La empresa cántabra, que ha desarrollado un sistema de radiografiado termométrico de tecnología exclusiva que permite detectar fugas y problemas en edificaciones, colaborará con el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (Idival) para buscar aplicaciones que permitan utilizar su sistema para ‘ver’ dentro del cuerpo y ayudar en el diagnóstico de enfermedades. Con sede en Noja y oficina también en Laredo, Feten Domum cuenta con 19 delegaciones franquiciadas en toda España, según una fórmula que plantean trasladar fuera de España para dar continuidad al fuerte incremento de actividad que ha registrado la empresa en los pocos más de cinco años que lleva en el mercado.

Juan Carlos Arrondo | Junio 2025

Cuando Eusebio Pérez Beláustegui y José Martínez Marco fundaron Feten Domum, en 2019, acumulaban una amplia experiencia en los campos de la ingeniería y la arquitectura, lo que les ofrecía una panorámica precisa de los defectos y problemas de las construcciones. Además, tras dos décadas de investigación habían logrado desarrollar una tecnología capaz de detectar fluidos penetrando unos centímetros en cuerpos sólidos, algo muy útil, por ejemplo, para diagnosticar patologías como filtraciones de humedad o corrientes de aire en edificaciones. Con este sistema innovador y exclusivo, que facilita soluciones y abarata costes, su salida al mercado fue ambiciosa y, pasados algo más de cinco años, los planes parece que van cumpliéndose. Con una red de delegaciones que abarca prácticamente toda España, se aprestan a dar el salto internacional, al tiempo que dan sus primeros pasos en otros sectores, como el industrial o el sanitario, en el que están a punto de comenzar una experiencia piloto junto al Instituto de Investigación ‘Marqués de Valdecilla’ (Idival) para estudiar la utilidad clínica de su Radiografiado Termométrico Multicapa (RTM).

Eusebio Pérez –responsable del laboratorio de Laredo, donde dirige el equipo que se encarga de las pruebas de ingeniería y de los avances tecnológicos– explica cómo antes del sistema desarrollado por Feten Domum un problema, por ejemplo, de humedad podía derivar en acciones complejas y caras: “El técnico te decía que no sabía de dónde venía, que había que levantar el tejado entero o hacer todas las fachadas. Era una gran laguna constructiva por resolver y nosotros hemos dado con la tecla”. La principal aportación del RTM es que atraviesa la superficie y localiza esos fluidos en el interior: “Con el RTM captamos las temperaturas mínimas dentro de los sistemas constructivos hasta dieciséis centímetros y las damos razón de ser: hemos puesto color al agua, al aire, a la fuga térmica y a la adherencia al soporte”. De este modo, determinado con precisión lo que hay dentro de la construcción, la solución puede simplificarse y abaratarse: “Lo que igual iba a ser una obra de medio millón podría tener un coste de veinte mil euros”.

A diferencia de la termografía, que sólo capta la temperatura producida por la radiación solar sobre una superficie, el sistema de Feten Domum combina principios de la termodinámica, de la mecánica de fluidos y de la cinemática de partículas con una ingeniería inversa dada por ellos para atravesar el exterior de objetos sólidos. Esto se traduce en la práctica en el uso de una cámara termográfica convencional modificada, algo que implica cierta dependencia y que quieren subsanar desarrollando su propio dispositivo: “Estamos en ello junto a la Universidad de Cantabria y esperamos terminarlo para final de año, aunque luego tiene que pasar unas radiometrías, una serie de tribunales técnicos, para conseguir el sello CE. La máquina la tendremos ya el año que viene y creemos que en aproximadamente año y medio tendremos el sello”, indica el director del departamento de Ingeniería e Innovación de Feten Domum. A la espera de dar este salto tecnológico, la actividad de la empresa no ha parado de crecer y de expandirse por España.

José Martínez Marco y Eusebio Fernández Beláustegui, fundadores de Feten Domum, en la oficina que le empresa tiene en Laredo. Foto: Nacho Cubero.

“Ya tenemos diecinueve delegaciones en España y más de dos mil informes realizados. Ha sido todo un éxito”, apunta Eusebio Pérez. Mediante la fórmula de colaborador franquiciado, han ido reclutando a técnicos en edificación, que reciben cierta formación y las máquinas que han adaptado a su sistema: “Ellos van a una obra, disparan, hacen los planos y nosotros procesamos las fotos y hacemos los informes”. De su elaboración se encarga el equipo de cuatro arquitectos que dirige José Martínez en el estudio de Noja. Si la acumulación de trabajo en los primeros años les situaba al límite de sus posibilidades, con este modelo de expansión han logrado traspasar ese cuello de botella: “La diferencia es que ahora tenemos a diecinueve personas en la calle con una media de ciento veinte informes anuales por cada uno de ellos. Ahí es donde se ha disparado. Ahora lo llevamos bastante más organizado y mejor”, destaca el responsable de ingeniería y tecnología, al frente de un grupo de cuatro personas en Laredo.

Más allá del sector de la construcción

El sector para el que nació Feten Domum, el que se desenvuelve cotidianamente y el que ha propiciado esta expansión del negocio es la construcción. No obstante, el horizonte de posibilidades que parece ofrecer esta tecnología única y exclusiva, les está llevando a explorar otros ámbitos. Eusebio Pérez señala algunos ejemplos en el entorno industrial: “Hemos empezado a hacer algunas cosas en Solvay y estamos haciendo pruebas en eólicos para Siemens-Gamesa. Hemos hecho un proyecto de I+D con una gran empresa de aviación española para ver sus turbinas. Y también otro con Mercedes, en Vitoria, para el paso del agua por los vehículos, ya que tres de cada diez van al desguace porque no pasan el túnel de lavado”. Por extraño que parezca, el RTM también puede ‘ver dentro’ del cuerpo humano y tener alguna aplicación en el ámbito sanitario: “Ahora es la novedad más avanzada y en la que varios hospitales privados han mostrado mucho interés, aunque hemos decidido desarrollarlo en Cantabria con el Idival”.

De manera análoga a cómo puede captarse mediante el radiografiado termométrico multicapa dónde nace y acaba una filtración de agua en un edificio, también se puede ‘atravesar’ la piel humana y, por ejemplo, fotografiar el flujo de sangre por el corazón, las venas y las arterias. Esto llamó la atención en el entorno médico, que les alertó sobre las oportunidades que podría ofrecer esta tecnología: «Si veis mecánica de fluidos, nosotros podemos ver muchas cosas», les dijeron. El director de Ingeniería de Feten Domum lo aclara: “Lo que buscamos es el fluido y después le hacemos una foto, que además es sin radiación. Después es el médico quien la ve y sabe detectar una anomalía”. El abanico que se abre es muy amplio: desde contribuir a mejorar procedimientos frecuentes como la extracción de sangre, que muchas veces deriva en sufrimiento para el paciente por la dificultad en encontrar una vena, hasta ver el curso de alteraciones circulatorias, problemas respiratorios, valoración de sinusitis, entre muchas otras posibilidades.

Las lecturas de la cámara termográfica de Feten Domum en el ámbito arquitectónico. Foto: Nacho Cubero.

La manejabilidad del dispositivo –una cámara termográfica de quince por veinticinco centímetros y un kilo y medio, cuyo ‘hardware’ original han modificado al 70%– ofrece también muchas oportunidades al sistema sanitario. Transportarla en una ambulancia y poder utilizarla en un accidente de carretera, en el monte u otro lugar alejado de cualquier centro de salud supone que en muy poco tiempo se pueden evaluar las lesiones y adoptar las medidas más adecuadas ‘in situ’ o preparar cualquier otra acción posterior en un hospital; además, puede ser muy útil para los profesionales en las, normalmente, saturadas consultas de atención primaria. Eusebio Pérez describe cómo podría implementarse su uso: “Se le daría al médico una formación de cómo utilizar la máquina, cómo se ven las densidades y cómo cambiar los parámetros. Una vez hechas las fotos, se enviarían a nuestro laboratorio en Laredo y en poco tiempo, entre dos y cuatro minutos, las recibiría el médico ya procesadas para hacer el informe”.

Primeras pruebas en pacientes

Reconocidas las inmensas oportunidades que sobre el papel ofrece esta tecnología en el ámbito sanitario, falta ver su concreción práctica y evaluar los resultados. En este sentido, en pocas semanas se pondrá en marcha un estudio piloto en el que colaboran Feten Domum y el grupo de investigación de Enfermería del Idival, coordinado por Carmen Sarabia Cobo, cuyo objetivo es estudiar el uso del RTM para el diagnóstico y evolución de heridas crónicas, especialmente de tipo venoso y circulatorio, así como úlceras por presión. “En junio o julio vamos a empezar con diez pacientes en Valdecilla y diez en Sierrallana viendo el alcance de las heridas, en qué capa y en qué centímetro están, y cuál es la forma mejor de curarlas”, precisa el responsable de Ingeniería de la firma cántabra. Este tipo de lesiones plantean muchas dificultades a las profesionales, que muchas veces no pueden evaluar su profundidad o desconocen si el tejido adyacente está dañado. Además suelen cronificarse, con el agravante que supone para la salud de las personas y su alto impacto en el gasto.

El RTM aporta ventajas como la rapidez y la sencillez de un procedimiento que no conlleva un daño o sufrimiento alguno. La captura obtenida, una vez procesada, ofrecerá a la enfermera o al médico un diagnóstico seguro que facilitará un tratamiento más eficaz de este tipo de heridas, ahorraría consultas y costes al sistema y, sobre todo, mejoraría la calidad de vida de los pacientes. El proyecto está aún en una fase preliminar, a punto de empezar, por lo que en Feten Domum consideran que es pronto para saber si su tecnología podrá tener recorrido médico en el futuro: “Lo primero, tiene que dar resultados certeros. Si llego a una casa a buscar humedades tengo que encontrar el cien por cien de las que hay; pero aquí con un seis por ciento de datos diferentes a los que dan los demás es suficiente. Y después todo este estudio, lo que va viendo, lo que contraste con los médicos, lo tiene que subir el Idival a una revista científica europea”.

Finalizar con éxito este proyecto probablemente les abriría las puertas a nuevos estudios para otro tipo de aplicaciones médicas. En última instancia, tanto en este sector como en el de la construcción, sus buenos resultados son el mejor aval para llegar a más proyectos o clientes. Así fue como tomaron contacto por primera vez con el Idival: “Tenían humedades, que estaban deteriorando el edificio, y querían saber por dónde entraban. Llegamos allí y dimos con el problema. Después nos preguntaron: ¿y esto en el ser humano?”, desvela Eusebio Pérez. Subraya que en el crecimiento de la empresa, en la difusión de su tecnología y de las soluciones que aporta, han tenido gran importancia las redes sociales, especialmente LinkedIn, donde sumen un buen número de seguidores, si bien no ha sido el único factor: “Hicimos un estudio de redes sociales según el cual, en el sector de la edificación, hace dos años nos conocía el 4% y este año el 26%. Pero también influye tener diecinueve delegaciones en España moviéndose todo el día”.

«La idea es abrirnos internacionalmente con nuestro sistema en el sector de la construcción. Ese es nuestro fuerte, nuestro músculo financiero, lo que nos da la posibilidad de meternos en otros proyectos». Eusebio Pérez, responsable de ingeniería

Respaldados por el éxito de su expansión nacional, quieren replicar la fórmula fuera de España. El responsable de ingeniería y avances tecnológicos de Feten Domum prevé cerrar en breve acuerdos en Portugal, Francia, Italia y Colombia: “La idea es abrirnos internacionalmente con nuestro sistema en el sector de la construcción. Ese es nuestro fuerte, nuestro músculo financiero, lo que nos da la posibilidad de meternos en otros proyectos”. Uno de los aspectos más importantes en este proceso es acertar con la persona adecuada, algo que, por ejemplo, no lograron en su intento de implantarse en México: “No puede ser una persona sin una experiencia de obra. Si no es un técnico de la edificación, que sabe lo que está viendo, no entra en nuestros planes. Y tiene que firmar, porque esto va firmado por mí en el laboratorio de Laredo, por mi socio en el estudio de Noja y por esa tercera persona, que es quien dispara la cámara y hace los planos. Ahora mismo, los diecinueve colaboradores que tenemos son arquitectos, aparejadores o ingenieros de caminos”.

Para el futuro cercano manejan importantes perspectivas de crecimiento. Según Eusebio Pérez, esperan que la facturación en el periodo 2026-2028 ronde el 50% más que la actual y que el próximo año se incremente la plantilla el 40%: “Algunos franquiciados están teniendo tanto trabajo que no les da con una máquina. Ahora llevan una media de 120 informes al año cada uno, pero va a llegar un momento en el que serán 250 o 300, a los que habrá que añadir los internacionales. Por eso tenemos que incrementar nuestra plantilla”. Aunque desde fuera puedan llamar la atención dichas cifras en una empresa tan joven y de una localidad pequeña, en su opinión hay una poderosa ventaja que las justifica: “Nuestra tecnología es única a nivel mundial. Es cierto que naciendo en Cantabria nos puede costar más; cuando voy por España me dicen que si llegamos a nacer en Estados Unidos estaríamos en Silicon Valley, pero hemos nacido aquí, en un pueblo de diez mil habitantes, y crecemos porque tenemos algo exclusivo que todo el mundo quiere”.

Con el Plan para el Fomento del Turismo Deportivo Náutico, el Clúster Marítimo de Cantabria (MarCA) ha propuesto una hoja de ruta para hacer de Cantabria un destino preferente de turismo azul a nivel internacional. Pedro García Rivas, que ha sido el coordinador del documento, defiende en esta entrevista la necesidad de formar, captar y retener el talento en la región, que lo hay, según subraya, y reclama un mayor compromiso a las administraciones y empresas para convertir a los diecisiete municipios costeros en polos de desarrollo económico sostenible.

Manuel Casino | Junio 2025

Pregunta.– El clúster MarCA acaba de presentar el Plan para el Fomento del Turismo Deportivo Náutico con el que aspiran a impulsar la práctica de los deportes que se practican en el mar y el turismo asociado a ellos. ¿Hacía falta un informe así?

Respuesta.– Sí, sin duda. Casi todas las comunidades autónomas disponen ya de su hoja de ruta marcada y Cantabria era de las pocas que aún no habían desarrollado la suya. La industria de la economía azul es un motor económico clave para los diecisiete municipios costeros cántabros y no tan costeros que se benefician de la práctica de estos deportes. Es fundamental contar con este documento que sirva de guía.

P.– Hablan de una hoja de ruta que debe impulsarse desde la colaboración público-privada ¿Hay mimbres para ello o aún nos queda mucho por hacer en este ámbito?

R.– Queda por trabajar. Pero creo que es imprescindible que esa colaboración sea real y que tanto la Administración como las empresas participen de este proyecto que consideramos va a ser básico para el futuro de nuestra región.

P.– Entre las principales necesidades, este documento apunta a la simplificación de trámites administrativos, la mejora de infraestructuras o la creación de nuevos atractivos que generen interés. ¿Podría ser más preciso?

R.– En primer lugar, solicitamos una ventanilla única que elimine y evite trámites a las empresas e iniciativas privadas que quieran desarrollar o promover cualquier propuesta deportiva que traiga riqueza y turismo a Cantabria de un modo sostenible. Lo ideal sería, al igual que ya existe en otras comunidades autónomas, contar con una dirección, departamento o un órgano especializado en turismo azul. En segundo término, entendemos que también es conveniente que estos municipios costeros cuenten con edificios multiusos dotados de oficinas, vestuarios y espacios polivalentes. Si no es posible la construcción de estas instalaciones, proponemos que al menos sí se adecúen y adecenten aquellos espacios municipales que en la actualidad están abandonados para hacer de ellos centros neurálgicos tanto para los deportistas como para los visitantes. Por último, defendemos la necesidad de crear experiencias azules, deportivas y turísticas. Porque es evidente que hoy en día no se viene a Cantabria solo a hacer deporte, sino también a disfrutar de su cultura, gastronomía, geografía… Por tanto, debemos saber conjugar todos estos intereses para ofrecer experiencias. Queremos ofertar productos y servicios que vayan más allá de la práctica deportiva. Dar un paso más y juntar todo estos valores en una única propuesta que se apoye en el creciente tirón de los deportes náuticos, que además ya se puede justificar con números. Por ejemplo, la reciente edición de la Vaca Gigante de surf ha contado con 24 millones de espectadores en los diferentes canales y ha generado un retorno económico de dos millones de euros. Esto es un escaparate de lo que pueden llegar a ser los deportes náuticos en Cantabria. Nuestro intención es, como digo, añadirle a esta oferta deportiva toda la riqueza cultural, de raíces y tradiciones, gastronómica y paisajística de Cantabria para crear experiencias.

P.– La evolución de estos deportes y de la industria ligada a ellos ha sido meteórica en estos últimos años. ¿Se veía venir este ‘boom’?

R.– Bueno, nosotros ya veníamos trabajando en esta línea desde hace muchos años. Pero somos conscientes de que todavía resta mucho por hacer y de que este sector es una realidad que en muchas ocasiones no se está sabiendo aprovechar. O remamos fuerte todos juntos, Administración y empresas privadas, o se perderá una gran oportunidad que no deberíamos dejar pasar, menos aún cuando nuestros vecinos ya se están posicionando en esta economía azul con el turismo deportivo náutico como uno de sus referentes. El ejemplo es esas nuevas consejerías o direcciones generales en las que la industria azul es de vital importancia. Como decía antes, creo que Cantabria tiene también que apostar en esta línea porque contamos con las mejores condiciones para poder ofertar las mejores experiencias en deporte náutico.

Público en las campas de Cueto, durante la celebración de la Vaca Gigante, la prueba de surf que abandera el turismo náutico deportivo de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Sostiene que Cantabria puede convertirse en un nicho único para el turismo deportivo. ¿Qué necesitamos para conseguirlo?

R.– Que nos lo creamos. Y una apuesta conjunta de las administraciones y empresas con el apoyo, en este caso, del clúster MarCA que aglutina a los principales actores del sector marítimo y náutico de la región.

P.– ¿Qué podemos esgrimir a nuestro favor que otras comunidades del norte de España no pueden?

R.– Nuestras principales fortalezas descansan en la seguridad de nuestros arenales; la orografía única, que nos convierte casi en un pequeño continente con el mar y la montaña a una hora apenas de distancia. Tenemos la suerte de vivir en un entorno único. Además, contamos con otras ventajas que hoy en día se han consolidado gracias a los deportes náuticos, como la vela, el salvamento, el remo o el surf, que han hecho de Cantabria un destino para miles de deportistas nacionales e internacionales equiparable a lugares estratégicos y de referencia como pueden ser Portugal o Francia. Cantabria, en España, tiene esas posibilidades. Por último, también añadiría la climatología. El cambio climático que estamos viviendo es una fortaleza para desestacionalizar estas actividades que antes estaban reservadas para los meses estivales y ahora se pueden practicar durante todo el año.

«Es fundamental que se eduque y se forme para que nuestro ecosistema se preserve con criterios de sostenibilidad medioambiental. Nuestro escenario, que es el mar, tiene que cuidarse para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo»

P.– Uno de los ejes fundamentales del proyecto es la vinculación del turismo deportivo con la sostenibilidad, de la que quieren hacer bandera. ¿La sensibilización ambiental es nuestra asignatura pendiente?

R.– Sí. Es fundamental que se eduque y se forme para que nuestro ecosistema se preserve con criterios de sostenibilidad medioambiental. Nuestro escenario, que es el mar, tiene que cuidarse para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo. La sostenibilidad es el eje y el principal motor de esta iniciativa.

P.– Además de sostenible, aboga por fomentar un deporte náutico de calidad. ¿No lo es ya?

R.– Si, pero hay que trabajar en muchas direcciones, como es fomentar, captar y cuidar el talento. Hay poco mano de obra para la demanda que empieza a haber y las empresas en temporada alta muchas veces se ven desbordadas e incapaces de dar el servicio que les gustaría. Por ello, abogamos por poner el foco y la máxima la atención en formar, crear y facilitar la permanencia del talento en Cantabria, que lo hay, pero que en ocasiones se ve obligado a irse fuera. Hay que cuidarles para que se queden aquí.

P.– Cantabria es un referente a nivel nacional en surf, una disciplina que cada día practican más aficionados en numerosas playas de la región. ¿Este deporte, que ya es olímpico, es la punta de lanza de esta iniciativa?

R.– Bueno, es verdad que es la bandera y que puede ser considerarse la punta del iceberg de todos estos deportes náuticos por los valores que trasmite de concienciación y sostenibilidad, de inclusión e igualdad. El surf atrae en la actualidad a miles de practicantes. Es un deporte con miles de licencias federativas de varias generaciones. Ya hay abuelos, hijos y nietos en el agua. Es un deporte generacional que muchas veces lo comparamos con el esquí. Aquí vemos cómo la estación de Alto Campoo, cuando funciona, es el motor económico de la zona. Pues bien, aquí tenemos 17 arenales que son 17 estaciones de esquí para esos 17 municipios costeros.

Pedro García Rivas, en las instalaciones de su empresa,. Club ObsessionA2. Foto: Nacho Cubero.

P.– ¿Qué papel desempeña en esta estrategia La Vaca Gigante de la que antes hablaba, un campeonato de surf de olas gigantes del que usted es promotor?

R.– La Vaca Gigante es un ejemplo para los deportes náuticos de cómo llegar a ser una ventana al mundo y abre una vía para que las principales competiciones deportivas de otros deportes náuticos que hay en Cantabria sigan su senda. Para ello, hace falta más compromiso por parte de las administraciones y de las empresas. Que se fijen en todas estas oportunidades que hay en torno a los deportes náuticos y apuesten por estos eventos, que sin duda son el mejor escaparate.

P.– También lo es sin duda en vela. ¿Hay que saber aprovechar mejor el tirón de nuestros grandes regatistas?

R.– Tenemos la fortuna de contar con grandes medallistas. Son nuestros mejores embajadores. Qué duda cabe que es un orgullo contar con deportistas de la talla de Diego Botín, por ejemplo. Es importante que deportistas y eventos se unan para consolidar los deportes náuticos y promocionar nuestras costas. Pedimos más apoyo para todas las disciplinas deportivas porque consideramos que cada una de ellas puede tener su Vaca Gigante particular.

«Hay eventos reconocidos y consolidados, pero hace falta ese apoyo para dar el salto, y si se pone el foco y se fomenta, por ejemplo, en salvamento, se puede organizar aquí la mejor prueba de salvamento del mundo»

P.– ¿Entonces, echa de menos más eventos deportivos de proyección internacional que sirvan de escaparate para promocionar estos deportes?

R.– Así es. Hay eventos reconocidos y consolidados, pero hace falta ese apoyo para dar el salto, y si se pone el foco y se fomenta, por ejemplo, en salvamento, se puede organizar aquí la mejor prueba de salvamento del mundo. Lo mismo ocurre con la vela o el remo. Es un arduo y duro trabajo, pero se puede conseguir porque, como ya he apuntado, contamos con las mejores condiciones para su desarrollo.

P.– También persiguen situar a Cantabria como destino de referencia para la práctica del buceo o de la pesca. ¿En cuál de ellas tenemos mas potencial de crecimiento?

R.– En ambas. Contamos con escenarios magníficos para su práctica. En el primer caso contamos con por ejemplo con los bajos de la Isla de Mouro, de especial protección, que cuentan con una variedad de especies marinas únicas. Y otro tanto ocurre en el caso de la pesca, que pueden desarrollarse también en infinidad de espacios.

P.– En el plan aluden también a la necesidad de reducir la estacionalidad del turismo, un objetivo ampliamente deseado pero con resultados limitados, al menos por el momento. ¿Alguna idea para ello?

R.– Sí. La promoción y fomento de ferias a las que también podamos acudir con un ‘stand’ de economía e industria azul de Cantabria. Tenemos la mejor experiencia garantizada y los cántabros, además, somos excepcionales anfitriones para recibir a cualquier visitante. Si trabajamos en esa dirección y promovemos a la par la organización de eventos, estoy convencido de que la desestacionalización se puede conseguir y que el público elegirá Cantabria para práctica deportes náuticos durante todo el año.

P.– Con ocasión de un plan similar para la promoción de la náutica recreativa que presentaron en 2024, ya reclamaban una aplicación móvil que integrara información meteorológica y marítima en tiempo real, vinculada con la app de Salvamento Marítimo y que ofreciera también opciones de ocio y restauración. Ahora, vuelven a hacerlo. ¿Este paso está costando más de lo que esperaban?

R.– Es un paso vital como parte de nuestra estrategia de sostenibilidad. Esa aplicación, que ofrecerá información en tiempo real, nos permitiría controlar el número de visitantes y regular la afluencia por zonas para que no se congreguen todos en un mismo municipio. Aquí contamos con la colaboración del clúster Tera que, como expertos tecnológicos, son unos aliados fundamentales para que esta aplicación vea finalmente la luz. Pero es verdad que nos está costando. La Administración tiene que dar un golpe en la mesa y demostrar que va a por ello. Necesitamos pasar de las palabras a la acción

 

El anuncio del bautizado como Proyecto Altamira, un complejo de ‘data centers’ que daría lugar a una inversión de 3.600 millones de euros, ha puesto el foco en unas infraestructuras imprescindibles para el desarrollo de servicios digitales y de la inteligencia artificial, pero que también plantean dudas en términos de sostenibilidad medioambiental. Con la salvedad del búnker del Santander en Medio Cudeyo, hasta ahora la región no había sido capaz de atraer inversiones para construir grandes instalaciones de este tipo, un precedente que deberá superar el campus tecnológico proyectado en Piélagos y Villaescusa, que de acuerdo a los datos hechos públicos hasta ahora contará con una capacidad mayor a la que suman todos los centros de datos que están operativos hoy en España.

José Ramón Esquiaga | Mayo 2025

Ha sido, como en otras ocasiones, uno de esos anuncios que dan pie tanto a la ilusión como al escepticismo, y a ambos por similares razones. El volumen de las cifras puestas sobre la mesa durante la presentación del bautizado como Proyecto Altamira, un complejo tecnológico formado por varios centros de datos, se mueve en unas cotas que dejan pequeña cualquier referencia que quiera emplearse para compararlas, algo que alienta las expectativas sobre el impacto económico al que puede dar lugar la iniciativa pero que, con la frustración a la que dieron lugar precedentes de similar ambición, alimenta también todas las dudas sobre su viabilidad.

A favor de la credibilidad del proyecto juegan las previsiones que contemplan un aumento de la demanda de los servicios que ofrecen los ‘data center’, lo que a su vez augura un fuerte crecimiento de las inversiones para construir estas infraestructuras, con España bien situada para acogerlas. Ese buen posicionamiento ya ha servido para captar inversiones y convertir a nuestro país en uno de los más competitivos para servir de sede de grandes centros de datos, con núcleos muy activos en Madrid, Cataluña y, más recientemente, Aragón. Como contrapunto, Cantabria no ha sido hasta ahora capaz de captar ninguno de los 54 data centers que contabiliza SpainDC, la asociación que los agrupa, en lo que es otro mal precedente que deberá vencer el Proyecto Altamira.

Las expectativas generadas, e incluso la propia relevancia dada a la presentación del proyecto para levantar un campus tecnológico en terrenos de Piélagos y Villaescusa, contrastan con la inclinación a la invisibilidad con la que suelen trabajar los centros de datos. Estas infraestructuras, a las que es más habitual referirse con el anglicismo ‘data center’, son imprescindibles para el sostenimiento de la economía digital, al albergar los servidores, sistemas de almacenamiento y aplicaciones informáticas con los que procesar, alojar y distribuir los ingentes volúmenes de información a los que da lugar la actividad de empresas y administraciones a través de la red. Todos los análisis coinciden en que la demanda que deberán cubrir estas infraestructuras va a multiplicarse en los próximos años, lo que precisará de un aumento de capacidad equivalente para darle respuesta.

 

El centro de proceso de datos del Banco Santander en Solares es la única instalación de Cantabria que, por sus características y actividad, se acerca a lo que se entiende como un ‘data center’. Foto: Nacho Cubero.

De acuerdo a la mejor de las proyecciones contempladas en el ‘Informe del Sector del Data Center en España 2025-post 2027’, España podría captar hasta 21.800 millones de euros en inversión directa para la puesta en funcionamiento de nuevos centros de datos entre hoy y el año 2030. Con ello se multiplicaría por algo más de seis la capacidad que actualmente suman todos los que están actualmente en funcionamiento en España, llevándola desde los 355 hasta los 2.180 MW.

Que la capacidad de una instalación destinada a albergar y hacer funcionar servidores se mida en vatios, y no en bytes, ya da una pista de la que es una de las principales características de los ‘data centers’: su elevado consumo energético. La referencia utilizada como medida se refiere a la máxima demanda de energía que puede precisar la instalación para su funcionamiento, algo que depende sobre todo de las necesidades de refrigeración, lo que a su vez varía en función de la temperatura exterior y, por tanto, de la ubicación del centro y de la época del año.

Las claves de Altamira

En el caso del complejo de centros de datos proyectado en Cantabria, el conjunto de capacidad de los doce módulos que componen Altamira sumará 480 MW de capacidad, una más de las llamativas cifras –»apabullantes», las denominó la presidenta María José Sáenz de Buruaga en su presentación– que caracterizan a la iniciativa. La contemplada en el Proyecto Altamira supone una capacidad mayor a la que hoy suman todos los ‘data centers’ operativos en España, según los datos que contabiliza el informe elaborado por SpainDC. La comparación es algo menos llamativa, pero no demasiado, si la hacemos en relación a las cifras que prevén ese estudio para el futuro al que hace referencia: de llevarse a término en las dimensiones adelantadas en su presentación, el futuro campus tecnológico cántabro aportaría casi la cuarta parte de la capacidad de todos los centros de datos que funcionarán en España en 2030. Eso en el más optimista de los pronósticos, porque SpainDC contempla también escenarios más adversos. En esos casos, la participación de Altamira en el total de capacidad de la red española de ‘data centers’ sería mucho más elevada.

Esa diversidad de escenarios responde a los distintos entornos en los que podrían desarrollarse las futuras inversiones, más o menos hostiles en términos regulatorios, en una proyección que plantea el informe de SpainDC admitiendo que no dispone de variables que permitan establecer mayores o menores probabilidades de ocurrencia a unos u a otros. Otra incógnita que el informe considera imposible de despejar es el futuro desarrollo de la red de transporte de energía eléctrica, factor crítico para el funcionamiento de los centros de datos.

Ambos criterios, el marco regulatorio y el acceso a energía, son los principales condicionantes para establecer lo favorable o desfavorable de los escenarios futuros y, con ello, la previsión de mayor o menor potencia instalada en España de aquí a cinco años, que se mueve en un amplio abanico que parte de los 1.400 MW en el peor de los pronósticos, lo que reduciría notablemente la inversión prevista por SpainDC. Es en esa imprevisibilidad de circunstancias en la que deberá desarrollarse el Proyecto Altamira, del que no hay razones para pensar que este ni en mejor ni en peor disposición para hacerlo que el resto del sector.

Concentración de ‘data centers’ en pocos lugares

Lo que sin duda no juega a favor del proyecto cántabro es la forma en que hasta ahora se ha desplegado la red de centros de datos operativos en España, concentrados en torno a dos grandes núcleos –Barcelona y, sobre todo, Madrid– al que en los últimos años se ha sumado Aragón. En torno a la capital de España se agrupa hoy el 54,8% del total de la potencia instalada en todo el país, un 18,5% lo hace en Barcelona y un 10,7% tiene su sede en tierras aragonesas, en torno a Zaragoza. El 16% restante se reparte de forma irregular por el arco mediterráneo, Toledo, Andalucía, Baleares y Canarias. La asociación SpainDC no contabiliza ningún ‘data center’ en el norte de España.

La cuestión de dónde se ubican los ‘data center’ existentes, y el hecho de que la asociación que los agrupa no identifique ninguno en Cantabria, lleva a preguntarse qué es o qué no es un centro de datos o, de forma más precisa, qué características debe tener una instalación para ser considerada como tal. “Un ‘data center es un centro de proceso de datos (CPD) como el que muchas empresas tienen para darse servicio, pero con muchísimo más tamaño y con muchísimas más medidas de protección y de uso. Y luego hay que ver cuál es su filosofía de uso”, explica Roberto García, presidente del Clúster Tera, que agrupa a empresas cántabras de nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

Sala de control del CPD del Santander en Solares (Medio Cudeyo).

En relación con la seguridad y disponibilidad de estas instalaciones, precisa el representante de las TIC cántabras, los ‘data centers’ deben tener garantizada la energía, la refrigeración y las comunicaciones, en una medida de la que resultará una categoría determinada en función de la redundancia y disponibilidad que se le dé a la instalación. Respecto a la filosofía de uso a la que hace referencia Roberto García, lo que SpainDC considera un ‘data center’ es siempre una instalación que, con las características de seguridad y disponibilidad apuntadas, presta servicios a terceros. De ahí que no se le dé esa consideración al ‘búnker’ del Banco Santander en Solares, que sí responde por capacidad y seguridad a lo que caracteriza a esas instalaciones, pero es un centro propio de la entidad financiera, y solo para su uso, lo que le aleja de la definición de ‘data center’ a la que se remite el presidente de Tera.

Condiciones particulares de Cantabria

Por sus características, y pese a esa diferente naturaleza, el centro de datos del Santander es la instalación que más puede parecerse a la que plantea el Proyecto Altamira, con el que comparte condicionantes similares en cuanto a consumo energético, seguridad y redundancia. También en relación a su capacidad, aunque asumiendo que en este aspecto es difícil encontrar hoy nada, ni es Cantabria ni fuera de ella, que pueda aproximarse a lo que plantea el futuro complejo de Piélagos-Villaescusa.

Además de presidir Tera, Roberto García es director general del grupo Ambar, que promueve la construcción de un ‘data center’ en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan). Esa condición le sitúa en una inmejorable posición tanto para incidir en la caracterización de estas instalaciones, como en la consideración de su tamaño. Los ‘data center’, explica García, ofrecen a sus clientes un espacio en el que alojar y gestionar lo que deseen –un “armario vacío”, en la comparación que emplea– o bien unos dispositivos en los que meter las aplicaciones que desee, lo que en la terminología del sector se define respectivamente como ‘housing’ o ‘hosting’. El que construye Ambar en el Pctcan ofrecerá servicios de ‘housing’, con una capacidad de 5 MW cuando esté completo y funcione con los máximos requerimientos de potencia.

El tamaño de Altamira, enorme con independencia de la referencia que se use para compararlo, es también uno de los principales factores que pueden condicionar el desarrollo del proyecto en las dimensiones y plazos contemplados, y ello debido a lo que implica en términos de disponibilidad de energía y de sistemas de refrigeración, en una necesidad que siempre es proporcional a la capacidad del centro. El presidente del Clúster Tera entiende que ahí va a estar una de las claves para sacar adelante el complejo, pero cree que ese es un elemento que forzosamente han tenido que tener en cuenta sus promotores: “Es un megaproyecto, al que hay que alimentar con toda la potencia que requiere, y eso implica contar con las subestaciones eléctricas y los sistemas de provisión energética necesarios. Entiendo que eso está estudiado y que se habrá hecho un análisis completo de cómo va a llegar esa energía”, apunta.

La disponibilidad de energía, un factor que tiene ver con las redes de distribución y con la proximidad de fuentes de generación de origen renovable, es uno de los principales elementos que entran en juego para decidir la ubicación de un gran centro de datos. Roberto García destaca la relevancia que para una instalación de este tipo tiene minimizar su huella de carbono, algo que teniendo en cuenta su gran consumo energético solo se consigue consiguiendo que toda o la mayor parte de la electricidad empleada sea de origen renovable. “Cantabria tiene ahí una limitación, pero es esperable que eso cambie en los próximos años”, apunta el presidente del Clúster Tera al valorar las fortalezas y debilidades que puede tener la región para acoger un proyecto de las dimensiones del que plantea Altamira.

 

Roberto García, presidente del Clúster Tera, que agrupa a empresas cántabras que operan en el sector de las nuevas tecnologías. Foto: Nacho Cubero.

En relación con el consumo energético y la huella de carbono, también jugarían a favor de Cantabria las escasas variaciones de temperatura que se dan a lo largo del año, que sobre todo en la zona más cercana a la costa reducirían las necesidades de refrigeración en verano y de calentamiento en invierno. También entre los puntos fuertes, el presidente del clúster tecnológico cántabro cita la existencia de una red de fibra que garantiza una buena conexión, algo que se verá reforzado con la entrada en funcionamiento del cable de Meta –la empresa propietaria de Facebook o Instagram– que cruza el Atlántico entre Estados Unidos y España, y que llega a la península a través de Santander: “En los usos de un ‘data center’ cada vez va a ser más importante reducir la latencia, el tiempo de respuesta, y esa conexión directa con Estados Unidos garantiza esa conexión de alta velocidad”.

Que a pesar de contar con esos argumentos favorables, Cantabria no haya sido capaz de atraer hasta ahora inversiones para la construcción de grandes ‘data centers’ tiene que ver, en opinión de Roberto García, con la enorme capacidad de atracción que para ello tienen Barcelona y, sobre todo, Madrid. Sin problemas de disponibilidad de energía ni de acceso a una potente red de fibra, ambas ubicaciones tienen además la ventaja de contar en su entorno con un gran número de potenciales clientes. El caso de Aragón, el tercer polo que está demostrándose capaz de atraer ‘data centers’ en España, ofrece el que puede ser un punto de referencia más cercano a la realidad de Cantabria. “Ahí se han dado acuerdos entre el Gobierno regional y grandes corporaciones para ofrecer suelo en unas condiciones muy económicas. Eso ha hecho del entorno de Zaragoza una zona muy atractiva, y Amazon, por ejemplo, está teniendo ahí crecimientos muy importantes. Ese es un punto fuerte que entiendo que Cantabria también tiene potencial para desarrollar”.

Además de todo lo relacionado con la mayor o menor capacidad de Cantabria para sacar adelante una inversión como la planteada por Altamira, las principales incertidumbres de este proyecto tienen que ver con los plazos y el impacto que este puede provocar en términos económicos y de empleo. En relación con esto último, lo anunciado en la presentación cuantificaba en 1.500 el número de empleos que se generarían durante la construcción del complejo, y en 1.450 –350 directos y 1.100 indirectos– los puestos de trabajo a los que daría lugar una vez en funcionamiento. Es esa segunda cifra –la del número de trabajadores vinculados a la actividad del ‘data center’– la que más dudas provoca entre quienes conocen de cerca el funcionamiento de estas instalaciones, criticadas muchas veces por su escaso impacto en términos de empleo.

Altamira crearía 1.500 puestos de trabajo durante su construcción y 350 directos cuando esté en funcionamiento, según sus impulsores.

El presidente del Clúster Tera considera razonables esas dudas, sobre todo en lo que tiene que ver con los puestos de trabajo directos. En relación con los indirectos, considera que un ‘data center’ tiene potencial para atraer actividad en su entorno, aunque en una medida difícil de cuantificar a priori. “Es cierto que las cifras que se han anunciado son muy elevadas. Yo no puedo validarlas ni discutirlas. También puedo tener dudas de que se pueda llegar a los volúmenes de inversión y capacidad que se están planteando, pero no tengo toda la información para ponerlo en cuestión. Ojala se pueda hacer como nos han dicho, porque lo que sí es seguro es que sería algo muy positivo para el sector tecnológico de Cantabria”.

La implicación que puedan aportar las diferentes administraciones para facilitar el proyecto –lo que se correspondería con el entorno menos hostil que contemplan las proyecciones del informe de SpainDC– sería otra de las claves para que este salga adelante y, sobre todo, para que lo haga en los plazos que se pusieron sobre la mesa durante su presentación. De acuerdo a lo que allí se dijo, las obras comenzarían en 2026 en su fase 1 –la que se desarrollará en terrenos de Piélagos– y en 2028 las correspondientes a la fase 2. De cumplirse esos plazos, algo que depende en gran medida de la tramitación administrativa, el complejo podría estar en marcha en 2032.

Son plazos que parecen amplios contemplados desde la perspectiva de 2025, pero que quienes están habituados a enfrentarse a proyectos similares consideran excesivamente optimistas, cuanto menos si se trata de tener listo un ‘data center’ con las dimensiones de las que se está hablando. En cualquier caso, la ley de simplificación administrativa recientemente aprobada por el Parlamento de Cantabria va a tener ahí una buena piedra de toque para probar su eficacia.


Begoña Villacís, directora ejecutiva de Spain DC: “Los centros de datos requieren perfiles profesionales altamente cualificados”

La exvicealcaldesa de Madrid es, desde enero de 2025, directora ejecutiva de SpainDC, la asociación de ‘data centers’ de España.

 ¿A qué se considera un ‘data center’ en el informe de SpainDC, que no contabiliza ninguna instalación de este tipo en Cantabria?

La guía del sector solo refleja las infraestructuras de nuestros asociados, por lo que es posible que haya centros de datos relevantes fuera del listado, como los que mencionas en Cantabria. Un centro de datos se define como la infraestructura que alberga los servidores de las empresas, proporcionando la capacidad necesaria para almacenar y procesar datos de manera segura. Sin ellos, simplemente, no habría internet. Son la columna vertebral de la conectividad global, y sin su existencia no podríamos realizar operaciones digitales cotidianas como enviar un correo, hacer una videollamada o consultar un banco online. Además, son la base física sobre la que se apoya la economía digital. No podemos hablar de transformación digital, ni de inteligencia artificial, ni de automatización de procesos sin una red potente y sostenible de centros de datos que lo haga posible.

Llama la atención que se mencione el precio de la energía (por relativamente barato) como uno de los factores que contribuye a que España atraiga inversiones para instalar CPD, cuando el precio de la energía suele considerarse (por relativamente caro) un factor que resta competitividad a otro tipo de industrias. ¿A qué se debe esta aparente contradicción?

La clave para entender esta cuestión es que los centros de datos “no consumen” energía en el mismo sentido que otras industrias, sino que proporcionan la infraestructura necesaria para almacenar y procesar datos de manera eficiente. Además, operan utilizando energía 100% renovable, lo que les permite aprovechar acuerdos a largo plazo con productores de energías limpias que garantizan un suministro estable y competitivo. España se ha convertido en un destino atractivo para los centros de datos precisamente por su abundancia de energía renovable, con una capacidad de producción que supera con creces el consumo del país. Esta disponibilidad permite que el sector acceda a precios más competitivos en comparación con industrias intensivas en energía que dependen de fuentes más costosas o sujetas a mayor volatilidad en el mercado.

Según recoge el informe de SpainDC, Madrid y Barcelona concentran la mayor parte de la potencia instalada de ‘data centers’ en España, y Aragón se acerca al 11% tras atraer importantes inversiones en los últimos años. ¿Qué tienen estos territorios, aparentemente tan diferentes, que los hace especialmente adecuados para estas infraestructuras?

Madrid lidera el desarrollo del sector de centros de datos en España, concentrando actualmente el 54,8% de la oferta nacional, seguida de Barcelona (14,4%) y Aragón (10,7%). Sin embargo, Aragón se perfila como una de las regiones con mayor crecimiento en los próximos años, con previsiones de superar a Barcelona como el segundo polo de desarrollo del sector. El atractivo de Madrid es por haber ejercido de epicentro del sector en los últimos años, capitalizando buena parte de la inversión que llegaba a España al ser un hub importante de interconexión. En el caso de Aragón la llegada de las grandes empresas tecnológicas radica en tres factores clave: facilidad institucional, disponibilidad de suelo y acceso a energías renovables.

¿Qué cálculo puede hacerse en relación con la generación de empleo de un CPD, en función de su tamaño (entiendo que medido en términos de potencia)?

Los últimos datos disponibles reflejan que el sector de los centros de datos genera más de 480.000 empleos directos e indirectos en España. Este impacto demuestra que el crecimiento del sector no solo fortalece la infraestructura digital del país, sino que también tiene un papel clave en la creación de empleo estable y cualificado. Dado que se espera que la capacidad instalada se multiplique por seis en los próximos años, es previsible que la generación de empleo crezca en la misma proporción, consolidando su impacto positivo en un mercado laboral que, en muchos sectores, sigue siendo altamente estacional.

¿Qué perfiles profesionales demanda un ‘data center’ en funcionamiento y qué capacidad tiene para generar actividad dentro del sector TIC de su entorno?

Los centros de datos requieren perfiles profesionales altamente cualificados en electricidad, refrigeración, sistemas, ciberseguridad, automatización, IA y muchas otras ramas. Realizamos en 2023 un informe, sobre Perfiles Profesionales, que identificó 140 perfiles de alta demanda. Ante esta necesidad, desde Spain DC estamos colaborando con instituciones públicas y privadas para crear programas formativos que acerquen a los jóvenes al sector. Además, el desarrollo de los centros de datos dinamiza todo el ecosistema TIC, impulsando la innovación y la digitalización en empresas. Y aquí queremos insistir en algo crucial: sin centros de datos no hay economía digital. No hay inteligencia artificial. No hay soberanía sobre el dato. Por eso, estso CPD son una infraestructura crítica que un país como España debe proteger, fomentar y anclar como parte de su estrategia geopolítica, tecnológica e industrial.

El sector primario cántabro sigue dominado por el ganado bovino, que supone el 98% de la renta agraria de la región, pero iniciativas de cría de razas autóctonas, ganadería extensiva y producción alternativa, como la avicultura, demuestran que la diversificación es posible, aunque difícilmente rentable por sí sola.

Ana Bringas | Mayo 2025

Hubo un tiempo, muchos años atrás, en el que la ganadería en Cantabria se caracterizaba por la crianza en régimen extensivo, aprovechando los pastos naturales de los montes y prados. Ya entonces el vacuno predominaba frente a otros tipos de ganadería, pero también había presencia de ovejas, cabras, cerdos o caballos, estos últimos, sobre todo, eran utilizados en labores agrícolas y de transporte. Con el paso del tiempo, la modernización de infraestructuras, la mecanización del campo y la introducción de razas más productivas fueron transformando la ganadería.

Hoy, la región es un referente en la producción láctea y cárnica, con una actividad ganadera dominada casi en su totalidad por el vacuno. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el 98% de la renta agraria animal procede del ganado bovino, con un 60% generado por la producción de leche y un 38% por la carne. El resto de especies apenas aportan un 2% del total. Así, la ganadería continúa siendo el motor económico del sector primario en Cantabria, representando más del 70% del valor de la producción agraria de la comunidad, un porcentaje que la sitúa entre las regiones con mayor peso ganadero de España. Además, en el ámbito de la producción vegetal, más del 85% del valor se destina a plantas forrajeras, fundamentales para la alimentación del ganado.

Esta clara prevalencia del vacuno se refleja también en la distribución de explotaciones ganaderas en la región. Los números que arrojan los últimos informes del Icane reflejan que Cantabria cuenta con 7.096 explotaciones de vacuno, que albergan un total de 254.605 reses, con una media de 35,88 reses por explotación. En comparación, la ganadería ovina y caprina presenta cifras mucho más modestas. En el caso del ovino, existen 5.769 explotaciones, con 65.109 reses y un promedio de 11,29 animales por explotación, mientras que el caprino registró 3.432 explotaciones, con un censo de 30.257 reses con una media de 8,82 por explotación. Estas cifras ponen de manifiesto la menor dimensión de la ganadería alternativa en Cantabria.

Con todo, y a pesar del dominio absoluto del ganado vacuno en la economía agraria cántabra, ese pequeño 2% restante de la ganadería juega un papel crucial en la sostenibilidad del medio rural y la conservación de algunas razas autóctonas. Estas explotaciones, en su mayoría extensivas, contribuyen a la limpieza y regeneración de los montes al aprovechar los pastos naturales y los recursos forestales sin necesidad de insumos externos intensivos. Además, la conservación de especies como el cerdo celta o la yegua monchina ayudan a evitar que se pierdan razas autóctonas bien adaptadas al ecosistema cántabro así como a reducir el riesgo de incendios al consumir el matorral y las llamadas árgumas. Aunque su peso económico es reducido en comparación con el vacuno y, en algunos casos, se crían por entretenimiento o como complemento a otras actividades, su impacto ambiental positivo las convierten en una alternativa clave para un desarrollo agrario más sostenible a largo plazo.

La alternativa a la carne de la vaca

Consciente de esta cuestión, desde la quesería Quesoba, ubicada en el Valle de Soba, Álvaro Alonso decidió emprender un proyecto de recuperación del cerdo celta, combinando su conservación con una gestión sostenible del medio. Alonso vio en este animal una oportunidad para complementar su actividad, reutilizando el suero sobrante del queso como alimento para los cerdos y aprovechando los recursos naturales del monte que, dice, “es una pena que se pierdan”.

Por ello, desde hace seis años, Quesoba cría cerdos celtas en semilibertad en una extensa parcela en Sangas de Soba, donde los animales se alimentan de bellotas de robles y encinas, hayucos y ortigas procedentes de la limpieza de otras fincas. Estas últimas, ricas en proteína y nitrógeno, representan un excelente complemento nutricional. En este punto, el propietario de la empresa indica que a diferencia de la ganadería intensiva, donde los cerdos alcanzan su peso de sacrificio en apenas cuatro meses, los cerdos celtas siguen un crecimiento “natural y lento”, tardando 14 meses en desarrollarse completamente, lo que repercute en una carne de mayor calidad y sabor.

La empresa cuenta actualmente con 40 cerdos, cuya carne es procesada en el matadero de Barreda y transformada en embutidos y otros productos en Villaescusa, para después distribuirse en tiendas y restaurantes. Esta actividad, admite Álvaro Alonso, no supone una gran fuente de ingresos, pero sí aporta valor añadido a la marca, diferenciándola en el mercado con una propuesta exclusiva basada en la recuperación de una raza casi desaparecida.

Álvaro y José María Alonso, propietarios de la Quesería Quesoba. La cría de cerdos se plantea como una actividad complementaria, que permite una producción alternativa y aprovechar el suelo sobrante de la fabricación. Foto: Nacho Cubero.

El responsable de Quesería Quesoba destaca la importancia de diversificar dentro del sector ganadero y no depender únicamente de una sola producción. “Los ganaderos tienen que darse cuenta de la importancia de diversificar. El ganadero es muy rígido en ese sentido”, afirma. “Antes de la expansión de la industria láctea, en Cantabria era común encontrar piaras de cerdos y ganado menor, pero con el tiempo esta tradición se ha ido perdiendo”. Sin embargo, iniciativas como la de Quesoba demuestran que recuperar estos modelos no solo es posible, sino que además contribuye al aprovechamiento de los recursos naturales.

Si las amenazas a las que se enfrentan las explotaciones bovinas son, en líneas generales, las trabas burocráticas, la amenaza del lobo o el relevo generacional, la ganadería alternativa tampoco está exenta de dificultades. A pesar de su menor presencia en el sector, estas explotaciones también deben lidiar con normativas exigentes que a menudo no se adaptan a su escala productiva, lo que dificulta su viabilidad económica. Además, la presión de la fauna salvaje, especialmente en sistemas extensivos, supone un riesgo constante para el ganado menor, como ovejas y cabras.

Carlos Elizondo, representante de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), advierte de que la falta de protección frente a los ataques del lobo está llevando a la desaparición del ganado caprino y ovino en Cantabria. Además de esta amenaza natural, los ganaderos enfrentan problemas burocráticos que dificultan la rentabilidad de su actividad.

El coste del sacrificio

Uno de los principales obstáculos es la normativa sobre sacrificio. Actualmente, los ganaderos están obligados a llevar su ganado al matadero de Barreda, donde el coste de sacrificio de un cordero oscila entre 20 y 30 euros, mientras que su precio de venta ronda los 90 euros. A esto hay que sumarle los gastos de transporte, lo que reduce considerablemente el margen de beneficio. Elizondo rememora que, en el pasado, los corderos podían venderse directamente a restaurantes o particulares, lo que permitía ahorrar costes y mejorar la rentabilidad. El representante de Asaja propone que se facilite el sacrificio en las propias explotaciones bajo unas condiciones sanitarias mínimas, para evitar que gran parte del dinero se pierda en el proceso.

Además del ovino y caprino, Elizondo cría yeguas monchinas en el Valle de Soba, una raza autóctona de Cantabria que, aunque menos productiva que la hispano-bretona, desempeña un papel crucial en la conservación del paisaje. Sin embargo, su comercialización es limitada, ya que en España no existe una gran tradición de consumo de carne de potro, a diferencia de países como Italia o Francia. Aunque algunos ejemplares se venden en Pamplona, los precios son bajos, lo que dificulta su rentabilidad.

Carlos Elizondo, representante de la Asociación de Jóvenes Agricultores de Cantabria y criador de yeguas monchinas, además de ganadero de cabras y ovejas. Foto: Nacho Cubero.

Otro gran problema es el lobo, cuya presencia ha afectado gravemente la cría de potros. “Llevo años sin vender potros porque son presas fáciles. Además, tienen una carne dulce y tierna, y eso les gusta”, lamenta Elizondo. A pesar de las dificultades, sigue conservando la raza por su valor ecológico y su aprecio personal. “Me gustan mucho”, reconoce.

Desde el punto de vista medioambiental, las yeguas monchinas cumplen una función clave en la prevención de incendios forestales, dado que se alimentan de maleza como las árgumas, uno de los combustibles más comunes en los incendios. “Son desbrozadoras naturales, eso no lo hacen las vacas, que son más delicadas”, explica.

Para fomentar la conservación de estas razas autóctonas, la Dirección General de Ganadería ofrece incentivos económicos anuales a los ganaderos que las crían, calculados en función de la Unidad de Ganado Mayor (UGM), una medida que varía según el tipo de ganado. El importe máximo por explotación es de 5.000 euros, según lo establecido en el Boletín Oficial de Cantabria de 2025.

Más allá de ganado ovino, caprino o equino, existen también otras opciones como la cría de gallinas. Supone otra alternativa viable, aunque el contexto actual presenta algunas dificultades. Como en la Holanda del siglo XVII, –cuando una acuciante fiebre especulativa catapultó el precio de los bulbos de tulipán hasta situarlo 40 veces por encima del ingreso medio anual de una persona de la época– España atraviesa lo que ya se ha popularizado como la fiebre del huevo.

Pilar Ortiz, en las instalaciones de la granja familiar donde producen bajo la denominación Huevos Camperos del Asón. Foto: Nacho Cubero.

Este fenómeno golpea de hecho el mercado global, afectando, claro, a negocios locales como el del matrimonio conformado por Pilar Ortiz y Pablo Fox. Su granja de gallinas Huevos Camperos del Asón, situada en el término municipal de Arredondo, se ha visto obligada a subir el precio de la docena hasta los 5,50 euros. Son 30 céntimos más que hasta hace unas semanas. A esta cuestión, que se ve incrementada igualmente por la subida en el precio del pienso de los animales, se suma la gripe aviar. “Todos los años hay casos de la enfermedad, pero este hay mucho más”, lamenta Pilar, quien destaca también entre las amenazas a su negocio los ataques de aves rapaces, que admite que tienen “difícil solución”. Por otra parte, lo que sí tienen controlado son las incursiones de zorros o jinetas, grandes depredadores terrestres de gallinas, gracias a un cierre perimetral que rodea la hectárea de terreno donde pastan sus 1.800 gallinas.

En junio de este 2025, su negocio familiar cumplirá 11 años. En origen Pilar comenzó con el negocio sola. Después, dado el volumen de trabajo, su marido Pablo dejó su trabajo para dedicarse a la granja. “Ahora, no es la pera pero vivimos de esto toda la familia [ellos y sus hijos]”, indica.

Además de producir, hacen venta directa a hostelería y tiendas locales. Parte de la producción se va a Vizcaya. Pilar dice que en los momentos más productivos del año, obtienen una centena de docenas diarias y que cuando la producción disminuye, generalmente en invierno, se aprovecha para hacer el “cambio de lote”, es decir, renovar las gallinas y hacer una limpieza y desinfección de las instalaciones. Son los dos meses de menor producción.

Entre los planes de la empresa, no se plantean aumentar la producción. Apuestan, “por el momento”, por una producción “pequeña y de calidad”. Para Pilar, su negocio es una prueba de que en Cantabria aún queda mucho por explorar fuera del vacuno, aunque reconoce que las opciones siguen siendo limitadas. La historia de su granja demuestra que la diversificación puede ser una alternativa viable, pero también que requiere de una gran capacidad de adaptación a las fluctuaciones del mercado y a las dificultades propias de la ganadería en extensivo.

A pesar de los múltiples desafíos que enfrentan los ganaderos cántabros, tanto aquellos dedicados al vacuno como quienes apuestan por alternativas extensivas, una reciente medida del Gobierno de Cantabria abre una vía para aliviar una de sus principales preocupaciones: los ataques del lobo. La Consejería de Desarrollo Rural, encabezada por María Jesús Susinos, ha propuesto a la Mesa del Lobo la extracción de hasta 41 ejemplares con el objetivo de reducir el impacto de esta especie sobre la cabaña ganadera cántabra.

La ‘startup’ cántabra, ganadora de la última edición del premio Emprendedor XXI, buscará financiación para iniciar la comercialización de su metodología para mejorar la calidad del golpeo al balón por parte de futbolistas de cualquier nivel, pero sobre todo de aquellos que juegan en categorías base. El objetivo de Optimum Grade Response es llegar a usuarios que, además de poder acceder a un análisis pormenorizado de todos los parámetros que recoge la aplicación, generen comunidad planteando juegos y retos. En paralelo, se ofrecerán las botas y medias que ha desarrollado y patentado la empresa y que complementan el proceso digital.

Juan Carlos Arrondo | Mayo 2025

Probablemente, ninguno de los ‘gentlemen’ que se reunieron el 23 de octubre de 1863 en la Freemasons Tavern londinense para fundar la Football Association estuviera cerca de pensar que con aquel paso, además de inventar el futbol moderno, estaban poniendo la primera piedra de lo que, después de más de siglo y medio, es un pujante negocio a escala global. A modo de ejemplo, según publica LaLiga, solo en España y exclusivamente en el ámbito profesional, alcanza un volumen equivalente al 1,5% del PIB. Una industria con infinidad de ramificaciones y gran capacidad de generar oportunidades, con un enfoque cada vez mayor hacia las soluciones tecnológicas, y en la que una joven empresa cántabra, Optimum Grade Response, reclama su lugar con un sistema digital basado en una innovadora metodología para mejorar la calidad técnica individual del futbolista. Tras ser finalista en 2024, el pasado febrero recibió el premio Emprendedor XXI, siendo reconocida como la ‘startup’ de base tecnológica con mayor potencial innovador de Cantabria de la presente edición.

La idea de negocio de Optimum Grade Response se asienta sobre la creación de una metodología pionera que permite al jugador de futbol mejorar exponencialmente su técnica de golpeo al balón. En su génesis está Omar Gómez, socio fundador de la empresa y actual responsable del área técnica. Su experiencia y conocimientos adquiridos como jugador y entrenador nacional le llevaron hace años a averiguar si había algún patrón que explicara por qué algunos futbolistas chutaban la pelota con mayor calidad que otros. En colaboración con otros entrenadores y ‘hubs’ de innovación deportiva comenzó a deconstruir los ‘chuts’ de los grandes especialistas, a recabar datos y a analizarlos, llegando a la conclusión de que dicha excelencia en el disparo se alcanza en función de una serie de movimientos corporales innatos que conducen a que el contacto con el esférico se produzca con una zona específica del pie. Tras identificarla, se propuso desarrollar un método que hiciera posible conocer e interiorizar esta técnica a cualquiera que lo ponga en práctica.

Testado previo

La metodología fue testada en más de mil sesiones con diferentes jugadores, de perfiles físicos y biométricos, edades y categorías diversas. El resultado fue que entre quienes consiguieron adquirir la técnica de golpeo con la que denominaron ‘zona OGR’ se producía una mejora del 70% en parámetros como la precisión, potencia y ejecución del disparo.

El software que recoge y analiza los datos de golpe. Foto: Nacho Cubero.

Creado y probado el método, la idea de negocio tomaba cuerpo mediante la visita a clubes que pudieran estar interesados en llevarlo a la práctica en sus entrenamientos. “Se empezó a difundir de una manera presencial y muy académica, hasta que, de la mano de Sodercan, se dio un salto muy importante a la base tecnológica y hemos pasado de esa modalidad tangible, sobre el terreno de juego, a un sistema cien por cien digital”, indica África Álvarez, CEO y responsable del área de desarrollo de negocio. Esta evolución se ha concretado en una aplicación para dispositivos móviles, en la que cualquier futbolista, cualquiera que sea su categoría, puede avanzar de manera personalizada en el aprendizaje a través de un tutorial.

La entrada en la convocatoria de ayudas a empresas de base tecnológica de Sodercan, en 2022, supone un cambio de enfoque para el proyecto de Optimum Grade Response. “Nos dimos cuenta de que la escalabilidad que podíamos tener era mínima. La capacidad de llegar a cualquier parte del mundo era complicada y decidimos que, en vez de visitas de nuestro ‘staff’ a los clubes, íbamos a crear un aplicativo que pudiera explicar el método. Era un salto a un modelo totalmente diferente, a un modelo de negocio: una membresía anual que paga cualquier futbolista por hacer uso de un servicio”, explica África Álvarez. A partir de ahí, apunta, se puede escalar y ofrecer al usuario un abanico de posibilidades: “Puede enviar un video con su entrenamiento y analizar su técnica o incluso certificar su nivel como jugador. El corazón de lo que estamos haciendo es innovador porque hay muchos aplicativos e implementos centrados en la mejora táctica e incluso física-fisiológica, pero no en la mejora técnica”.

Omar Gómez, socio fundador de Optimum Grade Response y actual responsable del área técnica. Foto: Nacho Cubero.

Para favorecer la implementación del sistema OGR han creado varios registros de patentes o modelos de utilidad, como una bota y una media que pueden adquirir las personas que estén desarrollando el método como ayuda a entender mejor con qué zona del pie se debe golpear al balón. Usuarios que generalmente serán futbolistas de base, el principal tipo de cliente al que, como señala su responsable de negocio, se enfoca la empresa: “Está orientada al proceso en el que el jugador o la jugadora del fútbol se está desarrollando. De esa manera lo va a interiorizar, que es lo que buscamos: que sea totalmente intuitivo y no tenga que pensar en cómo golpear. Esta es la manera de que sea efectivo”. Y aunque no descarta su implantación también en clubes profesionales, es consciente de su dificultad: “Puede gustarles y probarlo en las categorías de base e incluso en su primer equipo, pero a ese nivel están a otras cosas y esto es un trabajo más personal, más directo con el deportista de élite”.

Botas propias, acceso a comunidad y certificación

Con la ventaja que les otorga ofrecer un servicio único en el mercado, han trabajado con especial interés en la manera de crear pertenencias. “Cuando un deportista haya adquirido la propiocepción de este golpeo, ¿qué vamos a ofrecerle para que se mantenga dentro del sistema?”, se pregunta la CEO de Optimum Grade Response. Detalla que la membresía básica de la aplicación será gratuita, pero el paso a una categoría con más servicios, como una enseñanza pormenorizada, el análisis del golpeo o la certificación del nivel deportivo, costará 2,50 euros al año: “Y ahí también se entra a una comunidad de retos y juegos”. Paralelamente, se ofrece al usuario el material deportivo patentado que complementa el proceso digital: “Tiene un margen de beneficio industrial mucho más bajo y un riesgo más alto, pero es un producto realmente interesante. El precio de salida de la bota puede estar entre 100 y 130 euros, en función del número de pie”. Con todo ya testado y prototipado, el proyecto está ahora mismo en proceso de implementación y comercialización.

“El modelo de negocio es totalmente escalable y recurrente. Ya hemos hecho la inversión en el prototipo, en el aplicativo informático, y ahora lo más importante es el posicionamiento de marca, que llegue a todas partes y que todo el mundo quiera usarlo”, subraya África Álvarez. En su opinión, el primer paso ya está dado, demostrando que la metodología creada es buena, algo que ya ha sido ha sido reconocido a nivel nacional e internacional. Además, quieren aumentar el contacto presencial con clubes y, en tercer lugar, poner en marcha una potente campaña de marketing digital: “Para que todos los chicos y chicas que juegan al fútbol sepan que tienen la opción de usar ese aplicativo que quizás lo tenga su club, pero, si no, ellos lo pueden usar a título personal”. Con este tipo de consumidor individual en el foco, esperan que el uso de la aplicación empiece a escalar a partir de mayo o junio, con vistas al comienzo de la temporada deportivo-escolar.

África Álvarez, CEO de la empresa y responsable del área de desarrollo de negocio. Foto: Nacho Cubero.

Su objetivo inmediato es llegar a más público y una de las vías para hacerlo es acudir a eventos especializados. El negocio deportivo, desde la actividad propiamente dicha hasta la venta al detalle de productos, pasando por las aplicaciones tecnológicas, vive actualmente un alto nivel de consumo y son muchos los foros en los que en los que es absoluto protagonista, también los específicamente dedicados a ser un punto de encuentro de la industria de futbol. “Hemos estado en algunos formatos muy potentes, como el World Football Summit, y ahora vamos a estar en la MadCup”, destaca África Álvarez. En la quinta edición de este torneo de futbol base masculino, femenino e inclusivo que se celebrará en junio en Madrid los más de 40.000 participantes, procedentes de 52 países, podrán tener acceso a la aplicación de Optimum Grade Response: “Todos los que hagan uso de ella no solo podrán aprender a golpear el balón y mejorar técnicamente, sino que también podrán certificar su grado de futbol”.

Un proyecto avalado desde Cantabria

Un hito destacado para el refuerzo de su posicionamiento de marca ha sido la reciente concesión del premio Emprende XXI, otorgado por Caixabank y Enisa y con la colaboración en nuestra comunidad de Sodercan. Para la CEO de Optimum lo fundamental es que el galardón les da reconocimiento y visibilidad: “Ahora ya estamos en el ecosistema de la innovación y eso es una valoración muy positiva para otras convocatorias y una garantía para posibles inversores”. Además de recibir 6.000 euros, tendrán acceso a un programa de formación ‘Moonshot Thinking’ en colaboración con Esade y viajarán a Berlín en una iniciativa de acompañamiento internacional organizada por ICEX. Una ayuda que, si bien tienen una larga trayectoria en el marco deportivo empresarial, reconoce como muy importante: “Porque en el desarrollo de negocio de la máxima innovación, en poner un aplicativo de cero a cien, es ir de la mano de los mejores”. Algo que se complementa con la oportunidad que van a tener como ganadores de contactar con inversores en las jornadas ‘Investors Day Emprende XXI’.

África Álvarez, con el premio Emprendedor XXI, junto a Eduardo Arasti, consejero de Industria (izq.); Emilio Cuadrado, director comercial para Asturias y Cantabria de CaixaBank; y Borja Cabezón, consejero delegado de Enisa.

Llega un momento en que, si no se lanza al mercado, el desarrollo de una ‘startup’ es imposible, por lo que la entrada de inversión se convierte en vital para la empresa. África Álvarez considera que esto no se puede conseguir si no se cuenta con cierto reconocimiento previo, lo que en su caso cree que ya han logrado, por lo que ahora estarían con todas las garantías de poder levantar una ronda de inversión: “Podemos buscar una lanzadera o un fondo de inversión privado de confianza, que no sea agresivo, que no te haga diluirte y perder el control de la compañía”. No obstante, matiza que lo que marca la diferencia en cuanto a la dependencia de inversores externos es la velocidad con la que se prevé vaya creciendo el proyecto, entre ir poco a poco o comenzar de inmediato: “Después de todo lo que hemos hecho hasta ahora, nuestro objetivo es lanzarlo ya al mercado y que empiece a monetizarse por sí solo, hacer un buen trabajo financiero”.

Salir al mercado, monetizar el ‘sistema OGR’ y crecer son hitos que también supondrán una ampliación de la plantilla en todos los departamentos de la empresa, donde ahora se combinan los perfiles internos con otros de fuera de la organización. “En la dirección estamos tres personas, otra trabaja desde Washington en el área de marketing y comunicación a nivel internacional y una más hace todo el seguimiento de ingeniería. Todo lo relacionado con servicios de consulta de ingeniería informática, de posicionamiento de marca y de marketing lo externalizamos”, describe su ejecutiva principal. Añade que la actividad de la compañía cuenta con la necesaria colaboración de un grupo de unos setenta entrenadores nacionales de futbol, mentorizados en la metodología, que conocen cómo trabaja Optimum y acompañan a Omar Gómez en las visitas a los clubes y en las sesiones presenciales, así como en los análisis de golpeo al balón: “Es importante tener ese ‘staff’ de apoyo y si hay algún jugador que golpea así que pueda ser prescriptor de marca también sumaría”.

“Algunos llevamos una trayectoria que, a lo mejor, nos da un poco más de experiencia y de solvencia, pero emprender hoy en día no es fácil». África Álvarez, CEO de Optimum Grade Response 

Ultimando los detalles en el área de comercialización para un inminente lanzamiento al mercado, algunas de las actividades más inmediatas que figuran en su agenda son acudir a los próximos grandes eventos del sector con un simulador de futbol y mostrar allí sus sistema, tratar de firmar algunas alianzas con clubes relevantes e incluso intentar que algún jugador se preste a ser prescriptor de su marca. Y, sobre todo, llevar a cabo una potente campaña de marketing y comunicación con el foco puesto a nivel europeo, un objetivo especialmente ambicioso para una incipiente empresa de una pequeña comunidad autónoma. “Algunos llevamos una trayectoria que, a lo mejor, nos da un poco más de experiencia y de solvencia, pero emprender hoy en día no es fácil. Teníamos la opción de desarrollar el proyecto y establecer la ‘start up’ en otros sitios y hemos apostado por Cantabria. Creo que apostar por lo nuestro es importante y nosotros lo llevamos así allá por donde vamos”, recalca África Álvarez.

El último cambio de propiedad del club impulsó un viraje del rumbo de la Fundación Real Racing Club, que pasó de ser un medio para aligerar la carga presupuestaria de la sociedad anónima deportiva a operar como un instrumento con el que acometer proyectos de responsabilidad social. Aunque la academia y los programas formativos mantienen un notable peso dentro de su catálogo, la entidad desarrolla su actividad en torno a otros seis grandes ejes, con la sostenibilidad, la inclusión, la salud y la cultura como objetivos centrales. Con un presupuesto de 900.000 euros y una decena de trabajadores en plantilla, la Fundación busca diversificar sus fuentes de financiación a través de mecenazgos y patrocinios, adaptados tanto a grandes y pequeñas empresas como a particulares.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2025

Ha sido un cambio que ha pasado casi desapercibido fuera de los círculos más cercanos, pero cuyos efectos pueden rivalizar en trascendencia con cualquiera a los que puedan dar lugar los hipotéticos, y siempre coyunturales, éxitos deportivos. Eclipsado por todo lo que ha supuesto en términos competitivos, el último cambio de propiedad del Real Racing Club ha provocado también una radical transformación de la Fundación que la sociedad anónima creó en 2012, coincidiendo con una de las etapas más convulsas, tanto en lo económico como en lo deportivo, vividas por la institución. En aquel momento, el objetivo era descargar en el nuevo organismo la labor de organizar los actos del centenario del club y, pasados estos, liberar al club de alguna de sus partidas de gasto, captando los ingresos para sostenerla.

Nada queda de eso en el papel diseñado por los nuevos propietarios, que sobre la base de lo realizado en la anterior etapa dan un giro completo a la naturaleza de la Fundación: de funcionar como un instrumento de generación de recursos para el club, pasa a ser el instrumento con el que este lleva a cabo iniciativas sociales, corriendo a cargo del Racing la financiación de estas, bien directamente o bien aprovechando su relevancia en Cantabria para lograr la implicación de terceros.

En lo que fue una de los primeras decisiones tomadas por los nuevos propietarios del Racing, las secciones de fútbol base del club dejaron de depender de la Fundación para volver a la estructura deportiva del equipo, un cambio relevante por cuanto suponía liberarla de una de las tareas que asumió en sus orígenes, y muy indicativo de la transformación que se buscaba. Entre lo que sí permanece de una etapa a la otra está César Anievas, director de la Fundación Real Racing Club, a la que se incorporó en 2015 como responsable de su iniciativa más exitosa, la Academia Racing. Esta sigue siendo, junto al resto de actividades que componen el eje formativo, el principal pilar de la entidad, aunque en el nuevo diseño de su estructura se contempla que el desarrollo de las nuevas líneas puestas en marcha en los últimos meses vaya restándole protagonismo.

 

Parte del equipo de la Fundación Real Racing Club: Estela Monar, responsable de redes y diseño; César Anievas; Ana San Segundo, responsable de administración; Sebastián Ceria, máximo accionista del Real Racing Club y presidente de la Fundación; Leire Malo, responsable de logística; Agustín Ibáñez, director del área de sostenibilidad; y Ariadna Siri, psicóloga y responsable del programa Racing vs Bulling.

Junto a la formación, la oferta de la Fundación se organiza en torno a otras seis líneas verticales: deporte inclusivo, Racing Sostenible, iniciativas solidarias, alianzas, programas sociales y Racing Cultura. Todas ellas se han concretado ya en acciones concretas, algunas con éxitos tan notables –y en cierto modo sorprendentes, por lo rápido que se ha alcanzado tras su puesta en marcha– como el de Racing Genuine, el equipo formado por personas con discapacidad intelectual que participó el año pasado en la competición organizada por la Fundación Laliga.

Al Genuine, estandarte junto a las escuelas para personas con discapacidad de la línea de deporte inclusivo, se añaden programas como el del Racing contra el Bulling o Mujer Global –englobados dentro de la vertical de programas sociales–, el fomento de la economía circular que constituye una de las líneas de Racing Sostenible, los convenios con empresas y organismos públicos en los que se concretan las alianzas o los eventos y actos que promueve el área de cultura.

Entorno deportivo y mucho más

“La Fundación es el medio que tiene el Racing para transformar la sociedad en Cantabria”, resume César Anievas al repasar los objetivos de cada una de las iniciativas puestas en marcha, un propósito tan ambicioso que hay quien podría calificarlo de utópico, y en el que no es difícil encontrar el rastro de esa “suspensión de la incredulidad” que Sebastián Ceria, el filántropo hispanoargentino que es el máximo accionista del club, pide tanto a los seguidores del equipo como a quienes trabajan con él.

“Sebastián piensa a lo grande. Si ponemos en marcha un programa, que sea un programa modélico para que nos copien. Si hacemos esto, ¿por qué no lo exportamos? Si lo hacemos en Cantabria, ¿por qué no lo hacemos a en toda España? Y si lo hacemos a nivel nacional, vamos a buscar ayuda para trasladarlo a otros países… creo que está siendo capaz de transmitirnos esa mentalidad a todos”, explica el director de la Fundación Real Racing Club.

Además de con la puesta en marcha de programas en todas las áreas en las que organiza su actividad, el renovado planteamiento con el que ahora se rige la Fundación ha llevado a un refuerzo de su estructura y un aumento presupuestario que ha transformado por completo el día a día de la entidad. “Hace dos años, para mí era impensable que estuviésemos presentes en quince colegios dando un programa preventivo contra el ‘bullying’, o que trabajásemos codo con codo con Valdecilla para trabajar con veinte chicos para que trabajen con nuestros medios, con nuestros nutricionistas y los psicólogos becados en la academia para generar hábitos de vida saludables y ser parte del tratamiento con el que mejorar su salud”, expone César Anievas remitiéndose a alguno de los programas en marcha: “Ha sido un cambio radical de mentalidad, nos hemos convencido de lo mucho que somos capaces de hacer”.

Más medios para aprovechar la ola de ‘racinguismo’

La Fundación Real Racing Club cuenta con un presupuesto para este año que se mueve en el entorno de los 900.000 euros, y una plantilla estable compuesta por 11 empleados. Ambas cifras se mueven en los máximos históricos, aunque tanto en un caso como en otro se confía en dar continuidad al crecimiento y dejar atrás las cifras actuales más pronto que tarde. Como referencia, César Anievas recuerda que cuando se produjo el último cambio de propiedad del Racing, en el verano de 2023, la plantilla era de solo tres personas, excluyendo a quienes trabajaban en las secciones inferiores del club y que hoy vuelven a depender directamente de este.

El crecimiento en medios y actividad experimentado en el último año y medio, y el que se espera en un futuro próximo, ha hecho que las instalaciones que ahora ocupa la Fundación, en las instalaciones Nando Yosu de La Albericia, empiecen a quedarse pequeñas. “Nos pasa un poco como al equipo, hay una ola de ‘racinguismo’ que ha venido muy rápido y a la que tenemos que adaptarnos. Diría que resolver esa falta de espacio empieza a ser algo urgente”, advierte el director de la Fundación Racing Club, que recuerda también el vuelco que se ha dado, también en este aspecto, en relación con la situación anterior, cuando el edificio en el que hoy trabaja, recuerda, parecía un “hospital vacío”.

Una de las clases de la Academia Racing. La formación es uno de los siete áreas que atiende la Fundación.

En lo que tiene que ver con la actividad de la Fundación, las instalaciones de La Albericia acogen a la academia y los campus, las actividades con mayor participación entre las que realiza. La academia, que ofrece clases de apoyo, un lugar en el que realizar los deberes y practicar deporte, atiende a más de 500 chicos y chicas durante el curso escolar, a los que hay que sumar los casi 2.000 que pasan por las instalaciones durante los campus que se organizan coincidiendo con los periodos vacacionales en colegios e institutos. y cuantos críos pasan por ahí. Ambos programas, describe César Anievas, son el nexo de unión entre el Racing y los niños y niñas de Cantabria, una relación con la que no se buscan talentos futbolísticos para el equipo, sino el fomento de valores como el respeto y el compañerismo a través de la práctica deportiva.

Las cuotas que abonan los alumnos de academia y campus son una de las fuentes de autofinanciación con que cuenta la Fundación. César Anievas admite que en términos presupuestarios existe una excesiva dependencia de los ingresos que generan las actividades que combinan formación y deporte. “Aunque lógicamente los recursos que generamos ahí también los destinamos a los programas sociales, queremos cambiar esa tendencia”.

Implicación de las empresas

Como es habitual en cualquier fundación, una parte del presupuesto se cubre con la aportación del patronato y de las empresas que se implican en uno u otro programa. En el caso de la Fundación Real Racing Club, esas fórmulas de colaboración se amplían a particulares a través de la iniciativa club ‘racinguista’, que ofrece la posibilidad de donar cualquier cantidad a partir de 60 euros al año. La fórmula tiene también su réplica para empresas a través de la bautizada como Zona Racinguista, con aportaciones desde 250 euros al año que, además de servir para respaldar e implicarse en los proyectos de la Fundación, ofrecen como contrapartida la posibilidad de identificar al negocio como punto de encuentro de los seguidores del club.

A lo anterior hay que unir la subvención pública, por parte del Gobierno de Cantabria, a varios de los programas que desarrolla la Fundación, como los de sostenibilidad, contra el ‘bulling’, el deporte inclusivo o el de ‘Sabor a norte’, con el que se quiere promocionar la alimentación saludable a partir del consumo de productos que se elaboran artesanalmente en Cantabria.

«Tenemos que conseguir que [el tejido empresarial de la región] nos vea como una oportunidad para apoyar medidas sociales». César Anievas, director de la Fundación.

En todos los casos son iniciativas que parten de una idea de la Fundación Real Racing Club, para la que luego se ha conseguido financiación pública. “Hemos notado ese apoyo y estamos muy agradecidos. Nos falta la que para mí es la última pata, el tejido empresarial de la región, que tenemos que conseguir que nos vea como una oportunidad para apoyar medidas sociales. Esos mecenas pueden ayudarnos a crecer y a poner en marcha nuevos programas”, concluye el director de la Fundación Real Racing Club.

El presidente del Foro Sanitario de Cantabria, una agrupación que defiende los intereses generales de once colegios profesionales del ámbito de la salud, reflexiona en esta entrevista sobre el estado del sector sanitario en la región, cuáles son sus principales retos y cómo afrontarlos

Manuel Casino | Mayo 2025

Pregunta.– Dígame, ¿cuál a su juicio es el estado de salud del sector sanitario en Cantabria?

Respuesta.– Bueno, creo que el estado de la salud hay que dividirlo entre sanidad pública y privada porque tienen realidades un poco distintas. La sanidad pública tiene muchas carencias. Es verdad que se hace lo que se puede, pero faltan profesionales. Quizá salen más a la palestra la escasez de médicos, pero también faltan profesionales en enfermería, psicólogos en atención primaria, logopedas y también fisioterapeutas. Llegamos hasta donde podemos, pero seguramente es insuficiente. Y en el sector privado, quizá sí que se vive un buen momento en cuanto a oferta, pero las condiciones de trabajo a veces no son tampoco las más adecuadas. En ocasiones hay una lucha por precio y no por calidad que no entiendo. Pese a ello, creo que en el sector privado hay probablemente más posibilidades de desarrollo profesional.

P.– ¿Y el principal reto al que se enfrenta la sanidad?

R.– Podíamos seguir con esta dualidad, pero creo que, en general, el reto de la sanidad, que es toda una, es dar cobertura a las necesidades reales del ciudadano. Y ese es un problema común en ambos campos. Y las soluciones a veces son complicadas porque muchas veces nosotros como sanitarios creemos que está en un punto y quizá preguntamos poco a los pacientes sobre dónde creen ellos que están estas soluciones. Y creo que ese reto se debería encarar con un trabajo sobre cambios de hábitos y repensar más cómo vivimos y cómo usamos los servicios que, igual por la tecnificación tan alta a la que se tiende, no prestamos tanta atención.

P.– ¿Debo entender por tanto que hay una cierta deshumanización y una falta de diálogo entre los profesionales sanitarios y los pacientes?

R.– Bueno, sí. Me refiero, y está más que escrito, por lo que no es una cosa mía, que el abordaje sigue siendo muy biomédico, que solo se fija en la patología que se trata, en lugar de ser un abordaje más biopsicosocial que tenga en cuenta un enfoque más global.

P.– ¿Y qué camino propone para lograrlo?

R.– También está todo escrito y para nada es una idea original. Pero ese abordaje es potenciar la atención primaria y la atención de barrio. La mayoría de la privada es atención primaria: esas clínicas de barrio, el médico, el podólogo o el óptico que están ahí, en el barrio y que, aunque no sean del servicio público, para mí es atención primaria. Creo que, si no pasa por ahí, por el barrio, no vamos a poder dar cobertura a las necesidades reales de la ciudadanía sobre salud. Por muchas técnicas increíbles que tengamos en Valdecilla, tenemos que tener en cuenta de dónde viene esa persona y qué necesita, al margen de que tenga colesterol u otra patología.

P.– En este diálogo que propone, ¿cree que el ciudadano es hoy más consciente de la importancia la prevención como herramienta básica para su salud?

R.– Sí noto un cambio, pero no es suficiente. Veo que de veinte años para acá las personas sí entienden que no todo se soluciona con una pastilla y que seguramente tengan que hacer más ejercicio o determinados cambios en sus hábitos alimenticios. Pero, pese a ello, todavía hay muchas personas que descargan todo el problema de salud en el sanitario. Voy al médico para que me solucione el problema y que yo pueda seguir con mi vida como hasta ahora. Esto es lo que tiene que cambiar. Tanto desde el punto de vista de los sanitarios, que muchas veces nos hemos sentido como los salvadores, como de los pacientes, que también se encontraban muy gusto con este modelo. Pero no es sostenible ni el más adecuado. Y este cambio es para mí el complicado. Intelectualmente sí que se está ya en este cambio y estamos logrando avances, pero no tan rápido como nos gustaría.

Jorge Fernández Vega, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– La atención primaria es el patito feo de la sanidad?

R.– Sí, y no debería. No tengo aquí los datos, pero creo que la atención primaria se lleva menos del 20% de la tarta del Servicio Cántabro de Salud (SCS) y siempre ha tenido digamos menos glamour que la atención hospitalaria. Estamos, y tenemos motivos para hacerlo, orgullosos de Valdecilla, pero la atención primaria no brilla tanto. Sin embargo, creo que debería de ser el eje, y hablo en condicional porque creo que no lo es.

P.– Cantabria ha conseguido, a lo largo de 2024, revertir la tendencia de crecimiento de las listas de espera en la sanidad pública de los últimos ocho años. ¿Por el aumento de la actividad en los centros o por las derivaciones a la sanidad privada?

R.– Probablemente los dos factores son importantes. Hablamos de las listas de espera médicas, porque aquí el resto de listas no son visibles. No se sabe cuánto se espera para el psicólogo de atención primaria, ni tampoco sabes cuánto ha esperado el paciente que se ha operado de rodilla para hacer rehabilitación, porque no son listas públicas. Pero de las que sí son públicas es verdad que se han reducido porque seguramente una parte se ha derivado a la sanidad privada y otra se ha hecho a mayores con jornadas extras. Ambas porque se tenían que hacer y se ha visto la necesidad de invertir más dinero, de una u otra manera, en solucionarlo.

P.– ¿Falta dinero en la Sanidad?

R.– Falta dinero y también se puede gestionar mejor. Pero creo que nunca va ser suficiente. Siempre se podrá llegar a más cosas y aparecerán nuevos medicamentos que solucionan enfermedades que antes ni se soñaban pero que son muy caros. Y para eso hace falta dinero. Pero también se puede intentar hacer las cosas de mejor manera. No se trata solo de aumentar el presupuesto.

«Los dos principales motivos por los que existe este Foro Sanitario son por el intrusismo y las agresiones a los sanitarios. Son los dos aspectos en que los once colegios profesionales estamos de acuerdo que es necesario combatirlos»

P.– El Foro Sanitario de Cantabria, del que su colegio forma parte, manifestaba hace tiempo su preocupación por el intrusismo profesional. ¿Le sigue preocupando?

R.– Los dos principales motivos por los que existe este Foro Sanitario son por el intrusismo y las agresiones a los sanitarios. Son los dos aspectos en que los once colegios profesionales estamos de acuerdo que es necesario combatirlos. El intrusismo es preocupante. Pero para remediarlo hay que poner medios y financiación. Hay que promover que la parte de la Consejería de Sanidad que tiene que ver con la ordenación sanitaria, con la inspección de los centros sanitarios, tenga más músculo, porque no lo tiene. No hay inspectores. Me consta que en estos últimos años se ha contratado a alguno, pero si no tienes inspectores no puedes hacer inspecciones y podrás estar muy de acuerdo en que hay que luchar contra el intrusismo, pero no estás haciendo nada efectivo. Si crees que este asunto es un problema, tienes que dar músculo a la Consejería para que lo pueda hacer. Y actualmente no tiene demasiado.

P.– También alertaban de la proliferación de publicidad engañosa, tanto en tratamientos como en medicamentos, especialmente a través de Internet y de las redes sociales. ¿De qué modo se puede atajar este problema?

R.– Es un poco lo mismo. La ley en Cantabria obliga a que, si eres un profesional sanitario y tienes una clínica con un registro sanitario y quieres anunciar en algún sitio los servicios y técnicas que ofreces, tienes que pedir permiso a la Consejería y el colegio de turno tiene que emitir un informe, favorable o no. Pero si no eres profesional registrado, tú puedes poner el anuncio sin ningún control. Y aquí hace falta también músculo para poder controlarlo. La gente quiere ganar dinero y a veces no tiene la ética que nosotros consideramos que hay que tener.

P.– ¿Vivir en un entorno rural es hoy sinónimo de una peor atención sanitaria?

R.– Yo creo que no demasiado. Es verdad que no puede haber un Valdecilla en cada pueblo. Solo hay uno y puede haber algún inconveniente de transporte asociado pero, al margen de ello, creo que el acceso es muy equitativo y que la cobertura sanitaria es buena y llega a todos los puntos con muy buenas dotaciones. No, no pienso que haya santanderinos y luego otros cántabros, si es esa la pregunta.

Representantes de los colegios profesionales que forman el Foro Sanitario, en la concentración contra las agresiones a sanitarios convocada el pasado 12 de marzo.

P.– Pese a las medidas preventivas adoptadas y las campañas de concienciación, las agresiones a los profesionales de la salud no dejan de aumentar. ¿A qué lo achaca?

R.– Bueno este último año han bajado algo, aunque siguen siendo muchas y todas inaceptables. Nada justifica una agresión. Pero es verdad que desde el Covid ha habido demoras en la atención y esas frustraciones algunas personas no las han sabido canalizar. De otro lado, creo que vivimos cada vez más en una cultura de la inmediatez. Lo quiero ya y ahora. La sociedad está en eso y muchos creen que tienen todos los derechos y no tienen por qué esperar. Y esta realidad seguramente también influye. En cualquier caso, tengo que decir que la mayoría de las agresiones son verbales.

P.– Sanidad sostiene que la futura Ley de Salud Digital es la palanca para transformar el sistema sanitario. ¿Qué opina usted?

R.– Es un poco complicado. Creo que es una herramienta positiva aunque no creo que vaya a ser la solución a los problemas de la sanidad. Creo que esta ley va en la buena dirección y me llama la atención que haya sido un proceso abierto en el que los colegios profesionales, los pacientes y los ciudadanos han podido sumar y hacer sus aportaciones. En este sentido, me gusta la Ley de Salud Digital, pero tanto como ser la palanca para transformar el sistema sanitario, pues no lo sé. Pero, como digo, creo que es una ley que en su elaboración me ha parecido estupenda y que lo que dice está bien y sin dudará ayudará a mejorar las cosas.

P.– Lo ha comentado al inicio: faltan sanitarios en Cantabria. ¿En todas las profesiones?

R.– En unas más que en otras. Parece indiscutible que, sin entrar en el análisis de por qué, faltan médicos especialistas y que las listas de enfermería se agotan alguna vez en verano. Pero las listas del resto de profesionales del servicio público no se agotan. Aprovecho para reivindicar que sí se podría tirar de esas otras nueve categorías profesionales para atender algunos servicios. Se hizo durante el Covid. Pero es verdad que faltan sobre todo médicos y alguna vez enfermeras y que el problema tiene difícil solución.

P.– ¿Se sienten mal pagados?

R.– Bueno. Depende de con qué lo comparemos. Si miras a Europa, pues sí. Se cobra menos que en otros países europeos. Entiendo que, tal y como están las cosas dentro del Servicio Cántabro de Salud, el tema retributivo es importante y sí, la profesión se siente mal pagada y muchas veces utilizada.

«Creo que [el Foro] es necesario, y que, pese a las dificultades que tiene poner de acuerdo a once profesiones que a veces chocan entre ellas, cumple bien su función. Es un punto de encuentro, aunque en ocasiones haya desencuentros»

P.– ¿Qué valoración hace del Pacto Por la Sanidad con los médicos suscrito con la Consejería de Sanidad?

R.– Es el único firmado hasta la fecha. Es cierto que hay diferencias entre unas profesiones y otras. Las hay porque tiene que haberlas y porque también es diferente el grado de responsabilidad y de formación. Pero como representante de once colegios, y no de uno o de dos, desde el Foro Sanitario ya se hizo saber al consejero de Sanidad que si había un pacto por la sanidad tenía que ser con todos los colegios o con el Foro Sanitario. Entiendo que si a mí, como decano del Colegio de Fisioterapeutas, me ofrecen unas condiciones que mejoran la profesión, lo voy a firmar. Luego es verdad que es complicado porque, más allá del intrusismo y de las agresiones, dos asuntos sobre los que es muy fácil ponerse de acuerdo, nada tiene que ver, por ejemplo, lo que reivindican los farmacéuticos con lo que reclamarían los nutricionistas. Desde que el año pasado se firmó el de los médicos, lo que está sobre la mesa es conseguir pactos para cada una de las profesiones.

P.– Para finalizar, ¿está satisfecho del funcionamiento del Foro Sanitario?

R.– Debo decir que mi relación con el consejero de Sanidad es muy buena. La verdad es que, como Foro Sanitario, normalmente nos reunimos solo en un par de ocasiones para conocer el estado y la evolución de las agresiones a profesionales y para ver, en alguna ocasión más, la posibilidad de llegar a más pactos como el alcanzado con los médicos. Más allá de eso, es verdad que el foro centra su dinámica en unir a los colegios para abordar el intrusismo y estas agresiones. Pero estoy satisfecho de su funcionamiento y contento de poder encabezarlo durante dos años. Creo que es necesario, y que, pese a las dificultades que tiene poner de acuerdo a once profesiones que a veces chocan entre ellas, cumple bien su función. Es un punto de encuentro, aunque en ocasiones haya desencuentros.

 

 

La empresa castreña, que desarrolla relojes inteligentes, superó el pasado ejercicio los 8 millones de facturación, una cifra que alcanza apenas siete años después de su fundación y cuando solo han pasado dos desde que comenzara a vender sus dispositivos fuera de España. Los dispositivos de Save Family, uno de cuyos modelos ha recibido el premio al mejor ‘smartwatch’ europeo, están especialmente diseñados para su uso por niños y personas mayores, con la seguridad como elemento central y con la posibilidad de acceder a servicios de conectividad móvil a través de la tarjeta SIM que comercializa la propia empresa, que de esta forma completa su condición de fabricante del producto con la de proveedor de servicios complementarios.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2025

Cuando solo han pasado siete años desde que diera sus primeros pasos, y completando una escalada que ha ido ganando intensidad con el paso del tiempo, Grupo Save Family superó el año pasado la cota de los 8 millones de euros en ventas, una cifra con la que consolidaba en lo cuantitativo una evolución que también ha cubierto hitos en otras áreas. La empresa castreña, que desarrolla relojes inteligentes para usuarios infantiles y senior, recibió el pasado año el premio al mejor ‘smartwatch’ en los European Technology Awards, un espaldarazo que avala las prestaciones de los dispositivos diseñados en sus instalaciones del polígono de Vallegón.

A diferencia de los habituales relojes inteligentes de uso deportivo –que cuentan pasos, miden recorridos o proponen planes de entrenamiento–, los diseñados por Save Family sitúan el foco en la seguridad, incorporando prestaciones que permiten la localización y el contacto con niños, mayores y personas dependientes. Es un mercado creciente, menos maduro que el de los relojes deportivos, y en el que la empresa cántabra ocupa una posición de privilegio, dando servicio, según sus cálculos, a 500.000 familias en España y en los otros 26 países en los que comercializa sus productos.

El equipo de Save Family ante las instalaciones de la empresa, en Vallegón.

Aunque la cifra de facturación no ha dejado de crecer desde la fundación de la empresa en 2017, ha sido en los últimos años en los que se ha dado el gran salto adelante, encadenando subidas superiores al 50 y al 60% en 2022 y 2023, y sumando otro 31% el pasado ejercicio. Los más de 8 millones de euros alcanzados en 2024 suponen multiplicar por más de cinco el importe de las ventas de 2021. En esa progresión han sido fundamentales la salida al mercado internacional en 2023, y el aumento en la contratación de la tarjeta SIM para los dispositivos, una solución que ofrece directamente la empresa que ha pasado así de vender únicamente el producto a proveer también el servicio de telefonía y datos al que puede accederse con el mismo.

De acuerdo a los datos que facilita la empresa, durante el pasado año la venta de dispositivos creció un 21%, en tanto que la comercialización de tarjetas SIM lo hizo en un 65%. La condición de proveedora de servicio que esto otorga a Save Family se ha visto reforzada por el lanzamiento de una plataforma que pretende acompañar a las familias en las diferentes etapas de crecimiento de sus hijos apoyándose en profesionales sanitarios del ámbito infantil como logopedas, psicólogos, pediatras o nutricionistas. En lo que se refiere a la presencia internacional de sus productos, desde la empresa se destaca el espaldarazo que ha supuesto la concesión del premio que reconoce a uno de sus relojes como el mejor entre los comercializados el año pasado en Europa.

Natalia Expósito Molinero y Jorge Álvarez, fundadores de Save Family, con el el premio al Mejor Smartwatch Europeo 2024 concedido en los European Technology Awards.

“Los resultados de los últimos años son realmente buenos y reflejan el gran trabajo que realiza nuestro equipo para ofrecer calidad e innovación”, explica Jorge Álvarez, CEO de SaveFamily, que destaca lo que esos datos suponen como aval de la estrategia de la empresa y de su posicionamiento en el nicho del mercado al que atienden: “Nuestro objetivo siempre ha sido ofrecer productos que aporten seguridad y tranquilidad a las familias, y estos datos demuestran que estamos en el camino correcto».

Además de desarrollar y vender relojes inteligentes para niños y personas mayores, Save Family comercializa tablets y cámaras digitales, pero son los ‘smartwatches’ con GPS los que aportan la mayor parte de la facturación y los dispositivos con los que la empresa ha conseguido diferenciarse entre sus clientes potenciales. El auge de los relojes inteligentes para niños, admiten desde Save Family, ha sido una de las claves de su crecimiento, con un aumento de la demanda tanto internacional como en España.

Objetivos

Save Family confía en dar continuidad este año a las notables cifras de crecimiento de los dos ejercicios anteriores, unos objetivos que se apoyan en esa fortaleza de la que sigue dando muestra la demanda de relojes inteligentes de uso familiar, pero también en los planes que tiene la empresa para sacar al mercado nuevos dispositivos, entre ellos un nuevo smartwatch para niños –el modelo bautizado como Ionic Plus 2– al que por primera vez se ha dotado de inteligencia artificial (IA).

Entre sus características, destacan desde la empresa, se encuentran la geolocalización en tiempo real, la posibilidad de realizar llamadas y videollamadas, mensajería de WhatsApp, botón SOS para emergencias y, en lo que señalan como una de las prestaciones más demandadas por los niños, el acceso a Spotify. Otro factor diferencial es que cuenta con un módulo de salud que monitoriza hasta la temperatura para conocer el estado del niño en todo momento.

“Seguiremos apostando por la innovación para garantizar productos cada vez más seguros y accesibles para las familias”. Jorge Álvarez, CEO de Save Family

“El Iconic Plus2 ha sido un éxito rotundo”, subraya el CEO de Save Family, que destaca que el nuevo modelo se ha situado rápidamente entre los más vendidos de la marca: “Seguiremos apostando por la innovación para garantizar productos cada vez más seguros y accesibles para las familias”, asegura.

Desde sus instalaciones en Vallegón, Grupo Save Family desarrolla los dispositivos y da soporte a sus usuarios, en un modelo de negocio en el que gana peso la prestación de servicios como factor complementario y como refuerzo de las prestaciones de los dispositivos. La puesta en marcha de la plataforma con la que respalda la venta de tarjetas SIM –que se comercializan sin compromiso de permanencia, en pago mensual o anual– es probablemente el ejemplo más claro de esa fórmula de fidelización y servicio al usuario.

Dedicada a la distribución de vestuario laboral y equipos de protección individual, Multiuniformes opera desde el pasado verano desde unas nuevas instalaciones en Santander, un espacio en el que ha reunido tienda, talleres y almacén, que hasta el traslado se distribuían en dos ubicaciones distintas. La unificación de dependencias y la ampliación del espacio dedicado a exposición y venta han permitido una mejora en la productividad, un menor tiempo de respuesta y una mejor atención al usuario final, factores claves a la hora de comercializar productos que tienen un alto componente técnico y en los que la calidad del servicio es un factor competitivo de primer orden.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Mayo 2025

Ha sido una mudanza que, a diferencia de lo que suele ser habitual, no tuvo a las necesidades de espacio como principal motivación, pero que ha tenido un alcance estratégico a la altura de los objetivos con los que se planteó. A apenas unos cientos de metros de distancia de la anterior ubicación, la nueva tienda de Multiuniformes comparte ahora espacio con el almacén y los talleres, departamentos que anteriormente operaban desde una nave en el polígono de Heras, en una concentración con la que buscaba una mayor eficiencia logística y una reducción de tiempos en el trabajo con el producto, pero sobre todo una mejora en el servicio al cliente, algo de la máxima relevancia en la venta de artículos con un alto componente técnico, en los que la personalización y el asesoramiento son obligados y para los que muchas veces es necesario aportar formación complementaria.

Nacida en 2005 para la venta de vestuario laboral, Multiuniformes ha ido asumiendo tareas añadidas a la de la propia comercialización, para convertirse en una proveedora de servicios, con la ropa y los equipos de protección laboral como ejes de una actividad que ha ido ganando complejidad y relevancia con el paso del tiempo. Sheila Miguel, gerente de la empresa, recuerda al respecto el primer hito que significo, ya en los primeros años de la empresa, poner en marcha un taller de confección con el que realizar las tareas de personalización de las prendas que inicialmente subcontrataban. “Eso nos retrasaba los pedidos y nos quitaba control, con el taller propio pudimos priorizar trabajos y acelerar plazos”, resume la responsable de Multiuniformes, que subraya la importancia que ese paso tuvo para llegar al punto en el que hoy está la empresa: “Durante los dos o tres primeros años de la empresa únicamente vendíamos, y en este sector no se trata solo de eso, hay que asesorar y dar servicio”.

Las nuevas instalaciones, a las que Multiuniformes se trasladó en agosto del pasado año, aportan los medios para ofrecer ese servicio integral que, explica Sheila Miguel, constituye la principal clave competitiva de la empresa. La nueva tienda multiplica por tres el espacio con que contaba la antigua, lo que permite tener mucho más producto expuesto, algo que dadas la enorme variedad de los artículos en venta –y también de las características y propiedades dentro de cada categoría– facilita la labor de atención y respuesta al cliente.

Sheila Izquierdo, gerente de Multiuniformes, en la tienda de la empresa, en La albericia. Foto: PM Photo.

Otro tanto sucede con el taller dedicado al bordado y estampación de las prendas, que duplica su espacio permitiendo mejorar la rapidez de respuesta a los pedidos. En el caso del almacén, que tiene una capacidad muy similar a la del utilizado anteriormente, la principal ventaja es su ubicación junto al resto de espacios de la empresa, lo que mejora toda la operativa de recepción de productos, exposición en tienda, venta directa, trabajo en el taller y tramitación de pedidos. “Tener a todo el equipo junto mejora la comunicación y nos da una mayor capacidad de respuesta. Llevamos poco tiempo para hacer una valoración más en detalle, pero la mejora en productividad creo que va a ser importante”, avanza la gerente de Multiuniformes.

En lo que tiene que ver más directamente con la atención al cliente, pero con repercusión en el conjunto de la actividad de la empresa, la apertura de las nuevas instalaciones ha permitido abrir la tienda en horario continuo de ocho de la mañana a ocho de la tarde, sin la interrupción al mediodía que se hacía antes. “Teniendo en cuenta los sectores que atendemos, esto es algo que han valorado mucho nuestros clientes, como también la facilidad de aparcamiento”.

Foco en construcción, industria y hostelería

Multiuniformes da servicio a empresas de prácticamente cualquier sector, pero concentra buena parte de su actividad en la construcción, la industria y la hostelería. Para cualquiera de ellos es básico el servicio, entendido tanto como el que puede prestarse antes de la venta –con el asesoramiento e incluso la formación sobre la solución más adecuada para caso–, como el posterior a la misma. Esto es más importante en la medida en que la venta sea de productos más técnicos, precisamente aquellos en los que una empresa como Multiuniformes puede diferenciarse de otras que actúan como meros distribuidores: “Acabamos de tener una jornada de formación sobre trabajos en altura, en la que el fabricante ha venido a explicarnos todo lo necesario sobre los equipos que vendemos para esa actividad. Son cuestiones de cierta complejidad, con normativas que cambian constantemente, y tienes que estar preparado para transmitírselo al cliente. El asesoramiento es la mitad de la venta”, recalca Sheila Miguel.

Como en cualquier otro negocio centrado en la distribución, la relación con los proveedores es uno de los factores decisivos para la actividad de Multiuniformes, que también encuentra ahí un elemento para diferenciarse de la competencia. A diferencia de lo que sucede con otros productos, en muchos de los que distribuye la empresa cántabra el proveedor busca una especialización que no todos están en condiciones de ofrecer. “Hay marcas que sí, que las puedes encontrar casi en cualquier sitio, pero hay muchos fabricantes que no quieren sus productos en una ferretería, por ejemplo, que buscan distribuidores con conocimientos y capacidad de servicio a la altura de lo que consideran que necesitan sus productos. Nosotros vendemos esas marcas”.

Multiuniformes es distribuidor exclusivo para la zona norte –Galicia, Asturias, País Vasco y Cantabria– de los productos de Tranemo, una de esas marcas que fabrica productos con un gran componente técnico, que busca vendedores especializados y que los apoya con formación continua. Lo que aporta esa especialización de cara al proveedor se traslada igualmente hacia el cliente, lo que sitúa a Multiuniformes en una posición ventajosa para atender a aquellos sectores en los que son mayores los requerimientos técnicos: “Trabajamos con empresas de todos los sectores, pero para nosotros el más fuerte es la industria, en el que el proceso de venta es más largo, pero nuestra aportación, más importante. Es un cliente al que quizá es más complicado llegar, pero al que fidelizas más”, concluye Sheila Miguel.

 

Tras cuatro décadas vinculado al sector de la gran distribución, el presidente del Clúster de la Sostenibilidad –clúster de clústeres, tal y como lo define– reivindica el enorme potencial de la producción sostenible en Cantabria, una actividad en la que, asegura, ya existen ejemplos de buenas prácticas que demuestran su rentabilidad, capacidad de generar empleo y de ofrecer beneficios para la salud de las personas, pero que lamenta aún carece de un proyecto de región que permita su desarrollo a gran escala. En esta entrevista, Didier Fleury habla del carácter transversal de la sostenibilidad, de la importancia de compartir experiencias entre empresas y de cómo transitamos hacia un modelo más respetuoso con el entorno, un camino que entiende debe recorrerse obligatoriamente bajo los principios de previsibilidad, irreversibilidad y progresividad.

Manuel Casino | Mayo 2025

Pregunta.– La sostenibilidad se rige bajo el principio de asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, siempre sin renunciar a la protección del medioambiente, el crecimiento económico y el desarrollo social. ¿Cómo ha calado este concepto en la sociedad?

Respuesta.– Empieza a calar porque comienzan a notarse los efectos diarios del calentamiento global, no solo en el deterioro de la biodiversidad, sino también con el empeoramiento de la calidad de los productos que nos alimentan. Desde hace diez o quince años, los síntomas que ya se descubrieron en los 70 y 80 del pasado siglo empiezan masivamente a surgir y nos damos cuenta de que tanto en la tierra como en los océanos hay un deterioro que pone en juego la vida misma de los ecosistemas. En cualquier caso, queda muchísimo por hacer. Diría que estamos al principio de la toma de conciencia. Cuando digo esto, evidentemente estoy generalizando porque la situación depende mucho de los países, de los sectores productivos y de las desigualdades que este fenómeno está provocando. A nivel mundial, se puede decir que hay una concienciación muy irregular. A nivel europeo, esta concienciación es mayor con regulaciones y reglamentaciones superiores a la media internacional. Europa, por tanto, no está mal en esta carrera de descarbonización y mejora del medio ambiente, pero muchísimo por detrás de lo que se necesitaría.

P.– Los expertos apuntan a que España está en una posición única para liderar la revolución de las tecnologías limpias en Europa gracias a su posición geográfica estratégica y a los recursos y capacidades renovables abundantes con los que cuenta. ¿Qué papel puede desempeñar Cantabria en este escenario?

R.– Cantabria, siendo una región pequeña, puede desempeñar, al igual que el resto de España, un papel relevante en las renovables por su carácter privilegiado de sol en general y viento en particular. Cantabria debería despertar, y poco a poco lo está haciendo, en la concienciación de que económicamente es más viable intentar ser un poco más autosuficiente en energía que depender en un 99% de las energías fósiles. Hay un plan eólico que, a final de esta legislatura, podría alcanzar la mitad del potencial estimado de 750 MW aplicándose sobre menos del 3% de la superficie de la región.

P.– El talento humano se configura como un activo imprescindible en la búsqueda de soluciones innovadoras y en la implementación de estrategias de sostenibilidad a largo plazo. ¿Cantabria reúne las condiciones ideales para generar, captar y retener talento

R.– La sostenibilidad es un movimiento trasversal, lo que significa que hablamos de muchos sectores a la vez: alimentación, industria, energía, turismo, movilidad, vivienda… Si se quiere generalizar, se puede decir que Cantabria es una región en la que vivir es agradable. Pero si la pregunta es si tenemos los talentos para poder liderar todo este cambio, creo que estamos en la media de España. Es decir, contamos con universidades y organizaciones para que las personas estén a muy buen nivel. Lo que falta es el empujón industrial, el empujón de la inversión y facilidades fiscales y legislativas para que se elija a Cantabria para desarrollar ese potencial del que hablamos antes cuando hablábamos de las energías.

«Todo lo que se está haciendo a nivel de sostenibilidad no avanza o cuaja lo suficientemente rápido porque la sostenibilidad no está democratizada»

P.– En el contexto actual, la sostenibilidad se ha posicionado como un aspecto estratégico en el entorno empresarial y social. ¿Qué cambios habría que implantar para avanzar hacia un modelo más sostenible?

R.– Hay dos tipos de cambios que de todas maneras van a modificar nuestra manera de acercarnos a este gran proyecto. El primero es el legislativo. Como decía antes, Europa está a la cabeza de muchas reglamentaciones que van a hacer cambiar las cosas. El segundo, es la educación, que está en nuestras manos, tanto en las familias con nuestros hijos como en las universidades con sus alumnos para integrar en sus principales programas este nuevo modelo socio económico y ambiental. En este ámbito hay muchísimo por hacer. Empieza a hacerse porque las empresas se están dando cuenta de que su posicionamiento de marca tiene que incluir el aspecto social y su impacto en el entorno. Luego está la voluntad política a nivel local de querer avanzar en un modelo que económicamente puede dar buen rendimiento. Esta voluntad la percibo en general en todos los territorios, pero aún a un nivel muy bajo. Todo lo que se está haciendo a nivel de sostenibilidad no avanza o cuaja lo suficientemente rápido porque la sostenibilidad no está democratizada. Le pongo dos ejemplos. Si se venden motos eléctricas a un precio superior a las térmicas, no pensemos que las personas van a llegar a lo eléctrico, porque no está democratizada. Del mismo modo, no pensemos que los consumidores compren productos ecológicos o sin residuos químicos si su precio es entre 10 o un 20% superior al de otros productos contaminantes. Precisamente, una de las virtudes de este clúster es conectar a las personas para que compartan buenas prácticas, que son las que, además de permitir hacer mejor las cosas, son accesibles para el mayor número de personas.

P.– Da la sensación que el tiempo pasa y las soluciones globales no acaban de llegar. ¿Se nos agota el tiempo?

R.– No. En primer lugar hay que decir que el calentamiento global, el aumento del nivel del agua y los efectos negativos sobre la salud están ahí, y ni los negacionistas se atreven a decir ahora lo contrario a la vista de los incendios y los desastres naturales extremos que se están multiplicando a diario. Pero también que existen soluciones para la mayoría de estos problemas que ocurren en Cantabria, en España y el mundo. Lo que pasa es que, o bien estas soluciones no están democratizadas, lo que complica su puesta en marca; o bien no están apoyadas, según qué países. No es demasiado tarde. Es en los países menos desarrollados donde pueden avanzar muy rápido con soluciones asequibles que deberíamos tomar como ejemplo. ¿Las cosas están mal?, sí. Tienen solución?, también. El problema muchas veces, y este es un objetivo del clúster, es proponer medidas factibles. Somos divulgadores de soluciones.

P.– El Clúster de Sostenibilidad de Cantabria es una iniciativa privada que reúne a actores públicos o privados de toda la cadena de valor en sostenibilidad. ¿Qué valoración hace de estos 18 primeros meses de andadura?

R.– Lo que es muy interesante es que hay una demanda importante de empresas que quieren indagar en cómo colaborar para cambiar el modelo actual. En Cantabria, no podemos olvidar, existen alrededor de una docena de empresas fuertes que facturan más de veinte millones de euros anuales, pero también existen más de 20.000 empresas pequeñas que están en una encrucijada porque, si no avanzan en sostenibilidad, pueden ver comprometida su supervivencia. En este sentido, las empresas nos preguntan cómo pueden organizarse para avanzar y las medidas que pueden adoptar. Le pongo un ejemplo. Noatum Terminal Santander, la mayor estibadora en el Puerto de Santander, va a intentar posicionarse como un estibador de calidad con un proyecto piloto para todo el grupo multinacional. Y desde el clúster queremos intentar poner a su alcance buenas prácticas a un precio democratizado.

P.– ¿Diría que ya están todos los que tienen que estar o que aún falta mucho camino por recorrer en este sentido?

R.– Nosotros apostamos más por la calidad que por la cantidad de socios, que actualmente son unos 35. Tenemos una labor de divulgación de lo que hacemos a través de diferentes foros. Cuando las empresas nos preguntan, siempre solemos tener una charla previa para ver si podemos contribuir a que su negocio crezca y a encontrar nuevos mercados y, en consecuencia, a ofrecer soluciones que tengan un buen impacto económico, social y ambiental. Lo importante, a partir del diagnóstico, es que el camino se emprenda en la buena dirección. Estoy contento con los que están con nosotros. Al ser una entidad sin ánimo de lucro, no podríamos atender a centenares de empresas. Pero contamos con socios que cubren bastante bien el conjunto de sectores. No somos un clúster sectorial, sino trasversal, lo cual no impide que firmemos convenios con otros clúster que sí trabajan verticalmente y con gran éxito.

Didier Fleury (izqda.), junto a Elvira Carles, directora de la Fundación Empresa y Clima, durante una jornada sobre medición de la huella de carbono celebrada el año pasado.

P.– Ya que lo menciona, ¿cómo es su relación con otros clústeres de la región que también promueven impulsar la competitividad e innovación de Cantabria?

R.– En primer lugar, los clúster son un elemento muy ejecutivo en los que, quienes están dentro, lo hacen exclusivamente para mejorar su sector. Por tanto, están muy dirigidos a su propio sector. Por eso, nos interesa mucho estar con ellos porque nunca se van por las ramas. Si se habla, por ejemplo, con el sector de defensa y tienen un objetivo muy concreto sobre el agua o la optimización de un determinado proceso, realmente están muy enfocados en esos temas. Para nosotros, los clústeres son uno de los interlocutores privilegiados en Cantabria. Si, por ejemplo, hablamos en el ámbito de los desechos, las empresas de ese clúster, por mucho que a priori sean competidores entre sí, están muy interesadas en entender cómo cada una de ellas mejora los procesos de una forma sostenible. Aunque pueda sonar un tanto pretencioso, somos el clúster de los clústeres. Somos un poco el clúster que permite mejorar los aspectos económicamente sostenibles de un sector en particular. Además, tengo que decir que mantenemos una relación muy fluida con todos ellos. Estamos encantados.

P.– Aseguran que el Clúster nace con el objetivo de impulsar la sostenibilidad en la región y posicionar a Cantabria como líder en la transformación hacia un futuro más responsable y próspero. ¿Cómo de cerca o de lejos estamos de alcanzar ese objetivo? ¿En qué ámbitos diría que podemos destacar?

R.– Hay muchos aspectos en los que Cantabria cuenta con potencial para desarrollar o para estar más adelantado que otras comunidades. Pero voy a hablar de uno de los que pocos hablan, que es la alimentación. La carga orgánica de la tierra de Cantabria es, en promedio, diez veces superior a la que presenta el sur de España. Esto significa que tenemos una tierra que históricamente no ha sido contaminada, porque es lechera, de pequeñas parcelas y porque llueve. Se ha demostrado aquí, y podría dar ejemplos, que un productor ecológico con tres hectáreas, la mitad de invernadero, puede facturar más de 100.000 euros al año. Esto significa que podrían vivir de ello entre tres y cinco personas. En Cantabria hemos diseñado ya un proyecto potencial de 500 fincas que podrían emplear cada una de ellas hasta cinco personas, lo que nos permitiría entrar en lo que llamaría la autosuficiencia alimentaria, en este caso, de frutas y verduras. Estamos pisando oro porque, como he dicho, contamos con una carga orgánica extremadamente alta, un sistema de minifundios y una tierra no contaminada. Es un potencial tremendamente interesante en el que todavía no hemos entrado. Hay un cambio más que evidente aunque silencioso del centro de gravedad del sur al norte de España para tener una producción importante teniendo en cuenta, además, que España es el huerto de Europa. Otro potencial está relacionado con el mar y todo lo que puede dar en materia de turismo, de pesca y, por qué no, en eólico ‘offshore’. Es verdad que se pueden encontrar argumentos en torno a que las plantas de biogás, los eólicos marinos y terrestres o los proyectos de energía solar tienen un pequeño impacto ambiental. Pero hay que elegir e informar a la población de cuáles son las alternativas porque no hay una solución sostenible que no tenga un impacto visual o ambiental. Si debo elegir entre estar condenado a utilizar energías fósiles y gas o tener una región con un sistema autosuficiente energéticamente capaz de producir energía quizá diez veces más barata que el actual, la respuesta es muy clara.

«El turismo es como un puzle en el que todas las piezas pueden encajar si hay un coherencia. Las piezas son desde la movilidad, la hostelería y la gastronomía hasta compartir experiencias»

P.– En otras comunidades españolas, iniciativas similares a la suya apuestan por el turismo como sector específico para lograr cero emisiones, tecnología verde e innovación de sostenibilidad. ¿Cantabria no puede y debe estar entre estos territorios que abanderan el turismo sostenible?

R.– Sí. Definitivamente sí. El turismo para Cantabria es seguramente la gasolina del futuro. El turismo es como un puzle en el que todas las piezas pueden encajar si hay un coherencia. Las piezas son desde la movilidad, la hostelería y la gastronomía hasta compartir experiencias. El turismo es altamente importante en sostenibilidad porque cada persona que nos visita es embajador de su propia experiencia. Cantabria cuenta con un potencial gigante porque el crecimiento del turismo va a mudar del sur al norte de España y nuestra región está preparada para enseñar en este mosaico de ofertas muchas cosas, tanto en materia de agroturismo como cultural. Se va producir, digamos, una especie de alineamiento de los planetas turísticos en los dos o tres próximos años que va a coincidir con una voluntad de los alemanes, franceses e ingleses de subir del sur al norte del país. Hay un gran proyecto pero, una vez más, se tiene que ver cómo se puede conectar con las actividades que se hacen otros territorios de la cornisa cantábrica. Creo que el turismo podría incluso duplicarse en la región. El único tema problemático es que esa masificación, que no se va a poder frenar, se haga en coherencia con la vida de los locales. Si la masificación entorpece la vida de los cántabros, entonces no será aceptada por la población. Con la masificación ocurre lo mismo que con el cambio climático, que es inevitable. La cuestión es ver cómo nos adaptamos, que hay que hacerlo ya. Siempre que me preguntan sobre los principios para transitar de un modelo a otro de forma correcta, digo que hay tres: el primero, que haya previsibilidad y una planificación. En segundo término, debe haber también una irreversibilidad, es decir, que no haya vuelta atrás. Finalmente, que exista progresividad en el cambio, de forma que los que van a soportar este proceso tengan alternativas y ayudas de acompañamiento si fuera necesario. Si no se dan uno de estos tres principios, el cambio no se va a producir.

P.– Se muestra como un firme defensor de la producción ecológica, un ámbito en el que sostiene que Cantabria cuenta con un potencial enorme aún por explotar. ¿Qué propone para conseguirlo dar este salto? ¿El principal obstáculo radica en el acceso a los mercados, a los puntos de venta, a estar en los lineales de los supermercados?

R.– Lo primero es que tiene que haber un proyecto de región sobre la definición del potencial de Cantabria en producción sostenible, que no lo hay. Tiene que haber una toma de conciencia de este potencial a gran escala porque, si no es así, no va a ser democráticamente eficiente y no vas a poder vender los productos a las grandes cadenas de Cantabria. Una vez lo tengamos, ya existen buenas prácticas que demuestran que un negocio medio puede ser rentable, generar empleo y ser medioambientalmente sostenible cuidando, además, la salud de las personas, que es fundamental. Porque yo quiero salvar al planeta, pero antes quiero salvar a la humanidad. Este es mi tema. ¿Qué comemos?, ¿qué bebemos?, ¿qué respiramos? Y evidentemente que desde hace años se está deteriorando la calidad de lo que ingerimos. Si hay estas buenas prácticas, lo único que tenemos que hacer es multiplicarlas. En el ámbito humano, contamos asimismo con centros de formación que cubren todos los eslabones de la producción agroalimentaria. Por tanto, tenemos el potencial, las buenas prácticas y el talento y, lo más importante para muchos, tenemos la comercialización con cadenas que no piden más que hacer cosas locales. ¿Qué nos falta entonces? Que haya justamente un proyecto global de región que ponga a la misma altura el sector primario que a los sectores secundario y terciario. El sector agroalimentario es nuestro mayor tesoro, por encima incluso del turismo, y es el que, además, nos garantiza la salud.

P.– A pesar de su potencial, muchos proyectos innovadores se enfrentan al problema de encontrar financiación. ¿Este es su mayor desafío o hay otros que lastran su implantación?

R.– Yo pienso siempre que sobra el dinero. Sé que puede parecer un poco provocador, pero cuando se ve la cantidad de dinero que en Europa se pone a disposición hoy de las energías, mañana para salvar cuatro empleos en la industria…, me da la sensación que estamos más en un modo reactivo que en uno proactivo acorde con unos objetivos ambiciosos europeos. Evidentemente, la financiación siempre puede ser un problema si detrás no hay un potencial y si solamente es para mantener modelos contaminantes y no disruptivos con el futuro. Diría que la financiación de los proyectos que democratizan los modelos y productos que corresponden a una necesidad cada vez más creciente de sostenibilidad prácticamente viene de por sí. Un proyecto sostenible que sea disruptivo y con potencial y que dé respuesta a una necesidad local siempre encontrará más fácilmente financiación.

Didier Fleury, durante la entrevista. Foto: PM Photo.

P.– La actual incertidumbre normativa y política en poco o en nada ayudan a la viabilidad de estos proyectos. ¿No cree que hay demasiados cambios en los regímenes de subvenciones o en las normas ambientales, además de una excesiva burocracia administrativa en la concesión de permisos y autorizaciones?

R.– Cuantas más reglamentaciones limiten los gases de efecto invernadero, los pesticidas en los alimentos o la contaminación del agua, mejor. Creo además que es necesario. Y aún no son suficientes porque hay una serie de excesos increíbles. Por otro lado, sí que es verdad que en la aplicación de toda esta reglamentación existe un gran problema de velocidad y de medios. Si queremos que las normativas se pongan en marcha hay que poner los medios para que sean ágiles y no impidan negocios y que esta descarbonización se lleve a cabo en un tiempo prudencial. Hay, por tanto, una especie de desequilibrio entre el número de obligaciones y la capacidad de ponerlas en práctica. ¿Cómo arreglarlo? Yo prefiero que, o bien haya más medios para hacer lo que se dice, o bien poner menos normas, pero que se controlen y se cumplan. En este sentido, creo que la ley de Simplificación Administrativa va a ir en el buen camino siempre y cuando se pueda poner en práctica y las empresas se puedan dedicar a lo que es su propósito, y no a otras cosas.

P.– El Gobierno aprobó en diciembre pasado la Ley de Industria y Autonomía Estratégica con el objetivo de impulsar una nueva estrategia industrial para incrementar el peso de la industria en la economía española, el empleo y mejorar su competitividad. ¿Qué valoración le merece? ¿Es la ley que esperaba para avanzar hacia la sostenibilidad?

R.– Toda iniciativa que tienda a incrementar el rol de España en la descarbonización está bien. El problema es entender qué medios nos damos para hacerlo y qué consenso hay detrás de este proyecto Si detrás están los sectores, las empresas y las asociaciones involucradas, y si existen ayudas de acompañamiento para que no haya, como decía antes, reversibilidad, estoy seguro al 90% de que puede ir en la buena dirección. Dicho esto, cualquier gobierno de cualquier color en los países europeos, por más que digan lo contrario, está en un 80% influenciado por las políticas europeas. De otro lado, me gustaría resaltar que las empresas cántabras que no tengan calculado en 2026 las emisiones de Alcance 3 de la huella de carbono [el que cubre todas las emisiones indirectas que se producen en la cadena de valor de una empresa como resultado de su actividad] van a tener un riesgo gigante a la hora de seguir compitiendo. Este es, precisamente, un gran servicio que presta el clúster. Proveemos, a través de la Fundación Empresa y Clima, de un servicio que permite, a coste muy bajo, calcular la huella de carbono de las empresas.