“Alemanes y españoles encajan bien porque cada uno tiene las virtudes que al otro le faltan”
Francisco Torre nació en Cantabria pero se trasladó muy joven a Alemania, donde completó toda su formación y desarrolló buena parte de su carrera profesional. Hoy dirige una empresa dedicada a la búsqueda de trabajadores españoles con destino a empresas alemanas, sobre todo personal médico y de enfermería, ingenieros y programadores. Todo ello le convierte en un magnífico testigo de la relación entre ambos países y de cuánto hay de verdad en las oportunidades laborales que pueden existir en Alemania.
Texto de José R. Esquiaga @josesquiaga Fotos de Nacho Cubero
Al hablar con Fernando Torre, quien tanto en lo personal como en lo profesional ha vivido con un pie en Alemania y otro en España, no se sabe si sorprende más confirmar que algunos tópicos se ajustan a la realidad o que de todo ello pueden derivarse lecturas contrapuestas. La rigidez y el apego a los procedimientos son, en efecto, una característica de las empresas y trabajadores alemanes, y una cuestión que, del mismo modo que es clave para las legendarias calidad y productividad germanas, puede llegar a convertirse en un problema que de alguna manera pueden paliar los profesionales llegados desde España. Fernando Torre dirige la oficina española de IHR Consulting, empresa dedicada a buscar profesionales españoles de media y alta cualificación, un trabajo que hace por encargo de empresas alemanes y que le convierte en un magnífico testigo de lo que buscan y ofrecen unos y otros. Nacido en Cantabria pero desplazado desde niño a Alemania, admite que detrás de las oportunidades que es cierto que ofrece el mercado laboral germano existe también el subempleo, la frustración de las expectativas y el fraude. Cree que, dependiendo de los objetivos de cada cual, puede ser válido viajar a Alemania a la aventura, pero aconseja hacerlo a través de empresas como la suya, que actúan de intermediarios entre la oferta y la demanda de empleo y que no cobran cantidad alguna al candidato.
Pregunta.- Vosotros trabajáis con profesionales españoles de media y alta cualificación. ¿Qué visión hay en Alemania de estos trabajadores?
Respuesta.- La visión es buena, tanto del ingeniero, como del médico o de la enfermera. En algunas profesiones puede ser incluso mejor que aquí. Las enfermeras españolas están mucho mejor formadas que las alemanas, por ejemplo, y de hecho eso puede suponer algún problema porque las tareas que se les piden son distintas. En los otros perfiles que más trabajamos, como los ingenieros o los informáticos, la formación y las responsabilidades son más equiparables. En cualquier caso el trabajador español está bien valorado en Alemania.
P.- Con esa buena percepción, y teniendo en cuenta que desde Alemania se insiste en la necesidad de trabajadores cualificados, podría pensarse que es sencillo encontrar un empleo y unas buenas condiciones laborales. Pero parece que esto no es del todo así.
R.- No, no es así. En Alemania existen dos mercados diferentes para el trabajador que llega de fuera. Por un lado están quienes han sido seleccionados en su país, por una empresa como la nuestra o por cualquier otra dedicada a los recursos humanos, y por otro el que llega por libre en busca de oportunidades. El primero, si la empresa que actúa de intermediaria es seria, sabe dónde va a trabajar, en qué condiciones y con qué remuneración. El que va por su cuenta, puede encontrarse con problemas. En Alemania no hay salario mínimo, y puede darse el caso de que cobre muy por debajo de lo que se le paga a un alemán, o que tenga que realizar trabajos muy por debajo de su cualificación. También hay intermediarios poco serios, es cierto. Sobre todo con la creciente demanda de enfermeras se han dado casos, pero no es lo habitual. Un trabajador español que enviemos nosotros, con un conocimiento suficiente del idioma, cobrará lo mismo que un alemán.
P.- ¿Es muy distinto el proceso de selección de trabajadores en Alemania y en España?
R.- Es muy distinto, sí. En Alemania las ofertas de trabajo son muy claras, con un estudio del perfil que se busca y con una explicación en detalle de las competencias que se piden y de las tareas encomendadas. También es distinto desde la otra parte, la de los trabajadores: nadie contesta a una oferta que no se ajusta a su perfil. Por otro lado, y aun cuando esto suceda, no es concebible que el trabajador que envía el curriculum no obtenga respuesta. Si se le descarta, se le dice y se le explica por qué.
P.- ¿Cuáles son las principales carencias que detectáis en los trabajadores españoles?
R.- La principal es el idioma, sin duda. Pero en general no hay carencias en otros aspectos relacionados con la formación y los conocimientos. Pero hay más cuestiones a tener en cuenta: llama la atención que los candidatos no suelen tener unos objetivos profesionales claros. Cuando preguntas por qué quieren trabajar en Alemania, la respuesta siempre es que porque en España no hay trabajo. Evidentemente esa es una razón válida, pero válida tanto para ir a Alemania como para ir a cualquier otro país, y para trabajar en una cosa o en otra. Tener objetivos y perspectivas profesionales, conocer mínimamente el país al que se va, es algo que se valora mucho en las empresas alemanas.
P.- En España está en plena implantación lo que se conoce como el modelo alemán de formación profesional, al que alude constantemente para explica las bajas tasas de paro juvenil que existen en Alemania. ¿Es un sistema tan bueno como dicen?
R.- Es un excelente modelo, que busca la máxima integración del alumno en la empresa desde el primer momento. Nunca he entendido por qué dentro de la UE no se copian las cosas buenas, y la formación profesional alemana es muy buena. Puedo decirlo de primera mano porque es el sistema que seguí yo, que me formé profesionalmente como administrativo antes de ir a la Universidad. Cuando haces formación profesional en Alemania estás contratado por una empresa nueve meses, y los otros tres meses del año recibes formación en la escuela. Una vez completado el programa, haces un examen y recibes tu diploma. Sin ese diploma, en Alemania no eres nadie profesionalmente hablando. Por mucho que sepas hacer, por mucha experiencia que tengas, sin ese diploma eres un peón y cobras como un peón. Otra consecuencia de lo bien que funciona la formación profesional alemana es que en Alemania hay muchos menos universitarios que en España.
P.- ¿Cómo es la universidad alemana?
R.- Está dirigida a estudiantes de nivel académico alto, no tiene una vocación universal. Recuerdo un profesor que nos mencionaba continuamente nuestra responsabilidad, diciéndonos que éramos la élite de Alemania. Te choca, pero realmente esa la idea con la que se trabaja en la universidad. Esa idea de que asociada a la formación y al título hay una responsabilidad es una constante, y tiene su reflejo después en la empresa. Y es real, incluso en términos legales, porque el directivo en efecto tiene una responsabilidad sobre las personas a su cargo que va mucho más allá de que hagan bien su trabajo.
P.- Dice que no existe salario mínimo y que las retribuciones son muy variables. ¿Qué puede esperar cobrar un trabajador español en Alemania?
R.- Bien asesorado, es posible encontrar un trabajo con una retribución acorde con tus conocimientos profesionales y tu nivel con el idioma. Si vas por libre, puedes caer en trabajos de mera subsistencia, es cierto, porque allí también hay empresas que sólo buscan trabajadores baratos, sin más consideraciones. Puede no haber un convenio, ni ningún marco para las relaciones laborales. Hay que tener cuidado. De hecho, quienes trabajamos en esto echamos en falta un mayor control por parte de las autoridades, tanto españolas como alemanas, sobre todo en aquellos perfiles profesionales en los que son los organismos públicos los que tramitan las solicitudes. Se han dado casos de españoles que han ido a trabajar a empresas en quiebra, que no pagaban, y eso era fácil de comprobar por las autoridades, tanto españolas como alemanas.
P.- Hábleme de los minijobs.
R.- Son una opción, pero también un foco de abusos y de fraude. De hecho el Gobierno alemán está empezando a plantear restricciones y a poner cierto control. Sé de trabajos en los que se pagaba entre 1,5 y 2,5 euros a la hora. Como hay un nivel mínimo de subsistencia que garantiza el Estado con un subsidio, el trabajador completa su retribución con esa aportación para poder sobrevivir. En la práctica eso supone que es el empresario sin escrúpulos el que se beneficia de la aportación del Estado, porque de otra manera no encontraría trabajadores dispuestos a trabajar por lo que paga. A eso es a lo que se está intentando poner coto.
P.- ¿Puede vivir un trabajador español con el sueldo que va a cobrar en Alemania?
R.- Con un título homologado, y siendo capaz de comunicarse en alemán, puede vivir con cierta holgura. Como mínimo como lo haría en España. No puede aspirar a vivir en el centro de la ciudad, pero tampoco aquí podría vivir en la Castellana, en Madrid. El precio del alquiler en los centros urbanos de las grandes ciudades no está al alcance de cualquiera, tampoco de los alemanes. Lo habitual es que vivas en el extrarradio, y tengas que emplear un tiempo en desplazarte. El transporte, eso sí, es excelente.
P.- La cuestión del idioma: ¿es posible aprender alemán allí en un tiempo razonable, o aconseja llegar con cierto nivel?
R.- En ese asunto volvemos a la cuestión de los objetivos. El trabajador que va a Alemania sin tener ningún conocimiento del idioma no puede tener grandes expectativas respecto al trabajo que va a encontrar allí. Aunque sea un ingeniero. Si el objetivo es ir allí a aprender el idioma para, a partir de ahí, plantear una carrera profesional, puede ser una opción desplazarse sin conocimientos previos, porque vas a aprender mucho antes que en España. Insisto, depende de los objetivos. Para homologar el título español y poder trabajar allí como médico, como ingeniero o como lo que corresponda, necesitas como mínimo un nivel de B1 o B2 en alemán.
P.- ¿Es el alemán un idioma tan difícil como parece?
R.- Es más difícil que el inglés, pero si partes de cierta base tras un año allí puedes comunicarte perfectamente. Pero hay que estudiarlo y requiere cierto esfuerzo, como todos los idiomas. El Estado alemán subvenciona cursos, tanto aquí como allí, siempre que acredites que hay una empresa que te quiere contratar: aquí en España subvenciona 170 horas y en Alemania de 510 horas. Los trabajadores que encuentran empleo a través de nosotros, en general, lo que hacen es trabajar un cierto número de horas y dejar libre otras para ir al curso de alemán. Es algo a negociar con la empresa, y esa labor la asumimos nosotros porque es difícil que el trabajador pueda hacerlo por su cuenta. Ahí entra de nuevo la labor del intermediario. Nosotros negociamos caso por caso.
P.- Supongo que habéis conocido fracasos, trabajadores que no se adaptan al país y que vuelven.
R.- Llevamos un año haciendo esta labor y, por el momento, nuestra historia es de éxitos. Es verdad que por el perfil de los trabajadores que buscamos y por el conocimiento que tenemos de las empresas donde van a integrarse, es difícil que haya fracasos. Hacemos entrevistas aquí y allí, el trabajador visita previamente la empresa, todos los documentos los redactamos en los dos idiomas… Somos los primeros interesados en hacer las cosas bien, porque en el contrato con el cliente se establece que en caso de que el trabajador se vuelva, lo tenemos que sustituir asumiendo el gasto.
P.- Eso en cuanto a vuestro conocimiento directo, pero todos hemos oído hablar de trabajadores que no han tenido una buena experiencia en Alemania.
R.- Eso es así. Ahora mismo se está dando mucho en el sector sanitario, que es también donde se concentra la mayor demanda. Es un fracaso que tiene que ver con el engaño, con no encontrar lo que uno espera, o lo que a uno le han dicho. Las competencias profesionales de las enfermeras son distintas en España y en Alemania, donde asumen muchas tareas que aquí hacen las auxiliares. Qué tienen que hacer, y qué no, es algo que debería saberse antes de comenzar el viaje, pero muchas veces no es así. Las condiciones de remuneración también son fuente de conflictos y malentendidos. Allí los impuestos para un trabajador sin cargas familiares pueden llegar al 40% y eso muchas veces no se cuenta. O se descuenta una parte del salario para las clases de alemán, aunque estén subvencionadas por el Gobierno. No es legal, pero se hace. Es por todas estas cosas por lo que aconsejo a los trabajadores españoles que vayan bien asesorados.
P.- Entiendo que una empresa alemana que recurra a vosotros busca cierta continuidad en los trabajadores. ¿Pero es eso lo habitual o sucede como en España, donde es normal el encadenamiento de contratos temporales y la alta rotación de trabajadores?
R.- En Alemania se busca más la continuidad, la estabilidad en la plantilla, porque es lo que diferencia a una empresa de su competencia, y la clave para la competitividad. En los empleos de baja cualificación esto se da menos, pero un profesional español titulado y con un nivel de alemán razonable puede pensar en hacer carrera en una empresa alemana.
P.- Ha mencionado la productividad alemana. ¿Es una cuestión que tiene que ver con la tecnología, con la distribución sectorial de la actividad económica o es que los trabajadores alemanes son realmente más productivos que los españoles?
R.- Seguramente tiene que ver con todo eso, pero yo destacaría un factor fundamental y muy distintivo de la cultura alemana del trabajo: los procesos. El alemán establece tareas y procedimientos y se atiene siempre a ellos, sabe siempre qué tiene que hacer en cada momento y cómo hacerlo. Yo siempre digo que en Alemania no hay que ser muy inteligente para trabajar, te lo dan todo hecho. ¿Eso significa que el trabajador alemán no es flexible? En efecto, no lo es en absoluto, porque nunca ha necesitado serlo, ni se le ha educado para ello. Desde la escuela te enseñan que para conseguir un objetivo hay que seguir unos pasos, y atenerse a ellos. En la empresa es exactamente igual: esta es tu tarea, esta es tu silla, este es tu jefe y esto es lo que hacemos aquí, y lo hacemos de esta manera. ¿Qué pasa si tu jefe te pide que hagas otra cosa? Es difícil que lo haga pero, si sucede, te niegas. Porque no te corresponde hacerla. Todo el mundo lo entiende.
P.- Nada que ver con lo que sucede en España.
R.- Es otro modelo, y es muy eficaz. Cuando las tareas y los procesos se mezclan, cuando hoy se hacen las cosas de una manera y mañana de otra, los resultados se resienten. En Alemania cuando se para una máquina por una avería, nadie que no sea el técnico puede tocarla. Y si hay que esperar un mes hasta que se disponga de la pieza original para reemplazar la estropeada, se espera. En España probablemente alguien será capaz de volver a ponerla en marcha, de alguna manera y con algún apaño. Allí no se les ocurre, porque entienden que la única garantía de que la máquina vuelva a funcionar como el primer día, con la misma calidad y sin que la avería pueda ir a más es que se arregle de acuerdo al procedimiento. Tienen razón. Estoy convencido de que ese es uno de los secretos de la productividad alemana, y de la calidad de sus productos. No es cuestión de horas, allí de hecho se trabaja menos tiempo, porque el procedimiento y la organización también alcanza a los horarios: no se entiende que llegues tarde al trabajo, pero tampoco que te quedes después de lo que te corresponde.
P.- Lo que no parece es que tanta rigidez sea un buen cauce para la creatividad.
R.- De hecho los alemanes no son creativos, y son conscientes de ello. Los departamentos de diseño de las grandes empresas suelen contratar profesionales extranjeros, italianos, españoles… Eso es así, en efecto.
P.- ¿A un trabajador español le cuesta adaptarse a ese sistema, tan rígido y tan distinto a lo que está acostumbrado?
R.- En absoluto, se adapta perfectamente porque es un sistema al que es muy fácil adaptarse. Ante cualquier incidencia hay un procedimiento que seguir y no hay sorpresas. No vas a recibir órdenes más que de tu superior directo, no vas a encontrarte con información contradictoria… Una vez allí, el trabajador español es tan productivo como el alemán.
P.- ¿Puede aportar algo distinto un trabajador español en un entorno tan organizado, hay cauce para ello?
R.- Sí que lo hay. Los alemanes son conscientes de que su sistema, por muy eficaz que sea, es mejorable. Los alemanes y los españoles suelen encajar bien, porque uno tiene las virtudes que al otro le faltan. Los españoles que trabajan en Alemania admiran la organización, en la empresa y fuera de ella. ¿A quién no le gusta que todo funcione correctamente? Por otro lado la flexibilidad y la cordialidad en el puesto de trabajo que tiene el español se valora mucho, una vez encaja dentro de la organización. La rigidez en el trato que tienen los alemanes dentro de la empresa forma una barrera, no hay relaciones fuera del ámbito del trabajo, e incluso en el marco de la empresa no suele haber ninguna relación fuera de lo estrictamente necesario para la ejecución de las tareas. El tuteo, por ejemplo, es prácticamente impensable en los niveles intermedios de una empresa alemana. El español contribuye a que esas barreras sean menos rígidas, con la consiguiente mejora en el clima laboral. Eso se aprecia.
P.- Sospecho que la capacidad de improvisar no se ve como virtud.
R.- No, no, hasta ahí no se llega. Pero cierta flexibilidad sí, porque es una cualidad que ellos no tienen. Se ve mucho cuando el alemán va a trabajar al extranjero. Espera que todo sea como en casa y cuando llegan los problemas, y no hay un esquema para afrontarlos, se pierde. Un trabajador flexible sabe hasta dónde puede llegar cuando se salta una norma, el alemán cuando pierde las referencias cae rápidamente en el todo vale. Si le das vía libre para la chapuza, no conoce límites.