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“Los fondos europeos están llamados a ser el gran fracaso de España”

Tomás Dasgoas, presidente de la Federación Cantabria Metal (FCM), reivindica en esta entrevista el papel de su organización para contribuir a la mejoría de un sector que, pese a la crisis, asegura que mantiene unos niveles altos de empleo y negocio y que cuenta con proyectos de inversión muy importantes para relanzar la economía regional.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Noviembre 2021

Pregunta.– Hace unos meses decidieron dar un nuevo impulso a una organización creada en 2007 pero que llevaba años dormida. ¿Por qué?
Respuesta.– El impulso viene dado por el interés de los diferentes presidentes de las asociaciones que conforman esta federación –Asiecan, Acemetal, Energía Cantabria, Asecove y Acometal– en algo tan importante y tan trascendental para las empresas del sector como es la negociación de los convenios colectivos del Metal y del Comercio del Metal, que están vencidos. Este es uno del principales objetivos de la FCM que motivaron su reactivación. También está el contar con una asociación que busque mejorar la situación actual de la industria del metal en Cantabria.

P.– Asegura que los empresarios del metal necesitan un referente sectorial representativo y solido que sepa defender sus intereses. ¿Este papel no lo cumple ya Pymetal Cantabria, la patronal más representativa del sector? ¿Quieren discutir esta representatividad?
R.– La representación de Pymetal no la discutimos, porque es un hecho; lo que sí discutimos o no compartimos es que represente los intereses del sector. De hecho, no organiza, que nosotros conozcamos, ninguna acción que favorezca la relación entre las empresas. Su labor está más enfocada hacia su actividad formativa, que no deja de ser parte de un negocio, y a seguir conservando esa representatividad que le da el poder de negociar el convenio en nombre de un sector al que, a nuestro juicio, no defiende.

P.– Aboga por definir bien cuáles son las necesidades del sector. Le escucho.
R.– Las necesidades del metal no son muy distintas a las del resto del sector industrial en Cantabria. Le recuerdo, en este sentido, que la FCM es una asociación que está integrada en la CEOE, al igual que el resto de asociaciones que pertenecen a la federación, porque creemos que la Confederación es el máximo exponente de la representación de la patronal en la región. Pymetal no lo entiende así y por eso no está dentro de la CEOE. Nosotros, por nuestra parte, queremos tener asociaciones unidas y no alejadas en sus acciones. En la reunión de seguimiento de la Alianza por la Industria expondremos las condiciones para mejorar la situación del sector y contribuir al mantenimiento del empleo y la creación de nuevos puestos de trabajo. ¿Cuáles son las necesidades? Entre ellas, una histórica reivindicación que es la agilidad en la gestión administrativa, tanto en la obtención de licencias como en los trámites burocráticos que hacen que nuestra actividad se ralentice. Además, está la necesidad, de regular los costes energéticos, que es trascendental. Sabemos que un gobierno como el de Cantabria poco puede incidir en esa mejora, pero tiene la obligación de al menos mediar ante el Gobierno de España. Porque los precios a los que ahora mismo la industria está pagando la energía nos dejan fuera de cualquier competitividad en Europa.

Tomás Dasgoas, presidente de la Federación Cantabria Metal, en un momento de la entrevista.

P.– Asimismo reclama abordar los retos futuros de forma conjunta en una comunidad poco acostumbrada a grandes colaboraciones. ¿Qué propone para superar el tradicional individualismo que ha caracterizado al tejido empresarial cántabro?
R.– Pues cosas tan básicas como las que vamos a empezar a hacer este mes de octubre: encuentros mensuales entre una empresa tractora de la región y otras ocho de diferentes tamaños para compartir opiniones y experiencias sobre la actual situación coyuntural de incremento de los precios de las materias primas, escasez de componentes… Pretendemos conocer cómo gestionan cada una de ellas estas cuestiones para poder extraer de ahí una especie de manual de buenas prácticas. Creo que es positivo que haya ese interés en compartir información, prácticas y consejos sobre cómo actuar ante estas situaciones. Mes a mes iremos planteando la participación de nuevas empresas, lo que sin duda nos permitirá que sus directivos y responsables de producción se conozcan entre sí y crear en consecuencia una red de contactos y de relaciones que nos permita generar sinergias.

P.– ¿Cómo se presenta la próxima negociación de los dos convenios colectivos aplicables en el sector –Metal y Comercio del Metal– que regulan las relaciones laborales de más de 30.000 empleados en la región?
R.– Los convenios están vencidos y la mesa de negociación está ya denunciada. La FCM no va a poder participar en esta ocasión porque no tiene la representatividad reconocida. Pero del mismo modo que ahora va a haber tres sindicatos en la negociación, no entendemos por qué no puede haber también dos representantes de la patronal. Creemos que tenemos suficiente representatividad para al menos estar sentados, aunque está claro que no se nos va a invitar. En cualquier caso, esperamos poder conseguir la representación necesaria para que en el siguiente convenio sí podamos estar sentados en la mesa y contribuir a la mejoría del sector.

P.– La industria metalúrgica cántabra ha sido históricamente uno de los sectores más fuertes y con un mayor peso en la economía regional. Tras la recesión económica de 2008, el sector llevaba años tratando de recuperar la fortaleza anterior cuando llegó la pandemia. ¿Cómo les ha afectado esta crisis?
R.– Esta crisis ha vuelto a demostrar la fortaleza de la industria del metal como un sector que prevalece. Me explico: en el año 2008 hubo una crisis fortísima y las empresas del sector industrial y del metal no solo sobrevivieron, sino que generaron exportación y crearon o mantuvieron empleo. Ahora, en la crisis de la covid, las empresas del metal siguen manteniendo unos niveles de empleo y de negocio altos y con unos proyectos de inversión muy importantes que pueden contribuir a que el futuro de Cantabria sea aún mejor del que es actualmente.

P.– Algunos expertos lamentan que la industria en Cantabria siempre ha estado en un segundo plano y que los responsables políticos solo se acuerdan de ella cuando existe el riesgo de cierres o deslocalizaciones. ¿Qué hace falta para que los inversores industriales se fijen en la región?
R.– Es cierto. Ahora en la CEOE el sector industrial ya cuenta con una alta representatividad en el comité ejecutivo y tomamos parte de las soluciones. ¿Qué hace falta? Como decía antes, es necesario una mayor agilidad por parte de la Administración para facilitar la creación de nuevos centros productivos o la ampliación de los ya existentes. Por desgracia, hay ejemplos de empresas que han querido instalarse en Cantabria y por los plazos administrativos tan largos han optado por buscar localizaciones en otras comunidades. Por otro lado, no tenemos desde hace muchos años una imagen hacia la sociedad que realmente transmita los valores de la industria y lo que representamos para la economía regional. Lejos de eso, somos visto como los que contaminamos y generamos problemas cuando, en realidad, la industria del metal es la que está creando empleos de mayor calidad y estabilidad y donde las inversiones conllevan grandes periodos de permanencia en la región. Es difícil deslocalizar empresas de nuestro sector.

P.– La Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal (Confemetal) reclamaba hace unos días terminar con la “crónica inestabilidad regulatoria” del sistema energético español, para lo que pedía el diseño de un nuevo modelo que favorezca la competitividad industrial y se aleje de las decisiones de carácter político. ¿Comparte esta visión?
R.– Por supuesto. Creemos que es fundamental que se aborde un cambio en este sentido.

P.– La rápida recuperación de la demanda ha triplicado en los últimos meses los precios del acero. ¿Considera que esta escalada es algo coyuntural o que ha venido para quedarse?
R.– Los precios de las materias primas, no ya solo del acero, sino también de la madera o de los plásticos, han experimentado un incremento muy importante. Y creo que ese nivel de precios se va a mantener durante muchísimo tiempo. Difícilmente vamos a ver en el corto plazo bajadas de precios a niveles conocidos no hace mucho. Por tanto, es una realidad con la que ya todos tenemos que empezar a convivir. Es evidente que este aumento está haciendo caer los resultados de las compañías. Todo esto va contra el margen empresarial porque es casi imposible trasladar en el corto plazo estos precios a los clientes. Y, en consecuencia, plantea dificultades para crecer, invertir y mejorar las condiciones de las empresas. Esperemos que el mercado se vaya adecuando a esta realidad y podamos ir actualizando los precios. Lo que es claro es que esta escalada de precios se va a trasladar finalmente al consumidor, que somos todos.

P.– La transformación digital se presenta como el reto más importante para la competitividad de las empresas metalúrgicas. ¿Cómo ve esa evolución de la industrial tradicional a la industria 4.0?
R.– Antes se veía como una necesidad; ahora es una obligación que está siendo una realidad. Todas las empresas estamos abordando esta transformación. Ahora nadie discute si es o no necesario. Es posible que aún tardemos años en hacer un buen uso de estas herramientas digitales, pero es cuestión de adaptarse a ellas y de saber cómo utilizarlas.

P.– La especialización y la internacionalización aparecen igualmente como dos aspectos claves para el desarrollo del sector. Sin embargo, junto a la grandes empresas del metal, el sector también está cuajado de talleres de pequeño y mediano tamaño a los que no les resulta tan fácil acceder al mercado exterior. ¿Cómo se puede superar esas dificultades a salir fuera?
R.– La internacionalización no tiene que ser una obligación, tiene que ser una oportunidad. No todas las empresas tienen que exportar. Si una organización entiende que su producto es exportable, entonces lo tiene que acometer, pero se puede vivir en un sector como el de la industria del metal sin exportar. Existen multitud de empresas que no son exportadoras pero sí muy importantes y necesarias para la cadena de suministro de otras empresas de la región. Por eso, precisamente, la Federación Cantabria Metal busca que estas empresas más pequeñas participen en encuentros y proyectos donde, además de compartir información, puedan hacer valer su posición en esa cadena de suministros tan necesaria.

P.– La falta de profesionales cualificados es otro de los tradicionales problemas que afecta al sector. Pese al alto grado de inserción de los estudios relacionados con la fabricación mecánica, sigue faltando mano de obra. ¿A qué achaca esta falta de interés por este tipo de trabajos?
R.– Creo que existe una falta de interés por tener en la sociedad lo que antes se llamaban los oficios. A la gente cada vez le importa menos tener un trabajo en el que desarrollar una carrera profesional. Es verdad que son generalidades, pero cada vez vemos más currículos de personas que han trabajado por ejemplo de soldadores, pero también en empresas logísticas, en hostelería… Muchos no crean una carrera profesional sobre un sector concreto. Trabajan donde más le interesa en ese momento porque les pagan más o porque se da la casualidad de que hay trabajo. Existe poca gente formada pero es que existe poca gente que quiera trabajar. Y no conseguimos en ningún sector cubrir las necesidades de los puestos de trabajo. Y esto, que parece incongruente y que va en contra de la realidad del número de parados que existe en nuestro país, está sucediendo. El Gobierno dice que envidia las tasas de paro de otros países, que pueden rondar el 5 o el 6%. Pero cada vez que en Cantabria te acercas a tasas de paro por debajo del 11% no encuentras personas para trabajar. Esa es la realidad. A esto se suma el hecho de que durante muchos años la sociedad no ha dado valor a la FP y a los estudios técnicos, cuando resulta que prácticamente todos los jóvenes que optan por esta formación encuentran trabajo. Para bien o para mal, los valores de la sociedad han cambiado. La gente cada vez aprecia más la salud, el tiempo libre o el deporte, aspectos que parece que van en contra de estas profesiones. No se cómo explicarlo, pero es así. La juventud no da ya tanta importancia al puesto de trabajo y prefiere que su ocupación esté más relacionada con sus hobbies y hábitos de vida.

P.– Los fondos europeos están llamados a ser la oportunidad histórica para la reindustrialización de España. ¿También de Cantabria?
R.– Los fondos europeos están llamados a ser el gran fracaso de España. Porque después de todo el tiempo que llevamos hablando de ellos, todavía no conocemos ni cómo ni cuándo ni a quién se les van a dar. Solo sabemos una cosa: que a la gran mayoría de las empresas españolas, que son las pymes, no les van a llegar. Y las grandes, que pueden generar tracción con sus inversiones, a día de hoy aún no saben ni cuándo ni cómo se les van a conceder. Y hay muchas empresas en Cantabria con proyectos ciertos que ya veremos cuáles se benefician de estos fondos europeos. Ahora mismo, yo no conozco ninguno que tenga la garantía de que vaya a ser aceptado por estos fondos. Y el tiempo se está acabando. Por eso digo que va ser el gran fracaso. En otros países, como Francia, Italia o Alemania, ya hay empresas que han recibido ayudas de esos fondos y aquí en España no conozco a ninguna. No sé a qué están esperando.

P.– El Gobierno ha anunciado que el esperado Pacto de Estado por la Industria, que ya tiene borrador, esté listo antes de fin de año y, con él, una nueva Ley de Industria que sustituya a la anterior de 1992. ¿Confía en que esta sea la apuesta definitiva para sacar a la industrial del cajón del olvido?
R.– No, porque no se está trabajando en colaboración con el empresariado ni con la CEOE. Ni tampoco se están atendiendo las necesidades reales. Entiendo que se priorizará los temas ideológicos y partidistas de los partidos que sustentan al gobierno. Por tanto, mientras no se haga de una manera consensuada con todas las partes interesadas en que esta ley sea realmente una norma transformadora, creo que se quedará en algo partidista.
De otro lado, creo que la sociedad española no está aprovechando o entendiendo el momento en el que estamos. Y vamos a dejar escapar la oportunidad de hacer una transformación real del tejido industrial en España. En alguna otra ocasión, podíamos echar en falta la financiación, pero ahora no. Con todo, soy optimista porque, pese a todo, el sector industrial ha demostrado que sabe hacer valer sus buenas prácticas y su conocimiento. Las necesidades de trasformación a nivel mundial en temas de energía, logística y movilidad van a permitir que existan oportunidades, que no sé si se van a saber aprovechar si continúan los actuales enfrentamientos y la visión partidista. Si no conseguimos cambiar esto a corto plazo, no vamos a ser capaces de aprovechar esa oportunidad.