Iñaki Calvo, director general de SEG Automotive y presidente del Grupo de Iniciativas Regionales de Automoción (GIRA, el clúster que agrupa a los fabricantes cántabros de componentes para el automóvil) repasa en esta entrevista la actualidad de un sector que, según explica, atraviesa por un momento de especial incertidumbre. Asegura que el mayor riesgo de cierres en la industria se cierne sobre las pymes que no pueden trasladar a sus clientes los incrementos de costes energéticos; sostiene que Europa vive un momento dulce para tratar de reindustrializarse y reducir su dependencia de los países asiáticos y afirma que el vehículo eléctrico no tiene, al menos de momento, el recorrido que se esperaba. A su juicio, el pack ideal en el tránsito hacia el vehículo verde es un híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Pregunta.– Atesora cerca de tres décadas de experiencia en el sector de la automoción. ¿Alguna vez había vivido tiempos tan convulsos?
Respuesta.– La verdad es que solo recuerdo cuando en octubre de 2008, con motivo de la crisis financiera, sufrimos un mes dramático con caída de miles de pedidos de clientes de una semana para otra. Entonces tuvimos que tirar de la flexibilidad que teníamos en la fábrica, pero ni siquiera eso fue suficiente y tuvimos que tomar más medidas. La verdad es que desde la pandemia la coyuntura ha sido complicada. La salida a esta crisis sanitaria fue diferente en cada continente, por lo que la situación de los contenedores variaba de un sitio a otro: en unos estaban de vuelta y en otros llenos esperando a que se reactivaran los sectores. A partir de ahí, se disparó el precio de los fletes y el de las materias primas, en un principio del acero con el cierre de varias fábricas en China, lo que provocó un efecto dominó que terminó afectando a otras materias primas hasta que llegamos a agosto de 2021, con la crisis de los semiconductores, en que nos dimos cuenta de que la situación se agravaría aún más que en el primer año del covid, como así fue. De hecho, las ventas de coches en Europa el pasado año fueron inferiores a las de 2020. Hemos llegado así a este año, donde la guerra de Ucrania y el tema de los costes y suministros energéticos ha desajustado toda la economía mundial. De ahí que posiblemente 2022 sea, en cuanto a cifras de ventas en Europa, peor incluso que 2021.

P.– Una tormenta perfecta –incremento de los costes logísticos, energéticos y de materias primas, a los que hay añadir los problemas de suministro– a la que aún no se le atisba el final. ¿O sí?
R.– Ahora mismo no veo el final. Aquí se mezclan varias cuestiones. Una vez que se superen los problemas en las cadenas de abastecimiento lo próximo que toca es salvar la situación de incertidumbre del mercado, que en gran medida parte de los propios usuarios finales del vehículo que no saben qué comprar. Por tanto, en el sector del automóvil, además del problema de suministros, tenemos nuestra propia tormenta perfecta provocada por la política europea y nacional de maldecir el diésel y el vehículo de combustión interna.

P.– Diferentes empresas y plantas de la región han vuelto a anunciar parones en su producción por culpa del elevado precio de la energía. ¿Hay riesgo cierto de cierres en la industria?
R.– Para mí el riesgo más importante es el cierre de las pequeñas y medianas empresas por no poder trasladar a sus clientes finales los incrementos de costes. Ese es el gran riesgo. Además, con toda la política anunciando en 2035 el fin del motor de combustión interna si, como nos ocurre en esta fábrica, te dedicas realmente a este tipo de motores, va a haber una competitividad terrible en todos los proveedores de piezas. Y cuando digo terrible es que solo van a sobrevivir unos pocos. Solo quedará un proveedor para cada pieza porque no habrá demanda para más.

P.– La excesiva dependencia de materias primas procedentes de China ha dejado en evidencia las debilidades del sector productivo europeo. ¿Es el pecado de la globalización?  ¿Europa necesita reindustrializarse?
R.– Sí. Hemos aprendido pocas lecciones con la pandemia. Si hay algo que ha quedado claro tras esta crisis es el proceso de desindustrialización y la alta dependencia que tenemos del mercado asiático y en especial de China. Nosotros somos, en este sentido, unos sufridores natos. Ahora, sin embargo, estamos en un momento dulce para cambiar esta tendencia y realmente volver a traer las plantas de producción a Europa. Hay dos factores importantes que juegan a nuestro favor. De un lado, el incremento de los fletes marítimos; de otro, la caída del euro frente al dólar –la mayoría de los contratos con los proveedores de Asia están firmados en la moneda norteamericana–. Estas dos condiciones pueden ayudarnos a compensar los mayores costes laborales que existen en Europa. En nuestra fábrica, por ejemplo, el 60 por ciento de los materiales proceden de China. Creo que algo se está haciendo, pero no al ritmo que yo esperaba.

P.– El 2,7% de los automóviles que circulan por España cuentan con la etiqueta Eco, según datos de la patronal Anfac. ¿Vamos bien o demasiados lentos?
R.– Si además de los eléctricos puros se suman los híbridos, le diría que vamos lentos porque nosotros somos fabricantes de equipos híbridos no enchufables en 48 voltios para todos los grandes fabricantes de Europa. Se ha promovido poco y, además, hay poca información.

Iñaki Calvo, junto a la directora de NMS, Ixone Busturia; el alcalde de Bárcena de Cicero, Gumersindo Ranero y el consejero de Industria, Javier López Marcano, durante la visita de este último a la fábrica de SEG Automotive en Treto para presentar el proyecto de fabricación de componentes para motos eléctricas.

Curiosamente, los ciudadanos no distinguen entre los diferentes tipos de hibridación. Este es uno de los principales problemas al que nos enfrentamos en el mercado español y europeo. Si vas a adquirir un coche, casi tienes que hacer un máster porque no sabes si vas a comprar un híbrido no enchufable de 12 voltios o de 48, un híbrido enchufable o un híbrido Toyota, por ejemplo. Si me pregunta cuál es la tecnología a corto y medio plazo más eficiente para reducir los niveles de emisiones, le diría que la mejor opción es el híbrido no enchufable de 48 voltios y con combustibles sintéticos libres de NO2 y bajos en CO2. Ese sería para mí el ideal para el periodo de transición hasta el coche verde completamente eléctrico, que ahora mismo no considero sea una alternativa en la mayoría de los casos. Sigue siendo un coche de ciudad, con escasez de puntos de recarga y con tiempos de recarga altos. Además, existe una incertidumbre en el precio del kilovatio que hace que el coche eléctrico no tenga, al menos a corto plazo, el recorrido que se esperaba y espera el Gobierno, a pesar de todos los incentivos que está dando. Hay una frase de un periodista español, que es cierta, que dice que el motor de diésel es el motor de cuco. Una de las máquinas más perfectas que existen es el motor diésel. Además, es del orden del 10% más eficiente que un motor de gasolina. Su problema son los óxidos de nitrógeno. Por eso, los combustibles sintéticos deberían ayudarnos en este tema. Creo que los niveles de consumos en un motor diésel con adblue –para reducir las emisiones de NO2– y de tecnología híbrida no enchufable serían realmente aceptables para un periodo de transición. 

P.– El Gobierno y la mayoría de fabricantes llevan años apostando por la electrificación del parque automovilístico. ¿El precio y la menor capacidad de renta de los españoles siguen siendo los principales frenos para su expansión o hay otros?
R.– Bueno, ya le he comentado antes algunos de los problemas a los que se enfrenta el coche eléctrico. Pero es cierto que, para el mismo tamaño, el coche eléctrico es más caro que el de combustión interna. Y eso a pesar de que tiene muchas menos piezas. ¿Es realmente el futuro? Pues depende de cuándo sea el futuro. Es verdad que tiene una serie de prestaciones mejores que el de combustión, pero no lo veo tan a corto plazo como lo ve la Unión Europea.

P.– Hasta ahora, la hibridación se ha demostrado como un buen paso en esa obligada transición hacia un vehículo menos contaminante. Los coches híbridos, ¿tienen aún larga vida por delante?
R.– En la categoría de los híbridos no enchufables, sí creo que tienen aún recorrido. Pero si me habla de los híbridos enchufables, que son en los que piensa todo el mundo, existe una nueva normativa europea sobre emisiones más estricta –LWTB– que hace que no sean ya tan beneficiosos. Si yo estuviera en la UE, mi pack sería un coche híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

P.– Hay quien considera que la nueva movilidad a medio plazo descansará en mayor medida en el coche de hidrógeno, un material muy abundante en el planeta. ¿Lo comparte?
R.– Bueno, hay dos cuestiones previas. Está claro que el hidrógeno es uno de los combustibles más extendidos por el planeta. Pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de hidrógeno verde es un proceso muy ineficiente, porque al final es una electrolisis, que es de baja eficiencia. Con todo, es cierto que puede ser un combustible alternativo. De hecho, ya hay coches que circulan con hidrógeno. Pero no podemos olvidar que llevan un recipiente a muchos, muchos bares de presión. Y si hay un accidente podría ser un gran problema, aunque creo que el hombre será capaz de superar estas cuestiones.

P.– El coche 100% ecológico no existe. ¿Hay alguna tecnología o nuevos materiales que puedan poner en entredicho esta afirmación?
R.– Si hablamos de reutilización o recuperación de todos los materiales que lleva un coche, ya hay varias iniciativas de economía circular para recuperar los vehículos antiguos y volver a ponerlos en la calle. Lo que no tengo claro es si, cuando hablamos de estos proyectos, se va a tratar el tema de emisiones. Porque no tendría sentido que con estas iniciativas mantuviéramos los actuales niveles de emisiones. Al final, creo que se va poder reciclar un alto porcentaje de los materiales usados. El reciclaje es una opción.

P.– ¿Cómo diría que está posicionado el sector de componentes de automoción de Cantabria para esa transición hacia el vehículo eléctrico, al hidrógeno o, en general, hacia las tecnologías alternativas al motor de combustión?
R.– En GIRA estamos adoptando líneas de trabajo para ser ‘mobility solutions’. Hay que cambiar el concepto del automóvil y las empresas que nos dedicábamos al automóvil nos tenemos que dedicar a la movilidad. ¿Qué diferencia hay? Hasta ahora hacíamos componentes de vehículos –las partes físicas y tangibles, que generalmente son mecánicos– y a partir de ahora los vehículos tienen componentes diferentes de la mecánica para resolver cuestiones como la conectividad. El gran cambio y el gran reto para el sector en Cantabria es ese: empezar a hablar de movilidad y no de automoción. Y para ello deberemos implicar al resto de agentes, como la Universidad de Cantabria, para potenciar las nuevas tecnologías de ‘software’ y ‘hardware’.

Iñaki Calvo , durante la entrevista.

P.– En este sentido, ¿cómo valora la importancia –o dependencia– que para el sector de componentes de automoción tiene una empresa como SEG Automotive, que ha sido el tradicional motor para numerosos proveedores de la región?
R.– Si hablamos a nivel de Cantabria, la influencia de SEG Automotive no solo se mide en términos de PIB regional –espera cerrar el año en torno a los 370 millones de euros de facturación– o de ocupación directa –emplea a unos 720 trabajadores–, sino sobre todo por el efecto tractor que ejerce en nuevas tecnologías en desarrollo. Esta fábrica lleva ya tres años trabajando para implantar ese salto del que antes hablaba de la automoción hacia la movilidad. Un ejemplo es la centralita de control del vehículo, presentada hace una semanas. Pero no nos quedamos ahí. En esta movilidad nueva que viene también hablamos de la bicicleta eléctrica. Tenemos ya un motor de bicicleta eléctrica, pero solo es un paso más. Por lo tanto, el efecto para el resto de las empresas de Cantabria es ese: tirar de las necesidades que tengamos en temas como el ‘software’ o el hardware. Queremos llevar la iniciativa y ver las sinergias que existen dentro de GIRA para desarrollar los nuevos procesos para estas nuevas necesidades de movilidad. Y tenemos una ventaja muy clara frente a otros clúster de España: ningún miembro es competencia de otro.

P.– El Grupo de Iniciativas Regional de Automoción (GIRA) se ha demostrado fundamental para participar o promover proyectos colaborativos más ambiciosos, incluso más allá de nuestras fronteras. ¿Satisfecho de los resultados cosechados hasta la fecha?
R.– Sí. Pero lo nuevo que tenemos en mente es mucho más ambicioso en cuanto a tener proyectos en común. Todo lo que desde SEG Automotive podamos dar al tejido industrial cántabro, se lo vamos a dar.

P.– La automoción tiene un gran peso específico dentro del PIB industrial de Cantabria. Pese a ello, no existe un centro de I+D exclusivo dedicado al sector, tal y como reclaman ustedes.  ¿Es esta una de nuestras mayores debilidades?
R.– No, no lo considero una debilidad. Está el Centro Tecnológico CTC y la Universidad de Cantabria, con los que colaboramos habitualmente. Sí es verdad que hay institutos como Tecnalia, en Vizcaya, pero no creo que todos los territorios tengamos que tener un centro de estas características. Lo que hay que hacer es colaborar más entre ellos y especializarse mucho más.

P.– Las principales industrias de la región, como la propia SEG Automotive, son multinacionales que dependen de decisiones tomadas a miles de kilómetros de distancia. ¿Cómo se convive con eso?
R.– En nuestro caso, la reciente huelga del metal en Cantabria ha supuesto un gran problema y ha tenido un indudable impacto a nivel reputacional con clientes internacionales muy importantes. Que el sector esté parado 21 días supone una clara pérdida de imagen y de competitividad, no solo económica. Pese a ello, lo que sí es cierto, y así nos lo reconocen, es que esta fábrica de Treto es un centro de conocimiento. Sesenta años de fábrica avalan que somos un centro de ‘know how’ importante.

P.– De otro lado, actores destacados de la industria regional señalan que las necesidades más urgentes del sector industrial pasan por superar la falta de personal cualificado; mejorar la competitividad en temas como la conectividad, infraestructuras o el precio de la energía; generar nuevas oportunidades, promoviendo el emprendimiento o incluso la simplificación administrativa; y facilitar que la industria tradicional y las empresas que ya están consolidadas ganen en tamaño. ¿Es también el caso de la automoción?
R.– Diría que en este sector no sufrimos la falta de conocimiento. De hecho, hemos hecho retención de talento y hemos conseguido que trabajadores cántabros cualificados que estaban en Madrid o Barcelona retornen a Cantabria. De lo que más me quejaría es del precio de la energía. Incluso antes de la actual situación ya era un problema. Es sin duda un tema que deberíamos solucionar. Además, creo que la reforma laboral ha supuesto la pérdida de flexibilidad laboral que siempre hemos necesitado en un sector como la automoción.

Álvaro Herrero, presidente de la Comisión de Industria de la Cámara de Comercio de Cantabria, cree que la industria cántabra necesita superar cuanto antes la falta de personal cualificado, mejorar su competitividad, generar nuevas oportunidades y facilitar que las empresas ya consolidadas ganen en tamaño. El también director de proyectos de automoción de Industrias Jacinto Herrero reclama una estrategia energética de país y aboga por reforzar la indispensable colaboración publico-privada para superar los problemas que pueden impedir a España y Cantabria aprovechar la ola reindustrializadora que augura para Europa.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Junio 2022

Tras poco más de un año al frente de la Comisión de Industria de la Cámara de Comercio de Cantabria, Álvaro Herrero sostiene que la industria cántabra necesita superar cuanto antes la falta de personal cualificado, mejorar su competitividad, generar nuevas oportunidades y facilitar que las empresas ya consolidadas ganen en tamaño. Convencido de que Europa va a vivir un movimiento de reindustrialización que puede beneficiar al sector, apela a crear suelo industrial a precios competitivos y apuesta por la implantación de la tecnología 5G. El también director de proyectos de automoción de Industrias Jacinto Herrero teme que lo peor del incremento de los precios de la energía y del gas aún esté por llegar, por lo que reclama una estrategia energética de país, aboga por reforzar la indispensable colaboración publico-privada y defiende que los fondos europeos son la gran oportunidad para garantizar el futuro industrial en la región.

Pregunta.– Algunos expertos opinan que la industria en Cantabria está perdiendo protagonismo. ¿Comparte esta visión?
Respuesta.– Sí. De todas formas, se trata de una cuestión general de la economía española. El peso de la industria nacional está yendo a menos y no lo logro entender. Porque el sector industrial es una fuente de empleo estable y cualificado y una vía de solución a los problemas que tenemos. En el caso de Cantabria, donde la pérdida de PIB industrial es más acusada, confío en que, al ser una comunidad pequeña, cualquier proyecto que surja tenga un impacto positivo a corto plazo.

P.– ¿Cuáles son, a su juicio, las necesidades más urgentes a las que se enfrenta el sector industrial en la región?
R.– Para mí hay cuatro cuestiones básicas: la falta de personal cualificado, tanto de FP como universitario; mejorar la competitividad industrial en temas como conectividad, infraestructuras o precio de la energía; generar nuevas oportunidades, facilitando el emprendimiento o incluso la simplificación administrativa; y facilitar que la industria tradicional y las empresas que ya estamos consolidadas ganen en tamaño, ya sea mediante suelo industrial o la transformación digital de las compañías. Estos son, a mi juicio, los cuatros pilares o focos en los que deberíamos volcar nuestros esfuerzos

P.– ¿En qué sectores industriales cuenta Cantabria con mayor potencial de desarrollo y crecimiento?
R.– Creo que estamos en un momento clave en el que se va a producir un movimiento de reindustrialización en Europa a todas las escalas. Hemos vivido situaciones de incertidumbre, paradas de producción y muchos problemas que han sacado a la luz que igual nos hemos pasado de frenada en la globalización. Y que en ocasiones se pone en riego las cadenas de suministros. Por eso, estimo que va a haber una relocalización de las industrias estratégicas y eso nos va a beneficiar. Yo le puedo hablar de mi sector, el de automoción, que tiene un importante peso específico en la industria de Cantabria y que, además es tractor de otras industrias, como las TIC. Creo que va a haber un crecimiento de las industrias que ya estamos aquí.

P.– ¿El polígono de La Pasiega está llamado a marcar un antes y un después en el desarrollo industrial de Cantabria?
R.– La Pasiega será bueno para Cantabria en tanto pueda ser un proyecto estratégico en la actividad portuaria y logística de la región. Pero decir que va a haber un antes y un después me parece un poco exagerado.

P.– En este sentido, ¿hasta qué punto la falta de disponibilidad de suelo industrial representa un problema que condiciona las posibilidades de crecimiento y supervivencia de la industria de Cantabria?
R.– Lo es. Hay un déficit importante de suelo industrial en Cantabria. Estamos en una posición de desventaja competitiva con relación a las comunidades limítrofes. Por ejemplo, el precio del metro cuadrado en Burgos está en torno a los 40 euros; en Vitoria, alrededor de los 65 euros; y en Aguilar de Campoo prácticamente te ponen el suelo gratis. En Cantabria, sin embargo, el precio está entre los 100 y 120 euros el metro cuadrado. ¿Puede ser factible aprovechar los terrenos de Sniace o la ampliación del polígono industrial de Guarnizo, que es otra de las posibilidades que se están planteando? Sí, siempre y cuando sea a un precio competitivo. Si no, perderemos la oportunidad porque hay muchas empresas que no pueden acometer esas inversiones para crecer.

P– ¿La mejora de las infraestructuras de comunicaciones sigue siendo una asignatura pendiente en el desarrollo industrial de Cantabria?
R.– Va a ser una ventaja competitiva en el futuro. Hablamos tanto de las digitales como de las físicas. En las digitales, creo que tenemos que hacer una apuesta firme por la implantación de la tecnología 5G en Cantabria, que va a ser una ventaja competitiva a nivel industrial. En cuanto a las físicas no debemos perder la oportunidad del corredor del Atlántico, por lo menos conectarnos de alguna manera con Bilbao y de ahí con el resto. Además, contamos con un buen puerto y un buen aeropuerto.

P.– El elevado coste de la energía y del gas ha comprometido durante los últimos meses la actividad de no pocas empresas, algunas de las cuales se han visto obligadas a modular sus producciones. ¿Se está recuperando la normalidad?
R.– No. Es más, creo que aún puede venir épocas peores. Al final, Europa tiene una dependencia energética muy fuerte del gas ruso. Y ahora mismo la estrategia europea pasa por buscar fuentes alternativas, que no es fácil. Eso va a requerir de tiempo y probablemente haya problemas para ajustar la demanda, lo que provocará picos de precios que nos van a seguir afectando. Esto no es cosa de unas semanas o meses. Mi empresa no es electro intensiva, por lo que no tengo mucha más información, pero creo que aún queda tiempo por delante hasta que se normalice la situación.

P.– ¿La eficiencia energética en las pymes y grandes empresas industriales ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación?
R.– Ya lo era antes de que se registraran los picos en los precios de la energía. La industria en general lleva ya tiempo apostando por proyectos de ahorro energético y autoconsumo. Lo que ocurre es que en 2020 el precio del kilovatio hora en Alemania estaba a la mitad que en España. Frente a eso, no existe estrategia de eficiencia que lo equilibre. Lo que falta realmente es una estrategia energética a nivel país.

P.– El sector de las tecnologías de información y las comunicaciones (TIC) cántabro es estratégico por su capacidad de innovación y desarrollo de nuevos productos y funcionalidades con aplicaciones en multitud de sectores productivos, incluidos la automoción o la economía circular. ¿Lo suscribe?
R.– Sí, por supuesto. Es un sector muy transversal que ayuda no solo al industrial sino también al de servicios e incluso al sector primario. Sin duda va a ser un generador y palanca de nuevas oportunidades y de nuevos empleos.

P.– ¿Cree que el futuro industrial de la región a medio plazo descansará en gran parte en la economía azul?
R.– Como región tenemos que estar abiertos a cualquier innovación industrial que se pueda producir, máxime cuando contamos con recursos que pueden ser potencialmente buenos para ello. Pero creo que también hay que seguir poniendo el foco en la industria tradicional, que es la que actualmente está sustentando toda la actividad industrial. No podemos perder el foco de lo que actualmente está dando riqueza a la región. Obviamente hay que apoyar todas las iniciativas, pero creo que ambas son necesarias y complementarias entre sí.

P.– ¿Los fondos europeos dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia son la gran oportunidad para la reindustrialización de Cantabria?
R.– Son la gran oportunidad. De hecho, creo que en los próximos tres años nos jugamos el futuro de los siguientes veinte de Cantabria. Por tanto, pongámonos a trabajar conjuntamente –empresas, administraciones, instituciones y sociedad– y eficientemente para hacer las cosas bien en estos tres años porque luego ya no valdrá lamentarse. Tenemos que intentar sacar el máximo provecho a estos fondos, porque si no lo va a hacer el de al lado. Aquí la diferencia va a estar en llegar al sitio en el que tenemos que estar antes que los demás.

Álvaro Herrero, en la sede de la Cámara de Comercio de Cantabria, en Santander.P.– La colaboración público-privada, ¿atraviesa un buen momento?
R.– Independientemente de que pase o no por un buen momento, lo que está claro es que no tenemos otra posibilidad. Decía antes que nos la jugamos en estos próximos tres años. Viene un tiempo de trabajo conjunto y de colaboración público-privada muy intensivo. Lo que le puedo decir es que desde esta Comisión estamos dispuestos a trabajar desinteresadamente y de un modo muy comprometido por la región en proyectos ilusionantes y que sean tractores. El que no esté dispuesto a colaborar, lo mejor que puede hacer es apartarse y no molestar.

P.– Hay quien critica que Cantabria en una comunidad poco acostumbrada a grandes colaboraciones y que históricamente su tejido empresarial se ha caracterizado más por el individualismo que por el asociacionismo. ¿Seguimos igual o las cosas están cambiando?
R.– Mi experiencia durante el último año en esta Comisión es que tanto la Cámara de Comercio como CEOE o la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar (Acefam) estamos alineados, con una sintonía muy buena y trabajando con mucha responsabilidad para que todos los proyectos que se están poniendo en marcha en la Cantabria lleguen a buen puerto. Y le pongo un ejemplo: el proyecto de simplificación administrativa. Las tres organizaciones nos hemos puestos a disposición del Gobierno regional para ayudarle en esta tarea. En este sentido, creo que se está trabajando muy bien en el día a día. Al final, no dejamos de ser una comunidad autónoma pequeña en la que todos compartimos casi siempre los mismos intereses. Lo mejor, por tanto, es sumar fuerzas.

P.– Otro mal endémico es la falta de personal cualificado para la industria y la adecuación de la FP a las necesidades de la empresa. ¿Qué espera del reciente anuncio de Pedro Sánchez de destinar 1.238 millones de euros a la modernización de este tipo de estudios?
R.– Que generen el impacto necesario. Eso es lo único que le pido. Hay un 30% de paro juvenil y hay un 20% de puestos vacantes en las empresas porque no encontramos los profesionales necesarios para cubrirlos. Esto es una distorsión del mercado laboral que no tienen ningún sentido. En los países de la Unión Europea en los que la FP Dual está muy implantada el paro juvenil no llega al 10%. Es la solución. Además, la FP Dual es compatible con una universidad potente, pero ambas se tienen que basar en la excelencia y en buscar la empleabilidad de sus alumnos. Es tan importante que salgan buenos universitarios como buenos profesionales de la FP. Pero de esta situación también tenemos culpa las familias porque creíamos que esta opción formativa no era digna para nuestros hijos.

P.– La anunciada huelga indefinida a partir del 2 de junio en el sector del metal, que afecta a más de 20.000 trabajadores, augura una vuelta a la conflictividad laboral en Cantabria ¿Teme que este conflicto suponga el principio del fin de la paz social?
R.– Estamos en un proceso de reindustrialización de Europa y va a ver oportunidades para todos, también para Cantabria. Por ejemplo, no hay semana en mi compañía en la que no se esté ofertando un proyecto que está fuera y que se quiere traer para Europa o a España. Estamos en un momento en el que debemos actuar con responsabilidad y ser conscientes de que en España y en Cantabria tenemos un problema de productividad industrial, que ha bajado siete puntos en un año. Mientras que en el resto de la UE ya están en niveles de productividad previos a la crisis, aquí aún no los hemos alcanzado. Esto nos deja en una posición de clara desventaja frente a nuestros competidores. Que planteemos en este escenario una revisión salarial es normal, pero también deberíamos intentar entre todos aumentar los niveles de productividad porque, de lo contrario, este aumento salarial no se sustenta en el largo plazo. La productividad en España se ha visto muy afectada porque, sobre todo a raíz de la pandemia, la generación de empleo ha sido en su mayoría público, pero apenas ha habido empleo privado. Y eso, evidentemente, afecta a la productividad

Agustín Valcarce, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, defiende desde hace ocho años los intereses del sector eólico en Cantabria, convencido de que la energía del viento es la única oportunidad que tiene la región para iniciar su propia transición energética, toda vez que la solar y la eólica marina plantean muchas más dificultades.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Julio 2022

Pregunta.– ¿Qué pasa con la energía eólica en Cantabria, que tras más de veinte años de intentos sigue a la cola de España en la implantación de esta tecnología?
Respuesta.– Bueno, lo cierto es que Cantabria tiene sus peculiaridades y aquí el desarrollo eólico siempre ha sido un tema polémico y con mucha contestación incluso entre los propios partidos políticos de la región, que no terminan de ponerse de acuerdo sobre qué modelo energético quieren para la comunidad autónoma. Es curioso porque somos una comunidad con escaso aprovechamiento de la energía solar fotovoltaica; no tenemos grandes parques solares. Es muy difícil hacer hidráulica ya nueva y la eólica era casi la única salida natural en una región que además dispone de este recurso. Tenemos 35 MW instalados comparados con los más de 1.000 que tiene Burgos, los 3.000 de Galicia, Navarra, País Vasco, Asturias… Todos los territorios limítrofes, siendo igualmente montañosos, tienen bastantes más megavatios instalados que Cantabria.

P.– Se queja de que seguimos perdiendo un tiempo precioso. ¿Hay riesgo de que lleguemos ya demasiado tarde?
R.– Nunca es tarde. Todos tenemos que apostar por la generación de energía limpia y sostenible. Además, la UE está continuamente aumentando los objetivos en este sentido para todos los países. Dicho esto, Cantabria ha perdido muchas oportunidades de sumarse al tren de desarrollo eólico y de atraer inversiones, digamos colaterales con esta tecnología.

P.– ¿De quién es la culpa de este retraso?
R.– Está claro que cuando los tribunales anularon el plan eólico es porque no se hizo como debía. Pero tampoco Cantabria ha sido un lugar atractivo para las empresas, que han preferido irse a otras comunidades en las que les resultaba más fácil desarrollar un proyecto. Todo es relativo. También se han registrado muchos cambios normativos. Aquí contábamos con una pequeña ventaja, que era la evacuación de la energía que no tenían otras regiones, y pese a ello no lo hemos sabido aprovechar.

P.– ¿A qué achaca el fuerte rechazo que esta energía despierta entre la población?
R.– Hay mucha falta de información veraz. Realmente en Cantabria han tomado la iniciativa los contrarios a la energía eólica, que en las redes sociales y los medios de comunicación han dibujado de forma intensiva un panorama que no se corresponde con la foto de lo que hay ni de lo que va a haber. Estamos a la cola de España en desarrollo eólico y la tramitación de los proyectos no va a ser todo lo exitosa que desearían los promotores, sino más bien lo contrario. Se sabe que los técnicos y las autoridades ambientales de la región son muy, muy conservadores en cuanto a nuevos proyectos, con lo cual va a ser muy difícil que Cantabria remotamente se acerque al escenario que presentan los anti eólicos, no digo los ecologistas.

P.– Defiende que, en el corto plazo, la eólica terrestre es la única que tiene una oportunidad viable de desarrollo respecto a otras energías renovables, como la fotovoltaica o la eólica marina. ¿Está convencido de que es la mejor opción que tiene Cantabria para iniciar su propia transición energética?
R. Desde luego. Más aún cuando la implantación de la solar, que tiene que hacerse, va a ser fundamentalmente por la vía del autoconsumo, pero será muy difícil ver grandes instalaciones fotovoltaicas en la región porque tenemos muchísimas menos horas de radiación solar que otras comunidades y es lógico, por tanto, que los proyectos vayan a zonas más viables. En cuanto a la eólica marina, es complicado porque se trata de una tecnología bastante más cara a la que, en nuestro caso, hay que añadir el problema de la existencia de una plataforma continental profunda que requiere de sistemas de anclaje muy caros. No dejaría de ser curioso iniciar este aprovechamiento sin haberlo hecho antes con lo que tenemos en tierra, que es lo más viable. De hecho, todas las regiones están aprovechando los recursos terrestres para después empezar a estudiar el litoral.

P.– Sin embargo, el Gobierno regional ya ha declarado que casi el 94 % del suelo cántabro no va a ser apto para instalaciones eólicas. ¿Encuentra justificada esta limitación?
R.– Es que más del 70% del territorio ya tiene figuras de protección, sean reservas, parques nacionales, naturales… Ya partimos por tanto de un porcentaje muy alto. Si luego le añadimos otros factores paisajísticos, culturales, orográficos o del propio viento, porque no todos los lugares sirven, entonces nos vamos a estos valores tan elevados de protección que realmente en otras comunidades no existen. Viniendo de donde venimos, lo que ha quedado sí parece razonable, aunque llama la atención tanto territorio protegido.

P.– Este mapa de exclusión eólica plantea, según expuso recientemente en el Parlamento el consejero de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo, José Luis Gochicoa, que solo se podrían instalar aerogeneradores cerca de El Escudo, en zonas altas del Besaya y al sur del pantano del Ebro, aunque esto no quiere decir que necesariamente sea así ya que, puntualizó, cada parque deberá seguir con su correspondiente tramitación urbanística y ambiental. ¿Precisamente ahí –en la lentitud de la tramitación– está el principal problema?
R.– La lentitud es un factor clave. Por cuestiones del propio Ministerio, que impuso unos hitos que los promotores estaban obligados a cumplir si no querían perder los avales depositados, todos los proyectos se han tenido que tramitar al mismo tiempo. Y la Administración dispone de los recursos y los medios humanos de los que dispone. De ahí que la tramitación esté resultando más lenta de lo que los promotores quisieran. Son proyectos que, sobre todo en su parte ambiental, requiere de unos análisis muy rigurosos, y eso lleva su tiempo. Al margen de la exposición pública, en la que han recibido cientos de alegaciones que hay que tramitar y contestar.

P.– Sostiene que el desarrollo eólico es sinónimo de desarrollo rural y una herramienta para combatir el despoblamiento. ¿Son ustedes los únicos que lo ven así?
R.– Supongo que no, pero a estas alturas, el desarrollo eólico tiene que ser desarrollo rural e implicar al territorio en el que se asienta. Volvemos a la necesidad de explicar bien los proyectos y que el mensaje llegue a sus destinatarios. La realidad es que en España hay más de 1.200 parques eólicos en más de 800 municipios y no se ha visto despoblamiento en ninguno de ellos. Todo lo contrario, donde existe un parque eólico hay recursos económicos. Mientras no se demuestre lo contrario, el desarrollo rural y fijar población en municipios aislados requiere de inversión.

Agustín Valcarce, presidente de la Asociación Eólica de Cantabria.

P.– ¿Echa de menos una mayor voluntad de entendimiento entre las partes afectadas –administraciones implicadas, empresas promotoras y habitantes del territorio–?
R.– Nosotros hemos encajado hasta con deportividad el papel de malos de la película. Hemos ido a todos los foros a los que nos han invitado a participar. Incluso dentro de la Asociación hay promotores que tienen puntos de vista diferentes sobre cómo enfocar el negocio y entrar en una comunidad como Cantabria. Lo que ocurre es que lo peor que hace uno, se lo achacan a todos. Y cuando delante tienes personas que lo que quieren es que no haya absolutamente nada en la región, la verdad es que entonces no queda mucho margen de maniobra para alcanzar consensos. Nuestro papel es el de intentar presentar proyectos que sean técnica, medioambiental y económicamente viables. La Administración, por su parte, debe velar por que se cumpla la legislación vigente. Luego, hay mucha parte de la población que quiere que se hagan proyectos que respeten al máximo el entorno, y otro sector, que es el que hace más ruido, que no quiere nada en Cantabria y que se haga en otras comunidades, pero no aquí. Realmente, en las propias juntas vecinales se quejan en ocasiones de que las personas más reacias a este desarrollo ni siquiera son vecinos empadronados. Es curioso. Si hablamos de representatividad, muchas veces no la tienen quienes más salen en los medios de comunicación.

P.– Ya que lo cita, las plataformas en contra del desarrollo eólico en Cantabria han convocado una gran manifestación este 25 de junio en Santander para expresar su rechazo a estos proyectos que tildan de faraónicos y que afirman destruirán el paisaje de la comunidad y la vida en las zonas rurales. ¿Teme que la sociedad cántabra pueda secundar mayoritariamente estos argumentos?
R.– Sinceramente, no. Si preguntas, hay un consenso unánime sobre la necesidad de apostar por las energías limpias, por frenar el cambio climático y nuestra dependencia del gas ruso y argelino y de todo aquello que no seamos capaces de producir. Hablamos de producción local, sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Entonces, ¿qué quiere la industria y el usuario de Cantabria? Energía limpia y barata. Seguramente no quiere que se hagan las cosas mal. Pero eso no lo quiere ni la sociedad, ni los promotores, ni el Gobierno. Si opinara cada cántabro, seguramente no llevaríamos muchas sorpresas. Si se hacen las cosas bien, que se pueden hacer, ¿por qué no vamos a tener aquí un desarrollo eólico como tienen otras comunidades que suponga creación de empleo y actividad económica?

P.– Hasta la fecha, la única referencia eólica en Cantabria es el parque de Cañoneras, en Soba, sobre el que la asociación que usted preside ha llevado a cabo un estudio para conocer cómo ha afectado a la actividad turística y ganadera de la comarca. ¿A qué conclusiones ha llegado este trabajo?
R.– Más que un estudio, lo que hemos tenido es mucho contacto con los representantes municipales. La conclusión, según nos trasladan, es que la aceptación en Soba es de más del 90%; que la convivencia con la ganadería es estupenda en cuanto a compartir las infraestructuras de acceso; y en materia turística nos comentan que desde 2010 han abierto más de quince establecimientos relacionados con la hostelería. Lo que nos piden a los promotores es que ampliemos o que hagamos más parques en el municipio. Todos los años, el ayuntamiento y las juntas vecinales se reparten del orden de 300.000 euros en concepto de alquileres de locales y pagos de impuestos, cuya mayor parte se destina a la mejora de infraestructuras y abastecimientos. Además, los ganaderos de la zona disfrutan del agua más barata de la región. Después de tantos años, se caen todos los argumentos negativos que pesan sobre los aerogeneradores y queda patente que sin recursos económicos es muy difícil fijar población y mantener servicios.

P.– Prevé que a principios de 2023 finalice la construcción del parque eólico de El Escudo. ¿Mantienen estos plazos?
R.– Sí. Se está trabajando para que sea así, aunque cuesta mucho porque son varias las administraciones implicadas. Es muy complicado dar una fecha más concreta, pero en 2023 tiene que estar en marcha.

P.– ¿Será el primer paso para una electricidad más barata?
R.– Una de las medidas sociales del parque es la implantación en los cuatro municipios afectados de una tarifa reducida para los vecinos. En general, este tipo de proyectos favorecen precios de la energía más baratos. De hecho, nadie discute ya que cada vez que sopla el viento, la tarifa eléctrica baja y se consigue una energía más limpia.

P.– Recientemente se ha hablado del hallazgo de restos arqueológicos de un castillo y un campamento romanos en plena Sierra del Escudo. De confirmarse este extremo, ¿podría suponer la paralización del parque eólico de El Escudo?
R.– Este informe de un arqueólogo se ha puesto en conocimiento de la Administración, que nos ha pedido que, en las prospecciones arqueológicas a las que estamos obligados, incluyamos esta serie de indicios para comprobar su veracidad y si realmente son restos arqueológicos, qué valor tienen y cuál es su estado de conservación para proponer en su caso las medidas que sean pertinentes. De confirmarse, lo que haría la Consejería es establecer medidas de conservación, como ha hecho con los demás restos arqueológicos de la zona. Tendría lógicamente una afección, como no puede ser de otra manera, porque primaría la protección arqueológica y el parque se redimensionaría para no afectar a estos restos. De todas maneras, el propio autor del estudio reconoce que los restos no son tan claros como en otras ocasiones. Ahora los promotores están llevando a cabo unos estudios y se van a hacer campañas de prospección geofísica y con drones para identificar esos posibles restos. Y si es un elemento que se tiene que conservar, se conservará y se implementarán las medidas necesarias para ello.

P.– El proyecto de ampliación de la central de bombeo de San Miguel de Aguayo, ¿cree que podría generar un ecosistema favorable para el desarrollo eólico?
R.– Bueno, para Cantabria y para el sistema eléctrico español el proyecto de Aguayo de llevarse a cabo sería un proyecto estupendo. Porque realmente uno de los problemas que tenemos con las energías renovables es la falta de regulación. Podríamos decir que este proyecto es una gran batería de acumulación de energía porque toda esa agua que bombeamos al embalse superior luego la podemos usar en el momento que queramos. ¿Cuál es el problema? Si esa energía la bombeas al embalse superior con energía producida con fuentes fósiles, poco avanzamos. Lo que necesitamos por tanto son fuentes limpias para hacer ese bombeo y poder así cerrar el ciclo.

P.– Entre los objetivos de los famosos Fondos Europeos de Recuperación está favorecer la transición energética. ¿En qué medida las empresas del sector renovable están pudiendo utilizar esos recursos para este fin y qué repercusión pueden tener de cara al futuro?
R.– En concreto, de los proyectos eólicos presentados en Cantabria ninguno lleva aparejados fondos europeos. Esto es una de las ‘mentirijillas’ que dicen los anti eólicos. Todos estas financiados por el promotor o por entidades financieras sin necesidad de recursos públicos. Hay que recordar, además, que estos parques ya van a mercado por lo que no reciben ningún tipo de prima ni de subvención como ocurría hace quince años. Si los proyectos son viables, no necesitan de ayudas públicas, que muchas veces van destinadas a aquellos otros que precisamente tienen algún problema de viabilidad. Entiendo que estas ayudas europeas van más destinadas a proyectos de transformación del modelo energético y de investigación y desarrollo, que sí tienen más sentido, como pueden ser fabricar turbinas más eficientes o conseguir mejoras tecnológicas.