Después del fuerte tirón que registró la venta de embarcaciones deportivas tras la pandemia de 2020, el mercado no ha dejado de contraerse cada año, condicionado por las mismas razones que ya le ponían freno antes de la crisis sanitaria, con la escasez de amarres y la fiscalidad en los primeros puestos de la lista. También como entonces, y de forma paradójica, la demanda de servicios relacionados con esta actividad continúa creciendo, y ya es un problema cubrir las necesidades de trabajadores en algunas ocupaciones.

José Ramón Esquiaga | Junio 2025

Tanto para el conjunto de la economía como para casi cualquier actividad que quiera considerarse, la vuelta a las cifras previas a la pandemia ha sido un logro digno de celebración, un objetivo cuyo alcance permitía poner el contador a cero y encarar nuevos retos. No es ese el caso de la náutica deportiva, que tras el covid registró un impulso que llevó al mercado a cotas que no alcanzaba desde antes de la crisis financiera posterior al estallido de la burbuja inmobiliaria, y para el que volver a 2019 supone desandar el camino de los últimos años, en un rumbo que apunta firme al puerto de partida.

De acuerdo con las cifras que maneja la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN), durante el pasado año se matricularon en España 5.017 embarcaciones de recreo, una cifra en la que se contabilizan tanto las motos de agua y las embarcaciones neumáticas como los yates de más de más de 16 metros. El dato es inferior en un 15,9% al que se registró en 2023, y cae casi un 30% en relación a las 7.178 matriculaciones con que se cerró 2021, el año que marcó la mejor cifra desde 2008.

El estudio de ANEN viene a coincidir con la estimación de la evolución de las ventas en Cantabria que hace Jaime Piris, gerente de Yates y Cosas, una de las principales empresas del sector en la región, que calcula que el número de matriculaciones de embarcaciones nuevas disminuyó entre un 10 y un 15% el año pasado, en línea con lo que viene sucediendo desde los máximos poscovid: “Los números siguen sin ser malos, pero es verdad que confiábamos en que se frenara ya la caída y en que fuéramos alcanzáramos una cierta estabilización, y no ha sido así”, lamenta.

Jaime Piris, gerente de Yates y Cosas.

La coincidencia entre la percepción que Piris tiene del mercado y las cifras que recoge la patronal de las empresas náuticas contrasta con lo que recoge el informe de esta última en su análisis provincial de los resultados. Es una discrepancia habitual, y que siempre se da en el mismo sentido: el número de matriculaciones que el estudio de ANEN adjudica a Cantabria es mayor al de ventas que realmente se han realizado en la región. “Es habitual que a capitanías pequeñas, como la de Santander, se desvíen matriculaciones que en realidad corresponden a otras provincias”, explica el gerente de Yates y Cosas, que a pesar de la coincidencia que se da entre su propio cálculo y el descenso en las ventas que recoge el dato nacional del ANEN considera que esta es una referencia solo parcialmente válida para este caso concreto: “Los datos del conjunto de España están muy condicionados por los que se dan en el Mediterráneo, y el mercado del Cantábrico es muy diferente”.

El problema de los amarres

En el caso de Cantabria, y de nuevo en una característica que nos remite a circunstancias con una continuidad en el tiempo que les hace merecer el calificativo de históricas, el principal condicionante con el que convive el sector es la escasez de amarres, sobre todo en el entorno de la bahía de Santander –uno de los principales núcleos con una mayor demanda potencial para el sector, no solo en Cantabria, sino en todo el norte de España–, pero también cada vez más en el resto de la región. Los problemas que está teniendo la nueva concesionaria del puerto deportivo de Getxo para retener a sus propio amarristas ha llevado a que buena parte de estos hayan trasladado sus barcos al puerto de Laredo, lo que ha reducido la hasta no hace tanto abundante oferta de puntos de atraque que ofrecía esta dársena.

“Este es un problema que se veía venir, y que hace que sea muy difícil que se dé un crecimiento sostenido del mercado”, advierte Piris, que subraya lo que esto implica como pérdida de oportunidades para consolidar un sector que, además de la actividad que genera de forma directa, es un motor para otros, como el turismo: “Si una ventaja comparativa tenemos respecto a otros lugares, es el mar. Tenemos el centro de alto rendimiento de vela, nos conocen en todo el mundo por lo buenos navegantes que somos, tenemos playas, aguas protegidas… y justamente lo que no tenemos son amarres y puertos deportivos”.

«En Santander hay cierta disponibilidad de atraques pequeños, y esos son los barcos que es más fácil vende». Jaime Piris, gerente de Yates y Cosas

Desde la perspectiva que le da su posición en el mercado, el gerente de Yates y Cosas lamenta la forma en que esta escasez de atraques lastra no solo las ventas, sino la posibilidad de generar un turismo náutico con capacidad para atraer visitantes diferentes a los que ya eligen Cantabria. En el caso de las ventas, y con un efecto directo también sobre el turismo o la posibilidad de generar una flota de alquiler, la falta de puntos en los que amarrar el barco provoca tanto que deje de comprarse como que, en caso de que sí se haga, la embarcación que se adquiere no es la que se quiere, sino aquella para la que se ha encontrado un lugar al que amarrarla. “En Santander hay cierta disponibilidad de atraques pequeños, y esos son los barcos que es más fácil vender. Pero si te viene alguien que quiere un barco de 12 metros y le dices que se lo tiene que comprar de 8, o de 6, lo más probable es que se vaya a otro sitio”.

Un sector inestable

Con 1.200 atraques, el puerto deportivo Marina del Cantábrico, en Raos, es hoy el mayor de cuantos hay en Cantabria, superando en unas 200 plazas el número de las disponibles en Laredo. A diferencia de este, y como el resto de los que operan en la bahía de Santander, Marina del Cantábrico depende administrativamente de la Autoridad Portuaria de Santander, y no del Gobierno de Cantabria. El puerto arrastra décadas marcadas por problemas económicos y déficit de inversiones, paliado lo primero con la transmisión de la concesión a la comunidad de amarristas –en una decisión que sigue pendiente de lo que digan los tribunales, tras una primera resolución contraria– y condicionado lo segundo por la proximidad del fin de la concesión en 2027 y por la fórmula que se emplee para otorgar una nueva. La actual concesionaria, el Club Náutico Marina del Cantábrico, aspira a una prórroga a cambio del compromiso de invertir en un proyecto de mejora del puerto pendiente de concretar pero que, según explicó su presidente a esta revista, no contemplará tanto un aumento en el número de amarres como una reordenación de los mismos, restando espacio a las mayores esloras en beneficio de las menores.

Botes fondeados en una dársena de Raos infrautilizada, uno de los espacios que podría acoger un futuro puerto deportivo.

“Para invertir hace falta estabilidad, y ahí hay una inestabilidad terrible”, admite Jaime Piris, al que la referencia de lo sucedido en Getxo con el nuevo concesionario le hace contemplar con preocupación lo que pueda pasar en Marina del Cantábrico dentro de dos años. El gerente de Yates y Cosas, que recuerda las trabas que han imposibilitado que el puerto deportivo de Pedreña pudiera realizar la ampliación que tenía en proyecto, reclama valentía a todas las partes para solucionar un problema que va más allá de lo que afecta directamente al sector: “Es verdad que probablemente no ha habido una iniciativa privada que haya ido con un proyecto firme de creación de un nuevo puerto deportivo, pero quizá debería ser la Autoridad Portuaria de Santander la que liderara este asunto. Porque esto no es algo que nos atañe solo a las empresas náuticas, que somos pocas y quizá no somos lo suficientemente importantes para la actividad económica de Santander, esto es algo que afecta al turismo que atraen los barcos, que es importante y algo que se debería cuidar”.

El condicionante que la escasez de atraques supone a la hora de acotar ventas o atraer turismo afectan en menor medida a otros servicios relacionados con la náutica, en los que la demanda sigue siendo alta y que, como sucede en otros sectores, empieza a provocar dificultades para darle respuesta debido a la escasez de profesionales en determinados oficios. “Algo está fallando cuando hay gente que busca trabajo, y al mismo tiempo las empresas náuticas no encontramos trabajadores”, resume Jaime Piris, que recuerda que la náutica de recreo genera actividad y empleo en ocupaciones muy diversas, pero para las que cada vez es más complicado encontrar personas formadas. “No hay patrones profesionales con los que dar un servicio de alquiler, por ejemplo, y los mecánicos navales escasean tanto que las empresas estamos quitándonoslos las unas a las otras”, lamenta el gerente de Yates y Cosas, que cree que hay ahí un problema de ajuste entre la formación que se ofrece y la que demandan las empresas. “Ahí podía haber 200 empleos tranquilamente”, calcula.

 

Encargado de presentar hace unos días en Santander el ‘III Informe de Economía de Cantabria’, este reconocido y prestigioso economista profundiza en esta entrevista telefónica en las principales fortalezas y debilidades con las que cuenta la región. En su análisis, Salvador Marín aplaude el dinamismo del puerto de Santander, aboga por definir un plan de atracción de inversiones y otro de sostenibilidad rural, reclama la necesidad de apoyar e incentivar la innovación y defiende un mayor acercamiento entre el conocimiento público y privado.

Manuel Casino | Junio 2025

Pregunta.– A la vista del III Informe de Economía de Cantabria, que usted ha presentado recientemente, ¿diría que la región progresa adecuadamente o que en síntesis presenta la misma situación económica que en los últimos años?

Respuesta.– Diría, y de hecho lo decimos, que está progresando. En el índice de competitividad se mantiene en la misma posición con relación al resto de comunidades autónomas y ha mejorado algo con respecto a los años anteriores.

P.– El informe de competitividad regional que cita sitúa a Cantabria en el puesto 9 de las 17 comunidades autónomas, con buenas puntuaciones por encima de la media nacional en aspectos como el mercado de trabajo, en talento y capital humano o un entorno institucional sólido, pero también aparece con bajo nivel de eficiencia empresarial. ¿Qué necesitamos para ascender en esta clasificación y dejar de estar en mitad de la tabla?

R.– Bueno. Lo que necesita Cantabria, que es una comunidad pequeña, pero que puede competir, es poner en valor lo que hace bien, comunicarlo y anunciarlo. La tranquilidad y el entorno institucional es muy fuerte y eso atrae empresas. El capital humano también es bueno y las empresas irán allá donde haya capital humano. Lo que creo que habría que hacer es apoyar lo máximo posible para que se apueste por la innovación y que las empresas crezcan en tamaño, lo que no deja de ser un tema nacional. En el momento que las empresas estén en condiciones de dar un salto que no les suponga mayores impuestos o cargas y, además, se les incentive la I+D+i, creo que Cantabria mejorará posiciones.

P.– Debo entender, por tanto, que el papel de apoyo y promoción del Gobierno autonómico es determinante para conseguir este objetivo?

R.– Sí. Aunque no tenga competencias en el impuesto de Sociedades y limitadas en el de la Renta, sí puede, porque para eso son Gobierno, facilitar que las empresas puedan constituirse de forma rápida y ágil y que puedan acceder a polígonos y a suelo industrial de forma igualmente ágil. Si esto se consigue, y en paralelo se incentiva la inversión en I+D+i, que también lo puede hacer, sería muy buena señal.

P.– En este sentido va precisamente la Ley de Simplificación Administrativa que acaba de entrar en vigor.

R.– Sí, lo que ocurre es que vamos con muchas leyes y al final simplificamos y no terminamos de dar con la tecla. Si hubiera una regla de que por cada nueva norma autonómica o local que se aprueba se quitaran cuatro, le aseguro que crecían las empresas. Esa es la mayor simplificación que se podría hacer. Ya sé que es más fácil decirlo que hacerlo pero, de hecho, la Unión Europea está proponiendo de alguna forma que antes de sacar una norma nueva, pensemos cómo ha resultado la anterior y qué objetivos ha alcanzado, y si hay alguna que están afectando de forma indirecta, elimínelas. No hace falta que haya tanta norma. Hay demasiadas ventanillas. A la empresa hay que ponérselo fácil, aunque luego haya que revisar que cumple. Los gobiernos autonómicos, cuando se les convoca a nivel estatal, también pueden influir en la parte que les corresponda para que esto ocurra. Dese cuenta que en Cantabria se constituyeron 897 nuevas empresas en 2024, un 16,6% más que en el año anterior. A poco que estas nuevas empresas generen cinco puestos de trabajo, por decir una cifra, imagínese cómo se multiplicaría el efecto consumo. Tras tres años realizando estudios en Cantabria, los economistas vemos lo que se está haciendo bien y que el retorno de destinar dinero público a facilitar la innovación y la eficiencia empresarial va a ser muy positivo. También les aconsejaría que compitan lo que puedan con los fondos europeos. Que Cantabria haga también, que seguro que lo hace, planes de captación de fondos directamente de Europa. Hay que buscar en la medida de lo posible financiación extra fuera de lo que son las arcas regionales y nacionales. Pero tiene que haber un plan claro. Por ejemplo, un plan que veo totalmente financiable es un plan a medio plazo de atracción de inversiones. Si Cantabria pone en valor el puerto de Santander, la tranquilidad institucional y el talento, y lograra además poner suelo a disposición de las inversiones de forma rápida y hubiera una regulación eficiente, estoy convencido de que este plan daría resultados.

P.– Pero si de algo adolece Cantabria es precisamente de capacidad para atraer capital foráneo. De hecho, en este aspecto está a la cola de España.

R.– Sí, sí. Está muy abajo, y lo decimos. Pero esta realidad choca con las otras variables que le he mencionado de estabilidad institucional, de talento o de deuda pública, que es muy baja. Quizá habría que dedicarle más tiempo a esto porque Cantabria es una comunidad amigable, en la que se vive bien, y en la que el puerto puede facilitar la entrada y salida de productos. Al final, no podemos olvidar que las empresas se instalan en los lugares que les facilitan su labor y donde existe un cierto polo industrial. Es claro que esto no se hace de la noche a la mañana. Por eso creo que tendría que ser un plan muy consensuado con los ayuntamientos que facilite el asentamiento de empresas, la captación de energía y que las personas que vengan a trabajar encuentren dónde vivir. Por eso creo que debe ser un plan potente. Si atraes inversiones, además generas inversiones y empleo a tu alrededor. Pero no descubro nada nuevo. El capital, sea nacional o extranjero, se suele mover en aquel lugar que le tratan bien. Eso es lo que hay que poner en valor. Lo que nos dicen las cifras es que, de momento, no se está consiguiendo atraer inversión extranjera ni nacional. Pero Cantabria cuenta con una marca muy potente que es Banco Santander. Esta marca te posiciona Santander fuera de España. Es más fácil que alguien ponga en el mapa a Cantabria a través del Banco Santander que a otra comunidad autónoma.

«Con las barreras naturales que tiene Cantabria, habría que apostar por un ferrocarril que se adapte a sus circunstancias, porque no todo siempre es comparable»

P.– ¿Las deficientes comunicaciones, especialmente ferroviarias, y no solo con Madrid, sino también con Bilbao, son un freno para el desarrollo de la economía regional?

R.– A ver. Nos hemos llevado una grata sorpresa por cómo se ha comportado este año el puerto de Santander, que es un polo logístico interesante con bastantes inversiones adicionales. Es evidente que todo lo que sea mejorar las conexiones ferroviarias es bueno. Lo que ocurre es que a veces queremos hacer todo en un día y a lo mejor hay que apostar por un ferrocarril rápido, que no tiene que ser de última generación. Con las barreras naturales que tiene Cantabria, habría que apostar por un ferrocarril que se adapte a sus circunstancias, porque no todo siempre es comparable. Nosotros somos economistas y sabemos que esto es verdad. Un economista dice ‘deme usted infraestructuras que del resto ya me encargo yo’. Si hay que empezar por algo, yo empezaría por el eje que me permita dar más y mejor salida a mis productos y atraer más turistas. Si me lo permite el de Bilbao, pues es una buena opción. Es un tema que hay que estudiar muy bien. Pero lo que sí echo en falta es un plan de atracción de inversiones.

P.– Con las previsiones ocurre que a veces es muy difícil acertar. Las de crecimiento de la economía regional entre el 2,3 y 2,4% en 2025 apuntadas en este informe, cómo las calificaría, ¿de optimistas, de moderadas o de conservadoras?

R.– El año pasado todo nos sorprendimos del crecimiento que hubo en España. Creo que ninguno o muy pocos servicios de estudios lograron dar con el dato final. Cantabria, si se comporta como indicamos en el informe, diría que son unas previsiones moderadas o moderadas-alto. Si el tema logístico sigue funcionando y se simplifica, y se logra hacer un altavoz de atracción de inversiones esta horquilla pudiera mejorarse, pero quizá ya no sería para este 2025, sino para el próximo año.

P.– Destacan el papel estratégico del puerto de Santander, que ya representa el 14% del PIB regional, y que no deja de batir récords de tráfico de mercancías y contenedores. Pero llegará un momento, a este paso más pronto que tarde, en que las limitaciones de espacio impidan a esta infraestructura seguir creciendo. ¿Estamos preparados para cuando eso ocurra?

R.– En el informe ya decimos que al puerto de Santander todavía le queda capacidad de recorrido. No ha llegado a su tope y le quedan años. Ahora, habrá que pensar en posibles expansiones, pero estoy seguro de que, respetando los temas ambientales, al final hoy en día todo se puede gestionar. Cuando llegue ese problema, ¡bendito sea que ese sea el problema! Ojalá llegáramos al máximo de ocupación del puerto de Santander. Si eso ocurriera, querrá decir que la economía va bien y ya se buscarán las soluciones adecuadas. Desde luego, lo que está claro es que si no inviertes es cuando no vas a crecer. Hay que invertir y buscar dinero debajo de las piedras.

P.– También abunda en el potencial de crecimiento del sector biosanitario y las nuevas tecnologías dirigidas o asociadas a éste. Con Valdecilla y los institutos de investigación y universitarios a la cabeza, ¿qué le falta a Cantabria para llegar a convertirse en un foco de la industria ligada a la salud?

R.– De momento, lo bueno es que ya existen las infraestructuras y que ya se ha creado el polo. ¿Qué le faltaría? Incorporar a más empresas, aunque ya hay bastantes, que les resulte rentable invertir en I+D+i y meterse en ese polo. Estimo que, dentro de ese plan de atracción de inversiones, este asunto debería ser clave. Lo que se necesita es vestir a este polo de largo y contarlo más y hacer fácil, como ya he dicho, que las empresas se instalen aquí, que seguro ya se está haciendo porque, de lo contrario, no existiría este polo. Lo hecho, hecho está. Ahora hay que pasar a una segunda fase y mirar al futuro. Tiene que haber alguien pensado en el futuro.

Salvador Marín, director general del Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas, durante la presentación del ‘III Informe de Eco-
nomía de Cantabria’.

P.– El sector cultural, por su parte, es otro de los que pueden contribuir, gracias a los centros ya existentes y a las nuevas dotaciones culturales que abrirán próximamente, en polos de atracción de un turismo de calidad, alejado del de masas, que contribuyan además a dejar atrás la excesiva estacionalidad que hoy presenta el turismo. Si cada vez la climatología juega más a nuestro favor, ¿por qué no acabamos de despegar turísticamente más allá de los meses de verano?

R.– Todo entra en paquete. Siempre es igual. Sin inversión y estrategia es muy difícil que cambien las tendencias. Hay que meterse en los circuitos de turoperadores, pero para hacerlo tienes que ofrecer algo adicional. Cantabria tiene una costa excepcional y una montaña que ya se conoce. En cultura, ya cuenta con instalaciones que hace unos años no tenía. Ahora, ¿Por qué va a ir un turista a Cantabria? Vuelvo a insistir en que, si quieres atraer a turistas, tienes que ofrecerles algo diferente, si no te va a venir el tradicional, el que siempre ha venido. No podemos olvidar, en cualquier caso, que al final Cantabria compite con el resto de comunidades y que España es muy fácil de recorrer. Hay que ofrecer experiencias diferentes y, cuando se pueda, conciertos y exposiciones, congresos… La marca Santander, la playa, la UIMP, Cabárceno… Hay muchas marcas potentes y muy conocidas. Hay que saber dónde estamos. Si queremos dar un salto, primero hay que cuidar lo que ya tenemos y tener una estrategia cada año. Este año voy a apostar por el tema cultural, el próximo por otro. Insisto en que alguien tiene que estar pensando en temas adicionales y en contar con las infraestructuras adecuadas para acoger a estas personas. Y eso tampoco se hace de la noche a la mañana.

P.– El sector agroalimentario en general, y la industria láctea y de semiconservas en particular, que representa ya el 22% del PIB regional, es otra de las fortalezas de nuestra economía y uno de los pilares para combatir el despoblamiento en las zonas rurales. ¿Hay futuro en el campo?

R.– Lo que vemos es que la despoblación rural afecta a toda España y que también ocurre a nivel europeo. Hay que cambiar este éxodo a las ciudades y promocionar y apoyar a los ayuntamientos para que les resulte más fácil atraer a los jóvenes a esas nuevas instalaciones. Los ganaderos también necesitan cierto apoyo de las administraciones, por lo menos en los primeros días. Pero, obviamente, esto tampoco se consigue de un día para otro. Tiene que haber un plan claro de sostenibilidad rural, que se llama así. E incluir a los propietarios de los terrenos en la ecuación. La foto es que la economía mejora, pero creemos que si se quiere dar un salto cualitativo habría que apostar por estas tres o cuatro palancas que venimos señalando. ¿Con qué prioridad? Con la que decidan los agentes sociales conjuntamente con los gobiernos. Hay que dedicarle tiempo. Lo que no nos damos cuenta y, en ocasiones habría que parar un minuto, es que las propias administraciones cada día que se levantan tiene también que ir a trabajar. No digo que no sea así, y estoy seguro de que lo hacen bien. Pero gestionar una comunidad o un ayuntamiento es un trabajo. No es solamente la rueda de prensa o atender las redes sociales. Y los ciudadanos deben exigir, igual que les exigen a ellos, que cada día las Administraciones públicas hagan las cosas un poquito mejor. Para eso son precisamente estos estudios, para darles ayudas y mostrarles lo que pensamos los economistas.

P.– Apuntan que la escasa internacionalización e inversión en innovación lastran el fortalecimiento del tejido empresarial regional y la mejora de su competitividad. ¿Echa de menos en este sentido un mayor protagonismo de la Administración para facilitar y generar un clima y un ambiente más favorable a las empresas?

R.– Vuelvo a insistir. No creo que sea solo la Administración. Con que simplifique y facilite la labor ya es suficiente. A veces no tiene que hacer grandes cosas. Tiene que diseñar un plan y comunicarlo bien y poner mucho ojo en las infraestructuras públicas. El resto, ya es cosa de la parte privada. Pero lo privado no puede sustituir a lo público en el tema de las infraestructuras porque no es su negocio. ¿Cree usted que las empresas no quieren exportar? Claro que quieren. Pero si las empresas son pequeñas tienen más difícil salir al exterior y llegan hasta donde llegan. Por eso, la estrategia debería ser la de unir de alguna forma las empresas que sean competencia y ahí la Administración sí puede actuar como pegamento.

«Los empresarios tienen visión a largo plazo y ven, cuando les preguntan, que Cantabria es una comunidad manejable»

P.– De otro lado, el informe refleja que la confianza de los empresarios cántabros en la economía está por encima de la media nacional. ¿Si los propios interesados perciben que las cosas van bien o relativamente bien, ¿por qué nos cuesta tanto atraer empresas y no digamos ya capital foráneo?

R.– Porque falta ponerlo en valor. Esas empresas a las que alude van bien pero son empresas pequeñas. Los empresarios tienen visión a largo plazo y ven, cuando les preguntan, que Cantabria es una comunidad manejable; que es fácil identificar a sus gobernantes por la calle y hablar con ellos, y eso es un activo; que hay una estabilidad decente… Pero atraer inversión son palabras mayores y ya tienes que entrar a competir de otra forma. En cualquier caso, esta confianza empresarial es un valor. Hay que decirles que, si usted viene aquí, sepa que hay una estabilidad muy buena, que es lo primero que te pide un empresario. Dicho esto, Cantabria va para arriba. Está en mitad de la tabla y no va para atrás.

P.– En Cantabria, la I+D esta fundamentalmente en manos de la universidad, que concentra el 43,92% de todo el gasto regional en este ámbito, casi el doble que en el conjunto del país. ¿Por qué el sector empresarial cántabro es tan poco innovador (17 puntos por debajo de la media nacional)?

R.– En primer lugar, hay que incentivarlo a través de la normativa nacional. Por otro lado, si no tienes empresas grandes, que son las que más innovan, pues ya cuesta mucho más. Tiene que darse un acercamiento, que por mucho que se diga no termina de producirse, entre el conocimiento público y privado. Y eso hay que facilitarlo. Cantabria debería primar a sus universitarios que apuesten por innovar y que logren esa unión. E igualmente habría que primar a las empresas que apuesten por ello. Ahí Cantabria tiene también un campo que recorrer. Lo que hay que hacer es que ese conocimiento que se genera en las universidades y en los centros público no se quede entre cuatro paredes, que salga. Y para eso hay que ponérselo fácil. Conozco casos de éxito que funcionan muy bien, pero eso debería ser lo normal. ¿Qué ocurre? Que muchas veces la universidad está de espaldas y al profesor no se le prima para hacer carrera universitaria. Y aquí si puede intervenir la parte pública para incentivarlo de alguna forma.

P.– Señalan en su informe que otro de los obstáculos para el crecimiento es la limitada transferencia universidad-empresa. ¿A qué lo achaca?

R.– En este caso siempre se mira hacia la universidad. Y no es justo. Hay que mirar hacia los dos lados. El empresario tiene que ver a la universidad como amigable, y también al revés. En este asunto sí se podría hacer un trabajo incluyendo, por ejemplo, a la universidad y los centros de investigación en las misiones comerciales que se hagan. Y primar los proyectos públicos que sean transferencia del conocimiento. Todo lo que se incentiva en economía prospera. Además, luego tampoco puede haber una lluvia fina. Si, por ejemplo, somos muy buenos en biosanitario y en otros dos o tres campos, pues habrá que intentar al principio apoyar esos ámbitos en los que somos muy buenos. No apoyar todo por apoyarlo. Hay que intentar hacer una bolsa grande con lo que somos muy buenos y después repartirla. Reconozco que esto también es difícil de hacer, pero bueno, es uno de los trabajos de los políticos.

«A poco que aproveche las tres o cuatro palancas con las que cuenta, creo que la región puede ganar posiciones en el tablero nacional»

P.- En esta clase de estudios económicos, dicen que lo importante es analizar los datos con perspectiva y una visión a medio y largo plazo. Si lo hacemos así, ¿qué tendencia apunta Cantabria?

R.– Han pasado tres años desde nuestro primer informe y vemos que Cantabria va hacia arriba. Y a poco que aproveche las tres o cuatro palancas con las que cuenta, creo que la región puede ganar posiciones en el tablero nacional. Ahora, debe dedicarse a ello con intensidad porque es evidente que a los pequeños les cuesta más competir, aunque esa menor dimensión también le da mayor flexibilidad. Insisto, después de tres años Cantabria va, poco a poco, hacia arriba. En economía a poco que anuncias cosas y las cumples, ya mejoras posiciones. A veces queremos hacer planes estratégicos muy rimbombantes cuando lo mejor es hacer planes, digamos, más quirúrgicos. Nosotros creemos que Cantabria es una comunidad que necesita cosas más quirúrgicas, no grandes planes. No sé si la palabra sería sectoriales, pero sí cosas que sean muy concretas y determinadas con todos los implicados metidos en la ecuación, lo que es fácil porque Cantabria no es muy grande.

P.– ¿Quizá lo que nos falta entonces es terminar de creérnoslo?

R.– Sería muy osado por mi parte decirlo porque no vivo allí. Pero cuando hablo con Fernando [García Andrés, el presidente del Colegio Oficial de Economistas de Cantabria], me comenta que los economistas cántabros ven que la comunidad prospera poco a poco. Cantabria tiene los habitantes que tiene. Vemos que hay datos buenos y que en estos tres años se ha mejorado, especialmente en cuanto al puerto de Santander y la atracción de talento, además de la estabilidad institucional, que se mantiene en buenos niveles. Pero también vemos que se puede mejorar más.