“Si las administraciones no cumplen, no descartamos reclamar a la Unión Europea”

Ana Cabrero, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Cantabria, apuesta por reducir la presión fiscal y las cotizaciones con el fin de dinamizar el mercado y defiende la circulación del crédito y el riguroso cumplimiento de la Ley de Morosidad como claves para la supervivencia de la pequeña empresa.

Texto de Jesús García-Bermejo Hidalgo @chusgbh Fotos de Nacho Cubero
Publicado en marzo 2013

Tras casi cinco años en el cargo, el pasado mes de noviembre Ana Cabrero fue reelegida como presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de Cantabria, una agrupación que, de acuerdo a los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, representa al 37,41% del colectivo a nivel nacional, superando el 30,84% de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos) y muy lejos del 13,80% de FOPAE (Federación de Organizaciones de Profesionales, Autónomos y Emprendedores). Desde el despacho con el que la organización cuenta en Santander, Cabrero atiende las necesidades del sector y acumula papeles con estadísticas de todo tipo, las cuales son reflejo del complicado momento que viven estos profesionales en la región, en donde se produjo un descenso del 0,77% de los afiliados en el Registro Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) en diciembre, la mayor caída media del país. Y es que, según el barómetro llevado a cabo por ATA el citado mes, último pulso que la agrupación ha realizado del sector, más de la mitad de los encuestados considera que las medidas adoptadas en materia de autónomos por el Gobierno no son adecuadas para superar la crisis, al tiempo que nueve de cada diez cree fundamental una bajada de impuestos para hacer frente a la situación económica. En cuanto a los grandes problemas del gremio, solo uno de cada tres autónomos se dirigió en 2012 a una entidad financiera a solicitar liquidez –únicamente al 25% de estos se la concedieron sin dificultad–, mientras que la morosidad afectó de alguna forma al 66,5% de los encuestados, lo que la convierte en uno de los principales obstáculos para la consolidación de las pymes del país. A pesar de todo, el estudio llevado a cabo por ATA habla de un ligero aumento en el optimismo de los trabajadores por cuenta propia, y la mitad de ellos creen que la situación económica de su negocio no empeorará en este ejercicio. De hecho, un 23,1% ha realizado al menos una contratación en 2012, y uno de cada cinco prevé incorporar personal a lo largo de este año.

Pregunta.- Según las estadísticas del RETA, el pasado mes de enero se dieron de baja 318 empleados por cuenta propia en la región con respecto a diciembre, el mayor descenso de afiliaciones medias del país. Por otra parte, con 41.190 autónomos registrados, se ha alcanzado la cifra más baja de este tipo de trabajadores en Cantabria desde enero de 2002. Dos datos ciertamente preocupantes.
Respuesta.- En efecto. Y no solo eso. En el último año hemos perdido 673 autónomos, un 1,61% del total, lo que nos sitúa como la tercera comunidad con mayor caída, solo superados por Cataluña y Asturias. Las cifras son muy malas, y, aunque sí que es verdad que cada vez tenemos más bajas, al menos se siguen produciendo altas, sobre todo por las dificultades que existen para encontrar empleo, que hacen que muchos se lancen a la aventura de emprender. Es evidente que el problema radica en la consolidación de las empresas, ya que a los 3 años caen casi la mitad las que se crean, y a los 5, más del 70%. Y a esto hay que unir el avance de la crisis, la falta de actividad producto de la coyuntura y la elevada presión fiscal a la que nos enfrentamos, con subidas en el IVA y en las retenciones desde el verano pasado y con recargos del 20% en las cotizaciones desde el primer día.

P.- ¿Y cómo se explica que más del 70% de estas bajas hayan sido protagonizadas por hombres?
R.- Esto lo venimos observando ya desde hace tiempo. Además de que Cantabria está entre las cuatro regiones con mayor porcentaje de mujeres autónomas del país, es un hecho que entre las mujeres empresarias se dan menos cierres. Factores como la prudencia a la hora de emprender o el realismo de sus proyectos, que son características que encajan mejor en estos momentos de crisis, explican esta diferencia. Y no hay que olvidar que actualmente las mujeres están mejor formadas que los hombres, y que su liderazgo en la empresa es tradicionalmente mucho más conciliador. En cualquier caso, queda mucho por mejorar en el emprendimiento femenino, porque todavía hay sectores en los que apenas estamos presentes, como la construcción o la hostelería.

P.- Resulta llamativo que caiga el número de profesionales por cuenta propia al tiempo que aumenta la cantidad de autónomos con asalariados a su cargo.
R.- Los autónomos están creando ahora mismo más empleo que antes. De hecho, los pocos puestos de trabajo que se generan actualmente son por iniciativa autónoma, lo que debería animar a la Administración a cuidar más del colectivo en su conjunto. A pesar de que los datos dejan clara la importancia que tenemos para la economía del país, apenas se legisla pensando en nuestras necesidades.

P.- Distintas estadísticas apuntan a que, con el avance de la crisis, se está produciendo un importante incremento en el número de profesionales que, a pesar de ser trabajadores por cuenta ajena al uso, se ven obligados a darse de alta como autónomos para ahorrar costes a sus empresas.

R.- La figura del falso autónomo está creciendo en toda la región y en toda España, y con eso hay que tener especial cuidado, porque muchas veces supone precarizar el empleo. Lo que ocurre es que ahora mismo no hay mucha elección para el trabajador. Parece claro que, si algún empleado que se encontrase en esta situación llevase su caso a los tribunales, le darían la razón, pero, ¿quién puede permitirse costear procesos como estos o arriesgarse a perder su empleo? En estos tiempos lo único que importa es sobrevivir. A pesar de todo, creo que es importante diferenciar entre los pequeños empresarios y las grandes compañías, en las que los trabajadores no tienen nombres y apellidos, sino un puesto y un número ya asignados. No cabe duda que habrá prácticas fraudulentas en todas partes, pero la gran mayoría no están siendo realizadas en pymes o micropymes.

P.- Además, para este tipo de casos se creó la figura del autónomo dependiente.
R.- Sí, pero no ha tenido ningún éxito, dado que no han aflorado los trabajadores autónomos económicamente dependientes que realmente existen. Evidentemente, se tiene que volver a recapacitar sobre ello y ver que la regulación no ha sido suficiente, pero no abandonar la idea de legislar el tema.

P.- ¿Qué es lo que ha fallado?
R.- Muchos profesionales no han exigido a sus empresas que se les reconozca como autónomos dependientes por el mismo motivo que te he comentado antes: en esta situación de crisis lo que la gente quiere es mantener su empleo y aprovechar las pocas oportunidades que surjan. Quizás haya que legislar de una manera más favorable a estos trabajadores para que no dependa tanto de la voluntad del empleado o de las circunstancias económicas, sino de criterios más objetivos y cuantificables. Hay que tener en cuenta que un trabajador autónomo económicamente dependiente tiene reconocidas unas vacaciones, unos períodos de descanso, una indemnización si se rompe la relación laboral… una serie de derechos difíciles de exigir a una gran compañía actualmente

P.- Pero las estadísticas también reflejan que se están incrementando los autónomos que están ejerciendo su labor sin pagar impuestos ni cotizaciones.
R.- La presión fiscal actual es asfixiante y, como es lógico, si tienes que sacar dinero para que tu familia coma, tiras por donde buenamente puedes, aunque nosotros siempre hemos atacado el fraude. Hay que pagar impuestos y cotizar, y un autónomo que está capeando el temporal haciendo frente a todas sus obligaciones no tiene por qué competir en desigualdad. Es más, hay autónomos que actualmente están cotizando sin actividad, simplemente por mantener unas prestaciones y una jubilación, por lo que también existe la otra cara de la moneda. Es evidente que la economía sumergida es un problema gigantesco y hay que atacarla desde ya. En este país hace falta un plan nacional que luche verdaderamente contra el fraude, pero diferenciando siempre entre economía sumergida y economía de subsistencia, porque hay personas que hacen una labor puntual para ingresar un dinero y así poder llevarse algo a la boca, algo que no deja de ser técnicamente ilegal, pero que se hace para sobrevivir. La economía sumergida hay que atacarla a nivel global y donde verdaderamente se produce el fraude, que es en las grandes empresas, y esto no lo digo yo, lo dice el Gestha, es decir, los propios técnicos del Ministerio de Hacienda. En autónomos el fraude está cifrado en un 8%, y el 74% corresponde a las grandes firmas.

P.- Parece un problema de difícil solución.
R.- Sin duda, pero existen algunas herramientas que, aunque no lo atajen, podrían contribuir a reducirlo. Creo que sería deseable distribuir la carga fiscal, bajar las cotizaciones y flexibilizar la legislación actual con figuras como la del autónomo a tiempo parcial, porque no tiene ningún sentido que alguien que vaya a destinar unas horas de su tiempo libre a realizar un trabajo deba hacer frente a la totalidad de la cuota, que es una barbaridad. No justifico de ninguna manera la ilegalidad de estas prácticas, pero sí que es cierto que, en ocasiones, la rigidez de la ley anima a ello. No hay que olvidar que, por mucho que cumplamos con las exigencias normativas, los autónomos tenemos que hacer frente a unos niveles de morosidad insostenibles, que en su mayor parte proceden de las propias administraciones; respondemos en muchos casos con nuestro propio patrimonio en las compañías que dirigimos; las iniciativas formativas que se destinan a nuestro colectivo son muy escasas, y para un autónomo instruirse es fundamental, sobre todo con el caos legislativo que existe en este país, especialmente en materia fiscal… Y, a pesar de todo, ahí seguimos, generando empleo, luchando y tratando de sobrevivir.

P.- Supongo que unas cotizaciones tan elevadas supondrán unas coberturas similares a las de cualquier trabajador por cuenta ajena.
R.- Ni mucho menos. En estos momentos no tenemos cubiertas las contingencias profesionales, que son voluntarias. Además, tenemos la posibilidad de cotizar por la prestación de cese de actividad, el mal llamado paro de los autónomos, que va unido a las propias contingencias profesionales.

P.- Precisamente, ahora se cumplen dos años desde que los primeros autónomos comenzaron a cotizar por desempleo. ¿Ya hay trabajadores por cuenta propia que hayan cobrado esta prestación?
R.- Sí, pero la proporción de autónomos que la han cobrado, en comparación con la cantidad de ellos que han cesado en su actividad, es ridícula. Estamos ante otra de esas normativas que han demostrado ser un fracaso, por un lado, por los complejos trámites que conlleva, y, por otro, porque las condiciones que se le exigen al trabajador para poder ingresar el dinero son demasiado rígidas, como la obligatoriedad de estar al día en el pago de las cotizaciones, algo ilógico, ya que si un autónomo se va al paro se debe a que lo ha perdido todo, tanto su capital como su empresa, y lo primero que no tiene en orden son las cotizaciones. De cualquier forma, el Gobierno es consciente de la necesidad de revisar esta prestación, algo que esperamos que haga lo antes posible. Como en toda novedad legislativa, es complicado acertar a la primera.

P.- ¿Hasta qué punto el trabajador autónomo está cotizando por encima del mínimo para poder tener derecho a, por ejemplo, una jubilación?
R.- En estos momentos entre el 70 y el 80% de los autónomos cotizan por la base mínima, y lo cierto es que ahora mismo no está la situación como para que los profesionales destinen más capital a sus cotizaciones. En cualquier caso, nosotros siempre animamos a que, quien pueda hacer el esfuerzo, lo haga, porque luego llega el momento de la jubilación y las prestaciones a las que el autónomo tiene derecho son mínimas. Muchos empresarios no se dan cuenta de que destinan más dinero a sus empleados que a ellos mismos, y el día de mañana serán estos últimos los que tengan una vida más acomodada. Para evitar que eso suceda nosotros llevamos tiempo realizando campañas de sensibilización al respecto.

P.- ¿Y cómo están estos aspectos en otros países de la Unión Europea? ¿Existen muchas diferencias?
R.- En España los autónomos pagamos bastante más que la mayoría de nuestros vecinos, y en muchas naciones se abona una proporción de los beneficios obtenidos, y no impuestos puros y duros. Además, son numerosos los países que durante los primeros años de actividad ofrecen bonificaciones específicas, y en Francia o Gran Bretaña hay articulados mecanismos que posibilitan una segunda oportunidad para aquellos empresarios que no pudieron triunfar al primer intento, cosa que no existe en España. Pero lo que también es cierto es que en pocas partes los autónomos gozan de tanta protección social como en nuestro país, algo similar a lo que ocurre con los trabajadores por cuenta ajena.

P.- ¿Qué opinión le merece la reducción de cuotas a 50 euros durante seis meses a los emprendedores menores de 30 años y a las empresarias con menos de 35 puesta en marcha por el Ejecutivo central?
R.- Cualquier medida es bienvenida, y desde ATA la aplaudimos, pero en este caso la consideramos completamente insuficiente. Está muy bien ayudar al empleo juvenil, porque existe mucho paro en este segmento de la población, pero ¿cuántos parados mayores de 45 años hay actualmente? ¿No van a tener estos más dificultades para encontrar un trabajo? Esa gente, con 50 euros al mes de cuota, seguro que también se animaba a emprender, y su experiencia y conocimiento del mercado es tan importante como la formación recibida por los jóvenes.

P.- En lo que se refiere a las medidas puestas en marcha por el Gobierno regional, recientemente se han presentado las líneas de financiación ICAF Inversión e ICAF Liquidez, las cuales supondrán, según el propio Ejecutivo, la inyección de 100 millones de euros para pymes y autónomos cántabros. ¿Cree que ese capital llegará realmente al tejido empresarial?
R.- Espero que sí, aunque hemos detectado algunas lagunas, como los 40.000 euros mínimos establecidos para esos préstamos, una cantidad excesivamente elevada para la gran mayoría de autónomos y micropymes de la región. Hay que tener en cuenta que, a pesar de que estos créditos se concedan a un interés muy ventajoso, se trata de un endeudamiento excesivo para muchas compañías, lo que puede restarle efectividad a la iniciativa. Hasta donde sé, parece ser que esa cantidad mínima es una imposición del Banco Europeo de Inversiones, y es idea del Gobierno de Cantabria trabajar para reducir la cifra, siempre que la legislación comunitaria lo permita. Desde luego, me encantaría que esta y otras medidas vayan encaminadas a que el crédito circule realmente entre las empresas, porque ese es uno de los grandes obstáculos a los que nos enfrentamos los autónomos cada día.

P.- Pero siempre existe el riesgo de que las entidades financieras denieguen esos préstamos.
R.- Está claro, y esa es una preocupación que ya hemos trasladado a Ignacio Diego. Desde el Ejecutivo se confía en que los bancos, que al final son los que van tener la última palabra, hagan llegar a las empresas el dinero. Por el momento, esto se acaba de poner en marcha y no existen datos para hacer una valoración real, pero, si en la práctica el mecanismo no funciona correctamente, nosotros seremos los primeros en denunciarlo. De lo que no hay duda es que las condiciones en las que se van a conceder esos préstamos, a un interés cercano al 5%, no tienen competencia en el mercado actual.

P.- ¿Y cómo está el eterno problema de la morosidad?
R.- Es un término que me veo obligada a repetir al menos cinco veces al día. Creo que es uno de los grandes problemas que existen en nuestro país.

P.- Pero se supone que con el Plan de Pago a Proveedores la cosa debía haber mejorado bastante, al menos en lo que se refiere a la deuda procedente del sector público.
R.- Y lo hizo, pero solo en un primer momento. De hecho, la medida permitió la continuidad de muchas empresas que por entonces se encontraban con el agua al cuello. Sin embargo, una vez que se cerró el plan, las administraciones volvieron a las andadas, y eso es inadmisible. Hay que cumplir con la Ley de Morosidad, porque las normas son iguales para todos. Si yo no puedo pagar las cotizaciones, tengo un 20% de recargo desde el primer día, y deberé hacer frente al mismo en su momento. Actualmente en la normativa se incluye que habrá recargos del 8,75% para aquellas entidades públicas que no abonen sus facturas en el plazo contemplado por la ley, 30 días, y desde ATA ya hemos anunciado que pensamos reclamar esas cantidades, para lo que no descartamos llegar hasta la Unión Europea. Sería muy triste que, con la que está cayendo en este país, tuviesen que llegarnos sanciones desde Europa por estos motivos, pero la situación comienza a ser insostenible. Aún así, hay que decir que el Gobierno central está cogiendo la senda para el cumplimiento de la ley, ya que, según nuestros datos, la morosidad de las Administraciones Públicas con respecto a los autónomos se ha reducido en 699 millones de euros en el último año. A pesar de esto, a día de hoy se adeudan 4.811 millones a nuestro colectivo, con especial protagonismo de los ayuntamientos y las comunidades autónomas, aunque Cantabria, con 62 millones de euros, es de las que menos debe.

P.-¿Cuánto tiempo suele transcurrir hasta que el autónomo cobra una factura de la Administración?
R.- Hemos pasado de unos 170 días de media a 148, lo que refleja un descenso y, al tiempo, una absoluta barbaridad, ya que la ley contempla los pagos en un máximo de 30 días. El Ejecutivo central abona las facturas en un periodo medio de 47 días, una cifra que, hasta cierto punto, puede considerarse razonable, pero las comunidades están pagando en 142 días, y los ayuntamientos, en 144, cifras que, a pesar de haberse reducido, siguen siendo inaceptables. Lo que está pasando es que muchas empresas prefieren callarse y poder seguir trabajando para la Administración, y no se les puede culpar por ello, porque el momento no podría ser más complicado. Al menos sabemos que el Gobierno regional está trabajando para hacer frente a las facturas que aún tiene pendientes y tiene pensado conformar un sistema que asegure el cobro de las futuras. Además, Mariano Rajoy ha anunciado que los autónomos no deberemos hacer frente al IVA de las facturas no cobradas, una gran noticia, porque solo en 2012 nos vimos obligados a adelantar 10,7 millones de euros en Cantabria, cifra que a nivel nacional se elevó hasta casi los 1.000 millones.

P.- Hablando del IVA, ¿cómo ha afectado la subida al autónomo?
R.- Ha sido otro golpe más, sobre todo porque la gran mayoría de profesionales están asumiendo ellos mismos el incremento, dado que subirle el precio al cliente, tal y como están las cosas, parece complicado. Esperamos que lleguen tiempos mejores y que se bajen los impuestos.

P.- Con todos estos datos sobre la mesa, ¿cómo cree que le irá al autónomo en 2013?
R.- Existe cierto optimismo entre nuestros asociados, y más de la mitad de ellos creen que la situación no empeorará, al menos este año. Además, se han puesto en marcha medidas interesantes para reactivar la actividad y facilitar la supervivencia del emprendedor y el empresario, pero hay que esperar un tiempo prudencial para ver si funcionan. En cualquier caso, el cierre de ejercicio dependerá mucho de cómo evolucionen los primeros seis u ocho meses del año, porque, por ahora, se sigue destruyendo demasiado empleo como para siquiera pensar en crecer. Creo que una disminución de la presión fiscal contribuiría a dinamizar el mercado, pero, dado que es poco probable que eso suceda, la gran mayoría de autónomos nos conformamos con resistir hasta tiempos mejores.