Con el Plan para el Fomento del Turismo Deportivo Náutico, el Clúster Marítimo de Cantabria (MarCA) ha propuesto una hoja de ruta para hacer de Cantabria un destino preferente de turismo azul a nivel internacional. Pedro García Rivas, que ha sido el coordinador del documento, defiende en esta entrevista la necesidad de formar, captar y retener el talento en la región, que lo hay, según subraya, y reclama un mayor compromiso a las administraciones y empresas para convertir a los diecisiete municipios costeros en polos de desarrollo económico sostenible.

Manuel Casino | Junio 2025

Pregunta.– El clúster MarCA acaba de presentar el Plan para el Fomento del Turismo Deportivo Náutico con el que aspiran a impulsar la práctica de los deportes que se practican en el mar y el turismo asociado a ellos. ¿Hacía falta un informe así?

Respuesta.– Sí, sin duda. Casi todas las comunidades autónomas disponen ya de su hoja de ruta marcada y Cantabria era de las pocas que aún no habían desarrollado la suya. La industria de la economía azul es un motor económico clave para los diecisiete municipios costeros cántabros y no tan costeros que se benefician de la práctica de estos deportes. Es fundamental contar con este documento que sirva de guía.

P.– Hablan de una hoja de ruta que debe impulsarse desde la colaboración público-privada ¿Hay mimbres para ello o aún nos queda mucho por hacer en este ámbito?

R.– Queda por trabajar. Pero creo que es imprescindible que esa colaboración sea real y que tanto la Administración como las empresas participen de este proyecto que consideramos va a ser básico para el futuro de nuestra región.

P.– Entre las principales necesidades, este documento apunta a la simplificación de trámites administrativos, la mejora de infraestructuras o la creación de nuevos atractivos que generen interés. ¿Podría ser más preciso?

R.– En primer lugar, solicitamos una ventanilla única que elimine y evite trámites a las empresas e iniciativas privadas que quieran desarrollar o promover cualquier propuesta deportiva que traiga riqueza y turismo a Cantabria de un modo sostenible. Lo ideal sería, al igual que ya existe en otras comunidades autónomas, contar con una dirección, departamento o un órgano especializado en turismo azul. En segundo término, entendemos que también es conveniente que estos municipios costeros cuenten con edificios multiusos dotados de oficinas, vestuarios y espacios polivalentes. Si no es posible la construcción de estas instalaciones, proponemos que al menos sí se adecúen y adecenten aquellos espacios municipales que en la actualidad están abandonados para hacer de ellos centros neurálgicos tanto para los deportistas como para los visitantes. Por último, defendemos la necesidad de crear experiencias azules, deportivas y turísticas. Porque es evidente que hoy en día no se viene a Cantabria solo a hacer deporte, sino también a disfrutar de su cultura, gastronomía, geografía… Por tanto, debemos saber conjugar todos estos intereses para ofrecer experiencias. Queremos ofertar productos y servicios que vayan más allá de la práctica deportiva. Dar un paso más y juntar todo estos valores en una única propuesta que se apoye en el creciente tirón de los deportes náuticos, que además ya se puede justificar con números. Por ejemplo, la reciente edición de la Vaca Gigante de surf ha contado con 24 millones de espectadores en los diferentes canales y ha generado un retorno económico de dos millones de euros. Esto es un escaparate de lo que pueden llegar a ser los deportes náuticos en Cantabria. Nuestro intención es, como digo, añadirle a esta oferta deportiva toda la riqueza cultural, de raíces y tradiciones, gastronómica y paisajística de Cantabria para crear experiencias.

P.– La evolución de estos deportes y de la industria ligada a ellos ha sido meteórica en estos últimos años. ¿Se veía venir este ‘boom’?

R.– Bueno, nosotros ya veníamos trabajando en esta línea desde hace muchos años. Pero somos conscientes de que todavía resta mucho por hacer y de que este sector es una realidad que en muchas ocasiones no se está sabiendo aprovechar. O remamos fuerte todos juntos, Administración y empresas privadas, o se perderá una gran oportunidad que no deberíamos dejar pasar, menos aún cuando nuestros vecinos ya se están posicionando en esta economía azul con el turismo deportivo náutico como uno de sus referentes. El ejemplo es esas nuevas consejerías o direcciones generales en las que la industria azul es de vital importancia. Como decía antes, creo que Cantabria tiene también que apostar en esta línea porque contamos con las mejores condiciones para poder ofertar las mejores experiencias en deporte náutico.

Público en las campas de Cueto, durante la celebración de la Vaca Gigante, la prueba de surf que abandera el turismo náutico deportivo de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Sostiene que Cantabria puede convertirse en un nicho único para el turismo deportivo. ¿Qué necesitamos para conseguirlo?

R.– Que nos lo creamos. Y una apuesta conjunta de las administraciones y empresas con el apoyo, en este caso, del clúster MarCA que aglutina a los principales actores del sector marítimo y náutico de la región.

P.– ¿Qué podemos esgrimir a nuestro favor que otras comunidades del norte de España no pueden?

R.– Nuestras principales fortalezas descansan en la seguridad de nuestros arenales; la orografía única, que nos convierte casi en un pequeño continente con el mar y la montaña a una hora apenas de distancia. Tenemos la suerte de vivir en un entorno único. Además, contamos con otras ventajas que hoy en día se han consolidado gracias a los deportes náuticos, como la vela, el salvamento, el remo o el surf, que han hecho de Cantabria un destino para miles de deportistas nacionales e internacionales equiparable a lugares estratégicos y de referencia como pueden ser Portugal o Francia. Cantabria, en España, tiene esas posibilidades. Por último, también añadiría la climatología. El cambio climático que estamos viviendo es una fortaleza para desestacionalizar estas actividades que antes estaban reservadas para los meses estivales y ahora se pueden practicar durante todo el año.

«Es fundamental que se eduque y se forme para que nuestro ecosistema se preserve con criterios de sostenibilidad medioambiental. Nuestro escenario, que es el mar, tiene que cuidarse para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo»

P.– Uno de los ejes fundamentales del proyecto es la vinculación del turismo deportivo con la sostenibilidad, de la que quieren hacer bandera. ¿La sensibilización ambiental es nuestra asignatura pendiente?

R.– Sí. Es fundamental que se eduque y se forme para que nuestro ecosistema se preserve con criterios de sostenibilidad medioambiental. Nuestro escenario, que es el mar, tiene que cuidarse para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutándolo. La sostenibilidad es el eje y el principal motor de esta iniciativa.

P.– Además de sostenible, aboga por fomentar un deporte náutico de calidad. ¿No lo es ya?

R.– Si, pero hay que trabajar en muchas direcciones, como es fomentar, captar y cuidar el talento. Hay poco mano de obra para la demanda que empieza a haber y las empresas en temporada alta muchas veces se ven desbordadas e incapaces de dar el servicio que les gustaría. Por ello, abogamos por poner el foco y la máxima la atención en formar, crear y facilitar la permanencia del talento en Cantabria, que lo hay, pero que en ocasiones se ve obligado a irse fuera. Hay que cuidarles para que se queden aquí.

P.– Cantabria es un referente a nivel nacional en surf, una disciplina que cada día practican más aficionados en numerosas playas de la región. ¿Este deporte, que ya es olímpico, es la punta de lanza de esta iniciativa?

R.– Bueno, es verdad que es la bandera y que puede ser considerarse la punta del iceberg de todos estos deportes náuticos por los valores que trasmite de concienciación y sostenibilidad, de inclusión e igualdad. El surf atrae en la actualidad a miles de practicantes. Es un deporte con miles de licencias federativas de varias generaciones. Ya hay abuelos, hijos y nietos en el agua. Es un deporte generacional que muchas veces lo comparamos con el esquí. Aquí vemos cómo la estación de Alto Campoo, cuando funciona, es el motor económico de la zona. Pues bien, aquí tenemos 17 arenales que son 17 estaciones de esquí para esos 17 municipios costeros.

Pedro García Rivas, en las instalaciones de su empresa,. Club ObsessionA2. Foto: Nacho Cubero.

P.– ¿Qué papel desempeña en esta estrategia La Vaca Gigante de la que antes hablaba, un campeonato de surf de olas gigantes del que usted es promotor?

R.– La Vaca Gigante es un ejemplo para los deportes náuticos de cómo llegar a ser una ventana al mundo y abre una vía para que las principales competiciones deportivas de otros deportes náuticos que hay en Cantabria sigan su senda. Para ello, hace falta más compromiso por parte de las administraciones y de las empresas. Que se fijen en todas estas oportunidades que hay en torno a los deportes náuticos y apuesten por estos eventos, que sin duda son el mejor escaparate.

P.– También lo es sin duda en vela. ¿Hay que saber aprovechar mejor el tirón de nuestros grandes regatistas?

R.– Tenemos la fortuna de contar con grandes medallistas. Son nuestros mejores embajadores. Qué duda cabe que es un orgullo contar con deportistas de la talla de Diego Botín, por ejemplo. Es importante que deportistas y eventos se unan para consolidar los deportes náuticos y promocionar nuestras costas. Pedimos más apoyo para todas las disciplinas deportivas porque consideramos que cada una de ellas puede tener su Vaca Gigante particular.

«Hay eventos reconocidos y consolidados, pero hace falta ese apoyo para dar el salto, y si se pone el foco y se fomenta, por ejemplo, en salvamento, se puede organizar aquí la mejor prueba de salvamento del mundo»

P.– ¿Entonces, echa de menos más eventos deportivos de proyección internacional que sirvan de escaparate para promocionar estos deportes?

R.– Así es. Hay eventos reconocidos y consolidados, pero hace falta ese apoyo para dar el salto, y si se pone el foco y se fomenta, por ejemplo, en salvamento, se puede organizar aquí la mejor prueba de salvamento del mundo. Lo mismo ocurre con la vela o el remo. Es un arduo y duro trabajo, pero se puede conseguir porque, como ya he apuntado, contamos con las mejores condiciones para su desarrollo.

P.– También persiguen situar a Cantabria como destino de referencia para la práctica del buceo o de la pesca. ¿En cuál de ellas tenemos mas potencial de crecimiento?

R.– En ambas. Contamos con escenarios magníficos para su práctica. En el primer caso contamos con por ejemplo con los bajos de la Isla de Mouro, de especial protección, que cuentan con una variedad de especies marinas únicas. Y otro tanto ocurre en el caso de la pesca, que pueden desarrollarse también en infinidad de espacios.

P.– En el plan aluden también a la necesidad de reducir la estacionalidad del turismo, un objetivo ampliamente deseado pero con resultados limitados, al menos por el momento. ¿Alguna idea para ello?

R.– Sí. La promoción y fomento de ferias a las que también podamos acudir con un ‘stand’ de economía e industria azul de Cantabria. Tenemos la mejor experiencia garantizada y los cántabros, además, somos excepcionales anfitriones para recibir a cualquier visitante. Si trabajamos en esa dirección y promovemos a la par la organización de eventos, estoy convencido de que la desestacionalización se puede conseguir y que el público elegirá Cantabria para práctica deportes náuticos durante todo el año.

P.– Con ocasión de un plan similar para la promoción de la náutica recreativa que presentaron en 2024, ya reclamaban una aplicación móvil que integrara información meteorológica y marítima en tiempo real, vinculada con la app de Salvamento Marítimo y que ofreciera también opciones de ocio y restauración. Ahora, vuelven a hacerlo. ¿Este paso está costando más de lo que esperaban?

R.– Es un paso vital como parte de nuestra estrategia de sostenibilidad. Esa aplicación, que ofrecerá información en tiempo real, nos permitiría controlar el número de visitantes y regular la afluencia por zonas para que no se congreguen todos en un mismo municipio. Aquí contamos con la colaboración del clúster Tera que, como expertos tecnológicos, son unos aliados fundamentales para que esta aplicación vea finalmente la luz. Pero es verdad que nos está costando. La Administración tiene que dar un golpe en la mesa y demostrar que va a por ello. Necesitamos pasar de las palabras a la acción

 

El presidente del Foro Sanitario de Cantabria, una agrupación que defiende los intereses generales de once colegios profesionales del ámbito de la salud, reflexiona en esta entrevista sobre el estado del sector sanitario en la región, cuáles son sus principales retos y cómo afrontarlos

Manuel Casino | Mayo 2025

Pregunta.– Dígame, ¿cuál a su juicio es el estado de salud del sector sanitario en Cantabria?

Respuesta.– Bueno, creo que el estado de la salud hay que dividirlo entre sanidad pública y privada porque tienen realidades un poco distintas. La sanidad pública tiene muchas carencias. Es verdad que se hace lo que se puede, pero faltan profesionales. Quizá salen más a la palestra la escasez de médicos, pero también faltan profesionales en enfermería, psicólogos en atención primaria, logopedas y también fisioterapeutas. Llegamos hasta donde podemos, pero seguramente es insuficiente. Y en el sector privado, quizá sí que se vive un buen momento en cuanto a oferta, pero las condiciones de trabajo a veces no son tampoco las más adecuadas. En ocasiones hay una lucha por precio y no por calidad que no entiendo. Pese a ello, creo que en el sector privado hay probablemente más posibilidades de desarrollo profesional.

P.– ¿Y el principal reto al que se enfrenta la sanidad?

R.– Podíamos seguir con esta dualidad, pero creo que, en general, el reto de la sanidad, que es toda una, es dar cobertura a las necesidades reales del ciudadano. Y ese es un problema común en ambos campos. Y las soluciones a veces son complicadas porque muchas veces nosotros como sanitarios creemos que está en un punto y quizá preguntamos poco a los pacientes sobre dónde creen ellos que están estas soluciones. Y creo que ese reto se debería encarar con un trabajo sobre cambios de hábitos y repensar más cómo vivimos y cómo usamos los servicios que, igual por la tecnificación tan alta a la que se tiende, no prestamos tanta atención.

P.– ¿Debo entender por tanto que hay una cierta deshumanización y una falta de diálogo entre los profesionales sanitarios y los pacientes?

R.– Bueno, sí. Me refiero, y está más que escrito, por lo que no es una cosa mía, que el abordaje sigue siendo muy biomédico, que solo se fija en la patología que se trata, en lugar de ser un abordaje más biopsicosocial que tenga en cuenta un enfoque más global.

P.– ¿Y qué camino propone para lograrlo?

R.– También está todo escrito y para nada es una idea original. Pero ese abordaje es potenciar la atención primaria y la atención de barrio. La mayoría de la privada es atención primaria: esas clínicas de barrio, el médico, el podólogo o el óptico que están ahí, en el barrio y que, aunque no sean del servicio público, para mí es atención primaria. Creo que, si no pasa por ahí, por el barrio, no vamos a poder dar cobertura a las necesidades reales de la ciudadanía sobre salud. Por muchas técnicas increíbles que tengamos en Valdecilla, tenemos que tener en cuenta de dónde viene esa persona y qué necesita, al margen de que tenga colesterol u otra patología.

P.– En este diálogo que propone, ¿cree que el ciudadano es hoy más consciente de la importancia la prevención como herramienta básica para su salud?

R.– Sí noto un cambio, pero no es suficiente. Veo que de veinte años para acá las personas sí entienden que no todo se soluciona con una pastilla y que seguramente tengan que hacer más ejercicio o determinados cambios en sus hábitos alimenticios. Pero, pese a ello, todavía hay muchas personas que descargan todo el problema de salud en el sanitario. Voy al médico para que me solucione el problema y que yo pueda seguir con mi vida como hasta ahora. Esto es lo que tiene que cambiar. Tanto desde el punto de vista de los sanitarios, que muchas veces nos hemos sentido como los salvadores, como de los pacientes, que también se encontraban muy gusto con este modelo. Pero no es sostenible ni el más adecuado. Y este cambio es para mí el complicado. Intelectualmente sí que se está ya en este cambio y estamos logrando avances, pero no tan rápido como nos gustaría.

Jorge Fernández Vega, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– La atención primaria es el patito feo de la sanidad?

R.– Sí, y no debería. No tengo aquí los datos, pero creo que la atención primaria se lleva menos del 20% de la tarta del Servicio Cántabro de Salud (SCS) y siempre ha tenido digamos menos glamour que la atención hospitalaria. Estamos, y tenemos motivos para hacerlo, orgullosos de Valdecilla, pero la atención primaria no brilla tanto. Sin embargo, creo que debería de ser el eje, y hablo en condicional porque creo que no lo es.

P.– Cantabria ha conseguido, a lo largo de 2024, revertir la tendencia de crecimiento de las listas de espera en la sanidad pública de los últimos ocho años. ¿Por el aumento de la actividad en los centros o por las derivaciones a la sanidad privada?

R.– Probablemente los dos factores son importantes. Hablamos de las listas de espera médicas, porque aquí el resto de listas no son visibles. No se sabe cuánto se espera para el psicólogo de atención primaria, ni tampoco sabes cuánto ha esperado el paciente que se ha operado de rodilla para hacer rehabilitación, porque no son listas públicas. Pero de las que sí son públicas es verdad que se han reducido porque seguramente una parte se ha derivado a la sanidad privada y otra se ha hecho a mayores con jornadas extras. Ambas porque se tenían que hacer y se ha visto la necesidad de invertir más dinero, de una u otra manera, en solucionarlo.

P.– ¿Falta dinero en la Sanidad?

R.– Falta dinero y también se puede gestionar mejor. Pero creo que nunca va ser suficiente. Siempre se podrá llegar a más cosas y aparecerán nuevos medicamentos que solucionan enfermedades que antes ni se soñaban pero que son muy caros. Y para eso hace falta dinero. Pero también se puede intentar hacer las cosas de mejor manera. No se trata solo de aumentar el presupuesto.

«Los dos principales motivos por los que existe este Foro Sanitario son por el intrusismo y las agresiones a los sanitarios. Son los dos aspectos en que los once colegios profesionales estamos de acuerdo que es necesario combatirlos»

P.– El Foro Sanitario de Cantabria, del que su colegio forma parte, manifestaba hace tiempo su preocupación por el intrusismo profesional. ¿Le sigue preocupando?

R.– Los dos principales motivos por los que existe este Foro Sanitario son por el intrusismo y las agresiones a los sanitarios. Son los dos aspectos en que los once colegios profesionales estamos de acuerdo que es necesario combatirlos. El intrusismo es preocupante. Pero para remediarlo hay que poner medios y financiación. Hay que promover que la parte de la Consejería de Sanidad que tiene que ver con la ordenación sanitaria, con la inspección de los centros sanitarios, tenga más músculo, porque no lo tiene. No hay inspectores. Me consta que en estos últimos años se ha contratado a alguno, pero si no tienes inspectores no puedes hacer inspecciones y podrás estar muy de acuerdo en que hay que luchar contra el intrusismo, pero no estás haciendo nada efectivo. Si crees que este asunto es un problema, tienes que dar músculo a la Consejería para que lo pueda hacer. Y actualmente no tiene demasiado.

P.– También alertaban de la proliferación de publicidad engañosa, tanto en tratamientos como en medicamentos, especialmente a través de Internet y de las redes sociales. ¿De qué modo se puede atajar este problema?

R.– Es un poco lo mismo. La ley en Cantabria obliga a que, si eres un profesional sanitario y tienes una clínica con un registro sanitario y quieres anunciar en algún sitio los servicios y técnicas que ofreces, tienes que pedir permiso a la Consejería y el colegio de turno tiene que emitir un informe, favorable o no. Pero si no eres profesional registrado, tú puedes poner el anuncio sin ningún control. Y aquí hace falta también músculo para poder controlarlo. La gente quiere ganar dinero y a veces no tiene la ética que nosotros consideramos que hay que tener.

P.– ¿Vivir en un entorno rural es hoy sinónimo de una peor atención sanitaria?

R.– Yo creo que no demasiado. Es verdad que no puede haber un Valdecilla en cada pueblo. Solo hay uno y puede haber algún inconveniente de transporte asociado pero, al margen de ello, creo que el acceso es muy equitativo y que la cobertura sanitaria es buena y llega a todos los puntos con muy buenas dotaciones. No, no pienso que haya santanderinos y luego otros cántabros, si es esa la pregunta.

Representantes de los colegios profesionales que forman el Foro Sanitario, en la concentración contra las agresiones a sanitarios convocada el pasado 12 de marzo.

P.– Pese a las medidas preventivas adoptadas y las campañas de concienciación, las agresiones a los profesionales de la salud no dejan de aumentar. ¿A qué lo achaca?

R.– Bueno este último año han bajado algo, aunque siguen siendo muchas y todas inaceptables. Nada justifica una agresión. Pero es verdad que desde el Covid ha habido demoras en la atención y esas frustraciones algunas personas no las han sabido canalizar. De otro lado, creo que vivimos cada vez más en una cultura de la inmediatez. Lo quiero ya y ahora. La sociedad está en eso y muchos creen que tienen todos los derechos y no tienen por qué esperar. Y esta realidad seguramente también influye. En cualquier caso, tengo que decir que la mayoría de las agresiones son verbales.

P.– Sanidad sostiene que la futura Ley de Salud Digital es la palanca para transformar el sistema sanitario. ¿Qué opina usted?

R.– Es un poco complicado. Creo que es una herramienta positiva aunque no creo que vaya a ser la solución a los problemas de la sanidad. Creo que esta ley va en la buena dirección y me llama la atención que haya sido un proceso abierto en el que los colegios profesionales, los pacientes y los ciudadanos han podido sumar y hacer sus aportaciones. En este sentido, me gusta la Ley de Salud Digital, pero tanto como ser la palanca para transformar el sistema sanitario, pues no lo sé. Pero, como digo, creo que es una ley que en su elaboración me ha parecido estupenda y que lo que dice está bien y sin dudará ayudará a mejorar las cosas.

P.– Lo ha comentado al inicio: faltan sanitarios en Cantabria. ¿En todas las profesiones?

R.– En unas más que en otras. Parece indiscutible que, sin entrar en el análisis de por qué, faltan médicos especialistas y que las listas de enfermería se agotan alguna vez en verano. Pero las listas del resto de profesionales del servicio público no se agotan. Aprovecho para reivindicar que sí se podría tirar de esas otras nueve categorías profesionales para atender algunos servicios. Se hizo durante el Covid. Pero es verdad que faltan sobre todo médicos y alguna vez enfermeras y que el problema tiene difícil solución.

P.– ¿Se sienten mal pagados?

R.– Bueno. Depende de con qué lo comparemos. Si miras a Europa, pues sí. Se cobra menos que en otros países europeos. Entiendo que, tal y como están las cosas dentro del Servicio Cántabro de Salud, el tema retributivo es importante y sí, la profesión se siente mal pagada y muchas veces utilizada.

«Creo que [el Foro] es necesario, y que, pese a las dificultades que tiene poner de acuerdo a once profesiones que a veces chocan entre ellas, cumple bien su función. Es un punto de encuentro, aunque en ocasiones haya desencuentros»

P.– ¿Qué valoración hace del Pacto Por la Sanidad con los médicos suscrito con la Consejería de Sanidad?

R.– Es el único firmado hasta la fecha. Es cierto que hay diferencias entre unas profesiones y otras. Las hay porque tiene que haberlas y porque también es diferente el grado de responsabilidad y de formación. Pero como representante de once colegios, y no de uno o de dos, desde el Foro Sanitario ya se hizo saber al consejero de Sanidad que si había un pacto por la sanidad tenía que ser con todos los colegios o con el Foro Sanitario. Entiendo que si a mí, como decano del Colegio de Fisioterapeutas, me ofrecen unas condiciones que mejoran la profesión, lo voy a firmar. Luego es verdad que es complicado porque, más allá del intrusismo y de las agresiones, dos asuntos sobre los que es muy fácil ponerse de acuerdo, nada tiene que ver, por ejemplo, lo que reivindican los farmacéuticos con lo que reclamarían los nutricionistas. Desde que el año pasado se firmó el de los médicos, lo que está sobre la mesa es conseguir pactos para cada una de las profesiones.

P.– Para finalizar, ¿está satisfecho del funcionamiento del Foro Sanitario?

R.– Debo decir que mi relación con el consejero de Sanidad es muy buena. La verdad es que, como Foro Sanitario, normalmente nos reunimos solo en un par de ocasiones para conocer el estado y la evolución de las agresiones a profesionales y para ver, en alguna ocasión más, la posibilidad de llegar a más pactos como el alcanzado con los médicos. Más allá de eso, es verdad que el foro centra su dinámica en unir a los colegios para abordar el intrusismo y estas agresiones. Pero estoy satisfecho de su funcionamiento y contento de poder encabezarlo durante dos años. Creo que es necesario, y que, pese a las dificultades que tiene poner de acuerdo a once profesiones que a veces chocan entre ellas, cumple bien su función. Es un punto de encuentro, aunque en ocasiones haya desencuentros.

 

 

Tras cuatro décadas vinculado al sector de la gran distribución, el presidente del Clúster de la Sostenibilidad –clúster de clústeres, tal y como lo define– reivindica el enorme potencial de la producción sostenible en Cantabria, una actividad en la que, asegura, ya existen ejemplos de buenas prácticas que demuestran su rentabilidad, capacidad de generar empleo y de ofrecer beneficios para la salud de las personas, pero que lamenta aún carece de un proyecto de región que permita su desarrollo a gran escala. En esta entrevista, Didier Fleury habla del carácter transversal de la sostenibilidad, de la importancia de compartir experiencias entre empresas y de cómo transitamos hacia un modelo más respetuoso con el entorno, un camino que entiende debe recorrerse obligatoriamente bajo los principios de previsibilidad, irreversibilidad y progresividad.

Manuel Casino | Mayo 2025

Pregunta.– La sostenibilidad se rige bajo el principio de asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras, siempre sin renunciar a la protección del medioambiente, el crecimiento económico y el desarrollo social. ¿Cómo ha calado este concepto en la sociedad?

Respuesta.– Empieza a calar porque comienzan a notarse los efectos diarios del calentamiento global, no solo en el deterioro de la biodiversidad, sino también con el empeoramiento de la calidad de los productos que nos alimentan. Desde hace diez o quince años, los síntomas que ya se descubrieron en los 70 y 80 del pasado siglo empiezan masivamente a surgir y nos damos cuenta de que tanto en la tierra como en los océanos hay un deterioro que pone en juego la vida misma de los ecosistemas. En cualquier caso, queda muchísimo por hacer. Diría que estamos al principio de la toma de conciencia. Cuando digo esto, evidentemente estoy generalizando porque la situación depende mucho de los países, de los sectores productivos y de las desigualdades que este fenómeno está provocando. A nivel mundial, se puede decir que hay una concienciación muy irregular. A nivel europeo, esta concienciación es mayor con regulaciones y reglamentaciones superiores a la media internacional. Europa, por tanto, no está mal en esta carrera de descarbonización y mejora del medio ambiente, pero muchísimo por detrás de lo que se necesitaría.

P.– Los expertos apuntan a que España está en una posición única para liderar la revolución de las tecnologías limpias en Europa gracias a su posición geográfica estratégica y a los recursos y capacidades renovables abundantes con los que cuenta. ¿Qué papel puede desempeñar Cantabria en este escenario?

R.– Cantabria, siendo una región pequeña, puede desempeñar, al igual que el resto de España, un papel relevante en las renovables por su carácter privilegiado de sol en general y viento en particular. Cantabria debería despertar, y poco a poco lo está haciendo, en la concienciación de que económicamente es más viable intentar ser un poco más autosuficiente en energía que depender en un 99% de las energías fósiles. Hay un plan eólico que, a final de esta legislatura, podría alcanzar la mitad del potencial estimado de 750 MW aplicándose sobre menos del 3% de la superficie de la región.

P.– El talento humano se configura como un activo imprescindible en la búsqueda de soluciones innovadoras y en la implementación de estrategias de sostenibilidad a largo plazo. ¿Cantabria reúne las condiciones ideales para generar, captar y retener talento

R.– La sostenibilidad es un movimiento trasversal, lo que significa que hablamos de muchos sectores a la vez: alimentación, industria, energía, turismo, movilidad, vivienda… Si se quiere generalizar, se puede decir que Cantabria es una región en la que vivir es agradable. Pero si la pregunta es si tenemos los talentos para poder liderar todo este cambio, creo que estamos en la media de España. Es decir, contamos con universidades y organizaciones para que las personas estén a muy buen nivel. Lo que falta es el empujón industrial, el empujón de la inversión y facilidades fiscales y legislativas para que se elija a Cantabria para desarrollar ese potencial del que hablamos antes cuando hablábamos de las energías.

«Todo lo que se está haciendo a nivel de sostenibilidad no avanza o cuaja lo suficientemente rápido porque la sostenibilidad no está democratizada»

P.– En el contexto actual, la sostenibilidad se ha posicionado como un aspecto estratégico en el entorno empresarial y social. ¿Qué cambios habría que implantar para avanzar hacia un modelo más sostenible?

R.– Hay dos tipos de cambios que de todas maneras van a modificar nuestra manera de acercarnos a este gran proyecto. El primero es el legislativo. Como decía antes, Europa está a la cabeza de muchas reglamentaciones que van a hacer cambiar las cosas. El segundo, es la educación, que está en nuestras manos, tanto en las familias con nuestros hijos como en las universidades con sus alumnos para integrar en sus principales programas este nuevo modelo socio económico y ambiental. En este ámbito hay muchísimo por hacer. Empieza a hacerse porque las empresas se están dando cuenta de que su posicionamiento de marca tiene que incluir el aspecto social y su impacto en el entorno. Luego está la voluntad política a nivel local de querer avanzar en un modelo que económicamente puede dar buen rendimiento. Esta voluntad la percibo en general en todos los territorios, pero aún a un nivel muy bajo. Todo lo que se está haciendo a nivel de sostenibilidad no avanza o cuaja lo suficientemente rápido porque la sostenibilidad no está democratizada. Le pongo dos ejemplos. Si se venden motos eléctricas a un precio superior a las térmicas, no pensemos que las personas van a llegar a lo eléctrico, porque no está democratizada. Del mismo modo, no pensemos que los consumidores compren productos ecológicos o sin residuos químicos si su precio es entre 10 o un 20% superior al de otros productos contaminantes. Precisamente, una de las virtudes de este clúster es conectar a las personas para que compartan buenas prácticas, que son las que, además de permitir hacer mejor las cosas, son accesibles para el mayor número de personas.

P.– Da la sensación que el tiempo pasa y las soluciones globales no acaban de llegar. ¿Se nos agota el tiempo?

R.– No. En primer lugar hay que decir que el calentamiento global, el aumento del nivel del agua y los efectos negativos sobre la salud están ahí, y ni los negacionistas se atreven a decir ahora lo contrario a la vista de los incendios y los desastres naturales extremos que se están multiplicando a diario. Pero también que existen soluciones para la mayoría de estos problemas que ocurren en Cantabria, en España y el mundo. Lo que pasa es que, o bien estas soluciones no están democratizadas, lo que complica su puesta en marca; o bien no están apoyadas, según qué países. No es demasiado tarde. Es en los países menos desarrollados donde pueden avanzar muy rápido con soluciones asequibles que deberíamos tomar como ejemplo. ¿Las cosas están mal?, sí. Tienen solución?, también. El problema muchas veces, y este es un objetivo del clúster, es proponer medidas factibles. Somos divulgadores de soluciones.

P.– El Clúster de Sostenibilidad de Cantabria es una iniciativa privada que reúne a actores públicos o privados de toda la cadena de valor en sostenibilidad. ¿Qué valoración hace de estos 18 primeros meses de andadura?

R.– Lo que es muy interesante es que hay una demanda importante de empresas que quieren indagar en cómo colaborar para cambiar el modelo actual. En Cantabria, no podemos olvidar, existen alrededor de una docena de empresas fuertes que facturan más de veinte millones de euros anuales, pero también existen más de 20.000 empresas pequeñas que están en una encrucijada porque, si no avanzan en sostenibilidad, pueden ver comprometida su supervivencia. En este sentido, las empresas nos preguntan cómo pueden organizarse para avanzar y las medidas que pueden adoptar. Le pongo un ejemplo. Noatum Terminal Santander, la mayor estibadora en el Puerto de Santander, va a intentar posicionarse como un estibador de calidad con un proyecto piloto para todo el grupo multinacional. Y desde el clúster queremos intentar poner a su alcance buenas prácticas a un precio democratizado.

P.– ¿Diría que ya están todos los que tienen que estar o que aún falta mucho camino por recorrer en este sentido?

R.– Nosotros apostamos más por la calidad que por la cantidad de socios, que actualmente son unos 35. Tenemos una labor de divulgación de lo que hacemos a través de diferentes foros. Cuando las empresas nos preguntan, siempre solemos tener una charla previa para ver si podemos contribuir a que su negocio crezca y a encontrar nuevos mercados y, en consecuencia, a ofrecer soluciones que tengan un buen impacto económico, social y ambiental. Lo importante, a partir del diagnóstico, es que el camino se emprenda en la buena dirección. Estoy contento con los que están con nosotros. Al ser una entidad sin ánimo de lucro, no podríamos atender a centenares de empresas. Pero contamos con socios que cubren bastante bien el conjunto de sectores. No somos un clúster sectorial, sino trasversal, lo cual no impide que firmemos convenios con otros clúster que sí trabajan verticalmente y con gran éxito.

Didier Fleury (izqda.), junto a Elvira Carles, directora de la Fundación Empresa y Clima, durante una jornada sobre medición de la huella de carbono celebrada el año pasado.

P.– Ya que lo menciona, ¿cómo es su relación con otros clústeres de la región que también promueven impulsar la competitividad e innovación de Cantabria?

R.– En primer lugar, los clúster son un elemento muy ejecutivo en los que, quienes están dentro, lo hacen exclusivamente para mejorar su sector. Por tanto, están muy dirigidos a su propio sector. Por eso, nos interesa mucho estar con ellos porque nunca se van por las ramas. Si se habla, por ejemplo, con el sector de defensa y tienen un objetivo muy concreto sobre el agua o la optimización de un determinado proceso, realmente están muy enfocados en esos temas. Para nosotros, los clústeres son uno de los interlocutores privilegiados en Cantabria. Si, por ejemplo, hablamos en el ámbito de los desechos, las empresas de ese clúster, por mucho que a priori sean competidores entre sí, están muy interesadas en entender cómo cada una de ellas mejora los procesos de una forma sostenible. Aunque pueda sonar un tanto pretencioso, somos el clúster de los clústeres. Somos un poco el clúster que permite mejorar los aspectos económicamente sostenibles de un sector en particular. Además, tengo que decir que mantenemos una relación muy fluida con todos ellos. Estamos encantados.

P.– Aseguran que el Clúster nace con el objetivo de impulsar la sostenibilidad en la región y posicionar a Cantabria como líder en la transformación hacia un futuro más responsable y próspero. ¿Cómo de cerca o de lejos estamos de alcanzar ese objetivo? ¿En qué ámbitos diría que podemos destacar?

R.– Hay muchos aspectos en los que Cantabria cuenta con potencial para desarrollar o para estar más adelantado que otras comunidades. Pero voy a hablar de uno de los que pocos hablan, que es la alimentación. La carga orgánica de la tierra de Cantabria es, en promedio, diez veces superior a la que presenta el sur de España. Esto significa que tenemos una tierra que históricamente no ha sido contaminada, porque es lechera, de pequeñas parcelas y porque llueve. Se ha demostrado aquí, y podría dar ejemplos, que un productor ecológico con tres hectáreas, la mitad de invernadero, puede facturar más de 100.000 euros al año. Esto significa que podrían vivir de ello entre tres y cinco personas. En Cantabria hemos diseñado ya un proyecto potencial de 500 fincas que podrían emplear cada una de ellas hasta cinco personas, lo que nos permitiría entrar en lo que llamaría la autosuficiencia alimentaria, en este caso, de frutas y verduras. Estamos pisando oro porque, como he dicho, contamos con una carga orgánica extremadamente alta, un sistema de minifundios y una tierra no contaminada. Es un potencial tremendamente interesante en el que todavía no hemos entrado. Hay un cambio más que evidente aunque silencioso del centro de gravedad del sur al norte de España para tener una producción importante teniendo en cuenta, además, que España es el huerto de Europa. Otro potencial está relacionado con el mar y todo lo que puede dar en materia de turismo, de pesca y, por qué no, en eólico ‘offshore’. Es verdad que se pueden encontrar argumentos en torno a que las plantas de biogás, los eólicos marinos y terrestres o los proyectos de energía solar tienen un pequeño impacto ambiental. Pero hay que elegir e informar a la población de cuáles son las alternativas porque no hay una solución sostenible que no tenga un impacto visual o ambiental. Si debo elegir entre estar condenado a utilizar energías fósiles y gas o tener una región con un sistema autosuficiente energéticamente capaz de producir energía quizá diez veces más barata que el actual, la respuesta es muy clara.

«El turismo es como un puzle en el que todas las piezas pueden encajar si hay un coherencia. Las piezas son desde la movilidad, la hostelería y la gastronomía hasta compartir experiencias»

P.– En otras comunidades españolas, iniciativas similares a la suya apuestan por el turismo como sector específico para lograr cero emisiones, tecnología verde e innovación de sostenibilidad. ¿Cantabria no puede y debe estar entre estos territorios que abanderan el turismo sostenible?

R.– Sí. Definitivamente sí. El turismo para Cantabria es seguramente la gasolina del futuro. El turismo es como un puzle en el que todas las piezas pueden encajar si hay un coherencia. Las piezas son desde la movilidad, la hostelería y la gastronomía hasta compartir experiencias. El turismo es altamente importante en sostenibilidad porque cada persona que nos visita es embajador de su propia experiencia. Cantabria cuenta con un potencial gigante porque el crecimiento del turismo va a mudar del sur al norte de España y nuestra región está preparada para enseñar en este mosaico de ofertas muchas cosas, tanto en materia de agroturismo como cultural. Se va producir, digamos, una especie de alineamiento de los planetas turísticos en los dos o tres próximos años que va a coincidir con una voluntad de los alemanes, franceses e ingleses de subir del sur al norte del país. Hay un gran proyecto pero, una vez más, se tiene que ver cómo se puede conectar con las actividades que se hacen otros territorios de la cornisa cantábrica. Creo que el turismo podría incluso duplicarse en la región. El único tema problemático es que esa masificación, que no se va a poder frenar, se haga en coherencia con la vida de los locales. Si la masificación entorpece la vida de los cántabros, entonces no será aceptada por la población. Con la masificación ocurre lo mismo que con el cambio climático, que es inevitable. La cuestión es ver cómo nos adaptamos, que hay que hacerlo ya. Siempre que me preguntan sobre los principios para transitar de un modelo a otro de forma correcta, digo que hay tres: el primero, que haya previsibilidad y una planificación. En segundo término, debe haber también una irreversibilidad, es decir, que no haya vuelta atrás. Finalmente, que exista progresividad en el cambio, de forma que los que van a soportar este proceso tengan alternativas y ayudas de acompañamiento si fuera necesario. Si no se dan uno de estos tres principios, el cambio no se va a producir.

P.– Se muestra como un firme defensor de la producción ecológica, un ámbito en el que sostiene que Cantabria cuenta con un potencial enorme aún por explotar. ¿Qué propone para conseguirlo dar este salto? ¿El principal obstáculo radica en el acceso a los mercados, a los puntos de venta, a estar en los lineales de los supermercados?

R.– Lo primero es que tiene que haber un proyecto de región sobre la definición del potencial de Cantabria en producción sostenible, que no lo hay. Tiene que haber una toma de conciencia de este potencial a gran escala porque, si no es así, no va a ser democráticamente eficiente y no vas a poder vender los productos a las grandes cadenas de Cantabria. Una vez lo tengamos, ya existen buenas prácticas que demuestran que un negocio medio puede ser rentable, generar empleo y ser medioambientalmente sostenible cuidando, además, la salud de las personas, que es fundamental. Porque yo quiero salvar al planeta, pero antes quiero salvar a la humanidad. Este es mi tema. ¿Qué comemos?, ¿qué bebemos?, ¿qué respiramos? Y evidentemente que desde hace años se está deteriorando la calidad de lo que ingerimos. Si hay estas buenas prácticas, lo único que tenemos que hacer es multiplicarlas. En el ámbito humano, contamos asimismo con centros de formación que cubren todos los eslabones de la producción agroalimentaria. Por tanto, tenemos el potencial, las buenas prácticas y el talento y, lo más importante para muchos, tenemos la comercialización con cadenas que no piden más que hacer cosas locales. ¿Qué nos falta entonces? Que haya justamente un proyecto global de región que ponga a la misma altura el sector primario que a los sectores secundario y terciario. El sector agroalimentario es nuestro mayor tesoro, por encima incluso del turismo, y es el que, además, nos garantiza la salud.

P.– A pesar de su potencial, muchos proyectos innovadores se enfrentan al problema de encontrar financiación. ¿Este es su mayor desafío o hay otros que lastran su implantación?

R.– Yo pienso siempre que sobra el dinero. Sé que puede parecer un poco provocador, pero cuando se ve la cantidad de dinero que en Europa se pone a disposición hoy de las energías, mañana para salvar cuatro empleos en la industria…, me da la sensación que estamos más en un modo reactivo que en uno proactivo acorde con unos objetivos ambiciosos europeos. Evidentemente, la financiación siempre puede ser un problema si detrás no hay un potencial y si solamente es para mantener modelos contaminantes y no disruptivos con el futuro. Diría que la financiación de los proyectos que democratizan los modelos y productos que corresponden a una necesidad cada vez más creciente de sostenibilidad prácticamente viene de por sí. Un proyecto sostenible que sea disruptivo y con potencial y que dé respuesta a una necesidad local siempre encontrará más fácilmente financiación.

Didier Fleury, durante la entrevista. Foto: PM Photo.

P.– La actual incertidumbre normativa y política en poco o en nada ayudan a la viabilidad de estos proyectos. ¿No cree que hay demasiados cambios en los regímenes de subvenciones o en las normas ambientales, además de una excesiva burocracia administrativa en la concesión de permisos y autorizaciones?

R.– Cuantas más reglamentaciones limiten los gases de efecto invernadero, los pesticidas en los alimentos o la contaminación del agua, mejor. Creo además que es necesario. Y aún no son suficientes porque hay una serie de excesos increíbles. Por otro lado, sí que es verdad que en la aplicación de toda esta reglamentación existe un gran problema de velocidad y de medios. Si queremos que las normativas se pongan en marcha hay que poner los medios para que sean ágiles y no impidan negocios y que esta descarbonización se lleve a cabo en un tiempo prudencial. Hay, por tanto, una especie de desequilibrio entre el número de obligaciones y la capacidad de ponerlas en práctica. ¿Cómo arreglarlo? Yo prefiero que, o bien haya más medios para hacer lo que se dice, o bien poner menos normas, pero que se controlen y se cumplan. En este sentido, creo que la ley de Simplificación Administrativa va a ir en el buen camino siempre y cuando se pueda poner en práctica y las empresas se puedan dedicar a lo que es su propósito, y no a otras cosas.

P.– El Gobierno aprobó en diciembre pasado la Ley de Industria y Autonomía Estratégica con el objetivo de impulsar una nueva estrategia industrial para incrementar el peso de la industria en la economía española, el empleo y mejorar su competitividad. ¿Qué valoración le merece? ¿Es la ley que esperaba para avanzar hacia la sostenibilidad?

R.– Toda iniciativa que tienda a incrementar el rol de España en la descarbonización está bien. El problema es entender qué medios nos damos para hacerlo y qué consenso hay detrás de este proyecto Si detrás están los sectores, las empresas y las asociaciones involucradas, y si existen ayudas de acompañamiento para que no haya, como decía antes, reversibilidad, estoy seguro al 90% de que puede ir en la buena dirección. Dicho esto, cualquier gobierno de cualquier color en los países europeos, por más que digan lo contrario, está en un 80% influenciado por las políticas europeas. De otro lado, me gustaría resaltar que las empresas cántabras que no tengan calculado en 2026 las emisiones de Alcance 3 de la huella de carbono [el que cubre todas las emisiones indirectas que se producen en la cadena de valor de una empresa como resultado de su actividad] van a tener un riesgo gigante a la hora de seguir compitiendo. Este es, precisamente, un gran servicio que presta el clúster. Proveemos, a través de la Fundación Empresa y Clima, de un servicio que permite, a coste muy bajo, calcular la huella de carbono de las empresas.

El titular de Industria repasa las actuaciones seguidas por su departamento desde que asumió el cargo, hace ahora casi año y medio; saca pecho por los buenos datos en materia de empleo del sector, los mejores en muchos años, según destaca; y apunta a la falta de ayudas a la cogeneración como el principal problema que lastra la producción industrial en la región. Entre las medidas adoptadas para atraer inversión, Eduardo Arasti enumera la reforma fiscal emprendida este año y que anuncia tendrá continuidad en el próximo, la creación de casi dos millones de metros cuadrados de nuevo suelo industrial en tres emplazamientos estratégicos y el primer Plan de Internacionalización o la recién presentada Agenda Digital, dos iniciativas que asegura ayudarán a mejorar la competitividad del tejido empresarial.

Manuel Casino | @mcasino8 | Enero 2025

Pregunta.– La industria en Cantabria no acaba de despegar. De hecho, la contribución del sector industrial al PIB regional en 2023 se situó por debajo del 20%. Este año, ¿seguirá por los mismos derroteros o espera un cambio de tendencia?

Respuesta.– Yo le puedo decir cómo encontramos la comunidad hace casi un año y medio y cómo está ahora. Cuando llegamos al Gobierno, el sector industrial de Cantabria estaba en recesión técnica. Concretamente, los hornos de las electrointensivas estaban apagados, la producción deslocalizada y el futuro de empresas emblemáticas seriamente comprometido, y le pongo el ejemplo de Siemens Gamesa. Le doy un dato. Ahora mismo, con cifras de octubre, en la industria hay 2.206 desempleados, lo que supone el mejor dato de la serie histórica en todos los sectores, también en el de la industria. En el último año, el paro en este sector ha disminuido un 12,18% y, según el último dato de la EPA, en el sector industrial de Cantabria trabajan 45.100 personas, que son 3.500 más que hace doce meses y representa un incremento del 8,41%, el mejor dato de los últimos dieciséis años. Con estas cifras de empleo, que son lo más importante, el cambio ha sido notable. Hay, además, otros indicadores que son positivos. En lo que va de año, las exportaciones en Cantabria han subido un 3%, mientras que la media en España ha descendido un 0,9%, y el tráfico de mercancías en el puerto de Santander está batiendo todos los registros. Esto ¿qué indica? Pues confianza, seguridad jurídica… Usted se ha referido al PIB industrial, que es tanto como decir el Índice de Producción Industrial (IPI). Pues bien, este índice, aunque en el último mes ha crecido un 15,23%, en variación anual ha disminuido un 5,2%. Resulta llamativo que con unos datos de empleo tan positivos lo que produce la industria salga negativo. ¿Por qué ocurre esto? Si lo analizamos por sectores, vemos que el de la madera y el corcho ha aumentado en el último año un 27,27%; que la fabricación de madera y equipo eléctrico lo ha hecho en un 15,8%; la fabricación de productos minerales no metálicos, un 12,8%; la metalurgia, un 4,4%; y la industria química, un 1,2%. ¿Qué es lo que falla entonces? Los dos problemas fundamentales están, de un lado, en el sector de suministro de energía eléctrica, el segundo en importancia en el cálculo del IPI, que ha disminuido un 28,9% en el último año. De otro, el sector de fabricantes de componentes de la automoción, que ha caído un 13,4% en los últimos doce meses.

P.- ¿A qué achaca esa caída tan importante en la aportación de la energía al IPI?

R.- La cuestión está en la cogeneración, que es un problema nacional. La cogeneración de alta eficiencia recibe por la electricidad que genera una retribución regulada, adicional al mercado diario, durante su vida útil, que es de veinticinco años. Lo que ocurre es que desde 2012 no se han convocado subastas de potencia para la cogeneración, lo que ha impedido a las empresas poder invertir en nuevas plantas de cogeneración y, sobre todo, en la renovación tecnológica de las ya existentes. La consecuencia de todo esto es que el 25% de toda la cogeneración en España ya no recibe retribución regulada, un porcentaje que se calcula llegará al 40% en dos años. Esta situación contrasta con lo que pasa en países como Italia o Alemania, donde las cogeneraciones duplican y triplican a España en esta faceta. El sector lo que reclama es que el Gobierno convoque las subastas de 1.200 MW previstas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) y que fueron anunciadas en 2022. Nuestras principales cogeneraciones han cumplido ya, o están cerca de cumplir, su vida útil regulatoria, o sencillamente han dejado de producir por la incertidumbre asociada a esta retribución regulada. De hecho, las dos mayores cogeneraciones cántabras están paradas: Solvay, desde febrero; y Dynasol, desde esta primavera. Esto explica perfectamente el descenso del sector energético y del IPI. ¿Solución? Que el Gobierno de España convoque ya estas subastas de potencia para la cogeneración. Es la única manera de que las empresas puedan invertir en nuevas plantas o renovar tecnológicamente las que ya existen. Si ya hubiera salido, ni la cogeneración de Solvay ni la de Dynasol estarían cerradas y nuestro IPI no sería negativo, sino positivo.

P.- En el caso de la automoción la caída es menor, pero entiendo que muy significativa por el peso que tiene ese sector en la región.

R.- Hay que tener en cuenta la situación mundial que atraviesa el automóvil, con el anuncio de cierres de plantas por parte de algunos de los principales fabricantes. Con todo, y a pesar de esta situación, insisto en que nuestro datos en materia de empleo, que son los más fundamentales, no es que sean buenos, es que son los mejores de la serie histórica en cuanto a afiliación y, en cuanto a paro, tenemos la segunda tasa más baja de toda España.

P.– ¿Qué hace falta para que la industria de Cantabria recupere el protagonismo que tuvo en épocas anteriores?

R.– Lo primero, como ya le he apuntado, sacar las subastas de cogeneración porque es muy importante para ayudar a las empresas a que compitan. Y son muchas empresas. En segundo lugar, destinar parte de lo que el Estado recauda en concepto de derechos de emisión de gases de efecto invernadero, que en nuestro caso son aproximadamente 3.584 millones de euros, a ayudas a las empresas electrointensivas. La Comisión Europea permite destinar como máximo el 25% de esa recaudación, que es lo que destinan países como Francia o Alemania. Nosotros destinamos 300 millones, que es menos del 9%. Por tanto, para lo mismo que ellos deberíamos prácticamente triplicar nuestras ayudas. En vez de destinar 300, destinar 900 millones. Esto resulta importante porque el precio final de la energía en España, que es cierto que ha disminuido, aún es el triple que en Francia y el doble que en Alemania. En resumen, estas ayudas a la cogeneración y a las empresas electrointensivas son dos medidas que se deberían de tomar ya, a corto plazo.

P.– Hace unos meses, la patronal reclamaba al Gobierno de Cantabria decisiones valientes para mantener y consolidar el tejido industrial y pedía acompasar los ritmos de los empresarios a los de la Administración que, a su juicio, son mucho más lentos. ¿Han tomado nota?

R.– Hablemos de hechos y de qué medidas hemos tomado para ayudar a la industria e incentivar la inversión. Nada mas llegar al gobierno, una de las cosas que dije es que no había que paralizar nada y sí, en cambio, agilizar todo. Hemos agilizado La Pasiega porque en Cantabria tenemos un problema, que es que no tenemos suelo industrial. El ritmo de las obras, que se circunscriben a la etapa 1 de la Fase 1, van por encima de lo previsto. Además, para recortar plazos hemos tramitado conjuntamente el resto del proyecto, lo que nos va permitir que el Centro Logístico, que estaba previsto para 2032, se termine en septiembre de 2030.

P.– Ya que cita La Pasiega, hace escasos días, la comisión de Industria del Congreso aprobó una iniciativa del PP para que el Gobierno de España se comprometa con la construcción de la estación intermodal en La Pasiega. Si finalmente este acuerdo no llegara a materializarse, ¿Cantabria estaría en condiciones de asumir en solitario la inversión necesaria?

R.– Vamos a ver. En primer lugar, la intermodal. Como sabe, el Gobierno de España siempre dijo que esta estación la iba a llevar a cabo Adif, lo que tiene toda la lógica del mundo por ser el administrador de infraestructuras ferroviarias. Eso es lo que dijeron. Pero cuando hubo un cambio de gobierno, lo primero que dijo Adif es que la intermodal no tenía demanda y que, por tanto, no era rentable financieramente ni tampoco técnicamente viable porque quedaba encajonada entre taludes de nueve metros. Nosotros, nada mas llegar, rebatimos todo esto. Y el pasado 30 de mayo, en una nota técnica que remitimos a Adif, demostramos que sí había demanda, que sí había rentabilidad económica y que sí era viable. Y lo cuantificamos. La siguiente manifestación de fuentes oficiales del Ministerio de Transportes fue que no era de interés del Estado. Y nosotros también rebatimos esta cuestión porque si alguien está interesado y a alguien beneficia esta estación es al Puerto de Santander, y no al polígono de la Pasiega, que se va a llenar sí o sí porque en Cantabria no hay suelo industrial. Además, la terminal de Muriedas ya está tensionada y la de Torrelavega se saturará en 2030. Espero, por tanto, que el Estado no se pegue un tiro en el pie y se perjudique a sí mismo. Una cosa es que crea que la intermodal se va a hacer porque, entre cosas, el Gobierno de España se dará cuenta de que a quien beneficia es a sí mismo, y otra cosa distinta es que crea que Cantabria deba asumir algo que no le corresponde. Mire, Cantabria es un sándwich entre dos infraestructuras ferroviarias importantísimas: la variante de Pajares, de 4.000 millones de euros; y la Y vasca, de 6.000 millones, que no han pagado ni vascos ni asturianos, sino todos los españoles. Y aquí estamos hablando de que nos tengamos que costear 35 millones de euros. En fin, creo que en la próxima reunión política, que por cierto la presidenta Sáenz de Buruaga ya ha pedido cita al ministro, se acuerden los términos concretos para llevar a cabo la intermodal del centro logístico de La Pasiega.

 

Eduardo Arasti, consejero de Industria, Empleo, Innovación y Comercio el Gobierno de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Por su parte, la Cámara de Comercio ha expresado su preocupación por la escasa motivación que existe en las nuevas generaciones, no ya solo para trabajar en la industria, sino también para ser empresario del sector. ¿Lo comparte?

R.– No me gusta entrar en este tipo de debates. Sí que es cierto que al empresariado hay que ponerle las cosas lo más sencillas posibles por parte de las administraciones. Pero si subes los impuestos hasta llegar a ser casi confiscatorios, eso lógicamente frena la inversión. Es una invitación a que la inversión huya hacia otras territorios con una fiscalidad más atractiva. Si, además, el propio Gobierno de España demoniza al empresario, hasta llegar a insultar públicamente a un empresario de la talla de Amancio Ortega; y cuando no pones en valor la labor tan importante que genera el empresario, que es quien genera empleo, inversión y riqueza… Hay que poner fácil la labor al mundo empresarial. ¿Cómo? Lo primero, con una reforma fiscal para poner freno a la huida a la inversión. En 2024 hemos bajado todos los impuestos y el próximo año se van a introducir dos nuevas deducciones en el IRPF para captar inversión extranjera y para que personas físicas trasladen su residencia habitual a Cantabria. Pero otro manera de apoyarles es desarrollando suelo industrial, y nosotros ya hemos puesto encima de la mesa el desarrollo de nuevo suelo en Guarnizo Sur, en Villaescusa-Parbayón y en Penagos, con 830.000. Tres emplazamientos estratégicos que suman cerca de dos millones de metros cuadrados. Es el inicio. Por otro lado, el nuevo Plan Director de Desarrollo de Suelo de Cantabria, que se licitará próximamente, se va a centrar en dos líneas de trabajo: el desarrollo de áreas industriales con necesidades de grandes parcelas, de entre 30.000 y un millón de metros cuadrados; y el desarrollo de áreas que acojan, reordenen y faciliten el crecimiento de las pymes, de 2.000 hasta 10.000 metros cuadrados.

P.– Cantabria lleva años a la cola de la inversión extranjera en España. ¿A qué achaca esta nula capacidad para atraer proyectos empresariales de capital extranjero?

R.– Llevamos ocho años en que no se ha incentivado la inversión, ni nacional ni extranjera. Para empezar, como le he dicho, los impuestos eran prácticamente confiscatorios y, precisamente, para frenar esa huida de inversores hacia otros territorios hemos puesto en marcha la citada reforma fiscal. Además, hemos reestructurado Sodercan para que, en lugar de ser un organismo que otorgue subvenciones, sea un organismo que atraiga inversiones. De ahí, por ejemplo, ha llegado la posible inversión de Lifthium Energy, del grupo portugués Joao de Mello. Si finalmente se solucionan todos los problemas, esta empresa podría invertir en Cantabria 500 millones de euros y crear 180 puestos de trabajo en su fábrica de Torrelavega para la producción de hidróxido de litio. Estamos trabajando para que esta inversión sea positiva y soy moderadamente optimista en que finalmente sea así. [con posterioridad a esta entrevista, la compañía renunció a los 21 millones de euros concedidos en el PERTE del vehículo eléctrico (VEC III) porque, según aseguró, los plazos y condiciones establecidos no han podido encajar con la planificación del proyecto]. Si la fiscalidad es negativa; si no hay suelo industrial; y si las ayudas a la cogeneración son inferiores a las que se conceden en países como Italia o Alemania, el empresario se va a esos otros países. Si, además, el precio final de la energía es el triple que en Francia y el doble que en Alemania, pues el empresario se irá a esos países. Y ya ha pasado. Aquí hay empresas que han deslocalizado su producción a su filial francesa. Alguna empresa electrointensiva lo ha hecho. Estamos tomando un conjunto de medidas, fiscales, de suelo industrial, de ayudas… Por ejemplo, una medida que hemos tomado en la Ley de Simplificación Administrativa es la relacionada con la normativa de declaración de proyectos empresariales estratégicos. Esto nos lo han pedido empresas que quieren venir a Cantabria Es decir, mediante esta nueva normativa, cuando una empresa tenga una repercusión importante en la economía regional puede ser declarada por el Gobierno de Cantabria proyecto estratégico, lo que simplificará y agilizará al máximo todos los trámites que conlleva su instalación.

«En Cantabria hay cantidad de empleos bien retribuidos que no se cubren. No está alineada la oferta con la demanda de empleo. Cantabria tiene una tasa de desempleo del 7%, la segunda más baja de España.»

P.– ¿En qué sectores productivos puede Cantabria presentar una posición competitiva y atractiva para los inversores internacionales?

R.– Vamos a ver. El sector de componentes del automóvil, claramente. Pero también hay otros. Le doy algunos datos. El más importante por porcentaje en el PIB industrial es el sector de alimentación, que representa el 16,28%. En segundo lugar, la industria química, que supone el 12,5%; el suministro de energía eléctrica, el 10%; y fabricación de productos metálicos, otro 10%. Por su parte, en términos de empleo el más importante sigue siendo el agroalimentario, con el 21,3% del empleo industrial, seguido de la fabricación de productos metálicos, con el 18,6%; y en tercer lugar la fabricación de material y equipo de transporte, con el 9%. Pero veo oportunidad de negocio en el sector tecnológico porque demanda mucha mano de obra cualificada, que no la hay, pero la va a haber, y genera más valor añadido. En Cantabria hay cantidad de empleos bien retribuidos que no se cubren. No está alineada la oferta con la demanda de empleo. Cantabria tiene una tasa de desempleo del 7%, la segunda más baja de España. Por lo tanto, hay problemas de cubrir plazas en todos los sectores. Precisamente para cubrir esa demanda de las empresas la Agenda Digital va a proporcionar soluciones para formar personas cualificadas en competencias digitales.

P.– También ha avanzado para antes de fin de año el primer Plan de Internacionalización de Cantabria para apoyar la salida al exterior de las empresas cántabras. ¿La escasa propensión a exportar de nuestro tejido industrial se justifica en el pequeño tamaño de las empresas o hay otros factores que lo explican?

R.– Hay varios factores, pero sin duda el principal es el tamaño. Lo que llama la atención es que, como usted ha dicho, sea el primer plan. Es decir, que este tema nunca se había planificado convenientemente. Sus objetivos pasan por incrementar el número de empresas exportadoras de la región, diversificar los destinos de las exportaciones cántabras, potenciar la incorporación de talento y fomentar la innovación y la digitalización en la internacionalización. Este plan, que se presentará antes de fin de año, tiene como principal novedad su enfoque sectorial, abandonando los enfoques generalistas y centrándose en proporcionar formación y asesoramiento especializado a las empresas de cada sector, ayudándolas a comprender los requisitos legales, culturales y logísticos específicos para que puedan operar de forma exitosa en los mercados extranjeros. Por ejemplo, en fomento de la inversión de I+D+i, una de las medidas es llevar acabo un servicio de asistencia técnica para incrementar la presencia de empresas cántabras en programas de ayudas de fomento a la I+D+i nacionales y europeos. Es una oportunidad que hasta el momento el tejido empresarial de Cantabria está desperdiciando. Y estas ayudas son la antesala de la inversión.

P.– ¿Los fondos europeos están siendo el revulsivo que se esperaba o se están desaprovechando?

R.– Se están desaprovechando, pero no por los fondos en sí, sino porque muchas empresas, sobre todo pequeñas y medianas, no son capaces de aprovecharlos como se debería. De ahí que queramos acompañarlos en ese proceso para que puedan ser capaces de captar todas las ayudas que puedan con este proyecto denominado Actuación Singular para el Fomento de la Innovación en el Tejido Empresarial de Cantabria (Asfitec).

P.– Los elevados costes de la energía; las deslocalizaciones; la falta de talento, de perfiles profesionales o de relevo generacional en las empresas; la escasa internacionalización, el déficit en infraestructuras… ¿Cuál es a su juicio la mayor amenaza no ya para crecer, sino para mantener la industria que ya tenemos?

R.– Esto es acción, reacción. Ante cada problema la Administración tiene que reaccionar. Es decir, todo el mundo está de acuerdo que para atraer inversión una herramienta fundamental es la fiscalidad. Un ejemplo paradigmático es Irlanda. Pero, además, tienes también que proporcionar a las empresas suelo industrial. Creo que una comunidad autónoma, cualquiera, debería tener siempre en reserva suelo industrial. Siempre. El suelo es un activo que no se puede malbaratar. Tiene que esperar a proyectos importantes desde el punto de vista social y esperar la oportunidad de crear empleo. Y también tiene que tener gente formada para ocupar puestos. Si no, tampoco vendrán empresas. Tiene que tener ayudas por parte de la región y de la nación. Si no ayudas a las empresas que tienen plantas de cogeneración, se irán a otro sitio. Y le voy a dar algunas cifras para que entienda su importancia. En 2019, la cogeneración en España produjo 29.615 GWh de energía eléctrica, lo que representó el 11,4% del toda la energía producida. En 2023, esta producción disminuyó a 17.455 GWh, es decir, un 41% menos, lo que redujo su participación al 6,5%. Esto da una idea del destrozo que se ha hecho a la cogeneración con la falta de convocatoria de las subastas. En Cantabria, por su parte, la producción fue de 1.583 GWh en 2019, que cayó a 557 GWh en 2023, es decir, un 65% menos. Con todo, ahora mismo la cogeneración en Cantabria representa el 5,3% de la potencia instalada en España. Además, si quieres tener empresas electrointensivas, y en Cantabria hay unas cuantas –Global Steel Wire (GSW), Ferroatlántica, Solvay, Reinosa Forgings & Castings, Bondalti, Birla Carbón, Nissan, Derivados del Flúor, Saint Gobain PAM, Sidenor, Fundiciones Carg y Hergom– y les das menos del 9% de ayudas, mientras que en Europa les están dando el 25%, tú no les estás ayudando. Estas empresas están en inferioridad competitiva. Y eso es competencia del Gobierno de España. Está muy bien hablar del cambio climático, pero hay que combatirlo.

P.– ¿Y nuestra mayor oportunidad?

R.– La mayor oportunidad es aprovechar la revolución tecnológica. Lo hemos visto en el pasado. Los países con mayor bienestar y libertad son los que supieron aprovechar en siglos pasados las revoluciones industriales que se produjeron. Ahora hay una revolución tecnológica que está cambiando nuestra manera de vivir y que va a cambiar profundamente el tejido productivo. Insisto en que la mayor oportunidad de Cantabria es aprovechar las nuevas tecnologías para impulsar la competitividad. Si eres más competitivo, venderás más, producirás más empleo y, en consecuencia, tendrás mayor bienestar y riqueza. De ahí la primera Agenda Digital de Cantabria que creemos imprescindible para coger ese tren. Ese tren no lo podemos perder ahora. Porque, además, la digitalización afecta a todas las empresas, no solo a las industriales. Pero este sector, en concreto, genera mucho empleo de un nivel de formación elevado, que lo tenemos porque contamos con universidades que forman muy bien a los alumnos, y que, además, supondría un modo de fidelizar y fijar a la población.

 

Carlos Montes, responsable de vivienda en Cantabria, analiza en esta entrevista la crisis que vive el sector ante la escasez de oferta y la falta de nuevas viviendas. Para tratar de superar este problema, que reconoce poliédrico, defiende la necesidad de ofrecer mayor seguridad jurídica y deducciones fiscales a los propietarios, reducir las cargas administrativas y fortalecer el parque público.

Manuel Casino | @mcasino8 | Enero 2025

Pregunta.– La vivienda está en crisis. ¿En su peor crisis?

Respuesta.– Bueno, desde hace unos años para acá, sin lugar a dudas. Venimos de la época del boom y de la época de desarrollismo de las décadas de los años 50 y 60 en las que la gente tenía la capacidad de elegir si quería entrar en la vivienda en forma de compra o de alquiler. Han sido quizá tres generaciones que han podido elegir. Ahora, sin embargo, nos encontramos en un momento en el que es complicado que los jóvenes puedan hacerlo. En eso estamos trabajando para tratar entre todos de revertir esta situación. Y creo que lo vamos a conseguir.

P.– Muchos ciudadanos han salido recientemente a la calle para expresar su malestar por esta grave situación que afecta a cada vez más y más personas. Sin duda, el acceso a la vivienda es un problema en el que influyen muchos factores, pero ¿por dónde cree que empieza la solución?

R.– La solución no es fácil. Es poliédrica. Y no solo tiene que ver con la Administración, ni solo con el mercado, ni solo con el sector y ni solo tampoco con los ciudadanos. Es un compendio de muchísimas cosas. Desde el lado de la Administración, desde luego sí tenemos detectado que la solución pasa por generar seguridad jurídica en los propietarios. Y hablo en el ámbito del alquiler. Desde el punto de vista de la compra, la Administración tiene que hacer un esfuerzo por reducir cargas administrativas, que es uno de los proyectos de este Ejecutivo regional, a través de la Ley de Simplificación Administrativa. El 18 de noviembre se ha publicado en el Boletín Oficial de Cantabria (BOC) el decreto por el cual se derogan las cédulas de habitabilidad, que para nosotros era uno de los ejes fundamentales. Queríamos dar la vuelta al cajón de toda la normativa y en eso estamos. Es un decreto que viene del año 91 y que era totalmente anacrónico. Y no lo hemos quitado porque sí. Tenemos un sistema lo suficientemente garantista ya, con un sistema de colegios profesionales, de notarios y registradores y de controles desde los propios ayuntamientos sobre todas las viviendas que se ponen en el mercado. Además, desde el punto de vista de la gestión del propio departamento, con esta modificación conseguimos que seis trabajadores que estaban dedicados de forma exclusiva a esta labor, pasen ahora a apoyar técnicamente el control y supervisión de las ayudas a la rehabilitación que desde esa dirección general se tramitan, sean de fondos europeos o del plan estatal En cuanto a la vivienda protegida, tenemos claro que la Administración tiene que estar detrás de esos ciudadanos que tienen problemas de acceso. Tenemos que fortalecer el parque público y, en esa línea, se enmarca el proyecto que ya tenemos en ejecución de 30 de esas 285 viviendas que en una primera fase van a completar este parque público.

P.– Varios expertos apuntaban hace unos días que Cantabria se asoma a un horizonte lleno de oportunidades para comprar y vender viviendas. ¿Lo cree usted también así?

R.– Es matizable. Desde luego sí que parece que los indicadores del mercado de vivienda libre indican una cierta recuperación, pero es cierto que hay una demanda no satisfecha que tiene que ver con una clase media que, digamos, aún tiene dificultades de acceso al mercado hipotecario. Creo que, no ya a nivel estatal, sino a nivel europeo, hace falta articular algún mecanismo que permita mayor dinamismo en este mercado hipotecario.

Carlos Montes, en su despacho durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– Se calcula que en España, uno de cada cinco inquilinos destina más del 40% de sus ingresos a la vivienda, lo que complica la situación económica de muchos hogares. ¿Cantabria está en esa media?

R.– Sí. Vamos a ver. Por eso apuntaba antes que una de las soluciones para dinamizar el mercado del alquiler tiene que ver con la seguridad jurídica. ¿Y por qué? Porque la estructura de la propiedad en Cantabria está atomizada, es decir, que las viviendas son propiedad de particulares y no de grandes fondos de inversión. Si en Cantabria existen 50.000 viviendas vacías, ¿qué lleva a un propietario que tiene su vivienda vacía a no ponerla en rentabilidad? Desde que en mayo de 2023 entró en vigor la Ley estatal de Vivienda tenemos un dato muy significativo de la patronal de las inmobiliarias, que indica que se ha retirado del mercado el 37% de la oferta. Entendemos que esta retirada tiene que ver lógicamente con que el propietario no se siente cómodo poniendo su vivienda en alquiler. La ley no ofrece garantías. Creo que el derecho a una vivienda y el derecho a la propiedad no se pueden enfrentar como ha tratado de enfrentar y están logrando con esta norma estatal. Lo que tenemos que hacer es aunar ambos derechos y buscar un punto en común. Generar seguridad jurídica en el propietario porque el problema de la vivienda en alquiler no son los propietarios, son una parte muy importante de la solución. Nosotros estamos por una política en positivo y por unas deducciones fiscales que animen a estos propietarios a poner sus viviendas en alquiler. Un dato también muy significativo es que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en su último informe, dice que, de media, se tardan 23 meses en un alzamiento. No puede ser que tardemos de media casi dos años en que un propietario recupere su vivienda. Eso genera temor.

P.– Afirma que en Cantabria hay alrededor de 50.000 viviendas vacías que no salen al mercado. Ha puesto en marcha rebajas fiscales para incentivar a los propietarios a que cambien de opinión, pero ¿no sería también necesario avanzar en mejorar la seguridad jurídica? ¿Observa ya un cambio de tendencia?

R.– La seguridad jurídica y las deducciones fiscales tienen que ir de la mano. Lo que ocurre es que la Ley estatal de Vivienda, en sus disposiciones adicionales, modificó la Ley de Enjuiciamiento Civil, que es medular para este tema. Nosotros, como comunidad autónoma, no podemos modificar esta ley, es competencia del Estado. Todas esta serie de trabas que se ponen a la recuperación de una vivienda desincentivan desde el temor. En las conferencias sectoriales a las que acude el consejero [Roberto Media] siempre se esgrime este argumento y se pide a la ministra que recapacite porque, lógicamente, la solución a nivel estatal tiene que conjugarse y estar conforme con todos los agentes. Sí que es cierto que muchas comunidades están pidiendo esta modificación para, a la vez de incentivar fiscalmente, quitar trabas a la recuperación de la vivienda. También la declaración de zonas tensionadas, que es potestad de las comunidades autónomas y que nosotros vamos a aplicar, pero que viene dibujada en esa ley, genera desconfianza y temor. Y otro desincentivo es el incremento del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) por vivienda desocupada. Frente a ello, insisto que nuestra hoja de ruta es política en positivo e incentivadora. No tenemos previsiones. Todas y cada una de las 50.000 viviendas serían importantes. Pero si consiguiéremos que se pusieran en el mercado 10.000 o 15.000 viviendas estaríamos en unas condiciones muy diferentes que, seguramente, conllevaría una rebaja de precios.

P.– ¿Hay déficit de viviendas en Cantabria?

R.– Sí, sí, desde luego. Desde el punto de vista del alquiler y también de compra. Parece que desde determinados sectores se está abocando a los jóvenes a que no puedan decidir. Y nosotros queremos que sí puedan hacerlo. Que haya un dinamismo en el mercado que permita acceder en condiciones dignas al alquiler, pero también hay que incentivar la compra, que en España es un tema cultural y a la que muchas personas quieren optar. De hecho, uno de los ejes presupuestarios de cara a 2025 es incremento en un 30% de las ayudas de hasta 10.800 euros a la adquisición de viviendas para jóvenes menores de 35 años en municipios de menos de 5.000 habitantes. Y a lo largo del ejercicio, si hubiera más peticiones, estamos dispuestos a ampliar esta partida que está cuajando y que tiene éxito.

«Entiendo que los precios seguirán incrementándose en 2025. No solo de incentivos fiscales vive el incremento de la oferta en el mercado de alquiler.»

P.– El consejero Roberto Media sostiene, y usted acaba de corroborar, que desde que entró en vigor la Ley estatal de Vivienda, la oferta de inmuebles en alquiler en la Cantabria ha caído un 37%, mientras que la demanda ha crecido un 17%. Así las cosas, ¿es esperable que los precios no dejen de subir?

R.– Entiendo que los precios seguirán incrementándose en 2025. No solo de incentivos fiscales vive el incremento de la oferta en el mercado de alquiler. Manifestaciones como hace unos días hubo en Madrid del Sindicato de Inquilinas, que abogaban por hacer una huelga de alquileres, también desincentivan. Y si el Ministerio de Vivienda y Agencia Urbana no sale a corregir completamente esas declaraciones, el temor seguirá presente. Y, ¿en qué se mide el temor? En el número de viviendas que desaparece del mercado de alquiler. Está claro. Le podremos poner todas las puertas que queremos al campo, pero si insistimos en confrontar un derecho con otro nunca vamos a conseguir nada.

P.– La ‘okupación’ es un tema que preocupa en Cantabria?

R.– Por supuesto. Un solo caso nos preocupa y muchísimo. Y no hay uno, hay muchos. Y donde ocurre, la situación que genera es tremenda, desoladora. Lo primero que provoca es un conflicto vecinal brutal y una bajada del precio de las viviendas del entorno. Pero también una sensación de impotencia en todos los vecinos, que se ven incapaces de que el sistema les garantice una convivencia normalizada.

P.– El Gobierno regional ha retrasado la presentación del proyecto de Ley de Vivienda de Cantabria hasta finales del primer semestre de 2025. ¿Qué podemos esperar de ella?

R.– Cantabria tiene las competencias exclusivas en materia de vivienda. En cuanto a normativa, el tema de la vivienda tiene muchísimos frentes: Ley de Propiedad Horizontal (LPH), de Enjuiciamiento Civil, de Arrendamientos Urbanos, además de las normativas de notaría y registro, que también incide sobre ella. En el ámbito de nuestras competencias, la ley dibujará toda serie de garantías para que todo lo que entre en el mercado cumpla escrupulosamente la legalidad. También vamos a regular los colectivos profesionales que tienen que ver con el tráfico de vivienda, como son los agentes inmobiliarios, los administradores de fincas… Desde luego que vamos a buscar cualquier resquicio competencial para ofrecer seguridad jurídica a los propietarios en el caso del alquiler, y hacer más sencillo, desde el punto de vista administrativo, la generación de vivienda. Y eso no obsta para que haya los controles precisos que tenga que haber. Pero no más.

P.– Defiende el trabajo realizado por su departamento para reducir la carga administrativa y ahorrar burocracia y tiempo al ciudadano. ¿En qué lo vamos a notar?

R.– Por ejemplo, la reorganización interna del personal que le he apuntado antes y que ya está trabajando en la verificación y comprobación de ayudas a la rehabilitación, optimizando recursos humanos y materiales. Se trata de muchos pequeños detalles en todos y cada uno de los procedimientos para modificar y eliminar todo lo que es superfluo.

P.– ¿Falta personal?

R.– Sí. Desde luego. Le pongo un ejemplo: con la llegada del Bono de Alquiler Joven, que nos han asignado 3,8 millones de euros, necesito cinco personas que no tengo para verificar los requisitos de los solicitantes y hacer la prelación de un proceso que es en concurrencia competitiva. Al igual que los fondos europeos establecieron un porcentaje de costes indirectos que, digamos, podíamos cargar contra esos fondos, el Ministerio es completamente reacio a dejarnos imputar personal a esa partida. Lo hemos pedido por activa y por pasiva. El Ministerio también nos había prometido una herramienta informática centralizada a nivel estatal, que es fundamental para, de forma conjunta, seguir todas las comunidades autónomas el mismo procedimiento para el Bono Joven. Pues bien, esa herramienta aún no ha llegado.

Carlos Montes, a la derecha, junto al consejero de Fomento, la presidenta de Cantabria, el gerente de Gesvican y el alcalde de Reinosa, en el acto de inicio de las obras para construir 19 viviendas de protección oficial en la capital campurriana.

P.– El Ejecutivo regional ha anunciado la construcción de 285 viviendas de VPO en régimen de alquiler asequible con una inversión que asciende a más de 42 millones en nueve ayuntamientos de la región, pero lamenta el nulo apoyo económico recibido hasta ahora por parte del Gobierno de España para este tipo de iniciativas. ¿Confía en que cambien las tornas?

R.– De momento, en este programa, no. Dentro de la partida de fondos europeos destinados a vivienda hay un programa que es el de construcción de vivienda de alquiler asequible, dibujado con trece millones de euros. El Ejecutivo regional anterior no tenía proyectos que soportaran esa partida y, en palabras de la anterior consejera, ese montante se iba a devolver. El 21 de julio de 2023 tomé posesión del cargo. Y a los tres días estaba en el Ministerio con los acuerdos para optimizar esos trece millones, que son parte –el 30%– de la inversión para este programa de vivienda asequible. Tenga en cuenta que el actual parque público de vivienda lo componen 400 viviendas, que están ocupadas en su totalidad. Ahora nosotros con este proyecto vamos a poner 285 viviendas en una primera fase. Estamos pidiendo corresponsabilidad al Ministerio porque, repito, los fondos europeos ponen el 30% de esos recursos y el 70% restante son a costa el Gobierno de Cantabria.

P.– El consejero Media ha adelantado su intención de acudir a la colaboración privada para construir 212 viviendas protegidas en régimen de alquiler asequible. ¿Qué puede hacer el Gobierno para hacer más atractiva la VPO a la iniciativa privada, si es que se puede hacer algo?

R.– De esas 285 viviendas, 212 salen de forma inmediata a licitación de constitución de derecho de superficie. Es un modelo de colaboración público-privada que llega para quedarse porque el real decreto que desarrolla este plan estatal, en su exposición de motivos, dice que preferentemente se adoptará este modelo. Todas las comunidades autónomas, salvo dos, tienen ya procesos de licitación. A buen seguro que esta licitación va a tener buen acogida entre la iniciativa privada.

P.– Aunque no es de su competencia directa, uno de los factores que inciden en la falta de vivienda es la proliferación de pisos turísticos, muchos de ellos ilegales. ¿Cómo se puede combatir?

R.– Efectivamente no es de nuestra competencia, pero los datos que manejamos en esta dirección general es que, frente a esas 50.000 viviendas vacías, que representan el 14% del parque edificado en Cantabria, ahora mismo los pisos turísticos están por debajo del 4%. Desde esta dirección general y desde la Consejería de Fomento nos estamos centrando en ese 14%, que es lo que nos preocupa. En cualquier caso, el tema de los pisos turísticos también es poliédrico y muy complejo. Aquí tiene mucho que decir la LPH, que es competencia del Estado, al igual que ocurre con la fiscalidad en el IRPF. La comunidad autónoma en cuanto a las condiciones que deben de cumplir como alojamiento turístico; los ayuntamientos, en cuanto a los modelos que quieren para su municipio; y las comunidades de propietarios.

P.– Algunas comunidades llevan tiempo explorando la posibilidad de limitar la compra de viviendas por parte de extranjeros. ¿Ustedes también se lo han planteado?

R.– Para nada. Sí que es cierto que ese mercado extranjero no es en Cantabria tan significativo como puede ser en otras zonas de España. Pero si lo fuera, tampoco entraría en los planes de este gobierno.

P.– El departamento que usted dirige contará el próximo año con un presupuesto de cerca de 23,5 millones de euros, un 8,7% más que en 2024. ¿A qué lo va a destinar, fundamentalmente?

R.– Tenemos líneas estratégicas. Ayudas directas a la compra de vivienda para jóvenes, que aumenta un 30%; también incrementamos un 300% una partida que hemos innovado en ella para la rehabilitación de edificios públicos de ayuntamientos y juntas vecinales en la que este año hemos incorporado una novedad para la puesta en valor de vivienda existente o de cambio de uso y su puesta a disposición del parque público. Evidentemente, los fondos nunca son suficientes. Pero a lo largo del año hacemos modificaciones presupuestarias para optimizar aquellas líneas que tienen más éxito.

Ileana Soler, presidenta de la Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Ascentic). Foto: Nacho Cubero.

La nueva presidenta de Ascentic reflexiona en esta entrevista sobre el presente y el futuro del sector TIC en la región. Ingeniera informática de formación y también directora de World Worldgrid, Ileana Soler admite que sus principales retos pasan por captar talento y aumentar la competitividad de los asociados y por acercar a las pymes y pequeños ayuntamientos soluciones tecnológicas que les permitan cubrir la brecha digital.

Manuel Casino | @mcasino8 | Diciembre 2024

Pregunta.– El ecosistema tecnológico en Cantabria está integrado por un total de 35 empresas que emplean a unos 1.800 trabajadores. ¿Estamos donde teníamos que estar o tenemos mucho margen de crecimiento?

Respuesta.– Creo que tenemos muchísimo margen de crecimiento porque el grueso de las compañías está inmerso en procesos de transformación digital y, por tanto, requieren cada vez más servicios asociados a las nuevas tecnologías de la información.

P.– ¿Podría convertirse en el nuevo motor de la economía regional?

R.– Puede convertirse en un motor, y de hecho del algún modo ya lo es, pero de ahí a convertirse en el principal motor de la economía en Cantabria, que hoy es el sector turístico, hay un trecho. Me resulta difícil pensar que el sector TIC pueda sustituir al turismo como principal motor, pero obviamente sí aspiramos a aumentar nuestra contribución al desarrollo económico de la región.

P.– Asegura que el principal reto de Ascentic en la región es mejorar la comunicación. ¿Hasta ahora no han sabido explicarse todo lo bien que deberían?

R.– Ascentic tiene muchos retos. Este es uno más y creemos que podemos mejorar la comunicación, tanto interna como externamente. Pero los principales retos del sector son otros: encontrar talento, poder competir con empresas de otras regiones o incluso de otros países, globalizarnos…

P.– También ha recalcado su decidida apuesta por la formación de nuevos perfiles tecnológico, sean universitarios o de Formación Profesional. ¿Andamos escasos de talento tecnológico, especialmente femenino?

R.– En general, andamos escasos de talento tecnológico porque en las carreras STEM [aquellas relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, según las siglas inglesas de Science, Technology, Engineering y Mathematics] el número de alumnos que se pueden matricular es muy bajo, especialmente si lo comparamos con la cantidad de alumnos con buenas notas que se quieren matricular. Ante esta situación, desde Ascentic, en colaboración con otras entidades, se han puesto en marcha una serie de programas dedicados a la formación TIC para que, una vez adquieran la formación, puedan incorporarse a las empresas del sector. Este es el caso, por ejemplo, de un proyecto formativo que espero dé comienzo en breve en el nuevo Centro de Iniciativas Empresariales (CIE) del Ayuntamiento de Santander. Por volver a su pregunta, las carreras asociadas al sector TIC, ya sea universitarias o de FP, no tienen ninguna restricción de género. Pero sí es cierto que hay muchas menos mujeres matriculadas en estos estudios técnicos. Habría que poner en marcha algunas acciones para que las jóvenes se sientan atraídas por estos perfiles.

«Es cierto que hay muchas menos mujeres matriculadas en estos estudios técnicos. Habría que poner en marcha algunas acciones para que las jóvenes se sientan atraídas por estos perfiles».

P.– El sector digital en España reclama impulsar la colaboración público-privada para innovar. ¿Cooperamos poco?

R.– Creo que se colabora, pero que también se podrían hacer cosas adicionales. Por ejemplo, desde Ascentic y la Consejería de Industria del Gobierno de Cantabria estamos intentado organizar que de algún modo empresas del sector TIC hagan pruebas de concepto (POC) para que, cuando llegue la hora de la verdad, esas compañías locales estén mejor posicionadas para licitar o concurrir a los grandes contratos. Dicho esto, es evidente que en el ámbito de la colaboración siempre se puede mejorar.

P.– Varias comunidades autónomas presumen de haber puesto en su punto de mira la adopción de todo tipo de iniciativas que faciliten el acceso de las empresas a tecnologías habilitadoras y la transferencia de conocimiento innovador hacia las empresas. ¿Es también el caso de Cantabria?

R.– A ver. De hecho, estamos trabajando en diferentes iniciativas, fundamentalmente con la Dirección General de Innovación del Ejecutivo regional. Por ejemplo, Innovación acaba de poner en marcha, con la colaboración de Ascentic y también de otras entidades, una Agenda Digital, que creo se va a publicar en breve [la presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga, confirmó el pasado 26 de septiembre su presentación en octubre] que promoverá el emprendimiento, la creación de talento, la colaboración público-privada, el posicionamiento de Cantabria en el mundo digital… Con esta Agenda Digital estimo que Cantabria va a estar perfectamente ubicada en el contexto digital.

Ileana Soler fue elegida presidenta de Ascentic el pasado mes de junio. En las semanas posteriores completó una ronda de encuentros con las diferentes administraciones, como la Consejería de Industria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Es verdad que la transformación digital está en boca de todos, pero no todas las empresas, especialmente las más pequeñas, tienen capacidad para afrontar el salto tecnológico. ¿Qué pueden hacer desde Ascentic para ponérselo más fácil?

R.– Lo queremos tratar con los socios. Estamos viendo, pero para eso también tenemos que detectar socios interesados en participar en estos desarrollos, cómo definir no ya un ‘Kit Digital’, sino un ‘offering’, es decir, un paquete de soluciones orientado a diferentes tamaños de empresa para que éstas pueden cubrir esa brecha digital. Pero no únicamente lo queremos poner a disposición de las pymes, sino también de los ayuntamientos pequeños que tampoco disponen de un paquete completo que les permita hacer frente a sus retos tecnológicos, incluido el de la ciberseguridad.

P.– Ya que lo menciona, ¿la ciberseguridad se ha convertido en el objetivo número uno para las empresas tecnológicas?

R.– No sé si en el objetivo número uno, pero seguro que está entre los tres primeros. Todos los días vemos compañías que están sujetas a ataques de todo tipo. Cualquier compañía, aunque tenga solo tres empleados, debe tener una ciberseguridad mínima. Y esa es precisamente una de las brechas que hay que cubrir. Hay que desarrollar digamos un importante trabajo educativo para que las empresas comprendan la necesidad de adoptar decisiones que a lo mejor hace veinte años ni se planteaban. Tienen que tener obligatoriamente una estrategia de ciberseguridad y para las pymes y ayuntamientos pequeños tiene que haber soluciones asequibles, sencillas y eficaces.

«Todos los días vemos compañías que están sujetas a ataques de todo tipo. Cualquier compañía, aunque tenga solo tres empleados, debe tener una ciberseguridad mínima».

P.– Hace años reclamaban la necesidad de que los empresarios cántabros terminaran de creerse que pueden ser competitivos en un mercado global. ¿Lo somos?

R.– Dar ese salto a la internacionalización requiere de mucha inversión inicial, porque uno no acaba de tener un cliente internacional así de la nada. En cualquier caso, creo que el empresario cántabro ya no es igual. Ha cambiado mucho. Lo veo en Ascentic, donde al principio solo estaban empresas de cierto tamaño a las que les costaba mucho colaborar unas con otras porque, entre otras cosas, no existía esa mentalidad, que las multinacionales en cambio sí tienen en su ADN, de que colaborando se genera negocio. Pero eso también está cambiando. Ahora han surgido muchísimas compañías TIC que son jóvenes y que tienen esa mentalidad. Y las más maduras, también se están adaptando a ese cambio.

P.– Diferentes expertos denuncian que el sector digital en Europa ha sufrido un auténtico tsunami regulatorio en los últimos cinco años. ¿Hay que simplificar y reducir la carga regulatoria?

R.– Todo lo que sea reducir trabajo administrativo y burocracia que no aporta valor es conveniente, sea en el sector que sea. Pero creo que la regulación específica con respecto a cómo prestamos los servicios de TIC se limita a aspectos que difícilmente se pueden suprimir. Me refiero, por ejemplo, a la Ley Orgánica de Protección de Datos, a temas de ciberseguridad, y también a otros ámbitos que son generales todos los sectores, como los planes de igualdad, de auditorías de calidad, medioambientales, de cuotas que favorezcan la integración de otros colectivos… Un sector que conozco que sí está sujeto a cambios regulatorios brutales es el de la energía, lo que sin duda afecta a nuestro sector como consumidores de energía que somos, aunque su impacto se ha ido limitando porque ahora utilizamos mucho el ‘cloud’.

P.– El alto coste de la energía no solo juega en contra de la industria actual, sino del interés de impulsar actividades digitales de alto valor añadido, cuyo consumo energético es alto. Los centros de datos consumen hoy un 2,7% de la demanda europea, pero se espera que a final de la década copen ya el 28%. ¿Así es difícil competir?

R.– Obviamente. Al otro lado de la frontera, en Francia, tenemos un país con un coste de la energía mucho más barato que en España. Aquí hemos seguido una política de creación de un mix energético que particularmente me gusta como ciudadana y que dista mucho de la seguida en Francia, donde prima la energía nuclear, pero que desde un punto de vista pragmático no permite que nuestra electricidad sea igual de barata que en Francia. En nuestro sector, con el uso creciente del ‘cloud’ que le decía antes, el uso de energía es más indirecto.

La presidenta de Ascentic, en las instalaciones de Atos Worldgrid, la empresa que dirige en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Apenas cuatro compañías europeas aparecen en la clasificación de las 50 mayores tecnológicas del mundo. ¿Faltan tecnológicas o que estas al menos tengan más cuerpo y tamaño para poder competir con Estados Unidos o China?

R.– No. Siempre pueden faltar empresas tecnológicas porque van apareciendo nuevos nichos. Al final, cuando los clientes están favoreciendo todo el rato el coste, competir con empresas estadounidenses, chinas o indias es bastante complejo si no prestas un servicio diferencial. Por desgracia, uno de sus principales drivers de todos nuestros clientes para hacer grandes contratos es el coste. Otra cosa es que todos nuestros clientes también hacen proyectos más pequeños en los que a lo mejor lo que buscan es una empresa de nicho y no tanto que sea caro o barato. Por tanto, tenemos que buscar y encontrar un valor diferencial. Uno es el idioma; otro es la cultura, o la comprensión de la regulación. Y también tenemos que elevar la productividad. Si quieres mantener el ADN cántabro, tienes que elevar la productividad o lo vas a tener muy difícil. Por suerte, esta competencia con Estados Unidos o China se produce en los contratos grandes. No creo que una compañía china venga a competir con una pyme de Cantabria por un contrato de 100.000 euros. Y debajo de esos grandes contratos existe mucha vida y también mucha subcontratación. En nuestro mundo de Ascentic hay muchísimas pymes trabajando para clientes de Cantabria y otros lugares que no son de gran magnitud, sino más de nicho. El sector TIC es muy variopinto, pero ¿en qué somos buenos en Ascentic? Por ejemplo, contamos con socios punteros en soluciones para el sector de la automoción, en software de investigación, en inteligencia artificial y gestión de datos…

P.– ¿Cuál cree que va a ser la tecnología más disruptiva en los próximos años, la IA, la gestión de los datos, la computación cuántica…?

R.– Si quisiera ser glamurosa, diría que la inteligencia artificial, pero todavía la tengo que ver haciendo cosas absolutamente útiles para los negocios de las empresas. Ya está penetrando en los procesos de negocios reales e intentando hacer pequeñas mejoras, pero aún no la veo haciendo procesos completos o casi completos. Me inclino más por la explotación de los datos. Hoy en día se dispone ya de muchísima información que se está recogiendo y otra que aún no se ha recogido. Estamos en algunos casos en la fase de recogida. Pero luego hay que usarlos. Y hacerlo para cosas inteligentes.

P.– El uso de las nuevas tecnologías anuncia la destrucción de muchos empleos tradicionales pero también la creación de otros nuevos. Al final, ¿cómo cree que quedará la balanza?

R.– El hecho de que se automaticen procesos o se utilice la robótica obviamente va a generar la necesidad de algunos empleos que requerirán de más formación. En el sector TIC, por ejemplo, intentamos automatizar parte de los proyectos, pero reciclando a las personas que antes se ocupaban de ellos en nuevas ocupaciones de alto valor añadido. Es decir, no reducimos plantillas, sino al revés, las aumentamos continuamente. Pero a nivel macro no tengo respuesta, aunque es evidente que se avanza claramente hacia la especialización. Es una cuestión de país. Pero hay servicios que nunca van a poder ser robotizados porque nadie va a querer ver a ningún robot haciendo esa tarea. Hay servicios que el valor añadido se lo da el ser humano, nunca un robot.

En dos décadas en funcionamiento, Laboreso ha facilitado un primer acercamiento al mundo laboral a más de 10.000 estudiantes de entre 15 y 16 años. En Cantabria Negocios hemos contado con cuatro estudiantes (el más reciente, en abril de este año), a quienes hemos vuelto a contactar para preguntarles por sus impresiones de esta experiencia.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2024

En Cantabria Negocios atendimos en 2012 la primera llamada de Laboreso para solicitar nuestra participación en el programa. Pedro Rodríguez, el encargado de coordinar el programa desde la Cámara de Comercio de Cantabria, nos pidió acoger durante dos semanas a una alumna de 4º de ESO que había solicitado hacer sus prácticas de Laboreso –un nombre que hasta entonces no habíamos oído nunca– en una empresa periodística. Entonces conocimos a Sara Sánchez Portilla, con quien compartiríamos redacción durante 15 días. Su llegada nos planteó varias preguntas. La principal, desde luego, era qué trabajos encomendar a una estudiante que todavía no había completado la educación secundaria y que –a diferencia de lo que puede esperarse de alguien que hace sus prácticas durante la carrera, o una vez completada esta– entendíamos que no estaba preparada para asumir demasiados cometidos en una revista de información económica.

Sara acompañó a los periodistas de Cantabria Negocios a entrevistas y ruedas de prensa, realizó algunas labores de documentación y conoció de primera mano alguna de las claves del proceso de elaboración de la revista. Echando la vista atrás, y teniendo en cuenta las experiencias que siguieron a esa, no es difícil pensar que caímos en uno de los errores que Marino Pérez, artífice de Laboreso, considera más habituales entre quienes acogen a uno de estos alumnos: tratarlo como a un visitante, y no como a un trabajador más, en la medida que esto sea posible en cada caso.

Daniel Berbil de Juana, alumno de 4º de ESO en el IES La Marina, de Santa Cruz de Bezana, ha sido durante dos semanas del pasado mes de abril el último, por ahora, de los estudiantes de Laboreso que ha pasado por la redacción de esta revista. Suya ha sido la idea de hacer este reportaje (dividido en dos partes; la primera, aquí), y también su enfoque, buscando recoger no solo la información sobre el programa sino también la valoración de algunos de quienes habían participado antes que él en la iniciativa. Buscó su rastro en Internet, preparó las preguntas y realizó después las entrevistas a las fuentes. Con todo eso, y con la información recabada en Internet y en la propia hemeroteca de la revista, dio forma a un dosier que ha servido de base para redactar este reportaje. Todas ellas son tareas bastante más complejas que las que encargamos hace doce años a Sara, algo que tiene mucho más que ver con el error de planteamiento que sin duda tuvimos nosotros entonces que a las capacidades de la estudiante, que pasados los años terminó la carrera de periodismo y fue después colaboradora habitual de esta revista.

Sara Sánchez Portilla, estudiante de Laboreso en el curso 2011-2012

Sara Sánchez Portilla en la redacción de ‘Cantabria Negocios’ en 2012, cuando era alumna de Laboreso, y en su actual puesto de trabajo en la academia 3catorce. Fotos: Cea Benito y Nacho Cubero.

Sara Sánchez Portilla fue, en 2012, la primera alumna de Laboreso que realizó sus prácticas en Cantabria Negocios. Procedente del IES Astillero, participó en el programa cuando este solo estaba abierto a alumnos de diversificación –“los que habíamos repetido dos veces y no teníamos remedio”, dice– y eligió el periodismo para su primera experiencia laboral porque siempre quiso contar historias. “Quería ver cómo era, vivirlo desde dentro y, si me decepcionaba, pues que me decepcionase. No fue así, me encantó la experiencia, dos años después empecé la carrera y ahora soy periodista”.

Sara, que fue colaboradora habitual de esta revista entre los años 2019 y 2021, trabaja actualmente en la academia de oposiciones 3Catorce, donde lleva la comunicación, la web y las redes sociales. “Todo muy relacionado con el marketing, con preocuparse de que lo que quieres comunicar llegue al púbico adecuado. He ido experimentando trabajos y hoy estoy en este, siempre aprendiendo. Como cuando llegue a ‘Cantabria Negocios’ y la economía me asustaba muchísimo, pero lo conoces y te va gustando”, recuerda.

A Sara, que hace una valoración muy positiva de Laboreso, le alegra especialmente que el programa no se limite ahora a los alumnos de diversificación: “Es necesario para todos, porque es una experiencia brutal, tanto si sirve para confirmar que lo que quieres estudiar es eso, como si es para cambiar de idea, como sucedió con algunos compañeros. Al fin y al cabo las decisiones las vas tomando a partir de la experiencia que vives, y poder vivir un trabajo desde dentro cuando tienes 16 años es una oportunidad única”, asegura.

Laura Sanz San Emeterio, estudiante de Laboreso en el curso 2012-2013

Laura Sanz San Emeterio tomando notas en una rueda de prensa en el Ayuntamiento de Santander, en 2013. Abajo, en su trabajo como psicóloga en el centro de rehabilitación Cinesis, de Torrelavega. Fotos: Nacho Cubero.

Laura Sanz San Emeterio es psicóloga, neuropsicóloga para ser más exactos, en Cinesis, un centro de rehabilitación de Torrelavega en el que trabaja con adultos que han sufrido daños cerebrales y con niños con trastornos de desarrollo o con otros problemas que hayan podido desarrollar durante su infancia. Cuando realizó su estancia de dos semanas en Cantabria Negocios, en mayo de 2013, estudiaba 4º de ESO en el instituto de Las Llamas, de Santander, y quería conocer de primera mano el periodismo: “Es que en esa época quería ser periodista, o actriz, pero después tuve una asignatura de psicología, me enamoró y decidí que ese era mi camino”.

Aunque ni sus estudios ni su ocupación actual tienen que ver con el periodismo, Laura no vincula esas decisiones con su experiencia en Laboreso, cuyo valor cree que va más allá de esa labor de orientación: “Es una experiencia muy positiva, que es verdad que permite desde muy pequeña darte cuenta de si te quieres dedicar a algo o no. Pero no es solo eso, en Cantabria Negocios conocí la labor de un periodista, pero trabajar en una empresa también te permite conocerte a ti mismo”.

En su profesión, Laura trabaja la parte cognitiva de los pacientes, la atención, la memoria y todo aquello que puede ayudarles en la vida diaria. Pero no ha olvidado del todo el periodismo: “A veces publicamos algo en redes sociales sobre salud mental y demás, y me acuerdo de la etapa en ‘Cantabria Negocios’. Así que sí, también me ha servido para lo que hago ahora”.

Gabriel Iturregui, estudiante de Laboreso en el curso 2017-2018

Gabriel Iturregui durante su estancia en Cantabria Negocios como alumno de Laboreso, arriba, y en la actualidad, cuando cursa el cuarto año de la carrera de periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Foto: Nacho Cubero y Gabriel Iturregui.

Gabriel Iturregui llegó en 2018 a la redacción de Cantabria Negocios convencido ya de que iba a estudiar periodismo, tanto que está seguro de que no hubiera cambiado de opinión incluso si la experiencia no le hubiera gustado. Hoy está cursando el cuarto año de la carrera en la Universidad Carlos III de Madrid, al tiempo que realiza un periodo de prácticas en RTVE. Gabriel, que cree que los contenidos de la carrera son demasiado teóricos, considera que la experiencia directa en las empresas es fundamental, tanto para completar los estudios universitarios –“he aprendido más en un mes en RTVE que en casi cuatro años de carrera”– como en la educación secundaria.

“Laboreso me ayudó a saber cómo funciona una redacción y cómo funciona el mundo laboral. Creo que soy un caso excepcional por haber podido vivir esa experiencia, porque mis amigos son gente que a esa edad no sabía qué estudiar y no tuvieron la oportunidad de que este programa les ayudara a ver si les gusta algo o a descartarlo. Me parece necesario y muy útil”. Gabriel Iturregui, que también ha compaginado sus estudios con colaboraciones en el programa ‘Pick&Roll’, de ArcoFM, quiere orientar su carrera hacia el periodismo deportivo, probablemente a través de un master, pero con toda seguridad mediante las prácticas: “Porque donde realmente se aprende esta profesión es trabajando”.

Una experiencia que repetiría

Gabriel Berbil de Juana, en la redacción de Cantabria Negocios. Foto: Nacho Cubero.

Por Daniel Berbil de Juana

Sinceramente, al principio tenía un poco de miedo. Era mi primera vez en el mundo laboral y aunque esto es lo que yo quería hacer, estaba solo ante cualquier cosa. Pero con el pasar de los días, he ido perdiendo ese miedo, y me he sentido muy a gusto con la empresa. He aprendido lo que se vive dentro de una redacción, todo lo que hay detrás de una revista, y de una web, y cómo hacer una entrevista formal. Me llevo un buen recuerdo de ‘Cantabria Negocios’, y espero en un futuro seguir con esta gran profesión que tanto me gusta.

El trato ha sido excepcional, y la atención perfecta, y volvería a repetir la experiencia. Me he sentido muy a gusto con mis compañeros, y se me ha dado total libertad para dar forma a mis ideas y a lo que se me ha ido ocurriendo. Muchas gracias a ‘Cantabria Negocios’, y ojalá seguir manteniendo el contacto en un futuro.

El máximo responsable de la sanidad cántabra aborda en esta entrevista los principales retos a los que se enfrenta el sistema sanitario público. César Pascual propone gestionar bien la demanda y no tanto la oferta, un objetivo para el que defiende promover el trabajo comunitario y preventivo, el fomento de estilos de vida saludables y del autocuidado. Además, considera que Cantabria cuenta con un entorno público privilegiado para generar un ecosistema sanitario que favorezca la economía de la salud y la transición hacia un modelo productivo basado en el conocimiento.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Mayo 2024

Pregunta.– Sostiene que el envejecimiento de la población, las patologías crónicas y la incorporación de tecnología son, junto a la falta de profesionales, los principales retos a los que se enfrenta la sanidad en Cantabria. ¿Por este orden?

Respuesta.– El orden no importa. Son los retos fundamentales a los que se tiene que enfrentar la sanidad cántabra y española. España es un país que está envejeciendo a un ritmo muy alto y con una tasa de natalidad muy baja. Asociado a este envejecimiento van las patologías crónicas. Cuando se diseñó nuestro sistema sanitario, hace ya más de cincuenta años, no se hizo para atender patologías crónicas y personas mayores, sino fundamentalmente patologías agudas y en personas más jóvenes. Por tanto, necesita transformarse. A esto debemos añadir un fenómeno nuevo, hasta ahora nunca visto en nuestro país, que es la falta de profesionales, que va a condicionar muchas de las cosas que a partir de ahora podamos hacer.

P.– Pero, ¿realmente faltan médicos?

R.– Vamos a ver. En cuanto a ratios, diríamos que no. Pero lo cierto es que sí faltan para cubrir algunos puestos de trabajo. A la hora de la verdad, yo puedo explicar que España tiene la ratio de médicos más alta de Europa, pero al vecino de un pueblo que desde hace seis meses no tiene médico este discurso no le va a convencer. Por tanto, sí que es verdad que estamos en una transición complicada en la cual para el modelo asistencial que teníamos diseñado no tenemos suficientes médicos. El problema es la falta de relevo generacional, especialmente en el ámbito de la medicina de familia que resulta poco atractiva para las nuevas generaciones.

P.– ¿Está la sanidad cántabra preparada para superar estos retos?

R.– Nos falta algo, como a todas. Estamos muy bien posicionados porque afortunadamente tenemos una amplia cobertura de profesionales y, en este sentido, no estamos tan deficitarios como lo están otros territorios pero, por otro lado, somos una comunidad, como el resto de las del norte de España, con una tasa de envejecimiento mayor, lo que nos plantea un reto importante. En cualquier caso, hay que decir que somos una región muy afortunada en recursos asistenciales que nos sitúan por encima de la media española y tenemos un verdadero lujo que se llama Valdecilla.

P.– ¿En qué áreas sanitarias la falta de profesionales es más preocupante?

R.– Básicamente vamos a tener muchos problemas con Atención Primaria (AP), sobre todo en las zonas rurales. Porque este año se jubilan casi el triple que residentes terminan la especialidad en la región, muchos de los cuales no son de Cantabria y es esperable que vuelvan a su lugar de origen. Por tanto, ahí vamos a tener un déficit muy importante que, evidentemente, va a tener más impacto en la zona rural que en la urbana porque es más atractivo vivir en esta que en aquella. Con todo, esto no quiere decir que no tengamos también problemas en el ámbito hospitalario, especialmente en el hospital de Laredo, que tiene un déficit estructural de plazas no cubiertas que nos obliga a hacer una política diferente para tratar de hacer esas plazas atractivas tanto a profesionales de Cantabria como de fuera.

P.– ¿Qué futuro le espera entonces al hospital comarcal de Laredo, un centro sobre el que antes de llegar ustedes al Gobierno advertían que corría el riesgo de acabar desmantelado?

R.– Como le comentaba, nos obligará a hacer un replanteamiento del hospital. Lo que hay que hacer es una estrategia a medio plazo. De nada vale poner parches. Y esa estrategia significa que probablemente tengamos que revisar su cartera de servicios, sus dotaciones, su plantilla… Y, a partir de ahí, emprender un nuevo proyecto ilusionante para que los profesionales a los que ahora no les resulta atractivo ir a este hospital quieran tomar las plazas. Me resulta especialmente extraño que un hospital como el de Laredo, a media hora de Santander y a media hora de Bilbao, que hace unos años funcionaba muy bien y sí era atractivo, ahora no sea capaz de incorporar profesionales cuando estamos viendo que en otros puntos de España, más aislados, peor situados y menos atractivos, sí consiguen profesionales.

P.– ¿A qué lo achaca?

R.– Creo que ha sido un proceso paulatino, como de dejación. Ha ido languideciendo sin que nadie se preocupara por ello y ahora nos encontramos en este punto. Hay que fomentar alianzas estratégicas de Laredo con Valdecilla para que los profesionales jóvenes puedan tener posibilidades de desarrollo profesional, y crear redes en Cantabria para la atención de determinados procesos que supongan también un incentivo para que a estos jóvenes profesionales, que son nativos digitales y demandan tecnologías, les resulte interesante ir a Laredo.

César Pascual, consejero de Salud del Gobierno de Cantabria. Foto: Nacho Cubero.

P.– Asegura que la clave del sistema pasa por gestionar bien la demanda y no tanto la oferta, un objetivo que obliga a cambiar la mentalidad y la forma de trabajar. ¿Hacia qué modelo?

R.– En nuestro modelo asistencial, normalmente estamos acostumbrados a responder modulando la oferta ante los picos de la demanda. Es decir, ¿tengo lista de espera quirúrgica? Mi respuesta es aumento el número de quirófanos y de profesionales. Que hay que hacerlo, pero no hay que centrarse solo en gestionar la oferta, sino que también tenemos que empezar a trabajar la prevención, el trabajo comunitario… Es decir, gestionar la demanda. Tratar de hacer diagnósticos precoces que eviten hospitalizaciones innecesarias e incluso cirugías. Básicamente, el sistema, que ha estado muy tensionado por la presión asistencial de consultas, ha descuidado la parte preventiva, de trabajo comunitario y también de salud pública, tal y como se vio durante la pandemia. Ahí es donde tenemos que volcarnos porque es la auténtica solución que tiene el sistema, que no puede crecer infinito.

P.– En cualquier caso, el gasto sanitario sigue muy centrado en la atención hospitalaria y muy poco en la primaria. ¿La AP sigue siendo la hermana pobre de los presupuestos, como lamentan desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp)?

R.– No, no. La AP no es la hermana pobre, aunque pueda parecerlo. En Cantabria tenemos Valdecilla, un hospital de referencia y con un nivel de excelencia internacional que lógicamente necesita un presupuesto muy alto. No podemos generalizar. Si aplicáramos a rajatabla el porcentaje de que el 25% del presupuesto se destine a AP, esta estaría híper financiada. No estoy de acuerdo con esa afirmación, porque creo que está relativamente bien financiada, tenemos una buena cobertura de personal con muy pocas vacantes de momento, y tenemos una red muy amplia con muchos más consultorios rurales que municipios, además de los centros de salud. Por tanto, tenemos una red muy buena. Ahora, es cierto que, por las características de nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS), existe ‘hospitalescentrismo’, de forma que todo gira alrededor del hospital, que es el centro. Y esto ha impedido que la AP fuera más resolutiva. Sí que hay, por tanto, que cambiar un poco este perfil para que lo sea, aunque solo sea por egoísmo, porque necesitamos también reducir la presión asistencial por el hospital. Es más eficiente que la AP resuelva que no que vaya al hospital.

P.– ¿Nos hemos olvidado o no entonces de la prevención y promoción de la salud?

R.– Sí, sí. Ya lo he dicho antes de alguna manera. Hay que recuperar todo lo que es el trabajo comunitario y preventivo, el fomento de estilos de vida saludables y del autocuidado… Teniendo como tenemos un excelente Sistema Nacional de Salud, que es universal y gratuito, en nuestro país se ha generado una cultura de consumo de la sanidad. Los ciudadanos han descuidado el autocuidado. Para un dolor de cabeza no tienes que ir a un servicios de Urgencias. Además, hay que recuperar el rol que tienen otros agentes sanitarios, que están ahí, y darles más representación. Por ejemplo, la farmacia rural, que va a adquirir un papel muy importante ante el déficit de profesionales médicos y de enfermería que se espera en un par de años. Y también hay que meter a otros agentes en el sistema: necesitamos más psicólogos, más fisioterapeutas… Es decir, otras profesiones sanitarias que atienden muy bien las patologías crónicas que no necesariamente siempre tiene que ver un médico.

La farmacia rural va a adquirir un papel muy importante ante el déficit de profesionales médicos y de enfermería que se espera en un par de años.

P.– Las actuales cifras de las listas de espera, ¿son aceptables?

R.– No, para nada. Son absolutamente inaceptables. Hemos hecho un programa de reducción de listas de espera muy ambicioso que pasa por alcanzar en 2026 una media de 80 días para las intervenciones quirúrgicas, 40 días para las primeras consultas y 30 días en el caso de las pruebas diagnósticas. Es un programa de legislatura que creemos es realizable pero que va a requerir mucho esfuerzo, también de los profesionales. Requiere que haya una planificación como la que hemos hecho; que haya una voluntad política de sacarlo adelante con presupuesto, como lo hemos hecho; pero también requiere de la colaboración de los profesionales, que tengo que decir están colaborando estupendamente y entregados a reducir las demoras y las esperas. Pero es un proceso largo. Llevamos ya unos meses trabajando y estamos reduciendo los tiempos de espera. Desgraciadamente, los números de personas que siguen en lista de espera no se reducen en igual medida. Pero es lógico, porque el principal objetivo es que los pacientes no esperen. Es decir, reducir las demoras. Una vez conseguido esto, ya se podrá trabajar en rebajar el número absoluto, que también hay que bajarlo, porque ejerce una presión muy importante.

P.– Defiende que el talento, la innovación y la sostenibilidad son las herramientas fundamentales del sistema sanitario. ¿De cuál de las tres andados más necesitados?

R.– De los tres al tiempo. El talento es conocimiento más compromiso con la organización. Lo que ocurre en este momento es que los profesionales están ‘quemados’, y eso reduce su compromiso. Tenemos que mejorar sus condiciones laborales para recuperar su máximo nivel de compromiso. No estoy diciendo que no estén comprometidos. Estoy diciendo que están agotados y quemados y que en esa condiciones es muy difícil mantener altos niveles de compromiso. Nuestra obligación, por tanto, es mejorar sus condiciones de trabajo y también salariales para volver a recuperar esos niveles. Como conocimiento tienen mucho, ya tendríamos talento, pero al talento por sí solo en organizaciones que no innovan y no se transforman no le sacas rendimiento. Necesitamos innovar y enfoques nuevos de afrontar los problemas y que avancen conforme avanza la investigación médica. Y, finalmente, tenemos que ser sostenibles porque los presupuestos destinados a salud están llegando a unos límites que van a ser difícilmente sostenibles con los incrementos de costes que estamos soportando. El coste de los fármacos está absolutamente disparado, aunque es verdad que estos fármacos tan caros están curando enfermedades que hace unos cuantos años eran incurables. Y el coste de las tecnologías está también incrementándose porque la obsolescencia tecnológica es muy rápida. Por tanto, los presupuestos aumentan año tras año de forma exponencial y hay que definir estrategias de sostenibilidad si queremos garantizar la supervivencia del sistema tal y como lo conocemos.

P.– También aboga por incorporar herramientas de gestión que permitan pagar la productividad de los profesionales sanitarios. Un capítulo para el que ha anunciado diez millones de euros. ¿Puede concretar algo más?

R.– Bueno, diez millones de euros era para las listas de espera. Hemos aprobado recuperar la productividad, que se había quitado, porque no todo el mundo aporta lo mismo al sistema. Es lógico que tengamos un elemento de incentivación, independientemente del salario, que ese sí debe ser igual para todos, para aquel que produce más para el sistema, investiga más, innova más. Este año aún andaremos con porcentajes bajos porque es el primero en el que hemos recuperado el concepto, pero puede llegar a significar en torno al 1 o 1,5% del presupuesto destinado a gastos de personal.

P.– Tras convocar hace unos meses el proceso para estabilizar más de 2.100 plazas sanitarias en 76 categorías profesionales, su consejería se ha marcado el objetivo de reducir la tasa de temporalidad del personal sanitario se sitúe en torno al 8%. ¿En que porcentaje nos movemos actualmente ¿Por qué es tan alta la precariedad de los contratos en el sector sanitario?

R.– Si acabamos las ofertas tanto de estabilización como el concurso de méritos como la oferta pública de empleo (OPE) de 2019 llegaremos a esas cifras. Incluso menos, teniendo en cuenta que siempre hace falta un porcentaje de plazas que no sea estable para cubrir vacaciones, bajas y sustituciones, pero en límites razonables. El problema es que, por un lado, durante muchos años la tasa de reposición estuvo bloqueada por las autoridades europeas para hacer frente a la anterior crisis, lo que generó una bolsa de contratos temporales al no poderse sacar plazas en propiedad. Y de otro, que después no ha habido agilidad en sacarlas. Cuando se ha podido, no se han sacado hasta que la UE nos obligó a reducir y a hacer los programas de estabilización. Las OPE de estabilización se están haciendo por mandato europeo. Aquí no ha habido voluntad por parte de ningún gobierno. Todos los gobiernos han tenido que obedecer al mandato europeo de que a finales de 2024 tenemos que haber logrado la estabilización de todo ese personal temporal. Y nosotros lo vamos a hacer. Vamos lentos, sí, porque hemos tenido problemas informáticos que nos han retrasado. Pero vamos a llegar.

Tenemos que rediseñar todo lo que tiene que ver con la protonterapia porque ya no va a ser única en el sistema público, sino que va a haber once. No podemos permitirnos el lujo de hacer una inversión de más de cincuenta millones de euros y no sacarle rendimiento.

P.– Reclama la necesidad de invertir en I+D+i, pero lamenta que a corto plazo la capacidad inversora de su departamento está muy condicionada por el proyecto de la protonterapia, que absorbe gran parte del presupuesto. ¿Compensa esta apuesta?

R.– Yo soy muy realista y no me planteo si en su momento la apuesta fue la lógica o no. Lo que yo me planteo es que esa apuesta está hecha y, por tanto, a esos recursos extraordinarios vamos a sacarles la máxima rentabilidad. Tenemos que rediseñar todo lo que tiene que ver con la protonterapia porque ya no va a ser única en el sistema público, sino que va a haber once. No podemos permitirnos el lujo de hacer una inversión de más de cincuenta millones de euros y no sacarle rendimiento. Por tanto, hay que replantear todo el proyecto contando que hay otras diez protonterapias y que al lado tenemos una en San Sebastián que competirá con nosotros por los pacientes del sistema público. El proyecto original, cuando iba a ser única, era muy interesante pero no se logró financiación de fondos europeos ni de la Fundación Amancio Ortega y la decisión fue que se hiciera con presupuestos regionales. Insisto, no voy a discutir la conveniencia o no. Yo me encuentro con un hecho firme y por tanto todo mi planteamiento es a futuro para tratar de rentabilizar esta inversión y situarme en la vanguardia con tratamientos muy innovadores que no haga nadie puesto que los tratamientos digamos ‘normales’ de protonterapia se van a repartir entre once. Vayamos a lo nuevo, a lo innovador y seamos la puerta de entrada en España en tratamientos innovadores. No queda otra que hacer rentable esta inversión. Por eso, el proyecto, que estará operativo a finales de esta legislatura o comienzo de la siguiente, abarca más que la instalación de una máquina. Va con proyectos de innovación y de investigación, que es lo realmente importante, no cortar una cinta ni inaugurar una obra. Lo sustancial es diseñar un plan de futuro realizable que sea disruptivo e innovador. Y en eso estamos. También le digo que no importa ser los primeros. Ser los primeros de algo que hace todo el mundo no nos aporta nada. Tenemos que ser diferentes, no los primeros.

P.– A la salud mental, ¿se le presta toda la atención que merece?

R.– No, nunca se le ha prestado toda la atención que merece. Ahora estamos en camino de encarrilarlo, pero tenemos que recuperar el tiempo perdido. La salud mental sí que ha sido la hermana pobre de la sanidad española, no la Atención Primaria. De hecho, ni siquiera entró en la primera normativa de sanidad. Hubo que integrarla en el SNS y ponerla en marcha. En Cantabria siempre hemos ido un poquito por delante en este aspecto. Cuando se hicieron las transferencias sanitarias, aquí ya había una Dirección General de Salud Mental que no había en ningún otro sitio de España. Pero así y todo, siempre ha ido por detrás. Lo que ahora ha ocurrido es que con la pandemia han aflorado cuestiones latentes, que no se veían. No es que ahora tengamos una pandemia de salud mental, es que ahora aflora y la sociedad también ha cambiado. Antes si decías que ibas al psiquiatra te ponían un estigma de que estabas loco. Y ahora la gente lo entiende y no te estigmatiza.

P.– No faltan voces que critican el excesivo peso que la política juega en la sanidad. ¿No seria deseable reducir ese protagonismo para logar una visión más estratégica y no tan cortoplacista como ocurre hoy? ¿Ve posible un pacto de estado por la sanidad?

R.– Sería deseable un pacto político que diera estabilidad. De la política sanitaria hay que hablar. Pero una cosa es hablar de ello y otra muy distinta politizar la asistencia sanitaria. Y en nuestro país siempre ha habido un alto grado de politización de la asistencia sanitaria. Los intentos de hacer un pacto por la sanidad, que básicamente pasa por separar la política sanitaria de lo que es gestionar la sanidad, lamentablemente nunca han dado sus frutos. Y en este momento tampoco soy optimista de que se pueda conseguir. Creo que había que hacer una especie de Pactos de la Moncloa de la sanidad. Replicar aquel gran pacto con la sanidad dejando la asistencia sanitaria fuera de todo esto. Discutamos de política sanitaria, que hay muchas cosas de las que discutir. De si prohibimos o no el tabaco, de si hacemos una determinada prevención, de si vacunamos esto o lo otro, de la política de investigación, pero dejemos de estar todo el día con la batalla de las listas de espera, con los retrasos o las dotaciones. Eso es gestión, y hay personas de todos los colores políticos que gestionan muy bien, y otros que lo hacen muy mal. El problema es que la sanidad está contaminada por la política. Y lo dice un político. Es una realidad.

P.– Ya que lo menciona, en su lucha contra el tabaquismo el Ministerio de Sanidad acaba de poner sobre la mesa la posibilidad de prohibir fumar en terrazas. ¿Qué opinión le merece esta propuesta?

R.– Nosotros apostamos por promover espacios sin humo, no por prohibir. Creemos que es más realista y más factible promocionar espacios libres de humo en entornos abiertos. ¿Prohibir fumar en la playa? Pues creo que habría más motivos para hacerlo por la contaminación que suponen las colillas, que es brutal, que por el humo que probablemente, y más aquí en el norte con la brisa, se disipa pronto. Por tanto, hay que ser muy cuidadosos con las políticas porque al ciudadano le estamos prohibiendo todo. Por ejemplo, si un ayuntamiento quiere hacer de sus playas espacios sin humos, favorecerle con incentivos u otorgándole reconocimientos. Del mismo modo, premiaré a un hostelero que ha decidido que en su terraza no se fuma frente a otro que no lo hace. Y promoveré que este también lo haga. Pero instaurar una política de prohibición en todas partes… Además, las prohibiciones hay que hacerlas cumplir y es muy fácil hacerlo en espacios cerrados, pero no tanto en abiertos. Reitero que nosotros abogamos más por incentivar espacios libres de humo, también al aire libre. No obstante, si se aprueba la ley, nosotros no nos vamos a oponer.

El consejero de Salud de Cantabria, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– Diferentes estudios han puesto de manifiesto que una mayoría de los españoles son partidarios de aumentar la colaboración público-privada en sanidad para garantizar una correcta asistencia. ¿Se encuentra usted entre ellos?

R.– La colaboración pública-privada existe y siempre ha existido. Sería imposible que todo fuera asistencia pública directa. Básicamente porque también hay picos de demanda y porque además aporta valor. La colaboración público-privada ha permitido avanzar al resto de la sanidad. Tenemos ejemplos muy claros en el país. En Cataluña, donde nadie duda de que existe una buena sanidad, todo es colaboración público-privada prácticamente. Voy a más. Los pacientes crónicos siempre han sido tratados en hospitales generalmente de órdenes religiosas y siguen siéndolo. Muchos de los pacientes psiquiátricos siguen siendo tratados en centros privados. Etc., etc. Es decir, la colaboración público-privada es un mecanismo para prestar un servicio público. Nos podrá gustar más o menos, pero lo que no puede es que el componente ideológico sea el que prime. ¿Esto quiere decir que tenemos que ir a un modelo 100% de colaboración público-privada? Para nada. La colaboración siempre será complementaria, nunca sustitutoria.

P.– ¿No teme las críticas que puede provocar que se deriven pacientes a la sanidad privada como consecuencia de lo que podría entenderse como un deterioro de la sanidad pública: como aquí no llegamos, en vez de invertir en mejorar lo público, derivamos a la privada?

R.– Eso será cuando usted demuestre que no se está invirtiendo en la pública. Cuando demuestras que no es así, que estás invirtiendo, por ejemplo, nuestro plan de listas de espera básicamente está destinado mayoritariamente a reforzar la actividad ordinaria de la sanidad pública, luego la extraordinaria y, en tercer lugar, complementariamente el apoyo con la sanidad privada. Creo que eso no deteriora la sanidad. Al contrario, contribuye a mantener un nivel de excelencia. En Santander, un hospital como Valdecilla no podría tener el nivel de excelencia que tiene sin contar con la actividad de los hospitales de Padre Menni y Santa Clotilde. Si los pacientes que atienden estos centros tuvieran que atenderlos Valdecilla, éste no podría tener ese nivel de excelencia. Sería imposible.

P.– El personal sanitario en Cantabria fue víctima el año pasado de 306 agresiones, un 19,5 por ciento más que en 2022, según sus propios datos conocidos recientemente. ¿A qué achaca este fuerte incremento?

R.– A una sociedad. Porque las agresiones se han incrementado en todos los ámbitos. Lo vemos día a día con el aumento de la violencia contra las mujeres, la violencia doméstica, contra los profesores. Vivimos en una sociedad en la que la violencia ha aumentado en términos generales. También en la sanidad. Además, las personas se han acostumbrado a consumir sanidad y lleva mal no obtener la prestación que quiere y de forma inmediata. Y eso genera una intolerancia. Afortunadamente, casi todas las agresiones son verbales, intolerables también, pero no físicas. Este es el nivel de agresividad que tenemos en la sociedad de hoy en día y la sanidad, obviamente, no es ajena a esta realidad. Además, es verdad también que el prestigio social de los médicos ha caído mucho en España, como en todos los países. Y esto, de alguna manera, también ha contribuido a que a estos profesionales no se les tenga el respeto que se les podía tener antes.

P.– ¿Qué papel puede desempeñar el Gobierno regional para favorecer a esa industria biosanitaria que se apunta como uno de los sectores que mayor potencial de desarrollo puede tener en Cantabria?

R.– Un papel fundamental. Las administraciones no están para innovar, están para favorecer a la industria innovadora, a los emprendedores. En el ámbito de la sanidad creo que contamos con un entorno privilegiado. Por eso está el proyecto del parque científico y tecnológico de La Residencia. Y hacer un ecosistema sanitario que favorezca la economía de la salud. Es decir, que favorezca la implantación de empresas relacionadas con la salud, que podrán ser farmacéuticas, tecnológicas, biomédicas… La Administración debe poner los pilares para que esta industria se asiente, no pretender hacerlo ella misma. Apoyar este emprendimiento para que las industrias cántabras y aquellas de fuera que quieran instalarse aquí nos permitan cambiar un poco el modelo productivo de la región hacia uno del conocimiento. Tenemos Valdecilla, dos institutos de investigación, un hospital virtual, la Facultad de Medicina con el apoyo además de dos institutos potentísimos como son los de Física y de Hidráulica, que también pueden colaborar. Por tanto, tenemos un entorno público excelente que puede favorecer, si conseguimos captar este emprendimiento privado, que seamos líderes. Y luego tenemos algunas aportaciones que no tiene nadie, como Cohorte Cantabria. Es decir, datos de población que son fundamentales en la innovación e investigación en medicina. Otras comunidades tienen historias clínicas, pero nosotros además tenemos este proyecto que nos da datos poblacionales. Cruzar datos clínicos y poblacionales en España solo se puede hacer aquí. Esto nos coloca en una posición muy favorable para el desarrollo de este ecosistema innovador. Lo que vamos a hacer en esta legislatura es poner las bases de este proyecto para que probablemente alguna industria ya se instale. Pero lógicamente después tiene que desarrollarse. Son inversiones muy importantes las que van a tener que hacer todo el mundo. Es un proyecto que Cantabria tiene que plantearse a medio y largo plazo, pero siendo conscientes del tamaño y de la población que tenemos. Nunca podremos competir con el ecosistema catalán o madrileño, que cuentan con tantos hospitales de nivel. Pero esto no le resta valor. En absoluto. Que la gente no piense solo en números. Si solo vienen diez empresas, que sean las más innovadores y disruptivas, que no vengan a hacer lo mismo que ya hacen otras.

El Ilustre Colegio Oficial de Economistas de Cantabria mantiene su apuesta por promover la formación, el empleo y las actividades sociales que contribuyan a dar mayor visibilidad al trabajo de sus más de 1.200 colegiados. Con más de una década en el cargo, Fernando García Andrés, su presidente, asegura que la economía regional no va mal, aunque reclama más inversión en innovación; sostiene que los sectores biosanitario, cultural y agroalimentario son los que presentan un mayor potencial de crecimiento en la región, y defiende la importancia de la formación dual, también en el ámbito universitario.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2024

Pregunta.– Tras más de cinco años, el colegio acaba de culminar su fusión con el de Titulados Mercantiles y Empresariales de Cantabria y representa ahora a más de 1.200 profesionales. ¿Satisfecho? ¿Por qué se ha tardado tanto tiempo en cerrar este proceso?
Respuesta.– Sí, mucho. Porque el proceso ha sido al principio bastante arduo a la hora de ponernos de acuerdo, pero luego hemos convergido muy fácilmente en el proyecto común. Es cierto que el Colegio de Mercantiles ha dado muchas facilidades para llegar a este acuerdo. Cabe recordar que los consejos generales de ambos titulados se unificaron en 2011, un órgano al que ahora pertenecen alrededor de 70.000 profesionales en toda España, por lo que este proceso se ha llevado a cabo de arriba hacia abajo: primero los consejos y más tarde los colegios territoriales. El de Cantabria ha sido de los últimos en realizar esta unificación, una demora que se ha producido por las diferencias de planteamientos en cuanto a la unificación, que han ido solventándose de forma consensuada. El decreto autonómico nos dio la pauta de la proporción y composición de los miembros de la nueva junta directiva en función del número de colegiados de cada una de las dos corporaciones, que ha quedado integrada por doce representantes del antiguo colegio de Economistas y dos del de Titulados Mercantiles. ¿Qué nos falta para culminar esta fusión? Inscribir los estatutos en el Registro de Colegios Profesionales. Ese será el momento definitivo. Ahora estamos en esa transición, pero operativamente ya llevamos trabajando conjuntamente como un colegio único desde hace un año, aunque es cierto que los patrimonios aún no están consolidados, que será el siguiente paso.

P.– ¿Esta nueva etapa abre nuevos retos y desafíos para el colegio o en síntesis siguen siendo los mismos?
R.– El modelo y los objetivos van a ser prácticamente los mismos. La ventaja de la unificación es que a partir de ahora vamos a tener una voz única ante la Administración. Y con más fuerza. Pero, insisto, nuestros objetivos se van a seguir centrando en tres ámbitos: la formación, tanto técnica dirigida al colectivo de profesionales que ejerce por cuanta propia, como divulgativa sobre aspectos novedosos y de relevancia para la profesión; el empleo, potenciando la Agencia de Empleo para conseguir atraer a los titulados jóvenes, que es el colectivo más reacio a incorporarse a la organización colegial; y, finalmente, la promoción de actividades sociales para contribuir a dar mayor visibilidad a la imagen del economista en la sociedad.

P.– ¿Qué y en qué ha cambiado el papel de un economista durante estos once años que lleva al frente de la entidad?
R.– Ha cambiado mucho pero todavía tiene que cambiar más. El perfil del economista se tiene que adecuar o integrar más en otras disciplinas. Se da por hecho que un economista conoce los fundamentos básicos de la economía, pero las facultades no ofrecen aún a los estudiantes el manejo de ciertas disciplinas que son necesarias para mejorar su empleabilidad. Por ejemplo, saber dirigir equipos, manejar ingentes bases de datos o trabajar con la inteligencia artificial, conectar con otras profesiones como las de sociólogos y psicólogos, o con el mundo del Derecho… Por lo tanto, la formación de economista se convierte en una disciplina mucho más amplia. Eso es lo que está cambiando y a lo que se tienen que ir adaptando las nuevas promociones si quieren tener un mejor acceso al mercado laboral. El cambio es sustancial y afecta a todas las profesiones, más aún a los economistas que están en todas las actividades y en todos los ámbitos de la sociedad: Administración, empresa privada, despachos profesionales…

Fernando García Andrés, durante la entrevista. Foto: Nacho Cubero.

P.– ¿Cómo calificaría la situación de la economía en Cantabria?
R.– Si tengo que dar una calificación concreta, diría que no va mal, aunque es cierto que tenemos que mejorar en muchos ámbitos. Pero si vemos la trayectoria de los últimos años y nos comparamos con otras comunidades autónomas, tendríamos que decir que no somos de las mejores, pero tampoco de las peores. Según los datos que manejamos, estamos en mitad de la tabla. Hay variables que no crecen como debieran –el PIB regional ha crecido por debajo de la media en 2023–, pero hay otras, como la tasa de empleo, que estamos bastante mejor que la media nacional. En cualquier caso, creo que hay que poner el acento en la inversión en I+D+i, un campo en el que estamos mal y que es fundamental para el desarrollo de la economía.

P.– En sus previsiones de hace algunos meses pronosticaba un crecimiento de la economía de Cantabria del 2,9% en 2024, tres décimas por encima del previsto en España. Sin embargo, estudios más recientes rebajan este crecimiento hasta el 1,6%, una décima por encima de la media nacional. ¿Vamos a peor?
R.– No lo creo. Nos estamos comportando un poco en la línea del resto de España. Sabemos que las perspectivas de crecimiento del país están por encima de la media de la Unión Europea. Con las previsiones ocurre que a veces es muy difícil acertar. Puede ser que en aquel entonces fueran demasiado optimistas. Y yo lo soy por naturaleza.

P.– El Informe de Competitividad Regional 2023, elaborado por el Consejo General de Economistas, sitúa a Cantabria en el grupo de comunidades con un nivel competitivo relativo medio-bajo, junto a La Rioja, Aragón, Castilla-León y Galicia, y desciende una posición respecto al informe del ejercicio anterior, hasta el noveno puesto. ¿A qué achaca este empeoramiento?
R.– Considero que la economía hay que analizarla siempre con perspectiva y con una visión a medio y largo plazo. El descenso en una posición no es significativo, por cuanto seguimos estando en mitad de la tabla. Al final es un modelo que tiene en cuenta más de medio centenar de variables con una serie de ponderaciones de las que sale un índice sintético. Sirve para tener una referencia de cómo nos movemos, pero a mí no me preocupa caer un puesto porque a lo mejor en 2023 lo subimos. Soy más partidario de ver tendencias que datos puntuales. De dónde venimos y hacia dónde vamos. Eso es lo importante.

P.– De un tiempo a esta parte, el sector sanitario y el cultural son señalados como dos de los ámbitos claves y con mayor potencial de crecimiento en la región. ¿Ahí descansa gran parte de nuestro futuro?
R.– Son una parte importante. Pensamos que el sector biosanitario tiene mucho potencial. Nos hemos fijado un poco en el Parque Tecnológico de la Salud de Granada, que ha creado un ecosistema sanitario muy favorable que aquí también se puede replicar: los institutos de investigación Idival e ITEC, la Facultad de Medicina y la Universidad de Cantabria, el Hospital de Valdecilla y luego, a su alrededor, empresas en torno al clúster TERA, que está muy focalizado en nuevas tecnologías dirigidas al sector sanitario. Creo que, con el buque insignia que es Valdecilla, habría que aprovechar todo este potencial para desarrollar una industria ligada a la salud. En cuanto al sector cultural, a nadie se le escapa que el Mupac, Faro Santander, el centro asociado del Reina Sofía y el Centro Botín son polos de atracción para atraer un turismo de calidad, no de masas, que pueden generar buenos retornos a la economía regional. Son sin duda dos sectores importantes a los que añadiría el sector agroalimentario, que también habría que potenciar.

P.– Cantabria cuenta con una industria que aporta algo más del 20% del PIB regional pero, sin embargo, adolece de una verdadera política industrial o de un plan estratégico que guíe al sector en los próximos años, según critican numerosos expertos. ¿Qué opina usted?
R.– La industria, que en el pasado ha tenido un protagonismo mucho mayor que ahora, ha ido perdiendo peso y velocidad. Creo que sería conveniente tener un plan industrial que, en lugar de hacer un gran diagnóstico de la economía de Cantabria, porque casi todo el mundo ya conoce cuáles son nuestras debilidades y fortalezas, actuara y se centrara más en proyectos sectoriales muy concretos. Y le apunto dos o tres de los que ya hemos hablado: el sector biosanitario, el agroalimentario y la I+D+i.

Creo que hay que adoptar políticas de desarrollo del mundo rural que permitan fijar la población. Analizar los precios en origen, la competencia desleal… Si no proponemos una política activa, los jóvenes no van a querer trabajar en el campo

P.– El sector primario se ha lanzado a la calle para reclamar mejoras que permitan una supervivencia que cada vez ven más amenazada. ¿El campo se muere?
R.– Bueno. La tendencia es esa, desgraciadamente. Por eso creo que hay que adoptar políticas de desarrollo del mundo rural que permitan fijar la población. Analizar los precios en origen, la competencia desleal… Si no proponemos una política activa, los jóvenes no van a querer trabajar en el campo.

P.– Cantabria, al igual que España, acaba de cerrar un año histórico en materia de turismo. Si no se hacen bien las cosas, ¿podemos llegar a morir de éxito?
R.– Puede ser. El turismo en Cantabria tiene que virar hacia un turismo más de calidad; un turismo cultural y gastronómico que sepa aprovechar las ventajas paisajísticas y de todo índole con las que cuenta la región. Hay que reordenar el turismo.

P.– ¿Las deficientes comunicaciones, especialmente ferroviarias, son la principal china en el zapato de la economía regional?
R.– Es una de ellas. Pero me atrevería a decir que la más importante es la opción que se ha empezado a valorar desde hace muy poco tiempo, que es la conexión con Bilbao y la salida a Europa y hacia el eje mediterráneo, que creo que es más importante que la conexión con el centro de la península. De todos modos, creo que la propuesta que se hace ahora de un tren de altas prestaciones hasta Reinosa es mucho más racional, lógica y viable que la del AVE, que supone una macro inversión para ganar unos minutos. Quizá llegamos tarde, pero más vale tarde que nunca. La vía de comunicación con Bilbao teníamos que haberla planteado hace quizá más tiempo y no centrarnos tanto en buscar un AVE a Madrid.

P.– Tampoco faltan voces que critican la escasa vocación de internacionalización de nuestro tejido empresarial. ¿Lo comparte?
R.– Sí, sí existe, pero es un problema derivado del tamaño medio de nuestras empresas, que en Cantabria se sitúa por debajo de la media nacional, que a su vez está por debajo de la media europea. Esta realidad complica su internacionalización y la inversión en innovación. Ahí también los poderes públicos deberían apostar por superar estos déficit, porque la Administración está para propiciar un clima y un ambiente favorable a las empresas, pero no son un empresario. El Gobierno tiene que dar facilidades, especialmente en cuestiones de las que tanto se habla ahora como la de la simplificación administrativa. En este tema tiene que pasar de las palabras a los hechos.

Junta directiva del Colegio de economistas de Cantabria.

P.– Defiende la importancia de aprender trabajando y apuesta por desarrollar la formación dual como fórmula para un crecimiento de la economía duradero, sostenible e inclusivo. ¿Por qué no triunfa en España este modelo que sí lo hace en otros muchos países de nuestro entorno europeo?
R.– La formación dual se desarrolla fundamentalmente en el ámbito de la Formación Profesional, pero no así en la universidad, donde también deberían de proveerse programas de este tipo de formación con la empresa. No veo culpables, pero creo que tanto por parte de las empresas como de la Administración no se propicia esa formación dual que en otros países, como es Alemania, supone el 100% de la formación. En España, en cambio, el nivel es muy bajo, pese a que considero que es un modelo facilitador del empleo de los jóvenes. Creo que la Administración tendría que ser el ariete que promoviera esta formación y que habría que sensibilizar de su importancia en los círculos educativos y empresariales.

P.– Las nuevas generaciones de profesionales emigran fuera de Cantabria en busca de oportunidades laborales que aquí no encuentran. ¿Qué nos hace falta para retener y atraer talento?
R.– Creo que de la universidad salen promociones muy bien preparadas, y no solo me refiero al ámbito de la economía, sino también de las ingenierías y carreras técnicas. Lo que ocurre es que las empresas locales o no demandan los suficientes profesionales, o el talento emigra por cuestiones puramente económicas. Cuando una empresa tiene a bordo a un profesional que merece la pena tienen que intentar retenerle, lo que puede conseguir a través de la formación y de un salario atractivo. En Cantabria se puede explotar el salario en especie que es la calidad de vida. Pero creo que el factor más importante de que talento emigre es que aquí no hay las suficientes oportunidades. Estamos haciendo además una mala inversión porque estamos invirtiendo en formación de talento que luego se desarrolla profesionalmente en otros lugares.

P.– El puerto y el futuro polígono de La Pasiega aparecen, junto a la Universidad de Cantabria y el Instituto de Hidráulica Ambiental, como nuestros principales activos en la atracción de inversiones y en la creación de innovación y desarrollo. ¿Añadiría alguno más?
R.– El puerto tiene una importancia sustancial dentro de la economía regional que, junto al polígono logístico de La Pasiega, si finalmente se articula, puede crear unas sinergias y un efecto arrastre hacia otros sectores que sin duda impulsarán la economía. Me parece que La Pasiega, lo financie el Estado, la Unión Europea o Cantabria, supone una inversión con un retorno innegable. Lo que también hay que hacer es apoyar lo que ya tenemos y potenciar la innovación, la investigación y el desarrollo empresarial, no solo del sector público. Y hay que hacerlo además en un horizonte de medio y largo plazo, porque estas cuestiones no se consiguen de un año para otro. Los resultados de invertir en innovación y desarrollo empiezan a verse a partir de cuatro o cinco años. Pero vamos a ir viendo la tendencia y si conseguimos avanzar del actual 0,8% del PIB regional en I+D+i al 3% que propone la Unión Europea. No podemos olvidar que la innovación te permite ser más competitivo, aumentar la facturación y crear riqueza. Pero hoy es nuestro talón de Aquiles.

Afincado en Cantabria desde su etapa universitaria, el nuevo decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales se ha marcado el reto de modernizar la institución y de dar la vuelta a la tendencia descendente de colegiados. Fernando Rodríguez Puertas sostiene que la región cuenta con el conocimiento, las personas y una sociedad que valora la industria; que sin innovación no hay futuro, y que la energía en su sentido más amplio y la industria 4.0 son los sectores con mayores salidas laborales para su profesión. Considera que cada vez es más posible que por fin exista una política industrial seria y estima que Cantabria debe saber venderse mejor para captar más inversiones.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2024

Pregunta.– La presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, aseguró al poco de tomar posesión de su cargo que uno de sus objetivos de cara a esta legislatura es elevar el peso de la industria hasta el 25% del PIB regional. ¿Lo considera viable?
Respuesta.– Que se haya realizado ya esa declaración de intereses es para felicitarse. Porque quiere decir que existe una preocupación real. La industria en Cantabria representa en torno al 20% del PIB y subir cinco puntos es, desde luego, todo un reto. ¿Posible? Totalmente, pero es un reto. Hace falta que empuje el gobierno y también toda la sociedad porque es un trabajo de todos. Lo que sí le puedo decir es que el Colegio colaborará con el Ejecutivo cántabro y con cualquier otra Administración que se empeñe en esta tarea.

P.– Pese a ello, no son pocas las voces que consideran que en Cantabria falta una política industrial seria. Usted, ¿qué opina?
R.– Si no hay política seria educativa, que es algo fundamental para un país, es difícil que las políticas industriales existan, tanto a nivel nacional como regional. Hay impulsos y hay planes parciales que, gracias a ellos, se sigue avanzando por sectores, pero realmente una política industrial continuista que vaya más allá del gobierno de turno no la hay ni la ha habido. Y es difícil que la haya. Dicho esto, creo que cada vez es más posible. Hubo un momento, en los años 80 y 90, de reconversión industrial salvaje que dejó un gran vacío en algunas zonas industriales. Lo veo en Ferrol, de donde provengo, que no ha avanzado casi nada en estos cuarenta años. Cuando la industria no se recupera y no hay algo que la sustituya, se crea un vacío económico y social muy grande. Creo que la Unión Europea se ha ido dando cuenta de esto y de ahí que en la década de 2010 apostara por ese objetivo de que la industria alcanzara como mínimo el 20% del PIB en todos los países. Los gobiernos lo ven cada más alcanzable. Y es mejor hacerlo tarde que nunca.

P.– Qué tecnología o sector diría que está llamado a liderar el desarrollo del sector industrial en Cantabria los próximos años?
R.– Por suerte tenemos varios que podrían hacerlo. Cantabria industrialmente está en ese 20% y solo hay otras cuatro o cinco regiones que estén en ese porcentaje. Tenemos un sector de la automoción muy potente, que suministra a todos los niveles a los fabricantes de automóviles; tenemos también un sector químico muy potente, liderado por Solvay y empresas como Armando Álvarez que son líderes en Europa en sus productos. También contamos con un sector agroalimentario que ha desarrollado una industria de enorme calidad y con un sector relacionado con la industria de las telecomunicaciones, que nació de la Universidad de Cantabria allá por los años 90, y que hoy en día cuenta con empresas de telecomunicaciones y de ciencias de la comunicación muy potentes. No veo, por tanto, un sector claro y prioritario. Cualquiera de estos que he citado puede liderarlo. Tenemos el conocimiento, las personas capaces y una sociedad que valora la industria. Por eso, creo que podría desarrollarse cualquier sector.

P.– Hace unas semanas se conoció que Cantabria contará en Torrelavega con una las de las mayores plantas de hidrógeno de España, un proyecto que sus promotores confían sirva para avanzar en la descarbonización de la economía y dar un nuevo impulso a la comarca del Besaya. ¿Cuál es su valoración?
R.– Pude asistir a la presentación de este proyecto y una de las cosas que más me gustó fue el ver que todos los intervinientes lo apoyaban, lo que es bastante difícil de conseguir porque en estos casos, en general, siempre suele haber detractores. Esto, de entrada, ya es un punto de partida magnífico. Por suerte, este proyecto está encuadrado dentro de la política europea de descarbonización. Se podría hablar mucho sobre si esta política es adecuada, sobre los tiempos o las formas, pero lo que es evidente es que la UE va a destinar mucho dinero para cumplir con este objetivo. Producir hidrógeno verde, que no es otra cosa que producir hidrógeno a partir de energía eléctrica que no genere CO2 u otro tipo de emisiones, puede ser un auténtico revulsivo. Máxime si se instala donde se instala, en una comarca que ha sido duramente castigada por la pérdida de industria. Creo que es un proyecto muy ilusionante, pero en el que hay que remar y empujar mucho para que salga adelante. Creo que se trata de un proyecto enfocado más hacia la exportación. Harían falta varias ‘Cantabrias’ para consumir todo el hidrógeno que se quiere producir. La base energética lo es todo. Sin la energía adecuada no hay nada. No hay industria, no hay sociedad, no hay desarrollo.

 

Fernando Rodríguez Puertas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Cantabria. Foto: Nacho Cubero

P.– Las ayudas Next-Generation no han llegado al sector industrial, especialmente a las pymes, con el ritmo y la intensidad deseada. ¿Verdad o mentira?
R.– Bueno, es un tema que no he seguido especialmente, por lo que no me atrevería a dar un juicio de valor muy contundente. Todas las ayudas, al fin y al cabo, tienen un componente burocrático, de seguridad en la tramitación, que es enemigo de los tiempos, de la rapidez en ejecutarlas. Me consta que las ayudas existen y que llegan, pero siempre resulta más fácil dotarlo presupuestariamente que después ejecutarlo. El otro día me preguntaban qué que hacía falta para que lleguen industrias a Cantabria. A mi juicio, lo que hace falta para que lleguen y que las que hay se desarrollen es apoyo por parte del Gobierno y del entorno en el que se quieran instalar; hace falta suelo industrial, y después hace falta una Administración que facilite burocráticamente la instalación de esos proyectos. A los empresarios se les abren ventanas de oportunidad y buscan el mejor lugar para invertir el dinero. Si los obstáculos que encuentran son muy grandes, esos proyectos se van a otro sitio. La reducción burocrática es fundamental. Y dentro del margen discrecional que te permite la ley, Cantabria ha legislado y desarrollado demasiado la norma. Creo que hay mucho margen de mejora. Me consta que uno de los ejes del Gobierno cántabro en esta legislatura es la reducción de las cargas administrativas. Ya no solo en industria. Ojo, no hablo de la liberalización salvaje de nada, que eso no le gusta a nadie. Pero entre esto y una burocracia inacabable hay muchos términos medios muy adecuados. Y los ayuntamientos, en este tema, también tienen mucho que decir.

P.– La mayor amenaza percibida por el sector industrial a nivel nacional, por encima incluso de la inflación o la crisis de las materias primas, es la incertidumbre generada por las actuales tensiones geopolíticas. ¿Lo cree usted también así?
R.– Desde luego. Cuando vivimos nuestro día a día, solo vemos nuestro entorno laboral. Pero la maquinaria industrial logística es hoy a nivel mundial. Todos recordamos cuando un barco se atascó en el canal de Suez en 2021 y supuso una crisis en la industria del automóvil que todavía hoy la estamos pagando en los precios. Los efectos colaterales de la guerra de Israel en Gaza ya se están empezando a notar. Y casi nos hemos olvidado de que la energía eléctrica en Europa ha llegado a estar a precios diez veces superiores a los de 2020, lo que era totalmente inasumible. Es algo que tenemos que ver. Porque hoy en día deslocalizarse es algo muy fácil de hacer.

P.– Algunos estudios apuntan a que España necesitará 200.000 ingenieros más en diez años en una profesión marcada por la fuga de talento. ¿La culpa es de los bajos salarios o hay otros condicionantes?
R.– Los ingenieros, cuando ya se nos olvida el sufrimiento de la carrera, nos damos cuenta de que lo que te enseñan es a intentar resolver problemas y a buscar la solución más eficiente. Eso es exportable a cualquier sector. Siempre hemos siendo bastante polivalentes y tocamos muchos palos. Pero cada vez eso se va abriendo más y más. Hoy puedes encontrar ingenieros industriales en el Cuerpo de Inspectores de Hacienda, en el sector de la banca, los seguros, la logística, en grandes cadenas hoteleras… Como al final se trata de resolver problemas, y tenemos un perfil que se adapta bien a cualquier actividad, eso nos hace valer y que podamos trabajar en otros sectores. De ahí la falta de ingenieros en la industria. Pero no creo que los salarios en el sector industrial sean bajos en comparación con los del sector servicios o lo del sector primario, aunque sí lo son con relación a Europa. Lo que sí hay es grandes diferencias entre comunidades autónomas. Por ejemplo, el convenio colectivo del País Vasco en comparación con los del resto de España es tremenda. Hoy los mayores enemigos para la profesión son los que se van fuera. Es muy sencillo irse. Porque el problema del idioma ya no es, afortunadamente, una barrera. Después, cuando sales, también es verdad que te das cuenta de que tampoco es para tanto y de que en todas partes cuecen habas. Con el tiempo, todo el mundo desea regresar a España. Pero vamos mejorando el nivel de la industria española, que ya es muy alto. No somos el segundo productor europeo de automóviles por casualidad.

P.– En España existen en la actualidad alrededor de 60 ingenierías diferentes, cada una especializada en un ámbito. Tantas titulaciones llevan a muchos a no distinguir unos titulados de otros y a englobar dentro del mismo término de ingeniero a profesiones muy distintas, algunas de las cuales aún no tienen ni siquiera bien definidas las competencias que les corresponden. ¿Le preocupa esta situación?
P.– Sí, totalmente. En España, antes de Bolonia, había siete familias de ingenieros muy marcadas: agrónomos forestales, de minas, caminos, industriales, telecomunicaciones, navales y aeronáuticos. A partir de Bolonia, los que tienen la capacidad de crear las titulaciones son las universidades que, quizá intentado crear esas especialización que demandan los empresarios, fueron creando nuevos títulos. Hoy día, personas que hace veinte años serían ingenieros industriales tienen ahora 15 o 16 titulaciones en ese mismo ámbito. Esta diversificación lo que está generando es un problema en los colegios que, en general, ven descender su número de colegiados. ¿Por qué? Porque, como digo, se van creando otras ingenierías, que son por completo del ámbito industrial y que hace dos décadas estarían englobadas sin ninguna duda en este colegio. Lo que han hecho es cambiarles el nombre. Ante esta nueva realidad, es evidente que los colegios tenemos que hacer algo. ¿El qué? Desde luego cambiar porque cuando los tiempos avanzan y tú no te mueves, te suelen pasar por encima. Los colegios somos instituciones de derecho público que estamos obligados a defender la profesión. Nuestra profesión tiene unos decretos de atribuciones que muchísimas de estas otras ingenierías no tienen. De hecho, en algunas de ellas aparecen las primeras promociones y luego desaparecen, quedándose esos titulados en el limbo. La opinión mayoritaria del Consejo General no es abrir la mano a que cualquiera pueda ser ingeniero industrial, pero sí la de analizar el problema y ver qué se puede hacer. Y en eso estamos.

P.– El Gobierno de España aprobó a finales de 2023 un proyecto de ley para lograr la representación paritaria en los órganos de decisión tanto en el sector público como en el privado. La norma, que afecta también a los colegios profesionales, establece que cada uno de los sexos suponga, como mínimo, un 40 por ciento y da de plazo para cumplir con esta regla hasta junio de 2026.  En su caso, ¿cumplir con esta proporción pasa, obligatoriamente, por aumentar también el número de ingenieras, que apenas llega al 20%?
R.– Sí, desde luego lo es. Cuando yo estudié la carrera en mi promoción solo había dos o tres chicas. Por suerte cada vez son más. Hoy la media de mujeres matriculadas en alguna ingeniería representa en torno al 30 por ciento del total. En nuestro colegio, el porcentaje de colegiadas es hoy de prácticamente el 10%, pero en la Junta Directiva este porcentaje se eleva hasta el 27%. Son, además, mujeres de perfiles muy diferentes y líderes en sus áreas. Creo que en el colegio será muy fácil llegar a ese 40%. Aunque habría que preguntarles a ellas por qué no les resulta atractivo “estudiar ingeniería, creo que el crecimiento de nuevas tituladas es imparable.

El decano de los ingenieros industriales de Cantabria, en el centro acompañado del resto de miembros de la junta directiva del colegio: Manuel Hierro Fernández, Cristina Lanuza Rodríguez, Yolanda Lechuga Solaegui, Fernando Mantilla Peñalba, Jesús Pascual García, José Antonio Muñoz, Rafael Rodríguez Fernández, Rafael Canales Celada, Alejandro Pereda Jiménez y Beatriz Sancristóbal Marcano.

P.– Lo apuntaba usted antes: el perfil profesional del ingeniero industrial es altamente multidisciplinar. ¿Considera que esta versatilidad constituye una fortaleza o un riesgo en un mercado laboral cada vez más especializado?
R.– Creo que es un valor. Lo que demuestra es que puedes dedicarte a cualquier sector, pero que luego te tienes que especializar. Es decir, te da la oportunidad de abarcar un abanico muy amplio de oportunidades de trabajo, pero es indudable que la especialización es necesaria, y cada vez más. Lo que ocurre es que el marketing no es lo nuestro. No nos sabemos vender.

P.– A su juicio, ¿cuál es la actividad o el sector productivo que a corto plazo cuenta con mayores salidas para un ingeniero industrial?
R.– En dos sectores, que tienen en común que ahora cuentan con un impulso mundial, europeo y nacional en forma de políticas y fondos públicos nunca visto en el sector industrial, que son la energía en su sentido amplio (nuevas fuentes de energía, energías renovables, desarrollo de las existentes, su aplicación en otros sectores incluido el productivo…); y cualquier industria productiva que haya apostado decididamente por aplicar en sus procesos todo lo que significa la Industria 4.0, esto es, el desarrollo de la fabricación inteligente. Creo que el futuro para la profesión es bueno.

P.– Cantabria está a la cola de España en inversión productiva extranjera, según los últimos datos de la Secretaría de Estado de Comercio referidos a los nueve primeros meses de 2023. ¿A qué achaca que la comunidad cántabra despierte tan poco interés entre los inversores extranjeros?
R.– Los datos dicen que Cantabria es una región industrializada, aunque esto a la gente les sorprenda. Pero si Europa dijo que los países hicieran planes para que la industria llegara al 20% del PIB, y nosotros ya estamos en ese porcentaje, algo querrá decir. Que tuvimos más industria, desde luego, como todo el norte de España. Pero, insisto, somos una región industrializada. Sin embargo, si le preguntas a cualquiera de fuera cuáles son los valores que definen a Cantabria, a la industria no la menciona nadie. Esa imagen lastra las inversiones foráneas y es preciso abrirles los ojos porque tener una región para vivir tan agradable como la nuestra es una gran ventaja. Hay que explotarlo y ponerlo en valor. Tenemos polígonos industriales y un puerto que no para de crecer. No tiene ningún sentido que se invierta más en Asturias o en el País Vasco que en Cantabria. Tenemos que saber vendernos y ser atractivos porque el dinero, como me dijo una vez un profesor en la carrera, es el animal más huidizo que hay. Y hoy en día las normas que regulan las industrias son las ambientales, que son las mismas para toda Europa. No hay que tener miedo a que alguien venga con un proyecto industrial. Hay que recibirles con los brazos abiertos y creo que en Cantabria, esta parte, nos cuesta.

P.– ¿Cómo calificaría el estado de la innovación en Cantabria?
R.– Creo que ha crecido mucho desde 2008, coincidiendo con una política de innovación a nivel estatal para desarrollar parques tecnológicos. Los sectores van generando conocimiento, pero la innovación no es la investigación y el desarrollo, es la parte final. En Cantabria lo veo positiva, porque cada vez va a más, pero aún tendría que ser bastante más porque sin innovación no hay industria competitiva. El PCTCAN, que es una incubadora de empresas, está ahí, aunque no todas las que nacen pueden mantenerse. De cada cuatro o cinco ‘startups’ que empiezan solo llega una o dos a desarrollarse. Eso es normal. Si quieres que se desarrollen 1.000 empresas tienes que tener 5.000 que comiencen. Hay que invertir en innovación e incluirla como una parte más en la cuenta de resultados de las empresas. Siempre se ha innovado y la industria desarrolla soluciones tecnológicas que demanda el mercado. Eso es innovación, pero el salto es ser consciente de que tengo de dotar a la organización de medios y de personal para que solo estén pensando. Y creo que eso está ya superado. En Cantabria hay departamentos de innovación que trabajan solo en ello, como puede ser Sodercan o la dirección general de Innovación, Desarrollo Tecnológico y Emprendimiento Industrial. Pero las empresas también tienen que apoyar, del mismo modo que también lo tienen que hacer la universidad y los parques tecnológicos.

De cada cuatro o cinco ‘startups’ que empiezan solo llega una o dos a desarrollarse. Eso es normal. Si quieres que se desarrollen 1.000 empresas tienes que tener 5.000 que comiencen

P.– Al igual que usted, su predecesor en el cargo ya abogaba por abrir aún más el colegio a la sociedad y por hacerlo atractivo a los nuevos titulados. ¿Cómo piensa conseguirlo?
R.– El colegio tiene que modernizar su imagen. Vivimos en el mundo de la imagen. Soy absolutamente enemigo de vender imagen con humo dentro. Y nosotros no somos humo. Somos lo que somos, pero la imagen nos perjudica. Por tanto, hay que modernizar la imagen del colegio, tanto la física como la digital; abrirlo a la sociedad y, sobre todo, abrirlo a las nuevas generaciones. Nuestro objetivo prioritario son los jóvenes de 25 a 30 años, que son recién titulados y la etapa en la que creo que más les podemos ayudar a encontrar su futuro, pero sin olvidar tampoco al colegiado tradicional al que tenemos que ofrecer más servicios.

P.– Por último, dígame cuál es el mayor reto de su mandato. 
R.– Ya lo he apuntado antes. Lo resumiría en tres vértices: modernización, atraer nueva sabia y darles más servicios al colegiado para que se sienta integrado y note que el colegio es necesario, lo que a veces se desconoce. Al final de mi mandato me gustaría haber conseguido dar la vuelta a la tendencia descendente de colegiados, que la hay.  Tenemos que ser atractivos, pero ofreciéndoles algo.