, o incluso más en algunos casos. La caída de la facturación que esto lleva aparejado pone en una situación extraordinariamente complicada a unas empresas que trabajan con márgenes estrechísimos –poco más de un 1% en 2020, según los datos de la patronal del sector– que lo son aún más en el área de venta de vehículos nuevos. “Somos pymes con unos costes fijos muy altos y necesitamos facturar. La actual situación es insostenible y tendremos que utilizar todos los instrumentos que tengamos a nuestro alcance para hacerle frente”, señala Natalia de los Arcos en relación con la posibilidad de recurrir a expedientes de regulación de empleo.

El problema de la falta de chips, explica la presidenta de Asecove, no está teniendo ninguna incidencia en el área de posventa y, aunque sí la está teniendo de forma indirecta, tampoco está afectando de momento a la venta de vehículos usados: “Los talleres están funcionando con normalidad y tenemos un stock de coches seminuevos y de ocasión que nos está facilitando afrontar una situación como esta, aunque también ahí notamos cambios que son debidos al parón de la producción de automoviles”.    

Vehículo usado

Además de aportar un balón de oxígeno a los concesionarios, el vehículo de ocasión está siendo la única alternativa para quien necesita adquirir un automóvil de forma inmediata. Aunque esta es una circunstancia que pueda parecer especialmente favorable, lo cierto es que la estrecha vinculación que existe entre el coche nuevo y el usado hace que ese beneficio se vea condicionado por factores que, en último término, pueden terminar por reproducir un escenario de desabastecimiento muy similar en ambos casos.

Miguel Ángel Cuerno, presidente de la Federación de Comercio Coercan y director corporativo de la Asociación Nacional de Comerciantes de Equipos, Recambios, Neumáticos y Accesorios para Automoción (Ancera).

Raúl Azcona dirige Autos Raúl, una de las mayores empresas entre las que en Cantabria se dedican a la compra y venta de vehículos usados. El suyo es un negocio que habitualmente atiende un segmento del mercado distinto al de los concesionarios –centrado en los seminuevos– y al de los particulares –donde la compraventa es sobre todo de modelos cargados de años–, pero la sacudida que la crisis del chip está provocando en el coche nuevo está cambiando las reglas también entre la segunda mano. “Está afectando en dos vertientes: por un lado es cierto que hay una mayor demanda, sobre todo en el vehículo de entre uno y cinco años y entre los más baratos, pero por otro lado empieza a haber escasez”, advierte el director de Autos Raúl, que vincula esa mayor dificultad para acceder a vehículos al parón de las fábricas.

Las empresas de ‘renting’, que son una de las fuentes que suministran vehículos a los compraventas, no están renovando sus flotas porque no pueden sustituir los coches que retiran. Al mismo tiempo los concesionarios, que tenían sus propias formas de abastecerse y buscaban perfiles de vehículos muy diferentes al de las empresas especializas en la segunda mano, están encontrando en el usado un recurso con el que paliar el parón de venta en los nuevos, con la consecuencia de que unos y otros compiten por un producto cada vez más escaso. La consecuencia lógica de todo ello es que los precios han subido: “Lo habitual para nosotros era vender coches de entre 3.000 y 7.000 euros, que el es típico que se entrega a cambio del nuevo en los concesionarios, pero que estos no se quedaban para su venta; ahora el abanico va de los 6.000 a los 15.000 euros”, explica Raúl Azcona, que ahora se abastece en mayor medida a través de la compra directa a particular, pero que teme que la reposición de los coches que vende sea cada vez más difícil.

Talleres y recambistas

Al igual que la demanda de coches de segunda mano se está viendo favorecida por la disminución de la oferta de nuevos, la necesidad de alargar la vida de los coches en circulación está teniendo un efecto positivo en la actividad de los talleres de reparación y en las ventas de los comercializadores de recambios. Sin embargo, y también de manera similar a lo que sucede en el mercado de ocasión, el empujón actual puede llevar aparejadas consecuencias que a medio y largo plazo no serían beneficiosas. “Ahora mismo sí es razonable pensar que vamos a tener más clientes, pero tampoco es que se esté dando una relación directa entre la dificultad de cambiar de coche y la entrada en el taller”, explica Miguel Ángel Cuerno, presidente de la Federación de Comercio de Cantabria-Coercan y director corporativo de la Asociación Nacional de Comerciantes de Equipos, Recambios, Neumáticos y Accesorios para Automoción (Ancera). En todo caso, el representante de talleres independientes y tiendas de recambio –en torno a 700 y a 20 en Cantabria, respectivamente– no cree que la situación actual favorezca a ninguna empresa cuya actividad se relacione con el automóvil: “A todos nos interesa que se vendan coches nuevos, porque la factura es más amplia y el envejecimiento del parque es perjudicial para todos. En la reparación de un coche viejo se invierte muy poco dinero”.

Como el resto de profesionales que han intervenido en este reportaje, Miguel Ángel Cuerno considera muy complicado hacer cualquier previsión sobre el alcance temporal de la actual crisis, aunque cree que no es razonable pensar en ninguna solución antes del próximo verano. El director de Ancera subraya el carácter estratégico del sector del automóvil, que se pone de manifiesto en una situación como la actual, con implicaciones y consecuencias en empresas de todos los sectores y tamaños, y sin cuya aportación no es posible pensar en una recuperación de la economía, ni en Cantabria, ni en Europa.

La producción de contenidos videográficos por encargo de empresas e instituciones era tradicionalmente un servicio que alimentaba un mercado muy acotado tanto en la demanda como en la oferta. El abaratamiento de las tecnologías de grabación y la multiplicación de canales en los que difundir los contenidos han impulsado un actividad que también se ha visto favorecida por los cambios en la forma de comunicarse derivados de la crisis sanitaria. Con un abanico de clientes cada vez más amplio, y multiplicándose también los posibles usos y aplicaciones de los contenidos, el mayor riesgo que afrontan las empresas del sector tiene que ver con el descenso en el nivel de exigencia del expectador, y con la forma en que ello puede afectar a la profesionalidad de los trabajos.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2021

La comunicación es una herramienta estratégica para empresas e instituciones especialmente tras el parón de la pandemia. Hay necesidad de decir “seguimos aquí” y el vídeo corporativo se revela como un instrumento eficaz para trasladar ese mensaje a los clientes y a la sociedad, algo esto último que se ha visto favorecido por la multiplicidad de canales en los que difundir esos contenidos y el abaratamiento de los costes de producción. Las empresas que realizan vídeos corporativos pueden englobarse en el sector audiovisual, si bien este agrupa actividades muy diferentes que operan en mercados también muy distintos:  el cine, la televisión, las series, los cortos, y también la publicidad, los videojuegos o la animación. A veces las disciplinas se mezclan e interactúan, algo que es muy común en el vídeo corporativo, al que define sobre todo su finalidad: servir de canal de comunicación a empresas e instituciones. En Cantabria existen empresas que se mueven con agilidad en este nuevo escenario marcado por la proliferación de la oferta y el crecimiento de la demanda, algo que ya los expertos en comunicación vaticinaban, pero que se ha visto especialmente favorecido por la profusión de los medios digitales que ha propiciado la situación sanitaria.

Trévol Audiovisual es una de las empresas más veteranas entre las que ofrecen en Cantabria servicios de producción de contenidos videográficos para empresas. Como tal, es también una de las que cuenta con una mayor perspectiva para analizar cómo ha evolucionado la actividad en este campo. Nació en 2005 con el impulso de profesionales procedentes de la televisión y con la idea de explotar la necesidad de instituciones y empresas de utilizar vídeos en su comunicación. Según recuerda Rafael Gutiérrez, su director, el contexto en el que nació tiene muy poco que ver con el actual: “Ya entonces veíamos la confluencia de lo audiovisual e internet, pero aún era un poco aventurado, porque ni tecnológica ni conceptualmente se podía ir más allá”.

El uso de drones es una de las tecnologías que ha permitido abaratar las producciones y, a la vez, ampliar el mercado al que puede atenderse.

Trévol centró buena parte de su labor en aquellos primeros años en el ámbito de la información, como corresponsales de cadenas nacionales. Su experiencia en televisión les daba agilidad, una ventaja frente a otras formas de producción audiovisual, como el cine, más lento en sus procesos, y esto les hizo más competitivos. “Empezamos a cubrir cualquier tipo de necesidad audiovisual, videos institucionales y de empresa, y hemos evolucionado a temas de estreaming, donde ahora tenemos mucho trabajo. También a temas de formación, donde el audiovisual es indispensable y que con el COVID se ha disparado”. El director de Trévol Audiocisual describe un sector diversificado, y que vive realidades muy diferentes dependiendo de cada caso. Estarían, explica, las productoras audiovisuales más centradas en un producto artístico, parecido al cine, que “se ha resentido, influido por los recortes en patrocinios y financiación pública”. También hay producción televisiva, pequeña en Cantabria, que se nutre de publicidad y aportaciones institucionales, pero que ha ido decayendo, asegura: “Hace 20 años había varias cadenas de televisión y hoy esas ratios no existen ni por asomo”. Finalmente, está la producción audiovisual que no entraría en estas categorías, ni en la que realizan las televisiones nacionales ni grandes producciones: “En Cantabria hay empresas que necesitan sus herramientas de comunicación en vídeo y que eligen por ejemplo la formación en formato audiovisual, porque es consumible y sencilla”, señala Rafael Gutiérrez, que explica que se ha dado ahí una decidida incorporación de contneido audiovisual: “Y no solo el clásico, sino el que incluye animación, post producción, elementos gráficos, fotos… ahora hay otras soluciones para hacer un vídeo, puedes inventar la imagen, dibujarla… A ello se puede unir el dron, que también ha evolucionado mucho”. Junto a las empresas, y con una necesidades y demndas muy parecidas, estaría el ámbito público e institucional, que apuesta por el vídeo para la difusión de sus mensajes en cualquier soporte, apunta el director de Trévol.

Maremagno Comunicación, la empresa editora de Cantabria Negocios, cuenta con un área de producción audiovisual que ha visto multiplicados los encargos desde el final del estado de alarma del pasado año, y no solo en Cantabria, sino en todo el territorio nacional. José María Echeverría, gerente, considera que ello se debe no tanto a un cambio en el mercado, como a que éste se ha ampliado: “Los nuevos canales de difusión han supuesto una revolución. Ahora las empresas cuentan con sus webs propias donde alojar estas producciones audiovisuales, también cuentan con sus redes sociales. Por otro lado, hoy en el sector empresarial no hay una presentación de producto que no empiece con un vídeo”, señala Echeverría que calcula que el 80% de las presentaciones en las que interviene Maremagno incluyen contenidos de vídeo.

Nuevos soportes

A la multiplicación de redes sociales se suman otras posibilidades de exponer contenidos audiovisuales, basta con tener una pantalla, y hoy en día las pantallas están en todas partes y se llevan en el bolsillo. “El público se ha desplazado de los medios tradicionales a los más nuevos, incluso ahora ve más YouTube que la tele”, indica el gerente de Maremagno Comunicacion, que señala que, como consecuencia, la publicidad también se ha desplazado. “En definitiva, han aumentado los soportes en los que puedes aplicar el vídeo, como los paneles en las marquesinas de los autobuses, que emiten anuncios digitales”. José María Echeverría repasa múltiples ejemplos de esa proliferación de soportes –monopostes en las carreteras, pantallas exteriores, ferias…– que permiten difundir contenidos audiovisuales, incuyendo alguno especialmente novedoso: “En la calle de El Medio de Santander va a abrir un espacio para promocionar productos, y lo hará de forma completamente audiovisual, con el objetivo de que el público interactúe y pueda comprar allí mismo de forma ‘on line’”.

Tras el parón que la sociedad y el mercado laboral sufrieron durante el confinamiento de la primavera de 2020, la actividad se retoma en puntos clave para la producción de vídeos corporativos. Según Rafa Gutiérrez, este sector depende mucho de los eventos que se realicen: “Nosotros estamos especializados en dar cobertura vía ‘streaming’ y en grabaciones de eventos, para que queden registrados o para difundir en webs o redes. También realizamos vídeos promocionales, para campañas turísticas o sobre la actividad de empresas, tutoriales académicos para transmisión de conocimientos…”. En general esta actividad está ligada a reuniones profesionales y congresos, asegura, y en la medida en que eso se va desarrollando, se genera actividad: “Este año es de total recuperación para nosotros, somos una estructura pequeña que surfea mejor la ola”.

En el caso de Maremagno Comunicación, además de editar la revista Cantabria Negocios y diseñar páginas web, la empresa realiza vídeos corporativos desde 2014, si bien entonces era un producto con un peso muy pequeño en el total de ventas y que tenía un mero carácter complementario con el resto de la oferta. En 2019 se decidió dar un mayor peso a este producto dentro de la estrategia de la empresa, un propósito que se vio frenado por la pandemia pero que se ha retomado con fuerza en los últimos meses: “Esta rama de nuestra actividad es la que más ha crecido este año. Nos llegan muchos encargos a través de nuestra experiencia en páginas web, además nos buscan y nos encuentran porque tenemos tres páginas webs posicionando en Internet nuestros servicios. Este último mes nos acercamos ya a los diez trabajos realizados para otros tantos clientes”.

Nuevos sectores

Otra de les tendencias que notan quienes ofrecen este servicio es que se incorporan nuevos sectores como demandantes de vídeos corporativos. En Maremagno Comunicación, por ejemplo, se está atendiendo un encargo de la Asociación de Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales para recoger, en forma de producción audiovisual, una serie de testimonios en el que personas que han sufrido un accidente laboral cuentan su historia. También un nutricionista que necesita la grabación de una charla para difundir en su web y compartirlo, o la realización de tutoriales para Interfilm sobre cómo se monta y se mantiene una máquina de limpieza. La formación, asegura José María Echeverría, es otro nicho de negocio que está creciendo, o los vídeos para inmobiliarias. Otra de las líneas de trabajo son los vídeos de seguimiento de obra para instituciones y empresas de la construcción: “A esto ha contribuido las grabaciones con drones y nosotros contamos con tres. Esto nos ha permitido trabajar ya en diez comunidades autónomas. Estamos realizando el seguimiento de obra s importantes en Santander, y también lo hemos realizado, siempre por encargo de las constructoras, en el Parque Tecnológico de Vizcaya, o para la ejecución de autovías, para naves industriales… También estamos realizando bastantes producciones para el sector de la automoción, en los últimos meses hemos realizado seis para Rover, Citroën, BMW o SEAT”.

Chema Echeverría, gerente de Maremagno Comunicación.

Rafa Gutiérrez también considera que se están incorporando cada vez más empresas, y con un perfil muy diferente al que era habitual no hace mucho tiempo: “No solo las grandes empresas de consumo, sino las que venden o trabajan para otras, es la gran revolución y es lo que más tenemos en Cantabria, excluyendo comercio y hostelería. Por eso el vídeo corporativo industrial ha crecido, y porque las empresas cuentan más con personas de formación en marketing y entienden mejor qué función cumple la comunicación, para ser más transparentes y por necesidad comercial, ahora cambian el folleto por un vídeo cuando van a una feria, por ejemplo”. Respecto a los sectores con los que trabajan, el director de Trévol Audiovisual confirma lo variado de los sectores y actividades para los que se realizan contenidos videográficos: “Tenemos una gran cantidad de trabajo en el ámbito privado con empresas industriales, logísticas y de alimentación; estamos muy especializados también en el ámbito de congresos y eventos corporativos; y trabajamos con todo tipo de instituciones públicas creando contenidos informativos, formativos y promocionales, además de tener presencia en el sector de asociaciones profesionales y empresariales”.

La necesidad de alimentar con vídeos atractivos las redes sociales tiene luces y algunas sombras, por lo que se desprende de las opiniones de estos dos profesionales de la producción audiovisual. Según José María Echevarría, las nuevas plataformas impulsan la versatilidad de las producciones y realizan desde vídeos complejos hasta los más frescos que se pueden compartir en las redes. Ahí la clave es la adaptación del mensaje al formato: “Lo que prima ahora son los vídeos más breves y promocionales en formatos verticales para Instagram. Hace unos días hemos lanzado uno para una empresa de depilación, de 20-30 segundos. Esto es muy fácil de asimilar por la gente ya que leer le cuesta más, pero si se lo pones fácil, le llega”. El gerente de Maremagno Comunicación ve otra ventaja, y es que se pueden monetizar, es decir, sacarles un rendimiento económico en la red utilizando las herramientas de Google: “Si encuentras un nicho adecuado, un vídeo que llegue a tener por ejemplo entre 4.000 y 8.000 visualizaciones, puede reportar entre unos 40 o 70 dólares al mes. Lo que debes hacer es conseguir un buen posicionamiento orgánico, utilizar bien las redes sociales, etiquetar adecuadamente, buscar bien las palabras clave…”. Otra ventaja es la visibilidad que da un buen vídeo: “Una empresa de pallets, con un vídeo de más de 70.000 reproducciones, seguro que va a tener llamadas de clientes todos los meses”.

Rafa Gutiérrez sostiene que esa necesidad de alimentar plataformas digitales puede ser un aliciente para el cliente, porque de una grabación se pueden extraer contenidos breves que sirvan para ese objetivo, es un valor añadido, de ahí la necesidad de introducir algunos cambios: “Nosotros también hemos transformado maneras de trabajar, no puede ser lo mismo que cuando empezamos. Las redes que más triunfan son las de vídeos de diez segundos, muy orientados a jóvenes, el nivel de atención y retención es ese, mientras que hace años era de un minuto y medio”, explica el director de Trévol, que considera obligado adaptarse a esa realidad: “Lo que hay es un problema con la calidad de la producción. Los más puristas quieren calidad profesional y buena parte del mercado no lo demanda, esa es una de las grandes crisis del audiovisual”.

¿Qué aporta un vídeo corporativo a la empresa?

Según el director de Trévol, la comunicación, en la que hay que incluir el audiovisual, es “una disciplina, una técnica, una actitud que resulta estratégica dentro de las empresas”. Pero no siempre se ha visto así: “A veces una empresa se ha construido por el esfuerzo de un fundador en un contexto diferente donde no era necesaria, pero si su hijo tiene otra formación entiende más la necesidad de la comunicación, incluso un comercial lo capta mejor a veces que un financiero”. En otras ocasiones el problema puede ser el contrario, explica Rafa Gutiérrez, que el cliente quiera un vídeo para contar todo: “Eso no tiene sentido porque uno de los hándicaps del audiovisual es la fugacidad, si no estas atento, perdiste la información y eso desengancha del relato”. Para combatir eso aboga por vídeos ligeros con las ideas más importantes y que atraigan la atención: “El vídeo da el zarpazo que motiva al interlocutor a interesarse por el resto de la información, es una herramienta más. Sin embargo, es ideal para crear empatía porque transmite emoción, confianza, seguridad…y tiene todos los ingredientes: imagen, sonido, música, movimiento…”, señala el director de Trévol, que cree que este es un recurso muy eficaz si se utiliza adecuadamente: “¿Para qué puedo hacer un vídeo? Para muchas cosas: para informar, para sorprender, para celebrar, para formar… Obviar esto en realidad es perder la oportunidad de conectar con tu público”.

Considerada por muchos dentro del grupo de las más bellas del mundo, la bahía de Santander es uno de los grandes patrimonios naturales de Cantabria y también uno de sus principales reclamos turísticos. Aprovechar ese recurso para generar beneficio económico ha sido el punto de partida que ha llevado a Manuel Cardenal a poner en marcha su proyecto empresarial: un negocio dedicado al alquiler de una embarcación tipo pontona, una versátil plataforma de gran estabilidad que permite disfrutar al máximo de estas aguas. Con una inversión inicial de 40.000 euros, la empresa ha completado su primera campaña veraniega y se prepara para encarar los meses más complicados para una iniciativa que, aunque vinculada al pujante sector del turismo náutico, tiene como principal condicionante la alta estacionalidad que esta actividad tiene en el Cantábrico.

Felisa Palacio | Octubre 2021

Cantabria es una región que mira al mar. Con 220 kilómetros de costa entre la Ría de Tina Menor y Castro Urdiales, el potencial que tiene este recurso para dinamizar la economía regional asociada al turismo es indiscutible. Especialmente interesante resulta la zona de la bahía de Santander, un espacio en el que se ubican la mayor parte de los puertos deportivos de la región y donde la presencia de embarcaciones deportivas de vela y motor forma parte del paisaje. Explotar el potencial que puede tener ese reclamo marítimo para generar actividad económica más allá del obvio turismo de sol y playa, y singularmente en lo que tiene que ver con el disfrute del mar a bordo de embarcaciones, ha dado pie a reiterados proyectos emparentados de una u otra forma con la náutica de recreo, siempre con un desarrollo y alcance que queda lejos del que se logra en la costa mediterránea. Con un planteamiento original en cuanto a las características de la embarcación y el servicio ofrecidos, el último intento de explorar esta ruta llega de la mano de Trave Sea, una empresa que alquila dispositivos flotantes a medio camino entre el barco y la plataforma, con capacidad para convertirse en auténticos salones en los que desarrollar eventos de todo tipo. La todavía atípica campaña veraniega que acabamos de dejar atrás ha sido la primera en la que ha podido ponerse a prueba la iniciativa, dando pie a algunos cambios en el planteamiento inicial y sentando las bases para enfrentarse a uno de los principales condicionantes para la viabilidad del proyecto: la fuerte estacionalidad del turismo en el Cantábrico.

La plataforma-embarcación de Trave Sea, fondeada en el Puntal en una imagen de la web de la propia empresa. A diferencia de otro tipo de alquiler náutico, donde lo que se ofrece es navegar, el servicio de Trave Sea se centra en la posibilidad de disfrutar de otra manera de la bahía de Santander.

Recién terminada la temporada turística de este año, los datos registrados demuestran que el sector se está recuperando a buen ritmo después de la pandemia. La ocupación hotelera por plaza en Cantabria fue en agosto la más alta de todo el país, con un 78,2%, casi trece puntos por encima de la media nacional. El consejero de Industria, Turismo, Innovación Transporte y Comercio, Javier López Marcano destacaba que Cantabria está acertando al ofrecer alternativas de mayor calidad vinculadas a nuestras grandes fortalezas turísticas, como es el caso de nuestro patrimonio cultural y paisajístico. “Las preferencias de los turistas están cambiando y se alejan de la masificación, buscando destinos más sólidos y de excelencia donde el clima no es la referencia principal”, explicaba. Se ha demostrado además que el sector náutico en España está experimentando un importante auge y “si el sector náutico tiene un potencial de crecimiento es, sin duda, en el norte de España”, según puso de manifiesto Carlos Sanlorenzo, secretario general de la Asociación de Empresas Náuticas (ANEN), cuando participó el pasado mes de mayo en Santander en el seminario ‘Oportunidades y retos del sector náutico para la economía azul’. Añadió en su ponencia que son las comunidades de la costa norte las que cuentan con condiciones climatológicas y de ubicación óptimas para impulsar el sector náutico, con un amplio abanico de posibilidades comerciales aún por desarrollar, si bien, de momento, la evolución de las cifras en el Cantábrico sigue siendo mucho más lenta que el mercado del Mediterráneo.

Click&Boat y Nautal, las principales plataformas online de alquiler de barcos, también confirman que el turismo náutico en España se consolida y lo hace, aseguran, al margen de la pandemia. Según sus estimaciones, para este año se prevé una subida de más del 150% respecto al año 2020. Consideran que este aumento en la demanda de turismo náutico responde a una tendencia que se ha consolidado con la crisis sanitaria derivada de la COVID-19: la búsqueda de espacios seguros en los que disfrutar al aire libre, ya sea en familia o con amigos. A diferencia de los grandes puertos deportivos del Mediterráneo, donde los barcos de recreo de tamaño medio y grande son los que ocupan gran parte de los atraques disponibles, en el entorno de Santander, lo más frecuente son medianas y pequeñas embarcaciones, entre las que los botes de no más de ocho metros son protagonistas.

Es en este contexto en el que se pone en marcha Trave-Sea en la bahía de Santander, uno de los 15 proyectos emprendedores que participaron en la séptima edición del programa ‘Coworking’ promovido por el Ayuntamiento de Santander e incluido entre las medidas de reactivación económica del plan de choque diseñado para paliar los daños económicos causados por la Pandemia del Covid 19. La empresa se constituye en primavera, con una inversión aproximada de 40.000 euros, que incluye un leasing de 25.000 mil euros para hacerse con la embarcación: una pontona modular con tres patines, ideal para navegar en aguas tranquilas y cuya configuración se adapta a las necesidades del cliente. “Tenemos ante nosotros una de las mejores y más bellas bahías del mundo para disfrutar del mar. Aguas tranquilas, orientación sur y una ubicación geográfica magnífica. Todo perfecto para poner en marcha nuestro negocio de alquiler de pontonas; una embarcación diferente, muy cómoda y adaptable a distintos usos. Podemos ir a pasar un día en la bahía y disfrutar de esta inmensa piscina natural, podemos hacer turismo, avistamiento de aves y un largo etcétera”, explica Manuel Cardenal, promotor de la iniciativa.

Manuel Cardenal, promotor de Trave Sea, con la embarcación de la empresa, que puede verse en la foto de la derecha en su atraque de Pedreña.

Inicialmente el desarrollo del proyecto se diseñó para distintos emplazamientos en el País Vasco, entre ellos la Ría de Bilbao o la zona de Urdaibai. La pandemia paralizó sus planes y, un año después, surgió la posibilidad de retomar la iniciativa en Santander, la ciudad de residencia de Cardenal desde hace ya más de 20 años. Gran parte de los objetivos y estudios previos eran perfectamente válidos para una ubicación final situada en la misma línea de costa, lo que aceleró la implantación en nuestra bahía, con unas perspectivas de alta rentabilidad a corto/medio plazo “considerando el precio de la embarcación y los costes asociados a su mantenimiento y explotación, unido al atractivo de la experiencia y la versatilidad de la embarcación a la hora de complementar su uso con otras actividades”, según plantea en sus objetivos.

Cardenal estuvo anteriormente vinculado al sector naval y así fue como entró en contacto con el Astillero Moggaro en Segovia. Dedicado al diseño y construcción de embarcaciones de aluminio para uso recreativo y profesional, el astillero disponía de un llamativo modelo de barco de recreo tipo pontona, un catamarán de gran estabilidad diseñado específicamente para compañías de turismo náutico. La embarcación, con un tamaño aproximado de 18 metros cuadrados y con capacidad para 12 personas, dispone de un motor fuera borda de 40HP y estructura de aluminio tipo catamarán. Su diseño permite colocar la equipación necesaria para su utilización en días de frío y lluvia, con toldos y sistema de calefacción y tiene además la ventaja de ser perfectamente accesible para personas con movilidad reducida. Está pensada especialmente para navegar en aguas tranquilas y ofrece una gran estabilidad, incluso en condiciones menos favorables.

“Una de las ventajas de este tipo de embarcación es que su versatilidad permite adaptarlo a prácticamente cualquier actividad en la bahía de Santander. Es posible colocar unos sofás, una mesa de trabajo, una cocina, dejar el espacio diáfano o lo que demanden los clientes en cada momento”, explica el responsable de Trave-Sea. Este primer verano ha servido para tomar nota de las demandas del mercado y, tras comprobar que la mayor parte de los alquileres se interesaban por desplazarse con la pontona hacia la zona del Puntal, la empresa trasladó el atraque desde el puerto de Raos hasta el de Pedreña, desde donde se accede más rápidamente a esa zona.

Chárter náutico

El negocio de alquiler de embarcaciones en la bahía de Santander ha ido creciendo tímidamente. Actualmente existen un puñado de empresas que tienen en el mercado distintos barcos que ofrecen en alquiler con patrón profesional al mando o permitiendo a los clientes que tengan el título necesario, hacerse al timón de las distintas embarcaciones. Hoy, en el arco de la bahía, las embarcaciones disponibles para alquiler son principalmente veleros convencionales, a un precio aproximado de 500 euros por día; veleros tipo catamarán por 850 euros; lanchas de unos cinco metros y medio sobre los 300 euros, zodiacs a partir de 250 euros o yates con una eslora aproximada de 15 metros desde 450 euros (precios aproximados).

Las tarifas oficiales de Trave-Sea son de 600 euros por un día completo de alquiler de este espacio flotante con capacidad para 12 personas, a lo que habría que sumar 200 euros más por el servicio del patrón si fuese necesario (para manejar la embarcación es suficiente la titulación básica de patrón de embarcaciones), aunque durante este primer verano de andadura de la empresa, se han realizado descuentos especiales para animar a los clientes a conocer la iniciativa.

Un hándicap al que deberá hacer frente ahora, terminado el verano, es la temporalidad del turismo, algo que tienen previsto compensar con otras actividades complementarias para las que la embarcación puede adaptarse hasta la llegada de la primavera. Si en julio y agosto ha sido la celebración de fiestas la principal fuente de ingresos, ahora están diseñando otros programas que incluyen excursiones de avistamiento de aves en el río Miera y en la ría Cubas o proyectos escolares para enseñar la bahía a los más pequeños, aprovechando para concienciar sobre la importancia de proteger el medio ambiente: “Está claro que las previsiones climatológicas del entorno condicionan la proyección de esta iniciativa, especialmente por los días de lluvia, pero la temperatura media es bastante aceptable excepto entre los meses de diciembre a febrero”, explica Cardenal.

El funcionamiento del negocio durante los próximos meses será decisivo para que la empresa valore la adquisición de un nuevo espacio flotante de similares características y la puesta en marcha del proyecto en otros lugares.

Las ventas crecen a fuerte ritmo y se sitúan ya claramente por encima de las registradas en 2019, con un fuerte impulso de la demanda de vivienda unifamiliar. El mercado se ha visto favorecido por factores que han aflorado a raíz del confinamiento, como el teletrabajo y la búsqueda de entornos más amables en los que vivir, que también ha reforzado algunas tendencias que ya se estaban recuperando con anterioridad a la crisis sanitaria, con la vuelta de los inversores como elemento más significativo.

J. Carlos Arrondo | Julio 2021

Cuando a mediados del mes de marzo de 2020 la economía española quedó prácticamente en suspenso debido al confinamiento decretado contra la pandemia de COVID-19, es probable que entre los profesionales del sector inmobiliario cundiera el desánimo por ver cómo después de una década de lenta recuperación de las consecuencias de la gran recesión su negocio volvía a tocar fondo. Sin embargo, diversos indicadores señalan que el impacto negativo ha sido más efímero y moderado de lo temido. Según Funcas, desde el inicio del primer estado de alarma y durante aproximadamente dos meses y medio las transacciones en el mercado residencial cayeron el 40%. A partir de ese momento comenzó una recuperación lenta y sostenida que parece haberse acelerado en los primeros meses del presente año. De acuerdo con la última Estadística de Transmisiones de Derechos de la Propiedad publicada por el INE, en abril se llevaron a cabo 588 compraventas de viviendas en Cantabria, lo que supone  un crecimiento del 74% respecto al mismo mes de 2020, por encima del 66% de incremento medio en España. El dato se muestra aún más revelador si la comparación se establece en relación a abril de 2019, siendo el aumento actual del 24,5%, muy superior al modesto promedio nacional del 2,5%.

Carlos Blanco, presidente de la Federación de Inmobiliarias de Cantabria (Fican)

Carlos Blanco, presidente de la Federación de Inmobiliarias de Cantabria (Fican), alerta sobre la correcta interpretación de esos datos. Durante el confinamiento la actividad descendió a niveles mínimos y apenas se limitó a actuaciones de urgencia para personas que por diversas circunstancias requerían de sus servicios para poder disponer inmediatamente de una vivienda. Por tanto, estima que buena parte del incremento de las cifras actuales respecto a la de esos meses puede explicarse como un efecto rebote. Sin embargo, encuentra más significativa la comparación con la situación anterior a la pandemia: “Después de una crisis muy profunda, la recuperación estaba siendo sostenida en los últimos años. El afianzamiento de la demanda y la fortaleza en el nivel de precios, tanto en las ventas como en los alquileres de viviendas, ya fueron importantes en 2019”. En su opinión, a medida que fue superándose el primer impacto de la paralización de la actividad, el mercado ha regresado a esa evolución ascendente en casi todas las modalidades de operaciones: “Quizás ha habido un leve retroceso en el alquiler de viviendas de bajo precio, de 400 a 600 euros. En el resto se ha visto un aumento de la demanda en el alquiler y, por supuesto, un crecimiento más importante en las ventas”.

Una de las razones que explicarían esta tendencia al alza del mercado de la compraventa es el aumento en la demanda de vivienda como inversión, algo que ya venía siendo observado en 2019, pero a lo que la situación de incertidumbre derivada de la crisis sanitaria parece haber dado renovados bríos. “Excepto en los primeros meses de incertidumbre, a raíz de la pandemia ha habido un crecimiento claro y sostenido en la búsqueda de vivienda como refugio del  inversor que sigue viendo en el ladrillo, bien entendido, un valor seguro a medio o largo plazo”, explica el presidente de Fican. Junto a este perfil, cree que también está acudiendo al mercado una tipología muy variada de compradores con la característica común de un cambio en su percepción del ‘valor vivienda’: “Quien puede dedica sus esfuerzos y sus planes de vida primordialmente a la vivienda más que a otras cosas porque su valor como el lugar donde se pasan muchas horas ha subido”. El confinamiento y las posteriores restricciones, tanto de movilidad como a la hora de realizar actividades fuera del domicilio, han obligado a la mayor parte de la población a permanecer en él mucho más tiempo del que estaba acostumbrado.

Las limitaciones para realizar un buen número de actividades que eran usuales antes de la pandemia, sobre todo las relacionadas con el ocio, viajes, etc, han producido unos ahorros que a muchas personas les ha animado a plantearse modificaciones de calado en sus vidas que quizás antes tenían postergadas a un futuro indefinido. Este afán por mejorar se ha reflejado, por ejemplo, en el auge de las reformas en los últimos meses, pero también en el incremento de los cambios de vivienda. “Familias que tenían un proyecto para ‘más adelante’, para ‘cuando llegue el momento’, y que han podido hacer el esfuerzo lo han desarrollado porque la vivienda ha pasado a primer plano por delante de otros aspectos de su vida”, afirma Carlos Blanco, que explica cómo ha asimilado el negocio inmobiliario esta aceleración en la toma de decisiones: “La demanda ha sido firme y sostenida en prácticamente todos los ámbitos de nuestro sector. Quien no ha podido hacer mejoras o ha entendido que con eso no era suficiente, ha decidido cambiar de vivienda, lo mismo en alquiler que en venta”. Este fenómeno va acompañado de otra importante variación: el cliente está apostando cada vez más por la casa unifamiliar frente al piso.

Los últimos datos publicados por el Centro de Información Estadística del Notariado indican que entre enero y abril de este año se vendieron 2.466 viviendas en Cantabria. De ellas, 1.855 fueron pisos, el 33% más respecto al mismo periodo de 2020 y el 2% sobre el de 2019. Por su parte, las 611 casas unifamiliares vendidas suponen un incremento del 93% en relación al mismo cuatrimestre del año pasado y de algo más del 44% en comparación con el anterior. Esta tendencia alcista en este tipo de inmuebles también se ha reflejado en la media nacional, aunque en menor medida que en nuestra comunidad, con aumentos de casi el 62% y 16% frente a las cifras de los primeros cuatro meses de 2020 y 2019, respectivamente. El presidente de Fican aclara que las viviendas individuales siempre tienen su mercado, pero que su ritmo de venta se ha visto multiplicado por la pandemia: “Derivado del confinamiento, quien ha querido cambiar y tenía una vivienda sin balcón, ha buscado una que lo tuviera, o con algo más de terraza, o una casa con jardín. Yendo un poco más allá, ha buscado una casa en un entorno rural alejado de la ciudad. Todo el mundo ha querido mejorar”.

La pandemia no sólo ha modificado la percepción de las personas respecto a la necesidad de mejorar su hábitat, sino que ha producido cambios sustanciales en muchas vidas que incluyen el de su lugar de residencia. Profesionales que han empezado a desarrollar su trabajo a distancia o personas ya retiradas que han decidido aprovechar la crisis sanitaria para alejarse de zonas masificadas del país e instalarse en entornos más naturales, tranquilos o aislados son perfiles que también han contribuido al crecimiento del negocio inmobiliario. Según datos recientemente publicados por el INE en relación a los movimientos migratorios entre las comunidades Autónomas, Cantabria fue la sexta mayor receptora con un saldo neto de 2.622 personas. Carlos Blanco considera que esto se ha notado en el sector: “Debido a la pandemia hay gente que ha tomado la decisión de cambiar de vida  y nuestra región se ha beneficiado de esto. Personas que ya tenían alguna vinculación o que habían estado de vacaciones han escogido Cantabria porque les ha parecido un lugar maravilloso para vivir y emprender un nuevo camino. Los aumentos han venido de comunidades que tradicionalmente han comprado aquí: Madrid, País Vasco, Castilla y León. Pero nos han sorprendido también los incrementos desde otras zonas, como Cataluña”.

Cabe preguntarse si cuando se supere la crisis de la COVID-19 se mantendrán las tendencias ya apuntadas y realzadas durante este periodo, desde subordinar cualquier otro tipo de gasto a poner en práctica cuanto antes proyectos vitales para alcanzar una vivienda mejor hasta priorizar la búsqueda de casas que ofrezcan posibilidades de esparcimiento al aire libre o incluso cierta distancia con los núcleos urbanos más densamente poblados. El presidente de la Federación de Inmobiliarias de Cantabria entiende que, de una forma más o menos acentuada, es un cambio de mentalidad que ha venido para quedarse: “Ha calado en todos nosotros y ya es un hábito de consumo. En parte es fruto del corto plazo, pero creemos que de alguna manera se va a mantener”. Admite que no es capaz de determinar a qué nivel van a seguir produciéndose, pero su conocimiento del día a día del sector le permite observar algún patrón de comportamiento que está asentándose entre profesionales que cambian su vida en las grandes ciudades por otra en una zona rural de nuestra comunidad: “Lo único que necesitan es una buena conexión a internet para desarrollar su actividad laboral de una forma cómoda y en un entorno como el nuestro perciben una mejora de su nivel de vida”.

El sector inmobiliario de Cantabria es optimista sobre cómo evolucionará en adelante el mercado. Carlos Blanco apunta que se ha producido cierto efecto rebote anticipado a la recuperación general de la economía, pero cree que va a tener continuidad en el futuro: “Prevemos que va a seguir esta demanda sostenida, que vamos a seguir con este nivel de operaciones, y entendemos que nos vamos a beneficiar de un aumento en la inversión, tanto propia como de la compra del foráneo de Cantabria”. A estas buenas sensaciones se une la perspectiva de la llegada de los fondos de recuperación europeos, que en alguna de sus modalidades contempla la movilización de unos 7.000 millones de euros para la reforma y rehabilitación de viviendas. Para el presidente de Fican esto les va a impactar de lleno, tanto de una manera indirecta como directa: “Nosotros somos  un reflejo de la economía y de la sociedad; si hay otros que están dañados y pueden verse beneficiados, al final somos vasos comunicantes. Pero es que además estos fondos van a contribuir a la mejora de las viviendas y esto va a generar más movimiento en la compraventa y en el alquiler. Sin duda son buenas noticias que van a incidir positivamente en el sector inmobiliario”.

Por más que el efecto de la crisis haya sido moderado y el mercado haya reaccionado bien una vez superado el primer impacto negativo, para las empresas y profesionales de la intermediación inmobiliaria han sido meses de puesta a prueba de su capacidad de adaptación a unas circunstancias muy difíciles. “No cabe duda de que en nuestro trabajo es necesario el trato personal y directo, tanto con vendedores como con compradores. La situación requería un cambio y nos hemos amoldado. Hemos utilizado todas las herramientas necesarias para desarrollar el trabajo de la manera más profesional posible y esto ha funcionado. Al principio, con el confinamiento, hemos hecho mucha visita virtual; incluso hasta hace bien poco, con potenciales compradores o vendedores de otras provincias que no podían acercarse por los cierres perimetrales”, destaca el representante del sector en Cantabria, para quien su nivel de profesionalidad es lo que ha logrado que no se resintiera la calidad de un servicio forzado a prestarse en condiciones anómalas: “Está bien disponer de estas herramientas y utilizarlas a favor de nuestros clientes cuando pueda ser necesario, en ciertas circunstancias, pero no cabe duda de que en la medida en que hemos podido volver al trato directo, lo hemos hecho”.

Pendientes de la actualización del censo de empresas, de agentes inmobiliarios y de profesionales, el presidente de Fican no se atreve a cuantificar aún cómo se ha saldado el año de la pandemia, aunque reconoce haber detectado en sus consultas internas algunos movimientos: “En los primeros momentos hubo empresas que se vieron abocadas a una cierta marcha atrás y algunas se han visto obligadas a hacer un ERTE. Después, con un volumen de trabajo sostenido, se ha ido normalizando la situación y actualmente hay un leve repunte respecto a las empresas y profesionales que había antes de la pandemia”. Carlos Blanco es consciente de que es un momento de cambios, no solo en su gremio, sino en toda la economía, y que el futuro postcrisis exigirá un esfuerzo para adaptarse a ellos, aunque no va a cambiar su labor de velar por el buen desarrollo de las operaciones inmobiliarias: “Estamos desarrollando nuevas tecnologías, pero sin dejar atrás el trato directo que necesita el cliente, tanto en la compraventa como en el alquiler, a nivel jurídico, formal y de todo tipo. Le apoyamos y le acompañamos para que no se sienta solo, resolviendo cualquier incidencia que pueda surgir. Con mucha profesionalidad desarrollamos una labor que es muy importante para la vida de las personas”.

En Cantabria operan unos 80 vehículos con licencia para prestar servicios de alquiler con conductor, aunque el número total de autorizaciones es sensiblemente mayor. La recién creada Asociación para el Desarrollo y Divulgación en Cantabria de las VTC quiere conseguir un convenio colectivo para las empresas del sector y representantes en sus relaciones con la administración regional.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Junio 2021

Representantes de Adedican en una reunión con Felipe Piña, director general de Transportes del Gobierno de Cantabria.

Fundada el año pasado coincidiendo con el final del confinamiento, la Asociación para el Desarrollo y Divulgación en Cantabria de las VTC (Adesdican-VTC) ha venido trabajando desde entonces en unos objetivos que, además de los que recoge en su denominación, pasan por alcanzar la máxima representatividad del sector, firmar un convenio colectivo para el mismo y sacar adelante reivindicaciones que homologuen el servicio que prestan –alquiler de vehículos con conductor– a otras modalidades de transporte de viajeros por carretera. De acuerdo con los datos que maneja la asociación, en Cantabria operan hoy unos 80 vehículos con licencia para prestar este servicio, de los que 70 lo hacen para alguna de las 10 empresas que forman parte de Adesdican. “Es verdad que en Cantabria se concedieron en su día más autorizaciones, en torno a 160, pero la mitad de ellas las tienen vehículos que no circulan en la región”, asegura José Martínez, presidente de la asociación.

La creación de Adesdican se decidió tras constatar que la falta de una voz única situaba al sector en situación de desventaja frente a otros colectivos, como el del taxi, en un momento en el que era necesario tomar decisiones importantes para las empresas. Adesdican quiere que los vehículos con licencia VTC puedan circular por carril-bus y tener facilidades para aparcar en el aeropuerto. Además reclama un sistema de ayudas que sirva para paliar la caída de ingresos que se ha producido a consecuencia de la caída de la actividad debida a la crisis sanitaria. En relación con el conflicto con el servicio de taxis, José Martínez admite que la comunicación no es fácil, pero defiende que se trata de negocios diferentes y que es posible la convivencia: “En nuestro caso solo podemos trabajar cuando el servicio ha sido precontratado, ni podemos esperar a los clientes en una parada, ni recogerlos ante una petición a mano alzada. Competimos con el taxi, por supuesto, pero creemos que hay espacio para ambos”.

Aunque era una tendencia que ya se había dejado notar antes de la pandemia, los primeros indicios de la recuperación tras la crisis sanitaria han confirmado la pujanza del alquiler a largo plazo como alternativa a la propiedad de los automóviles. Los primeros meses tras el confinamiento han disparado la demanda de vehículos en ‘renting’ por parte de las empresas, en una tendencia que se ha trasladado también a los particulares. El parque de vehículos ha crecido más de un 3% respecto al existente antes de la declaración del estado de alarma, pero el incremento más notable se ha producido en el número de clientes, que son hoy casi un 15% más de los que eran entonces. La fórmula, con una cuota fija mensual en la que están incluidos todos los gastos, despeja incertidumbres y protege al usuario de los imprevistos, algo especialmente valorado en el escenario postpandémico en el que nos movemos.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2021

El del automóvil es un mercado en el que desde hace años son más las dudas que las certezas, pero en el que empiezan a apuntarse algunas tendencias con una clara vocación de continuidad. Pocas lo hacen con el respaldo que los datos conceden al ‘renting’, una alternativa que hasta no hace mucho era muy minoritaria y restringida casi al ámbito empresarial pero que hoy abandera a una proporción muy significativa del parque de vehículos español y que mantiene un crecimiento sostenido en el número de usuarios, en gran parte gracias a la incorporación de particulares. A diferencia de lo que sucede en otros productos y servicios, la crisis derivada de la pandemia no ha supuesto aquí ningún freno a una demanda que ya era notable antes de la declaración del estado de alarma y que ahora se ha visto multiplicada por los cambios de hábitos propiciados por la covid-19.

Según recoge un estudio elaborado por la Asociación Española de Renting (AER), el parque de vehículos en circulación bajo esta fórmula sumaba 742.621 vehículos al cierre del primer trimestre de 2021, último periodo con datos. Esta cifra supone un incremento del 3,56% en relación con la que se registraba el 31 de marzo de 2020, cuando todavía no eran perceptibles los efectos de la declaración del estado de alarma. El crecimiento más significativo, en todo caso, no tiene tanto que ver con la cantidad de vehículos en ‘renting’ como con el cada vez mayor número de personas que hacen uso de esta modalidad: las empresas que ofrecen servicios de alquiler de vehículos a largo plazo atendían a algo más de 230.000 clientes en la fecha de referencia del informe, un 14,25% más que el año anterior. Que el número de usuarios crezca significativamente por encima del parque de vehículos confirma una tendencia que, aunque ya perceptible con anterioridad, se ha visto reforzada tras el confinamiento: la incorporación de particulares y autónomos a un mercado que hasta no hace mucho atendía casi exclusivamente a grandes empresas que veían en el renting la mejor fórmula para gestionar sus flotas.

Fermín González, responsable de la delegación de Northgate en Cantabria.

El alquiler de vehículos a largo plazo permite utilizar un vehículo en condiciones comparables a las que ofrece la propiedad a cambio de una cuota mensual en la que normalmente están incluidos todos los gastos, con excepción del combustible. Es una fórmula emparentada con otras que han ido abriéndose paso entre la oferta de los concesionarios de vehículos, como aquellas que a cambio de una cantidad mensual ofrecen un compromiso de recompra del automóvil al cabo de un tiempo determinado, o bien quedarse definitivamente con él a cambio del pago de una cuota final por el importe del valor residual del vehículo, pero en la que a diferencia de estas el coche no es propiedad de quien lo utiliza, que por tanto puede desentenderse del pago de seguros, reparaciones y mantenimiento, y con la garantía de contar inmediatamente con un vehículo de sustitución en caso de cualquier percance. Es precisamente esta cobertura ante imprevistos la principal ventaja que hace valer esta forma de resolver las necesidades de movilidad, que encuentra aquí un recurso frente a las incertidumbres, sea esta del tipo que sea. Sin la obligación de contar con grandes periodos de tiempo para amortizar una compra, el usuario puede despreocuparse de cuestiones que hoy son un verdadero quebradero de cabeza para cualquier comprador, como qué combustible o sistema de propulsión elegir. Tras una pandemia que ha puesto de manifiesto hasta qué punto el futuro puede ser imprevisible, todo parece jugar a favor de una fórmula que permite una rápida adaptación a circunstancias cambiantes, y que permite acceder a un vehículo nuevo sin afrontar desembolsos iniciales que comprometan la capacidad financiera de empresas o particulares.

Del análisis que recoge el informe realizado por la AER se desprenden algunas conclusiones que parecen avalar que el buen momento por el que pasa el ‘renting’ no es coyuntural, y puede tener todavía un amplio recorrido. La principal es, sin duda, que el crecimiento que está experimentando este mercado se debe sobre todo a la incorporación como clientes de un número cada vez más significativo de personas físicas, ya sean empresarios autónomos o particulares.  Al cierre del primer trimestre de este año, el peso de las personas físicas en el parque de renting era del 15,86%, algo más de dos puntos por encima del porcentaje que se registraba en el primer trimestre de 2020, pero eran ya casi la mitad del total de clientes de esta modalidad. También crece la cuota de las empresas más pequeñas –las que cuentan con flotas de hasta cuatro vehículos– y de las medianas –hasta 24– en tanto que desciende la demanda por parte de las mayores. Esto es, permanece estable o con ligera tendencia a la baja la participación del segmento más maduro en tanto que aumenta –en algunos casos con mucha fuerza– aquel que tiene un mayor potencial para seguir creciendo.

Cantabria

El informe de la AER no incluye datos de las comunidades autónomas, pero nada indica que el mercado del renting en Cantabria esté siguiendo sendas distintas a las que recorre en el conjunto de España. Si acaso, y si tomamos como referencia la actividad de alguna de las principales empresas de renting que opera en la región, la tendencia al crecimiento puede ser incluso más acusada que en el resto: “Nuestros datos corroboran los del estudio de la Asociación Española de Rentiong, e incluso los sobrepasan –explica Fermín Gutiérrez, responsable de la delegación de Northgate en Cantabria– nuestro parque de vehículos alquilados en Cantabria ha crecido un 16% en esa comparativa trimestral 2020/21”. En línea también con lo que recoge el estudio, el delegado de Northgate confirma que la mayor parte de ese incremento se debe a la incorporación de clientes nuevos, que aportan el 50%  además es destacable que sobre todo lo ha hecho gracias a nuevos clientes, que aportan un 50% de ese aumento de parque: “Son muchas las empresas y autónomos de la región que hasta ahora no se planteaban otra fórmula que no fuese la propiedad como modo de afrontar sus necesidades de vehículos y que ahora no dudan en apostar por el renting como solución principal”.

El contrato de ‘renting’ incluye cualquier operación de taller, tanto las de mantenimiento como la reparación de averías o golpes.

Los cambios que se están produciendo en el mercado del ‘renting’ llevaron a Northgate, que hasta entonces tenia todo su negocio centrado en las empresas, a poner en marcha el año pasado una línea específica para particulares. Fermín González, que califica como muy positiva la evolución de esta línea de negocio, considera que los consumidores están trasladando al automóvil una modalidad –el pago por uso– cada vez más habitual en otros productos y servicios.

En relación con las empresas, en las que ya era relativamente habitual recurrir al renting como fórmula de acceso al vehículo, el delegado de Northgate detecta también algunos cambios que reflejan la diferente forma en que la pandemia ha afectado a unos y otros sectores: “En el último año hay dos cuya demanda de vehículos en Cantabria ha crecido por encima de ningún otro: auxiliar de la construcción y logística. Sin duda alguna son dos sectores que se han visto beneficiados por el cambio de hábitos y consumo vivido en la pandemia: el comercio electrónico y la inversión en reformas de vivienda y obra nueva”.

Crecimiento

El delegado en Cantabria de Northgate confirma que el mercado del renting de vehículos llevaba años encadenando crecimientos importantes en España –”y en Cantabria en particular”, señala–, una tendencia en la que seguía la tónica habitual en el resto de Europa. Un escenario en el que la irrupción de la pandemia, a diferencia de lo que ha sucedido en otras actividades, no ha tenido ningún efecto, al menos ninguno negativo: “La crisis sin precedentes que hemos vivido ha catapultado al renting como solución a las necesidades de movilidad”, asegura Fermín González, que apunta alguna de las razones que lo explican: “Creo que, además de por las virtudes del servicio en sí, esto se produce por un cambio de mentalidad y valores en el empresariado y ciudadano en general; nuevos valores que fortalecen al servicio flexible frente a la propiedad, el pago por uso frente a compromisos a largo plazo que la experiencia nos ha mostrado pueden ser difíciles de cumplir”, señala.

Fábricas de coches a medio gas

Con los vientos soplando a favor, la principal amenaza a la que se enfrenta hoy el ‘renting’ no es muy distinta a la que acecha al automóvil en su conjunto: el riesgo de no poder dar respuesta a la demanda debido al desabastecimiento al que aboca la caída de producción en las fábricas debida a la falta de componentes. Es un problema al que ya se enfrenta el ‘rent a car’, un mercado distinto –estacional y muy vinculado al turismo– pero que es indicativo de un fenómeno que puede trasladarse a otros ámbitos. En las empresas que operan en renting y que lo hacen con grandes flotas, como Northgate, la planificación está permitiendo dar respuesta a lo que demanda el mercado y mantener las previsiones de crecimiento.

Con todo, es difícil que, de prolongarse en el tiempo el descenso de la producción de automóviles, la actividad no terminase por verse afectada. El ´renting’ supone ya el 21,95% del mercado español del automóvil, con lo que no puede mirar si no con preocupación una situación que le afecta directamente. “La ralentización en la fabricación de  automóviles está afectando a todo el sector”, admite el responsable de la delegación de Northgate en Cantabria.

Dos centros de formación profesional de Cantabria consiguen tres de los cinco premios de Euskelec, una competición para coches eléctricos construidos por los alumnos que este año admitía por vez primera participantes de fuera del País Vasco. El IES Nuestra Señora de los Remedios, de Astillero, se convirtió en el ganador absoluto con un vehículo diseñado específicamente para el evento pero que se enmarca en un proyecto de largo recorrido en el tiempo, que implica a estudiantes de construcción metálica, mecanizado, soldadura y electricidad.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Junio 2021

El coche diseñado y construido por el IES Nuestra Señora de los Remedios, durante su participación en Euskelec, donde se alzó con la victoria absoluta.

Si tenemos en cuenta las características del evento, el protagonismo que dentro del sistema educativo del País Vasco tiene la FP y lo que aporta a la competitividad industrial de la región vecina, lo conseguido por los centros de formación profesional de Cantabria en su primera participación en Euskelec bien puede considerarse como poner una pica en Flandes. Los institutos cántabros se hicieron con tres de los cinco premios en el campeonato vasco de vehículos eléctricos, incluido el galardón principal, que fue para el IES Nuestra Señora de los Remedios de El Astillero. Euskelec, que en esta tercera edición se abría por vez primera a la participación de centros de fuera del País Vasco, es una competición en la que alumnos de centros de formación profesional diseñan y construyen un vehículo 100% eléctrico, en un trabajo del que se evalúa tanto su desarrollo como el comportamiento final del vehículo sobre un circuito de pruebas. En el caso del diseñado y construido en Astillero, fue precisamente el recorrido por el circuito habilitado en el entorno del Museo Guggenheim, en Bilbao, lo que convirtió al monoplaza cántabro en el ganador absoluto del certamen, a lo que hay que sumar el reconocimiento como mejor equipo debutante. Además de la victoria del IES Nuestra Señora de los Remedios, el colegio San Juan Bautista de Los Corrales de Buelna consiguió el Premio Comunicación a la mejor campaña de divulgación  y publicidad del proyecto.

Si tenemos en cuenta lo apurado de los plazos con que trabajaron los alumnos del centro astillerense, que recibió la invitación a participar a comienzos de este año, la victoria del coche diseñado y construido por el IES Nuestra Señora de los Remedios puede considerarse doblemente meritoria, aunque lo realizado en estos meses de actividad frenética tiene su base en un proyecto con un recorrido mucho mayor en el tiempo: “Es verdad que hemos tenido que construir un coche completamente nuevo, pero lo que hemos conseguido es el resultado de un proyecto que comenzamos hace dos años, no hay ninguna improvisación en ello”, explica David Fernández, el profesor que coordina una iniciativa que implica a varios departamentos del centro educativo y que cuenta con el patrocinio y la participación de una veintena de empresas del entorno. El instituto astillerense puso en marcha en 2019 el proyecto EcoCar, que ha servido de base para su participación en la prueba vasca aunque inicialmente estaba pensado para competir en el Shell Ecomaratón. La pandemia aplazó este evento, pero los alumnos y profesores del IES Nuestra Señora de los Remedios han seguido trabajando en el coche con el que competirán cuando se le ponga nueva fecha y han tenido ahí el marco sobre el que desarrollar el vehículo con el que el último fin de semana del pasado mes de mayo recorrieron el circuito diseñado en las calles de Bilbao.

El campeonato Euskelec se desarrolla en dos fases: una documental, en la que se elabora y presenta un dossier similar al que se realizaría para un proyecto real de fabricación, y una segunda propiamente de competición, que es la que tiene lugar en el circuito.  Lo apurado de los plazos con que se vieron obligados a trabajar los cántabros –la invitación se recibió en enero, con cuatro meses de retraso respecto a los equipos vascos– afecto a todas las etapas, pero tuvo su efecto más negativo en la parte documental, en la que el proyecto astillerense solo consiguió un quinto puesto entre los 19 participantes. Eso obligaba a conseguir un resultado mucho mejor  que el resto en la prueba desarrollada sobre la carretera, y el equipo cántabro lo consiguió sobradamente, aventajando en más de un centenar de puntos al segundo clasificado.

Parte del equipo del IES Nuestra Señora de los Remedios y el coche con el que compitieron en Bilbao.

La competición en el circuito consistía en pruebas de aceleración, frenado, eslalon y resistencia, a desarrollar sobre un recorrido que era especialmente enrevesado y que llevó a hacer un diseño muy adaptado a sus características: “Optamos por una configuración conservadora, con un desarrollo corto que nos diera aceleración y que no afectara demasiado al consumo”, señala David Fernández, que destaca que tras dos horas rodando, el coche mantenía un 55% de capacidad de la batería.

El gran resultado conseguido en Euskelec supone un enorme espaldarazo al proyecto EcoCar, al trabajo realizado por los alumnos del centro y a la aportación de sus patrocinadores pero no es ni mucho menos un punto final. David Fernández recalca que EcoCar es un proyecto vivo, culminado en un 95% y listo para ponerse a prueba en cuanto se convoque finalmente la nueva edición del Shell Ecomaratón. El coordinador del proyecto destaca la implicación de toda la comunidad educativa del centro en una iniciativa que permite a los alumnos poner en práctica los conocimientos adquiridos en los distintos perfiles profesionales en los que se forman, y hacerlo trabajando en equipo de una forma similar a como lo harían en una empresa. Del mismo modo, David Fernández valora especialmente la aportación de los patrocinadores, entre los que se cuentan empresas como Astander, Cobo, Inea o Industria Jacinto Herrero, y entidades como la Universidad de Cantabria, el Gobierno regional o el Ayuntamiento de El Astillero. “Algunos aportan financiación, otros han colaborado en la elaboración de piezas o incluso donando maquinaria… si no fuera por todos ellos sería imposible desarrollar un proyecto como este”, concluye el coordinador de EcoCar.