El nuevo Santander cumple una década
Los 10 años pasados desde que Ana Botín asumiera la dirección del Banco Santander se han caracterizado por la mejora en todas las cifras de negocio, por el compromiso con la digitalización y por el esfuerzo por acercar el banco a sus clientes. El éxito de las dos grandes ampliaciones de capital acometidas durante este periodo y la adquisición e integración del Popular marcan los principales hitos de la trayectoria del banco desde 2014. Su futuro inmediato se definirá por sus dos claves estratégicas: la decidida apuesta por Openbank y el crecimiento en Estados Unidos.
José Ramón Esquiaga | @josesquiaga | Noviembre 2024
La rápida y serena transición a la que dio lugar el inesperado fallecimiento de Emilio Botín abrió en 2014 un periodo que, dando continuidad a la naturalidad con que se encaró entonces el relevo, ha estado marcado por cambios de calado, pero en los que las audaces operaciones corporativas habituales en la etapa anterior han cedido protagonismo en favor de estrategias quizá de menor impacto mediático, pero con efectos perfectamente comparables en el largo plazo. La década transcurrida desde que Ana Botín accediera a la presidencia del banco cántabro ha estado marcada por ese cambio tranquilo –que lo ha sido algo menos en lo relativo a los puestos de dirección del banco– y también por un crecimiento que ha alcanzado a casi todas las variables que dan cuenta del negocio, con el precio de la acción poniendo un relativo contrapunto en esa aproximación a lo cuantitativo.
De acuerdo a lo que apuntan las cuentas del primer semestre, el Banco Santander cerrará el presente ejercicio con un beneficio que rondará los 12.000 millones de euros, una cota significativamente alejada de los 5.816 millones que la entidad ganó en 2014. A pesar del complejo escenario en el que se ha visto obligada a operar la banca durante los diez últimos años, la mejora alcanza a prácticamente todos los indicadores, y lo hace en proporciones comparables a la evolución de los beneficios. El banco cuenta hoy con más clientes –168 millones, frente a los 60 de hace una década–, es más rentable y está más capitalizado, a pesar del endurecimiento de los requisitos de solvencia por parte de los reguladores.

Ana Botín, durante la presentación del acuerdo de patrocinio de Formula One Management. Foto: Nacho Cubero.
Aun sin la sucesión de osadas maniobras que caracterizó la presidencia de su padre, la de Ana Botín no ha estado exenta de decisiones que han marcado no solo la trayectoria del banco, sino el propio mercado bancario. Esa consideración merece la adquisición del Popular, propiamente el rescate de una entidad quebrada y una operación que, pese a su complicada digestión, ha permitido al Santander mejorar notablemente su posicionamiento en España, que ha mejorado significativamente su aportación al total de beneficios del grupo. La ampliación de capital ligada a esa operación –7.000 millones de euros– sumada a la que por 7.500 millones de euros se cubrió en tiempo récord en 2015 son otros dos hitos de la máxima relevancia en el trazado del camino que ha llevado al Santander desde 2014 hasta hoy.
Las ampliaciones de capital son uno de los factores que han tenido efecto sobre el precio de la acción del Santander, que en ese tiempo también ha sufrido las consecuencias de la crisis sanitaria y del desfavorable escenario que durante buena parte de la década han supuesto los bajos tipos de interés, incluso negativos en algunos momentos. La cotización de la acción del banco se mueve hoy en torno a un 40% por debajo del nivel al que se encontraba el 9 de septiembre de 2014, si bien con el efecto de los dividendos la caída sería de alrededor de un 10%. La remuneración al accionista ha sido, de hecho, otro de los cambios a apuntar a la presidencia de Ana Botín, que ha incrementado su importe en efectivo abandonando progresivamente la fórmula del ‘dividendo elección’ –en efectivo o en acciones– que era habitual en los años inmediatamente anteriores a su llegada a la dirección del banco.
Expansión internacional
En una entrevista publicada por el propio banco con motivo del aniversario, la presidencia del Santander repasaba todas esas cifras, pero dando mayor relevancia a la forma en que se ha llegado a ellas que el propio dato en sí. En esa mención a lo cualitativo, Ana Botín ponía el acento en el cambio de cultura de la entidad, un proceso que considera todavía abierto y en el que pueden enmarcarse cuestiones como la sostenibilidad, responsabilidad corporativa y, en general, todas las acciones que buscan una mayor cercanía del banco con sus clientes, algo para lo que la presencia de la propia Botín en redes sociales tiene una condición que trasciende lo anecdótico para convertirse en otro de los elementos diferenciadores de su presidencia.
En un proceso que permanece abierto, y en el que alguno de los episodios más significativos estarían aún por producirse, el Santander ha avanzado en los últimos años en una transformación tecnológica que, con Openbank como ariete, alcanza de una u otra forma a toda la entidad, tanto de puertas adentro como en la relación con los clientes. Openbank es también el instrumento con el que el banco cántabro va a atacar el mercado estadounidense, en el que probablemente puede considerarse el gran objetivo de Ana Botín para la segunda década de su presidencia.
El salto internacional del banco, que puede considerarse el gran legado de Emilio Botín, ha tenido continuidad en los últimos diez años, si bien con operaciones menos llamativas que las acometidas en los años previos a la crisis financiera. La adquisición del banco portugués Banif ha sido el más significativo entre los movimientos realizados fuera de nuestras fronteras que, volviendo al terreno de lo simbólico, han tenido un significativo subrayado en el anunciado patrocinio de la Fórmula 1, el evento deportivo más seguido del planeta.