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Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), un renovado impulso para emprender

El Centro Internacional Santander Emprendimiento aboga por impulsar el talento y la innovación para crear soluciones que contribuyan a cambiar el mundo. En su décimo aniversario, dos de sus principales gestores analizan la andadura de este organismo sin ánimo de lucro dedicado a fomentar la cultura emprendedora.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Octubre 2022

Un centro singular que promueve y potencia la cultura emprendedora para generar una sociedad más innovadora, en la que las personas desempeñan un papel fundamental. Así presenta el director de Estrategia y Relaciones Institucionales del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), Federico Gutiérrez Solana, esta institución sin ánimo de lucro volcada en fomentar el progreso social que acaba de celebrar sus primeros diez años de vida. Enmarcada dentro de la Fundación de la Universidad de Cantabria para el Estudio y la Investigación del Sector Financiero (UCEIF) y bajo el paraguas de sus tres patronos –Banco Santander, Gobierno de Cantabria y Universidad de Cantabria–, el CISE ha tratado desde sus inicios de ampliar el concepto de emprendimiento, desligándolo de esa visión asociada de forma casi exclusiva a la creación de empresas, tal y como lo sostiene Gutiérrez Solana y lo corrobora su director ejecutivo, Manuel Redondo.

“La idea clave es el valor de la creación de una persona emprendedora que quiere y persigue que su actividad profesional sea más productiva para la sociedad en su conjunto”, subraya Gutiérrez Solana. “Lo realmente importante es que el emprendimiento se vea como una herramienta que contribuye al desarrollo de competencias personales ‘profesionalizantes’; que la persona emprendedora perciba que las capacidades que adquiere le son útiles, más allá de que finalmente decida crear o no una empresa”, apuntala por su parte Redondo.

Una década en la que, explican ambos responsables, el centro ha ido generando proyectos y descubriendo nuevas oportunidades en diferentes sectores a medida que se adentraba –y profundizaba– en el ecosistema del emprendimiento universitario con un propósito muy claro: impulsar el talento y la innovación y apoyar la creación de soluciones que cambien el mundo. “Queremos que la persona sea emprendedora, que analice las oportunidades que tiene de mejorar en aquello en lo que es responsable y que el sistema de alguna manera se lo ampare. Por tanto, digamos que es una capacitación personal, pero también cultural a todas las escalas, sean institucionales, administrativas, estatales o globales”, resume Gutiérrez Solana.

En su andadura, este gestor aclara que el centro ha pasado de una concepción quizá más orientada al ámbito formativo que caracterizó sus orígenes a otra en la que, a raíz de la incorporación al proyecto del Gobierno regional y de una visión “más holística” de la situación, pasó a cubrir fundamentalmente unas necesidades sociales: “A partir de ahí, el CISE deja de ser en exclusiva un centro universitario para convertirse en un centro que lo que busca es dar apoyo a aquellas necesidades que en el ámbito del emprendimiento y de la innovación se manifiestan claramente en la sociedad”.

Ponentes y participantes en un `worshop´de empredimiento celebrando en el CISE en 2021. Foto: CISE.

Cumplimiento de objetivos

En la consecución de este objetivo general, sobre el que se edificó el plan estratégico del centro, los resultados cosechados a lo largo de esta década reflejan el enorme potencial que esconde el emprendimiento, según coinciden en resaltar los dos dirigentes al unísono. Una estimulante tarea de trabajo desarrollada en equipo y en redes que ha dado evidentes frutos, o al menos así lo revelan las cifras que aparecen en un video promocional editado por el CISE para conmemorar su décimo aniversario. En poco más de cien segundos, esta cinta explica que, en este periodo de referencia, más de 72.000 personas de veintidós países europeos y americanos han participado en las actividades de este centro que, además, ha acompañado a más de 45.000 jóvenes en sus primeras experiencias emprendedoras, ha apoyado a más de 9.500 proyectos emprendedores y ha ofrecido formación online o presencial a más de 38.000 personas, entre otros logros.

Porque, al margen de los programas orientados al acompañamiento, apoyo y asesoramiento de personas con ideas emprendedoras, el CISE desarrolla igualmente programas, algunos de ellos de ámbito europeo, para fomentar la cultura emprendedora, la economía social, el cooperativismo y la innovación dirigidos no solo a jóvenes estudiantes, sino también a niños, personas seniors o mujeres migrantes…, amén de otros de sensibilización y formación en los que trabajan con el apoyo y la colaboración de diversas instituciones, organizaciones, fundaciones y empresas de dentro y fuera de la región que, según resalta Redondo, “también identifican necesidades y vislumbran oportunidades de trabajar el emprendimiento con un fin social”.

Pero si de algo se siente especialmente orgulloso Gutiérrez Solana es del grupo humano del centro, actualmente integrado por 27 personas: “Ha sabido entender cuáles son esas necesidades y de trabajar para abrir nuevos espacios innovadores”. En la misma línea, Redondo destaca la componente social de los proyectos puestos en marcha. “Cada vez que generamos un entorno de apoyo a un colectivo, y ese colectivo luego nos agradece lo que hemos hecho para fomentar su capacidad innovadora o sus competencias personales, lo cierto es que resulta muy gratificante. Porque, al final, no podemos olvidar que detrás de los números hay personas”, enfatiza. “Si no existiera el CISE habría que inventarlo”, sentencia a modo de resumen el director de Estrategia y Relaciones Institucionales para poner en valor el trabajo desarrollado en este decenio por el centro que cuenta con un presupuesto anual de unos dos millones de euros.

“Seguramente en el arranque no teníamos el diagnóstico concreto de cuál era la capacidad emprendedora, especialmente asociada al emprendimiento joven”, apostilla el director ejecutivo del CISE, que destaca que, una vez que entras en contacto con el ecosistema universitario y percibido todo el talento, las cifras no asombran: “Te das cuenta de que cada año, en el entorno de cada universidad, existen entre cincuenta y cien personas con ideas emprendedoras que necesitan apoyo para poder consolidarlas y crear un modelo de negocio. No me extrañan estos resultados. De hecho, creo que hay que impulsar más aún el emprendimiento en España para, en vez de estar apoyando del orden de 600 proyectos al año, hacerlo con 1.000 o 2.000”.

Y es que, en su opinión, y pese a todos los esfuerzos, en España aún no se innova lo suficiente. “¡Ojalá innovara el 20% de las empresas españolas!, tal y como aseguran algunos expertos”, reclama Redondo. Un hándicap que Gutiérrez Solana achaca en gran medida a la estructura del tejido empresarial español, conformado en su inmensa mayoría por pequeñas y medianas empresas a las que, por su dimensión, les resulta “muy difícil innovar”. De ahí, a su juicio, la importancia de contar con herramientas que den apoyo a aquellos que por sí solos no pueden hacerlo. “Por ello, uno de nuestros focos siempre ha estado dirigido a las pymes a través de un programa abierto de mentorización del que participan un centenar largo de profesionales, mayoritariamente de Cantabria, dispuestos a colaborar con aquellas iniciativas empresariales nuevas que vengan de startups o de pymes con escasa capacidad que necesitan el apoyo externo de un tutor o mentor que les oriente”, relata el director de Estrategia del CISE.

“Son profesionales con experiencia de negocio a los que nosotros formamos también en capacidades de coaching y acompañamiento al crecimiento de iniciativas innovadoras y a los que, una vez adquiridos esos conocimientos y en función de sus perfiles, les proponemos mentorizar una iniciativa emprendedora concreta”, matiza Redondo.

Patronos y transferencia de conocimiento

Sobre el papel que desempeñan sus patronos, el máximo responsable del CISE aclara que cada uno cumple su función y tiene sus propias reglas para establecer sus vínculos con el centro: “Ellos nos dan soporte y confianza y nosotros procuramos adaptarnos a sus objetivos y de darles un servicio”, describe. Así, explica que Banco Santander está fundamentalmente interesado en crear una “gran red” de apoyo inicial al emprendimiento universitario a nivel global, mientras que con el Ejecutivo regional, y dadas las capacidades transversales del centro, se intentan identificar las necesidades de las distintas consejerías y trabajar con ellas en iniciativas nueva “que no sean, digamos, lo convencional”.

En este sentido, resalta el abordaje conjunto de doce proyectos europeos: “Cada uno de los cuales nos da un conocimiento del apoyo al emprendimiento en distintos ámbitos y sectores. Es decir, nos han ido abriendo nuevos frentes en los que hemos adquirido experiencia y capacidad para poder hacer ofertas novedosas que luego tratamos de migrar al entorno más local y próximo, que es a través del Gobierno de Cantabria”, concede Gutiérrez Solana. Por su parte, Redondo no duda en resaltar la oportunidad de trasladar a sus partners todo ese conocimiento nuevo que van adquiriendo. “Nuestro propósito final es conseguir que la UC sea la universidad más innovadora de España y que el Ejecutivo regional incorpore a su acción de gobierno los programas más innovadores en materia de innovación y emprendimiento”, puntualiza.

En relación a la necesidad de impulsar una mayor y más clara transferencia de conocimiento entre universidad y empresa, el director de Estrategia y Relaciones Institucionales resuelve que el “vínculo estrecho” que el centro mantiene con la UC y su ubicación –sus dependencias están en la tercera planta de la Escuela Superior de Caminos, Canales y Puertos–, les ha permitido ser observadores directos de esta situación, al tiempo que hacer propuestas para tratar de mejorar esa tradicional debilidad que existe en la relación entre el mundo académico y el tejido productivo.

Federico Gutiérrez Solana, director de Estrategia y Relaciones Institucionales del CISE, y Manuel Redondo, director ejecutivo, en las instalaciones del centro. Foto: Nacho Cubero.

En concreto, asegura que el CISE está abordando de forma sistemática dos ámbitos. De un lado, para formar y sensibilizar a los doctorandos jóvenes –los futuros investigadores– de la España universitaria en la utilidad de poner en valor los resultados de sus investigaciones como productos que generan riqueza en la sociedad, y no solo como la creación de conocimiento depositado en artículos científicos. De otro, el programa I2E, un interfaz para el emprendimiento colaborativo que persigue, con el apoyo del Gobierno de Cantabria, formar conjuntamente a empresarios con iniciativas establecidas y a los investigadores que pueden dar respuesta a esas iniciativas. “Nosotros los que les procuramos es el método para que trabajen juntos. De alguna manera les entrenamos para crear sinergias, detectar necesidades y oportunidades y cocrear soluciones a retos comunes”, especifica sobre este programa que, destaca, es “único en España en el que tenemos mucha ilusión” pero que, reconoce, “cuesta movilizar porque cada entorno tiene sus propias inercias”.

Para ambos responsables, en Cantabria no falta talento, aunque reconocen que sí cuesta retenerlo: “Porque lo que requiere es oportunidades para desarrollarse”. Y ahí, explica Gutiérrez Solana, es donde precisamente empieza a ser tan importante la cultura emprendedora. “Si el tejido productivo no es capaz de hacer ofertas al nivel de las capacidades del talento, una de dos, o se acomoda y se queda en el sistema pero con una pérdida de valor sustancial, o buscará otras alternativas”, razona.

En este punto, ahonda sobre la importancia de brindar al talento un entorno y unos condicionantes que les sean más atractivos que los que les puedan ofrecer otros.  “Y en esa concienciación estamos. Ahora, al menos, ya se habla de talento cuando antes se hablaba de súper cualificación, una expresión que me ponía muy nervioso y me dolía muchísimo desde una perspectiva universitaria. Me parecía una definición muy pobre”, afirma Gutiérrez Solana, que considera que si una sociedad consigue que las personas estén mejor cualificadas, lo que tiene que hacer es aprovecharlo, pero no decir que hemos malgastado el tiempo sobre cualificándolas: “Afortunadamente, ese discurso ahora va más en la línea de que, si hay talento, conservémoslo, aprovechémoslo y atraigámoslo para potenciar nuestro entorno. En este sentido, es verdad que percibimos un cierto cambio de discurso entre el empresariado cántabro y algunas iniciativas interesantes, pero sin duda hay que hacer más”, clarifica.

De otro lado, Redondo considera que se ha dado importantes avances en aras de reducir la excesiva burocracia y conseguir una mayor simplificación administrativa. “Igual no es tan sencillo como en el país europeo en el que más fácil es crear una empresa, pero no es una limitación. Hay una nueva Ley del Startups para favorecer el emprendimiento innovador que ha facilitado mucho los trámites, e incluso incentiva la atracción de emprendedores y empleados de alta cualificación. Siempre hay opción de mejorar, y ahí tenemos el espejo de los países que lo hacen de un modo espectacular, pero creo que en España estamos mucho mejor que antes y en la buena dirección”, remacha.

Sectores punteros y sostenibilidad

Sobre los sectores con mayor potencial de crecimiento en la región, el director ejecutivo del CISE no duda en señalar a la robótica, la inteligencia artificial y las actividades relacionadas con la ingeniería marina, “en la que Cantabria es todo un referente mediante la capacidad de arrastre de la UC y el Instituto de Hidráulica Ambiental”, asegura. Igualmente resalta la capacidad del sector logístico y de la salud y lamedicina, un ámbito que califica de “muy boyante” con cientos de emprendedores desarrollando productos y servicios para complementar el servicio público de salud y solucionar los retos que ha planteado la pandemia del covid.

Una opinión que también es compartida por Gutiérrez Solana, quien reafirma la excelente posición de Cantabria desde un punto de vista de conocimiento disruptivo en todo lo relacionado con el agua. “El IHCantabria es uno de los cinco o diez mejores institutos del mundo que, además, se ha sabido dotar de unas capacidades de transferencia muy potentes y eficientes”, aclara.

Además, recuerda que el CISE está trabajando actualmente con el Gobierno regional y los distintos agentes sociales y la propia sociedad en la definición de cómo estructurar los avances en los ecosistemas que el Ejecutivo ha definido como estratégicos para Cantabria: agua, cambio climático y medio ambiente; industria 4.0; salud y medicina; agro y bioalimentación y entornos rurales; y cultura y turismo. “Este trabajo no deja de ser en sí un proceso emprendedor, una especie de emprendimiento de región”, sintetiza.

Después de diez años, ambos responsables coinciden en que el principal reto del centro es su sostenibilidad. “Consolidar esta forma de trabajar que hemos instaurando de forma creciente y constante dando, a su vez, un servicio también creciente y constante a necesidades sociales”, apunta Gutiérrez Solana antes de echar la vista atrás: “Siempre dijimos que si hacíamos un centro internacional, el principal beneficiario de esta internacionalización sería Cantabria”, recuerda.

Una visión que no varía si la mirada se fija dentro de otra década. “Seguramente el centro estará ligado a las necesidades sociales que existan en ese momento”, precisa Redondo, quien expresa su deseo de que, en ese horizonte, la sociedad ya haya interiorizado la necesidad del emprendimiento. “Que sea una sociedad madura a nivel de cultura emprendedora que lo que requiere entonces es mayor apoyo para procesos de creación de empresas”, declara, pero admitiendo todo lo que eso tiene de una incógnita: “Hoy estamos encadenando una crisis tras otra y no sabemos qué ocurrirá cuando recuperemos la normalidad y la innovación y la competitividad no estén ya en el día a día de las preocupaciones de la sociedad. Esto también es un reto. Lo ideal sería seguir conectando el emprendimiento y la capacidad científica y generar transferencia en torno a ella”, remata.