Aunque ha pasado poco más de un año desde que la empresa abriera sus puertas, el obrador de la avenida de España de Torrelavega recoge el legado del establecimiento gestionado durante treinta años por Cioni Arce, madre de los actuales propietarios, que elaboraba el típico bizcocho pasiego en ese mismo local, con la idéntica receta y con una enorme aceptación por parte de una clientela que lamentó mucho el cierre de la tienda por la jubilación de su propietaria. Tras un proceso de refundación centrado en modernizar la imagen y rediseñar el espacio para sacar el máximo partido a las reducidas dimensiones del local, Sobaos Arce vuelve a formar parte del paisaje comercial de la capital del Besaya, ha aumentado su catálogo de producto hasta la docena de referencias y da los últimos pasos para iniciar la venta por Internet.

Cristina Bartolomé |  @criskyraMarzo 2023

Muchos en Torrelavega y en su comarca recordarán el obrador Casa Carral, ubicado en el callejón de la comunidad de vecinos de la avenida de España, 13 de la capital del Besaya. Pero desde el 7 de agosto de 2021 quienes se acerquen a esa dirección encontrarán una nueva empresa, Sobaos Arce. Sigue siendo una empresa familiar, pero es de nueva creación aunque continúe ocupando el local del establecimiento que gestionara Cioni Arce, la madre de los tres hermanos que están al frente del negocio actual, con un moderno espacio y nueva imagen: Raquel, Ana y Javier Fernández Arce, socios propietarios.

Decidieron mantener vivo y renovar el legado de su madre y honrar el negocio que sostuvo a su familia durante 30 años desde que se fundara en los años ochenta del pasado siglo por Ramón Arce, padre de Cioni y auténtico emprendedor del negocio.  Siguiendo sus consejos, Cioni Arce y su socia pusieron en marcha un modesto obrador tradicional, prosperó mucho y fue el sustento principal de ambas familias. En 2017 Cioni Arce se jubiló, abriéndose con ello un largo proceso de disolución. Es cuando los tres hermanos idearon el nuevo obrador de sobaos y quesadas, que también elabora pastas, magdalenas y pastel con nueces.

Renovarse para seguir

Tras toda la reforma acometida, y ya como Sobaos Arce, el local y obrador de la avenida de España reabrió sus puertas en agosto de 2021. “Fue una jornada muy especial y muy emocionante para todos nosotros”, recuerda Raquel. No era para menos, pues suponía cerrar un largo proceso de cuatro años, culminado con la gran acogida por parte de los clientes. “Nosotros nos sentimos muy orgullosos de nuestra ciudad, creemos en el comercio local y lo apoyamos de forma rotunda. La avalancha de cariño que recibimos ese día fue gigantesca”, añade Ana. Después de tanto tiempo formando parte del paisaje comercial de Torrelavega, muchas personas estaban esperando que el negocio abriera: “Eso es razón más que suficiente para sentirse orgullosos de nuestro pequeño camino y de nuestra manera de hacer las cosas”.

El catálogo de productos de Sobaos Arce, en el listado que muestra en su tienda de Torrelavega

La remodelación del pequeño espacio, –poco más de 40 metros cuadrados–, y de la imagen corporativa del negocio responde a tres premisas fundamentales, explica Javier, que aunque reside en Madrid, sigue de cerca la nueva empresa. Una de ellas era sacar el máximo partido al reducido espacio y convertirlo en un local del siglo XXI, a lo que ayudó decisivamente su trayectoria profesional, ya que es diseñador de tiendas en una multinacional: “Para ganar espacio y abrirnos al exterior, instalamos unas puertas móviles que nos permiten abrir completamente la tienda cuando el tiempo acompaña. Esa decisión permite a los clientes comprar desde la calle y amplía el espacio disponible en el interior. Además, cambiamos la disposición del mostrador y la iluminación del local”. Un segundo objetivo fue diferenciarse de la competencia con una imagen corporativa moderna y atractiva: “A pesar de que existen muchas marcas de sobaos en Cantabria, son muy pocas las que apuestan por un branding moderno, ya sea porque prefieren una imagen tradicional asociada al sector o porque llevan muchos años con una marca definida”.

Para hacerlo, los hermanos Fernández Arce apostaron por un diseño actual para la tienda y el nuevo logotipo. Está inspirado en una foto de la hija de Raquel con las gafas de su abuela: “Esa instantánea fue el germen de nuestra imagen gráfica, diseño de Saúl Ceballos, diseñador local y amigo personal de la familia”. En blanco y negro, solo incluye el dorado de la letra ‘C’, en homenaje a Cioni. Para lograr un local personalizado con el identificarse, se pusieron en manos de Disenio Ideas Gráficas, “gente de casa, de la ciudad”. Empresa especializada en la personalización de espacios, proyectó la idea de incluir una lámpara de pie con la ‘C’ corporativa, poner el toldo exterior amarillo y hacer la lista de precios con letras corpóreas, creadas en una impresora 3D.

Distinguirse también por dentro

Ser pioneros en la elaboración de sobaos en Torrelavega, el ‘reino’ del hojaldre, tal vez fuera desde el inicio de este enclave una de las razones de su éxito. Los hermanos Fernández Arce admiten que tuvo algo que ver ser el único obrador tradicional de la ciudad, aunque creen que la fuerza de este negocio es la calidad de sus productos, la utilización de materias primas de primera calidad, la elaboración artesanal de todos los dulces y la que, asegura Raquel, es la mejor relación calidad-precio de la ciudad: “En la situación actual, con la inflación condicionando notablemente los precios de los alimentos, ser los más competitivos en precio siempre es un argumento a tener en cuenta”.

El consumidor puede optar por una cada vez más amplia oferta de sobaos y quesadas, una competencia que no ha echado para atrás la apertura de este nuevo negocio. “Hay mercado para todos, no todos los fabricantes nos dirigimos al mismo público ni tenemos los mismos ingredientes”, asegura Javier, que recuerda que son pocos quienes elaboran el producto de forma artesanal, sin conservantes ni aditivos. En todo caso, el copropietario de Sobaos Arce considera que la variedad en la oferta y el tirón que tienen estos productos típicos de Cantabria son elementos positivos:  “Todo lo que sea profesionalizar la imagen, el branding y la comercialización es bueno para el sector. Cuanto más profesional sea el entorno, más obligados estaremos a hacer las cosas bien para poder competir con garantías”.

Los dulces de Sobaos Arce, señalan los responsables de la empresa, solo tienen un secreto: seguir la receta que usaba su madre. “Nuestros sobaos son de los que no engañan. Los producimos a diario, garantizando su frescura. Y no escatimamos en mantequilla, el ingrediente estrella para que un sobao esté bueno de verdad. En ese sentido, estamos muy tranquilos cuando decimos que nuestros sobaos son mantequilla 100%. Nos da la impresión de que otros obradores no pueden decir lo mismo”, explica Ana. Hacer las cosas según los cánones tradicionales puede tener su parte positiva en el resultado conseguido en el producto, pero tiene otra cara, y es que limita la capacidad de producción, al menos a corto plazo. “Los que nos conocen nos han visto amasar a mano mil veces. Ese aspecto convierte cada producto en algo único y con un sabor inconfundible. Ahora bien, con tan solo 4 manos, no podemos ampliar nuestra carta de productos sin haberlo estudiado con detenimiento”, admite Ana.

Raquel y Ana Fernández Arce en el local de Sobaos Arce, la empresa que han fundado junto a su hermano Javier recogiendo el testigo de la que gestionara su madre, Cioni Arce, en ese mismo lugar

Aun con ese condicionante, desde que comenzó la nueva andadura hace algo más de un año, el obrador ha incrementado su catálogo en cinco referencias, lo que supone comercializar doce productos  diferentes. De todos ellos hay un par de variaciones que son originales de Sobaos Arce: la ‘quesaduca’ de 300 gramos ­–la normal tiene en torno a 700– y las pastas con chocolate. La versión reducida de la tradicional quesada, explica Ana Fernández Arce, responde a una necesidad que detectaron en el mercado: “Queríamos convertirla en un postre de diario para una pareja o para una persona que viva sola. Su formato y su precio –únicamente 2,5 euros– ha gustado mucho”.

La producción de quesadas puede alcanzar varios centenares a la semana, sobre todo en verano, en tanto que, pasado este, los productos que más elaboran son los sobaos y pastas. Pero al ser una producción artesana y diaria, calculan la cantidad en función de las necesidades que detectan. Para proveerse de materias primas se busca la calidad y la proximidad. En el caso de la leche, por ejemplo, el producto llega de Cudaña, la vaquería de Labarces que surte a Arce de producto fresco dos veces a la semana.

Para una empresa como Sobaos Arce, que depende del funcionamiento de un horno industrial que en su caso está operativo en torno a 6 horas diarias, el incremento del precio de la energía es un factor crítico. En ese sentido y a pesar de que son una empresa pequeña, los hermanos Fernández Arce creen interesante la propuesta de considerar a las panaderías y obradores como ‘empresas electrointensivas’ y destinar parte del nuevo impuesto de las grandes energéticas a paliar este incremento. La propuesta la ha formulado Gremipa, Gremio de Panaderos de Barcelona, y les parece una manera de auxiliar a los más pequeños, argumenta Raquel. Pero mientras llega o no esa solución, los costes se han incrementado y han tenido su reflejo en los precios: “Fue nuestra última opción, pero no hemos tenido otra posibilidad. Hemos incrementado los precios entre un 7 y un 10%, en función de los costes de producción de cada producto”, explica Raquel, que cree que ese incremento no ha afectado negativamente a las ventas: “Porque la subida es muy pequeña y porque seguimos siendo el obrador con los precios más competitivos de la zona. A pesar del incremento, nuestro paquete de sobaos grandes sigue siendo más barato”.

Venta a pie de obrador y online

Aunque el local de la avenida de España es el corazón de la empresa y también el lugar donde hoy realizan la mayor parte de sus ventas, comercializar sus productos a través de Internet es “sin ninguna duda”, el siguiente paso, asegura Javier. Ya trabajan con una empresa especializada en páginas web y posicionamiento en Internet para diseñar la tienda ‘on line’: “Si todo va bien, esperamos tener la web operativa durante el primer trimestre de 2023”. No obstante, desde que abrió el obrador, Sobaos Arce envía sus dulces a cualquier punto de España, utilizando las redes sociales como punto de contacto: “Nos preguntan con un mensaje y luego nos llaman para conocer el proceso. Basta con que nos indiquen los productos que desean y nos hagan una transferencia con el importe para que iniciemos el envío. En 24 horas lo tienen en su casa en perfectas condiciones”. Por ello cuidan “al máximo” la imagen y reputación en redes sociales: “Estamos en Twitter, Facebook e Instagram y la dinámica que se ha generado nos ha permitido crear una comunidad fiel de seguidores que nos apoyan. De hecho, hay clientes que nos han conocido por las redes”.

En cuanto a los lugares de distribución, envían sus dulces a tiendas gourmet y restaurantes de Madrid, y han mandado sobaos prácticamente a toda España: “Desde Galicia hasta Barcelona y desde Gijón hasta Málaga. Además, tenemos muchos clientes vinculados al balonmano profesional y desperdigados por España. Ellos nos encargan muchos pedidos. Fuera de España han viajado como parte del equipaje de los viajeros a México, Dinamarca y otros países europeos”.

Iñaki Calvo, director general de SEG Automotive y presidente del Grupo de Iniciativas Regionales de Automoción (GIRA, el clúster que agrupa a los fabricantes cántabros de componentes para el automóvil) repasa en esta entrevista la actualidad de un sector que, según explica, atraviesa por un momento de especial incertidumbre. Asegura que el mayor riesgo de cierres en la industria se cierne sobre las pymes que no pueden trasladar a sus clientes los incrementos de costes energéticos; sostiene que Europa vive un momento dulce para tratar de reindustrializarse y reducir su dependencia de los países asiáticos y afirma que el vehículo eléctrico no tiene, al menos de momento, el recorrido que se esperaba. A su juicio, el pack ideal en el tránsito hacia el vehículo verde es un híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Pregunta.– Atesora cerca de tres décadas de experiencia en el sector de la automoción. ¿Alguna vez había vivido tiempos tan convulsos?
Respuesta.– La verdad es que solo recuerdo cuando en octubre de 2008, con motivo de la crisis financiera, sufrimos un mes dramático con caída de miles de pedidos de clientes de una semana para otra. Entonces tuvimos que tirar de la flexibilidad que teníamos en la fábrica, pero ni siquiera eso fue suficiente y tuvimos que tomar más medidas. La verdad es que desde la pandemia la coyuntura ha sido complicada. La salida a esta crisis sanitaria fue diferente en cada continente, por lo que la situación de los contenedores variaba de un sitio a otro: en unos estaban de vuelta y en otros llenos esperando a que se reactivaran los sectores. A partir de ahí, se disparó el precio de los fletes y el de las materias primas, en un principio del acero con el cierre de varias fábricas en China, lo que provocó un efecto dominó que terminó afectando a otras materias primas hasta que llegamos a agosto de 2021, con la crisis de los semiconductores, en que nos dimos cuenta de que la situación se agravaría aún más que en el primer año del covid, como así fue. De hecho, las ventas de coches en Europa el pasado año fueron inferiores a las de 2020. Hemos llegado así a este año, donde la guerra de Ucrania y el tema de los costes y suministros energéticos ha desajustado toda la economía mundial. De ahí que posiblemente 2022 sea, en cuanto a cifras de ventas en Europa, peor incluso que 2021.

P.– Una tormenta perfecta –incremento de los costes logísticos, energéticos y de materias primas, a los que hay añadir los problemas de suministro– a la que aún no se le atisba el final. ¿O sí?
R.– Ahora mismo no veo el final. Aquí se mezclan varias cuestiones. Una vez que se superen los problemas en las cadenas de abastecimiento lo próximo que toca es salvar la situación de incertidumbre del mercado, que en gran medida parte de los propios usuarios finales del vehículo que no saben qué comprar. Por tanto, en el sector del automóvil, además del problema de suministros, tenemos nuestra propia tormenta perfecta provocada por la política europea y nacional de maldecir el diésel y el vehículo de combustión interna.

P.– Diferentes empresas y plantas de la región han vuelto a anunciar parones en su producción por culpa del elevado precio de la energía. ¿Hay riesgo cierto de cierres en la industria?
R.– Para mí el riesgo más importante es el cierre de las pequeñas y medianas empresas por no poder trasladar a sus clientes finales los incrementos de costes. Ese es el gran riesgo. Además, con toda la política anunciando en 2035 el fin del motor de combustión interna si, como nos ocurre en esta fábrica, te dedicas realmente a este tipo de motores, va a haber una competitividad terrible en todos los proveedores de piezas. Y cuando digo terrible es que solo van a sobrevivir unos pocos. Solo quedará un proveedor para cada pieza porque no habrá demanda para más.

P.– La excesiva dependencia de materias primas procedentes de China ha dejado en evidencia las debilidades del sector productivo europeo. ¿Es el pecado de la globalización?  ¿Europa necesita reindustrializarse?
R.– Sí. Hemos aprendido pocas lecciones con la pandemia. Si hay algo que ha quedado claro tras esta crisis es el proceso de desindustrialización y la alta dependencia que tenemos del mercado asiático y en especial de China. Nosotros somos, en este sentido, unos sufridores natos. Ahora, sin embargo, estamos en un momento dulce para cambiar esta tendencia y realmente volver a traer las plantas de producción a Europa. Hay dos factores importantes que juegan a nuestro favor. De un lado, el incremento de los fletes marítimos; de otro, la caída del euro frente al dólar –la mayoría de los contratos con los proveedores de Asia están firmados en la moneda norteamericana–. Estas dos condiciones pueden ayudarnos a compensar los mayores costes laborales que existen en Europa. En nuestra fábrica, por ejemplo, el 60 por ciento de los materiales proceden de China. Creo que algo se está haciendo, pero no al ritmo que yo esperaba.

P.– El 2,7% de los automóviles que circulan por España cuentan con la etiqueta Eco, según datos de la patronal Anfac. ¿Vamos bien o demasiados lentos?
R.– Si además de los eléctricos puros se suman los híbridos, le diría que vamos lentos porque nosotros somos fabricantes de equipos híbridos no enchufables en 48 voltios para todos los grandes fabricantes de Europa. Se ha promovido poco y, además, hay poca información.

Iñaki Calvo, junto a la directora de NMS, Ixone Busturia; el alcalde de Bárcena de Cicero, Gumersindo Ranero y el consejero de Industria, Javier López Marcano, durante la visita de este último a la fábrica de SEG Automotive en Treto para presentar el proyecto de fabricación de componentes para motos eléctricas.

Curiosamente, los ciudadanos no distinguen entre los diferentes tipos de hibridación. Este es uno de los principales problemas al que nos enfrentamos en el mercado español y europeo. Si vas a adquirir un coche, casi tienes que hacer un máster porque no sabes si vas a comprar un híbrido no enchufable de 12 voltios o de 48, un híbrido enchufable o un híbrido Toyota, por ejemplo. Si me pregunta cuál es la tecnología a corto y medio plazo más eficiente para reducir los niveles de emisiones, le diría que la mejor opción es el híbrido no enchufable de 48 voltios y con combustibles sintéticos libres de NO2 y bajos en CO2. Ese sería para mí el ideal para el periodo de transición hasta el coche verde completamente eléctrico, que ahora mismo no considero sea una alternativa en la mayoría de los casos. Sigue siendo un coche de ciudad, con escasez de puntos de recarga y con tiempos de recarga altos. Además, existe una incertidumbre en el precio del kilovatio que hace que el coche eléctrico no tenga, al menos a corto plazo, el recorrido que se esperaba y espera el Gobierno, a pesar de todos los incentivos que está dando. Hay una frase de un periodista español, que es cierta, que dice que el motor de diésel es el motor de cuco. Una de las máquinas más perfectas que existen es el motor diésel. Además, es del orden del 10% más eficiente que un motor de gasolina. Su problema son los óxidos de nitrógeno. Por eso, los combustibles sintéticos deberían ayudarnos en este tema. Creo que los niveles de consumos en un motor diésel con adblue –para reducir las emisiones de NO2– y de tecnología híbrida no enchufable serían realmente aceptables para un periodo de transición. 

P.– El Gobierno y la mayoría de fabricantes llevan años apostando por la electrificación del parque automovilístico. ¿El precio y la menor capacidad de renta de los españoles siguen siendo los principales frenos para su expansión o hay otros?
R.– Bueno, ya le he comentado antes algunos de los problemas a los que se enfrenta el coche eléctrico. Pero es cierto que, para el mismo tamaño, el coche eléctrico es más caro que el de combustión interna. Y eso a pesar de que tiene muchas menos piezas. ¿Es realmente el futuro? Pues depende de cuándo sea el futuro. Es verdad que tiene una serie de prestaciones mejores que el de combustión, pero no lo veo tan a corto plazo como lo ve la Unión Europea.

P.– Hasta ahora, la hibridación se ha demostrado como un buen paso en esa obligada transición hacia un vehículo menos contaminante. Los coches híbridos, ¿tienen aún larga vida por delante?
R.– En la categoría de los híbridos no enchufables, sí creo que tienen aún recorrido. Pero si me habla de los híbridos enchufables, que son en los que piensa todo el mundo, existe una nueva normativa europea sobre emisiones más estricta –LWTB– que hace que no sean ya tan beneficiosos. Si yo estuviera en la UE, mi pack sería un coche híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

P.– Hay quien considera que la nueva movilidad a medio plazo descansará en mayor medida en el coche de hidrógeno, un material muy abundante en el planeta. ¿Lo comparte?
R.– Bueno, hay dos cuestiones previas. Está claro que el hidrógeno es uno de los combustibles más extendidos por el planeta. Pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de hidrógeno verde es un proceso muy ineficiente, porque al final es una electrolisis, que es de baja eficiencia. Con todo, es cierto que puede ser un combustible alternativo. De hecho, ya hay coches que circulan con hidrógeno. Pero no podemos olvidar que llevan un recipiente a muchos, muchos bares de presión. Y si hay un accidente podría ser un gran problema, aunque creo que el hombre será capaz de superar estas cuestiones.

P.– El coche 100% ecológico no existe. ¿Hay alguna tecnología o nuevos materiales que puedan poner en entredicho esta afirmación?
R.– Si hablamos de reutilización o recuperación de todos los materiales que lleva un coche, ya hay varias iniciativas de economía circular para recuperar los vehículos antiguos y volver a ponerlos en la calle. Lo que no tengo claro es si, cuando hablamos de estos proyectos, se va a tratar el tema de emisiones. Porque no tendría sentido que con estas iniciativas mantuviéramos los actuales niveles de emisiones. Al final, creo que se va poder reciclar un alto porcentaje de los materiales usados. El reciclaje es una opción.

P.– ¿Cómo diría que está posicionado el sector de componentes de automoción de Cantabria para esa transición hacia el vehículo eléctrico, al hidrógeno o, en general, hacia las tecnologías alternativas al motor de combustión?
R.– En GIRA estamos adoptando líneas de trabajo para ser ‘mobility solutions’. Hay que cambiar el concepto del automóvil y las empresas que nos dedicábamos al automóvil nos tenemos que dedicar a la movilidad. ¿Qué diferencia hay? Hasta ahora hacíamos componentes de vehículos –las partes físicas y tangibles, que generalmente son mecánicos– y a partir de ahora los vehículos tienen componentes diferentes de la mecánica para resolver cuestiones como la conectividad. El gran cambio y el gran reto para el sector en Cantabria es ese: empezar a hablar de movilidad y no de automoción. Y para ello deberemos implicar al resto de agentes, como la Universidad de Cantabria, para potenciar las nuevas tecnologías de ‘software’ y ‘hardware’.

Iñaki Calvo , durante la entrevista.

P.– En este sentido, ¿cómo valora la importancia –o dependencia– que para el sector de componentes de automoción tiene una empresa como SEG Automotive, que ha sido el tradicional motor para numerosos proveedores de la región?
R.– Si hablamos a nivel de Cantabria, la influencia de SEG Automotive no solo se mide en términos de PIB regional –espera cerrar el año en torno a los 370 millones de euros de facturación– o de ocupación directa –emplea a unos 720 trabajadores–, sino sobre todo por el efecto tractor que ejerce en nuevas tecnologías en desarrollo. Esta fábrica lleva ya tres años trabajando para implantar ese salto del que antes hablaba de la automoción hacia la movilidad. Un ejemplo es la centralita de control del vehículo, presentada hace una semanas. Pero no nos quedamos ahí. En esta movilidad nueva que viene también hablamos de la bicicleta eléctrica. Tenemos ya un motor de bicicleta eléctrica, pero solo es un paso más. Por lo tanto, el efecto para el resto de las empresas de Cantabria es ese: tirar de las necesidades que tengamos en temas como el ‘software’ o el hardware. Queremos llevar la iniciativa y ver las sinergias que existen dentro de GIRA para desarrollar los nuevos procesos para estas nuevas necesidades de movilidad. Y tenemos una ventaja muy clara frente a otros clúster de España: ningún miembro es competencia de otro.

P.– El Grupo de Iniciativas Regional de Automoción (GIRA) se ha demostrado fundamental para participar o promover proyectos colaborativos más ambiciosos, incluso más allá de nuestras fronteras. ¿Satisfecho de los resultados cosechados hasta la fecha?
R.– Sí. Pero lo nuevo que tenemos en mente es mucho más ambicioso en cuanto a tener proyectos en común. Todo lo que desde SEG Automotive podamos dar al tejido industrial cántabro, se lo vamos a dar.

P.– La automoción tiene un gran peso específico dentro del PIB industrial de Cantabria. Pese a ello, no existe un centro de I+D exclusivo dedicado al sector, tal y como reclaman ustedes.  ¿Es esta una de nuestras mayores debilidades?
R.– No, no lo considero una debilidad. Está el Centro Tecnológico CTC y la Universidad de Cantabria, con los que colaboramos habitualmente. Sí es verdad que hay institutos como Tecnalia, en Vizcaya, pero no creo que todos los territorios tengamos que tener un centro de estas características. Lo que hay que hacer es colaborar más entre ellos y especializarse mucho más.

P.– Las principales industrias de la región, como la propia SEG Automotive, son multinacionales que dependen de decisiones tomadas a miles de kilómetros de distancia. ¿Cómo se convive con eso?
R.– En nuestro caso, la reciente huelga del metal en Cantabria ha supuesto un gran problema y ha tenido un indudable impacto a nivel reputacional con clientes internacionales muy importantes. Que el sector esté parado 21 días supone una clara pérdida de imagen y de competitividad, no solo económica. Pese a ello, lo que sí es cierto, y así nos lo reconocen, es que esta fábrica de Treto es un centro de conocimiento. Sesenta años de fábrica avalan que somos un centro de ‘know how’ importante.

P.– De otro lado, actores destacados de la industria regional señalan que las necesidades más urgentes del sector industrial pasan por superar la falta de personal cualificado; mejorar la competitividad en temas como la conectividad, infraestructuras o el precio de la energía; generar nuevas oportunidades, promoviendo el emprendimiento o incluso la simplificación administrativa; y facilitar que la industria tradicional y las empresas que ya están consolidadas ganen en tamaño. ¿Es también el caso de la automoción?
R.– Diría que en este sector no sufrimos la falta de conocimiento. De hecho, hemos hecho retención de talento y hemos conseguido que trabajadores cántabros cualificados que estaban en Madrid o Barcelona retornen a Cantabria. De lo que más me quejaría es del precio de la energía. Incluso antes de la actual situación ya era un problema. Es sin duda un tema que deberíamos solucionar. Además, creo que la reforma laboral ha supuesto la pérdida de flexibilidad laboral que siempre hemos necesitado en un sector como la automoción.

Casa Cirana abrió sus puertas en julio de 2022. Ubicado a pocos metros de Puertochico, en una de las principales zonas turísticas de Santander, sus diez mesas han estado ocupadas prácticamente todos los días desde entonces. Fue una sorpresa tan inesperada como agradable para las dos personas que están detrás del proyecto, que se conocieron cuando ambos trabajaban en el restaurante Barrafina, en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. El puesto en marcha en la capital de Cantabria es el primer proyecto empresarial que inician juntos.

Francisco Rouco | @FranRoucoMarzo 2023

«Si tenemos una casa que está a un minuto de la bahía y que al mismo tiempo no queda lejos de la montaña, nuestra oferta va a estar basada en el producto y en lo que el entorno sugiere”, explica Diego García, cofundador junto con Alba Fernández de Casa Cirana. El restaurante está situado en Bonifaz, 13, a menos de tres minutos a pie de Puertochico, una de las confluencias más visitadas por quienes viven y pasan por Santander. Tiene capacidad para 25 personas y da diez servicios al día, divididos en cinco comidas y cinco cenas. Inició su actividad en julio del pasado 2022, y en pocos meses ha sentado las bases de una propuesta reconocible. “Ofrecemos una cocina muy basada en el mar, muy cantábrica, donde los pescados, los mariscos y las algas tienen mucha relevancia; y donde los fondos de cocción lenta y prolongada tienen mucha presencia. Una cocina que respeta la pureza de sabores y donde evitamos el artificio”, explica García, cuya cocina abierta permite que el cliente vea lo que sucede en los fogones.

Otra de las características que identifican la oferta culinaria de Casa Cirana es que la carta cambia con las estaciones y que los platos tienen una vida efímera. “Nos guiamos mucho por la temporada y las indicaciones de los proveedores, que nos dicen qué tienen en su punto óptimo. Cogemos esos productos y los usamos para crear platos que encajen y defiendan la ideología de la casa”, subraya el jefe de cocina. Otoño tuvo dos protagonistas: una merluza cocinada con alga kombu a la que se añade un pilpil que surge de la cocción lenta de la cabeza de ese pescado; y un tartar de machote que se sirve con alga ramallo (cuyo sabor recuerda al percebe) y con una crema de puerro basada en la purrusalda. Ambas propuestas desaparecieron de la carta con el invierno para dar paso a nuevos platos.

Negocio a cuatro manos

Diego García lleva la cocina y Alba Fernández, la sala. Se conocieron en Reino Unido hace más de 10 años, cuando ambos comandaban, cada cual en su especialidad, el restaurante Barrafina situado en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. La jefa de sala subraya que el bagaje conseguido de experiencias pasadas –han trabajado en restaurantes en Londres, México, Madrid y Menorca– les permite modificar los menús y las cartas para lograr un triple combo: que la clientela quede satisfecha, que los platos transmitan la identidad de Casa Cirana y que el negocio sea rentable.

Al ser solo dos y no tener ninguna cadena ni grupo inversor detrás, todas las facetas del negocio están sobre sus hombros. García cocina y controla los stocks y la definición de los menús, y Fernández es la cara visible en sala y también quien se encarga de la gestión del negocio. “Tenemos la cabeza en ambas partes y cada uno respeta la parte del otro. Por eso somos tan buen equipo. Nos hemos visto trabajar durante años y la confianza es indispensable, más trabajando como lo hacemos y más aún al ser pareja”, explica Alba Fernández.

Diego García y Alba Fernández, chef y jefa de sala de Casa Cirana, en el comedor del restaurante.

Crear algo propio es lo que está detrás de Casa Cirana, el primer proyecto empresarial que inician juntos. “Trabajar para otras personas, más si son proyectos con altos registros en gastronomía, es muy gratificante, porque aprendes, tienes muchas responsabilidades y sabes lo que hay que hacer. Y tienes además otras ventajas como una logística de trabajo y la seguridad de unos ingresos. Pero trabajas en el contexto de otro, es el proyecto de otra persona, su idea”, explica García. “Quería desarrollar mi propia cocina y que la gente supiera que come algo que he cocinado yo”.

Para Fernández, en el gremio es habitual que tarde o temprano alguien se encamine a tener su propio negocio, a veces incluso rompiendo con la forma de trabajar que se ha venido practicando. “Hemos trabajado para brigadas gigantescas, con mucha presión y mil ojos encima, y queríamos dejar esa parte de lado para disfrutar esta profesión. Es como retomar la pasión por nuestro trabajo de una forma tranquila y humilde. Necesitábamos tranquilidad para ser nosotros mismos”, dice la jefa de sala de Casa Cirana.

Por qué abrir en Santander

Aunque ambos son de Madrid y han desarrollado gran parte de sus carreras en el extranjero, no son completos foráneos en Cantabria y tienen vinculaciones con Santander. La abuela de Alba Fernández pasó su juventud en la ciudad y sus padrinos tienen casa aquí. En cuanto a Diego García, sus padres viven en Santander, por lo que las visitas a la capital cántabra eran recurrentes. De hecho, todas estas visitas resultaron decisivas para escoger la ubicación de Casa Cirana. La jefa de sala explica que siempre que estaban por la ciudad les fascinaba el ocio y las ganas de salir de la gente a tomar el vermut o a comer algo. En cualquier época, hiciera el tiempo que hiciera. “Ese era nuestro ocio también: salir a comer fuera, buscar un buen producto y un lugar que pusiera cariño en lo que hacía”, explica Fernández, que reconoce que con su propuesta no han “inventado la rueda. Simplemente, quien aprecie ese ocio gastronómico va a disfrutar de un lugar como el nuestro”.

Cumplido el primer semestre de actividad, el balance es positivo. Ambos son conscientes de que la asistencia masiva de los meses de verano estaba circunscrita a la explosión turística de la ciudad durante esta época, y que serían los meses de otoño los que darían una visión más realista de la salud del negocio. “Por ahora en el plano económico, nuestro objetivo es recuperar la inversión y cubrir gastos fijos y variables cada mes. Al no ser gastos altos y sólo tener nuestras nóminas, no tenemos un objetivo económico ambicioso”, explica Fernández, que quiere completar el primer año de actividad antes de plantear un objetivo concreto.

A falta de cifras exactas, las sensaciones son buenas. “El mayor miedo que teníamos era que, al ser de fuera, no termináramos de encajar, porque este es un proyecto súper humilde que pretendemos que sea familiar”, subraya la jefa de sala. Fernández reconoce que ese temor ha ido desapareciendo gracias a las observaciones que le llegan de la clientela, directa y también indirectamente: “He escuchado a más de un niño preguntar si nuestra casa es una casa o un restaurante. Y esto nos hace gracia y nos gusta, porque ese es el concepto que queremos transmitir: una cena en casa de tu madre, con una sobremesa en la que llevas dos horas, pero que no te has dado cuenta porque estás a gusto”.

Además de afianzar su presencia en Latinoamérica, la tecnológica cántabra aspira a entrar en el mercado europeo de la mano de nuevas aplicaciones técnicas en Fundanet, su producto estrella, que mejoran la usabilidad de este software para la gestión de la investigación sin perder funcionalidad. Durante el último año, la empresa ha reforzado su posición internacional consiguiendo implantarse en ocho países de habla hispana y portuguesa, además de cerrar varias alianzas estratégicas con las que mejora sus perspectivas para el próximo ejercicio.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Enero 2023

La tecnológica Semicrol quiere extender su expansión internacional al mercado europeo y consolidar su presencia en Latinoamérica, fundamentalmente en México, Columbia y Perú, donde ya goza de una destacada implantación. “El reto de los próximos años es acercarnos a Europa”, anuncia su directora general, Natalia Alciturri, quien reconoce que para alcanzar este ambicioso objetivo antes debe afrontar importantes cambios a nivel técnico en Fundanet, el software para la gestión de la investigación que les ha permitido dar el salto al continente de habla hispana y que representa alrededor del 80% de su facturación, que en 2022 superó con creces los cinco millones de euros.

Fundanet, explica la directora general de la empresa cántabra, es un software con mucha capacidad que va acompañado de una capa de servicios de consultoría muy importante, que es la que a la postre permite a los clientes ordenar y optimizar todos su procesos y procedimientos internos de gestión. “Nuestro desafío ahora pasa por hacer un producto más sencillo y más usable, que sea 100% web y con una capa de servicios menor que nos permita dar una mayor escala. Es decir, queremos un producto más estándar y pequeñito que sea autoconsumible para que, con una menor complejidad de consultoría, podamos conseguir su distribución a través de Europa”, detalla Alciturri.

Natalia Alciturri, directora general de Semicrol

“Lo que buscamos en realidad –precisa a continuación– es partners europeos que en sus portfolios de soluciones puedan incorporar los productos de Fundanet”, una plataforma que ya usan más de 150 clientes en ocho países y en la que centran sus esfuerzos y capacidades tecnológicas para conseguir mejorar su usabilidad y que la experiencia del usuario sea “mucho más intuitiva y amigable”. Lo que la gerente de Semicrol descarta, al menos de momento, es lanzarse a conquistar el mercado asiático. “Asia no entra en nuestros planes”, confirma consciente de que hacerlo en Europa, al margen de Portugal, donde ya cuentan con una importante presencia en el ámbito hospitalario, supone todo un reto. “Tenemos mucho músculo y pulmón, pero no tanto”, concede.

Además, aclara que aún hay muchas oportunidades por explotar en Latinoamérica. “Nuestras cifras de negocio allí empiezan a ser interesantes, pero todavía hay mucho potencial de crecimiento en México y Colombia”, un país este último en el que asegura que ahora mismo están en una sólida fase de implantación de Fundanet en la Universidad Militar Nueva Granada. “En ambos casos [México y Colombia] estamos presentes desde hace casi una década y nos está costando. Es evidente que los cambios de gobierno y la inestabilidad política retrasan la toma de decisiones”, advierte sobre las posibles repercusiones que pudiera tener en Perú, el otro país clave en su proceso internacionalización, la reciente crisis institucional desatada por la detención de su expresidente Pedro Castillo.

Líneas de negocio

Lo que sí tiene muy claro Alciturri es que la salud y la investigación seguirán siendo las principales líneas de negocio de Semicrol. “De ahí no nos queremos mover”, afirma con rotundidad sin cerrar la puerta a nuevos nichos, como pueden ser todos los servicios ‘cloud’, una tecnología sobre la que admite que ya han puesto el foco y a la que augura un potencial de crecimiento muy alto en el corto plazo. “Para nosotros, que somos muy prácticos y nos gusta innovar con y para el cliente, los proyectos más interesantes y con mayor potencial vienen de la mano del cloud, de la inteligencia artificial y de la ingeniería de datos”, especifica la directora de la empresa cántabra.

En este sentido, la máxima responsable de Semicrol mantiene que todos los datos, tanto en el ámbito de los ensayos clínicos como de la actividad investigadora, llevan aparejados un mercado que cree que puede ser “muy, muy interesante” para la empresa. Así, incide en la importancia que los datos tienen no solo para saber lo que está pasando sino, sobre todo, qué es lo que va a pasar. “La parte predictiva de los datos es fundamental para poder adelantarse en la toma de decisiones sobre las estrategias de salud. Y queremos aprovecharlo”, sentencia.

Alciturri considera que una de las ventajas de ser una pyme es su capacidad de adaptación a un entorno que asume cada vez más cambiante. “Estamos en los sectores de la investigación, de la salud y de la tecnología, ámbitos todos ellos en los que el componente de datos y de inteligencia artificial es muy alto, lo que nos abre sin duda un abanico de posibilidades que queremos explotar al máximo. A nivel nacional, en Portugal, en Latinoamérica y también ahora en Europa”, concluye.

Balance de 2022

En su balance de 2022, Semicrol destaca la expansión internacional alcanzada por la empresa con la implantación de Fundanet en un total de ocho países de habla hispana y portuguesa. Además, esta empresa, con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) y que hoy cuenta con una plantilla de 85 trabajadores, resalta que a lo largo del pasado año se ha mantenido como líder de su sector en España, así como forjar varias alianzas estratégicas que le han permitido mejorar sus perspectivas de cara al futuro inmediato.

Desde que hace poco más de una década iniciara su proceso de internacionalización, Semicrol ha conseguido implantar su tecnología en cerca de medio centenar de entidades de investigación de diferentes países de Latinoamérica, como México, Colombia, Argentina, Chile o Perú, de forma que las ventas de Fundanet en el continente alcanzan ya el 10% de su cifra total de negocio. Con su software, calcula Semicrol, se gestiona en la actualidad el 95% de la investigación biomédica que se realiza en España, desde los ensayos clínicos a los proyectos de innovación, el trabajo de los comités de ética o las carreras científicas de los investigadores, de una manera totalmente digitalizada y segura, y con la posibilidad de hacer una trazabilidad completa de cada paso que se dé en cada proyecto concreto.

Semicrol cuenta con una plantilla de 85 trabajadores

Según destaca la empresa, estas características son, precisamente, las que en pleno proceso de transformación digital de las entidades públicas y privadas, y con las necesidades que ha puesto sobre la mesa la crisis sanitaria mundial, han impulsado la adopción de este software hecho en Cantabria que, además, ofrece varias actualizaciones al año para incluir las novedades normativas o legislativas a las que tengan que hacer frente las entidades e instituciones que lo utilizan.  Un atractivo que, además, se ve fuertemente reforzado por las alianzas estratégicas que Semicrol mantiene con Microsoft y con OpenClinica.

En el primero de los casos, la compañía cántabra es Gold Partner de Microsoft, lo que le permite ofrecer a sus clientes todos los beneficios del Business Intelligence, es decir, transformar todos los datos acumulados en el software Fundanet en información que se muestra en pantalla mediante gráficos y estadísticas que hacen más sencilla la extracción de conclusiones y la toma de decisiones informadas. Esta alianza también permite ofrecer a los clientes de Semicrol los beneficios de Microsoft Azure (servicio de nube) con todas las garantías de seguridad que proporciona el gigante estadounidense. En relación a OpenClinica, la tecnológica cántabra es el partner oficial –el único en España– de este sistema de gestión para ensayos clínicos que permite garantizar la seguridad y cumplir los requisitos de las agencias reguladoras más exigentes a nivel mundial.

A juicio de Semicrol, la confianza de estos dos grandes del sector tecnológico, unida a su también profundo conocimiento del sector de la investigación biomédica después de años de experiencia y colaboración estrecha con entidades de referencia, refuerzan su posición de cara a la consecución de una expansión nacional e internacional tan importante como la experimentada en los últimos años, y muy especialmente en este recién terminado 2022.

Proyectos singulares

Todo ello ha facilitado la participación de Semicrol en algunos proyectos singulares, como el nuevo ensayo clínico sobre las variantes SARS-CoV-2 de Sinovac, a cargo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que ha vuelto a confiar en Fundanet para el seguimiento de los datos de los pacientes participantes después de los buenos resultados del uso de la plataforma en el primer estudio que realizó esta institución para la consecución de la vacuna. De este modo, este nuevo ensayo clínico se suma a los otros ocho de diferente tipo en la lucha contra la Covid-19 en los que ha participado la empresa cántabra de la mano de los hospitales La Paz, La Princesa, Valdecilla y La Fe, el Instituto de Salud Global de Barcelona, el Instituto de Investigación La Fe y la consultora científica Outcomes’10.

Al margen de estos resultados, Semicrol ha conseguido reforzar su posición internacional con la entrada como proveedor de servicios de la red europea EDHEN (European Health Data & Evidence Network), un proyecto internacional cuyo objetivo es la creación de una comunidad científica abierta en la que se compartan grandes volúmenes de datos, de manera segura y también más productiva, que permitan nuevos hallazgos médicos y avanzar así en los tratamientos, las decisiones sanitarias y una mejor atención al paciente.

Nuevas iniciativas

Por otro lado, y junto a su implantación en cada vez más entidades de investigación, Semicrol recalca que su presencia en Latinoamérica se ha visto igualmente reforzada por su participación en el proyecto PeruCris, aún en fase de desarrollo, junto a la empresa italiana 4Science. Se trata, según especifica la empresa cántabra en un comunicado, de una plataforma para la gestión de todo el sistema nacional de ciencia del país andino que facilitará la recogida ordenada de datos, la difusión del conocimiento o el acceso a fuentes, entre otros objetivos, y que beneficiará a todos los actores del sistema (investigadores, instituciones y empresas) y al conjunto de la sociedad.

Otro de los retos en los que la empresa cántabra está trabajando de cara a los próximos meses es el proyecto ‘Evaluación de las capacidades de inteligencia artificial en estudios de investigación de vida real’, dirigido a analizar los diferentes algoritmos de IA existentes con el fin de determinar cuáles de ellos pueden ser de aplicación en los ensayos clínicos y cómo implementarlos para que contribuyan a la generación de conocimiento automático.

Se trata, según destaca la empresa cántabra, de conseguir nuevas y mejores terapias, diagnósticos y recursos al servicio de los pacientes a partir de la gestión inteligente de los datos, un ámbito en el que la tecnológica cántabra atesora una dilatada experiencia como socia de las principales entidades de investigación de España, Portugal y Latinoamérica.

El despacho de abogacía y asesoría empresarial trabaja desde el octubre del pasado año en unas nuevas instalaciones que triplican la capacidad de las anteriores y que han servido para dar respuesta al continuo incremento de la actividad que ha registrado la empresa en los dos últimos años, en un contexto marcado por el confinamiento y por las consecuencias que la crisis sanitaria ha tenido en las pymes y autónomos que constituyen la mayor parte de su cartera de clientes. Los responsables de TFS, que calculan que la facturación se ha multiplicado por dos desde 2020, quieren que este ejercicio sirva para consolidar el terreno ganado, pero no descartan un nuevo salto adelante que, a partir del próximo año, pueda incluso dejar pequeñas las oficinas que acaban de estrenar.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Junio 2022

No fueron, los del confinamiento, buenos tiempos para nadie pero, cuanto menos desde el punto de vista puramente empresarial, pocos los sufrieron con la intensidad de las asesorías, que vieron incrementarse su carga de trabajo hasta niveles que comprometían su capacidad de respuesta, enfrentadas a continuos cambios regulatorios y legales y con todas las incertidumbres sobre las posibilidades de salir adelante, tanto para ellas mismas como para sus clientes. Cuando sucedió todo aquello, Trámites Fáciles Santander (TFS) había decidido ya una mudanza que dotara al despacho del espacio necesario para dar continuidad al crecimiento –no especialmente acelerado, pero sí constante–  que venía registrando desde su fundación en 2003. La declaración del estado de alarma aplazó el traslado pero,  dos años después y todavía lejos de haberse despejado todas las incógnitas a las que dio lugar la crisis sanitaria, hay que situar ahí el origen del fuerte crecimiento en la actividad que ha llevado a la empresa a dar un salto mucho mayor que los pocos cientos de metros que separan la antigua oficina de la santanderina calle Tres de Noviembre de las nuevas instalaciones de la calle San Fernando desde las que la empresa opera desde el pasado mes de octubre.

Víctor y Eduardo Bra, en las nuevas oficinas de la empresa que pusieron en marcha en 2004.

Según los cálculos que hace Eduardo Bra de la Rosa, director de TFS, la facturación del despacho ha estado cerca de doblarse en los dos últimos años, un incremento que a su vez se ha reflejado en la incorporación de dos nuevas trabajadoras en ese tiempo, una en junio del pasado año y otra en marzo de este. Con ellas, la plantilla del despacho alcanza las siete personas, lo que está ya muy cerca de colmar la capacidad de las nuevas oficinas. Bra de la Rosa, que fundó la empresa en 2003 y que trabajó en ella prácticamente en solitario durante el primer año, no encuentra razones claras para explicar un crecimiento que, por su intensidad, solo sería comparable con el registrado casi inmediatamente después de la puesta en marcha de la empresa, cuando la comparación de un ejercicio al siguiente se hacía a partir de cifras muy pequeñas. “No acertamos a entender la subida que se ha dado desde el confinamiento. Es verdad que aquella fue una situación muy difícil tanto para nosotros como para nuestros clientes, y que tomamos algunas decisiones que quizá nos están ayudando ahora”, señala el director de TFS, que se refiere con ello tanto a la carga de trabajo que atendieron, como a la determinación que tomaron de aplazar cobros a clientes, aplicar descuentos en los procesos y, en muchos casos, no facturar por la tramitación de los instrumentos habilitados para que las empresas hicieran frente a la crisis: “Probablemente eso ha llevado a que algunos clientes nos recomienden, también posiblemente ha influido la presencia en Internet, la trayectoria ya de muchos años…. Lo cierto es que hemos tenido un crecimiento atípico, que en algunos momentos provoca cierto vértigo”.

Líneas de negocio

Trámites Fáciles Santander nació como un despacho de abogados especializado en la gestión de permisos de residencia para extranjeros, un servicio que todavía mantiene pero al que fueron incorporándose otros hasta configurar un catálogo que al apartado jurídico suma la asesoría fiscal, laboral y contable para empresas y, desde hace diez años, la gestoría administrativa. El proceso de configuración de las diferentes áreas de negocio, explica el director de TFS, se dio como una forma de dar respuesta a los requerimientos de los propios clientes, antes que como una estrategia diseñada en plazos más o menos largos. En esa evolución se dieron coincidencias que pueden considerarse afortunadas, como el proceso de regularización de extranjeros abierto casi coincidiendo con la puesta en marcha de la empresa, pero sobre todo decisiones que permitieron después enfrentarse en mejores condiciones a las crisis que llegarían más tarde, primero a la financiera de 2008, y luego a la pandémica de 2020.

“En 2004, con la regularización de extranjeros de Zapatero, me encuentro casi de un día para otro con colas de quince o veinte personas a las puertas del pequeño local del Mercado de México en el que empezamos”, recuerda Eduardo Bra, que encuentra ahí la única referencia comparable a la de los últimos dos años en cuanto al ritmo de crecimiento de la actividad. En ese momento incorpora a la empresa a su hermano Víctor para, muy poco después, ampliar la oferta del despacho para dar respuesta a la demanda que detectaba en sus propios clientes: “Nos dimos cuenta de que un porcentaje alto de la gente que regularizábamos montaba su propio negocio, y nosotros éramos sus personas de confianza. Contratamos entonces a alguien para hacer asesoría fiscal. Fue un gran acierto”.

Áreas de trabajo

La asesoría fiscal, laboral y contable aporta actualmente entre el 40 y el 50% del volumen de negocio de la empresa, y es el área que está impulsando el fuerte crecimiento del último bienio. La abogacía, un área que Eduardo Bra define como de largo recorrido, se mueve en cifras estables que suponen entre el 30 y el 40% de la facturación de TFS, quedando el resto de los ingresos –en el entorno del 20%, punto arriba punto abajo– a cargo de la gestoría. Aunque esta última todavía no estaba operativa cuando se produjo la crisis financiera de 2008, la diversificación fue clave para afrontar cambios de ciclo como el que se dio entonces –cuando se produjo un frenazo absoluto en los procesos de regularización de extranjeros y la base de ingresos que aportaba ya la asesoría permitió soportar los gastos– y lo ha sido igualmente ante dificultades como las causadas, de forma no menos abrupta, por la pandemia del covid-19.

Eduardo Bra, director de Trámites Fáciles Santander, con parte del equipo de la empresa, en una de las salas de las nuevas instalaciones.

Además de ganar protagonismo en la cartera de servicios de la empresa y ser el motor del crecimiento en los últimos años, la asesoría  es también el área de negocio con más peso en términos estratégicos. Con la relativa salvedad de la inversión destinada a la adquisición y acondicionamiento de las nuevas instalaciones –que de un modo u otro también puede vincularse con las necesidades de este servicio– a la asesoría se han destinado las actuaciones más relevantes en materia de digitalización, que han sido decisivas –junto al compromiso y versatilidad de la plantilla– para lograr la mejora de productividad necesaria para dar respuesta al incremento de la demanda. Todo el sistema de recepción y atención al cliente, explica Eduardo Bra, está orientado a facilitar la comunicación electrónica y evitar el papeleo, lo que se complementa con la labor de dos dispositivos informáticos –los conocidos como ‘bot’– programados para asumir las tareas más repetitivas y que más horas suelen consumir en una asesoría: la lectura de facturas y la conciliación de apuntes bancarios. “Ahora mismo ya hacen un trabajo increíble, pero ahí vemos un recorrido tremendo, con aplicaciones desarrolladas a medida que permitirán seguir liberando a los trabajadores de las tareas más tediosas y que menos valor aportan”, augura el director de TFS.

La productividad derivada de la digitalización ha hecho posible que el incremento en la carga de trabajo no se haya trasladado de forma lineal a la plantilla, aunque Eduardo Bra prevé nuevas contrataciones a sumar a las dos realizadas durante el último año.

Con todo, y ya con las previsiones correspondientes al ejercicio en curso prácticamente cerradas, el director de Trámites Fáciles Santander cree que 2022 será un año para consolidar el terreno ganado, y no tanto para dar continuidad al fuerte avance de los dos últimos. Eso no significa, advierte, que la empresa descarte objetivos más ambiciosos en plazos más largos, o incluso inmediatos si surgiera alguna oportunidad: “Queremos ver cómo respondemos ante el crecimiento tan vertical que hemos vivido, porque lo que queremos es estar seguros de dar la misma solución y servicio a todos los clientes”, explica Eduardo Bra, que en todo caso no descarta un nuevo salto adelante que diera lugar a la incorporación de más trabajadores: “Puede ser a través del crecimiento orgánico, como hasta ahora, o corporativo, mediante la compra de alguna asesoría si se da esa posibilidad. Estoy pensando en 2023, por ejemplo, pero si la posibilidad surgiera este año, creo que estaríamos preparados”. Es una posibilidad, admite, que dejaría pequeñas las oficinas que prácticamente acaban de estrenar: “No me preocupa, no me dan pereza las mudanzas y me gustaría saltar la barrera de los diez trabajadores, dejar de ser una micropyme. Cuando se pueda, y no pasa nada si no se puede, pero esa es la idea”.


Crecer siendo una sociedad laboral

Siendo ella misma una sociedad laboral, no es extraño que buena parte de la cartera de clientes de Trámites Fáciles Santander tengan esa misma naturaleza jurídica, algo que Eduardo Bra asegura responde no tanto a una especialización como a la propia dinámica de trato con sus clientes: “Acompañamos a muchos emprendedores desde la primera fase de sus proyectos, y como conocemos de primera mano esa figura, es una de las opciones que les explicamos cuando dan el paso de crear la empresa”, exlica el director de TFS, que cree que el desconocimiento que sigue existiendo sobre esta figura societaria hace que no sean muchas las asesorías que contemplen esta alternativa cuando aconsejan a sus clientes. La sociedad laboral –sociedad límitada laboral, o sociedad anónima laboral– implica que más del 50% del capital social de la empresa tiene que ser propiedad de los trabajadores, y que ningún socio puede tener más del 33% de las acciones. Además, esta figura obliga a que la mayor parte de los trabajadores de la empresa sean a su vez socios de la misma, en una proporción fijada por ley y que pone en relación el total de horas trabajadas por los socios trabajadores y por los que no tienen esa condición. Eduardo Bra, que además de director de TFS es presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Economía Social (ACEL), admite que esas premisas legales pueden hacer que las sociedades laborales no sean la mejor opción en todos los casos, pero defiende que sus ventajas las hacen especialmente atractivas en muchos otros: “Hay cuestiones como la posibilidad de que los administradores coticen en el régimen general, o las líneas de ayudas a la constitución de la empresa y a las inversiones, que suponen ya un atracitivo por sí mismas, pero sobre todo la sociedad laboral es una figura que aporta estabilidad y que facilita que los trabajadores se identifiquen con el proyecto». La trayectoria de Trámites Fáciles Santander SLL sitúa a Eduardo Bra en una buena posición para valorar uno de los potenciales obstáculos de las sociedades laborales: el freno al crecimiento que puede suponer la obligación de incorporar como socios a los trabajadores. “Para nosotros no ha supuesto nunca un problema, aunque es cierto que la consolidación que queremos hacer este año, después del crecimiento tan fuerte de los dos últimos, tiene en parte que ver con esto, pero tampoco creo que esa pausa tenga nada de malo”. Sí cree, en cambio, que la reforma laboral, con la práctica eliminación de la temporalidad, puede ser un problema para sociedades laborales y cooperativas: “El cómputo para establecer la proporción entre socios y no socios se hace teniendo en cuenta los trabajadores con contrato indefinido. Al eliminarse la temporalidad, eso podría llevar a que muchas empresas pierdan la calificación de sociedad laboral o cooperativa. Es algo que confíamos que se corrija con las enmiendas en las que ya se está trabajando en comisiones en el Congreso y el Senado”.

La adquisición de BOD Arquitectura confirma la relevancia que la multinacional canadiense WSP concede al mercado español y refuerza la posición de su filial española, que tiene su sede en Cantabria. Desde su integración en el grupo en diciembre de 2018, la heredera de la histórica Apia XXI ha reforzado su posición dentro de las áreas de negocio donde ya tenía presencia y ha integrado otras que forman parte fundamental de la oferta de servicios de su matriz, una empresa altamente diversificada que cuenta con más de 55.000 trabajadores en todo el mundo. Los planes de WSP Spain, que con la nueva adquisición cuenta con una plantilla de 275 trabajadores, contemplan alcanzar los 500 en los próximos tres años, con la energía y el medio ambiente como principales motores del crecimiento.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2022

Como punta de lanza local de una multinacional que se cuenta entre las mayores del mundo dentro de sector, el peso de la filial española de WSP se mide más en lo cualitativo que deteniéndose en la fría objetividad de las cifras. Aunque por razones distintas, otro tanto puede decirse de la propia empresa a la que el gigante canadiense ha confiado su presencia en España, que si atendemos a alguno de las variables que dan cuenta de su actividad tiene hoy un tamaño menor al que tuvo en otros momentos de su historia pero que, por encima de esa circunstancia, no ha dejado de ganar importancia y presencia en el mercado desde su integración en el grupo. WSP Spain, que como heredera de la ingeniería Apia XXI mantiene su sede en Cantabria, tutela desde 2018 el desembarco de la multinacional canadiense de consultoría e ingeniería, un proceso que ha supuesto mantener aquellas áreas de negocio en las que las que Apia XXI era ya una referencia, potenciar otras que tenían una presencia más o menor residual en su catálogo e incorporar productos y servicios co los que nunca antes había trabajado. También ha obligado a hacer renuncias en mercados exteriores en los que tenía ya una notable implantación, pero a los que dan servicio otras filiales de su matriz. Todo ello, el ensanchamiento de la oferta y la concentración en el mercado nacional, aporta el marco estratégico que explica la compra de BOD Arquitectura, una operación formalizada el pasado mes de mayo que supone reforzar el área de edificación de la empresa y afianzar, por la vía de los hechos,  la posición de la filial española dentro del grupo.

Manuel Pérez, gerente de WSP Spain, en la sede de la empresa en el Pctcan.

Dentro de ese proceso de diversificación de negocio acometido por la filial española de WSP, la adquisición de BOD supone un paso adelante en una de las áreas de negocio con mayor peso en el mercado español, pero  también una de las que menos relevancia habían tenido dentro del mix de producto de la antigua Apia. Con la integración del estudio de arquitectura madrileño, la edificación –lo que en la terminología de la multinacional se identifica como Property & Buildings– pasa a suponer en torno al 30% de la facturación de WSP Spain, igualando al área de transporte e infraestructuras sobre el que la ingeniería cántabra había asentado su negocio. El resto de la actividad de WSP Spain se reparte en proporciones similares entre las tres líneas hoy con menor protagonismo numérico dentro de su oferta, pero también con un mayor potencial de crecimiento dentro de los planes de la empresa: medio ambiente, energía y el área de consultoría y asesoría.

“Si tenemos en cuenta nuestro tamaño, seguimos siendo una parte muy pequeña dentro de WSP, pero la compra de BOD Arquitectura es una operación cualitativamente muy importante”, destaca Manuel Pérez, director general de WSP en España y Portugal, que incide en lo que esa actuación tiene de refuerzo del trabajo realizado desde que en diciembre de 2018 se produjese la integración en la multinacional canadiense: “Les gusta lo que hacemos y les gusta el país, que esperan que también cuantitativamente sea en el futuro más importante de lo que es hoy”. La ingeniería cántabra se incorporó a WSP al adquirir esta a la estadounidense Louis Berger, de la que formaba parte la antigua Apia XXI desde 2013. La etapa de Louis Berger supuso la primera experiencia dentro de una multinacional, pero en la práctica, y sobre todo en lo relacionado con la actividad y los mercados que se atendían, implicó un cambio mucho menor del que supuso la integración en WSP: “Aquella era una ingeniería clásica, orientada como nosotros hacia las infraestructuras y el transporte, y con la que continuamos un proceso de internacionalización en el que ya estábamos, con WSP nos encontramos con una plataforma mucho más ancha, con más servicios y más extendida por todo el mundo”, recuerda Manuel Pérez, que destaca las implicaciones que eso tuvo para la empresa: “Nos dijeron que olvidásemos la expansión internacional y que nos centráramos en el desarrollo de los nuevos productos en España. Es otra visión”.

Desprenderse de todo el negocio internacional –que en 2017 aportaba el 80% de la facturación de la empresa– supuso pasar de una plantilla de más de 500 trabajadores a otra de menos de 200, con una reducción de las ventas que se movió en proporciones más o menos equivalentes. A partir de ahí, y a partir de premisas completamente distintas de las seguidas hasta entonces, se sentaron las bases para retomar el crecimiento.

Con la incorporación de BOD Arquitectura, la filial española de WSP cuenta con 275 trabajadores, la mayor parte de ellos en su sede cántabra. Los planes de la empresa contemplan dar continuidad al incremento en volumen de negocio y plantilla, hasta alcanzar los 500 trabajadores cuando acabe el año 2024. Para llegar a ese objetivo se contempla tanto el crecimiento orgánico como el corporativo, a través de operaciones similares a la realizada con la adquisición de la empresa madrileña: “Será una combinación de ambos. Estamos convencidos, porque lo estamos viendo, de que las áreas de energía y medio ambiente vana a crecer mucho, pero es difícil que solo con eso consigamos llegar a donde nos planteamos. No va a ser mañana, porque hay que integrar lo que compras, pero estoy seguro de que habrá más adquisiciones”, asegura el director de WSP Spain.

WSP Spain cuenta con una plantilla de 275 trabajadores, la mayor parte de ellos en su sede de Cantabria.

Manuel Pérez explica la transformación acometida en estos años por la empresa como el paso de una actividad centrada en la definición, a otra en la que la clave es el asesoramiento, o también, en una terminología emparentada con la informática, la conversión desde lo ‘hard’ –la pura ingeniería– a lo ‘soft’: la aportación de soluciones desde un punto de vista integral. Con un sector de la ingeniería de infraestructuras y edificación que en España es especialmente competitivo, y que opera en un mercado maduro y de estrechos márgenes, el principal impulso debería llegar de las áreas de energía, medio ambiente y de la asesoría/consultoría. “El área medioambiental está teniendo ya un crecimiento enorme y en energía, aunque la aportación en facturación no es muy grande, trabajamos en proyectos muy relevantes y de altísimo valor añadido”, destaca el director de WSP Spain, refiriéndose a actuaciones en las que trabaja para los sectores eólicos, solar, plantas de baterías, biocombustibles o hidrógeno. Además de encontrar ahí buena parte del potencial sobre el que asentar el crecimiento en los próximos años, Manuel Pérez otorga un valor estratégico a equilibrar la aportación de las diferentes áreas de negocio que componen el catálogo de la empresa, un factor que considera clave para alcanzar ese primer objetivo del medio millar de trabajadores, y una facturación en el entorno de los 40 millones de euros, cotas que considera acordes con lo que correspondería a un mercado del tamaño del español.

El papel que jugaría el centro de trabajo cántabro de WSP Spain sería el acorde con su condición de sede de la empresa y con sus vínculos con la región en la que hunde sus raíces la compañía: “Lo normal es que sigamos incorporando delegaciones fuera de Cantabria, pero lo emocional es importante y nadie se plantea no estar aquí, que es algo que además nos aporta una singularidad que es muy positiva”, asegura Manuel Pérez. Dentro del crecimiento que prevén los planes de la filial española de WSP, explica, Cantabria también debería tener una cuota proporcional a la del conjunto, tanto en trabajadores como en facturación: “Uno de los principales retos para crecer con los que nos vamos a encontrar los próximos años es la capacidad para captar y atraer talento. Para eso va a ser importante la relación que mantenemos con la Universidad de Cantabria, que es mucho más estrecha de lo que podría ser en una región más grande”, concluye.

La empresa hotelera cántabra abre un hotel temático en Santoña en lo que supone la primera incorporación a la cadena desde que la crisis sanitaria puso freno a las expectativas del sector turístico. Con hoteles en Potes, Cabuérniga, Suances, Santander y Carmona, además del inaugurado la pasada Semana Santa en la villa marinera, el grupo tiene planes para conseguir presencia en otras localidades de Cantabria con, al menos, tres establecimientos más, a los que a más largo plazo podría sumarse otro de nueva construcción con el que se culminaría el diseño de la cadena. En la actualidad, Arha Hoteles gestiona 200 habitaciones y es líder absoluto en la región en la oferta de alojamientos para el programa de turismo del Imserso.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2022

De no ser por el condicionamiento de factores difícilmente previsibles, el del grupo Arha Hoteles podría calificarse como un crecimiento lento, pero constante. Sin embargo, y aunque existían planes para hacer realidad esa progresión sostenida en el tiempo, lo cierto es que la incorporación de nuevos eslabones a la cadena se ha visto interrumpida de forma brusca en dos momentos, y ambos por razones directamente vinculadas con la salud: primero a causa de la enfermedad de su propietario, que puso en pausa todos los proyectos de la empresa en 2015, y más recientemente con la crisis sanitaria, que hizo otro tanto en 2020, cuando ya se había adquirido el hotel de Santoña inaugurado el pasado mes de abril, con no menos de dos años de retraso sobre la fecha inicialmente prevista.

Concebido como un hotel temático, con la pesca y el mar como protagonistas, el Hotel Arha Villa de Santoña abrió oficialmente su puertas el 1 de abril, a tiempo para una campaña de Semana Santa que ha tenido resultados notables tanto para los hoteles de la cadena como para el resto del sector turístico cántabro. El hotel santoñés suma 30 habitaciones al grupo, que con ellas alcanza las 200 y da un paso más en el que es uno de sus objetivos desde que retomara sus planes de crecimiento en 2018: contar con presencia en todas las localidades turísticas de la región. La cadena, que formalmente nació en 1999 con la construcción del Hotel Arha Potes, adquirió realmente esa condición con la incorporación en 2012 del Arha Albatros, en Suances, y el Reserva del Saja, en Cabuérniga. Tras el obligado aplazamiento debido a los problemas de salud de Ariel Cuesta, fundador y gerente del grupo, los planes se retoman en 2018 con la inauguración del Hotel Arha Santander, en la calle Federico Vial y, ya tras la pandemia, la apertura de la Casona de Carmona.

El Villa de Santoña está concebido como un hotele temático, con el mar y la pesca como protagonistas. En la foto, uno de los pasillos del establecimiento.

Con la entrada en funcionamiento del Villa de Santoña, la cadena Arha suma ya 200 habitaciones, una cifra que puede parecer modesta si se compara con los datos de los grupos hoteleros que operan a nivel nacional pero que puede considerarse como notable si tenemos en cuenta solo a las empresas de la región. Con todo, y más allá del dato puramente cuantitativo, la configuración de la oferta de Arha Hoteles se ha diseñado con un ánimo diversificador que por un lado extienda su presencia por toda la región y, al mismo tiempo, permita ampliar las fechas de apertura más allá de la temporada veraniega. La incorporación del establecimiento santoñés encaja en esta doble estrategia y es perfectamente ilustrativa de la forma en que la cadena encara su crecimiento.

El hotel santoñés, ubicado en el casco urbano de la villa, llevaba varios años cerrado cuando fue adquirido por Arha Hoteles en 2019, con idea de rehabilitarlo completamente y reabrirlo como hotel temático, con el mar, la pesca y la tradición conservera como ejes a partir de los que diferenciar el establecimiento. La vinculación con lo marinero permitió que el acondicionamiento se hiciera a través del Grupo de Acción Costera Local y con el apoyo de una subvención pero, por encima de estas circunstancias y según recalca Ariel Cuesta, la forma en que se ha encarado la construcción del Arha Villa de Santoña tiene que ver con el posicionamiento que se busca para el hotel y el papel a jugar por el mismo dentro de la villa: “En el casco urbano de Santoña no había hoteles, pese a que la pesca, la industria conservera o las actividades que realiza la Cofradía de la Anchoa, por ejemplo, atraen visitantes todo el año, y no solo en verano. Los alojamientos que hay en las localidades cercanas muchas veces son estacionales, con lo que realmente no hay donde alojarse durante buena parte del año”. El gerente de Arha Hoteles, que destaca todas las facilidades dadas por el Ayuntamiento de Santoña para la reapertura del hotel, considera que se viene así a cubrir una necesidad que generará actividad no solo al Arha Villa de Santoña, sino al resto de la hostelería local y al conjunto de la economía de la villa.

Para la cadena hotelera, el nuevo hotel supone dar un paso más en el objetivo de sumar meses de apertura, evitando en todo lo posible la estacionalidad que caracteriza en gran medida al mercado turístico regional. El de Santoña será el cuarto Arha que permanecerá abierto todo el año, junto al Reserva del Saja, en Cabuérniga, el Villa de Suances, es esa localidad, y el Arha Santander, en la capital de Cantabria. La incorporación de este último al grupo, en 2018, supuso el paso definitivo en ese objetivo de ampliar los meses de apertura y fue, de hecho, un factor clave para que Arha decidiera cumplir de esa forma el que era otro de los propósitos que perseguía la cadena desde sus inicios: contar con presencia en la capital de la región.

Ariel Cuesta, gerente de Arha Hoteles

Arha llegó a contar con planes para construir un hotel de nueva planta en la zona de Las Llamas y, más recientemente, tuvo muy avanzados el proyecto de remodelación del Club de Regatas, algo que tuvo que abandonar coincidiendo con los problemas de salud que tuvo su director y principal promotor de ambas iniciativas. En 2018, ya recuperado, Ariel Cuesta retomó la idea de abrir es Santander, y lo hizo adquiriendo un hotel en funcionamiento en la calle Ruiz de Alda, una fórmula que no era entonces la que venía usando el grupo para su crecimiento, basado habitualmente en el alquiler con opción de compra de los establecimientos que incorporaba a la cadena. Además de conseguir así tener un hotel en la capital de Cantabria, el Arha Santander permitía alcanzar un objetivo de no menor alcance: acceder como proveedor de alojamientos al mercado de los viajes del Imserso, clave para desestacionalizar la actividad.

Los viajes del Imserso

Con la antigua propiedad, lo que hoy es el Arha Santander llevaba ya años trabajando con el programa de viajes del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), algo que a partir de su integración en el grupo Arha se extendió a los hoteles de la cadena en Suances y Cabuérniga. Como consecuencia de ello, y según los cálculos que realiza Ariel Cuesta, Arha se ha convertido en el principal receptor de viajeros del Imserso en Cantabria. Con una media de entre 48 y 50 visitantes semanales en cada uno de los tres establecimientos entre los meses de octubre a junio –salvo en Suances, que no  el programa del Imserso garantiza ingresos estables y la carga de trabajo necesaria para extender la temporada a todo el año. A ello hay que añadir la condición de proveedores de la comida en ruta para los turistas del programa. “El Imserso nos proporciona estabilidad laboral y un flujo de caja que es muy importante en términos financieros”, admite el director de Arha Hoteles, que considera que eso compensa los escasos márgenes con los que se trabaja: “La rentabilidad es muy pequeña, incluso en estos últimos meses, con la gran subida que han sufrido los suministros, incluso no llegas a cubrir gastos, pero aun así sigue siendo interesante para nosotros”.

El contrato con el programa de viajes del Imserso es decisivo para conseguir mantener abiertos todo el año los tres hoteles que participan en el mismo, Arha Santander, Reserva del Saja y Villa de Suances. A ellos se unirá Santoña, que nace con esa vocación de extender su actividad durante los doce meses, y los apartamentos de Potes, que tampoco interrumpen su actividad en ningún momento. Sí lo hacen, en diferentes momentos y con distinta extensión, los otros dos hoteles de la cadena, Arha Potes y Carmona.

Proyectos

La Casona de Carmona, cuatro estrellas y restaurante, fue el último hotel en sumarse al grupo Arha hasta la apertura del Villa de Santoña la pasada Semana Santa. El hotel ubicado en el histórico edificio de la localidad cabuérniga, propiedad de Cantur y que Arha gestiona en régimen de concesión, abrió sus puertas en julio de 2020, a tiempo para participar en la atípica campaña turística del verano posterior al confinamiento. Precisamente la crisis sanitaria abrió un paréntesis en los planes de crecimiento de la cadena, retomados con la apertura del Villa de Santoña. Aunque Ariel Cuesta es prudente a la hora de dar detalles, el director de Arha admite que la cadena tendrá nuevas incorporaciones, alguna de ellas en plazos más o menos inmediatos. Su intención es completar la idea con la que nació el grupo, que pasaba por tener presencia en todas las localidades turísticas de la Cantabria, algo en lo que prima la intención de contar con la oferta más completa de la región y continuar avanzando en el objetivo de mantener la actividad durante todo el año, y no tanto el sumar habitaciones al grupo, que actualmente da trabajo a unas 60 personas.

Más allá de los planes del grupo, la posición que ocupa Arha dentro del sector turístico cántabro sitúa a la cadena en una inmejorable posición para valorar los efectos que la crisis sanitaria ha tenido sobre el mercado,  el alcance de la recuperación y las perspectivas de la que será ya la tercera campaña veraniega post-covid. “La pandemia fue un parón, tuvimos que recurrir a los ERTE, también a la financiación de los créditos ICO y la verdad es que fue un periodo muy difícil y lleno de incertidumbre”, recuerda Ariel Cuesta, que puso sus hoteles a disposición de Sanidad para alojar a los sanitarios que lo necesitaran. El verano de 2020, con el tirón del turismo nacional y la búsqueda de destinos seguros, fue bueno para los hoteles de la cadena Arha, si bien el tirón, lamenta su director, se limitó a un periodo muy breve, coincidiendo con el verano. “El año 2021 sí fue ya mejor y para este esperamos ya una temporada muy buena, como lo ha sido ya la Semana Santa”, prevé Ariel Cuesta.

La empresa cántabra, que vestirá al Racing durante los tres próximos años, apuesta abrirse a nuevos mercados de la mano de la innovación, el diseño, la calidad y la especialización. Con una plantilla que ronda los ochenta trabajadores y una facturación de 4,5 millones de euros en el último ejercicio, la marca textil con sede en Maliaño, donde fabrica el 70% de sus prendas, se ha marcado el objetivo de que todos los productos en los que técnicamente sea posible sean reciclados y reciclables en 2030. La firma de ropa deportiva, que tiene en la flexibilidad su principal ventaja competitiva para luchar contra las multinacionales y el producto asiático, ha conseguido una sólida posición en el mercado nacional tras dar servicio a la práctica totalidad de las federaciones deportivas españolas, lo que le permite eludir la estacionalidad y tener estabilidad en la carga de trabajo durante todo el año.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Junio 2022

Pasión por el deporte. Este es el valor que mejor define a Austral, la firma cántabra de ropa deportiva afincada en Maliaño que vuelve a estar en boca de todos tras su reciente acuerdo con el Real Racing Club para vestir a sus equipos a partir de la próxima temporada. “Volvemos al fútbol”, concede Raúl de Pablo, consejero delegado de esta empresa fundada por su padre hace ya cerca de medio siglo que hoy factura 4,5 millones de euros anuales y da empleo a unos 80 trabajadores. En su cuarta etapa como proveedor del club cántabro –la última hace 21 años–, la marca del canguro confía en cumplir con las buenas expectativas que el acuerdo ha despertado entre los aficionados. “La verdad es que nos ha sorprendido la respuesta de la gente. Estamos muy satisfechos, aunque es evidente que esto nos añade más responsabilidad de hacer bien las cosas”, explica De Pablo antes de entrar en los entresijos de su regreso al deporte rey. “Creo que podemos aportar muchas cosas al Racing y ofrecer un plus sobre otras marcas que fabrican en Asia”, avanza no sin antes agradecer la predisposición mostrada por el club a sellar este acuerdo que se extiende por tres años.

Raúl de Pablo, consejero delegado de Austral, en los talleres de la empresa en Maliaño con una camiseta del Club Baloncesto Canarias-Lenovo Tenerife, club de baloncesto de la ACB al que equipa la marca cántabra.

“Ofrecemos un poco más cariño y de personalidad a la ropa, un servicio más cercano y, al fabricar aquí, en Cantabria, poder hacer frente a eventuales roturas de stock o situaciones de urgencia”, razona sin desvelar más detalles de cómo serán las distintas equipaciones. “Ya llegará el momento, pero habrá sorpresas y toques personales porque los diseñadores que están trabajando en ello son, además, racinguistas de cuna”, resalta.

En su relato, De Pablo insiste en destacar su apuesta por centralizar la producción en España. “Salvo las mochilas, que las traemos de China, el resto lo producimos en nuestra sede de Maliaño, donde fabricamos alrededor del 70% de las prendas, y en pequeños talleres homologados repartidos por diferentes ciudades españolas con los que venimos trabajando desde hace muchos años y que, sobre todo, nos ayudan a hacer frente a picos de producción, aunque al final todo lo acabamos cortando aquí”, aclara.

Sobre su inminente desembarco en el fútbol, el máximo responsable de esta firma cántabra deja clara su intención de ir poco a poco. “Queremos ir dando pasitos en el fútbol. Primero, con el Racing, y luego ya veremos”, admite sobre su presencia en un deporte en el que asegura que el factor precio es muy importante, mientras que la calidad pasa más a un segundo plano. “Hay deportes, como la natación, el ciclismo o el triatlón, que exigen prendas de un alto nivel técnico porque la ropa incide decisivamente en el rendimiento de los deportistas. Y aquí es donde nos hemos intentado especializar ofreciendo diseño, personalización y calidad”, explica.

Producción artesanal

“En cualquier caso –continua– nosotros no podemos crecer exponencialmente porque nuestro servicio es muy artesano y, por tanto, damos un valor muy alto a la mano de obra cualificada. Somos una producción muy artesanal en la que una prenda puede pasar por treinta personas diferentes antes de salir al mercado”, repite no sin quejarse de la falta de profesionales cualificados en un sector en el que sostiene que el factor humano es fundamental. “Se está perdiendo el oficio”, lamenta.

Pese a ello De Pablo reconoce que una de sus ventajas competitivas radica en la flexibilidad de la producción. “Trabajamos con cantidades muy pequeñas, aunque en ocasiones también tenemos encargos de miles de prendas. Pero no es lo habitual porque los clientes que apuestan por hacerlo así de forma continuada acaban comprando en China, donde el coste del producto final es más barato que el nuestro de materias primas”, asegura. “Tenemos la flexibilidad de adaptarnos a los entornos y los mercados”, subraya el consejero delegado de Austral, que no duda en resaltar que, en la definición de su estrategia comercial, de quienes más aprenden es de los propios deportistas.

“No somos Nike ni Adidas y, por eso, no podemos ser selectivos. Me encantaría poder elegir, pero entramos en las disciplinas deportivas en las que vemos un nicho de mercado, una oportunidad de negocio”. En este sentido, recuerda que su firma está presente en una docena de deportes, que el grueso de sus proveedores de tejidos son nacionales –salvo dos italianos para prendas de ciclismo y uno francés que les aprovisiona de tejidos técnicos para el segmento de alta gama del triatlón– y que su principal mercado es el interior, al que destina más del 90% de la producción.

“En el caso del triatlón, donde tenemos un posicionamiento alto y nuestra marca está entre las tres o cuatro de referencia a nivel mundial, también trabajamos con federaciones internacionales, pero nuestros principales clientes son en su inmensa mayoría clubes deportivos y federaciones españolas”, relata Raúl de Pablo, que recuerda que, con la salvedad de la federación de fútbol y la de balonmano, el resto de las españolas ha trabajado en algún momento con Austral: “Incluida la de piragüismo, la más laureada en los Juegos Olímpicos, y con la que acabamos de cerrar un acuerdo”, reconoce orgulloso el director general. Así, explica que siempre han intentado contar con un amplio abanico de deportes que les permitiera tener una producción copada durante todo el año porque, como es lógico, las diferentes disciplinas tienen picos en función de cuándo comienzan y terminan sus respectivas temporadas. “Tenemos una estructura de deportes que nos permite trabajar todo el año de forma muy estable”, admite satisfecho.

Con todo, De Pablo avanza que cada vez lo que se vende más es el proyecto, el ‘llave en mano’. “Es verdad que vivimos un momento coyuntural muy complicado por los problemas en la cadena de suministros y el aumento de los precios de las materias primas, pero lo que intentamos es que las equipaciones, que en muchas ocasiones son un auténtico dolor de cabeza, dejen de serlo. En condiciones normales, nosotros garantizamos una fecha de entrega, un compromiso que en nuestro sector no hace nadie”.

A la espera de que todo se normalice, Raúl de Pablo sostiene que trabajar en las actuales condiciones “está siendo una locura”. Al margen del incremento del coste energético, que es importante, pero que en parte cubren gracias al autoabastecimiento mediante paneles solares instalados en la cubierta del edificio, considera que el principal problema es que los proveedores no les dan precio. “Les tengo que llamar y me dan el precio del día. Y al día siguiente, me dan otro; y otro distinto a los cinco días. Así es complicado trabajar porque si yo tengo que dar un presupuesto a un club de baloncesto para septiembre, que por su lado tendrá que elegir entre varias ofertas, me la tengo que jugar dándole un precio por unas materias primas que voy a comprar en julio”, admite consciente de que es una realidad a la que todas las empresas tienen que hacer frente, si bien agradece que, en su caso, la mayoría de los clientes estén siendo “muy razonables y comprensivos”.

Apuesta por la I+D

Almacenes de Austral Sport, en Camargo, fundamentales para dar servicio a los clientes de la empresa.

Por otro lado, De Pablo resalta el papel destacado que la I+D juega en su empresa. “Lo que hace años hacíamos de forma desorganizada, ahora lo hemos sistematizado y, con el apoyo de diferentes centros tecnológicos y también del Gobierno de Cantabria, desarrollamos proyectos que nos permitan ser competitivos”. En este sentido, avanza dos iniciativas que espera sacar “en breve” al mercado y que está convencido tendrán buenos resultados. Sin desvelar cuáles son en concreto, sí explica los conceptos sobre los que se basan. “El primero –anuncia– ya se ha presentado en Barcelona y se centra en un manguito y una pernera que, a través de electro estimulación, ayuda a los deportistas a recuperar musculación”. Probablemente quienes más lo usen sean los corredores, anticipa sobre este producto “muy sencillo de usar” y que ya ha sido testado con bastantes deportistas de diferentes disciplinas con un ‘feedback’  que el consejero delegado de Austral califica como “muy bueno”.

El segundo proyecto, por su parte, se centra en la utilización de nanopartículas que van impregnadas en la propia prenda con el objetivo de que el cuerpo las absorba a través de la piel para favorecer de esta forma la activación y recuperación muscular durante la práctica deportiva. “Será un spray que tardaremos un poquito más en sacar a la luz, pero que ya está muy desarrollado”, concluye. En esta apuesta por la innovación, De Pablo señala que su principal socio tecnológico es Aitex, un centro de investigación y desarrollo con sede en Paterna (Valencia) del que dice es toda una referencia a nivel europeo dentro del sector textil.

El diseño, clave de la sostenibilidad

En paralelo, el consejero delegado de Austral apunta a la creciente importancia que la sostenibilidad va a desempeñar en la industrial textil. “Llegará un momento en que será obligatoria, pero por desgracia lo que ahora mismo hay es mucha fachada y muy poco contenido”, puntualiza para tratar de explicarlo a renglón seguido: “Está muy bien decir que una prenda es reciclada, pero lo realmente interesante es que, además, también sea reciclable. Cualquier producto que tenga mezcla de fibras ya no puede ser reciclado, o cuando menos resulta mucho más complicado hacerlo”. Por eso, señala, la parte fundamental de la sostenibilidad en el sector textil está en el diseño: “Hay que diseñar con sentido para que luego pueda ser reciclado fácilmente porque, además, el reciclaje de una prenda textil es muy costoso por la cantidad de elementos –cremalleras, botones…– que generalmente tiene”. Para apuntalar su discurso, De Pablo alude al proyecto ‘Reune’ de economía circular que recientemente ha puesto en marcha con la colaboración de Sodercan para revalorizar uniformes escolares. Se trata, según pormenoriza, de un proyecto integral en el que los colegios actuarán como generadores de los residuos textiles y consumidores de las nuevas prendas generadas a través de dichos residuos.

En síntesis, lo que Austral persigue con esta iniciativa es promover, de un lado, la correcta gestión de la cadena de valor de los residuos y la implementación del ecodiseño para asegurar, de este modo, la calidad del residuo textil y obtener un conjunto de fibra corta que pueda volver a ser aprovechada. De otro, concienciar a los alumnos y sus familias de la importancia del reciclaje a través de talleres de sensibilización ambiental y de los procesos de reciclado en la industria textil. “Nuestro objetivo es que en 2030 todos los productos de Austral que técnicamente sean posibles, sean reciclados y reciclables”, sentencia.

Tras algo más de un año al frente de la Cámara de Comercio de Torrelavega, este consultor de empresas que fuera vicepresidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios aspira a cumplir tres objetivos: favorecer la reconversión industrial, fomentar la atracción de empresas a la comarca y afrontar la transformación digital del comercio. En su repaso a la situación económica y social, Carlos Augusto Carrasco aplaude la creación del Clúster de la industria del Besaya, defiende la necesidad de impulsar el espíritu emprendedor, aboga por crear suelo industrial sostenible y reclama una mayor descentralización administrativa.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Mayo 2022

Pregunta.– Desde que Fernández Rincón dejara el cargo en 2018, la Cámara ha visto desfilar a varios presidentes en muy poco tiempo. ¿Decidido a romper esa dinámica?
Respuesta.– Sí, claro. Lógicamente. Cuando Quintanilla [su predecesor en el cargo] toma la decisión de dimitir a finales de enero de 2021, ya teníamos claro que queríamos lograr una continuidad. A raíz de la pandemia, estamos viviendo años muy complicados, sobre todo por cuestiones empresariales. No podemos olvidar que aquí estamos en representación de empresas. Por tanto, cuando dejas esa empresa, automáticamente dejas de representarla ante esta institución cameral.

Carlos Augusto Carrasco, en el salón de actos de la Cámara de Comercio de Torrelavega, de la que es presidente.

P.– Tras algo más de un año en el cargo, ¿qué lectura hace de la actual situación económica de la comarca del Besaya?
R.– No nos podemos engañar. A nadie se le escapa el declive industrial y comercial que sufre la comarca. Llevamos años, desde 2017, oyendo la necesidad de que la comarca sea declarada como zona de urgente reindustrialización. Veníamos de una crisis económica aún no superada que la pandemia del coronavirus no ha hecho sino acrecentar, aumentado aún más las dificultades que ya soportaban las empresas, comercios y ciudadanos. A esta difícil situación se ha sumado el incremento de los costes energéticos de los últimos meses. Pero si algo tenemos claro es que, pese a los problemas, de esta crisis saldremos más fortalecidos. Vamos a salir con líderes más resilientes.

P.– En el caso de instituciones camerales pequeñas como la que usted preside, ¿hay vida más allá de las subvenciones?
R.– Hay vida y debería haberla habido desde 2014, cuando se eliminó la obligación de pagar la cuota cameral. Pero no podemos obviar que las cámaras viven en gran medida de las subvenciones de la Cámara de España y de las ayudas autonómicas. Con todo, creo que la conversión para ofrecer servicios del siglo XXI debería haberse afrontado de forma más acelerada. Pero para eso necesitamos herramientas más acordes a los tiempos actuales. En estos tres últimos años hemos hecho mucho hincapié en la digitalización para intentar alcanzar ese cambio acelerado que estimo tan necesario. La supervivencia de la Cámara descansa en dotar al entorno empresarial de esas herramientas que les permitan contribuir al desarrollo económico y social de la comarca. Hasta ahora se había hecho mucho en temas de emprendimiento pero no tanto en digitalización y reconversión industrial. Debemos ser capaces de llegar a todo los confines del entramado empresarial, al tiempo que generamos sinergias con otras cámaras de comercio y atraemos inversiones al Besaya. Pero tenemos cierto retraso en cuanto a reformas y medidas que ahora estamos intentando superar teniendo muy presente cuáles son los tres verdaderos objetivos de la Cámara: favorecer la reconversión industrial, fomentar la atracción de empresas a la comarca y afrontar la transformación digital del comercio acompasada a todo el sector del retail, que no podemos olvidar que cuenta con perfil de edad avanzada.

P.– Sostiene que la colaboración público-privada va en el ADN de las cámaras de comercio a las que, además, reserva un papel crucial en las ayudas de los fondos europeos. ¿Si no existieran, habría que inventarlas?
R.– Sí. O buscar una entidad que tuviera una forma jurídica similar. ¿Por qué? Porque cuando hablamos de los fondos europeos, lo que más preocupa es disponer de entes intermedios cercanos al tejido empresarial, pero que sean considerados objetivos. En esta asunto vamos a jugar un papel central como entidad semipública y con amplia experiencia en gestión de fondos.

P.– ¿Cómo califica su relación con el Ayuntamiento?
R.– La verdad es que buena. La posición de la Cámara es la de una organización asesora de la administraciones. En este sentido lo tenemos muy claro y siempre buscado esa colaboración, tanto con el Gobierno de Cantabria como con el Ayuntamiento de Torrelavega. Hemos colaborado activamente con el Consistorio para conseguir el crecimiento social de la ciudad y la comarca.

P.– Cantabria es una comunidad con escasa vocación de asociacionismo empresarial. ¿Lo suscribe?
R.– No del todo. Habría que distinguir por sectores. A nivel industrial existen organizaciones como la CEOE-Cepyme. De igual modo que dentro del sector comercial existen diversas asociaciones, mayoritariamente de ámbito local. Si en algún sector hemos tenido carencia es más a nivel empresarial. De ahí, la creación del Clúster Industrial de Besaya, que creo se ha convertido en una herramienta fundamental en los últimos años.

El presidente de la Cámara de Comercio y del Clúster de la Industria del Besaya, en un momento de la entrevista.

P.– Ya que lo cita, su institución impulsó a mediados de 2020 la creación del Clúster de la Industria del Besaya (Cinbesa), que usted también preside, con el objetivo de mejorar la reindustrialización, internacionalización e innovación en la comarca y ser germen de un cambio productivo en Cantabria. ¿Está más cerca o lejos de conseguirlo de lo que pensaba?
R.– Lógicamente es un objetivo que se diseña con una perspectiva a medio y largo plazo. No es una meta que se pueda conseguir de hoy para mañana. A mí en este caso me importa más el trabajo entre bambalinas que su trascendencia pública. Y no cabe duda de que el hecho de que hayan calificado al clúster de agrupación de interés económico nos permitirá atraer más fondos. Si miramos hacia atrás, podemos ver que la declaración de zona de urgente reindustrialización se ha quedado en agua de borrajas. Creo que hacía falta un ente que aglutinara a las grandes empresas de la comarca y también a las pymes del Besaya, que en muchos casos han sido olvidadas, han sufrido mucho y las que en mayor medida han ido despareciendo. Cuando se apostó por ser zona de urgente reindustrialización, la comarca no estaba en condiciones de afrontar más endeudamiento. Vivimos que otras comarcas deprimidas de España conseguían fondos de 18 millones de euros. Pero también que contaban con un clúster empresarial. Entonces decidimos hacer lo propio y crear uno en la comarca del Besaya.

P.– Espacio Emprendedores arranca de nuevo como un proyecto que anuncia más ambicioso para guiar a los futuros empresarios en todas las fases de creación y puesta en marcha de nuevas iniciativas. ¿Qué espera conseguir?
R.– El objetivo prioritario es el impulso del espíritu emprendedor. Queremos focalizar todo el entramado empresarial en la Cámara. Una cosa que tenemos muy clara es que el relevo generacional necesita de nuevos emprendedores que gocen de un espacio adecuado para iniciar su aventura. Queremos dar a esta iniciativa una vuelta de tuerca más porque las dificultades con las que se van a encontrar en su andadura profesional no solo van a ser a nivel empresarial. Los primeros meses de vida de un proyecto son claves para determinar su éxito o fracaso. Y para fortalecer las posibilidades de éxito en esos primeros meses, que son cruciales, es fundamental que cuenten con el acompañamiento de mentores. Pero además faltaba otra parte fundamental: la formación. Ahora van a disponer de ellas y en las distintas áreas empresariales porque en muchos casos se tratan de autónomos que van a tener que afrontar ellos solos todas las parcelas de dirección comercial, ventas, marketing, financiero…

P.– Hay quien sostiene que el edificio de la sede cameral está infrautilizado. ¿Alguna idea para que deje de estarlo?
R.– Sí, sí. Precisamente hace unos semanas lanzamos la idea del Espacio Coworking Torrelavega. Se trata de un espacio de 500 metros cuadrados capaz de dar cabida a quince proyectos emprendedores que durante un año podrán estar bajo el paraguas cameral.

P.– Muchos opinan que el comercio local languidece pese a los planes e iniciativas para promover su digitalización, mejorar la competitividad y fomentar el relevo generacional. ¿Hay motivos para creer en la remontada?
R.– Como dije antes, no podemos abocar el éxito del comercio, o que tenga la relevancia de antaño, basándonos solo en la digitalización. Somos conscientes de que la transformación del comercio tiene que ir muchísimo más allá. Un aspecto es sin duda la digitalización, pero otro es comprender al nuevo usuario, al nuevo cliente. La compra es cada vez más experiencial. Así lo señalan los expertos del retail, que apuntan a que el futuro descansará en la capacidad del comerciante de dar un trato personalizado y que la compra también lo sea. Que el cliente diseñe su propia compra. Hay que ajustar el producto a las demandas del cliente. Tenemos que volver a los orígenes del comercio, que muchos aún lo tienen presente, que es lo que va seguir marcando las diferencias con las ventas ‘online’, pero sin que eso suponga perder de vista la tienda virtual. En este sentido, me siento esperanzado. En estos últimos tres años hemos visto que por muchas herramientas digitales que pongamos a su disposición también hace falta un cambio de mentalidad del comerciante y del empresario. Y estamos empezando a percibir ese cambio de mentalidad.

P.– La Administración y el sector privado coinciden en que la falta de suelo industrial disponible es el principal hándicap de Torrelavega para su desarrollo empresarial. ¿Usted también?
R.– Sí. Lo cierto es que en Torrelavega, cuando hablamos de la necesidad de suelo industrial, los ritmos no han ido acompasados a la realidad. Seguimos teniendo necesidades de suelo porque hay grandes empresas que no tienen más posibilidades de crecimiento en la propia ciudad viéndose abocadas a irse fuera. Creo que las administraciones, por encima de todo, pero también teniendo en cuenta la colaboración público-privada, deben afrontar estos cambios y las necesidades de suelo industrial. Pese a La Pasiega, uno de los grandes proyectos del Gobierno autonómico, no podemos obviar que en Torrelavega todavía estamos a medio camino de satisfacer esas necesidades. Es verdad que nos anuncian nuevos proyectos de suelo industrial, pero es cierto que este proceso debería haberse acelerado hace años. Por otro lado, cuando en Europa se habla de suelo industrial, se habla de las nuevas necesidades de suelo industrial. Debemos ser conscientes de que los nuevos polígonos industriales deben ser inteligentes y sostenibles capaces de producir su propia energía. Si afrontamos nuevos proyectos, debe ser bajo esas premisas. Esa es al menos nuestra esperanza para no seguir acumulando retraso y evitar que otras zonas nos ganen la partida.

P.– Sniace afronta la recta final para su liquidación. ¿Qué conclusiones extrae de esta muerte anunciada hace ya más de dos años?
R.– En el tema de Sniace las expectativas eran por desgracia muy negativas. A pesar de que era como un final anunciado, creo que desde un punto de vista de colaboración público-privada se podían haber hecho muchas más cosas para que precisamente ese no fuera su final. Hemos visto que cuando se inicia el proceso de liquidación es cuando ha salido algún que otro proyecto interesante para ese suelo industrial. Es decir, esos terrenos sí que parece que despiertan interés, si bien el mayor problema son las licencias. Creo que, entre las diferentes administraciones e instituciones, e incluso desde la red de contactos de los propios empresarios cántabros, o quizá si hubiera existido un clúster como el de Cinbesa, podríamos haber conseguido de forma conjunta algo mejor. Con todo, en la Cámara somos positivos en cuanto a que la liquidación tenga buen fin para que de este proceso salga un proyecto más interesante a medio y largo plazo para la comarca del Besaya. Somos conscientes de que hay proyectos e inversores interesados y nuestra esperanza respecto de los administradores es que este proceso llegue a buen puerto y el final de Sniace sea un nuevo comienzo.

P.– La futura rehabilitación de La Lechera como nuevo centro artístico y cultural abrirá sin duda nuevas oportunidades de negocio en la ciudad y su comarca. ¿Torrelavega puede aspirar a ser un foco de atracción cultural?
R.– Sí. Creo que a Torrelavega se le ha denostado durante los últimos años respecto a algunos proyectos, como pudo ser incluso el del Mupac. Se ha hablado mucho de Torrelavega como un nuevo ejemplo de descentralización administrativa, pero tampoco ha sucedido. Todos somos conscientes del declive industrial y de los problemas de la comarca, pero parece ser que a la hora de afrontar nuevos proyectos muchas veces no se piensa en Torrelavega como destino. Creo que tenemos instalaciones e infraestructuras en la ciudad para acoger esos nuevos emplazamientos culturales y artísticos, pero también de la propia Administración. Este cambio es necesario y más ahora que Torrelavega corre el peligro de perder los 50.000 habitantes. Pero para eso necesitamos una implicación real por parte del Gobierno autonómico.

P.– El Gobierno de España parece decidido a terminar con el tradicional centralismo. ¿Seria deseable que también lo hiciera el Ejecutivo regional?
R.– Cuando se habla de descentralización hay un aspecto que diferencia a Torrelavega de Santander: el ámbito rural. Estamos hablando de la necesidad de frenar el despoblamiento y desarrollar un medio rural inteligente. En este aspecto, creo que Torrelavega podría tener un papel fundamental, incluso desde el punto de vista de la Administración. En su momento, desde la Cámara ya trasladamos al Ejecutivo cántabro la posibilidad de crear una oficina de atención al medio rural que impulsara a afianzar esa transformación hacia un medio rural inteligente. En la pandemia hemos visto la importancia del sector primario. Y en la comarca existen empresas, como puede ser Aspla, que tiene una importancia muy relevante en el sector agroalimentario. Y creo que junto a la Administración podríamos hacer proyectos interesantes y llegar a acuerdos con la Consejería para que, por ejemplo, descentralizara la Dirección General de Medio Rural o que se buscara alguna entidad, dentro del ámbito público, que enlazara con esos lazos estrechos que la ciudad de Torrelavega tiene con el medio rural.

P.–¿Es posible una Torrelavega sin sus referentes industriales de Solvay, Sniace o el Grupo Armando Álvarez?
R.– No. Somos conscientes de que son grandes empresas con un histórico en la comarca. Ahora vemos los problemas a los que se enfrentan, que por lo general llevan aparejados grandes inversiones, aunque en algunos casos, como es de Solvay, sus órganos de decisión no están en Cantabria. Estamos hablando de proyectos, como es el de descarbonización de esta planta, de muchos millones de euros para que estos grupos industriales puedan mantener su actividad en la zona. En este sentido, Solvay empieza ya a considerar urgente un apoyo a nivel nacional, al igual que ha ocurrido en otros países. Somos conscientes de que a nivel autonómico se ha hecho, dentro de lo posible, ese apoyo para hacer llegar al Gobierno de España esta necesidad, pero parece que estamos un poco vendidos y a la espera de que el Ejecutivo central tome una decisión al respecto. A esto se ha ido sumando el incremento de los costes energéticos. Por eso, entiendo que la colaboración público-privada debe ser no solo necesaria, sino articularse con rapidez. Vivimos un tiempo muy complicado y por desgracia vamos a vivir unos años muy difíciles en sectores, como el industrial, en el que las necesidades van a ser acuciantes para no perder tejido productivo y para que los órganos decisorios de estas empresas vean un apoyo verdadero por parte de la Administración, pero también por parte de las propias organizaciones empresariales.

P.–¿Será 2022 el año de la recuperación económica de la comarca del Besaya?
R.– Derivado precisamente de todos estos problemas a los que aludía, empezamos a oír hablar de la estanflación como un peligro factible a nivel nacional. ¿Lo vemos nosotros así? Cuando se habla de estanflación, la mayoría de los economistas hablan de distintas fases, que creo es la perspectiva más acertada. La estanflación no es negro o blanco. Creo que ahora mismo a nivel nacional estaríamos en fase tres, con un crecimiento del PIB del entorno del 5%, una inflación del 7% y un paro muy elevado. Pero estos no son los datos a nivel regional. En Cantabria, el crecimiento es del 2,8, no del 5%. Con esta tasa, para no entrar en estanflación la inflación no debería llegar al 10%. El peligro es que, si la guerra de Ucrania se prolonga mucho en el tiempo, sí corremos el riesgo de llegar a ese 10%, más aún si el Gobierno de España no acomete reformas estructurales que son necesarias, como por ejemplo la bajada de impuestos a las empresas. Cuanto más nos alejemos de ese 10% de inflación, menor será el peligro de que comarcas como la del Besaya lleguen a no tener crecimiento económico. Y crecer es, precisamente, el objetivo que nos hemos marcado desde la Cámara en conjunción con las Administraciones.

El sector hostelero se las prometía muy felices, pero la llegada de la sexta ola del coronavirus a mediados de noviembre arruinó todas sus expectativas de recuperación económica. Tras una aciaga campaña navideña, en la que las cancelaciones fueron la nota predominante, dos restauradores analizan lo ocurrido en este último trimestre y opinan sobre un futuro que dibujan con incertidumbre, pero también con esperanza.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2022

La ola de la trampa para la hostelería. Así califica el gerente y copropietario del restaurante santanderino La Vinoteca, Koldo Iriarte, la sexta ola de la pandemia del coronavirus en España, iniciada a mediados del pasado noviembre, que ha provocado un auténtico roto en el sector, según lamentan desde la patronal nacional. “La ola de la trampa porque hemos abierto y no hemos trabajado”, aclara Iriarte quien, al igual que la mayoría de los empresarios del sector, ha visto frenadas en seco sus expectativas de recuperación económica y cómo se perdía una campaña navideña que vislumbraba histórica, a tenor de las reservas formalizadas.

En pocas semanas, los negocios hosteleros pasaron de colgar el cartel de completos a quedarse prácticamente vacíos. El temor a los contagios provocó un auténtico aluvión de cancelaciones de comidas y cenas de amigos, familiares y de empresas. Los establecimientos hosteleros volvían a pagar la psicosis del miedo, a pesar de que son lugares seguros que cumplen a rajatabla las medidas sanitarias, se quejaban sus titulares. “La hostelería habrá sido parte del problema, pero no el problema”, subraya este empresario que censura que se haya hecho tanto hincapié en el riesgo que representan los interiores de los bares y restaurantes.

“Sí, es verdad que hemos estado abiertos, pero para sobrevivir y siempre con la espada de Damocles de un nuevo cierre sobre nuestras cabezas”, subraya Iriarte, que no ve en esta sexta ola nada que la distinga de las anteriores. “Hemos vuelto a tener que reinventarnos y a reinvertir nuevos recursos, ya fueron propios o mediante préstamos, para poder continuar”, advierte.

Koldo Iriarte, gerente y copropietario del restaurante santanderino La Vinoteca

En parecidos términos se expresa Maite Rodríguez, propietaria de El Marucho y la Flor de Tetuán, en Santander, para quien la hostelería ha sido de nuevo el sector más penalizado por esta nueva ola de contagios. “Ha sido una desgracia que nos ha retrasado todo muchísimo y de la que nos va a costar recuperarnos. Yo he tenido que retardar cinco años las previsiones que tenía antes de la pandemia y voy va a necesitar otros ocho para poder volver, porque nos hemos tenido que endeudar más de la cuenta”, admite esta mujer emprendedora y de naturaleza optimista que se resiste a perder la sonrisa a pesar de las dificultades.

Ambos comparten, además, las críticas de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC), que reiteradamente ha venido acusando al Gobierno de Cantabria de ser líder en restricciones en España y de no contar con un plan B para intentar paliar “todos los golpes que están sufriendo los hosteleros”.

En este sentido, su presidente, Ángel Cuevas, ha llegado a ironizar con que la comunidad está en condiciones de ganar la medalla de oro en restricciones y ha pedido “respeto” para un sector que, destaca, “genera más del 13% del PIB regional”. Según censura, el empeño de la Consejería de Sanidad en ser “los últimos” en levantar las restricciones, en especial el consumo en barras y el cierre del ocio nocturno a partir de las tres de la madrugada –Cantabria comenzó a mediados de febrero una desescalada progresiva de las medidas impuestas al bajar al nivel 2 del semáforo Covid– ha afectado “tremendamente” a 2.500 de los 6.800 negocios de hostelería que existen en la región. En detalle, el presidente de la AEHC explicó que alrededor de 2.000 son bares que “viven prácticamente de la barra”, y los 500 restantes pertenecen al sector del ocio nocturno, en los que, en el actual nivel de riesgo por la pandemia, se permite bailar, pero “con distancia y mascarilla”.

Para el responsable de La Vinoteca, que cifra en un 50% la caída de la facturación desde diciembre y en un 44% a lo largo de todo 2021, esta flexibilización de algunas medidas motivada por el descenso en el número de contagios ha traído en la última quincena de febrero “algo de alegría” a su restaurante, aunque de momento lo limita a los fines de semana. Con todo, asegura que aún falta por recuperar una parte muy importante del negocio, que es la correspondiente al cliente de empresa. “Los gastos de representación son los primeros que se recortan en situaciones de crisis. Y está claro que esta pandemia ha afectado a todos los sectores, no solo al nuestro. Además, los congresos y reuniones de trabajo, que parecía que volvían a arrancar, se pararon otra vez de golpe”, rememora sobre lo ocurrido en estos últimos meses. “Ahora mismo estamos en stand by, a la espera de si se consolidan las buenas perspectivas sobre el coronavirus o volvemos a dar un paso hacia atrás”, resume este hostelero cuyo negocio da empleo de forma estable a once trabajadores, los mismos que antes de la pandemia.   

En la misma línea, Rodríguez admite cierta reactivación de la actividad, especialmente durante el último fin de semana de febrero en el que, coincidiendo con los carnavales y el periodo festivo de los escolares, “casi hemos trabajado como si fuera Semana Santa”.

Para esta hostelera, que también es miembro de la junta directiva de la AEHC, lo ocurrido en el sector a raíz de la sexta ola es un calco de lo que ha sucedido a lo largo de 2021. “El año pasado hemos trabajado bien, pero dentro de lo que nos han dejado”, puntualiza para, a renglón seguido, estimar en un 50% las pérdidas acumuladas durante todo el ejercicio. Según detalla, todo ha estado condicionado por el formato de cada negocio. “Es evidente que los que disponen de terraza han podido trabajar algo mejor, pero otros lo han pasado francamente mal y no digamos ya el ocio nocturno, que está hundido”, resalta. En el caso de uno de sus dos negocios, donde por el perfil del cliente asegura que habitualmente no se doblan mesas, la actividad la han sacado adelante eliminando la contratación de personal eventual y doblando esfuerzos entre todos. En el otro, explica que aún está pendiente de obtener el permiso de terraza que ha solicitado.

Reinventar la barra

Asimismo, reconoce que el levantamiento de las restricciones que pesaban sobre las barras y aforos en interiores ha traído cierto alivio al sector. “Las barras son fundamentales, incluso si son pequeñas como es el caso de mis dos restaurantes, en los que trabajan en total una veintena de personas. Son el 20% de la recaudación diaria y, pese a lo que se diga, aún siguen limitadas porque hay que mantener las distancias”, subraya.

Iriarte, por su parte, tampoco se aparta del discurso mantenido por la hostelería cántabra, para cuyo presidente un bar sin barra no es un bar. “Dentro de nuestro negocio la parte más importante es el servicio de comidas, que representa el 85% del negocio. Pero el 15% restante es de barra, que lleva diecisiete meses cerrada”. Ahora, prosigue, “además de abrirla de nuevo, hay que hacer un esfuerzo por recuperar al público, que sigue teniendo miedo a utilizarla. Lo que está claro es que después de tanto tiempo no puedes pretender que la barra siga en el ideario público. Hay que reinventar la barra. Y eso exige un esfuerzo adicional en tiempo, dinero e ideas”, explica. En cualquier caso, este hostelero entiende que aún es muy pronto para decir que las barras “tienen vida”. “Un restaurante sin barra es un restaurante cojo. Y yo no concibo una hostelería sin barra en España”, termina.

En cuanto a las ayudas recibidas, uno de los principales caballos de batalla para la asociación de hosteleros cántabros, que se pregunta “dónde están” las indemnizaciones para el sector, los dos empresarios consultados coinciden en que, además de muy escasas, han sido en muchos casos tardías.

El propietario de La Vinoteca afirma que ellos no han tenido demasiado éxito con las subvenciones que han solicitado, aunque sí han recibido algunas, pero las considera “irrisorias” para las necesidades de un negocio que, sin terraza, ha estado casi once meses cerrado. “Al final, las ayudas que hemos recibido, incluidos los ERTE, habrán podido cubrir el 25% de nuestras necesidades. Estos son los datos y si queríamos seguir estábamos obligados a reinvertir. Por eso, en realidad, esto lo que ha sido es una reinauguración del negocio”, detalla. 

Maite Rodríguez, propietaria de El Marucho y la Flor de Tetuán.

Además, añade que la indefensión ha sido la nota predominante durante toda la pandemia: “No hemos podido actuar frente a ninguna de las medidas impuestas para poder garantizarnos la subsistencia. Estábamos abocados al cierre sin saber si se vería o no paliado”, puntualiza.

Por eso, se alinea con la postura de la AEHC, cuyo máximo responsable ha venido repitiendo hasta la saciedad que, “si nos cierran o nos limitan, nos pagan”. Convencido de que tal extremo no va a suceder, Iriarte reclama lo que también tantas veces ha reivindicado el sector: que les dejen trabajar. Este empresario, que asume las dificultades en las que se encuentra todo el país –“estamos en la más absoluta ruina”, asegura categórico–, apuesta por una salida conjunta y de todos unidos a esta crisis. “No podemos estar pendiente de si llegan o no las ayudas. Porque, además, las subvenciones son pan para hoy y hambre para mañana. Tengo la sensación de que solo depende de nosotros mismos. Seamos optimistas, hagámoslo lo mejor que podamos y sepamos y sobrellevemos esta situación de la mejor forma posible”, subraya un tanto resignado.

Para la titular de los dos conocidos negocios de la calle Tetuán, el camino de las ayudas ha estado lleno de “demasiadas chinchetas”. “Quiero creer que las intenciones han sido buenas, pero lo cierto es que concurrir a ellas ha sido en ocasiones un auténtico calvario. Entiendo que las administraciones han podido estar también sobrepasadas, pero he echado de menos una mayor agilidad en su tramitación y menos trabas”, resalta condescendientemente.

Nuevos hábitos

Por otro lado, tanto Iriarte como Rodríguez asumen que los cambios en los hábitos de los consumidores a raíz del coronavirus han venido para quedarse. “Si lo que buscaban era europeizar los horarios está claro que lo han conseguido. Ya no es solo los turistas extranjeros, ahora también ves a españoles cenando antes de las nueve de la noche”, apunta el primero. “Se han adelantado los horarios. Las cenas entre semana han caído muchísimo y los clientes prefieren una buena comida y más tiempo de sobremesa”, corrobora la segunda.

A esta realidad, el copropietario de La Vinoteca suma las consecuencias del teletrabajo. “El futuro de las sociedades tecnificadas pasa sin duda por esta nueva fórmula de relaciones laborales y la industria del ocio debe saber estar a la altura, adaptarse y ofrecer una respuesta. En este sentido, tenemos claro que la parte del negocio del ‘delivery’ y ‘take away’ va a cobrar mayor protagonismo. Pero bienvenido sean los avances tecnológicos y el teletrabajo si contribuyen a facilitar la vida de las personas. Si la gente es feliz y está contenta, va a salir a celebrarlo. Y nosotros, el ocio, seremos los primeros en percibirlo. Ojalá el teletrabajo traiga más felicidad. Seguro que trabajaremos más”, razona.

Futuro inmediato

Estos empresarios, sin embargo, difieren sobre las expectativas a corto y medio plazo. “Yo no tengo ninguna previsión. Vamos a ir día a día. Ahora mismo es muy difícil planificar las compras. La distribución ha tomado la decisión de servir lata a lata, botella a botella. Y también estamos esperando a ver qué ocurre con el personal. Lo que venga, vendrá”, advierte Iriarte.

En cambio, Rodríguez sí se muestra convencida de que la recuperación será rápida. “Creo que vamos a tener una Semana Santa muy buena”, augura sin esconder que la plantilla empieza a estar un tanto cansada tras dos años de pandemia. “El miedo es un arma muy poderosa y con tanta incertidumbre no acabas de estar centrado en tu trabajo. Estamos esperando a ver con qué excusa nos salen ahora. Llevamos meses trabajando con demasiada tensión y la cuestión psicológica empieza a hacer mella entre los trabajadores. Estamos un poco hartos de tener enfrentamientos con algunos clientes por hacer cumplir las restricciones. La gente quiere salir y disfrutar de la hostelería sin limitaciones y nosotros seguir abiertos y poder trabajar”, sentencia.

El gerente de La Vinoteca cree además que la hostelería ya no volverá a ser la de antes. El boom de los años 90 y principios de este siglo, afirma, no volverá: “Lo que toca ahora es adecuar nuestro negocio al futuro inmediato y a las demandas de una nueva generación, de una clientela más joven y digitalizada que reclama presencia en redes sociales y otros formatos, con platos compartidos y mayor rapidez”, avanza. A su juicio, lo peor de la pandemia es la pérdida del que considera ell gran cliente de la hostelería: el cliente mayor. “Ese cliente, con más poder adquisitivo, que sabe qué quiere comer y que hace comentarios u opiniones veraces, ya no está. Tiene miedo y se ha quedado en casa. Lo entiendo, pero espero que vuelva porque la verdad es que echo de menos disfrutar de esta gente mayor en mi negocio”.

La factura de la luz

Con todo, ambos restauradores admiten que el actual incremento de los costes de la energía no trae más que nuevos nubarrones sobre el sector. La propietaria de los dos establecimientos de la calle Tetuán explica que la factura energética se ha triplicado en apenas unos meses. “Es una salvajada lo que pagamos de luz”, recalca. “Es una auténtica barbaridad”, comparte el gerente de la Vinoteca. “Habíamos previsto un incremento en torno al 20 o el 30%, pero es que el recibo ha subido casi un 80%”, asegura visiblemente contrariado. “Veremos qué ocurre y si se trata de una situación coyuntural, pero en estos momentos el diseño de un restaurante de nuestro tipo es inviable”, concluye.