Las ayudas para comprar barco no encuentran destino
En una década ha desaparecido prácticamente un tercio de los pescadores españoles. De las 35.076 personas que pescaban en 2010, quedan 24.522. Y las previsiones no son buenas. Para frenar esta tendencia surgió en 2014 un plan europeo de ayudas dirigido a jóvenes para la compra de su primer barco. Su aplicación en Cantabria, que empezó con dos años de retraso y finalizó este año, obtuvo un balance discreto: seis personas se beneficiaron de estas ayudas y el 81 % del presupuesto quedó sin gastar. Es la referencia más cercana de una crisis de la actividad que en la región tiene algunas particularidades significativas, como el crecimiento en el número de barcos dedicados a las artes menores, precisamente los que son objeto de las ayudas que no se cubren. Una paradoja que se explica con otra: la llegada de embarcaciones y pescadores de fuera de la región.
Francisco Rouco | @FranRouco | Enero 2023
“Vengo de una familia de pescadores. Mi padre, ahora jubilado, fue patrón de barco, y es lo que he visto en casa siempre. Pescar es lo único que me gusta y me apasiona”, afirma Borja Laza, el único beneficiario en 2021 de las ayudas a la compra del primer barco para pescadores jóvenes. Laza, que tiene 35 años y vive en Castro Urdiales, usó la subvención para comprar el barco ‘Romu’, de 8 metros de eslora, que fue rebautizado como ‘Siempre Martín’, por su hijo. “La ayuda fue uno de los incentivos para lanzarme”, admite.
El objetivo de estas ayudas era impulsar la adquisición de barcos de menos de 24 metros de eslora y de entre cinco y 30 años de antigüedad. Las ayudas estaban dirigidas a pescadores menores de 40 años y con domicilio fiscal en Cantabria. Entre los requisitos figuraban haber trabajado al menos cinco años como pescadores o disponer del título de Patrón local de pesca (para barcos de menos de 12 metros de eslora) o de Patrón costero polivalente (para barcos de entre 13 y 24 metros de eslora).

Borja Laza, en Castro Urdiales a bordo del ‘Siempre Martín’, la embarcación que adquirió con las ayuda a la compra del primer barco para pescadores jóvenes, de la que fue el único beneficiario en 2021.
Las ayudas a jóvenes pescadores para la compra del primer barco están cofinanciadas por el Fondo Europeo Marítimo de la Pesca (2014-2020), que aporta el 75 % de los fondos, y el Gobierno cántabro, que completa el 25 % restante. Desde las primeras ayudas otorgadas, en 2016, hasta las últimas, en 2022, las cuantías han ido reduciéndose. En 2016, el presupuesto total de la ayuda fue de 225.000 euros. Tras un parón en 2017 y 2018, las ayudas regresaron en 2019 con un presupuesto menor, de 200.000 euros, y aún bajaron más, a 100.000 euros, en las convocatorias de los tres años siguientes. En ninguno de los casos se agotaron las cantidades máximas: la convocatoria de 2020 fue la que más dinero concedió, con el 51% del presupuesto, seguida de 2016 (22%), 2022 (12,5%) y los años 2019 y 2021 (ambos con el 10%). De los 750.000 euros que podrían haberse entregado, se facilitaron 143.000, el 19%.
“Nadie quiere ir a la mar a no ser que lo hayas mamado desde pequeño”, dice Laza, que justifica así la falta de seguimiento de estas subvenciones dirigidas a rejuvenecer el plantel de pescadores. En su opinión, estas convocatorias tendrían más éxito si se retocaran algunos requisitos, como haber trabajado cinco años como mínimo como pescador, y se sumarán otros incentivos, como ampliar la financiación del gasoil. Pero por encima de estas propuestas, la razón que explica el poco atractivo de la subvención es una visión nada optimista de la profesión: “El presente del sector lo veo muy mal, hay menos capturas y las cosas cada vez están más caras”, explica Laza. “El futuro está muy negro. En 10 años no va a quedar ningún barco de bajura”.
La pesca artesanal, una actividad mayoritaria en España
Por la cuantía de la ayuda, los títulos requeridos y las dimensiones de los barcos, estas subvenciones apuntan a un tipo de pescador muy concreto: un pescador que quiera una embarcación pequeña de segunda mano para faenar cerca de la costa. En el caso de Borja Laza, la ayuda ascendió a 10.000 euros de los 40.000 que necesitaba para su barco. A bordo del ‘Siempre Martín’, parte de domingo a viernes para pescar lubina y congrio. “Salimos a echar los aparejos el domingo a las 16:00 y acabamos de largar a las 20:00, ya que tiramos 1.500 anzuelos en diferentes zonas. A la mañana siguiente, salimos a recoger a las 4:30 o 5:00 dependiendo de la zona donde estemos trabajando. Acabamos de levantar los aparejos a las 15:00 o las 16:00 o incluso nos da la noche”, explica Laza. La técnica que utiliza es el palangre, una línea de anzuelos que queda suspendida bajo el agua. Aunque el aparejo esté sumergido, se identifica desde la superficie con señalizaciones y boyas, lo que no impide que a veces lo rompan los barcos o los veleros –“nos tienen fritos, salen a navegar y no se fijan en lo que tienen a proa”–. “Sólo utilizamos la pesca con anzuelo. Creo que es la más selectiva de todos los artes”, subraya el pescador.
La pesca tradicional integra las llamadas artes menores. Entre estas modalidades de pesca se encuentran el palangre, la pesca con anzuelo, las artes de enmalle –sistema parecido al del palangre solo que no cuelgan anzuelos sino redes en las que se atoran los peces– y las nasas o cestas. Todas estas artes tienen en común que la atracción de los pescados es pasiva: es el pez el que pica, se enreda en un aparejo fijo o queda atrapado en el ingenio pesquero. Los barcos de artes menores suelen rondar los 10 metros de eslora.

César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cantabria, en el centro de formación náutico pesquera de Santander, donde no se imparte la titulación de patrón, carencia que se corregirá con la apertura del centro que se construye en Laredo.
En España, la pesca de artes menores es la actividad predominante por número de barcos. Históricamente, alrededor de tres de cada cuatro barcos españoles han practicado las artes menores. En 2022, de los 8.665 barcos que están activos, 6.767 se dedican a esta modalidad de pesca, el 78,1 %. En 2012, las cifras eran mayores: faenaban 10.116 barcos en total y 7.782 desarrollaban las artes menores. En una década se ha perdido el 14,3 % de la flota y el 13,1 % de los barcos de pesca artesanal.
Menos pescadores, pero más barcos de artes menores
La importancia de las artes menores en Cantabria también es mayoritaria, aunque la región tiene su propia personalidad. De los 129 barcos en activo que hay ahora mismo en la región, 75 son de artes menores, el 61,5%. Le sigue el cerco, la técnica que consiste en lanzar una red para rodear bancos de peces. Hay 33 barcos cerqueros, el 25,6 % de la flota cántabra, cuando la media nacional suele rondar el 6%. También son diferentes las cifras retroactivas. En 2012 el número de barcos en total era de 139, de los cuales se dedicaban a las artes menores 62. El balance es sorprendente: en una década se ha perdido el 7,2% de la flota cántabra, pero el número de barcos que practican las artes menores ha aumentado un 20,9%.
“Con el cerco sí te puedes ganar bien la vida, pero el sector de las artes menores es complicado”, dice César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de pescadores de Cantabria. Nates entiende por qué las ayudas para la compra del primer barco para jóvenes no despiertan más interés. Para empezar, sus capturas están limitadas a las especies que pasan a pocas millas de la costa. Al contrario que los grandes barcos, las embarcaciones que trabajan artes menores no pueden adentrarse cuanto quieran en el mar, con lo que dependen de las rutas de los peces y de su calendario. Esta limitación se recrudece con los TAC o Totales Admisibles de Capturas, que marcan el número máximo de ejemplares que se pueden capturar de algunas especies animales. Aunque las artes menores tienen reservados sus propios cupos, pues no podrían competir con la capacidad de pesca de los grandes barcos de arrastre y de cerco, la forma en que se reparten estos cupos supone un problema para los pescadores locales, porque barcos de otras comunidades autónomas pueden acceder al stock local. Para conseguirlo, basta con cambiar el puerto base a uno cántabro y ya se puede pescar en estas costas. Esta normativa, en marcha desde 2015, ha provocado, según Nates, un “efecto llamada” de barcos de otros lugares que pescan en las costas cántabras lo que no tienen en las suyas. De ahí esa estridencia estadística de las artes menores en Cantabria: el sector decrece, pero hoy hay un 20,9% más de barcos que practican artes menores que hace una década.

Guillermo Blanco, consejero de Pesca, en su despacho
¿Cómo se explica que, pese a este entusiasmo por la pesca artesanal en Cantabria, haya habido un seguimiento tan pobre de las ayudas para comprar un barco? ¿No tendrían que haberse agotado en vez de quedar sin gastar ocho de cada 10 euros? Para César Nates hay tres razones principales: primera, las ayudas, aunque bienvenidas, se quedaron cortas –“¿por qué no financiar el 50% del barco?”, se pregunta–; segunda, muchas embarcaciones con puerto base en Cantabria no son de personas con domicilio fiscal aquí y, por tanto, no pueden solicitar la ayuda; y tercera razón, faltan patrones.
Sin tiempo ni oportunidad para ser patrones
“No hay jóvenes con vocación que estén titulados, porque quienes pueden beneficiarse de estas ayudas llevan muchos años embarcados y no han podido sacar la titulación”, explica Guillermo Blanco, consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Tal y como estaba redactada la ayuda para la compra del primer barco, era posible solicitarla sin tener un título de patrón, pues bastaba con haber sido marinero pescador durante cinco años. Sin embargo, el público al que se dirigían estas ayudas eran personas que querían vivir del mar y hacerlo con su propio barco. Es decir, ser al mismo tiempo armador (dueño), patrón y pescador. Y en casos así, tener el título de patrón es obligatorio.
La falta de patrones es una tradición en Cantabria, y no es un problema menor: “Lo primero que tiene que haber son titulados, porque puedes tener marineros, pero sin patrón no se despacha el barco”, dice Nates. Hay ocho títulos profesionales de pesca en España, de los cuales cuatro están relacionados con ser patrón de barco. Dos de estos títulos requieren de formación profesional (FP): el de patrón de altura, que precisa del título de Técnico Superior en Transporte Marítimo y Pesca de Altura, y el de patrón de litoral, que necesita del título de Técnico de Navegación y Pesca de Litoral. Ahora mismo, ninguno de estos títulos se imparte en Cantabria. Para cursar estos estudios hay que desplazarse o bien a Asturias (donde hay 18 matriculaciones para pesca litoral y 52 para pesca de altura) o al País Vasco (con 60 en litoral y 129 en altura). Pero las dificultades para los pescadores que aspiran a ser patrones no acaba ahí. Al incordio del desplazamiento hay que sumar que el calendario de la FP se solapa con el de la actividad pesquera: el curso escolar transcurre de septiembre a julio; la actividad pesquera se interrumpe en septiembre, pero se retoma en marzo. “Si querías estudiar para ser patrón, tenías que pedirte la baja –explica el presidente de la Federación de Cofradías de pescadores de Cantabria– con lo que perdías la antigüedad, no tenías derecho a paro y te quedabas sin sustento los meses que estuvieras estudiando”.

Un barco de cerco de la flota santanderina, maniobrando frente a la lonja en la dársena de Barrio Pesquero. Los barcos de cerco constituyen una cuarta parte del total de la flota cántabra, pero su número no ha dejado de reducirse en la última década.
Nates habla en pasado por dos razones. Primero, porque el año que viene abrirá sus puertas la Escuela de FP Náutica Pesquera de Laredo, donde empezarán a impartirse los dos grados de FP ya comentados. Sin embargo, esto no soluciona el problema de la falta de tiempo de los pescadores para cursar sus estudios. Aquí es donde entra la segunda razón por la que Nates habla en pasado. Desde hace un año hay que sumar dos nuevas posibilidades, al menos en Cantabria, para conseguir un título de patrón: el curso de patrón de barco local y el de patrón costero polivalente, justo los que pedían las ayudas para la compra del primer barco. Para conseguir estos títulos hay que asistir a clases durante tres meses y superar varios exámenes. “Estos cursos se dirigen a aquellos que puedan compensar con experiencia la falta de un título”, explica el consejero Blanco. “Se trabaja a marchas forzadas entre noviembre y febrero para superar módulos acumulables. En un año puedes obtener el título de patrón local y de ahí seguir al de patrón costero polivalente”.
Con estos cursos se prevé aumentar el número de patrones de barcos cántabros. Un esfuerzo por la formación no reglada que fue reforzada en febrero de este año con la creación de cursos de corta duración para habilitar a los patrones costeros polivalentes de los conocimientos necesarios para ejercer como patrones de litoral, que permiten llevar barcos más grandes y pescar más lejos de la costa. Quizá así, con más patrones, las futuras ayudas para la compra del primer barco despierten más interés que las de las últimas convocatorias.