Los informes sobre absentismo laboral abren a menudo la discusión sobre la dimensión real de este asunto que preocupa por igual a empresarios y sindicatos y sobre el que ambas partes coinciden en la necesidad de articular medidas y soluciones para tratar de mitigarlo. Pero mientras que la patronal destaca el elevado coste económico que representa para las empresas y su competitividad, los sindicatos denuncian la visión distorsionada que ofrecen estos estudios de un problema que consideran mucho más complejo y cuya interpretación, según sostienen, tampoco genera consenso.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Enero 2024

El absentismo laboral viene ocupando desde hace tiempo titulares y espacios en los medios de comunicación en los que, de forma casi generalizada, se alerta de su constante crecimiento y del elevado coste que representa para las empresas y su competitividad. Así lo pone de manifiesto un reciente informe sobre este problema elaborado con datos de la EPA por Randstad, empresa especializada en talento y recursos humanos, en el que se resalta que Cantabria lideró, junto al País Vasco y Canarias, el absentismo laboral en España durante el segundo trimestre de 2023. En concreto, este estudio recalca que la comunidad cántabra registró en ese periodo la tercera mayor tasa con un 7,2% de las horas pactadas, un punto por encima de la media nacional.

Asimismo, el V Observatorio sobre Absentismo Laboral Mutua Montañesa, presentado a finales del pasado mes de octubre, destacaba que la ausencia de los trabajadores de sus puestos de trabajo supuso a las empresas cántabras un coste de 383 millones de euros durante los primeros ocho meses de 2023, un 5,9% más que en mismo periodo del año anterior.

El empeoramiento de los datos de absentismo laboral en Cantabria se produce en un contexto general de mejora de la calidad de los contratos y menor temporalidad que, en principio, debería haber provocado los efectos contrarios.

La directora general de CEOE-Cepyme Cantabria, Isabel Cuesta, aclara que la región ya venía arrastrando desde hace algún tiempo esta alta tasa de absentismo que ahora “se ha acentuado” con la pandemia, si bien precisa que sus causas son difíciles de explicar en todo su alcance, ya que no existe un solo motivo que lo justifique. Además de explicar que cada sector tiene sus propias “peculiaridades”, Cuesta sostiene que una buena parte de la “culpa” de esta situación descanse muy posiblemente “en los ingentes recursos sanitarios y humanos que fueron necesarios para atender la pandemia y las secuelas sociosanitarias que aún arrastramos”, un argumento al que suma el “significativo” incremento de las bajas relacionadas con la salud mental que, según subraya, ha crecido mucho en los últimos tiempos.

Fotografía de Isabel Cuesta, directora general de CEOE-Cepyme de Cantabria

Isabel Cuesta, directora general de CEOE-Cepyme de Cantabria. Foto: Nacho Cubero

Este empeoramiento de los datos de absentismo laboral en Cantabria se produce, además, en un contexto general de mejora de la calidad de los contratos y menor temporalidad que, en principio, debería haber provocado los efectos contrarios. La directora general de la patronal cántabra no cree, sin embargo, que exista en este sentido una relación causa-efecto. “La reforma laboral ha cambiado la denominación de algunas formas de contratación, pero no parece que haya tenido un efecto tan significativo en la estabilidad de la contratación”. Es más, detalla que Cantabria no supera el 30% de contratos indefinidos desde hace varios meses, alrededor de quince puntos por debajo de la media de España. “Quizá este hecho también ayude a entender el porqué de esta situación en nuestra comunidad autónoma”, enfatiza.

De su lado, el secretario de Acción Sindical de UGT-Cantabria, Valentín Fernández, quita validez a este tipo de informes ya que, en su opinión, no dejan de presentar una imagen “interesada y sesgada” del absentismo laboral, dado que a su juicio no se analizan realmente los factores que están detrás de este problema: “Si ves los datos que ofrecen estos estudios, se trata de una especie de cajón de sastre en el que se recogen diferentes contingencias que se entienden que en sí son absentismo, cuando en realidad se trata de un término muy controvertido sobre el que, en muchas ocasiones, ni las partes implicadas nos ponemos de acuerdo qué se debe entender como tal y qué, principalmente, obedece a bajas por enfermedades comunes”, razona.

Fernández insiste en que detrás de estos datos está un “cierto interés” de las entidades colaboradoras del sistema público de salud, fundamentalmente las mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, que desde hace años vienen promoviendo un cambio legislativo para poder gestionar las contingencias comunes. “No voy a negar la mayor y puede que haya casos aislados de trabajadores que no acuden a su puesto porque no quieren. Siempre los ha habido, pero la excepción no hace la regla”, recalca el representante de UGT. “Podemos entender la preocupación empresarial por este asunto, pero lo que no vamos a compartir es que se llame absentismo a la enfermedad o que se alimente el fantasma del fraude entre la población laboral”, enfatiza antes de recordar que la incapacidad temporal no depende de la voluntad del trabajador: “Obedece a la decisión de un facultativo de atención primaria según criterios profesionales”.

Valentín Fernández defiende que si de la ecuación se eliminaran las bajas por enfermedad común, las horas no trabajadas por vacaciones, los permisos por maternidad o paternidad, la compensación por horas extraordinarias y otras ausencias justificadas, el resultado que reflejarían las estadísticas sería muy diferente: “El absentismo ‘real’ no tiene en ningún caso la envergadura que los empresarios pretenden denunciar ni, por tanto, es un grave problema económico para el país”.

Dicho esto, aboga por analizar desde un punto de vista preventivo las nuevas realidades del trabajo. “La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que se encuentra muy ligada al absentismo laboral, supuso un antes y un después de su entrada en vigor en 1995. Sin embargo, desde entonces el mundo del trabajo ha cambiado significativamente con la digitalización de los procesos productivos, el teletrabajo, la introducción de la inteligencia artificial, la conectividad permanente de las personas trabajadoras o el control y monitorización de sus tareas, lo que sin duda obliga a su actualización”, argumenta.

Aunque admite que esta norma ha funcionado razonablemente bien en el ámbito empresarial, Fernández sostiene que tras el Covid ha existido una “cierta relajación en la cultura preventiva de las empresas que de nuevo hay que implantar”. Porque, según explica, al calor de estas nuevas modalidades de trabajo han surgido también nuevos riesgos psicosociales de origen laboral –estrés, carga mental…– que tiene un “gran impacto” entre la población trabajadora y que, en su opinión, “no están siendo gestionados adecuadamente por las empresas”.

Por eso, reclama dar a la prevención de riesgos psicosociales, a lo que se refiere como “la nueva pandemia del mundo del trabajo”, la importancia que realmente se merece. “En estos casos, las empresas deben ser conscientes de que tienen un problema y hacer una evaluación de este tipo de riesgos para, una vez realizada, adoptar las medidas de carácter preventivo que sean necesarias y verificar con posterioridad si han sido o no las adecuadas, comprobando si los índices de absentismo se han visto reducidos”. Si se hiciera correctamente, señala, se generaría un buen clima laboral y un adecuado desarrollo profesional, concede apuntando directamente al “papel fundamental” que en este sentido desempeñan los departamentos de recursos humanos de las empresas.

Fotografía de Valentín Fernández, secretario de Acción Sindical de UGT de Cantabria

Valentín Fernández, secretario de Acción Sindical de UGT de Cantabria. Foto: Nacho Cubero

De su parte, la directora general de CEOE-Cepyme Cantabria estima que el incremento de la enfermedad común, que según el V Observatorio Sobre Absentismo Laboral Mutua Montañesa ha crecido cerca del 60% con relación a 2019 –el último año anterior a la pandemia– hasta representar en la actualidad más del 85% de las jornadas perdidas por parte los trabajadores, no se debe a una “mala salud” de los trabajadores en la región. “No creo que sea un asunto de salud, sino más bien de gestión, singularmente de las bajas laborales. Durante la pandemia se dio un paso para abordar estos asuntos de una forma más eficaz y rápida, pero no acabamos de coger la velocidad necesaria”, admite.

En este sentido, Cuesta considera que la colaboración publico-privada a través de las mutuas laborales y organismos similares podría ser una “muy buena opción” para agilizar todo el proceso: “Sé que el nuevo Gobierno de Cantabria está dando pasos en esta dirección. De hecho, recientemente hemos constituido conjuntamente con el Ejecutivo cántabro, el INSS y las mutuas una mesa de trabajo sobre absentismo en la que se ha demostrado la máxima disposición de todas las partes a colaborar y aportar soluciones eficaces”, precisa.

Una iniciativa sobre la que Fernández muestra su rechazo más frontal. “Podemos entender la preocupación de estas empresas –del sector de la automoción, según asegura– para tratar de dar solución al elevado nivel de absentismo laboral por incapacidades temporales derivadas de contingencias comunes (ITCC) que soportan. Pero no se puede dejar al margen a los trabajadores porque, por encima de todo, está el derecho de los trabajadores a la salud”, afirma antes de reclamar que cualquier análisis sobre esta materia se haga en el marco del Diálogo Social. “El absentismo requiere de un debate profundo en el que todas las partes deben poner sobre la mesa sus preocupaciones y soluciones. Pero la Administración debe contar con todos los agentes sociales implicados en este proceso, no solamente con alguno de ellos”, reivindica el representante de UGT.

La patronal y este sindicato difieren también sobre si las obligaciones burocráticas prolongan innecesariamente los procesos de baja laboral. Así, la patronal aprecia que, al igual que en otros los ámbitos de la administración, también es preciso simplificar la burocracia en la gestión sanitaria. “Esta es una de las claves para la mejora de la competitividad de Cantabria, para la atracción de inversiones y para el cambio de modelo productivo de la región, y así se lo hemos expresado al nuevo Gobierno regional en diferentes ocasiones”, aclara su directora general, quien, por otro lado, vería con “buenos ojos” que las mutuas prestasen asistencia médica y emitiesen las altas en las veinte patologías traumatológicas más frecuentes, un posibilidad que, según el informe sobre absentismo laboral por ITCC en Cantabria elaborado por la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT), permitiría un ahorro total superior a los 26 millones de euros.

Por su parte, el sindicalista de UGT entiende que no es una cuestión de más o menos burocracia ya que, de hecho, desde el pasado 1 de abril el trabajador ya no tiene que entregar el parte de baja médica o incapacidad temporal a su empresa, sino que las comunicaciones se hacen ya por vía telemática entre las Administraciones y dicha empresa. “El problema es más de fondo. Hay que hacer una labor de base y analizar en detalle el porqué y las causalidades de las bajas laborales”, indica Fernández, que demanda abordar y poner en el centro del debate otras cuestiones que no siempre se tienen en cuenta: “Como los excesos de jornada, en muchas ocasiones no retribuidos; la falta de desarrollo profesional, el escaso reconocimiento y la inseguridad laboral” u otros factores, entre los que cita “el envejecimiento de las población trabajadora y los cambios climáticos que venimos soportando desde hace años”.

En lo que sí coinciden empresarios y sindicatos es en la necesidad de reducir las la listas de espera de la sanidad pública, toda vez que reconocen que hay muchas situaciones de baja laboral que están en espera de una prueba diagnóstica o de una consulta especializada.

Sindicatos y patronal coinciden en la necesidad de reducir las la listas de espera de la sanidad pública, toda vez que reconocen que hay muchas situaciones de baja laboral que están en espera de una prueba diagnóstica o de una consulta especializada.

“Hay una bolsa de casos que tiene que ver con las enormes listas de espera que soportamos”, asegura Pilar Cuesta, que entiende que todo lo que se pueda agilizar en este aspecto será de ayuda. A su juicio, se trata de uno de los mayores retos del Gobierno regional para esta legislatura que está comenzando.

Fernández, por su parte, se remite en este asunto al V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), firmado el pasado 10 de marzo por sindicatos y patronal. Según resalta, este acuerdo insta, en su capítulo VII, a aprovechar los recursos de las mutuas colaboradoras de la seguridad y salud, que posibiliten reducir los tiempos de espera, la atención sanitaria de las personas trabajadoras y la recuperación de la salud, así como reducir las listas de espera en el sistema público. Al respecto, el secretario de Acción Sindical de UGT subraya que este mejor aprovechamiento de los recursos de las mutuas colaboradoras de la Seguridad Social no modifica “en modo alguno” las actuales competencias del Servicio Cántabro de Salud en los procesos de alta, baja y seguimiento de la incapacidad laboral: “Siguen igual, tan solo abre la posibilidad de utilizar los servicios de rehabilitación de las mutuas para tratar algunas incapacidades temporales por contingencias comunes de origen traumatológico, siempre bajo deseo del trabajador y con el permiso del médico de Atención Primaria”.

Precisamente, para tratar de mejorar la gestión de las ITCC, la directora general de CEOE-Cepyme Cantabria señala tres medidas: refuerzo y mejora de la atención primaria; simplificación burocrática con gestión directa entre empresas y sector sanitario; y colaboración publico-privada en la gestión de los casos comunes para desembolsar y agilizar la bajas y descienda el absentismo.

El secretario de Acción Sindical de UGT, por su parte, insiste en poner el acento en la salud del trabajador, que recalca debe estar en el centro del debate, y en poner en tela de juicio los informes aludidos sobre absentismo laboral. “Una cosa son los datos, pero detrás hay toda una casuística que no analizan. Habrá que hacerlo, pero contando con todos los agentes sociales. Para eso está el diálogo social”, concluye.

La entrada en servicio de la nueva máquina de corte láser y punzonado de chapa mejora la capacidad productiva de la empresa y la flexibilidad de la planta para dar servicio a sus clientes. En un mercado en transición y en el que cada vez son más habituales los pedidos de series cortas, la fábrica metalúrgica cántabra se plantea hacer valer sus ventajas competitivas en los sectores donde ya tiene presencia y explorar otros donde pueda encontrar oportunidades para el crecimiento. Con cerca de un centenar de trabajadores en plantilla, la empresa espera cerrar este año con un ligero incemento en la facturación, a pesar del frenazo que prevé durante el próximo trimestre.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Noviembre 2023 Fotos de Nacho Cubero

Pasado poco más de un año desde que se decidiera la inversión, y tras un proceso de instalación y puesta en marcha que ha ocupado a la empresa durante los últimos dos meses, la nueva máquina de corte y punzonado de chapa adquirida por Industrias Jacinto Herrero opera ya en las instalaciones de la fábrica en el polígono de Guarnizo. El nuevo equipamiento, en el que se han invertido 1,4 millones de euros, permitirá aumentar en un 60% la capacidad de la línea de fabricación en la que opera, al tiempo que minimiza el movimiento de piezas, automatiza procesos y mejora la calidad, al reducir las operaciones de manipulado. Con la actuación, además, se mejora la capacidad de respuesta y se incide sobre uno de los factores que los responsables de la empresa identifican como claves para su competitividad: la flexibilidad de la planta, capaz de acometer tanto la fabricación de grandes como de pequeñas series de piezas.

Álvaro Herrero, director de Proyectos de Industrias Jacinto Herrero, e Isaac Herrero, gerente de la empresa, junto al nuevo equipamiento de la planta.

Industrias Jacinto Herrero, que cuenta con 95 trabajadores en plantilla y una facturación que se movió el año pasado en el entorno de los 13 millones de euros, opera a través de varias líneas de producto con las que  atiende a los sectores de automoción y electrodomésticos, de los que procede el 65 y el 30% del volumen de negocio de la empresa, quedando el resto a cargo de un mix más heterogéneo en el que habría clientes de hostelería, vending o bienes de equipo. En concreto, el catálogo de la empresa se organiza en torno a cinco líneas –diseño y construcción de matricería; estampación en frío de piezas; conformado de tubo; corte por láser, punzonado y plegado con control numérico por computadora; y trabajos de mecanosoldadura– que Álvaro Herrero, director de Proyectos de la empresa, describe como cuatro minifábricas que forman un conjunto: “Y cada una de ellas te obliga a invertir para contar con la máxima tecnología y ser competitivo”.

Hasta ahora, la línea en la que se integra el nuevo equipamiento contaba con una máquina de punzonado y dos máquinas de corte láser, una de las cuales se sustituye por la actual, que combina ambas funciones. Como resultado, la fábrica pasa a contar con dos máquinas de corte láser y otras tantas de punzonado, lo que aumenta la capacidad de producción de está línea en un 60% y consigue ventajas cualitativas de no menos calado: se automatiza el manipulado, se evita tener que mover el material de una máquina a otra y, en general, se optimiza la distribución de espacios y el tránsito del producto por la planta, lo que se conoce como ‘lay out’. “Todo esto tiene una repercusión directa en la calidad y en la productividad, y nos va a permitir captar más proyectos y compensar internamente las fallas de competitividad que tienes externamente”, explica Álvaro Herrero, que con esto último hace referencia al encadenamiento de dificultades a las que se ha venido enfrentando la fábrica, en línea con la mayor parte del sector, durante los últimos años.

La crisis provocada por la pandemia del Covid-19 en 2020 alcanzó a Jacinto Herrero en un buen momento, en el que arrancaban varios proyectos, un contexto que, más allá de las dificultades que provocó el parón de la producción, permitió que la recuperación de la actividad fuera relativamente rápida tras la reapertura progresiva de los mercados. Cuestión muy diferente, señalan los responsables de la empresa, es la referida a la rentabilidad: a la falta de suministros, las tensiones en las cadenas logísticas y la subida del coste de las materias primas –un 100% en el precio del acero en apenas un año, recuerdan– se le añadieron después dificultades que es más complicado vincular con la crisis sanitaria, pero que han coincidido con ésta, como el fuerte incremento del absentismo. “No sé si a causa de, o coincidiendo con el Covid, pero lo cierto es que antes de la pandemia nos movíamos en índices del 2,5 o el 3% y hoy estamos en el 10%, esto es, de cada diez trabajadores tenemos a uno de baja”, lamenta el director de Proyectos de Industrias Jacinto Herrero. Todo este conjunto de circunstancias, que tienen una incidencia directa en los costes, se ven agravadas por otra igualmente común a buena parte de los sectores económicos, es la cada vez mayor dificultad para acceder a mano de obra cualificada: “Tenemos perspectivas de crecer y captar proyectos, pero la principal preocupación es encontrar gente válida para sacarlos adelante. Por muy robotizados que estemos y por mucha industria 4.0 que seamos, los que sacan adelante a una empresa son las personas”, recalca Herrero.

Un operario trabaja en el control de la nueva máquina combinada de corte láser y punzonado adquirida por Industrias Jacinto Herrero, que ha comenzado a funcionar a pleno rendimiento tras el verano.

La referencia a las oportunidades de crecimiento que identifica la empresa, y que se vinculan entre otras a la inversión en la máquina combinada de corte y punzonado, tienen que ver en parte, y curiosamente, con la situación de incertidumbre que viven algunos mercado, y singularmente el del automóvil. Las dudas sobre la tecnología que sustituirá a los tradicionales motores de combustión, o sobre en qué medida se producirá ese relevo, han llevado a paralizar nuevos proyectos, pero también a que los fabricantes demanden series más cortas a sus proveedores. “Que no se generen proyectos es algo que nos afecta, pero la perspectiva de que el volumen esté más repartido para nosotros es una oportunidad, porque una de nuestras principales ventajas competitivas es la flexibilidad para poder acometer tanto series largas como cortas”, destaca el director de Proyectos de la fábrica cántabra, que señala que una de las principales aportaciones de los equipos que han entrado en funcionamiento tras el verano es poder llevar el corte láser a series de fabricación de menos piezas.

Industrias Jacinto Herrero ha llegado a fabricar hasta siete millones de piezas al año para alguna familia de automoción, y es relativamente habitual que suministre entre 300.000 y 400.000 para alguna plataforma. Pero también hacer 17.000, como es el caso de un componente del salpicadero de un modelo concreto, o incluso sólo 1.700 para su versión con volante a la derecha con destino al Reino Unido. “Las tecnologías que se emplean son diferentes, la parte de fábrica es distinta, y también el precio, pero el servicio lo tiene mi cliente. Hace mucho que nosotros hemos dejado de vender piezas, lo que vendemos es un servicio y un bagaje de conocimiento”.

Trabajos sobre una pieza con destino al sector de electrodomésticos, que supone el 30% de las ventas de la empresa.

La aportación que la suma de las cinco ‘minifábricas’ hace al conjunto de Industrias Jacinto Herrero es fundamental para la competitividad, por la capacidad de respuesta que hace posible y por no depender de terceros para acometer los proyectos. En ese sentido, la línea de matricería se convierte en una parte estratégica. “La fabricación de troqueles y matrices era un mercado de referencia en España y en Europa, pero la competencia de los países de bajo coste hizo que se abandonara y que desaparecieran muchos fabricantes. Nuestra matricería hasta 2012 era para consumo interno, pero ese año hay un amago de volver a traer la troquelería a Europa y nuestros clientes se encuentran con que han perdido a sus anteriores proveedores y nos la encargan”, recuerda Isaac Herrero, gerente de Industrias Jacinto Herrero para explicar el desarrollo de una línea de negocio cuya demanda ha vuelto a caer a causa de las incertidumbres sobre el coche eléctrico, pero que tiene una importancia capital en la actividad de la empresa: “Nuestra competencia tiene que subcontratar esos trabajos, pero nosotros no dependemos de nadie para dar respuesta y el conocimiento se queda dentro de la empresa. Muchos clientes confían en nosotros precisamente por eso”, recalca Álvaro.

Con un mercado que empieza a notar las consecuencias de la inflación y la subida de tipos de interés, Industrias Jacinto Herrero prevé cerrar el año con un ligero aumento de la facturación, y ello pese a la caída que esperan en el último trimestre. De cara al próximo ejercicio, los responsables de la empresa confían en repetir los números, para lo que se plantean crecer en sectores menos vinculados al consumo que los de automoción y electrodomésticos, en un abanico de posibilidades a las que por el momento prefieren no poner coto. “Entrar en un cliente cuesta tiempo y dinero, pero una vez lo has conseguido todo es más fácil. La confianza yo quiero ganármela, no que me la regalen, y una vez dentro seguro que vendrán proyectos mayores y de más valor añadido”, concluye Isaac Herrero.

Por cada coche nuevo se han vendido 3,3 usados en lo que va de año en Cantabria, muy por encima de la media nacional, que es de 1,9. El mercado de vehículos de ocasión, marcado por el incremento de precios, terminará 2023 con unas ventas levemente inferiores a las del ejercicio anterior, según las previsiones del sector, que reclama incentivos para rebajar la antigüedad media de este tipo de vehículos, donde cerca de la mitad de las unidades vendidas hasta agosto tiene más de quince años.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Octubre 2023

Comprar un vehículo de ocasión (VO) nunca había sido tan caro en España, aunque no en Cantabria, que cuenta con el precio medio de oferta más bajo de todas las comunidades autónomas. Así lo recoge el último barómetro de coches.net, el marketplace experto en movilidad líder en España que, con datos referidos al pasado mes de agosto, sitúa por primera vez el precio medio por encima de los 20.000 euros (20.566 €), si bien en Cantabria el desembolso para hacerse con un coche de segunda mano no llega de media a los 18.000 euros (17.852 €). Este récord histórico no ha impedido, sin embargo, que las ventas de turismos y todoterrenos de segunda mano acumulen en los ocho primeros meses del año una subida del 2,6% con relación al mismo periodo de 2022, hasta alcanzar las 1.237.670 unidades, según datos de un reciente estudio elaborado por la consultora MSI para las patronales del sector Ganvam (distribuidores oficiales e independientes), y Faconauto (concesionarios).

En Cantabria, por el contrario, el mercado de VO ha mostrado un menor dinamismo y se aleja también de la tendencia nacional al registrar hasta agosto unas ventas totales de 14.409 unidades, lo que representa una caída del 0,9% frente a igual periodo del ejercicio anterior, en el que se vendieron 14.545 coches. Esta diferencia de comportamiento del mercado en Cantabria y en el resto de España también se refleja en la comparativa con las ventas de vehículos nuevos. Si en lo que va de año en el conjunto nacional por cada vehículo nuevo se han vendido 1,9 de ocasión, este ratio sube al 3,3 en el caso de Cantabria.

La escalada en los precios de los vehículos nuevos ha llevado a que crezca la demanda de usados, pero también ha elevado la cotización de estos. En la foto, la exposición de Autos Raúl en sus instalaciones de El Campón, en Peñacastillo.

Para Raúl Azcona, de Autos Raúl, uno de las empresas de compraventa de vehículos de segunda mano con sede en Santander, el incremento medio de los precios de los coches VO descansa, en gran medida, en el aumento del precio de los nuevos, “que tira del precio del resto de vehículos”: “Este aumento del coste, junto con un contexto económico marcado por la inflación y la subida de tipos de interés, hace que el coche nuevo no sea accesible para muchas personas, que se ven obligadas a comprar un vehículo usado. Y a mayor demanda de coches más baratos, mayores precios”, explica. Además, Azcona justifica que el ratio de compra de coches de ocasión por cada coche nuevo en Cantabria supere con creces al registrado en el conjunto del país en el hecho de la región sea una de las más envejecidas de España. “Muchos pensionistas, pero también los jóvenes, con un poder adquisitivo más bajo, no pueden acceder a las condiciones de financiación o de renting que les proponen en el vehículo nuevo. Si no pueden pagar esas cuotas, es lógico que busquen opciones más asequibles”, concede.

Pero que el vehículo de ocasión se haya convertido en la primera opción de compra para ocho de cada diez conductores, según datos del estudio ‘Tendencia de compra de un vehículo en 2023’ dado a conocer en junio pasado, no solo es cuestión de precio. También juega a su favor, destacan los expertos, la disponibilidad inmediata –en la actualidad el plazo medio de entrega de un vehículo nuevo puede llegar a ser de hasta ocho meses, en función de la marca y el modelo– y la relación calidad-precio. A estas dos motivaciones, el propietario de Autos Raúl añade la mayor pérdida de valor de los coches nuevos una vez salen del concesionario. “Ahora los VO se presentan como una mejor inversión. Se estima que los coches nuevos pierden alrededor del 50% de su valor a los cuatro años de su compra. Y aunque en el caso de los usados este porcentaje puede llegar a ser similar, no es lo mismo perder el 50% de 40.000 euros que de 5.000 euros”, reflexiona. Para este joven empresario, que asegura vender una media de entre 150 y 180 coches de segunda mano al año, con precios que oscilan entre los 4.000 y los 16.000 euros, la sensible diferencia del precio medio de oferta de VO en Cantabria con el resto del país (17.852€ frente a 20.566€), se debe al diferente perfil de vehículo que se demanda en la región. “Si en otras comunidades como el País Vasco, donde también hemos trabajado, se demanda vehículos de más alta gama y marcas premium, aquí en Cantabria se busca más utilitarios y de ciudad, un sector que obviamente resulta más económico”, precisa.

Por tramos de edad

Por franjas de edad, los vehículos de más de diez años de antigüedad siguen siendo de largo los más vendidos en Cantabria, al igual que ocurre en el resto de España, donde acumulan más del 66% del total de ventas registradas hasta agosto, según los datos facilitados por Gasvam. De hecho, el mayor número de ventas se concentra en el tramo de más de quince años, con 6.595 unidades, lo que supone que más de cuatro de cada diez VO vendidos en la región supera esa edad. Pese a ello, el peso de estos modelos más antiguos empieza a dar muestras de cierto agotamiento (las ventas de VO con entre diez y quince años han descendido un 18,8% en lo que va de año, si bien las de los modelos de más de quince ha crecido en un 5,5%) en favor de vehículos de menor edad.

Así, los modelos de entre cinco y diez años de antigüedad son, con 2.132 unidades, los que registran un mayor crecimiento durante los ocho primeros meses del año en Cantabria (15,2%), aunque los seminuevos de entre uno y cinco años ha perdido cierto protagonismo con relación al pasado año, al descender un 4,2%. De este modo, Cantabria se separa una ves más de la tendencia seguida en el resto del país, donde las ventas de VO de este tramo, especialmente en el caso de los vehículo de entre uno y tres años, están tirando del mercado con un incremento acumulado hasta agosto de casi el 12%.

Incentivos para una movilidad más eficiente

En este sentido, el citado estudio sobre tendencias de compra pone de manifiesto que el mercado de segunda mano puede convertirse en una palanca de rejuvenecimiento del parque móvil español, cuya media se sitúa en los 14 años, y ayudar al cumplimiento de los objetivos de descarbonización. Pero para ello, alertan desde Ganvam, sería oportuno que se pusieran en marcha medidas que dinamizaran la demanda de VO seminuevos lo que, a su juicio, contribuiría a retirar de la circulación los coches más antiguos y contaminantes y a facilitar, además, que las familias con menor renta disponible tengan acceso a vehículos eficientes. De hecho, ese informe refleja que el 71% de los potenciales compradores estaría dispuesto a renovar su vehículo si existiera un plan de incentivos que apoyara la compra de usados de menos de cinco años.

Raúl Azcona, a la izquierda, y su hermano Pablo, gerente y vendedor, respectivamente, de Autos Raúl, una de las empresas de compraventa de vehículos más veterana entre las que operan en Cantabria.

Una petición que también es compartida por Azcona, quien reclama la necesidad de articular ayudas al sector. “Desde luego que hacen falta. En muchos otros ámbitos sociales el Gobierno fomenta a las clases más desfavorecidas pero, en cambio, en el caso de los vehículos se favorece la compra de vehículos nuevos y eléctricos. La verdad es que no tiene mucho sentido, porque el que puede pagar este tipo de vehículos probablemente no necesita esa ayudas. El que de verdad la necesita es el que tiene un menor poder adquisitivo y desea acceder a un coche de menos de cinco años”, subraya.

Mercado cambiante

El titular de esta empresa de compraventa reconoce que en la actualidad el mercado es “muy cambiante” y que, a diferencia de anteriores ejercicios, no existe un periodo concreto del año que concentre más ventas. “Los porcentajes pueden variar mucho de un mes a otro porque ahora el coche no se compra por gusto, sino por necesidad”. Con todo, confía en que el mercado se mantenga estable de aquí a fin de año y que su facturación no variará mucho con relación a 2022. “Va ser un año normal”, augura.

Un vaticinio que también es compartido por Ganvam, que prevé que las ventas de turismos y todoterrenos de VO en Cantabria alcance las 22.185 unidades en 2023, lo que supondría un leve descenso del 1,9% con relación al ejercicio anterior, en el que se vendieron 22.609 vehículos. De cara al próximo año, las previsiones de esta patronal apuntan a un crecimiento del 3,9% hasta alcanzar las 23.040 unidades vendidas, aún lejos de las 24.864 que se contabilizaron en 2021, donde los usados vivieron un auténtico ‘boom’ por la crisis de los microchips y la escasez de vehículo nuevo.

Canales de ventas

En cuanto a los canales de ventas, el estudio de MSI para Ganvam y Faconauto destaca que la venta entre particulares sigue siendo la opción preferida por adquirir un VO en Cantabria. Hasta agosto, así se han comprado 10.900 coches usados, lo que supone que más de siete de cada diez conductores han utilizado esta fórmula. A bastante distancia, aparecen las empresas de compraventa –como Autos Raúl– que acumulan 1.899 unidades vendidas, prácticamente las mismas que en igual periodo del pasado año en que vendieron 17 coches más. Sin llegar las 1.000 unidades le siguen los canales de ‘renting’, importación y alquiladores, que presentan un comportamiento desigual con relación al pasado ejercicio. Así, mientras que las empresas de ‘renting’ y alquiladores, acumulan incrementos del 19,3% y del 0,6%, respectivamente, las ventas de vehículos de ocasión de importación han caído un 14,6%. En este asunto, Azcona resalta la creciente competencia de los concesionarios y de las empresas de ‘renting’: “Han encontrado un oportunidad de negocio en el mercado de VO y ahora también venden este tipo de vehículos que antes directamente nos pasaban a los compraventa”.

Por fuente de energía, la propulsión mayoritaria en el mercado de segunda mano continúa siendo el diésel, con más de la mitad de las ventas totales en España (56,2%) y también en Cantabria (62,8%), seguido de los motores de gasolina (36,8% de media nacional y cuatro puntos menos en Cantabria) y con un residual, aunque creciente porcentaje para las propulsiones alternativas (7% en el conjunto del país y un 5,1% en la región).

El responsable de Autos Raúl corrobora este dominio del diésel, si bien matiza que últimamente los clientes no llegan con la ideas tan claras: “Ahora no tiene que ser diésel sí o sí. Pueden cambiar de opinión”, aclara. Con todo, sostiene que el precio sigue siendo el criterio que más pesa a la hora de comprar un VO, por encima del consumo, de la seguridad o de otros factores. “Antes es posible que se tuviera más en cuenta el tamaño y otras necesidades, que ahora han quedado claramente en segundo plano si no entran dentro del precio”, enfatiza. Además, afirma que hay que tener en cuenta que la subida de precios ha desplazado hacia arriba la horquilla de compra. “Quien hace tres o cuatro años adquiría un coche de 3.000 euros, hoy en día se ve obligado a desembolsar el doble porque no hay coches de ese precio. Por eso ahora muchos conductores compran el coche que pueden, no el que quieren”, sentencia.

Con tecnologías diferentes, con variadas fórmulas de colaboración público-privada y con el impulso de las ayudas de las distintas administraciones, las conexiones de banda ancha han ido extendiéndose a las zonas rurales de Cantabria, pero todavía hay lugares donde no es posible una transferencia de datos a velocidades mayores a 50 megabites por segundo. Romper las últimas barreras que impiden salvar la ‘brecha digital’ entre lo urbano y lo rural es el objetivo del programa ‘Conecta35’, que utiliza el satélite como herramienta para llegar a zonas donde no hay otras opciones y a las que no es probable que llegue la fibra. Atraer población y empresas a los pueblos, o cuanto menos evitar el éxodo de las que ya existen, es el objetivo.

Cristina Bartolomé |  @criskyraOctubre 2023

El medio rural viene reclamando en las últimas décadas una conexión a Internet que facilite la vida diaria de la población, la instalación y permanencia de las empresas y evite el despoblamiento. Ahora, la cobertura, ya sea mediante una tecnología u otra, se encuentra en torno al 95% del territorio de Cantabria, aunque existen aún zonas rurales que viven en la ‘brecha digital’, especialmente los núcleos de población poco accesibles y con pocos habitantes.

La dificultad que presenta la orografía de Cantabria es el obstáculo más destacado para que llegue la conexión a la red, pero varias empresas tecnológicas han decidido apostar por ello y se encara ahora la última fase tras años de iniciativas público-privadas que han dado resultado. Así lo reconoce Leoncio Carrascal, alcalde de Arredondo y presidente de la Red Cántabra de Desarrollo Rural. Asegura que en su municipio la cobertura alcanza el 100% del territorio y sostiene que casi toda la región cuenta ya con algún tipo de cobertura, especialmente de banda ancha, por cable de fibra óptica, o por satélite, con la que también cuenta Arredondo. Valora su importancia para las zonas rurales: “Sobre todo para los niños en edad escolar y los estudiantes, porque pueden trabajar desde casa, y también para quienes teletrabajan, esto se vio claramente durante la pandemia”.

Leoncio Carrascal, alcalde de Arredondo y presidente de la Red Cántabra de Desarrollo Rural, a la izquierda, junto al director de Adamo en Cantabria, David Llano, con quien posa con motivo de la llegada de la banda ancha a su municipio.

Aunque la utilidad en este caso está clara, Carrascal admite que no ha sido la panacea que se esperaba para dar la vuelta al problema de desplobación: “Pensábamos que iba a atraer más gente al mundo rural, pero de momento ha sido muy poca gente, aunque supongo que ha favorecido el establecimiento de empresas en zonas rurales en general, porque gracias a Internet pueden funcionar mejor. Algunas empresas han venido, pero en general ha favorecido a las empresas que estaban ya asentados en el mundo rural, les ha venido muy bien”.

Esto ha generado uno de los efectos más esperados: “Ha frenado bastante el despoblamiento y que la gente se trasladara a otros lugares”, asegura. Además, Leoncio valora el esfuerzo que se ha hecho desde el Gobierno regional para favorecer la implantación de Internet en el medio rural: “Ha sido gracias al Gobierno regional, sobre todo la Consejería de Industria, que lleva haciendo estos años de atrás un esfuerzo impresionante. Yo diría que ha sido un éxito total”.

Fibra óptica y satélite: distintas tecnologías, un objetivo

Por parte de las empresas tecnológicas, Adamo es la que ha realizado una mayor implantación, con presencia en 95 de los 102 municipios de Cantabria.  La conexión que ofrece es de fibra óptica y cerca de 250.000 hogares están conectados con su tecnología. Precisamente las zonas rurales fueron desde 2017 su principal objetivo, ya que las urbanas estaban ampliamente cubiertas, reconocen desde este operador de telecomunicaciones. Uno de los últimos municipios que cuentan con su fibra óptica es San Miguel de Agüayo, sus solo 150 habitantes ya pueden navegar por Internet con banda ancha de esta tecnología desde hace unas semanas.

David Llano es el director general en Cantabria: “Nos centramos en el área rural porque es donde hay mayor necesidad y donde aportamos un valor. Tenemos el objetivo de llegar a todos los municipios, incluso a aquellos geográficamente más complicados. Es verdad que el ritmo de trabajo no se ve tanto como el anterior, cuando actuamos en municipios más densos, ahora llegamos a otros más pequeños, pero el trabajo al final es el mismo, llevar cable hasta allí, salvando las condiciones orográficas”. Adamo plantea seguir con su expansión y llegar al total de los municipios en el primer trimestre de 2024. Aunque esto no signifique necesariamente tener presencia en todos los núcleos de población: tienen previsto llegar donde técnicamente sea posible.

Para vencer los obstáculos de la orografía cántabra este operador de telecomunicaciones se ha venido apoyando en la población y empresas locales: “Todos los ‘partners’ o las diferentes empresas que están trabajando en el despliegue de la fibra óptica son de aquí. Con ellos hemos trabajado desde la fase de ingeniería y toma de datos en campo, hasta la fase de ejecución, creando una infraestructura nueva, para lo cual nos apoyamos en las infraestructuras públicas, como el alumbrado público o infraestructuras de la distribuidora eléctrica, con la cual tenemos un convenio firmado para utilizar sus infraestructuras de baja tensión”.

Dentro de los núcleos de población es más fácil, explica, y lo más complicado es ir uniendo un pueblo con otro. Para ello, trabajar con gente local que conoce el terreno ha sido muy importante y ha facilitado mucho el trabajo de este operador: “Por ejemplo, descubrimos caminos que dejaron de utilizarse y a través de ellos los recuperamos y vamos creando una infraestructura nueva, procurando respetar el medio ambiente y, donde es posible canalizar la red y crear una organización nueva, nos esforzamos en que nazca ya siendo segura y no esté sujeta a las inclemencias meteorológicas”.

De entre los trabajos más complicados recuerda los realizados en el Desfiladero de la Hermida, que además coincidieron con la pandemia: “Teníamos que avanzar por caminos donde no pasaba el camión. Nuestros técnicos iban tirando de los postes, como cuando se hizo el despliegue de la luz eléctrica, fue un trabajo muy tedioso y complicado, pero estamos súper orgullosos porque no era nada fácil”. Otro de los hitos ha sido establecerse en la zona sur de Cantabria: “Seguimos creciendo en municipios tan extensos como Valderredible, donde el obstáculo más claro es la dispersión de los núcleos de población y su pequeña dimensión, porque hay pueblos con 5 casas de las cuales hay habitadas 2, por ejemplo. Es muy complicado, pero ahí estamos, es donde aportamos valor. El reto más reciente ha sido llegar a Los Tojos”.

Los responsables de Conéctate 35, tras la presentación del programa en la sede de CEOE-Cepyme de Cantabria, en Santander, el pasado mes de septiembre.

Visto el panorama la pregunta es si el despliegue es rentable para una empresa de telecomunicaciones, obligada a acometer complejas actuaciones y fuertes inversiones para llegar a un reducido número de potenciales clientes. En este sentido David Llano defiende que Adamo es “un poco diferente” a otros operadores nacionales. Admite que la vocación rural está bien, pero lógicamente es mucho más caro y el retorno es a largo plazo, circunstancias que convierten en clave el respaldo que aporta su pertenencia al fondo de inversión de infraestructuras francés Ardian: “Si un operador tradicional busca un retorno de inversión a 3 o 4 años, nosotros proyectamos un retorno a más largo plazo, no es que el despliegue sea deficitario, ni mucho menos, pero la visión que tenemos es retornar esa inversión a más largo plazo. Al final, el hecho de ser el único operador que llega a estos núcleos rurales implica que esa población va a ser cliente, y recuperamos la inversión”. Otro de los pilares económicos ha sido la colaboración público-privada: “Hay planes del ministerio de los tres últimos años que vienen de los fondos Next Generation que ayudan a paliar un poquito el coste. No cubren el coste total pero ayudan a reducir el esfuerzo y nos permite seguir”.

Llano resume que en datos económicos, cuando comenzaron el despliegue en 2017 tenían previstos 40 millones de inversión, y al cierre de 2021 estaban en 61 millones: “Por cada euro que recibimos de subvenciones, hablando globalmente, nosotros aportamos otros 2. Con esos 3 euros conseguimos llegar. Fuimos los adjudicatarios de los programas de 2021 y de 2022 y a día de hoy estamos en ejecución de una de las convocatorias, tienen un plazo de dos años, por lo que el primero está a punto de concluir y el segundo concluirá a finales de 2024. Nos gustaría no agotar ese plazo”.

Añade que recientemente ha salido otra convocatoria relativa al despliegue de puntos para antenas, el plan ligado al 5G, pero señala que  para que esa tecnología llegue fuera de los núcleos urbanos hay que multiplicar el número de antenas existentes y a esas antenas hay que dotarlas de una conexión en fibra óptica. “Fuimos adjudicatarios de una parte del proyecto de Cantabria. Iremos  acometiéndolo al mismo tiempo, en cuanto vayamos agilizando los programas anteriores y se vayan preparando esos puntos de acceso, para que luego la empresa que decidan pueda montar sus antenas para que el 5G sea una realidad en el núcleo rural”. Sin embargo, añade que el negocio de Adamo va directamente ligado a la fibra óptica, al servicio de Internet sobre servicios fijos y todo lo que de él depende, es decir, la telefonía fija y la televisión –a día de hoy localidades de Cantabria sin señal de TDT–: “Pero es verdad que la telefonía móvil, las antenas de telefonía móvil, es algo que no es nuestro negocio a día de hoy, aunque hay que ir preparándose para el futuro”.

Ha habido también fondos públicos destinados a facilitar el acceso rápido a Internet en zonas rurales a través de algunos programas del Gobierno regional, si bien no eran fondos directos para el despliegue de fibra óptica, sino para el despliegue de banda ancha, matiza el directivo de Adamo. “Estos fondos los gestionaban los ayuntamientos y eran para crear infraestructuras. Algunos ayuntamientos se sumaron, implantando infraestructuras como una torre para algún servicio que no era de fibra óptica, y hubo otros con los cuales colaboramos y gracias a eso se hicieron canalizaciones que pagaron los ayuntamientos y que utilizamos y les alquilamos para poder llegar con la fibra”.

Las alternativas para llevar la banda ancha allí donde todavía no ha llegado cuentan desde septiembre con una nueva opción: el programa Conéctate35, que ofrece la posibilidad de contratar una conexión a través del satélite de Hispasat. Es parte de las inversiones incluidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Miguel Ángel García Argüelles, es gerente de proyectos de Hispasat y concreta que el objetivo del programa y de esa aportación de fondos públicos es garantizar un acceso a Internet de 100Mbps (megabytes por segundo) a cualquier habitante, municipio, PYME, autónomo u organización sin ánimo de lucro, con independencia del lugar donde tengan su residencia. El requisito previo para acceder a este programa, que busca con ello no entrar en competencia con los operadores existentes, es que no tengan ya una cobertura de conexión con tecnología terrestre fija a una velocidad mínima de transmisión de 50 Mbps en sentido descendente.  Para obtener la subvención que se concede, el inmueble de que se trate debe estar situado en una zona elegible: los interesados pueden confirmar si su entorno geográfico lo es en la web conectate35.es.

La finalidad de Conéctate35, explica Argüelles, no es tanto la rentabilidad como evitar que aumente la brecha digital. En la actualidad, asegura, la no conexión a Internet es una fuente de desigualdad social, supone menores oportunidades para la educación, mayores dificultades para acceder a servicios sanitarios y para hacer gestiones con las entidades financieras o con la Administración. Lo importante, además de dar señal al territorio, resume, es “transformar lo que hay porque hay señal”, lo que se traduce en facilitar el desarrollo del territorio, la atracción de talento y en “la creación de riqueza para Cantabria”. Este es el motivo por el cual la presidenta de Cantabria María Jesús Sáenz de Buruaga se mostró, asegura, muy interesada en el proyecto. Lo realmente importante, subraya García Argüelles, es que los ciudadanos de los territorios más apartados estén cuanto antes conectados a la red con calidad “para que tengan acceso a las mismas oportunidades que quienes viven en la ciudad”.

El director de proyectos de Hispasat explica cómo funciona la conexión que ofrecen usando un símil: el satélite actúa como un espejo, refleja la señal y la transmite de forma global por el territorio. En el caso de contratar el servicio, la conexión sería inmediata, explica, porque los satélites ya están operativos y cubren todo el territorio nacional. La instalación debe ser realizada por un instalador de telecomunicaciones que colabore con el operador minorista, este último presta el servicio al usuario y se encarga de gestionar estas ayudas. El precio final que paga el ciudadano es de 35 euros al mes, IVA incluido y tan solo necesita instalar una antena receptora y un router similar al que se usa con la fibra. Tanto la antena como el router están subvencionados por el programa, así como la instalación.

Rubén García Colsa, profesional independiente que trabaja desde Campoo de Suso

Según García Argüelles una de las ventajas es la inmediatez. La velocidad que proporciona es de 100 Mbps y el año que viene será de 200 Mbps “y la calidad y prestaciones de la conexión son similares a las de otras tecnologías, excepto para los juegos online”. Las virtudes parecen claras, aunque el director de proyectos de Hispasat aclara que esta no es una batalla entre tecnologías: “Se trata de soluciones complementarias; se puede disponer de conexión vía satélite hasta que se desarrolle la fibra”.  De cualquier forma, matiza que habrá lugares para los que el satélite será la única opción. “No podemos llevarnos a engaño… la orografía de la comunidad hace muy complicado que otras tecnologías lleguen hasta el último rincón del territorio”.

Conexión a Internet: pasaporte al futuro

Jesús Prellezo es propietario del Hotel Remoña, en Espinama, municipio de Camaleño, en la comarca de Liébana. En su caso la conexión a internet es por fibra óptica. Cuenta que entre 2021 y 2022 hicieron obras de mejora en su zona de la comunicación digital: “Desde entonces no dudamos en cambiar nuestros módems, repetidores, instalaciones de fibra óptica… Y la verdad que ha sido todo un acierto. Somos los primeros que sufríamos la lentitud de la conexión, los continuos cortes… porque vivimos aquí. Y por consiguiente, también lo sufría el cliente. Esta inversión tecnológica ha paliado una gran inquietud empresarial que tenía”.

Su permanencia en la zona se ha basado en las posibilidades de trabajar online: “Desde clientes que se pueden permitir pernoctar más días porque les permite desarrollar su trabajo, hasta personas que han venido a quedarse en la comarca por el mismo motivo. Conozco casos en los que la herramienta principal para poder vivir aquí es una buena conexión. Incluso más importante que el ordenador. Ya con los smartphones gestionamos muchas cosas…”, resume. Y no solo para su negocio, sino para los de su entorno. Jesús asegura que ha frenado el éxodo y ha animado la llegada de nuevos profesionales: “Personas que trabajan las redes sociales, negocios de hostelería… Ya hay personas que viven como autónomas con la gestión de estas herramientas. También está el caso de emprendedores que trabajan con productos locales o servicios de proximidad, a este colectivo se les abre una puerta para promocionar sus productos o servicios, además de crear sinergias con otros emprendedores, potenciales clientes, o instituciones”.

Otro de los sectores que se benefician de la mejora de las telecomunicaciones ha sido la ganadería: “Gracias a una conexión satisfactoria, tienen la oportunidad de geolocalizar su ganado, sobre todo cuando están en zonas de difícil acceso o hay previsión de mal tiempo. Esto proporciona calidad de vida y es un gran paso”. Por otro lado, dado al alto porcentaje de población mayor, sirve para la mejora de los servicios de ayuda a domicilio y el cuidado de dependientes. “Pueden tener mejor comunicación con sus familiares, los servicios de teleasistencia pueden ofrecer mejores prestaciones y pueden mejorar su sus servicios”.

Rubén García Colsa es emprendedor y está radicado en La Población, en Campoo de Yuso, a orillas del embalse del Ebro. También cuenta con fibra óptica. Está convencido de que una conexión de alta velocidad es imprescindible si se quiere ser competitivo pero, en su sector, lo es todo: “Uno de mis servicios es editar podcasts y vídeos y si la conexión no es buena descargar y publicar ese tipo de material sería una labor imposible. Antes de contar una conexión en condiciones dejaba el ordenador trabajando por la noche, lo que me obligaba a sobre planificar mi trabajo”.

Con una conexión de calidad, tampoco prevé que sea necesario cambiar de ubicación, porque trabajar en remoto le permite tener la vida profesional y familiar que quiere. “Partir en igualdad de condiciones respecto de otros profesionales ha hecho que la posibilidad de estar aquí dependa de mi capacidad y no de mis circunstancias”. Y subraya que una conexión de calidad tiene la misma importancia que tenía la luz, el agua y la carretera para las generaciones anteriores: “No es una cuestión a tener en cuenta, es que es imprescindible, cuando no obligatoria”.

El cambio que ha supuesto una red fiable ha hecho, asegura, que desarrolladores web y gente del marketing que ni siquiera se planteaban trabajar desde los pueblos, o gente que está enamorada de esta tierra pero veía imposible vivir en el interior de Cantabria, se hayan quedado. Considera que no es el único factor para evitar el éxodo rural, pero sí uno de los más importantes: “Está al nivel de la educación, la sanidad y la vivienda. Para los modelos actuales es el equivalente a tener una nave en un polígono industrial, un horno en una panadería, o el símil que se quiera buscar. Si no tienes un local no puedes abrir una tienda, si no tienes conexión a internet no puedes trabajar, es así de rotundo”.

El tercer cambio de propiedad desde la declaración del concurso de acreedores sitúa a la sociedad anónima deportiva ante un escenario completamente diferente del que ha marcado su funcionamiento durante la última década. Por primera vez desde entonces, la operación se ha concretado con el equipo jugando en categoría profesional y después de cerrar un ejercicio con beneficios millonarios. Todavía con el lastre que suponen los casi cuatro millones de euros de deuda concursal pendiente, con un pasivo total cercano a los 25 millones y tras jugar siete de los diez últimos años en la tercera categoría del fútbol español, el retorno a la Liga de Fútbol Profesional ha confirmado con números las opciones de viabilidad del club y fijado las bases sobre las que los nuevos gestores han planteado sus objetivos: notablemente ambiciosos en lo deportivo y en lo económico en el largo plazo, pero prudentes para el futuro más cercano.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Octubre 2023 Fotos de Nacho Cubero

En un club con la trayectoria del Racing, larga en el tiempo y con tendencia a lo insólito, para bien y para mal, no son muchos los acontecimientos que merezcan calificarse de extraordinarios. Al margen de improbables títulos deportivos, pocos tendrían esa condición novedosa en lo que tiene que ver con la competición, pero tampoco en lo referente a la economía hay demasiadas opciones para transitar por caminos diferentes a los conocidos, y menos aún haciéndolo con perspectivas favorables. Aun con esa abundancia de antecedentes, el último movimiento corporativo vivido por la sociedad anónima deportiva se ha producido en circunstancias tan diferentes a las vividas en otros momentos que dibujan un escenario que bien puede considerarse inédito, y ello pese a tratarse del tercer cambio de propiedad en la última década y a que de él haya resultado la vuelta a la presidencia de quien la ocupó hasta hace solo seis años. La enorme distancia recorrida desde entonces, concretada en lo deportivo con la primera permanencia en categoría profesional desde el descenso a segunda en 2012, da argumentos para considerar que con la compra del paquete mayoritario de acciones por parte de Sebman –la sociedad constituida al efecto por el cántabro Manuel Higuera y el hispanoargentino Sebastian Ceria– se cierra una etapa de provisionalidad en la gestión del club.

Manuel Higuera y Sebastián Ceria, propietarios de Sebman, la sociedad accionista mayoritaria del Racing, junto a los profesionales que se han incorporado a la nueva estructura del club: Felipe Llamazares, nuevo director general, Roberto González, director de Comunicación y portavoz, y Pablo Ruiz, director de Marketing.

Manuel Higuera, el presidente que retoma el cargo en una segunda etapa muy diferente de la anterior, admite que pueda hacerse esa lectura, aunque considera que ya con último propiedad el club había alcanzado una estabilidad que permitía hacerlo: “Sí hubo un momento que era claramente  de transición, cuando nosotros cogimos el club tras la época oscura de la administración desleal, pero con la llegada de Pitma esa provisionalidad ya era más relativa, aunque es cierto que yo siempre tuve la impresión de que estaban de paso”, admite el máximo mandatario racinguista, que asegura que la principal diferencia entre el anterior accionista mayoritario y Sebman tiene que ver con la naturaleza de la operación: “Ellos llegaron en un momento muy complicado y con su aportación garantizaron la supervivencia del Racing, todo con una visión empresaria legítima que implicaba rentabilizar la  inversión. Si dentro de 10 o 15 años nosotros vendemos, también querríamos recuperar el dinero, porque esperamos estar en primera y haber puesto en valor al club, pero la nuestra no es una inversión mercantil”.

La convulsa etapa racinguista que puede darse ahora por cerrada arranca con la declaración del concurso de acreedores en 2011, coincidiendo con la fantasmal presencia de Ali Sayed como máximo accionista y con Francisco Pernía, primero, y Ángel Iglesias, después, como presidentes. Aquella insolvencia fue declarada posteriormente como culpable, y como desleal la gestión de Pernía e Iglesias, que dejó a la sociedad con una deuda de 34 millones de euros y con las cuentas embargadas por Hacienda. A esto siguieron las etapas que Manuel Higuera califica sin ambages como transitorias, primero con una gestora que tras la intervención judicial sustituyó al Consejo de Administración que respaldaba Sayed, y después con él mismo como presidente tras una ampliación de capital cerrada al límite y que dejó la propiedad en manos de más de 10.000 pequeños accionistas. Aunque aquello convirtió al Racing en uno de las sociedades anónimas deportivas con un mayor número de propietarios –algo que aún hoy el presidente del club considera como uno de sus mayores activos– el club funcionó a partir de ahí con una precariedad financiera que se hizo insostenible al frustrarse el ascenso a liga profesional en 2017 y desdecirse el Gobierno de Cantabria del acuerdo de patrocinio que hubiera hecho posible afrontar la deuda con Hacienda. Se produjo entonces la llegada de Pitma –en realidad de sus propietarios, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, que canalizaron su participación en el Racing a través de dos sociedades sin vinculación formal con el grupo– que aportó fondos en forma de acciones, capitalización de deuda y, sobre todo, préstamos, que permitieron la supervivencia del club y la llegada al momento actual.

Ejercicio con beneficios y venta con plusvalías

El Racing cerró el último ejercicio con un beneficio de algo más de dos millones de euros, cumpliendo casi exactamente lo previso en el presupuesto aprobado doce meses antes. Esto último es relativamente habitual desde que la Liga de Fútbol Profesional impusiese su control financiero, pero cerrar una temporada con beneficios millonarios es una circunstancia absolutamente excepcional en el caso del Racing, y única si tenemos en cuenta solo lo acontecido desde la declaración del concurso de acreedores. Esos números aportan la primera de las singularidades en las que se ha producido el cambio de manos en la propiedad del club. Una segunda, de la que no es posible encontrar ningún antecedente, tiene que ver con la propia operación: por vez primera en la historia de la sociedad anónima deportiva, la venta se ha producido con plusvalías, convirtiendo a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz en los primeros inversores que ganan dinero tras su paso por el club, o cuanto menos los primeros que lo hacen sin necesidad de recurrir a las oscuras contraprestaciones o a los negocios paralelos tan habituales en el negocio futbolístico.

Pablo Norberto Ruiz, nuevo director de Marketing del Racing, en la tienda oficial del club, en los bajos de los Campos de Sport del Sardinero.

Aunque los términos de la operación no se han hecho públicos, el importe de la venta del 75% de las acciones que controlaban los propietarios de Pitma se movería en el entorno de los 30 millones de euros, una cantidad que incluye los cerca de 23 millones de euros que el Racing adeudaba a quien fuera su máximo accionista hasta el pasado mes de julio. Alfredo Pérez y Pedro Ortiz habían alcanzado tal condición al capitalizar una deuda de 1,2 millones de euros de un préstamo ya vencido y hacerse con el 100% de Inmoarrabi –rebautizada posteriormente como Retlaw– empresa guipuzcoana que controlaba el 20% de las acciones del Racing tras invertir 800.000 euros en la ampliación de capital de 2015. En total, el valor nominal del 75% de las acciones ahora vendidas se movía en el entorno de los 4,5 millones de euros, con lo que la operación habría dejado una plusvalía de unos 3 millones de euros, a lo que habría que sumar los intereses cobrados por los préstamos al club y el importe de las ventas cruzadas con otras empresas del grupo.

No hay nada parecido a esto último –negocio con otras empresas vinculadas o préstamos del accionista– en los planes de Sebman para el Racing, que también marcan distancias con la gestión anterior en lo tocante a la financiación, una cuestión esta de mucho más alcance en términos estratégicos. Las empresas de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz –la propia Retlaw y Management and Professional Sports Development SL– han venido siendo estos años la única fuente de financiación del club, prestando dinero tanto para hacer frente a la deuda con Hacienda y los pagos del concurso de acreedores como para afrontar gastos corrientes. Una situación esta con la que Manuel Higuera y Sebastián Ceria dicen sentirse incómodos –“no es sana, ni transparente”, asegura el presidente– y que confían en atajar por una doble vía: generando ingresos que eviten la generación de nueva deuda y externalizando parte de la actual. A estas habría que añadir una tercera, ya llevada a la práctica en una de las primeras decisiones tomadas por los nuevos administradores: capitalizar una parte de los préstamos que Sebman se subrogó tras la compra, en concreto cinco millones de euros correspondientes a la antigua deuda con Retlaw, la contratada a un mayor interés.

Durante su comparecencia ante los accionistas en la junta celebrada el pasado 24 de septiembre, Manuel Higuera admitió que la opción de externalizar deuda, que pasaría por conseguir que una entidad financiera asumiera alguno de los préstamos en vigor con las mismas condiciones actuales, es una posibilidad todavía no explorada. Actualmente la deuda del Racing con sus nuevos propietarios, una vez restada la parte que acaba de capitalizarse, es de 19,3 millones de euros. Teniendo en cuenta que durante el presente ejercicio habrá que afrontar el pago de 1,7 millones de euros correspondientes a la deuda concursal, el  objetivo de que esa cantidad no se incremente no va a ser ni mucho menos sencillo de alcanzar. Más realista parece el fin que subyace en ese propósito: que la sociedad anónima deportiva sea capaz de generar recursos para afrontar sus pagos corrientes.

Presupuesto

El presupuesto del Racing para la presente temporada –que coincide con el ejercicio en las sociedades anónimas deportivas– prevé una cifra de negocio de 11,9 millones de euros, que permitiría cerrar las cuentas con un resultado positivo de algo más de medio millón de euros. En esas previsiones, realizadas de acuerdo a los criterios de la Liga de Fútbol Profesional y validadas por esta, se contempla algo más de un millón de euros por traspasos de futbolistas, una partida siempre de difícil pronóstico pero que en un club como el Racing ha servido tradicionalmente para equilibrar los presupuestos o, en los años más afortunados, cerrarlos con beneficios que parecen imposibles de alcanzar por otros medios. Ese fue, de hecho, el caso del último, el cerrado el pasado 30 de junio, en el que los cinco millones de euros recibidos por el traspaso de Pablo Torre al Fútbol Club Barcelona fueron clave para acabar la temporada con beneficios.

El periodista Roberto González, después de tres décadas cubriendo la información del club, se ha incorporado a su organigrama como director de Comunicación.

Por más que en el presupuesto actual los hipotéticos traspasos estén llamados a cumplir idéntica función, los nuevos gestores racinguistas confían en evitar los números rojos incluso si no se cierra ninguna operación de venta de futbolistas. A diferencia de lo que sucedía en otros tiempos, cuando los clubes podían ser casi tan imaginativos como quisieran a la hora de elaborar sus presupuestos, ahora la LFP debe dar por buenas las previsiones de ingresos y gastos, en un juicio basado en gran parte en los antecedentes. Eso explica que los actuales gestores del club consideren que las cantidades que se contemplan en alguno de los capítulos de ingresos puedan verse ampliamente superadas al final de la temporada, lo que permitiría equilibrar las cuentas o incluso cerrarlas en positivo aun sin la aportación de ningún traspaso de futbolistas. Las previsiones de los nuevos accionistas, apenas esbozadas en el presupuesto aprobado por la liga, recogen alguna de las principales líneas de actuación con las que quieren guiar su gestión, marcada por la búsqueda de ingresos para que la viabilidad del club deje de depender en exclusiva de los avatares de la competición. “Queremos hacer una gestión moderna y profesional que nos lleve a tener un club saneado y autosuficiente, con capacidad para invertir en momentos determinados”, resume Manuel Higuera, que insiste en que para ello es imprescindible un cambio de modelo: “Somos una sociedad anónima deportiva y es inevitable que tengamos una vinculación con los resultados deportivos, pero lo que queremos es que estos no sean tan estructurales como lo son ahora”.

Actualmente la mitad de la cifra de negocio del Racing proviene de los derechos de las transmisiones televisivas, una cantidad que cada año se calcula atendiendo a variables como la posición clasificatoria o el número de suscriptores, y que merma hasta casi desaparecer en caso de descenso de categoría. Abonos y taquillas, los capítulos que completan la mayor parte de los ingresos, dependen igualmente de la competición y de la situación deportiva, por más que lo hagan en menor medida que los derechos de televisión. La publicidad y las ventas de la tienda, que hoy tienen un peso menor en las cuentas, serían también las líneas con mayor potencial de crecimiento, tanto respecto a la situación de años pasados como en relación a la previsión que contempla el actual presupuesto.

La tienda: un filón hasta ahora desaprovechado

El caso de la tienda es probablemente el que en mayor medida da cuenta del cambio de modelo de gestión en el club. Durante las dos últimas temporadas el Racing había cedido su explotación a una empresa del grupo Pitma, dentro del modelo de venta cruzada habitual en este conglomerado empresarial y a cambio de solo 35.000 euros. Esta temporada, una vez recuperada la gestión, el club prevé que el punto de venta oficial de camisetas y ‘merchandising’ que se situado en los bajos del estadio del Sardinero aporte 300.000 euros de beneficio, y ello pese a la escasa oferta de producto actual. “La tienda está bien en ubicación y espacio, pero tiene un déficit clarísimo en ‘merchandising’”, señala Roberto González, director de Comunicación del Racing, que destaca que son precisamente esos productos –ropa distinta a la deportiva, artículos de regalo, complementos…– la que puede generar ingresos recurrentes durante todo el año, a diferencia de las ventas de camisetas, que tienen un componente más cíclico. “Ahí tenemos que crecer”, recalca.

Roberto González, periodista con más de treinta años de experiencia cubriendo la información deportiva en Cantabria, es una de las incorporaciones al organigrama diseñado por los nuevos gestores. Otra es la del argentino Pablo Norberto Ruiz como director de Marketing, un cargo desde el que tendrá una responsabilidad directa en esa búsqueda de nuevas fuentes desde las que alimentar la cifra de negocio. Procedente del Racing de Avellaneda, un club de mayores dimensiones a su homónimo santanderino y con una proyección nacional que tampoco se da en el caso del equipo cántabro, Ruiz es un profesional extraordinariamente valorado, responsable de campañas de enorme repercusión en Argentina. “Es un tipo brillante, que propone cosas constantemente. Nos va a ayudar a hacer al Racing más grande”, augura el portavoz del club.

Directivos del Racing posan en El Sardinero con algunos de los patrocinadores del club, tras una reunión celebrada el pasado 27 de septiembre.

En relación con la necesidad de aumentar la oferta de producto en la tienda, al Racing se le plantea la disyuntiva de hacerlo con sus propios medios o de la mano de un especialista en ‘merchandising’, o bien a través de alguna fórmula mixta. Por lo pronto, un primer acuerdo con la cántabra Teiba parece inclinar la balanza hacia la segunda de las opciones. En el club también se espera que Austral mejore su capacidad de suministro de camisetas y prendas deportivas, ante los problemas puntuales de desabastecimiento en tallas y modelos que se han producido en determinados momentos.

Con todo y con ser importante, los de la tienda o los procedentes de patrocinios serían solo una parte de los ingresos distintos a los convencionales que se plantea potenciar el club, si bien sí serían los que más posibilidades tienen de activarse en plazos cortos. Con un horizonte temporal más lejano, Manuel Higuera confía en la aportación que pueda llegar de fórmulas más inusuales: “Tenemos que ser imaginativos para buscar recursos no típicos, por ejemplo a través de participación en sociedades, allí donde veamos que hay capacidad para generar negocio y la inversión sea controlable. Estamos en una fase muy inicial y tenemos que pensarlo y darle forma, pero hay que tenerlo como objetivo”.

Esa búsqueda de ingresos no directamente relacionados con la actividad deportiva está estrechamente vinculada con otra de las ideas en las que insiste el presidente del Racing: convertir a la sociedad anónima deportiva en una empresa con capacidad para hacer inversiones y dotarse de patrimonio: “No podemos seguir como hasta ahora, con el socio mayoritario aportando dos millones cada temporada, y no porque los accionistas no tengamos capacidad para hacerlo, sino porque eso no tiene sentido y hace imposible crecer”, señala.

En un club como el Racing, cuya mera supervivencia ha estado en cuestión hasta fechas muy cercanas, la posibilidad de dotarse de patrimonio puede parecer más utópica que ambiciosa, más aún si se consideran alguna de las actuaciones que se están contemplando, pero Manuel Higuera está convencido de que habrá fórmulas para hacerlo siempre que la empresa consiga atajar los déficits recurrentes que hasta ahora han caracterizado su funcionamiento. Con una acuciante necesidad de espacio en las instalaciones donde entrena el equipo, la idea de patrimonializar al club podía concretarse en la construcción de una ciudad deportiva con capacidad para dar cabida a la actividad que hoy se desarrolla en La Albericia y acoger también al Racing femenino, una categoría en la que actualmente el club carece de cualquier estructura. “Tendremos que pensar dónde y tendremos que pensar cómo, pero no nos podemos quedar como estamos”, concluye el presidente racinguista.

La Fundación Laboral de la Construcción (FLC) de Cantabria y el grupo empresarial Siecsa ponen en marcha una experiencia pionera para tratar de incorporar al sector a quince personas desempleadas menores de 30 años a los que ofrecen un contrato laboral de doce meses en los que alternarán la formación en oficios con un empleo en esta empresa constructora. La iniciativa busca paliar la escasez de profesionales que sufre el sector y permitir el relevo generacional en unos gremios muy envejecidos.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Octubre 2023 Fotos de Nacho Cubero

Los jóvenes ya no quieren ir a la obra. Así lo sostiene la Conferencia Nacional de la Construcción (CNC) y lo corroboran la Fundación Laboral de la Construcción (FLC) de Cantabria y el grupo empresarial de edificación y obra civil Siecsa, que acaban de poner en marcha una iniciativa conjunta para tratar de incorporar jóvenes al sector a través de contratos de formación en alternancia con el empleo. La patronal de ladrillo lleva tiempo alertando de la falta de mano de obra y la ausencia de relevo generacional en un sector cada vez más envejecido. Según sus cálculos, sólo el 9% de los trabajadores de la construcción tiene menos de 29 años y apenas 1.600 alumnos terminan al año una Formación Profesional (FP) relacionada con esta actividad profesional.

Jóvenes atendiendo las explicaciones en una clase práctica de uno de los cursos impartidos por la Fundación Laboral de la Construcción. Facilitar el relevo generacional y la incorporación de las mujeres a la profesión son dos de los objetivos que persigue esta entidad, y que quieren potenciarse ahora con el acuerdo firmado con Siecsa.

El problema, explican, descansa en múltiples factores, pero sobre todo en el desprestigio que la profesión arrastra tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, que expulsó a miles de trabajadores del mercado laboral obligándoles a reciclarse y que ahora no quieren volver a subirse al andamio. La situación se ve además agravada por la escasa incorporación de la mujer a un sector tradicionalmente muy masculinizado. Aunque la automatización de procesos y el uso de las nuevas tecnologías ha aliviado la penosidad de muchas tareas manuales y aumentado el número de trabajadoras en perfiles más técnicos y cualificados, lo cierto es que las mujeres tan solo suponen el 11% de los 1,4 millones de empleados que actualmente trabajan en la construcción, según las cifras aportadas por la CNC.

Tanto el gerente de la FLC de Cantabria, José Antonio Valcárcel, como el presidente del Grupo Siecsa, Juan de Miguel, comparten esta radiografía del sector y expresan su esperanza en que este proyecto dual que ambas entidades lideran contribuya a ver un poco la luz al final del túnel. Valcárcel reconoce que la Fundación Laboral de la Construcción de Cantabria ha explorado diferentes alternativas e iniciativas antes de proponer esta solución, pero lo cierto, dice, es que está costando que el sector resulte atractivo para los jóvenes. Por eso, confía en que esta experiencia pionera en Cantabria despierte el interés de jóvenes desempleados menores de 30 años y sin formación previa que quieran labrarse un futuro en la construcción. De esta iniciativa, que mantiene abierto hasta el 8 de octubre el plazo para presentar solicitudes, se podrán beneficiar hasta quince personas, que durante doce meses dedicarán el 65% del horario a trabajar bajo la supervisión de un tutor y el 35% a formarse en perfiles muy demandados: encofradores, albañiles, carpinteros y tuberos.

“Es una excelente oportunidad para obtener una formación acreditada en ocupaciones muy demandadas por el sector y, al mismo tiempo, adquirir experiencia laboral en la empresa Siecsa durante un año, remunerada y con cobertura social”, explica el gerente de esta entidad paritaria, integrada por los agentes sociales del sector, que el año pasado formó en la región a más de 3.000 profesionales e impartió más de 300.000 horas lectivas en más de 400 cursos.

José Antonio Valcárcel, gerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Cantabria

En la misma línea, De Miguel admite que la construcción arrastra desde hace tiempo esta falta de personal “en casi cualquier perfil profesional”, que cifra en unos 2.500 trabajadores en Cantabria para cubrir las necesidades del sector. “El problema, lejos de resolverse, se ha agudizado y ya no sabemos cómo resolverlo”, aclara el presidente de este grupo empresarial con sede en Torrelavega que da empleo a 340 trabajadores, 190 de ellos en la construcción. “Hemos tratado de incorporar trabajadores extranjeros, pero también es complicado por el exceso de burocracia que existe en España. Vamos a ver si con este proyecto, que me parece muy atractivo, somos capaces de que los jóvenes se interesen por el sector”, resuelve no sin cierta cautela. La directora de Recursos Humanos de Siecsa, Ana Mier, confirma el escaso interés de los jóvenes por incorporarse a la construcción. “La edad media de las plantillas ya va siendo muy alta, por encima de los 50 años. De hecho, los últimos ocho candidatos que he entrevistado tenían entre 58 y 63 años”, advierte. De Miguel coincide en que la incorporación de la mujer podría aliviar esta situación, al menos en los perfiles más técnicos y menos manuales, aunque lo ve muy complicado. “A pesar de que el sector se ha modernizado, la realidad es muchas veces bien distinta. Buscamos trabajadoras en los servicios públicos de empleo y no encontramos mujeres, salvo para tareas administrativas o de oficina”, lamenta.

Valcárcel, por su parte, no da la batalla por perdida y reclama hacer un llamamiento para que las mujeres conozcan que también para ellas hay una oportunidad laboral en el sector de la construcción. “El sector ha evolucionado con el uso de las tecnologías y no tiene nada que ver con esa imagen ligada a la carretilla y el ladrillo que teníamos hace años. Aunque en muchas ocasiones sigue siendo un trabajo al aire libre, ya no es tan duro ni físico”, concede el gerente de esta fundación con once trabajadores en plantilla y un presupuesto que este año ronda los dos millones de euros.

Hacia la industrialización del sector

Lo que ambos no tienen duda es que la construcción avanza hacia su industrialización. “La tendencia en los próximos años, siempre que sea posible, es construir cada vez más en fábrica y montar en la obra”, asegura el presidente de Siecsa. “Hablamos de un sector cada vez más moderno que ya realiza parte de su actividad en naves productivas para luego llevar a cabo el montaje en las propias obras”, coincide en destacar Valcárcel. “Otra forma de hacer” que para el gerente de la FLC de Cantabria también se apoya en la sostenibilidad y la digitalización. “Hoy –recalca–, predominan el uso de nuevos materiales, los criterios de eficiencia energética y los avances en el campo del modelado de información en la construcción (BIM, por sus siglas en inglés), razona.

Sobre este último aspecto, destaca su carácter de “modelo digital compartido” entre todos actores que participan en el proceso constructivo. Se trata de un método de manejo sencillo para la generación y gestión de datos de la obra que permite reducir tiempo y recursos en su diseño y construcción. “Es un documento vivo, fundamentado en la colaboración interdisciplinar, que deben conocer los responsables de la oficina técnica para dar traslado igualmente a jefes de obra y encargados con el fin de facilitar el intercambio de datos sobre cualquier modificación que se lleve a cabo durante el ciclo de vida del proyecto”, detalla.

Principales retos

De cara al futuro, De Miguel insiste en que el principal reto del sector pasa por la falta de mano de obra. “Tras las últimas turbulencias, parece que los precios de las materias primas se han estabilizado, aunque sea en un entorno de precios altos. Y lo mismo ocurre con el coste de la energía. Por eso, cuando nos presentamos a un concurso, ya sabemos a qué nos enfrentamos en uno y otro caso. El problema está en el personal. Y eso lo explotan las subcontratas, que tiran hacia arriba de los precios. Si los salarios del sector se han incrementado en un 3 o 4%, hasta llegar al 10% en tres años, la realidad es que, a precios unitarios, la mano de obra ha subido un 30%. Es una situación muy difícil de gestionar, sobre todo en el sector de la vivienda nueva o de la rehabilitación, muy intensivo en mano de obra, y en el que el número de trabajadores de las subcontratas es mayor que el de la propia plantilla de la empresa”, argumenta.

Aun con reservas, el presidente de Siecsa estima que este año será “un poco mejor que el pasado” pese a que, según subraya, desde el pasado mes de febrero, cuando se destapó la trama de corrupción e irregularidades en los contratos públicos en Cantabria, “no se ha vuelto a hacer una adjudicación de obra pública”. En su opinión, el precio con el que se concurre a un concurso público ha dejado de ser lo más importante: “El problema ahora es decidir si presentarse o no porque no sabes si tendrás mano de obra suficiente para realizar la obra”, sentencia contrariado.

Constituida en 2009, la correduría de seguros Campos de Palacios tiene al frente a profesionales con más de treinta años de experiencia en la profesión. En su nueva web detallan sus servicios y ofrecen una ventana al mundo de los seguros, con información y como punto de contacto para sus clientes.

El Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE) acoge el proyecto piloto del Gobierno de Cantabria ‘Re-eleva’, una iniciativa pionera que busca poner en contacto a empresarios y autónomos titulares de pequeños negocios que desean traspasarlos con posibles compradores. El objetivo: garantizar el relevo generacional de estas empresas y comercios más allá de los entornos familiares.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Julio 2023

Hemos respondido a una necesidad clara. Así valora el director de las áreas de Innovación y Sensibilización del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), José Ignacio Rodríguez, el programa piloto ‘Re-eleva’, un espacio de conexión entre dueños de negocios que buscan el relevo generacional y personas interesadas en dirigir una empresa. “Estamos contentos porque hemos testado y validado la necesidad de conectar a pequeños empresarios y autónomos que desean traspasar sus negocios con posibles compradores”, ahonda Rodríguez para resaltar la oportunidad de esta iniciativa, pionera en Cantabria, liderada por el Centro de Orientación, Emprendimiento e Innovación para el empleo (COEI) del Gobierno regional, dependiente del Servicio Cántabro de Empleo (Emcan), y financiada con fondos europeos Next Generation.

Participantes en Re-eleva, durante una de las sesiones iniciales del programa.

Para el coordinador de ‘Re-eleva’, este proyecto, sobre el que insiste en su carácter de ‘piloto’, también ha puesto sobre la mesa la necesidad de información que demandan los dueños interesados en buscar un relevo generacional a sus empresas. “Damos por sentado que los empresarios y autónomos saben cómo hacer un traspaso y las fórmulas que existen para hacerlo, pero no es así, especialmente si se trata de negocios pequeños”, aclara.

Con un presupuesto de 30.000 euros, el programa arrancó el pasado 15 de mayo con la participación de 13 negocios y 22 potenciales sucesores que, en una primera fase, han recibido orientación, formación y capacitación, al mismo tiempo que empezaban a conocerse entre sí. En una segunda fase de interconexión de unos con otros, que está a punto de finalizar, el proyecto busca emparejar a los dueños con las personas que podrían y están interesadas en hacerse cargo de sus negocios. Al cierre de la edición de esta revista, en los últimos días de junio, no se ha conseguido formar ninguna pareja estable, más allá del traspaso asegurado de un centro de estética de una madre a su hija, si bien, según advierte Rodríguez, los contactos aún continuaban abiertos y no se descarta baque finalmente se consiga alguno. “Con que hubiera algún otro emparejamiento ya me daría por satisfecho”, resalta esperanzado.

Perfiles muy diversos

Y es que, como destaca este responsable de CISE, el perfil de los participantes es muy variado, aunque tanto en el caso de quienes buscaban un relevo como quienes están interesados en dárselo los requisitos exigidos para su admisión han sido los mismos: plena disponibilidad y compromiso. Del lado de los interesados en traspasar su negocio, entre los trece seleccionados inicialmente figuran desde un taller eléctrico y de mantenimiento industrial, una empresa de ingeniería o una tienda de surf y otra de bellas artes, hasta una panadería, una empresa de mobiliario de oficina, un centro terapéutico y otro de estética y una empresa de mantenimiento de telecomunicaciones.

José Ignacio Rodríguez, director de las áreas de Innovación y Sensibilización del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE)

El denominador común de todos ellos es que su continuidad está en riesgo no por la falta de clientes o viabilidad económica, sino por otras causas, entre las que Rodríguez destaca la jubilación del titular o su deseo de iniciar otra actividad empresarial. Son, en su mayoría, pequeños negocios ubicados en Santander, si bien también hay algunos asentados en Santa Cruz de Bezana, Rubayo, Ajo y otros municipios del arco de la bahía que, en ningún caso, cuentan con más de cinco empleados.

Del otro –potenciales sucesores–, en más de la mitad de los casos (el 53%) se trata de trabajadores por cuenta ajena interesados en cambiar de trabajo, mientras que un 26% son emprendedores y el 21% restante demandantes de empleo.

Al echar la vista atrás, el coordinador de este proyecto piloto reconoce que les ha sorprendido que entre los interesados en transferir su negocio no hubiera nadie de la hostelería, un sector que, al menos a priori, pensaban que sería un potencial cliente del programa. Tras la experiencia acumulada en estos primeros meses, Rodríguez apunta a que también han comprobado que la mayoría de los titulares en busca de relevo generacional no tienen del todo claro cómo traspasar su negocio. “Casi todo ellos desconocen si es más conveniente deshacerse del 100% del negocio o solo de parte de él, o si es oportuno mantener durante algún tiempo una colaboración como socio o simplemente como asesor”, resalta.

En este punto, el director de las áreas de Innovación y Sensibilización del CISE vuelve a recordar que ‘Re-eleva’ es un espacio de conexión física y presencial que persigue terminar con el cartel de cerrado por jubilación de los negocios rentables y en el que a los dos perfiles de participantes se les ha ofrecido formación para facilitar el relevo y sobre cómo llevar el negocio. “Proporcionamos el marco para que unos y otros se conozcan, pero no somos garantía de traspaso. Eso ya es una relación entre ellos”, aclara.

De hecho, Rodríguez explica que de la primera fase formativa a esa segunda de emparejamiento el número de participantes se ha reducido a ocho negocios y nueve potenciales sucesores. Al margen del caso de la titular del centro de estética cuyo testigo recogerá su hija, esta fase de interconexión que está a punto de terminar ha revelado que el conocimiento mutuo requiere de algo más de tiempo. “Para traspasar un negocio es necesario tener las cosas muy claras y dar en apenas dos meses con el perfil exacto del sucesor que buscas no es nada fácil”. Entre las razones para no encontrar ese sucesor ideal, el coordinador del programa señala que, en algunos casos, se ha debido a que quizá no era aún el momento de traspasar el negocio, o a que el programa no ha respondido a lo que buscaban, que no era otra que dar con un inversor.

Antes de que comenzara esta iniciativa, sus promotores creían que el emparejamiento más indicado más allá de los entornos familiares era que el titular traspasara su negocio a alguno de sus empleados, dado que éstos ya conocen la empresa. Sin embargo, esta posibilidad no se ha dado en ninguno de los participantes. Más aún, Rodríguez recalca que los posibles emparejamientos no se dan uno a uno, sino que hay algún negocio que ha despertado el interés de hasta cuatro potenciales sucesores, del mismo modo que entre los posibles nuevos dueños también hay quienes están interesados en más de un negocio.

Más tiempo

El mes de julio marcará el inicio de la tercera y última fase de asesoramiento o mentoría en el que las parejas resultantes contarán con un seguimiento personalizado para que, con la ayuda de expertos y mentores, se den los pasos hacia un traspaso eficaz y beneficioso para ambas partes. En esta fase de apoyo y mentorización, que está previsto finalice en septiembre, el coordinador del programa detalla que a los titulares se les solicita documentación “muy clara” que garantice que el negocio es rentable y no tiene ningún vicio oculto. Con independencia del resultado final de este proyecto piloto, Rodríguez se muestra satisfecho del trabajo desarrollado, aunque considera que quizá habría que haber invertido más tiempo en la fase de conocimiento mutuo que, por circunstancias de calendario, ha habido que comprimir: “No sé si habrá una segunda edición. Dependerá de si el nuevo Gobierno regional quiere o no seguir apoyándolo. Pero estamos contentos y hemos respondido a una necesidad clara”, termina como empezó.

«Mi negocio no es grande, pero es complejo»

Pedro Mazo (Talleres Mazo)

Con 66 años, y a punto de jubilarse, Pedro Mazo lleva cerca de dos años dándole vueltas a la necesidad de traspasar el taller eléctrico que regenta, dedicado a nuevas instalaciones, mantenimiento y reparaciones de maquinaria. Un próspero negocio ubicado en Ajo que hoy en día emplea a otros dos trabajadores y que, según resalta, cuenta con “mucha carga de trabajo y una sólida cartera de clientes”, casi todos en Cantabria, entre las que figuran importantes empresas de la región.

Pedro Mazo

Maestro industrial en la rama de electrónica, Mazo creía haber encontrado a su sucesor en uno de sus antiguos empleados con catorce años de experiencia en el taller al que ya había tanteado. Sin embargo, hace unos meses todo se torció y a quien veía como su sucesor decidió seguir otros derroteros. “Me partió en dos”, reconoce un tanto apesadumbrado. Obligado a buscar de nuevo relevo, su hija escuchó por casualidad en la radio la existencia del programa ‘Re-eleva’, y se lo comentó. “Nada perdemos”, pensó y se inscribió en este proyecto que ahora valora muy positivamente. “Está muy bien. Posiblemente lo que necesita un programa de estas características es un primer contacto con las empresas que quieren vender y, después, con más tiempo, qué empresas pueden estar en condiciones de comprarlas”, razona.

Y es que, según explica, su empresa no la puede comprar un particular porque es un negocio complejo.  Pese a que en este programa ha tenido dos contactos con posibles compradores a los que reconoce muy buenas intenciones, Mazo sostiene que su empresa tiene el problema de que está en Ajo, lo que, a su juicio, “hace más difícil encontrar operarios”, y que gestionar un taller de este tipo “requiere de experiencia”. Por eso, argumenta que el comprador ideal es una empresa que conozca el sector y que quiera invertir, porque la cartera de clientes, dice, está más que asegurada: “Ese es nuestro mayor potencial. Hoy lo compras y mañana ya estás facturando. Mi negocio no es grande, pero es particular”, recalca.

“A mi modo de ver mi empresa solo lo puede comprar un taller eléctrico con al menos 10 o 15 trabajadores que quiera absorbernos y destinar dos empleados a seguir trabajando. Yo, además, estaría dispuesto a continuar con ellos un año o lo que hiciera falta para presentarle a los clientes”, concede. Pese a que no cree que en ‘Re-eleva’ pueda encontrar sucesor, Mazo no se desanima. “Voy a seguir buscando compradores y si no los encuentro, seguiré trabajando. Yo voy a gusto al taller, pero creo que va llegando la hora de ir apartándome y tener más tiempo libre. Ya me toca”, valora.

Lo que no le gustaría, en ningún caso, es que la empresa perdiera por falta de atención el valor que ahora tiene. “Si yo no puedo atender a mis clientes, está claro que se tendrán que ir a otro sitio y el taller perderá poco a poco su valor”, argumenta. “Y si no me queda otra, cerraré y me iré a casa. Pero sería muy triste después de lo que me ha costado mantenerlo”, concluye.

«El programa me ha encantado»

Luis Ángel Morquillas, emprendedor

Se define como emprendedor y asegura que siempre ha querido ser su propio jefe y vivir de sus proyectos empresariales. A pesar de su juventud –tiene 29 años–, ya sabe lo que es crear una empresa. Lo intentó hace tiempo junto con otros tres socios con un proyecto de cultivo de cáñamo industrial destinado a la elaboración de cremas y aceites para el sector farmacéutico, pero no resultó como pensaba y tuvo que cerrar. Ahora, quiere repetir experiencia con la creación de su propia marca de ropa –camisetas y sudaderas, fundamentalmente–, un proyecto de venta online que espera pueda sacar a la luz en un futuro no muy lejano.

Luis Ángel Morquillas

Mientras llega ese momento, este joven que ahora reside en Guriezo y trabaja de oficial de regatas, sobre todo en Bilbao, se enteró de la existencia de este programa en un periódico regional y decidió apuntarse. “Yo ya he pasado por el proceso de empezar de cero a montar algo y ‘Re-eleva’ me ofrecía conocer empresas ya solventes y con trayectoria”, advierte para explicar el porqué de su participación en esta iniciativa “que me ha encantado”.

Según explica, la formación que le ha ofrecido el programa ha sido “completa” y, aunque finalmente no dé con un negocio que se ajuste a sus deseos –le gustaba la tienda de surf, pero no ha llegado a un punto en común con su propietario– califica la experiencia de “muy positiva y totalmente recomendable”. “Lo han hecho muy bien, aunque por ponerle un pero quizá habría que destinar más tiempo a poner en contacto a vendedores con posibles compradores”, explica.

Tras abandonar los estudios de Liderazgo, Emprendimiento e Innovación en la Universidad de Mondragón, Morquillas está a punto de terminar Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Internacional de La Rioja. Una formación que, según afirma, se ajusta a su visión personal. “En esta vida cada vez más hay que saber algo de todo o de casi todo. Y yo, además, no voy a estar siempre en la misma empresa”, vaticina sobre un futuro laboral al que no cierra ninguna puerta. “He sido curioso desde pequeño. He trabajado desde los 16 años de camarero, comercial y ahora he hecho hasta entrevistas para ser asesor financiero, pero hay tres proyectos a los que dedicaría mi vida: una tienda de ropa, un negocio de neveras portátiles y un restaurante de comida americana, pero algo diferente”, declara convencido.

La multinacional australoamericana invertirá 144 millones de euros en su planta cántabra para convertirla en la mayor fábrica de paneles de fibroyeso del mundo. La factoría de Orejo, heredera en 2013 del fallido proyecto de GFB, trabajaba desde 2019 cerca del límite de su capacidad, que doblará ahora con una actuación que contempla también mejoras medioambientales. Con una facturación que superó en 2022 los 48 millones de euros, la filial española de la multinacional fabricante de materiales de construcción emplea a un centenar de personas, una plantilla que se incrementará en 60 trabajadores cuando culmine la ampliación y la nueva línea alcance los niveles previstos de producción, en un plazo de entre tres y cinco años.

José Ramón Esquiaga |  @josesquiaga | Julio 2023

Una década después de fabricar la primera placa de fibroyeso, y tras no menos de cinco años moviéndose en los límites de su capacidad de producción, la planta cántabra de James Hardie se prepara para dar un salto con el que casi nadie contaba cuando la fábrica daba sus primeros pasos. Puesta en marcha por la alemana Xella, que se adjudicó la planta de Orejo y su maquinaria en el proceso de liquidación de la fallida GFB, la empresa cántabra pasó en 2018 a manos de James Hardie, multinacional australiana con sede en Estados Unidos que compró a los germanos su división de fibroyeso, que operaba entonces y sigue haciéndolo hoy bajo la denominación comercial de Fermacell. Son ahora los responsables de James Hardie, que cuenta con plantas de fibroyeso en varios países, los que fijan el objetivo de una ampliación que presentaron precisamente cuando se cumplían diez años del inicio de la producción en Orejo: convertir a su filial cántabra en la mayor fábrica de paneles de fibroyeso del mundo.

Fernando Herrera, director de la planta cántabra de James Hardie, durante la presentación de la ampliación. En el panel a su espalda, la evolución de las ventas de la empresa desde que comenzó su actividad, en el año 2013.

Los planes de la multinacional australonorteamericana contemplan invertir 144 millones de euros en la puesta en marcha de una nueva líneas de producción y en la modernización de la fábrica cántabra de Fermacell. La inversión, que por su cuantía se cuenta entre las mayores realizadas nunca por una empresa industrial en Cantabria, servirá para duplicar la actual capacidad de producción, dotar de una mayor flexibilidad a la fábrica en el uso de las materias primas y minimizar la llegada de residuos al vertedero, al permitirle trabajar con más tipos de papel y reutilizar el yeso que antes se veía obligada a desechar.

Salto adelante en capacidad

Fermacell-Orejo fabrica actualmente en torno a 14 millones de metros cuadrados de paneles de fibroyeso, un producto con destino a la construcción de edificios que entra en la categoría de tabiquería seca y que llega al mercado como alternativa a las convencionales paredes de ladrillos y cemento. La actual línea de producción de la planta trabaja desde hace años al límite de su capacidad, de manera que los incrementos en la producción que se han conseguido en este tiempo han dependido de mejoras en la productividad o de las características de lo fabricado en cada momento, dado que la gama de la planta, aunque uniforme en características técnicas, si varía en tamaño del panel, y esta característica incide en las cantidades que es posible producir con los actuales medios. La planta cántabra, que en 2013 se puso en funcionamiento con una plantilla de 30 personas que trabajaban en un único turno, emplea hoy a un centenar de trabajadores a cinco turnos lo que permite producir las 24 horas, siete días a la semana durante todo el año, solo con las paradas a las que obligue el mantenimiento.

Uno de los paneles que fabrica Fermacell, en la actual línea de producción de la planta.

La tabiquería seca, ya sea la de fibroyeso o la elaborada con otros materiales, es un producto que sigue teniendo un uso relativamente menor en España, pero que en otros países ha desplazado ya a la tabiquería húmeda, a la que aventaja en la rapidez con la que permite construir y, dependiendo de cada caso, también por las características con las que puede dotársele. Fabricados a partir de yeso calcinado y fibra de papel, los paneles que salen de la planta cántabra se sitúan en la parte alta de este mercado, debido a su resistencia contra el fuego y a su capacidad de aislamiento térmico y acústico. También se sitúan en el arco superior de precios, lo que no ha sido obstáculo para que la demanda del producto que sale de Orejo haya registrado continuos incrementos desde la apertura de la fábrica, y ello a pesar de la difícil coyuntura económica vivida desde entonces, primero con las consecuencias que la gran recesión de 2008 tuvo en el sector de la construcción y después con la crisis sanitaria y la provocada por la invasión rusa de Ucrania.

Desde que en torno al año 2018 alcanzara los límites de su capacidad productiva, la planta de James Hardie de Orejo se ha movido en la cota de los 30 millones de euros de facturación, para superarla claramente en los dos últimos ejercicios más por el fuerte incremento de los precios de los materiales que por una subida en las cantidades fabricadas. Con la inversión presentada este pasado 27 de junio la planta rompe los límites que encorsetaban su crecimiento, tanto en medios como en espacio. Para quien recorriera las instalaciones de la fábrica en sus primeros años, probablemente sea esto último lo más llamativo, pero lo cierto es que los grandes espacios vacíos de lo que parecía una instalación claramente sobredimensionada –los trabajadores se desplazaban de un punto a otro de la nave principal en bicicleta– han terminado por quedarse pequeños.

Con todo, la parte más importante de la ampliación no es la que se mide en metros cuadrados –se sumarán 11.000 a los actuales– sino la que tiene que ver con los procesos y la tecnología de fabricación. Una vez esté culminada la actuación ahora aprobada, la fábrica cántabra mejorará sus posibilidades de gestión sobre las dos materias primas con las que fabrica su producto, el yeso y la fibra de papel. Esta última podrá obtenerse a partir de tipos de papel que hoy no son aptos para los procesos de la fábrica, lo que debería redundar en mejoras tanto de acceso a esa materia prima como de precio. En relación con el yeso, la adquisición de una nueva recalcándola por 11 millones de euros permitirá emplear material reciclado, sacando partido de la normativa que en el futuro prohibirá que los yesos acaben en el vertedero obligando a reutilizarlos. A estas actuaciones en materia de economía circular se sumarán los dos millones que se invertirán en un nuevo sistema de recuperación de calor, que reducirá en un 20% el gasto en gas.

En términos de producción, cuando culmine la actuación ahora presentada la fábrica cántabra de James Hardie será la mayor entre las que componen el grupo lo que, según destacaron los responsables de la multinacional, la sitúa a su vez en disposición de ser la mayor planta de fibroyeso del mundo. Según los plazos que manejan desde la empresa, la segunda línea de producción de la planta de Orejo estará en funcionamiento durante la primavera de 2025, lo que hará que la planta de Orejo concentre el 35% de la capacidad de fabricación de paneles de fibroyeso dentro de la multinacional de la que forma parte.

Con la ampliación, Fermacell España dará un tremendo salto adelante en su capacidad de respuesta ante un mercado que mantiene un notable potencial de crecimiento, singularmente en España. Las características de los paneles de salen de Orejo les hacen especialmente adecuados para edificaciones singulares o, en general, para aquellos proyectos en los que se valoren las prestaciones por encima del precio. Las condiciones de aislamiento térmico y acústico, así como la resistencia y la protección contra incendios, son especialmente valoradas por aquellos promotores vinculados con los futuros usuarios del edificio, y que por tanto son igualmente los beneficiarios de los  retornos que genera su inversión, en forma de ahorro en el gasto de energía básicamente, pero también en aspectos relacionados con el confort y la seguridad.

Todo lo anterior explica que la mayor parte de la producción de la fábrica cántabra se exporte a países mucho más sensibles a las cuestiones medioambientales de lo que es España. Con todo, en los dos últimos años se ha producido un sensible incremento de las ventas en el mercado nacional, en buena medida impulsadas por la legislación que desde el 1 de enero de 2021 exige que los edificios construidos en España tengan un consumo energético mínimo. El impulso que ello puede suponer para el uso de los paneles de fibroyeso en construcción residencial ha jugado a favor de la ampliación de capacidad de la fábrica española de Fermacell, que en todo caso de ninguna manera renuncia a seguir creciendo allí donde ahora es fuerte, incluyendo los países que ahora encabezan su nómina de clientes, con Francia, Suiza y Dinamarca en los primeros puestos de la lista.

José María Lassalle, director del Foro de Humanismo Tecnológico de Esade, es doctor en Derecho, profesor universitario, consultor, analista, escritor y articulista, además de expolítico. Este santanderino apasionado de los libros analiza en esta entrevista el papel de la tecnología y de su relación con el ser humano al que emplaza, si no quiere ser sustituido, a preservar como algo absolutamente innegociable su creatividad y capacidad crítica para analizar los cambios. José María Lassalle aboga por el control democrático de las máquinas y por una cultura de los derechos digitales; defiende la necesidad de reinterpretar la educación, la salud y la política para poner la tecnología al servicio de la dignidad humana, y alerta de que el futuro del capitalismo tecnológico o es humanista, o nos aproximaremos a una realidad distópica.

Manuel Casino |  @mcasino8 | Diciembre 2022

Pregunta.– Se habla mucho de los beneficios de la tecnología y de su capacidad disruptiva pero muy poco de sus riesgos. ¿Echa de menos un mayor pensamiento crítico?
Respuesta.– Esa es la gran tarea que tenemos por delante: reflexionar críticamente sobre las potencialidades de la tecnología, que no es neutra. La tecnología es un poder, que, además, tiene una capacidad extraordinaria para propiciar el cambio de las personas y de las sociedades. Esos cambios pueden ser para bien o para mal. Y dependen de cómo el ser humano, la política y las sociedades afrontan el diseño de esos cambios.

P.– Sostiene que ya no cabe hablar de revolución, ni de transformación ni siquiera de transición digital, sino de consumación digital. ¿Nos hemos pasado de listos?
R.– Bueno. Estamos entrando en los umbrales de un cambio radical que incluso puede afectar a la naturaleza misma del ser humano. Y eso significa que, de igual manera que hablamos de un Antropoceno cuando nos referimos a los efectos del cambio climático, a lo mejor tenemos que empezar a hablar de un Antropoceno digital para referirnos a que la transformación digital de nuestras sociedades nos está exponiendo al riesgo de una falta de sostenibilidad tecnológica, de nuestra capacidad para asimilar y responsabilizarnos del poder que la tecnología nos está dando.

P.– Desde el foro que dirige asegura que el desarrollo de plataformas digitales sin reglas, ni valores, ni referentes éticos nos aboca hacia una automatización de la economía que, según afirma, amenaza la viabilidad de la democracia liberal y de las actuales reglas de mercado. ¿En manos de quién estamos?
R.– Pues estamos en manos de algoritmos que gestionan datos, que predicen comportamientos humanos y que están transformando el mercado tal y como lo hemos entendido en un mercado conductual. Hasta ahora, ese mercado conductual se ha basado en plataformas que desarrollan modelos de negocio sobre el uso de los datos que manejan los algoritmos. Ahora podemos empezar a apreciar que esos modelos de negocio también son modelos de poder. Por eso, es imprescindible el control democrático. Afortunadamente, Europa ha interiorizado que es una responsabilidad de las instituciones europeas regular el uso de la inteligencia artificial, los servicios digitales, el comercio electrónico, los metadatos… En fin, generar un marco de seguridad jurídica que nos ampare frente a un cambio tecnológico que es disruptivo en el sentido literal.

P.– ¿Urge por tanto poner límites al poder de las grandes corporaciones tecnológicas?
R.– Claro. Pero también la Unión Europea en el ámbito de sus competencias está tratando, y el Reglamento de Servicios Digitales y de Mercados Digitales así lo prevé, de limitar las capacidades de poder que tienen los llamados guardianes del sistema tecnológico y de acceso a las redes y a la sociedad de la información. De igual manera que Estados Unidos desarrolló al final del siglo XIX una legislación antitrust, que limitó el capitalismo industrial y dividió las grandes corporaciones de la industria del acero, de la banca o del petróleo, Europa está tratando de que, en las divisiones que ese mundo proyecta sobre el mercado europeo, también se limiten sus capacidades de hegemonización del mercado. Porque el monopolio es malo por principio. Porque aboca a la arbitrariedad. Es lo que está intentado la Administración Biden desde que ha llegado al gobierno, pero en lo que a día de hoy todavía no ha conseguido avanzar. Esa es la gran batalla política que libran, silenciosa pero muy profunda.

P.– Con un desarrollo económico volcado en lo tecnológico, y con todos los riesgos que ello comporta, ¿hay forma de evitar el choque entre humanismo y economía?
R.– Tendría que evitarse, pero las dinámicas por el momento no están siendo todo lo positivas que deberían ser. El futuro del capitalismo tecnológico o es humanista y, por lo tanto, establece criterios éticos que den sentido a la transformación digital mejorando los salarios de quienes se relacionan con la tecnología, incrementando los espacios de ocio y favoreciendo una lógica de bienestar social acorde con un entorno tecnologizado, o nos aproximaremos a una realidad distópica. Y es lo que, por ejemplo, Europa trata de hacer también con el desarrollo de la filosofía del humanismo digital, de que la tecnología no haga que el ser humano pierda su centralidad. Que el ser humano siga siendo la medida de todas las cosas.

P.– Reclama la necesidad de devolver a la persona la centralidad perdida frente a los datos, los algoritmos, la inteligencia artificial o la robótica. ¿Cómo se lleva a la práctica este relato humanista?
R.– Modificando los sesgos que introducen los algoritmos. Si reguláramos legalmente el algoritmo de la conversación, podríamos cambiar las dinámicas de polarización y de violencia dialéctica que caracteriza a una plataforma como Twitter. Porque este algoritmo lo que prima es la morbosidad del diálogo, refuerza el ruido en las conversaciones y atrae y destaca lo morboso. Y eso genera los bucles que están facilitando la polarización. ¿Por qué? Porque a través de esos algoritmos conversacionales, diseñados como digo para primar lo morboso, estamos radiografiando con datos los aspectos más reptilianos del comportamiento humano, que son básicos también para los perfiles comerciales. Y aquí es claro que hay un valor económico. Y de los que se trata es de limitar los efectos sociales que puede tener ese uso económico de perfilados.

P.– Cada vez trabajamos, nos entretenemos y nos comunicamos más online. ¿Nos estamos deshumanizando a marchas forzadas?
R.– Sí, porque la estructura del trabajo digital, tal y como la concebimos asociada al uso de dispositivos tecnológicos, aloja dentro una arquitectura cibernética y un diseño que lo que busca es estimular la adicción. Es decir, saca el aspecto más infantil vinculado al juego y al deseo adictivo del juego, lo que nos aboca a experiencias poco humanísticas. El tiempo real que se vincula al teletrabajo lo que está haciendo no es solo romper las barreras de la vida profesional y doméstica, porque ya nos llevamos el trabajo a casa y no somos capaces de perimetrar, sino que esta intensidad del uso tecnológico hace que no midamos el tiempo psicológicamente. De manera que, en términos reales, estamos trabajando más desde que teletrabajamos. Desde hace diez años, la OIT y el FMI reconocen que el valor del trabajo humano es cada vez menor porque la competitividad de las empresas se basa en una productividad ligada al uso de la tecnología: cuanta más tecnología utiliza un trabajador, más productivo es, pero menos valor tiene su trabajo. Esto explica, entre otras cosas, el colapso de rentas que afecta a la clase media porque daña directamente a los ingresos de los profesionales liberales, que ven cómo cada vez se paga menos por su trabajo. Y todo tiene una relación directa con la tecnología. Hay un indicador, en el que estoy trabajando, que establece que, si uno mide el incremento de facturación y lo relaciona con la inversión en transformación digital, y analiza el coste laboral, verá que los salarios van reduciéndose paulatinamente. Esto indica que hay un proceso de deshumanización, a pesar de que la tecnología es limpia y no nos mancha, aunque también contamina.

P.– En la vida digital, desnudamos y desguarnecemos nuestra privacidad sin tapujos ni recelos. De hecho, afirma que nunca como hasta ahora habíamos ayudado a las máquinas a conocernos tanto y aprender más de nosotros. ¿Ha llegado la hora de los derechos digitales?
R.– Sí. Es fundamental que introduzcamos unos derechos digitales. Esa es la dinámica en la que estamos desde hace unos años. El año pasado se aprobó la Carta de Derechos Digitales en España, pero que no tiene aún efecto normativo, y Europa acaba de elaborar también una declaración de derechos digitales. Lo que hace falta es desarrollar una cultura de derechos digitales semejante a las generaciones de los derechos fundamentales que han hecho posible la protección de la dignidad humana y que han sustentado a las democracias liberales en sus fundamentos éticos. Por tanto, es necesario que el ser humano sea protegido, no solamente en su privacidad y en su intimidad, que ya lo está siendo afortunadamente, sino que hay que profundizar mucho más frente a nuevas experiencias de aplicaciones tecnológicas tan poderosas como puedan ser el metaverso.

El pensador santanderino, que fue secretario de Estado de Cultura y Agenda Digital en el Gobierno de Mariano Rajoy, durante la conferencia inaugural de la jornada organizada por el Colegio de Economistas de Cantabria, que versó sobre humanismo tecnológico.

P.– En el mundo tecnológico, cada vez es más difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre hechos y ficción. ¿La verdad se ha relativizado?
R.– Es que el conocimiento ha sido sustituido por la información, que es distinto. Es decir, la información era procesada a través de una cadena de agregación de valor que aportaba el ser humano mediante el conocimiento especializado de los profesionales, de los académicos, de esa jerarquía epistémica que nació bajo la Ilustración y que ha definido nuestra cultura occidental en los últimos siglos. La irrupción de la desintermediación que ha traído consigo la tecnología ha roto esa clásica intermediación del conocimiento académico y especializado de los profesionales. Ahora, para poder operar sobre esa información, necesitamos nuevos modelos de conocimiento que ya no son humanos, sino que son ‘maquínicos’. Es la inteligencia artificial. Y claro, el conocimiento humano no es el conocimiento de las máquinas. Y la verdad humana no es la verdad calculable a través de un algoritmo que opera dentro de una inteligencia artificial. Esa es la diferencia que, entre otras razones, está haciendo que, cuando tratamos de explicar los malestares que acompañan a los fenómenos sociales contemporáneos, no le pongamos nombre, pero tiene que ver con la inquietud que nos provoca de asumir aquella reflexión de Isaac Asimov en la que decía que lo único inevitable serán las máquinas.

P.– Tal y como están hoy las cosas, en la convivencia entre el hombre y la tecnología, ¿las máquinas juegan con ventaja?
R.– Claro. Juegan con una ventaja enorme porque tienen capacidad de gestionar esa información que desborda la capacidad cognitiva del ser humano. Nos aturde en tiempo real la información que recibimos a través de las redes. Antes, como decía, esa información estaba intermediada, incluso cronológicamente porque accedíamos a ella a través de un periódico, de una radio o incluso de la televisión. Ahora nos movemos en un tiempo real y solo en información vinculada a lo que ocurre en el mundo, ya nos desborda la capacidad de asimilación. Si a eso le añadimos toda la información que genera el mundo y que somos capaces de registrar, estamos absolutamente desbordados. A lo mejor, una parte importante de la salud mental quizá tenga que ver en gran medida con estas dislocaciones emocionales que nos provocan no tener ya intermediaciones que nos alejan de los impactos de tanta información.

P.– Sin cauciones legales que lo regulen, el cibermundo campa a sus anchas. Si no se impone un control democrático, ¿estamos a las puertas del totalitarismo tecnológico?
R.– No sé si un totalitarismo tecnológico. La socióloga norteamericana Zuboff publicó ya hace unos años un ensayo que tituló ‘La era del capitalismo de vigilancia’ para definir el riesgo de generar un capitalismo que acabará con nuestra privacidad e intimidad. Eso China lo ha elevado a un estado de plataformas en las que controla todos los movimientos del ser humano dentro de sus fronteras. En nuestro caso, no sé si corremos el riesgo de evolucionar hacia una pesadilla orwelliana como ese capitalismo de vigilancia, pero sí es verdad que estamos siendo acostumbrados a no decidir y a que decida por nosotros un algoritmo en la mayor parte de los consumos digitales que hacemos y a no opinar, porque también estamos ya involucrados en procesos de normalización de opiniones a través de las redes sociales, donde nos alojamos en entornos confortables para lo que ya presuponemos que debe ser la manera de ver y de interpretar el mundo. Y eso nos restringe nuestra capacidad para equivocarnos, para aprender de nuestros errores y para evolucionar en nuestra manera de pensar y nos aboca a una mediocridad colectivizada.

P.– Para Ortega y Gasset no hay hombre sin técnica. Pero, al mismo tiempo, advierte del peligro de que el hombre, abrumado y absorto ante el sinfín de posibilidades que le brinda la técnica, se vuelva incapaz para determinar el contenido de su propia vida. Dígame, en este momento, sin duda el más intenso en cuanto a desarrollo tecnológico de toda la historia de la humanidad, ¿cómo podemos crear un auténtico proyecto vital que se aleje por completo de la pura servidumbre funcional de las máquinas?
R.– Esa es la tarea que tienen las sociedades democráticas de encauzar hacia un nuevo humanismo las capacidades que está liberando la tecnología para cambiar nuestras vidas. Hace falta reinterpretar la educación, la salud, la política…, y en cada uno de estos ámbitos poner la tecnología al servicio de la dignidad humana, que es una red sacra que debemos ser capaces de preservar. Y dentro de esa dignidad humana está la capacidad irrenunciable que atribuye al hombre un poder de emancipación crítica frente a la realidad. Y hay que trabajar por ello. Y eso empieza por la educación. Hace falta cambiar todo el sistema educativo y orientarlo hacia ese empoderamiento crítico, es decir, hacia cómo complementarnos idealmente con la máquina. El sistema educativo ya no puede seguir forjando profesionales que compitan con las máquinas, porque entonces perderán frente a ellas. Por tanto, falta revisitar cuál es el papel de nuestra complementariedad, y eso pasa por la creatividad. En su relación con las máquinas, el ser humano tiene que preservar como algo absolutamente innegociable la creatividad y la capacidad crítica para analizar los cambios. Como cedamos eso, seremos sustituidos.

P.– Sostiene que, hasta el momento, el balance del siglo XXI es el de un siglo profundamente antiliberal. Además, declara que el liberalismo está herido, mientras el populismo gana terreno y crece la nostalgia autoritaria en las democracias. Si seguimos por esta senda, ¿hay espacio para confiar en el futuro?
R.– Sí. Sigo pensando que el futuro nunca está escrito. Se vio en los años 30 y 40, cuando el mundo se veía abocado a ser dominado por el fascismo; y se vio después durante la Guerra Fría, cuando se pensaba lo mismo en relación al comunismo. No estoy convencido de que el futuro tenga que ser distópico. Pero sí creo que hace falta hacer el diagnóstico adecuado para identificar realmente dónde están los problemas que acompañan al desarrollo de la tecnología. La tecnología es una herramienta extraordinaria que ha permitido, desde las primeras transformaciones técnicas que experimenta el ser humano, convertirse en la especie dominante sobre el planeta. Las oportunidades que ha liberado la técnica son extraordinarias, pero necesitamos visualizar los riesgos y los peligros que tenemos por delante para sacar un mayor provecho de la tecnología que contribuya al bienestar humano. Debemos poner de manifiesto que las máquinas están para hacernos más fácil y mejor la vida.

P.– ¿Empatía, confianza, generosidad o solidaridad son valores en desuso?
R.– No lo creo. Porque la pandemia ha demostrado la fuerza secreta que acompaña a la colaboración, a la cooperación. Y el conflicto bélico en Ucrania nos demuestra ahora también que es necesario cooperar y ayudar a aquellos que sufren la arbitrariedad de una guerra ilegítima. Por tanto, no creo que estén en desuso, pero sí que están amenazados y que necesitan revitalizarse porque una parte fundamental del futuro pasa por la cooperación, por individuos que cooperan, no por individuos aislados. Y la cooperación necesita sentimientos, que no emociones, que nos llevan a la demagogia y pueden acompañar a los procesos totalitarios. Los sentimientos, en cambio, construyen una democracia porque la libertad es un sentimiento; la igualdad, también; y la solidaridad y la fraternidad son la expresión más palpable de lo que podemos entender como una educación sentimental, que es la base de nuestra civilización y de nuestra cultura.

P.– Reivindica un humanismo más sereno con respecto a la tecnología, que cultive la paciencia y la espera y fije límites a una técnica humana para que no sea inhumana. En este camino, ¿la política, la ética y el derecho deberían ser compañeros inseparables?
R.– Totalmente. Se construyen alrededor de la idea del límite. La ética y el derecho plantean límites y la política se basa en límites. Y lo que necesitamos para la tecnología son límites. El problema de la técnica, como plantea el filósofo francés Jacques Ellul, es que es un poder que ambiciona no tener límites. Es un poder fáustico, que se sale de los límites. Porque detrás de la lógica del conocimiento científico que alimenta el poder técnico y que está en los orígenes de la modernidad científica, está la ambición de llevar las fronteras de la realidad más allá de los límites. Y eso es lo que tenemos que ser capaces de educar. Eso plantea una nueva experiencia de los límites y, como dirían los griegos, una nueva ‘paideia’, una nueva educación. Tenemos que volver a aprender los límites