El próximo mes de septiembre tendrá lugar la segunda edición de Santander International Lift City (SILC), un encuentro sectorial que tiene como objetivo divulgar el conocimiento e identificar tendencias en elevación y movilidad vertical, y que cuenta con singularidades que lo distinguen de otros eventos empresariales. Organizado y financiado por Ascensores Imem, la selección de ponentes y de asistentes se hace por invitación, con la calidad de los contenidos primando sobre los criterios cuantitativos y de marketing, y con un enfoque internacional que lo convierte en un acontecimiento especialmente atractivo para la promoción de la región.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Abril 2024

Celebrado por primera vez en 2022 con la relevancia que se le da a los hechos fundacionales, la confirmación de las fechas en las que tendrá lugar la segunda edición del Santander International Lift City (SILC) refuerza la singularidad de un evento que ya hace dos años abrió nuevas vías en el ámbito de los encuentros empresariales y que ahora, una vez ratificada su continuidad, lo hace despejando todas las dudas que pudieran haber existido sobre el alcance de la iniciativa. Nacida por iniciativa de una empresa industrial, Ascensores Imem, que asumía tanto la financiación como la organización del encuentro, aquella primera edición del SILC tenía no solo la vocación de continuidad y de periodicidad bianual que quedarán convalidados en septiembre, sino una concepción de contenidos y participantes de la que existen pocas referencias en otros países, y ninguna entre los congresos que suelen realizarse en Cantabria.

La segunda edición del SILC tendrá lugar los días 25 y 26 de septiembre, en sedes múltiples como hace dos años y con la conectividad aplicada a la elevación como elemento central en los contenidos de las ponencias. Aunque ni las sedes ni los nombres de los ponentes están todavía cerrados en su totalidad, si que puede confirmarse que el edificio de la Universidad de Comillas tendrá el protagonismo que en la primera edición tuvo el Centro Botín, y que una de las conferencias correrá a cargo de quien fuera alcalde de Santander y ministro de Fomento, el ingeniero Íñigo de la Serna.

El exjugador de baloncesto Fernando Romay estuvo presente en la pasada edición del congreso. Foto: SILC.

“La organización del congreso fue todo un reto hace dos años, ahora esperamos que lo sea menos”, resume Antonio Pérez Luzuriaga, director de Marketing de Imem, tras repasar alguna de las ideas sobre las que se asentó el proyecto y que, ya con el aval de aquella primera edición, son también las claves que orientan la convocatoria de este año: “Queríamos organizar un encuentro divulgativo, que sirviera para reforzar la industrial de la elevación y para que el conocimiento fluya entre las empresas fabricantes, los instaladores… contando con voces autorizadas que desde un plano práctico, no teórico, analicen hacia dónde vamos, cuáles son las tendencias, qué pasos se van a dar y dónde están las soluciones”.

En lo que es otro de los elementos distintivos del SILC, los organizadores no solo realizan la selección de los ponentes, sino que cursan también las invitaciones a los asistentes. El objetivo que se persigue con ello, apunta Pérez Luzuriaga, es mantener el control y garantizar la calidad del encuentro: “Cuando decimos que es un congreso de relevancia mundial no exageramos, pero sabemos que eso no viene dado por el número de participantes, sino por su capacidad de influencia y por su procedencia: son expertos y profesionales llegados de los cinco continentes”. En aquella primera edición, apunta el director de Marketing de Imem, la tarea de contactar con los expertos a los que se pedía participar como conferenciantes, y con los profesionales del sector invitados a asistir, implicaba también explicar las características del encuentro y el porqué de su ubicación: “En esta ocasión eso ya no es necesario, y son muchos quienes nos llaman porque están interesados en venir”.

A diferencia de lo que sucede en una feria sectorial, donde las conferencias son un añadido al contenido expositivo y tienen un enfoque decididamente comercial, en el SILC las intervenciones de los expertos constituyen el núcleo del evento, y su contenido s centra en cuestiones que son de interés para el conjunto de los asistentes. “Incluso cuando el ponente es alguien de una empresa, le pedimos que su intervención no se centre en sus productos. No entendemos el congreso como un lugar donde vender, y tampoco lo entenderían así los conferenciantes a los que invitamos y vienen del ámbito científico o académico”, señala Antonio Pérez Luzuriaga, que recalca la condición de foro y punto de encuentro que quiere darse al SILC, y que iría incluso más allá de las fechas de celebración.

La conectividad será el tema central

Si en 2021 el tema en torno al que giró el congreso fue la digitalización, con la participación de directivos de empresas como Vodafone, o figuras de enorme relevancia en el sector de elevación, como Gina Barney, en la edición de este año será la conectividad el asunto central del encuentro. El objetivo es poner sobre la mesa el papel de los ascensores dentro de lo que se conoce como el Internet de las cosas, las formas en que se comunican con otros dispositivos, la forma en que recopilan datos y cómo toman decisiones basadas en la inteligencia artificial. “Invitamos a los ponentes a que alineen sus intervenciones con este tema, y también buscamos perfiles adecuados para ello”, explica el director de Marketing de Imem que, en todo caso y como sucedió también hace dos años, adelanta que habrá también expertos en materias no relacionadas directamente con el mundo de la elevación, pero de interés para cualquier empresa del sector, como la economía o el ‘coaching’.

Aunque aún queda pendiente de cerrar por completo el programa, el SILC de este año también tendrá, como el anterior, varias sedes, lo que dará pie a los asistentes a conocer Cantabria, un objetivo que indirectamente también perseguía Imem cuando decidió poner en marcha un evento de estas características: “Para nosotros no hubiera sido difícil hacer esto mismo en cualquier otro sitio, porque tenemos estructura para ello, pero somos una empresa cántabra, conocemos perfectamente los atractivos de nuestra región y sabemos que este es un sitio que va a gustar a cualquiera que venga, como nos han trasladado quienes participaron en la primera edición”.

La segunda edición del SILC tendrá lugar los días 25 y 26 de septiembre en varias sedes de Santander.

Los retornos recibidos de aquel primer congreso, en forma de comentarios como esos, pero también por la relevancia alcanzada en términos de imagen o incluso en captación de nuevos clientes, han sido notables para Imem, admite el director de Marketing de la empresa cántabra, pero sobre todo han confirmado lo acertado de una idea que considera trasladable a otros sectores: “Se ha visto que es posible que una empresa de Cantabria organice un congreso de lo suyo y que salga bien y tenga éxito. Eso es bueno para la región y nos alegra haber contribuido de alguna forma a ello”.

Santander acoge la sede operativa de un proyecto que busca explorar todas las posibilidades del renting de vehículos para cubrir cualquier demanda en el ámbito de la movilidad, tanto para particulares como para empresas. Vinculada accionarialmente con el grupo Palausa, que cuenta en la región con los concesionarios Autopalas y Ramón González, la nueva empresa opera de forma completamente independiente y prevé hacer valer las ventajas de su condición local para hacer frente a las multinacionales, tanto en Cantabria como en las provincias a las que tiene previsto extender su actividad en los próximos meses, primero mediante delegaciones propias y luego a través de una máster franquicia. Un crecimiento que se gestionará desde Cantabria, donde trabajan ya siete personas.

Como sucede en otras sectores en plena transformación, en el de la movilidad se suceden las iniciativas que buscan atender a un mercado al que difícilmente puede darse respuesta ya con los estandarizados catálogos habituales hasta no hace tanto. Una de las últimas concede a Cantabria la condición de base sobre la que asentar un proyecto al que sus promotores conceden un notable potencial de crecimiento: el ‘renting’ de vehículos que, a través de las marcas Walacar y Walamove, busca cubrir el cada vez más amplio y diverso abanico de necesidades que pueden presentárseles a los usuarios, sean estos particulares o empresas. Desde una perspectiva más tradicional en el caso de Walacar, y con Walamove en condiciones de completar la oferta con prácticamente cualquier fórmula que pueda plantearse, la empresa dio sus primeros pasos hace un año, con la habilitación de una sede comercial en el polígono de Parayas, en Santander, para, ya a partir de este pasado mes de enero, estar en condiciones de atender a clientes cántabros en ‘rent a car’ y suscripciones, y a los de cualquier punto de España en el servicio de renting de largo plazo. Desde Cantabria se tutelará además la expansión del proyecto, de acuerdo a unos planes que a corto plazo contemplan tener presencia en prácticamente todas las provincias del norte de España mediante oficinas propias, para posteriormente continuar creciendo como máster franquicia.

Los antecedentes del proyecto que hoy se dirige desde Cantabria hay que buscarlos en Palencia, y en la empresa con la que el grupo Palausa –propietario de concesionarios de varias marcas de automoción en Castilla y León, y también en Cantabria– ofrecía renting a largo plazo, un servicio habitual en las empresas de venta de vehículos con el que se busca tanto ampliar las opciones que se ofrecen al cliente como generar sinergias con el resto de actividades del concesionario. En 2020 el grupo decide ampliar los objetivos de la empresa, otorgándole entidad propia para a partir de ahí configurar una oferta desvinculada de la actividad de venta y con capacidad para ampliar el catálogo más allá del renting a largo plazo. Para dirigir el proyecto, los responsables de Palausa pensaron en José Antonio Arderius, un profesional cántabro con una larga trayectoria en el sector de la automoción que en ese momento trabajaba en Vitoria: “Solo puse dos condiciones para aceptar: había que buscar una nueva denominación comercial para la empresa, y la sede tenía que estar en Cantabria”, explica Arderius, ya en las oficinas de la avenida de Parayas, en Santander, donde desde junio de 2021 dirige Walacar y Walamove, los nombres bajo los que ahora opera Pisuerga Renting.

Oficina de Walacar-Walamove en Santander. En la sede cántabra de la empresa trabajan siete personas.

En la sede cántabra de Walacar y Walamove trabajan actualmente siete personas, que gestionan una flota de un centenar de vehículos, todos ellos destinados al alquiler a corto plazo y las suscripciones. El renting tradicional a largo plazo, que permite disfrutar de un vehículo a cambio de una cuota mensual, se gestiona casi en su totalidad digitalmente, por lo que tiene unos requerimientos de personal y de espacio menores. El cliente –particular o empresa– contrata el servicio, para periodos que van desde los 24 a los 60 meses, y un conductor se lo entrega en cualquier punto de España. En el caso del alquiler a corto plazo o las suscripciones –un producto a medio camino con el renting, que permite contratar en periodos más cortos de los que oferta ese servicio, pero a precios más ajustados que en los contratos por horas o días– la recogida y entrega del  vehículo se realiza en las instalaciones, un vínculo con el entorno más cercano al que la empresa da también una relevancia estratégica: “El cliente de Walamove es local y turístico, y consideramos que es clave ofrecerle una atención cercana y personalizada, que se adapte a cada caso”, recalca José Antonio Arderius.

Tanto por la vinculación entre las delegaciones y el mercado local, como por el potencial que se concede al producto, los planes de crecimiento de la empresa conceden el máximo protagonismo a Walamove, la marca que identifica el alquiler a corto plazo y el amplísimo abanico de servicios con los que quieren cubrirse las necesidades asociadas a las nuevas formas de movilidad. Como marco, señala el director de la empresa, están la transformación que se está dando en la relación que el usuario tiene con su vehículo: “La pandemia ha acelerado un cambio de paradigma brutal, que ha llevado a que se interioricen las ventajas del pago por uso”, explica José Antonio Arderius que, aunque admite que esa tendencia está llegando al automóvil con más dificultad que a otros productos, considera que hay factores que permiten augurar una demanda creciente de los servicios que ofrece su empresa: “La mayor parte de los automóviles pasan la mayor parte del tiempo aparcados, y ante eso hay cada vez más personas conscientes de que la compra no es la mejor opción para resolver sus necesidades de movilidad”.

Ofrecer alternativas a la propiedad ha sido el principal objeto de negocio del renting tradicional, un servicio de uso relativamente habitual en las empresas pero mucho menos utilizado por los particulares. Aunque tanto el cambio de paradigma que menciona Arderius como las propias circunstancias económicas están favoreciendo también que exista una mayor demanda de este producto, el director de Walacar y Walamove considera que el principal potencial de crecimiento corresponde a las nuevas formas de alquiler, más capacitadas para adaptarse a cualquier tipo de pago por uso: por temporadas, por días e incluso por horas o por trayecto. Son fórmulas, explica, que permiten la máxima flexibilidad, que ponen al usuario a salvo de incertidumbres, sabiendo que en cada momento podrá contar con el vehículo adecuado a lo que necesita: “El coche que usas cada día puede no ser el más adecuado para un viaje largo en vacaciones, o el que compras hoy puede tener mañana problemas para acceder a determinadas ciudades por las restricciones legales. El pago por uso te pone a salvo de todo eso, y evita que puedas verte atrapado por la inversión de 20.000 o 30.000 euros que cuesta la adquisición de un vehículo”.

Para atender ese mercado en expansión, y para hacer frente a la competencia de las grandes empresas –muchas veces multinacionales– que operan en él, la doble oferta de Walacar/Walamove se apoya en argumentos como la cercanía, la claridad de la oferta y la agilidad en el servicio: “En otras empresas los precios cambian cada día, de manera que hoy puedes pagar el doble de lo que pagarías mañana, nosotros en cambio tenemos tarifas estables y transparentes, en las que por ejemplo incluimos el seguro a todo riesgo y la asistencia”, detalla José Antonio Arderius, que recalca además la importancia que dan al trato directo y al conocimiento del cliente local: “Para nosotros es básico, de ahí que en la expansión de Walamove contemplemos siempre contar con bases físicas en los lugares donde ofrezcamos nuestros servicios, y gestionadas con profesionales que conozcan perfectamente el entorno en el que trabajan”.

Un ejemplo de esa vinculación con lo más cercano es el acuerdo alcanzado con Armoni Car, empresa cántabra que ofrece servicios del alquiler de vehículos con conductor y que, a resultas del convenio firmado hará el traslado de los clientes de Walamove entre el aeropuerto y la base de esta, para la recogida del vehículo y para tomar su vuelo tras entregarlo.

La empresa tiene su oficina en la planta superior de Autopalas, uno de los dos concesionarios –el otro es el torrelaveguense Ramón González y Hermanos– con que cuenta el grupo Palausa en Cantabria. Pese a esta circunstancia, y a la vinculación accionarial, Arderius destaca que Walacar/Walamove opera de forma independiente del grupo, defendiendo su propia cuenta de resultados y con autonomía estratégica. En términos de comercialización, la contratación del servicio se realiza actualmente a través de teléfono y web, aunque está ya muy avanzado el desarrollo de una app móvil que, además de facilitar esa contratación, permitirá explorar todas las potencialidades del pago por uso. “El renting tradicional tiene todavía margen para crecer, pero donde esperamos que se produzcan los crecimientos más importantes es en el pago por uso, por todo lo que puede ofrecer. Walamove es el futuro”, concluye José Antonio Arderius.

Bruce Liimatainen, presidente de Sidenor Forgings & Castings.

La planta de forja y fundición de Reinosa, que fue propiedad del grupo Sidenor hasta 2019, ha eliminado el último rastro de esa vinculación al formalizar el cambio de denominación de la empresa, que pasa a llamarse Reinosa Forgings & Castings. El trámite administrativo, anunciado desde que el consorcio NFL adquiriera la planta, cierra una etapa de más de tres décadas durante la que la fábrica campurriana ha sido conocida con el nombre que se dio al grupo público resultante de fusionar en 1990 las empresas Forjas y Aceros de Reinosa y el grupo Acenor. Desde entonces se han sucedido los cambios de propietario, pero incluso en el paréntesis en que perteneció a Gerdau (2005-1016) siguió siendo habitual referirse a la antigua Naval tanto con ese nombre como con el acrónimo de Siderurgias del Norte. El cambio de denominación formaba parte de los planes de NFL desde que tomara las riendas de la empresa, para la que buscaba un nombre que subrayara su condición de empresa independiente y cabecera de grupo, evitando además confusiones son su antiguo propietario. Sidenor sigue manteniendo en Reinosa un tren de laminado, sin ninguna vinculación con la nueva Reinosa Forgings & Castings.