En dos décadas en funcionamiento, Laboreso ha facilitado un primer acercamiento al mundo laboral a más de 10.000 estudiantes de entre 15 y 16 años. En Cantabria Negocios hemos contado con cuatro estudiantes (el más reciente, en abril de este año), a quienes hemos vuelto a contactar para preguntarles por sus impresiones de esta experiencia.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2024

En Cantabria Negocios atendimos en 2012 la primera llamada de Laboreso para solicitar nuestra participación en el programa. Pedro Rodríguez, el encargado de coordinar el programa desde la Cámara de Comercio de Cantabria, nos pidió acoger durante dos semanas a una alumna de 4º de ESO que había solicitado hacer sus prácticas de Laboreso –un nombre que hasta entonces no habíamos oído nunca– en una empresa periodística. Entonces conocimos a Sara Sánchez Portilla, con quien compartiríamos redacción durante 15 días. Su llegada nos planteó varias preguntas. La principal, desde luego, era qué trabajos encomendar a una estudiante que todavía no había completado la educación secundaria y que –a diferencia de lo que puede esperarse de alguien que hace sus prácticas durante la carrera, o una vez completada esta– entendíamos que no estaba preparada para asumir demasiados cometidos en una revista de información económica.

Sara acompañó a los periodistas de Cantabria Negocios a entrevistas y ruedas de prensa, realizó algunas labores de documentación y conoció de primera mano alguna de las claves del proceso de elaboración de la revista. Echando la vista atrás, y teniendo en cuenta las experiencias que siguieron a esa, no es difícil pensar que caímos en uno de los errores que Marino Pérez, artífice de Laboreso, considera más habituales entre quienes acogen a uno de estos alumnos: tratarlo como a un visitante, y no como a un trabajador más, en la medida que esto sea posible en cada caso.

Daniel Berbil de Juana, alumno de 4º de ESO en el IES La Marina, de Santa Cruz de Bezana, ha sido durante dos semanas del pasado mes de abril el último, por ahora, de los estudiantes de Laboreso que ha pasado por la redacción de esta revista. Suya ha sido la idea de hacer este reportaje (dividido en dos partes; la primera, aquí), y también su enfoque, buscando recoger no solo la información sobre el programa sino también la valoración de algunos de quienes habían participado antes que él en la iniciativa. Buscó su rastro en Internet, preparó las preguntas y realizó después las entrevistas a las fuentes. Con todo eso, y con la información recabada en Internet y en la propia hemeroteca de la revista, dio forma a un dosier que ha servido de base para redactar este reportaje. Todas ellas son tareas bastante más complejas que las que encargamos hace doce años a Sara, algo que tiene mucho más que ver con el error de planteamiento que sin duda tuvimos nosotros entonces que a las capacidades de la estudiante, que pasados los años terminó la carrera de periodismo y fue después colaboradora habitual de esta revista.

Sara Sánchez Portilla, estudiante de Laboreso en el curso 2011-2012

Sara Sánchez Portilla en la redacción de ‘Cantabria Negocios’ en 2012, cuando era alumna de Laboreso, y en su actual puesto de trabajo en la academia 3catorce. Fotos: Cea Benito y Nacho Cubero.

Sara Sánchez Portilla fue, en 2012, la primera alumna de Laboreso que realizó sus prácticas en Cantabria Negocios. Procedente del IES Astillero, participó en el programa cuando este solo estaba abierto a alumnos de diversificación –“los que habíamos repetido dos veces y no teníamos remedio”, dice– y eligió el periodismo para su primera experiencia laboral porque siempre quiso contar historias. “Quería ver cómo era, vivirlo desde dentro y, si me decepcionaba, pues que me decepcionase. No fue así, me encantó la experiencia, dos años después empecé la carrera y ahora soy periodista”.

Sara, que fue colaboradora habitual de esta revista entre los años 2019 y 2021, trabaja actualmente en la academia de oposiciones 3Catorce, donde lleva la comunicación, la web y las redes sociales. “Todo muy relacionado con el marketing, con preocuparse de que lo que quieres comunicar llegue al púbico adecuado. He ido experimentando trabajos y hoy estoy en este, siempre aprendiendo. Como cuando llegue a ‘Cantabria Negocios’ y la economía me asustaba muchísimo, pero lo conoces y te va gustando”, recuerda.

A Sara, que hace una valoración muy positiva de Laboreso, le alegra especialmente que el programa no se limite ahora a los alumnos de diversificación: “Es necesario para todos, porque es una experiencia brutal, tanto si sirve para confirmar que lo que quieres estudiar es eso, como si es para cambiar de idea, como sucedió con algunos compañeros. Al fin y al cabo las decisiones las vas tomando a partir de la experiencia que vives, y poder vivir un trabajo desde dentro cuando tienes 16 años es una oportunidad única”, asegura.

Laura Sanz San Emeterio, estudiante de Laboreso en el curso 2012-2013

Laura Sanz San Emeterio tomando notas en una rueda de prensa en el Ayuntamiento de Santander, en 2013. Abajo, en su trabajo como psicóloga en el centro de rehabilitación Cinesis, de Torrelavega. Fotos: Nacho Cubero.

Laura Sanz San Emeterio es psicóloga, neuropsicóloga para ser más exactos, en Cinesis, un centro de rehabilitación de Torrelavega en el que trabaja con adultos que han sufrido daños cerebrales y con niños con trastornos de desarrollo o con otros problemas que hayan podido desarrollar durante su infancia. Cuando realizó su estancia de dos semanas en Cantabria Negocios, en mayo de 2013, estudiaba 4º de ESO en el instituto de Las Llamas, de Santander, y quería conocer de primera mano el periodismo: “Es que en esa época quería ser periodista, o actriz, pero después tuve una asignatura de psicología, me enamoró y decidí que ese era mi camino”.

Aunque ni sus estudios ni su ocupación actual tienen que ver con el periodismo, Laura no vincula esas decisiones con su experiencia en Laboreso, cuyo valor cree que va más allá de esa labor de orientación: “Es una experiencia muy positiva, que es verdad que permite desde muy pequeña darte cuenta de si te quieres dedicar a algo o no. Pero no es solo eso, en Cantabria Negocios conocí la labor de un periodista, pero trabajar en una empresa también te permite conocerte a ti mismo”.

En su profesión, Laura trabaja la parte cognitiva de los pacientes, la atención, la memoria y todo aquello que puede ayudarles en la vida diaria. Pero no ha olvidado del todo el periodismo: “A veces publicamos algo en redes sociales sobre salud mental y demás, y me acuerdo de la etapa en ‘Cantabria Negocios’. Así que sí, también me ha servido para lo que hago ahora”.

Gabriel Iturregui, estudiante de Laboreso en el curso 2017-2018

Gabriel Iturregui durante su estancia en Cantabria Negocios como alumno de Laboreso, arriba, y en la actualidad, cuando cursa el cuarto año de la carrera de periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Foto: Nacho Cubero y Gabriel Iturregui.

Gabriel Iturregui llegó en 2018 a la redacción de Cantabria Negocios convencido ya de que iba a estudiar periodismo, tanto que está seguro de que no hubiera cambiado de opinión incluso si la experiencia no le hubiera gustado. Hoy está cursando el cuarto año de la carrera en la Universidad Carlos III de Madrid, al tiempo que realiza un periodo de prácticas en RTVE. Gabriel, que cree que los contenidos de la carrera son demasiado teóricos, considera que la experiencia directa en las empresas es fundamental, tanto para completar los estudios universitarios –“he aprendido más en un mes en RTVE que en casi cuatro años de carrera”– como en la educación secundaria.

“Laboreso me ayudó a saber cómo funciona una redacción y cómo funciona el mundo laboral. Creo que soy un caso excepcional por haber podido vivir esa experiencia, porque mis amigos son gente que a esa edad no sabía qué estudiar y no tuvieron la oportunidad de que este programa les ayudara a ver si les gusta algo o a descartarlo. Me parece necesario y muy útil”. Gabriel Iturregui, que también ha compaginado sus estudios con colaboraciones en el programa ‘Pick&Roll’, de ArcoFM, quiere orientar su carrera hacia el periodismo deportivo, probablemente a través de un master, pero con toda seguridad mediante las prácticas: “Porque donde realmente se aprende esta profesión es trabajando”.

Una experiencia que repetiría

Gabriel Berbil de Juana, en la redacción de Cantabria Negocios. Foto: Nacho Cubero.

Por Daniel Berbil de Juana

Sinceramente, al principio tenía un poco de miedo. Era mi primera vez en el mundo laboral y aunque esto es lo que yo quería hacer, estaba solo ante cualquier cosa. Pero con el pasar de los días, he ido perdiendo ese miedo, y me he sentido muy a gusto con la empresa. He aprendido lo que se vive dentro de una redacción, todo lo que hay detrás de una revista, y de una web, y cómo hacer una entrevista formal. Me llevo un buen recuerdo de ‘Cantabria Negocios’, y espero en un futuro seguir con esta gran profesión que tanto me gusta.

El trato ha sido excepcional, y la atención perfecta, y volvería a repetir la experiencia. Me he sentido muy a gusto con mis compañeros, y se me ha dado total libertad para dar forma a mis ideas y a lo que se me ha ido ocurriendo. Muchas gracias a ‘Cantabria Negocios’, y ojalá seguir manteniendo el contacto en un futuro.

Los titulares de tres asesorías cántabras reflexionan sobre el presente y el futuro de una actividad en la que siguen echando de menos una interlocución directa con la Administración que les permita agilizar trámites, aclarar dudas y aumentar la productividad. Reconocen que la competencia ha aumentado de forma exponencial, censuran que cada vez asumen más carga de trabajo y reclaman por encima de todo la importancia del asesoramiento.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Julio 2024

Las asesorías y consultoras cántabras dan la batalla por perdida y asumen que su petición de crear un canal de comunicación directo con las administraciones y organismos públicos para agilizar trámites y aclarar o resolver dudas ha caído en saco roto. Así lo advierten los responsables de tres de estos despachos profesionales, que critican la pérdida de tiempo y de productividad que conlleva no atender esta solicitud propuesta hace ya algún tiempo. “La Administración continúa instalada en la cita previa, lo que ralentiza mucho las gestiones y hace que todo resulte más fatigoso”, coinciden en señalar los socios consultores y asesores de empresas de Cedenor, Alfonso Pariza y Pablo Girón, quienes también lamentan que el teletrabajo que impera en el sector público al menos dos días a la semana hace aún más complicado el contacto directo con el contribuyente.

“Todo sigue igual. Se imponen las nuevas tecnologías y la relación telemática por encima de la personal, lo que evidentemente tiene sus ventajas e inconvenientes”, conviene por su parte el socio y asesor fiscal de Gestisa, José Miguel Madrid, y corrobora su compañero y socio responsable del departamento jurídico de esta empresa, Javier Gurruchaga, para quien la cita previa no ha hecho más que dificultar la vida de los ciudadanos. “Debería existir una vía de acceso preferente para los profesionales que en el día a día estamos haciendo prácticamente la labor administrativa de los funcionarios. Sin embargo, lejos de contar con esto, creo que, en general, los servicios públicos se han deteriorado después de la pandemia”, subraya.

“No tener un interlocución directa con la Administración como la que teníamos antes supone una clara pérdida de tiempo”, ahonda D´Hers, antes de expresar su sensación de estar «acorralados”. “Aunque viajamos en el mismo barco, nos ven como el enemigo”, relata este profesor mercantil y auditor censor jurado de cuentas que se queja de que muchos funcionarios “piensen que somos unos señores con corbata que ganamos mucho dinero y que ayudamos a los contribuyentes a hacer trampas”.

Pablo Girón y Alfonso Pariza, socios asesores consultores de Cedenor. Foto: Nacho Cubero.

“¿Si hago la declaración de la renta, soy un asesor fiscal? ¿Qué responsabilidades y derechos tengo?”, se pregunta el director general de Seficosa, Carlos López d´Hers, para aclarar a continuación que un buen asesor es el que evita a su cliente problemas con la Administración: “No el que consigue pagar menos impuestos. O definimos un código ético y regulamos nuestra actividad o en el futuro tendremos problemas”, vaticina.

Un análisis que es compartido, aunque con matices, por el resto de asesores consultados. Así, Pariza coincide en que no hay nada nuevo bajo el sol, salvo que las dificultades para ejercer su trabajo van día a día en aumento. “Me da pereza ver cómo asuntos que se podrían resolver hablando en cuestión de unos pocos minutos se demoran por falta de interlocutores. Estamos al otro lado del mostrador, pero somos compañeros”, incide sobre la relación que hasta no hace mucho mantenían con los funcionarios y que le lleva a pensar que quienes organizan los sistemas de trabajo de las distintos organismos públicos con los que se relacionan están “muy lejos” de conocer cómo es el tejido empresarial de España. “Da la impresión de que desconocen la realidad de la calle”, enfatiza contrariado.

De su lado, Gurruchaga opina que esta falta de regulación de la profesión de asesor fiscal ha traído consigo que proliferen en el mercado muchos “piratas” y asesorías digitales que están tirando para abajo de los precios. “La competencia ha crecido de forma exponencial. Si además cuentas con una estructura como la nuestra, con alrededor de 45 trabajadores, es evidente que cada vez te cuesta más competir. La solución pasa por ofrecer un plus a nuestros clientes, aprovechar nuestra relación de confianza con ellos y ser punteros en lo que hacemos”, resuelve el socio responsable de la asesoría jurídica de Gestisa.

Reivindicar el asesoramiento

En lo que también están todos de acuerdo es en reivindicar la importancia del asesoramiento. “Nosotros no somos gestoría, somos asesoría”, aclara este abogado para evitar equívocos. Para su compañero José Miguel Madrid, el futuro de la profesión pasa por dejar de hacer trabajo material, aunque reconoce que cada vez hacen menos, para dedicarse a ser realmente asesores de las empresas e, incluso, asistir como asesor a los consejos de administración. “Tengo muchos empresas que presentan sus impuestos. Ahora una declaración de IVA de un alquiler se puede hacer por poco dinero a través de internet y en cuatro días lo hará la inteligencia artificial”, zanja este economista.

Al hilo de este asunto, y tras sostener que no hay un buen asesor fiscal que no dedique al menos un 20% de su tiempo a estudiar y leer para estar al día de la actualidad normativa, Gurruchaga expresa su preocupación por la evolución que pueda seguir la inteligencia artificial (IA) en su profesión. “Como colectivo, deberíamos transmitir que el saber humano en este campo nunca podrá ser suplido por la inteligencia artificial porque, al final, nuestro trabajo necesita en la mayoría de las ocasiones una decisión de carácter personal, al menos en mi ámbito como abogado. El asesoramiento es una cuestión de confianza, de relación personal. A un cliente puedes asesorarle sobre qué hacer con su patrimonio si lo conoces. Y eso no lo va a hacer nunca una máquina”, describe.

Por su parte, Pariza reconoce que la gran carga de trabajo que les ha impuesto la Administración a raíz de la pandemia, unido al escaso reconocimiento a la figura del asesor que, según asegura, existe en general entre los pequeños empresarios y autónomos, les han convertido en meros asesores administrativos. “Asesorar bien lleva su tiempo pero cada vez tenemos menos”, aclara este economista y socio consultor de Cedenor, quien apunta a las crecientes exigencias de unos y de otros como los principales culpables de este mal. Según explica, la Administración exige cada vez más revisiones y documentación que contribuyen a aumentar la incertidumbre y a crear un estado de confusión en el ciudadano: “Cuando, en más de la mitad de los casos, terminan en nada, se trata de requerimientos hechos a base de corta y pega de otros expedientes. o incluso de información que ya obra en su poder a la que, si quisieran, tendrían muy fácil acceso”.

Un argumento la que se suma su socio en esta empresa, Pablo Girón, a quien le gustaría que las pymes dedicaran más tiempo a la administración de sus negocios. “La digitalización ha cambiado la forma en que nos relacionamos con nuestro clientes, pero eso no significa necesariamente que sea mejor. Si antes los pequeños empresarios traían sus facturas y documentación en papel sin, en muchas ocasiones, revisar cuáles eran o no propias de la actividad, ahora lo hacen mediante multitud de correos electrónicos conforme a sus conocimientos en informática, lo que en ocasiones nos lleva más tiempo procesar”, remacha.

José Luis Magaldi, director del Departamento Laboral de Seficosa, junto al director general de esta asesoría, Carlos López d’Hers. Foto: Nacho Cubero.

D´Hers insiste también en reclamar la importancia del asesoramiento. “A nosotros nos interesa asesorar, pero el cliente rara vez viene buscando eso. Viene cuando tiene un problema con la Administración o tiene que pagar impuestos”, recalca. Según destaca, y coinciden el resto de profesionales consultados, la Agencia Tributaria ha incrementado “por tres o por cuatro” el número de inspecciones o comprobaciones en los últimos dos años, lo que les procura una carga adicional de trabajo. “No nos importa que hagan más inspecciones o solicitudes de información complementaria, el problema es que atender a estos requerimientos nos lleva mucho tiempo y nos obliga a contratar a más personal”, admite el máximo responsable de Seficosa, firma que actualmente emplea a 46 personas, cuatro más que el año pasado.

Girón, por su parte, confirma que las nuevas obligaciones en materia tributaria que vinieron por la pandemia se han quedado, y que en materia laboral y de la Seguridad Social hoy están destinando muchos más recursos para atender las necesidades y exigencias de la Administración. “La relación de los poderes públicos con el administrado se ha hecho más compleja”, apuntala Pariza para remarcar su idea de que la burocracia cada vez es mayor. “Previsiblemente en julio de 2025 entre en vigor la factura electrónica visada por la Agencia Tributaria, lo que conllevará la actualización de los sistemas y el envío inmediato de las facturas según se emitan”, recuerda el socio consultor de Cedenor.

“Estamos haciendo más por lo mismo”, subraya por su parte Madrid, para quien no se trata tanto de que haya aumentado la burocracia, sino del creciente número de declaraciones informativas que solicitan los organismos públicos. “Todo podía ser más fácil, aunque entiendo el interés de la Administración por combatir la economía sumergida. Está en todo su derecho”, concede.

Situación económica de la región

Además de en su trato con la Administración, la relación de las asesorías con sus clientes pone a estas empresas en una situación privilegiada para valorar el momento y las perspectivas de la economía. Sobre la situación económica de Cantabria, cada responsable apunta varias variables. Así, el director general de Seficosa sostiene que las empresas no están invirtiendo por la incertidumbre que existe a corto plazo. Y aunque reconoce que la morosidad se ha reducido “hasta casi ser inexistente”, asegura que otra cosa muy distinta es lo que ocurre con la productividad, la inversión o la creación de puestos de trabajo.

Sobre el mercado de trabajo, el director del Departamento Laboral de Seficosa, José Luis Magaldi, tercia en la conversación para alertar de que las dificultades que hoy existen para encontrar mano de obra en algunos sectores también se extienden o se extenderán a su profesión. “El 70% del personal que trabaja en nuestros departamentos se jubilará en los próximos diez años. Y nosotros no estamos en el mundo universitario para informar de las salidas profesionales que ofrecemos”, lamenta.

Pablo Girón, por su parte, conviene en que, a pesar de las altas tasas de desempleo, falta personal formado para ocupar puestos de trabajo en muchos sectores, aunque no especialmente en el suyo. “La desindustrialización brutal de Cantabria hace que seamos un región de servicios de empleos inestables y salarios ínfimos. Además, se están jubilando trabajadores con bases de cotización altas o muy altas y entrando a trabajar otros con bases mínimas e irregulares. Así va a resultar muy difícil que cuadren las cuentas del sistema de pensiones”, avisa antes de animarse a hacer un diagnóstico: “Sería muy necio por mi parte decir que Cantabria va bien”.

Javier Gurruchaga y José Miguel Madrid, socios del área legal y el área fiscal y contable, respectivamente, de Gestisa. Foto: Nacho Cubero.

Por último, Gurruchaga sostiene que la situación económica es mejor que hace cuatro años. “Hoy es difícil que un cliente te solicite que hagas un ERTE”, explica este asesor de Gestisa, antes de poner el acento en los concursos de acreedores de la persona física, una figura que, a diferencia de los de empresas –que, según asegura, han caído en picado­– “hoy es la estrella de los juzgados de lo Mercantil”.

Su socio y economista, José Miguel Madrid, mantiene que no ha sido, en general, un mal año. “Quizá los peores sean el sector de fabricación y la exportación. Con todo, Cantabria tiene un problema que es la dimensión del tejido productivo”, enfatiza.

Dicho esto, el responsable del área jurídica de Gestisa retoma la palabra para dar su opinión sobre el futuro de las asesorías. “La tendencia en nuestro sector va a ser agruparse y establecer alianzas en los próximos años. Si las empresas quieren crecer, será de forma inorgánica mediante fusiones o adquisiciones con el propósito de ocupar un hueco que queda entre las grandes compañías y las más pequeñas. El tamaño va ser imprescindible para competir”, concluye convencido.

La sociedad editora de ‘Cantabria Negocios’ cerró en 2023 el mejor ejercicio de sus cuatro años de historia, superando los 600.000 euros de facturación y consolidando una estrategia de diversificación que contempla tres líneas de negocio muy definidas: la edición de la revista de información económica, la producción de vídeo corporativo y el área digital, dedicada al diseño y creación de páginas web, servicios ‘seo’ y gestión de ‘hostings’ y dominios. En total, y sin contar a los anunciantes y a los suscriptores de la revista, Maremagno atendió el pasado año a más de medio millar de clientes de dentro y fuera de Cantabria.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2024

Nacida para dar continuidad a la publicación de la revista ‘Cantabria Negocios’, Maremagno Comunicación SLL ha centrado buena parte de la estrategia en sus casi cinco años de trayectoria en un proceso de diversificación de la oferta de producto que ha rendido sus mejores frutos en el último ejercicio. Con una pandemia por medio, que condicionó todos los planes apenas seis meses después de la puesta en marcha de la empresa, la sociedad laboral creada por quienes ya trabajaban en la revista de información económica ha ido cubriendo etapas hasta cerrar en 2023 el mejor año de su todavía corta historia, una condición a la que se llega tanto si se considera la cifra de facturación como si se tiene en cuenta la forma en que se ha llegado a ella.

A falta todavía del dato definitivo, el importe de la cifra de negocio de Maremagno se movió al cierre del pasado ejercicio en el entorno de los 630.000 euros, con mucho la cifra más alta desde la puesta en marcha de la empresa, pero también la mayor en los 25 años de trayectoria de Cantabria Negocios, incluyendo por tanto las dos décadas en que la editora fue Ediciones Finder. Maremagno asumió esa tarea en julio de 2019 para, a lo largo del año y medio posterior, ir integrando también el resto de líneas de negocio de la antigua empresa, constituidas entonces por el departamento de creación de páginas web y, de una manera más incipiente, por la producción de vídeos corporativos. Desde el primer momento, el objetivo de quienes fundaron la sociedad laboral –vinculados todos a la parte más relacionada con la edición de la revista, en tareas comerciales, de redacción y de diseño– fue incorporar los trabajadores y productos de la antigua Finder, potenciando un proceso de diversificación que hundía sus raíces en la estrategia acometida en su día para hacer frente a las consecuencias de la crisis financiera de 2008.

El porfolio de producto de Maremagno Comunicación se organiza en torno a tres líneas de negocio claramente definidas: la edición de Cantabria Negocios, en formato impreso y digital, a través de las webs cantabrianegocios.es y empresasdecantabria.es; el área digital, dedicada al diseño y elaboración de páginas web, además de a prestar servicios complementarios a las mismas; y la producción de vídeo corporativo. Las dos últimas han sido las principales responsables del crecimiento que ha experimentado la actividad de la empresa en los años que lleva operando, un salto adelante que ha sido especialmente significativo tras la pandemia. En ese marco, y más allá de las sinergias que haya podido aportar en combinación con el resto de departamentos de la empresa, la facturación de la revista por ventas y publicidad se ha mantenido estable, con una ligera tendencia a la baja, pero aportando una base de ingresos que fue especialmente importante en el anómalo ejercicio de 2020 y, singularmente, durante los meses en los que la actividad económica se vio más afectada por la pandemia.

La mejor facturación hasta la fecha

El equipo de Maremagno, incluyendo a los periodistas que colaboran habitualmente en la revista. Foto: Nacho Cubero.

Maremagno facturó 283.000 euros en 2020, primer ejercicio completo de actividad, 401.000 en 2021 y 416.000 en 2022, cantidad esta última que se ha incrementado en un notable 33% para llegar al dato con el que se cerró el ejercicio recién terminado. Aunque el incremento de la actividad del área de producción de vídeo ha sido también importante, ha sido el área digital la principal impulsora del salto adelante dado en 2023, tanto en el apartado de diseño y elaboración de webs como en los servicios de optimización de posición en buscadores –SEO, por sus siglas en inglés– y redes sociales. Como producto complementario en esta línea de negocio, Maremagno ofrece alojamiento web –’hosting’– y gestión de dominios a los clientes que lo precisen.

El fuerte crecimiento de la actividad de este departamento durante el último año está muy vinculado con la línea de ayudas que los fondos europeos ofrecen para la digitalización de las empresas a través del programa del ‘kit digital’. Como uno de los agentes digitalizadores reconocidos por este programa, Maremagno Comunicación ofrece alguna de las soluciones que cubren las ayudas –páginas web, SEO avanzado y redes sociales– y lo hace además con productos especialmente adaptados al colectivo que constituye el grueso de su cartera de clientes: pymes, micropymes y profesionales autónomos.

El detalle de la cartera de clientes de la empresa da cuenta, incluso en mayor medida que el propio dato de facturación, del alcance del proceso de diversificación de negocio que ha centrado la estrategia de Maremagno en sus algo más de cuatro años de trayectoria. Excluyendo los suscriptores y anunciantes de la revista que no son a su vez usuarios de alguno de los otros productos de la empresa, Maremagno atendió en 2023 a más de medio millar de clientes de todos los sectores y de dentro y fuera de Cantabria. Además de la mayoritaria presencia de empresas de pequeño tamaño, en la relación de clientes del departamento digital y la producción de vídeo hay grupos con presencia en toda España, y también algunos ayuntamientos. Ninguno de esos clientes, incluyendo a los que lo son del área de edición, llega a aportar más del 3% de la facturación total de la empresa, ni siquiera sumando las ventas a las diferentes empresas que forman parte de un grupo. Esa atomización se mantiene incluso si se considera como un todo lo facturado a ayuntamientos, empresas públicas y organismos vinculados a alguna administración: el conjunto de las ventas a administraciones públicas supone igualmente menos del 3% de la cifra de negocio de Maremagno.

Diversificación también geográfica

Ibana Morales, socia y responsable de la delegación de Maremagno en el País Vasco. Foto: Nacho Cubero.

La diversificación es mucho menor en términos geográficos, aunque el camino recorrido en este ámbito es incluso más significativo por cuanto hace cuatro años prácticamente la totalidad de las ventas de la empresa eran a clientes de Cantabria, como sucedía también en el caso de la antigua Ediciones Finder. En torno al 20% de la facturación de Maremagno tiene hoy su origen fuera de la región, en ventas que mayoritariamente corresponden a la línea digital y que se realizan a clientes del País Vasco, pero que también alcanzan a otros productos y regiones. Maremagno cuenta desde su fundación con presencia estable en la comunidad vecina, a través de una delegación comercial que dirige una de las socias de la empresa. A las operaciones fuera de Cantabria que llegan por esta vía se unen las que lo hacen a través de Internet, tanto para encargos de web o servicios asociados como para la realización de producciones de vídeo corporativo.

Este último es, tras las webs y servicios digitales, el producto que recibe más pedidos de fuera de Cantabria. Maremagno ha realizado grabaciones, siempre con medios propios, en prácticamente todas las comunidades autónomas –la única salvedad sería Extremadura, además de Baleares y Canarias– para clientes industriales, constructoras, grupos hosteleros y explotaciones agrícolas y ganaderas, entre otros.

Nacida como una oferta complementaria tanto para la línea de edición como para la de webs, la producción de vídeo ha terminado por tener entidad propia dentro del catálogo de la empresa, manteniendo al tiempo la capacidad para generar sinergias con el resto de productos y servicios de Maremagno. Esa combinación de complementariedad y de producto con entidad propia ha sido una constante dentro de la estrategia diversificadora de producto.

Un modelo de negocio a tres bandas

Antonio Ruiz Garmendia, fotógrafo y operador de drones, responsable también de los textos de la sección de motor de ‘Cantabria Negocios. Foto: Nacho Cubero.

Como ejemplo más reciente de los efectos de esta integración de procesos puede citarse el alojamiento web –lo que se conoce como ‘hosting’– y la gestión de dominios. Maremagno comenzó a ofrecer estos servicios a los clientes que contrataban el diseño y elaboración de su página de Internet, en lo que se entiende como una forma de dar respuesta integral a sus necesidades. Como resultado de ello, y aun sin tener la entidad como para considerarlo una línea de negocio independiente, Maremagno cuenta ya con cerca de 400 clientes de ‘hosting’, para los que cuenta con servidores dedicados que suman 2,1 Tb de capacidad.

La mención a los servidores da pie a referirse a otro de los efectos que la diversificación de producto ha tenido sobre la actividad de la empresa: el cambio en la naturaleza de las inversiones y la nómina de proveedores, que es notable si la comparación se hace con los primeros pasos de Maremagno pero que da cuenta de un vuelco absoluto si la referencia es la antigua Ediciones Finder. Además de la partida significativa que ya significan los servidores, el pasado año el principal capítulo inversor lo constituyeron los elementos de filmación, incluyendo en esa consideración a las dos nuevas unidades que se han incorporado al parque de drones de la empresa.

Lo dicho en relación a las inversiones es aplicable también a la composición de la plantilla, que tiene poco que ver con la que era cuando la revista era el principal y casi único producto del catálogo. Maremagno cuenta hoy con seis trabajadores, dos de ellos técnicos dedicados en exclusiva a la línea de negocio digital, en tanto que el resto reparten su labor en todas o en varias de ellas. La relación de quienes trabajan directamente para la empresa se completa con los periodistas que intervienen habitualmente en la elaboración de contenidos para Cantabria Negocios –en textos y fotografías–, el fotógrafo operador del dron, que además de su labor en las producciones de vídeo también colabora en la revista, y la directora de la delegación de Maremagno en el País Vasco. Todos ellos componen el equipo de la empresa editora de esta revista, que en su condición de medio de comunicación sigue siendo el resultado más visible de su trabajo, pero no ya el único.

Dos años después de ser adquirida por Javier Cavada y a punto de celebrar su cincuentenario, la fábrica de hélices de Camargo cumple sobradamente los objetivos marcados tras el último cambio de propietario y avanza en un proceso de ampliación de capacidad que incluye la compra de una planta a la que trasladará los trabajos de mecanizado y acabado de piezas. Con esta ampliación, que permitirá optimizar los espacios y el flujo de materiales, JC Navalips incrementará en un 60% su superficie de fabricación y multiplicará sus opciones para continuar el proceso de diversificación en clientes y sectores, con el energético como principal objetivo. En el arranque del primer ejercicio que completará fuera del paraguas de la multinacional Wärtsilä, el 30% de los pedidos son ya de nuevos clientes.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2024

Que una empresa que está a punto de cumplir el medio siglo se presente en el mercado con la fortaleza de ánimo que distingue a los más jóvenes es una de las consecuencias más llamativas de un movimiento corporativo que, en un resumen impreciso pero no del todo equivocado, ha tenido mucho de salto atrás en el tiempo. La adquisición de la que fuera fábrica de hélices navales de Wärtsilä Ibérica por parte de la sociedad creada al efecto por el empresario cántabro Javier Cavada supuso para este volver a una planta en la que ya tuvo responsabilidades directivas hace dos décadas en tanto que, desde la perspectiva de la factoría, el movimiento implicaba volver a operar sin la cobertura de una multinacional, como antes de ser adquiridos por el gigante finlandés en el ya lejano 2005. Cuando está cercano el tercer aniversario de ese último cambio de propietario, que coincidirá además con la celebración del cincuentenario de la empresa, la rebautizada como JC Navalips ha cubierto la que puede considerarse etapa inicial de su nueva andadura en solitario, y se prepara para encarar una segunda fase, que tendrá ya el crecimiento y la diversificación sectorial de la producción como principales objetivos.

Nacida en 1974 como una sociedad participada a partes iguales por la empresa pública Astilleros Españoles (Aesa) y la holandesa LIPS, Navalips ha tenido siempre la fabricación de hélices de propulsión naval como actividad principal y casi única, completada con una producción destinada al sector industrial que nunca ha alcanzado un volumen suficiente como para tener la consideración de línea de negocio diferenciada. La integración en Wärtsilä, el principal fabricante de motores navales del mundo y por entonces uno de los principales clientes de la planta cántabra, reforzó los vínculos con lo marítimo, al tiempo que posicionaba a la planta en el segmento ‘premium’ de este mercado. También la liberaba de cualquier labor comercial, al convertirse en su único cliente, en un proceso que ahora tiene que revertirse y que ha concentrado buena parte de las tareas acometidas en los algo más de dos años pasados desde que Wärtsilä vendiese la fábrica cántabra a Javier Cavada, que no solo la había dirigido en otra etapa, sino que había tenido responsabilidades ejecutivas de primer nivel en esa y otras áreas de negocio del amplísimo porfolio de producto de la multinacional finlandesa.

“El primer año tras la compra fue de entusiasmo, de ver a la gente trabajar con un espíritu emprendedor y muy comprometidos con el futuro de la empresa”, resume Javier Cavada en su balance de lo acontecido en el tiempo pasado desde la adquisición, que vino a poner fin a una etapa en la que se vivía con la tranquilidad que aportaba la cobertura de Wärtsilä, pero también sin los estímulos que aporta el saberse partícipes del propio destino: “En una multinacional sientes que las decisiones se toman lejos, que el futuro no depende de ti… En una fábrica como esta el factor humano es fundamental y he visto que el cambio se ha acogido con una mucha ilusión, algo que digo con un enorme agradecimiento”. Cavada, que de acuerdo a lo que es habitual en los países anglosajones contabiliza los ejercicios con cierre en el mes de junio, considera que el de 2022-2023 fue de consolidación, y que en este toca ya poner en marcha las actuaciones necesarias para lograr los objetivos que busca para la empresa: “Volvemos al espíritu emprendedor de antes, visitando astilleros y listos para desarrollar productos con nuestros clientes, generando valor, empleo y tecnología”.

Más superficie de fabricación

Trabajos de fundición en la planta de Camargo. Foto: Nacho Cubero.

Aunque con su actual capacidad la fábrica tiene sobrado margen para ampliar su producción, los planes de Navalips contemplan la adquisición de una planta en el entorno, en una operación que esperan concretar de manera inminente y que se considera básica para potenciar el proceso de diversificación de producto y clientes en el que está embarcada la empresa. A la nueva planta, que incrementará en un 60 % el espacio hoy disponible, se trasladará el mecanizado y acabado de piezas, quedando la fundición en su ubicación actual. “Eso nos va a permitir diversificar actividades sin que nos complique la trazabilidad y el flujo de producción”, explica el presidente de JC Navalips, que apunta directamente a productos como los dirigidos al transporte de gases, valvulería, ‘oil&gas’, hidrógeno y, por extensión, todos aquellos vinculados con un sector energético en el que augura un gran crecimiento de la demanda en los próximos años: “Con los medios actuales no tendríamos problema para fabricar el doble de lo que ahora hacemos, pero para entrar en esos mercados con nuevos productos necesitamos más espacio”.

JC Navalips prevé articular su oferta en torno a tres grandes líneas de negocio: dos directamente vinculadas con el sector naval, la tradicional fabricación de hélices y sus componentes y el servicio de reparación y mantenimiento; y una tercera completamente nueva y dedicada a la fabricación para el sector de la energía. El servicio de reparación naval también supone la incorporación al catálogo de un producto que no se ofrecía cuando la planta estaba integrada en Wärtsilä, pero en el que la empresa cántabra está en condiciones de aprovechar su larguísima trayectoria en el sector para hacerse un hueco en un mercado en el que se trabaja con mayores márgenes que en fabricación. El alto valor añadido del producto es una característica común a las tres líneas, que en todos los casos se posicionarían en los segmentos más altos de sus respectivos mercados.

En su condición de fabricante de hélices, Navalips está habituada a trabajar con los más elevados requerimientos de calidad y con el aval de un abrumador número de certificaciones. Ambas son características que pueden igualmente hacerse valer en el sector energético, donde se precisan materiales con la máxima resistencia a la corrosión. A ello hay que sumar el gran componente de ingeniería que tiene el producto con el que tradicionalmente ha trabajado Navalips, una condición que de nuevo es perfectamente trasladable al ámbito de la energía.

Productos de alto valor añadido para un sector muy exigente

Varias palas y hélices de propulsión naval esperan su traslado para ser instaladas. Foto: Nacho Cubero.

Las hélices son un componente cuya aportación va mucho más allá de la propulsión de la nave. Su incidencia en la seguridad de la navegación, la eficiencia energética y el ahorro de combustible o las capacidades del buque dotan a este elemento de una relevancia máxima, que es más decisiva en términos competitivos cuanto mayor es el valor que genera el barco en sus operaciones: “A un portacontenedores que trae de China varios millones de muñecas, a razón de un céntimo la unidad, que la hélice le dé un poco más de velocidad, haga la navegación más silenciosa o ahorre un 0,01% en el gasto de combustible no le aporta gran cosa. Ese no es nuestro mercado, nuestras hélices las utilizan los barcos que dan servicio a las plataformas petrolíferas, las fragatas, patrulleras y barcos de policía, los cruceros turísticos, los buques que transportan productos químicos…”, enumera Javier Cavada en su repaso a los nichos de mercado en los que considera que Navalips está en condiciones de competir ventajosamente con cualquiera: “Esta fábrica es una joya, no hay ninguna otra a nivel global con la calidad que tiene esta”, asegura.

El empresario cántabro pone algún ejemplo para ilustrar el valor añadido del producto que se fabrica en la planta cántabra, que descansa siempre en el conocimiento y la ingeniería desarrollada a lo largo del medio siglo que la empresa lleva compitiendo el mercado. En torno al 80 % del coste de una hélice se corresponde con el precio de las materias primas con los que se fabrica –cobre, níquel o titanio–, que se cuentan entre las de precio más elevado dentro de las que se emplean en fundiciones. El valor que se genera a partir de ahí, explica, puede perfectamente doblar ese coste: “En el diseño de una hélice, un ingeniero puede conseguir una mejora del 0,6 % en la eficiencia, que igual no parece mucho, pero que en un barco puede suponer un ahorro anual de dos millones de euros”. En esas cifras, subraya Javier Cavada, está el conocimiento generado en los años que lleva operando la empresa, con una estabilidad en la plantilla que considera uno de los principales valores de JC Navalips: “Tenemos simuladores y tecnología, pero sin las personas tendríamos que partir de cero y este proyecto en el que estamos no es que se complicase, es que sería directamente inviable”.

En la foto fija de lo que es hoy JC Navalips, cuando se encara la última parte de lo que sería el ejercicio 2023-24 y superada ya la fase de consolidación, un 6 % de la facturación de la planta tiene su origen en el sector energético, cuando en el momento de la compra el 100 % de las ventas eran a Wärtsila y al sector naval. Del resto, un 91 % son de fabricación, en tanto que el 3 % restante se corresponde con servicios de reparación y mantenimiento, una línea que, como la energética, ha sido puesta en marcha tras la salida de la multinacional.

Balance en positivo

Javier Cavada, máximo accionista de JC Navalips, en la planta de la empresa en Camargo. Foto: Nacho Cubero.

En su valoración del camino recorrido desde entonces, Javier Cavada da especial relevancia a la evolución de los pedidos en lo que va de 2024, un periodo en el que el 30 % de los encargos lo han sido de clientes nuevos. Eso supone moverse ya en los porcentajes que se contemplaban para el conjunto del año. “Pero en esto mantenemos el ADN Wärtsila, que fija objetivos con idea de superarlos”, advierte el empresario cántabro, que con esa referencia al antiguo propietario se remite tanto al pasado de la planta como a su propia experiencia como ejecutivo de primer nivel en el organigrama de los finlandeses.

La huella de la década y media que la fábrica camarguesa perteneció a Wärtsila es perceptible en cuestiones que, como la que menciona Javier Cavada, entrarían dentro de lo que puede entenderse como cultura de la empresa, pero también en otros más vinculados con lo estratégico. La multinacional finlandesa es líder mundial en fabricación de motores navales, con una cuota de mercado que ronda el 40 %, una condición que la mantiene en el primer lugar en la lista de clientes de JC Navalips, a la que aporta una base sobre la que asentar su crecimiento tanto en otros productos como en nuevos clientes. En este último aspecto, los antiguos vínculos se han dejado notar de forma menos positiva, al añadir alguna dificultad a la retomada labor comercial de la nueva empresa: “En los primeros meses algunos clientes nos veían como a Wärtsilä, que es su competencia, queriendo venderles algo. Hemos tenido que superar eso”.

En su primer encuentro con Francisco Javier López Marcano, por entonces consejero de Industria del Gobierno de Cantabria, Javier Cavada explicaba que los planes de la empresa contemplaban llevar la facturación de los 7 a los 14 millones de euros, y la plantilla de los 45 a los 100 trabajadores, y ello en un plazo de dos años: “Estamos en línea con esas cifras, pero no nos vamos a parar ahí”, señala el propietario de la empresa cántabra, que menciona alguno de los pasos dados para dar continuidad a ese crecimiento, como la contratación de agentes comerciales dentro y fuera de España o la agrupación de interés económico (AIE) constituida con otras dos empresas cántabras –Mecánica Brañosera y H7 Metrology­– para atacar el mercado iberoamericano.

Constituir un ecosistema industrial con otras empresas de la región es otro de los objetivos que se han fijado para la nueva etapa de Navalips. En el tiempo pasado desde el cambio de propietario, la empresa ha redefinido su cadena de suministro para, en palabras de Cavada, ‘cantabrizarla’ todo lo posible: “Por costes, por fiabilidad y por lealtad, estamos convencidos de que es mejor tener un proveedor en Reinosa que en Basauri, o en Francia”, asegura el empresario que, en todo caso, asume lo que ello tiene de compromiso personal: “Invertir fuera lo hace cualquiera, aquí es más complicado porque no hay ni dinamismo ni sopla el viento de cola para la industria. Pero hay empresas fantásticas”, concluye.

Tanto si se atienden las grandes cifras como si el foco se pone en la forma en que estas han repercutido en el empleo, los últimos 25 años no han sido especialmente propicios para la comunidad autónoma, y ello pese al evidente salto adelante dado en materia de infraestructuras y a algunas inversiones que han servido para atenuar un declive que se hace evidente en la comparación con el conjunto de España. Huérfana siempre de un plan industrial capaz de sobrevivir al tránsito de una legislatura a la siguiente, el turismo no ha dejado de ganar protagonismo en las políticas económicas, pero con resultados que están lejos de compensar lo perdido en el resto de sectores.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Marzo 2024

El último cuarto de siglo, el tiempo que nos ha tocado contar desde las páginas de esta revista, es un periodo lo suficientemente amplio como para identificar tendencias que vayan más allá de lo coyuntural pero, también, tanto como para hacer imposible resumirlo todo en un titular, o en una entradilla como esta. Los grandes datos económicos de Cantabria, y sobre todo la comparación de estos con los que se dan en otras regiones o en el conjunto de España, reflejan un incuestionable declive, una pérdida de peso económico que curiosamente, y sobre todo en los últimos años, coincide con una mayor relevancia en otros aspectos. También, y al mismo tiempo, es difícil pasar por alto el evidente salto adelante que se ha dado en materia de infraestructuras y, en lo que posiblemente es la mayor paradoja al enfrentarla con otras estadísticas, la región aparece sistemáticamente entre los primeros puestos en los rankings que, a partir de índices que miden variables como la educación, la sanidad, la seguridad o el acceso a la cultura, pretenden objetivar la calidad de vida.

La economía de Cantabria tiene hoy un tamaño que dobla ampliamente al de 1999, pero ello después de crecer, prácticamente cada año, menos que el conjunto de comunidades autónomas. El resultado es que la aportación de Cantabria a la riqueza del país no ha dejado de reducirse en ese tiempo, alejándose lenta pero progresivamente de la que le correspondería por población. En 2022, último año con las cuentas cerradas, la economía de nuestra región suponía el 1,14% del total español, seis puntos básicos por debajo del dato de 1999 lo que, considerando una variable más concluyente, significa que por el camino se han quedado cerca de 1.000 millones de euros, la cantidad que habría que sumar a lo producido para mantener el PIB cántabro en la proporción que tenía respecto al español el último de los años noventa.

Aunque el dato de Cantabria confirma la pérdida de relevancia económica de la región dentro del conjunto del país, lo cierto es que la evolución de esa variable desde 1999 no es muy distinta a la que se da en el resto de comunidades autónomas de la cornisa cantábrica, y tampoco del registrado en Castilla y León, una región a la que tanto por proximidad como por vínculos históricos es habitual recurrir en términos comparativos. Con la salvedad de Galicia –y de Navarra, si queremos incluirla en el grupo de referencia– todas las autonomías del norte han crecido menos que la media española en los últimos 25 años, y dos de ellas –Asturias y la propia Castilla y León– menos también que Cantabria. Esto cambia, aunque no demasiado, si la acotación temporal se hace con otros periodos, pero incluso en ese caso la variación tiene más que ver con las proporciones –se amplía la distancia con el conjunto del país, y se acortan las diferencias con las autonomías del entorno– que con las tendencias. Esto es válido sobre todo al evaluar lo acontecido desde la crisis financiera de 2008 y algo menos, aunque también, respecto a 2019 y la situación previa a la pandemia.

Los grandes datos económicos de Cantabria reflejan una incuestionable pérdida de peso económico que curiosamente, y sobre todo en los últimos años, coincide con una mayor relevancia en otros aspectos.

Con todo, cualquier intento de amparar la modesta evolución de la economía cántabra en el similar comportamiento de las regiones cercanas queda invalidado al poner en relación ese dato con la población: atendiendo a la evolución del PIB por habitante, Cantabria se sitúa a la cola de las regiones cantábricas, y también claramente por debajo de Castilla y León. Durante el último cuarto de siglo el PIB por habitante cántabro se incrementó en un 95%, frente al 127 de Galicia, el 115 de Asturias, el 101 del País Vasco o el 104% que creció en Castilla y León. Esta última región, que en esa estadística terminó el pasado siglo por debajo de la nuestra, superó el PIB por habitante cántabro en 2011 y se ha mantenido por delante desde entonces.

Por sectores, y en contra de la percepción que generalmente suele tenerse de la región, la composición del PIB confirma que Cantabria mantiene contra viento y marea, aunque a duras penas, su condición industrial. Si el sector secundario suponía en el arranque de siglo el 20,68% de lo que producía Cantabria, al cierre de 2022 esa aportación era incluso ligeramente mayor, alcanzando el 21,61%. Por más que lo que se va sabiendo apunta a que en 2023 ese porcentaje va a reducirse significativamente –durante los tres primeros trimestres se situó en el 19,8%, por debajo por tanto de la simbólica cota del 20%– la comparativa en el largo plazo da pie a reivindicar una condición industrial que puede tenerse la impresión que descansa mucho más en la labor de las empresas que en la de los gobiernos. Sin nada parecido a un plan a largo plazo, el sector industrial es el principal perjudicado por algunas debilidades que han recorrido las últimas dos décadas y media sin ser corregidas, con la falta de suelo y las cargas burocráticas en los primeros lugares de la lista.

Probablemente ninguna estadística refleja la pérdida de atractivo económico de Cantabria con la crudeza que lo hacen las cifras de inversión extranjera. Lo hacen, además, de forma tanto más evidente cuanto más se amplíe el marco temporal, lo que hace imposible considerarlo el efecto de cualquier coyuntura. De acuerdo a lo recogido en el Registro de Inversiones Extranjeras Datalnvex, en los últimos 25 años Cantabria ha captado un exiguo 0,09% del flujo de la inversión que el capital foráneo ha realizado en España en ese tiempo, que sería el 0,10 si acortamos el plazo a la última década. Si tenemos en cuenta que la aportación cántabra al PIB español, aunque decreciente, supone un 1,2%, la cantidad que la región ha dejado de captar desde 1999 se movería en el entorno de los 5.000 millones de euros.

Grandes proyectos, grandes fracasos

Pero por encima del efecto directo en la economía de Cantabria, la principal lectura que puede hacerse de la paupérrima cifra de inversión extranjera es su condición de reflejo de la escasa consideración que tiene Cantabria como destino para cualquier proyecto empresarial, sea este en el ámbito industrial o en cualquier otro. En el cuarto de siglo que esta revista lleva acudiendo a la cita con sus lectores han sido varias las iniciativas a las que se adjudicó la capacidad para actuar como tractoras de la economía regional, e incluso de motores de un cambio profundo en la misma. Muchas veces auspiciadas desde las diferentes administraciones, y siempre aplaudidas por estas, la característica común a todas ellas fue su sonoro fracaso, en ocasiones sin llegar siquiera a concretarse. La ciudad del cine, el plan eólico, la llegada de la fábrica de Haulotte o la de GFB, Nestor Martin y la reapertura de la mina de Reocín son ejemplos de una reiteración en la frustración de las expectativas que debería habernos inmunizado contra ellas, lo que no parece ser el caso.

Por más que lo anterior, o el repaso puramente cuantitativo al pasado, pudiera dar a entender lo contrario, es obvio que estos 25 años están lejos de ser la historia de un fracaso económico. En lo que tiene que ver con las empresas industriales, y pese a los continuos avatares sufridos, la mayor parte de las que entonces eran referentes por tamaño y actividad lo siguen siendo ahora. Sniace, cuyo futuro ya era una incógnita desde mucho antes de 1999, es la principal baja en una nómina en la que siguen apareciendo Solvay, las fábricas de Celsa, Teka, BSH, Equipos Nucleares, Dinasol, Ferroatlántica o, ya con nombres distintos a los que tuvieron, Reinosa Forgings & Castings o SEG Automotive. Que la mayor parte de ellas vean periódicamente cuestionada su continuidad, como sucede en otras que forman parte de grandes grupos y pueden englobarse dentro de lo que se considera industria tradicional, da cuenta de los enormes retos a afrontar en la economía global que ha caracterizado el último cuarto de siglo, pero también su capacidad para haber ido superándolos.

Aun sin discutir la relevancia de las empresas citadas en el párrafo anterior, la estructura del tejido productivo de la región sigue reflejando, hoy como hace cinco lustros, el protagonismo casi absoluto de las pymes. Es también ahí, en abierto contraste con lo sucedido con los frustrados grandes proyectos, donde pueden rastrearse historias cuyo éxito puede no medirse en cientos de empleos, pero que sumadas suponen la principal aportación a la economía de la región. Son pymes las que, en los años a los que hacen referencia estas páginas, han dado forma a una potente industria agroalimentaria que, además de lo que supone en sí misma, es uno de los pilares sobre los que asentar a un sector primario que ha sido el principal perjudicado con el correr de las dos últimas décadas y media. Son igualmente pymes la mayor parte de los fabricantes cántabros de componentes de automoción, como también algunas de las industrias metalúrgicas que, con productos de alto valor añadido, compiten con éxito en los mercados internacionales.

La unión por autovía con la meseta, una reivindicación histórica de la región, se completó en 2009. La conexión directa con Madrid sigue pendiente. Foto: Nacho Cubero

En materia de infraestructuras, es destacable tanto el tremendo salto adelante dado en este tiempo como el que, pasadas más de dos décadas, sigan pendientes algunas actuaciones que ya se reclamaban insistentemente en 1999. Ese año estaba por completarse la autovía del Cantábrico en dirección a Asturias y apenas se habían dado los primeros pasos para construir la que habría de conectarnos con la meseta. Ambas se han terminado desde entonces, como también, más recientemente y después de algunos proyectos fallidos, el enlace entre Solares y Torrelavega y la circunvalación de Santander por la S-20. Pero, hoy como hace un cuarto de siglo, Cantabria sigue reivindicando un enlace directo por autovía con Madrid, algo que sigue dependiendo de la finalización de la vía rápida entre Aguilar de Campoo y Burgos. El ferrocarril es la otra gran infraestructura olvidada de estos 25 años, ya sea considerando la alta velocidad o las cercanías.

Sin salirnos de lo que tiene que ver con la inversión pública, pero ya al margen de las infraestructuras viarias, desde el último año del pasado milenio se han culminado iniciativas como la creación de la neocueva de Altamira, la remodelación del Mercado del Este o la creación de la cueva de El Soplao como recurso turístico de primer orden. También se ha puesto en marcha en este tiempo el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria, una reivindicación del sector TIC que se cuenta entre las primeras a las que se dio eco en estas páginas y que fue inicialmente acogida con mucho escepticismo desde la administración regional. En relación con los proyectos que siguen en un estado solo un poco más avanzado que el que tenían 25 años atrás se cuenta la construcción de la nueva sede del Museo de Prehistoria, hoy ya en obras y rebautizado como Mupac.

Las dotaciones culturales, tanto las que están en ejecución como las ya realizadas, han sido protagonistas de algunas de las principales actuaciones puestas en marcha en estos años. El Centro Botín reclama ahí una condición destacada, convertido en un eje sobre el que en un futuro próximo pivotarán el Faro Santander –en construcción en la antigua sede del banco en el Paseo de Pereda– y el centro asociado del Reina Sofía proyectado en el que fuera edificio del Banco de España para acoger el archivo Lafuente. La valoración del alcance que todo ello pueda llegar a tener es ya una tarea para el futuro.

La integración en la multinacional Cegid posiciona al desarrollador cántabro de software como un actor clave en la revolución digital que está transformando en España la forma en que los despachos profesionales gestionan sus operaciones. A partir del 1 de julio de 2024 todas las facturas deben recibirse de manera electrónica, lo que lleva consigo cambios sustanciales en la forma en que las empresas emiten y registran sus transacciones. Con un grado de especialización que supone una de sus principales ventajas competitivas, Diez Software espera que el cambio legal aporte un nuevo impulso que dé continuidad al fuerte crecimiento experimentado en los últimos años.

Rubén Vivar | Enero 2024

En los últimos tres años, Diez Software ha experimentado una metamorfosis que la ha catapultado desde sus raíces en Cantabria hasta el epicentro de la escena empresarial en España. Esta travesía comenzó en febrero de 2021 con su integración en el Grupo Primavera, marcando un hito crucial en su extensa trayectoria de más de dos décadas de actividad como sociedad independiente. Poco después, en septiembre de 2022, el grupo británico, que apenas un año antes había integrado a la firma cántabra, fue adquirido por la multinacional Cegid.

Este intenso viaje no solo ha redefinido por completo la identidad de Diez Software –que ahora se presenta bajo la solución digital ‘Cegid Diez’–, sino también su papel en el panorama tecnológico. La incorporación a la firma internacional francesa ha terminado por impulsar de manera muy significativa su presencia en el mercado español, consolidándose como una pieza clave en el entramado de software de gestión empresarial destinado a despachos profesionales y asesorías.

Así lo corroboran los datos: en este corto periodo de tiempo ha multiplicado por tres su número de clientes, pasando de 1.500 a 5.000 usuarios, una cifra que sigue creciendo mes a mes y que sitúa a esta herramienta digital desarrollada en Santander en el podio de las más usadas en su sector.

“Hemos pasado de jugar en nuestra liga a jugar la Champions”. Con este símil futbolero, Pablo Serna, uno de los fundadores de Diez Software y actual director de producto de Cegid Diez, describe el salto que han dado en el mercado. “La gran ventaja de pertenecer a una multinacional es tener más recursos; de ser una empresa pequeñita y que los grandes del mercado te pueden ver como un actor un poco secundario, a ser alguien que está luchando por ser el número uno. Eso es un cambio brutal, estamos invirtiendo mucho”, prosigue explicando. Tal es así que incluso ven posible liderar el mercado en el plazo de no más de dos años pese al breve lapso de tiempo que llevan compitiendo bajo su nueva denominación comercial.

El equipo de Cegid Diez. En el centro, con chaqueta negra, Pablo Serna, fundador y director de Producto. Foto: Nacho Cubero

 

Serna, que sí aporta datos en cuanto al número de clientes, no puede concretar el incremento de la facturación que han experimentado, pues desde su integración en Cegid las cifras de negocio pasan a ser globales. En cualquier caso, el papel de la multinacional en la transformación de Diez Software no puede subestimarse. Para hacerse una idea de su potencial cabe señalar que sus ventas tan solo en España ascendieron en el año 2022 a 90 millones de euros, y que cuentan en nuestro país con más de 950 empleados y una red de clientes de más de 40.000 empresas de todos los tamaños. Son cifras que confirman que hablamos de un gigante en el sector de las soluciones digitales, un gigante que ha fijado sus ojos en la herramienta que lleva el sello cántabro.

“Somos la oferta que el grupo ha seleccionado para el mercado de la pequeña empresa y asesoría en España. Ese respaldo nos permite competir de igual a igual y aspirar a liderar el mercado”, destaca Serna. Esta elección ha fortalecido su posición y, muy importante, ha acelerado el desarrollo del producto. En este sentido, el directivo de Cegid Diez defiende que una de las claves más importantes para lograr abrirse hueco en un sector tan competitivo como el tecnológico es la especialización. “Desde que creamos Diez Software siempre creímos que era importante, pero con la integración en Cegid hemos alcanzado la especialización total. Es decir, pensar el producto en un único sector y dedicarnos a él plenamente, resolviendo solo sus necesidades. Eso te hace no perder el foco en estar intentando abarcar un montón de mercados”, analiza.

Solo en España, Cegid Software vendió por valor de 90 millones de euros en 2022, y cuenta con más de 950 empleados y una red de clientes de más de 40.000 empresas

En la actualidad, la sede cántabra de Cegid cuenta con 47 trabajadores frente a los 30 que tenía la empresa antes de actuar bajo la batuta de la multinacional, y las perspectivas a corto y medio plazo son seguir creciendo. Si bien no concretan, sí señalan que su sede, situada en el polígono de Candina, tiene capacidad para albergar hasta un centenar de empleados, una clara muestra de sus intenciones.

Y es que, más allá del producto, de la marca y de los recursos, el contexto socioeconómico también juega claramente a su favor. La digitalización y la innovación se han erigido como un motor impulsor de la competitividad y el crecimiento sostenible de cualquier negocio, al tiempo que la legislación también está empujando decididamente la transformación digital de las empresas.

“Para ver cómo ha evolucionado el sector, yo siempre digo que actualmente de las 10 mayores compañías del mundo, 8 son tecnológicas, mientras que si mirásemos este ránking en los años 90 encontraríamos sociedades petroleras y bancos. Hoy en día todo, absolutamente todo, nos guste o no nos guste, ha cambiado. Y todo se basa en la tecnología. Hasta un bar, si no utilizas la tecnología siempre estarás en inferioridad de condiciones”, recalca Pablo Serna.

La revolución legislativa y la Ley Crea y Crece

A este respecto, Serna explica que la próxima revolución legislativa en España, con la Ley Crea y Crece, marcará un hito importante en la forma en que las empresas gestionan sus operaciones. A partir del 1 de julio de 2024, todas las facturas deben recibirse de manera electrónica, llevando consigo cambios sustanciales en la forma en que las empresas emiten y registran sus transacciones. “En la forma de facturar las empresas tienen que tener un software totalmente homologado. Es decir, se acabó hacer facturas a mano, con Excel o con Word. Porque la segunda parte de la ley es que cada vez que se haga una factura, se envíe a Hacienda directamente”, explica el director de Producto de Cegid Diez, que para valorar el alcance de los cambios pone el ejemplo de Portugal, donde estos cambios ya están en vigor: “Si tú vas allí a cualquier restaurante, verás que te dan un ticket con un código QR; lo puedes leer y ver que realmente esa persona ha declarado esa factura y que Hacienda la tiene en ese mismo momento, en tiempo real”, relata.

“Esto va a ser un cambio muy profundo que está pujando Europa y que poco a poco se le está dando publicidad”, revela. La adaptación a estas nuevas regulaciones, augura, supondrá un desafío, pero también representa una oportunidad para que las empresas se preparen para un futuro digital que cada vez tiene más cara de presente.

Diez Software se trasladó en 2021 a las instalaciones del polígono de Candina, en Santander. Foto: Nacho Cubero

Precisamente, la diferente legislación de cada país hace que un mismo software esté prácticamente limitado a un único mercado nacional. “Aunque parezca mentira una factura no se hace igual en España, en Portugal, en Francia… En un país igual la tienes que mandar a la Agencia Tributaria en cuanto la haces; en otro resulta que en vez de haber el IVA, hay otro tipo de impuesto y en otro los pagos se realizan de otra manera… Hay demasiadas adaptaciones que hay que hacer a los productos para que sean internacionales”, señala. Estas variaciones legislativas son las que ahora limitan que Cegid Diez pueda dar el salto a otros países, pero al mismo tiempo fueron la que preservaron a Diez Software en el pasado. “Si no fuera complicado, no hubiéramos sobrevivido como empresa pequeña durante 22 años. Hubiera venido Google o Microsoft y nos hubiera pasado por encima”. No obstante, Serna señala que como grupo multinacional tienen sinergias con otros países.

En cuanto a los retos, Serna cuenta que Cegid Diez no solo está anticipando el cambio legislativo, sino que también está liderando la carrera hacia la automatización total en el mundo de la asesoría y la gestión empresarial. La introducción de herramientas que facilitan la comunicación directa y automatizada entre asesores y clientes es un testimonio de la visión de futuro de la empresa y una de sus ventajas competitivas. “Con la inteligencia artificial vamos a llegar a automatizar absolutamente todos los procesos de la asesoría y conseguir que el asesor se dedique a asesorar”, afirma Serna, que proyecta esta gran transformación “en menos de diez años”. La eliminación del trabajo manual, la mecanización de datos y la presentación de informes automáticos cambiará la forma en que las asesorías gestionan sus operaciones, asegura.

La digitalización en Cantabria y España

Con más de 20 años de experiencia, este directivo puede presentarse como una voz autorizada para expresar la evolución pasada y futura del sector y del mercado. “Una asesoría podía dedicar el 50% de su tiempo tan solo a meter datos en el sistema (principalmente facturas de los clientes). Todo eso ha ido evolucionando, pero todavía se sigue dedicando muchísimo tiempo a ello cuando hoy en día existen herramientas de reconocimiento automático”, sostiene. Pese a ello, se muestra contrario a la percepción común y alaba el avance significativo en términos de digitalización en Cantabria y España. “Muchas veces tendemos a creernos que nosotros estamos por detrás de otros mercados y eso no es cierto. En realidad, podríamos decir que todos los países están rezagados teniendo en cuenta las oportunidades que brinda ya la tecnología”, apostilla.

En esta misma línea, enfatiza que la capacidad de desarrollo y creatividad en el país no tienen parangón, desmitificando la idea de que España está rezagada. “No tenemos nada que envidiar a ningún país de Europa en capacidad de desarrollo. Hay mucho talento y creatividad aquí”. Este optimismo refleja la realidad de un país que sitúa “lejos de estar a la cola de Europa” y que además tiene ciertas potencialidades.

“No tenemos nada que envidiar a ningún país de Europa en capacidad de desarrollo. Hay mucho talento y creatividad aquí”. Pablo Serna, fundador de Diez Software

Sin embargo, este ascenso no está exento de desafíos. Por un lado, el sector se encuentra en una constante y vertiginosa evolución, derivada de una revolución tecnológica que avanza a pasos agigantados y que parece no tener fin. Este cambio continuo que Serna identifica como la principal amenaza para el sector del software de gestión implica que aquellas empresas que no se adaptan a la evolución constante tienden a ser excluidas por el propio mercado. Y por otro lado, la barrera más significativa es, según Serna, la adaptación del personal y el cambio en los métodos de trabajo. “Es muy difícil cambiar el hábito, no solo en este sector, sino en todos. Estamos atados a rutinas. Y a veces son cambios muy drásticos. Si ya nos cuesta cambiar de un programa a otro con las mismas funcionalidades, imagina cambiar la forma de trabajo. Es un cambio de mentalidad y eso es lo que más cuesta”. El desafío radica en superar la resistencia al cambio y en implementar nuevas formas de trabajo, un obstáculo común en la era digital.

Incluso, él mismo reconoce que en su propia doble transición hacia la multinacional Cegid lo que más les ha costado ha sido adaptarse a las nuevas formas de trabajo. “Hemos tenido que acostumbrarnos a trabajar en equipo con otras empresas del grupo; antes actuábamos con total libertad, de forma independiente”, explica.

 

La empresa cántabra, que nació hace 50 años para dedicarse a la serigrafía industrial y hoy explora nuevas formas de comunicación gráfica, inició en 2018 un proceso de reestructuración organizativa y profesionalización de la gestión que, tras el paréntesis provocado por la pandemia, ha permitido que las ventas se hayan movido estos dos últimos años en cotas récord. Con una estrategia que pone el foco en cuatro líneas de negocio dentro de las doce categorías de producto que fabrica, Serisan cuenta en su cartera de clientes con grupos con presencia internacional, a los que ofrece soluciones para el punto de venta en una oferta a medida que incluye desde el ‘visual merchandising’ en el sector retail a soluciones acústicas y estructuras autoportantes, pasando por arquitectura textil y comunicación visual.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2024

En una empresa que acaba de conmemorar su cincuentenario, y que hace tiempo que rompió las ya de por sí difusas fronteras del sector de la comunicación gráfica, son muchos los giros estratégicos que merecen la condición de hitos dentro de la propia historia. En el caso de Serisan, que echó a andar en 1973 dedicada a la serigrafía industrial, el último de ellos se produjo en fechas relativamente recientes, cuando decidió reestructurar su oferta para hacerla girar en torno a cuatro de las líneas de negocio con las que operaba, entre las que curiosamente ya no tenía presencia la que dio origen a la empresa. Aquello tuvo lugar en 2018, a tiempo para que esa reorientación de la empresa fuera puesta a prueba por la crisis sanitaria, pero sus efectos sobre las ventas se han dejado notar sobre todo una vez superado el paréntesis de la pandemia, situando la cifra de facturación en cotas nunca antes alcanzadas.

Completamente orientada a los proyectos de comunicación gráfica que puedan proponer sus clientes, Serisan carece de un porfolio de producto con el que presentarse en el mercado, algo que pone a la empresa en disposición de aprovechar las oportunidades que puedan presentarse pero que también puede suponer una complicación en términos comerciales y estratégicos. Superada la serigrafía industrial por la impresión digital, el proceso que se abrió hace cinco años buscaba dar forma a una hoja de ruta para concretar esfuerzos y señalar unos ejes sobre los que hacer girar las estrategias para llegar a los diferentes mercados que se atienden desde la fábrica de Soto de la Marina. En aquel momento la planta trabajaba doce líneas de producto, entre las que se escogieron cuatro sobre la que concentrar los esfuerzos comerciales, formativos y de inversión. Ello no significaba, en todo caso, abandonar el resto, cuya aportación sigue siendo clave para mantener la condición de proveedora de soluciones en comunicación gráfica que constituye el núcleo de la oferta de la empresa.

Ángel Manuel Gómez Herrera, gerente de Sarisan, y Ángel Gómez Llata, fundador. Foto: Nacho Cubero

“Aquel fue un momento de cambio interno”, resume Ángel Manuel Gómez Herrera, gerente de Serisan, que señala como primeros objetivos del proceso iniciado entonces la profesionalización de la empresa y su preparación para lo que estaba por venir: “Renovamos el equipo directivo, acometimos un proceso de reestructuración interna y creamos una hoja de ruta y de estrategias”. La redefinición de la gama de producto, explica, fue una de las principales decisiones a tomar, y una de las claves para orientar la transformación que se buscaba. De toda la oferta de la empresa, se señalaron cuatro líneas de negocio como aquellas en las que centrar las inversiones, el trabajo de I+D+i, la formación y el esfuerzo comercial: ‘retail’, ‘visual merchandising’, arquitectura textil, estructuras autoportantes y soluciones acústicas.

Bajo esas cuatro denominaciones se agrupan familias de producto que ,aunque a su vez pueden ser muy heterogéneas –”nosotros no tenemos un catálogo que mostrar, lo que ofrecemos son soluciones a medida”, destaca el gerente de la empresa cántabra–, sí ofrecen un punto común sobre el que articular la oferta y llegar al mercado: la comunicación gráfica. Son también una buena referencia para describir la naturaleza de los trabajos que se realizan en la planta de Soto de la Marina y, sobre todo, el alcance de esas soluciones que menciona su gerente. La línea de negocio de ‘visual merchandising’ engloba los productos de serigrafía industrial destinados al punto de venta como elementos de promoción y refuerzo de los productos en venta, en un amplio abanico de formatos y materiales. Un papel similar juega la arquitectura textil, gráficas en telas montadas sobre estructuras de aluminio que, gracias a la tecnología de tinte empleada y una vez retroiluminadas, consigue imágenes comparables a las de una pantalla led, hasta el punto de poder utilizarse como alternativa a esta. Las reproducciones a escala real de furgonetas, para su uso como ‘food trucks’, son el producto más llamativo dentro de las estructuras autoportantes, que incluye también opciones mucho menos estandarizadas para su uso como punto de venta. Dentro de las soluciones acústicas, por último, se enmarcan los paneles fonoabsorbentes que, de nuevo en un amplio abanico de formatos y diseños, se utilizan para mejorar las condiciones de sonido de cualquier recinto, minimizando ruidos y reverberaciones.

Comunicación gráfica sin límites

Las soluciones acústicas y el ‘visual merchandising’ son las líneas que aportan un mayor volumen a la facturación de Serisan, y también las que mantienen un mayor ritmo de crecimiento. Pero es la complementariedad entre las diferentes categorías, y las sinergias que se generan entre ellas, la aportación más importante de la reestructuración acometida a partir de 2018, y eso vale tanto para las cuatro líneas con mayor protagonismo como para las otras ocho que completan la oferta de la empresa. “Las soluciones acústicas, por ejemplo, nos han permitido entrar en clientes y mercados donde de otra manera hubiera sido muy difícil hacerlo”, explica Ángel Manuel Gómez Herrera, que menciona hoteles o restaurantes, pero también oficinas, colegios o centros de trabajo que, a raíz de la pandemia, buscan formas de mejorar la calidad sonora de los espacios de trabajo. “Esa es la clave, al centralizar el esfuerzo en las cuatro líneas principales estás en condiciones de ofrecer a los clientes soluciones completas: cartelería, expositores PLV (de publicidad en el punto de venta) ficticios y corpóreos 3D… ahí entrarían el conjunto de las doce líneas”.

Arquitectura textil para Springfield con mobiliario efímero en primer plano. Foto: Nacho Cubero

El giro estratégico diseñado en 2018 se encontró, casi de forma inmediata, con el imprevisible reto de la pandemia del Covid-19, que puso un paréntesis en todo el proceso de reestructuración pero también sirvió para poner a prueba lo hecho hasta entonces: “Probablemente ha sido la crisis más importante que hemos sufrido en los cincuenta años de historia de la empresa, pero afortunadamente teníamos ya definidas las estrategias, las estructuras y los objetivos, y eso es lo que nos permitió aguantar y salir reforzados. De otro modo no sé si lo hubiéramos podido contar”, recuerda el gerente de Serisan. Con la hostelería y el retail cerrados, sin ferias en las que montar ‘stands’ y con todas las incertidumbres del momento, la actividad de la empresa se paralizó. “Tocó replegar velas y aguantar. Lo que más me preocupaba era perder a los trabajadores, y no solo por lo que supone un despido. Las máquinas pueden parar y ser reemplazables, pero las personas son un activo de la empresa, gente formada, implicada, eso no podíamos perderlo”.

Serisan cuenta con una plantilla de 40 trabajadores, a los que hay que sumar un colectivo de colaboradores que, sin estar formalmente dentro de la empresa, tienen una aportación fundamental. “Son 15 o 16 empresas que dan servicio en ciudades a las que no te puedes desplazar: Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia… Nosotros fabricamos, pero ellos son los responsables de hacer las mediciones y de instalar, con independencia de que toda la gestión la hagamos desde aquí”. En la planta de Soto de la Marina, además de la fabricación, está un oficina técnica y un departamento de coordinación de servicios al cliente encargado del diseño y la logística del envío y la instalación: “Tenemos una buena organización para sincronizar fuerzas y esfuerzos”.

Esa organización es la base sobre la que se asienta la que el gerente de Serisan considera como el principal argumento competitivo de la empresa: la capacidad para abordar proyectos complejos en tiempo récord. “La clave es dar un servicio personalizado, con una comunicación constante con el cliente, de manera que sepa en todo momento qué se puede hacer y en qué plazo”.

Clientes de referencia

En la cartera de clientes de Serisan están presentes algunos de los principales grupos de distribución textil y, tanto en su caso como en buena parte de quienes completan la relación, un buen número de empresas con presencia multinacional. El grupo Tendam –propietario de las cadenas Springfield y Woman Secret–, Stihl, Husqvarna, Adidas, OKMobility, Unilever –un gigante que vende más de 400 marcas, entre ellas Magnum o Carte d’Or– y la cadena hotelera Iberostar forman parte de una cartera en la que también tienen presencia empresas cántabras, como Textil Santanderina o Hisbalit. Que se trate de empresas con muchos puntos de venta, o que requieran que el producto que fabrique Serisan llegue simultáneamente a cientos de tiendas, marca un grado de exigencia que implica un mayor nivel de dificultad en la organización de la fabricación, envíos y montajes, pero que también permite que la empresa cántabra haga valer sus fortalezas.

Tras la pausa provocada por la crisis sanitaria, la cifra de ventas de Serisan retomó la senda de crecimiento de los años anteriores, pero con un renovado impulso que los responsables de la empresa no dudan en vincular con los efectos de la reestructuración acometida antes de la pandemia. En 2022 la facturación superó los 4 millones de euros, una cifra récord en el histórico de la empresa a la que, destaca el gerente de Serisan, fue consecuencia del incremento de la actividad, y no del aumento de los precios: “Antes del parón por el Covid, ya habíamos hecho visitas, presentando el nuevo enfoque de la empresa y apoyándonos en las cuatro líneas de negocio. Aunque aquello se paró por la crisis, ya habíamos hecho nuevos clientes y eso nos permitió retomarlo todo y recuperarnos rápidamente”.

«A raíz del Brexit, por ejemplo, hubo una agencia de publicidad del Reino Unido que nos trasladó sus clientes europeos para evitar los costes de salir del Reino Unido». Ángel Manuel Gómez Herrera

Geográficamente, Serisan atiende pedidos de toda España, aunque tiene presencia internacional tanto a través de una parte de exportación directa como, sobre todo, con los trabajos hechos a clientes españoles para su empleo en tiendas, exposiciones o stands fuera de España. “En su día nos planteamos buscar clientes fuera de España, pero lo paralizamos y no lo hemos retomado”, explica Ángel Manuel Gómez Herrera, que menciona las dificultades que para una empresa como la suya, sin un porfolio de producto propiamente dicho, implica una tarea como esa. Eso no significa, en todo caso, una renuncia a los mercados exteriores, en los que efectúa en torno al 5% de sus ventas: “A raíz del Brexit, por ejemplo, hubo una agencia de publicidad del Reino Unido que nos trasladó sus clientes europeos para evitar los costes de salir del Reino Unido, y tenemos clientes españoles que tienen sedes o agencias de comunicación fuera de España. Por esa vía entendemos que podemos seguir creciendo”, concluye el gerente de Serisan.

 

Medio siglo de continua transformación

El fundador de la empresa, en el centro, junto al actual equipo directivo de Serisan y el logo del cincuentenario. Foto: Nacho Cubero

Por más que mantenga su rastro en el propio nombre de la empresa, la serigrafía industrial hace tiempo que no forma parte de la cartera de productos de Serisan. Desplazada del mercado por la impresión digital, la actividad que dio origen a la empresa hace medio siglo dejó su lugar a otras, en un relevo que a lo largo de la historia de Serisan se ha producido en otras muchas ocasiones, siempre atendiendo a las necesidades de los clientes y a lo que la tecnología ofrecía para darles respuesta. Ese continuo proceso de reinvención, que está en la raíz del giro estratégico acometido en 2018, es probablemente el elemento más característico del proyecto que dio sus primeros pasos en 1973 en un pequeño taller de la calle General Dávila de Santander y que. desde entonces, ha ido transformándose con cada proyecto y con el impulso primero de su fundador, Ángel Gómez, y después de sus sucesores: “A nosotros nos ha tocado proteger el legado que hemos recibido”, recalca Ángel Manuel Gómez Herrera, actual director de la empresa.

Serisan celebró su cincuentenario el pasado 26 de octubre con un acto en el que reunió a trabajadores, proveedores y clientes. Muchos de estos últimos –clientes y proveedores– han acompañado a la empresa a lo largo de sus cinco décadas de vida, en lo que los actuales responsables de Serisan consideran como otra de sus señas de identidad. La conmemoración del aniversario, en la que tuvo un destacado protagonismo el propio Ángel Gómez, sirvió también de marco para la edición de un libro con la historia de la empresa, escrito por el periodista Jesús Chimeno. El año del cincuentenario se ha implantado en Serisan un protocolo familiar. “De alguna manera el protocolo es el broche para este aniversario que hemos celebrado este año, un instrumento que facilita la continuidad de la familia empresaria”.

 

La entrada en servicio de la nueva máquina de corte láser y punzonado de chapa mejora la capacidad productiva de la empresa y la flexibilidad de la planta para dar servicio a sus clientes. En un mercado en transición y en el que cada vez son más habituales los pedidos de series cortas, la fábrica metalúrgica cántabra se plantea hacer valer sus ventajas competitivas en los sectores donde ya tiene presencia y explorar otros donde pueda encontrar oportunidades para el crecimiento. Con cerca de un centenar de trabajadores en plantilla, la empresa espera cerrar este año con un ligero incemento en la facturación, a pesar del frenazo que prevé durante el próximo trimestre.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Noviembre 2023 Fotos de Nacho Cubero

Pasado poco más de un año desde que se decidiera la inversión, y tras un proceso de instalación y puesta en marcha que ha ocupado a la empresa durante los últimos dos meses, la nueva máquina de corte y punzonado de chapa adquirida por Industrias Jacinto Herrero opera ya en las instalaciones de la fábrica en el polígono de Guarnizo. El nuevo equipamiento, en el que se han invertido 1,4 millones de euros, permitirá aumentar en un 60% la capacidad de la línea de fabricación en la que opera, al tiempo que minimiza el movimiento de piezas, automatiza procesos y mejora la calidad, al reducir las operaciones de manipulado. Con la actuación, además, se mejora la capacidad de respuesta y se incide sobre uno de los factores que los responsables de la empresa identifican como claves para su competitividad: la flexibilidad de la planta, capaz de acometer tanto la fabricación de grandes como de pequeñas series de piezas.

Álvaro Herrero, director de Proyectos de Industrias Jacinto Herrero, e Isaac Herrero, gerente de la empresa, junto al nuevo equipamiento de la planta.

Industrias Jacinto Herrero, que cuenta con 95 trabajadores en plantilla y una facturación que se movió el año pasado en el entorno de los 13 millones de euros, opera a través de varias líneas de producto con las que  atiende a los sectores de automoción y electrodomésticos, de los que procede el 65 y el 30% del volumen de negocio de la empresa, quedando el resto a cargo de un mix más heterogéneo en el que habría clientes de hostelería, vending o bienes de equipo. En concreto, el catálogo de la empresa se organiza en torno a cinco líneas –diseño y construcción de matricería; estampación en frío de piezas; conformado de tubo; corte por láser, punzonado y plegado con control numérico por computadora; y trabajos de mecanosoldadura– que Álvaro Herrero, director de Proyectos de la empresa, describe como cuatro minifábricas que forman un conjunto: “Y cada una de ellas te obliga a invertir para contar con la máxima tecnología y ser competitivo”.

Hasta ahora, la línea en la que se integra el nuevo equipamiento contaba con una máquina de punzonado y dos máquinas de corte láser, una de las cuales se sustituye por la actual, que combina ambas funciones. Como resultado, la fábrica pasa a contar con dos máquinas de corte láser y otras tantas de punzonado, lo que aumenta la capacidad de producción de está línea en un 60% y consigue ventajas cualitativas de no menos calado: se automatiza el manipulado, se evita tener que mover el material de una máquina a otra y, en general, se optimiza la distribución de espacios y el tránsito del producto por la planta, lo que se conoce como ‘lay out’. “Todo esto tiene una repercusión directa en la calidad y en la productividad, y nos va a permitir captar más proyectos y compensar internamente las fallas de competitividad que tienes externamente”, explica Álvaro Herrero, que con esto último hace referencia al encadenamiento de dificultades a las que se ha venido enfrentando la fábrica, en línea con la mayor parte del sector, durante los últimos años.

La crisis provocada por la pandemia del Covid-19 en 2020 alcanzó a Jacinto Herrero en un buen momento, en el que arrancaban varios proyectos, un contexto que, más allá de las dificultades que provocó el parón de la producción, permitió que la recuperación de la actividad fuera relativamente rápida tras la reapertura progresiva de los mercados. Cuestión muy diferente, señalan los responsables de la empresa, es la referida a la rentabilidad: a la falta de suministros, las tensiones en las cadenas logísticas y la subida del coste de las materias primas –un 100% en el precio del acero en apenas un año, recuerdan– se le añadieron después dificultades que es más complicado vincular con la crisis sanitaria, pero que han coincidido con ésta, como el fuerte incremento del absentismo. “No sé si a causa de, o coincidiendo con el Covid, pero lo cierto es que antes de la pandemia nos movíamos en índices del 2,5 o el 3% y hoy estamos en el 10%, esto es, de cada diez trabajadores tenemos a uno de baja”, lamenta el director de Proyectos de Industrias Jacinto Herrero. Todo este conjunto de circunstancias, que tienen una incidencia directa en los costes, se ven agravadas por otra igualmente común a buena parte de los sectores económicos, es la cada vez mayor dificultad para acceder a mano de obra cualificada: “Tenemos perspectivas de crecer y captar proyectos, pero la principal preocupación es encontrar gente válida para sacarlos adelante. Por muy robotizados que estemos y por mucha industria 4.0 que seamos, los que sacan adelante a una empresa son las personas”, recalca Herrero.

Un operario trabaja en el control de la nueva máquina combinada de corte láser y punzonado adquirida por Industrias Jacinto Herrero, que ha comenzado a funcionar a pleno rendimiento tras el verano.

La referencia a las oportunidades de crecimiento que identifica la empresa, y que se vinculan entre otras a la inversión en la máquina combinada de corte y punzonado, tienen que ver en parte, y curiosamente, con la situación de incertidumbre que viven algunos mercado, y singularmente el del automóvil. Las dudas sobre la tecnología que sustituirá a los tradicionales motores de combustión, o sobre en qué medida se producirá ese relevo, han llevado a paralizar nuevos proyectos, pero también a que los fabricantes demanden series más cortas a sus proveedores. “Que no se generen proyectos es algo que nos afecta, pero la perspectiva de que el volumen esté más repartido para nosotros es una oportunidad, porque una de nuestras principales ventajas competitivas es la flexibilidad para poder acometer tanto series largas como cortas”, destaca el director de Proyectos de la fábrica cántabra, que señala que una de las principales aportaciones de los equipos que han entrado en funcionamiento tras el verano es poder llevar el corte láser a series de fabricación de menos piezas.

Industrias Jacinto Herrero ha llegado a fabricar hasta siete millones de piezas al año para alguna familia de automoción, y es relativamente habitual que suministre entre 300.000 y 400.000 para alguna plataforma. Pero también hacer 17.000, como es el caso de un componente del salpicadero de un modelo concreto, o incluso sólo 1.700 para su versión con volante a la derecha con destino al Reino Unido. “Las tecnologías que se emplean son diferentes, la parte de fábrica es distinta, y también el precio, pero el servicio lo tiene mi cliente. Hace mucho que nosotros hemos dejado de vender piezas, lo que vendemos es un servicio y un bagaje de conocimiento”.

Trabajos sobre una pieza con destino al sector de electrodomésticos, que supone el 30% de las ventas de la empresa.

La aportación que la suma de las cinco ‘minifábricas’ hace al conjunto de Industrias Jacinto Herrero es fundamental para la competitividad, por la capacidad de respuesta que hace posible y por no depender de terceros para acometer los proyectos. En ese sentido, la línea de matricería se convierte en una parte estratégica. “La fabricación de troqueles y matrices era un mercado de referencia en España y en Europa, pero la competencia de los países de bajo coste hizo que se abandonara y que desaparecieran muchos fabricantes. Nuestra matricería hasta 2012 era para consumo interno, pero ese año hay un amago de volver a traer la troquelería a Europa y nuestros clientes se encuentran con que han perdido a sus anteriores proveedores y nos la encargan”, recuerda Isaac Herrero, gerente de Industrias Jacinto Herrero para explicar el desarrollo de una línea de negocio cuya demanda ha vuelto a caer a causa de las incertidumbres sobre el coche eléctrico, pero que tiene una importancia capital en la actividad de la empresa: “Nuestra competencia tiene que subcontratar esos trabajos, pero nosotros no dependemos de nadie para dar respuesta y el conocimiento se queda dentro de la empresa. Muchos clientes confían en nosotros precisamente por eso”, recalca Álvaro.

Con un mercado que empieza a notar las consecuencias de la inflación y la subida de tipos de interés, Industrias Jacinto Herrero prevé cerrar el año con un ligero aumento de la facturación, y ello pese a la caída que esperan en el último trimestre. De cara al próximo ejercicio, los responsables de la empresa confían en repetir los números, para lo que se plantean crecer en sectores menos vinculados al consumo que los de automoción y electrodomésticos, en un abanico de posibilidades a las que por el momento prefieren no poner coto. “Entrar en un cliente cuesta tiempo y dinero, pero una vez lo has conseguido todo es más fácil. La confianza yo quiero ganármela, no que me la regalen, y una vez dentro seguro que vendrán proyectos mayores y de más valor añadido”, concluye Isaac Herrero.

El tercer cambio de propiedad desde la declaración del concurso de acreedores sitúa a la sociedad anónima deportiva ante un escenario completamente diferente del que ha marcado su funcionamiento durante la última década. Por primera vez desde entonces, la operación se ha concretado con el equipo jugando en categoría profesional y después de cerrar un ejercicio con beneficios millonarios. Todavía con el lastre que suponen los casi cuatro millones de euros de deuda concursal pendiente, con un pasivo total cercano a los 25 millones y tras jugar siete de los diez últimos años en la tercera categoría del fútbol español, el retorno a la Liga de Fútbol Profesional ha confirmado con números las opciones de viabilidad del club y fijado las bases sobre las que los nuevos gestores han planteado sus objetivos: notablemente ambiciosos en lo deportivo y en lo económico en el largo plazo, pero prudentes para el futuro más cercano.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Octubre 2023 Fotos de Nacho Cubero

En un club con la trayectoria del Racing, larga en el tiempo y con tendencia a lo insólito, para bien y para mal, no son muchos los acontecimientos que merezcan calificarse de extraordinarios. Al margen de improbables títulos deportivos, pocos tendrían esa condición novedosa en lo que tiene que ver con la competición, pero tampoco en lo referente a la economía hay demasiadas opciones para transitar por caminos diferentes a los conocidos, y menos aún haciéndolo con perspectivas favorables. Aun con esa abundancia de antecedentes, el último movimiento corporativo vivido por la sociedad anónima deportiva se ha producido en circunstancias tan diferentes a las vividas en otros momentos que dibujan un escenario que bien puede considerarse inédito, y ello pese a tratarse del tercer cambio de propiedad en la última década y a que de él haya resultado la vuelta a la presidencia de quien la ocupó hasta hace solo seis años. La enorme distancia recorrida desde entonces, concretada en lo deportivo con la primera permanencia en categoría profesional desde el descenso a segunda en 2012, da argumentos para considerar que con la compra del paquete mayoritario de acciones por parte de Sebman –la sociedad constituida al efecto por el cántabro Manuel Higuera y el hispanoargentino Sebastian Ceria– se cierra una etapa de provisionalidad en la gestión del club.

Manuel Higuera y Sebastián Ceria, propietarios de Sebman, la sociedad accionista mayoritaria del Racing, junto a los profesionales que se han incorporado a la nueva estructura del club: Felipe Llamazares, nuevo director general, Roberto González, director de Comunicación y portavoz, y Pablo Ruiz, director de Marketing.

Manuel Higuera, el presidente que retoma el cargo en una segunda etapa muy diferente de la anterior, admite que pueda hacerse esa lectura, aunque considera que ya con último propiedad el club había alcanzado una estabilidad que permitía hacerlo: “Sí hubo un momento que era claramente  de transición, cuando nosotros cogimos el club tras la época oscura de la administración desleal, pero con la llegada de Pitma esa provisionalidad ya era más relativa, aunque es cierto que yo siempre tuve la impresión de que estaban de paso”, admite el máximo mandatario racinguista, que asegura que la principal diferencia entre el anterior accionista mayoritario y Sebman tiene que ver con la naturaleza de la operación: “Ellos llegaron en un momento muy complicado y con su aportación garantizaron la supervivencia del Racing, todo con una visión empresaria legítima que implicaba rentabilizar la  inversión. Si dentro de 10 o 15 años nosotros vendemos, también querríamos recuperar el dinero, porque esperamos estar en primera y haber puesto en valor al club, pero la nuestra no es una inversión mercantil”.

La convulsa etapa racinguista que puede darse ahora por cerrada arranca con la declaración del concurso de acreedores en 2011, coincidiendo con la fantasmal presencia de Ali Sayed como máximo accionista y con Francisco Pernía, primero, y Ángel Iglesias, después, como presidentes. Aquella insolvencia fue declarada posteriormente como culpable, y como desleal la gestión de Pernía e Iglesias, que dejó a la sociedad con una deuda de 34 millones de euros y con las cuentas embargadas por Hacienda. A esto siguieron las etapas que Manuel Higuera califica sin ambages como transitorias, primero con una gestora que tras la intervención judicial sustituyó al Consejo de Administración que respaldaba Sayed, y después con él mismo como presidente tras una ampliación de capital cerrada al límite y que dejó la propiedad en manos de más de 10.000 pequeños accionistas. Aunque aquello convirtió al Racing en uno de las sociedades anónimas deportivas con un mayor número de propietarios –algo que aún hoy el presidente del club considera como uno de sus mayores activos– el club funcionó a partir de ahí con una precariedad financiera que se hizo insostenible al frustrarse el ascenso a liga profesional en 2017 y desdecirse el Gobierno de Cantabria del acuerdo de patrocinio que hubiera hecho posible afrontar la deuda con Hacienda. Se produjo entonces la llegada de Pitma –en realidad de sus propietarios, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, que canalizaron su participación en el Racing a través de dos sociedades sin vinculación formal con el grupo– que aportó fondos en forma de acciones, capitalización de deuda y, sobre todo, préstamos, que permitieron la supervivencia del club y la llegada al momento actual.

Ejercicio con beneficios y venta con plusvalías

El Racing cerró el último ejercicio con un beneficio de algo más de dos millones de euros, cumpliendo casi exactamente lo previso en el presupuesto aprobado doce meses antes. Esto último es relativamente habitual desde que la Liga de Fútbol Profesional impusiese su control financiero, pero cerrar una temporada con beneficios millonarios es una circunstancia absolutamente excepcional en el caso del Racing, y única si tenemos en cuenta solo lo acontecido desde la declaración del concurso de acreedores. Esos números aportan la primera de las singularidades en las que se ha producido el cambio de manos en la propiedad del club. Una segunda, de la que no es posible encontrar ningún antecedente, tiene que ver con la propia operación: por vez primera en la historia de la sociedad anónima deportiva, la venta se ha producido con plusvalías, convirtiendo a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz en los primeros inversores que ganan dinero tras su paso por el club, o cuanto menos los primeros que lo hacen sin necesidad de recurrir a las oscuras contraprestaciones o a los negocios paralelos tan habituales en el negocio futbolístico.

Pablo Norberto Ruiz, nuevo director de Marketing del Racing, en la tienda oficial del club, en los bajos de los Campos de Sport del Sardinero.

Aunque los términos de la operación no se han hecho públicos, el importe de la venta del 75% de las acciones que controlaban los propietarios de Pitma se movería en el entorno de los 30 millones de euros, una cantidad que incluye los cerca de 23 millones de euros que el Racing adeudaba a quien fuera su máximo accionista hasta el pasado mes de julio. Alfredo Pérez y Pedro Ortiz habían alcanzado tal condición al capitalizar una deuda de 1,2 millones de euros de un préstamo ya vencido y hacerse con el 100% de Inmoarrabi –rebautizada posteriormente como Retlaw– empresa guipuzcoana que controlaba el 20% de las acciones del Racing tras invertir 800.000 euros en la ampliación de capital de 2015. En total, el valor nominal del 75% de las acciones ahora vendidas se movía en el entorno de los 4,5 millones de euros, con lo que la operación habría dejado una plusvalía de unos 3 millones de euros, a lo que habría que sumar los intereses cobrados por los préstamos al club y el importe de las ventas cruzadas con otras empresas del grupo.

No hay nada parecido a esto último –negocio con otras empresas vinculadas o préstamos del accionista– en los planes de Sebman para el Racing, que también marcan distancias con la gestión anterior en lo tocante a la financiación, una cuestión esta de mucho más alcance en términos estratégicos. Las empresas de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz –la propia Retlaw y Management and Professional Sports Development SL– han venido siendo estos años la única fuente de financiación del club, prestando dinero tanto para hacer frente a la deuda con Hacienda y los pagos del concurso de acreedores como para afrontar gastos corrientes. Una situación esta con la que Manuel Higuera y Sebastián Ceria dicen sentirse incómodos –“no es sana, ni transparente”, asegura el presidente– y que confían en atajar por una doble vía: generando ingresos que eviten la generación de nueva deuda y externalizando parte de la actual. A estas habría que añadir una tercera, ya llevada a la práctica en una de las primeras decisiones tomadas por los nuevos administradores: capitalizar una parte de los préstamos que Sebman se subrogó tras la compra, en concreto cinco millones de euros correspondientes a la antigua deuda con Retlaw, la contratada a un mayor interés.

Durante su comparecencia ante los accionistas en la junta celebrada el pasado 24 de septiembre, Manuel Higuera admitió que la opción de externalizar deuda, que pasaría por conseguir que una entidad financiera asumiera alguno de los préstamos en vigor con las mismas condiciones actuales, es una posibilidad todavía no explorada. Actualmente la deuda del Racing con sus nuevos propietarios, una vez restada la parte que acaba de capitalizarse, es de 19,3 millones de euros. Teniendo en cuenta que durante el presente ejercicio habrá que afrontar el pago de 1,7 millones de euros correspondientes a la deuda concursal, el  objetivo de que esa cantidad no se incremente no va a ser ni mucho menos sencillo de alcanzar. Más realista parece el fin que subyace en ese propósito: que la sociedad anónima deportiva sea capaz de generar recursos para afrontar sus pagos corrientes.

Presupuesto

El presupuesto del Racing para la presente temporada –que coincide con el ejercicio en las sociedades anónimas deportivas– prevé una cifra de negocio de 11,9 millones de euros, que permitiría cerrar las cuentas con un resultado positivo de algo más de medio millón de euros. En esas previsiones, realizadas de acuerdo a los criterios de la Liga de Fútbol Profesional y validadas por esta, se contempla algo más de un millón de euros por traspasos de futbolistas, una partida siempre de difícil pronóstico pero que en un club como el Racing ha servido tradicionalmente para equilibrar los presupuestos o, en los años más afortunados, cerrarlos con beneficios que parecen imposibles de alcanzar por otros medios. Ese fue, de hecho, el caso del último, el cerrado el pasado 30 de junio, en el que los cinco millones de euros recibidos por el traspaso de Pablo Torre al Fútbol Club Barcelona fueron clave para acabar la temporada con beneficios.

El periodista Roberto González, después de tres décadas cubriendo la información del club, se ha incorporado a su organigrama como director de Comunicación.

Por más que en el presupuesto actual los hipotéticos traspasos estén llamados a cumplir idéntica función, los nuevos gestores racinguistas confían en evitar los números rojos incluso si no se cierra ninguna operación de venta de futbolistas. A diferencia de lo que sucedía en otros tiempos, cuando los clubes podían ser casi tan imaginativos como quisieran a la hora de elaborar sus presupuestos, ahora la LFP debe dar por buenas las previsiones de ingresos y gastos, en un juicio basado en gran parte en los antecedentes. Eso explica que los actuales gestores del club consideren que las cantidades que se contemplan en alguno de los capítulos de ingresos puedan verse ampliamente superadas al final de la temporada, lo que permitiría equilibrar las cuentas o incluso cerrarlas en positivo aun sin la aportación de ningún traspaso de futbolistas. Las previsiones de los nuevos accionistas, apenas esbozadas en el presupuesto aprobado por la liga, recogen alguna de las principales líneas de actuación con las que quieren guiar su gestión, marcada por la búsqueda de ingresos para que la viabilidad del club deje de depender en exclusiva de los avatares de la competición. “Queremos hacer una gestión moderna y profesional que nos lleve a tener un club saneado y autosuficiente, con capacidad para invertir en momentos determinados”, resume Manuel Higuera, que insiste en que para ello es imprescindible un cambio de modelo: “Somos una sociedad anónima deportiva y es inevitable que tengamos una vinculación con los resultados deportivos, pero lo que queremos es que estos no sean tan estructurales como lo son ahora”.

Actualmente la mitad de la cifra de negocio del Racing proviene de los derechos de las transmisiones televisivas, una cantidad que cada año se calcula atendiendo a variables como la posición clasificatoria o el número de suscriptores, y que merma hasta casi desaparecer en caso de descenso de categoría. Abonos y taquillas, los capítulos que completan la mayor parte de los ingresos, dependen igualmente de la competición y de la situación deportiva, por más que lo hagan en menor medida que los derechos de televisión. La publicidad y las ventas de la tienda, que hoy tienen un peso menor en las cuentas, serían también las líneas con mayor potencial de crecimiento, tanto respecto a la situación de años pasados como en relación a la previsión que contempla el actual presupuesto.

La tienda: un filón hasta ahora desaprovechado

El caso de la tienda es probablemente el que en mayor medida da cuenta del cambio de modelo de gestión en el club. Durante las dos últimas temporadas el Racing había cedido su explotación a una empresa del grupo Pitma, dentro del modelo de venta cruzada habitual en este conglomerado empresarial y a cambio de solo 35.000 euros. Esta temporada, una vez recuperada la gestión, el club prevé que el punto de venta oficial de camisetas y ‘merchandising’ que se situado en los bajos del estadio del Sardinero aporte 300.000 euros de beneficio, y ello pese a la escasa oferta de producto actual. “La tienda está bien en ubicación y espacio, pero tiene un déficit clarísimo en ‘merchandising’”, señala Roberto González, director de Comunicación del Racing, que destaca que son precisamente esos productos –ropa distinta a la deportiva, artículos de regalo, complementos…– la que puede generar ingresos recurrentes durante todo el año, a diferencia de las ventas de camisetas, que tienen un componente más cíclico. “Ahí tenemos que crecer”, recalca.

Roberto González, periodista con más de treinta años de experiencia cubriendo la información deportiva en Cantabria, es una de las incorporaciones al organigrama diseñado por los nuevos gestores. Otra es la del argentino Pablo Norberto Ruiz como director de Marketing, un cargo desde el que tendrá una responsabilidad directa en esa búsqueda de nuevas fuentes desde las que alimentar la cifra de negocio. Procedente del Racing de Avellaneda, un club de mayores dimensiones a su homónimo santanderino y con una proyección nacional que tampoco se da en el caso del equipo cántabro, Ruiz es un profesional extraordinariamente valorado, responsable de campañas de enorme repercusión en Argentina. “Es un tipo brillante, que propone cosas constantemente. Nos va a ayudar a hacer al Racing más grande”, augura el portavoz del club.

Directivos del Racing posan en El Sardinero con algunos de los patrocinadores del club, tras una reunión celebrada el pasado 27 de septiembre.

En relación con la necesidad de aumentar la oferta de producto en la tienda, al Racing se le plantea la disyuntiva de hacerlo con sus propios medios o de la mano de un especialista en ‘merchandising’, o bien a través de alguna fórmula mixta. Por lo pronto, un primer acuerdo con la cántabra Teiba parece inclinar la balanza hacia la segunda de las opciones. En el club también se espera que Austral mejore su capacidad de suministro de camisetas y prendas deportivas, ante los problemas puntuales de desabastecimiento en tallas y modelos que se han producido en determinados momentos.

Con todo y con ser importante, los de la tienda o los procedentes de patrocinios serían solo una parte de los ingresos distintos a los convencionales que se plantea potenciar el club, si bien sí serían los que más posibilidades tienen de activarse en plazos cortos. Con un horizonte temporal más lejano, Manuel Higuera confía en la aportación que pueda llegar de fórmulas más inusuales: “Tenemos que ser imaginativos para buscar recursos no típicos, por ejemplo a través de participación en sociedades, allí donde veamos que hay capacidad para generar negocio y la inversión sea controlable. Estamos en una fase muy inicial y tenemos que pensarlo y darle forma, pero hay que tenerlo como objetivo”.

Esa búsqueda de ingresos no directamente relacionados con la actividad deportiva está estrechamente vinculada con otra de las ideas en las que insiste el presidente del Racing: convertir a la sociedad anónima deportiva en una empresa con capacidad para hacer inversiones y dotarse de patrimonio: “No podemos seguir como hasta ahora, con el socio mayoritario aportando dos millones cada temporada, y no porque los accionistas no tengamos capacidad para hacerlo, sino porque eso no tiene sentido y hace imposible crecer”, señala.

En un club como el Racing, cuya mera supervivencia ha estado en cuestión hasta fechas muy cercanas, la posibilidad de dotarse de patrimonio puede parecer más utópica que ambiciosa, más aún si se consideran alguna de las actuaciones que se están contemplando, pero Manuel Higuera está convencido de que habrá fórmulas para hacerlo siempre que la empresa consiga atajar los déficits recurrentes que hasta ahora han caracterizado su funcionamiento. Con una acuciante necesidad de espacio en las instalaciones donde entrena el equipo, la idea de patrimonializar al club podía concretarse en la construcción de una ciudad deportiva con capacidad para dar cabida a la actividad que hoy se desarrolla en La Albericia y acoger también al Racing femenino, una categoría en la que actualmente el club carece de cualquier estructura. “Tendremos que pensar dónde y tendremos que pensar cómo, pero no nos podemos quedar como estamos”, concluye el presidente racinguista.

La multinacional australoamericana invertirá 144 millones de euros en su planta cántabra para convertirla en la mayor fábrica de paneles de fibroyeso del mundo. La factoría de Orejo, heredera en 2013 del fallido proyecto de GFB, trabajaba desde 2019 cerca del límite de su capacidad, que doblará ahora con una actuación que contempla también mejoras medioambientales. Con una facturación que superó en 2022 los 48 millones de euros, la filial española de la multinacional fabricante de materiales de construcción emplea a un centenar de personas, una plantilla que se incrementará en 60 trabajadores cuando culmine la ampliación y la nueva línea alcance los niveles previstos de producción, en un plazo de entre tres y cinco años.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2023

Una década después de fabricar la primera placa de fibroyeso, y tras no menos de cinco años moviéndose en los límites de su capacidad de producción, la planta cántabra de James Hardie se prepara para dar un salto con el que casi nadie contaba cuando la fábrica daba sus primeros pasos. Puesta en marcha por la alemana Xella, que se adjudicó la planta de Orejo y su maquinaria en el proceso de liquidación de la fallida GFB, la empresa cántabra pasó en 2018 a manos de James Hardie, multinacional australiana con sede en Estados Unidos que compró a los germanos su división de fibroyeso, que operaba entonces y sigue haciéndolo hoy bajo la denominación comercial de Fermacell. Son ahora los responsables de James Hardie, que cuenta con plantas de fibroyeso en varios países, los que fijan el objetivo de una ampliación que presentaron precisamente cuando se cumplían diez años del inicio de la producción en Orejo: convertir a su filial cántabra en la mayor fábrica de paneles de fibroyeso del mundo.

Fernando Herrera, director de la planta cántabra de James Hardie, durante la presentación de la ampliación. En el panel a su espalda, la evolución de las ventas de la empresa desde que comenzó su actividad, en el año 2013.

Los planes de la multinacional australonorteamericana contemplan invertir 144 millones de euros en la puesta en marcha de una nueva líneas de producción y en la modernización de la fábrica cántabra de Fermacell. La inversión, que por su cuantía se cuenta entre las mayores realizadas nunca por una empresa industrial en Cantabria, servirá para duplicar la actual capacidad de producción, dotar de una mayor flexibilidad a la fábrica en el uso de las materias primas y minimizar la llegada de residuos al vertedero, al permitirle trabajar con más tipos de papel y reutilizar el yeso que antes se veía obligada a desechar.

Salto adelante en capacidad

Fermacell-Orejo fabrica actualmente en torno a 14 millones de metros cuadrados de paneles de fibroyeso, un producto con destino a la construcción de edificios que entra en la categoría de tabiquería seca y que llega al mercado como alternativa a las convencionales paredes de ladrillos y cemento. La actual línea de producción de la planta trabaja desde hace años al límite de su capacidad, de manera que los incrementos en la producción que se han conseguido en este tiempo han dependido de mejoras en la productividad o de las características de lo fabricado en cada momento, dado que la gama de la planta, aunque uniforme en características técnicas, si varía en tamaño del panel, y esta característica incide en las cantidades que es posible producir con los actuales medios. La planta cántabra, que en 2013 se puso en funcionamiento con una plantilla de 30 personas que trabajaban en un único turno, emplea hoy a un centenar de trabajadores a cinco turnos lo que permite producir las 24 horas, siete días a la semana durante todo el año, solo con las paradas a las que obligue el mantenimiento.

Uno de los paneles que fabrica Fermacell, en la actual línea de producción de la planta.

La tabiquería seca, ya sea la de fibroyeso o la elaborada con otros materiales, es un producto que sigue teniendo un uso relativamente menor en España, pero que en otros países ha desplazado ya a la tabiquería húmeda, a la que aventaja en la rapidez con la que permite construir y, dependiendo de cada caso, también por las características con las que puede dotársele. Fabricados a partir de yeso calcinado y fibra de papel, los paneles que salen de la planta cántabra se sitúan en la parte alta de este mercado, debido a su resistencia contra el fuego y a su capacidad de aislamiento térmico y acústico. También se sitúan en el arco superior de precios, lo que no ha sido obstáculo para que la demanda del producto que sale de Orejo haya registrado continuos incrementos desde la apertura de la fábrica, y ello a pesar de la difícil coyuntura económica vivida desde entonces, primero con las consecuencias que la gran recesión de 2008 tuvo en el sector de la construcción y después con la crisis sanitaria y la provocada por la invasión rusa de Ucrania.

Desde que en torno al año 2018 alcanzara los límites de su capacidad productiva, la planta de James Hardie de Orejo se ha movido en la cota de los 30 millones de euros de facturación, para superarla claramente en los dos últimos ejercicios más por el fuerte incremento de los precios de los materiales que por una subida en las cantidades fabricadas. Con la inversión presentada este pasado 27 de junio la planta rompe los límites que encorsetaban su crecimiento, tanto en medios como en espacio. Para quien recorriera las instalaciones de la fábrica en sus primeros años, probablemente sea esto último lo más llamativo, pero lo cierto es que los grandes espacios vacíos de lo que parecía una instalación claramente sobredimensionada –los trabajadores se desplazaban de un punto a otro de la nave principal en bicicleta– han terminado por quedarse pequeños.

Con todo, la parte más importante de la ampliación no es la que se mide en metros cuadrados –se sumarán 11.000 a los actuales– sino la que tiene que ver con los procesos y la tecnología de fabricación. Una vez esté culminada la actuación ahora aprobada, la fábrica cántabra mejorará sus posibilidades de gestión sobre las dos materias primas con las que fabrica su producto, el yeso y la fibra de papel. Esta última podrá obtenerse a partir de tipos de papel que hoy no son aptos para los procesos de la fábrica, lo que debería redundar en mejoras tanto de acceso a esa materia prima como de precio. En relación con el yeso, la adquisición de una nueva recalcándola por 11 millones de euros permitirá emplear material reciclado, sacando partido de la normativa que en el futuro prohibirá que los yesos acaben en el vertedero obligando a reutilizarlos. A estas actuaciones en materia de economía circular se sumarán los dos millones que se invertirán en un nuevo sistema de recuperación de calor, que reducirá en un 20% el gasto en gas.

En términos de producción, cuando culmine la actuación ahora presentada la fábrica cántabra de James Hardie será la mayor entre las que componen el grupo lo que, según destacaron los responsables de la multinacional, la sitúa a su vez en disposición de ser la mayor planta de fibroyeso del mundo. Según los plazos que manejan desde la empresa, la segunda línea de producción de la planta de Orejo estará en funcionamiento durante la primavera de 2025, lo que hará que la planta de Orejo concentre el 35% de la capacidad de fabricación de paneles de fibroyeso dentro de la multinacional de la que forma parte.

Con la ampliación, Fermacell España dará un tremendo salto adelante en su capacidad de respuesta ante un mercado que mantiene un notable potencial de crecimiento, singularmente en España. Las características de los paneles de salen de Orejo les hacen especialmente adecuados para edificaciones singulares o, en general, para aquellos proyectos en los que se valoren las prestaciones por encima del precio. Las condiciones de aislamiento térmico y acústico, así como la resistencia y la protección contra incendios, son especialmente valoradas por aquellos promotores vinculados con los futuros usuarios del edificio, y que por tanto son igualmente los beneficiarios de los  retornos que genera su inversión, en forma de ahorro en el gasto de energía básicamente, pero también en aspectos relacionados con el confort y la seguridad.

Todo lo anterior explica que la mayor parte de la producción de la fábrica cántabra se exporte a países mucho más sensibles a las cuestiones medioambientales de lo que es España. Con todo, en los dos últimos años se ha producido un sensible incremento de las ventas en el mercado nacional, en buena medida impulsadas por la legislación que desde el 1 de enero de 2021 exige que los edificios construidos en España tengan un consumo energético mínimo. El impulso que ello puede suponer para el uso de los paneles de fibroyeso en construcción residencial ha jugado a favor de la ampliación de capacidad de la fábrica española de Fermacell, que en todo caso de ninguna manera renuncia a seguir creciendo allí donde ahora es fuerte, incluyendo los países que ahora encabezan su nómina de clientes, con Francia, Suiza y Dinamarca en los primeros puestos de la lista.