Con una vocación en la que prima lo natural y el control de la calidad del producto, la empresa ramaliega ha desarrollado una amplia gama de productos cosméticos, fabricados en gran parte con la caléndula procedente de sus propios cultivos. Con una facturación que se mueve en el entorno de los 250.000 euros anuales, la producción de Madreselva llega a toda España a través de la Dispronat, empresa distribuidora con la que comparte propietarios.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2023

Es, por producto y por el compromiso en la forma de fabricarlo, un proyecto singular en Cantabria. Taller Madreselva es una empresa familiar fabricante de cosméticos, cuyo laboratorio está rodeado de caléndulas, castaños y robles en Ramales de la Victoria. No solo la cosmética que produce se define como ecológica, también el edificio responde a criterios de respeto al medio ambiente, climatizado mediante geotermia, iluminado por leds e integrado en el entorno. El continente ya habla de una forma de elaborar el contenido, de manera artesanal y natural, y desde una concepción vegana, sin emplear  en ello ningún producto animal. Una filosofía impulsada por el empresario Julián Marcilla y basada en su inquietud por el mundo de la ecología: “También  por el interés por nuestro futuro y el de nuestros hijos, eso hace que en todo momento haya buscado y me haya movido en el mundo de los productos naturales”, explica.

Tareas de recolección de la calédula, de la que posteriormente se extraen los componentes con los que se fabrican alguno de los productos.

Taller Madreselva comenzó en 1983 en Laredo en una pequeñas instalaciones, de forma autodidacta a partir de los conocimientos y estudios del mundo de la naturopatía y de los productos naturales que había realizado su fundador. Cuando en 2013 entró en vigor la nueva directiva europea para el sector, dieron el salto a las instalaciones de Ramales: “Cumpliendo con todos los parámetros e incorporando un equipo para la producción, el márketing y el control de calidad siguiendo las normativas de las administraciones y la Comunidad Europea”.

Para dar el salto se contó con el apoyo en la Agencia de Desarrollo Local del Alto Asón –“que cuenta con un personal extraordinario”, asegura Marcilla– financiación de Triodos Bank –“una entidad ética que solo financia proyectos vinculados con conceptos de sostenibilidad y respeto al medio ambiente”– y los fondos propios.

Según Julián Marcilla, la suya es una empresa única en la región, “porque en este tipo de actividad no hay nadie más en Cantabria”. Se refiere no solo a la elaboración de toda una gama de productos cosméticos, sino a que también cultivan la materia prima con la que los elaboran: “Igual me engaño y hay alguno, pero como cultivadores no hay ni siquiera en España. Somos una empresa innovadora, diferente y creativa, si se me permite decirlo, porque es todo un proceso desde que entra el tractor hasta que sale el producto”. Además, indica, generan empleo en el entorno rural, ya que cultivar los campos de caléndulas de donde saldrán componentes para sus productos supone contratar temporalmente a gente de la zona. La facturación media se sitúa en torno a los 250.000 euros anuales, y las perspectivas son buenas: “En este 2022 hemos empezado a ver el fruto de todo el esfuerzo, y aunque parecen venir tiempos de incertidumbre, tenemos esperanzas muy fundadas en que 2023 nos será propicio”.

Ecológicos de verdad

La calidad de un producto ecológico y verde es una realidad que va más allá de una etiqueta, y que exige una forma de trabajo específica que no todo lo que está en el mercado cumple en realidad, asegura el director de Madreselva: “Ahora hay un bombardeo masivo de la cosmética ‘green’, muchos productos son supuestamente verdes y certificados”. Para producir de acuerdo a la normativa, explica, hay que cumplir unos requisitos en cuanto a los ingredientes de las materias primas: “Eso significa que, por ejemplo, un aceite que se extraiga de forma no sostenible, es decir, que para recolectarlo se entre en un bosque y se arrase con la producción, no se podría certificar. Hay que justificar que no solo que el cultivo es ecológico, sino también que las recolecciones de las materias primas se hacen de forma respetuosa con el medio ambiente”.

Como no puede ser de otro modo, respetar ese proceso limita la consecución de materias primas y encarece el producto: “Si tienes productos de alta calidad, éstos tienen unos costes y salen al mercado también con unos precios competitivos en cuanto a la calidad que tienen, pero no en relación con lo que nos encontramos en el mercado y lo que mucha gente espera encontrar”.

Las etiquetas de ‘sostenible’ y ‘eco’ pueden ayudar a llegar al público, sin embargo, la proliferación de este tipo de productos significa una fuerte competencia para una empresa pequeña como Taller Madreselva. Julián Marcilla considera que la pequeña dimensión de una empresa familiar como la suya puede suponer un inconveniente, ante el poder de márketing y comunicación de alguno de los gigantes que operan en el sector de la cosmética. El fundador de Madreselva menciona expresamente la proliferación del ‘greenwashing’,  una práctica de márketing verde destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica: “A un producto prácticamente lleno de ingredientes sintéticos se le añade un aceite, por ejemplo de rosa mosqueta, y se dice que es natural. Y el consumidor que no está ducho en la materia compra el producto convencido y feliz, pero es un producto totalmente sintético. Eso es un caballo de batalla complicado porque estas empresas tienen todos los medios para comunicar que les permite vender de forma masiva”.

Varios de los productos que elabora Madreselva utilizan como base los componentes de la caléndula que extraen de la plantación anexa al laboratorio. Pero tienen que importar otras materias primas, como diversos aceites vegetales o esenciales, entre los que se encuentran el aceite de argán, el de canela o el de rosa damascena. Las plantas de las que se extraen se cultivan en el sur o el Mediterráneo, o incluso no existen en España y hay que traerlos de Marruecos, el sudeste asiático o la Isla de Madagascar. Importar las materias prima encarece el producto, no solo por la lejanía de su origen, sino por su limitada producción: “Hacemos un aceite corporal hidratante a base de rosa damascena que se cultiva en países como Turquía y Bulgaria, y para el llamado aceite absoluto de rosa damascena, que se extrae de los pétalos, se requieren de tres a cuatro toneladas de los pétalos para obtener un litro de aceite, eso evidentemente pone sobre la mesa que producir un aceite ya encarece muchísimo el producto”.

Algunos productos que compone la gama de cosméticos de Madreselva.

Aunque ya cuentan con proveedores con los que mantienen acuerdos de estabilidad en la compra, se han visto obligados a subir los precios por el alza de la energía,  la gasolina o los transportes: “Nos afecta y nos cuesta muchísimo mantener los precios, hemos tenido que aumentarlos entre un 6% y un 8%”.

Sin embargo, gracias a los campos propios pueden producir uno de los productos estrella de Taller Madreselva, un aceite de caléndula que, apunta Marcilla, cuenta con unas propiedades extraordinarias para las pieles con dermatitis e inflamaciones y que es muy utilizado para los bebés. “La caléndula la tenemos alrededor de nuestras instalaciones, recolectamos en verano, posteriormente hacemos los secados, las maceraciones y las preparaciones. Y luego hay otra serie de aceites, uno antiestrías y otro para la celulitis y reductor que también utilizan este aceite”.

Aprovechar sinergias, abrir mercados

Aunque los precios y la competencia dificultan la entrada en distintos canales, la empresa cuenta con una distribución muy extendida gracias a las redes ya establecidas por otra empresa de Julián Marcilla, Dispronat.

Julián Marcilla con el resto del equipo de la empresa.

Así los productos cosméticos llegan a toda España, islas incluidas, sin olvidar la venta electrónica a través de la web tallermadreselva.com. “La venta online es una parte importante de nuestra actividad porque cada día crece, pero hoy por hoy todavía no es nuestro fuerte. Tenemos nuestros productos posicionados en el comercio convencional y en el canal de las tiendas de productos naturales, herbodietéticas y tiendas de producto ecológico. Un tercer canal son los salones de belleza y estética, para los que hacemos productos exprofeso, y también los centros de formación”. Además, la empresa acaba de firmar un acuerdo con una distribuidora gallega del sector farmacéutico que colocará los productos en Galicia, Andalucía y Madrid.

Según el fundador de Madreselva, la cosmética es un campo que puede ofrecer oportunidades que, de hecho, han dado ya pie al surgimiento de varias empresas en España: “Pero la mayoría no son fabricantes, son una marca para la que otros elaboran los productos. Si tienes inquietud se puede hacer en Cantabria, pero en cuanto a la producción, es más complicado, porque no hay una base climática como para desarrollar materias primas, ya que es necesario calor y clima seco, y eso aquí no es lo que más abunda”.

Otra posibilidad es la de ampliar el cultivo de la caléndula. Tras el éxito de varios productos basados en sus activos concentrados, Julián Marcilla vislumbra la posibilidad de contar con más materia prima sin salir de Cantabria: “Hoy por hoy con nuestra producción de caléndula ya tenemos suficiente para nuestras necesidades, pero he hablado con algunos agricultores ecológicos por si fuese necesario aumentar la producción, porque tenemos mucha demanda. Es una planta muy fácil de cultivar y muchos de ellos ya la conocen. Ojalá se dé el caso”.

Mecánica Brañosera encabeza el grupo empresarial que planea volver a poner en marcha las antiguas instalaciones de Forjas de Cantabria, en un proceso de integración industrial con el que busca multiplicar sus posibilidades de acceder a nuevos mercados y hacer crecer su producción. Con plantas en Requejo y Reinosa y tras superar en 2022 las cifras de facturación previas a la pandemia, la empresa de mecanizado se plantea ahora el reto de recuperar márgenes y retomar el impulso de los ejercicios anteriores a la crisis sanitaria, para el que han sido claves la inversión continua y la diversificación en clientes y sectores.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Febrero 2023

Cerrada desde septiembre de 2021 tras una trayectoria en la que se habituó a convivir con las dificultades, la que fuera planta de Forjas de Cantabria encara su posible reapertura de la mano de un grupo industrial en el que la gestión y el impulso corren a cargo de Mecánica Brañosera (MBR), empresa local metida de lleno en un proceso de crecimiento en el que la histórica fábrica campurriana estaría llamada a jugar un papel importante. Con la aportación del forjado y los tratamientos térmicos, MBR integra un paso más del proceso de fabricación de piezas de acero, y abre las puertas a incorporar otros que le permitan presentarse en el mercado con un producto más acabado y de mayor valor añadido. Las sinergias que se producirían con ello para ambas empresas –Mecánica Brañosera y la que se constituiría para la reapertura– se sumarían a las generadas con el conjunto del grupo que se ha marcado como objetivo volver a poner en marcha la planta de forja, en el que además de Mecánica Brañosera hay empresas con actividad en todas las fases de tratamiento del acero.

Jesús Mediavilla, director de Mecánica Brañosera, en las instalaciones de la empresa en Requejo.

Los planes de los promotores de la reapertura de las instalaciones que fueran de Forjas de Cantabria contemplan una inversión de dos millones de euros para la puesta en marcha de la nueva empresa que, de cumplirse los plazos previstos, estaría en disposición de comenzar su producción este mismo año, con una plantilla inicial de 28 trabajadores. Llegar a ese punto dependerá del acceso a la financiación necesaria para acometer esa inversión, que por su cuantía excede la capacidad de los socios y para la que se busca el apoyo del Gobierno de Cantabria, bien a través de las líneas de ayudas existentes, de préstamos del ICAF o mediante la intermediación con entidades bancarias. “Para echar a andar necesitaremos unos seis meses a partir de que se apruebe la financiación, las líneas de ayuda o lo que se nos proponga”, calcula Jesús Mediavilla, director de Mecánica Brañosera y cabeza visible del grupo promotor de la reapertura, del que por el momento su empresa es la única que ha trascendido. “Son socios con una gran experiencia en el sector del acero, pero también muy comprometidos con la inversión en sus propias empresas, de ahí que necesitemos apoyo financiero externo”.

Fundada en 1976 por Fidel Fernández y Benjamín Vélez, profesionales con experiencia en el sector metalúrgico vasco que volvieron a su localidad de origen para poner en marcha un proyecto propio, Mecánica Brañosera nació para ofrecer servicios de reparación y mantenimiento industrial a las fábricas del entorno: a Sidenor, a la que por entonces era Cenemesa, a Cementos Alfa, a las galleteras Cuétara y Gullón o a la propia Forjas de Cantabria. Con ese planteamiento la empresa crece y, a partir del año 2000 y ya solo con Fidel Fernández al frente, comienza a adquirir maquinaria de control numérico por computación (CNC) y a fabricar sus propias piezas. Casi coincidiendo con la llegada a la empresa de Jesús Mediavilla, nieto del fundador, se produce la crisis financiera de 2008, que frena el crecimiento y abre un periodo de lenta recuperación de la actividad que llega hasta 2012.

Con las cifras de facturación y empleo ya en los niveles previos a la crisis, la empresa encadena inversiones en maquinaria de última tecnología que alimentan un crecimiento de la actividad que solo se vio interrumpido –y de forma mucho menos acusada de lo sucedido con la crisis financiera– con el frenazo provocado por la pandemia. Es en ese marco, y dentro de una estrategia con la que se busca acceder a nuevos mercados, en el que se encuadra la reapertura de la planta de forja.

“A partir de nuestra propia actividad y por nuestros contactos en el mercado, vemos que hay un grupo de clientes que precisan un tipo de producto que nosotros no podemos servirles, que va forjado y tratado. De ahí surge nuestro interés por una planta que tenemos aquí cerca, que es propiedad de Reinosa Forgings & Castings y que responde perfectamente a lo que necesitamos”, explica Jesús Mediavilla refiriéndose a las instalaciones que fueron de Forjas de Cantabria y que considera que podríamos equiparse y ponerse en disposición de producir con los dos millones de inversión previstos. “Lo que pretendemos es, a partir de nuestra actividad principal que es el mecanizado, hacer una integración vertical, no con la fabricación del acero, sino con los tratamientos del acero: forjado, tratamiento, mecanizado y otra vez tratamiento”.

Departamento de ingeniería e i+d en la nave de Reinosa, una de las dos con qu cuenta MBR

En la enumeración de procesos que realiza el director de MBR se encuentran casi todos los eslabones de la cadena de valor del acero, casi con la única excepción del primero de ellos: la fabricación en la acería. El forjado –calentar y golpear la barra de acero para darle forma– sería la fase a realizar en la nueva empresa, a la que se dotaría también de hornos, cubas y granalladoras para hacer tratamientos térmicos, un trabajo que hoy Brañosera tiene que subcontratar en el País Vasco. El mecanizado, la labor de mayor valor añadido, se intercala en ese proceso, dado que algunas piezas se mecanizan después del tratamiento, y vuelven a tratarse tras el mecanizado. “Con la nueva empresa vamos a lograr que toda la cadena de valor del acero se quede en la comarca”, resume Mediavilla.

Previsiones

Las previsiones que maneja el grupo inversor contemplan que la nueva empresa arranque con los 28 trabajadores que se detallan en el plan presentado al Gobierno de Cantabria, pero con la intención de ir incorporando turnos con la perspectiva –realista, según Mediavilla– de alcanzar el tercero en plazos relativamente cortos, lo que supondría moverse en el entorno del centenar de personas en plantilla. La planta fabricaría piezas de entre 20 y 500 kilos en series pequeñas, el segmento en el que se posiciona también Mecánica Brañosera. Sectorialmente los mercados serían también los mismos que hoy se atacan desde la planta de mecanizado: el ferroviario, industria naval, aeronáutico, siderometalúrgico o defensa. También automóvil, aunque no con las piezas que van en el vehículo –que siempre son grandes series– sino con las matrices y troqueles con los que se fabrican: “Trabajamos ya para todos estos sectores, pero al incorporar la forja y el tratamiento podremos hacerlo con otros productos”, destaca el director de Mecánica Brañosera, que considera la diversificación como una de sus claves competitivas: “Nuestra máxima es que ningún cliente suponga más del 10% de la facturación, y ningún sector más del 20”.

Con todo, lo más indicativo del salto adelante que puede suponer el inicio de actividad de la planta de forjado y tratamiento de acero es lo relativo a los mercados exteriores. El plan de negocio de la nueva empresa prevé que la mitad de sus ventas sean fuera de España, y ese es también el objetivo que prevé alcanzar la propia MBR gracias a lo que le aportarán las sinergias con la nueva planta. “Ahora mismo exportamos muy poco, en torno al 5%, y no lo hacemos porque el mecanizado suele hacerse en el país de destino de la pieza. Necesitamos dar un poco más de proceso para saltar esa barrera”, resume Mediavilla, que destaca que la mayor parte de las piezas que se mecanizan en su empresa tienen como destino la exportación, pero quien las vende no es Mecánica Brañosera, sino su cliente: “Hay mucha demanda para el conjunto de las tres actividades, forja mecanizado y tratamiento, y un ejemplo claro lo tenemos en el sector de defensa. Hay muchas oportunidades que esteremos en mejor disposición de aprovechar con el inicio de la actividad de la nueva planta”.

Pieza en fabricación, con el operario atendiendo una de las modernas máquinas que la empresas utiliza en sus procesos.

La facturación de Mecánica Brañosera se movió en el entorno de los cuatro millones de euros al cierre del pasado ejercicio, en lo que supuso superar holgadamente las cifras de 2019 y dejar atrás el impacto que la crisis sanitaria tuvo en la actividad. No ha sucedido lo mismo, en cambio, con el resto de variables que dan cuenta del negocio, en las que siguen dejándose notar los efectos que la pandemia y la posterior invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pese a la cifra récord de ventas, el año acabó sin beneficios debido al fuerte incremento de los costes de la energia –“hemos pagado 200.000 euros en esa partida el pasado año, cuando antes era una cuarta parte de esa cantidad”– y al incremento salarial pactado en el convenio del metal cuando el ejercicio ya había comenzado y era, por tanto, imposible repercutir esa subida en los contratos ya firmados.

De cara al futuro más inmediato, el director de la empresa se muestra optimista, tanto en lo relativo a las ventas como en la corrección de los desequilibrios provocados por las sucesivas crisis de los tres últimos años: “Creo que este año retomaremos una cierta normalidad, con un coste del acero más normal y con un impacto menor del coste de la energía en nuestras cuentas, aunque solo sea por la entrada en servicio de la instalación de autoconsumo que hemos puesto en funcionamiento, con la potencia máxima que nos han permitido y con venta de excedente”, relata Jesús Mediavilla, que cree que con ello se volverá al beneficio y a recuperar la política que ha seguido la empresa cuanto menos desde que se dejara atrás la crisis financiera de 2008: la continua reinversión de los beneficios.

Incluso en el complicado entorno económico del año pasado, MBR invirtió más de dos millones de euros en su planta de Reinosa, adquirida en 2019 y equipada desde entonces para fabricar las piezas de mayor tamaño del catálogo de la empresa. Este año está prevista también ahí una nueva inversión de 1,5 millones de euros para instalar la que sería la mayor de las fresadoras de la fábrica y, según destaca Jesús Mediavilla una de las máquinas más modernas del norte de España. “La tecnología y la mejora continua es lo que nos permite crecer, consiguiendo que los procesos sean más seguros, más rápidos y más cómodos para el operario”. Mecánica Brañosera cuenta actualmente con cerca de 50 trabajadores en una plantilla en la que son mayoría los jóvenes, muchos de ellos formados por la propia empresa. “El ‘know how’ desarrollado estos últimos catorce años, en los que nos hemos dado muchos golpes pero también hemos aprendido mucho, es una de nuestras principales ventajas competitivas. También la tradición industrial de la comarca, aquí no hay que explicar a nadie lo que es una colada, la forja o el mecanizado”, recalca Jesús Mediavilla, que considera que todo ello situa a la empresa en una buena situación para encarar un futuro que, en lo inmediato, considera prometedor: “Creo que vamos a vender más, porque hemos hecho más clientes y porque vamos a ampliar la cartera de producto. Van a ser unos años buenos”, concluye.

Apoyada en una evolución propia de los sistemas de lectura termográfica, la empresa cántabra ha agotado en apenas dos años su capacidad de crecimiento y, tras ser seleccionada por la lanzadera de ‘star-ups’ de Juan Roig, se prepara para multiplicar su actividad mediante un singular modelo de franquicias que permitirá expandirse dentro y fuera de España manteniendo el control y el núcleo de la generación de valor añadido en Cantabria. En colaboración con la Universidad de Cantabria, Feten Domum trabaja en desarrollo del prototipo de una máquina que, junto al software diseñado por la empresa, le dotará de completa independencia tecnológica para encarar los planes de expansión. El sistema, para el que han recibido ofertas de compra de empresas de Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, ha encontrado su principal campo de aplicación en la detección de fugas de agua en construcción, pero su abanico potencial de usos es mucho más amplio.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Octubre 2022

La previsión en cuanto a plazos sigue estando abierta, y es también prudente en relación con las cifras y el alcance que quiere darse al proyecto, pero la referencia del camino ya recorrido y el avance de los trabajos en marcha permite ya esbozar los siguientes pasos de una idea a la que sus promotores conceden un amplio recorrido. A finales del próximo año, o a más tardar durante el primer trimestre de 2024, Feten Domum estará en condiciones de iniciar una expansión que debería llevar a la empresa a contar con entre 50 y 100 delegaciones operativas en España, y a un número más difícil de determinar, pero igualmente significativo, fuera de nuestro país. Se romperán entonces las barreras que ahora limitan la progresión de una iniciativa a la que se ha venido dando forma a lo largo de más de una década, que se concretó en 2019 con la creación de una empresa y que, en los poco más de tres años transcurridos desde entonces, se ha visto desbordada por la acogida que el mercado ha dispensado a las soluciones ofertadas. Con la detección de fugas de agua como principal servicio y la construcción como sector en el que aplicarlo, pero con un abanico de usos mucho más amplio, la tecnología desarrollada por la empresa cántabra se ha convertido en el núcleo impulsor de un proyecto que por sus características, crecimiento exponencial y por tener la innovación como principal ventaja competitiva, encaja perfectamente en la categoría de lo que se conoce como ‘start-ups’.

En las fotos, varios ejemplos de las lecturas que es capaz de hacer el sistema desarrollado por Feten Domum, que identifica variaciones de temperatura a varias profundidades bajo la superficie, señalando a qué corresponde cada una de ellas.

Feten Domum SL es el resultado de la experiencia profesional que, a lo largo de casi veinte años, han ido acumulando sus fundadores, Eusebio Pérez Beláustegui y José Martínez Marco, trabajando en la detección de patologías en construcciones. Utilizando lo  que en origen era una cámara termográfica convencional, de un fabricante norteamericano, fueron desarrollando sus propias soluciones en un proceso que combinaba la mejora de las capacidades de ese dispositivo y el diseño de un software capaz de interpretar lo que este captaba. Se produjo con ello una mejora de las prestaciones que, a partir de determinado momento y después de ponerse a prueba en el mercado, dio como resultado un sistema con capacidades que marcaban una enorme distancia con lo existente. “Las cámaras térmicas están calibradas para ver temperaturas y hacer con ello un mapa”, explica José Martínez Marco, director del Departamento de Arquitectura y proyectos Feten Domum, que detallar las diferencias de su sistema: “Lo que nosotros hemos conseguido determinar es a qué material corresponde cada temperatura, y ver lo que hay a dos centímetros de la superficie, luego a 10 y luego a 16, para después interpretar todo eso con nuestro software. Que nosotros sepamos, esto no es capaz de hacerlo nadie en el mundo”.

El convencimiento que expresan los responsables de Feten Domum, que alguien podría considerar exagerado, ha ido formándose a partir de su experiencia en el mercado, de la acogida que su producto tenía entre sus clientes y, sobre todo, de la respuesta de sus potenciales competidores. Probablemente el caso que mejor ilustra esto es el de la terminal 3 del aeropuerto de Málaga, que tenía un problema de filtraciones que los técnicos de Feten Domum estaban convencidos de poder localizar y solucionar. Fomento licitó los trabajos con un pliego de condiciones al que solo pudieron dar respuesta los cántabros. Tras la adjudicación, la empresa alemana con la que habían competido en el proceso, y que había considerado imposible cumplir las condiciones de la adjudicación, les hizo una oferta de compra y de trabajo: “Dijimos que no, como a otras que nos han ido llegando, pero eso ha servido para confirmar que lo que aporta nuestra tecnología no lo tiene nadie más, y para convencernos de ir adelante con nuestro proyecto”, resume Eusebio Pérez, que dirige el Departamento de Ingeniería e Innovación de la empresa cántabra.

Soluciones

En términos prácticos, la capacidad que tiene el dispositivo desarrollado por Feten Domum para hacer una lectura de temperaturas a diferentes profundidades, y discriminando a qué corresponde cada una, hace posible determinar de forma precisa el origen de cualquier problema constructivo relacionado con fugas térmicas o de agua, lo que permite resolverlo rápidamente y con importantes ahorros para el propietario. Como con el aeropuerto de Málaga, la referencia de alguno de los proyectos acometidos por la empresa es una buena forma de explicar tanto la forma de trabajar como lo que aporta la solución que ofrece la empresa cántabra. El malagueño Palacio de Deportes Martín Carpena tenía problemas de filtración de agua desde su inauguración en 1999, parcheadas y nunca resueltas del todo en los años pasados desde entonces. En enero de 2020 iba a celebrarse ahí la gala anual de los premios Goya, en la noche de un sábado para el que la previsión meteorológica anunciaba lluvia abundante: “Salimos desde aquí el domingo anterior a la gala, con cinco chicos de Cantabria y con el compromiso de solucionar el problema antes del sábado”, relata Martínez Marco, que recuerda que llovió toda esa semana, unas circunstancias que complicaron los trabajos pero que también permitieron ponerlos a prueba: “El jueves ya no caía nada y la entrega de los Goya, a la que asistimos, se celebró sin ningún problema, cuando siete días antes se estaban planteando suspenderla”.

Además de permitir que pudiera tener lugar aquel acto, lo realizado en el Martín Carpena supuso solucionar un problema que se había dado por imposible y ahorrar una cantidad notable al consistorio malagueño: “Les habían dicho que las filtraciones se debían a que la cubierta se movía, por estar construido el edificio sobre una marisma, y que debía sustituirse por completo. Tenían ya un presupuesto de 500.000 euros, y nosotros lo solucionamos por 33.000”. Los responsables de Feten Domum relatan otros casos en los que se han conseguido ahorros ciertamente llamativos sobre otras soluciones presentadas, entre ellos el conseguido en un edifico del Pctcan, en Santander, para el que ya estaba prevista una inversión de cerca de un millón de euros y cuyo problema resolvió Feten Domum por 70.000. “Calculamos que en cuatro años hemos ahorrado no menos de 40 millones a nuestros clientes”, aseguran los responsables de la empresa, que matizan que esa cifra recogería solo lo dejado de gastar en las obras previstas, pero que ese no sería el único ahorro que se consigue: “En la mayor parte de los casos la solución que se había planteado no habría resuelto el problema, porque no se identificaba el punto crítico y este iba a seguir ahí cuando se volviera a construir; era tirar el dinero”, recalca José Martínez Marco.

Fuerte crecimiento

En el tiempo que lleva operando como empresa, Feten Domum no ha hecho más labor comercial que la que se deriva del boca a oído –«cada cliente nos ha traído cinco más”, asegura Pérez Beláustegui– y la que, de forma un tanto inesperada, se ha realizado a través de la presencia en Linkedin, la red social más directamente relacionada con la actividad empresarial: “Mas del 40% de los contactos para nuevos proyectos nos han llegado por ahí”, calcula el director de Ingeniería e Innovación de la empresa cántabra. El resultado ha sido un crecimiento constante en el número de informes realizados: 100 en 2019, 160 el año siguiente, 200 en 2021 y una cifra que se moverá este año en cotas algo mayores, pero no muy alejadas de ese último dato: “Con nuestros medios actuales es imposible hacer más, porque hay informes rápidos, que puedes hacer en una tarde, pero otros llevan días. Ahora mismo estamos al límite de nuestra capacidad, podemos hacer más”.

Llegados a ese punto, el impulso decisivo para dar forma a los planes de crecimiento ha llegado de la mano de Lanzadera, la aceleradora de empresas impulsada por Juan Roig, propietario de Mercadona –uno de los principales clientes de los cántabros– que seleccionó a Feten Domum entre más de un millar de candidatos para tomar parte en su última convocatoria. Además de ponerles en contacto con posibles inversores, una opción que por el momento no contemplan, el análisis y asesoramiento realizado en el marco de Lanzadera sirvió para diseñar una fórmula de crecimiento basada en un modelo de franquicias adaptado a las características del proyecto, en el que además de buscar un modelo de negocio viable para el franquiciado se garantice un flujo de ingresos hacia la matriz que no llegaría por la tradicional vía de los ‘royalties’ y que garantizaría la generación de actividad en Cantabria.

Expansión mediante franquicias

José Martínez Marco y Eusebio Pérez Beláustegui, fundadores de Feten Domum –primero y tercero, de izquierda a derecha– junto al estudiante Óscar Muñoz y el catedrático Pablo Sánchez, ambos del grupo de investigación de la UC con el que han trabajando para el desarrollo de su cámara termográfica.

La clave para conseguirlo es el software propio que ha desarrollado la empresa y la máquina con la que se hacen los trabajos, que actualmente están construyendo de la mano del Departamento de Tecnología Electrónica e Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Cantabria. El objetivo es contar con un dispositivo propio al que trasladar todas las mejoras realizadas hasta ahora en la cámara termográfica con la que trabajan, logrando así una independencia tecnológica casi completa –habrá algunos componentes que tendrán que adquirirse a otros fabricantes– y contar con el elemento clave sobre el que construir el modelo de franquicia: “Lo que haremos será vender la máquina al franquiciado, que hará el trabajo de campo y nos remitirá las fotos para que las procesemos aquí con nuestro software”, explica Pérez Beláustegui, que calcula que la adquisición de la máquina supondrá una inversión de entre 150.000 y 180.000 euros, que podría amortizarse en un año: “El informe más barato cuesta 1.500 euros, y pueden hacerse hasta dos o tres por jornada de trabajo”. A ello hay que añadir, destaca el responsable de Feten Domum, la actividad que puede generarse a partir del diagnóstico que hace el dispositivo: direcciones de obra, la realización de los trabajos de corrección de las anomalías detectadas o certificación de calidad en edificación, por mencionar solo algunas de las áreas en las que ya trabaja Feten Domum y que de ningún modo agotan las posibilidades del sistema.

Los planes de la empresa cántabra contemplan contar con entre 50 y 100 franquiciados en España, una cifra esta última que consideran el máximo que podría absorber el mercado nacional sin comprometer el negocio de cada uno de ellos. La expansión internacional se apoyaría en el mismo modelo, y tendría a México –donde Feten Domum cuenta ya con una delegación comercial– como primer destino. Todos los franquiciados recibirían un curso de formación sobre el manejo de la máquina y el protocolo de trabajo, que tendría una parte ‘on line’ y otra presencial, que tendría que hacerse en Cantabria. La empresa cántabra cuenta ya con un primer prototipo de la máquina, y prevé que el modelo final –que quieren que sea más pequeño y de manejo más sencillo– esté listo a finales de 2023 o durante los primeros meses de 2024. Esa fecha marcaría el inicio del proceso de expansión y el derribo definitivo de las barreras que ahora impiden el crecimiento del proyecto.

Feten Domum cuenta actualmente con cinco trabajadores en plantilla. Con la franquicia en funcionamiento, los responsables de la empresa calculan que el empleo generado en Cantabria sería de no menos de 15 personas. “Pero el potencial real no es fácil saberlo, porque ahora mismo estamos dejando de hacer muchas cosas porque no llegamos”, lamenta Eusebio Pérez, que considera que el campo de aplicación de su sistema llega mucho más lejos de hasta donde ahora se ha empleado: “Sabemos que funciona al cien por cien en construcción, que es el sector que más trabajamos, pero puede funcionar en barcos, en aviones, en instalaciones eólicas… para el CSIC hemos hecho el seguimiento de la lava de la erupción de La Palma… el abanico de posibles usos es amplísimo”, concluye el director de Ingeniería e Innovación de Feten Domum.

Los hermanos Jesús y Alfonso Lamadrid repasan el presente y futuro de Lopsa, empresa dedicada a la venta de material de fontanería y calefacción, azulejos, sanitarios y materiales de construcción que este año celebra su cuarenta aniversario.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Diciembre 2022

“Menos hormigón, lo proporcionamos todo”. Así presentan al unísono Alfonso y Jesús Lamadrid Posadas a Lopsa, una empresa cántabra dedicada la venta de material de fontanería, saneamiento, calefacción, azulejos, sanitarios y materiales de construcción de la que hoy estos dos hermanos de Cabezón de la Sal son sus máximos responsables. Con centros de trabajo en Argomilla de Cayón –sede de su centro logístico y de distribución–, Santander, Torrelavega y Laredo, los titulares de esta empresa que este año conmemora su cuadragésimo aniversario presumen de ser especialistas en productos cerámicos y en muebles y mamparas de baño. “Sin perder nunca de vista la fontanería y la calefacción que dieron origen a este negocio –hoy en día son los únicos partner de la firma Roca Sanitarios en Cantabria, según resaltan–, con el tiempo nos hemos hecho muy fuertes en este segmento de la mano de los principales porcelanistas y azulejistas del país, así como en los sistemas relacionados con nuevas tecnologías emergentes como la aerotermia, geotermia, solar fotovoltaica…”, concede Alfonso.

Alfonso y Jesús Lamadrid, responsable financiero y jefe de compras y personal de Lopsa, respectivamente.

Tras coincidir en señalar en que los espacios expositivos son lo que más ha evolucionado en el diseño del hogar durante los últimos años, ambos destacan el buen momento que atraviesa el sector. “Existe una fuerte demanda, aunque aún persisten algunos problemas en el suministro de materiales y cierta incertidumbre por la elevada inflación”, reconocen.

Sobre la escalada de precios de los últimos meses, tanto Alfonso como Jesús admiten que el coste de los materiales se está moderando, si bien pronostica que aún quedan subidas por llegar en 2023. Como ejemplo, citan el caso de Roca, que ya ha anunciado un incremento del 15% en sus productos a partir del próximo uno de enero. Este escenario, según subrayan, les obliga a cambiar tarifas constantemente. “Antes modificábamos nuestros precios una vez al año, incluso en algún ejercicio ni eso, pero ahora las cambiamos todos los meses”, detallan.

De hecho, afirman que la vigencia de los presupuestos que elaboran es de unos pocos días, aunque explican que tienen cierto margen de maniobra gracias a que cuentan en Argomilla de Cayón con una nave de 5.000 metros cuadrados y otros 4.000 de terreno abierto que les permite almacenar cierto stock y nuevos pedidos. “Así podemos contratar suministros de materiales para obras que se van a ejecutar en agosto del año que viene, pero con el precio y el pago cerrado a fecha de hoy”, advierten.

Con todo, insisten en que los precios en algunos segmentos se han disparado por culpa de los desorbitados precios energéticos. “Hoy el pellet cuesta más del doble que hace un año. Entonces un saco de 15 kg lo sacábamos al mercado en torno a cuatro euros más IVA; hoy, este mismo saco está estable en 8,50 euros más IVA, y aún no ha llegado el invierno”, aclaran. En este sentido, ahondan en que los elevados precios de la luz y el gas han multiplicado la demanda de estos biocombustibles de biomasa granulado a base de madera, hasta tal punto que a mediados de noviembre admiten haber vendido el 80% de todo lo que comercializaron en la campaña pasada.

“El año está siendo bueno, porque se han adelantado mucho algunas compras y tenemos mucha carga de trabajo”, reconocen complacidos, pero se preguntan si la alta inflación, en caso de que persista, no pondrá en riesgo su actual cartera de pedidos: “Todos los materiales de los productos con los que trabajamos han subido más de un 100%: el latón, cobre, zinc, plomo, aluminio, los aislamientos… ¿Cuándo va a parar? Esa es la incertidumbre y lo que está llevando a muchos de nuestros clientes a adelantar sus compras”, conceden. Y ponen un ejemplo: “Hace años decidimos apostar por la teja Terreal, un producto francés de excelente calidad, pero más caro que el fabricado en España. Este año, sin embargo, algunos fabricantes nacionales han subido sus precios más del 2.000 por ciento, mientras que los franceses los han incrementado ‘solo’ en torno al 200 por ciento”. Esto, concluyen, ha tenido una consecuencia directa tanto en la oferta como en la demanda de este producto: “Para nosotros la teja francesa se ha convertido en un producto muy competitivo no solo en calidad, que ya lo era, sino ahora también en precio, multiplicando por dos nuestras habituales ventas de este producto. De hecho, y aunque ya estamos cerca del invierno, cuando apenas se hacen obras en tejados, nos falta teja para atender una demanda que continúa siendo muy alta ante el temor de que el año que viene haya problemas de suministro o de que los precios sigan su escalada”, relatan.

Un año récord

En este sentido, Alfonso, economista de formación y responsable de la parte financiera de la empresa –Jesús, por su lado, ejerce de jefe compras y de personal de una plantilla integrada por veinte trabajadores– admite que este año está siendo un ejercicio récord: “El mejor de nuestros cuarenta años, tanto en gestión, control y volumen de compras como de margen bruto y de facturación”, un capítulo que esperan cerrar con una cifra en torno a los siete millones de euros. De cara a 2023, los dos convienen en que las expectativas son buenas: “Pero con las mismas incertidumbres que todos tenemos sobre lo que pueda ocurrir con la guerra de Ucrania, los precios energéticos y la cadena de suministros, además de con la inflación y los tipos de interés”.

Parte del equipo de Lopsa, en las instalaciones de la empresa en El Campón, en Santander

Pese a este incierto escenario y la creciente competencia de los grandes almacenes de materiales de construcción, Jesús y Alfonso confían en mantener una nómina de clientes compuesta fundamentalmente por empresas constructoras e instaladoras de Cantabria, además de por particulares de la región, aunque también cuentan con algunos clientes en Asturias, País Vasco y las provincias limítrofes de Castilla y León. “Con las grandes empresas –Leroy Merlin, Bricomart, BigMat, entre otras– no podemos competir en precio, pero sí en servicio, calidad y, sobre todo, en conocimiento del sector. Esa es nuestra apuesta”, resumen.

Boom de la rehabilitación

Por otro lado, confirman que la rehabilitación vive un boom, especialmente desde la pandemia. “Las personas quieren adaptar sus viviendas con criterios de eficiencia energética y, los que pueden, además, buscan salir de sus pisos para irse a vivir a una casa unifamiliar”, sostiene Alfonso. “Hay mucha demanda de terrenos cerca del mar para construir, no solo por parte de residentes en Cantabria, sino también de personas de Madrid, Palencia o La Rioja que se han dado cuenta de que esta región no solo es lluvia y lluvia”, corrobora Jesús.

Ambos sostienen que la eficiencia energética ha entrado definitivamente en las casas y citan el caso del País Vasco, donde aseguran que ya existe una normativa que prohíbe la instalación de calderas de gasoil a partir de 2030. “La alternativa es la aerotermia”, afirman los hermanos Lamadrid. Según especifican, esta tecnología, cuyo ciclo trabaja a baja temperatura, permite importantes ahorros energéticos en relación a las clásicas calderas de gas que, según defienden, compensan con creces el mayor desembolso inicial que conlleva su instalación. “Una bomba de calor ofrece un alto rendimiento frente a otros sistemas de calefacción.  Además, las bombas de calor no consumen ningún tipo de combustible fósil o materia prima, y tampoco emite ningún tipo de contaminante hacia el exterior, más allá del recambio de líquido refrigerante cuando se realice mantenimiento. Esto, de cara a cumplir los objetivos de descarbonización de 2050, hace que la aerotermia sea una opción muy recomendable”, sugiere Jesús, que calcula que el 80% de las viviendas de obra nueva y de rehabilitación en Santander y Torrelavega ya están instalando bombas de calor.

En el caso de los paneles solares fotovoltaicos, aseguran que el creciente interés por esta tecnología se mezcla con el desconocimiento que, en general, existe en torno a ella. “Gracias a las subvenciones, diría que existe una cierta demanda, sobre todo para viviendas unifamiliares y negocios, pero en ningún caso que sea fuerte”, sentencia Jesús. En cualquier caso, tanto uno como otro están convencidos de que el futuro está en las energías renovables. “El 90 por ciento de las futuras instalaciones en Cantabria van a ser de aerotermia. Además, creemos que el panel fotovoltaico y la bomba de calor van a ir de la mano, ya que el primero da la energía a la segunda. No es obligatorio que sea así, pero sí recomendable”, subrayan.

A su juicio, la biomasa sería igualmente un buen sistema, si no fuera por los precios actuales de la leña y los pellets. “Iba muy bien a principios de año, pero ahora se ha parado bastante”, aclaran. “Nuestro futuro en Lopsa es halagüeño. Tenemos mucha ilusión y contamos con una plantilla joven y bien formada en la que no hay un comercial al uso. Todos lo somos en algún momento de la semana”, concluyen satisfechos.

Con más de 400 trabajadores en sus instalaciones del Pctcan, NTT Data aspira a convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria, con una apuesta clara por el talento local y las personas. Integrada dentro de un multinacional japonesa que es una de las mayores del mundo en el ámbito de la consultoría, la filial cántabra abrió sus puertas en 2019 y en solo tres años ha conseguido multiplicar por cuatro su plantilla y cuenta con planes para incrementarla en otro 50% antes de que termine 2023. “Nuestro objetivo es generar empleo de valor en Cantabria”, asegura José Antonio Teixeira Vitienes, director de la empresa, que tiene entre sus clientes a los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, compañías aseguradoras y energéticas, así como organismos públicos de todas las administraciones.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Cuando la empresa japonesa NTT Data, proveedora de servicios de tecnología, abrió a finales de 2019 una oficina en Santander, lo hizo con un objetivo fundamental: generar empleo de valor en Cantabria. Así lo sostiene su director, José Antonio Teixeira Vitienes, que es también el principal artífice de que este gigante de la consultoría, la integración y el desarrollo tecnológico que cuenta con presencia en más de 50 países y más de 140.000 empleados en el mundo –17.000 de ellos en España– pusiera sus ojos en la capital cántabra. Desde entonces, los datos avalan el compromiso de esta compañía nipona por el talento local y las personas. En tres años, la empresa con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) ha pasado de contar con una plantilla inicial de poco más de medio centenar de trabajadores a superar los cuatrocientos con los que esperar cerrar el año, una cifra que crecerá hasta cerca de los 600 empleados en 2023, según vaticina Teixeira Vitienes.

“La compañía pivota alrededor de las personas”, insiste en destacar este responsable para quien su misión principal pasa por establecer una estrategia que permita crear empleo en el entorno local y ofrecer a los integrantes de la plantilla, todos residentes en Cantabria, la oportunidad de desarrollar sus carreras profesionales en grandes proyectos realmente transformadores, la mayoría de ellos de larga duración y de carácter internacional.

“Queremos impulsar las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics, por su acrónimo en inglés) y el conocimiento diferencial que nos permita ofrecer servicios de alto valor añadido y de calidad a los clientes de la compañía, independientemente de dónde se encuentren ubicados geográficamente”, precisa este ingeniero de Telecomunicaciones con amplia experiencia en el sector público y privado y que durante muchos años fue también árbitro de la primera división del fútbol español.

José Antonio Teixeira Vitienes, director de NTT Data

Entre la nómina de clientes de clientes de NNTT se encuentran prácticamente todas las empresas del Ibex 35 y todos los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, de compañías aseguradoras y de ‘utilities’ relacionadas con el ámbito energético, así como los principales organismos públicos de carácter nacional, regional o local. A todos ellos, NTT Data les ofrece una amplia cartera de servicios que van desde la propia consultoría estratégica hasta la consultoría tecnológica y la implantación, modelización y transformación de procesos desde un punto de vista tecnológico, explica Teixeira.

Según reflexiona, lo que diferencia a la oficina de Santander de otros centros de trabajo que la compañía tiene en más de una docena de ciudades españolas, como ocurre con los de Salamanca o Valladolid, dedicados exclusivamente al desarrollo de aplicaciones, es que tiene una estrategia muy fijada a la compañía. “Nuestro cometido es organizar equipos en las diferentes unidades de negocio, que son las que realizan la implantación y desarrollo de los proyectos ligados a la transformación digital y el ámbito tecnológico”, indica antes de subrayar que el valor diferencial de NTT Data es que cada persona tiene una misión, “una hoja de ruta dentro de su desarrollo profesional”. Y ahonda en este aspecto: “Aquí el modelo de carrera de desarrollo profesional de cada trabajador es básico, nuclear. O dicho de otro modo, lo primero son las personas, que están siempre en el centro de todo el desarrollo de la compañía. De hecho, como director, no puedo incorporar a un becario si antes no tengo definido un modelo de carrera que le permita, cuando finalice su periodo de formación, continuar en la empresa. Es más, es muy raro que un becario no siga después contratado”, detalla.

Plantilla joven y comprometida

De hecho, si de algo se siente orgulloso este impulsor de la digitalización de grandes compañías es de los trabajadores de la oficina. “Es una plantilla joven con una capacidad de trabajo brutal. Desde el primer momento se les da una responsabilidad muy importante y no te decepcionan porque son capaces de asumir retos en servicios críticos para los clientes”, profundiza.

Sin embargo, el director de la oficina santanderina de NTT Data lamenta que aún persiste un déficit de talento tecnológico en todo el mundo, tal y como apuntan todos los actores de este sector cada vez que tiene ocasión. “Necesitamos que las universidades y los centros de formación generen más talento en este ámbito. Es verdad que es fácil hablar y que lo difícil es ejecutar, pero en los próximos años habrá que agudizar el ingenio y tratar de ofrecer cursos de especialización dirigidos a profesionales que salen de la universidad de ramas que no son muy tecnológicas para darles, digamos, un baño tecnológico. De hecho, nosotros ya lo hacemos internamente”, concede.

En su caso, este ingeniero de Telecomunicaciones admite que, afortunadamente y al menos de momento, a su oficina no le está resultando demasiado complicado retener este talento. “Somos seguramente la [oficina] que más está creciendo con diferencia y la que más talento joven está aportando a la compañía. Parece lógico que para un cántabro o cántabra resulte atractivo poder trabajar en su comunidad en una multinacional como NTT Data en la que, además, cuenta con una proyección de carrera profesional y las mismas posibilidades de crecer que un compañero que lo haga en Madrid”, resume.   Por eso, no esconde la aspiración de la compañía en convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria en cuanto a número de personas, si es que no lo es ya.

“En Cantabria ya hay grandes empresas en cuanto a especialización, que son verdaderos potenciales en transformación digital sin necesidad de tener plantillas muy numerosas. Pero nosotros estamos inmersos en una multinacional y tenemos la capacidad de traccionar a Santander nuevos e interesantes proyectos para la compañía”, anuncia.

NTT Data cuenta con 400 trabajadores en su filial cántabra, que se organizan mediante un modelo flexible incluso desde antes de que la pandemia lo cambiara todo: por contrato, todos los trabajadores tienen tres días de teletrabajo, y los otros dos son ellos quienes deciden si quieren realizar la jornada en su domicilio o en la empresa.

En su haber, Teixeira Vitienes también apunta al modelo flexible de trabajo que impera en la empresa, al que denominan ‘BeFlex’, antes incluso de que la pandemia forzara un cambio en las relaciones laborales. “Por contrato, todos los empleados tenemos tres días de teletrabajo a la semana y los otros dos cada uno decide si quiere seguir en casa o venir a la oficina”, explica.

Tecnologías emergentes

Sobre las tecnologías emergentes que tendrán mayor protagonismo en los próximos años, como pueden ser el metaverso, la inteligencia artificial (IA), el 5G o la realidad virtual, el director de NTT Data saca de la ecuación al Internet de las cosas (IoT), por cuanto entiende que ya es una realidad que permite una mayor eficiencia de los procesos en cualquier ámbito de la sociedad, al igual que sucede con la tecnología ‘blockchain’ que, destaca, “hace posible ‘segurizar’ el intercambio de información y, sobre todo, establecer relaciones empresariales generando mayor confianza”.

Con todo, se muestra convencido de que el futuro vendrá marcado por todo lo que tenga que ver con entornos ‘cloud’ y las tecnologías en la nube, además de la ciberseguridad, una tecnología a la que augura un papel crucial. “Cada vez es todo más tecnológico y cada vez también lo son las operaciones diarias que realizamos como personas. Por tanto, cada vez necesitamos estar más seguros de que el ámbito de actuación en el que nos movemos es fiable. En nuestro caso, nosotros no podemos instalar nada en los portátiles de la compañía. Por otro lado, es verdad que muchas personas de las que no utilizan servicios y aplicaciones digitales lo hacen porque no se fían de su seguridad. Y la necesitamos. De hecho, hoy en día es muchísimo más seguro pagar con la tarjeta que tenemos en el móvil que con la que tenemos en el bolsillo”, advierte a modo de ejemplo.

Digitalización irrenunciable  

Con todo, Teixeira Vitienes advierte que la digitalización es inevitable, también en las pequeñas y medianas empresas. “No concibo una pyme que quiera competir en el mercado actual que no tenga sus procesos digitalizados. Pero ya no solo se trata de digitalizar los procesos, sino también de la absorción interna de esa digitalización”, advierte el director de la oficina cántabra de NNTT Data, que cree que la gestión del cambio es uno de los elementos que se van a tener que abordar con urgencia y garantías todos los que aún no lo hayan hecho: “De nada sirve implantar toda la tecnología en una empresa si luego sus responsables y empleados no saben usarla ni para qué sirve”, puntualiza.

Por eso, insiste en que la capacitación y la formación continua de las personas es fundamental. “Contamos con una universidad propia –NTT Data University–, en Madrid, que es una unidad más de la compañía y la encargada de organizar la formación de todos los trabajadores en los diferentes ámbitos. Por tanto, la empresa no solo se preocupa de que todos tengamos una carrera profesional, sino también de que todos estemos formados. De hecho, nos manda a todos y cada uno de nosotros el listado y las fechas de los cursos, algunos presenciales y otros online, que tenemos que realizar para poder evolucionar en nuestra categoría”.

De lo que, por otro lado, el director de NTT Data no tiene ninguna duda es del tremendo potencial que tiene Cantabria para ser un referente en este ámbito. “Lo único que hay que establecer es una estrategia a medio y largo plazo con la implicación de diversos actores y ser constante, porque no puedes pretender hacer de esta región un polo tecnológico en dos años. Valga de ejemplo nuestro caso, que llevamos aquí más de tres años y ahora es cuando empezamos a despegar”, resume.

Asimismo, resalta el propósito de la compañía de apostar por la idea de “tecnología con corazón”, en referencia a un desarrollo sostenible que, según sostiene, está dentro del ADN de su empresa: “Contamos con expertos que desarrollan proyectos de sostenibilidad para clientes, pero también para nuestra empresa, que muchas veces se convierte en un banco de pruebas de estas iniciativas. Metodologías de ahorro, de sostenibilidad y de eficiencia energética son, por decirlo de algún modo, materias de primer curso en la compañía”.

Teixeira Vitienes asume y reconoce que NTT Data es un gran desconocido para la sociedad cántabra. “Es verdad que muchas personas no nos conocen aún, pero se debe a que hasta ahora hemos estado fundamentalmente centrados en organizar nuestra propia estrategia para que todos lo que se incorporen a la compañía tengan bien planteada su carrera profesional. Una vez sentadas las bases, llega el momento de abrirnos a la sociedad para que nos conozcan mejor, pero queremos que sobre todo nos conozca el talento y ser, si cabe, más atractivos para ellos”, aclara. “Mi mayor orgullo es que una compañía multinacional, la novena del mundo en el ámbito de las tecnologías de la información, haya implantado un proyecto con estrategia en Santander para generar empleo de valor”, remata satisfecho.

Además de afianzar su presencia en Latinoamérica, la tecnológica cántabra aspira a entrar en el mercado europeo de la mano de nuevas aplicaciones técnicas en Fundanet, su producto estrella, que mejoran la usabilidad de este software para la gestión de la investigación sin perder funcionalidad. Durante el último año, la empresa ha reforzado su posición internacional consiguiendo implantarse en ocho países de habla hispana y portuguesa, además de cerrar varias alianzas estratégicas con las que mejora sus perspectivas para el próximo ejercicio.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Enero 2023

La tecnológica Semicrol quiere extender su expansión internacional al mercado europeo y consolidar su presencia en Latinoamérica, fundamentalmente en México, Columbia y Perú, donde ya goza de una destacada implantación. “El reto de los próximos años es acercarnos a Europa”, anuncia su directora general, Natalia Alciturri, quien reconoce que para alcanzar este ambicioso objetivo antes debe afrontar importantes cambios a nivel técnico en Fundanet, el software para la gestión de la investigación que les ha permitido dar el salto al continente de habla hispana y que representa alrededor del 80% de su facturación, que en 2022 superó con creces los cinco millones de euros.

Fundanet, explica la directora general de la empresa cántabra, es un software con mucha capacidad que va acompañado de una capa de servicios de consultoría muy importante, que es la que a la postre permite a los clientes ordenar y optimizar todos su procesos y procedimientos internos de gestión. “Nuestro desafío ahora pasa por hacer un producto más sencillo y más usable, que sea 100% web y con una capa de servicios menor que nos permita dar una mayor escala. Es decir, queremos un producto más estándar y pequeñito que sea autoconsumible para que, con una menor complejidad de consultoría, podamos conseguir su distribución a través de Europa”, detalla Alciturri.

Natalia Alciturri, directora general de Semicrol

“Lo que buscamos en realidad –precisa a continuación– es partners europeos que en sus portfolios de soluciones puedan incorporar los productos de Fundanet”, una plataforma que ya usan más de 150 clientes en ocho países y en la que centran sus esfuerzos y capacidades tecnológicas para conseguir mejorar su usabilidad y que la experiencia del usuario sea “mucho más intuitiva y amigable”. Lo que la gerente de Semicrol descarta, al menos de momento, es lanzarse a conquistar el mercado asiático. “Asia no entra en nuestros planes”, confirma consciente de que hacerlo en Europa, al margen de Portugal, donde ya cuentan con una importante presencia en el ámbito hospitalario, supone todo un reto. “Tenemos mucho músculo y pulmón, pero no tanto”, concede.

Además, aclara que aún hay muchas oportunidades por explotar en Latinoamérica. “Nuestras cifras de negocio allí empiezan a ser interesantes, pero todavía hay mucho potencial de crecimiento en México y Colombia”, un país este último en el que asegura que ahora mismo están en una sólida fase de implantación de Fundanet en la Universidad Militar Nueva Granada. “En ambos casos [México y Colombia] estamos presentes desde hace casi una década y nos está costando. Es evidente que los cambios de gobierno y la inestabilidad política retrasan la toma de decisiones”, advierte sobre las posibles repercusiones que pudiera tener en Perú, el otro país clave en su proceso internacionalización, la reciente crisis institucional desatada por la detención de su expresidente Pedro Castillo.

Líneas de negocio

Lo que sí tiene muy claro Alciturri es que la salud y la investigación seguirán siendo las principales líneas de negocio de Semicrol. “De ahí no nos queremos mover”, afirma con rotundidad sin cerrar la puerta a nuevos nichos, como pueden ser todos los servicios ‘cloud’, una tecnología sobre la que admite que ya han puesto el foco y a la que augura un potencial de crecimiento muy alto en el corto plazo. “Para nosotros, que somos muy prácticos y nos gusta innovar con y para el cliente, los proyectos más interesantes y con mayor potencial vienen de la mano del cloud, de la inteligencia artificial y de la ingeniería de datos”, especifica la directora de la empresa cántabra.

En este sentido, la máxima responsable de Semicrol mantiene que todos los datos, tanto en el ámbito de los ensayos clínicos como de la actividad investigadora, llevan aparejados un mercado que cree que puede ser “muy, muy interesante” para la empresa. Así, incide en la importancia que los datos tienen no solo para saber lo que está pasando sino, sobre todo, qué es lo que va a pasar. “La parte predictiva de los datos es fundamental para poder adelantarse en la toma de decisiones sobre las estrategias de salud. Y queremos aprovecharlo”, sentencia.

Alciturri considera que una de las ventajas de ser una pyme es su capacidad de adaptación a un entorno que asume cada vez más cambiante. “Estamos en los sectores de la investigación, de la salud y de la tecnología, ámbitos todos ellos en los que el componente de datos y de inteligencia artificial es muy alto, lo que nos abre sin duda un abanico de posibilidades que queremos explotar al máximo. A nivel nacional, en Portugal, en Latinoamérica y también ahora en Europa”, concluye.

Balance de 2022

En su balance de 2022, Semicrol destaca la expansión internacional alcanzada por la empresa con la implantación de Fundanet en un total de ocho países de habla hispana y portuguesa. Además, esta empresa, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) y que hoy cuenta con una plantilla de 85 trabajadores, resalta que a lo largo del pasado año se ha mantenido como líder de su sector en España, así como forjar varias alianzas estratégicas que le han permitido mejorar sus perspectivas de cara al futuro inmediato.

Desde que hace poco más de una década iniciara su proceso de internacionalización, Semicrol ha conseguido implantar su tecnología en cerca de medio centenar de entidades de investigación de diferentes países de Latinoamérica, como México, Colombia, Argentina, Chile o Perú, de forma que las ventas de Fundanet en el continente alcanzan ya el 10% de su cifra total de negocio. Con su software, calcula Semicrol, se gestiona en la actualidad el 95% de la investigación biomédica que se realiza en España, desde los ensayos clínicos a los proyectos de innovación, el trabajo de los comités de ética o las carreras científicas de los investigadores, de una manera totalmente digitalizada y segura, y con la posibilidad de hacer una trazabilidad completa de cada paso que se dé en cada proyecto concreto.

Semicrol cuenta con una plantilla de 85 trabajadores

Según destaca la empresa, estas características son, precisamente, las que en pleno proceso de transformación digital de las entidades públicas y privadas, y con las necesidades que ha puesto sobre la mesa la crisis sanitaria mundial, han impulsado la adopción de este software hecho en Cantabria que, además, ofrece varias actualizaciones al año para incluir las novedades normativas o legislativas a las que tengan que hacer frente las entidades e instituciones que lo utilizan.  Un atractivo que, además, se ve fuertemente reforzado por las alianzas estratégicas que Semicrol mantiene con Microsoft y con OpenClinica.

En el primero de los casos, la compañía cántabra es Gold Partner de Microsoft, lo que le permite ofrecer a sus clientes todos los beneficios del Business Intelligence, es decir, transformar todos los datos acumulados en el software Fundanet en información que se muestra en pantalla mediante gráficos y estadísticas que hacen más sencilla la extracción de conclusiones y la toma de decisiones informadas. Esta alianza también permite ofrecer a los clientes de Semicrol los beneficios de Microsoft Azure (servicio de nube) con todas las garantías de seguridad que proporciona el gigante estadounidense. En relación a OpenClinica, la tecnológica cántabra es el partner oficial –el único en España– de este sistema de gestión para ensayos clínicos que permite garantizar la seguridad y cumplir los requisitos de las agencias reguladoras más exigentes a nivel mundial.

A juicio de Semicrol, la confianza de estos dos grandes del sector tecnológico, unida a su también profundo conocimiento del sector de la investigación biomédica después de años de experiencia y colaboración estrecha con entidades de referencia, refuerzan su posición de cara a la consecución de una expansión nacional e internacional tan importante como la experimentada en los últimos años, y muy especialmente en este recién terminado 2022.

Proyectos singulares

Todo ello ha facilitado la participación de Semicrol en algunos proyectos singulares, como el nuevo ensayo clínico sobre las variantes SARS-CoV-2 de Sinovac, a cargo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que ha vuelto a confiar en Fundanet para el seguimiento de los datos de los pacientes participantes después de los buenos resultados del uso de la plataforma en el primer estudio que realizó esta institución para la consecución de la vacuna. De este modo, este nuevo ensayo clínico se suma a los otros ocho de diferente tipo en la lucha contra la Covid-19 en los que ha participado la empresa cántabra de la mano de los hospitales La Paz, La Princesa, Valdecilla y La Fe, el Instituto de Salud Global de Barcelona, el Instituto de Investigación La Fe y la consultora científica Outcomes’10.

Al margen de estos resultados, Semicrol ha conseguido reforzar su posición internacional con la entrada como proveedor de servicios de la red europea EDHEN (European Health Data & Evidence Network), un proyecto internacional cuyo objetivo es la creación de una comunidad científica abierta en la que se compartan grandes volúmenes de datos, de manera segura y también más productiva, que permitan nuevos hallazgos médicos y avanzar así en los tratamientos, las decisiones sanitarias y una mejor atención al paciente.

Nuevas iniciativas

Por otro lado, y junto a su implantación en cada vez más entidades de investigación, Semicrol recalca que su presencia en Latinoamérica se ha visto igualmente reforzada por su participación en el proyecto PeruCris, aún en fase de desarrollo, junto a la empresa italiana 4Science. Se trata, según especifica la empresa cántabra en un comunicado, de una plataforma para la gestión de todo el sistema nacional de ciencia del país andino que facilitará la recogida ordenada de datos, la difusión del conocimiento o el acceso a fuentes, entre otros objetivos, y que beneficiará a todos los actores del sistema (investigadores, instituciones y empresas) y al conjunto de la sociedad.

Otro de los retos en los que la empresa cántabra está trabajando de cara a los próximos meses es el proyecto ‘Evaluación de las capacidades de inteligencia artificial en estudios de investigación de vida real’, dirigido a analizar los diferentes algoritmos de IA existentes con el fin de determinar cuáles de ellos pueden ser de aplicación en los ensayos clínicos y cómo implementarlos para que contribuyan a la generación de conocimiento automático.

Se trata, según destaca la empresa cántabra, de conseguir nuevas y mejores terapias, diagnósticos y recursos al servicio de los pacientes a partir de la gestión inteligente de los datos, un ámbito en el que la tecnológica cántabra atesora una dilatada experiencia como socia de las principales entidades de investigación de España, Portugal y Latinoamérica.

Metida de lleno en su séptima temporada, la joven emisora da por cerrada su fase de lanzamiento, en la que se ha centrado en consolidar su presencia dentro de la oferta radiofónica de Cantabria y en lograr un equilibrio en las cuentas que permita dotarse de estructura y encarar nuevas etapas. Con el deporte como principal gancho y con una programación propia que alcanza las doce horas diarias de emisión, Arco Cantabria Comunicación cuenta con una plantilla de tres trabajadores y coordina la labor de medio centenar de colaboradores. Tras el parón que supuso la pandemia, un paréntesis que interrumpió el cumplimiento de los objetivos comerciales pero que permitió consolidar la relación con muchos clientes, la facturación de la empresa vuelve a crecer en porcentajes de dos dígitos.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2023

Por lo ambicioso y arriesgado del proyecto –poner en marcha una emisora de radio con programación propia– el nacimiento de Arco FM supuso en 2016 un auténtico salto adelante dentro de las iniciativas de autoempleo en el sector de la comunicación. Pasados seis años desde ese momento, y metidos ya de lleno en su séptima temporada radiofónica, el camino recorrido ha venido a refrendar buena parte de los planteamientos de los promotores de la idea, con resultados que han sido notables en lo que tiene que ver con los contenidos y la audiencia, y algo más modestos en términos económicos, donde los objetivos se han alcanzado más tarde de lo inicialmente previsto, en buena parte a causa de la pandemia y sus efectos sobre la economía.

Nano Teja y Jesús García-Bermejo, socios directores de Arco FM, en el local de la emisora en la calle Joaquín Bustamante, de Santander.

Arco FM comenzó a emitir en octubre de 2016, si bien ya venía haciéndolo en pruebas desde abril de ese año. El periodo entre una y otra fecha sirvió, además de para ajustar todo lo que tenía que ver con los aspectos técnicos, para elaborar una programación con la que se buscaba marcar distancias con otras iniciativas similares. “Sabíamos que el deporte iba a ser nuestro producto gancho, pero no podíamos quedarnos ahí”, explica Jesús García-Bermejo, codirector de la cadena, que quería huir del modelo en el que unas pocas horas de programación propia se completan con música y espacios sin ninguna capacidad para diferenciar la propia propuesta: “Para eso basta crear una productora y vender tu programa a otro, sin tener que asumir los costes fijos que implica poner en marcha y explotar una radio”.

La mención a las productoras, y a un modelo de externalización que es habitual en televisión pero no tanto en radio, sirve para marcar distancias con la idea sobre la que nació Arco FM, pero ofrece además una referencia para explicar la fórmula sobre la que la emisora diseñó su parrilla: una combinación de programas propios con otros realizados por colaboradores. Entre los primeros, el espacio diario dedicado al deporte, el ‘magazine’ de mediodía que se emite de lunes a viernes y las transmisiones de los partidos del Racing; con los segundos, los externalizados, se completa una oferta que durante la temporada se acerca a las doce horas diarias, con programas de corte muy variado en los que se busca siempre el enfoque local y se priman los contenidos especializados. “Nuestra idea era entrar como un ciclón, buscando desde el principio diferenciarnos y no competir en aquello en lo que las grandes emisoras son imbatibles. Porque el reto era posicionar la radio dentro de la enorme oferta que hay, algo que es muy complicado pero que creo que hemos conseguido”, asegura Jesús García-Bermejo.

La tarea de dotar de contenidos a la programación, sobre todo en la parte que se alimenta con aportaciones externas, entronca directamente con el modelo de negocio sobre el que se asienta la empresa. Analizada la propuesta, y una vez se considera que esta encaja en lo que busca para la parrilla de programación, el colaborador puede optar entre dos fórmulas: abonar una cantidad a cambio del tiempo de emisión y el uso de los estudios, reservándose como ingresos el importe de toda la publicidad que contrate para su espacio; o bien no pagar nada por la emisión y llevarse un porcentaje de la publicidad que contrate, quedando el resto para la emisora. “Esto último permite poner a prueba la idea sin correr riesgos, en tanto que el primer modelo, el de las productoras externas, es al que suelen optar quienes tienen un producto más asentado”, explica el director de Arco FM. Actualmente se emiten una treintena de programas, que implican la labor de medio centenar de colaboradores. De ese número, calcula García-Bermejo, en torno a dos terceras partes han tenido continuidad desde la primera temporada, y algunos de ellos han pasado a operar como productoras tras haber iniciado la aventura bajo la fórmula alternativa.

Periodista con experiencia en varios medios de comunicación –entre ellos los ochos años en los que fue redactor de Cantabria Negocios–, Jesús García-Bermejo creó Arco Cantabria Comunicación junto a Nano Teja, que a su vez contaba con una larga trayectoria en tareas técnicas en el campo del sonido y de la radio. Los perfiles profesionales de ambos fueron los principales pilares en los que se apoyó la puesta en marcha del nuevo medio de comunicación, muy por delante de la inversión. “Siempre tuvimos claro que no podíamos cargarnos con una mochila de deuda, ni para poner en marcha el proyecto, ni para hacerlo crecer”, explica el periodista, que considera que lo imprevisible del sector de la comunicación desaconseja asumir compromisos que posteriormente pueden convertirse en un lastre para la empresa. A partir de ese planteamiento, la financiación en la fase de puesta en marcha fue sobre todo en forma de trabajo: “Los dos socios sabíamos que difícilmente íbamos a tener ingresos durante al menos los dos primeros años, y que al tiempo íbamos a tener que asumir todas las tareas: los contenidos y la parte técnica, que eran las que se correspondían con nuestra formación y experiencia, pero también la administración o la parte comercial”, recuerda García-Bermejo, que confirma que el tiempo refrendó aquellos pronósticos, a los que añadió además el punto de dificultad que supuso la crisis sanitaria del covid-19: “Los dos primeros años fueron muy duros, y cuando conseguimos equilibrar las cuentas llegó el coronavirus”.

Como en cualquier otro medio de comunicación, la publicidad aporta la mayor parte de los ingresos de Arco FM –lo que llega por los alquileres del tiempo de emisión que pagan las productoras es residual– con una mayoritaria presencia de hosteleros y comerciantes entre sus anunciantes. Con el cierre de ambos sectores debido al estado de alarma sanitaria, los responsables de la empresa optaron mantener la emisión de las cuñas, pero suspender su cobro. “Tanto para quien se había visto obligado a cerrar como para cualquier otro cliente, a no ser que él expresamente nos indicara que su actividad no se estaba viendo afectada por el confinamiento. Pasamos dos o tres meses muy complicados, pero creo que a la larga aquella decisión nos ha beneficiado”, señala Jesús García-Bermejo, que además de dirigir Tiro al Arco, el programa diario de actualidad deportiva, es también quien se ocupa de las tareas más directamente relacionadas con la gestión de la empresa. El frenazo al que abocó el coronavirus volvió a alejar el punto de equilibrio en las cuentas y retrasó el cumplimiento de los objetivos comerciales que se manejaban, pero la relación con los clientes se vio en gran medida reforzada, y mantener la emisión y la programación sin apenas cambios permitió que no se viera afectada la que siempre ha sido la principal meta de los responsables de Arco FM para esta fase de lanzamiento: consolidar la emisora dentro de la oferta radiofónica de Cantabria.

Además de la tradicional emisión por las ondas –en el 103,2 de la FM–, la programación puede seguirse a través de la web y, desde hace cinco temporadas, buena parte de los programas se emiten también por Youtube –incluyendo directos desde  octubre de 2020– en un modelo de radio televisada en el que Arco FM ha sido pionera. Más allá de lo que está multiplicidad de canales aporta en las formas de llegar a los oyentes, los canales ‘on line’ permiten medir audiencias con un nivel de detalle al que no llegan los informes convencionales, realizados a partir de encuestas que dejan fuera de foco a los medios más pequeños. Según los datos del seguimiento ‘on line’, la emisora cuenta con 10.000 usuarios habituales en el canal de Youtube por el que emiten su programación y suma 3.500 pinchazos diarios en su web y aplicaciones móviles. Los programas diarios de ‘Tiro al Arco’ superan las 3.000 visualizaciones semanales en Youtube y las 2.000 descargas en ‘podcast’ y, junto a las retransmisiones en directo, suponen el principal impulso de la continua interacción con los oyentes, que se concreta en más de 400 wasaps semanales y en 115.000 impresiones en redes sociales. En la transmisión del partido de copa entre el Linares y el Racing, el pasado 22 de diciembre, el canal de Youtube de Arco FM batió sus mejores registros de audiencia, al llegar a contar con 1.096 personas simultáneamente siguiendo la narración y contabilizar 8.143 en el total del encuentro, rueda de prensa y postpartido.

La evolución ascendente de esas cifras, y la impresión general que le transmite la relación con oyentes y anunciantes, aporta la base argumental en la que se apoya Jesús García-Bermejo para considerar cubierta la fase de lanzamiento de la emisora y alcanzado el objetivo de posicionar la marca dentro del competido mercado radiofónico local. Algo más lejos, admite, está alcanzar el horizonte comercial al que apuntaba la empresa en sus planes iniciales. Cuando llegó el coronavirus, la facturación crecía a ritmos del 30% en el dato interanual y, tras el paréntesis de lo más duro de la crisis sanitaria, se mueve ahora en el entorno del 25% de incremento trimestral: “Pero seguimos en cifras muy modestas, que estoy convencido de que están muy por debajo de las que tendríamos de no ser por la pandemia”, lamenta el codirector de Arco FM que, por otro lado, destaca que pese a ello la emisora ha conseguido seguir creciendo sin comprometer el equilibrio en las cuentas.

Javier del Río, en la imagen entrevistando al capitán de Racing, completa la plantilla de la emisora, que tiene en el deporte uno de sus principales contenidos. Para las transmisiones en directo se cuenta también con Rubén Gutiérrez y Pablo Puente como comentaristas.

Ahora mismo, y además de dar trabajo a los dos socios, la empresa cuenta con otro periodista en plantilla, empleado en el área de deportes. Los contenidos deportivos constituyen el núcleo de la oferta de la emisora, y es también ahí a donde se destinan los principales recursos, más allá de los gastos fijos que suponen la emisión, los alquileres y los suministros. A diferencia de buena parte de los medios que cubren la información del Racing, Arco FM sigue al equipo en la mayor parte de sus desplazamientos, un gasto que habrían podido eludir esta temporada, dado que todos los partidos ligueros del equipo cántabro se emiten por televisión. “Pero siempre hemos considerado que hay que viajar, que es la forma de diferenciarnos. Cuando no lo hacemos es porque por fechas y horas de partido es imposible organizar el desplazamiento y la retransmisión. En esos casos, que son pocos, sí recurrimos a la televisión”, admite Jesús García-Bermejo, que está convencido de que esa forma de trabajar ha sido clave para generar una comunidad de oyentes en torno a la cadena.

La contrapartida es la repercusión que ese compromiso tiene en los costes y en el equilibrio entre ingresos y gastos, siempre precario teniendo en cuenta las cifras que maneja la empresa y su negativa a recurrir a financiación externa. “Son pasos que medimos mucho, porque te elevan el suelo de facturación que necesitas para cubrirlos. Pero por otro lado también son un estímulo que pone tensión a la labor comercial, y eso no es malo”, concluye el codirector de Arco FM.

La planta campurriana, que fabrica ferroaleaciones encapsuladas con destino a acerías y fundiciones, pondrá en servicio en febrero una segunda línea de producción y tiene previsto tener en funcionamiento a mediados de año su filial en Brasil, la primera dentro de unos planes a los que espera dar continuidad con nuevas aperturas en otros países. La internacionalización de la empresa, cuya facturación cerrará este año en cifras que doblan ampliamente a las de antes de la pandemia, le permitirá crecer en mercados de alta demanda pero donde ahora no es competitiva debido al coste del transporte y la logística. Con el aumento de la capacidad de fabricación de Reinosa, y con el alivio que supondrá la aportación de su filial, la factoría cántabra prevé dar continuidad al crecimiento de los últimos ejercicios, en los que ha tenido que frenar su impulso comercial por el riesgo de no poder atender a sus clientes.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Enero 2023

El pasado 14 de diciembre, en un acto con presencia de autoridades regionales, trabajadores y todos los directivos de la empresa, Global Metwire Injection (GMI) presentaba las que eran las últimas inversiones de la empresa, destinadas a la remodelación de su edificio de oficinas, la puesta en marcha de una recuperadora de material y a una instalación fotovoltaica que proveerá de energía a la planta. Aunque la relevancia que se dio al evento pudiera hacer pensar en que allí se celebraba la consecución de alguna meta, lo cierto es que todas esas actuaciones no hacían sino dar continuidad a un proceso al que no es sencillo poner un punto de arranque pero que desde luego no tenía su punto final en estas actuaciones, que avanzan en un camino que alcanzará hitos de no menor trascendencia en los próximos meses. Con los pasos ya dados, y con los que se darán entonces, la empresa de Reinosa aumentará su capacidad para dar respuesta a los mercados que atiende actualmente y quedará en disposición de crecer en otros donde ahora no es competitiva, y todo ello fabricando de manera más sostenible y avanzando hacia la independencia en el suministro energético.

José Manuel Fariñas, director comercial de GMI, a la izquierda, y Gabriel Pieren, director de Sostenibilidad de la empresa cántabra, con una de las bobinas de acero en las que se encapsula el producto que se fabrica en la planta de Reinosa.

Dedicada a la fabricación de ferroaleaciones encapsuladas con destino a acerías y fundiciones, GMI nace cuando José Luis Carmona compra en 2011 Metalslag, la filial que la empresa vasca Ilarduya tenía en la capital campurriana. En aquel momento la planta ya contaba con una línea de fabricación desarrollada a partir de tecnología propia, con la que había alcanzado resultados notables en términos de calidad. La ferroaleaciones son materiales que se añaden al acero líquido en la cuchara, tanto en acerías como en fundiciones, para conseguir las características que se buscan en el acero. En el caso de las fabricadas por GMI, esas mezclas se introducen –encapsulan– en un hilo de acero que se sirve en bobinas, y del que acerías y fundiciones añaden la cantidad que necesitan en sus coladas. Como ventajas respecto al uso de ferroaleaciones a granel, en las que el operario añade los aleantes a paladas, con el encapsulado se consigue una mayor precisión en la mezcla y que el fundido se produzca en el fondo de la cuchara, evitando la generación de gases y las pérdidas. Dentro de esa categoría de producto, la maquinaria que Ilarduya desarrolló para su planta campurriana –en un trabajo a tres bandas: con su propio departamento de ingeniería, con una empresa de perfiladoras y con otra que trabajaba para la industria farmacéutica, que fue la encargada de  poner a punto el sistema de dosificación– destaca por su nivel de precisión: “En números, nuestro mayor competidor, una empresa alemana, trabaja con un 2% de desviación máxima, nosotros lo hacemos con un 0,2%”, explica José Manuel Fariñas, director comercial de GMI.

Bobinas de acero y sacos con los aleantes que suponen la principal materia prima de la fabricación de GMI, en una de las dos naves con que cuenta la fábrica de Reinosa.

Aquel momento fundacional de la empresa y el punto diferencial que su maquinaria aportaba al producto –mejorado tras la adquisición por parte de José Luis Carmona con actuaciones que aumentaron el nivel de calidad, seguridad y automatización– bien pueden señalarse como punto de partida de los sucesivos planes de inversiones que han dado lugar a la GMI de hoy. Cuando fue adquirida por su actual propietario, la planta campurriana fabricaba 2.000 toneladas de producto, facturaba 7 millones de euros y tenía 12 trabajadores en plantilla. Al cierre de 2022, la producción rondará las 10.000 toneladas, la plantilla es de 24 trabajadores y la facturación se mueve en el entorno de los 40 millones de euros, una cifra esta última que dobla la registrada en 2019, antes por tanto de que la crisis sanitaria diera un vuelco a la economía mundial, y también al mercado que atiende la empresa cántabra. El salto que registran las cifras, tanto en los dos ejercicios posteriores a la pandemia como, sobre todo, desde que la empresa iniciase su nueva andadura en 2012, dan cuenta tanto del proceso de transformación al que han dado lugar las actuaciones acometidas en este tiempo como del éxito de la estrategia seguida en ese tiempo para hacer crecer la base de clientes a los que se atiende desde Reinosa.

De hecho, es esta última variable, por encima de los datos de producción y ventas –condicionados ambos por los ciclos de mercado y las variaciones en los precios– a la que concede una mayor relevancia José Manuel Fariñas: “Aun habiendo frenado el esfuerzo comercial por estar al límite de nuestra capacidad, seguimos ganando unos pocos clientes cada año. Con la entrada en funcionamiento de la nueva línea esperamos crecer nuevamente en valores mucho más altos”, estima el director comercial de GMI. Las ferroaleaciones que fabrica la empresa llegan actualmente a 150 clientes en 52 países distintos, en una nómina que incluye a gigantes del acero, como Arcelor Mittal, Tata, Acerinox: “Para muchos de ellos somos proveedor único, que es una condición que en este sector tienen muy pocas empresas en el mundo”, destaca Fariñas.

Crecimiento

Cuando nació GMI, y como consecuencia de la estrategia seguida por el anterior grupo propietario, la producción de la planta reinosana tenía como principal destino

El presidente de GMI, José Luis Carmona (segundo por la izquierda, de pie), junto a buena parte de los trabajadores que componen la plantilla de la empresa cántabra.

las fundiciones, un sector que por las características de su producción valoraba especialmente las ventajas que ofrecen las ferroaleaciones encapsuladas. tras la adquisición de la empresa por parte de José Luis Carmona fue trasladar ese modelo de éxito a las acerías, un mercado de enormes dimensiones y que, sobre todo en la parte relativa a aceros especiales, podía ser igualmente receptivo a la precisión y minimización de pérdidas y errores que permite el uso producto de GMI. “En acero común la competencia es sobre todo en precio, pero en fundiciones y aceros especiales, con una producción de más valor añadido, podemos hacer valer las ventajas de nuestras ferroaleaciones encapsuladas y de las soluciones a medida que ofrecemos a nuestros clientes”, explica el director comercial de la empresa cántabra.  La mezcla de aleantes que va dentro del tubo de acero en el que se sirve el producto, detalla Fariñas, es siempre una receta desarrollada por GMI a partir de las indicaciones que el cliente hace sobre las propiedades que quiere dar al acero que fabrica. Los requerimientos y la capacidad que exige esa labor, unidos a la mínima desviación que garantizan los procesos de la planta cántabra, explican el grado de competitividad alcanzado y, en último término, han sido la base sobre la que se ha sustentado el crecimiento en producción y ventas experimentado durante la última década.

El último impulso a ese proceso expansivo llegó, paradójicamente, como consecuencia de la pandemia, y ello a pesar de los efectos negativos que esta tuvo sobre la buena parte de la producción de acero en todo el mundo. “A diferencia de muchos de nuestros competidores, que se vieron obligados a parar bien por cuestiones de salud o por falta de suministros, la buena gestión interna que hicimos desde el primer día, y el estar considerados como una industria esencial, hizo que no dejásemos de fabricar en ningún momento, y llegar a clientes a los que les había fallado su suministrador”, relata el director comercial de GMI, que calcula que durante el año de la pandemia la producción de la planta campurriana apenas se redujo en 200 toneladas, una cantidad mínima teniendo en cuenta las circunstancias que vivió la industria de todo el mundo, y que llevaron al cierre a algunos de los competidores de la empresa cántabra.

La máquina recuperadora de material, que permite minimizar la generación de residuos, es una de las últimas inversiones realizadas por la empresa.

La situación en la que ha quedado el mercado tras la pandemia, tanto en términos de oportunidades como de incertidumbres y amenazas, pone marco a las inversiones presentadas el pasado mes de diciembre, y a las actuaciones que llegarán a lo largo del ejercicio que acaba de comenzar. Los objetivos de las primeras, las dadas a conocer en el acto celebrado en las instalaciones de Reinosa, entroncan directamente con cuestiones relacionadas con el medio ambiente, una materia que, junto a la seguridad laboral, tiene una posición central en los planes de la empresa. La puesta en marcha de la recuperadora de material permitirá dar un nuevo uso al 90% de los residuos que generan los rechazos de fabricación –que tienen su origen en dos fases del proceso: los ajustes previos de la máquina y la recogida de muestras– evitando el coste de su tratamiento y generando economía circular por una doble vía: el acero de los tubos se vende como materia prima a acerías y fundiciones, en tanto que los aleantes vuelven a usarse en los encapsulados que fabrica GMI. “La recuperadora supuso una inversión inicial de 340.000 euros, aunque con posterioridad a su entrada en funcionamiento en febrero se le han hecho mejoras que han elevado ese cantidad”, explica Gabriel Pieren, director de Sostenibilidad de GMI, que en todo caso calcula que la amortización es muy rápida: “Depende de lo que estemos fabricando en cada momento, pero en tres meses de producción normal podemos generar ya un retorno mayor a lo que ha costado la máquina, o incluso solo en uno si se trata de aleantes de mayor coste”.

La entrada en servicio a pleno rendimiento de la instalación fotovoltaica de 125 kilowatios, presentada en diciembre pero parcialmente en funcionamiento desde primavera, ha supuesto una inversión de unos 120.000 euros, amortizables en cuatro años pero con una relevancia estratégica que va más allá de estas cifras. “Conseguimos  ser prácticamente independientes en el suministro energético, de manera que mantendremos un proveedor solo para algunos días de invierno o muy nublados, en los que no nos baste con la electricidad que producimos nosotros”, apunta Gabriel Pieren, que lamenta que la legislación española impida vender a la red los excedentes generados durante los dos primeros años de una instalación, algo que sí se permite en otros países y que haría incluso más rentable la inversión en renovables para autoconsumo. “De cualquier forma, y en nuestro caso, lo que nos aporta la planta fotovoltaica no solo se mide en términos de rentabilidad o independencia en el suministro, además nos permite avanzar en nuestros objetivos de sostenibilidad, medir nuestra huella de carbono y ayudar a clientes y proveedores a hacer lo mismo”, destaca el director de Sostenibilidad de GMI, una de las pocas empresas del sector que cuenta con este cargo dentro de su organigrama.

La aportación de la instalación fotovoltaica se moverá en máximos con la entrada en funcionamiento de la segunda línea de fabricación, prevista para este próximo mes de febrero. Actualmente GMI Reinosa fabrica en tres turnos con su única línea, pero lo hará en dos –eliminando el nocturno– cuando comience a operar la nueva. Además de lo que supone en términos de conciliación para los trabajadores, la desaparición del turno de noche permite optimizar el rendimiento de la instalación fotovoltaica y reducir al mínimo el consumo de energía del proveedor externo.

Parte de la plantilla, en la azotea donde se han instalado placas fotovoltaicas que permitirán a la planta cántabra ser prácticamente autosuficiente en consumo eléctrico.

Con su actual estructura –una línea de fabricación y tres turnos de trabajo– la planta campurriana se encontraba al límite de su capacidad, una situación que se verá aliviada con la entrada en funcionamiento de la nueva línea y, a partir de mediados de este año, con la apertura en Brasil de la primera filial de GMI. La fábrica cántabra exporta hoy en torno al 80% de su producción –algo más en términos de facturación–, sobre todo a países europeos y, en menor medida, en Latinoamérica, Estado Unidos y Canadá. “En estos mercados del otro lado del Atlántico, de fuerte crecimiento, nuestra presencia es mucho menor de lo que podría ser, porque el nuestro es un producto que viaja mal”, explica José Manuel Fariñas que apunta algunos datos que ponen de manifiesto lo complicado que es mantener la competitividad cuando hay que enviar el pedido a destinos muy alejados de la planta: “En un contenedor de 24 toneladas solo podemos llevar 9 toneladas de producto, el resto es el acero de las  bobinas”. Esos costes logísticos dificultan enormemente que los encapsulados de GMI compitan con los fabricados por proveedores más cercanos al cliente pero, pese a ello, en torno a un 30% de la producción de Reinosa cruza el océano con destino a acerías y fundiciones americanas. “Esto da una medida de lo competitivo que es nuestro producto, pero sobre todo del potencial de crecimiento que tenemos fabricando allí y en otras zonas del mundo donde se concentran los principales fabricantes de acero, como la India, donde también queremos estar presentes”, anuncia el director comercial de GMI.

El inicio de la fabricación en la planta de Brasil liberará a Reinosa de la parte de producción que hoy destina a los mercados americanos, lo que unido a la aportación de la nueva línea completa el aumento de capacidad con el que a partir de ahora podrá darse respuesta a la demanda creciente de zonas más cercanas a la planta, sobre todo de países de la UE. “En los dos últimos años hemos dicho que no a clientes para evitar el riesgo de no poder servirles. Ahora podremos hacerlo”, destaca Fariñas.

Que una acería se vea obligada a parar por falta de suministro es una de las máximas preocupaciones para quien provee del producto, y un problema que GMI ha podido eludir tanto durante la pandemia como tras el colapso de las cadenas logísticas que se produjo con posterioridad a esta. Como el resto de competidores, lo que no ha podido es salvar el desorbitado encarecimiento de las materias primas que se ha registrado desde el otoño de 2020. “Una locura, nunca habíamos vivido una situación similar”, resume el director comercial de GMI. Con una producción en la que el mayor peso corresponde a los productos de alto valor añadido y, por tanto, relativamente a salvo de la competencia en precio, la empresa cántabra ha podido repercutir esos incrementos en sus tarifas, pero eso no la pone a salvo de los riesgos: “Con los actuales precios de la energía siempre existe la posibilidad de que nuestros clientes paren o, cuanto menos, reduzcan la producción”, lamenta Fariñas, que admite que la situación se ha visto aliviada con la entrada en vigor de mecanismos como la excepción ibérica, pero sin despejar del todo las incertidumbres: “En mayo se hablaba de reducciones del 70% y no se ha llegado a tanto. Pero podemos estar en caídas de un 20% en acero común, y de en torno al 10% en aceros especiales, que es nuestro principal mercado. No lo hemos sufrido tanto como otras empresas, pero el problema está ahí y supone la principal amenaza para poder cumplir nuestras previsiones”.

Llevar el sector del gris al verde

Los planes de GMI para el ejercicio que acaba de comenzar conceden una gran relevancia a las cuestiones medioambientales, una materia que guiaba también la mayor parte de las inversiones presentadas en diciembre y que tiene una posición central en la estrategia de la empresa. “El objetivo es ser pioneros en sostenibilidad en el sector del acero, y guiarlo en la conversión desde una imagen y realidad gris, que por desgracia es la que hoy se percibe, a otra verde”, explica Gabriel Pieren. En ese camino, la empresa tiene previsto certificar este año su sistema de gestión de acuerdo a las especificaciones de la norma ISO 50.001, que acredita la eficiencia energética, la reducción de la huella de carbono y la mejora continua en estos aspectos. En ese marco también se certificará el cálculo de la huella de carbono y la alineación del sistema de gestión con los objetivos de desarrollo sostenible.

La completa renovación del edificio de oficinas, que ahora cuenta con espacios individuales para el trabajo y en los vestuarios, avanza también en ese propósito de dar la vuelta a la imagen del sector, dando pasos adelante en seguridad laboral y conciliación.

No es una cafetería al uso, ni tampoco un espacio para la adopción de animales abandonados, pero el Catfé Santander se ha basado en ambos conceptos para dar forma a un proyecto que constituye una completa novedad dentro de la oferta hostelera de Cantabria, pero del que sí existían referencias en grandes ciudades de dentro y fuera de España. En el establecimiento que abrió sus puertas en Santander el pasado mes de noviembre, a diferencia de lo que sucede en los que funcionan en otros lugares, la combinación entre la oferta hostelera y el acompañamiento felino se hace en espacios separados, obligando a reservar y adquirir entrada a quienes quieren acceder al área donde están los gatos. Lejos de suponer freno a  posibles interesados, y tras un mes de funcionamiento, está separación de espacios ha confirmado el tirón de la idea.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2023

Jean Carlos Romero puede ser el perfecto ejemplo de emprendedor con una gran idea… y con suerte. Tras un mes de funcionamiento del primer cat-café de Cantabria –un tipo de establecimiento de hostelería que tiene a los gatos como uno de sus reclamos–  las cosas, dice, marchan bien. La suya no es solo una cafetería al uso, ni tampoco una guardería de gatos. Es una mezcla de ambos conceptos, que interpreta una idea que nació en los 90 del siglo pasado en Taiwán y cuyo objetivo es ofrecer una acogida temporal a gatos sin hogar y facilitar su adopción.

Los usuarios pueden tomar una consumición mientras juegan amistosamente con los felinos alojados en la planta superior del local ubicado en la céntrica calle Guevara de Santander. En el caso de que quieran adoptar un felino –y desde que está abierto ya se han adoptado seis por este método– deberán ponerse en contacto con la Asociación de Amigos del Gato Callejero, Amigat, compañera de proyecto. Se adopte o no, para compartir un tiempo con los gatos –todos vacunados y con su ficha en regla– es necesario adquirir una entrada que incluye consumición, a lo que se pueden sumar otras bebidas o alimentos de la cafetería, en la planta baja.

Un negocio en menos de un año

Este pionero proyecto empresarial comenzó cuando Jean Carlos encontró varios gatos callejeros y se puso en contacto con Amigat. En esas conversaciones empezó a gestarse la idea de emular a otros locales repartidos por todo el mundo; Jean Carlos contactó con uno en Madrid de donde extrajo experiencias y los datos necesarios para hacer sus cálculos. Y, en vista de que podían ser positivos en Santander, se embarcó en el proyecto. No tenía experiencia empresarial previa: “El proyecto surge básicamente de que estás en un ámbito laboral que no te gusta y decides reciclarte o buscar algo que te llene”, relata el promotor del Catfé santanderino, que para dar el paso al emprendimiento buscó la referencia de otras iniciativas similares  que encajaban con sus propias inquietudes y que además tenían un carácter novedoso en la región: “En otros países ya existían estos locales,  y el de Madrid funciona desde 2011. Viendo que no había nada aquí, que a mucha gente le gustan los gatos y que a mi me encantan, y que podíamos poner en marcha una empresa que ayudara a sacarlos de la calle, decidí tirar por aquí, aprovechando también la novedad”.

Jean Carlos Romero, creador de Catfé Santander

Jean Carlos elaboró un plan de empresa de cuarenta páginas, incluyendo en la previsión de gastos alguno muy poco habitual en un cafetería, como el cálculo de cuánto cuesta mantener a un gato. Con él bajo el brazo acudió al asesoramiento de CEOE-Cepyme Cantabria, que validó la iniciativa. La suerte le ha acompañado en este camino emprendedor: ya antes de recibir el asesoramiento de empresarios con experiencia, su entidad financiera le informaba de la posibilidad de solicitar un crédito: “Tuve mucha suerte. Por casualidad, o por lo que sea, nada más empezar el proyecto me llamaron del banco ofreciéndome un crédito por tener un buen perfil de cliente, sin yo pedirlo. Les hablé de mi proyecto y me lo dieron, fue muy fácil”. Jean Carlos cuenta que fueron más de 20.000 euros los necesarios para la inversión inicial: “No es tanto, pero para un joven de 25 años…, no hay mucha gente de mi edad que pueda tener esa cantidad en el banco, para nosotros es bastante”.

Las cosas empezaban a cuadrar, pero faltaban los permisos y el local. “Antes de coger uno tuve que ir a la Consejería de Sanidad para preguntar qué condiciones debía de reunir, porque, al ser un tema nuevo, no tenía mucha idea”. En aquella conversación quedaron definidas las características que se exigían al establecimiento, que debía tener separada la zona de comidas y la de los gatos, de manera que los felinos no pudieran acceder al área de restauración: “Eso nos obligaba a contar con un local grande para contar con esos dos espacios separados. Fue lo más difícil, fueron meses de búsqueda”.

Finalmente encontró el local donde se ubica Catfé Santander, no sin antes pasar otro escollo: “El anuncio ponía ‘se traspasa’, lo cual significaba comprar. Entonces hablé con el dueño con la idea de comprarlo y me dijo que en realidad estaba en alquiler. Ahí también tuve mucha suerte, resultó que el anuncio estaba mal puesto. Así que vine a verlo y me encajó perfectamente, una planta superior para los gatos y la planta baja para cafetería normal”.

Presente y futuro

Después de los arreglos, capas de pintura y acondicionamiento de la parte superior para la estancia de los gatos, todo hecho con sus propias manos, el negocio se puso en marcha en noviembre. Cumplido algo más del mes de funcionamiento el balance es positivo y se apoya en buena medida en la que es precisamente la parte más novedosa del proyecto: el área de gatos, que aporta aproximadamente el 70% de la cuenta de resultados. “En menos de un año ya estaba todo en marcha, yo tenía la necesidad de seguir trabajando, lo he tenido que hacer rápido y afortunadamente está saliendo bien, viene gente y esto genera un ingreso para el negocio, para seguir alimentando a los gatos, para todo. A lo mejor es por el arranque, pero espero que sigamos así”, señala Jean Carlos Romero.

La cafetería, que funciona de forma independiente para dar los servicios habituales, aporta de momento en un 30% de los ingresos, aunque hay planes a corto plazo de mejorar la imagen y la carta de dulces y salados –tostadas, batidos gofres, crêpes, croquetas, patatas…– para generar más afluencia de público, aunque de momento “se mantiene”. También está en la lista de proyectos habilitar un espacio para vender productos y complementos para gatos, al igual que en muchos otros cat-cafés. Jean Carlos cuenta que esto se incluía en el proyecto inicial, pero en el Ayuntamiento no le otorgaron la licencia: “Opinan que es inviable vender estos artículos en un bar; a mí me gustaría porque podrían ofrecerse artículos a precios más bajos que en otro sitios, pero voy a dejarlo en manos del abogado”.

El Catfé Santander cuenta ahora con tres empleados por horas en turnos rotatorios que se rigen por el convenio de la hostelería, además del propio Jean Carlos. Se encargan de atender la cafetería y alimentar a los gatos. De la parte sanitaria, de desparasitarlos, vacunarlos y de gestionar su pasaporte, etc, –“lo cual es un gran gasto”, admite el promotor de Catfé– se encarga Amigat.

Los días de actividad más intensa son los fines de semana. Los sábados y domingos pueden pasar hasta cien personas al día por la zona de gatos, pudiendo estar un máximo de diez personas de forma simultánea. Pueden comprar entradas con tarifas por quince o treinta minutos, una hora, tres o cinco, y esto significa la principal fuente de ingresos: “Sin los gatos esto sería un bar normal, y probablemente no atraería mucha clientela”, cree Jean Carlos, que destaca que durante los fines de semana del mes de diciembre el espacio donde están los felinos ha estado siempre lleno.

Extender la idea

La apuesta de Jean Carlos Romero ha resultado, al menos hasta el momento, ganadora. No solo ha iniciado una nueva empresa con la que generar un empleo para él y para otras tres personas, sino que ha creado un modelo de negocio nuevo. Aún está asimilando el cambio producido en unos meses: “Todavía es muy raro, es algo que aún no te llegas a creer, hay que asimilarlo poco a poco”.

Y de aquí, ¿hacia dónde? De momento, Jean Carlos Romero prefiere ver las cosas día a día y asegura que todavía es pronto para tener una visión a futuro, aunque no cree que se detenga en este proyecto: “Me gustaría abrir otro local de este estilo en otro sitio de Cantabria para sacar a los animales de la calle, vamos a ver si con el tiempo se puede dar”. Su cabeza sigue pensando además en otros caminos empresariales: “No me quiero quedar aquí eternamente, esto es como un comienzo de otras cosas más grandes que puedo llegar a querer. Me gustaría tener otras fuentes de ingresos, esto sería una, pero a lo mejor en un tiempo, me gustaría otro modelo de negocio completamente distinto, que ya tengo en mente”.

La vocación empresarial parece moldeada en una escuela de negocios. Jean Carlos comenzó el Grado Superior de Comercio y Marketing Internacional, aunque el itinerario formativo se detuvo por circunstancias vitales. “La vocación empresarial siempre me llamó la atención, pero por diversas razones no pude continuar. Por mi cuenta he visto vídeos de YouTube, he leído libros como ‘Padre rico, padre pobre’… Pues nace de ahí, a base de leer libros, y dices, ‘no sé qué hacer’, y vas encontrando ideas, vas leyendo y piensas ‘pues podría hacer algo así’, y nace de ahí, de la lectura”.

La crisis energética provocada por la invasión de Ucrania y las necesidades de reducir la dependencia del exterior han vuelto a situar a la nuclear en el centro del debate y, por primera vez en mucho tiempo, liberada de buena parte de las percepciones negativas que suelen acompañarla. El anuncio de los planes para construir nuevas centrales, buena parte de ellas en la vecina Francia, supone poner sobre la mesa una ingente inversión a desarrollar a lo largo de más de una década, lo que supondrá poner en el mercado contratos para una industria auxiliar que cuenta con notable representación en Cantabria y, en gran parte de esos proveedores, con la experiencia que aportan los años de trabajo para Equipos Nucleares. A la carga de trabajo relacionada con la puesta en marcha de nuevas centrales hay que unir la que supone el mantenimiento de las existentes y el desmantelamiento de las que agotan su vida útil, tareas todas ellas con un enorme potencial para generar actividad industrial de alto valor añadido.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Diciembre 2022

Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear, hizo explícita la idea durante su intervención en un curso de la UIMP el pasado agosto: por primera vez en muchos años se contemplan los aspectos positivos de la energía producido por la fisión del átomo. La fiabilidad en el suministro, las pocas fluctuaciones en el precio o la estabilidad en el suministro del combustible, explicaba en su intervención, ganan peso en un debate que, admitía, había venido poniendo el foco en los aspectos más controvertidos. En ningún otro ámbito económico la percepción social tiene la importancia estratégica que alcanza en el sector nuclear, refractario como pocos a los vaivenes políticos y obligado a contemplar plazos muy largos para amortizar las cuantiosas inversiones que implica la puesta en marcha de cualquier proyecto.  De hecho, ese marco más o menos intangible al que hacían referencia las palabras del presidente del Foro Nuclear español tenía ya el refrendo de iniciativas concretas que permiten hablar del recuperado protagonismo que el sector está teniendo dentro de las políticas energéticas globales, con Francia de nuevo como principal impulsor dentro de la Unión Europea. Por más que nada de lo anterior haya tenido repercusión alguna en el ámbito más cercano, en el que nada indica que vaya a ponerse en cuestión el actual programa de cierre de centrales, las inversiones anunciadas, e incluso el desmantelamiento de las centrales que dejen de funcionar, cotiza en el campo de las oportunidades para una industria auxiliar que cuenta en Cantabria con una nutrida representación, y que podría tener ahí una de los motores para la reindustrialización que dibujan los planes con los que Europa quiere hacer frente a la crisis pandémica y a la provocada después por la invasión rusa de Ucrania.

Operarios de la empresa cántabra Enwesa en tareas de mantenimiento en la central de Trillo

En Cantabria tiene su sede el único clúster que agrupa en España a empresas con una actividad que, en mayor o menor medida, se  vincula directamente con el sector nuclear. Creado en torno a Equipos Nucleares SA, empresa pública situada en los escalones más altos de la pirámide de proveedores del sector, el Clúster de la Industria Nuclear de Cantabria (CINC) cuenta con una veintena de miembros que suman unos 200 millones de euros de facturación anual conjunta y dan trabajo a unas 1.500 personas. El perfil de los socios, que es también una muestra del catálogo de productos y servicios que demanda el sector, incluye fabricantes de equipos y componentes, centros tecnológicos y proveedores de servicios, además de la Universidad de Cantabria e incluso al operador de una instalación nuclear, la empresa Nuclenor, propietaria de la central de Santa María de Garoña. “Tenemos un perfil de industrias muy heterogéneo y altamente complementario y cooperativo. Entre nuestros socios contamos con grandes empresas, pymes y micropymes, todas asentadas en Cantabria”, resume María Vega, presidenta del clúster cántabro, que destaca varios puntos en común en todas ellas: “Cuentan con una gran capacidad de actuación, un importante valor añadido tecnológico y mucho potencial competitivo en el mercado nuclear”.

En su repaso a los proveedores cántabros del sector nuclear, la presidenta del CINC hace hincapié en el nivel de conocimiento y experiencia de las empresas del clúster. En ambas circunstancias –la competencia técnica y la referencia de los trabajos ya realizados– resulta decisiva la aportación de Ensa, no solo como impulsora de un parque de proveedores notable en número y capacidad de respuesta, sino por su posición dentro del mercado nuclear global. La empresa pública es proveedora directa de las ingenierías que construyen las centrales nucleares, incluso se sitúa algo más arriba en el escalafón en algunos proyectos que puede desarrollar con ingeniería propia. La fábrica de Maliaño, de hecho, pertenece a un club muy exclusivo, con no más de ocho plantas en todo el mundo con capacidad para competir con ella por los contratos que genera el mantenimiento y la construcción de centrales, solo otras dos de ellas en

María Vega, presidenta del Clúster de la Industria Nuclear de Cantabria (CINC)

Europa. Esa posición ha hecho que la empresa participe en proyectos nucleares prácticamente desde los años en los que esta tecnología comenzó a desarrollarse, lo que a su vez ha dado lugar a que un número significativo de proveedores –muchos de ellos cántabros– haya acumulado una experiencia similar en ese tiempo. “El tejido industrial cántabro participa activamente en proyectos muy importantes”, recalca María Vega, que destaca la relevancia de algunos de estos contratos: “Abarcan desde nuestra presencia en las actuales plantas de producción (centrales nucleares de fisión) hasta actuaciones en las grandes instalaciones científicas de estudio de la fusión como ITER en Francia, fuentes de espaliacion, aplicaciones sanitarias en materia radiológica o aquellas destinadas al estudio de materiales especiales”.

Es desde esa posición desde la que la industria cántabra puede afrontar las oportunidades derivadas del renovado interés que lo nuclear despierta en las políticas energéticas, tanto dentro como fuera de Europa. Primero la crisis sanitaria y después ­–y sobre todo– la guerra de Ucrania han llevado a que vuelva a contemplarse esta energía como principal respaldo a las renovables, evitando así la dependencia de los combustibles fósiles importados desde fuera de la UE –con las implicaciones geopolíticas y el efecto sobre los precios que eso supone–, y cuyo uso implica además un nivel de emisiones de carbono incompatible con la lucha contra el cambio climático. “Nos encontramos en un momento singular con grandes perspectivas de interesantes oportunidades de negocio”, admite la presidenta del CINC.

Oportunidades

Con más rotundidad, si cabe, se expresa Fabien Berrier, un ingeniero francés asentado hace años en Cantabria, donde ha trabajado en proyectos vinculados con lo nuclear en empresas como Newtesol o la propia Ensa. En 2019 fundó Fabe Business Development, una consultora con sede en Torrelavega que trabaja captando proyectos de las ingenierías que trabajan para el sector nuclear en Francia, con el objetivo de encontrar empresas españolas que participen en su fabricación. “El volumen de proyectos que van a salir al mercado en los próximos años va a saturar la capacidad de fabricación que existe hoy en día, y la industria española, y la cántabra en participar, está magníficamente posicionada para aprovechar las oportunidades que van a generarse”, asegura. A Fabien Berrier le basta remitirse al programa nuclear francés para esbozar, en cifras, las dimensiones del desafío: el país vecino ha anunciado la construcción de seis nuevos reactores de última generación de aquí a 2035, lo que por sí solo podría movilizar una inversión de entre 24.000 y 30.000 millones de euros. Pero el programa anunciado por el presidente Macron no

Fabien Berrier, director de Fabe Business Development, una consultora con sede en Torrelavega que trabaja captando proyectos de las ingenierías que trabajan para el sector nuclear en Francia, con el objetivo de encontrar empresas españolas que participen en su fabricación.

descarta que el número de nuevas centrales se amplíe hasta las 14, lo que multiplicaría la inversión en una proporción equivalente. A esto habría que añadir los proyectos que generará la ya anunciada prolongación de la vida útil de los reactores existentes –los 56 franceses, pero también los tres belgas y probablemente los tres alemanas– que implicará igualmente inversiones de una cuantía sin parangón en cualquier otra industria, y todo ello sin salir de la UE: “Va a producirse un cuello de botella, porque a la construcción de nuevas centrales se une el final de la vida útil de las existentes, que comenzaron a funcionar en los años setenta y ochenta y cuyo cierre quiere ahora evitarse invirtiendo en su actualización”. La carga de trabajo que va a suponer todo esto, destaca el ingeniero francés, es enorme: “De hecho ya hay ingenierías que están reservando capacidades en los proveedores para poder hacerle frente”.

Ante ese previsible ‘shock’ de oferta, y la subida de precios que puede esperarse, la industria cántabra de proveedores se encontraría especialmente bien posicionada, y no solo por la proximidad geográfica con Francia. Por un lado, está la trayectoria vinculada a Ensa y a la labor del CINC, entre cuyos objetivos, destaca su presidenta, está la identificación de las fortalezas de las empresas asociadas y promover la agrupación y cooperación del tejido industrial para desarrollar y poner a disposición del cliente la solución al reto o necesidad que plantee. Pero es que además, destaca por su parte Fabien Berrier, la industria española tiene hoy unos mejores argumentos competitivos que la francesa, y también una mayor capacidad de producción. Un fenómeno este que, explica el director de Fabe Business Development, se debe a la confluencia de elementos vinculados con la coyuntura internacional con otros de naturaleza puramente biológica: “El accidente nuclear de Fukushima

Andrés García Fuentes, director técnico comercial de Santander Global Metal, agrupación de interés económico de la que forman parte seis empresas metalúrgicas cántabras.

coincidió con el relevo generacional en las industrias que habían participado en el desarrollo del programa nuclear de los setenta y ochenta. Esto, unido a las dudas que se plantearon sobre el futuro de la energía nuclear, hizo que estas empresas reorientaran su actividad hacia otros sectores”, relata Berrier, que destaca que con ello se perdió volumen de producción y parte del nivel de especialización que precisa un sector como este: “Ha habido categorías de producto para las que ha quedado prácticamente solo un par de proveedores, como en puertas blindadas o en la fabricación de puentes grúa específicos para nucleares. Pero el problema es generalizado e implica que los precios se hayan disparado y que se hayan alargado también los plazos de respuesta”. En paralelo a esa pérdida de competitividad del parque de proveedores del país vecino, en España seguía existiendo un sector industrial con experiencia en el sector o con capacidad para adaptarse a los requerimientos del sector, y ello con una flexibilidad mucho mayor que la que existe en el país vecino y con un coste que Berrier calcula que es un 30 por ciento inferior: “Todo esto hace que para las ingenierías que construyen las centrales en Francia sea muy interesante contar con proveedores españoles”, señala.

El catálogo de productos susceptibles de ser objeto de demanda por parte del sector nuclear está siempre conformado por series pequeñas, de imposible automatización y con elevados requerimientos técnicos, características que lo ponen relativamente a salvo de la competencia asiática y hacen particularmente interesante la ventaja competitiva que aportan los menores costes laborales españoles. A ello hay que unir, en el caso de Cantabria, la existencia de un potente sector metalúrgico y una sólida tradición industrial, incluso fuera de la nómina de proveedores de Ensa: “Tenemos la falsa percepción de que vivimos del turismo, cuando la industria aporta mucho más al PIB de Cantabria, y también más de lo que aporta la industria al conjunto del PIB español. Somos una región industrial, aunque a veces lo olvidemos”, recalca Fabien Berrier, que considera que en la región hay empresas con capacidad para optar directamente a los proyectos de las ingenierías nucleares francesas.

Secador primario para un generador de vapor de una central nuclear, en las instalaciones de la empresa cántabra Newtesol.

Santander Global Metal (SGM) es una agrupación de interés económico (AIE) que reúne a seis empresas metalúrgicas cántabras que trabajan habitualmente para los sectores de energía, industria, construcción y transporte, en proyectos complejos que integran ingeniería, construcción mecánica, soldadura especializada y montajes industriales. En el ámbito energético, su principal campo de actuación está hoy en el área de las renovables o el ‘oil &gas’, pero lo nuclear es un área de negocio con capacidad para tener un peso creciente en su cartera, dado el perfil de sus componentes. “SGM está en condiciones de brindar una amplia variedad de servicios, que abarcan los distintos procesos requeridos por el sector nuclear: ingeniería, acopio de materiales, mecanizados de precisión de grandes dimensiones, construcción mecánica, procesos especializados de soldadura y recargue, calderería mecanizada, recubrimientos electrolíticos y fabricación y montaje de tuberías”, repasa Andrés García Fuentes, director técnico comercial de esta AIE, cuya facturación vinculada al sector nuclear se mueve hoy en el entorno del 3,5% del total.

Por encima de lo que cuantitativamente pueda aportar hoy el trabajo para este sector, la oportunidad que puede suponer la reactivación de lo nuclear en el mundo, y particularmente lo que pueden suponer los planes franceses, abre un abanico de opciones que García Fuentes considera especialmente ajustadas a lo que oferta SGM: “El objetivo de internacionalización del grupo se alinea con la participación en proyectos de valor agregado desarrollados en Europa, con Francia entre los primeros destinos de interés para SGM, por lo que el beneficio puede ser notable si efectivamente se consolida la construcción de los nuevos reactores anunciados”.

Fortalezas y debilidades

En línea con lo expresado por María Vega y Fabien Berrier, Andrés García Fuentes destaca que las principales fortalezas de la industria cántabra para optar a proyectos dentro de este sector tienen que ver con la experiencia acumulada en trabajos previos: “Estar familiarizados con los estándares y altos requerimientos del sector nuclear representa una gran ventaja, en cuanto a los puntos de mejora, la exigencia de plazos ajustados podría originar solape con el resto de actividades y proyectos en marcha para otros sectores, que deben ser preidentificados para evitar dilaciones”, advierte.

Con todo, y por encima de cualquier otra circunstancia, la principal debilidad con la que lidian las industrias cántabras que operan en el ámbito nuclear tiene que ver con la escasez de trabajadores en los oficios más demandados, sobre todo soldadores y caldereros. Un problema común a todo el sector secundario cántabro pero que se agrava en el caso nuclear debido a sus especiales circunstancias: “Hay que asumir que tradicionalmente, y por cuestiones de imagen, no ha sido un sector especialmente atractivo”, admite Fabien Berrier, que en todo caso concede a esa circunstancia una importancia menor dentro del problema, al que otorga una dimensión de más calado, y también de resolución más complicada: “Hoy los jóvenes ni siquiera conocen lo que es un soldador o un calderero, y sobre todo no saben las posibilidades de desarrollo profesional que hay en esos trabajos”, asegura. Con ello, señala, se reduce el número de estudiantes que optan por cursar formación profesional en estas especialidades lo que, unido a lo que considera una mala adecuación de la oferta formativa a lo que demandan las empresas, plantea un enredo de muy complicado desenlace.

“La captación y retención del talento actualmente es un serio problema para el crecimiento de la industria cántabra en un sector como el nuestro”, confirma por su parte María Vega, que apunta algunas líneas de trabajo puestas en marcha por el clúster que preside para intentar paliarlo: “Desde cambiar la perspectiva de oportunidades del sector y hacerlo atractivo a los más jó́venes, hasta promover las oportunidades laborales una vez terminada su formación, ya sea técnica profesional o superior universitaria, pasando por lograr una mayor aportación empresarial en los planes de estudios”.

Trabajadores de Ensa posan ante la tapa de vasija de un reactor fabricado en la planta de Maliaño, con destino a una central estadounidense, en junio de 2019.

Fabien Berrier lamenta que ya hoy las empresas pierden oportunidades de crecimiento debido a las dificultades para acceder a la mano de obra necesaria –«prácticamente todas las empresas con las que hablo me dicen que podrían doblar o triplicar su actividad si contasen con trabajadores para ello”, dice–  pero sobre todo teme los efectos que esto va a tener de aquí a unos pocos años. Como en el caso de la pérdida de tejido industrial en Francia debido al relevo generacional, de nuevo se remite a la referencia del país vecino para adelantar el escenario al que se enfrentará España en un futuro próximo: “Allí el problema va por delante, porque los profesionales de esos gremios ya se han jubilado. En España va a pasar lo mismo, pero todavía estaríamos a tiempo de prepararnos para ello, aunque ya vamos muy justos”, advierte.

Que un soldador alcance la competencia y destrezas que requiere el sector nuclear, explica el director de Fabe Business Development, requiere de no menos de dos años una vez completados sus estudios, y de cinco o seis para alcanzar la excelencia. A partir de ahí, asegura, al trabajador se le abrirían una perspectivas de enorme atractivo, tanto por los retos profesionales que podría afrontar como por la remuneración que se paga en el sector. Dar a conocer esta realidad a los alumnos que deben decidir hacia dónde orientar sus estudios sería una de las líneas de actuación para afrontar la escasez de trabajadores actual y la que se espera a medio y largo plazo. Otra sería actuar sobre la oferta formativa, algo que –teme Fabien Berrier– difícilmente tendrá efectos el corto espacio de tiempo con que se cuenta, teniendo en cuenta los plazos con los que se maneja la administración.  “Si la formación reglada no da una respuesta, la solución podría ser que las propias empresas pusieran en marcha planes formativos a medida. En este sector las certificaciones son más importantes que los títulos, y ahí la iniciativa privada puede poner en marcha iniciativas con resultados rápidos y a la medida de lo que necesita el sector”, concluye el ingeniero francés.