La empresa cántabra, que ha desarrollado un sistema de radiografiado termométrico de tecnología exclusiva que permite detectar fugas y problemas en edificaciones, colaborará con el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (Idival) para buscar aplicaciones que permitan utilizar su sistema para ‘ver’ dentro del cuerpo y ayudar en el diagnóstico de enfermedades. Con sede en Noja y oficina también en Laredo, Feten Domum cuenta con 19 delegaciones franquiciadas en toda España, según una fórmula que plantean trasladar fuera de España para dar continuidad al fuerte incremento de actividad que ha registrado la empresa en los pocos más de cinco años que lleva en el mercado.

Juan Carlos Arrondo | Junio 2025

Cuando Eusebio Pérez Beláustegui y José Martínez Marco fundaron Feten Domum, en 2019, acumulaban una amplia experiencia en los campos de la ingeniería y la arquitectura, lo que les ofrecía una panorámica precisa de los defectos y problemas de las construcciones. Además, tras dos décadas de investigación habían logrado desarrollar una tecnología capaz de detectar fluidos penetrando unos centímetros en cuerpos sólidos, algo muy útil, por ejemplo, para diagnosticar patologías como filtraciones de humedad o corrientes de aire en edificaciones. Con este sistema innovador y exclusivo, que facilita soluciones y abarata costes, su salida al mercado fue ambiciosa y, pasados algo más de cinco años, los planes parece que van cumpliéndose. Con una red de delegaciones que abarca prácticamente toda España, se aprestan a dar el salto internacional, al tiempo que dan sus primeros pasos en otros sectores, como el industrial o el sanitario, en el que están a punto de comenzar una experiencia piloto junto al Instituto de Investigación ‘Marqués de Valdecilla’ (Idival) para estudiar la utilidad clínica de su Radiografiado Termométrico Multicapa (RTM).

Eusebio Pérez –responsable del laboratorio de Laredo, donde dirige el equipo que se encarga de las pruebas de ingeniería y de los avances tecnológicos– explica cómo antes del sistema desarrollado por Feten Domum un problema, por ejemplo, de humedad podía derivar en acciones complejas y caras: “El técnico te decía que no sabía de dónde venía, que había que levantar el tejado entero o hacer todas las fachadas. Era una gran laguna constructiva por resolver y nosotros hemos dado con la tecla”. La principal aportación del RTM es que atraviesa la superficie y localiza esos fluidos en el interior: “Con el RTM captamos las temperaturas mínimas dentro de los sistemas constructivos hasta dieciséis centímetros y las damos razón de ser: hemos puesto color al agua, al aire, a la fuga térmica y a la adherencia al soporte”. De este modo, determinado con precisión lo que hay dentro de la construcción, la solución puede simplificarse y abaratarse: “Lo que igual iba a ser una obra de medio millón podría tener un coste de veinte mil euros”.

A diferencia de la termografía, que sólo capta la temperatura producida por la radiación solar sobre una superficie, el sistema de Feten Domum combina principios de la termodinámica, de la mecánica de fluidos y de la cinemática de partículas con una ingeniería inversa dada por ellos para atravesar el exterior de objetos sólidos. Esto se traduce en la práctica en el uso de una cámara termográfica convencional modificada, algo que implica cierta dependencia y que quieren subsanar desarrollando su propio dispositivo: “Estamos en ello junto a la Universidad de Cantabria y esperamos terminarlo para final de año, aunque luego tiene que pasar unas radiometrías, una serie de tribunales técnicos, para conseguir el sello CE. La máquina la tendremos ya el año que viene y creemos que en aproximadamente año y medio tendremos el sello”, indica el director del departamento de Ingeniería e Innovación de Feten Domum. A la espera de dar este salto tecnológico, la actividad de la empresa no ha parado de crecer y de expandirse por España.

José Martínez Marco y Eusebio Fernández Beláustegui, fundadores de Feten Domum, en la oficina que le empresa tiene en Laredo. Foto: Nacho Cubero.

“Ya tenemos diecinueve delegaciones en España y más de dos mil informes realizados. Ha sido todo un éxito”, apunta Eusebio Pérez. Mediante la fórmula de colaborador franquiciado, han ido reclutando a técnicos en edificación, que reciben cierta formación y las máquinas que han adaptado a su sistema: “Ellos van a una obra, disparan, hacen los planos y nosotros procesamos las fotos y hacemos los informes”. De su elaboración se encarga el equipo de cuatro arquitectos que dirige José Martínez en el estudio de Noja. Si la acumulación de trabajo en los primeros años les situaba al límite de sus posibilidades, con este modelo de expansión han logrado traspasar ese cuello de botella: “La diferencia es que ahora tenemos a diecinueve personas en la calle con una media de ciento veinte informes anuales por cada uno de ellos. Ahí es donde se ha disparado. Ahora lo llevamos bastante más organizado y mejor”, destaca el responsable de ingeniería y tecnología, al frente de un grupo de cuatro personas en Laredo.

Más allá del sector de la construcción

El sector para el que nació Feten Domum, el que se desenvuelve cotidianamente y el que ha propiciado esta expansión del negocio es la construcción. No obstante, el horizonte de posibilidades que parece ofrecer esta tecnología única y exclusiva, les está llevando a explorar otros ámbitos. Eusebio Pérez señala algunos ejemplos en el entorno industrial: “Hemos empezado a hacer algunas cosas en Solvay y estamos haciendo pruebas en eólicos para Siemens-Gamesa. Hemos hecho un proyecto de I+D con una gran empresa de aviación española para ver sus turbinas. Y también otro con Mercedes, en Vitoria, para el paso del agua por los vehículos, ya que tres de cada diez van al desguace porque no pasan el túnel de lavado”. Por extraño que parezca, el RTM también puede ‘ver dentro’ del cuerpo humano y tener alguna aplicación en el ámbito sanitario: “Ahora es la novedad más avanzada y en la que varios hospitales privados han mostrado mucho interés, aunque hemos decidido desarrollarlo en Cantabria con el Idival”.

De manera análoga a cómo puede captarse mediante el radiografiado termométrico multicapa dónde nace y acaba una filtración de agua en un edificio, también se puede ‘atravesar’ la piel humana y, por ejemplo, fotografiar el flujo de sangre por el corazón, las venas y las arterias. Esto llamó la atención en el entorno médico, que les alertó sobre las oportunidades que podría ofrecer esta tecnología: «Si veis mecánica de fluidos, nosotros podemos ver muchas cosas», les dijeron. El director de Ingeniería de Feten Domum lo aclara: “Lo que buscamos es el fluido y después le hacemos una foto, que además es sin radiación. Después es el médico quien la ve y sabe detectar una anomalía”. El abanico que se abre es muy amplio: desde contribuir a mejorar procedimientos frecuentes como la extracción de sangre, que muchas veces deriva en sufrimiento para el paciente por la dificultad en encontrar una vena, hasta ver el curso de alteraciones circulatorias, problemas respiratorios, valoración de sinusitis, entre muchas otras posibilidades.

Las lecturas de la cámara termográfica de Feten Domum en el ámbito arquitectónico. Foto: Nacho Cubero.

La manejabilidad del dispositivo –una cámara termográfica de quince por veinticinco centímetros y un kilo y medio, cuyo ‘hardware’ original han modificado al 70%– ofrece también muchas oportunidades al sistema sanitario. Transportarla en una ambulancia y poder utilizarla en un accidente de carretera, en el monte u otro lugar alejado de cualquier centro de salud supone que en muy poco tiempo se pueden evaluar las lesiones y adoptar las medidas más adecuadas ‘in situ’ o preparar cualquier otra acción posterior en un hospital; además, puede ser muy útil para los profesionales en las, normalmente, saturadas consultas de atención primaria. Eusebio Pérez describe cómo podría implementarse su uso: “Se le daría al médico una formación de cómo utilizar la máquina, cómo se ven las densidades y cómo cambiar los parámetros. Una vez hechas las fotos, se enviarían a nuestro laboratorio en Laredo y en poco tiempo, entre dos y cuatro minutos, las recibiría el médico ya procesadas para hacer el informe”.

Primeras pruebas en pacientes

Reconocidas las inmensas oportunidades que sobre el papel ofrece esta tecnología en el ámbito sanitario, falta ver su concreción práctica y evaluar los resultados. En este sentido, en pocas semanas se pondrá en marcha un estudio piloto en el que colaboran Feten Domum y el grupo de investigación de Enfermería del Idival, coordinado por Carmen Sarabia Cobo, cuyo objetivo es estudiar el uso del RTM para el diagnóstico y evolución de heridas crónicas, especialmente de tipo venoso y circulatorio, así como úlceras por presión. “En junio o julio vamos a empezar con diez pacientes en Valdecilla y diez en Sierrallana viendo el alcance de las heridas, en qué capa y en qué centímetro están, y cuál es la forma mejor de curarlas”, precisa el responsable de Ingeniería de la firma cántabra. Este tipo de lesiones plantean muchas dificultades a las profesionales, que muchas veces no pueden evaluar su profundidad o desconocen si el tejido adyacente está dañado. Además suelen cronificarse, con el agravante que supone para la salud de las personas y su alto impacto en el gasto.

El RTM aporta ventajas como la rapidez y la sencillez de un procedimiento que no conlleva un daño o sufrimiento alguno. La captura obtenida, una vez procesada, ofrecerá a la enfermera o al médico un diagnóstico seguro que facilitará un tratamiento más eficaz de este tipo de heridas, ahorraría consultas y costes al sistema y, sobre todo, mejoraría la calidad de vida de los pacientes. El proyecto está aún en una fase preliminar, a punto de empezar, por lo que en Feten Domum consideran que es pronto para saber si su tecnología podrá tener recorrido médico en el futuro: “Lo primero, tiene que dar resultados certeros. Si llego a una casa a buscar humedades tengo que encontrar el cien por cien de las que hay; pero aquí con un seis por ciento de datos diferentes a los que dan los demás es suficiente. Y después todo este estudio, lo que va viendo, lo que contraste con los médicos, lo tiene que subir el Idival a una revista científica europea”.

Finalizar con éxito este proyecto probablemente les abriría las puertas a nuevos estudios para otro tipo de aplicaciones médicas. En última instancia, tanto en este sector como en el de la construcción, sus buenos resultados son el mejor aval para llegar a más proyectos o clientes. Así fue como tomaron contacto por primera vez con el Idival: “Tenían humedades, que estaban deteriorando el edificio, y querían saber por dónde entraban. Llegamos allí y dimos con el problema. Después nos preguntaron: ¿y esto en el ser humano?”, desvela Eusebio Pérez. Subraya que en el crecimiento de la empresa, en la difusión de su tecnología y de las soluciones que aporta, han tenido gran importancia las redes sociales, especialmente LinkedIn, donde sumen un buen número de seguidores, si bien no ha sido el único factor: “Hicimos un estudio de redes sociales según el cual, en el sector de la edificación, hace dos años nos conocía el 4% y este año el 26%. Pero también influye tener diecinueve delegaciones en España moviéndose todo el día”.

«La idea es abrirnos internacionalmente con nuestro sistema en el sector de la construcción. Ese es nuestro fuerte, nuestro músculo financiero, lo que nos da la posibilidad de meternos en otros proyectos». Eusebio Pérez, responsable de ingeniería

Respaldados por el éxito de su expansión nacional, quieren replicar la fórmula fuera de España. El responsable de ingeniería y avances tecnológicos de Feten Domum prevé cerrar en breve acuerdos en Portugal, Francia, Italia y Colombia: “La idea es abrirnos internacionalmente con nuestro sistema en el sector de la construcción. Ese es nuestro fuerte, nuestro músculo financiero, lo que nos da la posibilidad de meternos en otros proyectos”. Uno de los aspectos más importantes en este proceso es acertar con la persona adecuada, algo que, por ejemplo, no lograron en su intento de implantarse en México: “No puede ser una persona sin una experiencia de obra. Si no es un técnico de la edificación, que sabe lo que está viendo, no entra en nuestros planes. Y tiene que firmar, porque esto va firmado por mí en el laboratorio de Laredo, por mi socio en el estudio de Noja y por esa tercera persona, que es quien dispara la cámara y hace los planos. Ahora mismo, los diecinueve colaboradores que tenemos son arquitectos, aparejadores o ingenieros de caminos”.

Para el futuro cercano manejan importantes perspectivas de crecimiento. Según Eusebio Pérez, esperan que la facturación en el periodo 2026-2028 ronde el 50% más que la actual y que el próximo año se incremente la plantilla el 40%: “Algunos franquiciados están teniendo tanto trabajo que no les da con una máquina. Ahora llevan una media de 120 informes al año cada uno, pero va a llegar un momento en el que serán 250 o 300, a los que habrá que añadir los internacionales. Por eso tenemos que incrementar nuestra plantilla”. Aunque desde fuera puedan llamar la atención dichas cifras en una empresa tan joven y de una localidad pequeña, en su opinión hay una poderosa ventaja que las justifica: “Nuestra tecnología es única a nivel mundial. Es cierto que naciendo en Cantabria nos puede costar más; cuando voy por España me dicen que si llegamos a nacer en Estados Unidos estaríamos en Silicon Valley, pero hemos nacido aquí, en un pueblo de diez mil habitantes, y crecemos porque tenemos algo exclusivo que todo el mundo quiere”.

La división ‘cloud’ de la multinacional holandesa, que tiene su sede ibérica en Cantabria, recibe el premio de Google a sus mejores ‘partners’ en reconocimiento al desarrollo de soluciones basadas en la nube para clientes de todos los sectores. Con una singular cultura corporativa que la ha llevado a ganar durante diez años consecutivos el premio al mejor lugar en el que trabajar, Incentro cuenta con dos oficinas en Santander y una delegación comercial en Madrid, que facturaron 6 millones de euros durante 2024 y suman una plantilla de 90 personas.

José Ramón Esquiaga | Junio 2025

En el siempre críptico e inabarcable universo tecnológico, pocas cosas lo son tanto como aquello que acontece en la nube, la metáfora con la que se identifican los recursos informáticos que trabajan desde instalaciones distintas a las propias, en ubicaciones imprecisas pero siempre accesibles a través de una conexión de Internet. Ese es el espacio en el que opera Incentro Cloud España, una de las dos oficinas de Incentro en Cantabria, donde la multinacional holandesa tiene su sede ibérica desde 2011 y a donde ha trasladado una peculiar cultura corporativa que impregna todas las áreas de la empresa, desde la organización del trabajo a la relación con los clientes, pasando por la propia estructura de la compañía. Una forma de hacer las cosas que la ha llevado a situarse año tras año en los primeros puestos del ranking de mejores lugares en los que trabajar, y que el mes pasado se vio también avalada con el premio que Google Cloud otorga a sus mejores ‘partners’, un reconocimiento que rara vez se otorga a una empresa de las dimensiones de la cántabra, y una singularidad más entre las que caracterizan a la TIC que tiene su sede en la santanderina calle de Luis Riera.

Los responsables de Incentro Cloud España recogieron el premio en Las Vegas, en el transcurso del evento en el que Google reconoce el trabajo de las empresas que en todo el mundo utilizan las herramientas y medios del gigante tecnológico para dar servicio a sus propios clientes. En el caso de la cántabra, se valoraron especialmente sus logros en migraciones, modernización de infraestructuras y aplicaciones, desarrollo de soluciones nativas en la nube, gestión de datos y diseño de estrategias de seguridad, según recoge textualmente la nota en la que se da cuenta del galardón, en una explicación que detalla buena parte de lo que hace la empresa premiada, pero que probablemente no aclare mucho a cualquiera que no trabaje habitualmente con lo que se conoce como entornos ‘cloud’.

“Lo que hacemos aquí es escuchar, y creo que de verdad es lo que nos hace especiales: escuchamos mucho antes de proponer una solución a nuestros clientes”, describe Carlota Brinquis, directora de Incentro Cloud España, que prefiere ver lo que hacen más como un trabajo de artesanía que de industria, lo que no deja de ser llamativo si tenemos en cuenta el perfil eminentemente técnico de quienes allí trabajan y lo intangible que es, por definición, todo lo que se hace en la nube: “Es que tienes que entender muy bien lo que necesita el cliente y luego trasladarlo a los componentes tecnológicos, decidiendo cuál es el más adecuado para cada caso, porque hay mil condiciones a tener en cuenta”.

Carlota Brinquis, directora de Incentro Cloud España. Foto: Nacho Cubero.

Los componentes tecnológicos que menciona la directora de Incentro Cloud España son tanto los grandes ‘data centers’ que alojan información y software, como cada uno de estos programas informáticos y las vías por las que se les hace llegar a los equipos, con las duplicidades y recursos de seguridad necesarios para protegerlos contra caídas o posibles ataques. Todos esos recursos, que en caso de Incentro son siempre de Google Cloud, abren un abanico casi infinito de aplicaciones, válidas para dar respuesta a cualquier necesidad siempre que se dé con la mejor forma de hacerlo. Esa es la tarea que asumen los técnicos de Incentro.

Toda esa enorme heterogeneidad de herramientas y soluciones da lugar a proyectos muy diferentes, y es también la razón que explica otra de las singularidades que caracterizan a Incentro Cloud España: “No tenemos comerciales. Los tuvimos, durante dos años trabajamos con profesionales de ese perfil, que es verdad que tienen algo que nos falta a los técnicos, pero vimos que no terminaba de funcionar. Así que decidimos intentarlo de otra forma”, recuerda Carlota Brinquis que, junto a Miguel Cortés, director técnico, decidió asumir directamente la relación con los clientes: “Nuestra labor ya no era tanto comercial, pasamos a ser casi un médico para los clientes, que se dieron cuenta que no queríamos meter con calzador soluciones que no necesitaban”.

El cambio dio lugar a que casi de un día para otro cayera drásticamente el número de oportunidades y contactos que se registraban en la aplicación de gestión que utiliza la empresa, lo que a su vez motivó una llamada desde Holanda: “Lo bueno de Incentro es que tienes toda la autonomía para tomar las decisiones que quieras, pero es verdad que nos pidieron explicaciones sobre eso, porque vieron que ahí podía haber un problema. No lo había, es verdad que donde antes eran 500 ahora igual eran 50, pero eran 50 oportunidades de verdad buenas, de las que igual se cerraban 40”, rememora la directora de Incentro Cloud España, que ve en esa modificación en la forma de trabajar una de las claves competitivas de la empresa, y también una de las razones del premio otorgado por Google.

De acuerdo a esa idea, Incentro Cloud España ha desarrollado proyectos para clientes de todos los sectores, difíciles de categorizar de acuerdo a criterios como el tamaño, objetivos o presupuesto, y con el único punto en común de aprovechar lo que ofrece la nube. En su repaso a alguno de ellos, los responsables de la oficina cántabra citan ejemplos que consideran especialmente significativos de lo que ahí se hace, pero sobre todo recalcan la variedad y amplitud de las oportunidades que abre el entorno ‘cloud’, y la forma en que Incentro puede ayudar a identificarlas y sacarles el máximo partido

La delegación de Incentro Cloud España, en Las Vegas con el premio concedido por Google Cloud.

Son proyectos abiertos a empresas de cualquier tipología y que operen en cualquier sector, aunque Carlota Brinquis apunta que, en el caso de la oficina que dirige, son especialmente significativos –en número y también a la hora de valorar sus resultados– los realizados para empresas nativas digitales, algo que respondería no tanto a un planteamiento estratégico como a una cuestión de afinidad: “Nacen ya con un enfoque ‘cloud first’, de querer estar en la nube, evolucionar rápido. Estas empresas, como también las ‘startups’ que están ya en crecimiento acelerado, apuestan muchísimo por transformación digital y ahí tenemos un muy buen encaje por muchos motivos”, repasa la responsable de Incentro Cloud España, que achaca esa conexión más a la coincidencia en la forma de enfrentarse a los retos que al hecho de compartir una misma visión sobre lo que la tecnología puede aportar a la hora de superarlos: “Les encanta nuestra flexibilidad, y además suelen ser gente muy técnica, alguien que tuvo una idea y que a partir de ahí necesita crear una estructura. Nos entendemos muy bien y muy rápido con esos perfiles”.

Con todo, y aun considerando solo a las que tienen ese punto en común, entre las ‘startups’ nativas digitales que forman parte de la cartera de clientes de Incentro hay empresas dedicadas a actividades muy distintas, desde biomedicina hasta banca: “Hay mil verticales diferentes dentro de ese concepto de nativa digital: más divertido todavía”, celebra Carlota, que ve ahí una diferencia entre lo que hace su empresa y la estrategia de otras del sector, más centradas en grandes empresas, lo que no significa, advierte, que los proyectos acometidos desde Cantabria sean pequeños. Toda la diversidad que caracteriza el entorno ‘cloud’, sumada a la que aporta la tipología de clientes con la que trabajan, hace imposible hablar de un proyecto tipo, y resta significación a cualquier media que quiera calcularse a partir de sus cuantías. La directora de Incentro Cloud España recuerda que desde su oficina se han realizado trabajos que van desde los 20.000 euros a algunos que rozan importes millonarios, aunque por número los más habituales serían los que se mueven en el entorno de los 100.000 euros.

La filial ibérica de Incentro, de la que forma parte tanto la división ‘cloud’ como una segunda oficina con sede en el Centro Empresarial Zoco, facturó 6 millones de euros en 2024, con un crecimiento en ventas y en plantilla que tanto en el último ejercicio como en las previsiones para el actual se situaría en el 12%, de una manera lineal en los dos centros de trabajo de Cantabria. El de Incentro Cloud España, con 30 trabajadores, es el menor de ambos, pero se acerca ya a la cota que Incentro considera la máxima a alcanzar por una oficina, y a partir de la cual sería obligado crear una nueva. Es el modelo de células con el que la multinacional holandesa llegó a Cantabria en 2010 y que ha marcado el crecimiento en la región –y fuera de ella, con la apertura de una delegación comercial en Madrid– desde entonces. Se quiere así fomentar la autonomía de los equipos, y evitar el gigantismo en las estructuras y la jerarquización a la que da lugar, en lo que es otra de las características que diferencia a Incentro, que cada año destina el 10% de su facturación a formación e innovación. “Todo eso es fundamental para que la gente esté a gusto y no tengamos apenas rotación de trabajadores, que es uno de los grandes problemas de nuestro sector. Eso también ayuda a dar un mejor servicio”, concluye la directora de Incentro Cloud España.

La empresa castreña, que desarrolla relojes inteligentes, superó el pasado ejercicio los 8 millones de facturación, una cifra que alcanza apenas siete años después de su fundación y cuando solo han pasado dos desde que comenzara a vender sus dispositivos fuera de España. Los dispositivos de Save Family, uno de cuyos modelos ha recibido el premio al mejor ‘smartwatch’ europeo, están especialmente diseñados para su uso por niños y personas mayores, con la seguridad como elemento central y con la posibilidad de acceder a servicios de conectividad móvil a través de la tarjeta SIM que comercializa la propia empresa, que de esta forma completa su condición de fabricante del producto con la de proveedor de servicios complementarios.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2025

Cuando solo han pasado siete años desde que diera sus primeros pasos, y completando una escalada que ha ido ganando intensidad con el paso del tiempo, Grupo Save Family superó el año pasado la cota de los 8 millones de euros en ventas, una cifra con la que consolidaba en lo cuantitativo una evolución que también ha cubierto hitos en otras áreas. La empresa castreña, que desarrolla relojes inteligentes para usuarios infantiles y senior, recibió el pasado año el premio al mejor ‘smartwatch’ en los European Technology Awards, un espaldarazo que avala las prestaciones de los dispositivos diseñados en sus instalaciones del polígono de Vallegón.

A diferencia de los habituales relojes inteligentes de uso deportivo –que cuentan pasos, miden recorridos o proponen planes de entrenamiento–, los diseñados por Save Family sitúan el foco en la seguridad, incorporando prestaciones que permiten la localización y el contacto con niños, mayores y personas dependientes. Es un mercado creciente, menos maduro que el de los relojes deportivos, y en el que la empresa cántabra ocupa una posición de privilegio, dando servicio, según sus cálculos, a 500.000 familias en España y en los otros 26 países en los que comercializa sus productos.

El equipo de Save Family ante las instalaciones de la empresa, en Vallegón.

Aunque la cifra de facturación no ha dejado de crecer desde la fundación de la empresa en 2017, ha sido en los últimos años en los que se ha dado el gran salto adelante, encadenando subidas superiores al 50 y al 60% en 2022 y 2023, y sumando otro 31% el pasado ejercicio. Los más de 8 millones de euros alcanzados en 2024 suponen multiplicar por más de cinco el importe de las ventas de 2021. En esa progresión han sido fundamentales la salida al mercado internacional en 2023, y el aumento en la contratación de la tarjeta SIM para los dispositivos, una solución que ofrece directamente la empresa que ha pasado así de vender únicamente el producto a proveer también el servicio de telefonía y datos al que puede accederse con el mismo.

De acuerdo a los datos que facilita la empresa, durante el pasado año la venta de dispositivos creció un 21%, en tanto que la comercialización de tarjetas SIM lo hizo en un 65%. La condición de proveedora de servicio que esto otorga a Save Family se ha visto reforzada por el lanzamiento de una plataforma que pretende acompañar a las familias en las diferentes etapas de crecimiento de sus hijos apoyándose en profesionales sanitarios del ámbito infantil como logopedas, psicólogos, pediatras o nutricionistas. En lo que se refiere a la presencia internacional de sus productos, desde la empresa se destaca el espaldarazo que ha supuesto la concesión del premio que reconoce a uno de sus relojes como el mejor entre los comercializados el año pasado en Europa.

Natalia Expósito Molinero y Jorge Álvarez, fundadores de Save Family, con el el premio al Mejor Smartwatch Europeo 2024 concedido en los European Technology Awards.

“Los resultados de los últimos años son realmente buenos y reflejan el gran trabajo que realiza nuestro equipo para ofrecer calidad e innovación”, explica Jorge Álvarez, CEO de SaveFamily, que destaca lo que esos datos suponen como aval de la estrategia de la empresa y de su posicionamiento en el nicho del mercado al que atienden: “Nuestro objetivo siempre ha sido ofrecer productos que aporten seguridad y tranquilidad a las familias, y estos datos demuestran que estamos en el camino correcto».

Además de desarrollar y vender relojes inteligentes para niños y personas mayores, Save Family comercializa tablets y cámaras digitales, pero son los ‘smartwatches’ con GPS los que aportan la mayor parte de la facturación y los dispositivos con los que la empresa ha conseguido diferenciarse entre sus clientes potenciales. El auge de los relojes inteligentes para niños, admiten desde Save Family, ha sido una de las claves de su crecimiento, con un aumento de la demanda tanto internacional como en España.

Objetivos

Save Family confía en dar continuidad este año a las notables cifras de crecimiento de los dos ejercicios anteriores, unos objetivos que se apoyan en esa fortaleza de la que sigue dando muestra la demanda de relojes inteligentes de uso familiar, pero también en los planes que tiene la empresa para sacar al mercado nuevos dispositivos, entre ellos un nuevo smartwatch para niños –el modelo bautizado como Ionic Plus 2– al que por primera vez se ha dotado de inteligencia artificial (IA).

Entre sus características, destacan desde la empresa, se encuentran la geolocalización en tiempo real, la posibilidad de realizar llamadas y videollamadas, mensajería de WhatsApp, botón SOS para emergencias y, en lo que señalan como una de las prestaciones más demandadas por los niños, el acceso a Spotify. Otro factor diferencial es que cuenta con un módulo de salud que monitoriza hasta la temperatura para conocer el estado del niño en todo momento.

“Seguiremos apostando por la innovación para garantizar productos cada vez más seguros y accesibles para las familias”. Jorge Álvarez, CEO de Save Family

“El Iconic Plus2 ha sido un éxito rotundo”, subraya el CEO de Save Family, que destaca que el nuevo modelo se ha situado rápidamente entre los más vendidos de la marca: “Seguiremos apostando por la innovación para garantizar productos cada vez más seguros y accesibles para las familias”, asegura.

Desde sus instalaciones en Vallegón, Grupo Save Family desarrolla los dispositivos y da soporte a sus usuarios, en un modelo de negocio en el que gana peso la prestación de servicios como factor complementario y como refuerzo de las prestaciones de los dispositivos. La puesta en marcha de la plataforma con la que respalda la venta de tarjetas SIM –que se comercializan sin compromiso de permanencia, en pago mensual o anual– es probablemente el ejemplo más claro de esa fórmula de fidelización y servicio al usuario.

Dedicada a la distribución de vestuario laboral y equipos de protección individual, Multiuniformes opera desde el pasado verano desde unas nuevas instalaciones en Santander, un espacio en el que ha reunido tienda, talleres y almacén, que hasta el traslado se distribuían en dos ubicaciones distintas. La unificación de dependencias y la ampliación del espacio dedicado a exposición y venta han permitido una mejora en la productividad, un menor tiempo de respuesta y una mejor atención al usuario final, factores claves a la hora de comercializar productos que tienen un alto componente técnico y en los que la calidad del servicio es un factor competitivo de primer orden.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2025

Ha sido una mudanza que, a diferencia de lo que suele ser habitual, no tuvo a las necesidades de espacio como principal motivación, pero que ha tenido un alcance estratégico a la altura de los objetivos con los que se planteó. A apenas unos cientos de metros de distancia de la anterior ubicación, la nueva tienda de Multiuniformes comparte ahora espacio con el almacén y los talleres, departamentos que anteriormente operaban desde una nave en el polígono de Heras, en una concentración con la que buscaba una mayor eficiencia logística y una reducción de tiempos en el trabajo con el producto, pero sobre todo una mejora en el servicio al cliente, algo de la máxima relevancia en la venta de artículos con un alto componente técnico, en los que la personalización y el asesoramiento son obligados y para los que muchas veces es necesario aportar formación complementaria.

Nacida en 2005 para la venta de vestuario laboral, Multiuniformes ha ido asumiendo tareas añadidas a la de la propia comercialización, para convertirse en una proveedora de servicios, con la ropa y los equipos de protección laboral como ejes de una actividad que ha ido ganando complejidad y relevancia con el paso del tiempo. Sheila Miguel, gerente de la empresa, recuerda al respecto el primer hito que significo, ya en los primeros años de la empresa, poner en marcha un taller de confección con el que realizar las tareas de personalización de las prendas que inicialmente subcontrataban. “Eso nos retrasaba los pedidos y nos quitaba control, con el taller propio pudimos priorizar trabajos y acelerar plazos”, resume la responsable de Multiuniformes, que subraya la importancia que ese paso tuvo para llegar al punto en el que hoy está la empresa: “Durante los dos o tres primeros años de la empresa únicamente vendíamos, y en este sector no se trata solo de eso, hay que asesorar y dar servicio”.

Las nuevas instalaciones, a las que Multiuniformes se trasladó en agosto del pasado año, aportan los medios para ofrecer ese servicio integral que, explica Sheila Miguel, constituye la principal clave competitiva de la empresa. La nueva tienda multiplica por tres el espacio con que contaba la antigua, lo que permite tener mucho más producto expuesto, algo que dadas la enorme variedad de los artículos en venta –y también de las características y propiedades dentro de cada categoría– facilita la labor de atención y respuesta al cliente.

Sheila Izquierdo, gerente de Multiuniformes, en la tienda de la empresa, en La albericia. Foto: PM Photo.

Otro tanto sucede con el taller dedicado al bordado y estampación de las prendas, que duplica su espacio permitiendo mejorar la rapidez de respuesta a los pedidos. En el caso del almacén, que tiene una capacidad muy similar a la del utilizado anteriormente, la principal ventaja es su ubicación junto al resto de espacios de la empresa, lo que mejora toda la operativa de recepción de productos, exposición en tienda, venta directa, trabajo en el taller y tramitación de pedidos. “Tener a todo el equipo junto mejora la comunicación y nos da una mayor capacidad de respuesta. Llevamos poco tiempo para hacer una valoración más en detalle, pero la mejora en productividad creo que va a ser importante”, avanza la gerente de Multiuniformes.

En lo que tiene que ver más directamente con la atención al cliente, pero con repercusión en el conjunto de la actividad de la empresa, la apertura de las nuevas instalaciones ha permitido abrir la tienda en horario continuo de ocho de la mañana a ocho de la tarde, sin la interrupción al mediodía que se hacía antes. “Teniendo en cuenta los sectores que atendemos, esto es algo que han valorado mucho nuestros clientes, como también la facilidad de aparcamiento”.

Foco en construcción, industria y hostelería

Multiuniformes da servicio a empresas de prácticamente cualquier sector, pero concentra buena parte de su actividad en la construcción, la industria y la hostelería. Para cualquiera de ellos es básico el servicio, entendido tanto como el que puede prestarse antes de la venta –con el asesoramiento e incluso la formación sobre la solución más adecuada para caso–, como el posterior a la misma. Esto es más importante en la medida en que la venta sea de productos más técnicos, precisamente aquellos en los que una empresa como Multiuniformes puede diferenciarse de otras que actúan como meros distribuidores: “Acabamos de tener una jornada de formación sobre trabajos en altura, en la que el fabricante ha venido a explicarnos todo lo necesario sobre los equipos que vendemos para esa actividad. Son cuestiones de cierta complejidad, con normativas que cambian constantemente, y tienes que estar preparado para transmitírselo al cliente. El asesoramiento es la mitad de la venta”, recalca Sheila Miguel.

Como en cualquier otro negocio centrado en la distribución, la relación con los proveedores es uno de los factores decisivos para la actividad de Multiuniformes, que también encuentra ahí un elemento para diferenciarse de la competencia. A diferencia de lo que sucede con otros productos, en muchos de los que distribuye la empresa cántabra el proveedor busca una especialización que no todos están en condiciones de ofrecer. “Hay marcas que sí, que las puedes encontrar casi en cualquier sitio, pero hay muchos fabricantes que no quieren sus productos en una ferretería, por ejemplo, que buscan distribuidores con conocimientos y capacidad de servicio a la altura de lo que consideran que necesitan sus productos. Nosotros vendemos esas marcas”.

Multiuniformes es distribuidor exclusivo para la zona norte –Galicia, Asturias, País Vasco y Cantabria– de los productos de Tranemo, una de esas marcas que fabrica productos con un gran componente técnico, que busca vendedores especializados y que los apoya con formación continua. Lo que aporta esa especialización de cara al proveedor se traslada igualmente hacia el cliente, lo que sitúa a Multiuniformes en una posición ventajosa para atender a aquellos sectores en los que son mayores los requerimientos técnicos: “Trabajamos con empresas de todos los sectores, pero para nosotros el más fuerte es la industria, en el que el proceso de venta es más largo, pero nuestra aportación, más importante. Es un cliente al que quizá es más complicado llegar, pero al que fidelizas más”, concluye Sheila Miguel.

 

Nacido con el impulso de Maflow y a partir de una idea que une los conceptos de centro de negocios, espacio de coworking y proveedor de soluciones tecnológicas, NetBees opera desde el pasado mes de octubre en el polígono de Guarnizo ofreciendo sus servicios a las empresas del entorno más próximo, pero también ofreciendo oportunidad de formación, empleo y desarrollo profesional a jóvenes estudiantes universitarios. El objetivo de la empresa es generar un ecosistema de innovación, colaboración y desarrollo que puedan replicar en otros espacios industriales.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Abril 2025

Pasados tres meses desde que diera sus primeros pasos, y algo más de uno desde que con el inicio de la venta a terceros cubriera una de las etapas más significativas de su proyecto, NetBees comienza a ser un nombre familiar y una idea conocida entre las empresas de su entorno más próximo. Ubicada en el polígono de Guarnizo, la empresa es fruto del impulso de Maflow y del apoyo de una red colaborativa que empezó a tejerse a partir de acuerdos como los alcanzados con el Ayuntamiento de Astillero o la Universidad Europea del Atlántico, y que ha ido haciéndose más compacta a partir de la relación con clientes y beneficiarios de los servicios que componen el variado catálogo de NetBees.

NetBees comenzó a funcionar en octubre del pasado año, desde el edificio vecino a Maflow y llevando a la práctica, desde su fundación, el concepto colaborativo sobre el que se asienta el proyecto. Maflow, que fabrica conductos para los sistemas de climatización de vehículos y líquidos para automoción, ha sido tradicionalmente una de las industrias cántabras más abierta a la incorporación de nuevas tecnologías a las líneas de producción, en un compromiso por la conocida como ‘industria 4.0’ que ponía a disposición de terceros tras ponerlo a prueba en la propia planta. Buena parte de esa filosofía es la que ahora inspira a NetBees, aunque extendiendo esa idea a ámbitos que trascienden lo tecnológico.

Teresa Iglesias, consultora con amplia experiencia en la captación y desarrollo de talento, es la directora de NetBees y también la ideóloga de un concepto que tiene algo de centro de negocios, espacio de coworking, punto de encuentro empresarial, foro tecnológico y proveedora de servicios de ‘outsourcing’, una combinación que prima la generación de sinergias para la obtención de resultados: “Nos gusta decir que generamos un entorno de I+C+D: innovación, colaboración y desarrollo”, resume. En su descripción del proyecto, la directora de NetBees define este espacio como el área productiva inteligente del territorio industrial que componen los polígonos de Morero y Guarnizo. Su papel, explica, es acercar a las empresas todo lo que las nuevas tecnologías de la información –el Internet de las cosas o IoT, la inteligencia artificial o la fabricación aditiva, por ejemplo– pueden aportar a sus procesos productivos, pero también operar en sentido inverso: conocer las necesidades de las empresas para, a partir de ahí, desarrollar soluciones que puedan servir no solo para quien ha puesto el problema sobre la mesa, sino que den pie a un desarrollo posterior que permita comercializarlo a terceros.

Teresa Iglesias, directora de NetBees. Arriba, en una charla con parte del equipo de la empresa. Foto: Nacho Cubero.

La relación con Maflow, al que Teresa Iglesias describe como el ‘business angel’ de NetBees, ha sido clave tanto para la puesta en marcha del proyecto como para proveerle de encargos y dotarle de lo que puede considerarse su principal elemento diferenciador respecto a otras iniciativas con las que pueda estar emparentado: la capacidad para testar de forma inmediata cualquier propuesta que pueda salir de sus equipos, además de ofrecer a estos la posibilidad de interactuar desde el primer momento con un entorno industrial que trabaja para algunas de las principales multinacionales del mundo. “Maflow nos plantea retos, con los que nosotros trabajamos y a los que intentamos dar respuesta. Tenemos las líneas de fabricación aquí al lado, y podemos poner a prueba lo que hacemos de forma continua, contando siempre con los técnicos de Maflow, que son los que mejor pueden describir lo que necesitan y valorar si lo que proponemos es o no viable”, explica Teresa Iglesias. Esa condición de laboratorio que aporta la vecina planta de Maflow se ve reforzada por lo variado de lo que allí se fabrica: “Tenemos una cadena de producción en la que no solo se hace tubería de aire acondicionado, que es ensamblado de tubo de goma con pieza metálica, sino también mecanizado y tratamiento de piezas, y eso es común a muchas fábricas de la región, está también la parte de líquidos refrigerantes, que es química y embotellado… Eso hace que cualquier casuística que nos venga del entorno industrial podemos entenderla a la primera”.

Un equipo joven y multidisciplinar

NetBees abrió en diciembre la comercialización de soluciones para clientes distintos a Maflow, una línea que viene a sumarse a la que ofrece servicios de márketing, en una oferta de ‘outsourcing’ abierta a otras áreas de interés que puedan surgir, bien desde los clientes o bien desde las propuestas que puedan surgir desde el propio equipo de profesionales de la empresa. Porque a esa parte de desarrollo de soluciones se une, en el caso de NetBees, la labor que de puertas adentro se hace para captar talento y favorecer la capacitación profesional de quienes allí trabajan.

Para explicar la dificultad que las empresas tienen para acceder a profesionales con la formación adecuada, Teresa Iglesias se remite a lo que podríamos llamar la paradoja del talento: los jóvenes cántabros, se formen en la región o fuera de ella, suelen abandonar Cantabria por considerar que aquí no cuentan con oportunidades; pero al mismo tiempo hay muchos estudiantes llegados de fuera de España que consideran que este es el mejor sitio para poner en práctica lo aprendido. A partir de esa realidad, NetBees llegó a un acuerdo con la Universidad Europea del Atlántico para que sus estudiantes pudieran hacer su trabajo de fin de grado en NetBees. “Con esa idea empezamos, la de ponérselo fácil para que pudieran trabajar desde Cantabria para Cantabria, y desde Cantabria para cualquier sitio”.

Las instalaciones de la empresa, en el polígono de Guarnizo. Foto: Nacho Cubero.

De esa cantera de becarios, NetBees ha captado profesionales para su propia plantilla, en tanto que otros se han incorporado a la de Maflow. Pero, sobre todo, de ahí deben salir las ideas sobre proyectos a acometer y respuestas a los retos planteados. El concepto colaborativo que guía la actividad del centro se completa con la actividad del espacio de ‘coworking’, en el que hoy trabajan dos personas pero que tiene capacidad para acoger hasta una decena de profesionales. “Tenemos un equipo de 12 personas, con perfiles variados, tecnológico, industrial, de márketing… Lo que todos tienen en común es que son jóvenes a los que les gusta enredar, investigar… Buscamos eso, no que tengan el mejor expediente académico”.

Obligada por su continuo crecimiento y por la adaptación de su oferta a las condiciones del mercado, Tecan se trasladó en 2023 a una nueva nave en San Vicente de Toranzo, en la que fue su tercera mudanza en cuatro años. Dedicada al diseño y fabricación de embalajes técnicos para el transporte de equipos industriales, este último cambio de ubicación situaba a la empresa ante el desafío de operar lejos del entorno portuario en el que desarrolla buena parte de su labor, una dificultad que se veía compensada por la transformación que su actividad venía registrando en los últimos años, con un mayor peso de los encargos realizados fuera de la fábrica y con un número cada vez mayor de clientes de fuera de Cantabria.

Juan Carlos Arrondo | Marzo 2025

Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores y responsables, respectivamente, de operaciones y de producción de Tecan –empresa dedicada al diseño y fabricación de soluciones de embalaje industrial y protección de mercancías–, se definen como «inquietos». Dicha característica podría hacernos caer en un simple juego de palabras si la relacionamos con el hecho de que en un lustro ya van por la tercera ubicación de su centro de actividades. Obviamente, el sentido del citado término va por otros derroteros, ligados en este caso al afán por evolucionar su idea de negocio, desarrollar nuevos productos y servicios, expandir su cartera de clientes y, en suma, por buscar las claves que permitan afianzar sus –hasta ahora destacados– logros y seguir creciendo. Superados los dos millones de euros de facturación en el último ejercicio, en el traslado que en agosto de 2023 realizaron desde el polígono de Raos hasta sus nuevas instalaciones en San Vicente de Toranzo va impresa esa lógica empresarial de continuar avanzando: nuevas líneas de producción, mejora en los procesos, mayor capacidad de almacenaje, etc.

Tras sus inicios en 2019, en el polígono de Barros, como una ingeniería especializada en el diseño de soluciones personalizadas para la protección de equipos industriales, en el año 2021 comenzaron además a fabricar dichos embalajes a medida. Esto requería más espacio y les condujo hasta Raos, primero a una nave de 500 metros cuadrados y poco después a dos más, con una superficie total de unos 1.600. Pero el rápido crecimiento de la empresa exigía unas capacidades que esa instalación no podía ofrecer. “No era cómoda, se nos quedaba pequeña y eso nos lastraba: había personal dedicado casi solamente a moverse entre las diferentes naves, no teníamos capacidad de almacenamiento, así que decidimos que teníamos que trasladarnos”, indica Andrés Sainz, quien compara: “En San Vicente de Toranzo contamos con una nave de 3.500 metros cuadrados de producción sobre una finca de 13.000 metros cuadrados, con lo que ya tenemos una campa exterior para almacenar materia prima. También nos ha dado la oportunidad de recepcionar, proteger y embalar el producto acabado de clientes que tienen problemas de espacio, liberándoles de esa carga”.

Andrés Sainz y Óscar Ruiz, fundadores de Tecan y responsables de operaciones y de producción de la empresa, respectivamente. Foto: Nacho Cubero.

Tomada la decisión del traslado, empezaba el nada sencillo proceso de buscar un emplazamiento que, por un lado, se adecuara a sus necesidades productivas y, por otro, fuera asequible a la capacidad financiera de una empresa aún joven y en desarrollo. La nave de San Vicente de Toranzo reunía ambas características, pero su ubicación generaba alguna duda. El responsable de operaciones de Tecan reconoce que alejarse de las principales infraestructuras de transporte de Cantabria, así como del ecosistema industrial del arco de la bahía, que confluyen en el entorno del polígono de Raos, podía tener cierto riesgo: “Estábamos muy bien ubicados, pero en esas instalaciones perdíamos productividad. Aunque valoramos mantener una de las naves, sobre todo para estar cerca del puerto, al final hemos visto que era mejor concentrar la unidad productiva en una instalación que se adecuaba perfectamente a nuestras necesidades. Fue una decisión difícil porque te deslocalizas en un ámbito rural que, hasta cierto punto, te debería penalizar. En nuestro caso nos ha dado muchas oportunidades”.

Su anterior localización aportaba mayor cercanía a la mayor parte de sus clientes en Cantabria, lo cual suponía cierto margen de actuación para cubrir trabajos urgentes. No obstante, Andrés Sainz matiza dicha desventaja: “Cantabria es una comunidad pequeña. ¿Cuál puede ser la diferencia entre una y otra? ¿Veinte o veinticinco minutos? Realmente, lo que te exige es una mejor planificación y una mejor utilización de tus recursos”. Señala que uno de los aspectos prioritarios a mejorar ha sido la logística, la flota de vehículos y el equipo móvil para ir a trabajos en casa de sus clientes, y apunta que también ha sido importante que, si bien continúan trabajando con empresas cántabras, el grueso de su crecimiento haya sido fuera de la comunidad: “Sobre todo en el País Vasco, Castilla y León y Asturias. Hemos ido ganando clientes de fuera y con ellos realmente no penaliza esta ubicación”. En cualquier caso, las mejoras en los procesos productivos que la nueva planta les ha permitido implementar es una ventaja que supera cualquier inconveniente que pudiera conllevar el traslado.

Nuevas posibilidades de mejora

Con una inversión superior al medio millón de euros, el cambio ha significado algo más que instalarse en un lugar más espacioso. Su producción, que tenía un alto componente manual –si bien no era exactamente artesanal–, está ahora más automatizada y eso les permite reducir costes y aprovechar mejor sus recursos. “Se tiende a pensar que la automatización es para reducir la plantilla, pero no es así. Nuestra idea es que el personal aporte valor añadido en otras acciones. Si podemos mejorar nuestros procesos y, de los dieciséis que somos, casi todos los días tenemos dos equipos embalando en las instalaciones de nuestros clientes o protegiendo equipos en obras, supondrá que tenemos trabajadores más productivos y eficientes. Esto también nos ayuda a crecer”, explica el cofundador de Tecan, que también subraya la importancia de haber incorporado más personal a la oficina técnica: “Nos libera a los gerentes de una parte del trabajo, sobre todo de diseño, que es de valor añadido y lo que nos ha diferenciado al arrancar, y ahora podemos potenciar nuestras labores comerciales y de dirección”.

El mayor peso en la cartera que ofertan al mercado lo tiene el embalaje fabricado en la planta de San Vicente de Toranzo, con aproximadamente el 65% del total, correspondiendo el resto a servicios que la compañía presta ‘in situ’, en las instalaciones del cliente, como la estiba y trincaje de mercancías, trincaje y optimización en contenedores marítimos, retractilados o envasados al vacío. Antes estaban muy enfocados al embalaje ‘ad hoc’, fabricado a la medida y de acuerdo a las especificidades de cada usuario y en el que un producto no es igual a otro, pero dificulta la expansión del radio de ventas de la empresa: “Cuesta más venderlo fuera porque los costes logísticos van a ser superiores a los del propio embalaje”, afirma Andrés Sainz. Para paliar ese obstáculo, intentan ampliar el desarrollo de soluciones estándar, como una caja plegable de madera, y el volumen de embalados que realizan a domicilio: “Los estamos llegando a ofrecer a nivel nacional e incluso ahora estamos haciendo algún trabajo en Portugal”.

Advierten de que los embalajes estandarizados les ha obligado a mejorar los principales procedimientos de la producción: “El único proceso semiautomático que teníamos en Raos eran las líneas de corte. Ahora todo el corte de materia prima está semiautomatizado, tenemos líneas de montaje y una línea de corte y clavado automatizadas, además de un robot de montaje, clavado y paletización, que hemos desarrollado junto a una empresa de Barcelona”. Con la automatización y la introducción de innovaciones como la caja plegable de madera han conseguido reducir en torno al 60% del residuo que generaban: “La tendencia es ir mejorando los procesos y ser más óptimos en el consumo de materias primas”. Por otra parte, la idea de aprovechar esos residuos para desarrollar sus propios materiales es algo que les acompaña desde el principio y continúan trabajando en una fórmula viable desde el punto de vista de los costes y que no suponga perder el horizonte de la calidad que ha venido diferenciando a sus productos.

«El mayor problema, y en lo que nos estancamos, ha sido que no producimos los suficientes residuos como para generar nuestras propias materias primas». Andrés Sainz, responsable de operaciones de Tecan

En 2022 pusieron en marcha el proyecto Emcantos (Embalaje Cántabro Orgánico Sostenible) –cofinanciado por Sodercan dentro del programa de ayudas a la economía circular– con el objetivo de reciclar los residuos de madera como nuevos materiales para la fabricación de embalajes. “Lo desarrollamos, llegamos incluso a tener muestras de los materiales, y seguimos trabajando en él. El mayor problema, y en lo que nos estancamos, ha sido que no producimos los suficientes residuos como para generar nuestras propias materias primas”, describe Andrés Sainz. También trabajan en otro proyecto de economía circular, Newwood, que trataría de aprovechar productos como los palets que, una vez agotada su vida útil, podrían incorporarse a su proceso productivo como materia prima: “Las propiedades mecánicas de las muestras que hemos obtenido son buenas, aunque hay que valorar su coste de oportunidad. A veces se fuerza un poco con la economía circular, pero sobre todo debe ser viabilidad y, desde el punto de vista de costes analíticos y rendimientos, que sea una solución sensata. En cualquier caso, somos inquietos y seguimos trabajando”.

Más allá del producto

La aportación de valor al cliente no termina en la calidad del material con que se fabrica un embalaje, sino que les exige tratar de ser cada vez mejores también en otros aspectos, como las protecciones físico-químicas y anticorrosivas o la estiba y trincaje de mercancías. Al no controlar la trazabilidad ni la manipulación de la carga hasta que un producto llega al destino final, a la hora de diseñar las soluciones, además de factores como los geométricos y dimensionales, deben tratar de cubrirse contemplando lo peor de la casuística, incluso la climática, para asegurar su integridad: “Hay embalajes con indicadores de humedad, de vuelco, etc. Se trata de protegerlo desde que sale de nuestro cliente hasta que llegue al suyo”, recalca el gerente de Tecan. En su opinión, esto cada vez es más apreciado por las empresas, marcándoles el camino a seguir: “Queremos que haya un bagaje cada vez más técnico y específico. En este sentido, nos estamos adecuando bastante bien al mercado porque, de momento, el retorno con los clientes es bueno”.

Muy enfocados a las empresas de los sectores del metal, especialmente cargas sobredimensionadas, Tecan trata de trasladar a sus clientes que el producto no acaba en sus instalaciones y que deben valorar distintos puntos de su cadena de servicio: “No es lo mismo que vaya en carretera, en avión o en barco. Si va en un barco, en bodega o en cubierta. Ni que al llegar al destino vaya a estar almacenado unos meses o que directamente se vaya a utilizar”.

Equipos industriales, embalados para su transporte con productos fabricados por Tecan. Foto: Nacho Cubero.

Todas estas y otras variables se traducen en diferentes maneras de trabajar. Unas veces se les solicita que hagan el embalado a domicilio, otras que envíen una solución y es el usuario quien se encarga del embalado: “Generalmente, cuando son cargas sobredimensionadas, pesadas o con materiales y componentes complejos, nos suelen solicitar que vayamos, protejamos y aseguremos el embalado antes de despacharlo”. También hay empresas que, por problemas de espacio o comodidad, les envían las piezas para embalar y que salgan desde allí para su despacho, algo que su nueva ubicación ahora les permite ofrecer.

El cofundador de Tecan cree que entre sus clientes cada vez se exporta más, que hay más exigencia, y que ha mejorado la percepción que tienen del embalaje industrial en su cadena de valor: “Antes podía ser suficiente con un palet y un film manual, pero eso está cambiando y, de hecho, es uno de los motivos por los que intentamos ampliar nuestros productos y servicios”. Aunque es habitual que la industria opere en contextos muy cambiantes y con una incertidumbre casi permanente, no es algo que les penalice gracias a que han ido ampliando su cartera de clientes y que el grueso de ellos trabaja por proyectos: “El que este año prácticamente no te da trabajo puede ser el año que viene un referente para ti”. Y por eso considera necesario mantener su capacidad de adecuarse a sus necesidades: “Desde un principio nos hemos diferenciado por la adaptación al cliente, a su producto. Por ejemplo, cuando arrancamos no entendíamos de transporte de hélices marinas, pero hemos dado soluciones cada vez más específicas para ese tipo de transporte”.

Tecan ha crecido mucho desde que en 2021 redirigió su actividad de la consultoría a la producción y los servicios, pero los responsables de la empresa son conscientes de que, si quieren mantener esta tendencia, ahora toca ir afianzando sus logros. Perciben que para ello es necesario seguir mejorando sus procesos y, en ese sentido, tienen un par de proyectos para mejorar su automatización y, sobre todo, su digitalización. Andrés Sainz desvela que están terminando de implementar un nuevo ERP –Enterprise Resource Planning, software de control de los flujos de información de la empresa– que espera les ayude a integrar la oficina técnica con la producción y que con la digitalización puedan conocer realmente lo que les cuesta fabricar cada embalaje y realizar cada obra: “Al crecer perdimos un poco el control de ciertas labores. La foto era buena, pero no sabíamos realmente dónde estábamos penalizados. Intentamos mejorar, sobre todo, el control de los costes analíticos. La idea se puede resumir en que queremos tener más datos y controlarlos mejor”.

La Empresaria del Año 2024 reconoce que ha crecido entre sobaos y que lo que más le gusta de su trabajo al frente de Casa El Macho es atender a los clientes en la tienda. Con una producción de 700.000 kg de sobao anuales que venden por toda España y una facturación estimada de 4,5 millones, Rosa Fernández sostiene que la principal aspiración de esta empresa familiar es conservar un producto de calidad, de sabor único y de gran jugosidad, que sea completamente natural. Entre sus preocupaciones, sobresale el desorbitado precio de la mantequilla, su principal materia prima, que, asegura, se ha triplicado en apenas unos meses y para cuyo control y estabilidad reclama la creación de una fábrica en Cantabria que, según defiende, sería viable si todos los sobadores se comprometieran a comprarle este ingrediente.

Manuel Casino | Febrero 2025

Pregunta.– La Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (ADMEC) ha destacado de usted su capacidad de trabajo, su liderazgo y gestión de equipos, su proactividad, su adaptabilidad y su superación para mantener una productividad y facturación sobresalientes. ¿Con qué rasgo de todos se identifica con más fuerza?

Respuesta.– Adaptabilidad y capacidad de trabajo. Esas son mis señas de identidad. También de superación en el día a día y de innovar cosas.

P.– Es, junto a sus hermanos, la tercera generación de una empresa familiar. ¿Lo de ser empresaria le vino más por obligación o por devoción?

R.– Sí, más por obligación porque lo he vivido desde pequeña. He crecido entre sobaos. Es mi vida. Pero también he aprendido a apreciar este negocio desde que empecé a trabajar con 21 años. Es algo que me gusta mucho. Podía haber elegido otro camino, pero la verdad es que me ha gustado continuar con este actividad.

P.– Lo pasiego está de dulce, ¿o no?

R.– Bueno. Los sobaos y las quesadas son ahora mismo un sello de identidad. Nos identifican a los pasiegos. Se han convertido en productos autóctonos.

P.– En Casa El Macho mandan las mujeres. ¿La repostería artesanal se entiende mejor en femenino?

R.– Es una tradición de las pasiegas ocuparse de estas tareas. Los hombres se iban al campo y las mujeres se ocupaban de la repostería. Esa tradición aún hoy continúa. Al principio yo ayudaba a mis padres y luego he ido haciendo de todo. He estado en todas las funciones: elaborando, empaquetando, haciendo las cuentas junto a mi padre… Pero a mí la que más me gusta es atender al público en la tienda. Me gusta la relación con los clientes.

P.– ¿La principal preocupación del sector son los costes de las materia primas –mantequilla, azúcar, huevos y harina de trigo– y de la electricidad, cada vez más elevados, o hay otros asuntos que les inquietan más?

R.– No, la verdad es que es el asunto que más nos preocupa porque los precios se disparan de un día para otro. Además, sin avisar. No hay un precio constante. De repente, nos triplican el precio de la mantequilla. Podemos gestionarlo gracias a una ayuda que concede el Gobierno de Cantabria a todos los productores de Indicación Geográfica Protegida (IGP) para hacer frente a esta subida. Si no, sería un desastre. La idea es crear en Cantabria una fábrica de mantequilla para conseguir un precio estable. Ahora mismo la mantequilla la traemos hasta de Francia porque Pascual, que es nuestro principal proveedor, nos dice que no tiene suficiente.

P.- Entiendo que para pymes como la suya, y en general para todo el sector, tiene que ser muy complicado afrontar una situación como esa.

R.- Es un problema muy serio porque el precio se ha triplicado en apenas cuatro meses. Todo es pura especulación. No sé quién compra toda la materia grasa y fija el precio diciendo que no hay en el mercado. Hay que tener en cuenta que en Cantabria se consume muchísima mantequilla. El 27% del ingrediente del sobao es mantequilla. Pero, de repente, su precio ha subido de cuatro a diez euros el kilo. Tenemos que abastecernos de diferentes proveedores para poder seguir trabajando. Por eso, entre todos los sobaderos queremos hacer fuerza para intentar instalar aquí una fábrica de mantequilla comprometiéndonos todos a comprarles a ellos para que, de este modo, no jueguen con los precios y sean estables. Somos más de veinte sobaderos en Cantabria. Estamos en conversaciones para ver si conseguimos unirnos. En teoría, la cooperativa de ganaderos Agrocantabria ya montó una fábrica en Bárcena de Carriedo. El único inconveniente era que no tenía vendida la leche desnatada –para hacer mantequilla hay que desnatar la leche– y el proyecto se paró. Si tuviera una salida esa leche… Nosotros, por ejemplo, para fabricar quesadas necesitamos leche fresca recién ordeñada y tenemos nuestra propia ganadería.

Línea de producción de sobaos en la fábrica de El Macho, que produce en torno a 700.000 kilos de este producto cada año. Foto: Nacho Cubero.

P.– ¿Qué le debe el sobao y la quesada a la tecnología?

R.– Si no fuera por la automatización hoy no se podría alcanzar el volumen de producción que tenemos. Las máquinas han agilizado todos los procesos. Antiguamente todo era manual, pero ahora hay máquinas para amasar harina, para cascar huevos, robots empaquetadores, hornos… La elaboración del sobao está muy tecnificada. En el caso de las quesadas, en cambio, todo continúa siendo manual.

P.– ¿Y el comercio electrónico?

R.– A partir de la pandemia ha crecido muchísimo. Es una ventaja indudable. En menos de 24/48 horas el producto recién hecho está en cualquier punto de España. En la actualidad, en torno al 20% de nuestras ventas proceden del comercio online y hay épocas del año, como puede ser Navidad, en las que este porcentaje es incluso mayor. En cualquier caso, nuestro mes más fuerte siempre es agosto por el turismo. En el conjunto del año llegamos a producir alrededor de 700.000 kg de sobao.

P.– Ese volumen, traducido en unidades, supone entre seis y siete millones de sobaos al año. ¿El secreto está en la masa?

R.– El secreto está en utilizar ingredientes de primera calidad. Los cuatro ingredientes básicos del sobao son mantequilla, azúcar, harina y huevo. No hay más. Y fabricar un producto totalmente natural. Nosotros fabricamos dos tipos de sobaos: unos más pequeños, que llevan un mínimo de conservantes para poder estar en los lineales de los supermercados; y otros más grandes, completamente naturales, que se conservan ocho días a temperatura ambiente y tres semanas en frío. Para nosotros es muy importante mantener este sobao natural, sin conservantes, con todo lo que ello implica. El sobao también se puede congelar, que es una opción muy buena. Y preferimos eso antes que añadirles conservantes. Luchamos por eso, por conservar un sobao natural.

P.– La innovación al servicio de la tradición. ¿Por ahí pasa el futuro, también en los sobaos?

R.– Sí. Cada vez los consumidores reclaman cosas nuevas, aunque es cierto que la tradición del sobao clásico siempre se mantendrá. Hemos creado sobaos especiales que tienen mucha aceptación. En verano, por ejemplo, fabricamos sobaos con arándanos y los fines de semana de otoño, con nueces y pasas. Durante todo el año también hacemos uno con perlas de chocolate Valrhona y otro de perlas de chocolate y naranja confitada. Eventualmente, fabricamos otros con plátano y manzana que están muy ricos. Son productos que solo se venden aquí, en tienda y en ‘online’. Pero no los comercializamos.

P.– La RAE decidió incorporar el término sobao a su diccionario en 2010 definiéndolo como un “bizcocho hecho con una masa a la que se añade aceite o manteca de vaca, cocido al horno en un envase de papel”. ¿Acertaron?

R.– Sí. El sobao viene precisamente del acto de sobar, de amasar. De ahí su nombre. No lo tocaría.

P.– La quesada pasiega figura entre las siete maravillas gastronómicas de España. ¿Lo sabemos aprovechar?

R.– Lo que ocurre que la quesada es un producto que solo dura seis días. Ese es el límite que tenemos para comercializarlo y para llegar a los lugares. Hay una que se envasa al vacío, pero cambia completamente la textura. La quesada es completamente natural. Y tampoco queremos añadirle nada para que dure más tiempo. Es lo que es. Y no queremos perder esa esencia.

P.– Además de imagen de marca y de identidad del territorio, así como de ser una importante fuente de ingresos para Selaya, los sobaos y quesadas contribuyen a sensibilizar a los consumidores sobre la riqueza del ámbito rural y la oportunidad que representa para fijar población o recuperar costumbres y tradiciones. Tres valores –identitario, económico y sociocultural– en un mismo producto. ¿A cuál le da más importancia?

R.– Al de la identidad. Nos identificamos con una tradición de toda la vida que no queremos perder. Esa identidad nuestra de crear un producto que hoy en día es conocido en toda España.

Rosa Fernández, premiada como empresaria del año por ADMEC, junto a su hija Arancha en la tienda de venta al público de la fábrica de El Macho, en Selaya. Foto: Nacho Cubero.

P.– Su sector vive del turismo. ¿Verdad o mentira?

R.– Verdad. El mayor porcentaje de compradores es de turistas. Aunque hay clientes locales que lo consumen a diario, el turismo absorbe nuestro mayor volumen de ventas, especialmente en verano y Navidades. En agosto, por ejemplo, podemos llegar a fabricar hasta 50.000 sobaos diarios. Pero eso no quita para que sea un producto que consumimos muchos cántabros.

P.– Los sobaos y quesadas pasiegas son uno de los productos agroalimentarios más representativos de Cantabria. Pese a ello, ¿echa de menos un mayor apoyo institucional?

R.– No, creo que lo hemos tenido y que también lo tenemos ahora mismo. La verdad es que nos sentimos apoyados en nuestra lucha por conseguir estabilizar el precio de la mantequilla que, como apuntaba antes, es nuestro principal reto. Esa ayuda la recibimos todos los productores que fabricamos un sobao de Indicación Geográfica Protegida (IGP) solo de mantequilla 100%. Nosotros no hacemos otro tipo de sobao.

P.– Ya que lo menciona, el sobao cuenta con el sello IGP y tiene hasta cofradía propia. Lo próximo, ¿que será?

R.– Ya contamos también con el sello ‘Calidad Rural. Valles Pasiegos’. No podemos aspirar al de Denominación de Origen (DO) porque todos los ingredientes deberían ser de aquí. Nuestro principal objetivo es continuar defendiendo un producto de calidad, de sabor único y de gran jugosidad que se puede consumir a cualquier hora y en cualquier momento.

La empresa cántabra comercializa desde el pasado año equipos de posicionamiento electrónico de marca y desarrollo propios, en lo que ha supuesto el último y más significativo paso de una empresa en continua transformación. Nacida hace casi cuarenta años como videoclub y para vender emisoras, Electrónica Olaiz pasó posteriormente a centrar su negocio en la electrónica y los navegadores GPS. Con una actividad que hoy depende en un 80% de la caza, la empresa desarrolló en 2023 un collar de posicionamiento para perros dotado de doble tecnología, VHF y SYM, que ofrece una cobertura máxima y que distribuye con su propia marca: Iocus

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Febrero 2025

Ni toda la tecnología se mide en bytes, ni la innovación tiene necesariamente áreas de aplicación especialmente complejas. Con una historia que se acerca a los cuarenta años, Electrónica Olaiz ha completado una trayectoria caracterizada por la continua transformación que, en lo que por ahora es su último eslabón, ha llevado a la empresa a salir al mercado con producto y marca propia, desarrollados ambos para dar respuesta a lo que se demanda en una actividad tan tradicional cono la caza. En ese ámbito se concentra hoy la mayor parte de las ventas de la empresa, que a partir de una estrategia que combina innovación y servicio se ha labrado una sólida posición en un mercado que, sin dejar de ser de nicho, aporta volúmenes notables a partir de un no menor nivel de exigencia.

Los antecedentes de Electrónica Olaiz, que hoy vende a clientes de toda España desde sus instalaciones en el polígono de Polimbesa, en Requejada, hay que buscarlos en un videoclub que abrió sus puertas en diciembre de 1987, también en Polanco, cuando todavía el alquiler de películas en VHS era una actividad boyante, tanto como para dar pie a una segunda apertura en Bezana. Fueron, recuerda Eva Olaiz, actual gerente de la empresa, años de fuerte crecimiento, que terminaron de forma más o menos abrupta cuando la llegada de las televisiones privadas empezó a multiplicar la oferta audiovisual. Ahí tuvo Electrónica Olaiz la primera oportunidad de poner a prueba una capacidad para adaptarse a los cambios sobre la que ha asentado gran parte de su competitividad.

Eva Olaiz, gerente de la empresa, con el premio Futuro en Femenino Besaya, con el que fue galardonada este año, en la categoría Innovación. Foto: Nacho Cubero.

Electrónica Olaiz ya había compaginado su actividad como videoclub con la venta de emisoras, un producto que iría ganando protagonismo al tiempo que lo perdía el servicio de alquiler de películas. Como había sucedido con estas unos años antes, las emisoras se convirtieron en un producto de gran demanda en la década de los noventa que, a diferencia de lo que sucedió con el vídeo y pese a que posteriormente ese mercado también vivió cambios profundos, nunca ha dejado de tener presencia en el catálogo de la empresa de Requejada.

Amplio catálogo

La oferta de productos y servicios de Electrónica Olaiz está compuesta hoy, además de por las emisoras y walkies, por dispositivos GPS en un amplísimo abanico de aplicaciones, entre las que son mayoría las que tienen como destino la localización y adiestramiento de perros. La empresa vende además un extenso surtido de productos electrónicos, que van desde las sondas y plotters para uso en embarcaciones, hasta cámaras de trampeo o relojes deportivos, además de otros complementos y accesorios de uso habitual en las actividades relacionadas con el aire libre o la caza, como linternas, cargadores, antenas o correas y collares para perros.

Dos factores son claves para explicar la condición de referencia que la empresa cántabra tiene en los mercados en los que opera: su condición de distribuidor de la marca Garmin y su homologación como operador de telecomunicaciones. Ambas circunstancias, vinculadas entre sí, propiciaron a partir del año 2010 un enorme salto adelante para Electrónica Olaiz, cuya actividad creció un 75% casi de un año para otro. “Comenzamos a distribuir los localizadores para perros de Garmin en toda España, y fue un ‘boom’”, resume Eva Olaiz, que considera que ese paso de vender localmente a hacerlo en todo el país supuso un antes y un después para la empresa.

Aunque en los años ochenta y noventa las emisoras fueron de uso habitual en otros ámbitos –en automoción, por ejemplo– con este producto Olaiz ya tenía un mercado estable entre los cazadores, algo que se multiplicó a medida que se generalizaba entre estos el uso de localizadores caninos. Con estos dispositivos es posible conocer en todo momento dónde se encuentra el perro, además de poder utilizarse para su adiestramiento. Actualmente la empresa cántabra vende alrededor de 5.000 collares equipados con localizador, lo que unido a los accesorios y el resto de productos destinados a cazadores convierte a esta actividad en la principal destinataria de las ventas de Electrónica Olaiz, que tiene ahí en torno al 80% de su volumen de negocio.

Iocus, la marca propia

Además de su reflejo en los números, este mercado ha sido también clave en la transformación de la empresa, que de su mano ha pasado de ser un simple distribuidor de productos de terceros a convertirse en desarrolladora de sus propias soluciones. Electrónica Olaiz, que ya importaba directamente productos fabricados en China, vende desde finales de 2023 localizadores no solo identificados con su propia marca, Iocus, sino con prestaciones que responden a la intención de la empresa de dar respuesta a necesidades planteadas por sus clientes. La principal mejora que ha buscado con los localizadores Iocus es la mejora de la cobertura, mediante la incorporación de una doble tecnología: el VHS y la telefonía, a través de la incorporación de una tarjeta SYM.

En los dispositivos convencionales, como los que fabrica Garmin, la señal VHF que recibe el GPS garantiza la conexión incluso en áreas donde no existe cobertura telefónica, como puede suceder en las zonas donde se caza. Con esa tecnología, la localización de los perros se produce en un radio que depende de cada modelo, pero que se sitúa en el entorno de los 15 kilómetros. Con la incorporación de la tarjeta, y siempre que haya cobertura telefónica, el alcance es total, lo que permite al cazador saber la ubicación de sus perros desde cualquier lugar y por lejos que se encuentren.

“Por la relación que tenemos con nuestros clientes, sabemos lo que estos necesitan. Hasta ahora había dispositivos con tarjeta, y dispositivos GPS, pero ninguno que aunara las dos tecnologías”, explica la directora de Electrónica Olaiz. “Nosotros trabajamos con China desde hace muchos años. Allí explicamos los requerimientos que buscábamos y a partir de ahí un fabricante nos hizo el producto que queríamos”. La empresa cántabra, que inició la comercialización de los localizadores Iocus en septiembre de 2023, hace un balance positivo del camino recorrido desde entonces, tanto por la valoración que los clientes hacen del producto como por lo que este ha aportado en términos estratégicos. Hasta su salida al mercado, recuerda Eva Olaiz, el 100% de los localizadores que vendían eran de Garmin, y ahora la proporción puede ser de un 80-20. “El objetivo es ir acercándonos al equilibrio, mitad y mitad entre nuestro producto y el de ellos”, señala.

Un cazador coloca un collar con el localizador Iocus, la marca con la que Electrónica Olaiz identifica su producto. Foto: Nacho Cubero.

La incorporación del producto propio a la gama de Electrónica Olaiz ha reforzado la posición de la empresa en el sector cinegético, destinatario prácticamente único de los localizadores caninos, cuyo coste –en torno a 600 euros, como media– los hace poco interesantes para otros usos. El resto de productos de la gama de la empresa sí tienen aplicaciones en otros ámbitos, básicamente el náutico, que aportaría en torno al 10% de la facturación, con productos de electrónica marina como sondas, GPS-Plotter y además de las emisoras. La náutica de recreo aporta el mayor número de clientes, aunque Electrónica Olaiz también vende e instala estos componentes en barcos de la flota pesquera.

Electrónica Olaiz vende sus productos por una triple vía: directamente en su tienda del polígono de Requejada, por Internet a través de su web y en toda España por medio de distribuidores. Con independencia del canal, y de si se trata de producto propio o de terceros, la empresa cántabra ofrece todo el soporte técnico, en lo que Eva Olaiz considera que es una de sus principales claves competitivas: “Las tiendas nos envían el producto hoy, y en 24 horas lo tienen reparado. Tener un servicio técnico propio es fundamental”, concluye.

La media década transcurrida desde la creación del Clúster de la Industria de Defensa (CID) ha coincidido con una de las etapas más conflictivas vividas por Europa desde la segunda guerra mundial. La entidad, que conmemoró su aniversario en un evento celebrado el pasado 27 de noviembre en Comillas, agrupa hoy a más de 70 socios entre los que hay una presencia significativa de empresas que tienen su sede fuera de la región, lo que convierte a esta agrupación empresarial en la más singular entre las que operan desde Cantabria.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2025

Ya sea por el sector en el que opera, por la heterogeneidad de actividades que realizan sus socios, o por el número, condición y naturaleza de estos, el Clúster de la Industria de Defensa cuenta con sobrados argumentos para ser considerado como una excepcionalidad dentro de las entidades de este tipo que tienen su sede en Cantabria. Incluso esta última apreciación, su condición de clúster cántabro, merece algún matiz, por cuanto desde su propio origen los fundadores quisieron darle una vocación transregional, llevando tanto su actividad como su afiliación más allá de los límites que marcan las fronteras regionales. Por más que la práctica totalidad de las empresas que lo formaron en 2019 fueran cántabras, y constituyan todavía hoy la mayor parte de las que lo integran, el clúster nunca quiso serlo solo de la industria de defensa de Cantabria, algo que ha puesto de manifiesto en la media década de actividad transcurrida desde entonces, y también en el evento organizado con motivo del aniversario el pasado 22 de noviembre en el antiguo Seminario Mayor de Comillas.

Además de para conmemorar la efeméride, el acto sirvió como marco para la entrega de los diplomas de honor que la entidad concede con carácter anual en reconocimiento a aquellas personas, empresas, instituciones, organismos o entidades en general que se hayan distinguido por su especial colaboración o apoyo a las iniciativas del CID o a la causa de la Defensa de España, en su sentido más amplio y en cualquiera de sus aspectos. En esta ocasión los diplomas fueron para el vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell; el expresidente de Airbus, Carlos Suárez; el general Rubén García Servert; la empresa Sistemas de Misiles de España (SMS) y su exdirector general, Fernando Mato. Tanto Carlos Suárez como el general García Servent son miembros del consejo asesor del CID, en tanto que SMS –una empresa que asume el objetivo de dotar a España por vez primera de soberanía estratégica en la tecnología de misiles– es uno de los socios del clúster.

La agrupación constituida en julio de 2019 nació con una veintena de socios entre los que era significativa la presencia de empresas cántabras de sistemas de telecomunicaciones –Luis García, CEO de Erzia Technologies, fue su primer presidente–pero en una relación de integrantes en la que ya era patente la enorme diversidad sectorial y geográfica que desde sus primeros pasos iba a caracterizar al clúster. La media década pasada desde entonces ha estado marcada por el continuo crecimiento en el número de miembros y la confirmación de la heterogeneidad sectorial y de procedencia de los mismos, algo que de alguna manera ya se adelantaba en los propios objetivos fundacionales. También por una evolución de las circunstancias internacionales que era mucho menos previsible, y que ha dotado al sector de la defensa de un protagonismo que, sobre todo en lo tocante a su relevancia pública, no tenía en el momento en que el CID daba sus primeros pasos. Primero la crisis sanitaria, que puso el foco en la necesidad de dotarse preventivamente de medios para afrontar lo inesperado, y después la invasión de Ucrania, que volvió a convertir Europa en escenario bélico, situaron a las empresas que operan en el ámbito de la defensa ante una coyuntura con pocos precedentes.

Cultura de defensa

Con una actividad articulada en torno a 16 grupos de trabajo, el CID ha sido particularmente activo en los objetivos que persigue uno de ellos: la generación de una cultura de defensa. La realización de conferencias divulgativas, visitas, jornadas y homenajes, o la entrega anual de sus diplomas de honor, se enmarcan en este área, que tuvo su evento de mayor alcance popular en la organización de Santander 4 Days (S4D). Al estilo de las que tienen lugar en otros países, en junio de 2022 esta se convirtió en la primera marcha internacional cívico-militar que tuvo lugar en España, en un formato que combinando lo social, lo lúdico y lo deportivo reunió en Santander a participantes de todo el mundo.

Ya con propósitos más homologables con los de otros clústeres, el de defensa articula el resto de grupos de trabajo en torno a materias con las que busca generar oportunidades y sinergias para sus socios, articulándolas en torno a las áreas en los que se enmarca la actividad de estos. Ahí entrarían por ejemplo el grupo aeroespacial y de telecomunicaciones, el de construcción naval, automatización y robótica marítimas, equipamiento militar, inteligencia económica, logística e infraestructuras de defensa o ciberseguridad. En todos esos conceptos hay una referencia a la gran diversidad de campos en los que operan los miembros del clúster y lo limitado que sería identificar defensa con armamento.

Autoridades, miembros del clúster y los premiados con los diplomas de honor del CID, en la foto de familia tomada al finalizar el acto que tuvo lugar en Comillas el pasado 22 de noviembre.

El CID, presidido hoy por Manuel Vila, CEO a su vez de la cántabra Newtesol, cuenta hoy con algo más de setenta socios, entre los que siguen teniendo una presencia significativa los dedicados de una u otra forma a los sistemas de comunicaciones, pero en los que hay también industrias metalúrgicas, empresas informáticas, laboratorios o centros de investigación, todos ellos con una producción muy diversificada y con mercado tanto en el ámbito militar como el civil. También empresas que operan exclusivamente en el ámbito de la defensa, o que lo hacen de forma casi exclusiva, como la ya citada SMS o Sener.

La integración en el clúster con sede en Cantabria de empresas en principio ajenas a la región, en un proceso que en algunos casos ha sido el paso previo a establecer aquí un centro de trabajo, ha sido uno de los logros de la entidad, por más que le haya supuesto enfrentarse a las limitaciones que la normativa ponía a la presencia de socios foráneos en los clústeres cántabros.

Con todo, los vínculos con su región de origen van más allá de esa circunstancia, haciéndose patentes no solo en la reiterada presencia en Cantabria de algunos de los más significados mandos de las Fuerzas Armadas, en jornadas organizadas para acercarlas a sus proveedores, sino en iniciativas como la puesta en marcha del titulo de experto en guerra electrónica. Con este posgrado, incorporado a la oferta de la Universidad de Cantabria, se busca no solo atender las necesidades de personal cualificado por parte del sector agrupado en torno al CID, sino cubrir la demanda de profesionales en un ámbito que tiene una altísima empleabilidad. El programa formativo, puesto en marcha en 2022, desarrolla actualmente su tercer año académico.

La empresa cántabra, fundada en 1993 en Torrelavega, opera desde el año 2023 dentro del mayor grupo funerario de España, tras ser adquirida por Catalana Occidente después de una década de fuerte crecimiento. Con oficinas en Santander, Los Corrales de Buelna y la capital del Besaya, Funcantabria mantiene el nombre, el equipo directivo y la implantación local dentro de un sector en pleno proceso de transformación, en el que las sinergias con las aseguradoras y la solidez financiera que aporta la pertenencia a un gran grupo son factores claves para competir.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2025

Es una actividad en la que la cercanía al cliente es condición obligada, pero sujeta también a las exigencias de un mercado con singulares claves competitivas a las que, en buena medida, es más fácil dar respuesta con el apoyo de un gran grupo. Ese compromiso entre lo local y lo global que caracterizan al sector funerario está dando lugar a un proceso de concentración que, en Cantabria, vivió su episodio más notable hace dos años, cuando el grupo Catalana Occidente adquirió Funcantabria, una empresa familiar fundada en 1993 en Torrelavega que había experimentado un fuerte crecimiento en la década inmediatamente anterior a esa compra. Desde entonces, Funcantabria opera con el reto de mantener la vinculación con el entorno sobre la que había venido asentando su fortaleza, aprovechando a la vez las ventajas financieras y operativas que aportan sus vínculos con el nuevo propietario.

La compra de Funcantabria se produjo coincidiendo casi en el tiempo con la adquisición de Mémora –el mayor grupo funerario en España– por parte de la aseguradora, en una operación muy indicativa del proceso de concentración que vive este sector. Antes de esta compra, Catalana Occidente ya era propietaria del Grupo Asistea, que tenía presencia en Vizcaya con Funeuskadi, en Madrid con la Funeraria Nuestra Señora de los Remedios, y en Cantabria con la Funeraria Merino, localizada en Castro Urdiales y Laredo, a la que sumó Funcantabria. Incorporar a esta red la proveniente de Mémora, ha supuesto que el grupo resultante tenga presencia en todas las provincias españolas, y también en Portugal a través de una filial.

Rápida integración

“En pocos meses pasamos de ser una empresa familiar a formar parte del mayor grupo de la península ibérica, con todo lo que ello supone a efectos organizativos y de proyección”, resume Gonzalo Trugeda, gerente de Funcantabria-Mémora, que ya tenía esa condición antes de la compra, en lo que considera una de las claves de la nueva etapa: “Mantenemos los equipos y marcas locales, porque tienen un alto valor y un importante arraigo social. Para nosotros es fundamental el valor de lo local”.

Gonzalo Trugeda, director general de Funcantabria, en la oficina que la empresa tiene en la calle Marqués de la Hermida, en Santander. Foto: Nacho Cubero.

Funcantabria, que cuenta con oficinas en Torrelavega, Santander y San Felices de Buelna, gestiona además los tanatorios de Carrejo, Comillas y Polanco y el velatorio de Ibio. En el caso de Comillas y Polanco, la empresa asume también la gestión de los respectivos cementerios municipales. Esa sería la base local sobre la que la empresa asienta buena parte de su competitividad, a partir de factores en los que la proximidad, el conocimiento de la marca o el aval que aporta la propia trayectoria tienen la máxima importancia. A estos vienen a sumarse los que aportan la relación corporativa con un grupo funerario y la pertenencia a una red con presencia nacional, algo igualmente de gran relevancia dadas las características del mercado funerario en España.

El Grupo Mémora, que tiene una veintena de trabajadores en la región, ha atendido a algo más de 700 familias en Cantabria en lo que va de 2024 (hasta noviembre), sumando los servicios realizados por Funeraria Merino y Funcantabria. Gonzalo Trugeda, que además de dirigir esta última es el gerente del Grupo Mémora en Cantabria, calcula que en torno al 60% de esta actividad está vinculada con las aseguradoras, esto es, con la prestación del servicio funerario a clientes que cuentan con una póliza de decesos. De ahí, apunta, la relevancia que adquiere la relación con estas empresas: “Nosotros prestamos servicio a cualquier compañía aseguradora. Nuestros clientes pueden elegir cualquier tanatorio, no solo los que gestionamos nosotros. Es la propia familia la que tiene la libertad de elegir, y nosotros prestamos el servicio en función de lo que nos solicite”.

Cuestiones como esa adquieren la máxima importancia en la relación con el cliente particular, del que depende la facturación ajena a las aseguradoras. En ese segmento del mercado, explica Gonzalo Trugeda, se elige la funeraria en función del conocimiento previo, la relevancia social de las empresas y los profesionales que prestan el servicio y el aval que aporta una trayectoria en el tiempo, cuestiones todas ellas que de alguna manera pueden englobarse en lo que se conoce como imagen de marca.

Servicio de acompañamiento

La labor de la funeraria, que por definición se acomete siempre en circunstancias emocionalmente delicadas para quien contrata sus servicios, obliga a dar respuesta rápida a cuestiones que, por muy previsibles que puedan ser en buena parte de los casos, rara vez son objeto de planificación previa por parte de las familias. Por ley es obligatorio inhumar o incinerar en las 48 horas posteriores al deceso, a no ser que se realice alguna práctica de conservación si es necesario alargar el proceso, lo que implica que en un periodo muy corto de tiempo hay que decidir no solo la funeraria a la que contratar el servicio, sino dónde hacer el velatorio, dónde enterrar o incinerar o las características de la ceremonia con la que quiere despedirse a la persona fallecida.

Habitación del Tanatorio de Polanco, que está gestionado por Funcantabria. Foto: Nacho Cubero.

“Son muchas decisiones a tomar, en un momento especialmente difícil, y nuestra labor es acompañar en todo ese proceso”, recalca el gerente de Mémora en Cantabria, que admite que hoy por hoy sigue dándose a todo ello una respuesta no demasiado diferente a la que daban generaciones anteriores, aunque ya hay indicios de cambios que, está convencido, van a transformar notablemente las características del servicio: “Va a ser cada vez más habitual que, una vez transcurrido un tiempo, cuando ya haya pasado una parte del duelo, las familias quieran organizar algo diferente para despedir a quienes nos han dejado. Hoy por hoy eso no es lo habitual, pero las funerarias tenemos que estar preparadas para dar ese servicio, y en esa idea estamos en Funcantabria, porque cada persona es única y creemos que cada despedida debe serlo también”.

La capacidad de Funcantabria para dar respuesta a esos y otros requerimientos que puedan darse en el futuro es uno de los aspectos que pueden verse favorecidos por su integración en Mémora, que a través de su amplia red facilita que las funerarias del grupo compartan experiencias, conocimiento e innovación, además de prestarse servicios unas a otras. “Pertenecer a un grupo es relevante por las sinergias que se generan, y porque nos dota de mayor capacidad y solidez financiera para invertir, por ejemplo, en la renovación de la flota, en mejorar instalaciones o en construir otras nuevas”, relata Trugeda, que considera esas ventajas, en combinación con la vinculación local de las funerarias que componen la cadena, básicas para generar la confianza sobre la que se asienta su actividad: “Somos personas cuidando de personas, no somos meras empresas de servicios”.