Responsabilidad empresarial sí, pero… ¿es rentable?
Un curso de formación en innovación social y sostenibilidad impulsado por el Colegio de Economistas y el Gobierno de Cantabria incide sobre el debate acerca de la ética en los negocios. Jesús Tortosa, director de la formación, asegura que a más sostenibilidad, más beneficio. Los participantes en el curso, estudiantes de administración y dirección de empresas, confían en poner en práctica lo aprendido.
Ana Bringas | Febrero 2025
¿Está el triunfo en los negocios reñido con la ética corporativa? Sin duda, se trata de una cuestión ampliamente debatida y que muchas empresas se han planteado en algún momento. El capitalismo más agresivo, basado en el beneficio a toda costa, está cediendo terreno ante la responsabilidad empresarial que han adoptado muchos gigantes del mercado. Lo cierto es que, a pesar de lo que pudiera parecer, este enfoque no tiene por qué implicar una disminución en los ingresos, sino más bien una transformación en el modelo de negocio que puede resultar beneficiosa. Más aún cuando el telón de fondo de la economía es, en muchos casos, pura incertidumbre. El cambio climático, la sustitución de puestos de trabajo por la tecnología o la ya avanzada inteligencia artificial (IA) son algunos de los retos que desestabilizan el mercado y que requieren una visión basada en la sostenibilidad.
Precisamente, de este dilema ha tratado el programa gratuito de formación en innovación social y sostenibilidad impulsado por el Colegio de Economistas y el Gobierno de Cantabria. En el curso han participado 21 jóvenes que, en cinco sesiones celebradas entre el 26 de septiembre y el 21 de noviembre en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cantabria, han recibido información en áreas como gestión sostenible, ética empresarial o financiación responsable. Una oportunidad para que los asistentes adquieran habilidades clave y se preparen como líderes con valores sólidos, capaces de enfrentar los retos sociales y económicos de nuestro tiempo.
En las sesiones, los jóvenes han aprendido los secretos de la ética de las empresas de la mano de Jesús Tortosa del Valle, director del programa y CEO de Inchange Impact Company, quien ha hecho hincapié en la implicación y el entusiasmo de los participantes. “El desarrollo del curso me ha transmitido esperanza. Hemos reflexionado juntos sobre sostenibilidad, psicología y los valores que definen el liderazgo ético, como la empatía, la generosidad y el compromiso. También sobre la hipocresía, el cinismo y los dilemas entre hacer lo correcto y no lo fácil. Ver a los jóvenes en acción y trabajando con textos como ‘El Príncipe’ de Maquiavelo o ‘Matar a un elefante’ de Orwell ha sido una experiencia extraordinaria”. El director afirma haber percibido una juventud “cada vez más crítica y comprometida”.

En primer término, Jesús Tortosa, director del curso, junto a alguno de los alumnos participantes.
Tortosa se ha encargado de romper algunos mitos de la economía con ejemplos sencillos y aplicables también a pequeña escala y, junto a él, el programa ha contado con la participación de destacados expertos en diversas áreas, como Daniel Nieto, vicepresidente de Mastercard; Arancha Martínez, presidenta de ItWillBe; Carol Blázquez, directora de Innovación y Sostenibilidad de Ecoalf; Alexandra Entrena, asesora en el Parlamento Europeo; y Agustín Vitorica, co-CEO de GAWA Capital.
La ética empresarial genera confianza
No es difícil adivinar que cada marca o negocio proyecta una imagen en sus consumidores. Una imagen que puede marcar la diferencia a la hora de elegir dónde invertir nuestros ahorros. De hecho, el último informe anual elaborado por el Foro Económico Mundial indica entre sus páginas que los altos estándares éticos entre los líderes empresariales “pueden contribuir a generar confianza”, e identifica la falta de ética laboral como un factor problemático a la hora de hacer negocios.
Responsabilidad social o medioambiental, solidaridad, respeto al bienestar animal, valoración al producto de cercanía o mejora de la relación de la empresa con sus trabajadores son algunos de los términos que se tienen en cuenta hoy en día antes de tomar decisiones que afectan a nuestro bolsillo. Cada vez conocemos más del ADN de las empresas y, por tanto, estas están de alguna manera obligadas a cumplir con las expectativas de sus potenciales clientes para seguir manteniendo su estatus.
Al hilo de esto, Jesús Tortosa destaca que la responsabilidad social corporativa “ha muerto como ingrediente” porque ahora “está en el ADN de las empresas”, sobre todo, y centrándonos en el pequeño mercado, de las promotoras creadas recientemente ya que “para muchas de las más antiguas sigue siendo una asignatura pendiente”. Explica que es común que esos negocios sean impulsados a entrar en esta dinámica por parte de empresas grandes a las que proveen, aunque, en otros casos, son los propios valores de nuevos gerentes los que cambian el rumbo de las empresas.
Las grandes empresas influyen en las pequeñas
Los ejemplos más claros de liderazgo en responsabilidad social los encontramos en grandes compañías que han decidido marcar la diferencia. Un caso destacado es el de los supermercados Lidl, mencionado por Jesús Tortosa, quienes en 2018 tomaron la decisión de eliminar la venta de huevos provenientes de gallinas criadas en jaulas. Este cambio no solo tuvo un impacto positivo en el bienestar animal, sino que también sentó un precedente importante en el sector minorista. La iniciativa de Lidl impulsó a otras cadenas de supermercados a adoptar medidas similares, demostrando el poder de influencia que una empresa puede ejercer sobre toda una industria. Además, esta acción fomentó una mayor conciencia entre los consumidores, quienes comenzaron a valorar más el origen y las condiciones de producción de los alimentos que adquieren.
La medida, que generó una conversación sobre la sostenibilidad y la ética en la cadena de suministro, demuestra cómo una decisión estratégica puede tener un impacto transformador tanto en la sociedad como en los negocios. Esto da lugar a una ola de cambio a la que se suman pequeños negocios con políticas responsables. Ya sea por requerimiento legal, por petición de los trabajadores, para atraer a nuevos clientes o fidelizar a los antiguos, o por iniciativa propia, los pequeños negocios cántabros también están participando activamente en este movimiento.
El CEO de Inchange Impact Company señala que la ética es indispensable para la supervivencia de las empresas, incluidas las pequeñas empresas familiares. “Hoy en día, o eres mejor o eres más barato”, sentencia Tortosa, subrayando que la clave está en escuchar a los grupos de interés, principalmente trabajadores y clientes. “No requiere mayores pretensiones, solo escuchar”.
Tortosa destaca a Birla Carbon, ubicada en Gajano, como un ejemplo de ética empresarial bien implementada. Esta empresa, uno de los mayores productores de negro de carbono de alta calidad a nivel mundial, lleva más de 160 años liderando su industria. Según el director del curso organizado por el Colegio de Economistas, parte de su éxito radica en el cuidado que brinda a sus trabajadores y sus respectivas familias. Este enfoque, asegura, ha sido clave para su longevidad.
Respecto a los pequeños negocios, Tortosa considera que “desde abajo se está trabajando mucho para que sobrevivan”, mientras que “los grandes han dado pasos hacia adelante para ser más éticos y convertirse en palancas de cambio”. Hasta hace poco, esa labor de impulso recaía principalmente en los sindicatos, pero ahora también se extiende a las propias empresas.
“El momento de la ética de cara a la galería ya pasó”, añade Tortosa. “Hoy todos llevamos un móvil en la mano, y las mentiras tienen las patas muy cortas”. Como ejemplo, cita el escándalo de Volkswagen, que evidenció en 2015 los riesgos de priorizar la imagen sobre la realidad en cuestiones éticas. Cabe recordar que la empresa reconoció que cerca de 600.000 vehículos vendidos en Estados Unidos estaban equipados con un software diseñado para manipular los resultados de las pruebas de emisiones de los motores diésel y fruto de aquello pagó las consecuencias.
La filantropía esporádica provoca desconfianza
La ética se encuentra en la intersección entre el deber empresarial y las aspiraciones sociales, y al consumidor ya no le sirven los actos de filantropía esporádicos sino la integración de los valores con la operatividad diaria. Una máxima que ha quedado clara para los alumnos participantes del curso organizado por el Colegio de Economistas. Estefanía Liaño, Paula Dou o Miguel Duque coinciden: el camino hacia la responsabilidad corporativa es el futuro, como también ellos son el futuro de las empresas del mañana. Todos son jóvenes veinteañeros que están cursando el último año de sus estudios en Administración y Dirección de Empresas (ADE), aunque algunos planean aplicar los conocimientos adquiridos en otros campos que, aunque relacionados con el sector, ofrecen una perspectiva diferente.

Estefanía Liaño quiere aplicar lo aprendido en el curso al activismo rural que practica la asociación El Bardal.
Es el caso de Estefanía Liaño, quien estudia ADE en la Universidad de Cantabria (UC) y tiene la intención de utilizar lo aprendido en el curso para mejorar la gestión de La Bardal, una asociación de jóvenes que busca revitalizar y regenerar el medio rural a través de proyectos de gobernanza participativa. La inquietud de Estefanía por este enfoque fue precisamente lo que la motivó a participar en esta iniciativa, que, aunque está dirigida principalmente a empresas, ella adapta a esta plataforma centrada en los pueblos cántabros. Estefanía lleva algún tiempo colaborando en este proyecto y considera que la gestión de recursos, tema tratado durante el programa, es el área a la que más provecho le sacará. Además, valora especialmente la estructura del curso, las sesiones prácticas y las intervenciones de los invitados.

Paula Dou, alumna de último curso de la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas, y también del curso de liderazgo ético.
Paula Dou, otra de las participantes, también está en su último año de carrera y valora que el curso ha tratado temas que no se abordan en la universidad. Al igual que Liaño, coincide en que lo que más le ha gustado han sido las visitas de expertos. Paula explica que actualmente está en un proceso de reflexión sobre su futuro profesional y valora enormemente el curso, ya que le ha permitido ampliar sus horizontes y obtener una visión “más práctica y realista del sector”. Este tipo de experiencias, afirma, le ha permitido identificar áreas de interés que no había considerado previamente y pensar en cómo aplicarlas a su desarrollo tanto personal como profesional. Además, resalta que las experiencias compartidas por los expertos le han dado una visión más concreta del mundo laboral y han despertado su curiosidad por sectores que antes no había explorado.
En conclusión, ahora sabemos que ser responsable hoy significa más que donar a causas nobles; implica adoptar prácticas sostenibles, garantizar condiciones laborales dignas, respetar los derechos humanos y minimizar la huella ambiental. Las empresas que abrazan dichas prácticas no solo cosechan beneficios reputacionales, sino que construyen vínculos profundos con sus clientes, empleados y socios.