Con más de 400 trabajadores en sus instalaciones del Pctcan, NTT Data aspira a convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria, con una apuesta clara por el talento local y las personas. Integrada dentro de un multinacional japonesa que es una de las mayores del mundo en el ámbito de la consultoría, la filial cántabra abrió sus puertas en 2019 y en solo tres años ha conseguido multiplicar por cuatro su plantilla y cuenta con planes para incrementarla en otro 50% antes de que termine 2023. “Nuestro objetivo es generar empleo de valor en Cantabria”, asegura José Antonio Teixeira Vitienes, director de la empresa, que tiene entre sus clientes a los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, compañías aseguradoras y energéticas, así como organismos públicos de todas las administraciones.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Cuando la empresa japonesa NTT Data, proveedora de servicios de tecnología, abrió a finales de 2019 una oficina en Santander, lo hizo con un objetivo fundamental: generar empleo de valor en Cantabria. Así lo sostiene su director, José Antonio Teixeira Vitienes, que es también el principal artífice de que este gigante de la consultoría, la integración y el desarrollo tecnológico que cuenta con presencia en más de 50 países y más de 140.000 empleados en el mundo –17.000 de ellos en España– pusiera sus ojos en la capital cántabra. Desde entonces, los datos avalan el compromiso de esta compañía nipona por el talento local y las personas. En tres años, la empresa con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) ha pasado de contar con una plantilla inicial de poco más de medio centenar de trabajadores a superar los cuatrocientos con los que esperar cerrar el año, una cifra que crecerá hasta cerca de los 600 empleados en 2023, según vaticina Teixeira Vitienes.

“La compañía pivota alrededor de las personas”, insiste en destacar este responsable para quien su misión principal pasa por establecer una estrategia que permita crear empleo en el entorno local y ofrecer a los integrantes de la plantilla, todos residentes en Cantabria, la oportunidad de desarrollar sus carreras profesionales en grandes proyectos realmente transformadores, la mayoría de ellos de larga duración y de carácter internacional.

“Queremos impulsar las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics, por su acrónimo en inglés) y el conocimiento diferencial que nos permita ofrecer servicios de alto valor añadido y de calidad a los clientes de la compañía, independientemente de dónde se encuentren ubicados geográficamente”, precisa este ingeniero de Telecomunicaciones con amplia experiencia en el sector público y privado y que durante muchos años fue también árbitro de la primera división del fútbol español.

José Antonio Teixeira Vitienes, director de NTT Data

Entre la nómina de clientes de clientes de NNTT se encuentran prácticamente todas las empresas del Ibex 35 y todos los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, de compañías aseguradoras y de ‘utilities’ relacionadas con el ámbito energético, así como los principales organismos públicos de carácter nacional, regional o local. A todos ellos, NTT Data les ofrece una amplia cartera de servicios que van desde la propia consultoría estratégica hasta la consultoría tecnológica y la implantación, modelización y transformación de procesos desde un punto de vista tecnológico, explica Teixeira.

Según reflexiona, lo que diferencia a la oficina de Santander de otros centros de trabajo que la compañía tiene en más de una docena de ciudades españolas, como ocurre con los de Salamanca o Valladolid, dedicados exclusivamente al desarrollo de aplicaciones, es que tiene una estrategia muy fijada a la compañía. “Nuestro cometido es organizar equipos en las diferentes unidades de negocio, que son las que realizan la implantación y desarrollo de los proyectos ligados a la transformación digital y el ámbito tecnológico”, indica antes de subrayar que el valor diferencial de NTT Data es que cada persona tiene una misión, “una hoja de ruta dentro de su desarrollo profesional”. Y ahonda en este aspecto: “Aquí el modelo de carrera de desarrollo profesional de cada trabajador es básico, nuclear. O dicho de otro modo, lo primero son las personas, que están siempre en el centro de todo el desarrollo de la compañía. De hecho, como director, no puedo incorporar a un becario si antes no tengo definido un modelo de carrera que le permita, cuando finalice su periodo de formación, continuar en la empresa. Es más, es muy raro que un becario no siga después contratado”, detalla.

Plantilla joven y comprometida

De hecho, si de algo se siente orgulloso este impulsor de la digitalización de grandes compañías es de los trabajadores de la oficina. “Es una plantilla joven con una capacidad de trabajo brutal. Desde el primer momento se les da una responsabilidad muy importante y no te decepcionan porque son capaces de asumir retos en servicios críticos para los clientes”, profundiza.

Sin embargo, el director de la oficina santanderina de NTT Data lamenta que aún persiste un déficit de talento tecnológico en todo el mundo, tal y como apuntan todos los actores de este sector cada vez que tiene ocasión. “Necesitamos que las universidades y los centros de formación generen más talento en este ámbito. Es verdad que es fácil hablar y que lo difícil es ejecutar, pero en los próximos años habrá que agudizar el ingenio y tratar de ofrecer cursos de especialización dirigidos a profesionales que salen de la universidad de ramas que no son muy tecnológicas para darles, digamos, un baño tecnológico. De hecho, nosotros ya lo hacemos internamente”, concede.

En su caso, este ingeniero de Telecomunicaciones admite que, afortunadamente y al menos de momento, a su oficina no le está resultando demasiado complicado retener este talento. “Somos seguramente la [oficina] que más está creciendo con diferencia y la que más talento joven está aportando a la compañía. Parece lógico que para un cántabro o cántabra resulte atractivo poder trabajar en su comunidad en una multinacional como NTT Data en la que, además, cuenta con una proyección de carrera profesional y las mismas posibilidades de crecer que un compañero que lo haga en Madrid”, resume.   Por eso, no esconde la aspiración de la compañía en convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria en cuanto a número de personas, si es que no lo es ya.

“En Cantabria ya hay grandes empresas en cuanto a especialización, que son verdaderos potenciales en transformación digital sin necesidad de tener plantillas muy numerosas. Pero nosotros estamos inmersos en una multinacional y tenemos la capacidad de traccionar a Santander nuevos e interesantes proyectos para la compañía”, anuncia.

NTT Data cuenta con 400 trabajadores en su filial cántabra, que se organizan mediante un modelo flexible incluso desde antes de que la pandemia lo cambiara todo: por contrato, todos los trabajadores tienen tres días de teletrabajo, y los otros dos son ellos quienes deciden si quieren realizar la jornada en su domicilio o en la empresa.

En su haber, Teixeira Vitienes también apunta al modelo flexible de trabajo que impera en la empresa, al que denominan ‘BeFlex’, antes incluso de que la pandemia forzara un cambio en las relaciones laborales. “Por contrato, todos los empleados tenemos tres días de teletrabajo a la semana y los otros dos cada uno decide si quiere seguir en casa o venir a la oficina”, explica.

Tecnologías emergentes

Sobre las tecnologías emergentes que tendrán mayor protagonismo en los próximos años, como pueden ser el metaverso, la inteligencia artificial (IA), el 5G o la realidad virtual, el director de NTT Data saca de la ecuación al Internet de las cosas (IoT), por cuanto entiende que ya es una realidad que permite una mayor eficiencia de los procesos en cualquier ámbito de la sociedad, al igual que sucede con la tecnología ‘blockchain’ que, destaca, “hace posible ‘segurizar’ el intercambio de información y, sobre todo, establecer relaciones empresariales generando mayor confianza”.

Con todo, se muestra convencido de que el futuro vendrá marcado por todo lo que tenga que ver con entornos ‘cloud’ y las tecnologías en la nube, además de la ciberseguridad, una tecnología a la que augura un papel crucial. “Cada vez es todo más tecnológico y cada vez también lo son las operaciones diarias que realizamos como personas. Por tanto, cada vez necesitamos estar más seguros de que el ámbito de actuación en el que nos movemos es fiable. En nuestro caso, nosotros no podemos instalar nada en los portátiles de la compañía. Por otro lado, es verdad que muchas personas de las que no utilizan servicios y aplicaciones digitales lo hacen porque no se fían de su seguridad. Y la necesitamos. De hecho, hoy en día es muchísimo más seguro pagar con la tarjeta que tenemos en el móvil que con la que tenemos en el bolsillo”, advierte a modo de ejemplo.

Digitalización irrenunciable  

Con todo, Teixeira Vitienes advierte que la digitalización es inevitable, también en las pequeñas y medianas empresas. “No concibo una pyme que quiera competir en el mercado actual que no tenga sus procesos digitalizados. Pero ya no solo se trata de digitalizar los procesos, sino también de la absorción interna de esa digitalización”, advierte el director de la oficina cántabra de NNTT Data, que cree que la gestión del cambio es uno de los elementos que se van a tener que abordar con urgencia y garantías todos los que aún no lo hayan hecho: “De nada sirve implantar toda la tecnología en una empresa si luego sus responsables y empleados no saben usarla ni para qué sirve”, puntualiza.

Por eso, insiste en que la capacitación y la formación continua de las personas es fundamental. “Contamos con una universidad propia –NTT Data University–, en Madrid, que es una unidad más de la compañía y la encargada de organizar la formación de todos los trabajadores en los diferentes ámbitos. Por tanto, la empresa no solo se preocupa de que todos tengamos una carrera profesional, sino también de que todos estemos formados. De hecho, nos manda a todos y cada uno de nosotros el listado y las fechas de los cursos, algunos presenciales y otros online, que tenemos que realizar para poder evolucionar en nuestra categoría”.

De lo que, por otro lado, el director de NTT Data no tiene ninguna duda es del tremendo potencial que tiene Cantabria para ser un referente en este ámbito. “Lo único que hay que establecer es una estrategia a medio y largo plazo con la implicación de diversos actores y ser constante, porque no puedes pretender hacer de esta región un polo tecnológico en dos años. Valga de ejemplo nuestro caso, que llevamos aquí más de tres años y ahora es cuando empezamos a despegar”, resume.

Asimismo, resalta el propósito de la compañía de apostar por la idea de “tecnología con corazón”, en referencia a un desarrollo sostenible que, según sostiene, está dentro del ADN de su empresa: “Contamos con expertos que desarrollan proyectos de sostenibilidad para clientes, pero también para nuestra empresa, que muchas veces se convierte en un banco de pruebas de estas iniciativas. Metodologías de ahorro, de sostenibilidad y de eficiencia energética son, por decirlo de algún modo, materias de primer curso en la compañía”.

Teixeira Vitienes asume y reconoce que NTT Data es un gran desconocido para la sociedad cántabra. “Es verdad que muchas personas no nos conocen aún, pero se debe a que hasta ahora hemos estado fundamentalmente centrados en organizar nuestra propia estrategia para que todos lo que se incorporen a la compañía tengan bien planteada su carrera profesional. Una vez sentadas las bases, llega el momento de abrirnos a la sociedad para que nos conozcan mejor, pero queremos que sobre todo nos conozca el talento y ser, si cabe, más atractivos para ellos”, aclara. “Mi mayor orgullo es que una compañía multinacional, la novena del mundo en el ámbito de las tecnologías de la información, haya implantado un proyecto con estrategia en Santander para generar empleo de valor”, remata satisfecho.

Además de afianzar su presencia en Latinoamérica, la tecnológica cántabra aspira a entrar en el mercado europeo de la mano de nuevas aplicaciones técnicas en Fundanet, su producto estrella, que mejoran la usabilidad de este software para la gestión de la investigación sin perder funcionalidad. Durante el último año, la empresa ha reforzado su posición internacional consiguiendo implantarse en ocho países de habla hispana y portuguesa, además de cerrar varias alianzas estratégicas con las que mejora sus perspectivas para el próximo ejercicio.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Enero 2023

La tecnológica Semicrol quiere extender su expansión internacional al mercado europeo y consolidar su presencia en Latinoamérica, fundamentalmente en México, Columbia y Perú, donde ya goza de una destacada implantación. “El reto de los próximos años es acercarnos a Europa”, anuncia su directora general, Natalia Alciturri, quien reconoce que para alcanzar este ambicioso objetivo antes debe afrontar importantes cambios a nivel técnico en Fundanet, el software para la gestión de la investigación que les ha permitido dar el salto al continente de habla hispana y que representa alrededor del 80% de su facturación, que en 2022 superó con creces los cinco millones de euros.

Fundanet, explica la directora general de la empresa cántabra, es un software con mucha capacidad que va acompañado de una capa de servicios de consultoría muy importante, que es la que a la postre permite a los clientes ordenar y optimizar todos su procesos y procedimientos internos de gestión. “Nuestro desafío ahora pasa por hacer un producto más sencillo y más usable, que sea 100% web y con una capa de servicios menor que nos permita dar una mayor escala. Es decir, queremos un producto más estándar y pequeñito que sea autoconsumible para que, con una menor complejidad de consultoría, podamos conseguir su distribución a través de Europa”, detalla Alciturri.

Natalia Alciturri, directora general de Semicrol

“Lo que buscamos en realidad –precisa a continuación– es partners europeos que en sus portfolios de soluciones puedan incorporar los productos de Fundanet”, una plataforma que ya usan más de 150 clientes en ocho países y en la que centran sus esfuerzos y capacidades tecnológicas para conseguir mejorar su usabilidad y que la experiencia del usuario sea “mucho más intuitiva y amigable”. Lo que la gerente de Semicrol descarta, al menos de momento, es lanzarse a conquistar el mercado asiático. “Asia no entra en nuestros planes”, confirma consciente de que hacerlo en Europa, al margen de Portugal, donde ya cuentan con una importante presencia en el ámbito hospitalario, supone todo un reto. “Tenemos mucho músculo y pulmón, pero no tanto”, concede.

Además, aclara que aún hay muchas oportunidades por explotar en Latinoamérica. “Nuestras cifras de negocio allí empiezan a ser interesantes, pero todavía hay mucho potencial de crecimiento en México y Colombia”, un país este último en el que asegura que ahora mismo están en una sólida fase de implantación de Fundanet en la Universidad Militar Nueva Granada. “En ambos casos [México y Colombia] estamos presentes desde hace casi una década y nos está costando. Es evidente que los cambios de gobierno y la inestabilidad política retrasan la toma de decisiones”, advierte sobre las posibles repercusiones que pudiera tener en Perú, el otro país clave en su proceso internacionalización, la reciente crisis institucional desatada por la detención de su expresidente Pedro Castillo.

Líneas de negocio

Lo que sí tiene muy claro Alciturri es que la salud y la investigación seguirán siendo las principales líneas de negocio de Semicrol. “De ahí no nos queremos mover”, afirma con rotundidad sin cerrar la puerta a nuevos nichos, como pueden ser todos los servicios ‘cloud’, una tecnología sobre la que admite que ya han puesto el foco y a la que augura un potencial de crecimiento muy alto en el corto plazo. “Para nosotros, que somos muy prácticos y nos gusta innovar con y para el cliente, los proyectos más interesantes y con mayor potencial vienen de la mano del cloud, de la inteligencia artificial y de la ingeniería de datos”, especifica la directora de la empresa cántabra.

En este sentido, la máxima responsable de Semicrol mantiene que todos los datos, tanto en el ámbito de los ensayos clínicos como de la actividad investigadora, llevan aparejados un mercado que cree que puede ser “muy, muy interesante” para la empresa. Así, incide en la importancia que los datos tienen no solo para saber lo que está pasando sino, sobre todo, qué es lo que va a pasar. “La parte predictiva de los datos es fundamental para poder adelantarse en la toma de decisiones sobre las estrategias de salud. Y queremos aprovecharlo”, sentencia.

Alciturri considera que una de las ventajas de ser una pyme es su capacidad de adaptación a un entorno que asume cada vez más cambiante. “Estamos en los sectores de la investigación, de la salud y de la tecnología, ámbitos todos ellos en los que el componente de datos y de inteligencia artificial es muy alto, lo que nos abre sin duda un abanico de posibilidades que queremos explotar al máximo. A nivel nacional, en Portugal, en Latinoamérica y también ahora en Europa”, concluye.

Balance de 2022

En su balance de 2022, Semicrol destaca la expansión internacional alcanzada por la empresa con la implantación de Fundanet en un total de ocho países de habla hispana y portuguesa. Además, esta empresa, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) y que hoy cuenta con una plantilla de 85 trabajadores, resalta que a lo largo del pasado año se ha mantenido como líder de su sector en España, así como forjar varias alianzas estratégicas que le han permitido mejorar sus perspectivas de cara al futuro inmediato.

Desde que hace poco más de una década iniciara su proceso de internacionalización, Semicrol ha conseguido implantar su tecnología en cerca de medio centenar de entidades de investigación de diferentes países de Latinoamérica, como México, Colombia, Argentina, Chile o Perú, de forma que las ventas de Fundanet en el continente alcanzan ya el 10% de su cifra total de negocio. Con su software, calcula Semicrol, se gestiona en la actualidad el 95% de la investigación biomédica que se realiza en España, desde los ensayos clínicos a los proyectos de innovación, el trabajo de los comités de ética o las carreras científicas de los investigadores, de una manera totalmente digitalizada y segura, y con la posibilidad de hacer una trazabilidad completa de cada paso que se dé en cada proyecto concreto.

Semicrol cuenta con una plantilla de 85 trabajadores

Según destaca la empresa, estas características son, precisamente, las que en pleno proceso de transformación digital de las entidades públicas y privadas, y con las necesidades que ha puesto sobre la mesa la crisis sanitaria mundial, han impulsado la adopción de este software hecho en Cantabria que, además, ofrece varias actualizaciones al año para incluir las novedades normativas o legislativas a las que tengan que hacer frente las entidades e instituciones que lo utilizan.  Un atractivo que, además, se ve fuertemente reforzado por las alianzas estratégicas que Semicrol mantiene con Microsoft y con OpenClinica.

En el primero de los casos, la compañía cántabra es Gold Partner de Microsoft, lo que le permite ofrecer a sus clientes todos los beneficios del Business Intelligence, es decir, transformar todos los datos acumulados en el software Fundanet en información que se muestra en pantalla mediante gráficos y estadísticas que hacen más sencilla la extracción de conclusiones y la toma de decisiones informadas. Esta alianza también permite ofrecer a los clientes de Semicrol los beneficios de Microsoft Azure (servicio de nube) con todas las garantías de seguridad que proporciona el gigante estadounidense. En relación a OpenClinica, la tecnológica cántabra es el partner oficial –el único en España– de este sistema de gestión para ensayos clínicos que permite garantizar la seguridad y cumplir los requisitos de las agencias reguladoras más exigentes a nivel mundial.

A juicio de Semicrol, la confianza de estos dos grandes del sector tecnológico, unida a su también profundo conocimiento del sector de la investigación biomédica después de años de experiencia y colaboración estrecha con entidades de referencia, refuerzan su posición de cara a la consecución de una expansión nacional e internacional tan importante como la experimentada en los últimos años, y muy especialmente en este recién terminado 2022.

Proyectos singulares

Todo ello ha facilitado la participación de Semicrol en algunos proyectos singulares, como el nuevo ensayo clínico sobre las variantes SARS-CoV-2 de Sinovac, a cargo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que ha vuelto a confiar en Fundanet para el seguimiento de los datos de los pacientes participantes después de los buenos resultados del uso de la plataforma en el primer estudio que realizó esta institución para la consecución de la vacuna. De este modo, este nuevo ensayo clínico se suma a los otros ocho de diferente tipo en la lucha contra la Covid-19 en los que ha participado la empresa cántabra de la mano de los hospitales La Paz, La Princesa, Valdecilla y La Fe, el Instituto de Salud Global de Barcelona, el Instituto de Investigación La Fe y la consultora científica Outcomes’10.

Al margen de estos resultados, Semicrol ha conseguido reforzar su posición internacional con la entrada como proveedor de servicios de la red europea EDHEN (European Health Data & Evidence Network), un proyecto internacional cuyo objetivo es la creación de una comunidad científica abierta en la que se compartan grandes volúmenes de datos, de manera segura y también más productiva, que permitan nuevos hallazgos médicos y avanzar así en los tratamientos, las decisiones sanitarias y una mejor atención al paciente.

Nuevas iniciativas

Por otro lado, y junto a su implantación en cada vez más entidades de investigación, Semicrol recalca que su presencia en Latinoamérica se ha visto igualmente reforzada por su participación en el proyecto PeruCris, aún en fase de desarrollo, junto a la empresa italiana 4Science. Se trata, según especifica la empresa cántabra en un comunicado, de una plataforma para la gestión de todo el sistema nacional de ciencia del país andino que facilitará la recogida ordenada de datos, la difusión del conocimiento o el acceso a fuentes, entre otros objetivos, y que beneficiará a todos los actores del sistema (investigadores, instituciones y empresas) y al conjunto de la sociedad.

Otro de los retos en los que la empresa cántabra está trabajando de cara a los próximos meses es el proyecto ‘Evaluación de las capacidades de inteligencia artificial en estudios de investigación de vida real’, dirigido a analizar los diferentes algoritmos de IA existentes con el fin de determinar cuáles de ellos pueden ser de aplicación en los ensayos clínicos y cómo implementarlos para que contribuyan a la generación de conocimiento automático.

Se trata, según destaca la empresa cántabra, de conseguir nuevas y mejores terapias, diagnósticos y recursos al servicio de los pacientes a partir de la gestión inteligente de los datos, un ámbito en el que la tecnológica cántabra atesora una dilatada experiencia como socia de las principales entidades de investigación de España, Portugal y Latinoamérica.

Metida de lleno en su séptima temporada, la joven emisora da por cerrada su fase de lanzamiento, en la que se ha centrado en consolidar su presencia dentro de la oferta radiofónica de Cantabria y en lograr un equilibrio en las cuentas que permita dotarse de estructura y encarar nuevas etapas. Con el deporte como principal gancho y con una programación propia que alcanza las doce horas diarias de emisión, Arco Cantabria Comunicación cuenta con una plantilla de tres trabajadores y coordina la labor de medio centenar de colaboradores. Tras el parón que supuso la pandemia, un paréntesis que interrumpió el cumplimiento de los objetivos comerciales pero que permitió consolidar la relación con muchos clientes, la facturación de la empresa vuelve a crecer en porcentajes de dos dígitos.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2023

Por lo ambicioso y arriesgado del proyecto –poner en marcha una emisora de radio con programación propia– el nacimiento de Arco FM supuso en 2016 un auténtico salto adelante dentro de las iniciativas de autoempleo en el sector de la comunicación. Pasados seis años desde ese momento, y metidos ya de lleno en su séptima temporada radiofónica, el camino recorrido ha venido a refrendar buena parte de los planteamientos de los promotores de la idea, con resultados que han sido notables en lo que tiene que ver con los contenidos y la audiencia, y algo más modestos en términos económicos, donde los objetivos se han alcanzado más tarde de lo inicialmente previsto, en buena parte a causa de la pandemia y sus efectos sobre la economía.

Nano Teja y Jesús García-Bermejo, socios directores de Arco FM, en el local de la emisora en la calle Joaquín Bustamante, de Santander.

Arco FM comenzó a emitir en octubre de 2016, si bien ya venía haciéndolo en pruebas desde abril de ese año. El periodo entre una y otra fecha sirvió, además de para ajustar todo lo que tenía que ver con los aspectos técnicos, para elaborar una programación con la que se buscaba marcar distancias con otras iniciativas similares. “Sabíamos que el deporte iba a ser nuestro producto gancho, pero no podíamos quedarnos ahí”, explica Jesús García-Bermejo, codirector de la cadena, que quería huir del modelo en el que unas pocas horas de programación propia se completan con música y espacios sin ninguna capacidad para diferenciar la propia propuesta: “Para eso basta crear una productora y vender tu programa a otro, sin tener que asumir los costes fijos que implica poner en marcha y explotar una radio”.

La mención a las productoras, y a un modelo de externalización que es habitual en televisión pero no tanto en radio, sirve para marcar distancias con la idea sobre la que nació Arco FM, pero ofrece además una referencia para explicar la fórmula sobre la que la emisora diseñó su parrilla: una combinación de programas propios con otros realizados por colaboradores. Entre los primeros, el espacio diario dedicado al deporte, el ‘magazine’ de mediodía que se emite de lunes a viernes y las transmisiones de los partidos del Racing; con los segundos, los externalizados, se completa una oferta que durante la temporada se acerca a las doce horas diarias, con programas de corte muy variado en los que se busca siempre el enfoque local y se priman los contenidos especializados. “Nuestra idea era entrar como un ciclón, buscando desde el principio diferenciarnos y no competir en aquello en lo que las grandes emisoras son imbatibles. Porque el reto era posicionar la radio dentro de la enorme oferta que hay, algo que es muy complicado pero que creo que hemos conseguido”, asegura Jesús García-Bermejo.

La tarea de dotar de contenidos a la programación, sobre todo en la parte que se alimenta con aportaciones externas, entronca directamente con el modelo de negocio sobre el que se asienta la empresa. Analizada la propuesta, y una vez se considera que esta encaja en lo que busca para la parrilla de programación, el colaborador puede optar entre dos fórmulas: abonar una cantidad a cambio del tiempo de emisión y el uso de los estudios, reservándose como ingresos el importe de toda la publicidad que contrate para su espacio; o bien no pagar nada por la emisión y llevarse un porcentaje de la publicidad que contrate, quedando el resto para la emisora. “Esto último permite poner a prueba la idea sin correr riesgos, en tanto que el primer modelo, el de las productoras externas, es al que suelen optar quienes tienen un producto más asentado”, explica el director de Arco FM. Actualmente se emiten una treintena de programas, que implican la labor de medio centenar de colaboradores. De ese número, calcula García-Bermejo, en torno a dos terceras partes han tenido continuidad desde la primera temporada, y algunos de ellos han pasado a operar como productoras tras haber iniciado la aventura bajo la fórmula alternativa.

Periodista con experiencia en varios medios de comunicación –entre ellos los ochos años en los que fue redactor de Cantabria Negocios–, Jesús García-Bermejo creó Arco Cantabria Comunicación junto a Nano Teja, que a su vez contaba con una larga trayectoria en tareas técnicas en el campo del sonido y de la radio. Los perfiles profesionales de ambos fueron los principales pilares en los que se apoyó la puesta en marcha del nuevo medio de comunicación, muy por delante de la inversión. “Siempre tuvimos claro que no podíamos cargarnos con una mochila de deuda, ni para poner en marcha el proyecto, ni para hacerlo crecer”, explica el periodista, que considera que lo imprevisible del sector de la comunicación desaconseja asumir compromisos que posteriormente pueden convertirse en un lastre para la empresa. A partir de ese planteamiento, la financiación en la fase de puesta en marcha fue sobre todo en forma de trabajo: “Los dos socios sabíamos que difícilmente íbamos a tener ingresos durante al menos los dos primeros años, y que al tiempo íbamos a tener que asumir todas las tareas: los contenidos y la parte técnica, que eran las que se correspondían con nuestra formación y experiencia, pero también la administración o la parte comercial”, recuerda García-Bermejo, que confirma que el tiempo refrendó aquellos pronósticos, a los que añadió además el punto de dificultad que supuso la crisis sanitaria del covid-19: “Los dos primeros años fueron muy duros, y cuando conseguimos equilibrar las cuentas llegó el coronavirus”.

Como en cualquier otro medio de comunicación, la publicidad aporta la mayor parte de los ingresos de Arco FM –lo que llega por los alquileres del tiempo de emisión que pagan las productoras es residual– con una mayoritaria presencia de hosteleros y comerciantes entre sus anunciantes. Con el cierre de ambos sectores debido al estado de alarma sanitaria, los responsables de la empresa optaron mantener la emisión de las cuñas, pero suspender su cobro. “Tanto para quien se había visto obligado a cerrar como para cualquier otro cliente, a no ser que él expresamente nos indicara que su actividad no se estaba viendo afectada por el confinamiento. Pasamos dos o tres meses muy complicados, pero creo que a la larga aquella decisión nos ha beneficiado”, señala Jesús García-Bermejo, que además de dirigir Tiro al Arco, el programa diario de actualidad deportiva, es también quien se ocupa de las tareas más directamente relacionadas con la gestión de la empresa. El frenazo al que abocó el coronavirus volvió a alejar el punto de equilibrio en las cuentas y retrasó el cumplimiento de los objetivos comerciales que se manejaban, pero la relación con los clientes se vio en gran medida reforzada, y mantener la emisión y la programación sin apenas cambios permitió que no se viera afectada la que siempre ha sido la principal meta de los responsables de Arco FM para esta fase de lanzamiento: consolidar la emisora dentro de la oferta radiofónica de Cantabria.

Además de la tradicional emisión por las ondas –en el 103,2 de la FM–, la programación puede seguirse a través de la web y, desde hace cinco temporadas, buena parte de los programas se emiten también por Youtube –incluyendo directos desde  octubre de 2020– en un modelo de radio televisada en el que Arco FM ha sido pionera. Más allá de lo que está multiplicidad de canales aporta en las formas de llegar a los oyentes, los canales ‘on line’ permiten medir audiencias con un nivel de detalle al que no llegan los informes convencionales, realizados a partir de encuestas que dejan fuera de foco a los medios más pequeños. Según los datos del seguimiento ‘on line’, la emisora cuenta con 10.000 usuarios habituales en el canal de Youtube por el que emiten su programación y suma 3.500 pinchazos diarios en su web y aplicaciones móviles. Los programas diarios de ‘Tiro al Arco’ superan las 3.000 visualizaciones semanales en Youtube y las 2.000 descargas en ‘podcast’ y, junto a las retransmisiones en directo, suponen el principal impulso de la continua interacción con los oyentes, que se concreta en más de 400 wasaps semanales y en 115.000 impresiones en redes sociales. En la transmisión del partido de copa entre el Linares y el Racing, el pasado 22 de diciembre, el canal de Youtube de Arco FM batió sus mejores registros de audiencia, al llegar a contar con 1.096 personas simultáneamente siguiendo la narración y contabilizar 8.143 en el total del encuentro, rueda de prensa y postpartido.

La evolución ascendente de esas cifras, y la impresión general que le transmite la relación con oyentes y anunciantes, aporta la base argumental en la que se apoya Jesús García-Bermejo para considerar cubierta la fase de lanzamiento de la emisora y alcanzado el objetivo de posicionar la marca dentro del competido mercado radiofónico local. Algo más lejos, admite, está alcanzar el horizonte comercial al que apuntaba la empresa en sus planes iniciales. Cuando llegó el coronavirus, la facturación crecía a ritmos del 30% en el dato interanual y, tras el paréntesis de lo más duro de la crisis sanitaria, se mueve ahora en el entorno del 25% de incremento trimestral: “Pero seguimos en cifras muy modestas, que estoy convencido de que están muy por debajo de las que tendríamos de no ser por la pandemia”, lamenta el codirector de Arco FM que, por otro lado, destaca que pese a ello la emisora ha conseguido seguir creciendo sin comprometer el equilibrio en las cuentas.

Javier del Río, en la imagen entrevistando al capitán de Racing, completa la plantilla de la emisora, que tiene en el deporte uno de sus principales contenidos. Para las transmisiones en directo se cuenta también con Rubén Gutiérrez y Pablo Puente como comentaristas.

Ahora mismo, y además de dar trabajo a los dos socios, la empresa cuenta con otro periodista en plantilla, empleado en el área de deportes. Los contenidos deportivos constituyen el núcleo de la oferta de la emisora, y es también ahí a donde se destinan los principales recursos, más allá de los gastos fijos que suponen la emisión, los alquileres y los suministros. A diferencia de buena parte de los medios que cubren la información del Racing, Arco FM sigue al equipo en la mayor parte de sus desplazamientos, un gasto que habrían podido eludir esta temporada, dado que todos los partidos ligueros del equipo cántabro se emiten por televisión. “Pero siempre hemos considerado que hay que viajar, que es la forma de diferenciarnos. Cuando no lo hacemos es porque por fechas y horas de partido es imposible organizar el desplazamiento y la retransmisión. En esos casos, que son pocos, sí recurrimos a la televisión”, admite Jesús García-Bermejo, que está convencido de que esa forma de trabajar ha sido clave para generar una comunidad de oyentes en torno a la cadena.

La contrapartida es la repercusión que ese compromiso tiene en los costes y en el equilibrio entre ingresos y gastos, siempre precario teniendo en cuenta las cifras que maneja la empresa y su negativa a recurrir a financiación externa. “Son pasos que medimos mucho, porque te elevan el suelo de facturación que necesitas para cubrirlos. Pero por otro lado también son un estímulo que pone tensión a la labor comercial, y eso no es malo”, concluye el codirector de Arco FM.

La planta campurriana, que fabrica ferroaleaciones encapsuladas con destino a acerías y fundiciones, pondrá en servicio en febrero una segunda línea de producción y tiene previsto tener en funcionamiento a mediados de año su filial en Brasil, la primera dentro de unos planes a los que espera dar continuidad con nuevas aperturas en otros países. La internacionalización de la empresa, cuya facturación cerrará este año en cifras que doblan ampliamente a las de antes de la pandemia, le permitirá crecer en mercados de alta demanda pero donde ahora no es competitiva debido al coste del transporte y la logística. Con el aumento de la capacidad de fabricación de Reinosa, y con el alivio que supondrá la aportación de su filial, la factoría cántabra prevé dar continuidad al crecimiento de los últimos ejercicios, en los que ha tenido que frenar su impulso comercial por el riesgo de no poder atender a sus clientes.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2023

El pasado 14 de diciembre, en un acto con presencia de autoridades regionales, trabajadores y todos los directivos de la empresa, Global Metwire Injection (GMI) presentaba las que eran las últimas inversiones de la empresa, destinadas a la remodelación de su edificio de oficinas, la puesta en marcha de una recuperadora de material y a una instalación fotovoltaica que proveerá de energía a la planta. Aunque la relevancia que se dio al evento pudiera hacer pensar en que allí se celebraba la consecución de alguna meta, lo cierto es que todas esas actuaciones no hacían sino dar continuidad a un proceso al que no es sencillo poner un punto de arranque pero que desde luego no tenía su punto final en estas actuaciones, que avanzan en un camino que alcanzará hitos de no menor trascendencia en los próximos meses. Con los pasos ya dados, y con los que se darán entonces, la empresa de Reinosa aumentará su capacidad para dar respuesta a los mercados que atiende actualmente y quedará en disposición de crecer en otros donde ahora no es competitiva, y todo ello fabricando de manera más sostenible y avanzando hacia la independencia en el suministro energético.

José Manuel Fariñas, director comercial de GMI, a la izquierda, y Gabriel Pieren, director de Sostenibilidad de la empresa cántabra, con una de las bobinas de acero en las que se encapsula el producto que se fabrica en la planta de Reinosa.

Dedicada a la fabricación de ferroaleaciones encapsuladas con destino a acerías y fundiciones, GMI nace cuando José Luis Carmona compra en 2011 Metalslag, la filial que la empresa vasca Ilarduya tenía en la capital campurriana. En aquel momento la planta ya contaba con una línea de fabricación desarrollada a partir de tecnología propia, con la que había alcanzado resultados notables en términos de calidad. La ferroaleaciones son materiales que se añaden al acero líquido en la cuchara, tanto en acerías como en fundiciones, para conseguir las características que se buscan en el acero. En el caso de las fabricadas por GMI, esas mezclas se introducen –encapsulan– en un hilo de acero que se sirve en bobinas, y del que acerías y fundiciones añaden la cantidad que necesitan en sus coladas. Como ventajas respecto al uso de ferroaleaciones a granel, en las que el operario añade los aleantes a paladas, con el encapsulado se consigue una mayor precisión en la mezcla y que el fundido se produzca en el fondo de la cuchara, evitando la generación de gases y las pérdidas. Dentro de esa categoría de producto, la maquinaria que Ilarduya desarrolló para su planta campurriana –en un trabajo a tres bandas: con su propio departamento de ingeniería, con una empresa de perfiladoras y con otra que trabajaba para la industria farmacéutica, que fue la encargada de  poner a punto el sistema de dosificación– destaca por su nivel de precisión: “En números, nuestro mayor competidor, una empresa alemana, trabaja con un 2% de desviación máxima, nosotros lo hacemos con un 0,2%”, explica José Manuel Fariñas, director comercial de GMI.

Bobinas de acero y sacos con los aleantes que suponen la principal materia prima de la fabricación de GMI, en una de las dos naves con que cuenta la fábrica de Reinosa.

Aquel momento fundacional de la empresa y el punto diferencial que su maquinaria aportaba al producto –mejorado tras la adquisición por parte de José Luis Carmona con actuaciones que aumentaron el nivel de calidad, seguridad y automatización– bien pueden señalarse como punto de partida de los sucesivos planes de inversiones que han dado lugar a la GMI de hoy. Cuando fue adquirida por su actual propietario, la planta campurriana fabricaba 2.000 toneladas de producto, facturaba 7 millones de euros y tenía 12 trabajadores en plantilla. Al cierre de 2022, la producción rondará las 10.000 toneladas, la plantilla es de 24 trabajadores y la facturación se mueve en el entorno de los 40 millones de euros, una cifra esta última que dobla la registrada en 2019, antes por tanto de que la crisis sanitaria diera un vuelco a la economía mundial, y también al mercado que atiende la empresa cántabra. El salto que registran las cifras, tanto en los dos ejercicios posteriores a la pandemia como, sobre todo, desde que la empresa iniciase su nueva andadura en 2012, dan cuenta tanto del proceso de transformación al que han dado lugar las actuaciones acometidas en este tiempo como del éxito de la estrategia seguida en ese tiempo para hacer crecer la base de clientes a los que se atiende desde Reinosa.

De hecho, es esta última variable, por encima de los datos de producción y ventas –condicionados ambos por los ciclos de mercado y las variaciones en los precios– a la que concede una mayor relevancia José Manuel Fariñas: “Aun habiendo frenado el esfuerzo comercial por estar al límite de nuestra capacidad, seguimos ganando unos pocos clientes cada año. Con la entrada en funcionamiento de la nueva línea esperamos crecer nuevamente en valores mucho más altos”, estima el director comercial de GMI. Las ferroaleaciones que fabrica la empresa llegan actualmente a 150 clientes en 52 países distintos, en una nómina que incluye a gigantes del acero, como Arcelor Mittal, Tata, Acerinox: “Para muchos de ellos somos proveedor único, que es una condición que en este sector tienen muy pocas empresas en el mundo”, destaca Fariñas.

Crecimiento

Cuando nació GMI, y como consecuencia de la estrategia seguida por el anterior grupo propietario, la producción de la planta reinosana tenía como principal destino

El presidente de GMI, José Luis Carmona (segundo por la izquierda, de pie), junto a buena parte de los trabajadores que componen la plantilla de la empresa cántabra.

las fundiciones, un sector que por las características de su producción valoraba especialmente las ventajas que ofrecen las ferroaleaciones encapsuladas. tras la adquisición de la empresa por parte de José Luis Carmona fue trasladar ese modelo de éxito a las acerías, un mercado de enormes dimensiones y que, sobre todo en la parte relativa a aceros especiales, podía ser igualmente receptivo a la precisión y minimización de pérdidas y errores que permite el uso producto de GMI. “En acero común la competencia es sobre todo en precio, pero en fundiciones y aceros especiales, con una producción de más valor añadido, podemos hacer valer las ventajas de nuestras ferroaleaciones encapsuladas y de las soluciones a medida que ofrecemos a nuestros clientes”, explica el director comercial de la empresa cántabra.  La mezcla de aleantes que va dentro del tubo de acero en el que se sirve el producto, detalla Fariñas, es siempre una receta desarrollada por GMI a partir de las indicaciones que el cliente hace sobre las propiedades que quiere dar al acero que fabrica. Los requerimientos y la capacidad que exige esa labor, unidos a la mínima desviación que garantizan los procesos de la planta cántabra, explican el grado de competitividad alcanzado y, en último término, han sido la base sobre la que se ha sustentado el crecimiento en producción y ventas experimentado durante la última década.

El último impulso a ese proceso expansivo llegó, paradójicamente, como consecuencia de la pandemia, y ello a pesar de los efectos negativos que esta tuvo sobre la buena parte de la producción de acero en todo el mundo. “A diferencia de muchos de nuestros competidores, que se vieron obligados a parar bien por cuestiones de salud o por falta de suministros, la buena gestión interna que hicimos desde el primer día, y el estar considerados como una industria esencial, hizo que no dejásemos de fabricar en ningún momento, y llegar a clientes a los que les había fallado su suministrador”, relata el director comercial de GMI, que calcula que durante el año de la pandemia la producción de la planta campurriana apenas se redujo en 200 toneladas, una cantidad mínima teniendo en cuenta las circunstancias que vivió la industria de todo el mundo, y que llevaron al cierre a algunos de los competidores de la empresa cántabra.

La máquina recuperadora de material, que permite minimizar la generación de residuos, es una de las últimas inversiones realizadas por la empresa.

La situación en la que ha quedado el mercado tras la pandemia, tanto en términos de oportunidades como de incertidumbres y amenazas, pone marco a las inversiones presentadas el pasado mes de diciembre, y a las actuaciones que llegarán a lo largo del ejercicio que acaba de comenzar. Los objetivos de las primeras, las dadas a conocer en el acto celebrado en las instalaciones de Reinosa, entroncan directamente con cuestiones relacionadas con el medio ambiente, una materia que, junto a la seguridad laboral, tiene una posición central en los planes de la empresa. La puesta en marcha de la recuperadora de material permitirá dar un nuevo uso al 90% de los residuos que generan los rechazos de fabricación –que tienen su origen en dos fases del proceso: los ajustes previos de la máquina y la recogida de muestras– evitando el coste de su tratamiento y generando economía circular por una doble vía: el acero de los tubos se vende como materia prima a acerías y fundiciones, en tanto que los aleantes vuelven a usarse en los encapsulados que fabrica GMI. “La recuperadora supuso una inversión inicial de 340.000 euros, aunque con posterioridad a su entrada en funcionamiento en febrero se le han hecho mejoras que han elevado ese cantidad”, explica Gabriel Pieren, director de Sostenibilidad de GMI, que en todo caso calcula que la amortización es muy rápida: “Depende de lo que estemos fabricando en cada momento, pero en tres meses de producción normal podemos generar ya un retorno mayor a lo que ha costado la máquina, o incluso solo en uno si se trata de aleantes de mayor coste”.

La entrada en servicio a pleno rendimiento de la instalación fotovoltaica de 125 kilowatios, presentada en diciembre pero parcialmente en funcionamiento desde primavera, ha supuesto una inversión de unos 120.000 euros, amortizables en cuatro años pero con una relevancia estratégica que va más allá de estas cifras. “Conseguimos  ser prácticamente independientes en el suministro energético, de manera que mantendremos un proveedor solo para algunos días de invierno o muy nublados, en los que no nos baste con la electricidad que producimos nosotros”, apunta Gabriel Pieren, que lamenta que la legislación española impida vender a la red los excedentes generados durante los dos primeros años de una instalación, algo que sí se permite en otros países y que haría incluso más rentable la inversión en renovables para autoconsumo. “De cualquier forma, y en nuestro caso, lo que nos aporta la planta fotovoltaica no solo se mide en términos de rentabilidad o independencia en el suministro, además nos permite avanzar en nuestros objetivos de sostenibilidad, medir nuestra huella de carbono y ayudar a clientes y proveedores a hacer lo mismo”, destaca el director de Sostenibilidad de GMI, una de las pocas empresas del sector que cuenta con este cargo dentro de su organigrama.

La aportación de la instalación fotovoltaica se moverá en máximos con la entrada en funcionamiento de la segunda línea de fabricación, prevista para este próximo mes de febrero. Actualmente GMI Reinosa fabrica en tres turnos con su única línea, pero lo hará en dos –eliminando el nocturno– cuando comience a operar la nueva. Además de lo que supone en términos de conciliación para los trabajadores, la desaparición del turno de noche permite optimizar el rendimiento de la instalación fotovoltaica y reducir al mínimo el consumo de energía del proveedor externo.

Parte de la plantilla, en la azotea donde se han instalado placas fotovoltaicas que permitirán a la planta cántabra ser prácticamente autosuficiente en consumo eléctrico.

Con su actual estructura –una línea de fabricación y tres turnos de trabajo– la planta campurriana se encontraba al límite de su capacidad, una situación que se verá aliviada con la entrada en funcionamiento de la nueva línea y, a partir de mediados de este año, con la apertura en Brasil de la primera filial de GMI. La fábrica cántabra exporta hoy en torno al 80% de su producción –algo más en términos de facturación–, sobre todo a países europeos y, en menor medida, en Latinoamérica, Estado Unidos y Canadá. “En estos mercados del otro lado del Atlántico, de fuerte crecimiento, nuestra presencia es mucho menor de lo que podría ser, porque el nuestro es un producto que viaja mal”, explica José Manuel Fariñas que apunta algunos datos que ponen de manifiesto lo complicado que es mantener la competitividad cuando hay que enviar el pedido a destinos muy alejados de la planta: “En un contenedor de 24 toneladas solo podemos llevar 9 toneladas de producto, el resto es el acero de las  bobinas”. Esos costes logísticos dificultan enormemente que los encapsulados de GMI compitan con los fabricados por proveedores más cercanos al cliente pero, pese a ello, en torno a un 30% de la producción de Reinosa cruza el océano con destino a acerías y fundiciones americanas. “Esto da una medida de lo competitivo que es nuestro producto, pero sobre todo del potencial de crecimiento que tenemos fabricando allí y en otras zonas del mundo donde se concentran los principales fabricantes de acero, como la India, donde también queremos estar presentes”, anuncia el director comercial de GMI.

El inicio de la fabricación en la planta de Brasil liberará a Reinosa de la parte de producción que hoy destina a los mercados americanos, lo que unido a la aportación de la nueva línea completa el aumento de capacidad con el que a partir de ahora podrá darse respuesta a la demanda creciente de zonas más cercanas a la planta, sobre todo de países de la UE. “En los dos últimos años hemos dicho que no a clientes para evitar el riesgo de no poder servirles. Ahora podremos hacerlo”, destaca Fariñas.

Que una acería se vea obligada a parar por falta de suministro es una de las máximas preocupaciones para quien provee del producto, y un problema que GMI ha podido eludir tanto durante la pandemia como tras el colapso de las cadenas logísticas que se produjo con posterioridad a esta. Como el resto de competidores, lo que no ha podido es salvar el desorbitado encarecimiento de las materias primas que se ha registrado desde el otoño de 2020. “Una locura, nunca habíamos vivido una situación similar”, resume el director comercial de GMI. Con una producción en la que el mayor peso corresponde a los productos de alto valor añadido y, por tanto, relativamente a salvo de la competencia en precio, la empresa cántabra ha podido repercutir esos incrementos en sus tarifas, pero eso no la pone a salvo de los riesgos: “Con los actuales precios de la energía siempre existe la posibilidad de que nuestros clientes paren o, cuanto menos, reduzcan la producción”, lamenta Fariñas, que admite que la situación se ha visto aliviada con la entrada en vigor de mecanismos como la excepción ibérica, pero sin despejar del todo las incertidumbres: “En mayo se hablaba de reducciones del 70% y no se ha llegado a tanto. Pero podemos estar en caídas de un 20% en acero común, y de en torno al 10% en aceros especiales, que es nuestro principal mercado. No lo hemos sufrido tanto como otras empresas, pero el problema está ahí y supone la principal amenaza para poder cumplir nuestras previsiones”.

Llevar el sector del gris al verde

Los planes de GMI para el ejercicio que acaba de comenzar conceden una gran relevancia a las cuestiones medioambientales, una materia que guiaba también la mayor parte de las inversiones presentadas en diciembre y que tiene una posición central en la estrategia de la empresa. “El objetivo es ser pioneros en sostenibilidad en el sector del acero, y guiarlo en la conversión desde una imagen y realidad gris, que por desgracia es la que hoy se percibe, a otra verde”, explica Gabriel Pieren. En ese camino, la empresa tiene previsto certificar este año su sistema de gestión de acuerdo a las especificaciones de la norma ISO 50.001, que acredita la eficiencia energética, la reducción de la huella de carbono y la mejora continua en estos aspectos. En ese marco también se certificará el cálculo de la huella de carbono y la alineación del sistema de gestión con los objetivos de desarrollo sostenible.

La completa renovación del edificio de oficinas, que ahora cuenta con espacios individuales para el trabajo y en los vestuarios, avanza también en ese propósito de dar la vuelta a la imagen del sector, dando pasos adelante en seguridad laboral y conciliación.

No es una cafetería al uso, ni tampoco un espacio para la adopción de animales abandonados, pero el Catfé Santander se ha basado en ambos conceptos para dar forma a un proyecto que constituye una completa novedad dentro de la oferta hostelera de Cantabria, pero del que sí existían referencias en grandes ciudades de dentro y fuera de España. En el establecimiento que abrió sus puertas en Santander el pasado mes de noviembre, a diferencia de lo que sucede en los que funcionan en otros lugares, la combinación entre la oferta hostelera y el acompañamiento felino se hace en espacios separados, obligando a reservar y adquirir entrada a quienes quieren acceder al área donde están los gatos. Lejos de suponer freno a  posibles interesados, y tras un mes de funcionamiento, está separación de espacios ha confirmado el tirón de la idea.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2023

Jean Carlos Romero puede ser el perfecto ejemplo de emprendedor con una gran idea… y con suerte. Tras un mes de funcionamiento del primer cat-café de Cantabria –un tipo de establecimiento de hostelería que tiene a los gatos como uno de sus reclamos–  las cosas, dice, marchan bien. La suya no es solo una cafetería al uso, ni tampoco una guardería de gatos. Es una mezcla de ambos conceptos, que interpreta una idea que nació en los 90 del siglo pasado en Taiwán y cuyo objetivo es ofrecer una acogida temporal a gatos sin hogar y facilitar su adopción.

Los usuarios pueden tomar una consumición mientras juegan amistosamente con los felinos alojados en la planta superior del local ubicado en la céntrica calle Guevara de Santander. En el caso de que quieran adoptar un felino –y desde que está abierto ya se han adoptado seis por este método– deberán ponerse en contacto con la Asociación de Amigos del Gato Callejero, Amigat, compañera de proyecto. Se adopte o no, para compartir un tiempo con los gatos –todos vacunados y con su ficha en regla– es necesario adquirir una entrada que incluye consumición, a lo que se pueden sumar otras bebidas o alimentos de la cafetería, en la planta baja.

Un negocio en menos de un año

Este pionero proyecto empresarial comenzó cuando Jean Carlos encontró varios gatos callejeros y se puso en contacto con Amigat. En esas conversaciones empezó a gestarse la idea de emular a otros locales repartidos por todo el mundo; Jean Carlos contactó con uno en Madrid de donde extrajo experiencias y los datos necesarios para hacer sus cálculos. Y, en vista de que podían ser positivos en Santander, se embarcó en el proyecto. No tenía experiencia empresarial previa: “El proyecto surge básicamente de que estás en un ámbito laboral que no te gusta y decides reciclarte o buscar algo que te llene”, relata el promotor del Catfé santanderino, que para dar el paso al emprendimiento buscó la referencia de otras iniciativas similares  que encajaban con sus propias inquietudes y que además tenían un carácter novedoso en la región: “En otros países ya existían estos locales,  y el de Madrid funciona desde 2011. Viendo que no había nada aquí, que a mucha gente le gustan los gatos y que a mi me encantan, y que podíamos poner en marcha una empresa que ayudara a sacarlos de la calle, decidí tirar por aquí, aprovechando también la novedad”.

Jean Carlos Romero, creador de Catfé Santander

Jean Carlos elaboró un plan de empresa de cuarenta páginas, incluyendo en la previsión de gastos alguno muy poco habitual en un cafetería, como el cálculo de cuánto cuesta mantener a un gato. Con él bajo el brazo acudió al asesoramiento de CEOE-Cepyme Cantabria, que validó la iniciativa. La suerte le ha acompañado en este camino emprendedor: ya antes de recibir el asesoramiento de empresarios con experiencia, su entidad financiera le informaba de la posibilidad de solicitar un crédito: “Tuve mucha suerte. Por casualidad, o por lo que sea, nada más empezar el proyecto me llamaron del banco ofreciéndome un crédito por tener un buen perfil de cliente, sin yo pedirlo. Les hablé de mi proyecto y me lo dieron, fue muy fácil”. Jean Carlos cuenta que fueron más de 20.000 euros los necesarios para la inversión inicial: “No es tanto, pero para un joven de 25 años…, no hay mucha gente de mi edad que pueda tener esa cantidad en el banco, para nosotros es bastante”.

Las cosas empezaban a cuadrar, pero faltaban los permisos y el local. “Antes de coger uno tuve que ir a la Consejería de Sanidad para preguntar qué condiciones debía de reunir, porque, al ser un tema nuevo, no tenía mucha idea”. En aquella conversación quedaron definidas las características que se exigían al establecimiento, que debía tener separada la zona de comidas y la de los gatos, de manera que los felinos no pudieran acceder al área de restauración: “Eso nos obligaba a contar con un local grande para contar con esos dos espacios separados. Fue lo más difícil, fueron meses de búsqueda”.

Finalmente encontró el local donde se ubica Catfé Santander, no sin antes pasar otro escollo: “El anuncio ponía ‘se traspasa’, lo cual significaba comprar. Entonces hablé con el dueño con la idea de comprarlo y me dijo que en realidad estaba en alquiler. Ahí también tuve mucha suerte, resultó que el anuncio estaba mal puesto. Así que vine a verlo y me encajó perfectamente, una planta superior para los gatos y la planta baja para cafetería normal”.

Presente y futuro

Después de los arreglos, capas de pintura y acondicionamiento de la parte superior para la estancia de los gatos, todo hecho con sus propias manos, el negocio se puso en marcha en noviembre. Cumplido algo más del mes de funcionamiento el balance es positivo y se apoya en buena medida en la que es precisamente la parte más novedosa del proyecto: el área de gatos, que aporta aproximadamente el 70% de la cuenta de resultados. “En menos de un año ya estaba todo en marcha, yo tenía la necesidad de seguir trabajando, lo he tenido que hacer rápido y afortunadamente está saliendo bien, viene gente y esto genera un ingreso para el negocio, para seguir alimentando a los gatos, para todo. A lo mejor es por el arranque, pero espero que sigamos así”, señala Jean Carlos Romero.

La cafetería, que funciona de forma independiente para dar los servicios habituales, aporta de momento en un 30% de los ingresos, aunque hay planes a corto plazo de mejorar la imagen y la carta de dulces y salados –tostadas, batidos gofres, crêpes, croquetas, patatas…– para generar más afluencia de público, aunque de momento “se mantiene”. También está en la lista de proyectos habilitar un espacio para vender productos y complementos para gatos, al igual que en muchos otros cat-cafés. Jean Carlos cuenta que esto se incluía en el proyecto inicial, pero en el Ayuntamiento no le otorgaron la licencia: “Opinan que es inviable vender estos artículos en un bar; a mí me gustaría porque podrían ofrecerse artículos a precios más bajos que en otro sitios, pero voy a dejarlo en manos del abogado”.

El Catfé Santander cuenta ahora con tres empleados por horas en turnos rotatorios que se rigen por el convenio de la hostelería, además del propio Jean Carlos. Se encargan de atender la cafetería y alimentar a los gatos. De la parte sanitaria, de desparasitarlos, vacunarlos y de gestionar su pasaporte, etc, –“lo cual es un gran gasto”, admite el promotor de Catfé– se encarga Amigat.

Los días de actividad más intensa son los fines de semana. Los sábados y domingos pueden pasar hasta cien personas al día por la zona de gatos, pudiendo estar un máximo de diez personas de forma simultánea. Pueden comprar entradas con tarifas por quince o treinta minutos, una hora, tres o cinco, y esto significa la principal fuente de ingresos: “Sin los gatos esto sería un bar normal, y probablemente no atraería mucha clientela”, cree Jean Carlos, que destaca que durante los fines de semana del mes de diciembre el espacio donde están los felinos ha estado siempre lleno.

Extender la idea

La apuesta de Jean Carlos Romero ha resultado, al menos hasta el momento, ganadora. No solo ha iniciado una nueva empresa con la que generar un empleo para él y para otras tres personas, sino que ha creado un modelo de negocio nuevo. Aún está asimilando el cambio producido en unos meses: “Todavía es muy raro, es algo que aún no te llegas a creer, hay que asimilarlo poco a poco”.

Y de aquí, ¿hacia dónde? De momento, Jean Carlos Romero prefiere ver las cosas día a día y asegura que todavía es pronto para tener una visión a futuro, aunque no cree que se detenga en este proyecto: “Me gustaría abrir otro local de este estilo en otro sitio de Cantabria para sacar a los animales de la calle, vamos a ver si con el tiempo se puede dar”. Su cabeza sigue pensando además en otros caminos empresariales: “No me quiero quedar aquí eternamente, esto es como un comienzo de otras cosas más grandes que puedo llegar a querer. Me gustaría tener otras fuentes de ingresos, esto sería una, pero a lo mejor en un tiempo, me gustaría otro modelo de negocio completamente distinto, que ya tengo en mente”.

La vocación empresarial parece moldeada en una escuela de negocios. Jean Carlos comenzó el Grado Superior de Comercio y Marketing Internacional, aunque el itinerario formativo se detuvo por circunstancias vitales. “La vocación empresarial siempre me llamó la atención, pero por diversas razones no pude continuar. Por mi cuenta he visto vídeos de YouTube, he leído libros como ‘Padre rico, padre pobre’… Pues nace de ahí, a base de leer libros, y dices, ‘no sé qué hacer’, y vas encontrando ideas, vas leyendo y piensas ‘pues podría hacer algo así’, y nace de ahí, de la lectura”.

La crisis energética provocada por la invasión de Ucrania y las necesidades de reducir la dependencia del exterior han vuelto a situar a la nuclear en el centro del debate y, por primera vez en mucho tiempo, liberada de buena parte de las percepciones negativas que suelen acompañarla. El anuncio de los planes para construir nuevas centrales, buena parte de ellas en la vecina Francia, supone poner sobre la mesa una ingente inversión a desarrollar a lo largo de más de una década, lo que supondrá poner en el mercado contratos para una industria auxiliar que cuenta con notable representación en Cantabria y, en gran parte de esos proveedores, con la experiencia que aportan los años de trabajo para Equipos Nucleares. A la carga de trabajo relacionada con la puesta en marcha de nuevas centrales hay que unir la que supone el mantenimiento de las existentes y el desmantelamiento de las que agotan su vida útil, tareas todas ellas con un enorme potencial para generar actividad industrial de alto valor añadido.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Diciembre 2022

Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear, hizo explícita la idea durante su intervención en un curso de la UIMP el pasado agosto: por primera vez en muchos años se contemplan los aspectos positivos de la energía producido por la fisión del átomo. La fiabilidad en el suministro, las pocas fluctuaciones en el precio o la estabilidad en el suministro del combustible, explicaba en su intervención, ganan peso en un debate que, admitía, había venido poniendo el foco en los aspectos más controvertidos. En ningún otro ámbito económico la percepción social tiene la importancia estratégica que alcanza en el sector nuclear, refractario como pocos a los vaivenes políticos y obligado a contemplar plazos muy largos para amortizar las cuantiosas inversiones que implica la puesta en marcha de cualquier proyecto.  De hecho, ese marco más o menos intangible al que hacían referencia las palabras del presidente del Foro Nuclear español tenía ya el refrendo de iniciativas concretas que permiten hablar del recuperado protagonismo que el sector está teniendo dentro de las políticas energéticas globales, con Francia de nuevo como principal impulsor dentro de la Unión Europea. Por más que nada de lo anterior haya tenido repercusión alguna en el ámbito más cercano, en el que nada indica que vaya a ponerse en cuestión el actual programa de cierre de centrales, las inversiones anunciadas, e incluso el desmantelamiento de las centrales que dejen de funcionar, cotiza en el campo de las oportunidades para una industria auxiliar que cuenta en Cantabria con una nutrida representación, y que podría tener ahí una de los motores para la reindustrialización que dibujan los planes con los que Europa quiere hacer frente a la crisis pandémica y a la provocada después por la invasión rusa de Ucrania.

Operarios de la empresa cántabra Enwesa en tareas de mantenimiento en la central de Trillo

En Cantabria tiene su sede el único clúster que agrupa en España a empresas con una actividad que, en mayor o menor medida, se  vincula directamente con el sector nuclear. Creado en torno a Equipos Nucleares SA, empresa pública situada en los escalones más altos de la pirámide de proveedores del sector, el Clúster de la Industria Nuclear de Cantabria (CINC) cuenta con una veintena de miembros que suman unos 200 millones de euros de facturación anual conjunta y dan trabajo a unas 1.500 personas. El perfil de los socios, que es también una muestra del catálogo de productos y servicios que demanda el sector, incluye fabricantes de equipos y componentes, centros tecnológicos y proveedores de servicios, además de la Universidad de Cantabria e incluso al operador de una instalación nuclear, la empresa Nuclenor, propietaria de la central de Santa María de Garoña. “Tenemos un perfil de industrias muy heterogéneo y altamente complementario y cooperativo. Entre nuestros socios contamos con grandes empresas, pymes y micropymes, todas asentadas en Cantabria”, resume María Vega, presidenta del clúster cántabro, que destaca varios puntos en común en todas ellas: “Cuentan con una gran capacidad de actuación, un importante valor añadido tecnológico y mucho potencial competitivo en el mercado nuclear”.

En su repaso a los proveedores cántabros del sector nuclear, la presidenta del CINC hace hincapié en el nivel de conocimiento y experiencia de las empresas del clúster. En ambas circunstancias –la competencia técnica y la referencia de los trabajos ya realizados– resulta decisiva la aportación de Ensa, no solo como impulsora de un parque de proveedores notable en número y capacidad de respuesta, sino por su posición dentro del mercado nuclear global. La empresa pública es proveedora directa de las ingenierías que construyen las centrales nucleares, incluso se sitúa algo más arriba en el escalafón en algunos proyectos que puede desarrollar con ingeniería propia. La fábrica de Maliaño, de hecho, pertenece a un club muy exclusivo, con no más de ocho plantas en todo el mundo con capacidad para competir con ella por los contratos que genera el mantenimiento y la construcción de centrales, solo otras dos de ellas en

María Vega, presidenta del Clúster de la Industria Nuclear de Cantabria (CINC)

Europa. Esa posición ha hecho que la empresa participe en proyectos nucleares prácticamente desde los años en los que esta tecnología comenzó a desarrollarse, lo que a su vez ha dado lugar a que un número significativo de proveedores –muchos de ellos cántabros– haya acumulado una experiencia similar en ese tiempo. “El tejido industrial cántabro participa activamente en proyectos muy importantes”, recalca María Vega, que destaca la relevancia de algunos de estos contratos: “Abarcan desde nuestra presencia en las actuales plantas de producción (centrales nucleares de fisión) hasta actuaciones en las grandes instalaciones científicas de estudio de la fusión como ITER en Francia, fuentes de espaliacion, aplicaciones sanitarias en materia radiológica o aquellas destinadas al estudio de materiales especiales”.

Es desde esa posición desde la que la industria cántabra puede afrontar las oportunidades derivadas del renovado interés que lo nuclear despierta en las políticas energéticas, tanto dentro como fuera de Europa. Primero la crisis sanitaria y después ­–y sobre todo– la guerra de Ucrania han llevado a que vuelva a contemplarse esta energía como principal respaldo a las renovables, evitando así la dependencia de los combustibles fósiles importados desde fuera de la UE –con las implicaciones geopolíticas y el efecto sobre los precios que eso supone–, y cuyo uso implica además un nivel de emisiones de carbono incompatible con la lucha contra el cambio climático. “Nos encontramos en un momento singular con grandes perspectivas de interesantes oportunidades de negocio”, admite la presidenta del CINC.

Oportunidades

Con más rotundidad, si cabe, se expresa Fabien Berrier, un ingeniero francés asentado hace años en Cantabria, donde ha trabajado en proyectos vinculados con lo nuclear en empresas como Newtesol o la propia Ensa. En 2019 fundó Fabe Business Development, una consultora con sede en Torrelavega que trabaja captando proyectos de las ingenierías que trabajan para el sector nuclear en Francia, con el objetivo de encontrar empresas españolas que participen en su fabricación. “El volumen de proyectos que van a salir al mercado en los próximos años va a saturar la capacidad de fabricación que existe hoy en día, y la industria española, y la cántabra en participar, está magníficamente posicionada para aprovechar las oportunidades que van a generarse”, asegura. A Fabien Berrier le basta remitirse al programa nuclear francés para esbozar, en cifras, las dimensiones del desafío: el país vecino ha anunciado la construcción de seis nuevos reactores de última generación de aquí a 2035, lo que por sí solo podría movilizar una inversión de entre 24.000 y 30.000 millones de euros. Pero el programa anunciado por el presidente Macron no

Fabien Berrier, director de Fabe Business Development, una consultora con sede en Torrelavega que trabaja captando proyectos de las ingenierías que trabajan para el sector nuclear en Francia, con el objetivo de encontrar empresas españolas que participen en su fabricación.

descarta que el número de nuevas centrales se amplíe hasta las 14, lo que multiplicaría la inversión en una proporción equivalente. A esto habría que añadir los proyectos que generará la ya anunciada prolongación de la vida útil de los reactores existentes –los 56 franceses, pero también los tres belgas y probablemente los tres alemanas– que implicará igualmente inversiones de una cuantía sin parangón en cualquier otra industria, y todo ello sin salir de la UE: “Va a producirse un cuello de botella, porque a la construcción de nuevas centrales se une el final de la vida útil de las existentes, que comenzaron a funcionar en los años setenta y ochenta y cuyo cierre quiere ahora evitarse invirtiendo en su actualización”. La carga de trabajo que va a suponer todo esto, destaca el ingeniero francés, es enorme: “De hecho ya hay ingenierías que están reservando capacidades en los proveedores para poder hacerle frente”.

Ante ese previsible ‘shock’ de oferta, y la subida de precios que puede esperarse, la industria cántabra de proveedores se encontraría especialmente bien posicionada, y no solo por la proximidad geográfica con Francia. Por un lado, está la trayectoria vinculada a Ensa y a la labor del CINC, entre cuyos objetivos, destaca su presidenta, está la identificación de las fortalezas de las empresas asociadas y promover la agrupación y cooperación del tejido industrial para desarrollar y poner a disposición del cliente la solución al reto o necesidad que plantee. Pero es que además, destaca por su parte Fabien Berrier, la industria española tiene hoy unos mejores argumentos competitivos que la francesa, y también una mayor capacidad de producción. Un fenómeno este que, explica el director de Fabe Business Development, se debe a la confluencia de elementos vinculados con la coyuntura internacional con otros de naturaleza puramente biológica: “El accidente nuclear de Fukushima

Andrés García Fuentes, director técnico comercial de Santander Global Metal, agrupación de interés económico de la que forman parte seis empresas metalúrgicas cántabras.

coincidió con el relevo generacional en las industrias que habían participado en el desarrollo del programa nuclear de los setenta y ochenta. Esto, unido a las dudas que se plantearon sobre el futuro de la energía nuclear, hizo que estas empresas reorientaran su actividad hacia otros sectores”, relata Berrier, que destaca que con ello se perdió volumen de producción y parte del nivel de especialización que precisa un sector como este: “Ha habido categorías de producto para las que ha quedado prácticamente solo un par de proveedores, como en puertas blindadas o en la fabricación de puentes grúa específicos para nucleares. Pero el problema es generalizado e implica que los precios se hayan disparado y que se hayan alargado también los plazos de respuesta”. En paralelo a esa pérdida de competitividad del parque de proveedores del país vecino, en España seguía existiendo un sector industrial con experiencia en el sector o con capacidad para adaptarse a los requerimientos del sector, y ello con una flexibilidad mucho mayor que la que existe en el país vecino y con un coste que Berrier calcula que es un 30 por ciento inferior: “Todo esto hace que para las ingenierías que construyen las centrales en Francia sea muy interesante contar con proveedores españoles”, señala.

El catálogo de productos susceptibles de ser objeto de demanda por parte del sector nuclear está siempre conformado por series pequeñas, de imposible automatización y con elevados requerimientos técnicos, características que lo ponen relativamente a salvo de la competencia asiática y hacen particularmente interesante la ventaja competitiva que aportan los menores costes laborales españoles. A ello hay que unir, en el caso de Cantabria, la existencia de un potente sector metalúrgico y una sólida tradición industrial, incluso fuera de la nómina de proveedores de Ensa: “Tenemos la falsa percepción de que vivimos del turismo, cuando la industria aporta mucho más al PIB de Cantabria, y también más de lo que aporta la industria al conjunto del PIB español. Somos una región industrial, aunque a veces lo olvidemos”, recalca Fabien Berrier, que considera que en la región hay empresas con capacidad para optar directamente a los proyectos de las ingenierías nucleares francesas.

Secador primario para un generador de vapor de una central nuclear, en las instalaciones de la empresa cántabra Newtesol.

Santander Global Metal (SGM) es una agrupación de interés económico (AIE) que reúne a seis empresas metalúrgicas cántabras que trabajan habitualmente para los sectores de energía, industria, construcción y transporte, en proyectos complejos que integran ingeniería, construcción mecánica, soldadura especializada y montajes industriales. En el ámbito energético, su principal campo de actuación está hoy en el área de las renovables o el ‘oil &gas’, pero lo nuclear es un área de negocio con capacidad para tener un peso creciente en su cartera, dado el perfil de sus componentes. “SGM está en condiciones de brindar una amplia variedad de servicios, que abarcan los distintos procesos requeridos por el sector nuclear: ingeniería, acopio de materiales, mecanizados de precisión de grandes dimensiones, construcción mecánica, procesos especializados de soldadura y recargue, calderería mecanizada, recubrimientos electrolíticos y fabricación y montaje de tuberías”, repasa Andrés García Fuentes, director técnico comercial de esta AIE, cuya facturación vinculada al sector nuclear se mueve hoy en el entorno del 3,5% del total.

Por encima de lo que cuantitativamente pueda aportar hoy el trabajo para este sector, la oportunidad que puede suponer la reactivación de lo nuclear en el mundo, y particularmente lo que pueden suponer los planes franceses, abre un abanico de opciones que García Fuentes considera especialmente ajustadas a lo que oferta SGM: “El objetivo de internacionalización del grupo se alinea con la participación en proyectos de valor agregado desarrollados en Europa, con Francia entre los primeros destinos de interés para SGM, por lo que el beneficio puede ser notable si efectivamente se consolida la construcción de los nuevos reactores anunciados”.

Fortalezas y debilidades

En línea con lo expresado por María Vega y Fabien Berrier, Andrés García Fuentes destaca que las principales fortalezas de la industria cántabra para optar a proyectos dentro de este sector tienen que ver con la experiencia acumulada en trabajos previos: “Estar familiarizados con los estándares y altos requerimientos del sector nuclear representa una gran ventaja, en cuanto a los puntos de mejora, la exigencia de plazos ajustados podría originar solape con el resto de actividades y proyectos en marcha para otros sectores, que deben ser preidentificados para evitar dilaciones”, advierte.

Con todo, y por encima de cualquier otra circunstancia, la principal debilidad con la que lidian las industrias cántabras que operan en el ámbito nuclear tiene que ver con la escasez de trabajadores en los oficios más demandados, sobre todo soldadores y caldereros. Un problema común a todo el sector secundario cántabro pero que se agrava en el caso nuclear debido a sus especiales circunstancias: “Hay que asumir que tradicionalmente, y por cuestiones de imagen, no ha sido un sector especialmente atractivo”, admite Fabien Berrier, que en todo caso concede a esa circunstancia una importancia menor dentro del problema, al que otorga una dimensión de más calado, y también de resolución más complicada: “Hoy los jóvenes ni siquiera conocen lo que es un soldador o un calderero, y sobre todo no saben las posibilidades de desarrollo profesional que hay en esos trabajos”, asegura. Con ello, señala, se reduce el número de estudiantes que optan por cursar formación profesional en estas especialidades lo que, unido a lo que considera una mala adecuación de la oferta formativa a lo que demandan las empresas, plantea un enredo de muy complicado desenlace.

“La captación y retención del talento actualmente es un serio problema para el crecimiento de la industria cántabra en un sector como el nuestro”, confirma por su parte María Vega, que apunta algunas líneas de trabajo puestas en marcha por el clúster que preside para intentar paliarlo: “Desde cambiar la perspectiva de oportunidades del sector y hacerlo atractivo a los más jó́venes, hasta promover las oportunidades laborales una vez terminada su formación, ya sea técnica profesional o superior universitaria, pasando por lograr una mayor aportación empresarial en los planes de estudios”.

Trabajadores de Ensa posan ante la tapa de vasija de un reactor fabricado en la planta de Maliaño, con destino a una central estadounidense, en junio de 2019.

Fabien Berrier lamenta que ya hoy las empresas pierden oportunidades de crecimiento debido a las dificultades para acceder a la mano de obra necesaria –«prácticamente todas las empresas con las que hablo me dicen que podrían doblar o triplicar su actividad si contasen con trabajadores para ello”, dice–  pero sobre todo teme los efectos que esto va a tener de aquí a unos pocos años. Como en el caso de la pérdida de tejido industrial en Francia debido al relevo generacional, de nuevo se remite a la referencia del país vecino para adelantar el escenario al que se enfrentará España en un futuro próximo: “Allí el problema va por delante, porque los profesionales de esos gremios ya se han jubilado. En España va a pasar lo mismo, pero todavía estaríamos a tiempo de prepararnos para ello, aunque ya vamos muy justos”, advierte.

Que un soldador alcance la competencia y destrezas que requiere el sector nuclear, explica el director de Fabe Business Development, requiere de no menos de dos años una vez completados sus estudios, y de cinco o seis para alcanzar la excelencia. A partir de ahí, asegura, al trabajador se le abrirían una perspectivas de enorme atractivo, tanto por los retos profesionales que podría afrontar como por la remuneración que se paga en el sector. Dar a conocer esta realidad a los alumnos que deben decidir hacia dónde orientar sus estudios sería una de las líneas de actuación para afrontar la escasez de trabajadores actual y la que se espera a medio y largo plazo. Otra sería actuar sobre la oferta formativa, algo que –teme Fabien Berrier– difícilmente tendrá efectos el corto espacio de tiempo con que se cuenta, teniendo en cuenta los plazos con los que se maneja la administración.  “Si la formación reglada no da una respuesta, la solución podría ser que las propias empresas pusieran en marcha planes formativos a medida. En este sector las certificaciones son más importantes que los títulos, y ahí la iniciativa privada puede poner en marcha iniciativas con resultados rápidos y a la medida de lo que necesita el sector”, concluye el ingeniero francés.

El despacho de abogacía y asesoría empresarial trabaja desde el octubre del pasado año en unas nuevas instalaciones que triplican la capacidad de las anteriores y que han servido para dar respuesta al continuo incremento de la actividad que ha registrado la empresa en los dos últimos años, en un contexto marcado por el confinamiento y por las consecuencias que la crisis sanitaria ha tenido en las pymes y autónomos que constituyen la mayor parte de su cartera de clientes. Los responsables de TFS, que calculan que la facturación se ha multiplicado por dos desde 2020, quieren que este ejercicio sirva para consolidar el terreno ganado, pero no descartan un nuevo salto adelante que, a partir del próximo año, pueda incluso dejar pequeñas las oficinas que acaban de estrenar.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Junio 2022

No fueron, los del confinamiento, buenos tiempos para nadie pero, cuanto menos desde el punto de vista puramente empresarial, pocos los sufrieron con la intensidad de las asesorías, que vieron incrementarse su carga de trabajo hasta niveles que comprometían su capacidad de respuesta, enfrentadas a continuos cambios regulatorios y legales y con todas las incertidumbres sobre las posibilidades de salir adelante, tanto para ellas mismas como para sus clientes. Cuando sucedió todo aquello, Trámites Fáciles Santander (TFS) había decidido ya una mudanza que dotara al despacho del espacio necesario para dar continuidad al crecimiento –no especialmente acelerado, pero sí constante–  que venía registrando desde su fundación en 2003. La declaración del estado de alarma aplazó el traslado pero,  dos años después y todavía lejos de haberse despejado todas las incógnitas a las que dio lugar la crisis sanitaria, hay que situar ahí el origen del fuerte crecimiento en la actividad que ha llevado a la empresa a dar un salto mucho mayor que los pocos cientos de metros que separan la antigua oficina de la santanderina calle Tres de Noviembre de las nuevas instalaciones de la calle San Fernando desde las que la empresa opera desde el pasado mes de octubre.

Víctor y Eduardo Bra, en las nuevas oficinas de la empresa que pusieron en marcha en 2004.

Según los cálculos que hace Eduardo Bra de la Rosa, director de TFS, la facturación del despacho ha estado cerca de doblarse en los dos últimos años, un incremento que a su vez se ha reflejado en la incorporación de dos nuevas trabajadoras en ese tiempo, una en junio del pasado año y otra en marzo de este. Con ellas, la plantilla del despacho alcanza las siete personas, lo que está ya muy cerca de colmar la capacidad de las nuevas oficinas. Bra de la Rosa, que fundó la empresa en 2003 y que trabajó en ella prácticamente en solitario durante el primer año, no encuentra razones claras para explicar un crecimiento que, por su intensidad, solo sería comparable con el registrado casi inmediatamente después de la puesta en marcha de la empresa, cuando la comparación de un ejercicio al siguiente se hacía a partir de cifras muy pequeñas. “No acertamos a entender la subida que se ha dado desde el confinamiento. Es verdad que aquella fue una situación muy difícil tanto para nosotros como para nuestros clientes, y que tomamos algunas decisiones que quizá nos están ayudando ahora”, señala el director de TFS, que se refiere con ello tanto a la carga de trabajo que atendieron, como a la determinación que tomaron de aplazar cobros a clientes, aplicar descuentos en los procesos y, en muchos casos, no facturar por la tramitación de los instrumentos habilitados para que las empresas hicieran frente a la crisis: “Probablemente eso ha llevado a que algunos clientes nos recomienden, también posiblemente ha influido la presencia en Internet, la trayectoria ya de muchos años…. Lo cierto es que hemos tenido un crecimiento atípico, que en algunos momentos provoca cierto vértigo”.

Líneas de negocio

Trámites Fáciles Santander nació como un despacho de abogados especializado en la gestión de permisos de residencia para extranjeros, un servicio que todavía mantiene pero al que fueron incorporándose otros hasta configurar un catálogo que al apartado jurídico suma la asesoría fiscal, laboral y contable para empresas y, desde hace diez años, la gestoría administrativa. El proceso de configuración de las diferentes áreas de negocio, explica el director de TFS, se dio como una forma de dar respuesta a los requerimientos de los propios clientes, antes que como una estrategia diseñada en plazos más o menos largos. En esa evolución se dieron coincidencias que pueden considerarse afortunadas, como el proceso de regularización de extranjeros abierto casi coincidiendo con la puesta en marcha de la empresa, pero sobre todo decisiones que permitieron después enfrentarse en mejores condiciones a las crisis que llegarían más tarde, primero a la financiera de 2008, y luego a la pandémica de 2020.

“En 2004, con la regularización de extranjeros de Zapatero, me encuentro casi de un día para otro con colas de quince o veinte personas a las puertas del pequeño local del Mercado de México en el que empezamos”, recuerda Eduardo Bra, que encuentra ahí la única referencia comparable a la de los últimos dos años en cuanto al ritmo de crecimiento de la actividad. En ese momento incorpora a la empresa a su hermano Víctor para, muy poco después, ampliar la oferta del despacho para dar respuesta a la demanda que detectaba en sus propios clientes: “Nos dimos cuenta de que un porcentaje alto de la gente que regularizábamos montaba su propio negocio, y nosotros éramos sus personas de confianza. Contratamos entonces a alguien para hacer asesoría fiscal. Fue un gran acierto”.

Áreas de trabajo

La asesoría fiscal, laboral y contable aporta actualmente entre el 40 y el 50% del volumen de negocio de la empresa, y es el área que está impulsando el fuerte crecimiento del último bienio. La abogacía, un área que Eduardo Bra define como de largo recorrido, se mueve en cifras estables que suponen entre el 30 y el 40% de la facturación de TFS, quedando el resto de los ingresos –en el entorno del 20%, punto arriba punto abajo– a cargo de la gestoría. Aunque esta última todavía no estaba operativa cuando se produjo la crisis financiera de 2008, la diversificación fue clave para afrontar cambios de ciclo como el que se dio entonces –cuando se produjo un frenazo absoluto en los procesos de regularización de extranjeros y la base de ingresos que aportaba ya la asesoría permitió soportar los gastos– y lo ha sido igualmente ante dificultades como las causadas, de forma no menos abrupta, por la pandemia del covid-19.

Eduardo Bra, director de Trámites Fáciles Santander, con parte del equipo de la empresa, en una de las salas de las nuevas instalaciones.

Además de ganar protagonismo en la cartera de servicios de la empresa y ser el motor del crecimiento en los últimos años, la asesoría  es también el área de negocio con más peso en términos estratégicos. Con la relativa salvedad de la inversión destinada a la adquisición y acondicionamiento de las nuevas instalaciones –que de un modo u otro también puede vincularse con las necesidades de este servicio– a la asesoría se han destinado las actuaciones más relevantes en materia de digitalización, que han sido decisivas –junto al compromiso y versatilidad de la plantilla– para lograr la mejora de productividad necesaria para dar respuesta al incremento de la demanda. Todo el sistema de recepción y atención al cliente, explica Eduardo Bra, está orientado a facilitar la comunicación electrónica y evitar el papeleo, lo que se complementa con la labor de dos dispositivos informáticos –los conocidos como ‘bot’– programados para asumir las tareas más repetitivas y que más horas suelen consumir en una asesoría: la lectura de facturas y la conciliación de apuntes bancarios. “Ahora mismo ya hacen un trabajo increíble, pero ahí vemos un recorrido tremendo, con aplicaciones desarrolladas a medida que permitirán seguir liberando a los trabajadores de las tareas más tediosas y que menos valor aportan”, augura el director de TFS.

La productividad derivada de la digitalización ha hecho posible que el incremento en la carga de trabajo no se haya trasladado de forma lineal a la plantilla, aunque Eduardo Bra prevé nuevas contrataciones a sumar a las dos realizadas durante el último año.

Con todo, y ya con las previsiones correspondientes al ejercicio en curso prácticamente cerradas, el director de Trámites Fáciles Santander cree que 2022 será un año para consolidar el terreno ganado, y no tanto para dar continuidad al fuerte avance de los dos últimos. Eso no significa, advierte, que la empresa descarte objetivos más ambiciosos en plazos más largos, o incluso inmediatos si surgiera alguna oportunidad: “Queremos ver cómo respondemos ante el crecimiento tan vertical que hemos vivido, porque lo que queremos es estar seguros de dar la misma solución y servicio a todos los clientes”, explica Eduardo Bra, que en todo caso no descarta un nuevo salto adelante que diera lugar a la incorporación de más trabajadores: “Puede ser a través del crecimiento orgánico, como hasta ahora, o corporativo, mediante la compra de alguna asesoría si se da esa posibilidad. Estoy pensando en 2023, por ejemplo, pero si la posibilidad surgiera este año, creo que estaríamos preparados”. Es una posibilidad, admite, que dejaría pequeñas las oficinas que prácticamente acaban de estrenar: “No me preocupa, no me dan pereza las mudanzas y me gustaría saltar la barrera de los diez trabajadores, dejar de ser una micropyme. Cuando se pueda, y no pasa nada si no se puede, pero esa es la idea”.


Crecer siendo una sociedad laboral

Siendo ella misma una sociedad laboral, no es extraño que buena parte de la cartera de clientes de Trámites Fáciles Santander tengan esa misma naturaleza jurídica, algo que Eduardo Bra asegura responde no tanto a una especialización como a la propia dinámica de trato con sus clientes: “Acompañamos a muchos emprendedores desde la primera fase de sus proyectos, y como conocemos de primera mano esa figura, es una de las opciones que les explicamos cuando dan el paso de crear la empresa”, exlica el director de TFS, que cree que el desconocimiento que sigue existiendo sobre esta figura societaria hace que no sean muchas las asesorías que contemplen esta alternativa cuando aconsejan a sus clientes. La sociedad laboral –sociedad límitada laboral, o sociedad anónima laboral– implica que más del 50% del capital social de la empresa tiene que ser propiedad de los trabajadores, y que ningún socio puede tener más del 33% de las acciones. Además, esta figura obliga a que la mayor parte de los trabajadores de la empresa sean a su vez socios de la misma, en una proporción fijada por ley y que pone en relación el total de horas trabajadas por los socios trabajadores y por los que no tienen esa condición. Eduardo Bra, que además de director de TFS es presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Economía Social (ACEL), admite que esas premisas legales pueden hacer que las sociedades laborales no sean la mejor opción en todos los casos, pero defiende que sus ventajas las hacen especialmente atractivas en muchos otros: “Hay cuestiones como la posibilidad de que los administradores coticen en el régimen general, o las líneas de ayudas a la constitución de la empresa y a las inversiones, que suponen ya un atracitivo por sí mismas, pero sobre todo la sociedad laboral es una figura que aporta estabilidad y que facilita que los trabajadores se identifiquen con el proyecto». La trayectoria de Trámites Fáciles Santander SLL sitúa a Eduardo Bra en una buena posición para valorar uno de los potenciales obstáculos de las sociedades laborales: el freno al crecimiento que puede suponer la obligación de incorporar como socios a los trabajadores. “Para nosotros no ha supuesto nunca un problema, aunque es cierto que la consolidación que queremos hacer este año, después del crecimiento tan fuerte de los dos últimos, tiene en parte que ver con esto, pero tampoco creo que esa pausa tenga nada de malo”. Sí cree, en cambio, que la reforma laboral, con la práctica eliminación de la temporalidad, puede ser un problema para sociedades laborales y cooperativas: “El cómputo para establecer la proporción entre socios y no socios se hace teniendo en cuenta los trabajadores con contrato indefinido. Al eliminarse la temporalidad, eso podría llevar a que muchas empresas pierdan la calificación de sociedad laboral o cooperativa. Es algo que confíamos que se corrija con las enmiendas en las que ya se está trabajando en comisiones en el Congreso y el Senado”.

Nacida hace apenas tres años como una ingeniería que diseñaba soluciones para el transporte y protección de grandes equipos industriales, la empresa ha experimentado un vertiginoso crecimiento ofreciendo una respuesta integral a las necesidades de sus clientes, asumiendo también las tareas de fabricación de los embalajes. Con proyectos para explorar varias opciones en el ámbito de la economía circular, instalar una línea de fabricación de producto estandarizado y contar con su propio secadero de madera, la empresa prepara ya el que sería su tercer traslado en otros tantos años de actividad. Las previsiones de los responsables de la empresa contemplan superar el millón de euros de facturación al cierre del presente ejercicio.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2022

De cumplirse lo previsto y en poco más de tres años, los que van desde su fundación en 2019 al cierre del presente ejercicio, la facturación de Grupo Tecan habrá pasado de los poco ambiciosos objetivos con los que arrancan casi todos los proyectos a situarse en el entorno del millón de euros. Es esta una evolución que habría que considerar notable en cualquier circunstancia, pero que lo es aún más si tenemos en cuenta el entorno en el que se ha producido, con una crisis sanitaria por medio y con todas las incertidumbres que la situación internacional ha provocado en el comercio mundial. Las cifras también pueden sorprender si atendemos al producto sobre el que se sustentan, que podría entenderse como convencional, no demasiado inclinado a propiciar ventajas competitivas y destinado a mercados maduros. Sorteando los condicionantes de las sucesivas crisis y respondiendo a las visiones parciales que pueden tenerse sobre lo que hacen, los responsables de Tecan han dado forma a un proyecto que todavía no ha alcanzado su altura de vuelo y al que prevén apuntalar con nuevas iniciativas, tanto desde el lado del producto como en las dotaciones y capacidades de la empresa, incluyendo un traslado que sería el tercero desde que echaran a andar en el polígono de Barros en la primavera de 2019.

Óscar Ruiz, director de Grupo Tecan, en la nave principal de la empresa, en el polígono de Raos.

Tecan Group Transport and Packaging SL, la denominación social de la empresa que opera con el nombre comercial de Grupo Tecan, nació como una ingeniería dedicada a la protección de equipos pesados para su transporte, manejo, trincaje y estiba de carga. Fundada por dos ingenieros con experiencia en la industria metalúrgica, la empresa buscaba hacerse un hueco en un mercado en el que no existían demasiados competidores y, en contra de lo que pudiera pensarse, tampoco eran muchas ni las soluciones que existían en el mercado ni la sensibilidad de los potenciales clietnes respecto a la necesidad de invertir en unas soluciones que consideraban que no añadían valor a su producto. “Como usuarios habíamos detectado esa carencia, sobre todo en equipos de cierta complejidad, de gran tonelaje… y a la protección para el transporte solo se le da importancia cuando pasa algo”, explica Óscar Ruiz, director de la empresa y, junto a Andrés S. González, uno de los dos fundadores de Grupo Tecan.

La primera orientación que se dio a la empresa respondía tanto a ese nicho de mercado que habían detectado sus creadores como al perfil profesional de estos –ambos ingenieros de formación–, de manera que lo que ofrecían inicialmente era el diseño de soluciones: “El cliente nos decía cuál era su producto, qué características tenía, dónde había que mandarlo y por qué medios, y nosotros les dábamos asistencia en protección, almacenaje, manipulación… sobre todo en bienes de equipo”, recuerda Óscar Ruiz, que considera que el paso siguiente, asumir la fabricación de los embalajes, se dio de una forma natural, por más que no estuviera contemplado en los planes iniciales de la empresa: “Solo con la parte de asesoramiento no cubrías las necesidades del cliente, con lo que empezamos a subcontratar la fabricación. Pero pronto nos dimos cuenta que ese trabajo teníamos que hacerlo nosotros”.

Dar el paso a la fabricación, y también aunque en menor medida el incremento de la carga de trabajo que se produjo casi desde el inicio de la actividad, provocaron que el taller donde se ubicó la empresa se quedara pronto pequeño, y motivara el primer traslado, en febrero de 2021. Tecan trabaja desde entonces en las naves que adquirió en el polígono de Raos, en Santander, donde se ubican oficinas, taller de fabricación y los almacenes de materia prima y producto terminado. En ese momento, explican los promotores del proyecto, la empresa cuenta ya con una cartera de clientes estable, entre los que hay algunos de fuera de Cantabria, y ha dado forma a un equipo profesional al que, además de los técnicos y operarios de fabricación, se ha incorporado un responsable comercial. “Empezamos con muy poca inversión y objetivos muy modestos, pero ahí ya vimos que este era un proyecto que merecía la pena y que podía tener mucho futuro”.

Grupo Tecan facturó poco más de 70.000 euros en 2019, rozó los 300.000 en 2020 y, de acuerdo a las previsiones que manejan sus responsables, superará por primera vez el millón de euros en ventas al cierre del presente ejercicio. Aunque sin alcanzar las proporciones de estos primeros años, los planes de la empresa contemplan dar continuidad en el crecimiento de la actividad en los próximos años, lo que en la práctica implicará una nueva mudanza probablemente antes de que acabe el año.

La relación de empresas a las que atiende el Grupo Tecan incluye a alguna de los nombres más representativas de los sectores de calderería y metal-mecánico de Cantabria, en un perfil que se corresponde con el más habitual entre los que se da servicio desde sus instalaciones en Raos, una ubicación elegida precisamente por la proximidad al puerto y a buena parte de las industrias que componen la cartera de clientes de Grupo Tecan. La empresa realiza sus proyectos siempre por encargo, a partir del encargo del cliente, y fabrica bien en sus propias instalaciones o ‘in situ’, en casa del cliente. En todos los casos se trata de diseñar soluciones –tanto el propio embalaje como el trincaje y la estiba– para equipos cuyo transporte plantea exigencias de cierta complejidad, bien por su tamaño, por los requerimientos de protección o por ambas circunstancias. A partir de esas premisas, la gama de la empresa incluye una amplia gama de productos, casi todos con la madera como materia prima aunque también con el retractilado como una de las fórmulas a utilizar.

Proyectos de hasta 200.000 euros

La amplitud y heterogeneidad de la gama tienen también un reflejo en la cuantía de los proyectos y en el precio de los productos, que podrían partir de los apenas 30 euros que cuesta alguna de las cajas a los 50.000 que pueden suponer algunas de las soluciones globales realizadas por la empresa cántabra. En realidad, destaca Óscar Ruiz, el abanico de precios sería incluso más amplio, y recuerda que ellos mismos han realizado ofertas para proyectos que se acercaban a los 200.000 euros, y que finalmente no realizaron por una cuestión de plazos. Son importes que dan una idea del alcance y complejidad de la tarea que asume Tecan, que va mucho más allá del diseño y fabricación del embalaje: “Una caja puede realizarla casi cualquiera, pero asumir toda la cadena de valor del embalaje, que es lo que buscamos nosotros, es lo que permite fidelizar clientes y acometer proyectos de gran envergadura y mayor valor añadido”.

Embalajes listos para utilizar, almacenados en la nave de producto terminado.

Operar con mayores niveles de especialización permite además reducir el número de competidores y llegar a clientes más receptivos a lo que puede aportarles la empresa. A diferencia de lo que sucede con el ‘packaging’ con el que un producto llega al mercado, que tanto empresas como usuarios consideran ya como parte del valor del mismo, en la concepción del embalaje para el transporte de equipos industriales aún queda camino por recorrer en esa dirección:“Cada vez menos, pero seguimos encontrándonos con una valoración que no se corresponde con lo que podemos aportar”, admite el director de Tecan que, más allá de lo llamativas que puedan suponer algunas cifras, considera que el valor de las soluciones de protección siempre supera a su precio: “En un equipo de dos millones de euros el embalaje puede suponer 2.000 euros, que es una cantidad que podemos considerar residual para el cliente. Pero si por una mala protección o un estibaje incorrecto el equipo se golpea, los costes generados por la no calidad o la pérdida de confianza o imagen de cara a su cliente son mucho mayores”.

Los poco más de tres años transcurridos desde su fundación han servido para que Tecan haya logrado consolidar su producto en una cartera cada vez más amplia de clientes, primero en Cantabria y luego en las regiones limítrofes, sobre todo en el País Vasco.La actividad, calculan los responsables de la empresa, se concentraría en un 40% en el mercado local, repartiéndose el 60% entre Asturias, País Vasco y norte de Castilla-León. Con la actual estructura de la oferta, centrada en producto a medida de altos requerimientos, la expansión geográfica está muy condicionada por la distancia y no da pie a ir mucho más allá de donde ya ahora se trabaja. Poner un embalaje de 14 metros en Madrid, explica Óscar Ruiz, supondría afrontar costes logísticos superiores a los del propio producto, lo que lo hace inviable. Eso no significa, advierte, que en los planes de crecimiento de la empresa se descarte llegar más lejos:“No sería con el producto a medida, pero nuestra idea es poner en marcha una línea de embalajes estandarizados, que nos permitiría llegar a clientes a los que ahora no podemos atender”.

La puesta en marcha una línea de fabricación de producto estándar es una de las vías con las que los responsables de Tecan confían en dar continuidad al crecimiento de la empresa en próximos ejercicios.  También en el retractilado, los embalajes al vacío y otros productos que se fabrican en casa del cliente. Además de buscar nuevos nichos de mercado con potencial para hacer crecer la actividad, Tecan también tiene en marcha proyectos con los que busca objetivos medioambientales y de mejora de la productividad. Es el caso del proyecto Emcantos, que con una inversión de 66.000 euros y apoyo de Sodercan plantea dar uso a las virutas de madera que se generan como residuo en el proceso de fabricación, empleándolas para la producción de nuevos embalajes. Igualmente con objetivos encuadrados dentro de lo que se conoce como economía circular, la empresa se plantea contar con una caldera de biomasa en sus nuevas instalaciones, tanto para generar energía como para utilizarla en un secadero de madera propio, lo que unido a un espacio de almacenaje exterior permitiría mejorar las condiciones en las que se accede a la que es la principal materia prima en el proceso productivo de Tecan.

Las nuevas instalaciones, para las que se manejan varias alternativas en entornos cercanos al actual, permitirán además diseñar un nuevo ‘lay out’ que corrija las ineficiencias que se producen hoy en el tránsito de los materiales por las dos plantas. La mejora de la productividad es también el objetivo último del proceso de digitalización en el que se han embarcado la empresa, que permitirá tener un mejor control de procesos y tiempos y, en consecuencia, un mejor conocimiento de lo que se hace. “Hasta ahora hemos crecido mucho y muy rápido, queremos consolidar lo hecho y sentar las bases para seguir avanzando”.

La adquisición de BOD Arquitectura confirma la relevancia que la multinacional canadiense WSP concede al mercado español y refuerza la posición de su filial española, que tiene su sede en Cantabria. Desde su integración en el grupo en diciembre de 2018, la heredera de la histórica Apia XXI ha reforzado su posición dentro de las áreas de negocio donde ya tenía presencia y ha integrado otras que forman parte fundamental de la oferta de servicios de su matriz, una empresa altamente diversificada que cuenta con más de 55.000 trabajadores en todo el mundo. Los planes de WSP Spain, que con la nueva adquisición cuenta con una plantilla de 275 trabajadores, contemplan alcanzar los 500 en los próximos tres años, con la energía y el medio ambiente como principales motores del crecimiento.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2022

Como punta de lanza local de una multinacional que se cuenta entre las mayores del mundo dentro de sector, el peso de la filial española de WSP se mide más en lo cualitativo que deteniéndose en la fría objetividad de las cifras. Aunque por razones distintas, otro tanto puede decirse de la propia empresa a la que el gigante canadiense ha confiado su presencia en España, que si atendemos a alguno de las variables que dan cuenta de su actividad tiene hoy un tamaño menor al que tuvo en otros momentos de su historia pero que, por encima de esa circunstancia, no ha dejado de ganar importancia y presencia en el mercado desde su integración en el grupo. WSP Spain, que como heredera de la ingeniería Apia XXI mantiene su sede en Cantabria, tutela desde 2018 el desembarco de la multinacional canadiense de consultoría e ingeniería, un proceso que ha supuesto mantener aquellas áreas de negocio en las que las que Apia XXI era ya una referencia, potenciar otras que tenían una presencia más o menor residual en su catálogo e incorporar productos y servicios co los que nunca antes había trabajado. También ha obligado a hacer renuncias en mercados exteriores en los que tenía ya una notable implantación, pero a los que dan servicio otras filiales de su matriz. Todo ello, el ensanchamiento de la oferta y la concentración en el mercado nacional, aporta el marco estratégico que explica la compra de BOD Arquitectura, una operación formalizada el pasado mes de mayo que supone reforzar el área de edificación de la empresa y afianzar, por la vía de los hechos,  la posición de la filial española dentro del grupo.

Manuel Pérez, gerente de WSP Spain, en la sede de la empresa en el Pctcan.

Dentro de ese proceso de diversificación de negocio acometido por la filial española de WSP, la adquisición de BOD supone un paso adelante en una de las áreas de negocio con mayor peso en el mercado español, pero  también una de las que menos relevancia habían tenido dentro del mix de producto de la antigua Apia. Con la integración del estudio de arquitectura madrileño, la edificación –lo que en la terminología de la multinacional se identifica como Property & Buildings– pasa a suponer en torno al 30% de la facturación de WSP Spain, igualando al área de transporte e infraestructuras sobre el que la ingeniería cántabra había asentado su negocio. El resto de la actividad de WSP Spain se reparte en proporciones similares entre las tres líneas hoy con menor protagonismo numérico dentro de su oferta, pero también con un mayor potencial de crecimiento dentro de los planes de la empresa: medio ambiente, energía y el área de consultoría y asesoría.

“Si tenemos en cuenta nuestro tamaño, seguimos siendo una parte muy pequeña dentro de WSP, pero la compra de BOD Arquitectura es una operación cualitativamente muy importante”, destaca Manuel Pérez, director general de WSP en España y Portugal, que incide en lo que esa actuación tiene de refuerzo del trabajo realizado desde que en diciembre de 2018 se produjese la integración en la multinacional canadiense: “Les gusta lo que hacemos y les gusta el país, que esperan que también cuantitativamente sea en el futuro más importante de lo que es hoy”. La ingeniería cántabra se incorporó a WSP al adquirir esta a la estadounidense Louis Berger, de la que formaba parte la antigua Apia XXI desde 2013. La etapa de Louis Berger supuso la primera experiencia dentro de una multinacional, pero en la práctica, y sobre todo en lo relacionado con la actividad y los mercados que se atendían, implicó un cambio mucho menor del que supuso la integración en WSP: “Aquella era una ingeniería clásica, orientada como nosotros hacia las infraestructuras y el transporte, y con la que continuamos un proceso de internacionalización en el que ya estábamos, con WSP nos encontramos con una plataforma mucho más ancha, con más servicios y más extendida por todo el mundo”, recuerda Manuel Pérez, que destaca las implicaciones que eso tuvo para la empresa: “Nos dijeron que olvidásemos la expansión internacional y que nos centráramos en el desarrollo de los nuevos productos en España. Es otra visión”.

Desprenderse de todo el negocio internacional –que en 2017 aportaba el 80% de la facturación de la empresa– supuso pasar de una plantilla de más de 500 trabajadores a otra de menos de 200, con una reducción de las ventas que se movió en proporciones más o menos equivalentes. A partir de ahí, y a partir de premisas completamente distintas de las seguidas hasta entonces, se sentaron las bases para retomar el crecimiento.

Con la incorporación de BOD Arquitectura, la filial española de WSP cuenta con 275 trabajadores, la mayor parte de ellos en su sede cántabra. Los planes de la empresa contemplan dar continuidad al incremento en volumen de negocio y plantilla, hasta alcanzar los 500 trabajadores cuando acabe el año 2024. Para llegar a ese objetivo se contempla tanto el crecimiento orgánico como el corporativo, a través de operaciones similares a la realizada con la adquisición de la empresa madrileña: “Será una combinación de ambos. Estamos convencidos, porque lo estamos viendo, de que las áreas de energía y medio ambiente vana a crecer mucho, pero es difícil que solo con eso consigamos llegar a donde nos planteamos. No va a ser mañana, porque hay que integrar lo que compras, pero estoy seguro de que habrá más adquisiciones”, asegura el director de WSP Spain.

WSP Spain cuenta con una plantilla de 275 trabajadores, la mayor parte de ellos en su sede de Cantabria.

Manuel Pérez explica la transformación acometida en estos años por la empresa como el paso de una actividad centrada en la definición, a otra en la que la clave es el asesoramiento, o también, en una terminología emparentada con la informática, la conversión desde lo ‘hard’ –la pura ingeniería– a lo ‘soft’: la aportación de soluciones desde un punto de vista integral. Con un sector de la ingeniería de infraestructuras y edificación que en España es especialmente competitivo, y que opera en un mercado maduro y de estrechos márgenes, el principal impulso debería llegar de las áreas de energía, medio ambiente y de la asesoría/consultoría. “El área medioambiental está teniendo ya un crecimiento enorme y en energía, aunque la aportación en facturación no es muy grande, trabajamos en proyectos muy relevantes y de altísimo valor añadido”, destaca el director de WSP Spain, refiriéndose a actuaciones en las que trabaja para los sectores eólicos, solar, plantas de baterías, biocombustibles o hidrógeno. Además de encontrar ahí buena parte del potencial sobre el que asentar el crecimiento en los próximos años, Manuel Pérez otorga un valor estratégico a equilibrar la aportación de las diferentes áreas de negocio que componen el catálogo de la empresa, un factor que considera clave para alcanzar ese primer objetivo del medio millar de trabajadores, y una facturación en el entorno de los 40 millones de euros, cotas que considera acordes con lo que correspondería a un mercado del tamaño del español.

El papel que jugaría el centro de trabajo cántabro de WSP Spain sería el acorde con su condición de sede de la empresa y con sus vínculos con la región en la que hunde sus raíces la compañía: “Lo normal es que sigamos incorporando delegaciones fuera de Cantabria, pero lo emocional es importante y nadie se plantea no estar aquí, que es algo que además nos aporta una singularidad que es muy positiva”, asegura Manuel Pérez. Dentro del crecimiento que prevén los planes de la filial española de WSP, explica, Cantabria también debería tener una cuota proporcional a la del conjunto, tanto en trabajadores como en facturación: “Uno de los principales retos para crecer con los que nos vamos a encontrar los próximos años es la capacidad para captar y atraer talento. Para eso va a ser importante la relación que mantenemos con la Universidad de Cantabria, que es mucho más estrecha de lo que podría ser en una región más grande”, concluye.

El presidente de la Asociación Cántabra de Vehículos de Transporte Concertado o con Conductor (VTC), Aurelio Crespo, aboga por una movilidad alternativa en la que asegura hay espacio para todos los modos de transporte. A la espera de que Cantabria empiece en unos días a sentar las bases de la legislación autonómica que regule el sector y supere el ultimátum normativo que se cierne sobre los servicios que prestan en las ciudades. El también propietario de la empresa Armoni Car pide un marco regulatorio semejante al aprobado en la Comunidad de Madrid. “Ese es el espejo en el que debemos de mirarnos”, sostiene convencido de que esta actividad tiene por delante un futuro muy prometedor en la región.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Julio 2021

La movilidad en las ciudades está cambiando a un ritmo nunca antes visto. De la mano de la digitalización y los avances tecnológicos, la mayoría de las urbes están apostando por un nuevo ecosistema en el que día a día ganan espacio sistemas de transporte alternativos a los convencionales y, singularmente, al uso del vehículo propio como principal medio de transporte. Este necesario proceso hacia soluciones más limpias y sostenibles de viajar ha dado pie no solo a la creciente electrificación del parque móvil, ya sea público o privado, sino también al uso compartido de vehículos, bicicletas, scooters, patinetes eléctricos y otros servicios que compiten con los tradicionales modos de transporte urbano. Una movilidad alternativa y conectada en la que de un tiempo a esta parte también luchan por hacerse un hueco los vehículos de transporte con conductor (VTC), un sector en constante expansión y con un futuro prometedor, según estima Aurelio Crespo, presidente de la Asociación Cántabra de VTC y propietario desde hace más de una década del Grupo Armoni Car dedicado a ofrecer servicios de alquiler de vehículos con conductor en la región.

“En un escenario en el que los coches privados cada vez van a tener más complicado acceder a los centros urbanos, es evidente que la sociedad va a demandar, y demanda ya, nuevas formas de moverse en la que estoy convencido de que cabemos todos”, vaticina Crespo en alusión al grave conflicto que hace años mantuvo enfrentados a los VTC con el sector del taxi, que se quejaba de que la falta de una normativa que regulase la actividad de los primeros beneficiaba claramente a este tipo de vehículos,  cuya presencia en las calles aumentó de forma exponencial en unos pocos años. De hecho, según reconoce Crespo, en Cantabria existen actualmente 531 licencias de taxi y unas 186 de VTC, lo que da una proporción de un vehículo VTC por cada 2,8 taxis, si bien puntualiza que alrededor de 80 de estas licencias operan fuera de Cantabria.

Uno de los VTC que opera en Santander, abanderado por Cabify y propiedad de la empresa Armoni Car, dedicada al alquiler de vehículos con conductor.

Para tratar de superar el problema, el Gobierno aprobó en septiembre de 2018 un Decreto Ley –el conocido como Decreto Ábalos– con el que pretendía limitar de alguna forma la actividad de los VTC y, de paso, proteger al sector del taxi tradicional, un gremio históricamente muy regulado en España.  La nueva norma impuso que a partir de entonces debía de cumplirse la proporción de un VTC por cada 30 taxis y que las licencias excedentes solo podrían prestar servicios interurbanos, pero no dentro de las ciudades, que es donde a la postre este tipo de vehículos llevan a cabo más del 90% de sus servicios a través de las plataformas Uber o Cabify.

Con el fin de evitar indemnizar económicamente a las empresas de VTC que se vieran afectadas por esta medida, el Gobierno decidió concederles una moratoria de actividad durante un periodo de cuatro años –hasta octubre de 2022–, que puede prorrogarse por otros dos si los titulares de estas licencias demuestran que el daño ocasionado es mayor que el previsto en su momento por el Ejecutivo.

Fin de la moratoria

A falta de unos pocos meses para que venza este plazo, a las empresas de VTC solo les queda agarrarse al Tribunal Constitucional, al que han pedido que se pronuncie sobre esta norma al considerar que el periodo indemnizatorio calculado por el Ministerio de Transportes es incorrecto –si el Alto Tribunal no se pronunciara antes de octubre, el sector ya ha anunciado que reclamará medidas cautelares–, o esperar a que las autoridades locales o autonómicas, a las que el Gobierno central les cedió las competencias sobre la materia, lo regulen de otra manera. Esto es, precisamente, lo que ya han hecho algunas comunidades, incluida Madrid. “Ese es el espejo en el que tenemos que mirarnos”, precisa Crespo anticipándose así a la reunión que, según anuncia, mantendrá con la Dirección General de Transportes del Gobierno cántabro el próximo 9 de junio para sentar las bases del primer borrador de la futura normativa regional.

Aurelio Crespo, presidente de la Asociación Cántabra de Vehículos de Transporte Concertado o con Conductor. En la carretera, uno de los automóviles que presta este servicio en Cantabria.

¿Y qué establece la legislación madrileña? “Un marco regulatorio que delimita las condiciones de los servicios que podemos ofrecer unos y otros pero en el que cabemos todos”, insiste en precisar este empresario titular de 24 licencias de VTC y de otras dos de taxi en Santander. Básicamente –explica Aurelio Crespo–el proyecto de ley de la Comunidad de Madrid aprobado el pasado 4 de mayo estipula que los vehículos de transporte con conductor no pueden acceder a las condiciones reservadas en exclusiva al taxi, como son la recogida en la calle a mano alzada o las paradas específicas, y que sus servicios deben ser previamente contratados.

En esa precontratación a precio cerrado radica, precisamente, la principal diferencia entre el taxi y un VTC, resalta Crespo antes de aclarar que los precios de estos últimos fluctúan en función de la demanda. “A mayor demanda, lo que suele ocurrir los fines de semana, mayores precios”, admite este empresario que espera cerrar el ejercicio con una facturación cercana a los dos millones de euros en su empresa. A juicio de este emprendedor que hace once años se hizo cargo del Grupo Armoni Car, que por aquel entonces contaba con una flota de cinco vehículos y al que hace apenas dos años, en plena pandemia, sumó dentro del mismo paraguas empresarial la sociedad Milenium Movilidad, los taxis y VTC actuales son suficientes para satisfacer las necesidades de movilidad de Cantabria.

En su análisis del sector, Crespo rememora que Santander fue hace poco más de tres años –en abril de 2019– la primera ciudad española en donde los usuarios pudieron elegir desde la aplicación de Cabify entre un servicio VTC o un taxi tradicional. Entonces, recuerda, su empresa empezó a prestar este servicio integrado con tres vehículos y en la actualidad ya son 25, “pero no solo míos, sino también de otros partners”, aclara.

Previsiones de crecimiento

Según sus estimaciones, el crecimiento de este tipo de vehículos llegará a estabilizarse en torno a los 40 o 45 durante los meses estivales de mayor demanda, una cifra que reduce a la mitad en temporada baja. “Quizá este verano aún no alcancemos estos números, pero las proyecciones del estudio que se ha realizado sobre el sector así lo apuntan”, explica.  Aunque la mayor demanda de este tipo de vehículos se registra en horario nocturno y durante los fines de semana, el presidente de la Asociación Cántabra de VTC sostiene que el incremento de usuarios durante la jornadas diurnas está siendo igualmente exponencial. “Estamos creciendo a tasas del 5% mensual. Además de personas jóvenes, ejecutivos y empresarios que viajan, el perfil más habitual de cliente, entre nuestros usuarios también hay personas de avanzada edad que se han dado cuenta de que la aplicación móvil para contratar estos servicios es muy fácil de usar”, reconoce.

Si bien admite que los trayectos dentro de las ciudades son los más demandados, Crespo apunta a que su empresa, que cuenta con una plantilla próxima a los cuarenta trabajadores, de los que 32 son conductores, también presta otros servicios. Así, y además del habitual traslado al o desde el aeropuerto cántabro, Armoni Car ofrece servicios en vehículos con conductor para bodas, despedidas, asistencia a congresos,  desplazamientos privados o para realizar rutas turísticas.

La subida en el precio de los combustibles

Una cartera de servicios que en la actualidad prestan en un contexto de “incertidumbre total” por culpa de la escalada de los precios de los combustibles, según asume con preocupación. “De promedio, los costes de carburante se han incrementado más de 200 euros al mes por vehículo, una subida que, de momento, aún no hemos repercutido en nuestros clientes. Pero evidentemente está resultando una situación muy difícil de gestionar. El Gobierno aprobó para todas las empresas de movilidad una ayuda de 300 euros por vehículo hasta mayo. Pero no sabemos que va a ocurrir a partir de junio. Estamos a la espera de lo que decide el Ejecutivo central”, concede.

A este complicado escenario, Crespo añade los problemas de suministro en algunos componentes de los automóviles, especialmente los microchips que, según anuncia, están comprometiendo la renovación o el aumento de su flota. “Ya lo hemos sufrido este año. Por ley, los VTC no pueden tener una antigüedad superior a los diez años. En nuestro caso, los renovamos cada siete. La mayoría de nuestros vehículos son Toyota, pero este ejercicio hemos tenido que adquirir cuatro vehículos de la marca Suzuki, que comparte mecánica con Toyota, porque éstos no tenían stock y nos daban de plazos de entrega superiores a los seis meses”, expone sobre este problema que, según plantea, aún podría complicarse más en caso de que algún vehículo sufriera una avería o un siniestro.

Pese a todo, el propietario de Armoni Car y presidente de la Asociación Cántabra de VTC se muestra muy optimista sobre el futuro del sector en Cantabria. “Estamos en una comunidad que está creciendo turísticamente, al igual que las restantes del norte de España. El cambio climático va a suponer que los viajeros huyan cada vez más del calor extremo del las regiones del sur y busquen destinos más templados. Pero si vendemos una Cantabria moderna y llena de oportunidades turísticas, también tenemos que tener unos servicios adaptados a las necesidades de movilidad alternativa que plantea el siglo XXI”, concluye esperanzado.