Apoyada en una evolución propia de los sistemas de lectura termográfica, la empresa cántabra ha agotado en apenas dos años su capacidad de crecimiento y, tras ser seleccionada por la lanzadera de ‘star-ups’ de Juan Roig, se prepara para multiplicar su actividad mediante un singular modelo de franquicias que permitirá expandirse dentro y fuera de España manteniendo el control y el núcleo de la generación de valor añadido en Cantabria. En colaboración con la Universidad de Cantabria, Feten Domum trabaja en desarrollo del prototipo de una máquina que, junto al software diseñado por la empresa, le dotará de completa independencia tecnológica para encarar los planes de expansión. El sistema, para el que han recibido ofertas de compra de empresas de Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, ha encontrado su principal campo de aplicación en la detección de fugas de agua en construcción, pero su abanico potencial de usos es mucho más amplio.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Octubre 2022

La previsión en cuanto a plazos sigue estando abierta, y es también prudente en relación con las cifras y el alcance que quiere darse al proyecto, pero la referencia del camino ya recorrido y el avance de los trabajos en marcha permite ya esbozar los siguientes pasos de una idea a la que sus promotores conceden un amplio recorrido. A finales del próximo año, o a más tardar durante el primer trimestre de 2024, Feten Domum estará en condiciones de iniciar una expansión que debería llevar a la empresa a contar con entre 50 y 100 delegaciones operativas en España, y a un número más difícil de determinar, pero igualmente significativo, fuera de nuestro país. Se romperán entonces las barreras que ahora limitan la progresión de una iniciativa a la que se ha venido dando forma a lo largo de más de una década, que se concretó en 2019 con la creación de una empresa y que, en los poco más de tres años transcurridos desde entonces, se ha visto desbordada por la acogida que el mercado ha dispensado a las soluciones ofertadas. Con la detección de fugas de agua como principal servicio y la construcción como sector en el que aplicarlo, pero con un abanico de usos mucho más amplio, la tecnología desarrollada por la empresa cántabra se ha convertido en el núcleo impulsor de un proyecto que por sus características, crecimiento exponencial y por tener la innovación como principal ventaja competitiva, encaja perfectamente en la categoría de lo que se conoce como ‘start-ups’.

En las fotos, varios ejemplos de las lecturas que es capaz de hacer el sistema desarrollado por Feten Domum, que identifica variaciones de temperatura a varias profundidades bajo la superficie, señalando a qué corresponde cada una de ellas.

Feten Domum SL es el resultado de la experiencia profesional que, a lo largo de casi veinte años, han ido acumulando sus fundadores, Eusebio Pérez Beláustegui y José Martínez Marco, trabajando en la detección de patologías en construcciones. Utilizando lo  que en origen era una cámara termográfica convencional, de un fabricante norteamericano, fueron desarrollando sus propias soluciones en un proceso que combinaba la mejora de las capacidades de ese dispositivo y el diseño de un software capaz de interpretar lo que este captaba. Se produjo con ello una mejora de las prestaciones que, a partir de determinado momento y después de ponerse a prueba en el mercado, dio como resultado un sistema con capacidades que marcaban una enorme distancia con lo existente. “Las cámaras térmicas están calibradas para ver temperaturas y hacer con ello un mapa”, explica José Martínez Marco, director del Departamento de Arquitectura y proyectos Feten Domum, que detallar las diferencias de su sistema: “Lo que nosotros hemos conseguido determinar es a qué material corresponde cada temperatura, y ver lo que hay a dos centímetros de la superficie, luego a 10 y luego a 16, para después interpretar todo eso con nuestro software. Que nosotros sepamos, esto no es capaz de hacerlo nadie en el mundo”.

El convencimiento que expresan los responsables de Feten Domum, que alguien podría considerar exagerado, ha ido formándose a partir de su experiencia en el mercado, de la acogida que su producto tenía entre sus clientes y, sobre todo, de la respuesta de sus potenciales competidores. Probablemente el caso que mejor ilustra esto es el de la terminal 3 del aeropuerto de Málaga, que tenía un problema de filtraciones que los técnicos de Feten Domum estaban convencidos de poder localizar y solucionar. Fomento licitó los trabajos con un pliego de condiciones al que solo pudieron dar respuesta los cántabros. Tras la adjudicación, la empresa alemana con la que habían competido en el proceso, y que había considerado imposible cumplir las condiciones de la adjudicación, les hizo una oferta de compra y de trabajo: “Dijimos que no, como a otras que nos han ido llegando, pero eso ha servido para confirmar que lo que aporta nuestra tecnología no lo tiene nadie más, y para convencernos de ir adelante con nuestro proyecto”, resume Eusebio Pérez, que dirige el Departamento de Ingeniería e Innovación de la empresa cántabra.

Soluciones

En términos prácticos, la capacidad que tiene el dispositivo desarrollado por Feten Domum para hacer una lectura de temperaturas a diferentes profundidades, y discriminando a qué corresponde cada una, hace posible determinar de forma precisa el origen de cualquier problema constructivo relacionado con fugas térmicas o de agua, lo que permite resolverlo rápidamente y con importantes ahorros para el propietario. Como con el aeropuerto de Málaga, la referencia de alguno de los proyectos acometidos por la empresa es una buena forma de explicar tanto la forma de trabajar como lo que aporta la solución que ofrece la empresa cántabra. El malagueño Palacio de Deportes Martín Carpena tenía problemas de filtración de agua desde su inauguración en 1999, parcheadas y nunca resueltas del todo en los años pasados desde entonces. En enero de 2020 iba a celebrarse ahí la gala anual de los premios Goya, en la noche de un sábado para el que la previsión meteorológica anunciaba lluvia abundante: “Salimos desde aquí el domingo anterior a la gala, con cinco chicos de Cantabria y con el compromiso de solucionar el problema antes del sábado”, relata Martínez Marco, que recuerda que llovió toda esa semana, unas circunstancias que complicaron los trabajos pero que también permitieron ponerlos a prueba: “El jueves ya no caía nada y la entrega de los Goya, a la que asistimos, se celebró sin ningún problema, cuando siete días antes se estaban planteando suspenderla”.

Además de permitir que pudiera tener lugar aquel acto, lo realizado en el Martín Carpena supuso solucionar un problema que se había dado por imposible y ahorrar una cantidad notable al consistorio malagueño: “Les habían dicho que las filtraciones se debían a que la cubierta se movía, por estar construido el edificio sobre una marisma, y que debía sustituirse por completo. Tenían ya un presupuesto de 500.000 euros, y nosotros lo solucionamos por 33.000”. Los responsables de Feten Domum relatan otros casos en los que se han conseguido ahorros ciertamente llamativos sobre otras soluciones presentadas, entre ellos el conseguido en un edifico del Pctcan, en Santander, para el que ya estaba prevista una inversión de cerca de un millón de euros y cuyo problema resolvió Feten Domum por 70.000. “Calculamos que en cuatro años hemos ahorrado no menos de 40 millones a nuestros clientes”, aseguran los responsables de la empresa, que matizan que esa cifra recogería solo lo dejado de gastar en las obras previstas, pero que ese no sería el único ahorro que se consigue: “En la mayor parte de los casos la solución que se había planteado no habría resuelto el problema, porque no se identificaba el punto crítico y este iba a seguir ahí cuando se volviera a construir; era tirar el dinero”, recalca José Martínez Marco.

Fuerte crecimiento

En el tiempo que lleva operando como empresa, Feten Domum no ha hecho más labor comercial que la que se deriva del boca a oído –«cada cliente nos ha traído cinco más”, asegura Pérez Beláustegui– y la que, de forma un tanto inesperada, se ha realizado a través de la presencia en Linkedin, la red social más directamente relacionada con la actividad empresarial: “Mas del 40% de los contactos para nuevos proyectos nos han llegado por ahí”, calcula el director de Ingeniería e Innovación de la empresa cántabra. El resultado ha sido un crecimiento constante en el número de informes realizados: 100 en 2019, 160 el año siguiente, 200 en 2021 y una cifra que se moverá este año en cotas algo mayores, pero no muy alejadas de ese último dato: “Con nuestros medios actuales es imposible hacer más, porque hay informes rápidos, que puedes hacer en una tarde, pero otros llevan días. Ahora mismo estamos al límite de nuestra capacidad, podemos hacer más”.

Llegados a ese punto, el impulso decisivo para dar forma a los planes de crecimiento ha llegado de la mano de Lanzadera, la aceleradora de empresas impulsada por Juan Roig, propietario de Mercadona –uno de los principales clientes de los cántabros– que seleccionó a Feten Domum entre más de un millar de candidatos para tomar parte en su última convocatoria. Además de ponerles en contacto con posibles inversores, una opción que por el momento no contemplan, el análisis y asesoramiento realizado en el marco de Lanzadera sirvió para diseñar una fórmula de crecimiento basada en un modelo de franquicias adaptado a las características del proyecto, en el que además de buscar un modelo de negocio viable para el franquiciado se garantice un flujo de ingresos hacia la matriz que no llegaría por la tradicional vía de los ‘royalties’ y que garantizaría la generación de actividad en Cantabria.

Expansión mediante franquicias

José Martínez Marco y Eusebio Pérez Beláustegui, fundadores de Feten Domum –primero y tercero, de izquierda a derecha– junto al estudiante Óscar Muñoz y el catedrático Pablo Sánchez, ambos del grupo de investigación de la UC con el que han trabajando para el desarrollo de su cámara termográfica.

La clave para conseguirlo es el software propio que ha desarrollado la empresa y la máquina con la que se hacen los trabajos, que actualmente están construyendo de la mano del Departamento de Tecnología Electrónica e Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad de Cantabria. El objetivo es contar con un dispositivo propio al que trasladar todas las mejoras realizadas hasta ahora en la cámara termográfica con la que trabajan, logrando así una independencia tecnológica casi completa –habrá algunos componentes que tendrán que adquirirse a otros fabricantes– y contar con el elemento clave sobre el que construir el modelo de franquicia: “Lo que haremos será vender la máquina al franquiciado, que hará el trabajo de campo y nos remitirá las fotos para que las procesemos aquí con nuestro software”, explica Pérez Beláustegui, que calcula que la adquisición de la máquina supondrá una inversión de entre 150.000 y 180.000 euros, que podría amortizarse en un año: “El informe más barato cuesta 1.500 euros, y pueden hacerse hasta dos o tres por jornada de trabajo”. A ello hay que añadir, destaca el responsable de Feten Domum, la actividad que puede generarse a partir del diagnóstico que hace el dispositivo: direcciones de obra, la realización de los trabajos de corrección de las anomalías detectadas o certificación de calidad en edificación, por mencionar solo algunas de las áreas en las que ya trabaja Feten Domum y que de ningún modo agotan las posibilidades del sistema.

Los planes de la empresa cántabra contemplan contar con entre 50 y 100 franquiciados en España, una cifra esta última que consideran el máximo que podría absorber el mercado nacional sin comprometer el negocio de cada uno de ellos. La expansión internacional se apoyaría en el mismo modelo, y tendría a México –donde Feten Domum cuenta ya con una delegación comercial– como primer destino. Todos los franquiciados recibirían un curso de formación sobre el manejo de la máquina y el protocolo de trabajo, que tendría una parte ‘on line’ y otra presencial, que tendría que hacerse en Cantabria. La empresa cántabra cuenta ya con un primer prototipo de la máquina, y prevé que el modelo final –que quieren que sea más pequeño y de manejo más sencillo– esté listo a finales de 2023 o durante los primeros meses de 2024. Esa fecha marcaría el inicio del proceso de expansión y el derribo definitivo de las barreras que ahora impiden el crecimiento del proyecto.

Feten Domum cuenta actualmente con cinco trabajadores en plantilla. Con la franquicia en funcionamiento, los responsables de la empresa calculan que el empleo generado en Cantabria sería de no menos de 15 personas. “Pero el potencial real no es fácil saberlo, porque ahora mismo estamos dejando de hacer muchas cosas porque no llegamos”, lamenta Eusebio Pérez, que considera que el campo de aplicación de su sistema llega mucho más lejos de hasta donde ahora se ha empleado: “Sabemos que funciona al cien por cien en construcción, que es el sector que más trabajamos, pero puede funcionar en barcos, en aviones, en instalaciones eólicas… para el CSIC hemos hecho el seguimiento de la lava de la erupción de La Palma… el abanico de posibles usos es amplísimo”, concluye el director de Ingeniería e Innovación de Feten Domum.

El diseño está presente en casi cualquier objeto sobre el que posemos la vista, pero tiende a pasar desapercibido y continúa sin alcanzar la relevancia económica que correspondería a un sector cuya aportación es clave para la competitividad de sus clientes. El problema es más acusado en regiones como Cantabria, en las que la mayor parte del tejido productivo está formado por pymes y donde los trabajos realizados apenas consiguen tener repercusión más allá de las propias fronteras. Pese a ello, no menos de 50 estudios y profesionales desarrollan aquí su labor.

Cristina Bartolomé |  @criskyraEnero 2023

La celebración el pasado mes de noviembre en Santander del VII Certamen Tipos de diseño gráfico, unida a la coincidencia de varios galardones nacionales e internacionales recibidos por diseñadores gráficos de Cantabria, son acontecimientos que ponen de relieve la vivacidad de un sector profesional imprescindible hoy en día. En nuestro mundo actual la imagen y la expresión gráfica son indispensables para comunicar cualquier proyecto y para dotar de identidad visual a proyectos, empresas e instituciones. También son el campo de trabajo de un nutrido grupo de profesionales y empresas, pero sin embargo, y aunque pueda resultar chocante teniendo en cuenta la relevancia de esta actividad, a día de hoy parece no haber un ‘censo’ actualizado de cuántos diseñadores gráficos desarrollan su profesión en nuestra región. Según explica Javier Gandarillas, socio del estudio Mutta y organizador del Certamen Tipos, no hay un dato concreto. La razón es que los profesionales dedicados al diseño no solo desarrollan su trabajo en estudios como el suyo: “También hay que tener en cuenta imprentas y todo lo que hay alrededor de las artes gráficas. Además, cada vez más hay empresas que cuentan con diseñadores en sus plantillas”. Más fácil, admite Gandarillas, es poner cifra a quienes tienen su principal actividad en este campo, los estudios propiamente de diseño: “El último dato que tengo y que ahora mismo estoy en proceso de actualización, es que en Cantabria operan más de 50 estudios o diseñadores freelance”. Aunque, al menos de momento, no existe una asociación que aglutine a estos profesionales en Cantabria, “sí hay un sector”, asegura Gandarillas. Son empresas pequeñas, de entre dos y 8 trabajadores por lo general, un perfil en el que no incluye a las agencias de publicidad. Aun así, admite, no es muy factible cuantificar el impacto económico que aporta esta actividad: “En diseño nadie habla de dinero… De todas formas es imposible saberlo. Cualquier tema de diseño enseguida se cataloga como ‘cultura’ en vez de como Industria creativa”, explica.

Javier Gandarillas, impulsor del certamen Tipos y socio de Mutta Estudio Gráfico.

Cataluña, Valencia o País Vasco son las comunidades autónomas donde este sector es más pujante y, según el precursor del certamen de diseño gráfico Tipos, Cantabria está “a años luz” de ellas. Si consideramos que el diseño gráfico traza mediante la imagen las acciones de comunicación, el despegue del sector parece ir ligado a la disposición de empresas e instituciones a incluirlo entre sus herramientas comunicativas: “Cantabria es una región en la que aún hay muchos empresarios que no entienden el valor que el diseño puede aportar a sus empresas. Por otro lado están las administraciones, en las que prima el precio por encima de la calidad en la mayoría de las ocasiones”.

Según Javier Gandarillas, los profesionales de Cantabria cuentan además con un hándicap añadido, y es que si sus trabajos se realizan aquí, no alcanzan el eco que podrían obtener si fueran realizados en otras comunidades: “Cantabria no es un escaparate de alcance. Puedes hacer un diseño genial y que nadie se entere, pero si lo haces para una campaña del Ayuntamiento de Madrid, estás en todos los medios”.

Otra de las desventajas con las que se encuentran los profesionales cántabros es la abundancia de herramientas digitales al alcance de quien quiera realizar un trabajo en este campo sin ser profesional del diseño gráfico. Los ‘community managers’ utilizan a diario estos instrumentos nacidos al calor de las múltiples redes sociales que sirven de escaparate y canal de ventas para todo tipo de marcas: “Es cierto que las empresas necesitan más contenidos digitales, pero en muchos casos se dejan en manos de profesionales de otros ámbitos de la comunicación que tiran de herramientas que generan plantillas, perdiendo así la oportunidad de ser únicos y diferenciarse de su competencia”.

De las musas al papel: frutos del diseño gráfico

Aun así, Gandarillas asegura que empresas de todo tipo necesitan servicios de diseño en algún momento de su trayectoria, y que la inversión en diseño y comunicación gráfica contribuyen al éxito de una empresa. Aunque no es posible cuantificar con datos tangibles para Cantabria, estudios de la Asociación de Diseñadores de Cataluña indican que genera un crecimiento de los resultados de cerca del 60%, a lo que habría que sumar  los intangibles: “La mejora de tu imagen de marca, por ejemplo, que se estima en cerca del 80%”.

Verónica Vicente, la diseñadora cántabra premiada con un ‘Pentaward’

En estas coordenadas, el Certamen Tipos de Diseño Gráfico ha dado visibilidad a estos profesionales que dan forma a cualquier objeto de nuestra vida cotidiana y a la identidad y comunicación corporativas de empresas e instituciones. Según su creador e impulsor, esta cita anual ha conseguido que el diseño gráfico tenga presencia mediática, que el ciudadano se acerque a las exposiciones y charlas y que, destaca, “empiece a entender la función del diseño, pero sobre todo que se vaya conociendo los profesionales cántabros”.

Verónica Vicente es una de las profesionales de Cantabria que este año ha conseguido un importante respaldo a su trabajo en los Premios Pentawards, un concurso internacional de diseño de envases fundado en 2007. Entre los participantes hay diseñadores, agencias de diseño, agencias de comunicación y publicidad, marcas y fabricantes de envases. El diseño realizado por Verónica para la marca Óleo Olivia de aceite de oliva virgen extra ecológico se alzó con la medalla de bronce en la categoría de Diseño Sostenible-Alimentación, en lo que la diseñadora cántabra entiende como un reconocimiento al trabajo de muchos años: “Para mí los Pentawards son como los Oscar en diseño de packaging, y estar entre los grandes del diseño a nivel internacional es todo un orgullo. Ser el primer estudio de Cantabria que gana este premio y traer un poco de dignidad a nuestro sector en la comunidad me hace muy feliz”.

Itinerario formativo para futuros diseñadores

Verónica es desde 2018 propietaria del santanderino Veralidad Studio, en el que comenzó a trabajar en 2008 tras hacerlo antes en otros estudios profesionales y agencias de publicidad. Enfocado al ‘branding’ y el ‘packaging’ y especializado en el trabajo para empresas alimentarias, el estudio tiene clientes en toda España.  Además, esta joven diseñadora imparte clases en el Centro Universitario Cesine, en la Escuela de Diseño y Creación. Es una de las posibilidades para formarse que existen en Cantabria para quienes quieran hacer del diseño gráfico su profesión. Según explica Verónica, hay varias escuelas de diseño con títulos o grados medios. “Además, tenemos uno de los mejores bachilleratos de Artes de toda España, dicho por profesores de varias universidades españolas”.

Profesora y alumnos en una clase en el Cesine, dentro de uno de los grados de diseño que imparte este centro universitario.

Víctor Hurtado es el director académico del Área de Diseño en el Centro Universitario Cesine y detalla que dentro de este departamento el centro ofrece los títulos de grado en Enseñanzas Artísticas Superiores de Diseño, Diseño Gráfico, Diseño de Moda y Diseño de Interiores. Son titulaciones oficiales avaladas por el Ministerio de Educación para el campo del diseño en España, se desarrollan en 4 años, con una carga de 240 créditos ECTS y dan acceso a estudios de máster o la posibilidad de poder presentarse a oposiciones que soliciten nivel de grado.

El itinerario formativo incluye facilidades para el acceso de los futuros diseñadores al mundo laboral. Para ello cada una de las asignaturas está impartida por un profesional del sector y hay un servicio de prácticas, donde de forma obligatoria los estudiantes tienen que realizar al menos 300 horas. Según Víctor, todo esto ayuda a minimizar el impacto del paso entre los estudios y la vida laboral: “Todos los proyectos que realizan cada día en el aula se enfocan en base a proyectos reales, como los que realizan los estudios profesionales”. Además, organizan semanas temáticas con ponentes del sector y viajes para conocer estudios y empresas.

Para Javier Gandarillas, estos recursos formativos en Cantabria hacen que el sector esté en mejor situación que hace años, lo que corrobora Verónica: “En mi época teníamos que irnos fuera de Cantabria para realizar estudios creativos y no había estudios superiores de diseño gráfico”, relata esta profesional que cursó estudios de Bellas Artes en Salamanca y Bilbao. “Tener que salir fuera para estudiar ha hecho que la comunidad pierda grandes talentos del mundo de la creatividad. Creo que ahora somos unos privilegiados por tener éstos grados“.

Además de los estudios de este centro universitario privado, la oferta formativa incluye la FP de Artes Gráficas que se imparte en el IES La Albericia. Aun con ese abanico de posibilidades, el fundador del  Certamen Tipos abogaría por aumentar las oportunidades formativas: “Cuantas más opciones mejor, y mejores profesionales”. El director académico de diseño de Cesine, por su parte, considera necesario que la sociedad conozca mejor la labor y el trabajo de los diseñadores, más que aumentar la oferta de formación: “El reconocimiento y la puesta en valor del trabajo de nuestras profesiones es muy importante para que una región periférica como Cantabria se desarrolle. Sin diseño, una empresa o industria, está coja”. Verónica Vicente añade que, aunque en su opinión en los colegios e institutos no se ayuda mucho a los niños y jóvenes con perfiles creativos a orientar sus estudios hacia áreas relacionadas con esa capacidad, si se crean escuelas de diseño y universidades relacionadas con ello “es precisamente porque hay demanda”.

¿Hay futuro?

En el horizonte planea un escenario en el que Cantabria consiga ser, si no un referente del diseño, sí al menos una región donde esta actividad tenga una relevancia significativa. “Somos una comunidad pequeña, pero poniendo en común nuestros proyectos, impulsando los debates profesionales, patrocinando iniciativas que tengan ese mismo objetivo, podemos conseguirlo”, asegura.

Hay argumentos que apoyan esa visión positiva para el sector, asegura el director académico de Cesine, como que Cantabria genera proyectos y profesionales de gran nivel. Prueba de ello son las iniciativas que se ponen en marcha y los premios que cada año estudios y profesionales de Cantabria están recibiendo. Además de la creciente relevancia que el mercado está otorgando a este producto: “Poco a poco, las instituciones y otros sectores se están dando cuenta de lo importante que es invertir en diseño; tanto en la formación, como en la aplicación de los proyectos”.

Verónica ahonda en la necesidad de diseño que tienen instituciones, empresas e incluso particulares o autónomos: “Las empresas necesitan el diseño más que nadie para poder vender sus productos o servicios, porque quien no te conoce se debe fiar de la percepción que le enseña la marca, la primera impresión siempre la tenemos en cuenta”. Esa necesidad, acompañada por la constante evolución de las nuevas tecnologías, dice, está creando nuevos puestos de trabajo: “Muchos relacionados con el mundo del diseño y la creatividad, ‘community managers’, diseñadores webs, ilustradores, diseñadores de imagen personal para ‘influencers’…”.

La ganadora de la medalla de bronce de los Pentawards refuerza su idea recordando que nada está exento del diseño: “Desde que te levantas por la mañana y te pones el primer café del día, porque ese bote lo ha diseñado un diseñador, esa taza la ha ideado un diseñador, o el periódico que estás leyendo mientras desayunas… todo lleva diseño”.

 

Los hermanos Jesús y Alfonso Lamadrid repasan el presente y futuro de Lopsa, empresa dedicada a la venta de material de fontanería y calefacción, azulejos, sanitarios y materiales de construcción que este año celebra su cuarenta aniversario.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Diciembre 2022

“Menos hormigón, lo proporcionamos todo”. Así presentan al unísono Alfonso y Jesús Lamadrid Posadas a Lopsa, una empresa cántabra dedicada la venta de material de fontanería, saneamiento, calefacción, azulejos, sanitarios y materiales de construcción de la que hoy estos dos hermanos de Cabezón de la Sal son sus máximos responsables. Con centros de trabajo en Argomilla de Cayón –sede de su centro logístico y de distribución–, Santander, Torrelavega y Laredo, los titulares de esta empresa que este año conmemora su cuadragésimo aniversario presumen de ser especialistas en productos cerámicos y en muebles y mamparas de baño. “Sin perder nunca de vista la fontanería y la calefacción que dieron origen a este negocio –hoy en día son los únicos partner de la firma Roca Sanitarios en Cantabria, según resaltan–, con el tiempo nos hemos hecho muy fuertes en este segmento de la mano de los principales porcelanistas y azulejistas del país, así como en los sistemas relacionados con nuevas tecnologías emergentes como la aerotermia, geotermia, solar fotovoltaica…”, concede Alfonso.

Alfonso y Jesús Lamadrid, responsable financiero y jefe de compras y personal de Lopsa, respectivamente.

Tras coincidir en señalar en que los espacios expositivos son lo que más ha evolucionado en el diseño del hogar durante los últimos años, ambos destacan el buen momento que atraviesa el sector. “Existe una fuerte demanda, aunque aún persisten algunos problemas en el suministro de materiales y cierta incertidumbre por la elevada inflación”, reconocen.

Sobre la escalada de precios de los últimos meses, tanto Alfonso como Jesús admiten que el coste de los materiales se está moderando, si bien pronostica que aún quedan subidas por llegar en 2023. Como ejemplo, citan el caso de Roca, que ya ha anunciado un incremento del 15% en sus productos a partir del próximo uno de enero. Este escenario, según subrayan, les obliga a cambiar tarifas constantemente. “Antes modificábamos nuestros precios una vez al año, incluso en algún ejercicio ni eso, pero ahora las cambiamos todos los meses”, detallan.

De hecho, afirman que la vigencia de los presupuestos que elaboran es de unos pocos días, aunque explican que tienen cierto margen de maniobra gracias a que cuentan en Argomilla de Cayón con una nave de 5.000 metros cuadrados y otros 4.000 de terreno abierto que les permite almacenar cierto stock y nuevos pedidos. “Así podemos contratar suministros de materiales para obras que se van a ejecutar en agosto del año que viene, pero con el precio y el pago cerrado a fecha de hoy”, advierten.

Con todo, insisten en que los precios en algunos segmentos se han disparado por culpa de los desorbitados precios energéticos. “Hoy el pellet cuesta más del doble que hace un año. Entonces un saco de 15 kg lo sacábamos al mercado en torno a cuatro euros más IVA; hoy, este mismo saco está estable en 8,50 euros más IVA, y aún no ha llegado el invierno”, aclaran. En este sentido, ahondan en que los elevados precios de la luz y el gas han multiplicado la demanda de estos biocombustibles de biomasa granulado a base de madera, hasta tal punto que a mediados de noviembre admiten haber vendido el 80% de todo lo que comercializaron en la campaña pasada.

“El año está siendo bueno, porque se han adelantado mucho algunas compras y tenemos mucha carga de trabajo”, reconocen complacidos, pero se preguntan si la alta inflación, en caso de que persista, no pondrá en riesgo su actual cartera de pedidos: “Todos los materiales de los productos con los que trabajamos han subido más de un 100%: el latón, cobre, zinc, plomo, aluminio, los aislamientos… ¿Cuándo va a parar? Esa es la incertidumbre y lo que está llevando a muchos de nuestros clientes a adelantar sus compras”, conceden. Y ponen un ejemplo: “Hace años decidimos apostar por la teja Terreal, un producto francés de excelente calidad, pero más caro que el fabricado en España. Este año, sin embargo, algunos fabricantes nacionales han subido sus precios más del 2.000 por ciento, mientras que los franceses los han incrementado ‘solo’ en torno al 200 por ciento”. Esto, concluyen, ha tenido una consecuencia directa tanto en la oferta como en la demanda de este producto: “Para nosotros la teja francesa se ha convertido en un producto muy competitivo no solo en calidad, que ya lo era, sino ahora también en precio, multiplicando por dos nuestras habituales ventas de este producto. De hecho, y aunque ya estamos cerca del invierno, cuando apenas se hacen obras en tejados, nos falta teja para atender una demanda que continúa siendo muy alta ante el temor de que el año que viene haya problemas de suministro o de que los precios sigan su escalada”, relatan.

Un año récord

En este sentido, Alfonso, economista de formación y responsable de la parte financiera de la empresa –Jesús, por su lado, ejerce de jefe compras y de personal de una plantilla integrada por veinte trabajadores– admite que este año está siendo un ejercicio récord: “El mejor de nuestros cuarenta años, tanto en gestión, control y volumen de compras como de margen bruto y de facturación”, un capítulo que esperan cerrar con una cifra en torno a los siete millones de euros. De cara a 2023, los dos convienen en que las expectativas son buenas: “Pero con las mismas incertidumbres que todos tenemos sobre lo que pueda ocurrir con la guerra de Ucrania, los precios energéticos y la cadena de suministros, además de con la inflación y los tipos de interés”.

Parte del equipo de Lopsa, en las instalaciones de la empresa en El Campón, en Santander

Pese a este incierto escenario y la creciente competencia de los grandes almacenes de materiales de construcción, Jesús y Alfonso confían en mantener una nómina de clientes compuesta fundamentalmente por empresas constructoras e instaladoras de Cantabria, además de por particulares de la región, aunque también cuentan con algunos clientes en Asturias, País Vasco y las provincias limítrofes de Castilla y León. “Con las grandes empresas –Leroy Merlin, Bricomart, BigMat, entre otras– no podemos competir en precio, pero sí en servicio, calidad y, sobre todo, en conocimiento del sector. Esa es nuestra apuesta”, resumen.

Boom de la rehabilitación

Por otro lado, confirman que la rehabilitación vive un boom, especialmente desde la pandemia. “Las personas quieren adaptar sus viviendas con criterios de eficiencia energética y, los que pueden, además, buscan salir de sus pisos para irse a vivir a una casa unifamiliar”, sostiene Alfonso. “Hay mucha demanda de terrenos cerca del mar para construir, no solo por parte de residentes en Cantabria, sino también de personas de Madrid, Palencia o La Rioja que se han dado cuenta de que esta región no solo es lluvia y lluvia”, corrobora Jesús.

Ambos sostienen que la eficiencia energética ha entrado definitivamente en las casas y citan el caso del País Vasco, donde aseguran que ya existe una normativa que prohíbe la instalación de calderas de gasoil a partir de 2030. “La alternativa es la aerotermia”, afirman los hermanos Lamadrid. Según especifican, esta tecnología, cuyo ciclo trabaja a baja temperatura, permite importantes ahorros energéticos en relación a las clásicas calderas de gas que, según defienden, compensan con creces el mayor desembolso inicial que conlleva su instalación. “Una bomba de calor ofrece un alto rendimiento frente a otros sistemas de calefacción.  Además, las bombas de calor no consumen ningún tipo de combustible fósil o materia prima, y tampoco emite ningún tipo de contaminante hacia el exterior, más allá del recambio de líquido refrigerante cuando se realice mantenimiento. Esto, de cara a cumplir los objetivos de descarbonización de 2050, hace que la aerotermia sea una opción muy recomendable”, sugiere Jesús, que calcula que el 80% de las viviendas de obra nueva y de rehabilitación en Santander y Torrelavega ya están instalando bombas de calor.

En el caso de los paneles solares fotovoltaicos, aseguran que el creciente interés por esta tecnología se mezcla con el desconocimiento que, en general, existe en torno a ella. “Gracias a las subvenciones, diría que existe una cierta demanda, sobre todo para viviendas unifamiliares y negocios, pero en ningún caso que sea fuerte”, sentencia Jesús. En cualquier caso, tanto uno como otro están convencidos de que el futuro está en las energías renovables. “El 90 por ciento de las futuras instalaciones en Cantabria van a ser de aerotermia. Además, creemos que el panel fotovoltaico y la bomba de calor van a ir de la mano, ya que el primero da la energía a la segunda. No es obligatorio que sea así, pero sí recomendable”, subrayan.

A su juicio, la biomasa sería igualmente un buen sistema, si no fuera por los precios actuales de la leña y los pellets. “Iba muy bien a principios de año, pero ahora se ha parado bastante”, aclaran. “Nuestro futuro en Lopsa es halagüeño. Tenemos mucha ilusión y contamos con una plantilla joven y bien formada en la que no hay un comercial al uso. Todos lo somos en algún momento de la semana”, concluyen satisfechos.

Arte y Restauración Mayka es un estudio dedicado a la recuperación de obras artísticas, mobiliario, documentos y antigüedades. En su nueva web, con gran contenido visual, se detalla su catálogo de servicios y se muestran alguno de los trabajos realizados.

CRON SURFBOARDS es una empresa de Cantabria que fabrica tablas de surf, en un proyecto en el que sus fundadores han querido trasladar su experiencia en este deporte para diseñar un catálogo de productos adaptado a todos los niveles. En su nueva web detallan su oferta y cuentan con tienda electrónica desde la que acceder a cualquiera de sus tablas.

Con más de 400 trabajadores en sus instalaciones del Pctcan, NTT Data aspira a convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria, con una apuesta clara por el talento local y las personas. Integrada dentro de un multinacional japonesa que es una de las mayores del mundo en el ámbito de la consultoría, la filial cántabra abrió sus puertas en 2019 y en solo tres años ha conseguido multiplicar por cuatro su plantilla y cuenta con planes para incrementarla en otro 50% antes de que termine 2023. “Nuestro objetivo es generar empleo de valor en Cantabria”, asegura José Antonio Teixeira Vitienes, director de la empresa, que tiene entre sus clientes a los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, compañías aseguradoras y energéticas, así como organismos públicos de todas las administraciones.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Cuando la empresa japonesa NTT Data, proveedora de servicios de tecnología, abrió a finales de 2019 una oficina en Santander, lo hizo con un objetivo fundamental: generar empleo de valor en Cantabria. Así lo sostiene su director, José Antonio Teixeira Vitienes, que es también el principal artífice de que este gigante de la consultoría, la integración y el desarrollo tecnológico que cuenta con presencia en más de 50 países y más de 140.000 empleados en el mundo –17.000 de ellos en España– pusiera sus ojos en la capital cántabra. Desde entonces, los datos avalan el compromiso de esta compañía nipona por el talento local y las personas. En tres años, la empresa con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria (Pctcan) ha pasado de contar con una plantilla inicial de poco más de medio centenar de trabajadores a superar los cuatrocientos con los que esperar cerrar el año, una cifra que crecerá hasta cerca de los 600 empleados en 2023, según vaticina Teixeira Vitienes.

“La compañía pivota alrededor de las personas”, insiste en destacar este responsable para quien su misión principal pasa por establecer una estrategia que permita crear empleo en el entorno local y ofrecer a los integrantes de la plantilla, todos residentes en Cantabria, la oportunidad de desarrollar sus carreras profesionales en grandes proyectos realmente transformadores, la mayoría de ellos de larga duración y de carácter internacional.

“Queremos impulsar las carreras STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics, por su acrónimo en inglés) y el conocimiento diferencial que nos permita ofrecer servicios de alto valor añadido y de calidad a los clientes de la compañía, independientemente de dónde se encuentren ubicados geográficamente”, precisa este ingeniero de Telecomunicaciones con amplia experiencia en el sector público y privado y que durante muchos años fue también árbitro de la primera división del fútbol español.

José Antonio Teixeira Vitienes, director de NTT Data

Entre la nómina de clientes de clientes de NNTT se encuentran prácticamente todas las empresas del Ibex 35 y todos los grandes grupos de los sectores industrial y financiero, de compañías aseguradoras y de ‘utilities’ relacionadas con el ámbito energético, así como los principales organismos públicos de carácter nacional, regional o local. A todos ellos, NTT Data les ofrece una amplia cartera de servicios que van desde la propia consultoría estratégica hasta la consultoría tecnológica y la implantación, modelización y transformación de procesos desde un punto de vista tecnológico, explica Teixeira.

Según reflexiona, lo que diferencia a la oficina de Santander de otros centros de trabajo que la compañía tiene en más de una docena de ciudades españolas, como ocurre con los de Salamanca o Valladolid, dedicados exclusivamente al desarrollo de aplicaciones, es que tiene una estrategia muy fijada a la compañía. “Nuestro cometido es organizar equipos en las diferentes unidades de negocio, que son las que realizan la implantación y desarrollo de los proyectos ligados a la transformación digital y el ámbito tecnológico”, indica antes de subrayar que el valor diferencial de NTT Data es que cada persona tiene una misión, “una hoja de ruta dentro de su desarrollo profesional”. Y ahonda en este aspecto: “Aquí el modelo de carrera de desarrollo profesional de cada trabajador es básico, nuclear. O dicho de otro modo, lo primero son las personas, que están siempre en el centro de todo el desarrollo de la compañía. De hecho, como director, no puedo incorporar a un becario si antes no tengo definido un modelo de carrera que le permita, cuando finalice su periodo de formación, continuar en la empresa. Es más, es muy raro que un becario no siga después contratado”, detalla.

Plantilla joven y comprometida

De hecho, si de algo se siente orgulloso este impulsor de la digitalización de grandes compañías es de los trabajadores de la oficina. “Es una plantilla joven con una capacidad de trabajo brutal. Desde el primer momento se les da una responsabilidad muy importante y no te decepcionan porque son capaces de asumir retos en servicios críticos para los clientes”, profundiza.

Sin embargo, el director de la oficina santanderina de NTT Data lamenta que aún persiste un déficit de talento tecnológico en todo el mundo, tal y como apuntan todos los actores de este sector cada vez que tiene ocasión. “Necesitamos que las universidades y los centros de formación generen más talento en este ámbito. Es verdad que es fácil hablar y que lo difícil es ejecutar, pero en los próximos años habrá que agudizar el ingenio y tratar de ofrecer cursos de especialización dirigidos a profesionales que salen de la universidad de ramas que no son muy tecnológicas para darles, digamos, un baño tecnológico. De hecho, nosotros ya lo hacemos internamente”, concede.

En su caso, este ingeniero de Telecomunicaciones admite que, afortunadamente y al menos de momento, a su oficina no le está resultando demasiado complicado retener este talento. “Somos seguramente la [oficina] que más está creciendo con diferencia y la que más talento joven está aportando a la compañía. Parece lógico que para un cántabro o cántabra resulte atractivo poder trabajar en su comunidad en una multinacional como NTT Data en la que, además, cuenta con una proyección de carrera profesional y las mismas posibilidades de crecer que un compañero que lo haga en Madrid”, resume.   Por eso, no esconde la aspiración de la compañía en convertirse en la primera firma tecnológica de Cantabria en cuanto a número de personas, si es que no lo es ya.

“En Cantabria ya hay grandes empresas en cuanto a especialización, que son verdaderos potenciales en transformación digital sin necesidad de tener plantillas muy numerosas. Pero nosotros estamos inmersos en una multinacional y tenemos la capacidad de traccionar a Santander nuevos e interesantes proyectos para la compañía”, anuncia.

NTT Data cuenta con 400 trabajadores en su filial cántabra, que se organizan mediante un modelo flexible incluso desde antes de que la pandemia lo cambiara todo: por contrato, todos los trabajadores tienen tres días de teletrabajo, y los otros dos son ellos quienes deciden si quieren realizar la jornada en su domicilio o en la empresa.

En su haber, Teixeira Vitienes también apunta al modelo flexible de trabajo que impera en la empresa, al que denominan ‘BeFlex’, antes incluso de que la pandemia forzara un cambio en las relaciones laborales. “Por contrato, todos los empleados tenemos tres días de teletrabajo a la semana y los otros dos cada uno decide si quiere seguir en casa o venir a la oficina”, explica.

Tecnologías emergentes

Sobre las tecnologías emergentes que tendrán mayor protagonismo en los próximos años, como pueden ser el metaverso, la inteligencia artificial (IA), el 5G o la realidad virtual, el director de NTT Data saca de la ecuación al Internet de las cosas (IoT), por cuanto entiende que ya es una realidad que permite una mayor eficiencia de los procesos en cualquier ámbito de la sociedad, al igual que sucede con la tecnología ‘blockchain’ que, destaca, “hace posible ‘segurizar’ el intercambio de información y, sobre todo, establecer relaciones empresariales generando mayor confianza”.

Con todo, se muestra convencido de que el futuro vendrá marcado por todo lo que tenga que ver con entornos ‘cloud’ y las tecnologías en la nube, además de la ciberseguridad, una tecnología a la que augura un papel crucial. “Cada vez es todo más tecnológico y cada vez también lo son las operaciones diarias que realizamos como personas. Por tanto, cada vez necesitamos estar más seguros de que el ámbito de actuación en el que nos movemos es fiable. En nuestro caso, nosotros no podemos instalar nada en los portátiles de la compañía. Por otro lado, es verdad que muchas personas de las que no utilizan servicios y aplicaciones digitales lo hacen porque no se fían de su seguridad. Y la necesitamos. De hecho, hoy en día es muchísimo más seguro pagar con la tarjeta que tenemos en el móvil que con la que tenemos en el bolsillo”, advierte a modo de ejemplo.

Digitalización irrenunciable  

Con todo, Teixeira Vitienes advierte que la digitalización es inevitable, también en las pequeñas y medianas empresas. “No concibo una pyme que quiera competir en el mercado actual que no tenga sus procesos digitalizados. Pero ya no solo se trata de digitalizar los procesos, sino también de la absorción interna de esa digitalización”, advierte el director de la oficina cántabra de NNTT Data, que cree que la gestión del cambio es uno de los elementos que se van a tener que abordar con urgencia y garantías todos los que aún no lo hayan hecho: “De nada sirve implantar toda la tecnología en una empresa si luego sus responsables y empleados no saben usarla ni para qué sirve”, puntualiza.

Por eso, insiste en que la capacitación y la formación continua de las personas es fundamental. “Contamos con una universidad propia –NTT Data University–, en Madrid, que es una unidad más de la compañía y la encargada de organizar la formación de todos los trabajadores en los diferentes ámbitos. Por tanto, la empresa no solo se preocupa de que todos tengamos una carrera profesional, sino también de que todos estemos formados. De hecho, nos manda a todos y cada uno de nosotros el listado y las fechas de los cursos, algunos presenciales y otros online, que tenemos que realizar para poder evolucionar en nuestra categoría”.

De lo que, por otro lado, el director de NTT Data no tiene ninguna duda es del tremendo potencial que tiene Cantabria para ser un referente en este ámbito. “Lo único que hay que establecer es una estrategia a medio y largo plazo con la implicación de diversos actores y ser constante, porque no puedes pretender hacer de esta región un polo tecnológico en dos años. Valga de ejemplo nuestro caso, que llevamos aquí más de tres años y ahora es cuando empezamos a despegar”, resume.

Asimismo, resalta el propósito de la compañía de apostar por la idea de “tecnología con corazón”, en referencia a un desarrollo sostenible que, según sostiene, está dentro del ADN de su empresa: “Contamos con expertos que desarrollan proyectos de sostenibilidad para clientes, pero también para nuestra empresa, que muchas veces se convierte en un banco de pruebas de estas iniciativas. Metodologías de ahorro, de sostenibilidad y de eficiencia energética son, por decirlo de algún modo, materias de primer curso en la compañía”.

Teixeira Vitienes asume y reconoce que NTT Data es un gran desconocido para la sociedad cántabra. “Es verdad que muchas personas no nos conocen aún, pero se debe a que hasta ahora hemos estado fundamentalmente centrados en organizar nuestra propia estrategia para que todos lo que se incorporen a la compañía tengan bien planteada su carrera profesional. Una vez sentadas las bases, llega el momento de abrirnos a la sociedad para que nos conozcan mejor, pero queremos que sobre todo nos conozca el talento y ser, si cabe, más atractivos para ellos”, aclara. “Mi mayor orgullo es que una compañía multinacional, la novena del mundo en el ámbito de las tecnologías de la información, haya implantado un proyecto con estrategia en Santander para generar empleo de valor”, remata satisfecho.

En una década ha desaparecido prácticamente un tercio de los pescadores españoles. De las 35.076 personas que pescaban en 2010, quedan 24.522. Y las previsiones no son buenas. Para frenar esta tendencia surgió en 2014 un plan europeo de ayudas dirigido a jóvenes para la compra de su primer barco. Su aplicación en Cantabria, que empezó con dos años de retraso y finalizó este año, obtuvo un balance discreto: seis personas se beneficiaron de estas ayudas y el 81 % del presupuesto quedó sin gastar. Es la referencia más cercana de una crisis de la actividad que en la región tiene algunas particularidades significativas, como el crecimiento en el número de barcos dedicados a las artes menores, precisamente los que son objeto de las ayudas que no se cubren. Una paradoja que se explica con otra: la llegada de embarcaciones y pescadores de fuera de la región.

Francisco Rouco | @FranRoucoEnero 2023

“Vengo de una familia de pescadores. Mi padre, ahora jubilado, fue patrón de barco, y es lo que he visto en casa siempre. Pescar es lo único que me gusta y me apasiona”, afirma Borja Laza, el único beneficiario en 2021 de las ayudas a la compra del primer barco para pescadores jóvenes. Laza, que tiene 35 años y vive en Castro Urdiales, usó la subvención para comprar el barco ‘Romu’, de 8 metros de eslora, que fue rebautizado como ‘Siempre Martín’, por su hijo. “La ayuda fue uno de los incentivos para lanzarme”, admite.

El objetivo de estas ayudas era impulsar la adquisición de barcos de menos de 24 metros de eslora y de entre cinco y 30 años de antigüedad. Las ayudas estaban dirigidas a pescadores menores de 40 años y con domicilio fiscal en Cantabria. Entre los requisitos figuraban haber trabajado al menos cinco años como pescadores o disponer del título de Patrón local de pesca (para barcos de menos de 12 metros de eslora) o de Patrón costero polivalente (para barcos de entre 13 y 24 metros de eslora).

Borja Laza, en Castro Urdiales a bordo del ‘Siempre Martín’, la embarcación que adquirió con las ayuda a la compra del primer barco para pescadores jóvenes, de la que fue el único beneficiario en 2021.

Las ayudas a jóvenes pescadores para la compra del primer barco están cofinanciadas por el Fondo Europeo Marítimo de la Pesca (2014-2020), que aporta el 75 % de los fondos, y el Gobierno cántabro, que completa el 25 % restante. Desde las primeras ayudas otorgadas, en 2016, hasta las últimas, en 2022, las cuantías han ido reduciéndose. En 2016, el presupuesto total de la ayuda fue de 225.000 euros. Tras un parón en 2017 y 2018, las ayudas regresaron en 2019 con un presupuesto menor, de 200.000 euros, y aún bajaron más, a 100.000 euros, en las convocatorias de los tres años siguientes. En ninguno de los casos se agotaron las cantidades máximas: la convocatoria de 2020 fue la que más dinero concedió, con el 51% del presupuesto, seguida de 2016 (22%), 2022 (12,5%) y los años 2019 y 2021 (ambos con el 10%). De los 750.000 euros que podrían haberse entregado, se facilitaron 143.000, el 19%.

“Nadie quiere ir a la mar a no ser que lo hayas mamado desde pequeño”, dice Laza, que justifica así la falta de seguimiento de estas subvenciones dirigidas a rejuvenecer el plantel de pescadores. En su opinión, estas convocatorias tendrían más éxito si se retocaran algunos requisitos, como haber trabajado cinco años como mínimo como pescador, y se sumarán otros incentivos, como ampliar la financiación del gasoil. Pero por encima de estas propuestas, la razón que explica el poco atractivo de la subvención es una visión nada optimista de la profesión: “El presente del sector lo veo muy mal, hay menos capturas y las cosas cada vez están más caras”, explica Laza. “El futuro está muy negro. En 10 años no va a quedar ningún barco de bajura”.

La pesca artesanal, una actividad mayoritaria en España

Por la cuantía de la ayuda, los títulos requeridos y las dimensiones de los barcos, estas subvenciones apuntan a un tipo de pescador muy concreto: un pescador que quiera una embarcación pequeña de segunda mano para faenar cerca de la costa. En el caso de Borja Laza, la ayuda ascendió a 10.000 euros de los 40.000 que necesitaba para su barco. A bordo del ‘Siempre Martín’, parte de domingo a viernes para pescar lubina y congrio. “Salimos a echar los aparejos el domingo a las 16:00 y acabamos de largar a las 20:00, ya que tiramos 1.500 anzuelos en diferentes zonas. A la mañana siguiente, salimos a recoger a las 4:30 o 5:00 dependiendo de la zona donde estemos trabajando. Acabamos de levantar los aparejos a las 15:00 o las 16:00 o incluso nos da la noche”, explica Laza. La técnica que utiliza es el palangre, una línea de anzuelos que queda suspendida bajo el agua. Aunque el aparejo esté sumergido, se identifica desde la superficie con señalizaciones y boyas, lo que no impide que a veces lo rompan los barcos o los veleros –“nos tienen fritos, salen a navegar y no se fijan en lo que tienen a proa”–. “Sólo utilizamos la pesca con anzuelo. Creo que es la más selectiva de todos los artes”, subraya el pescador.

La pesca tradicional integra las llamadas artes menores. Entre estas modalidades de pesca se encuentran el palangre, la pesca con anzuelo, las artes de enmalle –sistema parecido al del palangre solo que no cuelgan anzuelos sino redes en las que se atoran los peces– y las nasas o cestas. Todas estas artes tienen en común que la atracción de los pescados es pasiva: es el pez el que pica, se enreda en un aparejo fijo o queda atrapado en el ingenio pesquero. Los barcos de artes menores suelen rondar los 10 metros de eslora.

César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Cantabria, en el centro de formación náutico pesquera de Santander, donde no se imparte la titulación de patrón, carencia que se corregirá con la apertura del centro que se construye en Laredo.

En España, la pesca de artes menores es la actividad predominante por número de barcos. Históricamente, alrededor de tres de cada cuatro barcos españoles han practicado las artes menores. En 2022, de los 8.665 barcos que están activos, 6.767 se dedican a esta modalidad de pesca, el 78,1 %. En 2012, las cifras eran mayores: faenaban 10.116 barcos en total y 7.782 desarrollaban las artes menores. En una década se ha perdido el 14,3 % de la flota y el 13,1 % de los barcos de pesca artesanal.

Menos pescadores, pero más barcos de artes menores

La importancia de las artes menores en Cantabria también es mayoritaria, aunque la región tiene su propia personalidad. De los 129 barcos en activo que hay ahora mismo en la región, 75 son de artes menores, el 61,5%. Le sigue el cerco, la técnica que consiste en lanzar una red para rodear bancos de peces. Hay 33 barcos cerqueros, el 25,6 % de la flota cántabra, cuando la media nacional suele rondar el 6%. También son diferentes las cifras retroactivas. En 2012 el número de barcos en total era de 139, de los cuales se dedicaban a las artes menores 62. El balance es sorprendente: en una década se ha perdido el 7,2% de la flota cántabra, pero el número de barcos que practican las artes menores ha aumentado un 20,9%.

“Con el cerco sí te puedes ganar bien la vida, pero el sector de las artes menores es complicado”, dice César Nates, presidente de la Federación de Cofradías de pescadores de Cantabria. Nates entiende por qué las ayudas para la compra del primer barco para jóvenes no despiertan más interés. Para empezar, sus capturas están limitadas a las especies que pasan a pocas millas de la costa. Al contrario que los grandes barcos, las embarcaciones que trabajan artes menores no pueden adentrarse cuanto quieran en el mar, con lo que dependen de las rutas de los peces y de su calendario. Esta limitación se recrudece con los TAC o Totales Admisibles de Capturas, que marcan el número máximo de ejemplares que se pueden capturar de algunas especies animales. Aunque las artes menores tienen reservados sus propios cupos, pues no podrían competir con la capacidad de pesca de los grandes barcos de arrastre y de cerco, la forma en que se reparten estos cupos supone un problema para los pescadores locales, porque barcos de otras comunidades autónomas pueden acceder al stock local. Para conseguirlo, basta con cambiar el puerto base a uno cántabro y ya se puede pescar en estas costas. Esta normativa, en marcha desde 2015, ha provocado, según Nates, un “efecto llamada” de barcos de otros lugares que pescan en las costas cántabras lo que no tienen en las suyas. De ahí esa estridencia estadística de las artes menores en Cantabria: el sector decrece, pero hoy hay un 20,9% más de barcos que practican artes menores que hace una década.

Guillermo Blanco, consejero de Pesca, en su despacho

¿Cómo se explica que, pese a este entusiasmo por la pesca artesanal en Cantabria, haya habido un seguimiento tan pobre de las ayudas para comprar un barco? ¿No tendrían que haberse agotado en vez de quedar sin gastar ocho de cada 10 euros? Para César Nates hay tres razones principales: primera, las ayudas, aunque bienvenidas, se quedaron cortas –“¿por qué no financiar el 50% del barco?”, se pregunta–; segunda, muchas embarcaciones con puerto base en Cantabria no son de personas con domicilio fiscal aquí y, por tanto, no pueden solicitar la ayuda; y tercera razón, faltan patrones.

Sin tiempo ni oportunidad para ser patrones

“No hay jóvenes con vocación que estén titulados, porque quienes pueden beneficiarse de estas ayudas llevan muchos años embarcados y no han podido sacar la titulación”, explica Guillermo Blanco, consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Tal y como estaba redactada la ayuda para la compra del primer barco, era posible solicitarla sin tener un título de patrón, pues bastaba con haber sido marinero pescador durante cinco años. Sin embargo, el público al que se dirigían estas ayudas eran personas que querían vivir del mar y hacerlo con su propio barco. Es decir, ser al mismo tiempo armador (dueño), patrón y pescador. Y en casos así, tener el título de patrón es obligatorio.

La falta de patrones es una tradición en Cantabria, y no es un problema menor: “Lo primero que tiene que haber son titulados, porque puedes tener marineros, pero sin patrón no se despacha el barco”, dice Nates. Hay ocho títulos profesionales de pesca en España, de los cuales cuatro están relacionados con ser patrón de barco. Dos de estos títulos requieren de formación profesional (FP): el de patrón de altura, que precisa del título de Técnico Superior en Transporte Marítimo y Pesca de Altura, y el de patrón de litoral, que necesita del título de Técnico de Navegación y Pesca de Litoral. Ahora mismo, ninguno de estos títulos se imparte en Cantabria. Para cursar estos estudios hay que desplazarse o bien a Asturias (donde hay 18 matriculaciones para pesca litoral y 52 para pesca de altura) o al País Vasco (con 60 en litoral y 129 en altura). Pero las dificultades para los pescadores que aspiran a ser patrones no acaba ahí. Al incordio del desplazamiento hay que sumar que el calendario de la FP se solapa con el de la actividad pesquera: el curso escolar transcurre de septiembre a julio; la actividad pesquera se interrumpe en septiembre, pero se retoma en marzo. “Si querías estudiar para ser patrón, tenías que pedirte la baja –explica el presidente de la Federación de Cofradías de pescadores de Cantabria– con lo que perdías la antigüedad, no tenías derecho a paro y te quedabas sin sustento los meses que estuvieras estudiando”.

Un barco de cerco de la flota santanderina, maniobrando frente a la lonja en la dársena de Barrio Pesquero. Los barcos de cerco constituyen una cuarta parte del total de la flota cántabra, pero su número no ha dejado de reducirse en la última década.

Nates habla en pasado por dos razones. Primero, porque el año que viene abrirá sus puertas la Escuela de FP Náutica Pesquera de Laredo, donde empezarán a impartirse los dos grados de FP ya comentados. Sin embargo, esto no soluciona el problema de la falta de tiempo de los pescadores para cursar sus estudios. Aquí es donde entra la segunda razón por la que Nates habla en pasado. Desde hace un año hay que sumar dos nuevas posibilidades, al menos en Cantabria, para conseguir un título de patrón: el curso de patrón de barco local y el de patrón costero polivalente, justo los que pedían las ayudas para la compra del primer barco. Para conseguir estos títulos hay que asistir a clases durante tres meses y superar varios exámenes. “Estos cursos se dirigen a aquellos que puedan compensar con experiencia la falta de un título”, explica el consejero Blanco. “Se trabaja a marchas forzadas entre noviembre y febrero para superar módulos acumulables. En un año puedes obtener el título de patrón local y de ahí seguir al de patrón costero polivalente”.

Con estos cursos se prevé aumentar el número de patrones de barcos cántabros. Un esfuerzo por la formación no reglada que fue reforzada en febrero de este año con la creación de cursos de corta duración para habilitar a los patrones costeros polivalentes de los conocimientos necesarios para ejercer como patrones de litoral, que permiten llevar barcos más grandes y pescar más lejos de la costa. Quizá así, con más patrones, las futuras ayudas para la compra del primer barco despierten más interés que las de las últimas convocatorias.

Aunque ha pasado poco más de un año desde que la empresa abriera sus puertas, el obrador de la avenida de España de Torrelavega recoge el legado del establecimiento gestionado durante treinta años por Cioni Arce, madre de los actuales propietarios, que elaboraba el típico bizcocho pasiego en ese mismo local, con la idéntica receta y con una enorme aceptación por parte de una clientela que lamentó mucho el cierre de la tienda por la jubilación de su propietaria. Tras un proceso de refundación centrado en modernizar la imagen y rediseñar el espacio para sacar el máximo partido a las reducidas dimensiones del local, Sobaos Arce vuelve a formar parte del paisaje comercial de la capital del Besaya, ha aumentado su catálogo de producto hasta la docena de referencias y da los últimos pasos para iniciar la venta por Internet.

Cristina Bartolomé |  @criskyraMarzo 2023

Muchos en Torrelavega y en su comarca recordarán el obrador Casa Carral, ubicado en el callejón de la comunidad de vecinos de la avenida de España, 13 de la capital del Besaya. Pero desde el 7 de agosto de 2021 quienes se acerquen a esa dirección encontrarán una nueva empresa, Sobaos Arce. Sigue siendo una empresa familiar, pero es de nueva creación aunque continúe ocupando el local del establecimiento que gestionara Cioni Arce, la madre de los tres hermanos que están al frente del negocio actual, con un moderno espacio y nueva imagen: Raquel, Ana y Javier Fernández Arce, socios propietarios.

Decidieron mantener vivo y renovar el legado de su madre y honrar el negocio que sostuvo a su familia durante 30 años desde que se fundara en los años ochenta del pasado siglo por Ramón Arce, padre de Cioni y auténtico emprendedor del negocio.  Siguiendo sus consejos, Cioni Arce y su socia pusieron en marcha un modesto obrador tradicional, prosperó mucho y fue el sustento principal de ambas familias. En 2017 Cioni Arce se jubiló, abriéndose con ello un largo proceso de disolución. Es cuando los tres hermanos idearon el nuevo obrador de sobaos y quesadas, que también elabora pastas, magdalenas y pastel con nueces.

Renovarse para seguir

Tras toda la reforma acometida, y ya como Sobaos Arce, el local y obrador de la avenida de España reabrió sus puertas en agosto de 2021. “Fue una jornada muy especial y muy emocionante para todos nosotros”, recuerda Raquel. No era para menos, pues suponía cerrar un largo proceso de cuatro años, culminado con la gran acogida por parte de los clientes. “Nosotros nos sentimos muy orgullosos de nuestra ciudad, creemos en el comercio local y lo apoyamos de forma rotunda. La avalancha de cariño que recibimos ese día fue gigantesca”, añade Ana. Después de tanto tiempo formando parte del paisaje comercial de Torrelavega, muchas personas estaban esperando que el negocio abriera: “Eso es razón más que suficiente para sentirse orgullosos de nuestro pequeño camino y de nuestra manera de hacer las cosas”.

El catálogo de productos de Sobaos Arce, en el listado que muestra en su tienda de Torrelavega

La remodelación del pequeño espacio, –poco más de 40 metros cuadrados–, y de la imagen corporativa del negocio responde a tres premisas fundamentales, explica Javier, que aunque reside en Madrid, sigue de cerca la nueva empresa. Una de ellas era sacar el máximo partido al reducido espacio y convertirlo en un local del siglo XXI, a lo que ayudó decisivamente su trayectoria profesional, ya que es diseñador de tiendas en una multinacional: “Para ganar espacio y abrirnos al exterior, instalamos unas puertas móviles que nos permiten abrir completamente la tienda cuando el tiempo acompaña. Esa decisión permite a los clientes comprar desde la calle y amplía el espacio disponible en el interior. Además, cambiamos la disposición del mostrador y la iluminación del local”. Un segundo objetivo fue diferenciarse de la competencia con una imagen corporativa moderna y atractiva: “A pesar de que existen muchas marcas de sobaos en Cantabria, son muy pocas las que apuestan por un branding moderno, ya sea porque prefieren una imagen tradicional asociada al sector o porque llevan muchos años con una marca definida”.

Para hacerlo, los hermanos Fernández Arce apostaron por un diseño actual para la tienda y el nuevo logotipo. Está inspirado en una foto de la hija de Raquel con las gafas de su abuela: “Esa instantánea fue el germen de nuestra imagen gráfica, diseño de Saúl Ceballos, diseñador local y amigo personal de la familia”. En blanco y negro, solo incluye el dorado de la letra ‘C’, en homenaje a Cioni. Para lograr un local personalizado con el identificarse, se pusieron en manos de Disenio Ideas Gráficas, “gente de casa, de la ciudad”. Empresa especializada en la personalización de espacios, proyectó la idea de incluir una lámpara de pie con la ‘C’ corporativa, poner el toldo exterior amarillo y hacer la lista de precios con letras corpóreas, creadas en una impresora 3D.

Distinguirse también por dentro

Ser pioneros en la elaboración de sobaos en Torrelavega, el ‘reino’ del hojaldre, tal vez fuera desde el inicio de este enclave una de las razones de su éxito. Los hermanos Fernández Arce admiten que tuvo algo que ver ser el único obrador tradicional de la ciudad, aunque creen que la fuerza de este negocio es la calidad de sus productos, la utilización de materias primas de primera calidad, la elaboración artesanal de todos los dulces y la que, asegura Raquel, es la mejor relación calidad-precio de la ciudad: “En la situación actual, con la inflación condicionando notablemente los precios de los alimentos, ser los más competitivos en precio siempre es un argumento a tener en cuenta”.

El consumidor puede optar por una cada vez más amplia oferta de sobaos y quesadas, una competencia que no ha echado para atrás la apertura de este nuevo negocio. “Hay mercado para todos, no todos los fabricantes nos dirigimos al mismo público ni tenemos los mismos ingredientes”, asegura Javier, que recuerda que son pocos quienes elaboran el producto de forma artesanal, sin conservantes ni aditivos. En todo caso, el copropietario de Sobaos Arce considera que la variedad en la oferta y el tirón que tienen estos productos típicos de Cantabria son elementos positivos:  “Todo lo que sea profesionalizar la imagen, el branding y la comercialización es bueno para el sector. Cuanto más profesional sea el entorno, más obligados estaremos a hacer las cosas bien para poder competir con garantías”.

Los dulces de Sobaos Arce, señalan los responsables de la empresa, solo tienen un secreto: seguir la receta que usaba su madre. “Nuestros sobaos son de los que no engañan. Los producimos a diario, garantizando su frescura. Y no escatimamos en mantequilla, el ingrediente estrella para que un sobao esté bueno de verdad. En ese sentido, estamos muy tranquilos cuando decimos que nuestros sobaos son mantequilla 100%. Nos da la impresión de que otros obradores no pueden decir lo mismo”, explica Ana. Hacer las cosas según los cánones tradicionales puede tener su parte positiva en el resultado conseguido en el producto, pero tiene otra cara, y es que limita la capacidad de producción, al menos a corto plazo. “Los que nos conocen nos han visto amasar a mano mil veces. Ese aspecto convierte cada producto en algo único y con un sabor inconfundible. Ahora bien, con tan solo 4 manos, no podemos ampliar nuestra carta de productos sin haberlo estudiado con detenimiento”, admite Ana.

Raquel y Ana Fernández Arce en el local de Sobaos Arce, la empresa que han fundado junto a su hermano Javier recogiendo el testigo de la que gestionara su madre, Cioni Arce, en ese mismo lugar

Aun con ese condicionante, desde que comenzó la nueva andadura hace algo más de un año, el obrador ha incrementado su catálogo en cinco referencias, lo que supone comercializar doce productos  diferentes. De todos ellos hay un par de variaciones que son originales de Sobaos Arce: la ‘quesaduca’ de 300 gramos ­–la normal tiene en torno a 700– y las pastas con chocolate. La versión reducida de la tradicional quesada, explica Ana Fernández Arce, responde a una necesidad que detectaron en el mercado: “Queríamos convertirla en un postre de diario para una pareja o para una persona que viva sola. Su formato y su precio –únicamente 2,5 euros– ha gustado mucho”.

La producción de quesadas puede alcanzar varios centenares a la semana, sobre todo en verano, en tanto que, pasado este, los productos que más elaboran son los sobaos y pastas. Pero al ser una producción artesana y diaria, calculan la cantidad en función de las necesidades que detectan. Para proveerse de materias primas se busca la calidad y la proximidad. En el caso de la leche, por ejemplo, el producto llega de Cudaña, la vaquería de Labarces que surte a Arce de producto fresco dos veces a la semana.

Para una empresa como Sobaos Arce, que depende del funcionamiento de un horno industrial que en su caso está operativo en torno a 6 horas diarias, el incremento del precio de la energía es un factor crítico. En ese sentido y a pesar de que son una empresa pequeña, los hermanos Fernández Arce creen interesante la propuesta de considerar a las panaderías y obradores como ‘empresas electrointensivas’ y destinar parte del nuevo impuesto de las grandes energéticas a paliar este incremento. La propuesta la ha formulado Gremipa, Gremio de Panaderos de Barcelona, y les parece una manera de auxiliar a los más pequeños, argumenta Raquel. Pero mientras llega o no esa solución, los costes se han incrementado y han tenido su reflejo en los precios: “Fue nuestra última opción, pero no hemos tenido otra posibilidad. Hemos incrementado los precios entre un 7 y un 10%, en función de los costes de producción de cada producto”, explica Raquel, que cree que ese incremento no ha afectado negativamente a las ventas: “Porque la subida es muy pequeña y porque seguimos siendo el obrador con los precios más competitivos de la zona. A pesar del incremento, nuestro paquete de sobaos grandes sigue siendo más barato”.

Venta a pie de obrador y online

Aunque el local de la avenida de España es el corazón de la empresa y también el lugar donde hoy realizan la mayor parte de sus ventas, comercializar sus productos a través de Internet es “sin ninguna duda”, el siguiente paso, asegura Javier. Ya trabajan con una empresa especializada en páginas web y posicionamiento en Internet para diseñar la tienda ‘on line’: “Si todo va bien, esperamos tener la web operativa durante el primer trimestre de 2023”. No obstante, desde que abrió el obrador, Sobaos Arce envía sus dulces a cualquier punto de España, utilizando las redes sociales como punto de contacto: “Nos preguntan con un mensaje y luego nos llaman para conocer el proceso. Basta con que nos indiquen los productos que desean y nos hagan una transferencia con el importe para que iniciemos el envío. En 24 horas lo tienen en su casa en perfectas condiciones”. Por ello cuidan “al máximo” la imagen y reputación en redes sociales: “Estamos en Twitter, Facebook e Instagram y la dinámica que se ha generado nos ha permitido crear una comunidad fiel de seguidores que nos apoyan. De hecho, hay clientes que nos han conocido por las redes”.

En cuanto a los lugares de distribución, envían sus dulces a tiendas gourmet y restaurantes de Madrid, y han mandado sobaos prácticamente a toda España: “Desde Galicia hasta Barcelona y desde Gijón hasta Málaga. Además, tenemos muchos clientes vinculados al balonmano profesional y desperdigados por España. Ellos nos encargan muchos pedidos. Fuera de España han viajado como parte del equipaje de los viajeros a México, Dinamarca y otros países europeos”.

Iñaki Calvo, director general de SEG Automotive y presidente del Grupo de Iniciativas Regionales de Automoción (GIRA, el clúster que agrupa a los fabricantes cántabros de componentes para el automóvil) repasa en esta entrevista la actualidad de un sector que, según explica, atraviesa por un momento de especial incertidumbre. Asegura que el mayor riesgo de cierres en la industria se cierne sobre las pymes que no pueden trasladar a sus clientes los incrementos de costes energéticos; sostiene que Europa vive un momento dulce para tratar de reindustrializarse y reducir su dependencia de los países asiáticos y afirma que el vehículo eléctrico no tiene, al menos de momento, el recorrido que se esperaba. A su juicio, el pack ideal en el tránsito hacia el vehículo verde es un híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Marzo 2023

Pregunta.– Atesora cerca de tres décadas de experiencia en el sector de la automoción. ¿Alguna vez había vivido tiempos tan convulsos?
Respuesta.– La verdad es que solo recuerdo cuando en octubre de 2008, con motivo de la crisis financiera, sufrimos un mes dramático con caída de miles de pedidos de clientes de una semana para otra. Entonces tuvimos que tirar de la flexibilidad que teníamos en la fábrica, pero ni siquiera eso fue suficiente y tuvimos que tomar más medidas. La verdad es que desde la pandemia la coyuntura ha sido complicada. La salida a esta crisis sanitaria fue diferente en cada continente, por lo que la situación de los contenedores variaba de un sitio a otro: en unos estaban de vuelta y en otros llenos esperando a que se reactivaran los sectores. A partir de ahí, se disparó el precio de los fletes y el de las materias primas, en un principio del acero con el cierre de varias fábricas en China, lo que provocó un efecto dominó que terminó afectando a otras materias primas hasta que llegamos a agosto de 2021, con la crisis de los semiconductores, en que nos dimos cuenta de que la situación se agravaría aún más que en el primer año del covid, como así fue. De hecho, las ventas de coches en Europa el pasado año fueron inferiores a las de 2020. Hemos llegado así a este año, donde la guerra de Ucrania y el tema de los costes y suministros energéticos ha desajustado toda la economía mundial. De ahí que posiblemente 2022 sea, en cuanto a cifras de ventas en Europa, peor incluso que 2021.

P.– Una tormenta perfecta –incremento de los costes logísticos, energéticos y de materias primas, a los que hay añadir los problemas de suministro– a la que aún no se le atisba el final. ¿O sí?
R.– Ahora mismo no veo el final. Aquí se mezclan varias cuestiones. Una vez que se superen los problemas en las cadenas de abastecimiento lo próximo que toca es salvar la situación de incertidumbre del mercado, que en gran medida parte de los propios usuarios finales del vehículo que no saben qué comprar. Por tanto, en el sector del automóvil, además del problema de suministros, tenemos nuestra propia tormenta perfecta provocada por la política europea y nacional de maldecir el diésel y el vehículo de combustión interna.

P.– Diferentes empresas y plantas de la región han vuelto a anunciar parones en su producción por culpa del elevado precio de la energía. ¿Hay riesgo cierto de cierres en la industria?
R.– Para mí el riesgo más importante es el cierre de las pequeñas y medianas empresas por no poder trasladar a sus clientes finales los incrementos de costes. Ese es el gran riesgo. Además, con toda la política anunciando en 2035 el fin del motor de combustión interna si, como nos ocurre en esta fábrica, te dedicas realmente a este tipo de motores, va a haber una competitividad terrible en todos los proveedores de piezas. Y cuando digo terrible es que solo van a sobrevivir unos pocos. Solo quedará un proveedor para cada pieza porque no habrá demanda para más.

P.– La excesiva dependencia de materias primas procedentes de China ha dejado en evidencia las debilidades del sector productivo europeo. ¿Es el pecado de la globalización?  ¿Europa necesita reindustrializarse?
R.– Sí. Hemos aprendido pocas lecciones con la pandemia. Si hay algo que ha quedado claro tras esta crisis es el proceso de desindustrialización y la alta dependencia que tenemos del mercado asiático y en especial de China. Nosotros somos, en este sentido, unos sufridores natos. Ahora, sin embargo, estamos en un momento dulce para cambiar esta tendencia y realmente volver a traer las plantas de producción a Europa. Hay dos factores importantes que juegan a nuestro favor. De un lado, el incremento de los fletes marítimos; de otro, la caída del euro frente al dólar –la mayoría de los contratos con los proveedores de Asia están firmados en la moneda norteamericana–. Estas dos condiciones pueden ayudarnos a compensar los mayores costes laborales que existen en Europa. En nuestra fábrica, por ejemplo, el 60 por ciento de los materiales proceden de China. Creo que algo se está haciendo, pero no al ritmo que yo esperaba.

P.– El 2,7% de los automóviles que circulan por España cuentan con la etiqueta Eco, según datos de la patronal Anfac. ¿Vamos bien o demasiados lentos?
R.– Si además de los eléctricos puros se suman los híbridos, le diría que vamos lentos porque nosotros somos fabricantes de equipos híbridos no enchufables en 48 voltios para todos los grandes fabricantes de Europa. Se ha promovido poco y, además, hay poca información.

Iñaki Calvo, junto a la directora de NMS, Ixone Busturia; el alcalde de Bárcena de Cicero, Gumersindo Ranero y el consejero de Industria, Javier López Marcano, durante la visita de este último a la fábrica de SEG Automotive en Treto para presentar el proyecto de fabricación de componentes para motos eléctricas.

Curiosamente, los ciudadanos no distinguen entre los diferentes tipos de hibridación. Este es uno de los principales problemas al que nos enfrentamos en el mercado español y europeo. Si vas a adquirir un coche, casi tienes que hacer un máster porque no sabes si vas a comprar un híbrido no enchufable de 12 voltios o de 48, un híbrido enchufable o un híbrido Toyota, por ejemplo. Si me pregunta cuál es la tecnología a corto y medio plazo más eficiente para reducir los niveles de emisiones, le diría que la mejor opción es el híbrido no enchufable de 48 voltios y con combustibles sintéticos libres de NO2 y bajos en CO2. Ese sería para mí el ideal para el periodo de transición hasta el coche verde completamente eléctrico, que ahora mismo no considero sea una alternativa en la mayoría de los casos. Sigue siendo un coche de ciudad, con escasez de puntos de recarga y con tiempos de recarga altos. Además, existe una incertidumbre en el precio del kilovatio que hace que el coche eléctrico no tenga, al menos a corto plazo, el recorrido que se esperaba y espera el Gobierno, a pesar de todos los incentivos que está dando. Hay una frase de un periodista español, que es cierta, que dice que el motor de diésel es el motor de cuco. Una de las máquinas más perfectas que existen es el motor diésel. Además, es del orden del 10% más eficiente que un motor de gasolina. Su problema son los óxidos de nitrógeno. Por eso, los combustibles sintéticos deberían ayudarnos en este tema. Creo que los niveles de consumos en un motor diésel con adblue –para reducir las emisiones de NO2– y de tecnología híbrida no enchufable serían realmente aceptables para un periodo de transición. 

P.– El Gobierno y la mayoría de fabricantes llevan años apostando por la electrificación del parque automovilístico. ¿El precio y la menor capacidad de renta de los españoles siguen siendo los principales frenos para su expansión o hay otros?
R.– Bueno, ya le he comentado antes algunos de los problemas a los que se enfrenta el coche eléctrico. Pero es cierto que, para el mismo tamaño, el coche eléctrico es más caro que el de combustión interna. Y eso a pesar de que tiene muchas menos piezas. ¿Es realmente el futuro? Pues depende de cuándo sea el futuro. Es verdad que tiene una serie de prestaciones mejores que el de combustión, pero no lo veo tan a corto plazo como lo ve la Unión Europea.

P.– Hasta ahora, la hibridación se ha demostrado como un buen paso en esa obligada transición hacia un vehículo menos contaminante. Los coches híbridos, ¿tienen aún larga vida por delante?
R.– En la categoría de los híbridos no enchufables, sí creo que tienen aún recorrido. Pero si me habla de los híbridos enchufables, que son en los que piensa todo el mundo, existe una nueva normativa europea sobre emisiones más estricta –LWTB– que hace que no sean ya tan beneficiosos. Si yo estuviera en la UE, mi pack sería un coche híbrido no enchufable de 48 voltios, con motor de combustión interna diésel y combustibles sintéticos.

P.– Hay quien considera que la nueva movilidad a medio plazo descansará en mayor medida en el coche de hidrógeno, un material muy abundante en el planeta. ¿Lo comparte?
R.– Bueno, hay dos cuestiones previas. Está claro que el hidrógeno es uno de los combustibles más extendidos por el planeta. Pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de hidrógeno verde es un proceso muy ineficiente, porque al final es una electrolisis, que es de baja eficiencia. Con todo, es cierto que puede ser un combustible alternativo. De hecho, ya hay coches que circulan con hidrógeno. Pero no podemos olvidar que llevan un recipiente a muchos, muchos bares de presión. Y si hay un accidente podría ser un gran problema, aunque creo que el hombre será capaz de superar estas cuestiones.

P.– El coche 100% ecológico no existe. ¿Hay alguna tecnología o nuevos materiales que puedan poner en entredicho esta afirmación?
R.– Si hablamos de reutilización o recuperación de todos los materiales que lleva un coche, ya hay varias iniciativas de economía circular para recuperar los vehículos antiguos y volver a ponerlos en la calle. Lo que no tengo claro es si, cuando hablamos de estos proyectos, se va a tratar el tema de emisiones. Porque no tendría sentido que con estas iniciativas mantuviéramos los actuales niveles de emisiones. Al final, creo que se va poder reciclar un alto porcentaje de los materiales usados. El reciclaje es una opción.

P.– ¿Cómo diría que está posicionado el sector de componentes de automoción de Cantabria para esa transición hacia el vehículo eléctrico, al hidrógeno o, en general, hacia las tecnologías alternativas al motor de combustión?
R.– En GIRA estamos adoptando líneas de trabajo para ser ‘mobility solutions’. Hay que cambiar el concepto del automóvil y las empresas que nos dedicábamos al automóvil nos tenemos que dedicar a la movilidad. ¿Qué diferencia hay? Hasta ahora hacíamos componentes de vehículos –las partes físicas y tangibles, que generalmente son mecánicos– y a partir de ahora los vehículos tienen componentes diferentes de la mecánica para resolver cuestiones como la conectividad. El gran cambio y el gran reto para el sector en Cantabria es ese: empezar a hablar de movilidad y no de automoción. Y para ello deberemos implicar al resto de agentes, como la Universidad de Cantabria, para potenciar las nuevas tecnologías de ‘software’ y ‘hardware’.

Iñaki Calvo , durante la entrevista.

P.– En este sentido, ¿cómo valora la importancia –o dependencia– que para el sector de componentes de automoción tiene una empresa como SEG Automotive, que ha sido el tradicional motor para numerosos proveedores de la región?
R.– Si hablamos a nivel de Cantabria, la influencia de SEG Automotive no solo se mide en términos de PIB regional –espera cerrar el año en torno a los 370 millones de euros de facturación– o de ocupación directa –emplea a unos 720 trabajadores–, sino sobre todo por el efecto tractor que ejerce en nuevas tecnologías en desarrollo. Esta fábrica lleva ya tres años trabajando para implantar ese salto del que antes hablaba de la automoción hacia la movilidad. Un ejemplo es la centralita de control del vehículo, presentada hace una semanas. Pero no nos quedamos ahí. En esta movilidad nueva que viene también hablamos de la bicicleta eléctrica. Tenemos ya un motor de bicicleta eléctrica, pero solo es un paso más. Por lo tanto, el efecto para el resto de las empresas de Cantabria es ese: tirar de las necesidades que tengamos en temas como el ‘software’ o el hardware. Queremos llevar la iniciativa y ver las sinergias que existen dentro de GIRA para desarrollar los nuevos procesos para estas nuevas necesidades de movilidad. Y tenemos una ventaja muy clara frente a otros clúster de España: ningún miembro es competencia de otro.

P.– El Grupo de Iniciativas Regional de Automoción (GIRA) se ha demostrado fundamental para participar o promover proyectos colaborativos más ambiciosos, incluso más allá de nuestras fronteras. ¿Satisfecho de los resultados cosechados hasta la fecha?
R.– Sí. Pero lo nuevo que tenemos en mente es mucho más ambicioso en cuanto a tener proyectos en común. Todo lo que desde SEG Automotive podamos dar al tejido industrial cántabro, se lo vamos a dar.

P.– La automoción tiene un gran peso específico dentro del PIB industrial de Cantabria. Pese a ello, no existe un centro de I+D exclusivo dedicado al sector, tal y como reclaman ustedes.  ¿Es esta una de nuestras mayores debilidades?
R.– No, no lo considero una debilidad. Está el Centro Tecnológico CTC y la Universidad de Cantabria, con los que colaboramos habitualmente. Sí es verdad que hay institutos como Tecnalia, en Vizcaya, pero no creo que todos los territorios tengamos que tener un centro de estas características. Lo que hay que hacer es colaborar más entre ellos y especializarse mucho más.

P.– Las principales industrias de la región, como la propia SEG Automotive, son multinacionales que dependen de decisiones tomadas a miles de kilómetros de distancia. ¿Cómo se convive con eso?
R.– En nuestro caso, la reciente huelga del metal en Cantabria ha supuesto un gran problema y ha tenido un indudable impacto a nivel reputacional con clientes internacionales muy importantes. Que el sector esté parado 21 días supone una clara pérdida de imagen y de competitividad, no solo económica. Pese a ello, lo que sí es cierto, y así nos lo reconocen, es que esta fábrica de Treto es un centro de conocimiento. Sesenta años de fábrica avalan que somos un centro de ‘know how’ importante.

P.– De otro lado, actores destacados de la industria regional señalan que las necesidades más urgentes del sector industrial pasan por superar la falta de personal cualificado; mejorar la competitividad en temas como la conectividad, infraestructuras o el precio de la energía; generar nuevas oportunidades, promoviendo el emprendimiento o incluso la simplificación administrativa; y facilitar que la industria tradicional y las empresas que ya están consolidadas ganen en tamaño. ¿Es también el caso de la automoción?
R.– Diría que en este sector no sufrimos la falta de conocimiento. De hecho, hemos hecho retención de talento y hemos conseguido que trabajadores cántabros cualificados que estaban en Madrid o Barcelona retornen a Cantabria. De lo que más me quejaría es del precio de la energía. Incluso antes de la actual situación ya era un problema. Es sin duda un tema que deberíamos solucionar. Además, creo que la reforma laboral ha supuesto la pérdida de flexibilidad laboral que siempre hemos necesitado en un sector como la automoción.

Casa Cirana abrió sus puertas en julio de 2022. Ubicado a pocos metros de Puertochico, en una de las principales zonas turísticas de Santander, sus diez mesas han estado ocupadas prácticamente todos los días desde entonces. Fue una sorpresa tan inesperada como agradable para las dos personas que están detrás del proyecto, que se conocieron cuando ambos trabajaban en el restaurante Barrafina, en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. El puesto en marcha en la capital de Cantabria es el primer proyecto empresarial que inician juntos.

Francisco Rouco | @FranRoucoMarzo 2023

«Si tenemos una casa que está a un minuto de la bahía y que al mismo tiempo no queda lejos de la montaña, nuestra oferta va a estar basada en el producto y en lo que el entorno sugiere”, explica Diego García, cofundador junto con Alba Fernández de Casa Cirana. El restaurante está situado en Bonifaz, 13, a menos de tres minutos a pie de Puertochico, una de las confluencias más visitadas por quienes viven y pasan por Santander. Tiene capacidad para 25 personas y da diez servicios al día, divididos en cinco comidas y cinco cenas. Inició su actividad en julio del pasado 2022, y en pocos meses ha sentado las bases de una propuesta reconocible. “Ofrecemos una cocina muy basada en el mar, muy cantábrica, donde los pescados, los mariscos y las algas tienen mucha relevancia; y donde los fondos de cocción lenta y prolongada tienen mucha presencia. Una cocina que respeta la pureza de sabores y donde evitamos el artificio”, explica García, cuya cocina abierta permite que el cliente vea lo que sucede en los fogones.

Otra de las características que identifican la oferta culinaria de Casa Cirana es que la carta cambia con las estaciones y que los platos tienen una vida efímera. “Nos guiamos mucho por la temporada y las indicaciones de los proveedores, que nos dicen qué tienen en su punto óptimo. Cogemos esos productos y los usamos para crear platos que encajen y defiendan la ideología de la casa”, subraya el jefe de cocina. Otoño tuvo dos protagonistas: una merluza cocinada con alga kombu a la que se añade un pilpil que surge de la cocción lenta de la cabeza de ese pescado; y un tartar de machote que se sirve con alga ramallo (cuyo sabor recuerda al percebe) y con una crema de puerro basada en la purrusalda. Ambas propuestas desaparecieron de la carta con el invierno para dar paso a nuevos platos.

Negocio a cuatro manos

Diego García lleva la cocina y Alba Fernández, la sala. Se conocieron en Reino Unido hace más de 10 años, cuando ambos comandaban, cada cual en su especialidad, el restaurante Barrafina situado en el muy turístico barrio londinense de Covent Garden. La jefa de sala subraya que el bagaje conseguido de experiencias pasadas –han trabajado en restaurantes en Londres, México, Madrid y Menorca– les permite modificar los menús y las cartas para lograr un triple combo: que la clientela quede satisfecha, que los platos transmitan la identidad de Casa Cirana y que el negocio sea rentable.

Al ser solo dos y no tener ninguna cadena ni grupo inversor detrás, todas las facetas del negocio están sobre sus hombros. García cocina y controla los stocks y la definición de los menús, y Fernández es la cara visible en sala y también quien se encarga de la gestión del negocio. “Tenemos la cabeza en ambas partes y cada uno respeta la parte del otro. Por eso somos tan buen equipo. Nos hemos visto trabajar durante años y la confianza es indispensable, más trabajando como lo hacemos y más aún al ser pareja”, explica Alba Fernández.

Diego García y Alba Fernández, chef y jefa de sala de Casa Cirana, en el comedor del restaurante.

Crear algo propio es lo que está detrás de Casa Cirana, el primer proyecto empresarial que inician juntos. “Trabajar para otras personas, más si son proyectos con altos registros en gastronomía, es muy gratificante, porque aprendes, tienes muchas responsabilidades y sabes lo que hay que hacer. Y tienes además otras ventajas como una logística de trabajo y la seguridad de unos ingresos. Pero trabajas en el contexto de otro, es el proyecto de otra persona, su idea”, explica García. “Quería desarrollar mi propia cocina y que la gente supiera que come algo que he cocinado yo”.

Para Fernández, en el gremio es habitual que tarde o temprano alguien se encamine a tener su propio negocio, a veces incluso rompiendo con la forma de trabajar que se ha venido practicando. “Hemos trabajado para brigadas gigantescas, con mucha presión y mil ojos encima, y queríamos dejar esa parte de lado para disfrutar esta profesión. Es como retomar la pasión por nuestro trabajo de una forma tranquila y humilde. Necesitábamos tranquilidad para ser nosotros mismos”, dice la jefa de sala de Casa Cirana.

Por qué abrir en Santander

Aunque ambos son de Madrid y han desarrollado gran parte de sus carreras en el extranjero, no son completos foráneos en Cantabria y tienen vinculaciones con Santander. La abuela de Alba Fernández pasó su juventud en la ciudad y sus padrinos tienen casa aquí. En cuanto a Diego García, sus padres viven en Santander, por lo que las visitas a la capital cántabra eran recurrentes. De hecho, todas estas visitas resultaron decisivas para escoger la ubicación de Casa Cirana. La jefa de sala explica que siempre que estaban por la ciudad les fascinaba el ocio y las ganas de salir de la gente a tomar el vermut o a comer algo. En cualquier época, hiciera el tiempo que hiciera. “Ese era nuestro ocio también: salir a comer fuera, buscar un buen producto y un lugar que pusiera cariño en lo que hacía”, explica Fernández, que reconoce que con su propuesta no han “inventado la rueda. Simplemente, quien aprecie ese ocio gastronómico va a disfrutar de un lugar como el nuestro”.

Cumplido el primer semestre de actividad, el balance es positivo. Ambos son conscientes de que la asistencia masiva de los meses de verano estaba circunscrita a la explosión turística de la ciudad durante esta época, y que serían los meses de otoño los que darían una visión más realista de la salud del negocio. “Por ahora en el plano económico, nuestro objetivo es recuperar la inversión y cubrir gastos fijos y variables cada mes. Al no ser gastos altos y sólo tener nuestras nóminas, no tenemos un objetivo económico ambicioso”, explica Fernández, que quiere completar el primer año de actividad antes de plantear un objetivo concreto.

A falta de cifras exactas, las sensaciones son buenas. “El mayor miedo que teníamos era que, al ser de fuera, no termináramos de encajar, porque este es un proyecto súper humilde que pretendemos que sea familiar”, subraya la jefa de sala. Fernández reconoce que ese temor ha ido desapareciendo gracias a las observaciones que le llegan de la clientela, directa y también indirectamente: “He escuchado a más de un niño preguntar si nuestra casa es una casa o un restaurante. Y esto nos hace gracia y nos gusta, porque ese es el concepto que queremos transmitir: una cena en casa de tu madre, con una sobremesa en la que llevas dos horas, pero que no te has dado cuenta porque estás a gusto”.