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Fernando García Andrés, presidente del Colegio de economistas de Cantabria: «En Cantabria se puede explotar el salario en especie que es la calidad de vida»

El Ilustre Colegio Oficial de Economistas de Cantabria mantiene su apuesta por promover la formación, el empleo y las actividades sociales que contribuyan a dar mayor visibilidad al trabajo de sus más de 1.200 colegiados. Con más de una década en el cargo, Fernando García Andrés, su presidente, asegura que la economía regional no va mal, aunque reclama más inversión en innovación; sostiene que los sectores biosanitario, cultural y agroalimentario son los que presentan un mayor potencial de crecimiento en la región, y defiende la importancia de la formación dual, también en el ámbito universitario.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2024

Pregunta.– Tras más de cinco años, el colegio acaba de culminar su fusión con el de Titulados Mercantiles y Empresariales de Cantabria y representa ahora a más de 1.200 profesionales. ¿Satisfecho? ¿Por qué se ha tardado tanto tiempo en cerrar este proceso?
Respuesta.– Sí, mucho. Porque el proceso ha sido al principio bastante arduo a la hora de ponernos de acuerdo, pero luego hemos convergido muy fácilmente en el proyecto común. Es cierto que el Colegio de Mercantiles ha dado muchas facilidades para llegar a este acuerdo. Cabe recordar que los consejos generales de ambos titulados se unificaron en 2011, un órgano al que ahora pertenecen alrededor de 70.000 profesionales en toda España, por lo que este proceso se ha llevado a cabo de arriba hacia abajo: primero los consejos y más tarde los colegios territoriales. El de Cantabria ha sido de los últimos en realizar esta unificación, una demora que se ha producido por las diferencias de planteamientos en cuanto a la unificación, que han ido solventándose de forma consensuada. El decreto autonómico nos dio la pauta de la proporción y composición de los miembros de la nueva junta directiva en función del número de colegiados de cada una de las dos corporaciones, que ha quedado integrada por doce representantes del antiguo colegio de Economistas y dos del de Titulados Mercantiles. ¿Qué nos falta para culminar esta fusión? Inscribir los estatutos en el Registro de Colegios Profesionales. Ese será el momento definitivo. Ahora estamos en esa transición, pero operativamente ya llevamos trabajando conjuntamente como un colegio único desde hace un año, aunque es cierto que los patrimonios aún no están consolidados, que será el siguiente paso.

P.– ¿Esta nueva etapa abre nuevos retos y desafíos para el colegio o en síntesis siguen siendo los mismos?
R.– El modelo y los objetivos van a ser prácticamente los mismos. La ventaja de la unificación es que a partir de ahora vamos a tener una voz única ante la Administración. Y con más fuerza. Pero, insisto, nuestros objetivos se van a seguir centrando en tres ámbitos: la formación, tanto técnica dirigida al colectivo de profesionales que ejerce por cuanta propia, como divulgativa sobre aspectos novedosos y de relevancia para la profesión; el empleo, potenciando la Agencia de Empleo para conseguir atraer a los titulados jóvenes, que es el colectivo más reacio a incorporarse a la organización colegial; y, finalmente, la promoción de actividades sociales para contribuir a dar mayor visibilidad a la imagen del economista en la sociedad.

P.– ¿Qué y en qué ha cambiado el papel de un economista durante estos once años que lleva al frente de la entidad?
R.– Ha cambiado mucho pero todavía tiene que cambiar más. El perfil del economista se tiene que adecuar o integrar más en otras disciplinas. Se da por hecho que un economista conoce los fundamentos básicos de la economía, pero las facultades no ofrecen aún a los estudiantes el manejo de ciertas disciplinas que son necesarias para mejorar su empleabilidad. Por ejemplo, saber dirigir equipos, manejar ingentes bases de datos o trabajar con la inteligencia artificial, conectar con otras profesiones como las de sociólogos y psicólogos, o con el mundo del Derecho… Por lo tanto, la formación de economista se convierte en una disciplina mucho más amplia. Eso es lo que está cambiando y a lo que se tienen que ir adaptando las nuevas promociones si quieren tener un mejor acceso al mercado laboral. El cambio es sustancial y afecta a todas las profesiones, más aún a los economistas que están en todas las actividades y en todos los ámbitos de la sociedad: Administración, empresa privada, despachos profesionales…

Fernando García Andrés, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– ¿Cómo calificaría la situación de la economía en Cantabria?
R.– Si tengo que dar una calificación concreta, diría que no va mal, aunque es cierto que tenemos que mejorar en muchos ámbitos. Pero si vemos la trayectoria de los últimos años y nos comparamos con otras comunidades autónomas, tendríamos que decir que no somos de las mejores, pero tampoco de las peores. Según los datos que manejamos, estamos en mitad de la tabla. Hay variables que no crecen como debieran –el PIB regional ha crecido por debajo de la media en 2023–, pero hay otras, como la tasa de empleo, que estamos bastante mejor que la media nacional. En cualquier caso, creo que hay que poner el acento en la inversión en I+D+i, un campo en el que estamos mal y que es fundamental para el desarrollo de la economía.

P.– En sus previsiones de hace algunos meses pronosticaba un crecimiento de la economía de Cantabria del 2,9% en 2024, tres décimas por encima del previsto en España. Sin embargo, estudios más recientes rebajan este crecimiento hasta el 1,6%, una décima por encima de la media nacional. ¿Vamos a peor?
R.– No lo creo. Nos estamos comportando un poco en la línea del resto de España. Sabemos que las perspectivas de crecimiento del país están por encima de la media de la Unión Europea. Con las previsiones ocurre que a veces es muy difícil acertar. Puede ser que en aquel entonces fueran demasiado optimistas. Y yo lo soy por naturaleza.

P.– El Informe de Competitividad Regional 2023, elaborado por el Consejo General de Economistas, sitúa a Cantabria en el grupo de comunidades con un nivel competitivo relativo medio-bajo, junto a La Rioja, Aragón, Castilla-León y Galicia, y desciende una posición respecto al informe del ejercicio anterior, hasta el noveno puesto. ¿A qué achaca este empeoramiento?
R.– Considero que la economía hay que analizarla siempre con perspectiva y con una visión a medio y largo plazo. El descenso en una posición no es significativo, por cuanto seguimos estando en mitad de la tabla. Al final es un modelo que tiene en cuenta más de medio centenar de variables con una serie de ponderaciones de las que sale un índice sintético. Sirve para tener una referencia de cómo nos movemos, pero a mí no me preocupa caer un puesto porque a lo mejor en 2023 lo subimos. Soy más partidario de ver tendencias que datos puntuales. De dónde venimos y hacia dónde vamos. Eso es lo importante.

P.– De un tiempo a esta parte, el sector sanitario y el cultural son señalados como dos de los ámbitos claves y con mayor potencial de crecimiento en la región. ¿Ahí descansa gran parte de nuestro futuro?
R.– Son una parte importante. Pensamos que el sector biosanitario tiene mucho potencial. Nos hemos fijado un poco en el Parque Tecnológico de la Salud de Granada, que ha creado un ecosistema sanitario muy favorable que aquí también se puede replicar: los institutos de investigación Idival e ITEC, la Facultad de Medicina y la Universidad de Cantabria, el Hospital de Valdecilla y luego, a su alrededor, empresas en torno al clúster TERA, que está muy focalizado en nuevas tecnologías dirigidas al sector sanitario. Creo que, con el buque insignia que es Valdecilla, habría que aprovechar todo este potencial para desarrollar una industria ligada a la salud. En cuanto al sector cultural, a nadie se le escapa que el Mupac, Faro Santander, el centro asociado del Reina Sofía y el Centro Botín son polos de atracción para atraer un turismo de calidad, no de masas, que pueden generar buenos retornos a la economía regional. Son sin duda dos sectores importantes a los que añadiría el sector agroalimentario, que también habría que potenciar.

P.– Cantabria cuenta con una industria que aporta algo más del 20% del PIB regional pero, sin embargo, adolece de una verdadera política industrial o de un plan estratégico que guíe al sector en los próximos años, según critican numerosos expertos. ¿Qué opina usted?
R.– La industria, que en el pasado ha tenido un protagonismo mucho mayor que ahora, ha ido perdiendo peso y velocidad. Creo que sería conveniente tener un plan industrial que, en lugar de hacer un gran diagnóstico de la economía de Cantabria, porque casi todo el mundo ya conoce cuáles son nuestras debilidades y fortalezas, actuara y se centrara más en proyectos sectoriales muy concretos. Y le apunto dos o tres de los que ya hemos hablado: el sector biosanitario, el agroalimentario y la I+D+i.

Creo que hay que adoptar políticas de desarrollo del mundo rural que permitan fijar la población. Analizar los precios en origen, la competencia desleal… Si no proponemos una política activa, los jóvenes no van a querer trabajar en el campo

P.– El sector primario se ha lanzado a la calle para reclamar mejoras que permitan una supervivencia que cada vez ven más amenazada. ¿El campo se muere?
R.– Bueno. La tendencia es esa, desgraciadamente. Por eso creo que hay que adoptar políticas de desarrollo del mundo rural que permitan fijar la población. Analizar los precios en origen, la competencia desleal… Si no proponemos una política activa, los jóvenes no van a querer trabajar en el campo.

P.– Cantabria, al igual que España, acaba de cerrar un año histórico en materia de turismo. Si no se hacen bien las cosas, ¿podemos llegar a morir de éxito?
R.– Puede ser. El turismo en Cantabria tiene que virar hacia un turismo más de calidad; un turismo cultural y gastronómico que sepa aprovechar las ventajas paisajísticas y de todo índole con las que cuenta la región. Hay que reordenar el turismo.

P.– ¿Las deficientes comunicaciones, especialmente ferroviarias, son la principal china en el zapato de la economía regional?
R.– Es una de ellas. Pero me atrevería a decir que la más importante es la opción que se ha empezado a valorar desde hace muy poco tiempo, que es la conexión con Bilbao y la salida a Europa y hacia el eje mediterráneo, que creo que es más importante que la conexión con el centro de la península. De todos modos, creo que la propuesta que se hace ahora de un tren de altas prestaciones hasta Reinosa es mucho más racional, lógica y viable que la del AVE, que supone una macro inversión para ganar unos minutos. Quizá llegamos tarde, pero más vale tarde que nunca. La vía de comunicación con Bilbao teníamos que haberla planteado hace quizá más tiempo y no centrarnos tanto en buscar un AVE a Madrid.

P.– Tampoco faltan voces que critican la escasa vocación de internacionalización de nuestro tejido empresarial. ¿Lo comparte?
R.– Sí, sí existe, pero es un problema derivado del tamaño medio de nuestras empresas, que en Cantabria se sitúa por debajo de la media nacional, que a su vez está por debajo de la media europea. Esta realidad complica su internacionalización y la inversión en innovación. Ahí también los poderes públicos deberían apostar por superar estos déficit, porque la Administración está para propiciar un clima y un ambiente favorable a las empresas, pero no son un empresario. El Gobierno tiene que dar facilidades, especialmente en cuestiones de las que tanto se habla ahora como la de la simplificación administrativa. En este tema tiene que pasar de las palabras a los hechos.

Junta directiva del Colegio de economistas de Cantabria.

P.– Defiende la importancia de aprender trabajando y apuesta por desarrollar la formación dual como fórmula para un crecimiento de la economía duradero, sostenible e inclusivo. ¿Por qué no triunfa en España este modelo que sí lo hace en otros muchos países de nuestro entorno europeo?
R.– La formación dual se desarrolla fundamentalmente en el ámbito de la Formación Profesional, pero no así en la universidad, donde también deberían de proveerse programas de este tipo de formación con la empresa. No veo culpables, pero creo que tanto por parte de las empresas como de la Administración no se propicia esa formación dual que en otros países, como es Alemania, supone el 100% de la formación. En España, en cambio, el nivel es muy bajo, pese a que considero que es un modelo facilitador del empleo de los jóvenes. Creo que la Administración tendría que ser el ariete que promoviera esta formación y que habría que sensibilizar de su importancia en los círculos educativos y empresariales.

P.– Las nuevas generaciones de profesionales emigran fuera de Cantabria en busca de oportunidades laborales que aquí no encuentran. ¿Qué nos hace falta para retener y atraer talento?
R.– Creo que de la universidad salen promociones muy bien preparadas, y no solo me refiero al ámbito de la economía, sino también de las ingenierías y carreras técnicas. Lo que ocurre es que las empresas locales o no demandan los suficientes profesionales, o el talento emigra por cuestiones puramente económicas. Cuando una empresa tiene a bordo a un profesional que merece la pena tienen que intentar retenerle, lo que puede conseguir a través de la formación y de un salario atractivo. En Cantabria se puede explotar el salario en especie que es la calidad de vida. Pero creo que el factor más importante de que talento emigre es que aquí no hay las suficientes oportunidades. Estamos haciendo además una mala inversión porque estamos invirtiendo en formación de talento que luego se desarrolla profesionalmente en otros lugares.

P.– El puerto y el futuro polígono de La Pasiega aparecen, junto a la Universidad de Cantabria y el Instituto de Hidráulica Ambiental, como nuestros principales activos en la atracción de inversiones y en la creación de innovación y desarrollo. ¿Añadiría alguno más?
R.– El puerto tiene una importancia sustancial dentro de la economía regional que, junto al polígono logístico de La Pasiega, si finalmente se articula, puede crear unas sinergias y un efecto arrastre hacia otros sectores que sin duda impulsarán la economía. Me parece que La Pasiega, lo financie el Estado, la Unión Europea o Cantabria, supone una inversión con un retorno innegable. Lo que también hay que hacer es apoyar lo que ya tenemos y potenciar la innovación, la investigación y el desarrollo empresarial, no solo del sector público. Y hay que hacerlo además en un horizonte de medio y largo plazo, porque estas cuestiones no se consiguen de un año para otro. Los resultados de invertir en innovación y desarrollo empiezan a verse a partir de cuatro o cinco años. Pero vamos a ir viendo la tendencia y si conseguimos avanzar del actual 0,8% del PIB regional en I+D+i al 3% que propone la Unión Europea. No podemos olvidar que la innovación te permite ser más competitivo, aumentar la facturación y crear riqueza. Pero hoy es nuestro talón de Aquiles.