Con los mismos humos (o casi)

El tabaco aguanta en pie. Pese a la ley antitabaco, de la que ahora se celebra su décimo  aniversario, y las múltiples advertencias de las autoridades sanitarias sobre sus inequívocos riesgos para la salud, los cántabros se resisten a abandonar este hábito que hoy practican a diario una de cada cuatro personas mayores de 15 años. En Cantabria, que mantiene abiertos 261 estancos, los mismos que hace años, las ventas se mantienen estables por encima de los 165 millones de euros y apenas han caído un 1,4% durante 2016. El sector reconoce que se trata de un mercado tremendamente complicado y regulado, pero que podrá resistir si sabe adaptarse a los cambios. El reto pasa por la especialización y diversificación.

Texto de Manuel Casino @mcasino8

El tabaco resiste los golpes. Ni la crisis, ni las campañas que abogan por hábitos más saludables, ni la nueva normativa europea que obliga a duras advertencias sanitarias han logrado minar la voluntad de los fumadores. De hecho, los cántabros fuman más o menos lo mismo que hace un año. Según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos (CMT), organismo autónomo adscrito al Ministerio de Hacienda, las ventas de labores de tabaco en Cantabria superaron el pasado año los 165 millones de euros, apenas un 1,4% menos que en 2015. La mayor parte de este humeante negocio que reporta pingües beneficios al fisco –los impuestos se fuman cerca del 80% del precio de una cajetilla– correspondió a los cigarrillos, que supusieron casi nueve de cada diez euros de las ventas totales, con 143,36 millones de euros, seguidos de la picadura de liar, con algo más de 11,4 millones. Los cigarros puros, por su parte, alcanzaron unas ventas ligeramente por encima de 10 millones de euros, mientras  que la picadura para pipa mantuvo un negocio estable cifrado en torno a los 340.000 euros.

Estas cifras disipan la fuerte tendencia a la baja que experimentó el sector en los últimos años de la primera década de este siglo, coincidiendo con la entrada en vigor de la ley antitabaco que prohibió fumar en todos los lugares de trabajo, y vienen a confirmar que el consumo de tabaco se ha estabilizado en la región. Así lo entiende también la presidenta de la Asociación de Expendedores de Tabaco y Timbre de Cantabria, Esperanza García de los Salmones, que no espera grandes cambios, al menos a corto plazo, y que apuesta por un futuro más rubio que negro. “No podemos ser pesimistas, porque no estamos peor que otros. Además, ¿qué negocio va mejor desde 2008?”, se cuestiona esta mujer que regenta uno de los 261 estancos que existen en Cantabria.

Una opinión, explica, que se ve respaldada por el hecho de que ninguna expendeduría se haya visto obligada a cerrar en estos años. “Es cierto que las ventas han bajado algo y que para algunos estanqueros que pagan elevados alquileres resulta ahora más difícil mantenerse que antes, más aún si tenemos en cuenta que el margen bruto de los cigarrillos es del 8,5%, pero creo que si sabemos adaptarnos a los cambios podremos seguir así”, enfatiza.

Con todo, García de los Salmones reconoce que en estos últimos años muchas expendedurías han cambiado su emplazamiento en busca de zonas más céntricas y pobladas, especialmente en Santander, donde funcionan 67 estancos, la mayoría en torno al eje principal de la ciudad. “Somos demasiados”, concede la presidenta de esta asociación que ha pedido al Comisionado la “revisión” de la concesión de nuevos negocios en la capital. “Santander tiene prácticamente el doble de estancos que otras ciudades con poblaciones similares, como Castellón, Burgos, Albacete o Logroño, y el mismo número que Alicante o Valladolid, que casi nos doblan en habitantes”, afirma.

Esperanza García de los Salmones, presidenta de la Asociación de Expendedores de Tabaco y Timbre de Cantabria, e Higinio Abariturioz, secretario de esta misma asociación.

Así las cosas, sostiene que la especialización y diversificación son los principales retos a los que se enfrenta el sector, sometido como pocos a un estricto marco normativo inspirado en los principios de neutralidad –los fabricantes y expendedores deben ofrecer al cliente las labores de tabaco sin influir en su demanda real– y de territorialidad –los estanqueros están obligados a vender el tabaco, directamente o a través de máquinas expendedoras, dentro del término geográfico de su concesión–, tal y como recuerda la CMT. “No es un negocio al uso”, corrobora García de los Salmones, que resalta la prohibición de incentivar la venta con nada, “ni con un mechero o un bolígrafo”.

La presidenta de esta asociación, a la que pertenecen 106 estancos cántabros y que está integrada en la Unión de Estanqueros de España, considerada la mayor patronal del sector, espera que la decisión del Comisionado de “abrir la mano” para que los estancos puedan vender otros productos contribuya a alcanzar este propósito. “Desde hace unos tres años podemos complementar nuestro negocio tradicional, que es y será el tabaco, con la venta de alcohol, de productos de delicatessen y de golosinas, siempre que estén envasados; la venta de prensa, de entradas y de cupones de la ONCE, o como punto de entrega y recogida de paquetería en mostrador”, aclara antes de puntualizar que, pese a ello, las labores de tabaco siguen aglutinando alrededor del 80% de la facturación.

Sin apartarse del discurso de su presidenta, el secretario de la asociación, Higinio Abariturioz, apunta por su parte a la necesidad de afrontar la modernización de los locales –“es un paso que aún no hemos dado”, subraya– y combatir el contrabando y las ventas ilegales por internet. “Aunque no tenemos datos, creo que Cantabria no es una comunidad especialmente afectada por el tabaco de contrabando, pero sí en cambio por las ventas ilegales de picadura de liar”, dice Abariturioz, quien lamenta que muchos fumadores compren en la red este tabaco “ilegal” que en realidad se utiliza “para fertilizantes y abono”.

“Aunque se están cerrando muchas webs”, recalca García de los Salmones, “sabemos que esta práctica ocurre porque no vendemos picadura pero sí los otros productos asociados a su consumo, como son el papel de fumar y los filtros”.

Menos inspecciones y sanciones

Tras defender que haya una “trazabilidad” del tabaco que permita identificar el recorrido que sigue desde su fabricación hasta su venta, ambos estanqueros aseguran no compartir las críticas vertidas hace algunos meses por algunas firmas de servicios jurídicos y otras asociaciones del sector en las que alertaban del inicio por parte de Hacienda de una campaña sancionadora contra los más de 13.500 estancos y los 160.000 puntos de venta con recargo (PVR) –15 céntimos por cajetilla– que existen en España. “Nosotros no tenemos constancia de que hayan aumentado las sanciones entre nuestros asociados en 2016”, resuelve García de los Salmones, aunque admite “mayor firmeza por parte de las autoridades a la hora de hacer cumplir la ley”.

Una opinión que, en cambio, no es compartida del todo por la asociación de Empresarios y Comerciantes de Tabaco (ECOT), que censura el elevado importe de las multas impuestas a algunos estanqueros por supuestamente haber quebrado el principio de neutralidad y favorecer a determinadas marcas de tabaco. “El número de expedientes abiertos con propuestas de sanciones de hasta 120.000 euros ha sido exagerado”, asegura por teléfono la presidenta de ECOT, Maribel González. “Es verdad que muchos de ellos finalmente han quedado en nada, pero después de pelear mucho”, subraya.

González sostiene que se trata de un mercado “muy complicado y regulado en el que en muchas ocasiones nos vemos atados de pies y manos para sacar adelante nuestros negocios”. Por eso, reclama una actualización de la normativa y una más estrecha y fluida relación con el Comisionado para el Mercado de Tabacos. “Es un órgano demasiado alejado de los expendedores y de sus problemas”, insiste la presidenta de ECOT, que pide “más flexibilidad a la hora de aplicar las normas”.

“Muchas veces la realidad supera a la ficción y comprobamos cómo en muchos municipios en los que únicamente hay un estanco –en Cantabria esta situación se da en al menos 25 casos– el hostelero está obligado por ley a comprar el tabaco en esa expendeduría, aunque mantenga una mala relación con su propietario. Cuando esto ocurre, y lo hace con demasiada frecuencia, el Comisionado debería ser más flexible y autorizar la compra en otro estanco”, reflexiona González.

De la misma opinión es el presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC), Ángel Cuevas, que ve un “poco exagerada” esta normativa “tan estricta” y solicita que se modifique la ley para que los dueños de bares y restaurantes con máquinas expendedoras puedan adquirir el tabaco en el estanco que quieran, y no solo en uno de los tres más próximo a su establecimiento, tal y como exige actualmente la CMT. Sin entrar en esta cuestión, fuentes de este organismo defienden que desde 2012 viene apostando por sumar la función formativa a su tradicional actividad inspectora y sancionadora, de modo que todos los operadores del mercado de tabaco conozcan mejor cuáles son sus derechos y obligaciones.

De resultas de este trabajo conjunto, el Comisionado asegura que el número de sanciones impuestas en España en estos cinco último años ha disminuido un 33%, desde las 5.271 que impusieron en 2012 hasta las 3.525 con que se cerró el pasado año. Asimismo, resalta que la introducción vía normativa de la posibilidad de que el expendedor pueda gestionar las máquinas expendedoras autorizadas a las que suministra tabaco, la denominada modalidad de gestión delegada, ha supuesto un descenso de más de la mitad  de las sanciones asociadas a la gestión de las máquinas en solo tres años: de 2.937 en 2014 a 1.360 en 2016.

Según el CMT, Cantabria ha seguido la tónica nacional y los 55 expedientes sancionadores iniciados el pasado año a puntos de venta con recargo representan una caída de casi el 30% con relación a los abiertos en 2015 (78). Además, el Comisionado tan solo expedientó a dos expendedurías en 2016, cuando un año antes lo hizo a un total de once.

“No nos queda otra que adaptarnos”, resume la presidenta de la Asociación de Expendedores de Tabaco y Timbre de Cantabria, consciente de que este camino pasa también por ampliar horarios y abrir incluso domingos y festivos. Todo sea para que los cántabros sigan exhalando (o casi) los mismos humos.